Comentario de Mateo 1:18 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
El nacimiento de Jesucristo fue así: Su madre María estaba desposada con José; y antes de que se unieran, se halló que ella había concebido del Espíritu Santo.
1:18 El nacimiento de Jesucristo fue así: — Lucas (Luc 1:26-56) dice que el ángel Gabriel visitó a María en Nazaret y le dijo, «has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús», y que por tres meses María estuvo con Elisabet en una ciudad de Judá. — Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, — véase Mal 2:14, «la mujer de tu pacto». Estando desposada con José ella era «su mujer» (1:20) y él era «su marido» (1:19), pues los esponsales equivalían al matrimonio. El adulterio cometido durante el tiempo de los esponsales era castigado con muerte (Deu 22:23, Deu 22:24).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
el nacimiento de Jesucristo. Luc 1:27-38.
había concebido del Espíritu Santo. Gén 3:15; Job 14:4; Job 15:14; Luc 1:25, Luc 1:35; Gál 4:4, Gál 4:5; Heb 7:26; Heb 10:5.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
desposada: Universalmente, el elemento básico del matrimonio es un pacto (Mal 2:14). En la cultura judía este pacto se realizaba cerca de un año antes de la consumación del matrimonio. Fue durante el transcurso de este año de compromiso que se halló que María había concebido. La frase antes que se juntasen (José y María) indica sin dudas que María era virgen en este tiempo; y la concepción virginal, que puede deducirse del relato de Mateo, se confirma claramente en Luc 1:34, Luc 1:35. La calidad de justo de José y su deseo de divorciarse de María cuando se dio a conocer su embarazo (Mat 1:19) muestran que el descubrimiento de este embarazo debió ser un duro golpe para José. María pasó los tres primeros meses de su embarazo con Elizabeth en Judea (Luc 1:36-56). Elizabeth entendió la naturaleza milagrosa de la concepción de María; ella también había experimentado una intervención sobrenatural en su embarazo (Luc 1:39-45). Cuando María volvió a Nazaret, José vino a saber de su condición.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
desposada. Los esponsales judíos eran tan comprometedores como los matrimonios modernos. Era necesario el divorcio para terminar el compromiso (v. Mat 1:19) y la pareja comprometida era tratada legalmente como esposo y esposa (v. Mat 1:19) aunque la unión física no hubiera tenido lugar todavía. Vea la nota sobre Luc 2:5. había concebido del Espíritu Santo. Vea los vv.Mat 1:20 ; Mat 1:23 ; Luc 1:26-35.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
1:18 El nacimiento de Jesucristo fue así: — Lucas (Luc 1:26-56) dice que el ángel Gabriel visitó a María en Nazaret y le dijo, «has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús», y que por tres meses María estuvo con Elisabet en una ciudad de Judá.
— Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen,– véase Mal 2:14, «la mujer de tu pacto». Estando desposada con José ella era «su mujer» (1:20) y él era «su marido» (1:19), pues los esponsales equivalían al matrimonio. El adulterio cometido durante el tiempo de los esponsales era castigado con muerte (Deu 22:23, Deu 22:24).
— se halló que había concebido del Espíritu Santo. — El ángel había dicho a María, «has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús» (Luc 1:30, Luc 1:31); María, pues, entendía el asunto antes de concebir, y después un ángel lo explicó a José.
El nacimiento de Jesús de una virgen es una de las doctrinas básicas de “la fe” (Jud 1:3). Los que creen en la Deidad de Cristo y en sus milagros no dudan de su nacimiento milagroso. ¿De qué otra manera podría el Verbo ser hecho carne? (Jua 1:14). El Cristo eterno había de nacer de una mujer (Gén 3:15; Gál 4:4), pero no podía tener un padre humano, porque de ser así habría sido un mero hombre.
«En la narración de Lucas (María) nos es presentada como una doncella muy piadosa, lista para creer lo que Dios le reveló (Luc 1:38, Luc 1:45)… como regocijándose humildemente en el alto privilegio que le fue asegurado por la promesa divina (Luc 1:46-55), y meditando… en las cosas que ocurrieron en conexión con su hijo (Luc 2:19)… El extremo, completamente antibíblico, absurdo y blasfemo, a que los romanistas han llegado en su veneración de María no debe empujarnos a nosotros al extremo opuesto» (JAB).
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA LLEGADA DEL SALVADOR AL MUNDO
Mateo 1:18-25
El nacimiento de Jesucristo tuvo lugar de la siguiente manera.
