Comentario de Mateo 10:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Entonces llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para echarlos fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
10:1 — Entonces llamando a sus doce discípulos — Hubo doce patriarcas, Gén 35:22; Gén 42:13; Gén 42:32; y dos tribus de Israel, Éxo 28:21; Éxo 24:4. Ahora hay doce apóstoles y Jesús les dice (Mat 19:28), “ De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel”, el “Israel de Dios”, Gál 6:16; “Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”, Apo 21:14), (apóstoles, v 2; Luc 6:13).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
llamando a sus doce discípulos. Mat 19:28; Mat 26:20, Mat 26:47; Mar 3:13, Mar 3:14; Mar 6:7; Luc 6:13; Jua 6:70; Apo 12:1; Apo 21:12-14.
les dio autoridad. Mat 6:13; Mat 28:18, Mat 28:19; Mar 3:15; Mar 16:17, Mar 16:18; Luc 9:1; Luc 10:19; Luc 21:15; Luc 24:49; Jua 3:27, Jua 3:35; Jua 17:2; Jua 20:21-23; Hch 1:8; Hch 3:15, Hch 3:16; Hch 19:15.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Jesús envía a sus doce apóstoles, capacitándoles con poder de hacer milagros, Mat 10:1-4;
dándoles sus instrucciones, les enseña, Mat 10:5-15;
les da ánimo contra la persecución, Mat 10:16-39;
y les promete una bendición para las personas que los reciban, Mat 10:40-42.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Los doce son llamados «discípulos» en el Mat 10:1; en el v. Mat 10:2 son llamados apóstoles. La palabra apóstol enfatiza la autoridad delegada (1Ts 2:6); el término discípulo enfatiza el aprendizaje y la imitación. Debido a que se les había dado autoridad a los discípulos, ahora podían ser llamados apóstoles.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
AUTORIDAD SOBRE LOS ESPÍRITUS INMUNDOS. Jesús quiere que sus seguidores libren la batalla contra las fuerzas del mal echando fuera a los espíritus inmundos y sanando a los enfermos Se considera esa demostración de autoridad mediante la confrontación espiritual una manifestación continua del reino de Dios en la tierra (véase el ARTÍCULO EL REINO DE DIOS, P. 1302. [Mat 12:28]).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
OS SERÁ DADO LO QUE HABÉIS DE HABLAR. Se ve en operación esta promesa de Cristo en Hch 4:8-12; Hch 4:19-20; Hch 21:39-40; Hch 22:1-21; Hch 23:1; Hch 23:6; Hch 24:10-21; Hch 26:1-29. Después del día de Pentecostés se derramó el Espíritu en toda su plenitud a fin de dar poder para ser testigos (Hch 1:8).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Capitulo 10.
E n la estructura literaria del evangelio de San Mateo, este capítulo es la confirmación lógica del anterior, cuyo final preparó éste. Cristo en sus rutas misionales vio “muchedumbres fatigadas y decaídas,” “como ovejas sin pastor” que las condujese al Reino. Ha dicho que “la mies es mucha, pero los obreros pocos.” El tenía en Israel una misión temporal y circunscrita a los pocos años de su vida pública. Pero mostró que se debía pedir “al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.” Y eso va a ser el tema de este capítulo.
La segunda parte del discurso rebasa, manifiestamente, el horizonte de Palestina, en donde se realiza esta misión apostólica; mira a un futuro más universal. Es tema que Mt une aquí por semejanza lógica de contenido. Agrupa una instrucción que Cristo dio a los apóstoles en otra o en otras varias ocasiones. Así, el cuadro queda completamente descrito y redondeado.
La lista de los apóstoles, 10:1-4 (Mar 3:14-19; Mar 6:7; . Luc 6:13-16; Luc 9:1; Hec 1:13).
Son cuatro las listas que de los apóstoles transmiten los libros del ν. Τ.: los tres sinópticos y los Hechos de los Apóstoles. De estas cuatro listas, en dos, Mc-Lc, se da ex profeso el momento y el modo como los elige. En los Hechos se dan los nombres de once, ya que Judas está excluido; y Mt sólo cuenta, incidentalmente, el hecho de que había doce apóstoles, cuyos nombres da. Para la tradición pesó más el hecho y el oficio, que un orden de nomenclatura. Esta forma incidental de referir un hecho de importancia suprema es un buen índice de su misma autenticidad evangélica y su reconocimiento histórico de la tradición y catequesis primitiva. El mismo hecho de poner que “se los llamó” (π ροσ καλέσαμε νος), y darse después sus nombres, junto a la variedad de “llamamientos” con que aparecen en los evangelios, parece sugerir una colocación honorífíco-solemne de Mt aquí.
1 Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus impuros, para arrojarlos y para curar toda enfermedad y toda dolencia. 2 Los nombres de los doce apóstoles son éstos: el primero Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago el de Zebedeo y Juan, su hermano; 3 Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el celador, y Judas Iscariote, el que le traicionó.
Las listas de los apóstoles aparecen a un mismo tiempo con fijeza y variedad de nombres. Se transcriben a continuación en forma sinóptica:
Mt Mc Lc Act
Simon Simón Simón Simón
Andrés Santiago Andrés Juan
Santiago Juan Santiago Santiago
Juan Andrés Juan Andrés
Felipe Felipe Felipe Felipe
Bartolomé Bartolomé Bartolomé Tomás
Tomás Mateo Mateo Bartolomé
Mateo Tomás Tomás Mateo
Sant, de Alfeo Sant. de Alfeo Sant. de Alfeo Sant. de Alfeo
Tadeo Tadeo Simón Zelotes Simón Zelotes
Simón Cananeo Simón Cananeo Jud. de Santiago Jud. de Santiago
Judas Iscariote Judas Iscariote Judas Iscariote
No deja de sorprender cómo estas cuatro listas de los apóstoles aparezcan estructuradas en tres grupos de cuatro apóstoles cada uno – las tres “cuadrigas,” como los llamaban los antiguos -, excepto en los Hechos de los Apóstoles, en los que se suprime el nombre de Judas Iscariote, ya que en dicho libro se narra a continuación la elección de San Matías para sustituirle; lo mismo que no deja de sorprender cómo el nombre del apóstol que encabeza cada una de estas “cuadrigas” es el mismo en las cuatro listas, mientras que en los grupos se cambia indistintamente el orden de los nombres, aunque no deja de haber coincidencias. ¿A qué se deben estas coincidencias y divergencias?
En la lista apostólica de Mt, todos los apóstoles aparecen en binas unidos por la conjunción y. Acaso indique las binas en que los envió a predicar, ya que, según Mc, fueron “de dos en dos” (Mar 6:7).
Pero lo que tiene una persistencia constante, indicando además intento e importancia especiales, es el que al comienzo de todas las listas, no sólo figura el nombre de Simón Pedro, sino que Mt añade además al hacer el relato de las listas de los apóstoles: “He aquí los nombres de los doce apóstoles: primero, Simón, llamado Pedro.” Esta expresión “primero” sería absolutamente innecesaria al principio de una lista de nombres sin que sigan otros ordinales para los siguientes componentes ‘. Hoy es admitido, incluso por críticos, que no se trata de una primacía de listas o de ancianidad.
Lucas dice que Cristo llamó a los Doce, “a los cuales dio el nombre de apóstoles” (Luc 6:13). El nombre de “apóstoles” no era desconocido en Israel. Su nombre era en hebreo shaluáh oshaliah, y en arameoshaluha’, es decir, “enviado.” El sumo sacerdote de Jerusalén se comunicaba con las comunidades judías de la ”Diáspora” mediante “enviados” (apóstoles), sea en forma de simples correos (Hec 28:21), sea en forma de verdaderos delegados dotados de poderes (Hec 7:12). Después de la ruina de Jerusalén, el patriarca judío de Jabne tenía sus “apóstoles,” correos, a los que confiaba cartas “circulares” 3.
Si el nombre era conocido, en cambio, el oficio que se les confiaba es totalmente nuevo y permanente. El “envío” que Dios hizo a Isaías (Isa 6:8) y Jeremías (Jer 1:7-10) no tiene, en relación con el poder de los doce apóstoles, más que un valor puramente analógico. El Colegio Apostólico, que Cristo fundó, es único por su finalidad y sus poderes 4.
El número de doce es de abolengo bíblico. Alude al número de los doce patriarcas y de las doce tribus. Ellos iban a ser los jefes de las “tribus” del nuevo Israel que Cristo fundaba. Y tan sagrado e intencional fue este número de doce en el propósito de Cristo, que, después de la traición y muerte de Judas, Pedro se creyó en el deber de completarlo (Hec 1:15-17.21.22), recayendo la suerte sobre Matías (Hec 1:23-26).
Los doce nombres de los apóstoles en su valor etimológico y con indicaciones bibliográfico-evangélicas son las siguientes:
Simón. – Su nombre en hebreo es Shim’on, nombre muy común y significa el que oye, el obediente. Cristo le puso por sobrenombre Pedro, en arameo Kepha’, piedra, roca. Los evangelistas recogen este nuevo nombre, que era el que tenía un excepcional sentido para ellos. Sólo aparecerá el solo nombre de Simón, en muy contados pasajes, que son, además, aquellos en los que Cristo se dirige, como era lógico, a Simón 5; a veces se cita Simón al referir, en estilo directo, las escenas de primera hora, máxime en Mc, que refleja la catequesis de Pedro y primitiva, o cuando supone un auditorio en el que el nombre usual de Pedro es Simón (Luc 24:34). En otros casos se usa el nombre de Simón Pedro, que si, por una parte, el primero es signo de identificación, el segundo lo es de simbolismo y dignidad. En el resto, lo más frecuente es llamarlo, sin más, Pedro. Es el reflejo del cambio de nombre que Cristo le hizo, y reflejo del uso que de él se fue haciendo en función y comprensión de la nueva dignidad. Este nuevo nombre de Pedro no prevaleció ya a partir de la elección definitiva al apostolado (Mar 3:16; Mar 6:14), parece que en un principio Pedro continuó llamándose Simón (Mar 1:16.22.36; Luc 5:3-5.10).
En Juan, el anuncio del cambio del nombre de Simón en Pedro se le anuncia desde el primer encuentro con Cristo (Jua 1:42); pero el cambio del nombre se hace posteriormente (Mat 16:18); ni hay el menor inconveniente contra ello, porque en los sinópticos, en las listas de los apóstoles, al nombrar a Simón, añaden los tres: “llamado Pedro,” ya que esto no es más que un adelantamiento del momento histórico del cambio de nombre. Como lo es también en el relato de Jn.
Es interesante notar el intento especial que tenía Cristo al cambiar el nombre a Simón en función de su primacía. Precisamente por tener el cambio una vinculación fundamental con ese hecho histórico es por lo que pervivió el nombre cambiado. Mientras que Mc dice, al dar la lista de los apóstoles, que a Juan y Santiago “les puso por nombre Boanerges, que quiere decir hijos del trueno” (Mar 3:17), sin embargo, su nombre no tuvo transcendencia. Es ello una prueba del intento distinto que tuvo de cambiarle el nombre a Simón, lo mismo que la captación que de él tuvo la tradición.
El uso de sobrenombres es popular y usual en el ambiente palestino. Los cinco Macabeos tenían cada uno el suyo propio (1Ma 2:2-5).
Pedro era galileo de Betsaida (Jua 1:44); hijo de Jonas (Mt) o de Juan (Jn); pescador (Jua 4:18; Mar 1:16); estando en Judea en la parte del Jordán donde el Bautista bautizaba, se dice que es traído a Cristo por su hermano Andrés (Jua 1:41.42); más tarde, estando echando las redes junto con su hermano Andrés, Cristo los llamó a seguirle (Mat 4:18.19; Mar 1:16.17); y aun siendo dueño de la barca y teniendo “socios” (Luc 5:3.10), lo dejó todo y le siguió (Mat 4:20; Mar 1:18). Más tarde, en el sermón de la Montaña, y es a lo que responde su nombre en estas listas, es cuando es llamado, como se dijo, al apostolado.
Andrés. – Su nombre es griego (ανδρέας), y significa “viril.” Este nombre aparece hoy en los escritos talmúdicos bajo la forma de Andrai. Ni puede extrañar el que un judío tuviese un nombre griego. Andrés era de Betsaida (Jua 1:44), en Galilea, la cual estaba mixtificada y en contacto con los gentiles. Andrés era hermano de Simón Pedro (Mat 4:18; Mar 1:16; Jua 1:40); había sido “discípulo” del Bautista (Jua 1:40); como Pedro, era pescador en Galilea (Mat 4:18; Mc. 16). Andrés, por las indicaciones del Bautista, busca a Cristo (Jua 1:37-40); fue a donde se hospedaba en el Jordán, y pasó allí con El el resto del día (Jua 1:39); a su vuelta, dijo a Simón, su hermano, que había encontrado al Mesías (Jua 1:41), y “le condujo a Jesús” (Jua 1:42). Más tarde, estando juntos los dos echando las redes en el mar, Cristo pasó por allí, y los llamó para que le siguieran (Mat 4:18.19; Mar 1:16.17), y dejando todo, le siguieron (Mat 4:20; Mar 1:18).
Mt y Lc ponen el nombre de Andrés el segundo de la lista. La razón debe de ser lo que ellos mismos añaden después de dar su nombre: “Andrés, su hermano,” o porque fueron llamados al apostolado simultáneamente. En cambio, Mc, en la lista de los apóstoles, lo pone después del nombre de “Santiago, el hijo del Zebedeo, y de Juan, el hermano de Santiago.” Esto acaso se deba al prestigio e intimidad que tuvieron Juan y Santiago con el Señor; lo que acaso hubiese consagrado también su uso en la catequesis de la que procede Mc para este punto.
Santiago y Juan. – El primero, en su transcripción griega, es Jacobo (ιάκωβος). Es hermano de San Juan. Se le llamaba ordinariamente Santiago el Mayor, para diferenciarlo de Santiago de Alfeo, también apóstol (Mar 15:40).
Juan, “hermano de Santiago” (Mt-Mc). Su nombre griego corresponde al hebreo Yehohanan, del que el griego traduce la forma apocopada, y significa “Yahvé fue benigno” o “Yahvé hizo gracia.”
Como su hermano Santiago el Mayor, debieron de ser oriundos de Betsaida (Jua 1:44, comp. con Mat 1:16-20). Son hijos de Zebedeo y Salomé (Mar 15:40, comp. con Mat 27:56 y Jua 19:25).
Juan fue primero discípulo del Bautista (Jua 1:35-40). Luego sigue al Señor de Judea a Galilea, y allí es testigo, con los otros apóstoles, del milagro de Cana (Jua 2:1-11).
Se dedicaba con su hermano a las faenas de la pesca (Mat 4:21; Mar 1:19). Pasando un día Cristo junto al lago de Genesaret, los vio, llamó a ambos, y, dejando todo, le siguieron (Mat 4:21.22; Mar 1:19.20).
Cristo mismo les puso por sobrenombre ”Boanerges.” Mc, que es el único que recoge esta noticia, al mismo tiempo traduce su significado: “Es decir, hijos del trueno.” Corresponde al hebreo bene regesh, es decir, conforme al uso hebreo de expresar la dependencia por el nombre ben: “hijos tonantes” 6. Generalmente se admite que con este sobrenombre se trata de caracterizar el temperamento y celo ardiente de ambos apóstoles, como lo manifiestan en su vida (Mar 3:17); pero también algunos Padres lo interpretaron de su ardiente predicación, o por la teología de San Juan. Así, Orígenes habla del “trueno místico” 7. De ambas cosas se acusan índices en los episodios de su vida relatados en los evangelios. Sin embargo, no se ve bien a qué expresión hebrea o aramea pueda corresponder esta transcripción griega que da Mc. También se propone el bene regez= “hijos de ira.” No se dio aún una explicación satisfactoria del cambio vocálico al principio de palabra (cf. R. bardy, R. Se. Reí. [1925] p. 166-7; [1928] p.344).
Felipe. – Con su nombre empieza en las cuatro listas el segundo grupo de apóstoles. Su nombre es griego, pero es conocido en hebreo talmúdico, con diversos matices. Su nombre griego, como el de Andrés, se explica bien por ser Felipe de Betsaida (Jua 1:44; Jua 12:21), en Galilea. Felipe es traído a Cristo por Andrés (Jua 1:43). Y, luego de venir a Cristo, se transforma en un celoso propagandista de Cristo-Mesías, catequizando para la causa a Natanael (Jua 1:45.46.49). Ya siendo apóstol, es citado más veces en los evangelios (Jua 6:5-7; Jua 12:21.22; Jua 14:8.9).
Bartolomé. – La forma griega de su nombre corresponde al arameo bartholmai, “hijo de Talmai.” Este nombre – Talmai – es conocido en la literatura bíblica como nombre de un rey (2Sa 3:3). Josefo lo transcribe por “Tholomaios” 8. A este tipo responde la versión griega de Bartolomé, que transcriben los evangelios.
Hoy es generalmente admitido por los autores que Bartolomé es la misma persona que Natanael (Jua 50:45ss). Aunque esta identificación no la registra la antigüedad, la propuso Ruperto Tuitiense (+ 1129) 9, y sobre todo se hizo más usual después del siglo XVI. Las razones para esta identificación son las siguientes:
1) Los sinópticos nunca hablan de Natanael; en las listas de los apóstoles, sólo figura Bartolomé; en cambio, Juan nunca cita a Bartolomé, sino a Natanael, tanto entre las vocaciones “apostólicas” de primera hora (Jua 1:35-51) como al final, cuando Cristo después de resucitado se aparece junto al Lago (Jua 21:1.2).
2) En las vocaciones “apostólicas” de primera hora figuran: Andrés, Simón Pedro, Felipe y Natanael, al cual trae Felipe a Cristo como al Mesías, y Cristo hace un excepcional elogio de él (Jua 1:35-51). No se ve motivo para excluir del apostolado a Natanael, que figura en la primera línea “vocacional” con Andrés, Pedro y Felipe, y a la misma “hora” que éstos, y del que, aparte de Pedro, se hace además un elogio excepcional.
3) En las tres listas de los sinópticos figuran juntos Felipe y Bartolomé, acaso debido a que el primero trae a Bartolomé a Cristo Mesías. Y esta misma unión se ve en la narración de Juan, en la que Felipe aparece en unión de Natanael (Jua 1:45-49) 10.
Por otra parte, de sobra es sabido el posible uso de dos nombres entre los judíos. Aquí habría una persona con dos nombres: uno el personal, Natanael, y otro el patronímico, Bartolomé, o sea, “el hijo de Tolmai,” como también se habla de Juan y Santiago el Mayor sin citar sus nombres, diciendo sin más: “Se acercó (a Cristo) la madre de los hijos del Zebedeo” (Mat 20:20).
Tomás. – Es nombre arameo. Juan mismo da tres veces la traducción griega de él: “Dídimo” (Jua 11:16; Jua 20:24; Jua 21:2). Es un sobrenombre significando “dos veces,” “gemelo.” Corresponde a la raíz hebrea te’om, duplicar, y al arameo te’oma, duplicado, gemelo, mellizo, y del cual el nombre evangélico no es más que una transcripción griega del nombre arameo.
De los pocos datos evangélicos se acusa su decisión generosa (Jua 11:16) y su franqueza un poco ingenua (Jua 14:5).
Mateo. – Las cuatro listas ponen a este apóstol por su nombre de Mateo. Es nombre arameo. Responde a Mathai. Procede de la raíz nathan, dar, y la abreviatura de Yahweh, y significa “don o gracia de Yahvé.”
Algún autor pretende derivar su etimología del hebreo ‘emeth, fiel. Citan la forma Amittai, el Fiel (Jon 1:1), que habría perdido el alef inicial. Significaría su nombre: “fidelidad de Yahvé.” Pero esta etimología parece mucho menos probable.
Mateo es uno de los apóstoles que tienen dos nombres. De la contraposición de los tres relatos de la vocación de Mateo se ve que Mateo es la misma persona que Leví (Mat 9:9; Mar 2:13; Luc 5:27). El uso de dos nombres hebreos es bien conocido (1Ma 2:2-5). Así, en los Hechos (1Ma 4:36) se cita a José Bernabé. Josefo dice que Caifas era sobrenombre añadido al suyo de José 11.
Mateo se llama a sí mismo en la lista de los apóstoles con el nombre de “Mateo el publicano.” Era hijo de Alfeo (Mar 2:14). Llamado por el Señor, dejó todo por seguirle (Mat 9:9, par.). Como publicano, debía de ser hombre de buena posición económica.
Aunque en la antigüedad Heracleón, secuaz del gnóstico Valentín, hacía personas distintas a Mateo y Leví 12, hipótesis que también admitió Clemente Alejandrino 13, Orígenes 14 y algún moderno, los relatos evangélicos hacen ver que la “vocación” de Leví y Mateo son la misma escena. Por lo que parece se impone la identificación de personajes con duplicidad de nombre.
Santiago. – Las cuatro listas apostólicas lo diferencian de Santiago el hijo del Zebedeo, diciendo de él que es “hijo de Alfeo.” Pero Mc lo llama explícitamente en otro pasaje “Santiago el Menor” (Mar 15:40).
Era hijo de Alfeo y de María (Mat 27:56), y debe de ser el hermano de José, Simón y Judas (Mat 13:55).
