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Comentario de Mateo 13:47 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Mateo 13:47 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Asimismo, el reino de los cielos es semejante a una red que fue echada en el mar y juntó toda clase de peces.

13:47 — Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; 48 y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. 49 Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, 50 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. — ¡La red barredera, una ilustración muy apropiada! «Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa» (v 1,2). Era muy apropiada, pues, la parábola de la red. Pedro, Andrés, Jacobo, Juan y muchos de los que escuchaban estas parábolas eran pescadores. En esta parábola Jesús se refiere a una práctica muy común, bien conocida por los oyentes. El trabajo diario de los pescadores era el de recoger los peces buenos en vasijas y echar fuera los que no servían. Su trabajo diario bien ilustraba el juicio final.

En la parábola de la cizaña la lección principal es que es necesario esperar hasta el fin del mundo para la separación de los malos y buenos. En esta parábola el énfasis parece ser que esa separación es ineludible.

¿De qué clase de red habla Jesús? La traducción de la Biblia de las Américas es correcta. Se trata de una red barredera, con flotadores de corcho arriba y hundida con plomo abajo. Había tres clases de red: (1) «AMPHIBLESTRON, lit., algo echado alrededor, denota una red arrojadiza, de tamaño más bien pequeño, echada por encima del hombro, y que se extendía en un círculo, y se hacía hundir mediante pesos, Mat 4:18«. (2) «DIKTUON, un término general para una red, Mat 4:20-21«. (3) «SAGENE denota una red de arrastre, una jábega o barredera; con ésta se actuaba de dos maneras distintas: bien se dejaba caer al agua y luego se recogía en un círculo en progresivo estrechamiento, halándose después al borde, o bien como un semicírculo arrastrado a la playa, Mat 13:47, donde los nos 1 y 2 no hubieran sido tan apropiados» (WEV).

— recoge de toda clase — Esta red es como una cerca o muralla que barre todo hacia la playa. De esta manera Dios «barre»

— ineludiblemente — a todos hacia el día final y la separación de malos y buenos. Dios no hace acepción de personas (Hch 10:34-35; Rom 2:11). Nadie será exento. Nadie puede escapar de la red.

¿Enseña esta parábola que hay buenos y malos en la iglesia? No. Los ángeles no son ancianos. Algunos usan mal esta parábola como usan mal la parábola de la cizaña. No se refiere a la iglesia. No tiene nada que ver con la disciplina de la iglesia. Tal vez lo que confunde a algunos hermanos es la expresión, «El reino es semejante». Todos sabemos que en muchos textos se usan los términos «iglesia» y «reino» intercambiablemente (véase el estudio sobre la parábola de la cizaña). Pero en estas parábolas Jesús está ilustrando ciertos aspectos del reinado mundial o universal de Dios sobre la familia humana. Es verdad que en un sentido el evangelio es como una red y que los que predican son pescadores, pero en esta parábola la red no es el evangelio, sino es la acción de los ángeles en el fin del mundo.

Hacen lo que la iglesia no puede hacer. La obra de la iglesia es importantísima. Es la casa de Dios y es columna y baluarte de la verdad (1Ti 3:15). La iglesia hace separación entre los malos y buenos en el sentido de rescatar a algunos del mundo. También es cierto que la red del evangelio recoge malos y buenos en el sentido de que algunos de los que profesan ser cristianos no son sinceros, pero esta parábola no habla de lo que la iglesia hace, sino de lo que los ángeles harán, y de la separación final de los malos y buenos en el fin del mundo. Los ángeles son los que sacan la red. Son los que separan a los buenos de los malos. Ellos hacen lo que la iglesia no puede hacer.

Hay diferencia entre los malos y los buenos. Muchos niegan o ignoran esto. Dios dice en Mal 3:14-15 que el pueblo hablaba contra El diciendo «Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon». Esta actitud es común hoy en día. Muchos creen que no hay diferencia entre los que profesan ser cristianos y los demás. Desde luego puede haber insinceridad entre los que asisten a alguna iglesia y profesan ser cristianos. Aun entre hermanos en Cristo hay falsedad. Un día sabrán la diferencia, pero esto no quiere decir que no hay diferencia entre los del mundo y los verdaderos cristianos. Hay gran diferencia. Dice Mal 3:18, «Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve». Esta parábola enseña con toda claridad esta verdad.

