Comentario de Mateo 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
Para probar que Jesús de Nazaret era el Mesías, Mateo da principio al libro con su genealogía, estableciendo que era del linaje de Abraham (Gén 12:3; Gén 22:18; Gál 3:16) y de David (2Sa 7:12; Sal 89:29; Sal 132:11; Luc 1:32, Luc 1:33). Ha habido discusión acerca de la diferencia entre la lista de los antepasados de Jesús según Mateo y la lista según Lucas (Luc 3:23-38), pero no hay provecho en un examen minucioso de estas listas de nombres, porque en el primer siglo no había duda ni disputa acerca de la genealogía de Jesús. Los enemigos de Jesús hicieron muchas acusaciones contra El, pero nunca pusieron en tela de juicio su genealogía. El linaje de David está registrado en las Escrituras (Rut 4:18-22; 1Cr 1:1-4, 1Cr 1:24-28; 1Cr 2:1-15) y cualquier persona interesada podía averiguarlo. Todo judío podía saber su propia genealogía (el historiador Josefo encontró la suya en los registros públicos); Pablo sabía que él era de la tribu de Benjamín (Flp 3:5). Así pues, las dos listas eran comprensibles y satisfactorias para los judíos.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
libro de la genealogía. Gén 2:4; Gén 5:1; Isa 53:8; Luc 3:23-38; Rom 9:5.
el hijo de David. Mat 9:27; Mat 15:22; Mat 22:42-45; 2Sa 7:13, 2Sa 7:16; Sal 89:36; Sal 132:11; Isa 9:6, Isa 9:7; Isa 11:1; Jer 23:5; Jer 33:15-17, Jer 33:26; Amó 9:11; Zac 12:8; Luc 1:31, Luc 1:32, Luc 1:69, Luc 1:70; Jua 7:42; Hch 2:30; Hch 13:22; Rom 1:3; Apo 22:16.
el hijo de Abraham. Gén 12:3; Gén 22:18; Gén 26:3-5; Gén 28:13, Gén 28:14; Rom 4:13; Gál 3:16.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
RESUMEN DE MATEO
Mateo, siendo uno de los doce apóstoles, y llamado desde el principio al apostolado, y desde el momento de su llamada un asistente constante de nuestro Salvador, estaba perfectamente calificado para escribir completamente la historia de su vida. Él relata lo que vio y escuchó. «Él es eminentemente distinguido por la distinción y la particularidad con la que ha relacionado muchos de los discursos e instrucciones morales de nuestro Señor. De estos, su sermón en el monte, su encargo a los apóstoles, sus ilustraciones de la naturaleza de su reino y su profecía en el Monte de los Olivos, son ejemplos. También ha unido maravillosamente la simplicidad y la energía al relacionar las respuestas de su Maestro con las amenazas de sus adversarios.» «No hay,» como el Dr. A. Clarke justamente comenta, «una verdad o doctrina, en todos los oráculos de Dios, que no ha dedicado a la enseñanza este Evangelista. Las líneas generales de todo el sistema espiritual están aquí correctamente ubicadas, incluso el mismo Pablo no ha agregado nada. Ha amplificado e ilustrado las verdades contenidas en este Evangelio: bajo la inspiración del Espíritu Santo, ni él ni ninguno de los otros apóstoles han sacado a la luz una verdad cuyo prototipo no se ha encontrado en las palabras y los actos. de nuestro bendito Señor según lo relató MATEO.»Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La genealogía de Jesucristo de Abraham a José, Mat 1:1-17.
Él es milagrosamente engendrado del Espíritu Santo por la virgen María, estando desposada a José, Mat 1:18.
El ángel satisface las dudas de José, y declara los nombres y el oficio de Cristo, Mat 1:19-25.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
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LA SUCESIÓN A UN TRONO ES CON FRECUENCIA UN TIEMPO DE conflicto e incertidumbre. Absalón, el hijo de David, trató de usurpar el trono (2Sa 15:1-37; 2Sa 16:1-23; 2Sa 17:1-29; 2Sa 18:1-18). La elección del sucesor de Salomón significó la pérdida de más de la mitad del reino en manos de un traidor (1Re 12:20). Manahem asesinó a su antecesor en Israel (2Re 15:14). La realeza es un asunto peligroso.
Esto no es menos cierto cuando el heredero es el Rey de reyes. Si alguna vez hubo una sucesión de alto riesgo, fue esta. Un Hombre afirma ser el Mesías de Israel; por supuesto todo Israel se sorprende y toma nota. Como es natural, Él debe probar sus credenciales porque, ¿quién quiere un impostor? El libro de Mateo presenta las credenciales de Jesús. Presenta a Jesús como el Rey, pero Rey de un reino completamente diferente: el Reino de los cielos.
El Evangelio de Mateo tiene muchos matices judíos. Por ejemplo, la expresión reino de los cielos aparece treinta y tres veces y el término Reino de Dios cinco veces. Ningún otro Evangelio pone tal énfasis en el Reino; la restauración de las glorias del reinado de David era la esperanza ardiente de muchos judíos de la época. Mateo identifica claramente a Jesús con esa esperanza al usar el título real: «Hijo de David» nueve veces en su Evangelio. Además, llama a Jerusalén: «ciudad santa» (Mat 4:5; Mat 27:53) y «ciudad del gran Rey» (Mat 5:35), formas exclusivamente judías de referirse a ella. Los judíos del primer siglo enfatizaban la justicia y Mateo usa las palabras justo y justicia con más frecuencia que los Evangelios de Marcos, Lucas y Juan combinados.
Además, Mateo discute temas como la Ley, la purificación ceremonial, el reposo, el Templo, David, el Mesías, el cumplimiento de las profecías del AT. y Moisés desde un punto de vista judío. Contiene cincuenta y tres citas del AT. y más de setenta alusiones a las Escrituras hebreas. En trece ocasiones el libro resalta que las acciones de Jesús eran un cumplimiento directo de profecías del AT. La genealogía del primer capítulo es reconociblemente judía, y remonta el linaje de Jesús a través de David hasta Abraham, el padre del pueblo judío. Además, el Evangelio menciona a los reyes judíos (Mat 2:1, Mat 2:22; Mat 14:1) y costumbres tales como el lavamiento ceremonial (Mat 15:2) sin ninguna explicación, lo que indica que Mateo esperaba que su audiencia predominantemente judía estuviera familiarizada con tales prácticas.
El Evangelio de Mateo cumple varios objetivos más allá de la presentación de una biografía de Jesús. Uno de los propósitos es probar a los lectores judíos que Jesús es su Mesías y Rey prometido. La genealogía del capítulo Mat 15:1 señala a Cristo como el heredero de las promesas divinas hechas a David de una dinastía eterna. El uso de un conocido salmo mesiánico en Mat 22:41-44 por parte de Jesús daba a entender claramente a cualquier judío que Él era el heredero del trono de David. Aun cuando muchos judíos del tiempo de Jesús estaban ciegos respecto a la identidad de Jesús, los gentiles (como los magos) lo identificaron como el rey prometido de Israel cuando era un bebé. Finalmente, el título que colgaron en la cruz sobre la cabeza de Jesús destaca con claridad su realeza: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS (Mat 27:37). Pero lo más importante, el libro de Mateo prueba la autoridad legítima de Jesús al destacar sus sabias enseñanzas y su vida justa (Mat 7:28, Mat 7:29).
Otro propósito del libro es bosquejar las características del Reino de Dios, tanto para Israel como para la Iglesia. Los judíos ortodoxos normalmente se burlarían ante cualquier afirmación de que Jesús era su Mesías. Su respuesta sería: «Si Jesús es el Rey, ¿dónde está la restauración prometida del reino de Israel?» Muchos judíos del tiempo de Jesús lo rechazaron como Mesías, aun cuando Él y Juan el Bautista predicaron sin cesar que «el reino de los cielos se ha acercado» (Mat 3:2; Mat 4:17; Mat 10:7). Este rechazo a Jesús por parte de los judíos es un tema predominante en Mateo (Mat 11:12-24; Mat 12:28-45; Mat 21:33-46; Mat 22:1-14). Debido a este rechazo, Dios pospuso el cumplimiento de sus promesas a Israel y extendió sus bendiciones tanto a los judíos como a los gentiles en la iglesia.
Mateo es el único evangelista que habla directamente de la iglesia (Mat 16:18; Mat 18:17). Señala la composición gentil de esta iglesia al incluir varias historias de la fe de los gentiles en Jesús: los magos, el centurión y la mujer cananea. Mateo registra la predicción de Jesús de que este evangelio será predicado a todas las naciones (Mat 24:14) y la comisión a sus seguidores de «haced discípulos a todas las naciones» (Mat 28:19). Las enseñanzas de Jesús apuntaban a las bendiciones del Reino extendidas a los gentiles. Pero un día, Israel será restaurado a su lugar de bendición (Rom 11:25-27; Rom 15:8, Rom 15:9).
Un último propósito de Mateo es instruir a la Iglesia. Un indicio obvio de esto se encuentra en la Gran Comisión: «enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado» (Mat 28:20). El proceso de hacer discípulos incluye aprender de las palabras de Cristo, y el Evangelio de Mateo gira en torno a cinco discursos de Jesús (Mat 5:1-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-28; Mat 10:5-42; Mat 11:1; Mat 13:3-53; Mat 18:2-35; Mat 19:1; Mat 24:4-51; Mat 25:1-46; Mat 26:1). En lugar de enfatizar una narración de la vida de Jesús como hace Marcos, Mateo usa el elemento narrativo en su Evangelio como escenario para los sermones de Jesús.
Este Evangelio no nombra a su autor pero sí contiene algunas claves. El autor conocía la geografía de Palestina (Mat 2:1; Mat 8:5; Mat 20:29; Mat 26:6). Estaba familiarizado con la historia judía, las costumbres, ideas y clases de personas. (Mat 1:18, Mat 1:19; Mat 2:1; Mat 14:1; Mat 26:3; Mat 27:2). Conocía bien el AT. (Mat 1:2-16, Mat 1:22, Mat 1:23; Mat 2:6; Mat 4:14-16; Mat 12:17-21; Mat 13:35; Mat 21:4; Mat 27:9). Y la terminología del libro sugiere que el autor era un judío de Palestina (Mat 2:20; Mat 4:5; Mat 5:35; Mat 10:6; Mat 15:24; Mat 17:24-27; Mat 18:17; Mat 27:53).
Otros detalles apuntan específicamente a Mateo, el discípulo de Jesús, como el autor del Evangelio. Como publicano, Mateo sabía leer y escribir y estaba familiarizado con el método de llevar los registros de dinero. En conformidad con esto, este Evangelio contiene más referencias a dinero que cualquiera de los otros. Además, la ciudad de Mateo era Capernaum, una aldea a la que se presta especial atención en este Evangelio. Es común que las veces que se menciona a Capernaum se agregue alguna descripción especial (Mat 4:13; Mat 11:23).
Mateo escribió su Evangelio antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Describe a Jerusalén como la «ciudad santa» por lo tanto, todavía estaba en pie (Mat 4:5; Mat 27:53), y habla de las costumbres de los judíos como que siguen «hasta el día de hoy» (Mat 27:8; Mat 28:15). Además, cuando Mateo escribe las palabras de Jesús que anuncian la destrucción de Jerusalén (narradas en Mat 24:2) no incluye ningún indicio que ya hubiera ocurrido. A la luz de todo esto, es razonable concluir que el libro fue escrito en algún momento entre los años 50 y 60 d.C.
Bosquejo
I. Nacimiento y preparación de Jesús Mat 1:1-25; Mat 2:1-23; Mat 3:1-17; Mat 4:1-11
A. Nacimiento y niñez de Jesús Mat 1:1-25; Mat 2:1-23
B. Preparación de Jesús Mat 3:1-17; Mat 4:1-11
II. Declaración de los principios de Jesús Mat 4:12-25; Mat 5:1-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-29
A. Principio del ministerio de Jesús Mat 4:12-25
B. Principios de Jesús: El Sermón del Monte Mat 5:1-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-29
1. El escenario Mat 5:1, Mat 5:2
2. Los temas del Reino de los cielos Mat 5:3-16
3. Explicación de la justicia genuina Mat 5:17-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-12
4. Advertencias de Jesús Mat 7:13-27
5. Respuesta del pueblo Mat 7:28, Mat 7:29
III. Manifestación de Jesús: Sus milagros y comisión Mat 8:1-34; Mat 9:1-38; Mat 10:1-42; Mat 11:1
A. Demostración del poder de Jesús: Una colección de milagros Mat 8:1-34; Mat 9:1-34
B. Declaración de la presencia de Jesús: Comisión a los discípulos Mat 9:35-38; Mat 10:1-42; Mat 11:1
IV. Oposición a Jesús Mat 11:2-30; Mat 12:1-50; Mat 13:1-53
A. Evidencia del rechazo a Jesús Mat 11:2-30
B. Ilustraciones de la oposición a Jesús Mat 12:1-50
C. Adaptación de Jesús a la oposición: Parábolas del Reino Mat 13:1-53
V. Reacción de Jesús ante la oposición Mat 13:54-58; Mat 14:1-36; Mat 15:1-39; Mat 16:1-28; Mat 17:1-27; Mat 18:1-35; Mat 19:1-2
A. Retiro de Jesús Mat 13:54-58; Mat 14:1-36; Mat 15:1-39; Mat 16:1-12
B. Instrucción de Jesús a sus discípulos Mat 16:13-28; Mat 17:1-27; Mat 18:1-35; Mat 19:1-2
VI. Presentación formal y rechazo del Rey Mat 19:3-30; Mat 20:1-34; Mat 21:1-46; Mat 22:1-46; Mat 23:1-39; Mat 24:1-51; Mat 25:1-46
A. Continuación de las enseñanzas a los discípulos Mat 19:3-30; Mat 20:1-34
B. Presentación formal del Rey: La entrada triunfal Mat 21:1-7
C. La nación rechaza al Rey Mat 21:18-46; Mat 22:1-46
D. El Rey rechaza a la nación Mat 23:1-39
E. Predicciones del rey rechazado: El discurso del Monte de los Olivos Mat 24:1-51; Mat 25:1-46
VII. Crucifixión y Resurrección Mat 26:1-75; Mat 27:1-66; Mat 28:1-20
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Genealogía significa «origen». Las genealogías eran muy importantes para los judíos del siglo primero. Una genealogía
(1) demostraba que una persona realmente era israelita;
(2) identificaba la tribu a la que pertenecía y
(3) calificaba a ciertos judíos para los deberes religiosos como los levitas y el servicio sacerdotal (Esd 2:61, Esd 2:62). La genealogía de Cristo es fundamental para el cristianismo histórico. Mateo traza el linaje de Jesús hasta Abraham, Isaac y Jacob para demostrar que era judío, pero además pasa por David para informar a sus lectores que Jesús cumple los requisitos para reinar sobre el trono de David (2Sa 7:12), un acontecimiento todavía futuro (Mat 19:28). Es significativo que el «Hijo de David» preceda al «Hijo de Abraham» en la lista genealógica. El orden cronológico de los nombres está invertido ya que Abraham precedió a David por mil años. La razón por la que Mateo invierte el orden se encuentra en la naturaleza de las promesas de Dios dadas a Abraham y a David. Las promesas a David eran más definidas que las dadas a Abraham. Las promesas a Abraham eran personales, nacionales y universales (Gén 12:1-3; Gén 13:14-17; Gén 15:1-21; Gén 21:12, Gén 21:13; Gén 22:16-18); por otra parte, el pacto davídico se relaciona con bendiciones personales y nacionales (2Sa 7:13-16; Sal 89:1-4, Sal 89:19-37; Sal 132:11-18). En el Evangelio de Mateo el Señor Jesús fue primero a Israel (Mat 10:5, Mat 10:6) y luego al mundo (Mat 28:19, Mat 28:20). Así como la salvación individual depende de la respuesta de la persona al evangelio, la venida del prometido reino mesiánico a la tierra depende de que Israel reciba a Jesús como el Mesías (Hch 3:19-21; Zac 12:10-14; Zac 13:1-9; Zac 14:1-21). Aunque Israel lo rechazó como Rey, Dios en su gracia también envía el mensaje del evangelio a los gentiles (Rom 11:11-24). El patrón de que Cristo viene primero a los judíos y luego a los gentiles es clave para la comprensión de los Evangelios, Hechos y en realidad, de todo el NT. (Jua 1:11, Jua 1:12; Hch 13:45, Hch 13:46; Hch 18:6; Hch 28:26-28; Rom 11:7-36; Rom 15:8, Rom 15:9, etc.) Las primeras palabras de este Evangelio dan a entender la responsabilidad mundial de la Iglesia.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
LIBRO DE LA GENEALOGÍA DE JESUCRISTO. El Evangelio según San Mateo comienza con esta genealogía que sigue el legítimo linaje ancestral de Jesús por toda la descendencia paternal (ascendencia de José) como era la costumbre de los judíos (v. Mat 1:16). Aunque José no era el padre natural de Jesús (v. Mat 1:20), fue su padre legítimo. Como Dios había prometido que el Mesías sería un descendiente de Abraham (Gén 12:3; Gén 22:18, Gál 3:16) y David (2Sa 7:12-19; Jer 23:5), Mateo reconstruye el linaje legítimo de Jesús hasta esos dos hombres a fin de demostrarles a los judíos que Jesús tenía la genealogía apropiada para llenar los requisitos como el Mesías.
JESUCRISTO. «Cristo» (gr. cristos) y su equivalente hebreo «Mesías» significan «el Ungido» (Dan 9:25-26).
(1) Desde el principio Mateo afirma que Jesucristo es el Ungido de Dios, ungido con el Espíritu Santo (cf. Isa 61:1; Luc 4:18; Jua 3:34; Hch 10:38).
(2) Fue ungido como Profeta para traer conocimiento y verdad (Deu 18:15); como Sacerdote para ofrecer el sacrificio y revocar la culpa (Sal 110:4; Heb 10:10-14); como Rey para gobernar, guiar y establecer el reino de justicia (Zac 9:9).
HIJO DE DAVID.
(1) Mateo establece que Jesús fue descendiente legítimo de David al seguir la genealogía de José, que era de la casa de David. Aunque Jesús fue concebido por el Espíritu Santo, estaba formalmente registrado como hijo de José y era, por lo tanto, hijo legítimo de David.
(2) La genealogía de Lucas (véase Luc 3:23) sigue el linaje de Jesús a través de los varones de la ascendencia de María, que también era de la descendencia davídica. Lucas subraya que Jesús es de la carne y sangre (i.e., descendiente) de María y por lo tanto un ser humano (cf. Rom 1:3). De esa manera, los escritores del Evangelio afirman el derecho natural y legítimo de Jesús para ser el Mesías.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Introducción a Mateo
Bosquejo
I. Presentación del Mesías (Mat 1:1-25; Mat 2:1-23; Mat 3:1-17; Mat 4:1-11)
A. El linaje judío de Jesús (Mat 1:1-17)
B. Su nacimiento y huida a Egipto (Mat 1:18-25; Mat 2:1-23)
C. El precursor profético del Mesías (Mat 3:1-12)
D. El bautismo del Mesías (Mat 3:13-17)
E. La tentación del Mesías (Mat 4:1-11)
II. El ministerio mesiánico de Jesús en Galilea y sus alrededores (Mat 4:12-25; Mat 5:1-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-29; Mat 8:1-34; Mat 9:1-38; Mat 10:1-42; Mat 11:1-30; Mat 12:1-50; Mat 13:1-58; Mat 14:1-36; Mat 15:1-39; Mat 16:1-28; Mat 17:1-27; Mat 18:1-35)
A. Resumen de su ministerio temprano en Galilea (Mat 4:12-25)
B. Discurso respecto al discipulado en el reino (Mat 5:1-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-29)
C. Narración I: Señales y prodigios del reino (Mat 8:1-34; Mat 9:1-38)
D. Discurso acerca de la proclamación del reino (Mat 10:1-42)
E. Narración II: La presencia del reino (Mat 11:1-30; Mat 12:1-50)
F. Discurso acerca del misterio del reino (Mat 13:1-58)
G. Narración III: Crisis del reino (Mat 14:1-36; Mat 15:1-39; Mat 16:1-28; Mat 17:1-27)
H. Discurso acerca de la participación en el reino (Mat 18:1-35)
III. El clímax de la misión mesiánica de Jesús en Judea/Perea y Jerusalén (Mat 19:1-30; Mat 20:1-34; Mat 21:1-46; Mat 22:1-46; Mat 23:1-39; Mat 24:1-51; Mat 25:1-46; Mat 26:1-46)
A. Viaje de Jesús a Jerusalén (Mat 19:1-30; Mat 20:1-34)
B. Última semana de Jesús en Jerusalén (Mat 21:1-46; Mat 22:1-46; Mat 23:1-39; Mat 24:1-51; Mat 25:1-46; Mat 26:1-46)
1. Entrada triunfal y purificación del templo (Mat 21:1-22)
2. Controversias con los judíos (Mat 21:23-46; Mat 22:1-46)
3. Denuncia de los escribas y de los fariseos (Mat 23:1-39)
4. Discurso del monte de los Olivos acerca del futuro del reino (Mat 24:1-51; Mat 25:1-46)
5. La conspiración para matar a Jesús (Mat 26:1-16)
6. La última cena (Mat 26:17-30)
7. Getsemaní (Mat 26:31-46)
IV. Arresto, juicio y crucifixión de Jesús (Mat 26:47-75; Mat 27:1-66)
A. El arresto (Mat 26:47-56)
B. El juicio (Mat 26:57-75; Mat 27:1-26)
C. La crucifixión (Mat 27:27-56)
D. La sepultura (Mat 27:57-66)
V. La resurrección (Mat 28:1-20)
A. El glorioso descubrimiento de las mujeres (Mat 28:1-10)
B. Los testigos falsos (Mat 28:11-15)
C. La comisión del Señor resucitado (Mat 28:16-20)
Autor : Mateo
Tema : Jesús, el Rey mesiánico
Fecha : 60 d.C.
Trasfondo
Conviene que a este evangelio se le haya colocado primero en orden porque es una introducción cl NT y cl «Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mat 16:16). Aunque no se menciona el autor en el texto bíblico, el testimonio unánime de los padres de la iglesia primitiva (desde ca. 130 d.C.) es que este evangelio fue escrito por Mateo, uno de los doce apóstoles de Jesucristo.
Mientras que se escribió el Evangelio según San Marcos para los romanos (véase introducción a Marcos) y el Evangelio según San Lucas para Teófilo y todos los creyentes gentiles (véase introducción a Lucas), se escribió el Evangelio según San Mateo para los creyentes judíos. Es evidente el trasfondo judío de este evangelio, entre otras cosas, por
(1) apoyarse en la revelación, las promesas y la profecía del AT para probar que Jesús era el Mesías por tanto tiempo esperado;
(2) su comprobación de la genealogía de Jesús a partir de Abraham (Mat 1:1-17);
(3) la repetición de que Jesús es el «Hijo de David» (Mat 1:1; Mat 9:27; Mat 12:23; Mat 15:22; Mat 20:30-31; Mat 21:9; Mat 21:15; Mat 22:41-45);
(4) el empleo de la terminología judía preferida como «reino de los cielos» (sinónimo de «reino de Dios») debido a la renuencia reverente de los judíos a decir directamente el nombre de Dios y
(5) su referencia a las costumbres judías sin ninguna explicación (a diferencia de los demás evangelios).
Sin embargo, este evangelio no es solo para los judíos. Como el mensaje de Jesucristo mismo, el Evangelio según San Mateo iba dirigido finalmente a toda la iglesia, revelando con fidelidad su alcance universal (e.g., Mat 2:1-12; Mat 8:11-12; Mat 13:38; Mat 21:43; Mat 28:18-20).
No se han determinado la fecha y su lugar de origen; pero hay buenas razones para creer que Mateo lo escribió antes de 70 d.C. mientras estaba en Palestina o en Antioquia de Siria. Algunos eruditos bíblicos piensan que el primero de los cuatro evangelios escritos fue Mateo; otros le atribuyen ese lugar al Evangelio según San Marcos.
Propósito
Mateo escribió este evangelio con el fin de
(1) proporcionar a sus lectores un relato de un testigo ocular de la vida de Jesús,
(2) asegurarles que Jesucristo es el Hijo de Dios y el Mesías tan esperado que los profetas del AT habían anunciado y
(3) demostrar que el reino de Dios se manifestó en Jesucristo de una manera sin precedentes.
A Mateo le interesaba dar a entender que:
(1) la mayor parte de Israel rechazo a Jesucristo y su reino, negándose a creer, porque vino como Mesías espiritual y no político, y que
(2) solo al fin del mundo Jesucristo vendrá en gloria, como el Rey de reyes, a juzgar y gobernar a las naciones.
Visión panorámica
Mateo presenta a Jesús como el cumplimiento de la esperanza profética de Israel. El cumple la profecía del AT en la manera cómo nació (Mat 1:22-23), en el lugar de su nacimiento (Mat 2:5-6), en el regreso de Egipto (Mat 2:15) y en la residencia en Nazaret (Mat 2:23); como aquel por el cual se envió al precursor mesiánico (Mat 3:1-3); con respecto a la principal ubicación de su ministerio publico (Mat 4:14-16), a sus obras de sanidad (Mat 8:17), a su función como siervo de Dios (Mat 12:17-21), a sus enseñanzas en parábolas (Mat 13:34-35), a su entrada triunfal en Jerusalén (Mat 21:4-5) y a su arresto (Mat 26:56).
Los caps. Mat 5:1-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-29; Mat 8:1-34; Mat 9:1-38; Mat 10:1-42; Mat 11:1-30; Mat 12:1-50; Mat 13:1-58; Mat 14:1-36; Mat 15:1-39; Mat 16:1-28; Mat 17:1-27; Mat 18:1-35; Mat 19:1-30; Mat 20:1-34; Mat 21:1-46; Mat 22:1-46; Mat 23:1-39; Mat 24:1-51; Mat 25:1-46 registran cinco discursos principales de Jesús y cinco narraciones acerca de sus hazañas mesiánicas.
Los cinco discursos son:
(1) El sermón del monte (caps. Mat 5:1-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-29),
(2) las instrucciones a los predicadores itinerantes del reino (cap. Mat 10:1-42),
(3) las parábolas del reino (cap. Mat 13:1-58),
(4) el carácter de los verdaderos discípulos (cap. Mat 18:1-35) y
(5) el discurso del monte de los Olivos acerca del fin del mundo (caps. Mat 24:1-51 y Mat 25:1-46).
Los cinco principales relatos en este evangelio son:
(1) Jesús hace grandes prodigios y milagros como testimonio de la realidad del reino de Dios (caps. Mat 8:1-34 y Mat 9:1-38);
(2) Jesús sigue demostrando la presencia del reino de Dios (caps. Mat 11:1-30 y Mat 12:1-50);
(3) la proclamación del reino de Dios provoca varias crisis (caps. Mat 14:1-36; Mat 15:1-39; Mat 16:1-28; Mat 17:1-27);
(4) Jesús viaja a Jerusalén y pasa allí su última semana (Mat 19:1-30; Mat 20:1-34; Mat 21:1-46; Mat 22:1-46; Mat 23:1-39; Mat 24:1-51; Mat 25:1-46; Mat 26:1-46); Jesús es juzgado, crucificado y resucitado de entre los muertos (Mat 26:47-75; Mat 27:1-66; Mat 28:1-20).
Los últimos tres versículos del evangelio son «la gran comisión» de Cristo.
Características especiales
Son siete las características principales de este evangelio.
(1) Es el más judaico de los evangelios del NT.
(2) Contiene la disposición más sistemática de la enseñanza y del ministerio de sanidad y liberación de Jesús, Por eso la iglesia, desde el siglo II, depende mucho de este evangelio para instruir a los recién convertidos.
(3) Los cinco discursos principales contienen los textos más extensos de los evangelios sobre la enseñanza de Jesús:
(a) durante su ministerio en Galilea y
(b) sobre la escatología (los sucesos postreros o de los últimos días).
(4) Identifica sucesos de la vida de Jesús como cumplimiento del AT con más frecuencia que cualquier otro libro del NT.
(5) Menciona el reino de los cielos (reino de Dios) dos veces más que cualquier otro evangelio.
(6) Mateo pone de relieve
(a) las normas justas del reino (caps. Mat 5:1-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-29);
(b) el poder actual del reino sobre el pecado, la enfermedad, los demonios e incluso la muerte, y
(c) el triunfo del reino en la victoria definitiva al fin del mundo.
(7) Es el único evangelio que menciona a la iglesia como entidad futura que le pertenece a Jesucristo (Mat 16:18; Mat 18:17).
Tablas
EL REINO DE DIOS VERSUS EL REINO DE SATANÁS
EL REINO DE DIOS |
Gobierno |
a. Gobierno de Dios: Teocracia | 2Cr 20:6; Sal 95:3; Dan 4:17; Dan 4:32; 1Ti 1:17 |
b. Gobierno de Dios por medio de su Hijo | Sal 110:1; Isa 9:6-7; Dan 7:13-14; Mat 28:18;
Luc 1:32-33; Efe 1:20-22; Heb 1:3-8; Apo 1:5; Apo 19:13-16 |
Naturaleza |
a. Justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo | Mat 6:33; Jua 18:36; Rom 14:17 |
b. Poder divino | Luc 11:20-22; 1Co 2:4; 1Co 4:20; 1Ts 1:5 |
c. Verdad | Jua 8:31-32; Jua 14:6; Jua 14:16-17; Jua 15:26; Jua 16:13; Jua 17:17 |
d. Santidad | 1Co 1:2; 1Co 1:30; 2Co 6:17-18; 2Co 7:1; Efe 4:24; Heb 12:10; Heb 12:14; 1Pe 1:15-16 |
e. Luz | Jua 1:4-9; Jua 3:19; Hch 26:18; Col 1:12-13; 1Ti 6:16; 1Jn 1:5; 1Jn 1:7 |
f. Vida eterna | Jua 1:4; Jua 3:16; Rom 5:17; Rom 6:4; Rom 6:12; Rom 8:2; 1Jn 5:12; Apo 1:18 |
Manifestación |
a. Salvación | Mar 1:1; Mar 1:5; Hch 8:12; 1Co 5:10-11 |
b. Bautismo en el Espíritu Santo | Mat 3:2; Mat 3:11-12; Hch 1:3-8 |
c. Milagros y expulsión de demonios | Mat 4:23-24; Mat 10:7-8; Mat 12:28; Luc 9:1-2; Luc 9:11; Luc 11:20-22; Luc 13:11-16 |
d. Presencia de Jesucristo | Mat 3:1-3; Mat 4:17; Mar 1:14-15 |
e. Dones del Espíritu | Rom 12:6-8; 1Co 12:1-31 |
f. Fruto del Espíritu | Gál 5:22-23 |
Entrada |
a. Arrepentimiento y perdón | Mar 1:15; Hch 2:37-38; 1Jn 1:9 |
b. Humildad | Mat 18:3; Mar 10:15 |
c. Confesión y fe | Rom 10:8-13; Heb 4:2 |
d. Nuevo nacimiento | Jua 3:3; Jua 3:5 |
e. Unión con Cristo | Rom 6:3-8 |
Características de los súbditos |
a. Hijos de Dios | Jua 1:12-13; Jua 3:3-5; Rom 8:15; Gál 4:5; Efe 1:5 |
b. Fe y obediencia | Mat 6:25-32; Jua 14:21; Rom 1:5; Rom 16:26; Heb 11:6 |
c. Vida eterna | Jua 3:16; Jua 3:36; Jua 5:24; Jua 6:40; 1Jn 2:25; 1Jn 5:11; Apo 2:7 |
d. Andan en la luz | Rom 13:13; Efe 5:8; Flp 2:15; 1Ts 5:5; 1Ts 5:8 |
e. Son devotos a la verdad | 2Ts 2:13; 1Ti 3:15; 3Jn 1:3-5 |
f. Son forasteros en el mundo | Heb 11:13; 1Pe 2:11 |
g. Viven conforme al Espíritu | Rom 8:9-11; 1Co 2:10-13; Gál 5:16-26 |
h. Son humildes e inocentes, y viven como justos | Mat 5:6; Mat 5:20; Mat 6:33; Mat 18:1-4; Luc 18:16-17; Efe 4:24 1Ts 2:12; |
i. Docilidad y sumisión | Pro 16:19; Mat 5:5; Efe 5:21-22; Stg 3:17 1Pe 2:13-25; 1Pe 3:1-9 |
j. Libertad en Cristo | Rom 6:6; Rom 6:18; Rom 6:22; 1Pe 2:16 |
k. Veracidad | Éxo 20:15-16; Efe 4:25; Efe 4:28 |
1. Amor | Mat 5:43-48; Mat 7:12; 1Co 13:1-13; Efe 5:2 |
m. Perdón | Mat 5:14-15; Efe 4:32 |
n. Influencia piadosa | Mat 5:13-16; Tit 2:12; 1Pe 2:12; 2Pe 3:11 |
ñ. Pureza sexual y fidelidad conyugal | Efe 5:3; 1Ts 4:3-8 |
o. Generosidad | Luc 12:33-34; Luc 6:38; 2Co 8:2-5 |
p. Son santos | Mat 5:8; 1Pe 1:15-16; Apo 22:11 |
q. Palabras decentes | Éxo 20:16; Pro 10:19-21; Ecl 5:2; Ecl 5:6-7; Efe 4:29; Efe 5:4; Stg 1:26; Stg 3:1-2 |
r. Heredan el reino | Mat 25:34-40; Jua 3:3-5; 1Co 6:11; Apo 21:7 |
Deberes |
a. Adoran sólo a Dios | Éxo 20:2-6; Mat 4:10; Jua 4:23-24; 1Ts 1:9 |
b. Odian el pecado y a Satanás | Sal 139:21; Rom 12:9; Heb 1:9; 1Jn 2:15 |
c. Buscan el progreso del reino de Dios y su justicia | Mat 6:31-33; Mat 11:12; Mat 28:19-20; Hch 1:6-8; Hch 19:8; Hch 28:23; Hch 28:31; Col 4:11 |
d. No aman al mundo | Mat 6:19-24; Jua 17:15-16; Rom 12:1-2; 1Co 10:21-22; 2Co 6:14-18; 2Ti 3:1-5;
Stg 4:4; 1Jn 2:15-17 |
e. Esperan el regreso de Cristo del cielo | 1Ts 1:10; 1Ts 4:13-18; 1Ti 4:8; Tit 2:13 |
Poder y dominio |
a. A nivel personal | Luc 10:17; Jua 16:33; Rom 6:12; Rom 6:14 |
b. A nivel familiar | Deu 6:1-9; 1Co 11:3; Efe 5:22-33; Efe 6:1-4 |
c. A nivel eclesiástico | Mat 5:13-20; Mat 18:15-20 |
d. A nivel comercial | Luc 16:1-13; Col 3:23-25 |
La lucha de Cristo contra Satanás |
a. Cristo vino a destruir el reino de Satanás | Luc 4:18-21; Jua 12:31; Hch 26:15-18; 1Jn 3:8 |
b. Cristo venció la tentación | Mat 4:1-11; Luc 4:1-11; Heb 4:15 |
c. Cristo echó fuera demonios | Mar 1:25-26; Mar 1:32-34; Mar 1:39; Mar 3:12; Mar 5:12-15; Mar 7:24-30; Mar 9:14-29; Luc 11:20-22 |
d. Todo poder le pertenece a Cristo por la eternidad | Mat 28:18; 1Jn 4:4 |
e. Liberación del pecado y de la enfermedad mediante la cruz | Isa 53:1-12; 1Pe 2:24 |
f. La victoria final es de Cristo | 2Ts 2:7-8; 2Pe 3:10-13; Apo 17:14; Apo 19:11-21 |
La lucha de los creyentes contra Satanás |
a. Los creyentes odian el pecado y procuran destruir las obras del diablo | Mat 12:29-30; Mar 3:27; Luc 11:21-23 |
b. Las armas de los creyentes son espirituales, no terrenales | Mat 26:52; 2Co 10:4-5; Efe 6:10-17 |
c. Se da a los creyentes autoridad para echar fuera demonios | Mar 3:14-15; Mar 6:7; Mar 16:17; Luc 9:1-2; Luc 10:17; Hch 5:16; Hch 8:7; Hch 16:18; Hch 19:12 |
d. Los creyentes deben vencer al mundo | Gál 6:14; 1Jn 2:13-14; 1Jn 4:4; 1Jn 5:4; Apo 2:7; Apo 2:11; Apo 2:17; Apo 2:26; Apo 3:5; Apo 3:12; Apo 3:21; Apo 12:11; Apo 21:7; Apo 21:11 |
e. Por la cruz los creyentes están muertos al mundo | Gál 6:14; Heb 11:25-26 |
EL REINO DE DIOS VERSUS EL REINO DE SATANÁS
EL REINO DE SATANÁS |
Gobierno |
a. Gobierno de Satanás, el dios de este mundo | Jua 12:31; Jua 14:30; 2Co 4:4; Efe 2:2; 1Jn 5:19 |
b. Satanás ayudado por gobernantes, autoridades y poderes de este mundo tenebroso | Efe 1:21; Efe 6:12; Col 1:16; Col 2:15; cf. Dan 10:13 |
Naturaleza |
a. Centrado en las cosas de este mundo | 1Jn 2:15-17; 1Jn 5:19; Apo 2:9; Apo 2:13 |
b. Dolencia, enfermedad, esclavitud | Mat 10:1; Luc 9:1 |
c. Engaño | Gén 3:4-5; Gén 3:13; Jua 8:44; Rom 1:25; 2Co 4:4; 2Ts 2:10-12 |
d. Pecado y maldad | Rom 1:28-32; 1Co 6:9-10; Efe 2:1; Efe 2:3; 1Jn 3:7-10; 1Jn 3:12 |
e. Tinieblas | Luc 22:53; Hch 26:18; Efe 6:12; Col 1:13; 1Jn 1:6; cf. 2Co 11:14 |
f. Muerte eterna | Rom 5:12; Rom 5:14; Rom 6:23; Efe 2:1; Apo 20:14-15; Apo 21:8 |
Manifestación |
a. Destrucción | Jua 10:10; 1Pe 5:8 |
b. Lleno del espíritu del mundo | 1Co 2:12; Stg 4:4; 1Jn 2:15 |
c. Milagros falsos y posesión demoniaca | Mat 4:24; Mat 8:28; Mat 24:24; 2Ts 2:9; Apo 13:13-14 |
d. Presencia de espíritus malos | Mat 8:28; Mat 12:22-29; Mar 5:2-5; Mar 5:9; Mar 6:17; Hch 19:16; Apo 18:2 |
e. Hechicería, drogas, actividad ocultista | Hch 16:16; Hch 19:18-19; 1Co 10:20; Gál 5:20; Apo 2:24 |
f. Obras de la carne | Gál 5:19-21 |
Entrada |
a. Toda la humanidad no regenerada | Rom 3:23; Rom 5:12; Efe 2:2-3; Col 1:13 |
b. Orgullo, independencia | Sal 2:1-2; Pro 16:18; Eze 16:40-50; Dan 4:30; Abd 1:3; Rom 1:30; 2Ti 3:2; Jud 1:16 |
c. Rebeldía e incredulidad | Rom 1:18-32; Heb 3:19; Heb 12:25 |
d. Muerte espiritual | Rom 5:12; Rom 5:17; Rom 6:23; Efe 2:1; Col 2:13 |
e. Separación de Dios | Efe 2:12 |
Características de los súbditos |
a. Hijos de Satanás | Jua 8:44; 1Jn 3:8-10 |
b. Incredulidad y rebeldía | Mat 17:17; Luc 12:46; 2Ts 3:2; Tit 1:15; Apo 21:8 |
c. Muerte eterna | Jua 3:18; Jua 3:36; Rom 5:12; Rom 6:23; Stg 1:15; 1Jn 5:12; Apo 20:14-15; Apo 21:8 |
d. Andan en las tinieblas | Jua 3:19; Rom 13:12-13; Efe 5:11-12; 1Jn 1:6; 1Jn 2:9; 1Jn 2:11 |
e. Dicen mentiras y se oponen a la verdad | Jua 8:44; Rom 1:18; Rom 1:25; 2Ti 2:18; 2Ti 3:8; 2Ti 4:4 |
f. Aman las cosas del mundo | 1Co 6:9; 2Ti 3:4; 2Pe 2:3; Jud 1:11; Apo 3:17-19 |
g. Viven conforme a la carne | Rom 8:5-6; Gál 5:16-26 |
h. Son malvados, desobedientes e inmorales | Gál 5:19-21; Efe 2:2-3; Efe 5:5-6; Stg 1:14-15; 1Jn 2:15-17; 1Jn 3:8 |
i. Arrogancia y presunción | 2Ti 3:2; Stg 4:6 |
j. Esclavitud del pecado y de Satanás | Rom 7:14-24 |
k. Engaño | Pro 12:5; Pro 12:20 a; Rom 1:20; Efe 4:22; Apo 21:8 |
1. Odio y hostilidad | Luc 21:17; Jua 15:18-19; Jua 18:14; Rom 1:30; Tit 3:3; Stg 4:4 |
m. Amargura | Rom 3:14; Efe 4:31 |
n. Influencia corruptora | Gén 19:1-38; Pro 2:12-22; 1Co 15:33 |
ñ. Lascivia e inmoralidad sexual | Rom 1:24-27; 1Co 6:9-10; Gál 5:19; Efe 5:5-6 |
o. Avaricia y codicia | Luc 12:15-21; Col 3:5; 2Pe 2:14 |
p. Son impíos | 2Ti 3:2; 2Pe 2:5-6; Jud 1:15; Apo 22:11 |
q. Palabras indecentes | Pro 10:18; Pro 15:28; Rom 3:13-14 |
r. No heredan el reino | 1Co 6:9-11; Gál 5:21; Efe 5:5 |
Deberes |
a. Idolatría; viven para sí; adorarán a Satanás y al anticristo | Dan 11:30-33; 2Ts 2:4; Apo 13:4; Apo 13:8; Apo 13:12; Apo 13:15 |
b. Odian a los creyentes y los persiguen; odian a Cristo y la justicia | Jua 15:19; Jua 16:3; Jua 17:14; 2Ti 3:12; Apo 12:13; Apo 12:17 |
c. Promueven el mal y corrompen el reino y la justicia de Dios | Mat 7:15; Mat 13:24-28; Mat 13:36-43; Mat 24:23-24; Luc 21:8; Hch 20:29-30; Gál 1:8-9; 1Jn 2:18-19; 2Jn 1:7-11 |
d. Aman al mundo | Sal 17:14; Mar 8:36; Flp 3:19; 2Ti 4:10; 1Jn 2:15-16 |
e. No esperan el regreso de Cristo | Mat 24:45-51; Luc 12:42-46; 1Ts 5:4-6 |
Poder y dominio |
a. A nivel personal | Jua 8:23; Efe 2:1; 1Jn 3:8 |
b. A nivel familiar | Luc 16:27-31; Luc 21:16; 2Ti 3:2-3; 2Ti 3:6 |
c. A nivel organizacional | Jua 12:31; Efe 6:12; Apo 13:1-11; Apo 17:1-18; Apo 18:1-24 |
d. A nivel comercial | Hch 16:16-21; Hch 19:23-28; Apo 18:3; Apo 18:11-24 |
La lucha de Cristo contra Satanás |
a. Satanás resuelto a destruir el reino de Cristo | Mat 4:1-11; Mat 16:22-23 |
b. Satanás tentó a Cristo | Mat 4:1-11; Luc 4:1-11; Heb 4:15 |
c. Los demonios retaron a Cristo | Mar 1:24; Mar 1:34; Mar 3:11; Mar 5:7 |
d. Satanás sólo tiene poder limitado y temporal | Job 1:6-12; Job 2:1-6; Luc 22:53; Apo 20:7-9 |
e. Satanás no puede resistir el poder de la cruz | 2Co 4:10; Apo 12:10-11 |
f. Al final Satanás será derrotado y destruido | Mat 25:41; Mat 25:46; Jua 16:11; Apo 20:10; Apo 20:14-15 |
La lucha de los creyentes contra Satanás |
a. Satanás odia y persigue a los creyentes | Jua 15:19; Jua 17:14; Apo 12:13; Apo 12:17 |
b. Satanás usa el mundo, la carne y lo demoniaco contra los creyentes | 2Co 11:3; 2Co 11:14-15; Gál 5:17-21; Efe 6:11-12; 1Pe 2:11; 1Pe 5:8; Apo 12:13; Apo 12:17; Apo 13:15-18 |
c. Los demonios tratan de destruir a los creyentes en lo espiritual | Mar 9:17-18; Hch 8:7; Hch 16:16-17; 1Pe 5:8 |
d. Satanás procura vencer a los creyentes | Jer 1:19; Luc 10:19; Rom 12:21; 1Ti 5:11;
2Pe 2:20 |
e. Satanás tienta con los placeres pecaminosos | Flp 3:19; 2Ti 3:4; 1Jn 2:16-17 |
EL PLAN DE DIOS PARA EL HOMBRE
EL ARREPENTIMIENTO
Mat 3:1-2 En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: «Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.».
Mat 3:11 «Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizara en Espíritu Santo y fuego.»
Luc 24:46-47 Y les dijo: «Así está escrito, y. así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén»
Hch 2:38 Pedro les dijo: «Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.»
Hch 17:30 «Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan.»
Rom 10:9-10 Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levanto de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
LA SALVACIÓN
Isa 45:22 «Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.»
Mat 1:21 «Y dará a luz un hijo, y llamaras su nombre JESUS, porque el salvara a su pueblo de sus pecados.»
Luc 19:10 «Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.»
Mat 26:28 «Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.»
Jua 3:14-17 «Y como Moisés levanto la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.»
Rom 5:8-11 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por el seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.
Rom 6:23 Porque la paga del pecado es muerte, más la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Heb 9:28 Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.
EL BAUTISMO EN AGUA
Mat 3:16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venia sobre él.
Mat 28:19 «Por tanto, id, y haced discípulos a todas. las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.»
Mar 16:16 «El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado.»
Hch 8:12-16 Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito. Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús.
Hch 10:47-48 Entonces respondió Pedro: «.Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?» Y mando bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.
Hch 19:3-5 Entonces dijo: «.En que, pues, fuisteis bautizados?» Ellos dijeron: «En el bautismo de Juan.» Dijo Pablo: «Juan bautizo con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.» Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
LA SANIDAD DIVINA
Mat 8:16-17 Y cuando llego la noche, trajeron a el muchos endemoniados; y con la palabra echo fuera a los demonios, y sano a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: «El mismo tomo nuestras enfermedades, y llevo nuestras dolencias.»
Mar 16:17-18 «Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echaran fuera demonios; hablaran nuevas lenguas; tomaran en las manos serpientes, y si bebieren I cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanaran.»
Luc 7:21-22 En esa misma hora sano a muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista. Y respondiendo Jesús, les dijo: «Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio.»
Luc 10:9 «Y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: ‘Se ha acercado a vosotros el reino de Dios.'»
Hch 5:12-16 Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; más el pueblo los alababa grandemente. Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran numero así de hombres como de mujeres; tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados.
1Pe 2:24 Quien llevo el mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO
Joe 2:28-29 «Y después de esto derramare mi Espíritu sobre toda carne, y profetizaran
vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos sonaran sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramare mi Espíritu en aquellos días. ?
Mat 3:11 «Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizara en Espíritu Santo y fuego.»
Jua 7:37-39 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzo la voz, diciendo: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.» Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
Hch 2:1-4 Cuando llego el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual lleno toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de
fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Hch 10:44 Mientras aun hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso.
Hch 19:6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.
Rom 14:17 Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
1Co 12:13 Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
Mat 24:27 «Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.»
1Ts 4:16-17 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitaran primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
Heb 9:28 Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.
2Pe 3:10 Porque el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasaran con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.
Apo 1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le vera, y los que le
traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Si, amen.
Apo 22:12 «He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.»
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Capitulo 1.
La “genealogía” de Cristo, 1:1-17.
1 Genealogía de Jesucristo; hijo de David, hijo de Abraham: 2 Abraham engendró a Isac, Isac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos; 3Judá engendró a Fares y a Zara de Tamar; Fares engendró a Esrom, Esrom a Aram; 4 Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, 5 Salmón a Booz de Rahab; Booz engendró a Obed de Rut, Obed engendró a Jesé, 6 Jesé engendró al rey David, David a Salomón de la mujer de Urías; 7 Salomón engendró a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asa, 8 Asa a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, 9 Ozías a Joatam, Joatam a Acaz, Acaz a Ezequías, 10 Ezequías a Manases, Manases a Amón, Amón a Josías, Josías a Jeconías y a sus hermanos en la época de la cautividad de Babilonia. 12 Después de la cautividad de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, 13 Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliacim, Eliacim a Azor, 14 Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, 18 Eliud a Eleazar, Eleazar a Matan, Matan a Jacob, 16 y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. 17 Son, pues, catorce las generaciones desde Abraham hasta David, catorce desde David hasta la cautividad de Babilonia y catorce desde la cautividad de Babilonia hasta Cristo.