María, Su Madre, era la prometida de José; y, antes que llegasen a ser marido y mujer, se supo que ella estaba embarazada por obra del Espíritu Santo.
Aunque José, su marido, era cumplidor de la Ley, no quiso humillarla públicamente; decidió divorciarse de ella en secreto. Y cuando estaba haciendo los preparativos, fijaos: un ángel del Señor se le apareció en sueños, y le dijo:
José, hijo de David: no dudes en tomar por mujer a María; porque lo de su embarazo procede del Espíritu Santo. Dará a luz un Hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él es el Que salvará a Su pueblo de sus pecados. Todo esto ha sucedido para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta: «He aquí que la muchacha concebirá y dará a luz un Hijo, y le llamarás de nombre Emanuel, que significa «Dios está con nosotros. «»
Así es que, cuando José se despertó del sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor: tomó a María por mujer, y no la conoció hasta después que ella dio a luz a un niño; y él Le puso por nombre Jesús.
Para nuestra manera occidental de pensar, las relaciones que salen en este pasaje son muy extrañas. En primer lugar, se nos dice que María estaba desposada (Reina-Valera, revisiones anteriores a la del 95) con José; luego hemos traducido que él estaba haciendo los preparativos para divorciarse de ella en secreto; y luego se la llama su mujer o esposa. Pero la relación entre ambos representa el procedimiento judío normal, en el que había tres pasos.
(i) Estaba el compromiso. Este se hacía a menudo cuando la pareja no eran más que niños. Lo hacían corrientemente los padres, o por medio de un casamentero profesional. Y se hacía a menudo sin que los que formaban la pareja se hubieran visto nunca. El matrimonio se consideraba que era un paso demasiado serio para dejarlo a los dictados del corazón humano.
(ii) Estaba el desposorio. Este era lo que podríamos llamar la ratificación del compromiso que ya había contraído la pareja. Hasta este momento, el compromiso que se había establecido por medio de los padres o del casamentero, se podía romper si una de las dos partes no quería continuar con él. Pero una vez que se llegaba al desposorio era absolutamente vinculante. Duraba un año. Durante ese año la pareja se consideraban marido y mujer, aunque todavía no tenían esa relación. El desposorio no se podía dar por concluido de ninguna manera más que por el divorcio. En la ley judía nos encontramos frecuentemente lo que nos parece una frase curiosa. Una chica cuyo prometido había muerto durante el año de los desposorios se llamaba «una virgen que es viuda.» En esta etapa se encontraban José y María. Estaban desposados; y si José quería acabar el desposorio no lo podía hacer más que con el divorcio; y ese año de desposorio a María se la conocía legalmente como su esposa.
(iii) La tercera etapa era el matrimonio propiamente dicho, que tenía lugar al final del año de desposorio.
Si tenemos presentes las costumbres matrimoniales normales de los judíos, entonces la relación que se indica en este pasaje está perfectamente clara.
Así que en esta etapa se le dijo a José que María iba a tener un Niño, que había sido concebido por obra del Espíritu Santo, y que él, José, debería ponerle por nombre Jesús. Jesús es la forma griega del nombre hebreo Josué, que quiere decir Jehová es salvación. Hacía mucho tiempo, el salmista había oído decir a Dios: «El redimirá a Israel de todos sus pecados» (Sal 130:8 ). Y a José se le dijo que el Niño que nacería llegaría a ser el Que salvara al pueblo de Dios de sus pecados. Jesús fue, aún más que el Hombre nacido para ser Rey, el Hombre nacido para ser Salvador. Vino a este mundo no por Su propia cuenta, sino por la de los hombres y su salvación.
NACIDO DEL ESPÍRITU SANTO
Mateo 1:18-25 (continuación)
Este pasaje nos dice que Jesús nació por la acción del Espíritu Santo. Nos habla de lo que llamamos el Nacimiento Virginal. De momento lo único que nos concierne es descubrir lo que quiere decir para nosotros.
Si miramos este pasaje con naturalidad y lo leemos como si fuera la primera vez encontramos que lo que subraya no es tanto que Jesús naciera de una mujer virgen como que el nacimiento de Jesús fue la obra del Espíritu Santo. «Se supo que María estaba embarazada del Espíritu Santo.» «Lo que ella ha concebido es del Espíritu Santo.» Es como si estas frases estuvieran subrayadas o impresas en tipo grande. Eso es lo que Mateo quiere decirnos en este pasaje. Entonces, ¿qué quiere decir que en el nacimiento de Jesús el Espíritu Santo de Dios estuvo especialmente operativo? Dejemos las cuestiones dudosas o debatibles, y concentrémonos en esa gran verdad, como Mateo querría que hiciéramos.
