Biblia

Comentario de Mateo 12:9 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Mateo 12:9 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Partió de allí y fue a la sinagoga de ellos.

12:9 — Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos 10 Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; — El conflicto continúa. Este texto también trata del conflicto entre Jesús y los judíos sobre las leyes de ellos sobre el sábado. Según Luc 6:1, fue su mano derecha. Una condición muy triste porque la mayoría de los empleos, mayormente en aquellos días, requería el uso de las dos manos. Era muy limitado el albañil, el carpintero o el que hacía tiendas (Hch 18:3) si tuviera que trabajar con una sola mano. En cuanto al poder humano, no había remedio para este condición. Tal hombre ofreció a Jesús otra oportunidad de sanar, pero este caso fue especial debido al lugar (sinagoga) y el tiempo (día de reposo). Ocurrió en la sinagoga, probablemente en Galilea, Mar 2:1, Capernaum. La sinagoga era el lugar para leer la ley de Moisés, los profetas y los salmos, para acercarse a Dios. Pero los escribas y fariseos (Luc 6:7) se portaban de la manera más carnal, manifestando su odio hacia Jesús y la determinación de destruirlo (Mat 12:14).

— y preguntaron a Jesús, para poder acusarle; (“y le asechaban los escribas y los fariseos, para ver si en día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle”, Luc 6:7). Esta era su empleo principal (véanse también Luc 14:1; Luc 20:20). En esta ocasión le acechaban para ver si sanaría en el día de reposo. Es interesante notar que ellos sabían perfectamente que Jesús podía sanar. No era cuestión de observarle para ver si El podía sanar, sino para ver si lo haría en el día de reposo. Qué triste fue que no les interesara la hermosa enseñanza de Jesús, ni tampoco la miseria del pobre hombre con la mano seca.

Le acechaban porque querían acusarle de quebrantar, según ellos, la ley sobre el día de reposo. Se aprovecharon de la asamblea pública para acusarle. Recuérdese que no querían simplemente criticarlo, sino más bien querían eliminarlo. Le envidiaron mucho debido a su gran popularidad con la gente. Jesús gozaba de mucha influencia. La gente «se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas» (Mat 7:28-29). También se admiraba la gente mucho de sus milagros. Aun Pilato, el romano, se dio cuenta de la envidia de los líderes judíos (Mat 27:18). Desde luego, Jesús sabía el propósito y plan de ellos (Luc 6:8; Mat 9:4; Mat 22:18; Jua 2:24-25).

Cristo y las tradiciones. Es importante recordar que el conflicto no estaba entre Cristo y la ley de Moisés, sino entre Cristo y las tradiciones de los judíos. Estos habían formulado muchas reglas con respecto al día de reposo. Se debe recalcar que estos líderes judíos no podían negar que Jesús hizo milagros, y no podían refutar ninguna de sus enseñanzas. Jesús era verdadero (Apo 3:14), y enseñó la verdad. Sin embargo, por causa del prejuicio fanatizado y ciego de los escribas y fariseos por sus reglas (tradiciones) humanas, mayormente con respecto al día de reposo, y por causa de su envidia, fueron al extremo de acusar a Jesús de obrar por el poder de Beelzebú, el príncipe de los demonios (Mat 9:34; Mat 12:24).

— ¿Es lícito sanar en el día de reposo? — Es obvio que no tenían compasión por este pobre hombre, sino que sólo querían atrapar a Jesús quien en siete ocasiones sanó a los enfermos en el día de reposo (Mar 1:21; Mar 1:29; Jua 5:9; Jua 9:14; Luc 13:14; Luc 14:2-3). “¿Es lícito?” Pero Jesús, por ser Dios omnisciente, conocía sus pensamientos (Luc 6:8).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

vino a la sinagoga de ellos. Mar 3:1-5; Luc 6:6-11.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

