¡Generación de víboras! ¿Cómo podréis vosotros, siendo malos, hablar cosas buenas? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Generación de víboras. Mat 3:7; Mat 23:33; Luc 3:7; Jua 8:44; 1Jn 3:10.
¿cómo podéis hablar bien, siendo malos? 1Sa 24:13; Sal 10:6, Sal 10:7; Sal 52:2-5; Sal 53:1; Sal 64:3, Sal 64:5; Sal 120:2-4; Sal 140:2, Sal 140:3; Isa 32:6; Isa 59:4, Isa 59:14; Jer 7:2-5; Rom 3:10-14; Stg 3:5-8.
porque de la abundancia del corazón habla la boca. Luc 6:45.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
CORAZONES Y PALABRAS
Mateo 12:34-37
¡Raza de víboras! ¿Cómo vais a decir vosotros nada bueno siendo tan malos como sois? Porque es lo que rebosa el corazón lo que sale por la boca. Una buena persona saca cosas buenas del buen almacén; y una mala persona saca cosas malas de su mal almacén. Os aseguro que de todo lo inútil que haya dicho la gente tendrá que dar cuenta el Día del Juicio; porque por tus palabras se te exculpará, y por tus palabras se te inculpará.
No es extraño que Jesús eligiera hablar aquí de la tremenda responsabilidad de las palabras dichas. Los escribas y los fariseos acababan de decir las cosas más terribles. Habían puesto su mirada en el Hijo de Dios, y Le habían llamado aliado del diablo. Tales palabras habían sido realmente terribles. Así es que Jesús estableció dos leyes.
(i) Se puede ver cómo está el corazón por las cosas que dice. Hace mucho tiempo ya dijo el dramaturgo griego Menandro: «El carácter de una persona se conoce por sus palabras.» Lo que hay en el corazón no puede salir a la superficie nada mas que a través de los labios; y una persona no puede producir a través de sus labios nada más que lo que tiene en el corazón. No hay nada que sea más revelador que las palabras. No nos hace falta hablar largamente con una persona para darnos cuenta de si tiene una mente limpia o sucia; no tenemos que escucharle mucho tiempo para descubrir si tiene una mente amable o cruel; no tenemos que oírle mucho a uno que se dedica a predicar o a enseñar o a dar conferencias para descubrir si tiene una mente clara o confusa. Estamos revelando constantemente lo que somos por lo que decimos.
(ii) Jesús estableció que una persona tendría que dar cuenta especialmente de sus palabras inútiles. La palabra que se usa aquí para inútil es aergós; érgon es la palabra griega para obra; y el prefijo a quiere decir sin; aergós describe lo que no está destinado a producir ningún efecto. Se usa, por ejemplo, de un árbol estéril, de tierra en barbecho, del día de sábado en el que no se puede hacer ninguna obra, de una persona perezosa. Jesús estaba diciendo algo que es profundamente cierto. De hecho hay dos grandes verdades aquí.
(a) Son las cosas que uno dice sin darse cuenta, las palabras que se le escapan cuando no hay barreras convencionales, las que muestran de veras cómo es. Como lo expresa Plummer: «Las palabras que se dicen cuidadosamente puede que sean una hipocresía calculada.» Cuando una persona está en guardia conscientemente, pondrá cuidado en lo que dice y en cómo lo dice; pero cuando no está en guardia, sus palabras revelan su carácter. Es totalmente posible que los pronunciamientos públicos de una persona sean correctos y nobles, y que su conversación privada sea áspera y desabrida. En público se escoge cuidadosamente lo que se dice; en privado se despiden los centinelas y cualquier palabra sale por el puesto de guardia de los labios. Así sucede con la ira: puede que uno diga cuando está enfadado lo que piensa de veras y ha querido decir muchas veces, pero se lo ha impedido el frío control de la prudencia. Muchas personas son un modelo de encanto y de cortesía en público, cuando saben que los están observando y son especialmente cuidadosos con sus palabras; mientras que en su propia casa son un ejemplo terrible de irritabilidad, sarcasmo, mal genio, crítica y quejiconería porque no hay nadie que lo vea u oiga. Es humillante -y alertante- el recordar que las palabras que muestran lo que somos son las que se nos escapan cuando tenemos la guardia baja.
(b) A menudo son esas las palabras que hacen más daño. Puede que se diga cuando se está descontrolado lo que no se diría nunca cuando se está controlado. Puede que diga después que no era aquello lo que quería decir; pero eso no le libera de la responsabilidad de haberlo dicho; y el hecho de haberlo dicho deja a menudo una herida que no se cura con nada, y levanta una barrera que ya no se puede eliminar. Puede que uno diga cuando está relajado algo ofensivo y cuestionable que no diría nunca en público -y eso es precisamente lo que se alberga inolvidablemente en la memoria de alguien. Pitágoras, el gran filósofo griego, decía: «Antes lanza una piedra al azar, que una palabra.» Una vez que se ha dejado escapar una palabra ofensiva o sucia, nada la hará volver atrás; y seguirá una trayectoria de daño por dondequiera que vaya.
Que cada uno se examine a sí mismo. Que examine sus palabras para descubrir el estado de su corazón. Y que tenga presente que Dios no le juzgará por las palabras que diga cuidadosa e intencionadamente, sino por las que se le escapen cuando no haya restricciones convencionales y suban borbollando a la superficie los verdaderos sentimientos del corazón.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Mat 15:18; (ver Mar 7:21-23).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
q 573 Mat 3:7; Mat 23:33; Luc 3:7
r 574 Job 14:4
s 575 Mat 15:11
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
34 (a) Mat_3:7 ; Mat_23:33
34 (b) Mat_15:18-19 ; Luc_6:45
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
corazón… → Mat 3:7; Mat 23:33; Luc 3:7; Luc 6:45.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
g 3.7; 23.33; Luc 3:7.
12.34 g 15.18; Luc 6:45.