Es tema discutido si este Santiago el Menor es la misma persona a quien San Pablo pone como una de las “columnas de la iglesia” de Jerusalén, junto con Pedro y Juan (Gal 2:9), y que en la primitiva Iglesia se le llamaba “el hermano (pariente) del Señor” (Gal 1:19), y que fue primer obispo de Jerusalén (Hec 15:13) l5.
También es tema discutido si este Alfeo de quien es hijo Santiago es la misma persona que Cleopás o Cleofás (Jua 19:25).
Lo niega, v.gr., Dalman 16, lo dificulta Lagrange 17, facilita la identificación Strack-Billerbeck 18.
Tadeo. – Sólo citan este nombre las listas de Mt y Mc. Pero, como los apóstoles que Cristo eligió son doce, este apóstol aparece también con dos nombres en las listas apostólicas. Como en las cuatro listas coinciden los nombres de todos los apóstoles excepto éste, se sigue, por exclusión, que el Tadeo de Mt y Mc es la misma persona que citan Lc y los Hechos con el nombre de “Judas de Santiago” (Luc 6:16; Hec 1:13). Los evangelistas no podían ignorar los nombres de los apóstoles.
Algunos manuscritos de Mt (Hec 10:3), de los cuales el más importante es el códice Beza, en lugar de Tadeo ponen Lebbeo 19. El nombre de Tadeo se une con la raíz aramea taddaya, tadde, que significa seno, pecho. Por eso, su significado aquí debe de ser, fundamentalmente, “amado” o “esforzado.”
A esto lleva el otro nombre o sobrenombre con que aparece en mucho códices y muchos testimonios de la antigüedad, pues Lebbeo corresponde al hebreo libbai, que procede de la raíz leb, “corazón.” A no ser que este nombre fuese toponímico de Lebba, pequeña aldea de Galilea.
En cambio, algunos autores sostienen que se trata de una deformación del griego Theudas, que a su vez sería abreviación de theodoros 20. En este caso, tendría un sobrenombre griego y otro sobrenombre arameo, aparte de su nombre propio. De aquí que en la antigüedad se le llamase el apóstol “de los tres nombres” (trínomos). Acaso Mt-Mc lo citan con este nombre para evitar confusiones, de no poner apelativo, con el traidor.
Su nombre verdadero era Judas, que para diferenciarlo se le llamaba “Judas de Santiago.” Normalmente se había de suplir la elipsis así: “Judas (hijo) de Santiago”; pero también puede en ocasiones indicar otra relación. Tal sería: “Judas (hermano) de Santiago,” por referencia a Santiago el Menor, obispo de Jerusalén, y tan conocido, que acaso se quería consignar quién fuese este Judas haciéndolo por referencia a su hermano (Mat 13:55; Mar 6:3). Esto mismo sugiere lo que se lee en la epístola de Judas: “Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago” (Jud 1:1).
Simón el Cananeo. – El nombre de Simón era muy frecuente. Se le distingue de Pedro por el apelativo del Cananeo, χαναναΐος.
Algunos pensaron que se le llamaba así por ser oriundo de Cana de Galilea. Pero, aparte de otras razones, debería dar filológicamente un nombre distinto del que trae el texto.
El verdadero sentido aquí de “cananeo,” que no tiene nada que ver con el país de los cananeos, lo dan en los lugares paralelos Lc y Act. Pues al nombrar a Simón lo califican “el Zelotes” (el llamado ζηλωτήν). Zelotes era el calificativo de los que componían el partido “nacionalista” exaltado que llevó a Israel a la catástrofe del 70. Precisamente “canannaios” es la forma grecizada de la palabra aramea qannai o qaríana, que significa celante, zelotes 21. El calificativo que se da a Simón no lleva por necesidad técnica el recordarle como antiguo miembro del partido sedicioso y fanático de los zelotes. Si hubiese pertenecido a él, siendo nota desfavorable, posiblemente no se hubiese conservado este apelativo. Pero con él podía también denominarse un carácter apasionado. Podía haber sido un “celoso” cumplidor de la Ley. Es la palabra que usa San Pablo para decir esto de sí mismo (Gal 1:14). Acaso con este calificativo se quiera primeramente destacar una nota psicológica que se había encarnado en su celo por el cumplimiento de la Ley.
Judas Iscariote. – Excepto la lista de los Hechos, que suprime este nombre, los tres sinópticos, a! dar en último lugar el nombre de Judas, le ponen, como otras veces se dice en los evangelios, el epíteto de “el que le entregó.” Era a un tiempo un estigma, y aquí sobre todo un elemento diferencial del otro “Judas de Santiago” (Lc).
A Judas, el traidor, se le califica como “Judas Iscariote.” Pero Juan da más completo su nombre en el texto griego: “Judas (hijo) de Simón Iscariote” (Jua 6:71). Iscariot puede ser traducción griega del hebreo ish qerioth, que significa “hombre de Qerioth.” En el Talmud se leen abundantes expresiones análogas indicando el lugar de origen; v.gr., “Judas de Kefar-Akko” por “Judas el hombre de Kefar-Akko,” etc. El apelativo toponímico era a la vez patronímico, como se ve por Juan (Jua 6:7), que hace ver que era también el apelativo del padre de Judas. Se conocen localidades con este nombre, sea en la tribu de Judá (Jos 15:25), sea en el país de Moab (Jer 48:24).
Aunque el nombre de Qerioth es hebreo, y se habla en arameo, se ha explicado bien cómo en los medios judíos se conservaban nombres hebreos en medio de textos árameos 22.
Recientemente se ha insistido en interpretar este nombre no como patronímico o toponímico, sino como sinónimo de “hipócrita” o “traidor”; estigma con que pasaría a la tradición. También se ha propuesto que Iscariote sea una transcripción semítica del latín sicanus (συ αρίτης, cambiado en ισκαριώτης) equivalente a zelotes, que eran los opositores fanáticos a la dominación romana 23; o en habitante de Jericó = corrupción de (Cullmann).
Instrucción y poder dados a los apóstoles,
10:5-15 (Mar 6:8-11; Luc 9:2-5; Luc 10:3-11).
5 A estos doce los envió Jesús, después de haberles instruido en estos términos: No vayáis a los gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; 6 id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel, 7 y en vuestro camino predicad diciendo: El Reino de Dios se acerca. 8 Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, arrojad los demonios; gratis lo recibís, dadlo gratis. 9 No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestro cinto, 10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero es acreedor a su sustento. 11 En cualquier ciudad o aldea en que entréis, informaos de quién hay en ella digno, y quedaos allí hasta que partáis. 12 y entrando en la casa saludadla. 13 Si la casa fuere digna, venga sobre ella vuestra paz; si no lo fuere, vuestra paz vuelva a vosotros. ! 4 Si no os reciben o no escuchan vuestras palabras, saliendo de aquella casa o de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies. 15 En verdad os digo que más tolerable suerte tendrán la tierra de Sodoma y Gomorra en el día del juicio que aquella ciudad.
El resto del capítulo 10 de Mt es todo él un discurso “apostólico.” Atiende a la instrucción de los apóstoles. Sin embargo, se nota una diferencia muy acusada entre dos secciones del mismo; en la primera (v.5-16) se dirige a los apóstoles para la misión que van a tener en Israel; la segunda (v. 17-42), aun dirigido a los apóstoles, al menos en el contexto de Mt, tiene un horizonte más amplio: mira a un apostolado fuera de Palestina. Además, sentencias incluidas en este discurso pertenecen a otros contextos (Luc 10:4-12).
Mc y Lc traen también esta misión palestina de los apóstoles, con las instrucciones que Cristo les da, aunque en forma más sintética que Mt; pero se ve que son las mismas. Se acusa, pues, la sustancia histórica de esta instrucción de Cristo.
Sobre el momento histórico en que tiene lugar esta misión no es fácil saberlo. Los tres sinópticos lo ponen en momentos distintos.
Acaso el orden de Mc sea el que responde más al momento histórico de esta misión de los apóstoles. El de Mt es un procedimiento lógico.
1) Cristo les Confiere Poder sobre los “Espíritus” y las Enfermedades
(Mar 6:7-13; Luc 9:1-2).
Por otra parte, el poder sobre los demonios, enemigos del reino de Dios (Mat 8:29; Mat 12:23; Jua 12:31, etc.), y el poder sobre toda enfermedad, acusa un mismo poder de origen y finalidad. Puesto que también las enfermedades son una consecuencia del pecado y del reinado de Satán, como Mt mismo enseña al ver en la obra taumatúrgica de Cristo de expulsar demonios 24 y curar enfermedades el cumplimiento de Isaías sobre el Mesías, Siervo de Yahvé, expiando los pecados y sus consecuencias (Mat 8:16.17). Al dotar Cristo así a los apóstoles de este polifacético poder taumatúrgico en su misión, predicando la llegada del reino, buscaba dos cosas:
a) Una, dotarlos de credenciales infalibles de lo que enseñaban, al ver que en ellos estaba la mano de Dios, y que, si Dios no estuviese con ellos, no podían realizarlo, como le dijo Nicodemo a Cristo (Jua 3:2).
b) Pero también, al ver el cumplimiento específico de tales milagros, que se recordase el vaticinio profetice sobre los días mesiánicos, en diversos pasajes alusivos a esto (Isa 26:19; Isa 29:18ss; Isa 35:5ss; Isa 61:1); y con ello, que los recibiesen como embajadores del Mesías, y, en consecuencia, a él como tal. No es otro el argumento que el mismo Cristo dio a los discípulos del Bautista cuando le preguntaron si El era el Mesías. Les remitió a los milagros que hacía, los cuales cumplían el vaticinio mesiánico de Isaías (Mat 11:2-6; Luc 7:18-23).
Pero si les confiere el poder de hacer milagros, les exige el ejercicio gratis de los mismos. Es don sobrenatural para beneficencia de los hombres en función de la extensión del reino y gloria de Dios. Por eso, lo que recibieron gratuitamente, lo administrarán gratuitamente.
Posiblemente Cristo, con estas palabras, alude a las costumbres de los rabinos de cobrar estipendios por la doctrina enseñada 25. Son varios los textos de la Mishna que recomiendan que se estudie la Ley no para “hacerse rico” 26.
El apóstol-misionero tiene derecho a su sustento material (v. l0), ya que su trabajo es absorbente y en él debe ocuparse. Es un trabajo en parte material, que necesita compensación, retribución.
Pero el carisma de los milagros, del que aquí se trata, no tiene trabajo material; es puro don gratuito de Dios y no se puede exigir retribución por él, y de esta prohibición de Cristo sale, por una deducción inmediata, la condena de la simonía. Tal es el caso de Simón Mago (Hec 8:9-23), lo mismo que los abusos simoníacos de los mensajeros de dioses y diosas que venían de Siria por Palestina, enriqueciéndose con sus misiones 27.
2) Misión Limitada a Palestina (v.5).
Cristo les manda se limiten solamente a Palestina. Que no vayan a los gentiles ni a las ciudades de los samaritanos en plan de misión, no de paso (Jua 4:4ss). Estos eran considerados como judíos espúreos en lo étnico y como cismáticos en lo religioso, por lo cual los judíos los tenían en el mayor desprecio. A Cristo, para insultarle, le llamaron “samaritano”; casi como hombre “poseso” del demonio (Jua 8:48) 28.
Mateo refleja exactamente este estado de cosas, respecto a los samaritanos, antes del levantamiento judío final bajo Adriano. A partir de este momento los judíos cambian en su apreciación, siendo favorables a los samaritanos, como se ve reflejado en el mismo Talmud 29.
La frase “no ir a ciudad” (εις πόλιν) de samaritanos se refiere a la región. Probablemente es debido a una traducción material aramea de mediría que en lengua palestinense significaría provincia o región.
Los apóstoles han de ir a llevar el Evangelio a “las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mat 15:24). Cristo ha sido enviado directamente a evangelizar a Israel; sólo como excepción lo hizo con los samaritanos (Jua 4:4ss), curó a unos endemoniados en el país de los “gerasenos” (Mat 8:28) y a la hija de una cananea (Mat 15:21ss). Sin embargo, en el plan de Dios, Israel tenía el privilegio, como elegido y transmisor de las promesas mesiánicas. Así lo enseña San Pablo (Hec 13:46; Rom 1:16). Y Cristo mismo lo supone en otra parábola (Mat 22:1-10). Al fin esto era dar cumplimiento al anuncio del reino mesiánico hecho por los profetas (Is 60,lss), que se extendería, mediante Israel, a todas las naciones después de la muerte y resurrección de Cristo, al promulgar el Evangelio y bautismo a todas las gentes (Mat 28:19-20). Ahora se dirigirán a las “ovejas perdidas de la casa de Israel,” a causa de la conducta de sus jefes frente a Cristo Mesías, y la desorientación que producían en el pueblo.
3) El tema de su predicación (v.7 = Luc 9:2; Mar 6:12).
El tema de la predicación que han de llevar a esas gentes es que “se acerca el reino de los cielos” (ήτζχεν). Es la misma frase temática con la que el Bautista preparaba la “venida del Mesías” (Mar 3:2), y la que se pone en boca del mismo Cristo (Mat 4:17). Mc, en el lugar paralelo, explícita más: y “marchados, predicaban que se arrepintiesen” (μετανώσιν) (Mar 6:12). Esta frase responde al shub de los profetas, y que después de Jeremías cobra el especial matiz de volverse a la Alianza, al auténtico pacto y vivencia de la ley de Yahvé. Los evangelistas destacan el aspecto moral, que incluye el verdadero pacto, en el cual encontrarán la verdadera orientación al mesianismo.
4) pobreza misional (v.9-15, Mar 6:8-11, Luc 9:3.5).
Cristo les recomienda después la pobreza. El espíritu de pobreza con que se deben conducir. Y lo expresa con términos hiperbólicos orientales.
a) No deben llevar ni oro, ni plata, ni cobre en su cinto. No deben, pues, llevar monedas de ningún tipo. Los orientales guardaban usualmente el dinero en los pliegues de su cinto o en un pequeño bolsillo anejo al mismo. Y hasta lo hacen en un pequeño escondrijo de su túnica o de su turbante o kuffieh. Incluso entre los romanos se usaba el cinturón para guardar el dinero 30.
b) Tampoco deben llevar un saco de viaje para su camino con las provisiones convenientes.
c) Tampoco debían llevar duplicidad de vestidos: “dos túnicas.” De los escritos rabínicos se desprende que los judíos tenían la costumbre de vestir dos túnicas (Luc 3:11), y de las mujeres se cita que usaban tres, cinco y hasta siete 31.
d) No deben llevar “calzado” (Mt), “sandalias” (Mc). Y eso que los viajes que les aguardaban por caminos pedregosos les habían de ser penosos. Marcos admitirá el que puedan ir calzados, redacción que seguramente es primitiva sobre Lc (Luc 9:5) y Mt. Estos probablemente acentúan la nota de austeridad para no aparecer inferiores a ciertos predicadores ambulantes helenistas que recorrían las ciudades con una exhibición penitencial llamativa.
e) Ni “bastón” (ράβδον), que era un vulgar palo cogido para apoyarse o defenderse. Algún autor piensa que se refiriese al bastón para guiar las ovejas, prohibiendo la clava que a veces llevaban los pastores para defenderse 32. Manifiestamente no es esta sutileza el sentido de Cristo en esta frase 33.
Y han de ir así, “porque el obrero es acreedor a su sustento.” A su trabajo le es justo un “salario” conveniente en justicia (μισθός), dirá Lucas (1Ti 5:17ss; 1Co 9:7-14). Así se pueden entregar de lleno al apostolado. Es la recomendación que Cristo mismo hace a los setenta y dos discípulos en su misión palestina. Después de haber buscado alojamiento digno, les dice: “Permaneced en esa casa y comed y bebed lo que os sirvan, porque el obrero es digno de su salario” (Luc 10:7). Dios sabe proveer por los medios de su Providencia, incluidos los recursos humanos.
El pensamiento de Cristo no es que se prescinda de todo esto que se enumera, sino que con ello se acusa el espíritu que ha de informar a los misioneros. No deben tener apego a lo que no sea necesario. El mismo les dice en otra ocasión: “Cuando os envié sin bolsa, sin alforjas, sin calzado, ¿os faltó alguna cosa? Nada, dijeron ellos. Y les añadió: Pues ahora el que tenga bolsa, tómela, e igualmente la alforja, y el que no la tenga, venda su manto y compre una espada” (Luc 22:35-36). Es, pues, el espíritu de pobreza lo que arriba se recomienda a los apóstoles y no precisamente la materialidad de su ejercicio, lo que normalmente sería estar, por temeridad, al margen mismo de la providencia de Dios. En esta redacción coinciden Mateo y Lucas. Marcos, sin embargo, presenta alguna divergencia: “Encargándoles – dice – que no tomasen para el camino nada más que un bastón, ni pan, ni alforjas, ni dinero en el cinto, y que se calzasen con sandalias y que no llevasen dos túnicas” (Mar 6:8-9). La razón de tal divergencia no es otra que una citación “quoad sensum,” tan ordinaria en el lenguaje humano, lo mismo que en el estilo bíblico y evangélico.
El hospedaje del apóstol (v.11-15, Mar 6:10-11, Luc 9:4-5).
Se piensa que les da un consejo sobre la solicitud que han de tener para conservar su dignidad en el hospedaje. No deben hacerlo en cualquier casa, sino en la que la honestidad y honor de sus dueños no pueda venir en desdoro de su dignidad misional. Tampoco en casa de algún “gentil” que allí viviese (v.5b).
Sin embargo, puede ser otro el sentido. Mt emplea este término “ser digno” (δ&ός εστίν) en un sentido más dinámico: personas capaces de “recibir” (v.14) la predicación del reino. Recibir a un apóstol (v.14) era escuchar sus palabras de apóstol.
Una vez hospedados, “quedaos allí hasta que partáis.” Era una razón de gratitud y cortesía ambiental. Un cambio sin motivo indicaría en ellos ligereza. Se lee en la literatura rabínica: “¿Hasta cuándo un hombre no debe cambiar de alojamiento? (gratuitamente) Rab dijo: Hasta que el huésped no le golpee. Samuel dijo: Hasta que no se le tiren las cosas a la espalda.” 34 Era tema frecuente.
Además, el apóstol, al entrar en la casa, le deseará la paz. Este texto, que únicamente trae Mateo, es una traducción libre, hecha por el traductor griego, pues dice: “Y, entrando en la casa, saludadla.” Por todo lo que sigue hace ver que el saludo dirigido fue la paz. Por eso la formulación del original aramaico de Mateo debe ser semejante al texto de Lucas, en la misión de los sesenta y dos discípulos: “En cualquier casa que entréis, decid primero: La paz sea con esta casa” (Luc 9:5). La “paz,” en el concepto semita, es todo tipo de bienes espirituales y temporales 35, aquí mesiánicos.
“Si la casa fuese digna de esta paz,” o como dice Lucas, “si hubiese allí algún hijo de la paz, venga sobre ella vuestra paz; si no lo fuese, vuestra paz vuelva a vosotros.” Es interesante destacar la concepción tan popular de una paz que, emanada de Dios, no puede quedar sin efecto; por lo que necesariamente debe reposar sobre alguno. Si ella no descansa sobre la casa hospitalaria, vuelve a los misioneros, que son los que se benefician de ella 36.
Pero si “no os reciben” o “no escuchan vuestras palabras” al pedir alojamiento como apóstoles de Cristo, entonces, “saliendo de aquella casa o ciudad o de cualquier lugar, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.”
Estaba en las concepciones judías que, si uno venía de viaje de regiones gentiles y no se purificaba al entrar en Israel, la profanaba con el polvo que traía de esas regiones. Por eso estaba obligado a sacudir sus vestidos y zapatos antes de entrar en Israel 37. Gesto que materialmente usaron Pablo y Bernabé en Antioquía de Pisidia cuando los judíos levantaron una persecución contra ellos (Hec 13:51). Cristo aquí, más que legislar un gesto, enseña una doctrina. Y es la culpa de los que así se portan con los apóstoles del Evangelio. Pues los que así obran están en tierra “gentil,” porque se hallan en situación culpable de error fundamental. Por eso, “en verdad os digo que más tolerable suerte tendrá la tierra de Sodoma y Gomorra en el día del juicio que aquella ciudad” (Luc 10:12). La catástrofe de Sodoma y Gomorra (Gen 18:23-33; Gen 18:1-29) era en la historia de Israel la manifestación por excelencia del castigo divino e imagen clásica de la maldad (Isa 1:9-10; Isa 3:9; Isa 13:19) 38. Una vez que los milagros les habían acreditado como legados de Dios, no se les podía rechazar. Era cerrar los ojos a la luz mesiánica. Y en este sentido la culpa de éstos era mayor que la aberración moral, pagana, de Sodoma y Gomorra 39.
Nueva instrucción a los apóstoles,Isa 10:16-42 (Mat 24:9-13; Mar 13:9-13;
Luc 12:2.9-11; Luc 14:26-27; Luc 21:12-19).
Esta última y larga sección del capítulo 10 de Mt, en contraste con la anterior, tiene un horizonte más vasto y universal en geografía y tiempo. Es una perspectiva para después de la muerte de Cristo.