Mateo limita la genealogía de Cristo a los antecesores del pueblo elegido: a las dos series que derivan de Abraham y David, en un orden descendente. Recoge así la gran promesa mesiánica hecha a Abraham y fijada en la estirpe de David: “Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.” Este evangelio es, pues, el de Jesucristo Mesías. En la época neotestamentaria, la expresión “hijo de David” era usual para denominar al Mesías 1.
La conservación y uso de las genealogías es algo muy característico del mundo semita. La Biblia conserva muchas (Gen c.4-11; 1 Crón c.1-9; Esd 2:61-63; Neh 7:63-65). Josefo recuerda el esmero con que se conservaban “por escrito” las de los sumos sacerdotes desde “dos mil años,” con “sus nombres y los de sus padres.” 2 Y él mismo sacó de estas listas “públicas” su doble genealogía, regia y sacerdotal 3. San Pablo citará con orgullo su propia genealogía (Rom 11:1; Flp 3:5). Y, al decir de Julio el Africano (170-240 d.C.), Herodes, de baja estirpe, hizo quemar las listas genealógicas de los hebreos para que nadie se pudiera gloriar de su origen. Algunas, sin embargo, se salvaron, entre las cuales cita a las de los “parientes” de Cristo 4. Así, pues, es históricamente cierta la gran solicitud de los orientales y judíos por conservar sus “genealogías.”5
Esta “genealogía” de Cristo en Mateo es, en su contenido, histórica; pero en su redacción literaria, artificiosa. La reduce a tres grupos de catorce generaciones cada una, cuando son más, y omite a veces nombres de personajes conocidos. Así, omite los tres reyes que existieron entre Jorán y Ozías (1Re 8:24; 1Cr 3:11; 1Cr 3:4 Rev 14:1), y entre Fares y Naasón, sólo cita a tres personas – Esrom, Aram y Aminadab -, cuando la permanencia en Egipto sería de “cuatrocientos treinta años” (Exo 13:40); entre Salomón e Isaí, padre de David, pasaron unos tres siglos, y sólo cita dos generaciones; y también hubo más entre Zorobabel, de la cautividad, y San José, y sólo cita nueve. Lucas mismo, en este espacio de tiempo, cita dieciocho.
Sin embargo, Mateo, al reducirlas a tres grupos de catorce cada una, tenía un propósito particular al que subordinó estos problemas. El mismo dice explícitamente: van catorce generaciones de Abraham a David, y catorce de David a la Cautividad, y catorce de ésta a Cristo.
Dos son las razones que pudieran explicar su propósito. La primera, la simetría. El contener la primera serie, de Abraham a David, oficialmente en la Biblia, catorce generaciones, pudo inclinar al autor a caracterizar las otras épocas por el mismo número, dada la división tripartita de fondo, Abraham-David-Cristo 6.
La segunda, el gusto oriental por los acrósticos. Las tres radicales que componen el nombre de David tienen el valor numérico 4 + 6 + 4 = 14. Así el número 14 viene a ser, en acróstico, el nombre de David. Tendría así una intención mesiánica, que terminaba en Cristo, al que se llamaba, por antonomasia, el “Hijo de David.” 7
Esta solución fue propuesta por Chrz. Fr. Ammon (1849), G. Surenhusio (s.XVII-XVIII), A. Gr. Gfrorer (1838) y, más recientemente, por A. Bisping 8.
Así, pues, Mateo es el autor de esta “genealogía.” Le bastaba para su fin citar, como anillos de la cadena, el que estos antepasados lo fuesen en un sentido natural o legal. La palabra “padre” puede tener entre los orientales un sentido muy amplio.
Es extraño, sin embargo, que cite en ella cuatro nombres de mujeres: Tamar (Gen 38:14-24), Rahab (Jue 2:1), Rut (Rut 1:4) y “la mujer de Urías” (1Sa 1:11-31), cuando los derechos mesiánicos legales se hacían por línea paterna y, además, aparecen algunas de ellas como desfavorables en su conducta moral. San Jerónimo pensó acusar con ello la universalidad salvadora mesiánica; sin embargo, la opinión común es que las incluyó porque eran extranjeras a Israel. Esto sugeriría que en la línea del Mesías había también influencias extranjeras e, indirectamente, podría verse un cierto sentido de universalidad en la obra mesiánica. Sin embargo, en 1 Crónicas (1Sa 1:33; 1Sa 2:3.4.16.17, etc) se citan mujeres de condición diversa y sin intención especial. Acaso, hipotéticamente, hayan podido ser en Mt anotaciones marginales al texto primitivo que después pasasen al Mtg. Hasta se piensa que algunas hayan sido “prosélitas” 8. Alguna tradición rabínica considera a Tamar en la línea mesiánica. En los nueve primeros capítulos del libro I de las Crónicas las “divergencias” son cosa corriente 9.
Mateo termina su genealogía con estas palabras: “Y Jacob engendró a José, el varón de María, de la cual nació Jesús, el llamado Cristo (Mcsías).” Pero la expresión “varón de María” debió de parecer algo fuerte a algunos lectores, como si ello supusiese alguna relación matrimonial entre José y María, lo cual dio origen a otras dos lecturas en algunos códices 10. Sin embargo, esta primera lectura es la genuina, con lo que se acusa la generación “legal” de José. Al explicitar que Jesús nació de María, el evangelista prepara el tema de la segunda parte: la concepción virginal de Cristo.
El “modo sobrenatural” de la concepción de Cristo,1Sa 1:18-25.
18 La concepción de Jesucristo fue así: Estando desposada María, su madre, con José, antes de que conviviesen, se halló haber concebido María del Espíritu Santo. 19José, su esposo, siendo justo, no quiso denunciarla y resolvió repudiarla en secreto. 20 Mientras reflexionaba sobre esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo. 21 Dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados. 22 Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado por el profeta que dice: 23 “He aquí que la virgen concebirá y parirá un hijo, Y le pondrá por nombre Emmanuel, Que quiere decir “Dios con nosotros.” 24 Al despertar José de su sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, recibiendo a su esposa. 25 Y sin haberla conocido dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.
Angustias de san José,1Sa 1:18-21.
Al regreso de su visita a Isabel, María “volvió a su casa,” la de sus padres, familiares, o la de su esposo. Depende de si habían celebrado las bodas o sólo los desposorios.
Se plantea a este propósito un problema clásico: Cuando se descubre la concepción virginal milagrosa de Jesús, ¿María estaba sólo “desposada” con José o era ya su verdadera “esposa”? ¿Qué valor tienen las expresiones que se usan aquí para narrar esto?
Tres términos entran aquí en juego: son los siguientes:
El verbo ìíçóôåýù: casar o desposar; el verbo óõíÝñ÷ïìáé: cohabitar, vivir juntos en una casa, o también, aunque raramente, relaciones conyugales; el tercer verbo es ðáñáëáìâÜíù, que significa recibir, y, según algunos, “retener.”
Ante todo, conviene destacar que la tradición cristiana se divide al precisar el estado de María a la hora de la concepción virginal de su Hijo. Así, se encuentran representantes que interpretan el verbo “convenir” del uso matrimonial, y que, en este caso, sería la afirmación por el evangelista de no haber mediado en esta concepción ni antes del nacimiento relación conyugal alguna. Tales San Juan Crisóstomo 11, San Ambrosio 12 y San Jerónimo 13.
No habiendo unanimidad en la tradición sobre este punto, parece lo más probable concluir, por la lectura del texto, que se trata del desposorio, por las razones siguientes:
a) El sentido normal del verbo ðáñáëáìâÜíù es el de “recibir.” En la lengua griega profana se usa también para expresar el matrimonio. Si se quiere suponer que María ya estaba casada, “el verbo debiera entenderse en el sentido de retener, conservar, mantener; pero tal sentido no lo tiene este verbo.” 14
b) En Mateo, el verbo ðáñáëáìâÜíù siempre se usa en el sentido de tomar a uno por socio; no de retener.
c) El verbo ìíçóôåýù, tanto en el griego clásico como en el de la koine, puede significar indistintamente casar o desposar. Es el contexto el que ha de decidir.
d) El verbo óõíÝñ÷ïìáé no parece que pueda significar, en este pasaje de Mt, relaciones matrimoniales, pues Mt mismo, o el traductor, expresa éstas en el mismo pasaje por el conocido eufemismo matrimonial hebreo de “conocer.” Así dice, probando la virginidad de María en la concepción y parto: “Y (José) no la conoció hasta que dio a luz su hijo.” ¿Por qué suponer que lo que es un término técnico hebreo, “conocer,” para indicar las relaciones conyugales, es expresado en el v.18 por un verbo que no es normal, cuando unos versículos después, y hablando del mismo tema, lo expresa por la traducción material del eufemismo hebreo (yada’) (yoda’) = conocer) técnico por relaciones conyugales? Ni en contra de eso estaría el que se llame a José “varón” de María si estuviese desposada. Ya que los desposorios (qiddushín) en Israel tenían casi el valor jurídico de matrimonio, por lo que “varón” puede traducir indistintamente a “marido” o “desposado” 15. Ni tampoco, por lo mismo, es objeción el que José piensa “repudiar” a María. Pues este término, si bien es técnico para indicar la disolución de un matrimonio; como el desposorio tenía unas características tan especiales en Israel, no se podía repudiar a una desposada si no era mediante el libelo de repudio.
Así, pues, antes de que José llevase a María a su casa – el matrimonio se solía celebrar al año siguiente del desposorio 16 -, antes de que conviviesen, en cuyo acto consistía el acto jurídico matrimonial (nissuín), se halló que María había concebido “por obra del Espíritu Santo,” expresión que evoca el A.T. y donde se indica la acción “ad extra” de Dios. Expresión “post factum”; acaso pudiese aludir “por apropiación” al E. S. persona.
Este hecho produjo un desconcierto en José, pues su “desposorio” era ya un cuasi contrato formal de matrimonio. ¿Qué hacer?
Podría denunciarla ante un tribunal para que anulase “legalmente” el desposorio; retenerla, celebrando el matrimonio y llevarla a su casa; repudiarla, bien en público, excusándola y sin pedir castigo, o privadamente, mediante “libelo de repudio” ante dos testigos y sin alegar motivo 17. Y por fin, dejarla ocultamente marchándose de Nazaret y dejando que las cosas se olvidasen.
José, porque era “justo” (äßêáéïò), es decir, porque era recto en su conducta ante Dios y ante los nombres – aunque en este término caben muchos matices 18 -, determina “repudiarla en secreto,” darle el libelo de repudio secretamente y sin fecha para que ella pudiese salvar mejor su honor. José ante los hechos cree en el honor de María; si no, hubiese obrado de otra manera.
Sin embargo, por un sentido de honor, socialmente redundante en su Hijo, se pensaría que el matrimonio, jurídicamente, ya se hubiese celebrado.
Cuando pensaba realizarlo, después de fuertes dudas y reflexiones, llegó la intervención divina a través de “un ángel del Señor.” Fue en “sueños.” En Mt estas manifestaciones son, como en el “documento elohísta” del A.T., en sueños; en Lucas, con apariciones. En él se le revela el misterio que se ha realizado en María. No debe “temer” en tomarla por esposa, pues no es ningún mal, sino un gran privilegio para él la obra de la acción divina. Y se le ordena que le ponga por nombre Jesús. María “dará a luz un hijo,” pero tú “le llamarás Jesús.” Es José quien va a transmitir al niño “legalmente” los derechos mesiánicos, pues es de la casa de David (v.20). Jesús, que es su nombre propio y el que contiene la misión que viene a realizar, transcripción del arameo Yeshuá, es decir, “Dios salva,” porque “salvará a su pueblo de sus pecados.” Interpretación del evangelista o su “fuente.” Obra eminentemente espiritual, frente al mesianismo político y nacionalista esperado. La fórmula con que Mateo transmite esta obra del Mesías es la misma con la que se habla de Yahvé en los Salmos: “El (Dios) redimirá a Israel de todos sus pecados” (Sal 130:8). Jesús, el Mesías, realizará lo que se esperaba en el A.T. que haría el mismo Dios. Sugerencia muy fuerte, ya en el comienzo del evangelio, de que ese niño era Dios.
La Profecía del Emmanuel,Sal 1:22-23.
Mateo ve en este hecho de la concepción de Jesús el cumplimiento del vaticinio de Isaías sobre el Emmanuel (Isa 7:10-16). Precisamente sucede “para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado por el profeta.” Mateo da aquí una interpretación de esta profecía, bastante olvidada en la tradición judía, pues sobre el origen del Mesías, unos sostenían una cierta preexistencia divina en Dios, con una aparición gloriosa, y otros un Mesías puramente humano aunque de origen oculto. Sin embargo, es una profecía mesiánica19. El mismo Mateo, al citar esta profecía, pone en lugar de la ‘Almah, que significa de suyo mujer casada, “virgen,” por depender en su versión de los LXX, que ya usan esta palabra y porque es exigida por el contexto y paralelos verbales del A.T. 19
José Acepta la Paternidad “Legal” de Jesús,Isa 1:24-25.
Resueltas todas las dudas, José recibe a María por esposa, llevándola oficialmente a su casa, y acepta la paternidad “legal” de Jesús. Y añade el evangelista que no la “conoció” “hasta que” dio a luz a su hijo. El verbo “conocer” (yada’) es usado normalmente por las relaciones conyugales, y también es de sobra conocido el hebraísmo “hasta que” (‘ad-ki), con el que sólo se significa la relación que se establece a un momento determinado, pero prescindiendo de lo que después de él suceda. Así, Micol, mujer de David, “no tuvo más hijos hasta el día de su muerte” (2Sa 6:23; Gen 6:7; 2Re 15:5). Cuando la expresión intenta sugerir un cambio posterior, se explícita en el contexto (Gen 24:33; Hec 23:12.14.21). A veces, la frase, perdiendo su sentido subordinado, introduce un nuevo e imprevisto suceso (Dan 2:34; Dan 7:4.11). Así interpretado el texto de Mt no intentaría tanto expresar la inviolabilidad de María – sobrentendida su fecundación sobrenatural -, cuanto subrayar la paternidad legal de José. Además es conocido el uso frecuente de esta fórmula para indicar una exclusión. Entonces su sentido sería: “María dio a luz sin relación conyugal con José.” 20
1 Strack-Billerbeck, Kommentar. I p.640. – 2 Contra Ap. I 7. – 3 Vita I. – 4 Epist. ad Arist.: Mg 20,96ss. – 5 Strack-B., Kommentar. I p.1-6; Vosté, De duplici geneahgia Domini (1933) p.110; Obernhumer, Die menschliche Abstammung Jesu: Theol. Prakt. Qschr (1938) ρ 524-527; A. Vógtle,Di Genealogie Mat 1:2-16 und die matthaische Kindheitsgeschichte (I Teil), en Bibl. Zeitschrift (1964) p.45-58; ibíd. (1965) p.32-48. – 6 Para otro grupo de problemas de esta “genealogía,” cf. M. De Tuya, Biblia Comentada c.5 (BAC, 1.a edic.) p.21-25. – 7 Lagrange, évang. s. St. Matth. (1927) p.2-3. – 8 strack-b., o.c., i p.640. – 8 Bonnard, L’évang. s. St. Matth. (1963) p.16; R. Bloch, en Melanges Roben p.381-389; Troadec, Com. a los evang. sinópt. (1972) p.32-34. – 9 Erklarung des Evang. nach Matth. (1864). – 10 Nestlé, N.T. graece et latine (1928) ap. crít. a Mat 1:16; R. T. Hoqod, The Genealogies of Jesús, en Early Christian Origins (1961); J. Dupont, La genealogía di Gesü secando Matteo 1:1-17, en Biblia e Oriente (1962) p.3-6. – 11 MG 57:42-44. – 12 ML 15:16-35. – 13 ML 26:25. – 14 A. Fern. truyols, Vid. Jes. (1954) p.36. Ni los tres pasajes que se citan del N.T. (Flp 4:9; 1Co 1:3; Jua 1:11) tienen en el contexto este sentido. – 15 Zorell, Lexicón col. 114-115. – 16 Strack-B., o.c., II p.303-398; Bonsirven, Textes. n.1250 p.731, índice sistemático, palabra “fiancailles.” – 17 strack-b., o.c., i p.805. – 18 Zorell, Lexicón col.315-316; C. Spicq, Joseph, son mari etant juste (Mat 1:19): Rev. Bibl. (1964) p.206-214, contra León-Dufour, L’annonce bjosrph, en Mélanges A. Robert (1957) p.390-397, en que sostiene quejóse, por modestia, no quería pasar por el padre del Niño divino, cuyo origen sabía por María. Temía engañar a la gente haciéndolo pasar por su hijo. Por eso el ángel le dice que lo acepte. Esto tiene en contra el contexto y el “porqué” del v.20. Por eso hace torturas en la traducción. – 19 Strack-B., o.c., I p.74; Ceuppens, De proph. messian. in A.T. (1935) p.188- – 19 ceuppens, o.c., p.192-196. – 20 Joüon, L’évang. compte tenu du subst. semit. (1930) p.4-5; W. Vischer, Com-ment arriva la naissance de Jesus-Christ: Eludes Théolog. et Relig. (1962) p.365-370; F. Sottocornola, Tradition and the Doubt of St.Joseph concerning Mary’s Virginity: Ma-rianum (1957) p.127-141; M. De Tuya, María en la Biblia: Enciclopedia mariana posconciliar (1975) p.303-304.
Fuente: Biblia Comentada
Nuevo Testamento
Introducción a los EvangeliosLa palabra «evangelio» se deriva de la griega euangellion, que significa «buenas noticias». En el griego secular euangellion se refería a un buen informe que se daba acerca de un suceso importante. Los cuatro Evangelios son las buenas noticias acerca de los acontecimientos más significativos de toda la historia: La vida, muerte en la cruz y resurrección de Jesús de Nazaret.
Los Evangelios no son biografías en el sentido moderno de la palabra, puesto que su intención no es presentarnos una narración completa de la vida de Jesús (cp. Jua 20:30; Jua 21:25). Aparte de las narraciones del nacimiento, no proporcionan mucha información sobre los primeros treinta años de la vida de Jesús. Si bien el ministerio público de Jesús duró unos tres años, los Evangelios enfocan su atención sobre todo en la última semana de su vida (cp. Jua 12:1-50; Jua 13:1-38; Jua 14:1-31; Jua 15:1-27; Jua 16:1-33; Jua 17:1-26; Jua 18:1-40; Jua 19:1-42; Jua 20:1-31). Aunque desde la perspectiva histórica son completamente exactos, y aportan importantes detalles biográficos de la vida de Jesús, el propósito primario de los Evangelios es teológico y apologético (Jua 20:31). Nos proveen de respuestas autorizadas a cuestiones relacionadas con la vida y ministerio de Jesús, y fortalecen la seguridad del creyente en cuanto a la realidad de su fe (Luc 1:4).
Aunque se escribieron muchos evangelios falsos, la iglesia desde los primeros tiempos ha aceptado solo Mateo, Marcos, Lucas y Juan como Escrituras inspiradas. Si bien cada Evangelio tiene su propia perspectiva y singularidad (vea la explicación sobre el «Problema sinóptico» en la Introducción a Marcos: Retos interpretativos), notamos que cuando Mateo, Marcos y Lucas se les compara con Juan, aquellos comparten un punto de vista común. Debido a esto se les conoce como los Evangelios sinópticos (de una palabra griega que significa «ver juntos» o «compartir un punto de vista común»). Por ejemplo, Mateo, Marcos y Lucas se enfocan en el ministerio de Jesús en Galilea, mientras que Juan se centra en su ministerio en Judea. Los Evangelios sinópticos contienen numerosas parábolas, mientras que el de Juan no aporta ninguna. Juan y los Evangelios sinópticos registran solo dos sucesos comunes (Jesús caminando sobre el agua y la alimentación de los 5.000) antes de la llamada Semana de la pasión. Sin embargo, estas diferencias entre Juan y los Evangelios sinópticos no son contradictorias, sino complementarias.
Como ya hemos indicado, cada escritor de los Evangelios escribió desde una perspectiva propia y única, para una audiencia diferente. Como resultado, cada Evangelio contiene elementos distintivos. Considerados en conjunto, los cuatro Evangelios aportan un testimonio completo acerca de Cristo Jesús.
Mateo escribió principalmente para una audiencia judía, presentando a Jesús de Nazaret como el Mesías prometido y esperado, y el legítimo Rey de Israel. Su genealogía, a diferencia de la de Lucas, se enfoca en la descendencia de Jesús del rey David, el más grande rey de Israel. En Mateo aparecen intercaladas citas del Antiguo Testamento presentando varios aspectos de la vida y ministerio de Jesús como cumplimiento de las profecías mesiánicas. Solo Mateo usa la expresión «el reino de los cielos», evitando la frase paralela de «reino de Dios» debido a las connotaciones no bíblicas que la misma tenía en el pensamiento judío del primer siglo. Así, pues, Mateo escribió su Evangelio para fortalecer la fe de los cristianos judíos y para proveerles de una herramienta apologética útil para la evangelización de los judíos.
Marcos se dirigió a una audiencia gentil, especialmente romana (véase la Introducción a Marcos: Contexto histórico). Marcos es el Evangelio de la acción; el uso frecuente de expresiones como «inmediatamente» y «entonces» (Mar 2:2-3) le da a la narración movimiento y dinamismo. Jesús aparece en Marcos como el Siervo (cp. Mar 10:45) que vino a sufrir por los pecados de muchos. El paso dinámico de la narración de Marcos apelaría especialmente a los romanos que se caracterizaban por la acción y el sentido práctico.
Lucas tenía en mente una audiencia gentil más amplia. Como un griego culto (véase la Introducción a Lucas: Autor y fecha), Lucas escribió usando el estilo griego más cultivado y literario de los escritores del Nuevo Testamento. Era un investigador diligente (Luc 1:1-4) y un historiador cuidadoso. Lucas nos presenta a Cristo como el Hijo del Hombre (un título que aparece veintiséis veces), la respuesta a las necesidades y esperanzas de la raza humana, quien vino a buscar y a salvar a los pecadores perdidos (Luc 9:56; Luc 19:10).
Juan, el último Evangelio que se escribió, hace hincapié en la deidad de Jesucristo (vea Jua 5:18; Jua 8:58; Jua 10:33; Jua 14:9). Juan escribió para fortalecer a los creyentes e invitar a los incrédulos a depositar su fe en Cristo. El apóstol expresó claramente en Jua 20:31 su propósito al escribir: «Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre».
En conjunto, los cuatro Evangelios nos ofrecen un retrato completo del Dios-hombre, Jesús de Nazaret. En él aparecen entretejidas la perfecta humanidad y deidad, haciendo así que pudiera ser el único sacrificio adecuado por los pecados de todo el mundo y el Señor por derecho propio de los que creen.
UNA ARMONÍA DE LOS EVANGELIOS
Primera parte: Un anticipo de quién es Jesús
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
El propósito de Lucas para escribir un Evangelio | – | – | Luc 1:1-4 | – |
El prólogo de Juan: De la preencarnación a la crucifixión | – | – | – | Jua 1:1-18 |
El linaje legal de Jesús por medio de José y el linaje natural por medio de María | Mat 1:1-17 | – | Luc 3:23 b Luc 3:38 | – |
Segunda parte: Los primeros años de Juan el Bautista
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
El anuncio a Zacarías del nacimiento de Juan | – | – | Luc 1:5-25 | – |
El anuncio a María del nacimiento de Jesús | – | – | Luc 1:26-38 | – |
La visita de María a Elisabet | – | – | Luc 1:39-45 | – |
El cántico de gozo de María | – | – | Luc 1:46-56 | – |
El nacimiento de Juan | – | – | Luc 1:57-66 | – |
El cántico profético de Zacarías | – | – | Luc 1:67-79 | – |
Crecimiento y primera etapa de la vida de Juan | – | – | Luc 1:80 | – |
Tercera parte: Los primeros años de Cristo Jesús
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Revelación a José de las circunstancias del nacimiento de Jesús | Mat 1:18-25 | – | – | – |
Nacimiento de Jesús | – | – | Luc 2:1-7 | – |
El testimonio de los pastores | – | – | Luc 2:8-20 | – |
Circuncisión de Jesús | – | – | Luc 2:21 | – |
Presentación de Jesús en el templo | – | – | Luc 2:22-38 | – |
El regreso a Nazaret | – | – | Luc 2:39 | – |
La visita de los magos | Mat 2:1-12 | – | – | – |
La huida a Egipto | Mat 2:13-18 | – | – | – |
El nuevo hogar en Nazaret | Mat 2:19-23 | – | – | – |
Crecimiento y primeros años de la vida de Jesús | – | – | Luc 2:40 | – |
La primera Pascua de Jesús en Jerusalén | – | – | Luc 2:41-50 | – |
Adolescencia y primera etapa de adultez de Jesús | – | – | Luc 2:51-52 | – |
Cuarta parte: El ministerio público de Juan el Bautista
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Lanzamiento de su ministerio | – | Mar 1:1 | Luc 3:1-2 | – |
Su persona, proclamación y bautismo | Mat 3:1-6 | Mar 1:2-6 | Luc 3:3-6 | – |
Sus mensajes a los fariseos, saduceos, multitudes, publicanos y soldados | Mat 3:7-10 | – | Luc 3:7-14 | – |
Su descripción del Cristo | Mat 3:11-12 | Mar 1:7-8 | Luc 3:15-18 | – |
Quinta parte: El final del ministerio de Juan y el comienzo del ministerio de Cristo (sobre todo en Judea)
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Juan bautiza a Jesús | Mat 3:13-17 | Mar 1:9-11 | Luc 3:21-23 a | – |
La tentación de Jesús en el desierto | Mat 4:1-11 | Mar 1:12-13 | Luc 4:1-13 | – |
Juan se identifica a sí mismo ante los sacerdotes y levitas | – | – | – | Jua 1:19-28 |
Juan identifica a Jesús como el Hijo de Dios | – | – | – | Jua 1:29-34 |
Los primeros seguidores de Jesús | – | – | – | Jua 1:35-51 |
Primer milagro: La conversión del agua en vino | – | – | – | Jua 2:1-11 |
La visita a Capernaum con sus discípulos | – | – | – | Jua 2:12 |
Primera purificación del templo en la Pascua | – | – | – | Jua 2:13-22 |
Una primera respuesta a los milagros de Jesús | – | – | – | Jua 2:23-25 |
La entrevista de Nicodemo con Jesús | – | – | – | Jua 3:1-21 |
Jesús reemplaza a Juan | – | – | – | Jua 3:22-36 |
Jesús sale de Judea | Mat 4:12 | Mar 1:14 a | Luc 3:19-20; Luc 4:1-4 | Jua 4:14 a |
La conversación con una mujer samaritana | – | – | – | Jua 4:5-26 |
El reto de una cosecha espiritual | – | – | – | Jua 4:27-38 |
Evangelización en Sicar | – | – | – | Jua 4:39-42 |
La llegada a Galilea | – | – | – | Jua 4:43-45 |
Sexta parte: El ministerio de Cristo en Galilea
LA OPOSICIÓN EN CASA Y NUEVO CUARTEL GENERAL
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
La naturaleza del ministerio galileo | Mat 4:17 | Mar 1:14 b Mar 1:15 | Luc 4:14 b Luc 4:15 | – |
Jesús sana a un niño de Capernaum mientras se encuentra en Caná | – | – | – | Jua 4:46-54 |
Ministerio y rechazo en Nazaret | – | – | Luc 4:16-31 | – |
Traslado a Capernaum | Mat 4:13-16 | – | – | – |
LLAMAMIENTO DE LOS DISCÍPULOS Y MINISTERIO POR TODA GALILEA
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
El primer llamamiento de los cuatro | Mat 4:18-22 | Mar 1:16-20 | – | – |
La enseñanza en la sinagoga de Capernaum autenticada por la curación de un endemoniado | – | Mar 1:21-28 | Luc 4:31 b Luc 4:37 | – |
Curación de la suegra de Pedro y de otros | Mat 8:14-17 | Mar 1:29-34 | Luc 4:38-41 | – |
Recorrido de Galilea con Simón y otros | Mat 4:23-24 | Mar 1:35-39 | Luc 4:42-44 | – |
Segundo llamamiento de los cuatro | – | – | Luc 5:1-11 | – |
Limpieza de un leproso seguida de mucha publicidad | Mat 8:2-4 | Mar 1:40-45 | Luc 5:12-16 | – |
El perdón y la curación de un paralítico | Mat 9:1-8 | Mar 2:1-12 | Luc 5:17-26 | – |
Llamamiento de Mateo | Mat 9:9 | Mar 2:13-14 | Luc 5:27-28 | – |
Banquete en la casa de Mateo | Mat 9:10-13 | Mar 2:15-17 | Luc 5:29-32 | – |
La presencia del Mesías cambia las cosas y se explica mediante tres ilustraciones | Mat 9:14-17 | Mar 2:18-22 | Luc 5:33-39 | – |
CONTROVERSIA SOBRE EL DÍA DE REPOSO
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Curación de un paralítico en Jerusalén en día de reposo | – | – | – | Jua 5:1-9 |
Intento de matar a Jesús por quebrantar el día de reposo y por hacerse igual a Dios | – | – | – | Jua 5:10-18 |
Discurso para demostrar la igualdad del Hijo con el Padre | – | – | Luc 5:19-39 | – |
Controversia porque los discípulos recogen espigas en día de reposo | Mat 12:1-8 | Mar 2:23-28 | Luc 6:1-5 | – |
Curación de un hombre con una mano seca (paralizada) en día de reposo | Mat 12:9-14 | Mar 3:1-6 | Luc 6:6-11 | – |
Jesús se retira al Mar de Galilea y le sigue mucha gente de varios lugares | Mat 12:15-21; | Mar 3:7-12; Mar 4:25 | – | – |
ELECCIÓN DE LOS DOCE Y EL SERMÓN DEL MONTE
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Los nombres de los doce apóstoles | – | Mar 3:13-19 | Luc 6:12-16 | – |
El escenario del Sermón | Mat 5:1-2 | – | Luc 6:17-19 | – |
Bendiciones de los que heredan el reino y ayes para los que no lo heredan | Mat 5:3-12 | – | Luc 6:20-26 | – |
La responsabilidad mientras se espera el reino | Mat 5:13-16 | – | – | – |
La ley, la justicia y el reino | Mat 5:17-20 | – | – | – |
Seis contrastes en la interpretación de la ley | Mat 5:21-48 | – | Luc 6:27-30; Luc 6:32-36 | – |
Tres prácticas hipócritas que hay que evitar | Mat 6:1-18 | – | – | – |
Tres prohibiciones en contra de la avaricia, el juicio severo y la insensata presentación de las cosas sagradas | Mat 6:19-34; Mat 7:1-6 | – | Luc 6:37-42 | – |
Aplicación y conclusión | Mat 7:7-27 | – | Luc 6:31; Luc 6:43-49 | – |
Reacción de las multitudes | Mat 7:28-29 | – | – | – |
LA FAMA CRECIENTE DE JESÚS Y LA IMPORTANCIA DEL ARREPENTIMIENTO
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
La fe de un centurión y la curación de su siervo | Mat 8:1; Mat 8:5-13 | – | Luc 7:1-10 | – |
Jesús resucita al hijo de la viuda de Naín | – | – | Luc 7:11-17 | – |
La relación de Juan el Bautista con el reino | Mat 11:2-19 | – | Luc 7:18-35 | – |
Ayes sobre Corazín y Betsaida por fallar en arrepentirse | Mat 11:20-30 | – | – | – |
Ungimiento de los pies de Jesús por una mujer pecadora, pero arrepentida | – | – | Luc 7:36-50 | – |
PRIMER RECHAZO PÚBLICO DE PARTE DE LOS LÍDERES JUDÍOS
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Gira misionera con los doce y otros seguidores | – | – | Luc 8:1-3 | – |
Los escribas y fariseos lanzan una acusación blasfema | Mat 12:22-37 | Mar 3:20-30 | – | – |
Jesús se niega a dar una señal | Mat 12:38-45 | – | – | – |
Anuncio de nuevos vínculos espirituales | Mat 12:46-50 | Mar 3:31-35 | Luc 8:19-21 | – |
MISTERIOS EN PARÁBOLAS ACERCA DEL REINO
A las multitudes junto al mar
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
El escenario de las parábolas | Mat 13:1-3 a | Mar 4:1-2 | Luc 8:4 | – |
La parábola del sembrador | Mat 13:3 b Mat 13:23 | Mar 4:3-25 | Luc 8:5-18 | – |
La parábola del crecimiento espontáneo de la semilla | – | Mar 4:26-29 | – | – |
La parábola de la cizaña | Mat 13:24-30 | – | – | – |
La parábola del grano de mostaza | Mat 13:31-32 | Mar 4:30-32 | – | – |
La parábola de la levadura | Mat 13:33-35 | Mar 4:33-34 | – | – |
A los discípulos en la casa
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Explicación de la parábola de la cizaña | Mat 13:36-43 | – | – | – |
La parábola del tesoro escondido | Mat 13:44 | – | – | – |
La parábola de la perla de gran precio | Mat 13:45-46 | – | – | – |
La parábola de la red | Mat 13:47-50 | – | – | – |
La parábola del padre de familia | Mat 13:51-52 | – | – | – |
CONTINÚA LA OPOSICIÓN
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Jesús cruza el lago y calma la tempestad | Mat 13:53; Mat 8:18; Mat 8:23-27 | Mar 4:35-41 | Luc 8:22-25 | – |
Curación de los endemoniados gadarenos y la oposición resultante | Mat 8:28-34 | Mar 5:1-20 | Luc 8:26-39 | – |
Regreso a Galilea, curación de la mujer que tocó el manto de Cristo y resurrección de la hija de Jairo | Mat 9:18-26 | Mar 5:21-43 | Luc 8:40-56 | – |
Tres milagros de sanidad y otra acusación blasfema | Mat 9:27-34 | – | – | – |
Última visita a la incrédula Nazaret | Mat 13:54-58 | Mar 6:1-6 a | – | – |
FIN DE LA CAMPAÑA EN GALILEA
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Escasez de obreros | Mat 9:35-38 | Mar 6:6 b | – | – |
Comisión de los doce | Mat 10:1-42 | Mar 6:7-11 | Luc 9:1-5 | – |
Envío de obreros | Mat 11:1 | Mar 6:12-13 | Luc 9:6 | – |
Herodes confunde la identidad de Jesús | Mat 14:1-2 | Mar 6:14-16 | Luc 9:7-9 | – |
Encarcelamiento y decapitación de Juan el Bautista | Mat 14:3-12 | Mar 6:17-29 | – | – |
Regreso de los obreros | – | Mar 6:30 | Luc 9:10 a | – |
Séptima parte: El ministerio de Cristo alrededor de Galilea
LECCIÓN DEL PAN DE VIDA
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Jesús se retira de Galilea | Mat 14:13-14 | Mar 6:31-34 | Luc 9:10 b Luc 9:11 | Jua 6:1-3 |
Alimentación de los 5.000 | Mat 14:15-21 | Mar 6:35-44 | Luc 9:12-17 | Jua 6:4-13 |
Jesús evita un intento prematuro de hacerle rey | Mat 14:22-23 | Mar 6:45-46 | – | Jua 6:14-15 |
Jesús camina sobre el agua durante una tormenta en el lago | Mat 14:24-33 | Mar 6:47-52 | – | Jua 6:16-21 |
Curaciones en Genesaret | Mat 14:34-36 | Mar 6:53-56 | – | – |
Discurso sobre el verdadero Pan de vida | – | – | – | Jua 6:22-59 |
Deserción entre los discípulos | – | – | – | Jua 6:60-71 |
LECCIÓN SOBRE LA LEVADURA DE LOS FARISEOS, SADUCEOS Y HERODIANOS
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Conflicto sobre la tradición de la purificación ceremonial | Mat 15:1-20 | Mar 7:1-23 | – | Jua 7:1 |
Ministerio a una mujer gentil creyente en Tiro y Sidón | Mat 15:21-28 | Mar 7:24-30 | – | – |
Curaciones en Decápolis | Mat 15:29-31 | Mar 7:31-37 | – | – |
Alimentación de los 4.000 en Decápolis | Mat 15:32-38 | Mar 8:1-9 | – | – |
Regreso a Galilea y enfrentamiento con los fariseos y saduceos | Mat 15:39; Mat 16:1-4 | Mar 8:10-12 | – | – |
Advertencia sobre el error de los fariseos, saduceos y herodianos | Mat 16:5-12 | Mar 8:13-21 | – | – |
Curación de un ciego en Betsaida | – | Mar 8:22-26 | – | – |
APRENDIZAJE Y CONFIRMACIÓN DE UNA LECCIÓN SOBRE EL MESÍAS
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Pedro identifica a Jesús como el Cristo y primera profecía sobre la iglesia | Mat 16:13-20 | Mar 8:27-30 | Luc 9:18-21 | – |
Primera predicción directa del rechazo, crucifixión y resurrección | Mat 16:21-26 | Mar 8:31-37 | Luc 9:22-25 | – |
La venida del Hijo del Hombre y el juicio | Mat 16:27-28 | Mar 8:38; Mar 9:1 | Luc 9:26-27 | – |
Transfiguración de Jesús | Mat 17:1-8 | Mar 9:2-8 | Luc 9:28-36 a | – |
Mandato de mantener la transfiguración en secreto | Mat 17:9 | Mar 9:9-10 | Luc 9:36 b | – |
Elías, Juan el Bautista y la venida del Hijo del Hombre | Mat 17:10-13 | Mar 9:11-13 | – | – |
LECCIONES SOBRE LA RESPONSABILIDAD HACIA OTROS
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Curación del muchacho endemoniado y reprensión de la incredulidad | Mat 17:14-20, [Mat 17:21] | Mar 9:14-29 | Luc 9:37-43 a | – |
Segunda predicción de la resurrección | Mat 17:22-23 | Mar 9:30-32 | Luc 9:43 b Luc 9:45 | – |
Pago del impuesto del templo | Mat 17:24-27 | – | – | – |
Eliminación de la rivalidad sobre la grandeza | Mat 18:1-5 | Mar 9:33-37 | Luc 9:46-48 | – |
Advertencia sobre el ser de tropiezo para los creyentes | Mat 18:6-14 | Mar 9:38-50 | Luc 9:49-50 | – |
Cómo tratar y perdonar al hermano que peca | Mat 18:15-35 | – | – | – |
SUBIDA A JERUSALÉN PARA LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS (CABAÑAS)
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Incredulidad de los hermanos de Jesús | – | – | – | Jua 7:2-9 |
Viaje a través de Samaria | – | – | Luc 9:51-56 | Jua 7:10 |
Se requiere de los seguidores un compromiso completo | Mat 8:19-22 | – | Luc 9:57-62 | – |
Octava parte: El ministerio posterior de Cristo en Judea
ENSEÑANZAS EN LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS (CABAÑAS)
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Reacción mezclada ante la enseñanza y milagros de Jesús | – | – | – | Jua 7:11-31 |
Intento frustrado de arrestar a Jesús | – | – | – | Jua 7:32-52 |
[El perdón de Jesús de una mujer adúltera] | – | – | – | [Jua 7:53; Jua 8:1-11] |
Conflicto sobre la afirmación de Jesús de que es la luz de mundo | – | – | – | Jua 8:12-20 |
Invitación a creer en Jesús | – | – | – | Jua 8:21-30 |
Relación con Abraham e intento de apedreamiento | – | – | – | Jua 8:31-59 |
LECCIONES PRIVADAS SOBRE EL SERVICIO Y LA ORACIÓN
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Comisión de los setent | – | – | Luc 10:1-16 | – |
Regreso de los setenta | – | – | Luc 10:17-24 | – |
Relato del buen samaritano | – | – | Luc 10:25-37 | – |
Visita de Jesús a María y Marta | – | – | Luc 10:38-42 | – |
Lección sobre cómo orar y la parábola del amigo importuno | – | – | Luc 11:1-13 | – |
SEGUNDO DEBATE CON LOS ESCRIBAS Y FARISEOS
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Una tercera acusación blasfema y un segundo debate | – | – | Luc 11:14-36 | – |
Ayes contra los escribas y fariseos mientras comía con un fariseo | – | – | Luc 11:37-54 | – |
Advertencia a los discípulos acerca de la hipocresía | – | – | Luc 12:1-12 | – |
Advertencia sobre la avaricia y la confianza en las riquezas | – | Mar 12:13-34 | – | – |
Advertencia sobre no estar preparado para la venida del Hijo del Hombre | – | – | Luc 12:35-48 | – |
Advertencia sobre futuras divisiones | – | – | Luc 12:49-53 | – |
Advertencia sobre fallar en discernir el tiempo presente | – | – | Luc 12:54-59 | – |
Dos alternativas: arrepentirse o perecer | – | – | Luc 13:1-9 | – |
Oposición de parte de un oficial de la sinagoga por sanar a una mujer en día de reposo | – | – | Luc 13:10-21 | – |
ENSEÑANZA EN LA FIESTA DE LA DEDICACIÓN
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Curación de un ciego de nacimiento | – | – | – | Jua 9:1-7 |
Reacción de los vecinos del hombre ciego | – | – | – | Jua 9:8-12 |
Examen y excomunión del ciego por los fariseos | – | – | – | Jua 9:13-34 |
Jesús se identifica a sí mismo ante el ciego | – | – | – | Jua 9:35-38 |
Ceguera espiritual de los fariseos | – | – | – | Jua 9:39-41 |
Alegoría del Buen Pastor y del ladrón | – | – | – | Jua 10:1-18 |
Más divisiones entre los judíos | – | – | – | Jua 10:19-21 |
Otro intento de apedrear y arrestar a Jesús por blasfemia | – | – | – | Jua 10:22-39 |
Novena parte: El ministerio de Cristo en Perea y sus alrededores
PRINCIPIOS DE DISCIPULADO
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
De Jerusalén a Perea | – | – | – | Jua 10:40-42 |
Preguntas acerca de la salvación y la entrada en el reino | – | – | Luc 13:22-30 | – |
Anticipación de su muerte y lamento sobre Jerusalén | – | – | Luc 13:31-35 | – |
Jesús sana a un hidrópico en el día de reposo mientras comía con un líder fariseo | – | – | Luc 14:1-24 | – |
El costo del discipulado | – | – | Luc 14:25-35 | – |
Parábolas en defensa de la asociación con pecadores | – | – | Luc 15:1-32 | – |
Parábola para enseñar el uso apropiado del dinero | – | – | Luc 16:1-13 | – |
Relato para enseñar el peligro de las riquezas | – | – | Luc 16:14-31 | – |
Cuatro lecciones sobre el discipulado | – | – | Luc 17:1-10 | – |
RESURRECCIÓN DE LÁZARO Y RECORRIDO BREVE POR SAMARIA Y GALILEA
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Enfermedad y muerte de Lázaro | – | – | – | Jua 11:1-16 |
Jesús resucita a Lázaro | – | – | – | Jua 11:17-44 |
Decisión del sanedrín de matar a Jesús | – | – | – | Jua 11:45-54 |
Curación de diez leprosos mientras pasaba por Samaria y Galilea | – | – | Luc 17:11-21 | – |
Instrucciones sobre la venida del Hijo del Hombre | – | – | Luc 17:22-37 | – |
ENSEÑANZA CUANDO SUBÍA POR ÚLTIMA VEZ A JERUSALÉN
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Dos parábolas sobre la oración: La viuda importuna y el fariseo y el publican | – | – | Luc 18:1-14 | – |
Conflicto con la enseñanza farisea sobre el divorcio | Mat 19:1-12 | Mar 10:1-12 | – | – |
Ejemplo de los niños en relación con el reino | Mat 19:13-15 | Mar 10:13-16 | Luc 18:15-17 | – |
Las riquezas y el reino | Mat 19:16-30 | Mar 10:17-31 | Luc 18:18-30 | – |
Parábola sobre la soberanía del dueño de la viña | Mat 20:1-16 | – | – | – |
Tercera predicción de la resurrección | Mat 20:17-19 | Mar 10:32-34 | Luc 18:31-34 | – |
Advertencia sobre el orgullo ambicioso | Mat 20:20-28 | Mar 10:35-45 | – | – |
Curación del ciego Bartimeo y de su compañero | Mat 20:29-34 | Mar 10:46-52 | Luc 18:35-43 | – |
Salvación de Zaqueo | – | – | Luc 19:1-10 | – |
Parábola para enseñar responsabilidad mientras se demora el reino | – | – | Luc 19:11-28 | – |
Décima parte: La presentación formal de Cristo a Israel y el conflicto resultante
LA ENTRADA TRIUNFAL Y LA HIGUERA
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Llegada a Betania | – | – | – | Jua 11:55-57; Jua 12:1 |
María unge a Jesús para la sepultura | Mat 26:6-13 | Mar 14:3-9 | – | Jua 12:2-11 |
Entrada triunfal en Jerusalén | Mat 21:1-11; Mat 21:14-17 | Mar 11:1-11 | Luc 19:29-44 | Jua 12:12-19 |
Maldición de la higuera por tener hojas pero no higos | Mat 21:18-19 a | Mar 11:12-14 | – | – |
Segunda purificación del templo | Mat 21:12-13 | Mar 11:15-18 | Luc 19:45-48 | – |
Petición de unos griegos y la necesidad de que el Hijo del Hombre sea levantado | – | – | – | Jua 12:20-36 a |
Se aleja de la multitud incrédula y respuesta de Jesús | – | – | – | Jua 12:36 b Jua 12:50 |
La higuera seca y la lección sobre la fe | Mat 21:19 b Mat 21:22 | Mar 11:19-25, [Mar 11:26] | – | – |
RETAN OFICIALMENTE LA AUTORIDAD DE CRISTO
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Una pregunta de los principales sacerdotes, escribas y ancianos | Mat 21:23-27 | Mar 11:27-33 | Luc 20:1-8 | – |
Se enseña el cumplimiento fiel de la responsabilidad mediante tres parábolas | Mat 21:28-46; Mat 22:1-14 | Mar 12:1-12 | Luc 20:9-19 | – |
Una pregunta de los fariseos y herodianos | Mat 22:15-22 | Mar 12:13-17 | Luc 20:20-26 | – |
Una pregunta de los saduceos | Mat 22:23-33 | Mar 12:18-27 | Luc 20:27-40 | – |
Una pregunta de un escriba fariseo | Mat 22:34-40 | Mar 12:28-34 | – | – |
RESPUESTA DE CRISTO A LOS RETOS DE SUS ENEMIGOS
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
La relación de Cristo con David como Hijo y Señor | Mat 22:41-46 | Mar 12:35-37 | Luc 20:41-44 | – |
Siete ayes en contra de los escribas y fariseos | Mat 23:1-36 | Mar 12:38-40 | Luc 20:45-47 | – |
Lamento sobre Jerusalén | Mat 23:37-39 | – | – | – |
Una viuda pobre ofrenda todo lo que tiene | – | Mar 12:41-44 | Luc 21:1-4 | – |
Undécima parte: Profecías en preparación para la muerte de Cristo
EL DISCURSO DEL MONTE DE LOS OLIVOS: PROFECÍAS ACERCA DEL TEMPLO Y DEL REGRESO DE CRISTO
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
El escenario del discurso | Mat 24:1-3 | Mar 13:1-4 | Luc 21:5-7 | – |
Principio de dolores de parto | Mat 24:4-14 | Mar 13:5-13 | Luc 21:8-19 | – |
La abominación desoladora y subsiguiente tribulación | Mat 24:15-28 | Mar 13:14-23 | Luc 21:20-24 | – |
La venida del Hijo del Hombre | Mat 24:29-31 | Mar 13:24-27 | Luc 21:25-27 | – |
Señales de su cercanía, pero sin fecha conocida | Mat 24:32-41 | Mar 13:28-32 | Luc 21:28-33 | – |
Cinco parábolas para enseñar vigilancia y fidelidad | Mat 24:42-51; Mat 25:1-30 | Mar 13:33-37 | Luc 21:34-36 | – |
Juicio a la venida del Hijo del Hombre | Mat 25:31-46 | – | – | – |
LOS ARREGLOS PARA LA TRAICIÓN
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Complot del sanedrín para arrestar y matar a Jesús | Mat 26:1-5 | Mar 14:1-2 | Luc 21:37-38; Luc 22:1-2 | – |
Acuerdo de Judas para traicionar a Jesús | Mat 26:14-16 | Mar 14:10-11 | Luc 22:3-6 | – |
LA ÚLTIMA CENA
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Preparativos para comer la Pascua | Mat 26:17-19 | Mar 14:12-16 | Luc 22:7-13 | – |
Comienzo de la cena de la Pascua | Mat 26:20 | Mar 14:17 | Luc 22:14-16 | – |
Lavamiento de los pies de los discípulos | – | – | – | Jua 13:1-20 |
Identificación del traidor | Mat 26:21-25 | Mar 14:18-21 | Luc 22:21-23 | Jua 13:21-30 |
Los discípulos discuten sobre quién es el mayor | – | – | Luc 22:24-30 | – |
Primera predicción de la negación de Pedro | – | – | Luc 22:31-38 | Jua 13:31-38 |
Conclusión de la Pascua e institución de la Cena del Señor (1Co 11:23-26) | Mat 26:26-29 | Mar 14:22-25 | Luc 22:17-20 | – |
DISCURSO Y ORACIONES DESDE EL APOSENTO ALTO A GETSEMANÍ
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Cristo responde a preguntas sobre dónde va, el Padre y el Espíritu Santo | – | – | – | Jua 14:1-31 |
La vid y los pámpanos | – | – | – | Jua 15:1-17 |
La oposición del mundo | – | – | – | Jua 15:18-27; Jua 16:1-4 |
La venida y ministerio del Espíritu | – | – | – | Jua 16:5-15 |
Predicción del gozo que traería la resurrección | – | – | – | Jua 16:16-22 |
Promesa de paz y de respuesta a la oración | – | – | – | Jua 16:23-33 |
La oración de Jesús por sus discípulos y por todos los que creerían | – | – | – | Jua 17:1-26 |
Segunda predicción de la negación de Pedro | Mat 26:30-35 | Mar 14:26-31 | Luc 22:39-40 a | Jua 18:1 |
Las tres oraciones agonizantes de Jesús en Getsemaní | Mat 26:36-46 | Mar 14:32-42 | Luc 22:40 b Luc 22:46 | – |
Duodécima parte: La muerte de Cristo
TRAICIÓN Y ARRESTO
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Jesús traicionado, arrestado y abandonado | Mat 26:47-56 | Mar 14:43-52 | Luc 22:47-53 | Jua 18:2-12 |
JUICIO
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
La primera fase judía, ante Anás | – | – | – | Jua 18:13-24 |
La segunda fase judía, ante Caifás y el sanedrín | Mat 26:57-68 | Mar 14:53-65 | Luc 22:54 | – |
Las negaciones de Pedro | Mat 26:69-75 | Mar 14:66-72 | Luc 22:55-65 | Jua 18:25-27 |
La tercera fase judía, ante el sanedrín | Mat 27:1 | Mar 15:1 a | Luc 22:66-71 | – |
Remordimiento y suicidio de Judas (Hch 1:18-19) | Mat 27:3-10 | – | – | – |
La primera fase romana, ante Pilato | Mat 27:2; Mat 27:11-14 | Mar 15:1 b Mar 15:5 | Luc 23:1-5 | Jua 18:28-38 |
La segunda fase romana, ante Herodes Antipas | – | – | Luc 23:6-12 | – |
La tercera fase romana, ante Pilato | Mat 27:15-26 | Mar 15:6-15 | Luc 23:13-25 | Jua 18:39-40; Jua 19:1-16 |
CRUCIFIXIÓN
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
La burla de los soldados romanos | Mat 27:27-30 | Mar 15:16-19 | – | – |
Camino al Gólgota | Mat 27:31-34 | Mar 15:20-23 | Luc 23:26-33 a | Jua 19:17 |
Las primeras tres horas de la crucifixión | Mat 27:35-44 | Mar 15:24-32 | Luc 23:33 b Luc 23:43 | Jua 19:18-27 |
Las últimas tres horas de la crucifixión | Mat 27:45-50 | Mar 15:33-37 | Luc 23:44-45 a, Luc 23:46 | Jua 19:28-30 |
Testigos de la muerte de Cristo | Mat 27:51-56 | Mar 15:38-41 | Luc 23:45 b, Luc 23:47-49 | – |
SEPULTURA
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Certificación de la muerte y obtención del cuerpo | Mat 27:57-58 | Mar 15:42-45 | Luc 23:50-52 | Jua 19:31-38 |
Depositan el cuerpo de Jesús en la tumba | Mat 27:59-60 | Mar 15:46 | Luc 23:53-54 | Jua 19:39-42 |
Las mujeres vigilan la tumba y la guardan los soldados | Mat 27:61-66 | Mar 15:47 | Luc 23:55-56 | – |
Décimo tercera parte: La resurrección y ascensión de Cristo
LA TUMBA VACÍA
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Las mujeres visitan la tumba | Mat 28:1 | Mar 16:1 | – | – |
La piedra removida | Mat 28:2-4 | – | – | – |
Las mujeres encuentran vacía la tumba | Mat 28:5-8 | Mar 16:2-8 | Luc 24:1-8 | Jua 20:1 |
Pedro y Juan encuentran vacía la tumba | – | – | Luc 24:9-11, [Luc 24:12] | Jua 20:2-10 |
LAS APARICIONES DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Aparición a María Magdalena | – | [Mar 16:9-11] | – | Jua 20:11-18 |
Aparición a las otras mujeres | Mat 28:9-10 | – | – | – |
Informe de los soldados a las autoridades judías | Mat 28:11-15 | – | – | – |
Aparición a dos discípulos en el camino a Emaús | – | [Mar 16:12-13] | Luc 24:13-32 | – |
Informe de los dos discípulos a los demás (1Co 15:5 a) | – | – | Luc 24:33-35 | – |
Aparición a los diez discípulos reunidos | – | [Mar 16:14] | Luc 24:36-43 | Jua 20:19-25 |
Aparición a los once discípulos reunidos (1Co 15:5 b) | – | – | – | Jua 20:26-31 |
Aparición a siete discípulos que estaban pescando | – | – | – | Jua 21:1-25 |
Aparición a los once en Galilea (1Co 15:6) | Mat 28:16-20 | [Mar 16:15-18] | – | – |
Aparición a Jacobo, su hermano (1Co 15:7) | – | – | – | – |
Aparición a los discípulos en Jerusalén (Hch 1:3-8) | – | – | Luc 24:44-49 | – |
LA ASCENSIÓN
– | Mateo | Marcos | Lucas | Juan |
Despedida y bendición de Cristo (Hch 1:9-12) | – | [Mar 16:19-20] | Luc 24:50-53 | – |
El Evangelio según Mateo
Mateo quiere decir «regalo del Señor», y era el otro nombre de Leví (Mat 9:9), el publicano quien dejó todo para seguir a Cristo (Luc 5:27-28). Mateo fue uno de los doce apóstoles (Mat 10:3; Mar 3:18; Luc 6:15; Hch 1:13). En su propia lista de los doce, explícitamente se llama a sí mismo un «publicano» (Mat 10:3). En ningún otro lugar de las Escrituras se asocia el nombre de Mateo con «publicano», los otros evangelistas siempre emplearon su otro nombre, Leví, cuando hablaban de su pasado pecaminoso. Esta es una evidencia de humildad por parte de Mateo. Al igual que con los otros tres Evangelios, esta obra es conocida por el nombre de su autor.
