Comentario de Mateo 15:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces se acercaron a Jesús unos fariseos y escribas de Jerusalén, diciendo:

15:1 Entonces se acercaron a Jesús (cuando estaba en Galilea, Jua 7:1) ciertos escribas y fariseos (los “separados”) de Jerusalén, — Los fariseos eran los peores enemigos de Jesús. A través de Mateo, Marcos, Lucas y Juan leemos que ellos constantemente le asechaban, murmuraban contra El, le tentaban, se burlaban de El, le calumniaban, le vituperaban, y conspiraban con las autoridades para destruirlo.

— diciendo: 2 ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? — Los escribas y fariseos decían que la tradición de los ancianos era la enseñanza de Moisés entregada oralmente a los ancianos quienes en turno la entregaban a las generaciones sucesivas.

“La inmensa masa de tradiciones tan venerada de los judíos de tiempos posteriores, consistía, según ellos, en parte de leyes orales dadas por Moisés en adición a la ley escrita — referencia a las cuales suponían encontrar en Deu 4:14; en parte de fallos pronunciados de tiempo en tiempo por los jueces (Deu 17:9 s), y que llegaron a ser precedente y autoridad; y en parte de las explicaciones y opiniones de maestros eminentes, dadas individualmente o a veces por el sufragio de asambleas. Estas tradiciones orales continuaron acumulándose después del tiempo de Cristo hasta que fueron escritas en la Mishna y sus comentarios … Eran altamente estimadas por toda la nación con excepción de los saduceos. En verdad algunos opinaban que eran de más importancia que la ley escrita. El Talmud de Jerusalén dice, ‘Las palabras de los escribas son más hermosas que las palabras de la ley…’ … En esto, como en otros muchos respectos, el judaísmo ha influido en el cristianismo de la Iglesia de Roma, que enseña la observancia de numerosas tradiciones que pretenden descender de tiempos primitivos, y algunas de ellas de los apóstoles, aunque violan … las Escrituras. Entre los protestantes hay a veces más deseo de observar la costumbre que la Escritura; y más énfasis se carga sobre ‘la regla de la iglesia’ que sobre la ley de Dios” (JAB).

También creían que era necesario que la ley escrita fuera definida y adaptada a las situaciones de la gente de cada época, y que esto se hiciera oralmente. Para los escribas y fariseos (comúnmente los escribas eran de la secta de los fariseos) la tradición de los ancianos llevaba la misma autoridad que la ley de Moisés (desde luego, la ley escrita porque no había otra). Jesús tajantemente refuta esto. La ley de Moisés tenía enseñanza clara sobre lo inmundo, pero la tradición de los ancianos iba mucho más allá de la ley de Moisés. El “Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado” de Vila-Escuain tiene un buen párrafo sobre esto: “Al añadir a la Palabra de Dios se habían hecho culpables. (1) Habían dejado los mandamientos de Dios (Mar 7:8), (2) habían desechado el mandamiento de Dios (Mark 78:9, V.M.); (3) habían quebrantado, o transgredido, el mandamiento de Dios (Mat 15:3); (4) habían invalidado el mandamiento de Dios (Mat 15:6; Mar 7:13). Así, por la pretensión de una tradición oral suplementaria de la escrita, el mandamiento de Dios quedaba: (1) echado a un lado o ignorado; (2) desatendido en sus demandas; (3) manipulado y violado; por último, (4) quedaba invalidado, vaciado de todo contenido, al ser sustituido por una norma humana”.

La tradición de La Iglesia Católica Romana queda condenada de la misma manera por lo que Jesucristo enseña en estos textos. Según el clero romano la tradición católica es la misma ley de Cristo y los apóstoles, no escrita, sino entregada oralmente a los supuestos sucesores de los apóstoles. Se atreven a enseñar que la actual Iglesia Católica Romana es la misma iglesia que Jesús estableció. ¿Y qué de las grandes diferencias entre la iglesia de Cristo como la vemos en las Escrituras y la moderna Iglesia Católica Romana? Dicen que ésta es la misma iglesia de Cristo pero ya desarrollada, pero en realidad es la iglesia apóstata, porque se ha apartado del patrón bíblico en el nombre que lleva, en la doctrina que enseña y practica, en su gobierno humano, en su culto (adoración), y en muchas otras cosas. Como en el caso del judaísmo, la tradición de la iglesia romana es simplemente enseñanza humana. Con razón Jesús la denuncia tan fuertemente.

— Porque no se lavan las manos cuando comen pan. — Es necesario distinguir entre el lavamiento higiénico y el lavamiento ritual prescrito por la tradición de los ancianos. Mar 7:1-37, “3 Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen. 4 Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos”. Luc 11:1-54, “37 Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la mesa. 38 El fariseo, cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado antes de comer. 39 Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. 40 Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro?”