Literariamente se dirige a los apóstoles en esta ocasión. Pero, conforme al procedimiento sistemático de Mt, están agrupadas aquí sentencias dichas por Cristo en ocasiones diversas (Luc 10:1-12; cf. Mat 10:5-15) y presentadas ante la perspectiva, en parte ya experimental, de las dificultades de la Iglesia primitiva. La mixtificación de pensamientos afines – ”duplicados” – supone probablemente un acoplamiento de “fuentes,” aunque se querría matizar algún enfoque.
16 Os envío como ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas. 17 Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los sanedrines y en sus sinagogas os azotarán. 18 Seréis llevados a los gobernadores y reyes por amor de mí, para dar testimonio ante ellos y los gentiles. 19 Cuando os entreguen, no os preocupe cómo o qué hablaréis; porque se os dará en aquella hora lo que debéis decir. 20 No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hable en vosotros. 21 El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo, y se levantarán los hijos contra los padres y les darán muerte. 22 Seréis aborrecidos de todos por mi nombre; el que persevere hasta el fin, ése será salvo. 23 Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra; y si en ésta os persiguen, huid a una tercera. En verdad os digo que no acabaréis las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre. 24 No está el discípulo sobre el maestro, ni el siervo sobre su amo; 25 bástale al discípulo ser como su maestro y al siervo como su señor. Si al amo le llamaron Beelcebul, ¡cuánto más a sus domésticos! 26 No los temáis, pues, porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, ni secreto que no venga a conocerse. 27 Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, predicadlo sobre los terrados. 28 No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que el alma no pueden matarla; temed más bien a aquel que puede perder el alma y el cuerpo en la Gehenna. 29 ¿No se venden dos pajaritos por un as? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin la voluntad de vuestro Padre. 30 Cuanto a vosotros, aun los cabellos todos de vuestra cabeza están contados. 31 No temáis, pues. ¿No aventajáis vosotros a los pajaritos? 32 Pues todo el que me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre, que está en los cielos; 33 pero a todo el que me negare delante de los hombres, yo le negaré también delante de mi Padre, que está en los cielos. 34 No penséis que he venido a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada. 3S Porque he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y a la nuera de su suegra, 36 y los enemigos de los hombres serán los de su casa. 37 El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39 El que halla su vida, la perderá, y el que la perdiere por amor de mí, la hallará. 40 El que os recibe a vosotros, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que a mí me envió. 41 El que recibe al profeta como profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe al justo como justo, tendrá recompensa de justo; 42 y el que diere de beber a uno de estos pequeños sólo un vaso de agua fresca en razón de discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa.
La Persecución Contra los Apóstoles (v. 16-23, Mar 13:9-13; Luc 3:10; Luc 21:12-18).
Cristo dice a sus apóstoles que les envía como “ovejas en medio de lobos.” San Jerónimo pensaba que estos lobos eran los escribas y fariseos 40, debido a la lucha del fariseísmo contra Cristo. Pero el contexto de Mateo tiene otra perspectiva, pues también les habla de persecuciones por parte de los tribunales gentiles. Por eso se puede extender a ambos enemigos. En un escrito rabínico de finales del siglo i se compara a Israel, en medio de paganos, a una oveja rodeada de setenta lobos 41. El lobo en el N.T. suele significar los falsos profetas (Mat 7:15; Hec 20:29), o también un peligro no fácilmente identificable (Jua 10:12). Aquí no son herejes (v.17-25): deben de ser judíos-fariseos-enemigos de Cristo y sus apóstoles. No se olvide la redacción “eclesial” de Mt.
Por ser este medio al que los envía difícil, les dice: “Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas.” El sustrato aramaico de “prudentes” es ‘arumim, como se dice de la serpiente del paraíso (Gen 3:1). Por eso su sentido es de hábiles, astutos, prudentes; gentes hábiles para conducirse en la práctica 42. La simplicidad la imitarán de las palomas. El término griego que lo expresa es ¿xepatot, lo que no tiene mezcla, y el substrato aramaico debe de ser temimím, “perfectos.” Tendrán esa perfección de la paloma que es la simplicidad.
Sobre el 320 decía el rabí Juda bar Simón: “Dios decía de los israelitas: Conmigo son simples como palomas, pero con los pueblos del mundo son astutos como serpientes.” 43 La paloma aparece también en la literatura rabínica como símbolo del ave que no se deja tomar 44.
Si, en ese medio de apostolado al que los envía, los enemigos se van a portar como lobos, los apóstoles les deberán oponer la simplicidad de la verdad sin doblez, pero no la ingenuidad sin precaución, sino con la sabia conducta que dicte la prudencia. El apostolado no es ímpetu incontrolado, sino verdad con prudencia. Por eso, “sed cautos con los hombres” (v.17a), porque os van a perseguir. No es que se condene el sufrir por él ni el martirio, que abiertamente se enseña, pero no deberán ponerse imprudentemente en manos de los “lobos.” Pues si el apostolado requiere dolor, también exige predicación; es esencia del apostolado (Rom 10:14-20).
En esta obra de apostolado tendrán un triple enemigo: los tribunales judíos, los paganos y el seno mismo de la familia. Serán perseguidos “por su amor” y llevados para “dar testimonio” de él:
1) Ante los sanedrines. Se refiere – además del Gran Sanedrín de Jerusalén – a los sanedrines locales que había en las villas de más de 120 hombres y se componían de 23 miembros y menos en los tiempos anteriores a la Mishna 45. Estos, “en sus sinagogas, os flagelarán.” No es que esto se hiciera en la sinagoga, pero sí debía ejecutar la sentencia el ministro de la misma, el hazzán, y entre éstas se cita la flagelación 46. San Pablo mismo lo confirma: “Ellos saben que yo era el que encarcelaba y azotaba en las sinagogas a los que creían en ti” (Hec 22:19; cf. 26:11; 5:40; cf. Deu 25:2ss).
2) Ante “los gobernadores” de las provincias y ante los reyes, para dar testimonio ante ellos y los gentiles. La historia de los apóstoles y de la Iglesia primitiva lo hace ver claramente (Jua 21:18-19; Hec 12:1-4; Hec 12:24, lss; 25,lss). El furor judío tomó la iniciativa.
3) En el seno mismo del hogar. Ya los profetas anunciaron estas divisiones en sus profecías (Isa 3:5; Jer 9:4). Basta ver hoy el fanatismo de un hogar musulmán contra un miembro suyo que se haga cristiano. Sin embargo, este texto no se refiere a los apóstoles, que no tuvieron en su hogar estas contradicciones. Ni Pedro (Mat 8:15), ni Juan y Santiago (Mat 20:20ss), ni los demás apóstoles. Las madres de algunos siguieron a Cristo hasta la cruz. No está, pues, en su contexto histórico. Tal vez Mateo le dé un valor genérico, global, de las persecuciones que han de experimentar los apóstoles, incluso de los allegados, y que sintetiza Mateo a continuación de forma redonda: “Seréis aborrecidos de todos por mi nombre.”
Sin embargo, en esta persecución, “el que perseverare hasta el fin, ése será salvo,” con cuyo término se expresa hasta el fin de la vida de cada uno, ante las persecuciones que surjan, ya que es una perspectiva universal. El término “perseverar” (υπομένειv) aquí usado, y que sólo sale aquí en Mt, pertenece al vocabulario cristiano primitivo de martirio. “Cuando os persigan en una ciudad, huid a una tercera. En verdad os digo que no acabaréis las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre.” Los evangelios no transmiten este tipo de persecuciones ni huidas en la primera misión ni en ella hay relación especial con esa “venida” del Hijo del hombre. Simplemente quiere decir que no deben exponerse temerariamente a la muerte, sino, si es caritativamente posible, que huyan a otra ciudad como lugar de refugio. Este mismo sentido de prudencia tiene la expresión “no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel.” en su retirarse de unas ciudades a otras en orden a esto. San Agustín ha tratado este punto sobre la declinación del martirio 47.
Y les anuncia, por último, que antes que recorran las ciudades de Israel “vendrá el Hijo del hombre” 48. Esta “venida” de Cristo ha creado dificultad. Pero esta “visita,” que no es la parusía, sino la destrucción del año 70, no exige una “venida” física y personal de Cristo, sino moral y en sus efectos 49. Y en cuanto a referirse a los apóstoles, no se puede olvidar la salida de éstos antes de la destrucción de Jerusalén, a Pella, en Transjordania y que pasajes de este discurso están fuera de su contexto histórico. Se tiene presente la profecía ante las dificultades de la Iglesia de entonces.
La Asistencia que Tendrán del Espíritu Santo (v. 19-20, Mar 13:11;
Luc 12:11-12; Luc 21:14-15).
Para estas horas de persecución y juicio les promete la ayuda del Espíritu Santo. Los apóstoles, hombres rudos e ignorantes, podían temer y acobardarse ante la lucha dialéctica que tendrían que sufrir al enfrentarse con jueces y príncipes en sus tribunales. “En aquella hora, no os preocupéis cómo o qué habréis de responder o decir (Lc), pues el “Espíritu será el que hable en vosotros.” Pero no quiere decir que ellos vayan a ser simples instrumentos inertes o pasivos para esta acción, ya que en aquella hora “se os dará lo que habéis de decir.” La formulación literaria no es otra cosa que efecto de la estructura semita, que no distingue cuidadosamente la causa en su sentido estricto o amplio, lo mismo que las consecuencias que puedan seguirse de algo 50, formulándose como si todo fuese causado, sin más, por la causa en cuestión, máxime tratándose de la causa primera (Rom 8:26-27) 51. No es, pues, más que la providencia de Dios, que privilegiadamente actuará en ellos, al modo humano, con los mil modos de que dispone, incluso con intervenciones directas, para capacitarlos sabiamente en estas actuaciones52 (cf. Isa 50:4; cf. Flp 1:19; 2Ti 4:16ss).
Motivos para tener Optimismo y Deponer el “Temor” (v.24-33, Luc 12:2-9).
A pesar de todo, los apóstoles no deben “temer.” Y el motivo fundamental que les da es equipararles con su suerte propia. Y Cristo está seguro de su triunfo. “El discípulo no está sobre el maestro, ni el siervo sobre el amo.” Ellos como El provocarán una misma reacción de hostilidad. Como a El – a quien llamarán Beelzebul – los calumniarán. Si al “Señor de la casa lo llaman Beelzebul, ¡cuánto más (se lo llamarán) a sus domésticos!” (Mat 12:22-24; Mat 9:34) 53. Es posible que en esta expresión de Cristo se halle una enseñanza dogmática importante. La expresión “dueño de la casa,” referida a Cristo, cobra un gran valor teológico. En Mateo, el “dueño” de la casa es Dios (Mat 13:27; Mat 20:11; Mat 21:33). Al proclamarse Cristo “el dueño de la casa” y ser ésta Israel, se seguiría que Cristo se estaba proclamando Dios (Heb 3:1-6). Esta argumentación “a fortiori” era una de las formas usuales y predilectas de argumentación en el ambiente rabínico 54.
Así, pues, no deben temer ni a los que los van a perseguir ni a los que puedan matarlos. A los primeros, porque el Evangelio ha de ser predicado por ellos. Y el Evangelio ha de oírse y triunfar. En efecto:
v.26 a “Nada hay oculto que no sea manifestado,
b ni secreto que no se conozca (cf. Luc 12:2).
v.27 a Lo que yo os digo en la oscuridad,
B decidlo a la luz.
c Y lo que os digo al oído,
d pregonadlo sobre los terrados.”
Decía un proverbio: “En definitiva, una cosa que fue hecha en secreto, será publicada y conocida de todos los hijos de los hombres” 55. En las sinagogas judías, el lector del texto hebreo – dar-shan – no hablaba en voz alta ni se dirigía a los asistentes, sino que lo hacía un intermediario – ‘amora’ o turgeman -, que repetía al pueblo, en voz alta y en arameo, todo lo que el darshan decía junto a él en voz baja. Asimismo, los viernes por la tarde, el ministro de la sinagoga – hazzan – subía al terrado más alto de la localidad y desde allí hacía sonar la trompeta para advertir a los trabajadores que se recogiesen de sus trabajos a tiempo, antes de comenzar el reposo sabático 56.
Ellos, que oyeron a Cristo en círculo de privilegiados, deben hacer lo mismo, decirlo de tal modo que llegue el Evangelio a todos, incluso a los que pueden matarles, porque es sólo la muerte del cuerpo la que pueden causarles. El “alma no pueden matarla.” El alma es inmortal, creencia definitiva del judaismo ortodoxo contra los saduceos. La idea de aniquilamiento del alma era totalmente ajena a la teología judía 57. Al único que deben temer es a aquel que puede perder el cuerpo y el alma en la gehenna, el infierno.
Para confirmarles este pensamiento les da dos razones de providencia. La primera, los “dos pajarillos que se venden por un as,” moneda mínima romana, la decimosexta parte de un denario 58. Y, con ser así, “ni uno de ellos cae en tierra sin la voluntad de vuestro Padre” (Mt). La segunda es que “los cabellos todos de vuestra cabeza están contados,” pero “no se perderá un solo cabello de vuestra cabeza,” como dice Lucas (Luc 21:18). Esta frase debía de ser un proverbio para indicar la providencia de Dios, pues San Pablo habla en términos semejantes (Hec 27:34).
De todo esto saca Cristo una conclusión: si la providencia de Dios se extiende hasta los “pajarillos” y a los “cabellos,” ¿cómo no se extenderá privilegiadamente sobre los hombres, y más aún sobre ellos, sus apóstoles? “No aventajáis vosotros a los pajarillos?” (Mt). “¿No valéis vosotros más que muchos pájaros?” (Lc).
Por tanto, que no “teman.” “Si el perseguidor triunfa sobre el cuerpo, es que el Padre lo ha permitido, y tal trato es sólo una forma misteriosa del cuidado del Padre” 59. A lo único que deben temer es a “no confesarle” delante de los hombres, lo que es “negarle” ante ellos. Pedro le “negó,” es decir, protestó “que no le conocía” (Mat 26:14.72.74 par.) y que no era su “discípulo” (Mat 26:73 par.; Jua 18:17). Pero El a todo el que “le confiese ante los hombres,” El hará lo mismo ante el tribunal de su Padre: lo “confesará” ante su Padre por su “discípulo.” Y lo negará al que aquí lo niegue. El contexto hace ver que la “confesión” de Cristo es sentencia inapelable que el Padre ratifica definitivamente. El martirio es presentado con efecto de ir “a dar testimonio” por él.
Exigencia del supremo amor a Cristo (v. 34-39, Luc 12:51-53; Luc 14:25-27; Luc 17:33).
La literatura profética, y más aún la rabínica, conocía el juicio previo a la venida del Mesías. Tanto, que ésta fue caracterizada, sin más, con la frase elíptica de “los dolores del Mesías,” es decir, los dolores que habrá para el alumbramiento o venida del Mesías 60. Pero, una vez venido, lo había de poner todo en orden y paz 61. El Mesías era llamado también la “Paz.”
Cristo Mesías comienza rectificando este concepto mesiánico rabínico. El no vino a traer la paz, sino la “espada,” la guerra. No es que el “Príncipe de la Paz” (Isa 9:5) no venga a traer la paz, sino que, por su doctrina “aquí la “espada” -, va a ser ocasión de que con relación a El haya guerra 61. No en vano es un “signo de contradicción” (Luc 2:34). Y esta guerra va a llegar a ser dentro del mismo hogar (Miq 7:6).
Ante esta lucha de la sangre y familia en torno a Cristo, ¿qué hacer? Dejarlo todo por El. Así lo expresan los versículos 37 y 38:
“El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí.
Y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.
Seguramente estas expresiones y exigencias extrañaban menos a aquellos oyentes de Cristo que a los lectores extrajudíos. En la casuística rabínica se lee: “Si el padre y el maestro llevan ambos una carga, es preciso ayudar primero a deponerla al maestro y luego al padre. Si el padre y el maestro están en prisión, es preciso liberar primero a su maestro y luego a su padre.” Y la razón es porque “el padre le ha introducido en la vida de este siglo, mientras que el maestro, que le enseña la sabiduría, lo introduce a la vida del siglo que viene.” 62 Este tema de preferencias era ambiental.
Cristo, sin embargo, que exige un amor supremo a El sobre todas las cosas, proclama su misma divinidad, ya que los valores que exige sacrificar son de ley natural. Sólo está por encima de estos valores el amor de Dios.
Y este amor exige aún más: “El que no toma su cruz y camina detrás de mí, no es digno de mí.” Esta imagen de la cruz tomada sobre sí era familiar a los judíos. Roma aplicaba esta pena. Varo había hecho crucificar a 2.000 judíos 63. Imagen aterradora. Pero Cristo la exigía para ser “dignos” de El. Y, además, la llevarán “detrás” de El. La redacción literaria – ”detrás” – puede estar influenciada por la estampa de Cristo por la Vía Dolorosa (Mat 16:24; Mar 8:34; Luc 23:26). La enseñanza aquí de tomar la cruz no tiene sentido ascético, sino el de persecución violenta y martirio, que puede ser con la crucifixión. Lc (Luc 9:23) le da ya una “adaptación” ascética, al decir que se ha de tomar la cruz de “cada día” (χαθ’,ήμέραν).
Por último, y para aclarar definitivamente esto, Cristo hace la contraposición entre la vida del cuerpo (σώμα) y la del alma (ψυχην) (ν.28). Perder la primera por Cristo es asegurar la segunda, ya que el alma “no pueden matarla” (v.28 b). La frase, aunque cargada de un profundo sentido nuevo por Cristo, era usada en el medio ambiente. Si Cristo la toma de él, la enriquece. Se lee en el Talmud: “¿Qué debe hacer un hombre para morir? Darse la muerte.” 64 Y también: “El que guarda una palabra de la Ley, guarda su alma; el que abroga una palabra de la Ley, hace perecer su alma” 65, es decir, la vida verdadera en la resurrección (Mat 22:23-32). No se trata de decir que no interesa el cuerpo, sino destacar bien que Dios tiene el pleno dominio y destino del hombre entero (v.28c).
Premio del que recibe al apóstol (v.40-42).
Una última consideración o perspectiva recoge aquí Mt en este discurso de apostolado. Este versículo se entroncaría conceptualmente, por su aspecto positivo, con el v.14. Sería la contraposición. Allí, en la misión palestina, se decía lo que debían hacer cuando no los recibiesen en una casa; ahora, en esta perspectiva de misión universal, se anuncia el premio que tendrán los que los reciban como apóstoles.
Sabido es que la hospitalidad es sagrada en Oriente. De ella decía un rabino: “La hospitalidad es cosa tan grande como la visita matinal a la escuela (para estudiar la Ley).” Y otro decía: “La hospitalidad es incluso más grande que saludar a la Shekina,” es decir, la sensibilización de Dios 66.
Pero en el pensamiento de Cristo no se trata de esta simple hospitalidad oriental sagrada, sino de la hospitalidad de los que se reciben como apóstoles de Cristo. ¿Qué premio tendrán los que así obren?
“El que os recibe a vosotros, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.”
Este pensamiento es otra sentencia predilecta de Cristo (Mat 18:5; Mar 9:37; Luc 9:48; Luc 10:16) y de valor joánico (Jua 12:44.45; Jua 13:20), prueba de la autenticidad de la doctrina.
El pensamiento es ilustrado con tres ejemplos: el que recibe al “profeta” o al “justo” como profeta o justo, es decir, en cuanto se refleja a Dios en el “justo,” tendrá el premio (μισθός) correspondiente. Este premio correspondiente al “profeta” o “justo” puede tener un doble sentido: “o que recibirá galardón por haber recibido a un profeta o a un justo, o el que corresponde al mismo profeta o justo” 67. Este último sentido parece preferible, ya que indica el mismo premio específico, aunque no requiere que sea en el mismo grado que el del profeta o justo. “El que recibe al profeta como profeta, tendrá recompensa de profeta.” Tiene además el paralelo de las palabras de Cristo a los que ejercitaron obras de misericordia: “Cuanto hicisteis a uno de mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis” (Mat 25:40.45).
Y la enseñanza se destaca completa, al modo oriental, utilizando para ello un servicio mínimo que se haga al apóstol: el que dé un vaso de agua fresca a uno de “estos pequeños,” no quedará tampoco sin recompensa, pero si lo hace “en cuanto discípulo” de Cristo.
La expresión “a nombre de” es “el calco de una locución rabínica, en hebreo leshém, en la cual shem no tiene ya el sentido de nombre, sino que indica la razón, el motivo, el título de una cosa.” 68 Sin embargo, es también locución griega usual en la misma lengua profana de los papiros, con el significado de persona 69.
“Estos pequeños” a quienes se supone hacer el beneficio, si en otro contexto pueden significar niños u otra clase de personas, en éste se refiere a los apóstoles (Mat 11:26; cf. Luc 10:21-23), como abiertamente lo dice Mc (Mar 9:41; cf. Luc 10:21-23).
La triple clasificación que aquí se usa – apóstoles, justos, pequeños – está respondiendo, para su valoración, al procedimiento por “acumulación” aunque pueda indicar distintas “fuentes” acopladas.