12:9 — Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos 10 Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; – El conflicto continúa. Este texto también trata del conflicto entre Jesús y los judíos sobre las leyes de ellos sobre el sábado. Según Luc 6:1, fue su mano derecha. Una condición muy triste porque la mayoría de los empleos, mayormente en aquellos días, requería el uso de las dos manos. Era muy limitado el albañil, el carpintero o el que hacía tiendas (Hch 18:3) si tuviera que trabajar con una sola mano. En cuanto al poder humano, no había remedio para este condición. Tal hombre ofreció a Jesús otra oportunidad de sanar, pero este caso fue especial debido al lugar (sinagoga) y el tiempo (día de reposo). Ocurrió en la sinagoga, probablemente en Galilea, Mar 2:1, Capernaum. La sinagoga era el lugar para leer la ley de Moisés, los profetas y los salmos, para acercarse a Dios. Pero los escribas y fariseos (Luc 6:7) se portaban de la manera más carnal, manifestando su odio hacia Jesús y la determinación de destruirlo (Mat 12:14).
— y preguntaron a Jesús, para poder acusarle; (“y le asechaban los escribas y los fariseos, para ver si en día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle”, Luc 6:7). Esta era su empleo principal (véanse también Luc 14:1; Luc 20:20). En esta ocasión le acechaban para ver si sanaría en el día de reposo. Es interesante notar que ellos sabían perfectamente que Jesús podía sanar. No era cuestión de observarle para ver si El podía sanar, sino para ver si lo haría en el día de reposo. Qué triste fue que no les interesara la hermosa enseñanza de Jesús, ni tampoco la miseria del pobre hombre con la mano seca.
Le acechaban porque querían acusarle de quebrantar, según ellos, la ley sobre el día de reposo. Se aprovecharon de la asamblea pública para acusarle. Recuérdese que no querían simplemente criticarlo, sino más bien querían eliminarlo. Le envidiaron mucho debido a su gran popularidad con la gente. Jesús gozaba de mucha influencia. La gente «se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas» (Mat 7:28-29). También se admiraba la gente mucho de sus milagros. Aun Pilato, el romano, se dio cuenta de la envidia de los líderes judíos (Mat 27:18). Desde luego, Jesús sabía el propósito y plan de ellos (Luc 6:8; Mat 9:4; Mat 22:18; Jua 2:24-25).
Cristo y las tradiciones. Es importante recordar que el conflicto no estaba entre Cristo y la ley de Moisés, sino entre Cristo y las tradiciones de los judíos. Estos habían formulado muchas reglas con respecto al día de reposo. Se debe recalcar que estos líderes judíos no podían negar que Jesús hizo milagros, y no podían refutar ninguna de sus enseñanzas. Jesús era verdadero (Apo 3:14), y enseñó la verdad. Sin embargo, por causa del prejuicio fanatizado y ciego de los escribas y fariseos por sus reglas (tradiciones) humanas, mayormente con respecto al día de reposo, y por causa de su envidia, fueron al extremo de acusar a Jesús de obrar por el poder de Beelzebú, el príncipe de los demonios (Mat 9:34; Mat 12:24).
— ¿Es lícito sanar en el día de reposo? — Es obvio que no tenían compasión por este pobre hombre, sino que sólo querían atrapar a Jesús quien en siete ocasiones sanó a los enfermos en el día de reposo (Mar 1:21; Mar 1:29; Jua 5:9; Jua 9:14; Luc 13:14; Luc 14:2-3). “¿Es lícito?” Pero Jesús, por ser Dios omnisciente, conocía sus pensamientos (Luc 6:8).

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA LEY Y EL AMOR

Mateo 12:9-14

Jesús salió de allí y fue a la sinagoga de ellos. Y, fijaos: había allí un hombre que tenía un brazo paralítico. Y Le dijeron a Jesús:

-¿Está permitido sanar en sábado?

Eso Se lo preguntaron para encontrar algo de que acusarle. Y Jesús les contestó:
-¿Hay alguno de vosotros que, si se le cae una oveja a un pozo en sábado, no le eche mano y la saque? ¡Pues cuánto más valiosa es una persona que una oveja! Así que está permitido hacer una buena obra en sábado.

Y a continuación le dijo al del brazo paralítico:
-¡Extiende el brazo!