El tema del Salmo 73 es el destino de los malos. El salmista admite que envidiaba a los malos. «En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos» (v 2,3). Aun se convencía que «en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia» (v 13). Le era «duro trabajo» meditar en esto. Pero en el v 17 dice, «Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos. Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer». Entonces admite su ignorancia: «Tan torpe era yo, que no entendía; era como una bestia delante de ti» (v 22).

Habacuc luchaba con este problema. Dice a Dios (1:13), «¿Por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él». No entendía el profeta cómo Dios podía tolerar a los injustos que oprimían a los israelitas, pero en su comunicación con Dios llegó a entender que «Jehová está en su santo templo»; es decir, Dios no está dormido y no ignora nada de las injusticias aquí en la tierra. Todo mal será rectificado, porque Dios siempre tiene la última palabra. Con toda humildad, pues, el profeta concluye diciendo, «Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación» (3:17,18).

La red está en las manos de Dios. No está en las manos de los hombres. No está bajo el control de los más grandes reyes de la tierra. Los más grandes, los más famosos, los más ricos y los más poderosos serán llevados al juicio por la red barredera. El que siempre se encarga del destino de todos es Dios. Es necesario que siempre tengamos presente esta verdad. Dios no ignora nada. El es muy bondadoso, misericordioso y paciente. No quiere que nadie perezca (1Ti 2:4; 2Pe 3:9). Pero el juicio viene. ¡Ineludiblemente viene! (Rom 14:12; 2Co 5:10; Gál 6:7-8).

Los peces buenos serán recogidos en cestas o vasijas apropiadas. ¿No dice Cristo que volvería al Padre para preparar «mansiones» (Jua 14:1-3)? Abraham esperaba esta ciudad (Heb 11:10), una ciudad con fundamentos, una residencia permanente (en la tierra solamente moraba en tiendas como peregrino). Lázaro fue llevado al «seno de Abraham» cuando murió (Luc 16:22). Debemos anhelar «moradas eternas» (Luc 16:9).

Los malos serán echados al «horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes». Véanse Mat 3:12; Mar 9:43-48; Apo 14:11.

La lección de la separación final de los malos y buenos se enseña a través del Nuevo Testamento. El mensaje de la parábola de la cizaña es que es necesario esperar hasta el fin para ver esta separación. No viene antes del fin del mundo. Mat 25:1-46 presenta la separación de los malos y buenos desde tres aspectos: V 1-13, la separación de las diez vírgenes con el énfasis sobre la preparación o la falta de ella. V 14-30, la parábola del siervo inútil (Mat 25:30) es otra parábola acerca de la separación final de malos y buenos. V 31-46 describe la separación de malos y buenos usando la ilustración del pastor que separa las ovejas de los cabritos. Jua 5:29 dice, » y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación». 2Ts 1:6-10 describe la separación de los que obedecen al evangelio y los que no lo obedecen. La lección en estos textos es, desde luego, la necesidad de creer en Jesús, arrepentirnos, confesar nuestra fe en El, ser bautizados para el perdón de pecados y ser fieles hasta aquel día de separación.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

es semejante a la red. Mat 4:19; Mar 1:17; Luc 5:10.

y recoge de toda clase de peces. Mat 13:26-30; Mat 22:9, Mat 22:10; Mat 25:1-4; Luc 14:21-23; Jua 15:2, Jua 15:6; Hch 5:1-10; Hch 8:18-22; Hch 20:30; 1Co 5:1-6; 1Co 10:1-12; 1Co 11:19; 2Co 11:13-15, 2Co 11:26; 2Co 12:20, 2Co 12:21; Gál 2:4; 2Ti 3:2-5; 2Ti 4:3, 2Ti 4:4; Tit 1:9-11; 2Pe 2:1-3, 2Pe 2:13-22; 1Jn 2:18, 1Jn 2:19; 1Jn 4:1-6; Jud 1:4, Jud 1:5; Apo 3:1, Apo 3:15-17.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

el reino de los cielos es semejante a una red: Las últimas dos parábolas hablan de las responsabilidades de los discípulos en el Reino. Primero, Jesús describe una gran red, la cual cerca un área extensa y se arrastra desde el fondo del lago. Esta red reúne peces de toda clase, sin discriminación. Similarmente, la responsabilidad de los discípulos sería pescar tantos «peces» de todo tipo como sea posible. Sin embargo, el trabajo de juzgar o escudriñar la pesca no es un trabajo que los discípulos estén llamados o equipados para realizar. Ese trabajo es asignado a los ángeles en el retorno de Cristo.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