En el pensamiento judío el Espíritu Santo tenía ciertas funciones muy definidas. No podemos traer a este pasaje la idea cristiana del Espíritu Santo en toda su plenitud, porque José no sabría nada de eso. Debemos interpretarlo a la luz de la idea judía del Espíritu Santo, porque esa sería la interpretación que José le daría inevitablemente a este pasaje, porque era la única que conocía.
(i) Según la idea judía, el Espíritu Santo era la Persona Que traía a los hombres la verdad de Dios. Era el Espíritu Santo el Que enseñaba a los profetas lo que habían de decir; era el Espíritu Santo el Que enseñaba a los hombres lo que debían hacer; era el Espíritu Santo Quien a lo largo de edades y generaciones traía la verdad de Dios a la humanidad. Así que Jesús es la única Persona que trae la verdad de Dios a la humanidad.
Para decirlo de otra manera: Jesús es la única Persona que nos puede decir cómo es Dios y lo que Dios quiere que seamos. Solamente en Él podemos ver cómo es Dios y cómo debemos ser nosotros. Antes de que Jesús viniera, la humanidad no tenía más que unas ideas vagas e imprecisas, y a menudo erróneas, acerca de Dios; lo único que podía era suponer y andar a tientas; pero Jesús pudo decir: «El que Me ha visto ha visto al Padre» (Jn 14:9 ). En Jesús vemos el amor, la compasión, la misericordia, el corazón buscador, la pureza de Dios, como no los podemos ver en ningún otro lugar del mundo. Con la venida de Jesús, el tiempo de las suposiciones ha terminado, y ha llegado el de las certezas. Antes de que Jesús viniera no sabíamos realmente lo que era la bondad. Solamente en Jesús podemos ver lo que son la verdadera humanidad, la verdadera bondad, la verdadera obediencia a la voluntad de Dios. Jesús vino al mundo a decirnos la verdad acerca de Dios y acerca de nosotros mismos.
(ii) Los judíos creían que el Espíritu Santo no sólo traía la verdad de Dios a los hombres, sino también capacitaba a los hombres para reconocer esa verdad cuando la vieran. Así es que Jesús nos abre los ojos a la verdad. Los hombres son cegados por su propia ignorancia; son descarriados por sus propios prejuicios; tienen la mente y los ojos oscurecidos por su propio pecado y por sus pasiones. Jesús puede abrir nuestros ojos para que podamos ver la verdad.
En una de las novelas de William J. Locke hay una descripción de una mujer que tenía más dinero del que podía contar, y que había pasado la mitad de su vida visitando los museos de pintura del mundo. Estaba cansada y aburrida. Entonces conoció a un francés que tenía muy poco de las cosas de este mundo, pero que tenía un conocimiento amplio y un amor profundo por la belleza. Fue con ella, y en su compañía las cosas aparecieron totalmente diferentes. «Yo nunca supe cómo eran las cosas -le dijo ella- hasta que tú me enseñaste a mirarlas.»
La vida se convierte en algo totalmente diferente cuando Jesús nos enseña a mirar las cosas. Cuando Jesús viene a nuestro corazón, nos abre los ojos para que veamos las cosas tal como son de veras.
CREACIÓN Y RECREACIÓN
Mateo 1:18-25 (conclusión)
(iii) Especialmente, los judíos conectaban al Espíritu de Dios con la obra de la creación. Fue por medio de Su Espíritu como Dios realizo Su obra creadora. En el principio, el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas y el caos llegó a ser un mundo (Ge 1:2 ). «Por la palabra del Señor fueron Hechos los cielos -dijo el salmista-; y todo el ejército de ellos por el aliento de Su boca» (Sal 33:6 ). (Tanto en hebreo, rúaj, como en griego, pneuma, la palabra para aliento y espíritu es la misma). «Envías Tu Espíritu, son creados y renuevas la faz de la tierra» (Sal 104:30 ). «El Espíritu de Dios me hizo -decía Job- y el soplo del Omnipotente me dio vida» (Job 33:4 ).
El Espíritu es el Creador del mundo y el Dador de la vida. Así que en Jesús vino al mundo el poder vivificador y creador de Dios. Ese poder, que convirtió en orden el caos primigenio, ha venido a traer orden a nuestra desordenada vida. Ese poder, que alentó vida donde antes no la había, ha venido a alentar vida en nuestra debilidad y frustración. Podríamos decir realmente que no estamos vivos de veras hasta que Jesús entra en nuestras vidas.