Y el hombre lo extendió, y se le quedó tan sano como el otro. Así que los fariseos se marcharon y tuvieron una consulta entre ellos para ver la manera de eliminar a Jesús.

Este incidente es un momento crucial en la vida de Jesús, en el que deliberada y públicamente quebrantó la ley del sábado; y el resultado fue una reunión de los dirigentes ortodoxos para buscar la manera de eliminarle.
No entenderemos la actitud de los ortodoxos a menos que entendamos la sorprendente seriedad con que tomaban la ley del sábado. La ley prohibía todo trabajo el día del sábado, así que los judíos ortodoxos literalmente morirían antes de quebrantarla.
En los tiempos del levantamiento bajo Judas Macabeo, algunos judíos buscaron refugio en las cuevas del desierto. Antíoco mandó un destacamento de hombres a atacarlos; el ataque se hizo en sábado; y aquellos insurgentes judíos murieron sin hacer el menor gesto de lucha o de defensa, porque a ellos no les estaba permitido pelear en sábado. 1 Macabeos nos cuenta que las fuerzas de Antíoco «les dieron la batalla a toda prisa. A pesar de que ellos no reaccionaban, ni siquiera arrojándoles una piedra ni cerrando los lugares en los que estaban escondidos; sino dijeron: «Muramos en nuestra inocencia: el Cielo y la Tierra testificarán a nuestro favor, que nos habéis dado la muerte injustamente.» Así es que los atacaron en sábado, y los masacraron con sus mujeres y niños y ganado, un número como de un millar» (1 Macabeos 2:31-38). Hasta en una crisis nacional, los judíos no pelearían en sábado ni siquiera para salvar la vida ni para proteger a sus seres queridos.

Fue por cumplir la ley del sábado los judíos por lo que Pompeyo pudo tomar Jerusalén. En la antigua técnica militar era costumbre que los atacantes erigieran una estructura imponente por encima de las fortificaciones de la ciudad sitiada, desde cuya altura atacaban las defensas. Pompeyo construyó su terraplén un sábado, mientras los judíos se limitaban a mirar sin hacer nada para pararla: Josefo dice: «Si no hubiera sido por la costumbre, desde los días de nuestros antepasados, de descansar el séptimo día, ese terraplén no se habría completado nunca, por la oposición que los judíos habrían ofrecido; porque aunque nuestra ley nos daba permiso para defendernos contra los que empezaban a pelear contra nosotros y asaltarnos (esto era una concesión), sin embargo no nos permite oponernos a nuestros enemigos cuando están haciendo otra cosa» (Josefo: Antigüedades 14.4.2).

Josefo recuerda la sorpresa del historiador griego Agatárquides por cómo se le permitió capturar Jerusalén a Tolomeo Lagos. Agatárquides escribió: «Existe un pueblo llamado los judíos, que vive en una ciudad de las más fuertes, que sus habitantes llaman Jerusalén, y que tienen costumbre de descansar cada séptimo día; ese día no hacen uso de sus armas, ni trabajan el campo, ni se ocupan de ninguno de los negocios de la vida, sino extienden sus brazos en sus lugares santos, y oran hasta la tarde. Ahora bien: Sucedió que cuando Tolomeo el hijo de Lagos llegó con su ejército a esa ciudad, aquella gente, cumpliendo su loca costumbre, en vez de guardar la ciudad permitieron que su país fuera sometido a un señor cruel; y se demostró claramente que su Ley les había impuesto una práctica estúpida. Este suceso enseñó a todos los hombres menos a los judíos a descartar tales sueños, y a no seguir semejantes sugerencias perezosas transmitida como una ley cuando en tal incertidumbre de razonamiento humano no saben lo que deben hacer» (Josefo Contra ApióNm 1:22

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— una sinagoga. Lit. en la sinagoga de ellos: ver nota a Mat 4:23.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

9 (a) vs.9-14: Mar_3:1-6 ; Luc_6:6-11

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

pasando… Es decir, trasladándose.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Es decir, trasladándose.

Fuente: La Biblia Textual III Edición