1 Plummer, An exegetkal Commentary ση the Cospel according to St. Matthew (1915) p.147. – 2 KLOSTERMANN, Matthaeus (1909) p.224. – 3 San Justino, Dial XVII 108; Eusebio DE C., In Is. 18:1. – 4 Medébielle, Apostolat: Dict. Bib. Suppl. I 533-536; Cerfaux, Pour l’histarie de titre Apóstelos dans le N.T.: Rev. Se. Relig. (1960) 76-92; Dupont, Le nom ¿’apotres a-t-il ete donne aux Douze par Jesús? L’Orient Chrét.; N. Van Bohemen, L’Institution des Douze. Contribution k l’étude des relations entre Mt et Mc, en La Formation des évangües (1957) 166-151; W. Burgers, De instelling van de Twaalf in het Ev. van Marcus (Mar 3:13-19; Mar 5:18ss): Ephem. Theol. Lov. (1960) 625-654. – 5 Mat 16:17; Mat 17:25; Lev 5:4; Lev 22:31; Jua 1:42, etc. – 6 Sobre las dos vocales + oa, insertadas en la traducción griega del nombre, se han propuesto diversas soluciones. Cf. Lagrange, évang. s. St. Marc (1929) p.65-66. – 7 Philoc. XV 18. – 8 Antiq. XIV 8:1; XX 1:1. – 9 Mal 169:273. – 10 U. Holzmeister, Nathanaelfuitne ídem ac S. Bartholomaeus Apostolusf: Bíblica (1940) p.28-39. – 11 Antiq. XVIII 2:2. – 12 MG 8:1281. – 13 Quis dives salvetur 13:5. – 14 MG 11:773. – 15 A. Malog., S. Jacques de Jérusalem etait-il un des douzef: Rev. Scienc. Relig. (1918) 122-131. – 16 Grammatik p.179 nt.4. – 17 évang. s. St. Marc (1929) p.67. – 18 Kommentar. I h.l. – 19 Nestlé, N.T. graece et latine, ap. crít. a Mat 10:3. – 20 Strack-B., Kommentar. I h.l.; Dalman, Die Worte Jesu. – 21 Sobre la alteración de este nombre, cf. Joüon. L’évangile., comte tenu du substrat sémitique (1930) p.59. – 22 Dalman, Die Wortejesu. (1930) p.41: O. Cullmann. Le doirSeme Apotre: R. H. Phil. Reí. (1962) p. 133-140. – 23 Cf. Bíblica (1954) 404-405; Hec 21:38; Josefo, Bell. iud. II 13.5; Antiq. XX 8:6. – 24 Sobre el significado de “espíritus impuros,” cf. Comentario a Mar 5:1-20; L. Cerfaux, L’évang. de St. Mt. Discours de Misshn (1957); E. Kasemaxx, Die Anfange christlicher Theologie: ZTK (1960) p. 162-185; X. Mulde, La mission des apotres: CH (1963) p.450-560. – 25 Edersheim, The Life and Times of Jesús (1901) h.l. – 26 Bonsirven, Textes. (1955) n.l 1.289.299.1363; FELTEN, Storia dei tempi del N.T. vers. del al. (1932) II p.79-80. – 27 Willam, La vida de Jesús en. vers. del al. (1940) p.264-265. – 28 Sobre los samaritanos, cf. Comentario a Jua 4:4-42. – 29 Strack-B., Kommentar. I p.528; H. Schürmann, Mt 10:5b-6 una die Vorges-chichte des synop. Aussendungsberichtes: Fs. J. Schmid (1963) p.270-282. – 30 Aulo Celio, Noct. attic. XV 12:4; Suetonio, Vit. 16. – 31 Strack-B., Kommentar. I p.566ss. – 32 E. Power, The staff of the Apostles: Bíblica (1923) 241-266, – 33 Thibaut, en Nouv. Rev. Théol. (1931) 54ss; A. Fernández Truvols, Vida de Jesucristo (1954) p.328 nt.2. – 34 Strack-B., Kommentar. I p.569. – 35 Vargha, en VD (1928) 371; Gesenius, Thesaurus linguae hebraicae III (1842) p. 1421-1426; Strack-B., o.c., I p.570-571. – 36 Ύ , Evang. s. Sí. Matth. (1946) p.129; S. Η .,Ιη evang. Matth. comm. h.l. – 37 Strack-B., Kommentar. I p.57l. – 38 Bonsirven, Textes (1902) 358. – 39 S. TH., In evang. Matth. comm. h.l. – 40 Mal 26:63. – 41 Strack-B., Kommentar. I p.574; cf. 4 Esd 5:18 : cf. Bornkamm, Theol. Wórt. N.T. IV, 309. – 42 Mt 25:2ss; Spicq, Le vertu de simplicité dans VAnden et le Nouveau Testament: Rev. Scienc. Phil. Théol. (1933) 1-26. – 43 Strack-B., o.c., I p.574. – 44 Lagrange, évang. s. Sí. Math. (1927) p.202. El texto citado de Ber. r. 38a. – 45 felten, Storia dei tempi del N.T. vers. del al. (1932) II p.l 1:14; Strack-B., o.c., I p.576. – 46 Makkoth 3:12; Bonsirven, Textes n.1943: cf. 2Co 11:24. – 47 San Agustín, Epist. 228, ad Honoraíum: Mal 33:1013v. – 48 Sobre el concepto de “Hijo del hombre,” cf. Comentario a Mat 8:20. – 49 Cf. Comentario a Mat 25:29-31; Dupont, Vous n’auriez pos achevé les villes d’Is-raelavant que le Fus de l’homme ne vienne (Mat 10:23): Nov. Test. (1958) p.228-244; A. Feuillet, Les origines et la signification de Mat 10:23 : The Catholk Bibl. Quartarly (1961) p.182-198; H. Schürmann, Zur Traditions una Redaktionsgeschichte von Mat 10:23 : Bibl. Zeits. (1959) p.82-88. – 50 La Ciencia Tomista (1952) 38-39. – 51 VD (1935) 302-311. – 52 Porporato, Non estis vos qui loquimini: VD (1923) 91ss. – 53 Sobre “Beelzebul” cf. Comentario a Mat 12:22-24. – 54 Bonsirven, Le Judaisme. (1934) I p.296.. – 55 Targum Qoheleth XII 13. – 56 Strack-B., Kommentar. I p.579-580. – 57 Bonsirven, Le Judaisme. (1934) I p.527-529. – 58 Deissmann, Licht vom Ostem p.204ss. – 59 Jones, en VD vers. del ingl. (1957) p.386. – 60 Sanhedrín 97a; Sota 49b. – 61 Sanhedrín 97a; Strack-B., I p.585. – 61 T. A. Roberts, Some Comments on Mat 10:34ss and Luc 12:51ss: Exp. Tim (1957) p.304ss; J. J. Vlncent, Discipleship (Mat 10:37ss, par.) and Synoptic Studies: Theol. Zeits. (Bas. 1960) p.456-469. – 62 Baba mesia 2:11; Bonsirven, Textes n.1711; Strack-B., I p.587. – 63 Josefo, Antiq. XII 10:10. – 64 Τ amia 66a. – 65 Aboth de R. Nathan 39. – 66 Strack-B., I p.588-589. – 67 San Crisóstomo, Hom. 35 in Matth. – 68 Joüon, L’évang. compte tenu substrat sémitique (1930) h.l. – 69 Meruer: Rev. des étud. grecques (1934) 180-204.
Fuente: Biblia Comentada
les dio autoridad. Vea la nota sobre 2Co 12:12. Jesús delegó su poder a los apóstoles para mostrar claramente que Él y su reino son soberanos sobre los mundos espiritual y físico, los efectos del pecado y los esfuerzos de Satanás. Esta era una demostración inédita de poder, nunca vista antes en toda la historia redentora, para anunciar la llegada del Mesías y autenticarlo a Él y a sus apóstoles que predicaban su evangelio. Este poder fue una muestra del poder que Cristo exhibirá en su reino terrenal, cuando Satanás sea sometido (Apo 20:1-15) y la maldición en la vida física abreviada (Isa 65:20-25).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
discípulos … apóstoles. «Discípulo» significa «estudiante», uno que está siendo enseñando por otro. «Apóstol» se refiere a un representante calificado que ha sido enviado en una misión. Los dos aspectos enfatizan diferentes aspectos de su llamado.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
10:1 — Entonces llamando a sus doce discípulos — Hubo doce patriarcas, Gén 35:22; Gén 42:13; Gén 42:32; y dos tribus de Israel, Éxo 28:21; Éxo 24:4. Ahora hay doce apóstoles y Jesús les dice (Mat 19:28), “ De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel”, el “Israel de Dios”, Gál 6:16; “Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”, Apo 21:14), (apóstoles, v 2; Luc 6:13).
Dice Marcos (3:14), “Y estableció a doce, para que estuviesen con él”. Estarían íntimamente asociados con Jesús por más de tres años y al predicar en Jerusalén daban evidencia del entrenamiento que recibieron de Jesús, Hch 4:13; véanse 1Jn 1:1-3; 2Pe 1:16. Ellos eran los verdaderos testigos de Jehová, pues Cristo es Dios (Jua 1:1; Rom 9:5; Tit 2:13, etc.) y el nombre “Jehová” se aplica a Cristo también (Isa 45:23, Jehová dice, “Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua” y en Flp 2:10-11 Pablo dice esto de Cristo). Para ser apóstoles tenían que ser testigos de Cristo y su resurrección (Hch 1:8; Hch 1:21).
¿Por qué incluye el Nuevo Testamento un libro llamado “Hechos de los apóstoles”? Porque después de ascender Jesús al cielo, los apóstoles llevaron a cabo su obra aquí en la tierra. ¿Por qué dice Lucas (Hch 2:42), que los primeros que obedecieron al evangelio “perseveraban en la doctrina de los apóstoles”? Porque los apóstoles eran los embajadores de Jesús (2Co 5:20). Jesús había prometido (Jua 14:26; Jua 16:13), “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho … Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad”. Ellos llevaron este mensaje de salvación (el evangelio) a todas las naciones (Mat 28:19; Mar 16:15). Jesús les dijo, “El que a vosotros recibe, a mí me recibe”. Mat 19:28, “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel”. Así pues el ministerio apostólico era y es de gran importancia.
Es por esta causa que debemos seguir los ejemplos establecidos por los apóstoles (p. ej., Hch 14:23, “Y constituyeron ancianos en cada iglesia”; Hch 20:7, “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba”; 1Co 16:2, “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”).
— les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. – Para despreciar la Deidad de Jesucristo algunos enfatizan los textos que dicen que El recibió poder del Padre y del Espíritu Santo. Desde luego, habiendo aceptado el papel de Siervo Cristo se humilló (Flp 2:8-11). Sin embargo, vemos en este texto que El dio autoridad a los apóstoles y en esto usó o mostró un atributo divino.
El echar fuera los espíritus inmundos era tal vez la señal sobresaliente hecha por Jesús y sus apóstoles. Causaba mucha admiración entre el pueblo. Con este milagro Jesús y sus apóstoles mostraron claramente la superioridad del poder de Dios sobre Satanás.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LOS MENSAJEROS DEL REY
Mateo 10:1-4
Y una vez que reunió a Sus doce discípulos, les dio poder para expulsar los espíritus inmundos y para curar todas las enfermedades y dolencias.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero y principal era Simón, también llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás, y el publicano Mateo; Santiago hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el Celota y Judas Iscariote, que además fue el que Le traicionó.
Metódicamente, pero también dramáticamente, Mateo va desarrollando la historia de Jesús. En el relato del bautismo, Mateo nos muestra a Jesús aceptando Su misión. En el relato de las tentaciones, Mateo nos muestra a Jesús decidiendo el método que usará al embarcarse en Su tarea. En el Sermón del Monte escuchamos las palabras de sabiduría de Jesús. En Mateo 8 vemos las obras de poder de Jesús. En Mateo 9 vemos la creciente oposición concentrándose contra Jesús. Y ahora vemos a Jesús escogiendo Sus hombres.
Cuando un líder está a punto de embarcarse en una gran empresa, lo primero que tiene que hacer es escoger su personal. De ellos dependerá el efecto presente y el éxito futuro de su trabajo. Aquí Jesús está escogiendo Su equipo de personal, los hombres de Su mano derecha, Sus ayudantes en los días de Su humanidad, y los que continuarían Su trabajo cuando Él dejara la Tierra y volviera a Su gloria.
Advertimos dos cosas en estos hombres que no pueden por menos de sorprendernos inmediatamente.
(i) Eran personas normales y corrientes. No tenían riqueza; ni una educación académica; ni posición social. Los escogió de entre la gente, hombres que hacían las cosas ordinarias, que no tenían una educación especial ni compromisos sociales.
Se ha dicho que Jesús .no busca tanto hombres extraordinarios como hombres corrientes que puedan hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien. Jesús ve en cada persona, no sólo lo que es, sino también lo que Él la puede hacer. Jesús escogió a estos hombres, no sólo por lo que eran, sino también por lo que podrían llegar a ser bajo Su influencia y por Su poder.
Nadie tiene por qué pensar que no tiene nada que ofrecer a Jesús, porque Él puede tomar lo que Le pueda ofrecer la persona más corriente y usarlo en grande.
(ii) Eran la mezcla más extraordinaria. Ahí estaba, por ejemplo, Mateo, el ex-cobrador de impuestos. Todo el mundo le consideraría un colaboracionista; alguien que se había vendido por dinero a los invasores de su país, lo contrario de un patriota que amara a su país. Y con Mateo estaba .Simón el Cananita. Lucas (Lc 6:16 ) le llama Simón Zélátés, que quiere decir Simón el Celota (D.R.A.E.).
Josefo (Antigüedades 8.1.6) describe a estos celotas; los llama el cuarto partido judío; los otros tres eran los fariseos, los saduceos y los esenios. Dice que tenían «una inviolable adscripción a la libertad,» y que decían que «Dios había de ser su único Gobernador y Señor.» Estaban dispuestos a arrostrar cualquier clase de muerte por su país y no se acobardaban al ver a sus seres queridos morir en la lucha por la libertad. Se negaban a darle a ningún hombre el nombre y el título de Rey. Tenían una voluntad inamovible que podía soportar cualquier dolor. Estaban preparados hasta a cometer asesinatos secretos para tratar de liberar a su país del dominio extranjero. Eran los patriotas par excellence entre los judíos, los más nacionalistas, que los Romanos consideraban sencillamente terroristas.
Lo natural es que si Simón el Celota se hubiera encontrado con Mateo el Publicano en cualquier otro sitio que no hubiera sido la compañía de Jesús, le habría metido la daga en el cuerpo. Aquí tenemos la estupenda verdad de que hombres que se odian pueden aprender a amarse cuando ambos aman a Jesucristo. Demasiado a menudo la religión ha sido y es un medio para causar divisiones. Estaba diseñada para ser -y en la presencia viva de Jesús era- el- medio para unir a los que sin Cristo estarían irremisiblemente separados.
Podríamos preguntar por qué Jesús escogió doce Apóstoles especiales. La razón es probablemente porque había doce tribus; como en la antigua dispensación había habido doce patriarcas del pueblo de Dios, así en la nueva dispensación hay doce Apóstoles en el nuevo. Israel. El mismo Nuevo Testamento no nos dice gran cosa de estos hombres. Como dice Plummer: «En el Nuevo Testamento es la obra, y no los obreros, lo que se glorifica.» Pero, aunque no sabemos casi nada de ellos, el Nuevo Testamento es muy consciente de su importancia en la Iglesia, porque Apocalipsis nos dice que sus nombres están inscritos en las doce piedras fundacionales de la Santa Ciudad. (Ap 21:14 ). Estos hombres, hombres sencillos sin especial trasfondo, hombres de muchas esferas divergentes, fueron las mismas piedras fundacionales sobre las que se edificó la Iglesia. Es en la casta de hombres y mujeres normales donde se funda la Iglesia de Cristo.
EL ENTRENAMIENTO DE LOS MENSAJEROS
Mateo 10:1-4 (conclusión)
Cuando vemos juntos los tres relatos del llamamiento de los Doce (Mt 10:1-4 ; Mr 3:13-19 ; Lc 6:13-16 ) surgen algunos Hechos iluminadores.
(i) Jesús los escogió. Lc 6:13 dice que Jesús llamó a Sus discípulos, y escogió de entre ellos a doce. Es como si Jesús hubiera recorrido con la mirada las multitudes que le seguían, y el grupo más pequeño que se quedaba con Él cuando se iba la mayoría, y como si todo el tiempo estuviera buscando los hombres a los que podía confiar Su obra. Se ha dicho: «Dios está siempre buscando manos para usar.» Dios está diciendo«¿A quién enviaré y quién irá por Nosotros?» (Isa 6:8 ).
Hay muchas tareas en el Reino: la tarea del que tiene que ir muy lejos y la del que tiene que quedarse en casa, la tarea del que tiene que usar las manos y la tarea del que tiene que usar la mente, la tarea que concentrará las miradas de todos en el que la realice y la tarea que nadie verá. Y siempre la mirada de Jesús está recorriendo las multitudes en busca de los que han de hacer Su obra.
(ii) Jesús los llamó. Jesús no obliga a nadie a hacer Su obra; ofrece trabajo. Jesús no impone; invita. Jesús no llama a filas; busca voluntarios. Como se ha dicho todos somos libres para ser fieles y libres para ser infieles. Pero a todos nos llega la invitación que podemos aceptar o rechazar.
(iii) Jesús los nombró. La palabra que traducimos por nombrar es la sencilla palabra griega poiein, que quiere decir hacer, pero que se usa a menudo con el sentido técnico de nombrar a una persona para un cargo. Jesús era como un rey que estuviera nombrando sus ministros; era como un general asignando sus puestos a sus oficiales. No se daba el caso de entrar casualmente en el servicio de Jesucristo; era el caso de ser nombrados expresamente para él. Una persona podría sentirse orgullosa si fuera nombrada para algún cargo público por algún rey terrenal; ¡cuánto más cuando el Que la nombra es el Rey de reyes!
(iv) Estos hombres fueron nombrados de entre los discípulos. La palabra discípulo quiere decir aprendiz. Las personas que Jesús necesita y desea son las que están dispuestas a aprender. La mente cerrada no Le sirve. El siervo de Cristo debe desear aprender más cada día. Cada día debe estar un paso más cerca de Jesús y un poco más cerca de Dios.
(v) Las razones por las que estos hombres fueron escogidos son igualmente significativas. Fueron escogidos para estar con Él (Mr 3:14 ). Si habían de hacer Su trabajo en el mundo, tendrían que vivir en Su presencia antes de salir al mundo; tendrían que ir de la presencia de Jesús a la humanidad.
Se dice que en una ocasión Alexander Whyte predicó un sermón maravillosamente poderoso y conmovedor. Después del culto le dijo un amigo: «Hoy has predicado como si vinieras directamente de la presencia de Jesucristo.» Whyte respondió: «Tal vez fue así.»
Ninguna obra de Cristo la puede hacer nunca más que uno que viene de la presencia de Cristo. Algunas veces, en la complejidad de las actividades de una iglesia moderna, estamos tan ocupados con juntas y comités y administración y haciendo que todo siga su curso que corremos peligro de olvidar que ninguna de estas cosas importa si las llevan a cabo personas que no han estado con Cristo antes de estar con los demás.
(vi) Fueron llamados para ser apóstoles (Mr 3:14 ; Lc 6:13
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 10
1. VOCACIóN Y MISIÓN DE LOS APÓSTOLES (10,6).
a) Los doce apóstoles (Mt/10/01-04).
1 Y convocando a sus discípulos, les dio poder de arrojar espíritus impuros y de curar toda enfermedad y toda dolencia. 2 Los nombres de los doce apóstoles son éstos: El primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago, el de Zebedeo, y su hermano Juan; 3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, el de Alfeo, y Tadeo; 4 Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, el que luego lo entregó.
Los doce apóstoles aquí aparecen como un colegio, que ya está elegido y pertenece definitivamente a Jesús. San Mateo no ha relatado la elección (Cf. Mar 3:13-15; Luc 6:12 s.). Jesús les da poder sobre los demonios y sobre todas las enfermedades. Más tarde se añade el encargo de predicar (Luc 10:7 s). El evangelista emplea las mismas expresiones con que también describe el poder de Jesús (Luc 9:35), y así muestra que los apóstoles resultan enteramente iguales a él, deben ser su brazo extendido. Los apóstoles actuarán como él y también confirmarán su palabra con milagros. Luego siguen los nombres de los doce apóstoles. De forma significativa, en primer lugar está Simón con el sobrenombre de Pedro. Mucho más adelante leemos de qué modo Simón adquirió este nombre (16,18). Aquí hay un catálogo o una lista oficial en la que tiene que estar este sobrenombre. Primeramente se mencionan los dos pares de hermanos, cuya vocación ya se ha descrito al principio, y que seguramente desde el tiempo más antiguo fueron considerados en la Iglesia como los primeros llamados (4,18-22). En el evangelio sólo de dos de los apóstoles nombrados a continuación llegamos a conocer pormenores: del publicano Mateo (Leví), que en su despacho de cobrador de impuestos fue llamado por Jesús para que le siguiera (9,9), y de Judas, el traidor. En el evangelio de san Juan se nos dan más informes de Felipe y Bartolomé y de Tomás (Cf. Jn,1,43-51; 6, 5-7; 14,8-10). En total no es mucho lo que se nos cuenta. Se puede entender que la leyenda más tarde quisiera llenar las lagunas que nos dejaron los evangelistas. éstos no quisieron satisfacer la curiosidad y el sentido piadoso, sino que con su escasez quisieron indicar siempre solamente a uno: a Jesús, el Mesías. Cada uno, incluso quien ha obtenido el cargo más elevado -el apóstol-, es y lo ha recibido todo solamente de él.