EL REINO… UNA RED. La parábola de la red revela una vez más la verdad a la que Cristo ha dado gran énfasis, es decir, que no todos los que están en el reino visible son de veras hijos de Dios. Las iglesias y las organizaciones cristianas no son sinónimas del verdadero pueblo de Dios, formado por todos los creyentes que viven en verdadera fe y justicia (cf. Mat 24:11; Mat 24:24; Gál 5:19-21; véase Luc 13:21, nota).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

red. Cierto tipo de pesca era realizado con una larga y pesada red arrastrada a lo largo de fondo del lago. Cuando se lanzaba, contenía un acopio que debía ser separado. De manera similar, el reino visible del los que se dicen ser creyentes, está lleno tanto de lo bueno como de lo malo, los cuales serán ordenados en el juicio final.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

13:47 — Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; 48 y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. 49 Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, 50 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. — ¡La red barredera, una ilustración muy apropiada! «Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa» (v 1,2). Era muy apropiada, pues, la parábola de la red. Pedro, Andrés, Jacobo, Juan y muchos de los que escuchaban estas parábolas eran pescadores. En esta parábola Jesús se refiere a una práctica muy común, bien conocida por los oyentes. El trabajo diario de los pescadores era el de recoger los peces buenos en vasijas y echar fuera los que no servían. Su trabajo diario bien ilustraba el juicio final.
En la parábola de la cizaña la lección principal es que es necesario esperar hasta el fin del mundo para la separación de los malos y buenos. En esta parábola el énfasis parece ser que esa separación es ineludible.
¿De qué clase de red habla Jesús? La traducción de la Biblia de las Américas es correcta. Se trata de una red barredera, con flotadores de corcho arriba y hundida con plomo abajo. Había tres clases de red: (1) «AMPHIBLESTRON, lit., algo echado alrededor, denota una red arrojadiza, de tamaño más bien pequeño, echada por encima del hombro, y que se extendía en un círculo, y se hacía hundir mediante pesos, Mat 4:18». (2) «DIKTUON, un término general para una red, Mat 4:20-21». (3) «SAGENE denota una red de arrastre, una jábega o barredera; con ésta se actuaba de dos maneras distintas: bien se dejaba caer al agua y luego se recogía en un círculo en progresivo estrechamiento, halándose después al borde, o bien como un semicírculo arrastrado a la playa, Mat 13:47, donde los nos 1 y 2 no hubieran sido tan apropiados» (WEV).
— recoge de toda clase — Esta red es como una cerca o muralla que barre todo hacia la playa. De esta manera Dios «barre» — ineludiblemente — a todos hacia el día final y la separación de malos y buenos. Dios no hace acepción de personas (Hch 10:34-35; Rom 2:11). Nadie será exento. Nadie puede escapar de la red.
¿Enseña esta parábola que hay buenos y malos en la iglesia? No. Los ángeles no son ancianos. Algunos usan mal esta parábola como usan mal la parábola de la cizaña. No se refiere a la iglesia. No tiene nada que ver con la disciplina de la iglesia. Tal vez lo que confunde a algunos hermanos es la expresión, «El reino es semejante». Todos sabemos que en muchos textos se usan los términos «iglesia» y «reino» intercambiablemente (véase el estudio sobre la parábola de la cizaña). Pero en estas parábolas Jesús está ilustrando ciertos aspectos del reinado mundial o universal de Dios sobre la familia humana. Es verdad que en un sentido el evangelio es como una red y que los que predican son pescadores, pero en esta parábola la red no es el evangelio, sino es la acción de los ángeles en el fin del mundo.
Hacen lo que la iglesia no puede hacer. La obra de la iglesia es importantísima. Es la casa de Dios y es columna y baluarte de la verdad (1Ti 3:15). La iglesia hace separación entre los malos y buenos en el sentido de rescatar a algunos del mundo. También es cierto que la red del evangelio recoge malos y buenos en el sentido de que algunos de los que profesan ser cristianos no son sinceros, pero esta parábola no habla de lo que la iglesia hace, sino de lo que los ángeles harán, y de la separación final de los malos y buenos en el fin del mundo. Los ángeles son los que sacan la red. Son los que separan a los buenos de los malos. Ellos hacen lo que la iglesia no puede hacer.