Jesús y sus discípulos no violaban la ley de Moisés, sino la tradición de los ancianos (que para muchos judíos era más importante que la ley de Moisés, como veremos en este mismo texto). No solamente se lavaban las manos antes de comer, sino que también se bañaban después de andar afuera donde sus cuerpos podían tocar, o ser tocados por, personas inmundas.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

llegaron a Jesús. Mar 7:1.

ciertos escribas y fariseos. Mat 5:20; Mat 23:2, Mat 23:15; Luc 5:30; Hch 23:9.

de Jerusalén. Luc 5:17, Luc 5:21.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jesús reprende a los escribas y los fariseos por desobedecer a Dios, Mat 15:1-9.

enseña que lo que entra por la boca no es lo que contamina al hombre, Mat 15:10-20.

Sana a la hija de la mujer de Canaán, Mat 15:21-28,

y a grandes multitudes, Mat 15:29-31;

y con siete panes y unos pocos pececillos alimenta a cuatro mil hombres, además de las mujeres y niños, Mat 15:32-39.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El hecho que escribas y fariseos hubiesen viajado de Jerusalén a Galilea para ver a Jesús indica que la reputación de Jesús se extendía.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Capitulo 15.

Disputa con los fariseos y enseñanza sobre la verdadera pureza, 15:2-20
(Mar 7:12-23).
1 Entonces se acercaron a Jesús fariseos y escribas venidos de Jerusalén, diciendo: 2 ¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los ancianos, pues no se lavan las manos cuando comen? 3 El respondió y les dijo: ¿Por qué traspasáis vosotros el precepto de Dios por vuestras tradiciones? 4 Pues Dios dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y quien maldijere a su padre o a su madre sea muerto. 5 Pero vosotros decís: Si alguno dijere a su padre o a su madre: “Cuanto de mí pudiere aprovecharte, sea ofrenda,” 6 ése no tiene que honrar a su padre; y habéis anulado la palabra de Dios por vuestra tradición. 7 ¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: 8 “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí; 9 en vano me rinden culto, enseñando doctrinas que son preceptos humanos.” 10 Y llamando a sí a la muchedumbre, les dijo: Oíd y entended: 11 No es lo que entra por la boca lo que hace impuro al hombre; pero lo que sale de la boca, eso es lo que al hombre le hace impuro. 12 Entonces se le acercaron los discípulos y dijeron: ¿Sabes que los fariseos al oírte se han escandalizado? 13 Respondióles y dijo: Toda planta que no ha plantado mi Padre celestial será arrancada. 14 Dejadlos; son guías ciegos; si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en la hoya. 15 Tomando Pedro la palabra, le dijo: Explícanos esa parábola. l6 Dijo El: ¿Tampoco vosotros entendéis? 17¿No comprendéis que lo que entra por la boca va al vientre y sale a la letrina? 18 Pero lo que sale de la boca procede del corazón, y eso hace impuro al hombre. 19 Porque del corazón provienen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias. 20 Esto es lo que hace impuro al hombre; pero comer sin lavarse las manos, eso no hace impuro al hombre.