Los nombres permiten sacar muchas conclusiones sobre la composición del grupo de los apóstoles. Hay nombres griegos junto a otros judíos; diferentes comarcas de Palestina entran en consideración según la procedencia; sencillos pescadores están junto a un miembro del radical partido de los zelotas y discípulos de Juan el Bautista (Santiago y Juan). El grupo de que se rodea Jesús, parece haber sido abigarrado, los apóstoles no constituyen un séquito de discípulos aplicados y dóciles, pero tampoco son aduladores y serviles. A Jesús le ha sido difícil formar a los apóstoles y en apariencia ha logrado poco de ellos. Pero cuando realmente se habían convertido y el Espíritu Santo los había enardecido, entonces pasaron a ser testigos valerosos y dispuestos a morir, y columnas básicas sobre las que se levantó la Iglesia. Uno de los misterios más terribles de la historia es que Judas fuera uno de los apóstoles. Los límites entre el reino de Dios y el imperio de Satán están muy próximos. El traidor, que pertenecía al grupo más íntimo, se convierte en el instrumento del espíritu maligno. Jesús se ha entregado a estos hombres, a quienes distinguió con una misión tan excelsa, y se ha arriesgado a que uno de ellos le entregue a la muerte…
b) Misión de los apóstoles (Mt/10/05-16).
5 A estos doce los envió Jesús, dándoles estas instrucciones: No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en ciudad de samaritanos; 6 id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
Ahora Jesús envía a los apóstoles. Para la misión Jesús da una instrucción precisa: primero sobre el lugar, luego sobre el contenido. No deben ir ni al encuentro de los gentiles ni de los samaritanos (hostiles y considerados como medio paganos), sino solamente a los israelitas. Con esta prohibición no se determina que los gentiles o los samaritanos no deban tener parte alguna en el reino de Dios y en las bendiciones del tiempo mesiánico. Jesús sólo dispone el orden, el camino que debe tomar la salvación según decreto divino, que manda ir de los judíos a los gentiles. Así entendió Jesús su misión, y como se infiere de los Evangelios, se ha atenido estrictamente a esta manera de entender: «No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (15,24). Esta limitación puede haber resultado dura para Jesús. También esta obediencia forma parte de la abnegación del Hijo de Dios, mediante el cual estamos redimidos. En todo esfuerzo apostólico y pastoral se ha de tener en cuenta que no interesa la multitud de los trabajos, ni la extensión del recinto, sino hacer lo que es voluntad de Dios en el estrecho territorio determinado por él. En la misión posterior ya no puede aplicarse esta regla a los apóstoles, puesto que a los gentiles ya se les han abierto de par en par las puertas. Estas palabras de Jesús tienen que estar aquí para que cualquier judío vea que Dios primero ha ofrecido la salvación a Israel. E1 Mesías y sus mensajeros le han servido exclusivamente a él. Si ahora los gentiles han encontrado la fe que Israel recusaba (cf. 8,10-12), puede decirse, con fundamento, que los judíos no tienen excusa.
7 Id y predicad que el reino de los cielos está cerca. 8a Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios.
Los apóstoles han de predicar lo mismo que Jesús predicaba: El reino de los cielos está cerca. Es el tiempo de la gran cosecha, de la donación única de Dios a su pueblo, es el tiempo de cumplir, por tanto el tiempo de la conversión y de la penitencia. El poder que han obtenido (10,1), también deben probarlo en la curación de enfermedades, incluso en la resurrección de muertos y en la expulsión de espíritus malignos, y así serán iguales a Jesús. En boca de Jesús, se resume lo que hemos oído por extenso: la curación de todas las enfermedades (4,23s; 8,17), la resurrección de muertos (9,18s.23-26), la purificación de la lepra (8,1-4) y la expulsión de los demonios (4,24; 8,16.28-34; 9,32). Sólo muy escasas veces nos enteramos de que los apóstoles hicieran tales cosas en tiempo de Jesús (Cf. Luc 10:17 20; Mar 9:14-29 = Mat 17:14-21). Más tarde aquel poder se desarrolló mucho; especialmente los Hechos de los apóstoles cuentan los milagros que hace Pedro en nombre de Jesús (Hec 5:12-16; Hec 9:31-43). En tiempos apostólicos, en tiempos de la primitiva Iglesia, la predicación va acompañada de señales y milagros. Este acompañamiento procede de aquellos dones especiales que el Señor dio a los apóstoles para que pudieran cumplir su misión. Más tarde se manifiestan una que otra vez estos dones, especialmente en la vida de los santos. Entonces el don de hacer milagros es un nuevo y especial regalo de Dios, pero no va unido a un cargo particular ni a un tiempo determinado como en la primitiva Iglesia apostó1ica.
8b Gratis recibisteis, dad gratis. 9 No os procuréis oro, plata, ni moneda de cobre para vuestros cinturones; 10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; pues el obrero merece su sustento.
La predicación debe quedar libre de toda apariencia de codicia. Jesús comunica gratuitamente sus dones, y así deben también ser retransmitidos. También ha sido un principio del tiempo apostólico que el misionero actúe sin remuneración, pero que sea sustentado por los fieles. Como sucedió a Jesús, la predicación sólo puede tener éxito si no se lleva a cabo por la ganancia como negocio. No deben ganar ninguna cantidad de dinero, ni monedas de plata, ni de oro, por tanto monedas de valor más elevado, ni tampoco las menos valiosas de cobre, la calderilla. Cuando emprendan el viaje, deben confiar plenamente en Dios. él los alimentará, como alimenta a los pájaros y a los lirios del campo. Cuando estén enteramente entregados a su servicio, Dios se cuidará de todo lo demás. La sobriedad y la sencillez también son distintivos del equipo que prescribe Jesús. Los apóstoles deben dejar en casa la alforja para llevar las provisiones de boca y otros accesorios de viaje, como la segunda túnica de recambio. Causa extrañeza que tampoco puedan llevar sandalias ni bastón, que no son precisamente un lujo. Quizás las sandalias haya que entenderlas como calzado duradero, resistente por un largo tiempo y para la montaña, no como las sandalias ligeras sin las que no se puede correr por las melladas rocas calcáreas. ¿Y el bastón? ¿Debe quedarse en casa para no molestar a los apóstoles? En cualquier caso se exige una pobreza extremada. Pues el obrero merece su sustento. Los misioneros recibirán en el camino todo lo que se requiere además de lo absolutamente necesario. Más aún, tienen un derecho, que más tarde también usan, fuera de san Pablo. La regla apostólica sobrevive en diferentes formas hasta nuestros días. Las comunidades sustentan a todos los que les sirven con la palabra y los sacramentos. Ambas partes habrían de tener en cuenta que en los sentimientos fraternales hay una correspondencia de dar y tomar, la cual está limitada a lo necesario por la regla apostólica.
11 En cualquier ciudad o aldea en que entréis, informaos de quién hay de confianza en ella, y alojaos allí hasta el momento de partir. 12 Al entrar en la casa, dirigidle el saludo de paz; 13 y si la casa lo merece, descienda vuestra paz sobre ella; pero si no lo merece, vuélvase a vosotros vuestra paz. 14 Y si algunos no os reciben ni escuchan vuestras palabras, salid de esa casa o de aquella ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. 15 Os lo aseguro: habrá menor rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra en el día del juicio que para esa ciudad.
La presente sección contiene las instrucciones de Jesús para el alojamiento de los misioneros. Cuando lleguen a un lugar, deben primero indagar qué casa es adecuada para ellos. Una vez se hayan informado, deben permanecer allí mientras ejerzan su actividad en aquel lugar. De este modo se dice indirectamente que no se alojen en varias casas, ni se muden de una casa a otra (Cf. Lc 10.7; Mar 6:10). En los primeros tiempos de la misión parece que se han tenido malas experiencias a este propósito, por lo cual esta regla de Jesús fue aplicada también más tarde. Podrían producirse celos y envidia, diversas murmuraciones rumurosas que perjudicaban el mensaje. Cuando los misioneros lleguen a una casa, deben saludar a sus moradores. Es el saludo de paz, usual en oriente incluso en nuestros días. San Lucas dice más explícitamente: «Y en cualquier casa en que entréis, decid primero: Paz a esta casa» (Luc 10:5). Cuando van como mensajeros del reino, el saludo de la paz ya no es una fórmula de cortesía. Lo que ellos traen consigo, el poder de salvar y la virtud milagrosa del reino de Dios, entrará en aquella casa. Es la paz de Dios que viene a la casa, que ha sido favorecida con una gracia. Pero si la casa no está dispuesta para Dios y sus enviados, si no contesta al saludo de paz con alegría y prontitud, los mensajeros no pueden conseguir nada: la paz que han deseado y ofrecido, vuelve a ellos. Cuando el sacerdote viene a visitar a un enfermo, dice al entrar en la habitación: «La paz del Señor sea con esta casa». Si no necesitamos pronunciar estas solemnes palabras, con todo deberíamos tener esta intención, cuando visitamos una casa como mensajeros del Señor, especialmente si es una casa de incrédulos: Traemos la paz de Dios. Esto se ha dicho de cada casa, más en concreto de la comunidad doméstica, de la familia con los hijos, los abuelos y todos los servidores. Una casa puede rehusar la oferta de la paz. También puede pasar que toda una ciudad rechace a los mensajeros, no los deje entrar o no los escuche. Es el fracaso, tal como Jesús lo ha vivido también. El fracaso más doloroso lo tuvo Jesús en su ciudad paterna de Nazaret (Luc 13:53-58). Sobre todo san Pablo fracasó muchas veces (Cf. 2Co 11:23-33 y las correspondientes descripciones de los Hechos de los apóstoles).
Cuando tengan un fracaso, no deben lamentarse quejumbrosos, tampoco han de inculparse a sí mismos, ni presentar ninguna excusa ni esperar nuevas tentativas. Se trata de una oferta de Dios presentada una sola vez. Si se desconoce esta hora, nunca vuelve. Deben sencillamente marcharse e incluso sacudirse el polvo de sus zapatos en aquel lugar, como señal de que Dios y ellos ya no tienen nada que ver con los moradores de la casa. Todo depende de la decisión, que es única y no puede volverse a tomar. No faltará el castigo. Los habitantes de Sodoma y Gomorra, aquellas perversas ciudades que fueron destruidas por la ira de Dios, saldrán mejor librados en el juicio que los habitantes de una de las ciudades que ahora no atiendan al llamamiento de Dios. Es preciso prestar atención a estas palabras, si se quiere entender correctamente el proceso que sufrió Jesús posteriormente.
16 Mirad que os envío como ovejas en medio de lobos; sed, por tanto, cautos como las serpientes y sencillos como las palomas.
El lobo y la oveja ya figuraron anteriormente en una imagen: los falsos profetas irrumpían en el rebaño con piel de mansa oveja (2Co 7:15). Pero aquí se invierte la imagen: Jesús envía a los discípulos como inocentes ovejas entre una manada de lobos. Parece que estén entregados sin defensa a la ferocidad de éstos. El reino de Dios se atestigua en la debilidad, en Jesús como también en sus mensajeros. El reino de Dios tiene su máximo poder allí, donde se presenta con la máxima debilidad, como dice san Pablo: «Pues mi poder se manifiesta en la flaqueza» (/2Co/12/09). Los discípulos deben ver este peligro serenamente, no han de desviarse de él ni dirigirse hacia él con una osadía insensata. Jesús junta dos comparaciones del reino animal. Según los proverbios las serpientes son astutas y sagaces (cf. Gen 3:1). No hay que meterse con torpeza en cualquier peligro ni sucumbir ante cualquier ardid y trampa. Se requiere prudencia, aquella unión de vital aptitud humana con el sentido de lo conveniente y necesario. Pero los discípulos también deben ser sencillos como las palomas. Ser sencillos no significa ser tontos, es decir, simples e ingenuos, sino sinceros y sin doblez. La prudencia no debe convertirse en astucia taimada, en estratagema engañosa. Eso sólo se evita, si los emisarios no tienen falsedad, si no ocultan su intención más íntima ni su verdadera voluntad. Se tiene que notar que deben buscar a Dios y nunca pretender una ventaja terrenal. Esta búsqueda de Dios juntamente con esta falta de pretensiones terrenas los ayudarán a mantenerse firmes en la tribulación y a dar testimonio de Dios.
2. ANUNCIO DE PERSECUCIONES (Mt/10/17-25).
17 Tened mucho cuidado con la gente: porque os entregarán a los tribunales del sanedrín y os azotarán en sus sinagogas; 18 también seréis llevados ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Al principio ya se advertía: «Guardaos de los falsos profetas» (Gen 7:15). De una forma semejante aquí se precave contra los hombres en general. La naturaleza y la voluntad humana topará con ellos con ánimo hostil, especialmente entre los judíos, a quienes va primeramente dirigida su misión. Serán llevados ante los tribunales del lugar, los pequeños sanedrines, y serán flagelados. Incluso las autoridades de la nación tendrán que vérselas con ellos, los gobernadores romanos y los propios reyes judíos de la familia de Herodes. Allí tendrán que hablar y responder. Lo que digan y contesten servirá para dar testimonio a las autoridades y a los gentiles. Por causa de Jesús están allí, testifican en favor de Jesús, incluso cuando se les acusa y condena, se les desestima y perseveran fieles hasta el fin. Su testificación en estas circunstancias será un testimonio asombroso, una manifestación de la gloria de Dios en la debilidad del hombre.
19 Pero, cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué habéis de decir, porque se os dará en aquel momento lo que habéis de decir; 20 pues no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre quien hablará en vosotros.
Ante el tribunal no deben fiarse de su propia prudencia ni preocuparse por encontrar las palabras convenientes. Si están allí como testigos, su intención estará solamente dirigida a que resulte puro aquel testimonio de Dios. Y entonces el Espíritu Santo de Dios les inspirará las palabras que deberán decir. él es el Consolador, el «abogado» de los cristianos, que los tomará bajo su protección y los defenderá de los acusadores. El mismo Espíritu que habita en el corazón, hablará desde el corazón, como se dice de san Esteban: «Y no eran capaces de hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba» (Hec 6:10).
21 y entregará a la muerte el hermano al hermano, y el padre al hijo, y los hijos se levantarán contra sus padres y les darán muerte. 22 y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que se mantenga firme hasta el final, éste se salvará.
La persecución incluso penetrará en la propia familia, el odio separará los parientes próximos (10,34-36). Así lo ha anunciado el profeta Miqueas para los terrores del tiempo final: el trastorno de los espíritus, y la confusión de los corazones serán tan grandes que se quebrarán los lazos naturales de la familia. Así Israel madura para el juicio (Miq 7:6). Es semejante la descripción de Jesús. El odio estallará en todas partes adonde vayan los discípulos. Resuena con un acento verdaderamente terrible la predicción de que «seréis odiados por todos…»
Sólo vale la perseverancia hasta el fin, la persistencia infatigable, la fidelidad que no defrauda, el valeroso denuedo invariable del alma a través de todas las enemistades, decepciones y fracasos, lo cual no es poco. Pero al que así procede se le promete que se salvará. Está asegurada su salvación eterna y no necesita inquietarse por ella. ¡Con cuánto heroísmo y sosiego y con cuánta fidelidad, se han verificado estas palabras de Jesús…!
23 Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra; porque os aseguro: no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel sin que venga el Hijo del hombre.
Ya antes se dijo que los discípulos deben proseguir sin demora, si no son acogidos ni escuchados (Miq 10:14). Algo semejante puede aplicarse a la persecución. Se les dará caza. Entonces deben aprovechar con prudencia las posibilidades de huir -de una ciudad a la otra- y no buscar el peligro o exponerse a él con un falso heroísmo. También en esto deben ser cautos como las serpientes (Miq 10:16). No hay ningún motivo para dudar, ni siquiera en esta situación aparentemente sin salida. Así como el Espíritu Santo les ayudará ante el tribunal, así también aquí les promete el consuelo que les causará su propia venida. No estáis entregados sin remedio a las conspiraciones enemigas: porque estoy cerca. Mi venida para redimiros, para liberaros de la tribulación será la última palabra. Jesús habla del Hijo del hombre como de alguien distinto de sí mismo. Se oculta tras esta expresión, que propiamente sólo significa «ser humano», «persona humana», por tanto algo muy sencillo. Este título propiamente oculta más de lo que revela. Lo mayor que se dice del Hijo del hombre es que vendrá sobre las nubes del cielo para llevar a cabo el juicio divino. Así también hay que entender aquí su venida. En la oscuridad y en la tribulación, que ya no nos deja ningún consuelo terrenal ni ninguna esperanza humana, sabemos que Jesús viene con seguridad y salva a los suyos (El versículo produce la impresión de que Jesús sólo haya contado con un breve tiempo para la consumación del reino de Dios. La proximidad apremiante del acontecimiento forma parte de su mensaje profético como en Juan el Bautista. Quizás este versículo también pertenece al primer tiempo de su actividad. En el tiempo en que el pueblo y los dirigentes se habían hecho sordos a él, las palabras suenan de otra manera (cf. por ejemplo, 23,37-39). Jesús en todos los tiempos mantiene una conversación inmediata con los hombres. No trae consigo una doctrina como un sistema ordenado en el libro de texto, una doctrina que puede revelarse con sencillez, sino que su doctrina es al mismo tiempo el llamamiento a la decisión. Como todos los profetas Jesús pertenece a su tiempo, según el cual orienta su mensaje siempre de nuevo, porque Dios habla al hombre tal como es y donde está.
24 Un discípulo no está por encima del maestro, ni un esclavo por encima de su señor. 25 Ya es bastante que el discípulo llegue a ser como su maestro, y el esclavo como su señor.
Jesús toma como comparación las relaciones entre discípulo y maestro, Señor y esclavo. Ambos están en relación mutua de subordinación y superioridad. Mientras el que aprende sigue siendo discípulo, está bajo el maestro. Los dos, discípulo y esclavo, están en dependencia de otro, reciben la enseñanza y el encargo de un superior que sabe más y es capaz de más. Las metáforas no son arbitrarias, sino que ya aluden a las relaciones de los discípulos con Jesús. Ante él los apóstoles son discípulos y esclavos. Han de aceptar su enseñanza y cumplir su encargo. Esta relación permanecerá para siempre, ya que Jesús para ellos constantemente sigue siendo el maestro y el señor. Ante Jesús nunca han sabido bastante. Así el inferior ha de estar contento con que le vaya como a su maestro. Si el discípulo llega a ser como su maestro, no puede esperar nada más ni nada mejor. Al discípulo no puede aplicarse lo que dicen muchos padres: Nuestros hijos deben vivir más holgadamente que nosotros. Sino al revés: la mayor semejanza con la vida de Jesús también es la mayor proximidad interna a él. Será tanto mejor el discípulo cuanto más se asemeje al maestro, y le servirá tanto mejor, cuanto más sea como su señor.
25b Si al señor de la casa lo llamaron Beelzebul, ¡cuánto más a los que viven con él!
El señor de la casa es el mismo Jesús. Sólo aquí se designa con esta singular expresión. Se entiende muy bien, si se la relaciona con la promesa que Jesús hizo a Pedro: «Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (16,18). La casa construida por el mismo Jesús es la comunidad de los fieles congregada por él. En esta casa Jesús es el Señor, el Kyrios que gobierna con autoridad. Se le ha calumniado, se le ha acusado de tener un pacto con el diablo (9,34; 12,24). También nosotros hemos de contar con calumnias y difamaciones, y no nos podemos sorprender de las injurias ni de insultos denigrantes.
3. EXHORTACIÓN A CONFESAR LA FE (Mt/10/26-33).
26 Pero no les tengáis miedo; porque nada hay oculto que no se descubra, y nada secreto que no se conozca. 27 Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a plena luz; lo que escucháis al oído, proclamadlo desde las terrazas.
A veces advierte el Señor: «Guardaos», «tened mucho cuidado» (7,15; 10,17). Aquí en cambio dice: «No tengáis miedo». Las dos cosas son necesarias. Por una parte la prudencia en el conocimiento del adversario y el juicio sereno de su riesgo; pero además la resistencia impertérrita en la tribulación. La fe expulsa el temor. El conocimiento de pertenecer al Mesías y de sufrir su propio destino da ufanía y valor. Son humildes los principios nuevos que trae Jesús. Todos creerán poder triturar fácilmente la débil semilla. Se revelará gloriosamente lo que ahora vive oculto y muy silencioso. Jesús hace su obra como el sencillo siervo de Yahveh, y luego se hará potente como la esperanza de las naciones (cf. 12,17-21). Ahora Jesús habla en la oscuridad, pero los apóstoles deben hablar a plena luz. Deben predicar ante todo oído y ojo lo que se les susurra al oído, a gran distancia del pueblo y de la vasta publicidad. Es indiferente que los hombres acepten a los apóstoles o los rechacen. Siempre es testificada por medio de los apóstoles la buena nueva, que en último término irradiará victoriosa como el sol por la mañana.