(iv) Los judíos conectaban al Espíritu especialmente, no sólo con la obra de la creación, sino también con la obra de la re-creación. Ezequiel traza un cuadro sombrío del valle de los huesos secos. Pasa luego a contar cómo los huesos secos volvieron a la vida; y entonces oye decir a Dios: «Yo hago entrar espíritu en vosotros y viviréis» (Ez 37:1-14 ). Los rabinos tenían un dicho: «Dios dijo a Israel: «En este mundo Mi Espíritu ha puesto sabiduría en vosotros, pero en el futuro Mi Espíritu os hará vivir de nuevo.»» Cuando los hombres están muertos en pecado y en letargo, es el Espíritu de Dios el Que puede despertarlos a una vida nueva.
Así pues, en Jesús vino a este mundo el poder que puede re-crear la vida. Puede traer otra vez a la vida al alma que está muerta en pecado; puede reavivar otra vez los ideales que han muerto; puede hacer fuerte otra vez la voluntad de la bondad que ha perecido. Puede renovar la vida, cuando las personas han perdido todo lo que la vida representa.
Hay mucho más en este capítulo que el hecho escueto de que Jesucristo nació de una madre virgen. La esencia de la historia de Mateo es que, en el nacimiento de Jesús, el Espíritu de Dios estuvo operativo como nunca antes en este mundo. Es el Espíritu el Que trae a la humanidad la verdad de Dios; el Que capacita a las personas a reconocer esa verdad cuando la ven; el Que fue el Agente de Dios en la creación del mundo; el único Que puede re-crear el alma humana que ha perdido la vida que debería tener.
Jesús nos capacita para ver cómo es Dios y cómo debemos ser nosotros; nos abre los ojos de la mente para que podamos ver la verdad de Dios para nosotros; es el poder creador venido entre los hombres; es el poder re-creador que puede liberar las almas humanas de la muerte del pecado.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— prometida en matrimonio: Esta promesa de matrimonio implicaba en aquella sociedad israelita un compromiso especial de fidelidad y un concreto vínculo legal. Este sólo podía romperse mediante el correspondiente repudio legal por parte del esposo.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
José acepta a Jesús como su hijo. La sección previa daba a José como descendiente de David; pero Jesús no era hijo de José, según lo aclara aun más esta sección. Solamente si José formalmente “adoptara” a Jesús podría él también ser “hijo de David” (20). Requirió una revelación divina para persuadir a José de que lo hiciera, aceptando a María como su esposa estando ella encinta y luego dándole un nombre a la criatura.
En estos versículos no se discute ni se explica la concepción de Jesús sin un padre humano (más allá de la doble mención del Espíritu Santo), sino que se asume que el lector lo sabe, aunque no José al prin cipio. Sin embargo, tiene base en la primera cita-fórmula de Mateo, un pasaje que sugestivamente combina a una madre virgen y un nombre, Emanuel, el cual tiene implicaciones marcadas acerca de quién es esta criatura.
Notas. 18 El nacimiento de Jesús en realidad no es el tema de esta sección; la palabra gr. geŒnesis (usada también en el v. 1) significa “origen” o “comienzo”. 19 El desposamiento era un contrato fir me, que para deshacerlo se requería el “divorcio”. El castigo del AT para la falta de castidad antes del matrimonio era la muerte, pero para estas fechas el divorcio había sido permitido en su lugar, y un di vorcio privado ante testigos era una opción humanitaria. 21 Jesús es la forma gr. del nombre Josué del AT, y significa “Dios salva”. 23 Virgen es el significado del término empleado en la traducción gr. de Isa. 7:14, aunque el heb. es menos explícito. La profecía se relacionaba con los eventos de fines del siglo XVIII a. de J.C., pero Mateo ve en el nombre Emanuel y en el tema desarrollándose acerca de un niño especial en Isa. 7-12 una vislumbre de un mayor cumplimiento en el futuro.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
j 36 Luc 1:27
k 37 Luc 1:35
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
desposada. Esta era la primera etapa del matrimonio en la cultura y ley judía, que duraba hasta un año antes de consumarse. El hombre y la mujer se consideraban casados legalmente cuando comenzaba el compromiso.
Espíritu Santo. La tercera persona de la Trinidad. La Trinidad es el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Jesús es Dios y hombre.