La escena es en Galilea (Jua 7:1). Ya la fama de Cristo y su doctrina estaban demasiado extendidas y había tenido diversas disputas con los fariseos. Ya se trataba de matarle (Mat 12:14). En este ambiente hostil es donde se valora bien esta insidia que se le hace.
Un grupo de “fariseos y escribas” venidos de Jerusalén traen contra El un plan de insidia. Es una representación más o menos oficiosa o al menos en connivencia con el Sanedrín de Jerusalén. No atreviéndose a atacar a Cristo de frente, pues estaba rodeado de muchedumbre (Mar 7:14), plantean el problema a los discípulos, pero se ve bien a quién apuntan. Les plantean un problema para ellos gravísimo. ¿Por qué comen sin lavarse las manos? Pues con ello “traspasan la tradición de los ancianos.” Además, como dice Mc, comían con “manos comunes” (cf. Mar 7:2.5), que es el equivalente rabínico khol, y significa impuro, profano (Hec 10:14-28; Hec 11:8; Rom 14:14; Heb 10:29) 1.
El problema que le plantean es por qué sus discípulos no se lavan las manos al comer, pues con ello “quebrantan la tradición de los ancianos.” Mc, atento a sus lectores de la gentilidad, explica un poco esto; pues “los fariseos y todos los judíos, cuando vienen de la plaza, no comen sin purificarse, y tienen otras muchas cosas que observan por tradición: la ablución de los vasos, de las ollas y vasijas de cobre.” Y algunos códices, aunque no se tiene por lectura crítica 2, añaden también los “lechos,” que aquí probablemente se refiere a los divanes para comer.
La tradición era para los judíos algo de una gravedad y de una autoridad excepcionales 3. Junto con la Ley, se suponía que Dios había comunicado a Moisés una “Ley oral,” que se transmitía siempre por una cadena ininterrumpida de testigos. Basado en esto venían también las interpretaciones jurídicas de la Ley, dadas por diversos rabinos. Y, aunque no siempre eran deducciones del texto sagrado, sino que se las incluía en la cadena de la tradición para dar valor a ciertos usos, sin embargo, el argumento de los rabinos se consideraba no sólo como interpretación auténtica de la Ley, sino que Dios aprobaba todas estas decisiones. La “Ley oral” era un dogma del judaísmo. Se suponía que esta Ley oral se dio para mejor mantener la Escritura. Pero las prescripciones rabínicas a este propósito llegaron incluso a desvirtuar el mismo sentido de la Ley. La estima por la Ley oral llegará hasta tal punto, que se dirá de ella por algunos rabinos que las palabras de los rabinos y de los escribas son superiores a las de la misma Ley – Torah – y más amadas de Dios 4. Violar sus prescripciones es más grave que violar la Torah. No obstante, para esto necesitaban estar respaldadas estas tradiciones por una larga cadena de rabinos 5.
Encuadrada en estas “tradiciones” estaba la prescripción de tener numerosas “purificaciones.” El Talmud tiene uno de sussedarim (“órdenes,” partes) dedicado a toda clase de “purificaciones.” Y entre ellos tiene un tratado, Yadayím (“manos”), dedicado exclusivamente a la purificación legal de las manos. La casuística y ridiculez acumulada sobre esto son verdaderamente abrumadoras. Se llamaba esta acción netilah yadaím, “elevar las manos,” y era distinta del lavado higiénico ordinario de las manos, que se decía rehisah, “el lavado.” Este rito de purificación legal tenía dos partes: “primer agua” y “segunda agua.” Para cada lavado hacía falta un cuarto de log (sobre 0:6 de litro). Se podía hacer en un recipiente cualquiera, pero no se podía hacer con la concavidad de la mano. Era necesario que se vertiese el agua sobre las dos manos. Si se hacía primero sobre una, Y había que tener cuidado que la mano purificada no se hiciese impura tocando a la otra antes de estar purificada. El agua, para la purificación, debía ser pura y no haberse empleado en otros menesteres. La mano que no hubiese sido lavada hasta la muñeca no estaba purificada. Para que la purificación fuese verdaderamente pura, había que verter el agua primero sobre la mano. Pero como esta agua quedaba impura por el contacto con la mano impura, había luego que volver a verter más agua que purificase las gotas impuras que hubiesen quedado. Por otra parte, si el agua de la purificación tocaba el antebrazo, había peligro que, al verter la segunda vez el agua, la que había quedado en el antebrazo pudiese deslizarse sobre la mano, haciéndola así impura. Y para esto se resolvió por la casuística rabínica el hacer las dos purificaciones teniendo los dedos y las manos hacia arriba en las dos purificaciones 6. Esto es el exponente de una religiosidad que tendía una tela de araña sobre todos los actos humanos y una serie de trampas, que hacían la religión tan insoportable como odiosa.
Y, sin embargo, los rabinos daban un valor excepcional a estas “purificaciones” de cosas y de manos. Sobre ésta pueden verse algunas sentencias de ellos.
“Si alguno come pan (realiza sus comidas) sin lavarse las manos, es como si fuese a casa de una mujer de mal vivir.” “Quien desprecia la purificación de las manos (de ese tipo), será extirpado del mundo.” “Hay demonios encargados de dañar a los que no se lavan las manos (religiosamente) antes de las comidas.” Un rabino llamado Eleázaro, que despreció esta purificación, fue excomulgado por el sanedrín, y, después de muerto, se colocó una gran piedra en su féretro para indicar que había merecido la pena de la lapidación 7.
Jesucristo no responde a la pregunta – insidia – de los fariseos, sino que toma el problema de más arriba, haciéndoles ver la situación moral de algunas de estas “tradiciones” frente a la misma ley divina. Mientras en Mc el mismo contenido reviste una forma más narrativa, más expositiva, en Mt está formulada como un fuerte contraataque a la insidia farisaica. Ellos critican a los discípulos de no cumplir estas prácticas. Era debido, parte a que son galileos y menos sometidos a la tiranía farisaica, parte por ser hombres que tienen que ganarse la vida sin tener a mano medios de cumplir estas prescripciones – algún rabino exigía, faltando el agua, ir por ella hasta una distancia de cuatro millas. Pero la pregunta de Cristo sitúa el problema de la misma validez de todo este aparato rabínico. ¿Por qué ellos, por mantener sus “tradiciones,” en ocasiones van contra la misma Ley de Dios? Les va a citar un caso concreto con el que “habéis anulado el mandato de Dios.” Era el siguiente:
El mandato de honrar padre y madre es de ley divina. En el éxodo se legislaba honrar a los padres (Exo 20:12), y al que los maldijese se le castigaba con la pena de muerte (Exo 21:17). Un doctor de la Ley jamás habría dicho que fuese lícito no honrar a los padres. Para ellos, este precepto estaba considerado como “el más grave entre los graves.” 8 Pero con su casuística habían hecho que por honrar a Dios no se honrase a los padres, a los que hay que honrar por Ley de Dios. Y así, con sus “tradiciones” vinieron a “anular el mandato de Dios.”
El tema era de interés tratarlo en las comunidades cristianas de primera hora ante la importancia que tenía en el judaísmo y al presentarlo en relación con la ley cristiana; tal es el caso de los “judaizantes.”
En un exceso de honrar a Dios, lo que podía tener una tutela subyacente a su egoísmo, se podía ofrecer, consagrar a Dios cualquier cosa. Para ello se pronunciaba una sola palabra que afectase a lo que quería dedicar. Esta palabra sinónima de “ofrenda” era, como la transcribe Mc, korban, y significaba ofrenda hecha a Dios. Por extensión vino a significar también el tesoro del templo ( Mat 27:6) 9. Cualquier don que se proclamase korban quedaba dedicado a Dios. Pero no implicaba esto el que el sujeto que lo tenía tuviese que desprenderse de él. Era como una ofrenda hecha al templo. Y, por tanto, tales bienes u objetos debían ser considerados por los demás como si estuviesen ofrecidos a Dios, al templo. Había varias fórmulas para declarar una cosa korban según fuesen los intentos del oferente. La fórmula más usual era: “Yo declaro korban todo lo que, perteneciéndome, podría serte útil.” 10
De aquí les sacó Jesucristo una conclusión entrañada en los principios de sus “tradiciones.” Si los padres necesitan ayuda de los hijos, socorro en sus necesidades materiales, pero los hijos declarasen esos bienes o esos socorros korban, resultaría que estos bienes eran sagrados, intangibles, como consagrados a Dios, y los padres no podrían ser socorridos con ellos. Y así, según estas “tradiciones,” a las que llegaban a dar más valor que al mismo texto de la Ley, resultaría que por honrar a Dios se desobedecería a Dios. Y lo que en algunos casos podía llegar hasta la aberración, como era este caso, en otros no podía tampoco tener valor de preceptiva moral, cuando venía a asfixiar la misma vida religiosa, haciéndola con sus preceptos, como el mismo Jesucristo dijo en otra ocasión, “insoportable” (Mat 23:4). Y, porque no se creyese que esto era un solo caso en su conducta, Mc recoge abiertamente que les dice: “Y hacéis otras muchas cosas de este género.” El abuso a que se prestaba esta doctrina del korban era inhumano. En deudores sin conciencia, se quedaban con el importe de sus deudas declarándolas korban, y así no se pagaban las deudas 11.
Se aplica aquí por Cristo, o por Mt, por su deseo de citar el A.T., como “cumplimiento” en Cristo Mesías, una cita de Isaías (Isa 29:13), tomada de los LXX, por su analogía con el caso presente. Era un culto farisaico, de labios y teatral, pero no de corazón.
Al llegar a este punto debió de abandonar a los fariseos (Mat 15:12). El resto se lo dice a “la muchedumbre” (Mar 7:14), que acaso estuviese con El al venir este grupo de fariseos y escribas. ¿Para qué tanta purificación? Si hay que purificar las manos por su contacto con los alimentos, es que los alimentos contaminan. Pero esto no es verdad. Dios creó todas las cosas – alimentos – para servicio del hombre, como responsable de sus actos morales. En Génesis Dios crea todas las cosas y “están bien,” son buenas. Mt pone una lista tripartita: el mal por pensamiento (“malos pensamientos”), por palabra (“falsos testimonios, blasfemias”), por obra (“homicidios, adulterios, fornicaciones, robos”). Pero Mc pone una amplificación que hace ver el sentido didáctico de esta relación.
Esta enseñanza de Cristo iba a tener repercusiones legales muy grandes. El principio estaba puesto; la oportunidad haría ir realizándolo. Afectaba a las mismas prescripciones legales mosaicas sobre lo puro e impuro (Lev c.11-16). La Ley era una fase de “pedagogía” (Gal 3:24) en orden a la revelación plenaria de Cristo. Era synkatábasis de Dios. Pero había de terminar su valor disciplinar y ritual, máxime cuando se hacía “carga insoportable.” Si Jesucristo no quiso abolir de momento todo aquello, y si los apóstoles, por “oportunismo” disciplinar, permiten aún algunas prácticas en atención a la mentalidad judía en el concilio de Jerusalén (Hec 15:29), el principio había quedado asentado por Cristo, y será ya una práctica abrogada (Gal 2:12.14). Se habían acabado los alimentos “tabú.” Un punto especial sobre esto se expone en el Comentario a Mar 7:14-15.
Mt trae un pasaje omitido por Mc. Después de la marcha de los fariseos, sus discípulos le dicen que aquéllos se “escandalizaron” de lo que les dijo. Cristo les responde, conforme al sistema semita, con una cierta semejanza, acaso procedente de otro contexto. “Toda planta que no plantó mi Padre celestial, es arrancada.”
Estas tradiciones rabínicas, tantas veces tan caprichosas, que “anulaban la ley de Dios,” tenían que ser arrancadas por inútiles y perjudiciales para el Reino, pues a veces anulaban la verdadera religiosidad. Por eso, con su exégesis y sus “tradiciones” eran ciegos que guiaban a otros ciegos; por eso ambos “caerán en la fosa.” Metáfora conocida en la antigüedad 12.