28 No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Temed más bien a quien tiene poder para hacer que perezcan cuerpo y alma en la gehenna. 29 ¿Acaso no se venden por un as dos pajarillos? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin permitirlo vuestro Padre. 30 Y en vosotros, hasta los cabellos de la cabeza están todos contados. 31 Así que no tengáis miedo. Vosotros valéis más que muchos pajarillos.
No tengáis miedo. Esta frase se repite como un estribillo en este fragmento (10,26.28.31). El poder de los hombres está limitado, puede desfogarse en vosotros, pero sólo puede afectar la vida terrena (= el cuerpo). Ningún poder humano puede destruir lo que constituye vuestro verdadero valor, la esperanza en la vida celestial (= el alma). La destrucción de la vida terrena no está relacionada con la destrucción de la vida eterna, con la perdición en el infierno. Pero hay un ser que tiene poder sobre ambas vidas: Dios, el Señor. él con la sentencia de su tribunal puede hacer las dos cosas: entregar todo el hombre al infierno o llamarlo a la bienaventuranza. Debemos temerle. ¿No es espantosa esta manera de representar a Dios? Aquí solamente se ilumina un aspecto en la representación de Dios: el otro aspecto se nombra a continuación en los próximos versículos: la solicitud paternal de Dios, su benévola proximidad al hombre. Con todo en ellos se alude también al poder soberano de Dios. Sólo cuando se ve a Dios tan grande y también se reconoce su omnipotencia sobre la propia vida, adquiere fuerza su paternidad. Pero si la fe expulsa el temor, ¿cómo se puede temer a Dios? ¿No es una contradicción? El temor tiene dos formas, según la persona ante la que se experimenta la sensación de temor. Si el temor se dirige al hombre, entonces rebaja al alma y la llena de preocupación e inseguridad angustiosas. Este temor destruye la fe. Pero si el temor se dirige a Dios, nos hace libres. Se funda en la dependencia de la criatura respecto al Creador y reconoce la sublimidad de Dios. No corroe el alma, sino que la cura, porque siempre produce la confianza en Dios. Sólo puede amar a Dios quien también le teme. Y viceversa el verdadero amor de Dios nunca carece de temor saludable. Los pajarillos tienen tan poco valor, porque pueden tenerse en cantidades enormes, así como también los lirios silvestres del campo (cf. 6,28-30).
Dios interviene aun en los más insignificantes acontecimientos, incluso en el hecho de que un gorrión caiga del nido o sea derribado de un tiro por un chicuelo. ¡Cuánto más estará Dios con vosotros y se preocupará por todo lo que os sobrevenga! Incluso están contados los cabellos de vuestra cabeza. Y si es exacto su conocimiento, no es menos solícito el amor que os tiene dedicado. Como el amante que conoce todos los pormenores de la persona amada y nota al instante cualquier cambio, así es Dios para nosotros. Realmente no hay ningún fundamento para angustiarse ante los hombres, que no pueden hacer nada sin que lo conozca el Padre…
32 Por tanto, a todo aquel que me confiese delante de los hombres, también yo lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Pero a aquel que me niegue delante de los hombres, también yo lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
El que está ante el tribunal -por causa de la fe en Jesús- también debe confesarlo allí. No solamente cuando no hay ninguna contradicción o no amenaza ningún peligro. La fe se acreditará precisamente en la decisión y en el fracaso. El que así se acredita ante el tribunal humano, puede estar confiado en el tribunal divino. Porque el mismo Jesucristo actuará en este tribunal como un abogado y defensor ante el Padre. Jesús dice con insistencia: delante de mi Padre. Se cambian los papeles. En cierto modo Jesús fue acusado ante el tribunal humano, pero fue defendido por sus testigos, ahora en cambio es a la inversa: el testigo es acusado ante el tribunal divino, y Jesús le defiende. Se efectúa un trueque misterioso entre los dos tribunales. ¡Qué manera tan elocuente de representar la mediación de Jesús! Lo mismo puede decirse a la inversa. Cristo no asiste ante el Padre en el cielo a quien se le declara contrario y le niega ante los hombres. Cristo también se le declarará contrario y le negará, quizás con palabras tan duras como las que se leen en el sermón de la montaña: «Pero entonces yo les diré abiertamente: Jamás os conocí; apartaos de mí, ejecutores de maldad» (7,23). Pero, el Padre ¿no ha transferido el juicio al Hijo? El papel de defensor ¿es el mismo que tiene Jesús como juez del tiempo final? (cf. 3,11s; 7,22s). Las imágenes cambian en la Escritura. Lo que antes correspondía al Padre, en otro pasaje lo hace el Hijo, y lo que se describe como obra del Hijo, a veces se atribuye al Espíritu Santo. Nunca se puede expresar por extenso en una frase o imagen los misterios de Dios. Jesús es al mismo tiempo el Señor, a quien el Padre lo ha entregado todo (cf. 28,18) y el siervo obediente, que solamente hace la voluntad del Padre (cf. 12,18). Aquí el veredicto se complementa con el que se lee en san Marcos: «Si alguno se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles» (Mar 8:38). En los dos textos está en vigor que la suerte eterna se decide por la actitud que se adopte con él, y sólo con él.
4. DECISIÓN EN FAVOR DE JESÚS (Mt/10/34-39).
34 No creáis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada.
En conmovida queja el profeta Miqueas había descrito la perdición de su pueblo: se quebrantaban las disposiciones del derecho, los ministros de la justicia se habían convertido en seres corruptibles, un desconcierto general había destruido los vínculos familiares. Cada hombre es el enemigo de su prójimo. éste podría ser el título de la queja de Miqueas (/Mi/07/01-07). En este cuadro ve el profeta una actuación anticipada del tribunal de Dios. Los hombres llegan a conocer, en su propio cuerpo, las consecuencias de su apostasía de Yahveh.
Jesús tiene presentes las palabras del profeta. El juicio de Dios, cuyas consecuencias había visto Miqueas, ha llegado a su momento crítico, por efecto de la venida de Jesús, enviado para traer el mensaje del reino de Dios. Más aún: el reino llega con Jesús. Viene como separación, como espada. Es la espada del juicio, que separa lo malo de lo bueno, los creyentes de los que rehúsan creer, también es la espada de la decisión, ante la que se pone al hombre. Esto es lo primero que dice Jesús. Lo contrario de esta separación es la paz. Solamente puede ser una paz opuesta a este juicio de la decisión. Y sería una paz corrompida, que lo deja todo tal como estaba, que hace desaparecer los frentes, tapa y encubre la oposición entre Dios y Satán, y por tanto sería en último término la paz entre Dios y Satán, que nunca puede darse (Aquí Jesús no dice nada sobre la paz entre Dios y los hombres ni sobre la paz de los hombres entre sí. De ello habla extensamente la Escritura en otros pasajes, sobre todo en san Pablo, que designa a Jesús como «nuestra reconciliación», «nuestra paz»: cf. Rom 5,ll; 2Co 5:18 s; Efe 2:11-22).
35 Porque vine a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; 36 y serán enemigos del hombre los de su propia casa.
La palabra de Jesús es más aguda que una espada, como dice de la palabra de Dios en general la carta a los Hebreos (/Hb/04/12). Penetra hasta los tuétanos y separa en nuestro interior las falsas concupiscencias del verdadero temor de Dios. También puede meterse dentro de la familia, y allí enfrentar a los padres y a los hijos, a la nuera y a la suegra. La frontera pasa siempre por donde es preciso decidir en favor o en contra de Dios. Esta decisión puede traer como consecuencia la separación de otros, incluso de los más queridos. Es una separación que no puede significar que el discípulo de Jesús deba adoptar una actitud hostil o irreconciliable. Pero el discípulo debe contar con que mediante su decisión también puede causar la enemistad de sus propios parientes. ésta es probablemente la experiencia más penosa en el seguimiento. Nunca se puede abusar de estas palabras del Señor para falsear el mensaje de la paz, que anuncia la Iglesia, o para justificar el incumplimiento de las propias obligaciones con la familia incrédula.
37 El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; 38 y quien no toma su cruz y sigue tras de mí, no es digno de mí.
El que ha reflexionado bien sobre los precedentes versículos 34-36, también puede entender estas palabras. En primer lugar está Dios y la decisión en favor de Dios, pero aquí está el mismo Jesús, ante quien y por quien el discípulo tiene que decidirse. él es el camino, por el que sólo encontramos a Dios. Digámoslo de otra manera: en la decisión en favor de Jesús se toma la decisión en favor de Dios. Ante esta decisión tiene que retroceder cualquier otro compromiso terreno, incluso con el padre y la madre y los propios hijos. No es que no deban amarse los padres o los hijos. Precisamente es a la inversa: el que sigue decididamente a Cristo, también queda libre de nuevo para el amor a su prójimo y a sus parientes. Pero es un amor nuevo, sobrenatural, que nos hace amar al prójimo en Dios y por amor de Dios. Antes de que el discípulo sea capaz de este amor, tiene que decidirse totalmente por Cristo. Quien no ha tomado esta decisión no es digno de Cristo. No se ha ganado nada con una decisión a medias o con un corazón dividido. Entonces ni Dios logra lo que le corresponde, a saber la plena entrega; ni Jesús logra lo que le corresponde, a saber la imitación incondicional; ni el discípulo consigue la realización de su vida. Quien ha entregado su corazón, lo recupera lleno de la fuerza del amor divino.
El siguiente versículo lo aclara todavía más: Y quien no tome su cruz y sigue tras de mí, no es digno de mí. El desprendimiento de sí mismo y la entrega a Dios tienen una medida extrema. Hay una frontera en la vida, en la cual se muestra con seguridad si la entrega es querida enteramente. Esta frontera es la muerte. Se ha decidido radicalmente quien en la empresa orientada hacia Dios también incluye la posible entrega de la vida terrenal. «Tomar su cruz» es una expresión metafórica de la disposición para morir. Cuando se está así dispuesto, se efectúa el movimiento «desde mí hacia Dios». Sólo cuando el discípulo ha incluido en la cuenta aquel extremo, y lo ha afirmado conscientemente, está de veras siguiendo a Jesús, y por tanto es digno del maestro.
No se pide a todos los discípulos que esta disposición también pruebe su eficacia en el trance de la muerte. Señaladamente Dios sólo conduce a algunos elegidos por este sendero. Pero cualquier entrega, si es tema de nuestra vida, tiene en sí algo de esta muerte. Un distintivo infalible de la veracidad de nuestra intención es si estamos o no estamos dispuestos a esta entrega.
39 El que haya encontrado su vida, la perderá; y el que haya perdido su vida por mi causa, la encontrará.
Aquí no se habla del alma en oposición al cuerpo. Para el Antiguo Testamento esta diferencia no tenía gran importancia. Tras la palabra vida está la unidad del cuerpo y del alma. Para el judío la vida es el bien supremo y con esta palabra se expresa con la máxima fuerza la última perfección. Se lleva a cabo el anhelo del judío, si tiene toda la vida, duradera e indestructiblemente, con una riqueza fluyente y con una posesión dichosa. Este profundo anhelo, que Dios ha dado al hombre, parece que lo niegue inesperadamente Jesús, cuando dice: El que haya encontrado su vida, la perderá. Esto quiere decir que el hombre piensa haber llegado ya aquí al descanso y gozar con la posesión de la vida. En el hombre se ha convertido el anhelo en deseo egoísta y violento de posesión, no quiere nada fuera de sí y en último término sólo se busca a sí mismo. El anhelo es él mismo, y su realización aparentemente también, pero los caminos son enteramente opuestos. Ciertamente la vida debe ser conquistada y a ello estamos llamados. Pero eso solamente tiene lugar cuando la perdemos. El que haya perdido su vida por mi causa. Esta frase puede primeramente aludir al verdadero martirio en favor de Jesús. Entonces se recibe el don de la vida eterna por la vida terrena que se ha entregado. «Encontraremos» lo que realmente hemos buscado. Pero en la vida del discípulo que no es llamado a la extrema verificación, también es una ley fundamental que todos tienen que renunciar primero a su vida, no han de quererla conseguir para sí mismos con ambición egoísta. Es preciso salir de sí mismo, tender más allá de sí mismo, pero no por así decir para entrenarse, en el sentido de los métodos de «vaciamiento interno». Porque esta tendencia en último término de nuevo sería un egoísmo, que busca la propia independencia de las pasiones del día y de las tentaciones de los instintos, y con ello una forma más elevada de perfección humana. Jesús alude a lo que siempre resonaba en el sermón de la montaña: el hecho de que el hombre se pierda a sí mismo ha de tener lugar con una orientación hacia Dios y dentro de Dios. Quien así se pierde, logra la plenitud de la vida, en último término la vida propia de Dios. Esta frase no es lúgubre, sino luminosa. Aquí ya se experimenta en gracia que cualquier individuo que se pierda a sí mismo entregándose a Dios (prácticamente de ordinario entregándose al prójimo), aumenta la vida. Esta vida es mucho más rica que cualquier vida terrena. Es la alegría, la paz interior, el estado de seguridad en Dios, el amor. Por tanto, esta vida tiene un significado opuesto al de Fausto: «Así me tambaleo de la concupiscencia al placer, y en el placer estoy a punto de desmayarme tras la concupiscencia». Antes bien: así vamos de la muerte a la vida, y en la vida a una abundancia siempre mayor mediante la muerte. Dice Jesús: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan exuberante» (Jua 10:10).
5. MISIÓN Y RECOMPENSA (Mt/10/40-42).
40 Quien a vosotros recibe, a mí me recibe; y quien a mí me recibe, recibe a aquel que me envió.
La primera frase despliega lo que los rabinos ya enseñaron como regla: el enviado es como el que envía. Aquí no solamente se habla de un envío, sino de dos, que actúan misteriosamente uno en otro. El mismo Jesús está enviado por el Padre, y además envía los apóstoles. Es un movimiento que partiendo del Padre llega hasta los mensajeros de Jesús. Su envío es un acontecimiento divino. Tal como los hombres acojan a los mensajeros de Jesús -con la adhesión o el rechazamiento, con la fe o la incredulidad-, así también le acogen a él y al Padre. No se puede apelar a Dios o a Cristo contra los mensajeros. Dios se humilla hasta ponerse al nivel de los mensajeros, se encubre con palabras y obras humanas. Cuando la fe ya no se escandalice con las formas quebradas de la actividad humana, entonces es auténtica, dirigida con seguridad a Dios y hecha efectiva con la obediencia…
41 Quien recibe a un profeta como profeta, recompensa de profeta tendrá, y quien recibe a un justo como justo, recompensa de justo tendrá. 42 Y quien da de beber un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, sólo por ser discípulo, os aseguro que no se quedará sin recompensa.
Tres grupos de miembros de la comunidad están aquí juntos. Los profetas son hombres de Dios, que han sido inspirados por él, y que por propio conocimiento y experiencia enseñan la fe, sin ser apóstoles, discípulos de apóstol, ancianos (presbyteros) o guardianes (episkopoi) con un cargo de jerarquía. Los justos son los que se han acreditado en la comunidad con su vida ejemplar, con su fe activa en el amor. No tienen ningún cargo de jerarquía ni tampoco tienen como los profetas una misión carismática para la enseñanza, sino un sentido ejemplar para la vida práctica. El tercer grupo son los pequeños, o sea los sencillos discípulos de Jesús, que no tienen una posición de primer orden en el cristianismo. En ellos el milagro de la fe es especialmente grande, ya que en apariencia no aportan condiciones exteriormente favorables: formación, estado distinguido, influencia y poder. Deben ser especialmente queridos por la comunidad, han de ser cuidados por ella con viva solicitud (Cf. lo que se dice sobre los «pequeños» en la explicación de 18,6). En los dos primeros casos se mide con precisión la recompensa. Es difícil decir qué se ha de entender por recompensa de los profetas o de los justos. El pensamiento fundamental del versículo 40 continúa siendo efectivo, de tal forma que se puede decir: «El enviado es como el que envía» aquí significa que quien acoge hospitalariamente en su casa al profeta itinerante, es por ello equiparado al profeta y obtendrá la recompensa que corresponde al profeta. Lo mismo puede decirse del justo. La particular estima del pequeño se expresa por el hecho de que no se extravía ni siquiera la más insignificante obra que se hace por él. Porque el pequeño no viene a casa como un «pequeño», como un contemporáneo sin importancia, con el que no se requiere tratar durante largo tiempo, sino como discípulo. Se le ayuda «sólo por ser discípulo», quizás sólo se le da un vaso de agua. Puesto que tiene la alta dignidad de discípulo, el mismo Jesús viene con él, y por tanto también viene la recompensa. Con tales palabras se explica que se aprecie tanto en la Iglesia cristiana la hospitalidad: cuando viene a casa un hermano o un sacerdote, no lo recibamos sólo por cortesía, sino con fe, como a Jesús. Estas palabras concluyen la instrucción a los discípulos. En todo el fragmento didáctico se trata de la vocación y del envío del discípulo al mundo. Aquí el discurso también en su contenido llega a su apogeo. Todo lo precedente se ilumina una vez más con estas frases. Envío y encargo. Enseñanza y hechos milagrosos, persecuciones y confesión, perseverancia y muerte: todo eso hace al enviado como al que envía, al apóstol como a Jesús. Eso también corresponde a la realidad de hoy, pero el envío de Jesús prosigue más allá de los apóstoles, y llega a los obispos con el papa, a sus colaboradores, a todos los fieles. El que envía siempre es el Señor: en el curso de la historia mediante la orden dada en otro tiempo (la sucesión del papa y de los obispos) y con el llamamiento inmediato al individuo aquí y ahora. Siempre está en vigor que «quien a vosotros escucha, a mí me escucha» (Luc 10:16).
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
Mat 26:14; Mar 6:7; Luc 9:1; Jua 20:24; (ver Hch 1:26; Apo 21:14).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— los doce discípulos: Con la elección del grupo de los Doce, el evangelista inicia el llamado discurso de misión que se prolonga hasta Mat 11:1.