Hay diferencia entre los malos y los buenos. Muchos niegan o ignoran esto. Dios dice en Mal 3:14-15 que el pueblo hablaba contra El diciendo «Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon». Esta actitud es común hoy en día. Muchos creen que no hay diferencia entre los que profesan ser cristianos y los demás. Desde luego puede haber insinceridad entre los que asisten a alguna iglesia y profesan ser cristianos. Aun entre hermanos en Cristo hay falsedad. Un día sabrán la diferencia, pero esto no quiere decir que no hay diferencia entre los del mundo y los verdaderos cristianos. Hay gran diferencia. Dice Mal 3:18, «Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve». Esta parábola enseña con toda claridad esta verdad.
El tema del Salmo 73 es el destino de los malos. El salmista admite que envidiaba a los malos. «En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos» (v 2,3). Aun se convencía que «en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia» (v 13). Le era «duro trabajo» meditar en esto. Pero en el v 17 dice, «Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos. Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer». Entonces admite su ignorancia: «Tan torpe era yo, que no entendía; era como una bestia delante de ti» (v 22).
Habacuc luchaba con este problema. Dice a Dios (1:13), «¿Por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él». No entendía el profeta cómo Dios podía tolerar a los injustos que oprimían a los israelitas, pero en su comunicación con Dios llegó a entender que «Jehová está en su santo templo»; es decir, Dios no está dormido y no ignora nada de las injusticias aquí en la tierra. Todo mal será rectificado, porque Dios siempre tiene la última palabra. Con toda humildad, pues, el profeta concluye diciendo, «Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación» (3:17,18).
La red está en las manos de Dios. No está en las manos de los hombres. No está bajo el control de los más grandes reyes de la tierra. Los más grandes, los más famosos, los más ricos y los más poderosos serán llevados al juicio por la red barredera. El que siempre se encarga del destino de todos es Dios. Es necesario que siempre tengamos presente esta verdad. Dios no ignora nada. El es muy bondadoso, misericordioso y paciente. No quiere que nadie perezca (1Ti 2:4; 2Pe 3:9). Pero el juicio viene. ¡Ineludiblemente viene! (Rom 14:12; 2Co 5:10; Gál 6:7-8).
Los peces buenos serán recogidos en cestas o vasijas apropiadas. ¿No dice Cristo que volvería al Padre para preparar «mansiones» (Jua 14:1-3)? Abraham esperaba esta ciudad (Heb 11:10), una ciudad con fundamentos, una residencia permanente (en la tierra solamente moraba en tiendas como peregrino). Lázaro fue llevado al «seno de Abraham» cuando murió (Luc 16:22). Debemos anhelar «moradas eternas» (Luc 16:9).
Los malos serán echados al «horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes». Véanse Mat 3:12; Mar 9:43-48; Apo 14:11.
La lección de la separación final de los malos y buenos se enseña a través del Nuevo Testamento. El mensaje de la parábola de la cizaña es que es necesario esperar hasta el fin para ver esta separación. No viene antes del fin del mundo. Mat 25:1-46 presenta la separación de los malos y buenos desde tres aspectos: V 1-13, la separación de las diez vírgenes con el énfasis sobre la preparación o la falta de ella. V 14-30, la parábola del siervo inútil (Mat 25:30) es otra parábola acerca de la separación final de malos y buenos. V 31-46 describe la separación de malos y buenos usando la ilustración del pastor que separa las ovejas de los cabritos. Jua 5:29 dice, » y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación». 2Ts 1:6-10 describe la separación de los que obedecen al evangelio y los que no lo obedecen. La lección en estos textos es, desde luego, la necesidad de creer en Jesús, arrepentirnos, confesar nuestra fe en El, ser bautizados para el perdón de pecados y ser fieles hasta aquel día de separación.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA REDADA Y LA SEPARACIÓN

Mateo 13:47-50

El Reino del Cielo se parece también a una red que se echa a la mar y que recoge toda clase de peces. Cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y recogen lo que vale en cestas y tiran lo que no vale. Así sucederá al final de esta era: vendrán los ángeles, y separarán a los malos de entre los justos y los echarán ad fuego del horno. Allí será el lloro y el rechinar de dientes.