Curación de la hija de una mujer cananea,Mar 15:21-28 (Mar 7:25-30).
Mt-Mc narran a continuación el episodio de la mujer cananea. Probablemente el objetivo principal de los evangelistas es destacar la fe de esta gentil frente al fariseísmo judío. Si Lc omite esta excursión de Cristo por la provincia de Siria, puede ser debido a que “no quiere romper el marco geográfico de Galilea” 13, acaso a tono del pasaje, por parecer que hay cierto desprecio en la misión de Cristo a los gentiles (v.22), o al hecho, molesto para los gentiles, de decir que los judíos son, metafóricamente, “señores” de ellos (v.27).

21 Saliendo de allí Jesús, se retiró a los términos de Tiro y de Sidón. 22 Una mujer cananea saliendo de aquellos lugares comenzó a gritar, diciendo: Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David; mi hija es malamente atormentada del demonio. 23 Pero El no le contestaba palabra. Los discípulos se le acercaron y le rogaron, diciendo: Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros. 24 El respondió y dijo: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 2S Mas ella, acercándose, se postró ante El, diciendo: ¡Señor, socórreme! 26 Contestó El y dijo: No es bueno tomar el pan de los hijos y arrojarlo a los perrillos. 27 Mas ella dijo: Cierto, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores. 28 Entonces Jesús le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como tú quieres. Y desde aquella hora quedó curada su hija.

