Comentario de Marcos 9:9 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Mientras descendían ellos del monte, Jesús les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.
9:9 — Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos — Este mandamiento había de durar hasta el tiempo de la resurrección de Jesús. No se nos dice la razón de él aunque es fácil ver que la publicidad ahora acerca de la transfiguración contribuiría a la excitación de esperanzas carnales con respecto al público en general. Ni los otros apóstoles habían de saber acerca de la transfiguración por un tiempo. (La prohibición no había de durar mucho tiempo). Después de la resurrección, vemos que Pedro ya estuvo anunciando que él había estado con Jesús en su transfiguración y que fue testigo ocular del evento y que oyó la voz de “la magnífica gloria” (2Pe 1:16-18). Dios permitió que tres testigos de entre los hombres por un breve tiempo vieran con sus propios ojos la gloriosa deidad de Jesús de Nazaret. Y, aunque perseguidos después, por nada negarían ellos su testimonio ocular.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
les mandó que a nadie dijesen. Mar 5:43; Mar 8:29, Mar 8:30; Mat 12:19; Mat 17:9.
Sino cuando … hubiese resucitado. Mar 9:30, Mar 9:31; Mar 8:31; Mar 10:32-34; Mat 12:40; Mat 16:21; Mat 27:63; Luc 24:46.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
les mandó que a nadie dijesen. Véase nota de Mar 8:30. cuando el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos. Se refiere al tiempo cuando la verdadera naturaleza del propósito mesiánico de Jesús sea evidente a todos y todos sepan que Él vino para vencer al pecado y la muerte, no a los romanos. Hijo del Hombre. Vea la nota sobre Mar 2:10.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
9:9 — Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos — Este mandamiento había de durar hasta el tiempo de la resurrección de Jesús. No se nos dice la razón de él aunque es fácil ver que la publicidad ahora acerca de la transfiguración contribuiría a la excitación de esperanzas carnales con respecto al público en general. Ni los otros apóstoles habían de saber acerca de la transfiguración por un tiempo. (La prohibición no había de durar mucho tiempo).
Después de la resurrección, vemos que Pedro ya estuvo anunciando que él había estado con Jesús en su transfiguración y que fue testigo ocular del evento y que oyó la voz de “la magnífica gloria” (2Pe 1:16-18). Dios permitió que tres testigos de entre los hombres por un breve tiempo vieran con sus propios ojos la gloriosa deidad de Jesús de Nazaret. Y, aunque perseguidos después, por nada negarían ellos su testimonio ocular.
Compárese 8:30, com.entarios.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL DESTINO DEL PRECURSOR
Marcos 9:9-13
Cuando iban bajando de la montaña, Jesús les advirtió que no le contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del Hombre Se levantara de entre los muertos. Ellos se quedaron perplejos con esta palabra, preguntándose entre sí qué podría querer decir aquello de levantarse de entre los muertos. Y Le preguntaron a Jesús:
-¿No dicen los maestros de la Ley que Elías ha de venir primero?
-Es verdad -les contestó Jesús-: Elías viene primero a poner todas las cosas en regla. Pero, ¿no está escrito del Hijo del Hombre que ha de sufrir muchas cosas y ser tratado con desprecio? Pero Yo os digo que ya ha venido Elías, y que le trataron como quisieron, exactamente como estaba escrito acerca de él.
Naturalmente, los tres discípulos siguieron pensando a fondo en lo que habían experimentado mientras bajaban por la ladera de la montaña.
En primer lugar, Jesús empezó por darles una orden. No habían de decirle a nadie lo que habían visto. Jesús sabía perfectamente que tenían la mente abarrotada de ideas acerca de un mesías de fuerza y poder. Si contaran lo que había sucedido en la cumbre de la montaña, cómo se había manifestado la gloria de Dios, y habían aparecido Moisés y Elías, ¡todo aquello se identificaría con que había sonado la hora clave de las expectaciones populares! ¡En aquello se vería el preludio de la explosión del poder vengativo de Dios sobre las naciones del mundo! Los discípulos tenían todavía que aprender lo que quería de veras decir el mesiazgo. No había más que una cosa que se lo podría enseñar: la Cruz, y la Resurrección subsiguiente. Cuando la Cruz les hubiera enseñado lo que quería decir el mesiazgo, y cuando la Resurrección los hubiera convencido de que Jesús era el Mesías, entonces, y solamente entonces, podrían contar la historia de la gloria de la cumbre; porque entonces, y solamente entonces, la verían como debían verla: como el preludio, no del desbordamiento de la fuerza vengadora de Dios, sino como el preludio de la crucifixión del amor de Dios.
