Comentario de Mateo 10:34 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“No penséis que he venido para traer paz a la tierra. No he venido para traer paz, sino espada.

10:34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. — Cristo es el “Príncipe de paz” (Isa 9:6), pero ¿en qué sentido? Jua 14:27, “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Jua 14:27). El no decía “paz, paz” cuando no había paz como solían hacer los falsos profetas (Jer 8:11). Luc 2:14 dice, “¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” pero mejor la traducción de LBLA: “paz entre los hombres en quienes El se complace”. Efe 2:14, “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, Col 2:14) para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca”. Esta es la paz que trajo, la paz que se realiza con Dios como también los unos con los otros por medio de la obediencia al evangelio de paz. Pero en lugar de paz habrá espada en cuanto a la relación entre cristianos que son luz y los del mundo que son tinieblas.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

no penséis que he venido para traer paz. Jer 15:10; Luc 12:49-53; Jua 7:40-52; Hch 13:45-50; Hch 14:2, Hch 14:4.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Para la decepción de muchos cristianos a través de los años, esto a menudo ha venido de los más allegados quienes los han rechazado a ellos y a su mensaje, aun hasta el punto de la traición. El Señor mismo experimentó esos sentimientos con la traición de Judas y la negación de Pedro.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

NO HE VENIDO PARA TRAER PAZ. Aunque se le llama a Jesucristo «el Príncipe de paz» (Isa 9:6; cf. Mat 5:9; Rom 5:1), y la verdad siempre debe proclamarse con amor (Efe 4:15), hay un sentido en que su venida y la proclamación del evangelio traerán división, y que será intencionalmente así.

(1) La fe en Cristo separa al creyente del pecador y del mundo (vv. Mat 10:32-37; Luc 12:51-53; véase el ARTÍCULO LA SEPARACIÓN ESPIRITUAL DE LOS CREYENTES, P. 1654. [2Co 6:17-18]).

(2) La proclamación de la Palabra de Dios y su verdad traerá oposición, división y persecución (Mat 12:24; Mat 14:4-12; Mat 27:1; Hch 5:17; Hch 7:54-60; Hch 14:22).

(3) El Llevar una vida conforme a las normas justas de Cristo traerá burla y despreció (Mat 5:10-11).

(4) La defensa de la fe apostólica del NT contra la herejía traerá división (2Co 11:12-15; Gál 1:9; Flp 1:15-17 véase 2Ti 1:15, nota).

(5) La enseñanza de Cristo sobre la paz y la unidad debe sostenerse fielmente en contraste con la verdad de que Él no vino «a traer paz, sino espada» (véase Jua 17:21, nota).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

No … para traer paz, sino espada. Aunque el fin último del evangelio es la paz con Dios (Jua 14:27; Rom 8:6), el resultado inmediato el evangelio es frecuentemente el conflicto. La conversión a Cristo puede resultar en tensiones en las relaciones familiares (vv. Mat 10:35, Mat 10:36), persecución e incluso, el martirio. Seguir a Cristo supone la intención de soportar semejante penalidad (vv. Mat 10:32, Mat 10:33, Mat 10:37-39). Aunque Él es llamado «Príncipe de paz» (Isa 9:6), Cristo no engañaría a nadie haciéndole pensar que Él ofrece a los creyentes a una vida libre de todo problema.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

10:34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. — Cristo es el “Príncipe de paz” (Isa 9:6), pero ¿en qué sentido? Jua 14:27, “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Jua 14:27). El no decía “paz, paz” cuando no había paz como solían hacer los falsos profetas (Jer 8:11). Luc 2:14 dice, “¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” pero mejor la traducción de LBLA: “paz entre los hombres en quienes El se complace”. Efe 2:14, “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, Col 2:14) para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca”. Esta es la paz que trajo, la paz que se realiza con Dios como también los unos con los otros por medio de la obediencia al evangelio de paz. Pero en lugar de paz habrá espada en cuanto a la relación entre cristianos que son luz y los del mundo que son tinieblas.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA GUERRA DEL MENSAJERO DEL REY

Mateo 10:34-39

No creáis que he venido a traer la paz a la Tierra: no he venido a traer la paz, sino la espada. He venido a poner a un hombre en desacuerdo con su padre, a una hija con su madre, a una nuera con su suegra… y los enemigos de una persona serán los miembros de su propia familia. El que ame a su padre o a su madre más que a Mí, no merece ser Mi seguidor; y el que no tome su cruz y Me siga, no merece ser Mi seguidor. El que piense en encontrar la vida será el que la pierda; y el que pierda la vida por causa de Mí será el que la halle.