Autor y fecha
La canonicidad y el hecho de que Mateo fue el autor de este Evangelio no fueron cuestionados en la iglesia primitiva. Eusebio (ca. 265-339 d.C.) cita a Orígenes (ca. 185-254 d.C.):
Entre los cuatro Evangelios, los cuales son los únicos indisputables en la Iglesia de Dios bajo el cielo, he aprendido por tradición que el primero fue escrito por Mateo, quien en un tiempo fue un publicano, pero después un apóstol de Jesucristo, y fue preparado para los convertidos del judaísmo (Ecclesiastical History [Historia de la iglesia], Mat 6:25).
Es claro que este Evangelio fue escrito en una fecha relativamente temprana; previa a la destrucción del templo en el 70 d.C. Algunos eruditos han propuesto una fecha tan temprana como el 50 d.C. Para una discusión más amplia de algunos de los asuntos relacionados al autor y fecha de este Evangelio, especialmente «El problema sinóptico», vea la Introducción a Marcos: Retos de interpretación.
Contexto histórico
El sabor judío del Evangelio según Mateo es impresionante. Esto es evidente aun en la genealogía de apertura, la cual Mateo rastrea solo hasta Abraham. En contraste, Lucas, buscando mostrar a Cristo como el Redentor de la humanidad, regresa hasta Adán. El propósito de Mateo es en cierta manera más estrecho: demostrar que Cristo es el Rey y Mesías de Israel. Este Evangelio cita más de sesenta veces pasajes proféticos del AT, haciendo énfasis en que Cristo es el cumplimiento de todas esas promesas.
La probabilidad de que la audiencia de Mateo fuera predominantemente judía se evidencia aún más por varios hechos: Mateo normalmente cita las costumbres judías sin explicarlas, en contraste a los otros Evangelios (cp. Mar 7:3; Jua 19:40). Constantemente se refiere a Cristo como «el Hijo de David» (Mat 1:1; Mat 9:27; Mat 12:23; Mat 15:22; Mat 20:30; Mat 21:9; Mat 21:15; Mat 22:42; Mat 22:45). Mateo llega a proteger sensibilidades judías con respecto al nombre de Dios, refiriéndose a «el reino de los cielos» donde los otros evangelistas hablan de «el reino de Dios». Todos los temas principales del libro están arraigados en el AT y colocados a la luz de las expectativas mesiánicas de Israel.
El uso de Mateo del griego puede sugerir que estaba escribiendo como un judío palestino a judíos helenistas en otros lugares. Él escribió como un testigo ocular de muchos de los acontecimientos que describió, dando testimonio original de las palabras y obras de Jesús de Nazaret.
Su propósito es claro: Demostrar que Jesús es el Mesías de la nación judía, esperado por mucho tiempo. Su gran cantidad de citas del AT está específicamente diseñada para mostrar la unión entre el Mesías de la promesa y el Cristo de la historia. Este propósito nunca está fuera de enfoque para Mateo y él llega a incluir muchos detalles incidentales de las profecías del AT como pruebas de las declaraciones mesiánicas de Jesús (p. ej. Mat 2:17-18; Mat 4:13-15; Mat 13:35; Mat 21:4-5; Mat 27:9-10).
Temas históricos y teológicos
Debido a que Mateo está enfocado en presentar a Jesús como el Mesías, el Rey de los judíos, un interés en las promesas del reino del AT corre a lo largo de este Evangelio. La frase típica de Mateo «el reino de los cielos» ocurre treinta y dos veces en este libro (y en ningún otro lugar en todas las Escrituras).
La genealogía de apertura está diseñada para documentar las credenciales de Cristo como el Rey de Israel y el resto del libro completa este tema. Mateo muestra que Cristo es el heredero de la línea real. Demuestra que Él es el cumplimiento de docenas de profecías del AT con respecto al rey que vendría. Ofrece evidencia tras evidencia para establecer la prerrogativa real de Cristo. Todos los demás temas históricos y teológicos en el libro giran alrededor de este.
Mateo registra cinco discursos principales: el Sermón del Monte (caps. Mat 5:1-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-29); la comisión de los apóstoles (cap. Mat 10:1-42); las parábolas del reino (cap. Mat 13:1-58); un discurso acerca de la semejanza del creyente a un niño (cap. Mat 18:1-35); y el discurso de su Segunda Venida (caps. Mat Mat 24:1-51; Mat 25:1-46). Cada discurso termina con una variación de esta frase: «cuando terminó Jesús estas palabras» (Mat 7:28; Mat 11:1; Mat 13:53; Mat 19:1; Mat 26:1). Esto se convierte en una frase que señala una nueva porción de narración. Una larga sección de apertura (caps. Mat 1:1-25; Mat 2:1-23; Mat 3:1-17; Mat 4:1-25) y una corta conclusión (Mat 28:16-20), encierran al resto del Evangelio, el cual naturalmente se divide en cinco secciones, cada una con un discurso y una sección de narración. Algunos han visto un paralelo entre estas cinco secciones y los cinco libros de Moisés en el AT.
El conflicto entre Cristo y el fariseísmo es otro tema común en el Evangelio según Mateo. Pero Mateo es cuidadoso al mostrar el error de los fariseos por el beneficio de su audiencia judía, no por razones personales o de engrandecimiento personal. Mateo omite, por ejemplo, la parábola del fariseo y el publicano, aunque esa parábola lo habría favorecido.
Mateo también menciona a los saduceos más que cualquier otro de los Evangelios. Tanto los fariseos como los saduceos son regularmente retratados negativamente y puestos como ejemplos de advertencia. Su doctrina es una levadura que debe evitarse (Mat 16:11-12). Aunque estos grupos estaban doctrinalmente en desacuerdo entre sí mismos, estaban unidos en su odio contra Cristo. Para Mateo, ellos epitomizaban a todos aquellos en Israel que rechazaban a Cristo como Rey.
El rechazo del Mesías de Israel es otro tema constante en este Evangelio. En ningún otro Evangelio son los ataques contra Jesús retratados tan fuertemente como aquí. Desde el escape a Egipto a la escena en la cruz, Mateo hace una pintura más vívida del rechazo de Cristo que cualquier otro de los evangelistas. En el relato de Mateo de la crucifixión, por ejemplo, ningún ladrón se arrepiente, y ningún amigo o ser querido es visto al pie de la cruz. En su muerte, Él es desamparado aun por Dios (Mat 27:46). La sombra del rechazo nunca es quitada de la historia.
Sin embargo, Mateo lo retrata como a un Rey victorioso quien un día regresará «sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria» (Mat 24:30).
Retos de interpretación
Como se indicó antes, Mateo agrupa su material de narración alrededor de cinco grandes discursos. Él no hace intento alguno por seguir una cronología estricta y una comparación de los Evangelios revela que Mateo coloca libremente cosas fuera de orden. Él está lidiando con temas y conceptos generales, no estableciendo una línea de tiempo.
Los pasajes proféticos presentan un reto de interpretación particular. El discurso de Jesús en el Monte de los Olivos, por ejemplo, contiene algunos detalles que traen imágenes de la destrucción violenta de Jerusalén en el 70 d.C. Las palabras de Jesús en el Mat 24:34 han llevado a algunos a concluir que todas estas cosas fueron cumplidas, aunque no literalmente, en la conquista romana de esa era. Esta es la posición conocida como «preterismo». Pero este es un serio desatino de interpretación, forzando al intérprete a encontrar en estos pasajes significados espiritualizados, alegóricos, que no se apoyan en métodos exegéticos normales. El enfoque gramatical / histórico hermenéutico para estos pasajes es el enfoque a seguir, y da lugar a una interpretación consecuentemente futurista de profecías cruciales.
Para una discusión del problema sinóptico, vea la Introducción a Marcos: Retos de interpretación.
I) (Prólogo) El advenimiento del Rey (Mat 1:1-25; Mat 2:1-23; Mat 3:1-17; Mat 4:1-25)
A) Su nacimiento (Mat 1:1-25; Mat 2:1-23)
1. Su linaje (Mat 1:1-17)
2. Su llegada (Mat 1:18-25)
3. Su adoración (Mat 2:1-12)
4. Sus adversarios (Mat 2:13-23)
B) Su entrada al ministerio público (Mat 3:1-17; Mat 4:1-25)
1. Su precursor (Mat 3:1-12)
2. Su bautismo (Mat 3:13-17)
3. Su tentación (Mat 4:1-11)
4. Su ministerio temprano Mat 4:12-25)
II) La autoridad del Rey (Mat 5:1-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-29; Mat 8:1-34; Mat 9:1-38)
A) Discurso 1: El Sermón del Monte (Mat 5:1-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-29)
1. Justicia y felicidad (Mat 5:1-12)
2. Justicia y discipulado (Mat 5:13-16)
3. Justicia y las Escrituras (Mat 5:17-20)
4. Justicia y moralidad (Mat 5:21-48)
5. Justicia y religión práctica (Mat 6:1-18)
6. Justicia y cosas mundanas (Mat 6:19-34)
7. Justicia y relaciones humanas (Mat 7:1-12)
8. Justicia y salvación (Mat 7:13-29)
B) Narración 1: Los milagros de autenticación (Mat 8:1-34; Mat 9:1-38)
1. Un leproso limpiado (Mat 8:1-4)
2. El siervo del centurión sanado (Mat 8:5-13)
3. La suegra de Pedro sanada (Mat 8:14-15)
4. Multitudes sanadas (Mat 8:16-22)
5. Los vientos y el mar reprendidos (Mat 8:23-27)
6. Dos endemoniados liberados (Mat 8:28-34)
7. Un paralítico perdonado y sanado (Mat 9:1-8)
8. Un publicano llamado (Mat 9:9-13)
9. Una pregunta respondida (Mat 9:14-17)
10. Una niña levantada de los muertos (Mat 9:18-26)
11. Dos hombres ciegos reciben la vista (Mat 9:27-31)
12. Un hombre mudo habla (Mat 9:32-34)
13. Multitudes vistas con compasión (Mat 9:35-38)
III) Los objetivos del Rey (Mat 10:1-42; Mat 11:1-30; Mat 12:1-50)
A) Discurso 2: La comisión de los doce (Mat 10:1-42)
1. Los hombres del Maestro (Mat 10:1-4)
2. El envío de los discípulos Mat 10:5-23)
3. Marcas del discipulado (Mat 10:24-42)
B) Narración 2: La misión del Rey (Mat 11:1-30; Mat 12:1-50)
1. La identidad de Jesús afirmada para los discípulos de Juan (Mat 11:1-19)
2. Ayes pronunciados sobre los impenitentes (Mat 11:20-24)
3. Descanso ofrecido a los cansados (Mat 11:25-30)
4. Señorío afirmado sobre el día de reposo (Mat 12:1-13)
5. Oposición fomentada por los líderes judíos (Mat 12:14-45)
6. Relaciones eternas definidas por descendencia espiritual (Mat 12:46-50)
IV) Los adversarios del Rey (Mat 13:1-58; Mat 14:1-36; Mat 15:1-39; Mat 16:1-28; Mat 17:1-27)
A) Discurso 3: Las parábolas del reino (Mat 13:1-52)
1. Los terrenos (Mat 13:1-23)
2. El trigo y la cizaña (Mat 13:24-30; Mat 13:34-43)
3. La semilla de mostaza (Mat 13:31-32)
4. La levadura (Mat 13:33)
5. El tesoro escondido (Mat 13:44)
6. La perla de gran precio (Mat 13:45-46)
7. La red (Mat 13:47-50)
8. El padre de familia (Mat 13:51-52)
B) Narración 3: El conflicto del reino Mat 13:53-58; Mat 14:1-36; Mat 15:1-39; Mat 16:1-28; Mat 17:1-27)
1. Nazaret rechaza al Rey (Mat 13:53-58)
2. Herodes asesina a Juan el Bautista (Mat 14:1-12)
3. Jesús alimenta a los cinco mil (Mat 14:13-21)
4. Jesús camina sobre el agua (Mat 14:22-33)
5. Multitudes buscan sanidad (Mat 14:34-36)
6. Los escribas y fariseos desafían a Jesús (Mat 15:1-20)
7. Una mujer sirofenicia cree (Mat 15:21-28)
8. Jesús sana multitudes (Mat 15:29-31)
9. Jesús alimenta a los cuatro mil (Mat 15:32-39)
10. Los fariseos y saduceos buscan una señal (Mat 16:1-12)
11. Pedro confiesa a Cristo (Mat 16:13-20)
12. Jesús predice su muerte (Mat 16:21-28)
13. Jesús revela su gloria (Mat 17:1-13)
14. Jesús sana a un niño (Mat 17:14-21)
15. Jesús predice su traición (Mat 17:22-23)
16. Jesús paga el impuesto del templo (Mat 17:24-27)
V) La administración del Rey Mat 18:1-35; Mat 19:1-30; Mat 20:1-34; Mat 21:1-46; Mat 22:1-46; Mat 23:1-39)
A) Discurso 4: La semejanza del creyente a un niño (Mat 18:1-35)
1. Un llamado a una fe semejante a la de un niño (Mat 18:1-6)
2. Una advertencia en contra de los que hacen tropezar (Mat 18:7-9)
3. Una parábola acerca de una oveja perdida Mat 18:10-14)
4. Un patrón para disciplina en la iglesia (Mat 18:15-20)
5. Una lección acerca del perdón (Mat 18:21-35)
B) Narración 4: El ministerio en Jerusalén (Mat 19:1-30; Mat 20:1-34; Mat 21:1-46; Mat 22:1-46; Mat 23:1-39)
1. Algunas lecciones del Rey (Mat 19:1-30; Mat 20:1-28)
a. Acerca del divorcio (Mat 19:1-10)
b. Acerca del celibato (Mat 19:11-12)
c. Acerca de los niños Mat 19:13-15)
d. Acerca de la entrega (Mat 19:16-22)
e. Acerca de quien puede ser salvo (Mat 19:23-30)
f. Acerca de la igualdad en el reino (Mat 20:1-16)
g. Acerca de su muerte (Mat 20:17-19)
h. Acerca de la verdadera grandeza (Mat 20:20-28)
2. Algunas obras del Rey (Mat 20:29-34; Mat 21:1-27)
a. Él sana a dos hombres ciegos (Mat 20:29-34)
b. Él recibe adoración (Mat 21:1-11)
c. Él limpia el templo (Mat 21:12-17)
d. Él maldice a una higuera (Mat 21:18-22)
e. Él responde a un reto (Mat 21:23-27)
3. Algunas parábolas del Rey (Mat 21:28-46; Mat 22:1-14)
a. Los dos hijos (Mat 21:28-32)
b. Los labradores malvados de la viña (Mat 21:33-46)
c. La fiesta de bodas (Mat 22:1-14)
4. Algunas respuestas del Rey (Mat 22:15-46)
a. Los herodianos: en referencia a pagar impuestos (Mat 22:15-22)
b. Los saduceos: en referencia a la resurrección (Mat 22:23-33)
c. Los escribas: en referencia al primer y gran mandamiento (Mat 22:34-40)
d. Los fariseos: en referencia al Hijo mayor de David (Mat 22:41-46)
5. Algunos pronunciamientos del Rey (Mat 23:1-39)
a. Ay de los escribas y fariseos (Mat 23:1-36)
b. Ay de Jerusalén (Mat 23:37-39)
VI) La expiación del Rey (Mat 24:1-51; Mat 25:1-46; Mat 26:1-75; Mat 27:1-66; Mat 28:1-15)
A) Discurso 5: El discurso del Monte de los Olivos (Mat 24:1-51; Mat 25:1-46)
1. La destrucción del templo (Mat 24:1-2)
2. Las señales de los tiempos (Mat 24:3-31)
3. La parábola de la higuera (Mat 24:32-35)
4. La lección de Noé (Mat 24:36-44)
5. La parábola de los dos siervos (Mat 24:45-51)
6. La parábola de las diez vírgenes (Mat 25:1-13)
7. La parábola de los talentos (Mat 25:14-30)
8. El juicio de las naciones (Mat 25:31-46)
B) Narración 5: La crucifixión y resurrección (Mat 26:1-75; Mat 27:1-66; Mat 28:1-15)
1. El plan para matar al Rey (Mat 26:1-5)
2. La unción de María (Mat 26:6-13)
3. La traición de Judas (Mat 26:14-16)
4. La Pascua (Mat 26:17-30)
5. La profecía de la negación de Pedro (Mat 26:31-35)
6. La agonía de Jesús (Mat 26:36-46)
7. El arresto de Jesús (Mat 26:47-56)
8. El juicio ante el concilio (Mat 26:57-68)
9. La negación de Pedro (Mat 26:69-75)
10. El suicidio de Judas (Mat 27:1-10)
11. El juicio ante Pilato (Mat 27:11-26)
12. La burla de los soldados (Mat 27:27-31)
13. La crucifixión (Mat 27:32-56)
14. La sepultura (Mat 27:57-66)
15. La resurrección Mat 28:1-15)
VII) (Epílogo) La tarea del Rey (Mat 28:16-20)
ANEXOS
Las parábolas de Jesús
Parábola | Mateo | Marcos | Lucas |
1. Lámpara debajo de un almud | Mat 5:14-16 | Mar 4:21-22 | Luc 8:16-17; Luc 11:33-36 |
2. Un hombre sabio construye sobre una roca y un hombre insensato construye sobre arena | Mat 7:24-27 | – | Luc 6:47-49 |
3. Tela no encogida (nueva) en un vestido viejo | Mat 9:16 | Mar 2:21 | Luc 5:36 |
4. Vino nuevo en odres viejos | Mat 9:17 | Mar 2:22 | Luc 5:37-38 |
5. El sembrador | Mat 13:3-23 | Mar 4:2-20 | Luc 8:4-15 |
6. La cizaña | Mat 13:24-30 | – | – |
7. La semilla de mostaza | Mat 13:31-32 | Mar 4:30-32 | Luc 13:18-19 |
8. La levadura | Mat 13:33 | – | Luc 13:20-21 |
9. El tesoro escondido | Mat 13:44 | – | – |
10. La perla de gran precio | Mat 13:45-46 | – | – |
11. La red | Mat 13:47-50 | – | – |
12. La oveja perdida | Mat 18:12-14 | – | Luc 15:3-7 |
13. El siervo que no perdonó | Mat 18:23-35 | – | – |
14. Los trabajadores en la viña | Mat 20:1-16 | – | – |
15. Los dos hijos | Mat 21:28-32 | – | – |
16. Los labradores malvados | Mat 21:33-45 | Mar 12:1-12 | Luc 20:9-19 |
17. La fiesta de bodas | Mat 22:2-14 | – | – |
18. La higuera | Mat 24:32-44 | Mar 13:28-32 | Luc 21:29-33 |
19. Las vírgenes sabias y las insensatas | Mat 25:1-13 | – | – |
20. Los talentos | Mat 25:14-30 | – | – |
21. La semilla que crece en secreto | – | Mar 4:26-29 | – |
22. El dueño de la casa ausente | – | Mar 13:33-37 | – |
23. El acreedor y los dos deudores | – | – | Luc 7:41-43 |
24. El buen samaritano | – | – | Luc 10:30-37 |
25. Un amigo en necesidad | – | – | Luc 11:5-13 |
26. El rico insensato | – | – | Luc 12:16-21 |
27. Los siervos vigilantes | – | – | Luc 12:35-40 |
28. El siervo fiel y el siervo malo | – | – | Luc 12:42-48 |
29. La higuera estéril | – | – | Luc 13:6-9 |
30. La gran cena | – | – | Luc 14:16-24 |
31. La construcción de una torre y un rey preparándose para la guerra | – | – | Luc 14:25-35 |
32. La moneda perdida | – | – | Luc 15:8-10 |
33. El hijo pródigo | – | – | Luc 15:11-32 |
34. El siervo injusto | – | – | Luc 16:1-13 |
35. El hombre rico y Lázaro | – | – | Luc 16:19-31 |
36. Siervos inútiles | – | – | Luc 17:7-10 |
37. La viuda persistente | – | – | Luc 18:1-8 |
38. El fariseo y el publicano | – | – | Luc 18:9-14 |
39. Las minas (monedas valiosas) | – | – | Luc 19:11-27 |
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Libro de la genealogía de Jesucristo. Esta frase es vista por algunos como el título dado por Mateo a todo el Evangelio. La frase griega traducida como «libro de la genealogía» es exactamente la misma frase usada en Gén 5:1 en la LXX. Jesucristo. El hebreo Yeshua o Yehoshua significa «el Señor es Salvación». Christos significa «el ungido» y es el equivalente exacto de la palabra hebrea «Meshiah» (Dan 9:25). hijo de David. Un título mesiánico como este es utilizado solamente en los Evangelios sinópticos (vea las notas sobre Mat 22:42; Mat 22:45). hijo de Abraham. Toma su linaje real hasta llegar al comienzo de la nación en el pacto abrahámico (Gén 12:1-3).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Para probar que Jesús de Nazaret era el Mesías, Mateo da principio al libro con su genealogía, estableciendo que era del linaje de Abraham (Gén 12:3; Gén 22:18; Gál 3:16) y de David (2Sa 7:12; Sal 89:29; Sal 132:11; Luc 1:32,Luc 1:33).
Ha habido discusión acerca de la diferencia entre la lista de los antepasados de Jesús según Mateo y la lista según Lucas (Luc 3:23-38), pero no hay provecho en un examen minucioso de estas listas de nombres, porque en el primer siglo no había duda ni disputa acerca de la genealogía de Jesús. Los enemigos de Jesús hicieron muchas acusaciones contra El, pero nunca pusieron en tela de juicio su genealogía. El linaje de David está registrado en las Escrituras (Rut 4:18-22; 1Cr 1:1-4, 1Cr 1:24-28; 1Cr 2:1-15) y cualquier persona interesada podía averiguarlo. Todo judío podía saber su propia genealogía (el historiador Josefo encontró la suya en los registros públicos); Pablo sabía que él era de la tribu de Benjamín (Flp 3:5). Así pues, las dos listas eran comprensibles y satisfactorias para los judíos.
Conviene recordar este detalle con el fin de disipar cualquier supuesta discrepancia o contradicción entre las dos listas. Si por cualquier motivo Mateo o Lucas hubieran escrito una genealogía incorrecta o contradictoria, los eruditos la habrían denunciado. Los que estudian esta genealogía ahora, no siempre toman en cuenta cómo los antiguos registraban sus genealogías; p. ej., (1) no siempre aclaraban si el que engendró era el padre inmediato o el antepasado, pues el hebreo no hablaba de nietos, bisnietos, etc.; (2) algunos se han fijado en la omisión de nombres, pero el propósito de Mateo y Lucas no fue nombrar a todos los antepasados; (3) se estudia y se discute también sobre Jeconías y sus hermanos, como también sobre Salatiel y Zorobabel (Mat 1:11, Mat 1:12), etc., pero recuérdese que nada de eso fue problema para los judíos del primer siglo y, por consiguiente, no debe ser problema para nosotros.
Varios comentaristas proponen argumentos para probar que Jesús no era solamente el heredero del trono de David a través de un linaje legal, o sea, a través de José, sino que literalmente era descendiente de David a través de María. Luc 3:23 dice, «Jesús … hijo, según se creía, de José, hijo de Elí»; «Esto puede significar que Jesús era nieto de Elí, o que José era contado como hijo de Elí por ser su yerno» (JWM), pero estas listas no hablan de yernos. Hay argumentos y teorías acerca de estas dos listas pero no conviene que haya desavenencia en el estudio de estos textos en alguna clase bíblica, porque todo se basa en suposiciones. Es mejor hablar donde la Biblia habla y callar donde ésta calla.
En cuanto a lo que Pablo dijo acerca de «genealogías interminables» (1Ti 1:4), los judíos «tomaban un nombre de una lista genealógica (por ejemplo, del Génesis, 1 Crónicas, Esdras o Nehemías), y a partir de él formaban una bella historia. Estos adornos interminables que se agregaban al relato sagrado eran parte” de las actividades de la sinagoga (GH), pero no tenían nada que ver con la genealogía de Jesús.
1:1 Libro de la genealogía (un libro de la lista de antepasados, para presentar el origen de Jesús; Luc 3:23-38 es otro «libro») de Jesucristo, (Jesús era su nombre propio; Cristo quiere decir ungido y equivale a Mesías) . –Los israelitas guardaban listas de los antepasados (compárese 1Cr 1:34 – 1Cr 2:15). En el Antiguo Testamento las profecías acerca del Mesías que había de venir para reinar sobre Israel indicaban que El sería descendiente de Abraham, de la tribu de Judá y de la familia de David; por lo tanto, Mateo escribió esta lista de los antepasados de Jesús de Nazaret para probar que El cumplió este requisito. — hijo de David, — Dios prometió a David que «será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente» (2Sa 7:16; Sal 89:3, Sal 89:4; Mat 22:42). «¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?» (Jua 7:42). Al escribir la genealogía de Jesús de Nazaret fue necesario establecer que El era del linaje de David. Por eso El se llama «el Hijo de David»: 1:6; Luc 1:32; Mat 9:27; Mat 12:23; Mat 15:22; Mat 20:30; Mat 21:9; Mat 22:42; Hch 2:29-31; Hch 13:23; «su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David, según la carne», Rom 1:3; 2Ti 2:8; Rev 22:16. ¡Es de suma importancia observar que esta importante verdad nunca fue negada por los judíos incrédulos!
— hijo de Abraham. — Dios prometió a Abraham que «En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra» (Gén 22:18); Pablo explica este texto diciendo, «tu simiente, la cual es Cristo» (Gál 3:16). Como todos los judíos sabían, Abraham era el padre de su raza; por eso, Mateo comienza trazando la parentela de Jesús con Abraham para probar que El era un verdadero israelita. El tema de Mateo es que Jesús de Nazaret es el Mesías, el Hijo de Dios.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL LINAJE DEL REY
Mateo 1:1-17
Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:
Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom, y Esrom a Aram. Aram engendró a Aminadab, Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón. Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí. Isaí engendró al rey David.
El rey David engendró de la que fue mujer de Urías a Salomón. Salomón engendró a Roboam, Roboam a Abías, y Abías a Asa. Asa engendró a Josafat, Josafat a Joram, y Joram a Uzías. Uzías engendró a Jotam, Jotam a Acaz, y Acaz a Ezequías. Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amón, y Amón a Josías. Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos en el tiempo de la deportación a Babilonia.
Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel a Zorobabel. Zorobabel engendró a Abiud, Abiud a Eliaquim, y Eliaquim a Azor. Azor engendró a Sadoc, Sadoc a Aquim y Aquim a Eliud. Eliud engendró a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob. Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.
De manera que todas las generaciones de Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce.
Al lector moderno le parecerá que Mateo escogió una manera muy extraña de empezar su evangelio, y le alucinará tener que vadear una larga lista de nombres propios justamente al principio de todo. Pero, para un judío, esto era lo más natural y lo más interesante; y, desde luego, la manera más esencial de empezar la historia de la vida de cualquier persona.
Los judíos tenían un interés tremendo en las genealogías. Mateo llama a esta parte el libro de la generación (biblos guenéseós) de Jesucristo. Esa era una frase corriente entre los judíos; y quería decir la partida del linaje de una persona, con unas pocas frases explicativas donde fueran necesarias. En el Antiguo Testamento nos encontramos frecuentemente con listas de generaciones de personas famosas (Ge 5:1 ; Ge 10:1 ; Ge 11:10 ; Ge 11:27 ). Cuando Josefo, el gran historiador judío, escribió su propia autobiografía, empezó por su propio pedigrí que, nos dice, encontró en los registros públicos.
La razón de este interés en los pedigrís era que los judíos daban la mayor importancia a la pureza de linaje. Si hubiera en alguna persona la más ligera mezcla de sangre extranjera, perdería su derecho de ciudadanía como judía y como miembro del pueblo de Dios. Un sacerdote, por ejemplo, estaba obligado a presentar el certificado ininterrumpido de su pedigrí remontándose hasta Aarón; y, si se casaba, su mujer tenía que presentar su pedigrí por lo menos de las últimas cinco generaciones. Cuando Esdras estaba reorganizando el culto de Dios, después que el pueblo volvió del exilio, y estaba instalando el sacerdocio en su ministerio, los hijos de Habaía, los de Cos y los de Barzilai fueron excluidos del sacerdocio y considerados contaminados porque «buscaron su registro genealógico pero no lo hallaron» (Esd 2:62 ).
Estos registros genealógicos los guardaba el sanedrín. A Herodes el Grande siempre le despreciaron los purasangres judíos porque era medio edomita; y podemos advertir la importancia que el mismo Herodes concedía a estas genealogías por el hecho de que hizo destruir todos los registros oficiales para que nadie pudiera demostrar un pedigrí más puro que el suyo. Este puede que nos parezca un pasaje sin ninguna importancia, pero para un judío contiene un asunto de la máxima importancia: el que la genealogía de Jesús se pudiera trazar hasta Abraham.
Además ha de notarse que esta genealogía está dispuesta con sumo cuidado. Comprende tres grupos de catorce nombres cada uno. Es, de hecho, lo que técnicamente llamaríamos mnemotécnica; es decir, algo que se coloca de manera que se pueda memorizar fácilmente. Debemos recordar siempre que los evangelios se escribieron siglos antes de que existiera tal cosa como libros impresos. Muy pocas personas serían capaces de poseer ejemplares de ellos; así que, si querían poseerlos, los tenían que memorizar. Esta genealogía, por tanto, está organizada de tal manera que sea fácil de memorizar. Su invalidad es demostrar que Jesús fue el Hijo de David, y está dispuesta para que resulte fácil conservarla en la memoria.
LAS TRES ETAPAS
Mateo 1:1-17 (continuación)
Hay algo representativo en la manera como está organizada esta genealogía: hay en ella tres secciones, que corresponden a las tres grandes etapas de la historia de Israel.
La primera sección incluye la historia hasta David. David fue el hombre que fraguó a Israel como nación, e hizo de los judíos un poder en el mundo. La primera sección sigue la historia hasta el surgimiento del más grande rey de Israel.
La segunda sección continúa la historia hasta la cautividad de Babilonia. Es la sección que nos cuenta la vergüenza, y la tragedia, y el desastre de la nación.
La tercera sección continúa la historia hasta Jesucristo. Jesucristo fue la Persona Que liberó a la humanidad de la esclavitud, Que la rescató del desastre, y en Quien la tragedia se transformó en triunfo.
Estas tres secciones representan tres etapas de la historia espiritual de la humanidad.
(i) El hombre fue creado para la grandeza. «Y creó Dios al hombre a Su imagen, a imagen de Dios lo creó» (Ge 1:27 ). Dios dijo «Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza» (Ge 1:26 ). Adán -el primer hombre y la raza humana- fue creado a imagen de Dios. El sueño de Dios para el hombre era un sueño de grandeza. El hombre estaba diseñado para la comunión con Dios. Fue creado para nada menos que vivir en intimidad con Dios. Como lo veía el pensador latino Cicerón: «La única diferencia entre el hombre y Dios es en cuanto al tiempo.» Adán nació esencialmente para ser rey.
(ii) El hombre perdió su grandeza. En vez de ser siervo de Dios, se convirtió en esclavo del pecado. Como dijo G. K. ChEsterton: «Entre otras cosas tal vez, lo que es seguro es que el hombre no es lo que se supuso que fuera.» Usó su libre albedrío para desafiar y desobedecer a Dios más bien que para entrar en una relación de amistad y comunión con Él. Culpablemente frustró el designio y el plan de Dios en Su creación.
(iii) El hombre puede recuperar su grandeza. Aun entonces, Dios no abandonó al hombre a su destino frustrado, Dios no permitió que el hombre fuera destruido por su propia necedad. No dejó que la historia acabara en tragedia. A este mundo Dios mandó a Su Hijo Jesucristo para que rescatara al hombre de la ciénaga del pecado en que se había perdido, y le liberara de las cadenas del pecado. en las que él mismo se había aherrojado, para que por medio de Él el hombre pudiera recuperar la comunión con Dios que había perdido.
En su genealogía Mateo nos muestra la realeza original; la tragedia de la libertad perdida; la gloria de la libertad restaurada. Y esa, por la misericordia de Dios, es la historia de la humanidad y de cada persona humana.
REALIZACIÓN DE LOS SUEÑOS HUMANOS
Mateo 1:1-17 (continuación)
Este pasaje hace hincapié en dos cosas especiales acerca de Jesús:
(i) Subraya el hecho de que era el Hijo de David. Era, desde luego y principalmente, para demostrar este hecho para lo que se compuso la genealogía. El Nuevo Testamento lo subraya una y otra vez.
Pedro lo afirmó en el primer sermón cristiano del que tenemos referencia, el del día de Pentecostés (Hch 2:29-36 ). Pablo dice que Jesucristo fue descendiente de David según la carne (Rm 1:3 ). El autor de las epístolas pastorales nos exhorta a recordar que Jesucristo, descendiente de David, resucitó de entre los muertos (2 Timoteo 2:8 ). El autor del Apocalipsis oye decir al Cristo resucitado: «Yo soy la raíz y el linaje de David» (Apocalipsis 22:16).
Repetidamente se Le llama así a Jesús en la historia evangélica. Después de la curación del hombre ciego y mudo, la gente exclamó: «¿Será Éste aquel Hijo de David?» (Mt 12:23 ). La mujer de Tiro y Sidón que le pedía a Jesús que ayudara a su hija le llamó «Hijo de David» (Mt 15:22 ). Los dos ciegos que clamaron a Jesús cuando pasaba Le llamaron «Señor, Hijo de David» (Mt 20:30 s). Fue como Hijo de David como las multitudes Le saludaron y aclamaron cuando entró en Jerusalén por última vez (Mt 21:9; Mt 21:15 ). Aquí hay algo sumamente significativo. Está claro que fue la multitud, la gente corriente, la que llamaba a Jesús Hijo de David. Los judíos eran un pueblo a la expectativa. Nunca olvidaban, y nunca podían olvidar, que eran el pueblo escogido de Dios. Aunque su historia era una larga serie de desastres, aunque entonces eran un pueblo sometido, nunca olvidaron su destino. Y era el sueño de la gente del pueblo que algún día vendría a este mundo un descendiente de David que los conduciría a la gloria que ellos creían que les pertenecía por derecho.
Es decir: Jesús es la respuesta a los sueños humanos. Es verdad que muchas veces no se ve así. Se ve la respuesta a los sueños en el poder, en la riqueza, en la abundancia material, y en la realización de las ambiciones que se. han acariciado. Pero si han de cumplirse los sueños de paz y .amor, de grandeza y satisfacción, solamente podrá ser en Jesucristo.
Jesucristo y la vida que ofrece son la respuesta a los sueños humanos. En la vieja historia de José :hay un texto que sobrepasa la historia misma. Cuando José estaba en la cárcel, el copero y el panadero principales del Faraón estaban presos con él. Tuvieron cada uno un sueño que los dejó turbados y les hizo clamar en confusión: «Hemos tenido sueños, pero no hay nadie que nos los interprete» (Ge 40:8 ). Porque el hombre es hombre, porque es una criatura de la eternidad, el hombre está siempre alucinado por su sueño; y la única manera de que pueda realizarse está en Jesucristo.
(ii) Este pasaje también hace hincapié en que Jesús es el cumplimiento de la profecía. En Él se hace realidad el mensaje de los profetas. En nuestro tiempo tomamos bastante a la ligera la profecía. No tenemos interés la mayor parte de nosotros en buscar los dichos del Antiguo Testamento que se cumplen en el Nuevo. Pero es verdad que la profecía, contiene esta gran verdad eterna: Que en este universo hay un propósito y un diseño, y que Dios quiere y se propone que sucedan ciertas cosas.
J. H. Withers cita un dicho de la obra de Gerald Healy El extranjero negro. La escena tiene lugar en Irlanda, en los terribles días de hambre de mediados del siglo diecinueve. Por falta de nada mejor que hacer, y por carecer de ninguna otra solución, el gobierno había enviado hombres que hicieran carreteras sin ningún sentido y que no conducían a ninguna parte. Michael lo descubre y vuelve a casa un día diciéndole a su padre con angustiada sorpresa: «Están haciendo carreteras que no van a ninguna parte.»
Si creemos en la profecía, eso es lo que no podemos decir nunca. La Historia no puede nunca ser una carretera que no lleva a ninguna parte. Puede que no usemos la profecía de la misma manera que nuestros padres; pero, tras el hecho de la profecía descansa el eterno hecho de que la vida y el mundo no siguen un camino que no lleva a ninguna parte, sino el camino cuya meta es Dios.
NO JUSTOS, SINO PECADORES
Mateo 1:1-17 (conclusión)
Con mucho lo más maravilloso de este pedigrí son los nombres de mujeres que aparecen en él.
No es normal encontrar nombres de mujeres en las genealogías judías. La mujer no tenía derechos legales; se la consideraba, no como una persona, sino como una cosa. No era más que una posesión de su padre o de su marido, quienes podían hacer con ella lo que quisieran. En la fórmula tradicional de oración matutina, el judío le da gracias a Dios por no haberle hecho ni un gentil, ni un esclavo, ni una mujer. La misma existencia de estos nombres en cualquier pedigrí es ya un fenómeno de lo más sorprendente y extraordinario.
Pero cuando nos fijamos en quiénes eran estas mujeres y en lo que hicieron, la cosa se vuelve todavía más alucinante. Rajab -o como se la llama en el Antiguo Testamento, Rahab, era una prostituta de Jericó (Jos 2:1-7 ). Rut no era judía, sino moabita (Rut 1:4 ), ¿y es que no establecía la ley misma que: «No entrará el amonita ni el moabita en la congregación del Señor, ni siquiera en su décima generación; no entrarán nunca en la congregación del Señor?» (Dt 23:3 )? Rut pertenecía a un pueblo ajeno y aborrecido. Tamar fue una seductora y adúltera (Génesis 38). Betsabé, la madre de Salomón era la mujer de Urías a la que David sedujo con una crueldad imperdonable (2 Samuel 11 y 12). Si Mateo hubiera escarbado las páginas del Antiguo Testamento buscando candidatas improbables no podría haber descubierto cuatro antepasadas de Jesucristo más increíbles. Pero sin duda hay algo encantador en esto. Aquí; justamente al principio, Mateo nos da una muestra del Evangelio de Dios en Jesucristo, porque nos muestra las barreras que se vienen abajo.
(i) Desaparece la barrera entre judío y gentil. Rahab, la mujer de Jericó, y Rut, la mujer de Moab, hallan su sitio en el pedigrí de Jesucristo. Ya está aquí la gran verdad de que en Cristo no hay judío ni griego. Aquí, en el mismo principio, encontramos el universalismo del Evangelio y del amor de Dios.
(ii) Desaparece la barrera entre varón y mujer. En ningún pedigrí ordinario se encontraría el nombre de ninguna mujer; pero sí en el de Jesús. El viejo desprecio ha desaparecido; y varones y mujeres se encuentran en el mismo nivel en el amor de Dios y son igualmente importantes en Sus propósitos.
(iii) Desaparece la barrera entre santo y pecador. Dios se las arregla para usar para Su propósito a los que han sido grandes pecadores. «Yo he venido -dijo Jesús-, no para llamar a los justos, sino a los pecadores (Mt 9:13 ).
Aquí, al principio mismo del evangelio, se nos da un adelanto de la amplitud del amor de Dios que lo abarca todo. Dios puede encontrar servidores entre aquellos que los respetables ortodoxos evitarían con horror.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 01
La palabra «Evangelio», que nos resulta tan familiar, etimológicamente significa buena noticia, buena nueva. En primer lugar es el mensaje de Dios, transmitido por Jesucristo. Pero eso también se podría decir de los hombres de Dios de la antigua alianza, especialmente de los profetas. Se trata, sin embargo, de algo más: Dios habla de manera única, porque por medio de Jesús dice su última palabra, a la que ya no ha de añadir ninguna más. Este mensaje sobre todo es incomparable, porque Jesús es el Hijo de Dios. Jesús es la palabra viviente del Padre, hecha carne, y que éste no solamente pronuncia con los labios, sino con toda su existencia, con su vida y su actuación. Por tanto el Evangelio es simultáneamente buena nueva de Dios y de Jesucristo.
La antigua alianza, la historia del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, se mueve en sucesivas oleadas hacia la salvación de Dios. Como el flujo y el reflujo, esta historia es movida misteriosamente por el Dios invisible y que, sin embargo, actúa con tanto poder. Pero esta historia no es una mera repetición constante de lo mismo, con el ritmo monótono de apostasía y conversión, ira y gracia, sino que con fuerza interior, como con dolores de parto, exige la plena revelación, la salvación perfecta, la unión de Dios y el pueblo: «Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios» (Eze 36:28). Todos los anhelos se acumulan (tanto más cuanto más cerca está su venida) en el único Salvador prometido, en el ungido por antonomasia, en el Mesías. El debe llevar a cabo la última obra, unir a su pueblo con Dios, en beneficio de Israel y de todas las naciones.
San Mateo muestra mejor que los otros Evangelios que la historia del pueblo desemboca en la obra de Jesús, y que este Jesús de Nazaret es, de hecho, el esperado. El acontecer de Dios, en sus distintas secciones, se había depositado en los libros del Antiguo Testamento. Estos muestran imágenes reflejadas y descubren su significado divino. Las Sagradas Escrituras patentizan casi en cada página la pujanza interna del acontecer, que se dirige hacia un fin radical. En estos escritos, sobre todo, la figura del Mesías toma perfiles cada vez más claros. La fe en que Jesús era el Mesías hace verlo todo de forma nueva y transparente. Se mira y considera a Jesús con los ojos del Antiguo Testamento. Entramos en un mundo inmensamente rico. No es una árida enumeración de hechos acontecidos, no es la descripción de la vida de un grande hombre, sino todo el acontecer de que Dios ha sido causa desde el principio del mundo, y al que Dios ha dicho «sí» y «amén» en Cristo (cf. 2Co 1:19 s). Así hay que ver los muchos pasajes en que el evangelista señala el cumplimiento de una palabra particular del Antiguo Testamento, o en general se refiere a una palabra o acontecimiento del Antiguo Testamento. Se traza una rica imagen del mesías Jesús. Jesús es el profeta, como los antiguos profetas, es el último de los profetas. Su mensaje es un llamamiento de Dios, una llamada a la conversión y una promesa de la misericordia de Dios (2Co 4:17). Jesús también experimenta el destino de los antiguos profetas: es mal interpretado, perseguido, combatido e incluso matado. Jesús es el maestro del pueblo. No solamente pronuncia palabras decisivas, adaptadas a una hora y a una situación determinadas, sino que enseña el verdadero camino de la justicia (2Co 5:20). Se sienta como los maestros de la ley para hacer una exposición instructiva (2Co 5:1), utiliza la manera de hablar de un maestro de la sabiduría, reúne alrededor de sí un grupo de discípulos. Forman armazón del Evangelio de san Mateo los grandes discursos del Señor, a los que se puede designar como piezas maestras. En estos discursos se recopilan los temas de la doctrina de Dios con una sucesión ordenada y con una estructura fácil de comprender.
Jesús es el siervo de Dios, en quien Dios ha puesto su Espíritu, para que proclame el derecho de Dios y lo conduzca a la victoria. Cumple dócilmente la voluntad del Padre celestial y obra el bien con sosiego y humildad: cura a los que tienen el corazón quebrantado, y a los enfermos y desgraciados en el cuerpo. Jesús no quiebra la caña cascada ni apaga la mecha humeante (cf. 12,18-21). Es manso y humilde de corazón (11,29); lleno de mansedumbre entra en la ciudad santa montado en un asna (21,5). Mediante la humillación sigue su camino hacia el ensalzamiento. Jesús es el Hijo de Dios en un sentido único. Antes ya se llamó así ocasionalmente al rey o incluso a todo el pueblo. Pero nunca pudo decirse: «Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelárselo» (11,27).
Dios ha levantado a la más alta dignidad a Jesús, que sufrió la más grave ignominia: Dios le ha dado «todo poder en el cielo y en la tierra» (28,18). En la obra de Jesús no solamente se manifiesta de forma definitiva el tiempo pasado, también llega a su objetivo la historia de Israel. En la obra de Jesús también se contiene una novedad: el verdadero pueblo de Dios está formado por todos los pueblos. El alumbramiento de un tiempo nuevo es un nacimiento para todo el mundo. La salvación de todos los pueblos y tiempos está resuelta en Jesucristo. El portador de la salvación es el pueblo del Mesías, la Iglesia. Este pueblo, que tiene su origen en una insignificante semilla, el grupo de los discípulos, ahora sostiene el destino del mundo: la buena nueva, las fuentes de la gracia y el poder del Señor ensalzado. «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizadlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseñadles a observar todo cuanto yo os he mandado» (28,19s). Por tanto esta «historia de Jesús» da al mismo tiempo la llave de la antigua y de la nueva alianza. Esta historia muestra la fuerte unidad que forman Cristo y la Iglesia, el verdadero pueblo de Dios y la Iglesia.
No se puede leer el Evangelio como un libro de narraciones referentes a algunos acontecimientos del tiempo pasado. La palabra no es menester que la «traduzcamos» del tiempo pretérito al tiempo presente, ni es preciso que hagamos una aplicación artificiosa a nuestra propia vida. La palabra se dirige a nosotros, porque es la palabra de la Iglesia, que hoy día también está dotada de vida; en el fondo, porque el mismo Jesucristo pronuncia esta palabra por medio de la Iglesia. Esta palabra no quiere contar, sino dar voces. «La palabra de Dios es viva y operante, y más tajante que una espada de dos filos: penetra hasta la división de alma y espíritu, de articulaciones y tuétanos, y discierne las intenciones y pensamientos del corazón» (/Hb/04/12). La palabra de Jesús quiere infiltrarse en lo más profundo de nuestro corazón y de nuestra alma como rocío restaurador, quiere hacer fecundas y activas nuestras mejores fuerzas, y sobre todo quiere nacer de nosotros en la acción. Por tanto la palabra del Evangelio es palabra de vida en un doble sentido: engendra vida en nosotros, porque es la palabra de Dios, santa y santificadora y nace de nuevo para la vida mediante nuestra actividad en pos de esta palabra, para gloria del Padre celestial y testimonio en favor de los hombres.
Parte primera
LOS ANTECEDENTES DEL MESÍAS Capítulos 1-2 San Mateo empieza su Evangelio con unos antecedentes, como también hace san Lucas, sin embargo, los dos escritos son muy distintos entre sí, por el estilo y por los acontecimientos que refieren. En san Lucas, encontramos narraciones amplias y extensas, en cambio en san Mateo encontramos fragmentos redactados de forma más escueta y muy arrebañados desde un punto de vista teológico. Al principio está el árbol genealógico de Jesucristo (1,1-17), la primera demostración de la mesianidad. Siguen a continuación una serie de secciones más breves (1,18-2,23), entre las cuales se describe más detenidamente la adoración de unos sabios de Oriente (2,1-12). Todas las partes reunidas forman un conjunto narrativo continuado hasta el establecimiento en Nazaret. Sorprende que el estilo sea tan sobrio, casi como si fuera una crónica. Es característico de todas las partes que se indique el cumplimiento de los vaticinios del Antiguo Testamento. Estas citas del cumplimiento son, en cierto modo, el hilo rojo que se ha hecho pasar por la tela y que solamente tiene una finalidad. Los primeros acontecimientos de la vida del Mesías también están dispuestos maravillosamente por Dios y corresponden a la expectación del Antiguo Testamento.
I. ÁRBOL GENEALÓGICO DE JESUCRISTO (Mt/01/01-17). Par: Lc/03/23-38
J/GENEALOGIA San Mateo construye el portal de su obra con imponentes sillares. Una genealogía, un árbol genealógico, conduce a través de los siglos hasta la plenitud del tiempo. Desde la vuelta del destierro de Babilonia tales genealogías eran muy apreciadas entre los judíos. En medio de la mezcla de pueblos de estos siglos el judaísmo se mantuvo firme con tenacidad. Para tomar posesión de cargos públicos y de dignidades superiores, el aspirante tenía que demostrar que su árbol genealógico era intachable. Lo mismo se exigía a los sacerdotes. Es natural que fuera un honor singular pertenecer a una de las antiguas y apreciadas estirpes o estar enlazado con la ramificada familia real, que tiene su origen en David. Porque en esta familia se había de cumplir la promesa, de esta familia se esperaba el vástago real, que no solamente estaba ungido, como lo estaban antes los reyes, sino que se llamaba el Ungido por antonomasia, el Mesías.
1 Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. 2 Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. 3 Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará. Farés engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, 4 Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, 5 Salmón engendró, de Rahab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Jobed, Jobed engendró a Jesé, 6 y Jesé engendró al rey David. David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, 7 Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, 8 Asaf engendró a Josafat, Josatat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, 9 Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz. Acaz engendró a Ezequías, 10 Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós. Amós engendró a Josías, 11 Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos cuando la deportación de Babilonia. 12 y después de la deportación de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, 13 Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquim, Eliaquim engendró a Azor, 14 Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, 15 Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob, 16 Jacob engendró a José, esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. 17 Por consiguiente, todas estas generaciones suman: de Abraham hasta David, catorce; de David hasta la deportación de Babilonia, catorce, y de la deportación de Babilonia hasta Cristo, catorce.
Mediante un milagro único en su género tuvo lugar la concepción y el nacimiento de Jesús, como se lee en la próxima sección. ¿Hizo este milagro que Jesús careciera por completo de los vínculos naturales de la familia y del pueblo, y en cierto modo fuera solamente un enviado por Dios a nuestra historia y a nuestro mundo, como un cometa, que corta el espacio aéreo de la tierra? De ninguna manera. Por medio de José, que ante la ley es su padre, Jesús entra en la sucesión de las generaciones. De este modo la Sagrada Escritura atestigua en primer lugar que Jesús es un verdadero hombre; no uno de aquellos seres celestiales (de los que hablan los mitos), que descienden de las esferas del cielo, se hacen visibles aquí en la tierra, para regresar al mundo inmaterial y celeste. Jesús es realmente «nacido de mujer» (Gal 4:4).
Pero hay todavía algo más: la familia en que Jesús aparece en un lugar determinado, es una regia familia, la familia de David, en la que ha de cumplirse la promesa mesiánica. Y así la primera aposición de Jesucristo es: hijo de David. Es una expresión atrevida. Jesús es en sentido pleno y con validez jurídica descendiente de David, miembro de la familia real y heredero del trono de David (cf. 2Sa 7:1-16; Luc 1:32). ¿Habría podido Jesús ser también Mesías sin este parentesco? No podemos dar la respuesta, ya que Dios dispuso los acontecimientos de tal forma que su Hijo eterno fuese «nacido del linaje de David según la carne» (Rom 1:3). Una cosa es segura: si no se hubiese podido demostrar el origen davídico, se habría dificultado mucho a los judíos la fe en que este Jesús era el Mesías. La segunda aposición todavía llega más lejos: hijo de Abraham. No solamente concluye en Jesús la línea real, no solamente se cumplen en él las promesas del trono y del reino permanente. Se hace remontar la sucesión de antepasados nada menos que hasta Abraham, que es el fundador de todo un pueblo, no solamente de una estirpe. A Abraham es a quien se hizo sobre todo la promesa todavía más antigua y amplia: «Bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré a los que te maldigan, y serán benditas en ti todas las naciones de la tierra» (Gen 12:3). El pueblo formado por sus descendientes debe ser fuente de bendiciones para todo el género humano. Este pueblo transmite la bendición a través de los siglos como un don valioso, hasta que la bendición se pose en el único vástago del linaje que trae la bendición para todo el mundo: «Las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia». La Escritura no dice «y a sus descendencias», como si fueran muchas; sino como si fuere una sola: «Y a tu descendencia. es decir, a Cristo» (Gal 3:16).
La expresión «hijo de David» nos resulta familiar y estamos habituados a oírla. ¿Podemos decir lo mismo de la expresión «hijo de Abraham»? La historia del género humano, que Dios empezó de nuevo con Abraham, avanza hacia su fin. El arco de la historia se extiende desde el patriarca de Israel hasta el fundador de un nuevo Israel… No es perfecto el árbol genealógico del evangelista desde Abraham hasta José. Faltan muchos miembros intermedios. Sólo en parte conocemos las fuentes de que se forma el árbol genealógico. Las dos primeras secciones hasta la cautividad de Babilonia, podrían estar tomadas de los textos bíblicos 3. Desconocemos por completo las fuentes de los nombres de la tercera sección. Tampoco es posible examinar la exactitud del árbol genealógico. Finalmente es raro que el árbol no termine en María, que era la madre corporal de Jesús, sino en José, que sólo era su marido según la ley. Todo esto nos ayuda a entender este texto como conviene. Si Jesús era el hijo de José según la ley, se le podía clasificar con pleno sentido en la descendencia de los antepasados de José y, por tanto, en la sucesión davídica.
San Mateo no da tanta importancia a la exactitud científica como a la disposición y a la lógica internas. Esta disposición está claramente indicada en el versículo final, que es el 17: siempre son catorce generaciones las que llenan los tres lapsos de tiempo transcurridos entre Abraham. David. el cautiverio de Babilonia y Cristo. Catorce es el doble de siete, número sagrado4. En los mismos números se revela a la inteligencia creyente algo de la ordenación del plan de Dios en la historia. El nacimiento de Jesús es una parte de los planes divinos, y a través de siglos y generaciones Dios ha dirigido los acontecimientos hacia este nacimiento, que ha tenido lugar exactamente en el tiempo predeterminado. Para san Mateo y para los que leemos su Evangelio este descubrimiento es una indicación de la sabiduría con que Dios conduce la historia. Este último pensamiento también se expresa con otra peculiaridad del árbol genealógico, a saber en la mención de cuatro mujeres. Siendo así que sólo se tiene en cuenta la línea masculina, sorprende que se mencionen mujeres, y aún sorprende más, si tenemos en cuenta que las mujeres no son ilustres y célebres esposas de los patriarcas, como Sara y Rebeca, Lía y Raquel, sino cuatro que permanecen en la sombra. Una de ellas es Tamar (v. 3), a quien Judá rehúsa el derecho a la descendencia, pero ella con insolente astucia consigue su derecho (cf. Gen 38:1-30). Otra es Rahab (v. 5), que engendra a Booz; es una prostituta cananea, que prestó gran ayuda al pueblo elegido (Jos 2; Gen 6:15 ss). Luego se nombra a Rut,(v. 5), que no tiene ninguna mancha moral, pero que era gentil, una moabita, y que fue bisabuela del rey David (cf. Rut 4:12 ss). No se designa a la cuarta mujer con su nombre, sino como mujer de Urías. También ella, una extranjera, llamada Betsabé, esposa de un heteo, está relacionada de modo inusitado con el pueblo de la promesa: David cometió adulterio con ella, del cual procedió su hijo y sucesor Salomón (2Sam 11s). Lo desacostumbrado y extraordinario es común a todas estas mujeres. A pesar de su sangre extranjera o de su indignidad se ha llevado a término el plan de Dios. Nada podía hacer que se rompiera la línea de la bendición, todos los caminos laterales y todos los rodeos fueron aprovechados y dirigidos hacia el único objetivo, hasta que del pueblo «viniera la descendencia a la que se hizo la promesa» (Gal 3:19).
El nombre y el destino de estas mujeres muestra una sola cosa: el camino de Dios con frecuencia es el rodeo, pero no por ello decae su fidelidad. Su voluntad firme e inflexible de salvar siempre se abre paso. También eso debe considerarse cuando se oigan contar las inusitadas circunstancias del nacimiento de Jesús. Ninguna sombra recae sobre María, pero el camino de Dios está lleno de misterios, y en el tiempo pasado y en el presente siempre es muy distinto de los caminos de los hombres. En los últimos versículos se habla por dos veces del Mesías. De María nació Jesús, «llamado Cristo» y «de la deportación de Babilonia hasta Cristo, catorce» generaciones. La finalidad propia de la genealogía es demostrar la verdadera mesianidad de Jesús. En el primer fragmento del Evangelio se expresa lo que enseña todo el libro: Jesús es verdaderamente el Mesías prometido. Por otra parte se hace llegar el árbol genealógico hasta Abraham. ¿No se indica ya de este modo que el Mesías no debe ser considerado sólo como vástago real e hijo de David, y menos como figura política? Jesús reúne en sí todas las promesas, no sólo las que se refieren a una dinastía escogida, sino también las que van dirigidas a todo un pueblo consagrado a Dios. Desde un principio el concepto del Mesías es mayor que el concepto que se diluyó en la sucesión real. Aquí se trata de la vocación de Israel, del encargo que se le ha confiado, de la bendición o maldición para todo el mundo. Para quien sabe que este Jesús es el Mesías, la historia de todo el mundo hasta la llegada de Jesús se deshoja y queda al descubierto como un plan inteligente y prometedor de Dios 5.
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3. Versículos 2-6: 1Cr 2:1-15; cf. Rut 4:18-22; versículos 7-12: 1Cr 3:5-16.
4. En realidad en el último período solamente hay trece miembros. Esto precisamente demuestra que el texto es estructurado, así como la fuerza probatoria de la lista, que descansa sobre esta estructura.
5. Sólo san Lucas tiene un árbol genealógico semejante (1Cr 3:23-38), pero con una sucesión invertida. La novedad de san Lucas es que sobrepasa el limite de Abraham y llega hasta Adán y, por tanto, ve a Jesús como fundador no sólo del nuevo pueblo, sino también de una nueva humanidad.
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II. NACIMIENTO E INFANCIA DE JESÚS (,23).
1. EL NACIMIENTO DE JESÚS (Mt/01/18-25).
18 El nacimiento de Jesucristo fue así. Su madre María estaba desposada con José y, antes de vivir juntos. resultó que ella había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo. 19 Pero José, su esposo, como era justo y no quería denunciarla, determinó repudiarla en secreto.
Este fragmento informa sobre el nacimiento del niño Mesías. Es notable en muchos respectos la manera como tiene lugar el nacimiento. Sorprende la sobriedad y la concisión de este relato, si se compara con la narración del nacimiento que conocemos familiarmente por san Lucas y que se lee en las misas de Navidad. Casi no se exponen las circunstancias más próximas, la preparación del acontecimiento y el mismo suceso. San Mateo dirige la mirada a hechos muy distintos. Supone que nos son conocidos los pormenores de la concepción milagrosa y del nacimiento, que ahora se recuerdan con breves palabras. ¿Qué quiere sobre todo enseñar el evangelista? En primer lugar está la figura de José, que se presenta en primer plano, así como en los relatos de san Lucas se presenta a María. Todo se contempla desde la posición que ocupa José, que al final del árbol genealógico fue mencionado como «esposo de María». Con esta mención se enlaza el relato del nacimiento. María estaba desposada con José. por eso según el derecho judío era considerada como su esposa legitima. Sin embargo aún no habían vivido juntos. Esto significa que José aún no había introducido en su casa a su desposada ni había empezado la vida comunitaria del matrimonio. El relato ahora dice de forma muy concisa que en este tiempo resultó que María estaba encinta. José lo había notado claramente. Lo que él no sabe, nos lo dice en seguida el evangelista interpretando y explicando de antemano: lo que vive en ella, procede del Espíritu Santo.
Nada se dice de la turbación, de la pesadumbre, de las cavilaciones, dudas y titubeos del esposo. No se nos cuenta lo que pasa en su alma y lo que hace madurar la decisión. Solamente nos enteramos del resultado: José resuelve separarse de su desposada con gran sosiego. La deshonra en que José cree que se encuentra María, no debe ofenderla ante todo el pueblo. Se califica de justo a José, en cuya conducta se manifiestan la consideración y los sentimientos. Justo es el hombre que busca a Dios y que sujeta su vida a la voluntad de Dios. Justo es el hombre que cumple la ley con todo su corazón y con intensa alegría, como el devoto autor del salmo 118. Pero también es justo el hombre prudente y bondadoso, en cuya vida se han mezclado y esclarecido de una forma singular la propia madurez humana y la experiencia en la ley de Dios. Así es como el Antiguo Testamento ve al justo. El justo es la figura ideal del hombre en quien Dios se complace. La justicia es la más noble corona con que puede adornarse un hombre. Lo mismo puede decirse de José. Su vista todavía está retenida, y él no comprende el enigma desconcertante. Pero José tampoco lo escudriña ni procura examinarlo a fondo. Lo que hace, en todo caso es indulgente y juicioso. Así logra que se le tribute la alta distinción de elogiarle como justo.
20 y mientras andaba cavilando en ello, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas llevarte a casa a María tu esposa, porque lo engendrado en ella es obra del Espíritu Santo.
Cuando José ya ha tomado la decisión de separarse de María, Dios interviene. Un ángel, santo mensajero de Dios, le descorre el velo del misterio. Le dirige la palabra con solemnidad: «José, hijo de David». Fuera de este caso, solamente a Jesús se concede este título honorífico (Mat 1:1; Mat 9:27; Mat 20:30 s). En este tratamiento resuenan las esperanzas que inspira esta expresión desde el vaticinio de Natán al rey: «Yo seré su padre, y él será mi hijo, y si en algo obra mal, yo le corregiré con vara de hombres y con castigo de hijos de hombres. Mas no apartaré de él mi misericordia, como la aparté de Saúl, a quien arrojé de mi presencia. Antes tu casa será estable, y verás permanecer eternamente tu reino, y tu trono será firme para siempre» (2Sa 7:14-16).
Con este tratamiento el sencillo José es intercalado en el gran contexto de la historia divina. Es descendiente del linaje de David, uno de sus «hijos». Lo que José oye decir al ángel, debe oírlo como hijo de David, entonces comprenderá. Al final de este relato leemos que en realidad sucede así: después del mensaje nocturno, José, con sencillez y docilidad, procede como le había encargado el ángel (1,24). José está en primer término, pero ahora también se ilumina con mayor intensidad la madre del Mesías. José no debe temer llevarse a casa a María, acogerla en su casa como su mujer, porque en ella ha tenido lugar un milagro de Dios: el fruto de su vientre no procede de un encuentro terrenal. Con profundo respeto y con delicadeza se indica el misterio. Son cosas divinas, que no pueden ser profanadas por la indiscreta curiosidad del hombre ni por el lenguaje que todo lo abarca. Sólo se nombra un hecho que puede servir de explicación: la actuación del Espíritu Santo. A él se atribuye como última causa el milagro que ha tenido lugar en el seno de María. Es el espíritu que expresa el poder y la grandeza de la actuación divina; es el espíritu que llena a los profetas y a los héroes; pero también es el espíritu que obra en silencio y que actúa ocultamente y sin ruido. Aquí se evitan cuidadosamente todos los pormenores. Ante la mirada de José y la nuestra sólo debe estar esta figura: la virgen, un vaso de elección, expuesto al soplo del Espíritu de Dios…
21 Dará a luz un hijo, a quien le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Ahora el mensajero habla más claramente. María dará a luz un hijo, y José le debe poner el nombre de Jesús. Era un privilegio de la dignidad paterna otorgar el nombre al hijo. Esto en cierto modo es un acto creador, porque para los antiguos el nombre designa la manera de ser y la vocación. Sin embargo en el caso de José se limita el derecho: No solamente no tiene ninguna parte en la procreación del hijo, sino que tampoco tiene derecho a determinar el nombre. éste le es dado de arriba, se anuncia de antemano: un nombre, que ya fue usado con frecuencia en la historia del pueblo, pero que nunca proclamó la razón de ser con tanta precisión como aquí.
¿Qué significa el nombre de Jesús? Traducido del hebreo, significa: Dios es la salvación, Dios ayuda y libera, Dios es salvador. Así se llamó Josué, quien como sucesor de Moisés condujo al pueblo por el Jordán a la vida sedentaria y a la paz del país. Este nombre lo tuvo un sumo sacerdote, que después del regreso de la cautividad de Babilonia participó como dirigente en la restauración del culto y en el servicio del templo (Esd 2-5). Así también se llamaba un maestro de la sabiduría, que pudo alabar el camino de la justicia y de la vida con sentencias bien redactadas, Jesús, el hijo de Eleazar y nieto de Sirac, autor del libro de Jesús Sirac o Eclesiástico (Eco 50:29). Todos ellos fueron, de diferentes maneras, medianeros de la salvación de Dios. Pero Jesús traerá esta bendición con mayor amplitud que ninguno de los que le precedieron. Así lo indica la interpretación de su nombre, que añade san Mateo: «él salvará a su pueblo de sus pecados». No se trata simplemente de la salvación de un país fértil, de una oblación de sacrificios agradable a Dios o de un conocimiento adecuado, sino la liberación de una esclavitud más grave de la que representan el desierto, el culto idolátrico y una doctrina errónea: la esclavitud del pecado.
Con la palabra «pecado» se dice todo aquello, de lo que debe ser liberado el hombre y la humanidad. Esta palabra designa la oposición más viva a Dios y a su salvación. La expresión un poco ambigua: su pueblo, indica a quién liberará Jesús de esta servidumbre. El judío solamente conoce a un pueblo, que tiene legítimamente este nombre en el sentido más profundo, es decir, Israel, el pueblo de la elección. El judío diría: «nuestro pueblo» o en labios del ángel: «vuestro pueblo», el pueblo mediante el cual el israelita es lo que es. O se podría esperar que se dijera: el pueblo de Dios. Pero aquí se lee «su pueblo». Desde el primer momento a este niño se le promete un pueblo propio, y queda por completo en suspenso si este pueblo se identifica con el Israel contemporáneo. También podría ser un nuevo pueblo para el cual ya no tengan vigencia las fronteras de aquel tiempo y que crezca más allá de las fronteras de Israel, un nuevo pueblo de Dios, perteneciente a Jesús de una forma especial, y cuyo nombre ostente…
22 Todo esto sucedió en cumplimiento de lo que había dicho el Señor por el profeta. 23 He aquí que la virgen concebirá en su seno y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emmanuel, que significa «Dios con nosotros».
Lo que el ángel ha anunciado hasta ahora es significativo y asombroso. En parte dice claramente lo que sucederá, en parte indica grandes conexiones que conocen o adivinan los que están bien informados como José. Mateo concluye las palabras del ángel indicando el cumplimiento de una profecía. Finalmente ahora se hace patente que no se trata de un acontecimiento de un día; al contrario: como en una lente se concentran los rayos de luz, así también en la llegada de este niño es como si se reuniesen los hilos de una obra tejida por Dios. El hecho es significativo para el tiempo presente, en el que tiene lugar el milagro del Espíritu Santo; para el tiempo futuro, en que este niño debe llevar a cabo la liberación de su pueblo; y para el tiempo pasado, que aparece con una nueva luz. En una situación apurada el profeta Isaías había anunciado al rey Acaz una señal divina que le debía notificar la desgracia. Ahora estas palabras del profeta se convierten en mensaje de alegría: «He aquí que la virgen concebirá…»
Las misteriosas circunstancias que habían perturbado a José, no son tan sensacionalmente nuevas; el profeta ya las había indicado hablando de una «virgen», que dará a luz un hijo. El nacimiento virginal del Mesías, por obra del Espíritu, ya está indicado en el Antiguo Testamento. El creyente conoce la actuación de Dios en los siglos y entiende las promesas a la luz de su cumplimiento. Un segundo dato se da también en el profeta: un nombre que es tan profundo y rico como el nombre de Jesús: Dios con nosotros (Isa 7:10-16). Estaba arraigado en la fe de Israel el conocimiento de que Yahveh siempre está con su pueblo. Esta es la distinción y la gloria de Israel. Como sucedió en el tiempo pasado, así sucederá también en el tiempo futuro, que los profetas anuncian: «No temas, pues yo te redimí, y te llamé por tu nombre: tú eres mío. Cuando pasares por medio de las aguas. estaré yo contigo, y no te anegarán sus corrientes; cuando anduvieres por medio del fuego, no te quemarás, ni la llama tendrá ardor para ti» (1Sa 43:1 s).
Dios siempre estuvo con su pueblo en las guerras de los antepasados, en las asambleas reunidas en los sitios de culto en tiempo de los jueces, luego especialmente en la santa montaña de Sión y en el templo, en las unciones de sus reyes y en la misión confiada a sus profetas, en su fidelidad y en el otorgamiento de su salvación, también en la dispersión entre las naciones, en el cautiverio. Sin embargo, se mantenía viva la esperanza de que Dios estaría con su pueblo en el tiempo futuro. Era un hecho y al mismo tiempo una promesa, se podía experimentar felizmente la presencia de Dios, y con todo tenía que esperarse. Es evidente que debía ser un modo enteramente nuevo de la presencia, que ya se estaba acercando. Ahora parece que esta nueva presencia está a punto de realizarse. El niño que ha de nacer tiene el nombre que implica esta esperanza: «Dios con nosotros». Esta proximidad de Dios no debe realizarse en una reunión especial, en un lugar, en una casa, sino en una persona humana, a cuya manera de ser pertenece que Dios esté con nosotros. En él y por medio de él Dios está presente y cercano, más próximo y activo que hasta ahora…
24 José, cuando se despertó, hizo como le había ordenado el ángel del Señor y se llevó su esposa a casa. 25 Y hasta el momento en que ella dio a luz un hijo él no la había tocado, y él puso al niño el nombre de Jesús.
José, con sencillez y naturalidad, hace lo que se le había encargado. Con profundo y medroso respeto no se acerca a María, que exteriormente pasa por ser su esposa. Ella da a luz al niño, y José le designa con el nombre de Jesús. De este modo, el niño es su hijo según la ley, que es incorporado a la línea de los padres, que va desde David hasta José. No solamente conocemos el nombre que debe tener el niño, y que se unió con el título de Mesías, formando el nombre doble: Jesucristo, esto es, Jesús el Mesías. Sabemos que el nombre se complementa con un segundo nombre que Jesús no usó: «Dios con nosotros». La última frase del Evangelio echa una mirada retrospectiva al principio del mismo: la proximidad de Dios en Cristo está plenamente garantizada, y nunca más quedará en lejanía, hasta el fin del tiempo: «Y mirad: yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos» (/Mt/28/20). Dios está cerca de nosotros en Jesucristo, siempre está presente, nunca más estaremos solos ni perdidos, lanzados a una existencia sin sentido…
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
LA ETAPA DEL EVANGELIO
INTRODUCCIÓN A LA ETAPA DEL EVANGELIO
(Mateo, Marcos, Lucas y Juan)
Esta etapa abarca un período de treinta y cinco años aproximadamente. Se inicia con un anuncio en el templo de Dios (Luc 1:11-20) y termina con la ascensión del Hijo de Dios (Luc 24:51). Así como el Antiguo Testamento comienza con la creación del hombre a la imagen de Dios (Gén 1:26), esta etapa comienza con Dios en la imagen de hombre (Jua 1:14). El hombre creado a la imagen de Dios sería derrotado por Satanás en un bello jardín (Gén 2:8), pero el Dios en forma humana derrotaría completamente a Satanás en el desierto estéril (Mat 4:1).
Anteriormente a esta etapa, las ovejas morían por el Pastor (Éxo 12:1-13), pero ahora el Pastor moriría por las ovejas (Jua 10:11).
En su nacimiento le fue ofrecido oro, incienso y mirra por unos magos que le adoraron (Mat 2:11), pero en su muerte los hombres impíos que se mofaban de él le ofrecieron espinas, vinagre y salivazos (Mat 27:29; Mat 27:34; Mat 26:67).
El relato evangélico nos lo describe salvando pecadores bajo un árbol (Jua 1:48), subidos a un árbol (Luc 19:4-5), y colgados de un árbol (Luc 23:43).
En sus páginas hallamos que es calmada una tormenta en el mar (Luc 8:24) y que es maldecido un árbol infructuoso (Mat 21:19).
Tres de las ocho resurrecciones bíblicas suceden en este período. Son: la hija de Jairo (Mar 5:41), el hijo de la viuda (Luc 7:14), y Lázaro (Jua 11:43-44). Al desarrollarse la historia, un carpintero soñador es reafirmado (Mat 1:20-21), y es restaurado un discípulo que le niega (Jua 21:15-17).
Escuchamos conversaciones que vienen del cielo (Mat 17:1-5) y otras que proceden de los sepulcros (Luc 16:19-31). Las prostitutas son perdonadas (Jua 4:39; Jua 8:11) y los hipócritas son condenados (Mat 23:1-39).
Aparecen aquí por primera vez los conceptos de iglesia (Mat 16:18), comunión (Mat 26:26-30), y la gran comisión (Mat 28:19-20).
En resumen, los ciegos ven, los sordos oyen, los mudos hablan, los paralíticos son sanados, los muertos se levantan, los endemoniados son liberados, y los perdidos son salvados.
LA ETAPA DEL EVANGELIO
Un examen de los pasos del Salvador
Cualquier estudiante serio de la vida de Cristo va a descubrir pronto que no se puede ser dogmático acerca de la duración del ministerio terrenal de nuestro Señor ni de la exacta secuencia de los hechos que acontecieron en él. Al hacer el presente trabajo, he sido fuertemente influenciado por el libro The Life of Christ in Stereo, de Johnston M. Cheney, que es una armonía de los evangelios. En él se sugiere, entre otras cosas, que el ministerio público de Cristo duró cuatro años. Cheney escribe:
«La cronología generalmente aceptada del ministerio de Cristo está basada en las referencias del Evangelio de Juan a las fiestas de la Pascua. Se citan tres pascuas en Jua 2:12; Jua 6:4, y Jua 11:55, y se presume otra en base de la referencia en Jua 5:1 a una fiesta que no se nombra. Estas cuatro Pascuas nos dan un período de tres años desde la primera limpieza del templo hasta la semana de la pasión…
Si aceptamos, pues, la exactitud histórica de los documentos de Juan, es evidente que el ministerio de Jesús tiene que abarcar dos o tres años cuanto menos. Pero que tenga que limitarse a tres años no es algo requerido por los textos. Esta limitación se ha supuesto en razón del silencio de Juan a una quinta Pascua. Este punto de vista presume que Juan se refiere a cada Pascua del ministerio de Cristo…
Uno de los elementos más cuestionables de la cronología tradicional de tres años es que comprime demasiados eventos en los últimos seis meses de su ministerio… la alternativa lógica que podemos sugerir es la de que el ministerio de Jesús duró cuatro años.» (The Life of Christ in Stereo pp. 226–228.)
La parábola de Jesús en Luc 13:6-9 también sugiere fuertemente un ministerio de cuatro años.
«Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higüera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año; hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.»
En el anuncio comercial de una bebida refrescante en la televisión, se decía:
«Dr. Pepper, ¡qué incomprendido eres! Cualquiera que te prueba, sabe que dejas buen sabor.»
Sustituyendo simplemente las palabras Dr. Pepper por Cristo Jesús, tendremos inmediatamente un trágico cuadro religioso, aunque auténtico, del siglo xx. Cristo, sin duda, es incomprendido. Una pequeña niña recitó una vez equivocadamente Jua 3:16 : «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo olvidado…» [El autor juega bien con las palabras en inglés begotten y forgotten que suenan de manera parecida.]
I. Cristo Jesús es malentendido por los liberales.
Veamos las siguientes sórdidas declaraciones sobre el Salvador:
A. Albert Schweitzer:
«Era un fanático engañado que perdió inútilmente su vida en devoción ciega a un sueño ilusorio. No hay nada más negativo que el estudio crítico de la vida de Cristo.»
B. George Bernard Shaw:
«Un hombre que fue sano hasta que Pedro le aclamó como el Cristo, y entonces se convirtió en un monomaniaco… su engaño es común entre los dementes… bastante consecuente con el fraude que Jesús llevó a cabo en Jerusalén después de que su engaño se apoderó completamente de él.»
C. Rudolf Bultmann:
«Pienso que de verdad no conocemos casi nada de la vida y personalidad de Jesús.»
D. Hugh Schonfield:
«Había que organizar una conspiración en la que la víctima fuera el principal instigador. Era una concepción y una empresa de pesadilla, el resultado de la pavorosa lógica de una mente enferma….»
II. Cristo Jesús es incomprendido por las sectas.
A. La opinión de los testigos de Jehová:
«El hombre Jesús está muerto, muerto para siempre» (Charles Russell).
B. La opinión de la iglesia mormona:
«Cristo Jesús era un polígamo; María y Marta, las hermanas de Lázaro, eran dos de sus mujeres, y María Magdalena fue otra. Incluso la fiesta de las bodas de Caná de Galilea, donde Jesús cambió el agua en vino, no fue otra cosa que la ocasión de uno de sus propios matrimonios» (Brigham Young).
C. La opinión de la Ciencia Cristiana:
«Dios es indivisible. Una porción de Dios no puede entrar en el hombre; ni tampoco la plenitud de Dios puede ser reflejada por un solo hombre» (Mary Baker Eddy).
III. Cristo Jesús es malentendido por personas que creen en la Biblia. Carecemos hoy casi totalmente de una fuerte predicación exegética sobre la vida de Cristo en los púlpitos fundamentalistas. Parece que la razón es que los liberales han hablado tanto y durante tanto tiempo sobre ello, que los creyentes lo evitan y sólo se interesan en su muerte. Ningún estudiante sincero de la Biblia va a negar, por supuesto, en ningún momento que su muerte en el Calvario es lo que nos redime. Nada hay mejor establecido en las Escrituras que esta preciosa verdad. Pero cuando estudiamos las verdades presentadas acerca de nuestro bendito Salvador desde el libro de Hechos hasta Apocalipsis, nos maravillamos de cuántas veces las epístolas le citan de los evangelios. Veamos algunas de estas referencias, todas las cuales enfatizan su vida lo mismo que su muerte en el Calvario.
A. Heb 12:1-3 :
«Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la can-era que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.»
B. Flp 2:5-8 :
«Haya, pues, en vosotros, este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombres, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.»
C. 2Co 4:8-11 :
«Que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.»
D. 2Co 3:18 :
«Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.»
Consideremos los argumentos de Pablo en este capítulo. Dice:
1. El mensaje de la ley tiene gloria, pero se desvanece. Esta es la razón por la que Moisés llevaba un velo cuando bajó del monte Sinaí, a fin de que Israel no la viera desvanecerse (2Co 3:13). Esta gloria estaba representada por Moisés.
2. El mensaje de gracia posee también gloria, que nunca se desvanecerá. Por esto no se necesita ningún velo. Esta gloria es representada por Cristo.
3. Por tanto, a medida que el creyente estudia la vida de Cristo (la «gloria del Señor» como se la refiere aquí en 2Co 3:18, probado por Jua 1:14), su vida se transforma (en griego, metamorphoomai) poco a poco a la imagen de Cristo.
4. Esa es la meta suprema del creyente en esta tierra: asemejarse lo más posible a Jesús. Este es, por supuesto, el propósito último de Dios a lo largo de toda la eternidad, pero él quiere empezar este proceso ahora. El doctor H.A. Ironside escribe en su libro sobre 2 Corintios:
«Recordarán el relato de Hawthorne “The Great Stone Face” [El gran rostro de piedra]. Habla de un muchacho que vivía en un pueblo al pie de un monte. En la cima del monte se hallaba una gran imagen de piedra con un rostro hermoso y noble mirando hacia abajo en forma muy seria, muy solemne, a la gente del pueblo. Circulaba la leyenda de que un día iba a llegar al pueblo alguien que era exactamente como el rostro de la imagen de piedra, y que haría cosas maravillosas por la gente y sería el instrumento de grandes bendiciones.
Esta historia llamó poderosamente la atención del muchacho, hasta el punto de que siempre que podía subía al monte para quedarse allí contemplando aquel rostro de piedra y pensar en aquel que un día llegaría. Pasaron los años y nadie apareció, pero el hombre joven hacía todavía lo que el muchacho había hecho: se iba a lo alto del monte y contemplaba la belleza, la majestad, la bondad de aquel gran rostro de piedra. Pasó la juventud y creció el adulto, pero nunca pudo quitar de su mente aquella historia; llegó la ancianidad y un día, mientras caminaba por el pueblo, alguien le miró y dijo: “¡Ya llegó! ¡Aquel que es el gran rostro de piedra!” Se había transformado en aquel que contemplaba continuamente. Si quieres llegar a ser como Cristo, mira a Jesús. Si quieres crecer en la gracia, mira a Jesús. Le encuentras revelado en su Palabra; por tanto, lee tu Biblia y medita sobre ello.
Cantamos el himno:
“Toma tiempo para ser santo, Habla mucho con el Señor.”
El doctor Lewis Sperry Chafer interrumpía casi siempre que se cantaba este himno y decía: “Por favor, permítanme cambiar la primera línea; cantemos: Toma tiempo para contemplarlo” A medida que le contemplemos llegamos a ser santos, porque “todos nosotros, reflejando como en un espejo la gloria del rostro sin velo del Señor, somos cambiados, transfigurados y transformados en su misma imagen de gloria en gloria, como por el Espíritu del Señor”» (pp. 92, 93).
E. Rom 5:8-10 :
«Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.»
F. 1Pe 2:21 :
«Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas.»
Uno de los libros religiosos más famosos que se han escrito tiene este versículo como su fundamento, y es mi creencia que no lo interpreta bien.
El libro es, por supuesto, En sus pasos, de Charles M. Sheldon. Se han vendido en inglés más de ocho millones de ejemplares. El autor describe en la novela una situación en la que un grupo de cristianos están decididos a hacer y a decir solamente aquellas cosas que Jesús habría hecho y dicho en ciertas situaciones. Pero está claro que Pedro no se refiere a esta práctica aquí; porque a causa de la vida sobrenatural de Cristo, aunque no fuera por ninguna otra razón más, sería absolutamente imposible.
Por ejemplo, aquí tenemos a un cristiano cruzando un día el Atlántico, cuando de pronto ve una barca amenazada por una inesperada tormenta. Puede escuchar los gritos desesperados de los impotentes viajeros pidiendo auxilio. Rápidamente piensa: ¿Qué hubiera hecho Jesús? Sabemos exactamente lo que El hizo al menos en dos ocasiones semejantes (Jua 6:19; Mat 8:26). Pero, ¿podemos hacer lo mismo hoy? Además, debemos notar que Pedro no nos dice que sigamos en sus pisadas, sino que sigamos sus pisadas.
Cuando Pedro usó aquí la palabra griega de la que traducimos «ejemplo», lo que hizo fue buscar una ilustración recordando su días de escuela en la niñez. La palabra significa literalmente «escribir bajo». Era usada para palabras dadas a los niños para copiar y estudiar. El niño podía entonces aprender a escribir pasando su dedo sobre los ejemplos que tenía arriba. De igual manera, Pedro exhortaba a los creyentes a estudiar y a trazar las pisadas del bendito Salvador durante su ministerio en la tierra.
Estas pisadas son en verdad muy interesantes de leer. Su primer paso fue desde la gloria a Belén; el segundo fue de Belén a Jerusalén cuando tenía unos ocho días de edad. El último le llevó desde el monte de los Olivos hasta la gloria de donde había venido. El siguiente estudio de la vida de Cristo es un intento de presentar estos pasos, que son setenta y dos en total, en un orden geográfico y cronológico. Para ayudar en el recorrido emplearemos un conjunto simple de símbolos de los temas (véase el cuadro).
Por ejemplo, mientras estuvo en la tierra nuestro Señor realizó treinta y seis milagros que tenemos registrados en los evangelios. Dichos milagros aparecen correctamente ubicados en exacto orden cronológico, y van acompañados de su símbolo correspondiente, que en este caso es la estrella. Las treinta y ocho parábolas que Cristo dijo son tratadas de igual manera y llevan su símbolo, que es una boca abierta. Sus diecinueve oraciones están indicadas por manos en posición de orar; mientras que sus dieciséis sermones aparecen señalados por un libro abierto. Finalmente, sus cuarenta y cinco predicciones van acompañadas por el símbolo de un ojo. A todo ello debemos agregar las treinta y siete profecías del Antiguo Testamento que nuestro Señor cumplió, que quedan localizadas y simbolizadas mediante una corona.
Esperamos fervientemente que por medio de este método el estudiante de la vida de Cristo pueda localizar fácilmente mediante estos símbolos todas y cada una de las cosas importantes que Jesús dijo e hizo según los relatos de los evangelios. Al final del estudio aparece una lista resumida de la vida de Cristo recogida de los setenta y dos pasos. Estos temas, algunos de los cuales han sido ya mencionados, cubren áreas tales como:
1. Los treinta y seis milagros del Salvador.
2. Sus treinta y ocho parábolas.
3. Las diecinueve oraciones del Maestro.
4. Sus cuarenta y cinco predicciones.
5. Sus dieciséis sermones.
6. Los treinta y seis diálogos que sostuvo.
7. Las dieciséis referencias del Antiguo Testamento acerca de Cristo.
8. Las veintidós citas que Jesús hizo del Antiguo Testamento.
9. Las diez pruebas de la deidad de Cristo.
10. Las treinta pruebas de la humanidad del Salvador.
11. Los treinta y siete nombres y títulos del Señor.
12. Las treinta y siete profecías del Antiguo Testamento cumplidas por Cristo.
13. Las veintisiete almas convertidas por el Señor.
14. Las quince clases de sufrimiento experimentados por el Salvador.
15. Las siete últimas palabras de Jesús.
16. Las diez apariciones del Cristo resucitado.
17. Los partidos políticos y religiosos del tiempo de Cristo.
18. Los varios lugares visitados por el Maestro.
19. Las muchas personas con las que se encontró Jesús.
Vamos a considerar ahora una introducción a la vida de nuestro bendito Señor, así como una presentación y un resumen de la misma.
I. Los dos prólogos.
A. El prólogo de Lucas (Luc 1:1-4).
1. Muchos habían escrito ya un relato de la vida de Cristo.
2. Lucas se proponía hacer lo mismo, obteniendo los hechos de varios de los testigos oculares.
3. Planeaba, por último, enviar su narración a su amigo Teófilo. Lucas también dedicaría más tarde su segundo libro, los Hechos de los Apóstoles, a Teófilo (Hch 1:1).
B. El prólogo de Juan (Jua 1:1-5).
1. Cristo Jesús estaba con el Padre desde la eternidad. (Véanse Pro 8:22-31; Jua 17:5; Jua 17:24.)
2. El fue el Creador de todas las cosas. (Véanse Col 1:16-17; Efe 3:9; Heb 1:2)
3. Jesucristo es tanto la luz como la vida de los hombres. (Véanse Jua 5:26; 1Jn 5:11; Jua 8:12; Jua 9:5; Jua 12:35; Jua 12:46.)
4. Jesucristo resplandeció en las tinieblas de este mundo y las tinieblas no prevalecieron contra él.
5. Estos cinco primeros versículos de Juan son los más profundos en la Biblia, y son dignos de haberse escrito en oro.
II. Las dos genealogías.
A. La genealogía de Mateo (Mat 1:1-17).
1. Contiene cuarenta y un nombres.
2. Traza la línea genealógica descendiente desde Abraham, el padre de la raza hebrea, hasta José. (Véase Gál 3:16.)
3. Traza la línea desde David pasando por su hijo Salomón (2Sa 12:24).
4. Nos da la línea de José. Nota de estudio: esta genealogía es notable por varias razones.
a. Contiene los nombres de cuatro mujeres. En las genealogías del Oriente raramente aparecen mujeres.
b. Estas cuatro mujeres tienen antecedentes cuestionables.
(1) Tamar era una ex prostituta (Mat 1:3; Gén 38:13-30).
(2) Rahab era también una ex prostituta (Mat 1:5; Jos 2:1).
(3) Rut fue anteriormente pagana (Mat 1:5; Rut 1:4).
(4) Betsabé era una ex adúltera (Mat 1:6; 2Sa 11:1-5).
Pero por medio de la multiforme y maravillosa gracia divina, la primera mujer (Tamar) fue la mujer de Judá (hijo de Jacob) que dio origen a la familia del rey David; la segunda (Rahab) fue su tatarabuela; la tercera (Rut) fue su bisabuela; y la cuarta (Betsabé) fue su esposa y madre de Salomón. (Véase Rut 4:18-22.)
B. La genealogía de Lucas (Luc 3:23-38).
1. Contiene setenta y cuatro nombres.
2. Traza la línea genealógica ascendente desde José hasta Adán, el padre de la raza humana.
3. Traza la relación con David por medio de otro hijo llamado Natán (2Sa 5:14).
4. Nos da la línea davídica de María.
Nota especial: varios problemas aparecen en relación con ambas genealogías.
a. Mateo dice que el padre de José se llamaba Jacob (Mat 1:16), mientras que Lucas dice que era Elí (Luc 3:23). En el mundo antiguo a veces se referían a los yernos como a sus propios hijos. De manera que muchos piensan que Elí era realmente el padre de María y suegro de José.
b. Satanás era consciente del hecho de que la línea que llevaba a Cristo pasaba por David. El trató aparentemente de romper en alguna parte un eslabón en su cadena real. Con la subida al trono de Joaquín (el decimonoveno eslabón desde David), parecía que el diablo iba a ganar, porque Dios profirió la siguiente maldición contra este joven e impío rey:
«Así ha dicho Jehová: Escribid lo que sucederá a este hombre privado de descendencia, hombre a quien nada prospero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá» (Jer 22:30).
Esta declaración no significa que no tuviera hijos, porque en 1Cr 3:17-18 se nombran a algunos, (véase también Mat 1:12.) Lo que quiere decir es que debido al juicio divino sería considerado sin descendencia en lo que al trono se refería. Sea cual sea su significado, parecía que la línea real de David y de Salomón había llegado a su final con Joaquín (llamado también Conías y Jeconías en el Antiguo Testamento). (Véanse Jer 22:24; 2Re 24:8.) Pero debió ser un rudo golpe para el diablo cuando supo que Dios no estaba limitado a una sola línea.
David tenía otro hijo llamado Natán, y fue por medio de esta línea que vino María, la madre de Jesús.
III. Las tres anunciaciones.
A. A Zacarías acerca del nacimiento de Juan el Bautista, el precursor del Mesías (Luc 1:5-25).
1. El arcángel Gabriel se le apareció al sacerdote Zacarías cuando estaba ofreciendo el incienso en el templo en Jerusalén. (Véanse Éxo 30:7; 2Cr 29:11)
a. Nota: Este era el primer mensaje hablado procedente del cielo en más de 400 años. La estación Radio Antiguo Testamento había dejado de transmitir con Mal 4:1-6. Pero Dios comienza ahora de nuevo la transmisión de mensajes. Radio Nuevo Testamento estaba en el aire oficialmente.
2. El ángel del Señor le informa a Zacarías que sus oraciones han sido oídas y que su esposa, aunque mayor, dará a luz un hijo. Este es el octavo de nueve nacimientos en la Biblia en el que Dios interviene. Son:
a. El nacimiento de Isaac a Abraham y Sara (Gén 21:1).
b. El nacimiento de Jacob y Esaú a Isaac y Rebeca (Gén 25:21).
c. El nacimiento de Rubén a Jacob y Lea (Gén 29:31).
d. El nacimiento de Isacar a Jacob y Lea (Gén 30:17-18).
e. El nacimiento de José a Jacob y Raquel (Gén 30:22-24).
f. El nacimiento de Samuel a Elcana y Ana (1Sa 1:19).
g. El nacimiento de Sansón a Manoa y su esposa (Jue 13:1-2).
h. El nacimiento de Juan a Zacarías y Elisabet (Luc 1:57).
i. El nacimiento de Jesús a María (Luc 2:7).
3. Gabriel le dice a Zacarías que este hijo:
a. Se llamaría Juan.
b. Se abstendría de bebidas alcohólicas. Es decir, sería un nazareo (Núm 6:3), como se suponía que debía ser Sansón (Jue 13:4).
c. Sería grande delante de Dios. (Véase Mat 11:11.)
d. Estaría lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre. Esto también se dice acerca de otros dos hombres:
(1) Jeremías (Jer 1:5).
(2) Pablo (Gál 1:15).
e. Haría que muchos de los hijos de Israel se volvieran al Señor. Esto lo hizo él en la primera venida de Cristo, como Elías lo hará un día en su segunda venida. (Véase Mal 4:5-6.)
f. Predicaría con el poder y el espíritu de Elías. (Mat 11:14; Mar 9:12)
g. Prepararía el camino para la venida del Mesías, lo que daría cumplimiento a lo dicho en Isa 40:3.
4. Como él y su mujer eran de edad avanzada, Zacarías tenía dificultades en creerlo. (Como una vez sucedió con Abraham y Sara. Véanse Gén 17:17; Gén 18:12.)
5. Gabriel reprende amablemente al anciano sacerdote por su incredulidad y le advierte que se quedará sin voz hasta el día del nacimiento de Juan.
6. El pueblo que esperaba afuera pronto se da cuenta de que algo muy extraño le ha ocurrido a Zacarías, y que no puede pronunciar la esperada bendición sobre ellos. Muchos en aquel grupo de gente estarían, sin duda, allí para ayudar a Zacarías a celebrar un evento tan especial como era quemar el incienso sobre el altar de oro. Un sacerdote sólo podía hacerlo una vez en toda su vida. Otros en la multitud estarían esperando escucharle pronunciar la gran bendición levítica que hallamos en Núm 6:22-27 :
«Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.»
Pero en aquel día no hubo celebración ni bendición. Algo mucho más especial y eterno estaba ocurriendo. Zacarías regresa a casa, y pronto su esposa, anciana y estéril, queda embarazada.
7. El nombre Zacarías significa «Dios recuerda» y el nombre Elisabet «su juramento». Con el nacimiento de Juan el Bautista Dios estaba recordando su pacto hecho en Sal 89:34-37.
B. A María acerca del nacimiento de Jesús (Luc 1:26-38).
1. Durante el sexto mes del embarazo de Elisabet, el arcángel Gabriel se aparece a una virgen de Nazaret (desposada con José) llamada María.
2. Le anuncia que ha sido elegida por Dios para que su bendito Hijo nazca en el mundo. (Véase Gál 4:4.) Son especialmente dignas de ser consideradas las palabras en Luc 1:28 : «Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.»
El ángel no dijo sobre las mujeres, sino entre las mujeres. Notemos también en Luc 1:47 que la primera persona que aparece en las Escrituras que llamó Salvador a Jesús fue su madre. María necesitaba la salvación como cualquier otro. (Véase Rom 3:23)
3. Cumplimiento número uno de las profecías del Antiguo Testamento: que nacería de una virgen. (Cp. Isa 7:14 con Mat 1:22-23)
4. El ángel predijo que el niño:
a. Se llamaría Jesús.
b. Sería llamado Hijo del Altísimo. Un demonio se refirió a él con este mismo nombre (Mar 5:7).
c. Heredaría el trono de David.
d. Cumplimiento número dos de las profecías del Antiguo Testamento: que se le daría el trono de David. (Cp. 2Sa 7:11-12; Sal 132:11; Isa 9:6-7; Isa 16:5; Jer 23:5 con Luc 1:31-32)
e. Reinaría sobre este trono para siempre. (Véanse Dan 2:44; Dan 7:14; Dan 7:27; Miq 4:7)
f. Cumplimiento número tres de las profecías del Antiguo Testamento: que su trono sería eterno. (Cp. Dan 2:44; Dan 7:14; Dan 7:27; Miq 4:7 con Luc 1:33)
5. María está perpleja: « ¿Cómo será esto? Pues no conozco varón» (Luc 1:34).
6. El arcángel le asegura: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Luc 1:35). Estos versículos (Luc 1:31; Luc 1:35) nos enseñan dos cosas importantes acerca de la encarnación:
a. Jesús fue concebido por el Espíritu Santo.
b. El elemento sobrenatural en la encarnación no fue el nacimiento de Cristo, sino más bien la concepción. El nació como nacen todos los seres humanos. Es vital hacer esta distinción, porque él era completamente Dios como si nunca hubiera sido hombre, y era completamente hombre como si nunca hubiera sido Dios.
7. Gabriel predice que el hijo de María será también llamado Hijo de Dios. (Véanse Mat 14:33; Mar 1:1; Jua 1:34; Jua 20:31; Hch 8:37; Rom 1:4.)
8. Después la informa acerca del embarazo de su prima Elisabet. «Porque nada hay imposible para Dios» (Luc 1:37). (Véanse también Gén 18:14; Jer 32:17; Mat 19:26; Luc 18:27.)
9. María se somete simple y humildemente a la voluntad de Dios: «He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra» (Luc 1:38).
C. A José en relación con la pureza de María (Mat 1:18-25).
1. Al enterarse de que estaba embarazada, José «como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente» (Mat 1:19).
2. Aquella misma noche, sin embargo, Gabriel le asegura durante un sueño el inminente nacimiento virginal de Cristo.
3. Le dice a José que este niño «salvará a su pueblo de sus pecados» (Mat 1:21). (Véanse también Hch 4:12; Hch 5:31; Hch 13:23; Hch 13:38; Heb 7:25.)
4. Gabriel se refiere a este niño como Emanuel, que significa «Dios con nosotros» (Mat 1:23).
5. Cumplimiento número cuatro de las profecías del Antiguo Testamento: que se llamaría Emanuel. (Cp. Isa 7:14 con Mat 1:23.)
«He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros» (Mat 1:23).
Esta profecía era, por supuesto, un cumplimiento de Isa 7:14 (véase Mat 1:22). Algunos han cuestionado sin éxito la palabra hebrea almah en Isa 7:14, alegando que no siempre significa virgen; pero en cualquier caso, no hay ninguna clase de duda acerca de la palabra griega para virgen, que es parthenos, que siempre y sin excepción se refiere a una joven doncella que no ha tenido experiencia sexual.
6. José hace los arreglos necesarios para recibir a María como su esposa legítima. José debe ser considerado, en todos los sentidos, como un hombre verdaderamente justo, con la madurez espiritual de un David, un Moisés, un Pedro o un Pablo. En verdad el José del Nuevo Testamento puede ser comparado favorablemente con el José del Antiguo Testamento. En ambos casos los padres se llamaron Jacob; ambos mostraron sorprendente madurez; ambos recibieron visiones de Dios; ambos estuvieron en Egipto. Uno es un tipo de Cristo y el otro fue su tutor legal.
En realidad, si no hubiera sido por el pecado de Judá, José habría reinado en Jerusalén como un rey legítimo cuando Cristo nació. Era él y no Herodes el que tenía las credenciales apropiadas para sentarse sobre el trono de Israel.
IV. Los tres cantos de alabanza.
A. La alabanza de Elisabet a María (Luc 1:39-45), llamado frecuentemente el Magnificat. Nota: Esto ocurrió aparentemente antes de que José supiera del estado de María. María, nada más marcharse el arcángel, salió de prisa, y quizá en secreto, de Nazaret y se fue a visitar a Elisabet en algún sitio cerca de Jerusalén. José no se enteró de su condición hasta que no regresó tres meses después.
1. Juan saltó en el vientre de su madre al oír el saludo de María, y Elisabet fue llena del Espíritu Santo.
2. Elisabet bendijo a María: «Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre» (Luc 1:42). (Véase también Luc 1:28.)
B. La alabanza de María a Dios (Luc 1:46-56).
1. María responde: «Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador» (Luc 1:46-47).
2. Se da cuenta de que la historia la reconocerá como la favorecida del Señor.
3. Alaba al Padre porque humilla a los poderosos, exalta a los humildes, llena a los hambrientos, y hace proezas con su brazo poderoso. (Véanse Isa 52:10; Sal 33:10; 1Sa 2:6-8; Isa 53:1.)
4. Pasados tres meses María regresa a Nazaret.
C. La alabanza de Zacarías a Dios (Luc 1:57-79).
1. El hijo de Zacarías nace y es circuncidado a los ocho días.
2. Los amigos y familiares suponen que el niño se llamará como el padre. El anciano sacerdote, sin embargo, todavía mudo, escribe que Juan será su nombre.
3. Recupera inmediatamente la voz y alaba a Dios en el poder del Espíritu Santo, dándole gracias:
a. Por guardar sus promesas dadas a Abraham y a David.
b. Por visitar y redimir a su pueblo. (Véanse también Sal 111:9; Luc 7:16)
4. Zacarías después habla en relación con Juan:
a. Será el precursor del Mesías. (Véanse Isa 40:3; Mat 11:10)
b. Dará el conocimiento de la salvación. (Véase Jua 1:29.)
c. Predicará el arrepentimiento. (Véase Luc 3:3)
d. Presentará al Salvador. «… con que nos visitó desde lo alto la aurora» (Luc 1:78). (Véanse también Núm 24:17; Mal 4:2)
Nada más alcanzar la madurez, Juan se retira al desierto a fin de prepararse para su futuro ministerio como un evangelista nazareo.
V. Los cuatro biógrafos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan). Cada uno de ellos presenta un cuadro diferente del Salvador.
A. Mateo: el Rey, simbolizado por un león. Escrito para los judíos.
B. Marcos: el Siervo, a semejanza de un buey. Escrito para los romanos.
C. Lucas: el Hombre perfecto, a semejanza de un hombre. Escrito para los griegos.
D. Juan: el Dios Todopoderoso, simbolizado por un águila. Escrito para todo el mundo. De manera que:
1. Tenemos una genealogía en Mateo porque un rey debe tener una.
2. Aparece una genealogía en Lucas porque un hombre perfecto debe tener una.
3. No hay ninguna genealogía en Marcos porque un siervo no necesita una.
4. No tenemos ninguna genealogía en Juan porque el Dios eterno no la tiene. El doctor Van Dyke dijo una vez:
«Si cuatro testigos aparecieran delante de un juez para dar cuenta de un cierto suceso, y cada uno de ellos contara la misma historia con exactamente las mismas palabras, el juez concluiría que su testimonio no es muy valioso; que del único hecho del que no se podía dudar es que se habían puesto de acuerdo para contar la misma historia. Pero si cada hombre contaba lo que había visto, tal como él lo había visto, aquella evidencia sería mucho más creíble. Y cuando nosotros leemos los cuatro evangelios, ¿no es eso exactamente lo que encontramos?
Los cuatro testigos nos cuentan la misma historia a su propia manera.»
Debemos notar también que los cuatro evangelios no deben ser considerados como resúmenes biográficos de la vida de Cristo, sino más bien como resúmenes teológicos. Casi todo lo relacionado con la primera parte de su vida, desde el nacimiento hasta los treinta años, se deja fuera.
VI. El mensaje y el ministerio de Juan el Bautista (Mat 3:1-12; Mar 1:1-8; Luc 1:80; Luc 3:1-18; Jua 1:6-28).
Nota: Aunque el ministerio completo de Juan no empezó a divulgarse hasta treinta años más tarde, precedió y preparó, el del Mesías; es, pues, procedente insertarlo en este punto de nuestro estudio.
A. El ministerio de Juan consistía en aparecer en el momento apropiado como un testigo de Cristo, quien sólo él era la luz verdadera de este mundo (Jua 1:6-18).
1. Esta Luz ofrecería salvación a todos los hombres (Jua 1:9).
2. Esta luz, sin embargo, sería:
a. Ignorada por el mundo que él había creado (Jua 1:10).
b. Rechazada por la nación que él había llamado (Jua 1:11). (Véanse también Luc 19:14; Hch 13:46.)
Se ha dicho que Jua 1:11 es el versículo más triste de la Biblia y que Jua 1:12 es el más gozoso. «A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.» «Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.»
3. Esta Luz, encarnada, llena de gracia y de verdad, transformaría en hijos de Dios a los pecadores arrepentidos. Es decir, el Hijo de Dios vino a ser el Hijo del Hombre para que los hijos de los hombres pudieran llegar a ser hijos de Dios (Jua 1:11-14). Notamos por Jua 1:13 que la salvación no es por generación (no de sangre), por reformación (no de la voluntad de la carne), ni por confirmación (no por la voluntad de hombre), sino por regeneración (de Dios).
B. Las ropas de Juan (hechas de piel de camello) y su alimento (langostas y miel silvestre) reflejan que estaba totalmente dedicado a su llamamiento santo (Mat 3:4).
C. El mensaje de Juan al pueblo en general era:
1. Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado (Mat 3:2).
2. Preparad el camino del Señor (Luc 3:4-6).
3. Someterse al bautismo en el río Jordán como prueba de su arrepentimiento (Mat 3:6; Luc 3:3).
D. El mensaje de Juan a grupos específicos era:
1. A los fariseos y líderes judíos (Mat 3:7-10). «Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseño a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos digno de arrepentimiento. Y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por Padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.»
2. A los publicanos:
«No exijáis más de lo que os está ordenado» (Luc 3:13).
3. A los soldados:
«No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario» (Luc 3:14).
4. A los nuevos convertidos:
«El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo» (Luc 3:11).
5. Al mundo:
«He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jua 1:29).
E. El testimonio de Juan a todos:
1. Que él no era el Cristo (Jua 1:20).
2. Que él no era el profeta Elías ni el profeta del que había hablado Moisés (Jua 1:21). (Véase también Mal 4:5; Deu 18:15; Deu 18:18.) Los sacerdotes y los levitas estaban dentro de su derecho al cuestionar a Juan, pues era su responsabilidad verificar lo que enseñaban todos los maestros religiosos. (Véanse Deu 13:1-5; Deu 18:20-22.)
3. Que él era sólo una voz que clamaba en el desierto (Jua 1:23).
4. Que él no era digno de desatar la correa de las sandalias del verdadero Mesías (Jua 1:27).
5. Que él era el amigo del verdadero esposo (Jua 3:29).
6. Toda carne vería pronto la salvación de Dios (Luc 3:6).
7. Que esta salvación encarnada (Cristo) revelaría al Padre (Jua 1:18).
8. Que este Salvador disfrutaría del ministerio del Espíritu y del amor del Padre en forma sin precedente (Jua 3:34-35).
9. Que bautizaría con el Espíritu Santo a los hombres por gracia en su primera venida, pero con el fuego del juicio en su segunda venida (Luc 3:16). (Véanse Hch 2:1-47 y Apo 6:1-17.)
10. Que Cristo debe crecer y él (Juan) menguar (Jua 3:30).
11. Cumplimiento número cinco de las profecías del Antiguo Testamento: que tendría un precursor. (Cp. Isa 40:3-5; Mal 3:1 con Luc 1:76-78; Luc 3:3-6; Mat 3:1-3). De esta manera Juan viene a ser el último de los grandes profetas bíblicos, como Samuel fue el primero en el Antiguo Testamento. Así como Samuel presentó a Saúl, el primer rey de Israel (1Sa 10:1-27), Juan presentaría a su eterno Rey, Jesús (Jua 1:29).
Los setenta y dos pasos de Cristo de la gloria a la gloria
[[Ver el Contenido con el mismo título en el libro]]
Paso uno: desde la gloria hasta Belén (Luc 2:1-21).
Paso dos: de Belén a Jerusalén (Luc 2:22-38).
Paso tres: de Jerusalén a Nazaret (Luc 2:39).
Paso cuatro: de Nazaret a Belén (Mat 2:1-12).
Paso cinco: de Belén a Egipto (Mat 2:13-18).
Paso seis: de Egipto a Nazaret (Mat 2:19-23; Luc 2:40).
Paso siete: de Nazaret a Jerusalén (Luc 2:41-50).
Paso ocho: de Jerusalén a Nazaret (Luc 2:51-52)
Paso nueve: de Nazaret a Betábara, al lado del Jordán (Mat 3:13-17; Jua 1:28).
Paso diez: de Betábara a las tentaciones del desierto (Mat 4:1-11; Mar 1:12-13; Luc 4:1-13).
Paso once: de las tentaciones del desierto a Betábara (Jua 1:29-42).
Paso doce: de Betábara a Betsaida (Jua 1:43-51).
Paso trece: de Betsaida a Caná (Jua 2:1-11).
Paso catorce: de Caná a Capernaúm (Jua 2:12).
Paso quince: de Capernaúm a Jerusalén (Jua 2:13-25; Jua 3:1-21).
Paso dieciséis: de Jerusalén al río Jordán (Jua 3:22-36).
Paso diecisiete: del río Jordán a Sicar en Samaria (Mat 4:12; Luc 3:19-20; Jua 4:1-42).
Paso dieciocho: de Sicar a Caná (Jua 4:43-54).
Paso diecinueve: de Caná a Nazaret (Luc 4:16-30).
Paso veinte: de Nazaret a Capernaúm (Mat 4:13-22; Mat 8:14-17; Mar 1:14-38; Luc 4:31-42).
Paso veintiuno: de Capernaúm a su primera gira de predicación en Galilea (Mat 4:23; Mat 8:2-4; Mar 1:39-45; Luc 4:43-44; Luc 5:1-16).
Paso veintidós: de su primera gira de predicación en Galilea a Capernaúm (Mat 9:2-9; Mar 2:1-14; Luc 5:17-28).
Paso veintitrés: de Capernaúm a los campos sembrados de Galilea (Mat 12:1-8; Mar 2:23-28; Luc 6:1-5).
Paso veinticuatro: de los campos de Galilea a una sinagoga galilea (Mat 12:9-14; Mar 3:1-6; Luc 6:6-11).
Paso veinticinco: de una sinagoga en Galilea al monte Tabor (Mat 5:1-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-29; Mat 4:24-25; Mat 10:2-4; Mat 12:15-21; Mar 1:12; Mar 3:7-19; Luc 6:12-49; Luc 12:22-31, Luc 12:57-59; Luc 16:17).
Paso veintiséis: del monte Tabor a Capernaúm (Mat 8:1; Mat 8:5-13; Luc 7:1-10).
Paso veintisiete: de Capernaúm a Naín (Luc 7:11-17, Luc 7:36-50).
Paso veintiocho: de Naín a su segunda campaña de predicación en Galilea (Mat 12:46-50; Mat 13:1-52; Mar 3:19-35; Mar 4:1-34; Luc 8:1-21; Luc 12:10; Luc 13:18-21).
Paso veintinueve: de Galilea a su segunda campaña de predicación en la región de los gadarenos (Mat 8:18; Mat 18:23-24; Mar 4:35-41; Mar 5:1-20; Luc 8:22-39).
Paso treinta: de la tierra de los gadarenos a Capernaúm (Mat 9:1; Mat 10:34; Mat 11:2-19; Mar 1:21-43; Mar 2:15-22; Luc 8:40-56; Luc 5:29-39; Luc 7:18-35; Luc 16:16).
Paso treinta y uno: de Capernaúm a Jerusalén (Jua 5:1-47).
Paso treinta y dos: de Jerusalén a Nazaret (segunda visita) (Mat 13:53-58; Mar 6:1-6).
Paso treinta y tres: de Nazaret a su tercera campaña de predicación en Galilea (Mat 9:35-38; Mat 10:1, Mat 10:5-16, Mat 10:24-33, Mat 10:37-42; Mat 11:1; Mat 14:1-13; Mar 6:6-29; Luc 9:1-9).
Paso treinta y cuatro: de su recorrido de predicación en Galilea a una zona desértica cerca de Betsaida (Mat 14:13-23; Mar 6:30-47; Luc 9:10-17; Jua 6:1-18).
Paso treinta y cinco: de la zona desértica de Betsaida a Genesaret (Mat 14:24-36; Mar 6:48-56; Jua 6:19-21).
Paso treinta y seis: del llano de Genesaret a Capernaúm (Mat 15:1-20; Mar 7:1-23; Jua 6:22-71; Jua 7:1).
Paso treinta y siete: de Capernaúm a la región de Tiro y Sidón (Mat 15:21-28; Mar 7:24-30).
Paso treinta y ocho: de la región de Tiro y Sidón a la zona de Decápolis (Mar 7:31-37).
Paso treinta y nueve: de Decápolis al monte Tabor (Mat 15:29-38; Mar 8:1-9).
Paso cuarenta: del monte Tabor a Magdala (Mat 15:39; Mat 16:1-12; Mar 8:9-21).
Paso cuarenta y uno: de Magdala a Betsaida (Mar 8:22-26; Jua 7:2-9).
Paso cuarenta y dos: de Betsaida a Jerusalén (Jua 7:10-53; Jua 8:1-59; Jua 9:1-41; Jua 10:1-39).
Paso cuarenta y tres: de Jerusalén a Perea (Jua 10:40-42).
Paso cuarenta y cuatro: de Perea a Cesárea de Filipos (Mat 16:13-28; Mar 8:27-38; Mar 9:1; Luc 9:18-27).
Paso cuarenta y cinco: de Cesárea de Filipos al monte Hermón (Mat 17:1-23; Mar 9:2-31; Luc 9:28-45).
Paso cuarenta y seis: del monte Hermón a Capernaúm (Mat 17:24-27; Mat 18:1-35; Mar 9:33-50; Mar 10:1; Luc 9:46-50).
Paso cuarenta y siete: de Capernaúm a Perea (Mat 8:19-22; Mat 11:20-30; Mat 19:1-2; Luc 9:51-62; Luc 10:1-37; Mar 10:1).
Paso cuarenta y ocho: de Perea a Betania y sus alrededores (Mat 10:34-36; Mat 12:22-38, Mat 12:42-45; Mat 19:3-30; Mat 20:1-28; Mat 24:43-51; Mar 10:2-45; Luc 10:38-42; Luc 11:1-54; Luc 12:1-9; Luc 13:22; Luc 13:32-35; Luc 13:1-33; Luc 14:1-35; Luc 15:1-32; Luc 16:1-15; Luc 16:18-31; Luc 17:1-37; Luc 18:1-34; Jua 11:1-54).
Paso cuarenta y nueve: de Betania a Jericó (Mat 20:29-34; Mar 10:46-52; Luc 18:35-43; Luc 19:1-28).
Paso cincuenta: de Jericó a Betania (Mat 26:6-13; Mar 14:3-9; Luc 22:1; Jua 11:55-57; Jua 12:1-11).
Paso cincuenta y uno: de Betania a Betfagé (Mat 21:1-7; Mar 11:1-7; Luc 19:29-35).
Paso cincuenta y dos: de Betfagé al aposento alto (Mat 10:17-23; Mat 21:8-46; Mat 22:1-46; Mat 23:1-39; Mat 24:1-42; Mat 25:1-46; Mat 26:1-5; Mat 26:14-38; Mar 11:8-33; Mar 12:1-44; Mar 13:1-37; Mar 14:1-2; Mar 14:10-25; Luc 19:36-48; Luc 20:1-8, Luc 20:20-40; Luc 20:45-47; Luc 21:1-38; Luc 13:34-35; Luc 12:11-12; Luc 22:2-34; Jua 12:12).
Paso cincuenta y tres: del aposento alto a Getsemaní (Mat 26:31-56; Mar 14:26-52; Luc 22:35-53; Jua 15:1-27; Jua 16:1-33; Jua 17:1-26; Jua 18:1-12)
Paso cincuenta y cuatro: de Getsemaní a la casa de Anás (Jua 18:12-14; Jua 18:19-24).
Paso cincuenta y cinco: de la casa de Anás al palacio de Caifás (Mat 26:57-75; Mat 27:1; Mar 14:53-72; Luc 22:54-71; Jua 18:15-18; Jua 18:25-27).
Paso cincuenta y seis: del palacio de Caifás a la sala del tribunal de Pilato (Mat 27:2; Mat 27:11-14; Mar 15:1-5; Luc 23:1-6; Jua 18:28-38).
Paso cincuenta y siete: del tribunal de Pilato al palacio de Herodes (Luc 23:7-12).
Paso cincuenta y ocho: del palacio de Herodes al tribunal de Pilato (Mat 27:15-26; Mar 15:6-15; Luc 23:13-25; Jua 18:39-40; Jua 19:1-16).
Paso cincuenta y nueve: del tribunal de Pilato al pretorio (Mat 27:27-31; Mar 15:16-20).
Paso sesenta: del pretorio al Calvario (Mat 27:32-56; Mar 15:21-41; Luc 23:26-49; Jua 19:16-37).
Paso sesenta y uno: del Calvario a la tumba de José de Arimatea (Mat 27:57-66; Mar 15:42-47; Luc 23:50-56; Jua 19:31-42).
Paso sesenta y dos: de la tumba de José a las profundidades de la tierra (1Pe 3:18-20).
Paso sesenta y tres: del corazón de la tierra a la resurrección (Mat 28:2-4; Mar 16:9-11; Luc 24:12; Jua 20:1-18).
Paso sesenta y cuatro: de la resurrección al Padre (Jua 20:17).
Paso sesenta y cinco: del Padre al camino cerca de Jerusalén (Mat 28:5-15; Mar 16:2-8; Luc 24:1-11).
Paso sesenta y seis: de la carretera cerca de Jerusalén al camino a Emaús (Mar 16:12-13; Luc 24:13-35).
Paso sesenta y siete: de Emaús al aposento alto (Luc 24:36-43; Jua 20:19-23).
Paso sesenta y ocho: del aposento alto otra vez al aposento alto, una semana después (Jua 20:24-29).
Paso sesenta y nueve: del aposento alto al mar de Tiberias (Jua 21:1-25).
Paso setenta: del mar de Tiberias al monte Tabor (Mat 28:16-20).
Paso setenta y uno: del monte Tabor al aposento alto (Mar 16:14-18; Luc 24:44-49).
Paso setenta y dos: del aposento alto al monte de los Olivos (Mar 16:19-20; Luc 24:50-53; Hch 1:4-11).
Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz
LA ETAPA DEL EVANGELIO
INTRODUCCIÓN A LA ETAPA DEL EVANGELIO
(Mateo, Marcos, Lucas y Juan)
Esta etapa abarca un período de treinta y cinco años aproximadamente. Se inicia con un anuncio en el templo de Dios (Luc 1:11-20) y termina con la ascensión del Hijo de Dios (Luc 24:51). Así como el Antiguo Testamento comienza con la creación del hombre a la imagen de Dios (Gén 1:26), esta etapa comienza con Dios en la imagen de hombre (Jua 1:14). El hombre creado a la imagen de Dios sería derrotado por Satanás en un bello jardín (Gén 2:8), pero el Dios en forma humana derrotaría completamente a Satanás en el desierto estéril (Mat 4:1).
Anteriormente a esta etapa, las ovejas morían por el Pastor (Éxo 12:1-13), pero ahora el Pastor moriría por las ovejas (Jua 10:11).
En su nacimiento le fue ofrecido oro, incienso y mirra por unos magos que le adoraron (Mat 2:11), pero en su muerte los hombres impíos que se mofaban de él le ofrecieron espinas, vinagre y salivazos (Mat 27:29; Mat 27:34; Mat 26:67).
El relato evangélico nos lo describe salvando pecadores bajo un árbol (Jua 1:48), subidos a un árbol (Luc 19:4-5), y colgados de un árbol (Luc 23:43).
En sus páginas hallamos que es calmada una tormenta en el mar (Luc 8:24) y que es maldecido un árbol infructuoso (Mat 21:19).
Tres de las ocho resurrecciones bíblicas suceden en este período. Son: la hija de Jairo (Mar 5:41), el hijo de la viuda (Luc 7:14), y Lázaro (Jua 11:43-44). Al desarrollarse la historia, un carpintero soñador es reafirmado (Mat 1:20-21), y es restaurado un discípulo que le niega (Jua 21:15-17).
Escuchamos conversaciones que vienen del cielo (Mat 17:1-5) y otras que proceden de los sepulcros (Luc 16:19-31). Las prostitutas son perdonadas (Jua 4:39; Jua 8:11) y los hipócritas son condenados (Mat 23:1-39).
Aparecen aquí por primera vez los conceptos de iglesia (Mat 16:18), comunión (Mat 26:26-30), y la gran comisión (Mat 28:19-20).
En resumen, los ciegos ven, los sordos oyen, los mudos hablan, los paralíticos son sanados, los muertos se levantan, los endemoniados son liberados, y los perdidos son salvados.
LA ETAPA DEL EVANGELIO
Un examen de los pasos del Salvador
Cualquier estudiante serio de la vida de Cristo va a descubrir pronto que no se puede ser dogmático acerca de la duración del ministerio terrenal de nuestro Señor ni de la exacta secuencia de los hechos que acontecieron en él. Al hacer el presente trabajo, he sido fuertemente influenciado por el libro The Life of Christ in Stereo, de Johnston M. Cheney, que es una armonía de los evangelios. En él se sugiere, entre otras cosas, que el ministerio público de Cristo duró cuatro años. Cheney escribe:
«La cronología generalmente aceptada del ministerio de Cristo está basada en las referencias del Evangelio de Juan a las fiestas de la Pascua. Se citan tres pascuas en Jua 2:12; Jua 6:4, y Jua 11:55, y se presume otra en base de la referencia en Jua 5:1 a una fiesta que no se nombra. Estas cuatro Pascuas nos dan un período de tres años desde la primera limpieza del templo hasta la semana de la pasión…
Si aceptamos, pues, la exactitud histórica de los documentos de Juan, es evidente que el ministerio de Jesús tiene que abarcar dos o tres años cuanto menos. Pero que tenga que limitarse a tres años no es algo requerido por los textos. Esta limitación se ha supuesto en razón del silencio de Juan a una quinta Pascua. Este punto de vista presume que Juan se refiere a cada Pascua del ministerio de Cristo…
Uno de los elementos más cuestionables de la cronología tradicional de tres años es que comprime demasiados eventos en los últimos seis meses de su ministerio… la alternativa lógica que podemos sugerir es la de que el ministerio de Jesús duró cuatro años.» (The Life of Christ in Stereo pp. 226–228.)
La parábola de Jesús en Luc 13:6-9 también sugiere fuertemente un ministerio de cuatro años.
«Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higüera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año; hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.»
En el anuncio comercial de una bebida refrescante en la televisión, se decía:
«Dr. Pepper, ¡qué incomprendido eres! Cualquiera que te prueba, sabe que dejas buen sabor.»
Sustituyendo simplemente las palabras Dr. Pepper por Cristo Jesús, tendremos inmediatamente un trágico cuadro religioso, aunque auténtico, del siglo xx. Cristo, sin duda, es incomprendido. Una pequeña niña recitó una vez equivocadamente Jua 3:16 : «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo olvidado…» [El autor juega bien con las palabras en inglés begotten y forgotten que suenan de manera parecida.]
I. Cristo Jesús es malentendido por los liberales.
Veamos las siguientes sórdidas declaraciones sobre el Salvador:
A. Albert Schweitzer:
«Era un fanático engañado que perdió inútilmente su vida en devoción ciega a un sueño ilusorio. No hay nada más negativo que el estudio crítico de la vida de Cristo.»
B. George Bernard Shaw:
«Un hombre que fue sano hasta que Pedro le aclamó como el Cristo, y entonces se convirtió en un monomaniaco… su engaño es común entre los dementes… bastante consecuente con el fraude que Jesús llevó a cabo en Jerusalén después de que su engaño se apoderó completamente de él.»
C. Rudolf Bultmann:
«Pienso que de verdad no conocemos casi nada de la vida y personalidad de Jesús.»
D. Hugh Schonfield:
«Había que organizar una conspiración en la que la víctima fuera el principal instigador. Era una concepción y una empresa de pesadilla, el resultado de la pavorosa lógica de una mente enferma….»
II. Cristo Jesús es incomprendido por las sectas.
A. La opinión de los testigos de Jehová:
«El hombre Jesús está muerto, muerto para siempre» (Charles Russell).
B. La opinión de la iglesia mormona:
«Cristo Jesús era un polígamo; María y Marta, las hermanas de Lázaro, eran dos de sus mujeres, y María Magdalena fue otra. Incluso la fiesta de las bodas de Caná de Galilea, donde Jesús cambió el agua en vino, no fue otra cosa que la ocasión de uno de sus propios matrimonios» (Brigham Young).
C. La opinión de la Ciencia Cristiana:
«Dios es indivisible. Una porción de Dios no puede entrar en el hombre; ni tampoco la plenitud de Dios puede ser reflejada por un solo hombre» (Mary Baker Eddy).
III. Cristo Jesús es malentendido por personas que creen en la Biblia. Carecemos hoy casi totalmente de una fuerte predicación exegética sobre la vida de Cristo en los púlpitos fundamentalistas. Parece que la razón es que los liberales han hablado tanto y durante tanto tiempo sobre ello, que los creyentes lo evitan y sólo se interesan en su muerte. Ningún estudiante sincero de la Biblia va a negar, por supuesto, en ningún momento que su muerte en el Calvario es lo que nos redime. Nada hay mejor establecido en las Escrituras que esta preciosa verdad. Pero cuando estudiamos las verdades presentadas acerca de nuestro bendito Salvador desde el libro de Hechos hasta Apocalipsis, nos maravillamos de cuántas veces las epístolas le citan de los evangelios. Veamos algunas de estas referencias, todas las cuales enfatizan su vida lo mismo que su muerte en el Calvario.
A. Heb 12:1-3 :
«Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la can-era que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.»
B. Flp 2:5-8 :
«Haya, pues, en vosotros, este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombres, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.»
C. 2Co 4:8-11 :
«Que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.»
D. 2Co 3:18 :
«Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.»
Consideremos los argumentos de Pablo en este capítulo. Dice:
1. El mensaje de la ley tiene gloria, pero se desvanece. Esta es la razón por la que Moisés llevaba un velo cuando bajó del monte Sinaí, a fin de que Israel no la viera desvanecerse (2Co 3:13). Esta gloria estaba representada por Moisés.
2. El mensaje de gracia posee también gloria, que nunca se desvanecerá. Por esto no se necesita ningún velo. Esta gloria es representada por Cristo.
3. Por tanto, a medida que el creyente estudia la vida de Cristo (la «gloria del Señor» como se la refiere aquí en 2Co 3:18, probado por Jua 1:14), su vida se transforma (en griego, metamorphoomai) poco a poco a la imagen de Cristo.
4. Esa es la meta suprema del creyente en esta tierra: asemejarse lo más posible a Jesús. Este es, por supuesto, el propósito último de Dios a lo largo de toda la eternidad, pero él quiere empezar este proceso ahora. El doctor H.A. Ironside escribe en su libro sobre 2 Corintios:
«Recordarán el relato de Hawthorne “The Great Stone Face” [El gran rostro de piedra]. Habla de un muchacho que vivía en un pueblo al pie de un monte. En la cima del monte se hallaba una gran imagen de piedra con un rostro hermoso y noble mirando hacia abajo en forma muy seria, muy solemne, a la gente del pueblo. Circulaba la leyenda de que un día iba a llegar al pueblo alguien que era exactamente como el rostro de la imagen de piedra, y que haría cosas maravillosas por la gente y sería el instrumento de grandes bendiciones.
Esta historia llamó poderosamente la atención del muchacho, hasta el punto de que siempre que podía subía al monte para quedarse allí contemplando aquel rostro de piedra y pensar en aquel que un día llegaría. Pasaron los años y nadie apareció, pero el hombre joven hacía todavía lo que el muchacho había hecho: se iba a lo alto del monte y contemplaba la belleza, la majestad, la bondad de aquel gran rostro de piedra. Pasó la juventud y creció el adulto, pero nunca pudo quitar de su mente aquella historia; llegó la ancianidad y un día, mientras caminaba por el pueblo, alguien le miró y dijo: “¡Ya llegó! ¡Aquel que es el gran rostro de piedra!” Se había transformado en aquel que contemplaba continuamente. Si quieres llegar a ser como Cristo, mira a Jesús. Si quieres crecer en la gracia, mira a Jesús. Le encuentras revelado en su Palabra; por tanto, lee tu Biblia y medita sobre ello.
Cantamos el himno:
“Toma tiempo para ser santo, Habla mucho con el Señor.”
El doctor Lewis Sperry Chafer interrumpía casi siempre que se cantaba este himno y decía: “Por favor, permítanme cambiar la primera línea; cantemos: Toma tiempo para contemplarlo” A medida que le contemplemos llegamos a ser santos, porque “todos nosotros, reflejando como en un espejo la gloria del rostro sin velo del Señor, somos cambiados, transfigurados y transformados en su misma imagen de gloria en gloria, como por el Espíritu del Señor”» (pp. 92, 93).
E. Rom 5:8-10 :
«Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.»
F. 1Pe 2:21 :
«Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas.»
Uno de los libros religiosos más famosos que se han escrito tiene este versículo como su fundamento, y es mi creencia que no lo interpreta bien.
El libro es, por supuesto, En sus pasos, de Charles M. Sheldon. Se han vendido en inglés más de ocho millones de ejemplares. El autor describe en la novela una situación en la que un grupo de cristianos están decididos a hacer y a decir solamente aquellas cosas que Jesús habría hecho y dicho en ciertas situaciones. Pero está claro que Pedro no se refiere a esta práctica aquí; porque a causa de la vida sobrenatural de Cristo, aunque no fuera por ninguna otra razón más, sería absolutamente imposible.
Por ejemplo, aquí tenemos a un cristiano cruzando un día el Atlántico, cuando de pronto ve una barca amenazada por una inesperada tormenta. Puede escuchar los gritos desesperados de los impotentes viajeros pidiendo auxilio. Rápidamente piensa: ¿Qué hubiera hecho Jesús? Sabemos exactamente lo que El hizo al menos en dos ocasiones semejantes (Jua 6:19; Mat 8:26). Pero, ¿podemos hacer lo mismo hoy? Además, debemos notar que Pedro no nos dice que sigamos en sus pisadas, sino que sigamos sus pisadas.
Cuando Pedro usó aquí la palabra griega de la que traducimos «ejemplo», lo que hizo fue buscar una ilustración recordando su días de escuela en la niñez. La palabra significa literalmente «escribir bajo». Era usada para palabras dadas a los niños para copiar y estudiar. El niño podía entonces aprender a escribir pasando su dedo sobre los ejemplos que tenía arriba. De igual manera, Pedro exhortaba a los creyentes a estudiar y a trazar las pisadas del bendito Salvador durante su ministerio en la tierra.
Estas pisadas son en verdad muy interesantes de leer. Su primer paso fue desde la gloria a Belén; el segundo fue de Belén a Jerusalén cuando tenía unos ocho días de edad. El último le llevó desde el monte de los Olivos hasta la gloria de donde había venido. El siguiente estudio de la vida de Cristo es un intento de presentar estos pasos, que son setenta y dos en total, en un orden geográfico y cronológico. Para ayudar en el recorrido emplearemos un conjunto simple de símbolos de los temas (véase el cuadro).
Por ejemplo, mientras estuvo en la tierra nuestro Señor realizó treinta y seis milagros que tenemos registrados en los evangelios. Dichos milagros aparecen correctamente ubicados en exacto orden cronológico, y van acompañados de su símbolo correspondiente, que en este caso es la estrella. Las treinta y ocho parábolas que Cristo dijo son tratadas de igual manera y llevan su símbolo, que es una boca abierta. Sus diecinueve oraciones están indicadas por manos en posición de orar; mientras que sus dieciséis sermones aparecen señalados por un libro abierto. Finalmente, sus cuarenta y cinco predicciones van acompañadas por el símbolo de un ojo. A todo ello debemos agregar las treinta y siete profecías del Antiguo Testamento que nuestro Señor cumplió, que quedan localizadas y simbolizadas mediante una corona.
Esperamos fervientemente que por medio de este método el estudiante de la vida de Cristo pueda localizar fácilmente mediante estos símbolos todas y cada una de las cosas importantes que Jesús dijo e hizo según los relatos de los evangelios. Al final del estudio aparece una lista resumida de la vida de Cristo recogida de los setenta y dos pasos. Estos temas, algunos de los cuales han sido ya mencionados, cubren áreas tales como:
1. Los treinta y seis milagros del Salvador.
2. Sus treinta y ocho parábolas.
3. Las diecinueve oraciones del Maestro.
4. Sus cuarenta y cinco predicciones.
5. Sus dieciséis sermones.
6. Los treinta y seis diálogos que sostuvo.
7. Las dieciséis referencias del Antiguo Testamento acerca de Cristo.
8. Las veintidós citas que Jesús hizo del Antiguo Testamento.
9. Las diez pruebas de la deidad de Cristo.
10. Las treinta pruebas de la humanidad del Salvador.
11. Los treinta y siete nombres y títulos del Señor.
12. Las treinta y siete profecías del Antiguo Testamento cumplidas por Cristo.
13. Las veintisiete almas convertidas por el Señor.
14. Las quince clases de sufrimiento experimentados por el Salvador.
15. Las siete últimas palabras de Jesús.
16. Las diez apariciones del Cristo resucitado.
17. Los partidos políticos y religiosos del tiempo de Cristo.
18. Los varios lugares visitados por el Maestro.
19. Las muchas personas con las que se encontró Jesús.
Vamos a considerar ahora una introducción a la vida de nuestro bendito Señor, así como una presentación y un resumen de la misma.
I. Los dos prólogos.
A. El prólogo de Lucas (Luc 1:1-4).
1. Muchos habían escrito ya un relato de la vida de Cristo.
2. Lucas se proponía hacer lo mismo, obteniendo los hechos de varios de los testigos oculares.
3. Planeaba, por último, enviar su narración a su amigo Teófilo. Lucas también dedicaría más tarde su segundo libro, los Hechos de los Apóstoles, a Teófilo (Hch 1:1).
B. El prólogo de Juan (Jua 1:1-5).
1. Cristo Jesús estaba con el Padre desde la eternidad. (Véanse Pro 8:22-31; Jua 17:5; Jua 17:24.)
2. El fue el Creador de todas las cosas. (Véanse Col 1:16-17; Efe 3:9; Heb 1:2)
3. Jesucristo es tanto la luz como la vida de los hombres. (Véanse Jua 5:26; 1Jn 5:11; Jua 8:12; Jua 9:5; Jua 12:35; Jua 12:46.)
4. Jesucristo resplandeció en las tinieblas de este mundo y las tinieblas no prevalecieron contra él.
5. Estos cinco primeros versículos de Juan son los más profundos en la Biblia, y son dignos de haberse escrito en oro.
II. Las dos genealogías.
A. La genealogía de Mateo (Mat 1:1-17).
1. Contiene cuarenta y un nombres.
2. Traza la línea genealógica descendiente desde Abraham, el padre de la raza hebrea, hasta José. (Véase Gál 3:16.)
3. Traza la línea desde David pasando por su hijo Salomón (2Sa 12:24).
4. Nos da la línea de José. Nota de estudio: esta genealogía es notable por varias razones.
a. Contiene los nombres de cuatro mujeres. En las genealogías del Oriente raramente aparecen mujeres.
b. Estas cuatro mujeres tienen antecedentes cuestionables.
(1) Tamar era una ex prostituta (Mat 1:3; Gén 38:13-30).
(2) Rahab era también una ex prostituta (Mat 1:5; Jos 2:1).
(3) Rut fue anteriormente pagana (Mat 1:5; Rut 1:4).
(4) Betsabé era una ex adúltera (Mat 1:6; 2Sa 11:1-5).
Pero por medio de la multiforme y maravillosa gracia divina, la primera mujer (Tamar) fue la mujer de Judá (hijo de Jacob) que dio origen a la familia del rey David; la segunda (Rahab) fue su tatarabuela; la tercera (Rut) fue su bisabuela; y la cuarta (Betsabé) fue su esposa y madre de Salomón. (Véase Rut 4:18-22.)
B. La genealogía de Lucas (Luc 3:23-38).
1. Contiene setenta y cuatro nombres.
2. Traza la línea genealógica ascendente desde José hasta Adán, el padre de la raza humana.
3. Traza la relación con David por medio de otro hijo llamado Natán (2Sa 5:14).
4. Nos da la línea davídica de María.
Nota especial: varios problemas aparecen en relación con ambas genealogías.
a. Mateo dice que el padre de José se llamaba Jacob (Mat 1:16), mientras que Lucas dice que era Elí (Luc 3:23). En el mundo antiguo a veces se referían a los yernos como a sus propios hijos. De manera que muchos piensan que Elí era realmente el padre de María y suegro de José.
b. Satanás era consciente del hecho de que la línea que llevaba a Cristo pasaba por David. El trató aparentemente de romper en alguna parte un eslabón en su cadena real. Con la subida al trono de Joaquín (el decimonoveno eslabón desde David), parecía que el diablo iba a ganar, porque Dios profirió la siguiente maldición contra este joven e impío rey:
«Así ha dicho Jehová: Escribid lo que sucederá a este hombre privado de descendencia, hombre a quien nada prospero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá» (Jer 22:30).
Esta declaración no significa que no tuviera hijos, porque en 1Cr 3:17-18 se nombran a algunos, (véase también Mat 1:12.) Lo que quiere decir es que debido al juicio divino sería considerado sin descendencia en lo que al trono se refería. Sea cual sea su significado, parecía que la línea real de David y de Salomón había llegado a su final con Joaquín (llamado también Conías y Jeconías en el Antiguo Testamento). (Véanse Jer 22:24; 2Re 24:8.) Pero debió ser un rudo golpe para el diablo cuando supo que Dios no estaba limitado a una sola línea.
David tenía otro hijo llamado Natán, y fue por medio de esta línea que vino María, la madre de Jesús.
III. Las tres anunciaciones.
A. A Zacarías acerca del nacimiento de Juan el Bautista, el precursor del Mesías (Luc 1:5-25).
1. El arcángel Gabriel se le apareció al sacerdote Zacarías cuando estaba ofreciendo el incienso en el templo en Jerusalén. (Véanse Éxo 30:7; 2Cr 29:11)
a. Nota: Este era el primer mensaje hablado procedente del cielo en más de 400 años. La estación Radio Antiguo Testamento había dejado de transmitir con Mal 4:1-6. Pero Dios comienza ahora de nuevo la transmisión de mensajes. Radio Nuevo Testamento estaba en el aire oficialmente.
2. El ángel del Señor le informa a Zacarías que sus oraciones han sido oídas y que su esposa, aunque mayor, dará a luz un hijo. Este es el octavo de nueve nacimientos en la Biblia en el que Dios interviene. Son:
a. El nacimiento de Isaac a Abraham y Sara (Gén 21:1).
b. El nacimiento de Jacob y Esaú a Isaac y Rebeca (Gén 25:21).
c. El nacimiento de Rubén a Jacob y Lea (Gén 29:31).
d. El nacimiento de Isacar a Jacob y Lea (Gén 30:17-18).
e. El nacimiento de José a Jacob y Raquel (Gén 30:22-24).
f. El nacimiento de Samuel a Elcana y Ana (1Sa 1:19).
g. El nacimiento de Sansón a Manoa y su esposa (Jue 13:1-2).
h. El nacimiento de Juan a Zacarías y Elisabet (Luc 1:57).
i. El nacimiento de Jesús a María (Luc 2:7).
3. Gabriel le dice a Zacarías que este hijo:
a. Se llamaría Juan.
b. Se abstendría de bebidas alcohólicas. Es decir, sería un nazareo (Núm 6:3), como se suponía que debía ser Sansón (Jue 13:4).
c. Sería grande delante de Dios. (Véase Mat 11:11.)
d. Estaría lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre. Esto también se dice acerca de otros dos hombres:
(1) Jeremías (Jer 1:5).
(2) Pablo (Gál 1:15).
e. Haría que muchos de los hijos de Israel se volvieran al Señor. Esto lo hizo él en la primera venida de Cristo, como Elías lo hará un día en su segunda venida. (Véase Mal 4:5-6.)
f. Predicaría con el poder y el espíritu de Elías. (Mat 11:14; Mar 9:12)
g. Prepararía el camino para la venida del Mesías, lo que daría cumplimiento a lo dicho en Isa 40:3.
4. Como él y su mujer eran de edad avanzada, Zacarías tenía dificultades en creerlo. (Como una vez sucedió con Abraham y Sara. Véanse Gén 17:17; Gén 18:12.)
5. Gabriel reprende amablemente al anciano sacerdote por su incredulidad y le advierte que se quedará sin voz hasta el día del nacimiento de Juan.
6. El pueblo que esperaba afuera pronto se da cuenta de que algo muy extraño le ha ocurrido a Zacarías, y que no puede pronunciar la esperada bendición sobre ellos. Muchos en aquel grupo de gente estarían, sin duda, allí para ayudar a Zacarías a celebrar un evento tan especial como era quemar el incienso sobre el altar de oro. Un sacerdote sólo podía hacerlo una vez en toda su vida. Otros en la multitud estarían esperando escucharle pronunciar la gran bendición levítica que hallamos en Núm 6:22-27 :
«Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.»
Pero en aquel día no hubo celebración ni bendición. Algo mucho más especial y eterno estaba ocurriendo. Zacarías regresa a casa, y pronto su esposa, anciana y estéril, queda embarazada.
7. El nombre Zacarías significa «Dios recuerda» y el nombre Elisabet «su juramento». Con el nacimiento de Juan el Bautista Dios estaba recordando su pacto hecho en Sal 89:34-37.
B. A María acerca del nacimiento de Jesús (Luc 1:26-38).
1. Durante el sexto mes del embarazo de Elisabet, el arcángel Gabriel se aparece a una virgen de Nazaret (desposada con José) llamada María.
2. Le anuncia que ha sido elegida por Dios para que su bendito Hijo nazca en el mundo. (Véase Gál 4:4.) Son especialmente dignas de ser consideradas las palabras en Luc 1:28 : «Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.»
El ángel no dijo sobre las mujeres, sino entre las mujeres. Notemos también en Luc 1:47 que la primera persona que aparece en las Escrituras que llamó Salvador a Jesús fue su madre. María necesitaba la salvación como cualquier otro. (Véase Rom 3:23)
3. Cumplimiento número uno de las profecías del Antiguo Testamento: que nacería de una virgen. (Cp. Isa 7:14 con Mat 1:22-23)
4. El ángel predijo que el niño:
a. Se llamaría Jesús.
b. Sería llamado Hijo del Altísimo. Un demonio se refirió a él con este mismo nombre (Mar 5:7).
c. Heredaría el trono de David.
d. Cumplimiento número dos de las profecías del Antiguo Testamento: que se le daría el trono de David. (Cp. 2Sa 7:11-12; Sal 132:11; Isa 9:6-7; Isa 16:5; Jer 23:5 con Luc 1:31-32)
e. Reinaría sobre este trono para siempre. (Véanse Dan 2:44; Dan 7:14; Dan 7:27; Miq 4:7)
f. Cumplimiento número tres de las profecías del Antiguo Testamento: que su trono sería eterno. (Cp. Dan 2:44; Dan 7:14; Dan 7:27; Miq 4:7 con Luc 1:33)
5. María está perpleja: « ¿Cómo será esto? Pues no conozco varón» (Luc 1:34).
6. El arcángel le asegura: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Luc 1:35). Estos versículos (Luc 1:31; Luc 1:35) nos enseñan dos cosas importantes acerca de la encarnación:
a. Jesús fue concebido por el Espíritu Santo.
b. El elemento sobrenatural en la encarnación no fue el nacimiento de Cristo, sino más bien la concepción. El nació como nacen todos los seres humanos. Es vital hacer esta distinción, porque él era completamente Dios como si nunca hubiera sido hombre, y era completamente hombre como si nunca hubiera sido Dios.
7. Gabriel predice que el hijo de María será también llamado Hijo de Dios. (Véanse Mat 14:33; Mar 1:1; Jua 1:34; Jua 20:31; Hch 8:37; Rom 1:4.)
8. Después la informa acerca del embarazo de su prima Elisabet. «Porque nada hay imposible para Dios» (Luc 1:37). (Véanse también Gén 18:14; Jer 32:17; Mat 19:26; Luc 18:27.)
9. María se somete simple y humildemente a la voluntad de Dios: «He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra» (Luc 1:38).
C. A José en relación con la pureza de María (Mat 1:18-25).
1. Al enterarse de que estaba embarazada, José «como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente» (Mat 1:19).
2. Aquella misma noche, sin embargo, Gabriel le asegura durante un sueño el inminente nacimiento virginal de Cristo.
3. Le dice a José que este niño «salvará a su pueblo de sus pecados» (Mat 1:21). (Véanse también Hch 4:12; Hch 5:31; Hch 13:23; Hch 13:38; Heb 7:25.)
4. Gabriel se refiere a este niño como Emanuel, que significa «Dios con nosotros» (Mat 1:23).
5. Cumplimiento número cuatro de las profecías del Antiguo Testamento: que se llamaría Emanuel. (Cp. Isa 7:14 con Mat 1:23.)
«He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros» (Mat 1:23).
Esta profecía era, por supuesto, un cumplimiento de Isa 7:14 (véase Mat 1:22). Algunos han cuestionado sin éxito la palabra hebrea almah en Isa 7:14, alegando que no siempre significa virgen; pero en cualquier caso, no hay ninguna clase de duda acerca de la palabra griega para virgen, que es parthenos, que siempre y sin excepción se refiere a una joven doncella que no ha tenido experiencia sexual.
6. José hace los arreglos necesarios para recibir a María como su esposa legítima. José debe ser considerado, en todos los sentidos, como un hombre verdaderamente justo, con la madurez espiritual de un David, un Moisés, un Pedro o un Pablo. En verdad el José del Nuevo Testamento puede ser comparado favorablemente con el José del Antiguo Testamento. En ambos casos los padres se llamaron Jacob; ambos mostraron sorprendente madurez; ambos recibieron visiones de Dios; ambos estuvieron en Egipto. Uno es un tipo de Cristo y el otro fue su tutor legal.
En realidad, si no hubiera sido por el pecado de Judá, José habría reinado en Jerusalén como un rey legítimo cuando Cristo nació. Era él y no Herodes el que tenía las credenciales apropiadas para sentarse sobre el trono de Israel.
IV. Los tres cantos de alabanza.
A. La alabanza de Elisabet a María (Luc 1:39-45), llamado frecuentemente el Magnificat. Nota: Esto ocurrió aparentemente antes de que José supiera del estado de María. María, nada más marcharse el arcángel, salió de prisa, y quizá en secreto, de Nazaret y se fue a visitar a Elisabet en algún sitio cerca de Jerusalén. José no se enteró de su condición hasta que no regresó tres meses después.
1. Juan saltó en el vientre de su madre al oír el saludo de María, y Elisabet fue llena del Espíritu Santo.
2. Elisabet bendijo a María: «Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre» (Luc 1:42). (Véase también Luc 1:28.)
B. La alabanza de María a Dios (Luc 1:46-56).
1. María responde: «Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador» (Luc 1:46-47).
2. Se da cuenta de que la historia la reconocerá como la favorecida del Señor.
3. Alaba al Padre porque humilla a los poderosos, exalta a los humildes, llena a los hambrientos, y hace proezas con su brazo poderoso. (Véanse Isa 52:10; Sal 33:10; 1Sa 2:6-8; Isa 53:1.)
4. Pasados tres meses María regresa a Nazaret.
C. La alabanza de Zacarías a Dios (Luc 1:57-79).
1. El hijo de Zacarías nace y es circuncidado a los ocho días.
2. Los amigos y familiares suponen que el niño se llamará como el padre. El anciano sacerdote, sin embargo, todavía mudo, escribe que Juan será su nombre.
3. Recupera inmediatamente la voz y alaba a Dios en el poder del Espíritu Santo, dándole gracias:
a. Por guardar sus promesas dadas a Abraham y a David.
b. Por visitar y redimir a su pueblo. (Véanse también Sal 111:9; Luc 7:16)
4. Zacarías después habla en relación con Juan:
a. Será el precursor del Mesías. (Véanse Isa 40:3; Mat 11:10)
b. Dará el conocimiento de la salvación. (Véase Jua 1:29.)
c. Predicará el arrepentimiento. (Véase Luc 3:3)
d. Presentará al Salvador. «… con que nos visitó desde lo alto la aurora» (Luc 1:78). (Véanse también Núm 24:17; Mal 4:2)
Nada más alcanzar la madurez, Juan se retira al desierto a fin de prepararse para su futuro ministerio como un evangelista nazareo.
V. Los cuatro biógrafos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan). Cada uno de ellos presenta un cuadro diferente del Salvador.
A. Mateo: el Rey, simbolizado por un león. Escrito para los judíos.
B. Marcos: el Siervo, a semejanza de un buey. Escrito para los romanos.
C. Lucas: el Hombre perfecto, a semejanza de un hombre. Escrito para los griegos.
D. Juan: el Dios Todopoderoso, simbolizado por un águila. Escrito para todo el mundo. De manera que:
1. Tenemos una genealogía en Mateo porque un rey debe tener una.
2. Aparece una genealogía en Lucas porque un hombre perfecto debe tener una.
3. No hay ninguna genealogía en Marcos porque un siervo no necesita una.
4. No tenemos ninguna genealogía en Juan porque el Dios eterno no la tiene. El doctor Van Dyke dijo una vez:
«Si cuatro testigos aparecieran delante de un juez para dar cuenta de un cierto suceso, y cada uno de ellos contara la misma historia con exactamente las mismas palabras, el juez concluiría que su testimonio no es muy valioso; que del único hecho del que no se podía dudar es que se habían puesto de acuerdo para contar la misma historia. Pero si cada hombre contaba lo que había visto, tal como él lo había visto, aquella evidencia sería mucho más creíble. Y cuando nosotros leemos los cuatro evangelios, ¿no es eso exactamente lo que encontramos?
Los cuatro testigos nos cuentan la misma historia a su propia manera.»
Debemos notar también que los cuatro evangelios no deben ser considerados como resúmenes biográficos de la vida de Cristo, sino más bien como resúmenes teológicos. Casi todo lo relacionado con la primera parte de su vida, desde el nacimiento hasta los treinta años, se deja fuera.
VI. El mensaje y el ministerio de Juan el Bautista (Mat 3:1-12; Mar 1:1-8; Luc 1:80; Luc 3:1-18; Jua 1:6-28).
Nota: Aunque el ministerio completo de Juan no empezó a divulgarse hasta treinta años más tarde, precedió y preparó, el del Mesías; es, pues, procedente insertarlo en este punto de nuestro estudio.
A. El ministerio de Juan consistía en aparecer en el momento apropiado como un testigo de Cristo, quien sólo él era la luz verdadera de este mundo (Jua 1:6-18).
1. Esta Luz ofrecería salvación a todos los hombres (Jua 1:9).
2. Esta luz, sin embargo, sería:
a. Ignorada por el mundo que él había creado (Jua 1:10).
b. Rechazada por la nación que él había llamado (Jua 1:11). (Véanse también Luc 19:14; Hch 13:46.)
Se ha dicho que Jua 1:11 es el versículo más triste de la Biblia y que Jua 1:12 es el más gozoso. «A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.» «Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.»
3. Esta Luz, encarnada, llena de gracia y de verdad, transformaría en hijos de Dios a los pecadores arrepentidos. Es decir, el Hijo de Dios vino a ser el Hijo del Hombre para que los hijos de los hombres pudieran llegar a ser hijos de Dios (Jua 1:11-14). Notamos por Jua 1:13 que la salvación no es por generación (no de sangre), por reformación (no de la voluntad de la carne), ni por confirmación (no por la voluntad de hombre), sino por regeneración (de Dios).
B. Las ropas de Juan (hechas de piel de camello) y su alimento (langostas y miel silvestre) reflejan que estaba totalmente dedicado a su llamamiento santo (Mat 3:4).
C. El mensaje de Juan al pueblo en general era:
1. Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado (Mat 3:2).
2. Preparad el camino del Señor (Luc 3:4-6).
3. Someterse al bautismo en el río Jordán como prueba de su arrepentimiento (Mat 3:6; Luc 3:3).
D. El mensaje de Juan a grupos específicos era:
1. A los fariseos y líderes judíos (Mat 3:7-10). «Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseño a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos digno de arrepentimiento. Y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por Padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.»
2. A los publicanos:
«No exijáis más de lo que os está ordenado» (Luc 3:13).
3. A los soldados:
«No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario» (Luc 3:14).
4. A los nuevos convertidos:
«El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo» (Luc 3:11).
5. Al mundo:
«He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jua 1:29).
E. El testimonio de Juan a todos:
1. Que él no era el Cristo (Jua 1:20).
2. Que él no era el profeta Elías ni el profeta del que había hablado Moisés (Jua 1:21). (Véase también Mal 4:5; Deu 18:15; Deu 18:18.) Los sacerdotes y los levitas estaban dentro de su derecho al cuestionar a Juan, pues era su responsabilidad verificar lo que enseñaban todos los maestros religiosos. (Véanse Deu 13:1-5; Deu 18:20-22.)
3. Que él era sólo una voz que clamaba en el desierto (Jua 1:23).
4. Que él no era digno de desatar la correa de las sandalias del verdadero Mesías (Jua 1:27).
5. Que él era el amigo del verdadero esposo (Jua 3:29).
6. Toda carne vería pronto la salvación de Dios (Luc 3:6).
7. Que esta salvación encarnada (Cristo) revelaría al Padre (Jua 1:18).
8. Que este Salvador disfrutaría del ministerio del Espíritu y del amor del Padre en forma sin precedente (Jua 3:34-35).
9. Que bautizaría con el Espíritu Santo a los hombres por gracia en su primera venida, pero con el fuego del juicio en su segunda venida (Luc 3:16). (Véanse Hch 2:1-47 y Apo 6:1-17.)
10. Que Cristo debe crecer y él (Juan) menguar (Jua 3:30).
11. Cumplimiento número cinco de las profecías del Antiguo Testamento: que tendría un precursor. (Cp. Isa 40:3-5; Mal 3:1 con Luc 1:76-78; Luc 3:3-6; Mat 3:1-3). De esta manera Juan viene a ser el último de los grandes profetas bíblicos, como Samuel fue el primero en el Antiguo Testamento. Así como Samuel presentó a Saúl, el primer rey de Israel (1Sa 10:1-27), Juan presentaría a su eterno Rey, Jesús (Jua 1:29).
Los setenta y dos pasos de Cristo de la gloria a la gloria
[[Ver el Contenido con el mismo título en el libro]]
Paso uno: desde la gloria hasta Belén (Luc 2:1-21).
Paso dos: de Belén a Jerusalén (Luc 2:22-38).
Paso tres: de Jerusalén a Nazaret (Luc 2:39).
Paso cuatro: de Nazaret a Belén (Mat 2:1-12).
Paso cinco: de Belén a Egipto (Mat 2:13-18).
Paso seis: de Egipto a Nazaret (Mat 2:19-23; Luc 2:40).
Paso siete: de Nazaret a Jerusalén (Luc 2:41-50).
Paso ocho: de Jerusalén a Nazaret (Luc 2:51-52)
Paso nueve: de Nazaret a Betábara, al lado del Jordán (Mat 3:13-17; Jua 1:28).
Paso diez: de Betábara a las tentaciones del desierto (Mat 4:1-11; Mar 1:12-13; Luc 4:1-13).
Paso once: de las tentaciones del desierto a Betábara (Jua 1:29-42).
Paso doce: de Betábara a Betsaida (Jua 1:43-51).
Paso trece: de Betsaida a Caná (Jua 2:1-11).
Paso catorce: de Caná a Capernaúm (Jua 2:12).
Paso quince: de Capernaúm a Jerusalén (Jua 2:13-25; Jua 3:1-21).
Paso dieciséis: de Jerusalén al río Jordán (Jua 3:22-36).
Paso diecisiete: del río Jordán a Sicar en Samaria (Mat 4:12; Luc 3:19-20; Jua 4:1-42).
Paso dieciocho: de Sicar a Caná (Jua 4:43-54).
Paso diecinueve: de Caná a Nazaret (Luc 4:16-30).
Paso veinte: de Nazaret a Capernaúm (Mat 4:13-22; Mat 8:14-17; Mar 1:14-38; Luc 4:31-42).
Paso veintiuno: de Capernaúm a su primera gira de predicación en Galilea (Mat 4:23; Mat 8:2-4; Mar 1:39-45; Luc 4:43-44; Luc 5:1-16).
Paso veintidós: de su primera gira de predicación en Galilea a Capernaúm (Mat 9:2-9; Mar 2:1-14; Luc 5:17-28).
Paso veintitrés: de Capernaúm a los campos sembrados de Galilea (Mat 12:1-8; Mar 2:23-28; Luc 6:1-5).
Paso veinticuatro: de los campos de Galilea a una sinagoga galilea (Mat 12:9-14; Mar 3:1-6; Luc 6:6-11).
Paso veinticinco: de una sinagoga en Galilea al monte Tabor (Mat 5:1-48; Mat 6:1-34; Mat 7:1-29; Mat 4:24-25; Mat 10:2-4; Mat 12:15-21; Mar 1:12; Mar 3:7-19; Luc 6:12-49; Luc 12:22-31, Luc 12:57-59; Luc 16:17).
Paso veintiséis: del monte Tabor a Capernaúm (Mat 8:1; Mat 8:5-13; Luc 7:1-10).
Paso veintisiete: de Capernaúm a Naín (Luc 7:11-17, Luc 7:36-50).
Paso veintiocho: de Naín a su segunda campaña de predicación en Galilea (Mat 12:46-50; Mat 13:1-52; Mar 3:19-35; Mar 4:1-34; Luc 8:1-21; Luc 12:10; Luc 13:18-21).
Paso veintinueve: de Galilea a su segunda campaña de predicación en la región de los gadarenos (Mat 8:18; Mat 18:23-24; Mar 4:35-41; Mar 5:1-20; Luc 8:22-39).
Paso treinta: de la tierra de los gadarenos a Capernaúm (Mat 9:1; Mat 10:34; Mat 11:2-19; Mar 1:21-43; Mar 2:15-22; Luc 8:40-56; Luc 5:29-39; Luc 7:18-35; Luc 16:16).
Paso treinta y uno: de Capernaúm a Jerusalén (Jua 5:1-47).
Paso treinta y dos: de Jerusalén a Nazaret (segunda visita) (Mat 13:53-58; Mar 6:1-6).
Paso treinta y tres: de Nazaret a su tercera campaña de predicación en Galilea (Mat 9:35-38; Mat 10:1, Mat 10:5-16, Mat 10:24-33, Mat 10:37-42; Mat 11:1; Mat 14:1-13; Mar 6:6-29; Luc 9:1-9).
Paso treinta y cuatro: de su recorrido de predicación en Galilea a una zona desértica cerca de Betsaida (Mat 14:13-23; Mar 6:30-47; Luc 9:10-17; Jua 6:1-18).
Paso treinta y cinco: de la zona desértica de Betsaida a Genesaret (Mat 14:24-36; Mar 6:48-56; Jua 6:19-21).
Paso treinta y seis: del llano de Genesaret a Capernaúm (Mat 15:1-20; Mar 7:1-23; Jua 6:22-71; Jua 7:1).
Paso treinta y siete: de Capernaúm a la región de Tiro y Sidón (Mat 15:21-28; Mar 7:24-30).
Paso treinta y ocho: de la región de Tiro y Sidón a la zona de Decápolis (Mar 7:31-37).
Paso treinta y nueve: de Decápolis al monte Tabor (Mat 15:29-38; Mar 8:1-9).
Paso cuarenta: del monte Tabor a Magdala (Mat 15:39; Mat 16:1-12; Mar 8:9-21).
Paso cuarenta y uno: de Magdala a Betsaida (Mar 8:22-26; Jua 7:2-9).
Paso cuarenta y dos: de Betsaida a Jerusalén (Jua 7:10-53; Jua 8:1-59; Jua 9:1-41; Jua 10:1-39).
Paso cuarenta y tres: de Jerusalén a Perea (Jua 10:40-42).
Paso cuarenta y cuatro: de Perea a Cesárea de Filipos (Mat 16:13-28; Mar 8:27-38; Mar 9:1; Luc 9:18-27).
Paso cuarenta y cinco: de Cesárea de Filipos al monte Hermón (Mat 17:1-23; Mar 9:2-31; Luc 9:28-45).
Paso cuarenta y seis: del monte Hermón a Capernaúm (Mat 17:24-27; Mat 18:1-35; Mar 9:33-50; Mar 10:1; Luc 9:46-50).
Paso cuarenta y siete: de Capernaúm a Perea (Mat 8:19-22; Mat 11:20-30; Mat 19:1-2; Luc 9:51-62; Luc 10:1-37; Mar 10:1).
Paso cuarenta y ocho: de Perea a Betania y sus alrededores (Mat 10:34-36; Mat 12:22-38, Mat 12:42-45; Mat 19:3-30; Mat 20:1-28; Mat 24:43-51; Mar 10:2-45; Luc 10:38-42; Luc 11:1-54; Luc 12:1-9; Luc 13:22; Luc 13:32-35; Luc 13:1-33; Luc 14:1-35; Luc 15:1-32; Luc 16:1-15; Luc 16:18-31; Luc 17:1-37; Luc 18:1-34; Jua 11:1-54).
Paso cuarenta y nueve: de Betania a Jericó (Mat 20:29-34; Mar 10:46-52; Luc 18:35-43; Luc 19:1-28).
Paso cincuenta: de Jericó a Betania (Mat 26:6-13; Mar 14:3-9; Luc 22:1; Jua 11:55-57; Jua 12:1-11).
Paso cincuenta y uno: de Betania a Betfagé (Mat 21:1-7; Mar 11:1-7; Luc 19:29-35).
Paso cincuenta y dos: de Betfagé al aposento alto (Mat 10:17-23; Mat 21:8-46; Mat 22:1-46; Mat 23:1-39; Mat 24:1-42; Mat 25:1-46; Mat 26:1-5; Mat 26:14-38; Mar 11:8-33; Mar 12:1-44; Mar 13:1-37; Mar 14:1-2; Mar 14:10-25; Luc 19:36-48; Luc 20:1-8, Luc 20:20-40; Luc 20:45-47; Luc 21:1-38; Luc 13:34-35; Luc 12:11-12; Luc 22:2-34; Jua 12:12).
Paso cincuenta y tres: del aposento alto a Getsemaní (Mat 26:31-56; Mar 14:26-52; Luc 22:35-53; Jua 15:1-27; Jua 16:1-33; Jua 17:1-26; Jua 18:1-12)
Paso cincuenta y cuatro: de Getsemaní a la casa de Anás (Jua 18:12-14; Jua 18:19-24).
Paso cincuenta y cinco: de la casa de Anás al palacio de Caifás (Mat 26:57-75; Mat 27:1; Mar 14:53-72; Luc 22:54-71; Jua 18:15-18; Jua 18:25-27).
Paso cincuenta y seis: del palacio de Caifás a la sala del tribunal de Pilato (Mat 27:2; Mat 27:11-14; Mar 15:1-5; Luc 23:1-6; Jua 18:28-38).
Paso cincuenta y siete: del tribunal de Pilato al palacio de Herodes (Luc 23:7-12).
Paso cincuenta y ocho: del palacio de Herodes al tribunal de Pilato (Mat 27:15-26; Mar 15:6-15; Luc 23:13-25; Jua 18:39-40; Jua 19:1-16).
Paso cincuenta y nueve: del tribunal de Pilato al pretorio (Mat 27:27-31; Mar 15:16-20).
Paso sesenta: del pretorio al Calvario (Mat 27:32-56; Mar 15:21-41; Luc 23:26-49; Jua 19:16-37).
Paso sesenta y uno: del Calvario a la tumba de José de Arimatea (Mat 27:57-66; Mar 15:42-47; Luc 23:50-56; Jua 19:31-42).
Paso sesenta y dos: de la tumba de José a las profundidades de la tierra (1Pe 3:18-20).
Paso sesenta y tres: del corazón de la tierra a la resurrección (Mat 28:2-4; Mar 16:9-11; Luc 24:12; Jua 20:1-18).
Paso sesenta y cuatro: de la resurrección al Padre (Jua 20:17).
Paso sesenta y cinco: del Padre al camino cerca de Jerusalén (Mat 28:5-15; Mar 16:2-8; Luc 24:1-11).
Paso sesenta y seis: de la carretera cerca de Jerusalén al camino a Emaús (Mar 16:12-13; Luc 24:13-35).
Paso sesenta y siete: de Emaús al aposento alto (Luc 24:36-43; Jua 20:19-23).
Paso sesenta y ocho: del aposento alto otra vez al aposento alto, una semana después (Jua 20:24-29).
Paso sesenta y nueve: del aposento alto al mar de Tiberias (Jua 21:1-25).
Paso setenta: del mar de Tiberias al monte Tabor (Mat 28:16-20).
Paso setenta y uno: del monte Tabor al aposento alto (Mar 16:14-18; Luc 24:44-49).
Paso setenta y dos: del aposento alto al monte de los Olivos (Mar 16:19-20; Luc 24:50-53; Hch 1:4-11).
Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz
INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO
El Nuevo Testamento (en adelante NT) es una pequeña biblioteca que contiene veintisiete escritos muy diversos entre sí, tanto por su extensión como por su forma externa. A pesar de ello, todos estos escritos poseen muchas cosas en común. Una muy importante es su antigüedad y su cercanía a Jesús, pues la mayoría de ellos fueron compuestos durante la segunda mitad del siglo primero. Es común también la estima de que gozaron en las comunidades cristianas de los cuatro primeros siglos, así como el proceso que siguieron hasta llegar a formar parte de la lista de libros que las iglesias reconocieron como norma de su fe y de su vida.
En esta introducción no nos detendremos en cada uno de estos escritos por separado. Este será el cometido de las introducciones particulares. Aquí nos fijaremos, sobre todo, en algunos aspectos comunes, que tienen que ver con la formación de esta biblioteca, con los tipos de escritos incluidos en ella y con la localización cronológica y temporal de dichos escritos.
1. La formación del NT
El reconocimiento como Escritura Sagrada de los libros que conforman el NT, tal como hoy lo conocemos, es el resultado de un largo proceso que concluyó definitivamente a mediados del siglo IV d. C. Sólo a partir del Concilio de Calcedonia (451 d. C.) hubo un acuerdo definitivo entre todas las iglesias para incluir en el canon del NT los veintisiete escritos que ahora contiene. Habían pasado cuatrocientos años desde la composición de la Primera Carta a los Tesalonicenses, que es con toda probabilidad su escrito más antiguo. Después de este acuerdo, muy pocas veces surgieron discusiones acerca de la canonicidad de algunos de estos escritos; en la actualidad la inmensa mayoría de las iglesias cristianas siguen reconociendo como canónicos los escritos de la lista de Calcedonia.
Durante los cuatrocientos años que pasaron desde la composición del primer escrito del NT hasta el decreto del concilio de Calcedonia, las comunidades cristianas compusieron otros textos, reunieron sus escritos más antiguos en pequeñas colecciones y fueron seleccionando aquellos que tenían un origen apostólico y contenían de forma más clara la “regla o canon de la fe”.
Esto significa que el NT contiene sólo una parte de lo que escribieron los primeros cristianos. Fuera de él quedaron escritos muy antiguos y venerados en muchas comunidades cristianas, como los de los llamados Padres Apostólicos (la Carta de Clemente a los Corintios, la Didajé, las cartas de Ignacio de Antioquía, el Pastor de Hermas, la Carta a Diogneto, entre otros). Incluso se escribireron otros muy semejantes en su forma a los del NT, pero no fueron incluidos en la lista de libros reconocidos como sagrados y recibieron el nombre de apócrifos (a modo de ejemplo citemos el Evangelio de los Nazarenos o el de Pedro, los Hechos de Juan, de Pablo o de Pedro, la tercera carta a los Corintios, el Apocalipsis de Pedro o de Pablo, etc.). Algunos de estos escritos, y otros que no han llegado hasta nosotros, son más o menos contemporáneos de los últimos libros del NT, y esto hace que nos preguntemos por qué unos entraron a formar parte de la lista de libros canónicos y otros no. Para responder a esta pregunta puede ser útil conocer el proceso por el cual se llegó a determinar esta lista. En él pueden distinguirse cuatro fases:
1ª. Utilización de los escritos en las comunidades cristianas
Aunque los primeros escritos cristianos estaban, por lo general, dirigidos a una comunidad o a una persona concreta, pronto fueron copiados y leídos en otras comunidades. Cada comunidad leía en sus reuniones litúrgicas aquellos libros en los que veía reflejada su propia fe, y en los que encontraba un estímulo para vivirla. En los primeros años no se planteó la cuestión del canon, y las únicas Escrituras que eran reconocidas como tales fueron las Escrituras hebreas, que conocemos como AT. Sin embargo, con el uso de estos libros cristianos en las reuniones comunitarias se estaba dando el primer paso hacia la formación del canon del NT.
2ª. Creación de colecciones
En la primera mitad del siglo II d. C. algunos de los escritos más utilizados en las comunidades empezaron a reunirse en pequeñas colecciones. Esto ocurrió, sobre todo con las cartas de Pablo y con los evangelios. Estas primeras colecciones constituyen el núcleo más antiguo del canon del NT, en torno al cual se fueron aglutinando otros escritos.
3ª. Selección de los escritos
Hacia mediados del siglo II d. C. existía ya entre las iglesias apostólicas un cierto consenso acerca de los libros canónicos, pero todavía existían algunas discrepancias. Así, por ejemplo, en las iglesias de Oriente la Carta a los Hebreos era tenida en gran estima, pero no era tan apreciada en las iglesias de Occidente. Lo contrario ocurría con el libro del Apocalipsis, que era más valorado en las iglesias de Occidente, mientras que las de Oriente mostraban algunas reservas. La segunda mitad de este siglo y todo el siglo siguiente conoció un largo proceso de selección en el que convivieron distintos cánones o listas de libros del NT reconocidos como sagrados.
También hay que indicar que durante el siglo II en algunas comunidades cristianas (más bien pocas y no muy relevantes) aceptaron como inspirados algunos libros no incluidos en el canon actual. No se tienen noticias muy precisas de qué comunidades fueron ni de qué libros concretamente se consideraron como tales escritos sagrados; suelen citarse la Didajé, las cartas de Ignacio de Antioquía, el Pastor de Hermas y algún otro. Pero se trata de casos muy aislados y que tuvieron muy corta duración.
4ª. Constitución definitiva del canon del NT
Todavía a mediados del siglo IV d. C. el historiador Eusebio de Cesarea hace referencia a una serie de libros cuya canonicidad era discutida, y menciona Stg, Jds, y 2Pe, y 1-3 Jn y Ap. Sin embargo, en una carta de Atanasio fechada en el año 367 d. C. encontramos ya una lista que coincide con la que se fijó en el concilio de Calcedonia el año 451 d. C. Fue, pues, durante los siglos IV y V cuando se estableció definitivamente qué escritos formarían parte del NT.
Este proceso de formación del NT estuvo guiado por algunos criterios que determinaron la composición final del canon. El criterio más decisivo fue la apostolicidad. Para los primeros cristianos era muy importante conservar todos aquellos escritos que procedían de los apóstoles, pues ellos habían sido los depositarios del mensaje de Jesús. Por esta razón, la atribución a un apóstol fue un criterio común para reivindicar la importancia de un escrito, un fenómeno que observamos ya en el NT (cartas atribuidas a Pablo), y sobre todo en los escritos apócrifos (hay que señalar en particular el Evangelio Copto de Tomás, descubierto en el año 1945 en Nag Hammadi, localidad situada a unos 535 kilómetros al sur de El Cairo). Otro criterio importante fue la catolicidad, es decir la universalidad o difusión de los escritos en las comunidades y su uso en la celebración litúrgica. Los escritos que eran utilizados en un mayor número de comunidades fueron los que llegaron a formar parte del canon. Junto a estos dos criterios, la coincidencia con la “regla de la fe” ayudó a determinar qué escritos debían formar parte del canon y cuáles no. Aquellos que tenían graves carencias o que tenían una visión muy parcial o que sostenían doctrinas contrarias a la regla de fe, no fueron admitidos en el canon.
Estos tres criterios básicos que determinaron la constitución del canon del NT revelan su íntima vinculación a Jesús, así como su valor para la vida y la fe de las iglesias. El hecho de haberlos colocado juntos supone un reconocimiento de que es posible la unidad dentro de la diversidad, pues se trata de escritos con sensibilidades muy diversas que, sin embargo, reflejan el único rostro del Señor.
2. La forma de los escritos del NT
La pluralidad de los escritos del NT se manifiesta en la diversidad de géneros literarios utilizados. Dos de estos géneros (el evangelio y la carta) gozaron de una especial estima entre las comunidades cristianas por su vinculación a las tradiciones más antiguas sobre Jesús y sus primeros discípulos. Sin embargo, junto a ellos encontramos otros géneros secundarios que dan a esta singular biblioteca una notable variedad.
La mayoría de los escritos del NT poseen un carácter marcadamente tradicional, pues recogen recuerdos de diversa índole, que habían sido transmitidos en las comunidades cristianas. En los evangelios, por ejemplo, encontramos variadas tradiciones sobre las palabras y los hechos de Jesús, mientras que en las cartas pueden identificarse tradiciones litúrgicas o catequéticas de las primeras comunidades. No obstante, cuando se redactaron los evangelios y las cartas, estas tradiciones quedaron integradas en obras más amplias que tenían un género literario bien definido.
El género literario de un escrito determina en gran medida su intención. Un código legal y una novela son géneros literarios diferentes. El primero tiene como objetivo regular la vida de un grupo humano, mientras que el segundo busca deleitar. Si leemos un código legal como si fuera una novela, o una novela como si fuera un código legal, lo más probable es que entendamos mal su mensaje. Para interpretar adecuadamente una obra literaria es importante tener en cuenta cuál es su género literario y el propósito que persigue. En el caso de los escritos del NT, conviene tener en cuenta que sus géneros literarios no tienen mucho que ver con los de la literatura actual. Para hacernos una idea sobre su naturaleza e intención tenemos que recurrir a la literatura de la época helenística, buscando las analogías más cercanas.
a) Evangelios
En esta categoría podemos agrupar, a pesar de sus diferencias, los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) y el evangelio de Juan. Desde el punto de vista de la tradición, los tres primeros están muy relacionados, pues con mucha probabilidad Mateo y Lucas utilizaron el relato de Marcos (además del llamado documento o fuente Q) para componer sus respectivas obras (Luc 1:1-4). El evangelio de Juan, sin embargo, representa una trayectoria independiente. De hecho, las diferencias con los sinópticos, tanto en cuanto a las tradiciones como al planteamiento general de la obra, son muy notables (ver la Introducción al evangelio de Juan). Con todo, estas cuatro obras poseen en común una serie de rasgos que nos permiten incluirlas dentro de un mismo género literario.
La designación de estos relatos como “evangelios” es relativamente tardía. Fue en el marco de una discusión entre Marción y Justino, a mediados del siglo II d. C., cuando por primera vez se designó a un determinado escrito con el nombre de “evangelio”. A lo largo de más de un siglo los cristianos habían utilizado esta palabra para referirse al mensaje cristiano que se transmitía a través de la predicación. Este es el sentido que tiene el término “evangelio” en todo el NT y en los escritos de los Padres Apostólicos. El hecho de que los cristianos del siglo II comenzaran a llamar “evangelios” a estos cuatro relatos sobre Jesús tiene un doble significado. Indica, en primer lugar, que no encontraron en la terminología de la literatura contemporánea una designación adecuada para ellos; y revela, en segundo lugar, que estos escritos contenían, en su opinión, el evangelio, es decir la buena noticia o mensaje de salvación proclamado primero por Jesús y después por los apóstoles.
En la literatura helenística existía una amplia gama de géneros narrativos, que se agrupaban bajo la categoría común de “relato”. Los maestros de retórica de entonces enseñaban a sus alumnos a componer estos relatos según un método muy riguroso y estudiado. Esta es la categoría a la que pertenecen también los evangelios, como confiesa Lucas en el prólogo de su obra (Luc 1:1). Sin embargo, se trata de una categoría aún muy genérica. Había diversos tipos de “relatos”, y tal vez el más cercano a los evangelios era la “Vida” de un personaje. Los evangelios tienen muchas cosas en común con las “vidas” de la literatura helenística, “vidas” que, por otra parte, se parecen muy poco a las “biografías” actuales. Las “vidas” helenísticas reunían anécdotas y sucedidos, tendiendo a elogiar la alcurnia y las acciones honorables de los personajes a los que estaban dedicadas. Las Vidas Paralelas de Plutarco, las Vidas de los Césares de Suetonio, o las Vidas de los Filósofos Ilustres de Diógenes Laercio son algunos ejemplos de este tipo particular de relato. Su conocimiento nos ayuda a comprender los evangelios, evitando proyectar sobre ellos la idea que nosotros tenemos de una biografía.
Sin embargo, los “evangelios” son algo más que “vidas” de Jesús, y por eso los primeros cristianos les dieron este nuevo nombre. Esta nueva designación revela que la diferencia más importante con respecto a las “vidas” helenísticas era su carácter de proclamación. La intención del relato de la vida de Jesús no era sólo contar, sino anunciar un mensaje. Los evangelios son, por tanto, una predicación en forma narrativa. Los diversos episodios de la vida de Jesús reunidos en ellos pretenden, ante todo, proclamar una buena noticia, y motivar en el lector la adhesión a Jesús de Nazaret, el protagonista de estos episodios. Será preciso tener en cuenta estos rasgos básicos del género literario “evangelio” para captar correctamente su contenido.
b) Cartas
Veintiuno de los veintisiete escritos del NT tienen forma de carta, aunque algunos de ellos, como veremos más adelante, no son propiamente cartas. Entre las cartas propiamente dichas existe una gran variedad de formas y de extensión. Algunas son muy breves y van dirigidas a personas concretas (Flm, 2Jn, 3Jn); otras son más extensas y tienen como destinatarios a grupos más amplios, aunque vayan dirigidas a personas concretas (1-2 Tm y Tt); y otras — la mayoría — no están dirigidas a personas, sino a comunidades (1-2 ts; y 1-2 Co, Ga, Flp, Rm, Ef, Col, 1 Pe).
Esta variedad que encontramos en las cartas del NT es un reflejo de la diversidad que existía en la literatura epistolar del mundo helenístico-romano. Las cartas fueron el género literario más utilizado en la antigüedad. La mayoría de las que han llegado hasta nosotros son cartas breves y personales, con un remitente y un destinatario concretos. Estas cartas carecen de pretensiones literarias y están motivadas por situaciones concretas. Son las cartas propiamente dichas. Junto a ellas, sin embargo, encontramos otro tipo de cartas, que están dirigidas a un público más amplio, aunque a veces tengan como destinatario un personaje conocido. Estas cartas tienen pretensiones literarias y exponen ideas o doctrinas de tipo moral, literario o filosófico. Para distinguirlas de las anteriores, las cartas de este segundo grupo reciben el nombre de epístolas.
Entre las cartas del NT, unas podrían clasificarse como cartas (Flm, 2 Jn y 3 Jn) y alguna que otra como epístola (tal vez sólo Rm), pero la mayoría poseen un cierto carácter intermedio. Por un lado, se trata de escritos ocasionales, que parten de una situación concreta y que van dirigidos a destinatarios reales conocidos por el remitente. Pero por otro, los destinatarios no son los individuos en cuanto tales, sino en cuanto miembros de una comunidad cristiana. Además, el autor tiene una clara intención de formular ideas con validez general. Estos rasgos característicos que encontramos en la mayoría de las cartas del NT revelan que los primeros cristianos crearon un género literario nuevo, conocido con el nombre de “carta cristiana”.
La carta cristiana posee básicamente la misma estructura que las demás cartas, en las que solían distinguirse tres partes:
– El preámbulo o encabezamiento (prescriptum), que incluía el nombre del remitente y del destinatario, así como un saludo y a veces una oración a favor del destinatario.
– El cuerpo de la carta (corpus epistulae), donde se encontraba el contenido de la carta, aquello que el remitente quería comunicar al destinatario.
– La conclusión (postscriptum), que contenía el saludo o saludos y el deseo final.
En las cartas cristianas, sin embargo, las alusiones teológicas a fórmulas de la tradición cristiana son constantes en el preámbulo y en la conclusión; y sobre todo el cuerpo de la carta es mucho más extenso que en las cartas normales. En él suelen combinarse los recuerdos con la instrucción y la exhortación. Estos elementos propios y su carácter comunitario son los que otorgan a la carta cristiana su propia fisonomía.
c) Otros géneros literarios
El evangelio y la carta fueron los géneros privilegiados de la literatura cristiana más antigua. Los primeros cristianos los relacionaban con la tradición sobre Jesús (evangelio) y con el testimonio directo de sus primeros seguidores (carta). Quizás por esta razón, algunos escritos que originalmente no eran cartas, adoptaron posteriormente esta forma. Tal es el caso de la Carta a los Hebreos y de la Carta de Santiago, que son en realidad dos sermones; o de la Carta de Judas y la Primera Carta de Juan, que tienen forma de controversias; o de la Segunda Carta de Pedro, que es, en realidad, una especie de testamento espiritual. Ninguno de estos escritos es propiamente una carta, aunque algunos de ellos tienen semejanzas con las epístolas de la literatura helenístico-romana. Al leerlos conviene tener en cuenta este hecho, pues de otra forma sería difícil captar la intención con que fueron escritos y, en consecuencia, podríamos interpretarlos mal. En las introducciones a cada uno de ellos encontraremos orientaciones en este sentido.
El libro de los Hechos de los Apóstoles, aunque forma parte de un proyecto literario más amplio como continuación del evangelio de Lucas (véanse las Introducciones respectivas), posee un género literario diferente al de los evangelios. Ambos pertenecen a la categoría de los “relatos”, pero su intención es distinta. En la literatura helenística no existía un género literario propio con este nombre, aunque a veces el título de “Hechos” se aplicaba a obras históricas completas o a partes de ellas. La diferencia entre el género literario “Vida” y el género literario “Hechos” estriba en que el primer tipo de relato está centrado en el personaje y en su evolución, mientras que el segundo se interesa, sobre todo, por las acciones más destacadas de un personaje relevante. La segunda parte de la obra de Lucas recibió el título de “Hechos de los Apóstoles” en la primera mitad del siglo II, lo cual revela que los cristianos de aquella época veían ciertas semejanzas con los “Hechos” de la literatura helenística. Sin embargo, también en este caso existen diferencias de perspectiva, pues la intención de su autor no fue sólo contar ciertos hechos o acciones relevantes de los primeros apóstoles, sino contar cómo la buena noticia cristiana llegó hasta los confines del mundo (Hch 1:8). Así pues, el avance del mensaje por obra del Espíritu Santo, que es el verdadero protagonista del libro, es el elemento más determinante y la clave para entender este peculiar relato.
Finalmente, el NT contiene también un escrito de carácter profético muy peculiar, que conocemos con el nombre de Apocalipsis, término griego que significa “revelación”, razón por la cual la tradición protestante también ha dado a este libro el nombre de Revelación. En realidad, la palabra griega “apocalipsis” con que comienza la obra (Apo 1:1) no se refiere a un género literario, sino al contenido mismo del libro. Sin embargo, con el tiempo, esta sería la palabra utilizada para catalogar una serie de escritos, tanto judíos como cristianos, nacidos en el seno del llamado movimiento apocalíptico. Estos escritos poseen una serie de peculiaridades desconocidas en la literatura helenística (véase la Introducción al libro del Apocalipsis), lo cual indica que el género apocalíptico es un producto típicamente judío. El libro del Apocalipsis es el ejemplo cristiano más antiguo de este género y puede definirse como un escrito de carácter profético, que fue enviado como carta circular a diversas iglesias de la provincia romana de Asia para que fuera leído en las asambleas litúrgicas.
3. La formación de los escritos del NT
A diferencia de lo que ocurrió con los escritos del AT, los del NT fueron redactados en un período de tiempo muy breve, a saber, la segunda mitad del siglo I d. C., aunque su proceso de formación fue algo más dilatado. Este proceso se inicia ya en vida de Jesús, cuando sus palabras y sus acciones comienzan a formar parte de una tradición conservada por sus discípulos. En él podemos distinguir tres etapas, que vamos a describir brevemente para poder enmarcar y ambientar después en ellas los diversos escritos del NT.
1ª. La vida de Jesús de Nazaret (6 a. C.-30 d. C.)
Las tradiciones más antiguas del NT, sobre todo las que más tarde serían recogidas en los evangelios, tienen su origen en los últimos años de la vida de Jesús. Fue en estos años cuando Jesús desplegó una intensa actividad pública, reuniendo en torno a sí un grupo de discípulos para que lo siguieran y compartieran su estilo de vida, y para enviarlos a anunciar el mismo mensaje que él anunciaba. Esta relación entre Jesús y sus discípulos más cercanos es el contexto vital en el que se fueron conservando y transmitiendo sus dichos y enseñanzas, y también la fuente de la que más tarde nacería la tradición sobre sus hechos.
2ª. La primera generación cristiana o generación apostólica (30-70 d. C.)
El acontecimiento que marca el paso a esta segunda etapa fue la resurrección de Jesús. El encuentro con el Señor resucitado impulsó a sus discípulos a dar un testimonio abierto y alegre acerca de él y de su enseñanza. Este grupo de discípulos que lo había seguido hasta Jerusalén fue el núcleo de la primera comunidad cristiana. Era el grupo de los apóstoles, bajo cuya guía se consolidó y se extendió la Iglesia durante la primera generación cristiana.
Esta primera etapa de la historia del movimiento cristiano se caracteriza por la rápida expansión del evangelio. En el año 50 d. C., a sólo veinte años de la muerte de Jesús, el imperio romano estaba ya sembrado de pequeñas comunidades cristianas. Especialmente importante fue la misión de Pablo y sus colaboradores en Asia Menor y Grecia. Uno de los rasgos más significativos de esta actividad misionera fue su carácter urbano, pues mientras en Palestina y Siria la mayor parte de las comunidades estaban en zonas rurales, en Asia Menor y Grecia casi todas se asentaron en ciudades importantes. Este hecho trajo consigo un proceso de urbanización del cristianismo que hizo necesaria la reinterpretación de un mensaje expresado hasta entonces en un lenguaje procedente del ambiente rural.
En esta época los recuerdos sobre Jesús se convirtieron en tradiciones que se guardaban celosamente y se difundían entre las comunidades. Durante estos años nacieron también algunas de las tradiciones que reflejan la vida de las primeras comunidades cristianas (resúmenes de la predicación, confesiones de fe, himnos y cánticos, normas comunitarias, etc.). Todas estas tradiciones se conservaron y transmitieron en las diversas comunidades durante esta generación y la siguiente, primero de palabra, y después también por escrito en pequeñas colecciones de parábolas, sentencias o milagros de Jesús, e incluso en colecciones más amplias como el llamado “Documento Q”, que aún no ha sido descubierto, pero de cuya existencia no duda la inmensa mayoría de los modernos estudiosos de los evangelios sinópticos, y que fue utilizado por Mateo y por Lucas en la composición de sus evangelios.
En la década de los años cincuenta, algunas de estas tradiciones fueron incluidas en las cartas que Pablo escribió a sus comunidades (1 Ts; y 1-2 Co, Ga, Rm, Flp y Flm). Estas cartas son los escritos más antiguos del NT y constituyen un testimonio único sobre la vida de estas comunidades. En ellas ha quedado reflejado el impulso misionero del movimiento de Jesús, el proceso de urbanización que se llevó a cabo en estos años, la creación y consolidación de nuevas comunidades, etc.
Hacia el final de este período suele fecharse la redacción del evangelio de Marcos. Fue un hecho decisivo no sólo desde el punto de vista literario, sino también teológico. Desde el punto de vista literario, la composición de Marcos supuso la integración de las tradiciones sobre Jesús en un marco narrativo, que les confería una mayor solidez y un contexto menos ambiguo. Desde el punto de vista teológico, este evangelio llevó a cabo la fusión entre la visión más triunfalista de la tradición de los milagros, y la teología de la cruz, representada por el relato de la Pasión.
3ª. La segunda generación cristiana o época sub-apostólica (70-110 d. C.)
Dos acontecimientos casi contemporáneos señalan el comienzo de la tercera etapa en la formación de los escritos del NT: la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C. y la desaparición de los apóstoles que habían conocido al Señor. Estos dos acontecimientos dan paso a la segunda generación cristiana, durante la cual las comunidades cristianas consolidaron sus estructuras y sus tradiciones.
Con la destrucción del Templo de Jerusalén desapareció el símbolo religioso más importante del judaísmo, y nació una nueva ortodoxia judía vigilada por los fariseos. Esta nueva situación hizo que las tensiones entre las comunidades cristianas y ciertos grupos judíos se acrecentaran hasta llegar a un enfrentamiento abierto y a la ruptura definitiva. Este es el clima que se percibe en algunos escritos compuestos en esta época (especialmente los evangelios de Mateo y Juan). Por el contrario, la actitud de las comunidades cristianas hacia la cultura helenística y hacia el imperio romano parece haber sido en esta época mayoritariamente de diálogo y de integración.
Estos acontecimientos coincidieron con la desaparición de los apóstoles que habían conocido a Jesús, lo que hizo más urgente conservar de forma segura las tradiciones recibidas de los apóstoles. Nacieron así las diversas tradiciones apostólicas, vinculadas a los principales apóstoles de la primera generación (Pedro, Juan, Pablo y Santiago, el hermano del Señor), y relacionadas con las diversas áreas de implantación del cristianismo. Se fue consolidando una tradición vinculada a Pedro, que tenía su centro en Antioquía; otra en torno a Santiago con centro en Jerusalén; otra tradición relacionada con Juan puede localizarse en las zonas rurales de Transjordania y más tarde en Asia Menor; y finalmente una amplia tradición que invocaba la autoridad de Pablo se desarrolló en las regiones de Asia Menor, Grecia y Roma.
En esta época el cristianismo había llegado también a Egipto y a otros lugares, donde florecieron distintas tradiciones cristianas vinculadas a otros apóstoles o personajes importantes (Tomás, Felipe, María Magdalena, etc.), que se han conservado en los escritos apócrifos, y que nos dan una idea de la complejidad y diversidad del cristianismo en esta época. Sin embargo, durante esta segunda generación se inició un proceso de “unificación” de las demás tradiciones en torno a las dos más importantes: la petrina y la paulina, que se convirtieron en norma y medida de las demás.
Durante este período las iglesias cristianas se enfrentaron a una crisis de maduración. Habían desaparecido ya los ímpetus iniciales y resultaba difícil vivir la radicalidad del evangelio en la vida cotidiana. La tentación de acomodarse al paganismo ambiental era grande y la perseverancia resultaba difícil. Fue en este período de consolidación cuando se escribió una buena parte de los libros del NT con el fin de preservar fielmente la tradición recibida, y de exhortar a las comunidades a no perder nunca de vista la radicalidad del mensaje de Jesús y de sus primeros discípulos. Estos escritos pueden agruparse en torno a tres de las grandes tradiciones mencionadas más arriba: las que invocaban la autoridad de Pedro, de Pablo y de Juan.
Los escritos pertenecientes a la tradición petrina reflejan un talante integrador, que hizo de ella un punto de encuentro entre las posturas más abiertas de la tradición paulina y las más conservadoras de las iglesias judeocristianas, representadas por la comunidad de Jerusalén. Este es el espíritu que se percibe ya en el evangelio de Marcos, y más claramente aún en el evangelio de Mateo. En ellos se advierte un continuo esfuerzo por integrar las diversas tradiciones en torno al kerigma de la muerte y resurrección de Jesús, que es el núcleo del kerigma petrino. La Primera Carta de Pedro pertenece también a esta tradición y refleja este mismo talante.
La tradición paulina, la mejor representada en el NT, produjo durante esta segunda generación tres grupos de obras, que manifiestan ya una cierta diversidad dentro de los discípulos de Pablo. En primer lugar, las cartas a los Efesios y Colosenses, cuyo rasgo distintivo es la reflexión sobre el alcance cósmico del misterio de Cristo y el descubrimiento de la Iglesia como cuerpo de Cristo. En segundo lugar, la obra de Lucas (Lc-Hch), escrita desde la sensibilidad de las iglesias que se han abierto al nuevo horizonte de la cultura del Imperio, intentando justificar la validez de la misión paulina. Finalmente, las cartas pastorales (1-2 Tm y Tt), en las que se acentúa la necesidad de una estructura eclesial basada en el ministerio y la recta doctrina.
La tercera gran tradición del NT es la que nació en torno al apóstol Juan. El cuarto evangelio y las cartas joánicas hacen patente la accidentada historia de las comunidades en las que nacieron estos escritos y sus conflictos internos.
En resumen, el proceso de formación de los libros del NT es un reflejo de la riqueza de experiencias vividas en el seno del movimiento de Jesús durante aquellos primeros años. Estos escritos son un testimonio vivo de los problemas y situaciones con que tuvieron que enfrentarse los diversos grupos cristianos, de las respuestas que dieron y de las resoluciones que fueron adoptando a lo largo del tiempo. Por esta razón, los libros del NT constituyen nuestra principal fuente de información acerca de la historia del cristianismo en el siglo I. Gracias a ellos podemos reconstruir una buena parte de aquella historia que tanta relevancia tiene para las Iglesias Cristianas de todos los tiempos.
4. El NT y las Iglesias Cristianas
La formación del NT, la peculiaridad de los géneros literarios contenidos en él y la historia de la composición de sus escritos muestran, desde tres puntos de vista diversos, que el NT es impensable sin la mediación de las comunidades cristianas. Fue necesaria esa mediación para que se escribieran sus libros y para que, después de un largo proceso de selección, llegaran a ser reconocidos como inspirados. Esta forma de ver las relaciones entre el NT y las comunidades corresponde a la visión del canon en cuanto norma normata, es decir, en cuanto norma que ha sido regulada, en última instancia, por la acción del Espíritu Santo.
Sin embargo, la relación entre la Iglesia y el NT debe ser contemplada también desde otra perspectiva, que corresponde a la visión del canon en cuanto norma normans, es decir, en cuanto norma que regula la vida de la Iglesia. En esta segunda perspectiva, el NT posee una importantísima función como punto de referencia constante para la fe y la vida de las Iglesias Cristianas y como criterio regulador de su ortodoxia (recta creencia) y de su ortopraxis (recta actuación). Todas las Iglesias Cristianas reconocen explícitamente esta función del NT, y esto lo convierte en un camino privilegiado para la unidad. Si en otro tiempo la interpretación de algunos libros del NT dividió a los cristianos, se ha convertido ahora en un vínculo de unidad.
El NT puede ser también un valioso instrumento para abrir caminos de diálogo y de encuentro entre las Iglesias Cristianas. La experiencia de las primeras comunidades cristianas, que hoy conocemos mejor gracias a los estudios histórico-críticos, nos enseñan que los grupos cristianos de la primera hora vivieron su relación en medio de tensiones disgregadoras. En este contexto llaman poderosamente la atención los renovados esfuerzos de estas comunidades para lograr la unidad integrando la diversidad. La historia de la composición de los evangelios sinópticos es un magnífico ejemplo de esta tendencia integradora, pues la unión de diversas tradiciones, primero en Marcos y luego en Mateo y en Lucas, es un reflejo de la integración de los grupos que las habían conservado y transmitido.
El resultado final de todo este proceso de composición y selección de los primeros escritos cristianos está marcado por el mestizaje. Este mestizaje se caracteriza por una acentuada diversidad y, al mismo tiempo, por una encendida pasión por la unidad. El hecho de que escritos tan diversos como la Carta a los Romanos y la Carta de Santiago se encuentren formando parte del mismo canon genera una tensión creativa en la que la diversidad no lleva a la ruptura, sino al enriquecimiento. El NT es, en este sentido, un modelo de diálogo creativo y enriquecedor que las Iglesias Cristianas, hoy divididas, deberían imitar.
EVANGELIO SEGÚN MATEO
INTRODUCCIÓN
1. Características generales
El llamado tradicionalmente evangelio de Mateo (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura Mt) ha ocupado desde antiguo un lugar privilegiado en la vida de la Iglesia. Aunque cronológicamente no haya sido el primero en redactarse, siempre ha figurado al frente de la lista de libros del NT y se le ha conocido y sigue conociéndosele universalmente como “el primer evangelio”. Fue, muy posiblemente, el más citado y comentado en los primeros siglos cristianos, y la espiritualidad y la liturgia de la Iglesia se han nutrido de él de manera muy destacada. Es manifiesta la riqueza doctrinal de este evangelio al lado de la concisión y a veces esquematismo de los pasajes narrativos. Al propio tiempo, su gusto por la claridad y el orden han hecho de él un magnífico instrumento para la instrucción bíblica y la predicación.
Otra característica que en seguida salta a la vista es la preocupación de este evangelio por subrayar la estrecha relación entre Jesús y el AT, y consiguientemente entre el pueblo de Dios de la antigua alianza y la Iglesia de Jesucristo. La tensión promesa-cumplimiento traspasa de principio a fin las páginas del evangelio de Mt y se concreta en una serie de citas del AT — más numerosas en Mt que en los otros evangelios y con un sello suyo inconfundiblemente personal — que reciben precisamente el nombre de “citas de cumplimiento” o “citas de reflexión” (ver Mat 1:23 y Mat 27:9-10, por señalar únicamente la primera y la última). Ante el rechazo del mensaje de Jesús por parte del judaísmo oficial (Mat 2:1-12; Mat 13:53-58; Mat 21:33-46; Mat 26:3-4; Mat 27:20-25), la Iglesia cristiana pasa a ser el “nuevo Israel” en la perspectiva teológica de Mateo (Mat 21:43).
Es preciso destacar también, como algo peculiar del evangelio de Mt, el significativo puesto que ocupan en él los discípulos. Unos discípulos a los que Mt presenta de forma claramente idealizada; discípulos, por lo demás, que están llamados a formar una comunidad fraterna donde la autoridad no tenga otra razón de ser que la del servicio a los demás, especialmente a los más débiles y necesitados (Mat 18:1-14; Mat 23:8-12).
Y, finalmente, tal vez nadie como Mt ponga de relieve la figura de Jesucristo como Maestro y Señor resucitado presente en medio de la comunidad. A diferencia de Lc, por ejemplo, Mt no establece una clara diferencia entre el tiempo de Jesús y el tiempo de la Iglesia. Ambos tiempos se implican mutuamente, y la presencia constante de Jesús, Mesías prometido y Señor resucitado, acompaña y penetra la vida entera de la Iglesia (Mat 1:23; Mat 18:20; Mat 28:20).
2. Marco histórico
El evangelio de Mt no es fruto de la casualidad. Tiene su origen en el seno de unas comunidades cristianas vivas y trata de dar respuesta a las necesidades y problemas de dichas comunidades. ¿Cuáles eran, en concreto, estas necesidades y problemas? Por lo que nos es dado conocer a través de una lectura atenta del propio evangelio y de algunos datos procedentes de otras fuentes, la comunidad o comunidades que se alcanzan a vislumbrar detrás del evangelio de Mt tenían las siguientes peculiaridades:
a) Parece tratarse de comunidades compuestas en buena parte por cristianos procedentes del judaísmo. Así lo sugiere el amplio conocimiento de las Escrituras del AT que el autor supone en sus lectores, la ausencia de explicaciones con respecto a los ritos y costumbres judías (Mat 5:23; Mat 12:15; Mat 23:5; Mat 15:23), y los numerosos giros y palabras semitas presentes en la redacción (reino de los cielos, atar y desatar, llevar el yugo, etc.).
b) Comunidades al mismo tiempo abiertas al mundo no judío. En ellas el primer envío misional de Jesús, aparentemente restrictivo (Mat 10:5), ha dado paso a un envío y una llamada universal (Mat 28:19). Cuando se redacta, pues, el evangelio de Mt, un nutrido grupo de paganos ha entrado a formar parte de estas comunidades y han comenzado a surgir diferencias sobre la manera de interpretar la ley de Moisés. Es preciso hallar un punto de encuentro y llevar a cabo una labor de síntesis. Esta es la tarea que aborda Mateo reuniendo en su evangelio diversas tradiciones y confiriendo a la figura de Pedro un especial protagonismo.
c) Esta comunidad o comunidades mateanas vivían ya en un abierto enfrentamiento con el judaísmo oficial ortodoxo de corte fariseo que se impuso de manera exclusivista a partir del año 70 d. C. y que, algunos años más tarde — hacia el 95 — , iba a recibir su espaldarazo definitivo en la asamblea de Yamnia, localidad situada cerca de la costa mediterránea de Palestina, al sureste de la antigua Jafa o la moderna Tel Aviv.
d) Así las cosas, hay que pensar en comunidades en proceso de consolidación, comunidades que necesitan de criterios firmes y claros — las enseñanzas de Jesús — y de modelos de comportamiento — el grupo de los discípulos — para hacer frente a los problemas y necesidades del momento.
Para estas comunidades, probablemente afincadas en el entorno de Antioquía de Siria, se escribió este evangelio durante la década de los 80 según la opinión más autorizada en los últimos tiempos. De acuerdo también con una antigua tradición, mantenida acríticamente hasta tiempos recientes, su autor habría sido el apóstol Mateo (Mat 10:3; Hch 1:13). Según esta tradición, la obra habría sido escrita originalmente en lengua semita — hebreo o arameo — y muy pronto traducida al griego que es la lengua en que ha llegado hasta nosotros. Pero esta hipótesis no encuentra mucho apoyo en el análisis del propio evangelio y en la actualidad apenas hay quien la sostenga. Los datos abogan más bien por un original griego y por un autor anónimo que sería un cristiano de origen judío con un aceptable conocimiento de la lengua griega y muy familiarizado con la lectura y el estudio del AT. Esto no impide que dicho autor utilizara documentos escritos anteriores, hebreos o arameos, para la redacción final de su obra.
3. Proceso de composición
Mateo no es el creador del género literario “evangelio”. Cuando da forma a su obra, tiene ya un modelo en el que inspirarse: el evangelio de Marcos. Y efectivamente, el evangelio de Mt incorpora a su redacción prácticamente todo el relato de Mc, aunque con algunas variaciones en el orden, sobre todo en la parte que corresponde al ministerio de Jesús en Galilea. Incorpora también una serie de materiales de carácter discursivo procedentes de la llamada “fuente de dichos” (fuente o documento Q), un documento que no se ha conservado, pero que fue también conocido y utilizado por Lucas, y que probablemente contenía sólo enseñanzas de Jesús. A estas dos fuentes hay que añadir una serie de informaciones propias de Mateo, procedentes del acervo tradicional de sus comunidades y que ocupan una cuarta parte del total de su evangelio.
Con todos estos materiales, Mateo organiza su obra. Lo primero que llama la atención es su exquisito cuidado por agrupar y ordenar dichos materiales, sin duda con la intención de facilitar la comprensión y la memorización de tales materiales. Resaltemos al respecto las colecciones de milagros (Mat 8:1-17; Mat 9:18-34), de parábolas (Mat 13:1-50; Mat 21:28 — Mat 22:14; Mat 25:1-30), de controversias (Mat 22:15-46). Y sobre todo los cinco grandes discursos presentes en los capítulos Mat 5:1-48 — Mat 7:1-29; Mat 10:1-42; Mat 13:1-58; Mat 18:1-35; y Mat 23:1-39 — Mat 25:1-46, que son claramente una composición de Mt y que culminan siempre con la misma fórmula: “Cuando Jesús terminó este discurso” (Mat 7:28; Mat 11:1; etc.).
Otra peculiaridad del trabajo redaccional de Mt es el interés por simplificar los relatos, eliminando todo lo accesorio o anecdótico (ver Mat 8:14-15 comparado con Mar 1:29-31) para concentrarse en el mensaje teológico, como puede ser, por ejemplo, la necesidad de la fe o las condiciones exigidas para el discipulado. Por lo demás, y excepción hecha de Mat 4:12-13; Mat 4:17 y Mat 16:21, el evangelista no concede mayor importancia a las indicaciones geográficas o cronológicas. Su propósito es ante todo pastoral y, al utilizar sus fuentes con la libertad y personalidad que le son características, quiere tender puentes entre las diversas tradiciones existentes en el cristianismo primitivo, a la vez que trata de iluminar la concreta experiencia religiosa de los cristianos a los que se dirige.
4. Contenido
Como los demás evangelios, también el de Mt pretende poner en contacto a su comunidad o comunidades con la vida y las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Pero al tratar de situar a su iglesia ante el mensaje de Jesús y el misterio de su persona, lo hace teniendo muy presentes los problemas y preocupaciones de sus lectores. En este sentido es preciso destacar tres fundamentales centros de interés en la trama de la obra: la presentación de Jesús como el Mesías, Hijo de Dios y como el Señor resucitado; la consideración de la Iglesia como heredera de la misión de Israel y, por tanto, como “el nuevo Israel”; y la invitación a los cristianos a vivir según las enseñanzas de Jesús.
a) Jesús Mesías, Hijo de Dios, Señor resucitado. En la situación en que vivía la comunidad — o comunidades — de Mt, era de todo punto necesario mostrar que Jesús era verdaderamente el Mesías esperado, el prometido Hijo de David, el Hijo de Dios presente en la comunidad como Señor resucitado en el que se han cumplido plenamente las promesas del AT. Esto lo hace el evangelista desde el comienzo mismo del relato (ver Mat 1:1; Mat 1:20-23; Mat 2:6; Mat 2:11; Mat 2:15) y recogiendo luego proclamaciones tan significativas como la del propio Dios Padre en los episodios del bautismo y la transfiguración de Jesús (Mat 3:17; Mat 17:5), la de los discípulos (Mat 14:33), la de Pedro (Mat 16:16), la del oficial romano junto a la cruz (Mat 27:54), y rematando en la última escena del evangelio con la presentación de Jesús resucitado como Señor del mundo y de la historia, permanentemente presente en medio de su Iglesia (Mat 28:18-20).
b) La Iglesia como “el nuevo Israel”. Ningún evangelista ha desarrollado como Mateo la reflexión sobre la Iglesia. Este pueblo congregado por Jesús está en absoluta continuidad con el viejo Israel. Lo que pasa es que, inexplicablemente, el Israel oficial no ha querido escuchar el mensaje de Jesús y ha tenido que ser sustituido por un nuevo pueblo, el “Israel de Dios” en expresión de Pablo (Gál 6:16), un pueblo que dé a su tiempo los frutos esperados (Mat 21:43). La Iglesia, pues, hereda la misión encomendada al antiguo Israel de reunir a todos los pueblos del mundo en un solo pueblo mesiánico (Mat 28:19; Isa 2:2-5; Miq 5:7-9).
c) Los discípulos, invitados a cumplir la voluntad de Dios siguiendo las enseñanzas de Jesús. La dimensión ética del evangelio de Mt es algo que salta a la vista. En concreto, el discípulo ideal para el primer evangelio es aquel que cumple la voluntad del Padre; este es el sentido que tiene en Mt el término griego dikaiosine tradicionalmente traducido por “justicia” y al que recurre repetidas veces el evangelista (Mat 3:15; Mat 5:6; Mat 5:10; Mat 5:20; Mat 6:1; Mat 6:33; Mat 21:32). Y la voluntad del Padre se cumple escuchando, aceptando con fe y poniendo en práctica las enseñanzas de Jesús, que Mt ha reunido sobre todo en los cinco grandes discursos a los que nos hemos referido más arriba. Estos discípulos están llamados, en primer lugar, a mantener una íntima relación con Jesús a través de una comprensión cada vez más profunda de su doctrina (ver Mat 13:51-52; Mat 16:12; Mat 17:13), y en segundo lugar, a formar una comunidad fraterna en la que el amor (Mat 5:44-46), la preocupación por los más débiles (Mat 10:42; Mat 18:10-14), el servicio (Mat 20:26-28; Mat 23:11-12) y el perdón (Mat 5:21-26; Mat 6:12; Mat 6:14-15; Mat 18:21-22) sean valores absolutamente fundamentales.
5. Estructura y organización
Todos están de acuerdo en que Mateo ha cuidado con esmero la composición de la mayoría de las secciones de su evangelio. Pero no lo están en igual medida a la hora de precisar cuáles pueden haber sido sus criterios básicos en la estructuración del conjunto y cuál es, consiguientemente, la estructura interna resultante para todo el evangelio.
Unos siguen insistiendo en el planteamiento tradicional de una distribución geográfico-cronológica de los materiales: nacimiento e infancia de Jesús Mesías (Mat 1:1-25 — Mat 2:1-23); predicación de Juan el Bautista y comienzos del ministerio de Jesús (Mat 3:1 — Mat 4:11); actividad de Jesús en Galilea y en las regiones paganas limítrofes (Mat 4:12 — Mat 18:35); viaje a Jerusalén (Mat 19:1 — Mat 20:34); actividad en Jerusalén (Mat 21:1 — Mat 25:46); pasión, muerte y resurrección de Jesús (Mat 26:1 — Mat 28:20).
Otros piensan que Mt ha estructurado su evangelio tomando como punto de referencia los cinco grandes discursos presentes en él. Cada uno de estos discursos iría acompañado de la correspondiente sección narrativa y entre ambas secciones formarían como cinco libros — ¿alusión al Pentateuco? — , a saber: Mat 3:1-17 — Mat 7:1-29; Mat 8:1-34 — Mat 10:1-42; Mat 11:1-30 — Mat 13:1-58; Mat 14:1-36 — Mat 18:1-35; Mat 19:1-30 — Mat 25:1-46, enmarcados por el relato introductorio de la infancia de Jesús (Mat 1:1-25 — Mat 2:1-23) y por el relato conclusivo de la pasión, muerte y resurrección de Jesús (Mat 26:1-75 — Mat 28:1-20).
Finalmente debe señalarse una línea de estructuración que ha tenido bastantes seguidores en los últimos tiempos. Se trata de combinar criterios literarios (en especial la repetición de la misma fórmula — “a partir de aquel momento Jesús comenzó a…” — en dos momentos cruciales de la obra: Mat 4:17 y Mat 16:21) con criterios teológicos que subrayan el dramatismo de la trayectoria de Jesús y confieren una singular densidad dramática a toda la trama. El resultado sería una estructura en tres grandes bloques, a saber: I) Jesús presentado como Mesías (Mat 1:1 — Mat 4:16); II) El Reino de Dios/de los cielos es anunciado con palabras y acciones (Mat 4:17 — Mat 16:20); III) El Mesías (Jesús) ha de recorrer un camino de dolor y de muerte — el siervo doliente de Isaías — hasta llegar a la resurrección (Mat 16:21 — Mat 28:20).
Tal vez ninguno de estos modelos de estructuración, aisladamente considerado, sea del todo satisfactorio y convincente. Tal vez sea preciso combinar elementos de los distintos modelos. En este sentido la presente traducción ha creído oportuno seguir el siguiente itinerario de lectura:
I. — PRESENTACIÓN DE JESÚS COMO MESÍAS (Mat 1:1-25 — Mat 2:1-23)
– Genealogía y nacimiento de Jesús (Mat 1:1-25)
– Los sabios de Oriente y la huida a Egipto (Mat 2:1-23)
II. — COMIENZOS DEL MINISTERIO DE JESÚS (Mat 3:1 — Mat 4:11)
– Ministerio de Juan el Bautista (Mat 3:1-12)
– Bautismo de Jesús (Mat 3:13-17)
– Jesús en el desierto (Mat 4:1-11)
III. — ANUNCIO DEL REINO EN GALILEA (Mat 4:12 — Mat 18:35)
– Primera actividad de Jesús (Mat 4:12-25)
– Sermón del monte (Mat 5:1-48 — Mat 7:1-29)
– El reino en hechos y palabras (Mat 8:1 — Mat 16:20)
– El destino sufriente del Mesías (Mat 16:21 — Mat 18:35)
IV. — CAMINO DE JERUSALÉN (Mat 19:1-30 — Mat 20:1-34)
– Exigencias del reino (Mat 19:1-30)
– Condiciones del discipulado (Mat 20:1-34)
V. — JESÚS EN JERUSALÉN (Mat 21:1-46 — Mat 28:1-20)
– Acciones simbólicas y controversias (Mat 21:1-46 — Mat 25:1-46)
– La Pascua de Jesús (Mat 26:1-75 — Mat 28:1-20)
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Gén 15:5; Gén 22:18; 2Sa 7:12-16.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— lista de los antepasados: O también: lista genealógica. Sobre todo después del destierro de Babilonia, los judíos daban mucha importancia al hecho de conocer quiénes eran los ascendientes de una persona, ya que de esta manera quedaba demostrada la pertenencia al pueblo israelita a través de una familia o una tribu determinada.
— David y Abrahán: En estos dos ascendientes -los más importantes que un israelita podía reclamar como antepasados- recapitula el evangelista la genealogía de Jesús: Abrahán está en el arranque del pueblo creyente; David en el origen de la esperanza mesiánica. El apelativo Hijo de David será uno de los títulos mesiánicos más significativos y el NT lo aplicará a Jesucristo en numerosas ocasiones (Mat 9:27; Mat 12:23; Mat 20:30-31 y par.; Mat 21:9; Mat 21:15 y par.); (ver Jua 7:42; Rom 1:3; 2Ti 2:8; Apo 5:5; Apo 22:16).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Los antepasados de Jesús el Mesías (cf. Luc. 3:23-38)
Al lector moderno le parece pesado encontrarse con una lista de nombres para empezar un libro. Para Mateo y sus lectores, sin embargo, de ninguna manera era pe sado: trataba del cumplimiento de la historia de Israel con la llegada de su verdadero rey. Registro de la genealogía es, en gr., el título del “libro de Gén.”, lo que hace que el lector piense en un nuevo comienzo. La lista empieza con Abraham (el héroe del libro de Gén. y el patriarca de donde Israel trazaba sus orígenes), conduce hacia David (el verdadero primer rey de Israel), y continúa por la línea real de Judá hasta el momento donde dicha monarquía fue destruida con la deportación a Babilonia. La división en tres juegos de catorce generaciones (17) remarca estos puntos de partida (y ¡posiblemente para el lector judío la idea cobra fuerza por el hecho de que las tres letras heb. que forman el nombre David, al ser usadas como numerales suman catorce!).
La repetición prominente del título Cristo o Jesucristo (1, 16, 17, 18) extrae las implicaciones teoló gicas de esta lista. Para los lectores modernos “Cristo” no es más que un “apellido” de Jesús, pero Mateo claramente lo usa aquí con el pleno impacto de un título, “Mesías”, el verdadero rey de Israel en la línea de David, cuya llegada todos esperaban con anhelo.
Los nombres desde Abraham hasta el exilio son bien conocidos en el AT, pero la mayoría de los que aparecen en la tercera sección son, generalmente, desconocidos. La lista presentada por Lucas de los antepasados de José (que también incluye a su propio padre) es diferente. Probablemente, Lucas nos ofrece un árbol genealógico “físico”, mientras que Mateo da la lista oficial de la sucesión al trono (la que no necesariamente pasaría de padre a hijo, sino que quedaría en la familia). Su interés es mostrar el derecho que Jesús tiene (a través de José) al título de “Rey de los judíos”.
El v. 16 indica sin ambigüedades que Jesús no fue el hijo físico de José (de la cual, femenino). La relevancia de la genealogía de Jesús tendrá que ser establecida en la sección que sigue.
Notas. 3-6 La mención de cuatro madres no es usual. Todas probablemente eran no judías, y en cada caso había alguna irregularidad o aun algún escándalo. Posiblemente, Mateo haya pensado que el nacimiento de Jesús de una madre soltera y socialmente insignificante requería mayor apoyo de las Escrituras. 8 Tres de los reyes de Judá (Ocozías, Joás, Amazías) se omiten (al igual que Eliaquim en el v. 11) para mantener el número de generaciones en 14. La lista, en todo caso, es selectiva, ya que las trece generaciones después del exilio abarcan 600 años.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
1.1 Esta genealogía fue una de las formas más interesantes con que Mateo podía iniciar un libro dirigido a la audiencia judía. Como una genealogía podía demostrar la posición de la persona como elegida de Dios, Mateo comienza mostrando que Jesús era descendiente de Abraham, el padre de todos los judíos, y descendiente directo del rey David, con lo que cumplía completamente las profecías del Antiguo Testamento que se referían a la línea del Mesías. Los datos en cuanto a la descendencia eran cuidadosamente preservados. Esta es una de las muchas pruebas que presenta Mateo para demostrar que Jesús es el Mesías.1.1ss Más de cuatrocientos años habían pasado desde que se diera la última profecía del Antiguo Testamento y los judíos fieles en todo el mundo todavía seguían esperando al Mesías (Luk 3:15). Mateo escribió este libro a los judíos, presentándoles a Jesús como Rey y Mesías, el prometido descendiente del rey David que reinaría para siempre (Isa 11:1-5). El Evangelio de Mateo une ambos Testamentos y contiene muchas referencias mostrando cómo Jesús cumplió profecías del Antiguo.1.1ss Jesús entró en la historia cuando la tierra de Israel estaba controlada por Roma y era considerada como una avanzada insignificante del vasto y majestuoso Imperio Romano. La presencia de los soldados romanos en Israel dio a los militares judíos paz, pero al precio de opresión, esclavitud, injusticia e inmoralidad. A esta clase de mundo vino el Mesías prometido.1.1-17 En los primeros 17 versículos nos encontramos con cuarenta y seis personas, en el lapso de 2000 años. Todos fueron antepasados de Jesús, pero varían considerablemente en espiritualidad, personalidad y experiencia. Algunos fueron héroes de la fe, como Abraham, Isaac, Ruth y David. Otros tenían una reputación sombría, como es el caso de Rahab y Tamar. Muchos de ellos fueron personas comunes, como Esrom, Aram, Naasón y Aquim. Y otros fueron malvados, como es el caso de Manasés y Abías. La obra de Dios en la historia no está limitada por los pecados humanos, y El obra por medio de gente común. Así como Dios usó toda clase de personas para traer a su Hijo al mundo, El hace lo mismo hoy para cumplir con su voluntad.1.11 El exilio ocurrió en 586 a.C. cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, conquistó Judá, destruyó Jerusalén y llevó cautivos a miles a Babilonia.1.16 Como María era virgen cuando quedó embarazada, Mateo incluye el nombre de José solo como esposo de María, no como padre de Jesús. La genealogía de Mateo muestra el linaje legal (o real) de Jesús a través de José. La línea ancestral de María se registra en Luk 3:23-38. María y José eran descendientes directos del rey David.Mateo señala la genealogía a partir de Abraham mientras que Lucas lo hace a partir de Adán. Mateo está dirigido a los judíos, por eso señala a Jesús como descendiente de Abraham. Lucas está dirigido a los gentiles, por eso enfatiza a Jesús como Salvador de la humanidad.1.17 Mateo divide la historia de Israel en tres grupos de catorce generaciones, pero probablemente hubo más. Las genealogías, con frecuencia, comprimen la historia, dando a entender que no se incluyen específicamente cada generación de antepasados. Es el caso de la frase «padre de» que puede también ser traducida «antepasado de». JOSELa firmeza de lo que creemos se mide por el grado de disposición que tengamos para sufrir por dichas creencias. José era un hombre con creencias definidas. Estuvo dispuesto a hacer lo bueno sin importarle el dolor que le causara. Sin embargo, José tenía otra característica: no solo hacía lo bueno, sino que intentaba hacerlo como se debía.Cuando María le habló acerca de su embarazo, José sabía que no era el padre. Como conocía bien a María, al explicarle ella lo sucedido y ver la actitud que tenía hacia la criatura que iba a nacer, debe haberle sido difícil pensar que su novia había hecho algo indebido. Sin embargo, alguien era el padre de la criatura y le era difícil aceptar que ese «alguien» fuera Dios.José decidió terminar con su compromiso, pero estaba decidido a hacerlo de manera que no trajera afrenta a María. Intentó actuar con justicia y con amor.Pero Dios le envió un mensajero para confirmar lo que decía María y abrir un nuevo camino de obediencia para José: aceptar a María como su esposa. José obedeció a Dios, contrajo matrimonio con María y respetó su virginidad hasta que la criatura nació.No sabemos por cuánto tiempo José vivió como padre terrenal de Jesús. Se le menciona por última vez cuando Jesús tenía doce años. Pero José entrenó a su hijo en el arte de la carpintería, se aseguró que tuviera una buena educación espiritual en Nazaret, y estuvo llevando a toda la familia en el viaje anual a Jerusalén para celebrar la Pascua, lo que Jesús continuó observando durante sus años de adulto.José sabía que Jesús era una persona especial desde el momento en que oyó las palabras del ángel. Su creencia firme en ese hecho, y su apertura a las palabras de Dios, lo habilitaron para ser el padre terrenal de Jesús.Puntos fuertes y logros :– Hombre de integridad– Descendiente del rey David– Padre legal y terrenal de Jesús– Sensible a la dirección de Dios y dispuesto a hacer la voluntad de Dios sin importarle las consecuenciasLecciones de su vida :– Dios premia la integridad– La posición social tiene poca importancia cuando Dios elige usarnos– Si somos obedientes a la dirección de Dios, El nos guiará a una mayor obediencia– Los sentimientos no son medidas adecuadas de las acciones buenas o malasDatos generales :– Dónde: Nazaret, Belén– Ocupación: Carpintero– Familiares: Esposa: María. Hijos: Jesús, Jacobo, José, Judas, Simón– Contemporáneos: Herodes el Grande, Juan el Bautista, Simeón, AnaVersículos clave :»José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es» (Mat 1:19-20).La historia de José se narra en Mateo 1.16-2.23; Lucas 1.26-2.52. 1.18 El matrimonio judío constaba de tres pasos. Primero, las dos familias se ponían de acuerdo en la unión.Segundo, se daba a conocer públicamente. En ese momento la pareja estaba comprometida oficialmente. El noviazgo (llamado en el texto «desposorio») era considerado una unión que podía ser disuelta solo por la muerte o el divorcio (también por causa de fornicación). Tercero, la pareja se casaba y comenzaba a convivir. Al estar comprometidos María y José, la aparente infidelidad de María conllevaba un estigma social severo. De acuerdo a las leyes civiles judías, José tenía el derecho de divorciarse y las autoridades judías podían apedrear a María hasta darle muerte (Deu 22:23-24).1.18 ¿Por qué el nacimiento virginal es importante para la fe cristiana? Jesucristo, el Hijo de Dios, tuvo que ser liberado de la naturaleza pecaminosa en que nacen todos los seres humanos desde Adán. Jesús al nacer de una mujer se convirtió en un ser humano; pero por ser el Hijo de Dios nació sin el pecado humano. El era totalmente humano y totalmente divino.Porque fue hombre, sabemos que comprende completamente nuestras circunstancias y problemas (Heb 4:15-16). Porque es Dios, tiene poder y autoridad para liberarnos del pecado (Col 2:13-15). Podemos contarle todos nuestros pensamientos, sentimientos y necesidades. El ha pasado por lo que nos toca pasar ahora a nosotros y tiene la capacidad para ayudarnos.1.18-25 José enfrentó una decisión difícil al descubrir que María estaba embarazada. A pesar de estar conciente de que tomar a María como esposa podía ser humillante, eligió obedecer el mandato de Dios casándose con ella. Su acción reveló cuatro cualidades admirables: (1) principios inflexibles (1.19), (2) discreción y sensibilidad (1.19), (3) disponibilidad ante Dios, (1.24), y (4) autodisciplina (1.25).1.19 Quizá José pensó que tenía solamente dos opciones: divorciarse de María silenciosamente o dejar que la apedrearan. Pero Dios tenía una tercera opción: que José se casara con ella (1.20-23). A José no se le ocurrió. Pero Dios, a menudo, nos muestra que tenemos más opciones de las que pensamos. A pesar de que parecía sensato que José rompiera el noviazgo, Dios lo llevó a tomar la mejor decisión. Cuando nuestras decisiones afectan la vida de otros, siempre debemos apelar a la sabiduría de Dios.1.20 La concepción y nacimiento de Jesucristo son acontecimientos sobrenaturales que están más allá de la razón y la lógica humanas. Por eso Dios envió ángeles a ayudar a ciertas personas para que comprendieran el significado de lo que había sucedido (Mat 1:20; Mat 2:13, Mat 2:19; Luk 1:11-12, Luk 1:26; Luk 2:9). Los ángeles son seres espirituales que Dios creó que ayudan a llevar a cabo su obra en la tierra. Llevan el mensaje de Dios a la gente (Luk 1:26), protegen al pueblo de Dios (Dan 6:22), ofrecen estímulo (Gen 16:7ss), dan dirección (Exo 14:19), llevan castigo (2Sa 24:16), vigilan la tierra (Zec 1:9-14), luchan contra las fuerzas satánicas (2Ki 6:16-18; Rev 20:1-2). Hay ángeles buenos y ángeles malos (Rev 12:7), pero por el hecho de que los ángeles malos están aliados con Satanás, poseen menos poder y autoridad. A la postre el papel principal de los ángeles será ofrecer continua adoración a Dios (Rev 7:11-12).1.20-23. El ángel anunció a José que el hijo de María había sido concebido por el Espíritu Santo. Esto revela una verdad importante acerca de Jesús: El es Dios y hombre.Dios tomó las limitaciones humanas para poder vivir y morir y así obtener la salvación de todos aquellos que creen en El.1.21 Jesús significa «Salvador». Jesús vino a la tierra a salvarnos porque nosotros no podíamos hacerlo. No podíamos librarnos de las consecuencias del pecado. Por buenos que seamos, no podemos eliminar la naturaleza pecaminosa presente en todos nosotros. Solo Dios puede hacer esto. Jesús no vino para que la gente se salvara a sí misma. Vino para salvarnos del poder y del castigo del pecado. Déle gracias a Cristo por haber muerto en la cruz por sus pecados, y luego pídale que tome el control de su vida. Una nueva vida empezará para usted en ese momento.1.23 Jesús iba a ser llamado Emanuel («Dios con nosotros»), como lo predijo Isaías el profeta (Isa 7:14). Jesús era Dios en la carne; en otras palabras: Dios entre nosotros. Por medio del Espíritu Santo, Cristo está presente en la vida de cada creyente. Quizá ni Isaías comprendió el significado de Emanuel en toda su magnitud.1.24 José cambió de planes rápidamente luego de descubrir que María no le había sido infiel (1.19). Obedeció a Dios y prosiguió con los planes matrimoniales. A pesar de que muchos quizás no lo hubieran apoyado en su decisión, José continuó adelante con lo que sabía que era correcto. Nosotros algunas veces dejamos de hacer lo correcto por el qué dirán. Como José, debemos obedecer a Dios antes que buscar la aprobación de los demás.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) Título “Mateo.” אB(gr.): Math·thái·on; D(gr.): Mat·thái·on; derivado del nombre propio heb. Mat·tith·yáh, que significa: “Regalo (Dádiva) de Jah”.
(2) O: “el linaje; origen”. Gr.: gue·né·se·os, “génesis”; lat.: ge·ne·ra·ti·ó·nis, “generación”; J17,18(heb.): toh·ledhóth, “genealogía”. Véanse Gén 2:4 y Gén 5:1, nn: “Historia”.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 0 Gén 5:1
b 1 1Cr 17:11; Mat 9:27; Luc 1:32
c 2 Gén 22:18
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Genealogía. Las genealogías eran mantenidas en forma minuciosa en el judaísmo. De acuerdo con las profecías del A.T., el Mesías debía ser descendiente de David, rey de Israel (1010– 970 a.C.), y heredero del trono davídico (2 S 7:12– 14; Is 9:6– 7).Tanto Mateo como Lucas proveen genealogías de Jesús. La genealogía en Mateo traza la ascendencia de Jesús hasta David y Abraham, el padre de multitud de naciones (Gn 12:1– 3; 17:5). La genealogía de Lucas es similar de Abraham a David, pero es distinta de David a José. Jesús fue el heredero al trono de David, Rey de los Judíos, y el Hijo de Dios, el Salvador.
Jesucristo. Es la combinación de los nombres Jesús y Cristo. Jesús es la forma griega de Jehoshúa (i.e., Josué) y significa « el S eñor es salvación» o « el S eñor salva» . « Cristo» es la forma griega de « Mesías» , o sea « el Ungido» . « Ungido» significaba usualmente la aplicación de aceite en una ceremonia para indicar que la persona fue escogida por Dios. En su bautismo Jesús fue ungido por Dios el Padre para llevar a cabo su obra como Profeta, Sacerdote y Rey (Mt 3:13– 17; cp. 2:2; 21:11; He 4:14).
hijo de David. Esta expresión pone énfasis en la autoridad mesiánica de Jesús como descendiente de David, el segundo rey de Israel (1 S 16:1– 13).
hijo de Abraham. Abraham nació en Ur de los Caldeos, cerca del 2000 a.C., y llegó a ser patriarca de la nación de los hebreos. Dios prometió a Abraham que sería « padre de naciones» (Gn 17:5; 26:24). Por medio de la fe en Cristo, todos los creyentes son descendientes espirituales de Abraham (Ro 4:12, 16).
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) El primer nombre que se menciona en el Nuevo Testamento y también el último ( Rev_22:21) es Jesús, lo cual comprueba que el tema y el contenido del Nuevo Testamento es Jesucristo.
La Biblia es un libro de vida, y esta vida es una persona viviente, el Cristo maravilloso y todo-inclusivo. El Antiguo Testamento presenta un cuadro en tipos y en profecías de esta maravillosa persona como Aquel que había de venir. Ahora, en el Nuevo Testamento, esta maravillosa persona ha venido. La primera página del Nuevo Testamento, al recomendarnos a esta maravillosa persona, nos da Su genealogía. Esta genealogía puede considerarse como un resumen del Antiguo Testamento, el cual en sí es una versión detallada de la genealogía de Cristo. Para entender la genealogía que se encuentra en Mateo, es necesario remontarse al origen y a la historia de cada incidente.
Cristo, como el admirable centro de toda la Biblia, es todo-inclusivo y tiene muchos aspectos. Al comienzo del Nuevo Testamento se presentan cuatro biografías que describen los cuatro aspectos principales del Cristo todo-inclusivo. El Evangelio de Mateo testifica que El es el Rey, el Cristo de Dios, del cual se habló en las profecías del Antiguo Testamento, y trae a la tierra el reino de los cielos. El Evangelio de Marcos nos dice que El es el Siervo de Dios, que trabaja fielmente para Dios. El relato de Marcos es muy sencillo, porque a un siervo no se le hace un registro detallado. El Evangelio de Lucas presenta una descripción completa de El como el único hombre cabal y normal que ha vivido en la tierra; como tal, El es el Salvador de la humanidad. El Evangelio de Juan revela que El es el Hijo de Dios, Dios mismo, quien es vida para el pueblo de Dios. De los cuatro evangelios, sólo Mateo y Lucas nos dan la genealogía de Cristo; Marcos y Juan no lo hacen. Para testificar que Jesús es el Rey, el Cristo de Dios mencionado en las profecías del Antiguo Testamento, Mateo necesita mostrarnos los antecesores y la condición de este Rey, a fin de comprobar que El es el sucesor legítimo al trono de David. Para demostrar que Jesús es un hombre cabal y normal, Lucas necesita mostrar la genealogía de este hombre, a fin de atestiguar que El satisface todos los requisitos para ser el Salvador de la humanidad. Al darnos el registro de un siervo, Marcos no necesita contarnos el origen de tal persona. Para revelar que Jesús es Dios mismo, Juan tampoco necesita darnos la genealogía humana del Señor; al contrario, declara que Cristo como Verbo de Dios es el propio Dios que era en el principio.
El reino, en el cual Cristo es Rey, está compuesto de los descendientes de Abraham, que incluyen tanto a sus descendientes en la carne como a quienes lo son por la fe. Por lo tanto, la genealogía de Cristo en Mateo comienza con Abraham, el padre del linaje llamado, y no con Adán, el padre del linaje creado. El reino de Dios no es edificado con el linaje creado, el de Adán, sino con el linaje llamado, el de Abraham, que incluye a los israelitas verdaderos ( Rom_9:6-8) así como también a los que creen en Cristo ( Gál_3:7, Gál_3:9, Gál_3:29). Para comprobar, usando la genealogía de Jesús, que El es un hombre cabal, calificado para ser el Salvador de la humanidad, Lucas remonta esta genealogía a Adán, la primera generación de la humanidad.
1 (2) En la genealogía de Jesús presentada por Lucas, la cual demuestra que el Señor es un hombre cabal, no se menciona el título Cristo ( Luc_3:23-38). Pero en la genealogía de Cristo presentada aquí por Mateo, la cual demuestra que El es el Rey, el Cristo de Dios, se menciona repetidas veces el título Cristo (vs.1,16-17).
1 (3) Salomón como hijo de David es un tipo de Cristo, quien hereda el trono y el reino de David ( 2Sa_7:12-13 ; Luc_1:32-33). Como tipo de Cristo, Salomón hizo principalmente dos cosas: edificó el templo de Dios en el reino ( 1Re_6:2) y habló palabras de sabiduría ( 1Re_10:23-24 ; Mat_12:42). Cristo, en cumplimiento de este tipo, ahora edifica el verdadero templo de Dios, la iglesia, en el reino de Dios, y habla palabras de sabiduría.
1 (4) Isaac como hijo de Abraham es un tipo de Cristo, quien hereda la promesa y la bendición que Dios dio a Abraham ( Gén_22:17-18 ; Gál_3:16, Gál_3:14), Isaac, como tipo de Cristo, también hizo principalmente dos cosas: (1) obedeció a su padre hasta la muerte y fue resucitado ( Gén_22:9-10 ; Heb_11:19), y (2) sé casó con Rebeca, una mujer gentil ( Gén_24:61-67). Cristo, en cumplimiento de este tipo, fue muerto, ofrecido a Dios, y resucitó de entre los muertos, y también escoge a la iglesia de entre los gentiles para que sea Su esposa.
1 (a) Luc_3:23-38 ; cfr. Gén_5:1 .
1 (b) Mat_1:16-17
1 (C) 2Sa_7:12-14 ; Mat_9:27 ; Mat_12:23 ; Mat_15:22 ; Mat_20:30-31 ; Mat_21:9, Mat_21:15 ; Mat_22:42, Mat_22:45 ; Luc_1:32 ; Jua_7:42 ; Rom_1:3 ; Rev_22:16
1 (d) Gén_22:18 ; Gál_3:16
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
El Nuevo Testamento
AnotadoINTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO
El nombre que se da a la segunda parte de la Biblia en castellano, es «el Nuevo Testamento», que significa literalmente «el Nuevo Pacto» (véase Luc 22:20). La palabra pacto significaba un arreglo hecho por una parte que podía ser aceptado o rechazado por la otra parte involucrada, pero no cambiado. El Antiguo Testamento narra primordialmente el trato de Dios con Israel, basado en el pacto dado a través de Moisés en el monte Sinaí, mientras el Nuevo Testamento describe el nuevo arreglo de Dios con los hombres a través de Cristo, basado en el Nuevo Pacto (véase Éxo 24:1-8; Luc 22:14-20; 2Co 3:6-11). El Pacto Antiguo reveló la santidad de Dios en la norma justa de la Ley y prometió que vendría un Redentor; el Nuevo Pacto muestra la santidad de Dios en Su Hijo justo. Así que el Nuevo Testamento contiene aquellos escritos que revelan el contenido de este Nuevo Pacto.
El mensaje del Nuevo Testamento se centra en
(1) la Persona que se dio para la remisión de pecados (Mat 26:28) y
(2) las personas (la iglesia) que han recibido Su salvación. Así que el tema central del Nuevo Testamento es la salvación. Los Evangelios presentan al Salvador. El libro llamado «Hechos de los Apóstoles» describe la propagación de las buenas nuevas de Su salvación por una gran parte del mundo mediterráneo del primer siglo d.C. Las epístolas dan detalles de las bendiciones de esa salvación, y el Apocalipsis da una visión anticipada de la culminación de la salvación.
El arreglo de los libros del Nuevo Testamento El Nuevo Testamento incluye 27 libros escritos por nueve autores distintos (a no ser que Pablo haya escrito Hebreos; entonces, solamente ocho) durante un período de unos 50 años. Estos libros se separan naturalmente en cuatro divisiones:
(1) Los cuatro Evangelios. Estos describen la vida y el ministerio de Jesucristo. Aunque fueron escritos más tarde que muchos de los otros libros del Nuevo Testamento, era natural que, en el orden de los libros, una posición de prioridad fuera dada a estos relatos de la vida terrenal y el ministerio de Jesús.
(2) El libro de los Hechos de los Apóstoles. Esta es la historia del comienzo de la iglesia y la propagación del cristianismo por todo el mundo grecorromano.
(3) Las 21 epístolas (desde Romanos a Judas). Puesto que descubrimientos arqueológicos han demostrado que el escribir cartas era una manera común de comunicación en los primeros siglos cristianos, no es sorprendente encontrar que la mayor parte de los libros en el Nuevo Testamento tenían forma de cartas. El apóstol Pablo, el gran misionero y teólogo de la iglesia primitiva, escribió 13 ó 14 de estas epístolas. Fueron dirigidas a iglesias además a individuos, y enseñan la doctrina cristiana de manera formal (como en Romanos) y también aplicada a situaciones de la vida real (como en 1 Corintios y Filemón).
(4) El Apocalipsis. Este último libro describe el triunfo final de Jesucristo y Su pueblo en el futuro.
El orden de los libros en el Nuevo Testamento Como ya se ha sugerido, el orden de los libros en el Nuevo Testamento es lógico. Primero, están los Evangelios, que narran la vida de Cristo; después. Hechos, que da la historia de la propagación del cristianismo; luego, las epístolas, que muestran el desarrollo de las doctrinas del la iglesia junto con sus problemas; y, finalmente, la visión de la segunda venida de Cristo en el Apocalipsis.
Sin embargo, el orden de escribir los libros fue aproximadamente así:
Santiago d.C. 45-50
Gálatas 49
1 y 2 Tesalonicenses 51
Marcos década de los años 50
1 Corintios 56
2 Corintios 57
Romanos 58
Lucas 60
Colosenses, Efesios, Filipenses, Filemón 61
Hechos de los Apóstoles 61
Mateo década de los años 60
1 Timoteo 63
1 Pedro 63
Tito 65
2 Timoteo 66
2 Pedro 66
Hebreos 64-68
Judas 70-80
Juan 85-90
1, 2, 3 Juan 90
Apocalipsis década de los años 90
La colección de los libros Después de haber sido escritos, los libros individuales no fueron reunidos de inmediato para formar el canon, o colección de los 27 que forman el Nuevo Testamento. Grupos de libros, como las epístolas de Pablo y los Evangelios, fueron conservados al principio por las iglesias o personas a quienes fueron enviados, y poco a poco todos los 27 libros fueron reunidos y reconocidos formalmente por la iglesia entera.
Este proceso tardó unos 350 años. Durante el siglo II, la circulación de libros que promovían herejía subrayó la necesidad de distinguir las Escrituras verdaderas de otra literatura cristiana. Se desarrollaron ciertas pruebas para decidir cuáles libros debían incluirse.
(1) ¿El libro fue escrito o aprobado por un apóstol?
(2) ¿Su contenido era de naturaleza espiritual?
(3) ¿Daba evidencia de ser inspirado por Dios?
(4) ¿Se había recibido ampliamente en las iglesias?
No todos los 27 libros que se reconocieron finalmente como canónicos, fueron aceptados por todas las iglesias en los primeros siglos, pero esto no significa que los que no se aceptaron inmediata o universalmente, fuesen falsos. Epístolas dirigidas a individuos (Flm 1:2 y 3 Juan) no habrían circulado tanto como las dirigidas a iglesias. Los libros más discutidos fueron Santiago, Judas, 2Pe 2:1-22 y 3 Juan y Filemón, pero finalmente éstos fueron incluidos y el canon fue fijado en el Concilio de Cartago en 397 d.C.
Aunque no se ha conservado ninguna copia original de los escritos que componen el Nuevo Testamento, existen más de 4.500 manuscritos griegos de todo o parte de los textos, además de unos 8.000 manuscritos latinos y por lo menos 1.000 otras versiones a las cuales los libros originales fueron traducidos. Estudios cuidadosos y la comparación de estas muchas copias nos han dado un Nuevo Testamento correcto y digno de confianza.
INTRODUCCIÓN A LOS EVANGELIOS
¿Qué son los Evangelios? Evangelio significa «buenas nuevas». Los Evangelios se llaman así porque registran las buenas nuevas de que un camino de salvación se ha abierto a la humanidad a través de la muerte y la resurrección de Jesucristo (Mar 1:1; 1Co 15:3-4).
La biografía según la conocemos hoy, no se conocía cuando los Evangelios fueron escritos, y en realidad no son biografías según entendemos esa forma literaria hoy en día. Fueron escritos para que la gente pudiera conocer quién era Jesús y creer en Él (Jua 20:31).
¿Por qué era necesario escribirlos Evangelios? La propagación rápida del cristianismo precipitó la necesidad de tener narraciones escritas de la vida de Cristo. También, cuando los personajes importantes en los relatos y los testigos oculares empezaron a morir, era más y más necesario tener narraciones escritas de lo que ellos habían visto y oído. Estos Evangelios escritos fueron utilizados para evangelizar, para catequizar a nuevos convertidos, y probablemente formaban parte del culto de los primeros cristianos (Luc 1:1-4). En la INTRODUCCIÓN de cada Evangelio, trataremos de mostrar su cualidad distintiva.
¿Por qué cuatro Evangelios? Aunque se escribieron muchos otros relatos del evangelio, únicamente cuatro fueron considerados dignos de ser incluidos en el Nuevo Testamento. Los otros evangelios fueron escritos más tarde y su fiabilidad era dudosa. Aunque contienen parte de la información que está en los cuatro Evangelios canónicos, también agregan mucho que evidentemente se debe a la imaginación y la leyenda (como el cuento de que Jesús condenó a muerte a un muchacho porque le había tirado al suelo, según se informa en un escrito apócrifo de los gnósticos que se conoce por 1 Infancia). Además, muchas veces intentaban reforzar puntos de vista heréticos o sectarios.
La iglesia primitiva distinguía estos evangelios de los verdaderos y consideraba los apócrifos como de mucha menor importancia. Una de las razones es que los cuatro Evangelios fueron escritos por apóstoles o alguno de sus asociados íntimos. Concilios eclesiásticos posteriores confirmaron la autenticidad de estos libros e incluyeron únicamente los cuatro en el canon, o colección de libros reconocidos como inspirados y autoritativos.
Los Evangelios fueron escritos para los cuatro grupos generales en el primer siglo. Mateo fue escrito para los judíos; Marcos, para los romanos; Lucas, para otros paganos gentiles; y Juan, para los cristianos.
¿Qué son los Evangelios sinópticos? Mateo, Marcos y Lucas presentan tanto material similar acerca de la vida de Cristo, como un examen rápido de una armonía de Su vida mostrará. Dan una visión más o menos común de sus actividades y enseñanzas y de la cronología de los acontecimientos. Por estas razones se llaman los Evangelios sinópticos (de synopsis, una vista conjunta). Por ejemplo, todos (menos 31) versículos en Marcos tienen paralelos o en Mateo o en Lucas. Por otra parte, mucho del material en el Evangelio de Juan es único, y está organizado en largos discursos. Las diferencias en los cuatro Evangelios se solventan sin contradicciones y las similitudes se complementan mutuamente. El resultado es una descripción comprensiva cuádruple del ministerio redentor de Jesucristo.
INTRODUCCIÓN AL EVANGELIO SEGÚN MATEO
AUTOR: Mateo
FECHA: Década de los años 60
Paternidad literaria Mateo, que tenía por apellido Leví (Mar 2:14) era recaudador de impuestos judío (publicano) para el gobierno romano (Mat 9:9). Por su colaboración con los romanos, a quienes los judíos odiaban como dominadores de su país, Mateo (y todos los publícanos) era despreciado por sus compatriotas judíos. Sin embargo, Mateo respondió al llamado sencillo de Jesús para seguirle. Después del relato del banquete que dio para sus colegas para que ellos también pudiesen conocer a Jesús, no se le menciona de nuevo excepto en la lista de los doce (Mat 10:3; véase también Hch 1:13). La tradición dice que predicó en Palestina durante una docena de años después de la resurrección de Cristo y entonces fue a otras tierras, pero no hay seguridad de esto.
El enfoque distintivo de Mateo Mateo fue escrito a judíos para contestar sus preguntas acerca de Jesús de Nazaret, quien afirmaba ser su Mesías. ¿Era en realidad el Mesías predicho en el Antiguo Testamento? Si lo era, ¿por qué no establecía el reino prometido? ¿Será establecido algún día? ¿Cuál es el propósito de Dios mientras tanto? Por esto, en este Evangelio, se habla muchas veces de Jesús como el Hijo de David y Él que cumple las profecías del Antiguo Testamento del Mesías; y el reino de los cielos es el tema de una gran parte de la enseñanza relatada.
Mateo también se caracteriza por incluir a personas fuera del judaísmo. Los últimos versículos narran la comisión de ir a todo el mundo, y sólo en Mateo aparece la palabra iglesia en los Evangelios (Mat 16:18; Mat 18:17). Jesús también es llamado el Hijo de Abraham (Mat 1:1), porque en Abraham «serán benditas todas las familias de la tierra» (Gén 12:3).
Fecha Aunque a veces se ha fechado el Evangelio en los años 80 ó 90, el hecho de que se considera la destrucción de Jerusalén en 70 d.C. como un acontecimiento todavía futuro (Mat 24:2), parece exigir una fecha anterior. Algunos creen que éste fue el primero de los Evangelios que se escribió (alrededor de 50), mientras otros creen que no fue el primero y que se escribió en los años 60.
Contenido Partes importantes de Mateo son el Sermón del Monte (caps. Mat 5:1-48 – Mat 7:1-29), incluyendo las Bienaventuranzas (Mat 5:3-12) y el Padre Nuestro (Mat 6:9-13); las parábolas del reino (cap. Mat 13:1-58); y el discurso en el Monte de los Olivos acerca de acontecimientos futuros (caps. Mat 24:1-51; Mat 25:1-46). El tema del libro es Cristo el Rey, y el bosquejo refleja ese tema.
BOSQUEJO DEL EVANGELIO DE MATEO
I) La Persona del Rey, Mat 1:1 – Mat 4:25
A) Su trasfondo, Mat 1:1-17
B) Su nacimiento, Mat 1:18 – Mat 2:23
1. El anuncio del nacimiento, Mat 1:18-25
2. La adoración del niño, Mat 2:1-12
3. El desarrollo del niño, Mat 2:13-23
C) Su bautismo, Mat 3:1-17
D) Su tentación, Mat 4:1-11
E) Su inauguración, Mat 4:12-25
II) La predicación del Rey, Mat 5:1 – Mat 7:29
A) El cuadro de la vida del reino, Mat 5:1-16
B) Los preceptos para la vida del reino, Mat 5:17-48
1. La ley de Moisés, Mat 5:17-20
2. La ley del asesinato, Mat 5:21-22
3. La ley de la reconciliación, Mat 5:23-26
4. La ley del adulterio, Mat 5:27-30
5. La ley del divorcio, Mat 5:31-32
6. La ley de los juramentos, Mat 5:33-37
7. La ley de la no resistencia, Mat 5:38-42
8. La ley del amor, Mat 5:43-48
C) La práctica de la vida del reino, Mat 6:1 – Mat 7:12
1. Con relación a la limosna, Mat 6:1-4
2. Con relación a la oración, Mat 6:5-15
3. Con relación al ayuno, Mat 6:16-18
4. Con relación al dinero, Mat 6:19-24
5. Con relación a la ansiedad, Mat 6:25-34
6. Con relación al juzgar, Mat 7:1-5
7. Con relación a la prudencia, Mat 7:6
8. Con relación a la oración, Mat 7:7-11
9. Con relación a otros, Mat 7:12
D) La prueba de la vida del reino, Mat 7:13-29
III) La prueba del Rey, Mat 8:1 – Mat 9:38
A) 1ª. Evidencia: Poder, Mat 8:1-34
1. Poder sobre la contaminación, Mat 8:1-4
2. Poder sobre la distancia, Mat 8:5-13
3. Poder sobre la enfermedad, Mat 8:14-17
4. Poder sobre los discípulos, Mat 8:18-22
5. Poder sobre la profundidad del mar, Mat 8:23-27
6. Poder sobre los demonios, Mat 8:28-34
B) 2ª. Evidencia: Perdón, Mat 9:1-17
1. Perdón de un paralítico, Mat 9:1-8
2. Perdón de un publicano, Mat 9:9-13
3. Problema acerca del ayuno, Mat 9:14-17
C) 3ª. Evidencia: Poder, Mat 9:18-38
1. Poder sobre la muerte, Mat 9:18-26
2. Poder sobre la oscuridad, Mat 9:27-31
3. Poder sobre la mudez, Mat 9:32-34
4. Poder sobre la enfermedad, Mat 9:35
5. Compasión por la gente, Mat 9:36-38
IV) El programa del Rey, Mat 10:1 – Mat 16:12
A) El programa anunciado, Mat 10:1 – Mat 11:1
B) El programa atestiguado, Mat 11:2 – Mat 12:50
1. Por consolar a los discípulos de John, Mat 11:2-19
2. Por condenar a las ciudades, Mat 11:20-24
3. Por llamar a todos a sí mismo, Mat 11:25-30
4. Por controversias sobre el día de reposo, Mat 12:1-13
5. Por condenación de los fariseos (el pecado imperdonable), Mat 12:14-37
6. Por ciertas señales, Mat 12:38-45
7. Por parentescos cambiados Mat 12:46-50
C) El programa alterado, Mat 13:1-52
1. El sembrador, Mat 13:1-23
2. El trigo y la cizaña, Mat 13:24-30
3. La semilla de mostaza, Mat 13:31-32
4. La levadura, Mat 13:33
5. El trigo y la cizaña, Mat 13:34-43
6. El tesoro escondido, Mat 13:44
7. La perla de gran precio, Mat 13:45-46
8. La red, Mat 13:47-50
9. El padre de familia, Mat 13:51-52
D) El programa atacado, Mat 13:53 – Mat 16:12
1. Ataque por sus conciudadanos Mat 13:53-58
2. Ataque por Herodes, seguido por milagros (5.000 alimentados y Jesús camina sobre el mar), Mat 14:1-36
3. Ataque por los escribas y los fariseos, seguido por milagros (la hija de la mujer cananea sanada y 4.000 alimentados), Mat 15:1-39
4. A taque por los fariseos y los saduceos, Mat 16:1-12
V) La pedagogía del Rey, Mat 16:13 – Mat 20:28
A) Acerca de Su Iglesia (la confesión de fe de Pedro), Mat 16:13-20
B) Acerca de Su muerte, Mat 16:21-28
C) Acerca de Su gloria (la transfiguración), Mat 17:1-21
D) Acerca de Su entrega a traición, Mat 17:22-23
E) Acerca de los impuestos, Mat 17:24-27
F) Acerca de la humildad. Mat 18:1-35
1. Ilustrada en la fe propia de los niños, Mat 18:1-6
2. Ilustrada en la preocupación por los perdidos, Mat 18:7-14
3. Ilustrada en la disciplina en la iglesia, Mat 18:15-20
4. Ilustrada en el perdón continuo, Mat 18:21-35
G) Acerca de los problemas humanos, Mat 19:1-26
1. Problemas físicos, Mat 19:1-2
2. El divorcio y el segundo matrimonio, Mat 19:3-12
3. Los niños, Mat 19:13-15
4. La riqueza, Mat 19:16-26
H) Acerca del reino. Mat 19:27 – Mat 20:28
1. Recompensas en el reino, Mat 19:27-30
2. Reconocimiento en el reino, Mat 20:1-16
3. Rango en el reino, Mat 20:17-28
VI) La presentación del Rey, Mat 20:29 – Mat 23:39
A) El poder del Rey, Mat 20:29-34
B) La presentación del Rey, Mat 21:1-11
C) La purificación por el Rey, Mat 21:12-17
D) La maldición de la higuera, Mat 21:18-22
E) El desafío al Rey, Mat 21:23-27
F) Las parábolas del Rey, Mat 21:28 – Mat 22:14
1. La rebelión de la nación, Mat 21:28-32
2. La retribución sobre la nación, Mat 21:33-46
3. El rechazo de la nación, Mat 22:1-14
G) Las declaraciones del Rey, Mat 22:15 – Mat 23:39
1. En respuesta a los herodianos, Mat 22:15-22
2. En respuesta a los saduceos, Mat 22:23-33
3. En respuesta a los fariseos, Mat 22:34-40
4. Al preguntar a los fariseos, Mat 22:41-46
5. Acerca de los fariseos, Mat 23:1-36
6. Acerca de Jerusalén, Mat 23:37-39
VII) Las predicciones del Rey, Mat 24:1 – Mat 25:46
A) La destrucción del Templo, Mat 24:1-2
B) Las preguntas de los discípulos, Mat 24:3
C) Las señales del fin de la edad, Mat 24:4-28
D) La señal de Su venida, Mat 24:29-31
E) Las ilustraciones, Mat 24:32 – Mat 25:46
1. La higuera, Mat 24:32-35
2. Los días de Noé, Mat 24:36-39
3. Los dos, Mat 24:40-41
4. El fiel padre de familia, Mat 24:42-44
5. El siervo prudente, Mat 24:45-51
6. Las diez vírgenes, Mat 25:1-13
7. Los talentos, Mat 25:14-30
8. El juicio de los gentiles, Mat 25:31-46
VIII) La pasión del Rey, Mat 26:1 – Mat 27:66
A) La preparación, Mat 26:1-16
B) La pascua, Mat 26:17-30
C) La traición, Mat 26:31-56
D) Las audiencias, Mat 26:57 – Mat 27:26
1. Ante el sumo sacerdote, Mat 26:57-75
2. Ante el sanedrín, Mat 27:1-10
3. Ante Pilato, Mat 27:11-26
E) La crucifixión, Mat 27:27-66
1. Los preliminares, Mat 27:27-44
2. La muerte, Mat 27:45-56
3. La sepultura, Mat 27:57-66
IX) El poder del Rey, Mat 28:1-20
A) La conquista, Mat 28:1-10
B) El complot, Mat 28:11-15
C) La comisión, Mat 28:16-20
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Jesucristo. El nombre «Jesús» viene del griego (y latín) para el hebreo «Yeshuah» (Josué), que significa «Yahweh es salvación». «Cristo» viene del griego para el hebreo Meshiah (Mesías), que significa «el ungido».
Hijo de David era un título mesiánico altamente popular en esa época. La genealogía se traza aquí a través de José, el padre legal (aunque no natural) de Jesús, y establece Su demanda y Su derecho al trono de David (Mat 1:6). La genealogía en Luc 3:23-38 es evidentemente la de María, aunque algunos creen que también es de José, asumiendo que Matán (Mat 1:15) y Matat (Luc 3:24) eran la misma persona, y que Jacob (Mat 1:16) y Elí (Luc 3:23) eran hermanos (siendo uno el padre de José, y el otro su tío). Véase nota en Luc 3:23.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
9 (I) Nacimiento y comienzos (1,1-4,22).
(A) La genealogía de Jesús (1,1-17). 1.libro. Al llamar libro a su obra, Mateo puede sugerir que su escrito es un libro de texto o un manual para los dirigentes de la Iglesia (con un marco narrativo). Contrasta con el título «evangelio» (una forma de predicación) que da Marcos a su obra y la presentación que hace Lucas de la suya como «relato» (en los versículos iniciales). El paralelo más cercano de Mateo es Jn 20,30, biblion. genealogía: La palabra griega genesis podría traducirse por «nacimiento», «comienzo» y «genealogía», además de que pueda aludir al libro veterotestamentario de la creación. Es difícil decidir dónde se encuentra el matiz específico. La palabra aparece una vez en el v. 18 con el significado de «nacimiento»; en este contexto introduce la genealogía de los w. 2-16. Jesús, Cristo: Se presenta al personaje central del libro; según la etimología popular, Jesús, forma griega de Joshua, significa «salvador» o «Dios salva» (originaria y más correctamente significa «¡Yahvé! ¡Ayúdanos!»). Cristo, la traducción griega de mesías significa «el ungido». En tiempos de Jesús se esperaba a varios personajes que llevarían a cabo la salvación y que recibirían la unción: reyes, sacerdotes y profetas (1 QS 9,10-11). En griego tiene también la connotación de «afable», porque suena como otra palabra que tiene este significado, el hijo de David: El término significa, en este contexto, el último sucesor del rey David y el restaurador de Israel como pueblo de Dios, libre y soberano. Sólo Mateo subraya el carácter de Jesús como el Cristo regio, no obstante el hecho de que Jesús sea llamado hijo de David en todos los escritos principales del NT excepto en la carta a los Hebreos. El título podría perfectamente remitir a una tradición familiar. Es un término restrictivo, que, rápidamente, se matiza mediante el título más inclusivo de «hijo de Abrahán», puesto que Abrahán era el «padre de todos los creyentes» (Rom 4,11), incluyendo a los gentiles (Gál 3,7-9). Este versículo condensa dos elementos importantes. Forma un paréntesis con el v. 17 en tomo a la genealogía. Este paréntesis o inclusio contiene un quiasmo o composición anular y la estmctura de los w. 2-16 en orden inverso: Cristo, David, Abrahán, mientras que en el v. 17 el orden es: Abrahán, David, Cristo. Pero también forma un paréntesis (implícitamente) con 28,19 sobre el libro entero, en el que la fe en Cristo se ofrece en primer lugar a Israel (10,6; 15,24) y después a los gentiles o las naciones (28,19).
10 2-16. La genealogía de Jesús, desde Abrahán a José (cf. Lc 3,23-38). Raras veces ha comenzado un libro tan importante de modo tan repelente. Es una forma de comenzar típica del Próximo Oriente (cf. Números, Josué, Crónicas, o las Memorias del rey Abdullah de Jordania, que comienza la lista de sus antepasados hasta remontarse a Mahoma). Aunque difícil de entender para el lector moderno, la genealogía enseña una lección importante. De forma breve, incorpora toda la historia y el pensamiento del AT en el Evangelio como el antecedente próximo de Jesús. En efecto, lo que dice es que, si se quiere conocer y comprender a Jesús, debe leerse el AT (y la literatura intertestamentaria). Esto explica su alta densidad.
La genealogía se divide en tres partes, y cada parte consta de 14 generaciones (v. 17). Esta disposición sugiere que se trata de una elaboración esquemática que no es totalmente histórica, al menos en cuanto que en la segunda parte se han omitido cinco nombres para poder llegar al v. 14. Las fuentes de la primera parte son Rut 4,18-22 y 1 Cr 1,34-2,15, a las que se han añadido los nombres de dos mujeres, Rajab y Rut (Tamar se encuentra en 1 Cr); la fuente de la segunda parte es 1 Cr 3,1-16; para la frase sobre el exilio (w. 11-12); cf. 2 Re 24,14; Jr 27,20; y para los primeros tres nombres de la tercera parte, cf. Esd 3,2; Ag 2,2; 1 Cr 3,16-19. Los nombres que siguen pueden proceder de la tradición oral. Todos aparecen en la Biblia pero no están relacionados genealógicamente. La monotonía de la genealogía se rompe por la mención del título de David, la referencia al exilio y, especialmente, por la mención de cinco mujeres: Tamar (cf. Gn 38), Rajab (cf. Jos 2), Rut, Betsabé, la mujer de Urías (cf. 2 Sm 11,1-27) y María. ¿Por qué se nombra a estas mujeres? Las respuestas más antiguas decían que, aparte de María, todas eran pecadoras (¿pero y Rut?), o que todas eran gentiles o prosélitas (así Lutero, pero esto está poco claro). Hoy se piensa que (a) había algo extraordinario o irregular en su unión conyugal; y (b) mostraron tener iniciativa y desarrollaron una importante función en el plan de Dios. Puesto que Mateo no tiene especial predilección por las mujeres, su presencia es totalmente sorprendente (para más información, MNT 77-83). 16. Este versículo se construye con gran cuidado para evitar decir que Jesús era hijo de José. Resulta ciertamente paradójico presentar una genealogía a través de José únicamente para romper el modelo al final. Pero la ruptura de modelos es una característica de todo el evangelio. 17. El modelo numérico que se impone a las fuentes refleja una técnica exegética rabínica llamada gematria (corrupción del término «geometría»). El simbolismo numérico podría suponer el valor númerico de las consonantes del nombre hebreo de David dwd (d = 4; w = 6; 4 + 6 + 4 = 14). Así, toda la lista sería davídica. Hay también 14 nombres en la cadena rabínica de la tradición en ’Abot y ’Abot R. Nat., pero desde Moisés hasta Hillel. No se trata de una lista de descendientes de sangre sino de sucesión en el magisterio, y quizá estaba modelada según las listas de los titulares de las escuelas filosóficas griegas. Otro problema afecta a la tercera serie de nombres, en la que encontramos 13 en lugar de 14. Se han propuestos varias soluciones: ¿Es Cristo el decimocuarto? ¿Está reservado el lugar decimocuarto para el Hijo del hombre? ¿Supone Mateo una generación entre la segunda y tercera sección, dado que Joaquín era el padre de Jeconías? El problema no está resuelto.
11 (B) El nacimiento de Jesús (1,18-25).
La unión de la genealogía a esta sección, la combinación de dos episodios (aparición angélica en sueños; anunciación del nacimiento), que pueden haber tenido orígenes independientes, y la incorporación de una cita de cumplimiento, hacen de ésta la sección más complicada de todo el relato de la infancia. Muestra parecidos estructurales con 21,1-7. 18. el nacimiento de Jesús el Cristo: En Judea, los desposorios incluían el derecho de cohabitación. Los tratados de la Misná mYebam 2,4 y mNid 5,6.7 establecen la edad normal para los desposorios de las chicas a los doce años y medio, pero estas normas podrían no haber estado vigentes en Galilea. El texto enseña la concepción virginal de Jesús, pero permanece en silencio sobre la virginidad perpetua de María, aunque no la excluye. La intervención divina en el nacimiento del elegido por Dios era tradicional en la fe de Israel (Isaac, Gn 18,11-14; Jacob, Gn 25,21; Samuel, 1 Sm 1,4-20), pero Mateo va más allá al sustituir la función del varón, el Espíritu Santo: Es una expresión tardía del AT que se refiere a lo que normalmente se denominaba «el espíritu de Dios». Aparece sólo tres veces en el TM (Sal 61,13; Is 63,10-11). El espíritu de Dios es el origen de la vida humana en Ez 37,1-14; Job 27,3; Is 42,5, y está activo en la creación según Gn 1,2. Aquí nos encontramos con un caso particular, concreto y especial de esa actividad creadora. (A menudo se citan paralelos extrabíblicos: Plutarco, Vida de Numa Pompilius 4,4; Filón, De Cher. 40-52; 2 Hen 23 [71], pero tienen poco en común). La concepción virginal puede interpretarse como signo físico externo de una realidad invisible y más profunda, el nacimiento del Hijo de Dios. 19. un hombre justo: La justicia de José consiste en ser obediente a la ley (Dt 22,20.21), pero ésta está mitigada por su compasión, lo que le evita imponer la pena completa de la ley, la lapidación, en secreto: En contraposición con el proceso por ordalía mediante las aguas de la vaquilla roja (Nm 5,11-
31) . 20. he aquí que: Es una partícula introductoria favorita de Mateo, en sueños: El término griego onar se encuentra en la Biblia solamente en Mateo, y únicamente en los caps. 1-2 y en 27,19. ángel del Señor: Explica a José por qué María no es adúltera, algo que el lector ya sabe desde el v. 18. 21. ¿fe sus pecados: El evangelista explota la etimología popular del nombre de Jesús (cf. comentario sobre v. 1). Se usa «salvación de pecados» porque la opresión, el exilio y el dominio extranjero eran considerados como castigo por los pecados; la opresión también implicaba una separación de Dios, la esencia del pecado, puesto que impedía la obediencia a los mandamientos. Jesús logrará esta «salvación» a través de su muerte (26,28), pero también mediante la proclamación del reino de Dios (4,17). El conflicto con un rey cruel en el cap. 2 apoya esta interpretación. 22. Este versículo contiene una fórmula que introduce una cita del AT. La fórmula de cumplimiento aparece 10 veces en Mateo (→ 7 supra). Muestra un interés por el cumplimiento de la Escritura, en general de forma plena, y los dos verbos en voz pasiva, «se cumpliera» y «anunciado», presuponen a Dios como agente, acentuando así la iniciativa divina. Las citas funcionan como reflexión del evangelista sobre el significado de los acontecimientos de la vida de Jesús y actúan como vehículos de continuidad en medio de la discontinuidad impuesta por la nueva acción de Dios en Cristo. 23. una virgen concebirá: Se piensa que el tipo textual utilizado para las diez citas de las fórmulas de cumplimiento es, en general, resultado de un solapamiento realizado por el evangelista sobre la base de su estudio del AT en versión hebrea, griega y aramea. Puesto que esto no podría realizarse sin una biblioteca, se ha postulado que el evangelio es el producto de una escuela cristiana primitiva de altos estudios bíblicos. Aquí se cita a Is 7,14, que presenta el término hebreo alma, «doncella», donde el griego 1 ee parthenos, «virgen». Muy probablemente, Mateo conocía ambas lecturas y eligió conscientemente la última. El hijo es un príncipe. Emmanuel… Dios con nosotros: Este título presenta una perspectiva fuertemente cristológica, aunque está expresado más en términos bíblicos de tipo funcional que en términos helenistas de tipo ontológico. Tras él hallamos dos temas veterotestamentarios. En su forma más clásica, la fórmula de la alianza se expresa en los siguientes términos: «Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo». Aquí aparece de forma más breve: Dios con nosotros. Esta fórmula se evoca en 18,20 y se repite de forma imponente en 28,20, es decir, al final del evangelio. Conectado con 1,23, este versículo forma un gran paréntesis que subraya fuertemente la idea de alianza. El segundo tema es el de la gloria o presencia (sékiná) de Dios, concebida normalmente como luminosidad resplandeciente que se cierne sobre individuos y grupos. Antes del NT no se discutían ni se analizaban las cuestiones relativas a la materialidad, corporeidad o personalidad de la shekinah como una realidad distinta de Dios. Los autores del NT, Mateo en particular, parecen ser los primeros en identificar la shekinah con una persona. Pero la identificación encontraba ya un punto de apoyo en Is 8,8.10. A la pregunta que hacía Salomón en 1 Re 8,27 se le da una nueva respuesta. 24. hizo: Como los patriarcas en el libro del Génesis, José obedece el mandato divino. 25. hasta: La expresión idiomática por sí misma no afirma ni niega la virginidad perpetua de María. Al dar nombre al niño, José actúa como padre legal. Pero resulta paradójico que le ponga por nombre Jesús y no Emmanuel. El contexto sugiere que Jesús es quien cumple la profecía del Emmanuel.
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
He aquí los versículos con los cuales empieza el Nuevo Testamento. Leámoslos siempre con respeto y reverencia. Cada página de este libro fue escrita por inspiración del Espíritu Santo.
Diariamente rindamos gracias a Dios por habernos dado las Santas Escrituras. Cualquiera, por iliterato que sea, si comprende la Biblia, sabe más en materia de religión que los más sabios filósofos de la antigüedad pagana.
Tengamos presente nuestra grave responsabilidad. En el último día todos seremos juzgados según los conocimientos y las luces que hubiéramos recibido de lo alto. A quienes mucho se ha dado, mucho se les exigirá.
Leamos la Biblia reverente y cuidadosamente, y con la firme resolución de creer y practicar lo que en ella hallemos. No es materia de poca entidad el hacer buen o mal uso de este libro. Al leerlo imploremos humildemente las luces del Espíritu Santo. El únicamente, puede hacer que la verdad penetre en nuestros corazones y que nos sea de provecho lo que leamos.
El Nuevo Testamento principia con la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Ninguna parte de la Biblia es tan importante como esta, y ninguna es tan abundante en detalles y tan completa. Cuatro distintos Evangelios nos refieren la historia de los hechos y de la muerte de Cristo. Cuatro veces leemos la preciosa narración de sus obras y palabras. ¡Cuan agradecidos debemos esta por ello! Comprender a Cristo es vida eterna. Creer en Cristo es tener paz con Dios. Seguir a Cristo es ser cristiano verdadero. Estar con Cristo será el mismo cielo. Jamás podemos saber acerca de Jesucristo más de lo debido.
El Evangelio de S. Mateo empieza con una larga lista de nombres. Diez y seis versículos delinean la genealogía desde Abrahán hasta David y desde David hasta la familia de la cual nación Jesús. Que nadie piense que estos versículos son inútiles. Nada es inútil en la creación. El más pequeño musgo, y los insectos apenas perceptibles sirven para algo bueno. No hay nada inútil en la Biblia. Cada palabra en ella es inspirada. Los capítulos y versículos que a primera vista parecen de poco provecho, nos han sido transmitidos con algún buen designio. Leed otra vez estos diez y seis versículos, y encontraréis en ellos lecciones útiles e instructivas.
Aprenden, en esta lista d nombres, que Dios siempre cumple su palabra. El había prometido que en la familia de Abrahán todas las naciones de la tierra serían benditas; que un Salvador había de salir de la familia de David. Gen.12.3; Isaías 11.1. Estos diez y seis versículos prueban que Jesús descendió de David y de Abrahán, que la promesa de Dios se cumplió. Los impíos deberían acordarse de esta lección y atemorizarse. Poco importan lo que ellos piensen: Dios cumplirá su palabra. Si no se arrepienten perecerán infaliblemente. Los verdaderos cristianos deberían recordar esta lección y consolarse. Su Padre celestial será fiel a todas sus promesas. Ha dicho que salvará a todos los que crecen en Cristo. Puesto que lo ha dicho, sin duda que lo hará. «El permanece fiel: no puede negarse a si mismo» 2 Tim.2.13 Aprended también en esta lista de nombres a conocer la maldad y corrupción de la naturaleza humana. Observad en este catálogo de cuantos padres piadosos tuvieron hijos malvados e impíos. Los nombres de Roboam, Joroam, Amón y Jeconías nos presentan ejemplos que deben hacernos sentir humillados. Aunque tuvieron padres piadosos ellos fueron malvados. La gracia no es herencia de las familias. Se necesita algo más que buenos ejemplos y buenos consejos para hacernos hijos de Dios. Los que renacen, no son engendrados de la sangre ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios. Juan 1.13.
Los padres que tienen la costumbre de orar deberían rogar noche y día que sus hijos sean santificados por el Espíritu Santo.
Aprended finalmente en esta lista de nombres, cuan grande es la misericordia y compasión de nuestro Señor Jesucristo. Meditad acerca de lo corrompido e inmundo de nuestra naturaleza; y después reflexionad cuanto condescendencia fue la de Jesús en haber nacido de una mujer, «y hecho a semejanza de los hombres.
Algunos de los nombres que leemos en este catálogo nos traen a la memoria historias vergonzosas y melancólicas. Algunos son de personas que no se mencionan en ninguna parte de la Biblia. Mas al fin de los suyos se encuentra el nombre del Señor Jesucristo. Aunque El es el eterno Dios, se humilló tomando sobre Si nuestra naturaleza para salvar a los pecadores. «Aunque El era rico, por nosotros se hizo pobre.
Siempre deberíamos leer este catálogo con sentimientos de gratitud. Vemos en el que nadie que participe de la naturaleza humana está fuera del alcance de la misericordia y compasión de Cristo. Nuestros pecados pueden haber sido tan negros y enormes como los cometidos por cualquiera de las personas cuyos nombres menciona S. mateo. Pero ellos no pueden cerrarnos la puerta del cielo, si nos arrepentimos y creemos en el Evangelio. Si Jesús no se avergonzó de hacer de una mujer, cuya genealogía contiene tales nombres como los que hemos leído, no hay motivo para pensar que se desdeñará de llamarnos hermanos y darnos la vida eterna.
Fuente: Los Evangelios Explicados
Libro… Lit. un libro. Se registra otra línea genealógica → Luc 3:23-38; genealogía… El orden inverso (David-Abraham) pretende resaltar a Jesús como Rey; JESUCRISTO… → §046.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
→ §170 (Número 7).
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Lit. un libro. Se infiere otra línea genealógica g Luc 3:23-38.
1.1 El orden inverso David – Abraham resalta a Jesús como Rey de Israel.
1.1 Mesías. Esto es, Cristo g §046.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
Genealogía de Jesucristo, según la carne. El ángel revela a José el modo con que había concebido la Virgen. Nacimiento del Señor.
1 a. Esto es, descendiente de David y de Abraham, según la carne, como se ve por el árbol genealógico que aquí se pone.
3 b. De Tamar su nuera, y por tanto de un incesto; porque como Cristo vino a redimir pecadores, no rehusó nacer de pecadores. Por esta misma razón quiso que se nombrasen también Bersabé adúltera, y Rahab y Ruth, que fueron extranjeras y de humilde condición.
6 c. Mujer.
8 d. Joram no fue padre inmediato de Ozías, sino tercer abuelo; porque Joram engendró a Ocozías; Ocozías a Joás; Joás a Amasías; y Amasías a Ozías (1Cro 3,12). El profeta Elías había anunciado a Achab rey de Israel el exterminio de toda su descendencia. Y el Evangelista, al parecer, quiso ejecutar esta sentencia por una especie de muerte civil, a lo menos hasta la cuarta generación, en la genealogía de Jesucristo, porque Joram estuvo casado con Atalía hija de Achab, de la cual tuvo a Ocozías padre de Joás, que lo fue de Amasías, y este de Ozías, que también se llamó Azarías (2Cro 3).
11 e. A Jeconías: se debe entender no inmediatamente, sino por medio de Joaquim padre de Jeconías (1Cro 3,15-16). Este Joaquim no mereció tener lugar en la sepultura de los reyes de Judá (Jer 22,8). Y por esta razón San Mateo creyó, que tampoco debía ponerse en la genealogía de Jesucristo. Y sus hermanos: quiere decir, y a su hermano Sedecías (1Cro 3,16); o si tuvo otros, no los nombra la Escritura hebrea. En el tiempo, o hacia el tiempo de la transmigración, porque Josías ya había muerto, cuando sucedió ésta; la cual comenzó en el reinado de Joaquim su hijo, y se continuó en el de Jeconías (2Re 24,15 y 2Cro 36,1-2). En algunos manuscritos se lee: iosías dé egénnese tón iakéim: iakéim dé egénnese tón iekosían (Josías engendró a Jacim: Jacim engendró a Jeconías), etc., con la cual adición se completan las veinte y ocho generaciones que cuenta San Mateo desde David hasta Jesucristo; pues sin ella quedan defectuosas: a no ser que contemos en esta genealogía a María santísima, honra, que por haber concebido a Jesucristo sin comercio de varón, le hacen muchos, no obstante que las mujeres no tenían lugar en las genealogías.
f. MS. En el traspassamiento de Babilonia. En la cautividad.
12 g. Verificada ya la transmigración, y durante ella.
16 h. José era esposo y verdadero marido de María, non concubitu, sed affectu; non commixtione corporum, sed copulatione, quod est carius, animorum (no por cohabitación, sino en el afecto; no por conjunción de los cuerpos, sino por la unión de sus almas, lo cual es más íntimo), dice San Agustín, Contra Fausto, lib. XXIII, cap. VIII, y ésta es la sentencia más seguida de los Padres. Mandaba Dios a los israelitas, que no emparentasen sino con personas de la misma tribu y familia (Núm 36,6-8). Y por esto el árbol genealógico de San José, que pone aquí el Evangelista, es el mismo que el de María; por lo que siendo verdadera Madre de Jesucristo, se prueba evidentemente que este Señor era verdadero descendiente de David. Demás de esto, Jesucristo había sido prometido, como hijo de la mujer, y como hijo de David; esto es, como hombre y como rey. Para que se viese el cumplimiento de esta doble promesa, San Lucas, en su genealogía, hace subir hasta Adán su línea materna, de la cual nació hombre; y San Mateo en este lugar, para mostrar que era de la familia real de David, la trae desde este rey hasta José, que era tenido por su padre.
i. Cristo, nombre griego, que corresponde al hebreo Mesías, y quiere decir el Ungido. David en el Sal 64,9, dice, que fue ungido con óleo más abundante y grueso que todos los otros; de manera que sólo él es reconocido por el nombre de Cristo, cuando no se añade otro. Siendo Dios, se hizo hombre para ser ungido; y era de tal suerte hombre, que al mismo tiempo era Dios. Fue ungido como rey, como profeta y como sacerdote, quedando en su Encarnación sumo Pontífice de la ley nueva (Sal 99,4).
18 j. Esto es, prometida, según la loable antiquísima costumbre de interponer un cierto espacio de tiempo entre la promesa o esponsales, y la celebración o consumación del matrimonio (Gén 19,14; Dt 20,7; 22,23).
k. El Evangelista nos refiere lo que sucedió en verdad; esto es, que María concibió en su seno virginal, antes que José la conociese. Mas de aquí no se ha de inferir que la conociese después; porque la Iglesia tuvo siempre por herejes a los que afirman esto. San Jerónimo.
l. Esto es, por virtud y operación milagrosa y sobrenatural del Espíritu Santo. La concepción del Verbo, aunque común a todas tres divinas Personas, se atribuye especialmente al Espíritu Santo; porque así como se atribuye al Padre el poder, y al Hijo la sabiduría, del mismo modo se atribuyen al Espíritu Santo las obras de caridad y de santidad; y entre éstas la principal y la mayor fue la Encarnación del Verbo Eterno.
19 m. La palabra latina vir, como la griega anér, es común al prometido, o que tiene dados esponsales, y al casado, como la voz esposo entre nosotros.
n. Se hallaba perplejo, sin saber qué partido tomar. Por una parte, su rectitud, viendo la preñez de la Virgen, le inclinaba a no vivir en su compañía; por otra, la estimación y concepto en que la tenía, no le permitían exponerla al rigor de la ley; y así se determinó a dejarla secretamente.
o. El Griego: paradeigmatísai, significa: Hacer un ejemplar, o un escarmiento; acusándola en juicio como adúltera, o repudiándola públicamente, como mandaba Dios en el Dt 24,1.
20 p. Llevándola por la primera vez a su casa, o continuando en vivir con ella, según los diversos pareceres de los intérpretes.
q. Lo que ha concebido en su purísimo vientre.
21 r. Salvador, o salud. Este es el nombre que propiamente convenía al Hijo de Dios en su Encarnación; porque venía a merecer, y dar a su pueblo la salud eterna.
22 s. Para mostrar la conformidad del cumplimiento con la predicción. La predicción no fue ocasión del cumplimiento, sino que el profeta anunció lo que había de suceder, y estaba ya eternamente decretado. Es una de las más insignes profecías del Antiguo Testamento.
23 t. La Virgen. En el original encierra particular énfasis el artículo he parthénos, la Virgen, como si dijera: aquella Virgen o doncella, señalada y privilegiada, que Dios escogió ab aeterno, para que concibiese y pariese al Redentor del género humano.
25 u. Véase lo que dejamos dicho en la nota (v. 18, 6). Es frase de Escritura decir «hasta que», por «jamás» (Is 22,14). Este pecado no os será perdonado hasta la muerte; esto es, jamás.
v. De llamar el Evangelio hijo primogénito a Jesucristo, no se infiere que María tuviese después otros, sino que no los tuvo antes. La ley ordenaba a los judíos ofrecer a Dios sus primogénitos. Para esto, luego que nacía el primero, se llamaba primogénito, naciesen o no después otros. De manera, que en tón protótokon, el artículo tón denota relación a aquel, de quien antes había hablado el ángel, y no distinción, como si después de Jesucristo hubiera tenido otros hijos.
Fuente: Notas Bíblicas
[1] El Nombre Verdadero de El Hijo Único de YHWH, recobrado como inicialmente apareció anterior a Sus días en la tierra, signficando YHWH quien hace la salvación. El uso de Yahoshua a diferencia de Y’shua, o Yahshua como el nombre de Moshiaj, grandemente depende en el contexto histórico. Para las Escrituras de Restauración Edición Del Nombre Verdadero, hemos optado por Yahoshua porque en términos de nuestra investigación, ésta era la forma que el Nombre tenía en términos de previo a la cautividad en Babilonia, al igual que su conexión clara en las Escrituras proféticas, tales como en Zac 6:11-12. Añada a eso el hecho que Yahshua vino en el nombre de Su Padre, que más obviamente contiene la letra hey como en Yahoshua. Sin embargo, en términos de lo que Moshiaj fue realmente llamado en el tiempo de Su primer advenimiento, ambos la Peshitta Aramea y los textos Antiguos Siríacos se refieren a El como yud-shen-vav-ayin en lugar de yud hey vav shen ayin. Hemos optado por el nombre completo incluyendo la letra hey como fue revelado anterior a la corrupción.
[2] La vav antigua pronunciada whh y no ve.
[3] Una Israelita no biológica y una prostituta por añadidura es considerada una Israelita porque ella voluntariamente se unió a Israel y realizó la orden de esconder a los espías. Ella es honrada como una Israelita al ser colocada en el linaje de Moshiaj.
[4] Rut llegó a ser una madre en Israel como una Israelita en el linaje de Moshiaj, sin embargo nunca fue considerada Judía.
[5] Urías fue un Heteo y sin embargo su esposa es considerada una Israelita, como lo fue él, ya que incluso él estaba en el ejército de David.
[6] En realidad aquí Mateo exluye a tres descendientes de Josofat (Ocozías, Joás, y Amasías), porque el hijo de Josofat, Joram, se casó con la hija del maldito Rey Acab (marido de Jezabel de la Casa de Israel) (2Cr 18:1, 2Cr 21:1, 2Cr 21:4-7). Así que mientras que YHWH no maldijo a la Casa entera de Judah, El sí maldijo a la Casa de Acab, y al entrar en matrimonio con la Casa de Acab, Joram trajo líneas sanguineas malditas dentro de la Casa de Judah, o el linaje de Solomón. Como tal, YHWH maldijo a tres generaciones del prole de Joram sin maldecir al linaje entero para siempre como visto en Exo 20:4-5, donde YHWH permite ese tipo de maldición por sólo tres generaciones antes de que sea levantada. Así que mientras ellos sí son contados, o registrados físicamente en otro lugar, ellos no pueden ser considerados ancestros de Moshiaj. Si Mateo hubiese incluído a los tres reyes que faltan tal como la mayoría del los anti-misioneros quieren que haga (Ocozías, Joás, y Amasías), su genealogía sería inválida y la mayoría de los Judíos lo habrían ridiculizado hasta menospreciarlo. Así que los así llamados tres reyes perdidos no están faltando en absoluto. YHWH a través de Mateo intencionalmente los excluye.
[7] YHWH maldijo a Conías en Jer 22:24-30. Esa maldición fue claramente levantada en su nieto Zorobabel, como fue confirmado por YHWH a través de Hageo en el capítulo 2 versos 20-23. En esos versos el sello de la sortija real de favor regio quitado de Conías es devuelto a Zorobabel. Además, la maldición fue para que Conías se quedara sin tener hijos, la cual vemos fue revertida ya que él ciertamente tuvo hijos. Este obstáculo para que Yahshua fuera Moshiaj ya no existe y fue quitado unos 500 años antes de Su nacimiento.
[8] El término Arameo gowra está mal traducido como “esposo” en todos los manuscritos Griegos. Gowra en contexto apropiado es un guardián, o un guardián legal, o tutor legal, como visto en la Torah en Deu 25:5-6 donde a los Israelitas se les ordena establecer un gowra, o un guardián legal. Lo más probable es que este José tomó el lugar del padre fallecido de María y llegó a ser su gowra como Booz lo hizo en Rut 2:20, donde él es llamado el gowra para Rut en el Targum Arameo. (Booz era el gowra de Rut antes de que él llegara a ser su esposo.) Este José (en el verso 16) fue el tutor legal de María. En el verso 19, sin embargo, la palabra Aramea/Hebrea es baalah que solamente puede significar “esposo.” La Peshitta Aramea claramente usa las dos palabras diferentes (gowra y baalah) para mostrar que un José (en el verso 16) era el tutor de María, mientras que el otro José (en el verso 19) era el marido de María. Con esta aclaración, vemos que verdaderamente hay 14 generaciones desde la cautividad Babilónica hasta el nacimiento de Yahshua (de acuerdo con la insistencia audaz de Mateo en el verso 17 que hay tres conjuntos de 14 generaciones), versus sólo 13 si los dos Josés hubiesen sido considerados como el mismo. Si contamos a José el gowra/tutor legal como #12, María como #13 y Yahshua como #14, tenemos un conjunto perfecto de 14. Por lo tanto esta genealogía es claramente la genealogía de María y no de José. Para poder ser el Moshiach, Yahshua tenía que heredar el trono de Solomón – no de Natán como enseña la Cristiandad. Natán nunca se sentó en el trono, y las muchas profecías de David indican que el linaje de el Moshiach sería solamente a través de Solomón y nunca a través de otro de sus hijos. Por lo tanto el relato de Lucas no da la genealogía de María, mientras que el relato de Mateo sí da la genealogía de María, ya que él cuenta a María como la número 13 en el conjunto final de 14, así permitiendo que el verso 17 haga sentido perfecto. Uno puede captar ésto sólo en el texto de la Peshitta Aramea, el cual no es sólamente el texto de primacía del cual todas las traducciones Griegas han venido, sino que también es el único que hace diferencia entre gowra y baalah.
[1] La gematría, o el valor numérico de David en Hebreo es 14. Los tres conjuntos de 14 indican que Yahshua es de la Casa real de David. Como visto en la nota de estudio # 5, cuando se usa la Peshitta Aramea, uno puede ver que habían tres conjuntos perfectos de 14, suprimiendo a los tres reyes malditos junto con el hacer distinción entre José el tutor legal y el José subsecuente, el esposo.
[2] Mateo ahora ha terminado con las genealogías del pasado habiendo establecido su argumento, y ahora cambia al futuro, separando aún más a los dos Josés después de haber hecho una suma neta del pasado en el verso 17.
[3] En ningún momento es este José el baalah, o esposo de María, alguna vez llamado el padre de Yahshua.
[4] Véase la nota de estudio en el verso 16 arriba.
[5] Mar-Yah, o Adon Yah en el Arameo propio.
[6] Israel.
[7] Almah en Hebreo, y parthenos en Griego y betulah en Arameo.
[8] Los “ellos” a quienes se refiere Mateo son los Judíos quienes esperaban al largamente anhelado Moshiaj, como Rashi y otros sabios han afirmado. La palabra “ellos” que menciona Mateo también es un eufemismo para los “profetas de Israel.”
[9] Un título, no un nombre. Los Judíos estaban esperando una visitación sobrenatural, y no a alguien con un nombre como “Immanu-El Glickstein.” Mateo, operando en el nivel remez/indicio de PaRDeS, toma la libertad de decir que a través de este nacimiento virginal, el concepto largamente sostenido de Moshiaj finalmente tomaría lugar – no que vendría un bebé que de hecho se llamará “Immanu-El.” Además, el título Hebreo contiene dos palabras más pequeñas (“Emanu” y “El”). Todos los profetas de Israel creían que Moshiaj era eterno (“El”) y que Moshiaj vendría a Israel (“Emanu,” o “con nosotros” en Israel) – confirmando aún más un concepto y no un nombre propio para Moshiaj.
[10] Un sustantivo propio personal, o nombre no puede ser interpretado, sino que tiene que ser transliterado. Pero el título común Emanu-El sí puede ser y es interpretado aquí.
[19] Se puede traduciry no queriendo exponerla a la infamia. O y no queriendo delatarla. Esta última traducción alude a la obligación del marido de delatar a su mujer adúltera.[22] Is 7, 14.
* O “Cristo.” Cristo es el término griego para decir “Mesías” en hebreo.
Biblia Peshitta 2006 Notas:
Mateo: Aram., Carazota du180?Matai, que se traduce el Mensaje o la Predicaciu243?n de Mateo. Atribuído tradicionalmente al apóstol Mateo (Leví) el publicano. Escrito alrededor del 65 d.C.
[1] 1.1 Aram., ‘Ishu M’shija, que se traduce Jesu250?s el Ungido o el Salvador Ungido. En idioma griego es Iesous Christos. u205?shu se deriva de Yehoshua que significa Yahweh salva. El nombre del Señor Jesucristo en idioma arameo es u205?shu M’shija.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat
Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento
Fuente: Peshitta en Español