Se pensó si Cristo no había entrado en territorio sirio, sino quedándose cerca de sus límites, a causa de la vaguedad de la expresión. Pero ésta puede indicar el ingreso 14. Sin embargo, el v.22 de Mt parece sugerir lo contrario, pues esta mujer “salió de sus contornos” para ver a Cristo. Y éste, “entró en una casa” (Mc). Parecía sugerir la de algún judío conocido 15. Pero podría ser algún gentil de los que le habían escuchado.
Cristo, al retirarse a esta región, o extremidades de Galilea, debe de ir buscando el reposo para sus discípulos que no pudo encontrar en la región de Betsaida (Mar 6:31), y pasar con ellos unos días de formación y coloquios sobre el Reino. Pero tampoco aquí lo logró (Mc). El país de Tiro tocaba con Galilea del Norte 16. Y de los “alrededores de Tiro y Sidón” habían escuchado a Cristo en Galilea, junto al Lago, y habían presenciado muchas curaciones (Mar 3:8.11). Mt dirá, con motivo de la actividad de Cristo en Galilea, que se había “extendido su fama por toda Siria” (Mat 4:24).
La noticia de su llegada se supo pronto, y entre los que se enteraron había una mujer, que era, según Mt, “cananea,” y según Mc, “griega de origen siró-fenicio.”
La denominación de Mt, llamándola cananea, acaso mire solamente a indicar que no era judía, gentil, sino que la quiere señalar con la toponimia de los primeros habitantes de Fenicia, que fueron cananeos (Gen 10:15). Pero la denominación de Mc es mucho más precisa. Esta mujer era helénica (έλληνι’ς); con ello se expresa seguramente su lengua y religión. Y por su origen era siró-fenicia. Desde Pompeyo (64 a.C.), Fenicia quedó convertida en provincia romana incorporada a Siria. Ser siró-fenicia 17 quiere decir fenicia perteneciente a la provincia romana de Siria, para distinguirla de los fenicios de Libia: de los “libio-fenicios,” de los que habla Estrabón l8.
Esta mujer, viniendo al encuentro de Cristo, se “echó a sus pies” (Mc); y gritando al modo oriental, le pide la curación de su hija, llamándole “Hijo de David.” Este título era mesiánico (Mat 21:9) y estrictamente judío. ¿Cómo esta mujer cananea emplea este calificativo de uso tan local? Lo más lógico es que sea un préstamo literario de Mt, aunque no repugnaría que fuese un eco de aclamaciones anteriores de las turbas, entre las que había gentes de estas regiones (Mar 3:8).
Esta mujer, conforme al medio ambiente, atribuye el mal de su hija a un demonio. La sola expresión no basta para dictaminar si se trata de una verdadera posesión diabólica o de simples modos populares y crédulos de valorar así las enfermedades (1Sa 16:14.23; 1Sa 18:10; 1Sa 19:9).
La mujer insistía mucho con sus gritos orientales, tanto que los discípulos le ruegan la despida. Posiblemente el término sugiera que le haga gracia (Mat 18:27; Mat 27:15s; Luc 2:29; Luc 13:12; Luc 14:4). Pero Cristo tarda en responder: era la espera para excitar la fe.
La respuesta primera de Cristo es que El había sido enviado personalmente a las gentes de Israel que están caídas por la desorientación mesiánica farisaica. No era más que el plan de Dios. El judío no sólo tenía una primacía, por razón geográfica, para venir a la fe, sino también por razón de privilegio: por descender de los ”padres,” y por haber tenido las “revelaciones” (Rom 3:1.2; Rom 9:4-6). Los apóstoles llevarían la fe hasta lo “último de la tierra” (Hec 1:8). Mc omite esto, porque escribiendo para un público gentil interesaba menos destacar el privilegio judío.
“No está bien tomar el pan de los hijos (éste es Israel, Exo 4:23; Isa 1:2; Jer 31:20; Ose 11:1) 19 y echárselo a los perrillos (gentiles) (Mt). Marcos, escribiendo para étnicos, transcribe la frase diciendo que “primeramente” deje que atienda a los “hijos.” Con ello, la frase queda suavizada y literariamente universalizada. No era un rechazar de plano, pues dice que “primero” atiende a Israel. Y añadió lo siguiente, que parecería muy duro: “porque no está bien tomar el pan de los hijos y darlo a los perrillos.” Mt sólo recoge esta segunda forma; Mc, las dos. La literatura judía conoce esta expresión metafórica de “perros.” Con ella se denominaban a veces los dioses paganos 20; otras, las naciones gentiles, los no judíos 21.
Se ha hecho ver cómo esta expresión en boca de Cristo no tiene la crudeza que parece para una mentalidad occidental. Estas expresiones y otras más duras no extrañan en el grafismo semita. Menos aún en la intención de Cristo, que iba a elogiar la fe de aquella mujer y curar a su hija.
Porque, con una fe y una insistencia y una lógica tomada de lo que pasa en los hogares, le dirá que no hace falta que quite el pan a los hijos, sino que, como sucede en las casas, sin quitar el pan a los hijos, los pequeños perrillos comen también del mismo pan., sólo que de las migajas que “caen” de la mesa de sus señores. El, que era el gran paterfamilias de Israel, podía hacer también, y mucho mejor, lo que los padres en el hogar. No era esto, en esta mujer, insistencia machacona, falta de vida. Era todo su corazón el que le creaba una dialéctica de fe y de confianza excepcionales. Tan excepcionales, que en el plan de Dios sobre los hijos se hizo la excepción para esta mujer gentil.
Y Jesús elogió la fe de esta mujer en contraste con tantas de Israel – tema en su momento histórico – y de su mismo Nazaret y de su misma “familia,” que no “creían” en El, por lo que no podía hacer milagros (Mat 13:58), y “en aquel mismo instante” el milagro se hizo. Fue un nuevo milagro a distancia. La mujer marchó llena de fe en la palabra de Jesús: “volvió a su casa” y encontró a la niña “acostada en el lecho y que el demonio – acaso una enfermedad epiléptica – había salido” (Mc).
Este milagro es una escena cargada de ternura: habla del corazón de Jesús, de los planes del Padre, de sus excepciones, de la confianza de una mujer gentil; en el orden apologético, se expone un milagro a distancia, sin autosugestiones y con una curación instantánea; en el orden del plan de Dios, había del privilegio de los judíos, pero de la vocación de las gentes: de la salvación única de todos por la fe. Es tema destacado por los Hechos y San Pablo. Preocupaba mucho a la Iglesia primitiva.
En torno a la mujer cananea se formó una serie de leyendas fabulosas, que recoge el autor de las Homilías clementinas 22.

Diversas curaciones cerca de Galilea,Mat 15:29-31 (Mar 7:31-37).
29 Partiendo de allí, vino Jesús cerca del mar de Galilea, y, subiendo a una montaña, se sentó allí. 30 Se le acercó una gran muchedumbre, en la que había cojos, mancos, ciegos, mudos y muchos otros, y se echaron a sus pies y los curó. 3l La muchedumbre se maravillaba viendo que hablaban los mudos, los mancos sanaban, los cojos andaban y veían los ciegos. Y glorificaban al Dios de Israel.

Cristo, dejando la región siró-fenicia, viene a la región de Galilea. En un cuadro general de impacto, las muchedumbres vienen a El y hay curaciones. Mt pone cuatro categorías específicas de curaciones. Por el segundo grupo pone κυλλούς, que puede estar por mancos o encorvados en general23.

Segunda multiplicación de los panes,Mar 15:32-39 (Mar 8:1-9).
32 Jesús llamó a sí a sus discípulos y dijo: Tengo compasión de la muchedumbre, porque ha ya tres días que están conmigo y no tienen qué comer; no quiero despedirlos ayunos, no sea que desfallezcan en el camino. 31 Los discípulos le contestaron: ¿De dónde vamos a sacar en el desierto tantos panes para saciar a tanta muchedumbre? 34 Díjoles Jesús: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos contestaron: Siete y algunos pececillos. 35 Y mandó a la muchedumbre que se recostara en tierra, 36 tomó los siete panes y los peces, y, dando gracias, los partió y se los dio a los discípulos, y éstos a la muchedumbre. 37 Y comieron todos y se saciaron, y se recogieron de los pedazos que quedaron siete espuertas llenas. 38Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. 39 Y, despidiendo a la muchedumbre, subió a la barca y vino a los confines de Magadán.