En ningún otro pasaje se despliega más claramente que en éste la absoluta honestidad de Jesús. Aquí coloca el listón de la demanda cristiana en lo más alto y menos asequible. Dice a los suyos exactamente lo que pueden esperar si aceptan la comisión de mensajeros del Rey. Jesús ofrece .aquí en este pasaje cuatro cosas.
(i) Ofrece la guerra; y en esa guerra sucederá a menudo que los enemigos de una persona serán los de su propia casa.

El caso es que Jesús estaba usando un lenguaje que les era perfectamente familiar a los judíos. Los judíos creían que una de las características del Día del Señor, el día en que Dios intervendría en la Historia, sería la división de las familias. Los rabinos decían: «En el tiempo cuando venga el Hijo de David, una hija se levantará contra su madre, una nuera contra su suegra.» «El hijo desprecia al padre, la hija se rebela contra su madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos de un hombre son los de su propia familia.» Es como si Jesús dijera: «El fin que habéis estado esperando ha llegado, y la intervención de Dios en la Historia ya está dividiendo las familias y los grupos y los hogares.»
Cuando surge una gran causa, la gente se divide irremisiblemente; no se puede evitar que haya quienes acepten, y quienes rechacen el desafío. El encontrarse cara a cara con Jesús supone tener que decidir si se Le acepta o se Le rechaza; y el mundo siempre estará dividido entre los unos .y los otros.
Lo más amargo de esta guerra era que los enemigos de una persona fueran los de su propia casa. Puede suceder que el amor que uno tenga a su esposa y a su familia le haga renunciar a alguna gran aventura, a algún curso de servicio, a alguna llamada al sacrificio; ya sea porque no se quiere separar de ellos o porque no quiere someterlos a ningún peligro.

T. R. Glover cita una carta de Oliver Cromwell al lord Wharton del 1 de enero de 1649, y Cromwell tenía en mente la sospecha de que Wharton estuviera tan unido a su esposa y hogar que se negara a escuchar la llamada a la aventura y a la lucha y decidiera quedarse en casa: «Mis respetos a la querida señora; querría que no la convirtieras en una tentación mayor de lo que es. Guárdate- de .todos los parientes. Las misericordias no deben ser tentaciones; pero a veces es en eso en lo que las convertimos.»

A veces sucede que uno desoye la llamada de Dios a algún servicio arriesgado porque se deja inmovilizar por los lazos familiares. Esta es una disyuntiva frecuente. Puede que uno pase por la vida sin tener que arrostrarla; pero es un hecho que es posible que los más queridos se conviertan en los peores enemigos si son ellos los que de alguna, manera le impiden a uno hacer lo que Dios quiere que haga.
(iii),Les ofrece una elección; y una persona tiene que escoger a veces entre los lazos más íntimos de la Tierra y la lealtad a Jesucristo.

Bunyan experimentó dramáticamente este dilema. Lo que más le angustiaba en la cárcel era el efecto que tendría en su esposa e hijos. ¿Qué sería de ellos, privados de su apoyo? » El separarme de mi mujer y de mis pobres hijitos se me hacía en este lugar algo tan desgarrador como si me arrancaran la carne de los huesos; y eso, no sólo porque aprecio en gran manera esas bendiciones, sino también porque me venían a menudo a la mente las muchas dificultades, miserias y necesidades que tendría que soportar mi pobre familia si me separaran de ella, especialmente mi pobre hijita ciega, que pesaba en mi corazón más que todo lo demás. ¡Oh, la idea de las adversidades que tendría que pasar mi cieguecita me destrozaba el corazón… ! Pero, volviendo en mí, pensé que lo tenía que aventurar todo por Dios, aunque fuera como separar la uña de la carne. ¡Oh, al verme en esta condición me comparaba con un .hombre que estuviera derribando su casa encima de su esposa e hijos! Pero pensé: Lo tengo que hacer, lo tengo que hacer.» Es verdad que esta terrible disyuntiva no es muy frecuente; por la misericordia de Dios, puede que no se nos presente nunca a muchos de nosotros; pero sigue siendo un hecho que todas las lealtades deben ceder el paso a la lealtad a Dios.