— espíritus impuros: Ver nota a Mat 8:16.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Los doce apóstoles (cf. Mar. 6:7; 3:13-19; Luc. 9:1; 6:13-16; Hech. 1:13). Apóstoles significa “enviados” y así es apropiado aquí. Esta es la única vez que Mat. emplea esta palabra; normalmente él llama a los seguidores de Jesús “discípulos” o “los doce”. La autoridad que se les dio sobre los espíritus inmundos y las enfermedades era una extensión de la que poseía Jesús mismo, y en el v. 7 se les agrega el encargo de predicar su mensaje. Son cinco los de este grupo que ya han aparecido en este relato (4:18-22; 9:9). Poco se sabe de los demás como individuos, excepto Judas Iscariote. Aun Tadeo aparece bajo un nombre diferente (Judas, hijo de Santiago) en la lista de Luc. Era como un grupo, no como individuos, que desempeñaron papeles clave en los primeros días del movimiento de Jesús.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
10.1 Jesús llamó a sus discípulos. No los presionó, ni los forzó ni les pidió que fueran voluntarios. Ser llamado significa ser elegido para servir a Cristo en una forma especial. Si usted lo conoce de veras, no puede hacer otra cosa. Cristo nos llama hoy. El no nos tuerce el brazo ni nos obliga a actuar en contra de nuestra voluntad. Podemos elegir unirnos a El o quedarnos atrás. Cristo lo está llamando a usted para que lo siga. ¿Responde a su llamado?10.2-4 La lista de los doce discípulos de Jesús no nos proporciona muchos detalles, tal vez porque no eran muy impresionantes. Jesús llamó a personas que estaban de diferentes oficios: pescadores, activistas políticos, recaudadores de impuestos. Llamó a hombres comunes y a líderes; ricos y pobres; educados y analfabetos. Hoy, muchas personas piensan que solo cierto tipo de persona es digna de seguir a Cristo, pero esa no fue la actitud del Maestro. Dios puede usar a cualquiera por insignificante que parezca. El usa personas ordinarias para llevar a cabo su obra extraordinaria.10.4 En esta lista, Bartolomé es quizás Natanael el que aparece en Joh 1:45-51. Tadeo es además conocido como Judas, hijo de Santiago. Los discípulos también son dados a conocer en Mar 3:16-19; Luk 6:14-16; y Act 1:14.10.4 Simón el cananista era zelote. Los zelotes eran un partido político radical que luchaba por librar a Israel del yugo romano.10.5, 6 ¿Por qué Jesús no envió a los discípulos a los gentiles o a los samaritanos? Un gentil es uno que no es judío. Los samaritanos eran una raza que tuvo su origen en el matrimonio entre judíos y gentiles, después de las cautividades en el Antiguo Testamento (véase 2Ki 17:24). Jesús pidió a sus discípulos que fueran sólo a los judíos porque El vino primero a los judíos. Dios había elegido a los judíos para que hablaran de El ante el mundo. Y eso es lo que en realidad sucedió: discípulos y apóstoles judíos predicaron las buenas nuevas del Cristo resucitado en todo el Imperio Romano y muy pronto los gentiles se añadieron a la Iglesia. La Biblia enseña con claridad que el mensaje de salvación de Dios es para todos, sin importar raza, sexo ni nacionalidad (Gen 12:3; Isa 25:6; Isa 56:3-7; Mal 1:11; Act 10:34-35; Rom 3:29-30; Gal 3:28).10.7 Los judíos estaban esperando que el Mesías estableciera su reino. Esperaban un reino político y militar que los libertara del gobierno romano y que los hiciera volver a los días de gloria bajo el reinado de David y Salomón. Pero Jesús hablaba de un reino espiritual. Las buenas nuevas de hoy es que el Reino todavía está cerca. Jesús, el Mesías, ya empezó a reinar en la tierra en el corazón de sus seguidores. Un día su reinado será total. Luego el maligno será destruido y todos viviremos en paz.10.8 Jesús enseñó a sus discípulos un principio que debía guiarlos al salir a predicar: «De gracia recibisteis, dad de gracia». Como Dios ha derramado sus bendiciones sobre nosotros, debemos dar a otros con generosidad nuestro tiempo, amor y posesiones.10.10 Jesús dice que los siervos de Dios deben ser objeto de cuidado; los discípulos debían esperar alimentos y amparo a cambio del servicio espiritual que ofrecían. ¿Quién lo ayuda a usted espiritualmente? Vele siempre por los pastores, misioneros y maestros que sirven a Dios al servirlo a usted (véase 1Co 9:9-10 y 1Ti 5:17).10.10 En la narración de Marcos (6.8) dice que deben llevar bordón, y en Mateo y Lucas (9.3) dice que no. Jesús pudo haber querido decir que no llevaran un par extra de sandalias, ni bastón ni bolsa. Sea como fuere, el principio era que debían salir, listos para la tarea y para el viaje, sin trabas por el exceso de bienes materiales.10.14 ¿Por qué dijo Jesús que debían sacudirse el polvo de los pies si una ciudad u hogar no los recibía? Cuando los judíos piadosos salían de las ciudades gentiles, con frecuencia se sacudían el polvo de los pies para mostrar su separación de las prácticas gentiles. Si los discípulos se sacudían de los pies el polvo de un pueblo judío, indicaban que se separaban de los judíos que habían rechazado a su Mesías. Este gesto demostraba a la gente que estaban eligiendo mal, que la oportunidad para escoger a Cristo no se presentaría otra vez. ¿Es usted receptivo a la enseñanza de Dios? Si no sigue el impulso del Espíritu, puede que no vuelva a tener otra oportunidad.10.15 Las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas por fuego del cielo a causa de la maldad de sus moradores (Gen 19:24-25). Jesús dijo que el castigo de los que rechazan las buenas nuevas sería mayor que el de aquellas ciudades que fueron destruidas sin haber oído ese mensaje.10.16 En su oposición al evangelio, los fariseos serían como lobos rapaces. La única esperanza de los discípulos sería buscar protección en su Pastor. Nosotros podemos ser confrontados con una hostilidad similar. Así como los discípulos, no debemos tener una actitud apocada, sino una actitud sensible y prudente. No debemos ser crédulos, pero tampoco entrar en confabulaciones.10.17, 18 Más tarde los discípulos experimentarían estas dificultades (Act 5:40; Act 12:1-3), no sólo con los de afuera (gobiernos, tribunales), sino también con los de adentro (amigos, familia) (Act 10:21). Vivir por Dios con frecuencia trae consigo persecución pero con ella viene la oportunidad de anunciar las buenas nuevas de salvación. En medio de la persecución, podemos actuar con confianza porque Jesús ha vencido al mundo (Joh 16:33). Y el que «persevere hasta el fin, éste será salvo» (Joh 10:22).10.19, 20 Jesús dijo a sus discípulos que cuando fueran arrestados por predicar el evangelio, no se preocuparan de lo que deben decir en su defensa: el Espíritu de Dios hablaría por medio de ellos. Esta predicción se cumplió en Act 4:8-14 y se cumple en todo lugar. Algunos piensan que esto significa que no tenemos que prepararnos para presentar el evangelio porque Dios se encarga de todo. Las Escrituras enseñan, sin embargo, que debemos presentar declaraciones bien pensadas y cuidadosamente preparadas (Col 4:6). Jesús no dice que no debemos prepararnos, sino que no debemos preocuparnos.10.22 Permanecer hasta el fin no es la manera de alcanzar la salvación sino la evidencia de que uno se ha entregado de veras a Jesús. La persistencia no es un medio de asegurar nuestra salvación, sino el resultado de una vida rendida al Señor.10.23 Cristo advirtió a sus discípulos que debían evitar el martirio prematuro. Debían irse antes de que la persecución fuera demasiado grande. Tenemos mucho por hacer y muchas personas por alcanzar. Nuestro trabajo no terminará hasta que Cristo regrese. Y sólo después de que El regrese el mundo descubrirá realmente quién es El (véase Mat 24:14; Rom 14:9-12).10.25 Beelzebú es también conocido como la potestad de los aires y príncipe de los demonios. Los fariseos acusaron a Jesús de valerse del poder de Beelzebú para expulsar demonios (véase 12.24). Algunas veces lo bueno es rotulado como malo. Si a Jesús, que es perfecto, lo llamaron malo, sus seguidores pueden esperar acusaciones similares. Pero los que permanecen firmes serán vindicados (10.22).10.29-31 Jesús dice que Dios cuida de los pajarillos y nosotros somos mucho más importantes para Dios que cualquier ave. Tan valiosos somos que Dios envió a su único Hijo a morir por nosotros (Joh 3:16). Usted es de gran valor para Dios. Usted nunca se ha extraviado en el inventario de Dios. Por tanto, no hay que temer las afrentas ni las aflicciones. Estas jamás podrán separarnos del amor de Dios, ni desalojar al Espíritu de Dios que mora en nosotros. Pero no piense que por ser valioso Dios va a librarle de todos sus problemas (véase 10.16). La calidad se demuestra con el uso, el mal trato y el abuso diario. Los que son fieles a Cristo a pesar de sus problemas son personas de verdadero valor y recibirán grandes recompensas (véase 5.11, 12).10.34 Jesús no vino a traer la paz que brilla sobre diferencias profundas sólo por dar armonía superficial. Los conflictos y el desacuerdo se levantarán entre aquellos que escogen seguir a Cristo y aquellos que no lo hacen. Sin embargo, podemos divisar el día cuando todos los conflictos serán resueltos. Para más información sobre Jesús como pacificador véanse Isa 9:6; Mat 5:9; Joh 14:27.10.34-39 La dedicación cristiana puede alejarnos de amigos y seres queridos. Al decir esto, Jesús no estaba alentando la desobediencia a los padres ni los conflictos en el hogar. Estaba afirmando que su presencia demanda una decisión. Ya que algunos lo seguirían y otros no, sería inevitable que surgieran conflictos. Al «tomar nuestra cruz y seguirle», nuestras metas, valores, moralidad y propósitos diferentes en forma inevitable nos separarán de los demás. No descuide su familia, pero al mismo tiempo no descuide su misión sublime. Dios debe tener siempre el primer lugar.10.37 Cristo nos llama a una misión sublime antes que a una vida tranquila y cómoda. Amar a la familia es un mandato de Dios, pero aún ese amor puede ser una excusa para no servir a Dios.10.38 Tomar nuestra cruz y seguirle es identificarnos con El públicamente y estar dispuestos a enfrentar por su causa el sufrimiento y la muerte.10.39 Este versículo es una declaración positiva y negativa de la misma verdad. Si nos apegamos a esta vida podemos perder lo mejor de Cristo en este mundo y en el venidero. Cuanto más amemos las recompensas de esta vida (placer, poder, popularidad, seguridad económica) más descubriremos cuán vacías son. La mejor manera de disfrutar de la vida es perder nuestro apetito voraz por las recompensas terrenales a fin de quedar libre para seguir a Cristo (Mat 16:25). Al hacerlo, vamos a heredar la vida eterna, y empezaremos de inmediato a experimentar los beneficios de seguirle.10.42 Nuestro amor a Dios será medido por cómo tratamos a los demás. El ejemplo de Jesús en cuanto a dar un vaso de agua a un niño nos ilustra lo que es servir desinteresadamente. Un niño por lo general no puede pagar favores. Dios toma las buenas obras que hacemos o que no hacemos como si se lo hiciéramos a El. ¿Hay algo que usted desinteresadamente podría hacer hoy a favor de alguien? Aunque nadie lo vea, no pasará inadvertido para Dios.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 416 Mar 3:14; Mar 3:15; Mar 6:7; Luc 9:1
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
les dio poder. Sólo Jesús tiene autoridad sobre los demonios y el poder para sanar, pero el dio autoridad a sus discípulos para que pudieran confirmar su mensaje.
Fuente: La Biblia de las Américas
Esta sección marca el principio del tercer ministerio de Jesús en Galilea. En el primer ministerio (4:23) Jesús trabajó solo. En el segundo (Lc 8:1– 56), los doce apóstoles participaron juntamente con Jesús en su ministerio. Aquí en el tercero, los doce son enviados para ministrar solos (cp. Lc 9:1– 6; Mr 6:7– 13).
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) Véase la nota 12 (2) de Ap 21. Así también en el v.2.
1 (2) La autoridad de echar fuera espíritus inmundos y de sanar enfermedades es un anticipo del poder de la era venidera ( Heb_6:5), es decir, del milenio, cuando todos los demonios serán echados fuera y todas las enfermedades serán sanadas ( Isa_35:5-6).
1 (a) Mar_3:13-15 ; Mar_6:7 ; Luc_6:13 ; Luc_9:1
1 (b) Mat_9:35
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
discípulos. Un discípulo es uno que es enseñado por otro; es un aprendiz. En los evangelios, la palabra se usa con frecuencia: de los discípulos de Moisés (Jua 9:28), de Juan el Bautista (Jua 3:25), y de Cristo. Judas es un ejemplo de discípulo incrédulo de Cristo, y hubo otros que le abandonaron (Jua 6:66). Se emplea la palabra en Hechos como sinónimo de creyente. No aparece en todo el resto del NT.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
67 (IV) Discurso de la misión (10,1-42).
(A) La misión de los doce apóstoles (10,1-4). Esta perícopa sirve, junto con 9,36-38, para introducir el segundo gran discurso del evangelio, concretamente, el discurso de la misión dirigido a los doce apóstoles. S. Brown prefiere llamarlo la «sección central», porque incluye segmentos narrativos (9,36; 10,1-5a) y no es estrictamente misionero en el sentido que damos actualmente a este término. Como ocurre con el sermón de la montaña, la sección es una compilación de fragmentos procedentes de Mc y Q, que en su mayoría han sido reelaborados por el mismo Mateo. Peculiar de Mateo son los vv. 5a-8.16b.41. La jugada más atrevida es la transferencia de los vv. 17-25 del discurso apocalíptico del cap. 24 (= Mc 13). En la redacción de Mateo, el conjunto se dirige a los discípulos de antaño, pero también a su propia comunidad. 1. los doce discípulos: Normalmente, los discípulos forman un grupo más amplio, pero aquí y en otros pasajes (¿cap. 18?) Mateo los reduce a Doce. De este modo, al mismo tiempo que mantiene a los Doce unidos al resto de los discípulos, los singulariza como discípulos especiales, les dio autoridad: Todos los evangelistas sinópticos acentúan la importancia de que los emisarios de Jesús reciban de él la autoridad y el poder. Al llamarlos, es Jesús quien toma la iniciativa. El número 12 deriva del número de las tribus de Israel (Mt 19,28) y es el símbolo de la restauración de todo el pueblo. Mateo presupone que todos han sido llamados previamente, aunque sólo haya contado la elección de cuatro (4,18-22). 2. los nombres de los doce apóstoles: Éste es el único lugar en todo el evangelio donde aparece la palabra apóstol. Sobre el origen y significado de apostolos, → Pensamiento del NT, 81:149-52. Él carácter religioso de la función del emisario, que en ocasiones es de carácter secular, deriva, en el Evangelio, de la naturaleza del que envía (Jesús) y del contenido del mensaje (v. 7). Tanto los rabinos como el NT conocen emisarios de la congregación (2 Cor 8,23) o de individuos (1 Cor 1,1). El punto de vista simplemente funcional de Mateo y Marcos (6,30) recibe un desarrollo más complejo y completo en Lucas y Pablo. La lista de apóstoles con ligeras variaciones aparece también en Mc 3,16-19; Lc 6,12-16; Hch1, 13. primero Simón: Sobre esta primacía, cf.
16,17-19. Mateo también sitúa a Andrés junto a su hermano. 3. Mateo: A quien se describe como «recaudador de impuestos»; cf. 9,9. 4. Judas Iscariote: El apellido puede significar «natural de Kerioth» o «embustero».
68 (B) El encargo de los Doce (10,5-16). Cf. Mc 6,7-13; Lc 9,1-6. 5. no toméis el camino de gentiles: El mandato de evitar la evangelización de gentiles y samaritanos sigue la propia práctica de Jesús, tal y como afirma en 15,24. La gran dificultad consiste en reconciliar estos versículos con el gran encargo de 28,19. No hay una respuesta fácil, pero la apertura hacia los gentiles se observa en muchos lugares de Mt (10,18; 3,9; 8,1 ls; 21,43; 22,1-14; 23,38-39). Tal vez incluyó Mateo este mandato aquí porque era importante para los miembros de su comunidad y expresaba la fuerte conciencia judía de su propia tradición especial. Sin embargo, el v. 18 implica la existencia de una misión a los gentiles realizada por otros discípulos; la fase que hallamos en Gál 2,9. 28,19 sigue siendo un sorprendente deus ex machina, a pesar de las sutiles preparaciones previas. Para la bibliografía, → 72 infra. 6. a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Esta frase (Ez 34,2-6) se refiere en primer lugar a la totalidad de Israel, que incluye a las «tribus perdidas». Pero también se refiere a un grupo dentro de Israel, concretamente, al ‘am há’ares, que, literalmente, significa «el pueblo de la tierra», gente que por cualquier razón (medios de vida, negocios de mala fama, falta de interés o educación) estaba marginada y apartada de los principales círculos religiosos de liderazgo y piedad. Aunque no exclusivamente, Jesús sentía por ellos un especial interés. Su objetivo no era debilitar al pueblo de Dios, sino unirlo. Estas «ovejas perdidas» respondían a su solicitud. 7. el reino de los cielos está cerca: Los apóstoles anuncian el mismo mensaje que el Bautista y Jesús (cf. 3,2; 4,17). 8. gratis los recibisteis: Es una frase sorprendentemente paulina (Rom 3,24; 2 Cor 11,7), cuyo significado es que las verdades divinas de salvación son tan importantes para todos, que hay que enseñarlas sin tener en cuenta el pago de los que escuchan. Los rabinos compartían también este ideal; p.ej., Hillel decía: «El que hace un uso mundano de la corona, perecerá» (m’Abot 1,3; 2,20; 3,18; 4,5). El ideal queda atemperado por la realidad que se afirma en el v. 10b: el obrero tiene derecho a su sustento (Nm 18,31). El misionero tiene que vivir. La tensión entre estos dos principios no es absoluta, pero el equilibrio resulta complicado. 9. no llevéis oro: La lista corresponde a un equipo de viaje. En mBer. 9,5, se prohíbe entrar en el patio del templo con este equipo. El paralelo marcano (6,8-11) permite las sandalias y el bastón (para protegerse de animales salvajes y ladrones). La regla más severa acentúa la santa urgencia de la misión. 11. cualquier pueblo: Los misioneros deben depender de la hospitalidad local, para compartir la vida de aquellos a quienes son enviados, con todos los inconvenientes y riesgos que conlleva. 16. astutos como serpientes: Es una enseñanza peculiar de Mateo (cf. Rom 16,19; 1 Cor 14,20; Midr. Cant 2,14: «Dios dice de los israelitas: «Para mí son sinceros como palomas, pero para los gentiles son prudentes como serpientes”»; es un texto tardío que muestra que se conocía el logion de Mt o que se trataba de un dicho proverbial). El dicho es importante en cuanto distingue entre inocencia y simpleza. Cf. Lc 16,8.
69 (C) Cómo afrontar las persecuciones futuras (10,17-25). Sobre este asunto, cf. D. R. A. Haré, The Theme of Jewish Persecution. La mayor parte de esta sección está tomada de Mc 13,9-13 y se repite con variaciones en Mt 24,9-14. 17. sus sinagogas: Posiblemente, en contraste con las sinagogas judeocristianas (Sant 2,2), pero, a la vez, sugiere que la comunidad de Mateo había sido ya expulsada de la sinagoga. Sobre los procedimientos del sanedrín, cf. mSanh.; sobre la paliza, cf. mMak. 18. llevados ante prefectos y reyes: Los «prefectos» eran los gobernadores de las provincias romanas; los «reyes» serían gobernantes vasallos, como Herodes Agripa I (Hch 12,2), que estaban bajo la autoridad del emperador, o los mismos emperadores, un testimonio… para los gentiles: No necesariamente por la predicación misionera (cf. v. 5), sino por las declaraciones sobre la resistencia a la persecución (28,19). 19. se os dará… qué decir: Este versículo se utiliza como excusa para no preparar las homilías, pero el contexto señala solamente a situaciones de emergencia. 20. el Espíritu de vuestro Padre: En contraste con el paralelo lucano, Mateo subraya que el Espíritu Santo es el espíritu de Dios Padre. 21b. Véase Miq 7,6. 22. el que resista hasta el final: La paciencia persistente ante el sufrimiento escatológico (el final) es, para Mateo, la fe que salva. 23. las ciudades de Israel: Strecker (Weg 41-42) piensa que se refiere a cualquier lugar del mundo en el que vivieran judíos, pero esto es forzar el texto. Este versículo, junto con Mc 9,1; 13,30, llevaron a A. Schweitzer a pensar que Jesús predijo la llegada del Hijo del hombre dentro de la vida temporal de los apóstoles, y que falló en este punto (cf. M. Künzi, Das Naherwartungslogion Matt 10,23 [2 vols., BGBE 9, Tubinga 1970, 1977]). Sobre el conocimiento de Jesús, cf. R. E. Brown, Jesús God and Man (Nueva York 1967) 39-102. La solución más sencilla es pensar que Jesús esperaba la venida tras un intervalo cuyos detalles dejó sin determinar (Mc 13,32). Históricamente, los cristianos huyeron a Pella, que estaba en la Decápolis (Eusebio, HE 3.5.3). 24. el discípulo no es más que su maestro: Este versículo y el siguiente son importantes para comprender el concepto de discipulado que aparece en los evangelios (cf. Viviano, Study 158-71). «Discípulo» significa aprendiz o estudiante. El seguidor de Jesús tiene que ser un estudiante de Jesús durante toda su vida, puesto que lo que él enseña es sabiduría sobre la vida misma. En el trasfondo encontramos las relaciones académicas judías de aquel tiempo, pero, precisamente por esto, surge un peligro. En la relación académica normal, una vez que el discípulo ha aprendido lo que el maestro tenía que enseñarle, se dirige hacia otro maestro o se constituye en maestro. Esto es lo que hicieron los gnósticos: convertir a Jesús en un maestro entre otros muchos maestros. Fue precisamente para bloquear la posibilidad de perversión de la simple afirmación original de Jesús (como se encuentra en Lc 6,40) en dirección gnóstica, por lo que Mateo la reelaboró incluyendo las palabras «ni un esclavo es más que su señor». Esto significa que, para el creyente, Jesús no es solamente un maestro sino también un Señor para siempre. (Sobre el punto de vista gnóstico, cf. EvTom 13).
70 (D) Miedos apropiados e inapropiados (10,26-31). Cf. el paralelo de Q en Lc12,2-7. Mateo ha elaborado con esmero su fuente de tal modo que no sólo concluye con el tema del miedo sino que comienza con él; así unifica el material creando una inclusión. También ha alterado su fuente para producir un contraste entre el ministerio oculto de Jesús y el ministerio (más) público de los discípulos en el v. 27. Comparemos con los pasivos teológicos de Lucas (ZBG § 236), que se dirigen a una revelación divina futura. Mateo mantiene los pasivos en el v. 26 como fundamento de la valiente proclamación en el v. 27. 26. no les tengáis miedo: El ministerio de la predicación es intrínsecamente aterrador. Sólo la fe en un Dios juez que se revela puede superar ese temor. 28. temed a quien puede destruir el alma y el cuerpo: La antropología implícita parece helenista, p.ej., el concepto de alma como una realidad intrínsecamente inmortal (cf. 1 Tim 6,16). La fuerza del verbo «destruir» es dudosa. ¿Significa que Dios aniquilará el cuerpo y el alma, y que el infierno significa la aniquilación? ¿O significa, más bien, «afligir» y «atormentar»? 29. dos pajarillos: Se presenta la vida más barata del mercado; incluso la preocupación providencial de Dios se extiende hasta ella. 30. vosotros valéis más que los pajarillos: Se usa una argumentación rabínica (qal wá-hómer, comparación de lo ligero con lo pesado) para superar el miedo y animar a los discípulos a confiar en Dios.
