Comentario de Mateo 10:40 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“El que os recibe a vosotros a mí me recibe, y el que me recibe a mí recibe al que me envió.

10:40 — El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. Luc 10:16, “El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió”; Jua 13:20. Los que recibieron a los apóstoles y otros discípulos enviados por Cristo a predicar recibieron a Cristo y al Padre. Recibir significa darles hospedaje y escucharles. El que recibe al representante de una persona eminente recibe a la persona eminente. ¡Qué pensamiento más alentador para los apóstoles de que ellos serían identificados con Jesús como Jesús estaba identificado con el Padre!

El que persiga al discípulo de Cristo persigue a Cristo. Hch 9:4, “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” ¿Cuándo persiguió Saulo a Jesús? Hch 9:1, “Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor”.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

El que a vosotros recibe. Mat 18:5; Mat 25:40, Mat 25:45; Luc 9:48; Luc 10:16; Jua 13:20; Jua 20:21; 2Co 5:20; Gál 4:14; 1Ts 4:8.

y el que a me recibe a mí. Jua 5:23; Jua 12:44-49; Flp 2:10, Flp 2:11; 1Jn 2:22, 1Jn 2:23; 2Jn 1:9.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

estos pequeñitos es una figura de discurso para describir a los discípulos. Este es conocido por la identificación del profeta y el justo del v. Mat 10:41.

recompensa es la última palabra del capítulo, y resume la motivación que Cristo le habría estado prometiendo a los discípulos. Él no deseaba que ellos perdieran el futuro Reino por un error de actitud del presente. Además Él desea que ellos comprendan que ninguna cosa quedará sin recompensa (2Co 5:10), ni aun un vaso de agua fría.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

El que a vosotros recibe, a mí me recibe. Cristo vive en su gente. Ellos también están en Él como sus embajadores (2Co 5:20). Por consiguiente, como ellos son tratados así Él es tratado (cp. Mat 18:5; Mat 25:45; Luc 9:48).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

10:40 — El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. Luc 10:16, “El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió”; Jua 13:20. Los que recibieron a los apóstoles y otros discípulos enviados por Cristo a predicar recibieron a Cristo y al Padre. Recibir significa darles hospedaje y escucharles. El que recibe al representante de una persona eminente recibe a la persona eminente. ¡Qué pensamiento más alentador para los apóstoles de que ellos serían identificados con Jesús como Jesús estaba identificado con el Padre!
El que persiga al discípulo de Cristo persigue a Cristo. Hch 9:4, “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” ¿Cuándo persiguió Saulo a Jesús? Hch 9:1, “Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor”.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA RECOMPENSA DE LOS QUE
RECIBEN AL MENSAJERO DEL REY

Mateo 10:40-42

El que os reciba a vosotros es como si Me recibiera a Mí en persona; y el que Me reciba a Mí, recibirá realmente al Que Me envió. El que reciba a un profeta como tal, recibirá la recompensa de un profeta; y el que reciba a un hombre justo como lo que es, recibirá la recompensa de un hombre justo. Y el que le dé a uno de estos pequeñitos un trago de agua fresca porque es Mi discípulo y esto que os digo es la pura verdad no se quedará sin su recompensa.