EL PRECIO DE SER
UN MENSAJERO DEL REY

Mateo 10:34-39 (conclusión)

(iii) Jesús ofrece una cruz. Los habitantes de Galilea sabían muy bien lo que era una cruz. Cuando el general romano Varo aplastó el levantamiento de Judas el Galileo, crucificó a dos mil judíos; colocando las cruces al borde de todas las carreteras que conducían a Galilea. En la antigüedad, los criminales llevaban a cuestas el travesaño de la cruz al lugar de la ejecución, y los hombres a los que hablaba Jesús habían visto a los reos marchar tambaleándose bajo el peso de las cruces y muriendo en agonía sobre ellas.

Los grandes hombres cuyos nombres están en el cuadro de honor de la fe sabían muy bien lo que estaban haciendo. Después de ser juzgado -en el castillo de Scarborough, George Fox escribió: «Y los oficiales me amenazaban a menudo con que me iban a ahorcar en la muralla… hablaban mucho de ahorcarme. Pero yo les dije que si eso era lo que querían, y los dejaban hacerlo, yo estaba preparado.» Cuando trajeron a Bunyan a presencia del magistrado, dijo: «Señor, la ley de Cristo ofrece dos formas de obediencia: la una, hacer lo que creo en conciencia que estoy obligado a hacer, activamente; y cuando no puedo obedecer activamente, estoy dispuesto a yacer y sufrir lo que me hayan de hacer.»

El cristiano puede que tenga que sacrificar sus ambiciones personales, la tranquilidad y la comodidad que podría haber disfrutado, la carrera que podría haber completado; puede que tenga que renunciar a sus sueños, puede que tenga que darse cuenta de que las cosas luminosas que había vislumbrado no serían nunca para él. Seguramente tendrá que sacrificar su voluntad, porque ningún cristiano puede nunca hacer lo que a él le agrade; tiene que hacer lo que a Cristo Le agrada. En el Cristianismo hay siempre una cruz, porque por eso es la religión de la Cruz.
(iv) Jesús ofrece aventura..Les dijo que el que encuentra su vida es el que la pierde; y el que la pierde, – la encuentra.
Una y otra vez eso ha sido verdad en el sentido más literal. Siempre ha sido verdad que muchas personas hubieran podido salvar la vida fácilmente; pero, si la salvaban, la habrían perdido, porque nunca habría oído nadie hablar de ellos, y habrían perdido el lugar que- ocupan en, la Historia..
Epicteto decía de Sócrates: «Muriendo, se salvó, porque no huyó.» Podría haber salvado la vida; pero en ese- caso, el verdadero Sócrates habría muerto, y no se le habría recordado. Cuando acusaron a Bunyan de negarse a acudir a los cultos de la religión oficial y de celebrar reuniones prohibidas por su cuenta, pensó muy en serio si su deber era salir huyendo para salvar la vida, o mantenerse firme en lo que creía que era la verdad. Como todo el mundo sabe, escogió esto último. T. R. Glover concluye su estudio sobre Bunyan manifestando: «Y suponiendo que le habían comido el coco, y que él había dado su consentimiento a dejar de «abstenerse perniciosa y diabólicamente de ir a la iglesia para escuchar el culto divino,» y dejar de ser «promotor de ciertas reuniones ilegales y conventículos que causaban gran confusión y desviación a los buenos ciudadanos del reino contra las leyes de nuestro soberano señor el rey», Bedford habría preferido mantener a un quinqui antes que a él -y posiblemente no uno- de los mejores, porque no hay nada que demuestre que los renegados resultan buenos pensadores-; pero ¿cuánto habría perdido Inglaterra?»
No hay lugar para una táctica de seguridad en la vida cristiana. El que busca en primer lugar la tranquilidad y la comodidad y la seguridad y el cumplimiento de sus ambiciones personales, puede que obtenga todo eso, pero no será un hombre feliz; porque vino a este mundo para servir a Dios y a sus semejantes. Uno puede amasar la vida, si es eso lo que quiere; pero de esa manera perderá todo lo que hace valiosa la vida para los demás, y digna de vivir para sí mismo. El camino del servicio a sus semejantes, el camino de cumplir el propósito de Dios en nuestra vida, el camino de la verdadera felicidad consiste en gastar la vida generosamente, porque sólo así podemos encontrar la vida, aquí y en el más allá.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— guerra: Lit. espada.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