71 (E) Confesar a Jesús ante la gente (10,32-39). Cf. Lc 12,8-9. Dos versos paralelos que tratan de la confesión o negación de Jesús ante la gente y los correspondientes resultados ante Dios; cf. Mc 8,38; Lc 9,26. Estos versículos pueden representar un solapamiento McQ, por lo que tendrían una gran antigüedad e importancia; en Mc 8,38 se conserva la forma más original. En el texto marcano se presupone una diferencia entre Jesús y el futuro Hijo del hombre. Pero esta distinción está solamente implícita con el objeto de limitarla por la afirmación principal: la reacción ante Jesús determinará el destino futuro con relación a la salvación. La forma de Mateo presupone una identificación entre Jesús y el Hijo del hombre, un nexo ya realizado en Q. De igual modo, aunque Mateo se refiera con frecuencia a los ángeles, prefiere concentrarse aquí en el Padre celestial. El modelo de estos dos versículos se encuentra, primeramente, en 1 Sm 2,30, donde es Dios quien habla (cf. R. Pesch, «Über die Autoritát Jesu», Die Kirche des Anfangs [Fest. H. Schürmann, ed. R. Schnackenburg et. al., Leipzig 1977] 25-55). Aquí se trata de los sufrimientos del discipulado (10,34-39). Cf. Le
12,51-53; 14,25-27; 17,33; son dichos que proceden de Q. Notemos también la introducción lucana (12,49.50). En la disposición de Mateo, encontramos en primer lugar los paradójicos resultados de la obediencia a la voluntad divina en la vida de Jesús, y después en la de los discípulos. 34. he venido: Esta importante fórmula (3 veces aquí y en el v. 35) pone el énfasis en la misión de Jesús (cf. E. Arens, The élthon-Sayings in the Synoptic Tradition [OBO 10, Friburgo 1976] 64-89). no paz sino espada: La espada no debe entenderse como implicación de una revuelta zelota, sino como el lamentable efecto colateral de la tensión y división resultantes de la inflexible proclamación del reino. Además, Jesús declara benditos a los constructores de paz (5,9). 35. al hombre contra su padre: Mateo cita más plena y correctamente Miq 7,6 que Lucas, omitiendo únicamente el término «hijo». 36. los de su propia casa: Aunque es parte de una alusión ve terotestamentaria, estas palabras expresan muy bien la dolorosa lucha fraterna entre los miembros de la comunidad de Mateo y sus compatriotas judíos en el movimiento rival por la herencia del AT. La lucha no es un fin en sí mismo, sino una consecuencia inevitable de la lealtad absoluta que Jesús pide a sus discípulos. 37. quien ama a su padre o su madre más que a mí: Cf. los paralelos internos en 16,24-25; 19,29; cf. Mc 8,34-35; 10,29-30. Podemos tener aquí otro caso de solapamiento entre Mc y Q, dos fuentes primitivas independientes de la tradición sobre Jesús. Así que es históricamente muy probable que Jesús dijese algo parecido y que llamase a algunos a un discipulado radical. Pero es difícil determinar las palabras precisas. Mateo parece haber simplificado y clarificado el v. 37 en comparación con la forma lucana, reemplazando el término «odiar», que podría ser fácilmente malinterpretado, aunque es una auténtica expresión idiomática semítica, por la frase más correcta «amar más», y sustituyendo, con menos acierto, la frase «no puede ser discípulo mío» por «no es digno de mí». Más difícil es decidir qué evangelista es más fiel a la lista original de los miembros de la familia. Lucas incluye esposa, hermanos y hermanas; lo que implicaría el celibato como elemento indispensable para un discipulado radical. Según E. Schüssler Fiorenza (In Memory of Her [Nueva York 1983] 145 [trad. esp.: En memoria de ella (Bilbao 1989)], esta exigencia excluye a las mujeres de este tipo de discipulado; pero, de hecho, el texto habla de «esposa». Puesto que Lucas ha alterado Mc 19,29, añadiendo en 18,29 el término «esposa», la mayoría de los autores consideran esta palabra como glosa redaccional de Lucas, pero ya hemos visto cómo Mateo suaviza dichos radicales de Q sobre la pobreza y el divorcio. Por tanto, es posible que Q tuviese la forma más difícil y Lucas la reprodujo fielmente, reelaborando el texto de Mc conforme a Q. La exigencia radical de Jesús puede caracterizarle como antifamiliar, pero 15,4-6 muestra que no es así. Más bien, entendemos sus exigencias radicales como necesidad por la urgencia del reino de Dios, y, en su contexto social (la familia judía de su época), podría seguramente suponer que la vida familiar seguiría adelante sin problemas. Algunas culturas tienen tal lealtad extrema a la familia que los sociólogos hablan de víctimas del familismo amoral. 38-39. Véase el comentario sobre 16,24-25.
72 (F) Recompensas del discipulado (10,40-42). En su forma presente, estos versículos muestran la extrema habilidad redaccional de Mateo. Pero al menos los vv. 40 y 42 deben relacionarse con la tradición primitiva; cf. Lc 10,16; Jn 13,20; Mc 9,37.41; Mt 18,5. El v. 41 puede ser un desarrollo propiamente mateano del versículo anterior. 40. quien os recibe a vosotros, me recibe a mí’. Este es un versículo importante porque explica la naturaleza del oficio apostólico con el principio legal que rige el envío del emisario judío: «El representante de una persona es como si fuera ella misma» (mBer: 5,5). Profundiza en la base religiosa del discipulado, derivándolo en el último lugar del mismo Dios en una sucesión en cascada mediada por Jesús, quien, a su vez, es el apóstol del Padre. La dignidad de los ministros cristianos situados en esta línea es, por supuesto, de gran importancia, pero todo depende de lo que han recibido gratuitamente. 41. quien recibe a un profeta: Parece que en la comunidad de Mateo hubo profetas (7-15.16; 23,34; Did 11,3-6). quien recibe a un justo: Los especialistas han identificado esta categoría con el cristiano fiel, con el maestro o con quien había sufrido persecución por la fe y permanecía en la comunidad como testigo reconocido. 42. estos pequeños: El término «pequeño» podría referirse al apóstol/discípulo, pero, con mayor probabilidad, se refiere a los miembros de la comunidad que carecían de formación (cf. 18,6.10.14). En este caso, tendríamos en estos vv. 40-42 una visión de la estructura de la comunidad de Mateo (cf. 23,34). Puede observarse que, si Dios recompensa a quien da un vaso de agua fresca a un discípulo, cuánto no más recompensará a quien instala el sistema hidrológico de toda una ciudad.
(Sobre el cap. 10: Beare, F. W., «The Mission of the Disciples and the Mission Charge: Matthew 10 and Parallels», JBL 89 [1970] 1-13. Brown, S., «The Mission to Israel in Matthew’s Central Section (Mt 9,35-11,1)», ZNW 69 [1978] 73-90; «The Two-fold Representation of the Mission in Matthew’s Gospel», ST 31 [1977] 21-32: «The Matthean Community and the Gentile Mission», NovT 22 [1980] 193-221. Hengel, M., Between Jesús and Paul [Filadelfia 1983] 48-64. Jeremías, J., Jesús’ Promise to the Nations [SBT 24, Londres 1967], Meyer, P. D., «The Gentil Mission in Q», JBL 89 [1970] 405-17.)
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
He aquí la historia de la primera ordenación que ha tenido lugar en el mundo. He aquí una relación de las primeras instrucciones dadas á los ministros cristianos. Jamás ha habido una ordenación más importante: jamás se han dado instrucciones tan sagradas.
Tres son las observaciones que más naturalmente se desprenden de este pasaje. Examinémoslas en debido orden.
1. No todo ministro es necesariamente un hombre bueno. Nuestro Señor eligió como apóstol á Judas Iscariote, sabiendo, como sabia, que era un hombre avariento.
Bueno será que tengamos presente ese hecho. Las órdenes no comunican la gracia salvadora del Espíritu Santo, y los que las reciben puede ser que no sean verdaderos cristianos. Con mayor razón, pues, debemos guardarnos de considerar á los ministros como infalibles, ya sea en materias de doctrina ó de costumbres, y de convertirles en ídolos y hacer que reemplacen en nuestros corazones al mismo Salvador. Siendo como son hombres de las mismas pasiones y sujetos á idénticas tentaciones que los demás, hombres que necesitan diariamente de la gracia que de lo alto desciende, no hay que considerarlos como si estuviesen fuera del alcance de la adulación, la avaricia y los halagos del mundo. Es preciso comparar sus enseñanzas con las de la palabra de Dios, y separarnos de ellos tan luego como se aparten de Jesucristo. Ante todo, debemos pedir á Dios que se conduzcan como sucesores no de Judas Iscariote sino de Santiago y Juan. ¡Los deberes del ministro aparejan una responsabilidad tremenda! El que recibe las órdenes sagradas necesita mucho de que se ore por él.
2. La gran tarea del ministro del Evangelio es hacer bien á sus semejantes. Su misión es buscar las ovejas perdidas; proclamar las buenas nuevas del Evangelio; aliviar á los que sufren; consolar á los tristes; y hacer todo esfuerzo por promover la felicidad y el contento. Tócale dar, más bien que recibir.
Es claro, pues, que el ministro fiel no puede tener una vida de holganza: debe estar pronto á emplear todas sus fuerzas, físicas é intelectuales, en el cumplimiento de sus deberes. La desidia y la frivolidad son malas en todas las profesiones, mas son todavía peor en la del pastor de las almas. Es también claro que los ministros de Jesucristo no ocupan la posición que la gente ignorante suele darles, y que ellos, por desgracia, asumen á veces. No es tanto para regir que se les ordena, sino para servir. 2Co 1:24. Feliz será para la causa de la verdadera religión el día en que se entiendan mejor estas verdades. La mitad de los males que han afligido al Cristianismo han surgido de las ideas erradas acerca de la dignidad del ministro.
3. Peligrosa cosa es desdeñar las ofertas que el Evangelio entraña. El castigo será más tolerable para Sodoma y Gomorra el día del juicio que para los que hubieren oído la verdad divina y no la hubieren aceptado.
Esta doctrina merece maduro examen. No son solo los pecados escandalosos que precipitan á los hombres en la ruina eterna. Si oyen y no creen, si escuchan sin arrepentirse, si se acercan á la iglesia pero no se acercan espiritualmente á Jesucristo, sus almas están en un peligro inminente. Todos seremos juzgados de acuerdo con los conocimientos que hayamos poseído: todos tendremos que rendir cuenta del uso que hayamos hecho de nuestros privilegios religiosos. Oír las doctrinas del Cristianismo, y sin embargo permanecer indiferente, es uno de los peores pecados que el hombre
Fuente: Los Evangelios Explicados
R500 Ἐξουσίαν con el genitivo significa aquí: autoridad sobre.
R809 El participio προσκαλεσάμενος presenta a Jesús como el que llama a los discípulos a Sí mismo.
R1089 Ὥστε con el infinitivo tiene en este versículo la idea de propósito; significa: para que, no de tal manera que (comp. M140 y T136; denota tendencia o resultado intencional como tal: echarlos fuera -B371).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, autoridad
Fuente: La Biblia de las Américas
Vocación de los doce Apóstoles. Avisos que les da el Señor. Les dice que no ha venido a traer la paz, sino la guerra: cómo deben confesarse delante de los hombres: cómo han de llevar su cruz; y que contará como hecho a sí mismo lo que hicieren a otros por amor suyo.
2 a. En el primer versículo los llama discípulos, en este Apóstoles, que quiere decir enviados, porque los enviaba a predicar su reino y doctrina.
b. Para distinguirle de Simón el Cananeo.
3 c. Hijo de Zebedeo; y lo mismo después hijo de Alfeo.
d. El Griego: kái lebbáios ho epiklethéis thaddáios (y Lebeo, que tenía el sobrenombre de Tadeo).
4 e. Cananeo, acaso por venir de la ciudad de Caná; mas nunca derivado de Canaán ni sus descendientes.
f. Iscariotes, Isch-Queriioth, quiere decir varón u hombre de Kerioth, y vulgarmente Carioth, que era el pueblo donde había nacido.
5 g. Les manda el Señor, que antes de pasar a predicar a los gentiles y samaritanos, lo hiciesen con los judíos, que llama las ovejas que perecieron de la casa de Israel. A estos había escogido por su pueblo, y se nombraba siempre su pastor; pero ellos como ovejas perdidas se habían apartado de él por sus delitos. Era necesario anunciar primero a los judíos la venida del Mesías, para que no pudiesen excusar su dureza, diciendo que antes que a ellos había enviado sus Apóstoles a los samaritanos y gentiles. Mas cuando vieron que perdían tiempo con los judíos, se vieron obligados a abandonarlos, y a decirles con firmeza (Hch 13,46): Vosotros érais los primeros a quienes se debía anunciar la palabra de Dios; pero por cuanto por vuestra obstinación os hacéis indignos de la vida eterna, nos vamos a predicar a los gentiles. El texto Griego: kái eis pólin, y en ciudad.
7 h. Los profetas hasta entonces habían prometido al pueblo de Israel, que era todo carnal, la tierra y los bienes de ella, si eran fieles a las observancias legales; pero el Señor manda a sus Apóstoles que anuncien la proximidad del Reino de los Cielos, y que prometan los bienes eternos a los que fuesen fieles a sus mandamientos; en lo que se ve la gran distancia que hay de la ley escrita a la de gracia.
9 i. Esta es una breve suma de la perfección evangélica; y el ministro del Evangelio debe estar desembarazado de todo aquello que le puede apartar y distraer del cumplimiento de su vocación. Y esto es lo que Jesucristo encarga aquí a sus Apóstoles.
j. Los soldados, y los que viajaban, acostumbraban llevar el dinero en los cintos, fajos, o cinturones con que ceñían su cuerpo. Aún vemos esta práctica en España.
10 k. No se opone a esto lo que se dice en Lc 22,35, pues el sentido sencillo de estas palabras es, que saliesen prontamente a su misión, sin detenerse a hacer provisión para ella, pues el Señor no dejaría de proveerles, como a ministros suyos, en todas sus necesidades. De este lugar, cotejado con Hch 12,8, se ve que en los Evangelistas no se halla diferencia entre hupodémata, y sandália.
l. El fruto de la viña pertenece al que la plantó, y la leche del ganado a los pastores. Del mismo modo debían ellos recibir las cosas necesarias para su alimento, de aquellos a quienes anunciaban el Evangelio; no como recompensa de su trabajo, sino como un apoyo de la vida presente. S. August.
11 m. Hombre de piedad y religión, que reciba en su casa a los huéspedes y peregrinos, y que muestre solicitud por su salvación, y por la de sus prójimos.
12 n. Así como los latinos para saludar usan de esta fórmula: ave, o salve, y los griegos de jáire, del mismo modo los hebreos y siros usaban de esta Schalón lách; paz a ti; y con estas palabras se deseaban todo género de prosperidades.
13 o. De la paz evangélica que le anunciaréis.
p. El Griego: eiselthéto, etc. epistraféto, en imperativo ambos verbos. A la letra: Que vuestra paz venga sobre ella, etc., que vuestra paz vuelva sobre vosotros.
q. No la del mundo; no aquella que grita paz, paz, no habiendo paz; no aquella que yo vine a destruir, sino la del cielo, que viene de lo alto: et in terra pax hominibus bonae voluntatis.
r. Y por consiguiente esta paz celestial y divina se ausentará de aquella casa.
14 s. Aunque sea de Israel, tenedla por profana, impura y abominable, como si fuera de gentiles. Creían que sólo el contacto de la tierra de los gentiles los hacía inmundos.
15 t. El castigo. Será tratada con menos rigor la tierra de los de Sodoma. El que no escuchare vuestra doctrina tendrá dos castigos: el primero, quedar privado de la paz que le anunciaréis; el segundo, ser tratado en el juicio de Dios con mayor rigor que las ciudades de Sodoma y de Gomorra. Fue menor el pecado que estas cometieron, dice San Hilario, porque no conocían a Jesucristo; pero es un delito que no merece remisión, el no recibir la verdad, cuando se predica; o corromperla y alterarla maliciosamente, después de haberla recibido. Los versículos 20, 21, 22, 23 y 24 del capítulo siguiente pueden servir de exposición a este.
16 u. Así como la serpiente cubre su cabeza, y expone todo el cuerpo por guardar lo que es el principio de su vida; del mismo modo nosotros debemos conservar nuestra cabeza, que es Jesucristo, exponiendo todo lo demás. San Jerónimo.
17 v. Tened por sospechosos, y no os fieis, en cuanto vuestra conciencia y vocación lo permitiere, de hombres contrarios al Evangelio; porque el odio que le tendrán, prevalecerá a todos los respetos naturales o civiles.
18 w. En el día del juicio, los judíos que os entregaron, y los gentiles a quienes fuisteis entregados, no tendrán la menor disculpa. La libre confesión de mi nombre y de mi verdad los convencerá, y conocerán que perecieron por su culpa y ceguedad; porque habiendo recibido tantos beneficios, visto tan grandes milagros, y oído una doctrina tan saludable y celestial, rehusaron admitir la salud que se les ofrecía.
19 x. El ejemplo de tantos mártires prueba claramente esta verdad, y que ellos no eran más que unos órganos del Espíritu soberano que hablaba por sus bocas.
23 y. Por el ejemplo de Jesucristo y de otros santos se ve, que en algunas ocasiones no solamente se puede, sino que se debe huir del furor de los perseguidores.
z. De transitar, o evangelizar.
a. San Hilario explica esto diciendo que después que haya entrado en la Iglesia la multitud de las naciones, los judíos que estén destinados para llenar el número de los santos serán llamados a la misma Iglesia, cuando se acerque la segunda venida del Hijo de Dios. Y así les anuncia en cierto modo con estas palabras su incredulidad y dureza presente, y por último su conversión a la fe.
24 b. Quiso el Señor advertir a sus discípulos, que no debían esperar ser tratados mejor que Él lo había sido, si le miraban, y respetaban como a su Señor y Maestro.
25 c. Baal-zebúb, vulgarmente Beelzebub, que quiere decir señor de las moscas; porque se creía que ahuyentaba las moscas. Y en Lc 9,15 se llama Beelzebul; esto es, señor del estiércol; porque zébul; en caldeo y siríaco significa estiércol. Así llamaban al ídolo de Accaron, y en detestación de él fue puesto este nombre al demonio. Los judíos acusaban a Cristo, que lanzaba los demonios en virtud de Beelzebub príncipe de los demonios.
27 d. Lo que os he enseñado en particular y en un rincón de la Judea predicadlo con libertad por todas las ciudades y por todo el mundo (San Hilario). Esto hace alusión a lo que el doctor o escriba acostumbraba hacer, pues desde su cátedra o asiento decía al oído del intérprete lo que este repetía después en voz clara y sonora a toda la escuela. Y también a que la víspera del sábado desde el tejado o terrado de una casa muy alta avisaba al pueblo que se preparase, porque iba a entrar el sábado.
31 e. Si dos pajarillos, que son de tan vil precio, no dejan de estar bajo de una particular providencia y cuidado de Dios: ¿cómo vosotros, que por la naturaleza de vuestra alma sois eternos, podréis temer que no os mire con particular cuidado aquel a quien respetáis como a vuestro Padre? San Jerónimo.
34 f. La paz que el mundo desea, la paz terrena y falsa.
g. La palabra del Señor es llamada en la Escritura una espada espiritual (Hb 4,12) una espada de dos filos, que alcanza hasta dividir el alma, las coyunturas y tuétanos; y que discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Esta es la espada, dice San Hilario, que el Hijo de Dios vino a traer sobre la tierra, cuando por su palabra viva y eficaz, como la llama San Pablo, produjo estas grandes separaciones, de que se habla aquí; permitiendo que en las mismas familias, los que abrazaban la fe tuviesen por enemigos a aquellos de su propia casa, que resistían a la palabra de la verdad. Y se cumplió en esto la profecía de Miqueas (7,6).
36 h. Esto es, del hombre que me querrá seguir, serán enemigos los mismos de su casa, sus más cercanos parientes.
38 i. Quien no recibe, quien no lleva de buen grado su cruz, y sufre los trabajos por amor mío. Cristo es el primer maestro que enseñó la doctrina de la cruz.
39 j. El que al tiempo de la confesión de mi nombre en presencia de los tiranos me niega por salvar su vida, perderá su alma; y al contrario.
40 k. A mi Padre celestial.
41 l. Recibirá la recompensa que merece el que recibe a un justo, a un profeta, o a un ministro de mi palabra, porque recibe a aquel que habita en el justo o en el profeta, y se hace digno de una recompensa proporcionada a su fe. San Juan Crisóstomo.
42 m. De los más despreciables de mi Iglesia, que no sea recomendable por las calidades exteriores.
n. Por la consideración y respeto de ser discípulo mío.
Fuente: Notas Bíblicas
[2] Un versículo a menudo usado para refutar la verdad de las dos-casas. Ciertamente, más adelante lo apoya al afirmar que los discípulos permanecerían proclamando el reino en las ciudades Israelitas en el tiempo de la vuelta de Moshiaj. Estas ciudades no pueden ser limitados al primer siglo en Judea, puesto que toda Judea fue cubierta con las Buenas Nuevas en unos pocos meses, o quizás años. Aquí vemos que hay tantas ciudades Israelitas para recorrer en todo el globo y en todas las naciones, y que los discípulos seguirían yendo a estas ciudades Israelitas hasta el regreso de El Hijo de El Hombre.
[3] Referencia Shem Tov.
[4] Referencia Shem Tov.
[5] Dividir a Israel basado en la lealtad al Rey y nunca más a través de la división de las dos casas.
[26] Algún día se verá vuestra inocencia.[42] Frase que denota un beneficio pequeño o que cuesta poco.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat