Comentario de Mateo 11:25 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
En aquel tiempo Jesús respondió y dijo: “Te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños.
11:25 — En aquel tiempo, respondiendo Jesús (¿respondiendo a qué? probablemente a la situación que acaba de describir de la falta de arrepentimiento en las ciudades donde había hecho muchos milagros), dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos — Se refiere a los escribas, fariseos, los demás líderes de entre los judíos que se creían ser los sabios y entendidos. 1Co 1:1-31, “21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”. Muchos de los muy sabios del mundo (egresados de las universidades con títulos) son incrédulos. ¿Cómo se esconde el evangelio de ellos? Solamente en el sentido de que para ellos el evangelio es despreciativo. Esta misma verdad se enseña en Mat 13:1-58, “10 Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? 11 El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. 12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado 13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. 14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. 15 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane”. Jesús habló en parábolas y después las explicó a sus discípulos, y los incrédulos (insinceros) no entendían nada porque no querían entender.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
respondiendo Jesús. Luc 10:21.
Te alabo, Padre. 1Cr 29:13; Dan 2:23; Jua 11:41; 2Ts 2:13, 2Ts 2:14.
Señor del cielo y de la tierra. Gén 14:19, Gén 14:22; Deu 10:14, Deu 10:15; 2Re 19:15; Isa 66:1; Dan 4:35; Hch 17:24.
porque escondiste estas cosas de los sabios. Mat 13:11-16; Isa 5:21; Isa 29:10-14, Isa 29:18, Isa 29:19; Mar 4:10-12; Jua 7:48, Jua 7:49; Jua 9:39-41; Jua 12:38-40; Rom 11:8-10; 1Co 1:18-29; 1Co 2:6-8; 1Co 3:18-20; 2Co 3:14; 2Co 4:3-6.
y las revelaste a los niños. Mat 16:17; Mat 18:3, Mat 18:4; Mat 21:16; 1Sa 2:18; 1Sa 3:4-21; Sal 8:2; Jer 1:5-8; Mar 10:14-16; 1Co 1:27.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
todos los que estáis cargados y trabajados describe a los judíos como sufriendo bajo las cargas de las responsabilidades que los religiosos ponían sobre ellos a través de los sacerdotes, los maestros, los escribas, y los fariseos (Mat 23:4; Hch 15:10).
descansar es el alivio para esta carga.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
los sabios y de … los entendidos … los niños. En estas palabras encontramos sarcasmo al identificar irónicamente a los líderes judíos con los sabios y entendidos, y a los seguidores de Cristo con los niños (cp. Mat 18:3-10). Dios había revelado a aquellos seguidores la verdad del Mesías y su evangelio. Cp. Mat 13:10-17.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
11:25 — En aquel tiempo, respondiendo Jesús (¿respondiendo a qué? probablemente a la situación que acaba de describir de la falta de arrepentimiento en las ciudades donde había hecho muchos milagros), dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos — Se refiere a los escribas, fariseos, los demás líderes de entre los judíos que se creían ser los sabios y entendidos. 1Co 1:1-31, “21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”. Muchos de los muy sabios del mundo (egresados de las universidades con títulos) son incrédulos. ¿Cómo se esconde el evangelio de ellos? Solamente en el sentido de que para ellos el evangelio es despreciativo. Esta misma verdad se enseña en Mat 13:1-58, “10 Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? 11 El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. 12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado 13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. 14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. 15 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane”. Jesús habló en parábolas y después las explicó a sus discípulos, y los incrédulos (insinceros) no entendían nada porque no querían entender.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL ACENTO DE AUTORIDAD
Mateo 11:25-27
En aquel momento dijo Jesús:
-¡Gracias, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, por esconderles estas cosas a los sabios y entendidos, y revelárselas a los pequeñitos! Así es, oh Padre, porque así Te ha parecido bien a Ti.
Mi Padre me ha confiado todas las cosas; y nadie conoce de veras al Hijo sino el Padre, y nadie conoce de veras al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se Le quiera revelar.
Aquí Jesús está hablando por propia experiencia, la experiencia de que los rabinos y los sabios de Su tiempo Le rechazaban, mientras que las personas sencillas Le aceptaban.
A los intelectuales no les decía nada, pero los humildes Le recibían. Debemos hacer lo posible por entender lo que Jesús quería decir aquí. Está muy lejos de condenar la actividad intelectual; lo que condena es el orgullo intelectual. Como dice Plummer: «El corazón, no la cabeza, es el hogar del Evangelio.» No es la inteligencia lo que le cierra la puerta, sino el orgullo. No es la necedad lo que le admite, sino la humildad. Uno puede ser tan sabio como Salomón; pero si no tiene sencillez, confianza e inocencia, se excluye a sí mismo.
Los mismos rabinos veían el peligro del orgullo intelectual; reconocían que a menudo la gente sencilla estaba más cerca de Dios que los rabinos más eruditos. Tenían una parábola acerca de esto: «Una vez estaba el rabino Beroká de Chuza en el mercado de Lapet cuando se le apareció Elías. El rabino le preguntó: «¿Hay alguno entre los que están en el mercado que esté destinado a participar de la vida del mundo venidero?» En un principio Elías le dijo que no había nadie; pero luego señaló a un hombre, y dijo que ese participaría de la vida del mundo venidero. Rabí Beroká se dirigió a él, y le preguntó qué hacía. «Soy carcelero -le contestó-, y mantengo separados a los hombres de las mujeres. Por las noches pongo mi cama entre los hombres y las mujeres para que no se cometa nada indebido.» Elías señaló a otros dos hombres, y dijo que ellos también participarían de la vida por venir. Rabí Beroká les preguntó lo que hacían. «Somos juglares -le contestaron-, y cuando vemos a alguno que está abatido, le animamos; y cuando vemos a dos que se están peleando, tratamos de ponerlos en paz.»» Los que hacían cosas sencillas, como el carcelero que mantenía a los presos debidamente y los que hacían aflorar la sonrisa y la paz, estaban en el Reino.
Aquí también había una historia rabínica: «Una vez se declaró una epidemia en Sura, pero en la vecindad de la residencia de Rab (un famoso rabino) no hubo ningún caso. La gente creyó que eso era debido a los méritos de Rab; pero en un sueño se les dijo… que era por los méritos de uno que había estado dispuesto a prestar una azada y una pala a otro que quería hacer una tumba. Una vez se produjo un incendio en Drokeret, pero la vecindad de rabí Huna no sufrió daño. La gente pensó que era debido a los méritos de rabí Huna,… pero se les hizo saber en un sueño que había sido por los méritos de una cierta mujer que calentaba su horno y lo ponía a disposición de sus vecinos.» El hombre que le prestó las herramientas a otro que las necesitaba, y la mujer que ayudaba a sus vecinos en lo que podía no tenían ninguna categoría intelectual, pero sus sencillas obras de amor humano ganaron la aprobación de Dios. Las distinciones académicas no son necesariamente distinciones a los ojos de Dios.
Este pasaje termina con las credenciales más gloriosas que hizo jamás Jesús, y que figuran en el centro de la fe cristiana: que El es el único que puede revelar a Dios a la humanidad. Otros puede que sean hijos de Dios; pero Él es El Hijo. Juan lo expresa de una m n poco diferente cuando nos cuenta que Jesús dijo: «El que ha visto a Mí, ha visto al Padre» (Jn 14:9 ). Lo que Jesús quiere decir es: «Si queréis ver cómo es Dios, si queréis ver la mente de Dios, el corazón de Dios, el carácter de Dios, si queréis ver la actitud total de Dios hacia la humanidad, ¡miradme a Mí!» Los cristianos estamos convencidos de que en Jesucristo y sólo en Él podemos ver cómo es Dios; y es también la convicción cristiana que Jesús puede dar ese conocimiento a todo el que sea suficientemente humilde y confiado para recibirlo.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Hch 17:24; 1Co 1:27-29.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Aquellos que aceptan la misión de Jesús (ver Luc. 10:21, 22). Los que respondieron no fueron las personas importantes, sino los niños pequeños y los fatigados y cargados. La razón radica ba en la relación especial de Jesús con Dios, como Hijo con Padre. Es una relación exclusiva y, sin embargo, una a la cual nosotros podemos ser admitidos, no por astucia, sino por revelación. La iniciativa está de parte del Padre, quien revela el significado del ministerio de Jesús (25, 26), y con el Hijo, quien revela al Padre (27).
El yugo tenía el propósito de aliviar la incomodidad al llevar una carga pesada. Pero también simbolizaba la obediencia y la aceptación de la responsabilidad. Los rabinos con frecuencia hablaban de asumir “el yugo de la ley”, y bajo la dirección de éstos la carga se podía hacer pesada. El yugo de Jesús, en cambio, es fácil, no porque su llamamiento al discipulado sea menos exigente (como hemos visto en el cap. 5), sino porque nos hace discípulos de uno que es manso y humilde de corazón. La clave radica en la invitación personal: Venid a mí.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
k 519 Sal 8:2; Isa 29:14; Mat 13:15; Luc 10:21; 1Co 1:27
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
ocultaste. Es decir, retener el entendimiento de aquellos que rechazaron lo que se les había ofrecido.
sabios e inteligentes. Los que se creían ser sabios por sus conocimientos de la ley del A.T., considerando tener garantizada la aceptación de Dios.
Fuente: La Biblia de las Américas
25 (1) Mientras el Señor reprendía a las ciudades, tenía comunión con el Padre. En tal momento, respondiendo al Padre, El le enalteció en los vs. 25-26.
25 (2) Lit, expresar reconocimiento con alabanzas. El Señor reconoció con alabanzas el camino qué el Padre había escogido para llevar a cabo Su economía. A pesar de que la gente le calumnió (vs.16-19) en vez de responder a Su ministerio, y pese a que las ciudades principales le rechazaron (vs.20-24), El enalteció al Padre, reconociendo Su voluntad. No buscó prosperar en Su obra sino que buscó la voluntad del Padre; Su satisfacción y Su descanso no radicaban en que el hombre le comprendiera y le acogiera, sino en que el Padre lo conociera (vs.26-27).
25 (3) En las alabanzas ofrecidas por el Señor, «Padre» se refiere a la relación que Dios Padre tiene con El, el Hijo, mientras que «Señor del cielo y de la tierra» se refiere a la relación que Dios tiene con el universo. Cuando el pueblo de Dios era derrotado por Su enemigo, Dios era llamado «el Dios del cielo» ( Esd_5:11-12 Dan_2:18 , Dan_2:37). Pero cuando había un hombre en la tierra entregado a los intereses del Señor, Dios era llamado «dueño del cielo y de la tierra» ( Gén_14:19 , Gén_14:22, lit.). Aquí el Señor como Hijo del Hombre llamó al Padre «Señor del cielo y de la tierra», lo cual indica que él Señor estaba en la tierra cuidando de los intereses de Dios.
25 (4) Las cosas relacionadas con el conocimiento del Hijo y del Padre (v.27).
25 (5) Sabios y entendidos se refiere a los habitantes de las tres ciudades condenadas en los vs. 20-24, quienes eran sabios y entendidos según su propio parecer. Era la voluntad del Padre esconder de tales personas el conocimiento del Hijo y del Padre.
25 (6) Niñ os se refiere a los discípulos, quienes eran hijos de la sabiduría (véase la nota 19 (4)). Al Padre le agradó revelarles tanto el Hijo como el Padre.
25 (a) vs.25-27: Luc_10:21-22
25 (b) Gén_14:19 , Gén_14:22 Hch_17:24
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
En este pasaje se nos enseña, en primer lugar, cuan laudables son la sencillez y la docilidad. Nuestro Señor dijo á su Padre: «Escondiste estas cosas á los sabios y entendidos, y las has revelado á los niños..
Á nosotros no nos es dado explicar cómo es que algunos reciben el Evangelio, y otros no. La soberanía que Dios ejerce á este respecto es un misterio que no alcanzamos á penetrar. Mas sí, hay una verdad que nos ha sido claramente revelada en la Escritura, da saber: que á quiénes se ha ocultado el Evangelio ha sido por lo general á los que se han tenido á sí mismos por sabios y prudentes; y que á quienes se ha revelado ha sido por lo regular á los sencillos, dóciles y humildes. Constantemente se están cumpliendo las palabras de María: » Á los hambrientos hinchó de bienes; y á los ricos envió vacíos.» Lucas 1.53.
Guardémonos del orgullo en todas sus formas: orgullo en cuanto al talento, la riqueza, la virtud ó los merecimientos. Pidamos á Dios nos dé humildad y procuremos cultivarla. Esforcémonos por conocernos á nosotros mismos y por determinar qué lugar que debemos ocupar ante un Dios santo. Para que demos el primer paso en el camino del cielo se necesita que comprendamos que estamos en el camino del infierno, y que estemos dispuestos á que el Espíritu nos ilumine y nos enseñe. Pocas palabras repitió nuestro Señor tantas veces como estas: «El que se humilla será ensalzado.» Lucas 18.14 Se nos enseña, en segundo lugar, cuan excelso y majestuoso es nuestro Señor Jesucristo.
Las palabras de nuestro Señor á este respecto son profundas á la vez que admirables. (Véase vers. 27.) La unión que existe entre la primera y la segunda persona de la Trinidad es perfecta: la superioridad de Jesucristo respecto de todos los demás hombres es infinita. Preciso es confesar, sin embargo, que el versículo citado entraña verdades que están fuera del alcance de nuestra inteligencia.
Empero, de él se desprende también una lección de importancia práctica, cuál es la de que en todo lo que se refiere á la prosperidad de nuestras almas, Jesús está revestido de pleno poder y autoridad: » todas las cosas le han sido entregadas.» Posee las llaves: á El tenemos que acudir para que nos abra la puerta del cielo. Es el Pastor: preciso es que escuchemos su voz y le sigamos si no queremos extraviarnos. Es el Médico: menester es que ocurramos á El si deseamos ser sanados de la lepra del pecado. Es el pan de la vida: de El debemos participar para alimento de nuestras almas. Es la luz.: debemos caminar en pos de El si no queremos permanecer en la oscuridad. ¡Sagradas y gloriosas son estas verdades! En este pasaje se nos enseña, finalmente, cuan amplias y copiosas son las invitaciones del Evangelio.
Los últimos tres versículos contestan de una manera muy consoladora la pregunta del pecador que tembloroso dice; » ¿Revelará Jesucristo el amor de su Padre á uno como yo?» Merecen, por lo tanto ser leídos con particular atención. Cada frase que contienen es una mina de ideas.
Notad á quiénes es que Jesús invita. No se dirige á los que se creen dignos y rectos; sino á los que están trabajados y cargados, calificativos que incluyen á muchedumbres de personas en este mundo de dolor. Los que sienten un abatimiento profundo del cual quisieran deshacerse, ya sea él causado por el pecado ó la desgracia, ya sea por la ansiedad ó el remordimiento–todos los que así sufrieren, quienes quiera que ellos sean, son invitados á acudir á Jesucristo.
Notad cuan misericordioso es el ofrecimiento que el Salvador hace. «Os haré descansar,» dijo. ¡Cuan halagüeñas y consoladoras son estas palabras! La inquietud es la condición normal de esta vida. Por todas partes se encuentran afanes, desengaños, disgustos y chascos. Mas ese ofrecimiento nos presenta una esperanza. Así como la paloma de Noé encontró un arca en la cual pudo reposar después de su vuelo, el cristiano también halla un lugar de sosiego. En Jesucristo se encuentra consuelo al corazón, tranquilidad de conciencia; en El se encuentra el sosiego que se basa en el perdón del pecado y el descanso que resulta de la paz con Dios.
Notad luego cuan sencilla es la invitación que Jesús hace á los afligidos y agobiados. «Venid á mí. … Llevad mi yugo sobre vosotros.» No impone condiciones severas; ni prescribe actos que deban ejecutarse ó merecimientos que deban adquirirse previamente. Lo único que pide es que nos acerquemos á El tales como somos, con todos nuestros pecados, y que nos sometamos á sus preceptos como tiernos niños. Parece decirnos: » No ocurráis á hombre alguno para obtener alivio, ni alimentéis la esperanza de que os venga auxilio de alguna otra parte: así como sois, venid á mí hoy mismo..
Notad asimismo cuan consolador es para nosotros lo que Jesús dice de sí mismo. He aquí sus palabras: «Soy manso y humilde de corazón.» Esas palabras han sido á menudo confirmadas por la experiencia de los creyentes. María y Marta de Betania, Pedro después de su caída, los discípulos después de la resurrección, Tomás después de haber manifestado su incredulidad: todos ellos tuvieron ocasión de percibir la humildad y mansedumbre de Jesús.
Notad, por último, cuan consolador es lo que Jesús dice del servicio que él exige. «Mi yugo es suave, y ligera mi carga.» Es cierto que tenemos que tomar sobre nosotros la cruz si seguimos al Redentor; es cierto que tendremos que sufrir muchas pruebas y pasar muchas luchas. Mas las bendiciones del Evangelio lo compensan todo abundantemente. Comparado con el servicio del mundo y del pecado, comparado con el yugo de las ceremonias judaicas y el vasallaje de la superstición humana, el servicio de Cristo es á la verdad suave y ligera. Sus mandamientos no son opresivos. «Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz.» 1Jo 5:3; Pro 3:17.
Ahora bien, ¿hemos atendido esta invitación? ¿No tenemos pecados que han menester del perdón, ni pesares que necesitan alivio, ni heridas que deben ser sanadas? Si los tenemos, no desoigamos la voz del Salvador. La invitación que él hizo no fue solamente para los judíos, sino también para nosotros. Sí, á nosotros nos dice: «Venid á mí.» De la aceptación de esa invitación depende nuestra verdadera felicidad, nuestro verdadero contento.
Fuente: Los Evangelios Explicados
tomó la palabra… Lit. respondiendo.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
MT136 Los verbos aoristos que aparecen aquí tienen el sentido del perfecto: has escondido … has revelado.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, aquella ocasión
Lit., respondiendo
O, reconozco para tu gloria
Fuente: La Biblia de las Américas
‡ Literalmente, a “infantes.”