Fuente: La Biblia de las Américas
18 (1) Lit., proveniente de. Aunque Cristo nació de María (v. 16), era hijo del Espíritu Santo. El nacimiento de Cristo procedió directamente del Espíritu Santo (v. 20). Su fuente fue el Espíritu Santo y Su elemento era divino. Por medio de la virgen María, El se vistió de carne y sangre, la naturaleza humana, tomando la semejanza de la carne ( Rom_8:3), la semejanza de los hombres ( Flp_2:7).
18 (a) Luc_2:4-7
18 (b) Luc_1:27 ; Luc_2:5 .
18 (c) Luc_1:35
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Estos versículos empiezan refiriéndonos dos grandes acontecimientos. Nos refieren, que el Señor Jesucristo, tomando nuestra naturaleza, se hizo hombre. Nos refieren también, que Su nacimiento fue milagroso: su madre María era virgen.
Estas materias son muy misteriosas. Hay profundidades cuyo fondo no tenemos sondas que alcancen a tocarlo. Hay verdades que son incomprensibles a nuestra limitada inteligencia. No pretendemos aclarar cosas que son superiores a la penetración de nuestra razón. Contentémonos con creer reverentemente.
Bástenos saber, que para Aquel que hizo el mundo, nada es imposible. No pretendemos ir más allá de lo expresado en el Credo: «Jesucristo fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, y nació de la virgen María.
Observemos la conducta de José que estos versículos describen. Es un bello ejemplo de piadosa discreción, y de consideración delicada para con nuestros prójimos. El vio la apariencia de maldad en la que era desposada; mas no obró con precipitación, sino esperó pacientemente para ver con claridad la senda del deber. En sus oraciones, con toda probabilidad, expuso el caso ante Dios. «El que cree no se apresure». Isaías 28.16.
La paciencia de José fue recompensada benignamente. Recibió un mensaje directo de Dios, sobre el asunto que causaba su ansiedad, y de una vez fue librado de todos sus temores. ¡Cuán bueno es servir a Dios! ¿Quién Le confió alguna vez sus cuidados en oración fervorosa, y vio después que no correspondió a Sus promesas? «Reconócele en todas tus acciones, y El dirigirá tus pasos». Prov. 3.6 Notemos los dos nombres en estos versículos se dan al Señor. Uno es Jesús: el otro Emmanuel. Uno describe Su misión: el otro Su naturaleza. Ambos son sumamente interesantes. El nombre Jesús dignifica «Salvador,» lo mismo que Josué en el Antiguo Testamento. Se da nuestro Señor, a causa de que salva a Su pueblo de sus pecados. Esta es Su especial misión. Los redime del delito que el pecado implica, lavándolos en Su sangre expiatoria. Los redime del dominio del pecado, introduciendo en sus almas el Espíritu santificador. Los salva de la presencia del pecado, cuando los lleva a este mundo a descansar con El en la Gloria. Los salvará de todas las consecuencias del pecado, y cuando en el último día les de un cuerpo glorioso. ¡dichoso y santo el pueblo de Cristo! Está purificado de delito, por la sangre del Redentor, y se ha hecho idóneo para el cielo, por su Espíritu. Esta es salvación. El que se adhiere al pecado, no está salvo todavía.
Jesús en un nombre que inspira muchísimo consuelo a los pecadores agobiados de aflicciones. El que es Rey de reyes, y Señor de señores, pudo haber tomado, legítimamente, algún nombre más pomposo. Mas El no obra así. Los gobernadores de este mundo se han dado a sí mismos, con frecuencia, los dictados de Grandes, Conquistadores, Atrevidos, Magníficos y otros semejantes. El Hijo de Dios se contenta con nombrarse Salvador. Las almas que desea la salvación pueden acercarse al Padre con intrepidez y confianza en virtud de la mediación de Cristo. «Dios no ha enviado a Su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo por medio de El». Juan 3.17 Jesús es un nombre peculiarmente dulce y precioso para los creyentes. Les ha sido propicio, cuando el favor de los príncipes y reyes les habría sido indiferente. Ese nombre les ha dado lo que no puede conseguirse con el dinero: la paz interior. Ha aliviado sus conciencias abrumadas y devuelto el reposo a sus corazones agitados. El Cantar de Salomón revela los sentimientos de muchos cuando dice: «Tu nombre es como bálsamo derramado.» Cant. 1.3. Feliz el que no confía solamente en nociones vagas de la misericordia y bondad de Dios, sino en «Jesús.
Es apenas menos interesante el otro nombre dato a Jesús en estos versículos que el que acabamos de explanar. Dásele a nuestro Señor por su naturaleza, que es la de «Dios manifiesto en la carne». Se Le llama Emmanuel, «Dios con nosotros». Cuidemos de tener nociones claras de la naturaleza y persona de nuestro Señor Jesucristo. Este es un punto de suma importancia. Debemos fijar firmemente en nuestras mentes la verdad de que nuestro Salvador es tan perfecto hombre como perfecto Dios y tan perfecto Dios como perfecto hombre. Si de una vez perdemos de vista esta gran verdad fundamental, podemos incurrir en terribles herejía. El nombre Emmanuel incluye en si todo el misterio. Jesús es «Dios con nosotros». El tuvo en todo una naturaleza como la nuestra, exceptuando solamente el pecado. Pero aunque Jesús estuvo con nosotros en carne y sangre humana, era al mismo tiempo verdadero Dios.
Leyendo los Evangelios, vemos a menudo que nuestro Salvador estuvo cansado, hambriento y sediento; que lloró, suspiró y sintió dolor como cualquiera de nosotros. En todo esto vemos «al hombre» Cristo Jesús. Vemos la naturaleza que asumió cuando nació de la virgen María.
Mas también veremos en los mismos Evangelios, que nuestro Salvador penetraba los pensamientos y corazones de los hombres; que tenía poder sobre los demonios; que con una sola palabra hizo los más portentosos milagros; que los ángeles le sirvieron, que permitió a uno de sus discípulos llamarle «mi Dios», y que dijo «Antes que Abrahán fuera, Yo soy», y «Yo y mi Padre somos uno» En todo esto vemos al «eterno Dios» Vemos a Cristo «que es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos» Rom. 9.5 ¿Querríais tener un cimiento firme en que estribar vuestra fe y vuestra esperanza? Tened siempre presente la divinidad de nuestro Salvador. Aquel en cuya sangre habéis sido enseñados a confiar, es Dios Todopoderoso. Suyo es todo poder en el cielo y en la tierra. Nadie puede arrebataros de Su mano. No se turben vuestros corazones ni tengáis zozobra, si sois verdaderos creyentes en Jesús.
¿Querríais tener un dulce consuelo en los sufrimientos y en las pruebas de la vida? Tened siempre presente la «humanidad» de vuestro Salvador. El es el hombre Cristo Jesús, que cuando niño reposó en el seno de la virgen María y conoce el corazón del hombre. Puede compadecerse de nosotros en nuestras flaquezas, pues ha experimentado en Si Mismo las tentaciones de Satanás; ha sufrido hambre; ha derramado lágrimas; ha sentido dolor. Confiadle vuestros pesares en todas ocasiones: El no os despreciará. Abridle vuestro corazón en la oración, y nada le ocultéis. El puede compadecerse de su pueblo.
Que penetren profundamente estas reflexiones en vuestras almas. Bendigamos a Dios por las verdades consoladoras contenidas en el primer capítulo del Nuevo Testamento. Nos da a conocer su Ser que «salva a su pueblo de sus pecados».
Mas esto no es todo: nos hace saber que este Salvador es «Emmanuel», verdadero Dios, y no obstante, Dios con nosotros.
Dios manifiesto en carne humana, lo mismo que la nuestra. Estas son alegres nuevas, en verdad. Por la fe y con acciones de gracias alimentemos nuestros corazones con estas verdades.
Fuente: Los Evangelios Explicados
José… → Luc 1:27; encinta… Nótese la ausencia de los verbos gr. gennáo = engendrar → v. Mat 1:16, y sullambáno = concebir. Aquí (y en el v. Mat 1:23) el evangelista utiliza el mismo registro de la LXX (Isa 7:14) en gastri exo = tener en el vientre → §224.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R1184 Δέ puede introducir un nuevo tema y no expresar una idea adversativa: Ahora, el nacimiento de Jesucristo.
T78 Πρὶν ἤ con el infinitivo significa: antes que se juntaran.
T176 Se puede omitir el artículo con el término de una preposición y el término sigue siendo definido. En este caso se refiere al Espíritu Santo (comp. Luc 1:15 y M113).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, comprometida para casarse
Lit., antes de que se juntaran
Fuente: La Biblia de las Américas
Lit. era.
1.18 g Luc 1:27.
1.18 Mateo no usa los verbos gennao = engendrar g v. 16, ni sullambano = concebir, sino que aquí (y en el v.23) utiliza el mismo registro de la LXX (Isa 7:14) en gastri exo = ul tener en el vientre.