Las mentes de los discípulos seguían trabajando. No podían entender lo que querían decir las palabras de Jesús acerca de la Resurrección. Toda su actitud muestra que de hecho no las entendieron nunca antes de su cumplimiento. Toda su actitud cuando llegó la Cruz fue la de personas para las que había llegado el final de todo. No debemos echarles la culpa a los discípulos. Era sencillamente que estaban imbuidos de una idea del mesiazgo tan completamente diferente que no podían captar lo que Jesús les había dicho.
Entonces preguntaron algo que los tenía perplejos. Los judíos creían que antes que viniera el Mesías vendría Elías como Su heraldo y precursor (Malaquías 4: Ss). Según una tradición rabínica, Elías vendría tres días antes que el Mesías. El primer día se pondría en las montañas de Israel lamentando la desolación de la tierra; y entonces clamaría con una voz que se oiría desde un extremo del mundo hasta el otro: «¡La paz viene al mundo! ¡La paz viene al mundo!» El segundo día clamaría: «¡El bien viene al mundo! ¡El bien viene al mundo!» Y el tercer día clamaría: «¡Yeshuah (Salvación) viene al mundo! ¡Yeshuah viene al mundo!» Elías restauraría todas las cosas; sanaría las familias divididas en los tenebrosos últimos días; resolvería todos los puntos dudosos del ritual y de la liturgia; limpiaría a la nación trayendo de vuelta a todos los que habían sido injustamente excluidos, y echando a los que habían sido falsamente incluidos. Elías ocupaba un puesto clave en el pensamiento de Israel. Se le concebía como continuamente activo en el Cielo y en la Tierra en provecho de los judíos, y como el heraldo de la consumación final.
Era inevitable que los discípulos se preguntaran: » Si Jesús es el Mesías, ¿qué ha pasado con Elías?» Jesús les contestó en unos términos que cualquier judío podría entender. «Elías -les dijo- ya ha venido, y los hombres hicieron con él lo que quisieron. Le tomaron, y le aplicaron arbitrariamente su propia voluntad olvidando la de Dios.» Jesús estaba refiriéndose al encarcelamiento y muerte de Juan el Bautista a manos de Herodes. Entonces, por implicación, Jesús condujo a Sus discípulos otra vez a aquel pensamiento que ellos no querían recibir, y que Él estaba decidido a que recibieran. Era como si les preguntara: «Si eso hicieron con el precursor, ¿qué no harán con el Mesías?»
Jesús estaba dándoles la vuelta a todas las ideas y nociones preconcebidas de Sus discípulos. Esperaban que surgiera Elías, que viniera el Mesías, que Dios irrumpiera en el tiempo y que hubiera una victoria arrolladora del Cielo, que ellos identificaban con el triunfo de Israel. Jesús estaba tratando de obligarlos a ver que de hecho el heraldo había sido matado cruelmente, y que el Mesías había de acabar en una cruz. Ellos seguían sin comprender, y eso por lo que siempre hace que los hombres no entiendan: porque se aferraban a sus ideas y se negaban a aceptar las de Dios. Querían que las cosas sucedieran conforme a sus deseos, y no como Dios las había ordenado. El error de sus pensamientos los había cegado a la Revelación de la verdad de Dios.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de los muertos: El sentido del griego se ve reflejado mejor en la siguiente traducción: “Hasta después de que el Hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos” (Nida, 277).
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
— Hijo del hombre: Ver nota a Mat 8:20.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— no contaran a nadie: Ver notas a Mar 1:34 y Mat 8:4.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
j 410 Mat 12:16; Mar 8:30
k 411 Mat 17:9; Luc 9:36
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
que no contaran a nadie lo que habían visto. Véase coment. en Mt 16:20.
hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. Véase coment. en Mt 17:9.
Fuente: La Biblia de las Américas
9 super (1) Véase la nota 44 super (1) del cap.1.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
B204 La cláusula construida con ἵνα se usa para denotar el objeto del mandato: les mandó que no dijeran a nadie.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit., sino cuando