d 473 Luc 12:51

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

paz…espada. Aunque Jesús trae paz personal (Jn 14:27) y espiritual (Ro 5:1) para los que creen y confían en El como Salvador y Señor, la espada representa otro efecto de su misión: la guerra y las luchas. Los que no creen harán guerra contra los creyentes, aun cuando sean miembros de la misma familia (vers. 35– 36).

Fuente: La Biblia de las Américas

34 (1) Toda la tierra fue usurpada por Satanás ( 1Jn_5:19). El Rey celestial vino con el propósito de hacer un llamamiento a salir de esa usurpación. Esto ciertamente despertó la oposición de Satanás. El incitó a las personas que estaban bajo su usurpación a pelear contra aquellos que habían sido llamados por el Rey celestial. Por lo tanto, la venida del Rey no trajo paz sino espada.

34 (a) vs.34-36: Luc_12:51-53

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

La misión de Cristo trae consigo tensión, persecución, muerte. El evangelio divide familias (cp. Miq 7:6). El mundo experimentará verdadera paz únicamente cuando el Rey regrese para reinar (Isa 2:4).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Con estos versículos el Jefe de la iglesia puso término á las primeras instrucciones que dio á los que envió á anunciar el Evangelio. Tres son las verdades que expresó.
1. Que el Evangelio no produciría paz y concordia en donde quiera que se anunciase. El fin que se propuso en su primera venida no fue establecer un reino como el del milenio en que todos los súbditos fuesen de un mismo modo de pensar, sino introducir el Evangelio, el cual había de crear disensiones y contiendas. No debemos, pues, sorprendernos, si la religión cristiana causa separaciones en las familias, y desavenencia entre los parientes más íntimos. Más esto no depende de defecto alguno en la religión, sino de la corrupción del corazón del hombre.
2. Que los verdaderos cristianos deben resignarse á pasar trabajos en este mundo. Ora seamos ministros, ora oyentes; ora maestros, ora discípulos, tendremos que llevar una cruz á cuestas. Es preciso que nos resignemos á perder aun la misma vida por amor de Cristo. Es preciso que nos conformemos á perder las simpatías de los hombres, á sufrir muchas penalidades, á hacer muchos sacrificios, ó de lo contrario jamás entraremos en el cielo. Esto tendrá que ser así en tanto que el mundo, el demonio y la carne continúen lo mismo.
3. Que Dios observa y recompensa el más pequeño servicio que se haga á los que trabajan en su causa. El que diere á un creyente aunque sea solamente un jarro de agua fría, en nombre de discípulo, no perderá su recompensa.
Hay algo muy bello en esa promesa. Enséñanos que el Maestro divino está velando constantemente á los que están empeñados en su causa y procuran hacer bien. El observa quien los trata con bondad, como Lidia á Pablo; y quien estorba sus pasos, como Diotréfes á Juan. Todos los sucesos de su vida se registran: todo está escrito en el libro de sus recuerdos, y será revelado en el último día. El copero mayor olvidó á José cuando le devolvieron su destino; mas nuestro Señor Jesucristo no olvida jamás á ninguno de sus discípulos. En la mañana de la resurrección universal dirá á muchos que poco lo esperaba: «Tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber..
Antes de terminar este capítulo pregúntemelos qué parte tomamos nosotros en la causa de Cristo. ¿Coadyuvamos en ella ó estorbamos su progreso? Estas son preguntas de grande trascendencia. Los que dan un jarro de agua siempre que tienen oportunidad obran bien y con cordura: mas los que trabajan activamente en la viña del Señor obran todavía mejor.
Cooperemos á fin de que el mundo sea mejor cuando partamos de él que cuando vinimos á él. Ese fue el espíritu de Jesucristo

Fuente: Los Evangelios Explicados

Lit., a echar

Fuente: La Biblia de las Américas