Cuando Jesús dijo esto, estaba hablando de una manera que era comente entre los judíos. Los judíos creían que el recibir al enviado o mensajero de una persona era como recibir a la misma persona. El hacer los honores a un embajador era lo mismo que hacérselos al rey que le había enviado. El recibir con amor al mensajero de un amigo era lo mismo que recibir al amigo mismo. Los judíos siempre creyeron que el honor que se hacía al representante de una persona era el mismo que el honor que se hacía a la persona cuyo era el representante. Esto era particularmente cierto en relación con los sabios y con los que enseñaban la verdad de Dios. Los rabinos decían: «El que da hospitalidad a los sabios es como si trajera las primicias de sus frutos a Dios.» «El que recibe con afecto a los instruidos es como si recibiera a Dios.» Si uno es un verdadero hombre de Dios, el recibirle es recibir al Dios que le envió.
Este pasaje define los cuatro eslabones de la cadena de la salvación. (i) Está Dios, en Cuyo amor empezó todo el proceso de la salvación. (ii) Está Jesús, Que trajo ese mensaje a la humanidad. (iii) Está el mensajero humano, el profeta que habla, el hombre bueno que es un ejemplo, el discípulo que aprende, quienes a su vez pasan a otros la buena noticia que han recibido. (iv) Está el creyente que recibe a los hombres y el mensaje de Dios y que así encuentra la vida para su alma. Aquí hay algo muy precioso para toda alma sencilla y humilde.
(i) No todos podemos ser profetas, y predicar y proclamar la palabra de Dios, pero el que ofrece al mensajero de Dios el sencillo don de la. hospitalidad recibirá no menos recompensa que el mismo profeta. Hay muchas personas que han sido grandes figuras públicas; hay muchas personas cuya voz ha inflamado los corazones de millares; hay muchas personas que han asumido una carga casi insoportable de responsabilidad y servicio público, todas las cuales habrían dado testimonio con gusto de que no podrían haber sobrevivido al esfuerzo y las exigencias de su tarea si no hubiera sido por el amor y el cuidado y la simpatía y el servicio de alguien en casa de quien el público no sabía nada. Cuando la verdadera grandeza se mida a los ojos de Dios se verá una y otra vez que la persona que movió el mundo dependía totalmente de otra que, por lo que concierne al mundo, era una desconocida. Hasta el profeta tiene que tomar el desayuno, y que su ropa esté lista. Que las que tienen la ingrata tarea de hacer un hogar, preparar comidas, lavar la ropa, hacer la compra, cuidar de los niños… no lo consideren una rutina o un aburrimiento. Es la mayor tarea de Dios; y será más probable que reciban la recompensa del profeta ellas que otros cuyo horario está lleno de reuniones de comités y cuyos hogares son inhóspitos.
(ii) No todos podemos ser ejemplos luminosos de bondad; no todos podemos descollar a los ojos del mundo por nuestra integridad; pero la persona que ayuda a una persona buena a ser buena recibe la recompensa de una persona buena.
H. L. Gee tiene una historia preciosa. Había un chico en una aldea que, después de una gran lucha, llegó al ministerio pastoral. El que le ayudó en sus estudios era el zapatero de la aldea. El zapatero, como muchos de su profesión, era un hombre muy leído y buen pensador, y había hecho mucho por el otro. A su debido tiempo el joven fue ordenado. Y ese día el zapatero le dijo: » Siempre he deseado ser ministro del Evangelio, pero las circunstancias de mi vida lo hicieron imposible. Pero tú estás logrando lo que estuvo cerrado para mí; y quiero que me prometas una cosa: Quiero que me permitas hacer y arreglar tus zapatos, sin pagarme nada, y que te los pongas para subir al púlpito a predicar; y entonces yo sabré que estás predicando el Evangelio que yo siempre quise predicar con mis zapatos puestos.» (En inglés «estar en los zapatos de otro» es como en español «estar en el pellejo de otro».) El zapatero estaba sirviendo a Dios lo mismo que el predicador, y su recompensa sería un día la misma.
(iii) No todos podemos enseñar a un niño; pero hay maneras de servir al niño que nos son asequibles a todos. Puede que no tengamos ni los conocimientos ni la técnica para enseñar, pero hay que hacer otras muchas cosas sencillas sin las cuales el niño no podría vivir. Puede que en este pasaje no sea en los niños en edad en los que Jesús está pensando sino en los niños en la fe. Parece muy probable que los rabinos llamaban a sus discípulos los pequeñitos. Puede que no podamos enseñar en el sentido técnico y académico; pero hay una enseñanza mediante la vida y el ejemplo que hasta la persona más sencilla puede impartir a los demás.
(iv) La gran belleza de este pasaje está en su insistencia en cosas sencillas. La Iglesia y Cristo siempre necesitarán grandes oradores, ejemplos luminosos de santidad, grandes maestros, cuyos nombres se conocerán en todos los hogares; pero la Iglesia y Cristo siempre necesitarán también a aquellos en cuyos hogares se ofrece hospitalidad, cuyas manos están siempre dispuestas a los servicios que hacen un hogar, y de cuyos corazones fluye el cuidado que es esenencial en el amor cristiano; y, como decía la señora Browning: «Todo servicio cuenta igual para Dios.»

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Mat 18:5; Gál 4:14.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

En representación de Jesús (cf. Mar. 9:37, 41; Luc. 9:48; 10:16). Después de las siniestras advertencias de los versículos precedentes, éste es un verdadero alivio; el representar a Jesús es un gran privilegio como también un peligro. En contraste con la oposición ya expresada está la grata recepción de los mensajeros de Jesús y la certeza de la recompensa para los que cumplen. La expresión pequeñitos volverá a verse en 18:1-14 (cf. 11:25; 25:40, 45); no alude a niños como tales, sino a los discípulos en general, ya que comparten la vulnerabilidad y la condición humilde de niños.

Nota. 42 El dar un vaso de agua fría es un acto de hospitalidad básica oriental y no requiere recompensa; pero la gracia de Dios sobrepasa lo que merecemos.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

i 478 Mat 25:40; Luc 10:16; Jua 12:44; Jua 13:20

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

recibe. Los apóstoles son los representantes de Cristo, quien a su vez es el representante del Padre.

Fuente: La Biblia de las Américas

40 (1) Los apóstoles enviados por el Rey celestial eran uno con El; a ellos había confiado Su autoridad (v. 1) y paz (v. 13), en ellos moraba el Espíritu del Padre, y habían sido identificados con el Rey en Su sufrimiento (vs. 22, 24-25) y en Su muerte (vs. 21, 34-39). Por lo tanto, el que los recibía a ellos, en realidad lo recibía a El. Participar en tal identificación con el Rey celestial requiere que lo amemos por encima de todo, a toda costa, y que lo sigamos, tomando el camino estrecho de la cruz, como se revela en los vs. 37-39.

40 (a) Mat_18:5 ; Jua_13:20 ; Gál_4:14

40 (b) Mar_9:37 ; Luc_9:48

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

recibe…Luc 10:16; Jua 13:20; Mar 9:37; Luc 9:48.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

g Luc 10:16; Jua 13:20.

10.40 g Mar 9:37; Luc 9:48.

Fuente: La Biblia Textual III Edición