Era la cosa más natural del mundo el que Jesús usara ilustraciones de la pesca cuando estaba hablando con pescadores. Es como si les dijera: «Fijaos en cómo os habla de las cosas del Cielo vuestro diario faenar.»
En Palestina había dos maneras de pescar. Una era con la red arrojadiza, amfibléstron, en castellano atarraya o esparavel, red manual que se lanzaba desde la orilla. Thomson nos describe cómo: «La red tiene la forma un poco como una tienda de campaña redonda, con una cuerda larga atada a la parte de arriba. Se ata al brazo, doblada de forma que cuando se lanza se extiende en toda su forma circular, con pesas de plomo en la circunferencia exterior para que baje al fondo rápidamente. Ahora, fijaos en el pescador: medio doblado y más que medio desnudo, observa atentamente la superficie para descubrir sus presas que se le acercan juguetonas. Salta adelante a su encuentro, lanza la red, que se desdobla en el vuelo y ameriza circularmente llegando al fondo antes de que los inocentes peces se den cuenta de que están atrapados. Tirando tranquilamente de la cuerda, el pescador arrastra la red y los peces hasta la orilla. Este método requiere una vista aguda, una mente rápida y una gran habilidad en el lanzamiento. El pescador tiene que ser paciente, atento, despierto, y con buenos reflejos para lanzar la red en el instante propicio.»

La otra manera de pescar era con la red: barredera, seguéné. De esta se trata en la parábola. La red barredera era grande y cuadrada, con cuerdas atadas a las esquinas y con pesas en uno de los lados para que, en reposo, estuviera colgando verticalmente en el agua. Cuando la barca empezaba a moverse, la red tomaba la forma de un gran cono en el que quedaban atrapados peces de todas clases.

La red se arrastraba entonces a tierra, y se separaban los peces. Los inservibles se tiraban, y los buenos se colocaban en las cestas. Es interesante advertir que a veces se mantenían los peces vivos en cestas impermeables llenas de agua. No había otra manera de transportarlos frescos durante un cierto tiempo y a cierta distancia. Por eso, al pescado fresco se le llama en Israel dag jay, pescado vivo, no congelado.

Hay dos grandes lecciones en esta parábola.

(i) Por naturaleza la red barredera no selecciona ni puede seleccionar los peces. No tiene más remedio que recoger toda clase de cosas en su recorrido por el agua. Su contenido no puede por menos de ser una gran mezcla. Si aplicamos esto a la Iglesia, que es el instrumento del Reino de Dios en la Tierra, quiere decir que la Iglesia no puede ser discriminatoria, sino que tiene que ser una mezcla de toda clase de personas, buenas y malas, útiles e inútiles.
Siempre ha habido dos opiniones de la Iglesia: la exclusiva y la inclusiva. El punto de vista exclusivo mantiene que la Iglesia es para los buenos, para los sinceramente consagrados y para los que son totalmente diferentes de los del mundo. Es atractivo ese punto de vista, pero no es el del Nuevo Testamento porque, aparte de todo lo demás, ¿quién es el que va a juzgar, cuando se nos ha dicho que no juzguemos? (Mateo 7: l). Nadie tiene derecho a decir quién está consagrado a Cristo y quién no. El punto de vista inclusivo siente instintivamente que la Iglesia debe estar abierta a todo el mundo, y que, como la red barredera, en tanto en cuanto es una institución humana, no puede evitar ser una mezcla. Eso es exactamente lo que enseña la parábola.

(ii) Pero también enseña que llegará la hora de separar los buenos de los malos, y de mandarlos a sus respectivos destinos. Sin embargo la separación, aunque es inevitable, no ha de ser obra del hombre sino de Dios. Por tanto tenemos la obligación de recoger todo lo que nos venga, sin juzgar ni separar, dejándole el juicio final a Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— el reino de los cielos: Ver nota a Mat 3:2.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

d 656 Mat 22:10

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

47 (1) Lit., red barredera. Esta parábola corresponde a la de 25:32-46. Aquí la red no representa el evangelio de gracia, que se predica en la era de la iglesia, sino el evangelio eterno, el cual se predicará al mundo gentil durante la gran tribulación ( Rev_14:6-7 , y la nota 6 (1)).

47 (2) El mar representa el mundo gentil.

47 (3) Toda clase representa todas las naciones, todos los gentiles (25:32).

47 (a) vs.47-50: Mat_25:32-46

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

jábega… Otra traducción posible: red barredera1Jn 2:19; toda clase… Esto es, de peces.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

N red barredera. g 1Jn 2:19.

13.47 . peces.

Fuente: La Biblia Textual III Edición