El estudio de conjunto se hace en la exposición de la primera multiplicación (cf. Mat 14:13-21; Jua 6:1-15).
El esquema general de las dos multiplicaciones del. pan es el mismo. Algunos puntos diferenciales son los siguientes:
Están con Cristo “tres días” (Mt-Mc). No hace falta suponer que sean completos; conforme al uso ambiental, bastaría uno completo y parte de los otros 24. Por eso Cristo no quiere despacharlos sin alimento, pues teme que “desfallezcan en el camino” (Mc), y “algunos han venido de lejos” (Mc). El lugar “es desierto” (Mt). Si el hecho sucediese en la Decápolis (Mar 7:31), los pueblos eran pocos.
El término de la bendición, que en la anterior multiplicación era “bendecir” (εύλογέω, aquí es, por la acción, “dar gracias” (ευχάριστεω). Son términos sinónimos.
Los que se benefician de este milagro, “sin contar mujeres y niños” (Mt), son 4.000 hombres.
Los panes a multiplicarse eran siete, y los “peces” eran, indeterminadamente, “algunos” (Mt), “unos pocos” (Mc).
El número de cestos que se recogen con las sobras es de siete (Mt-Mc). Estos cestos o canastos” se llamaron en la primera multiplicación χάρινος, aquí σπυρίς; éstos, a diferencia de los “cófinos,” servían preferentemente para llevar la comida 25. Pero ambos están como sinónimos. En ambos relatos, primera y segunda multiplicación, se despide a las gentes y se suben a la barca; en Mt El solo se destaca; en Mc, con sus discípulos. El “saciarse” tiene un cierto valor escatológico.
El problema exegético de interés es saber si se trata de una nueva multiplicación de los panes o ésta es un “duplicado” de la primera.
Los argumentos fundamentales a favor de las dos multiplicaciones son éstos:
1) Mt, con un capítulo intermedio en su evangelio, y Mc, con dos, relatan, sin duda, como distintas las dos multiplicaciones.
2) Aparecen relatadas después, y en boca de Jesucristo, las dos multiplicaciones de los panes (Mat 16:9.10; Mar 8:18-20).
3) Mt fue testigo presencial, y Mc, discípulo de Pedro, del que relata su catequesis, deben de saber que son dos escenas distintas. Si no, ¿para qué relatar como distinto un mismo hecho?
Los argumentos fundamentales en contra son los siguientes:
1) No sólo el esquema general, sino el mismo relato es tan afín que difícilmente sobrepasa un “duplicado.”
2) El hecho de estar en boca de Cristo las dos multiplicaciones, en principio, no es obstáculo; podría ser un género literario conocido.
3) Las pequeñas diferencias redaccionales, v.gr., número de hombres, panes, peces, cestas que se recogen, tampoco, en principio, serían dificultad. Podrían explicarse bien por ser, como tantas veces se hacen las cosas, relatos “aproximados” procedentes de “fuentes” distintas. En un recuento global, lo mismo puede decirse que asistieron a un acto 5.000 que 4.000 personas. En cuanto al número de “panes,” son cinco en la primera multiplicación y siete en la segunda. ¿Es cifra intencionadamente exacta o sólo aproximativa? El número siete podría tener un valor “aproximativo” o “tipológico”; es número de plenitud radical que, multiplicado, iba a saciar a la multitud. Si las cifras se conservasen fijamente, ¿por qué en esta segunda multiplicación a los “siete panes” se contraponen sólo “algunos pececillos,” mientras que en la primera se dan cifras concretas, aparte de históricas, tan del gusto oriental?
4) Ni los evangelios de Mt ni Mc se pueden considerar exclusivamente como obra de ellos, sino mixtificados con otros datos de diversas “fuentes.” Y éstas han recogido los datos históricos con las modificaciones accidentales, humanamente inevitables.
5) Si la segunda multiplicación supone la primera, ¿por qué al plantear Cristo el mismo problema a los discípulos, éstos no le alegan el milagro de la primera multiplicación o, al menos, su poder de hacer milagros? Todo sucede como si nada supiesen.
Se diría que todo lleva a un “duplicado.” F. Barth escribe: “Marcos había recibido el relato de la redacción de otra fuente, además de los discursos que había oído de Pedro. El relato ofrecía, por ello, gran diversidad respecto al primero. El creyó, por tanto, que se refería a un hecho distinto y lo insertó en su libro. Mt imitó a Me; pero Lc tiene el relato como un duplicado de un hecho únicamente, y no le hizo lugar en su evangelio.” 26
Mas queda algo flotando. Si es un “duplicado” por razón de “fuentes” distintas, el que lo insertó – ¿Mt-Mc? -, ¿sabía que era un “duplicado”? ¿Cómo consta esto? ¿Qué interés había, sabiéndolo, en repetir una escena que confundiría crédulamente al lector? Si no lo sabía y la insertó por creerla escena distinta, ¿no puede interferirse con la inerrancia bíblica? En todo caso, estas “repeticiones” no dejan de ser un modo semita y bíblico de escribir la historia. Piénsese, v.g., en Génesis y en los diversos relatos repetidos, procedentes de “fuentes” diversas y allí insertados; lo mismo que en otros “duplicados” de los evangelios.
El pasaje termina despidiendo Cristo a las turbas, embarcándose y marchando a “los términos de Magadán” según Mt; según Mc, vino a la región de Dalmanuta. ¿Es una misma localidad? ¿Dónde está – o están – situada? El problema aún está en pie, y son muchas las opiniones sobre este tema.
Las principales interpretaciones son éstas:
1) Magadán y Dalmanuta las localizan en Transjordania, en la parte del lago en la que están dos lugares cuya onomástica la ponen en relación con este problema. Ma’ad podría tener relación con Magadán, y el-Delhenuyeh con Dalmanuta 27.
2) Otros lo ponen en función del aramaico. Se trataría de un nombre propio (Manutha) precedido de la partícula aramaicada dal, equivalente a nuestro de. Sería, pues, el territorio de Manutha.
Por otra parte, el nombre Magadán sería una forma de Magdalá correspondiente al actual Kh. Miniyeh. Así los evangelistas podrían designar el desembarco de Cristo, sea por un territorio – de Manutha -, sea por la villa adonde iba – Magadán 28.
3) Otra posición más reciente es la que ve en Dalmanuta la transcripción aramea de dalma’utah, que significa “su morada,” “su habitación.” El sentido es que Jesús vendría al lugar de su morada 29.
Hasta hoy la solución de este problema es un enigma 30.

1 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.718-719. – 2 Nestlé, N.T. graece et latine (1928) ap.crít. a Mar 7:4. – 3 Gal 1:14; Josefo, Antíq. XII 10:6. – 4 Bonsirven, Textes rabiniques des deux premien siecles chretiens. (1955) n.30 1446.1557.1474.1503.547.1519.548.1516. – 5 Bonsirven, Le Judaisme pdestinien au temps de f.-Ch. (1934) I p.263-272. – 6 Strack-B., Kommtntar. I p.698-705. – 7 Schürer, Geschichte des jüdischen Volkes im Zeitalter J.-Ch. II p.478-483; Strack-B., Kommentor. I p.562-703. – 8 Strack-B., Kommentar. I p.705. – 9 Josefo, BI II 9:4. – 10 Sobre todo este punto, cf. Strack-B., Kommentar. I p.691-718. – 11 Orígenes, Hom. in Matth. XII 9. – 12 Strack-B., Kommentar. I p.751. – 13 Leal, Sinopsis de los cuatro evangelios (1954) p.223 nt.163. – 14 Preuschen, Griechisch-deutsches Handwórterbuch zu. N.T. (1910) p.707 y 820. – 15 Sobre el posible itinerario cf. A. Fernández, Vida de Jesucristo (1954) p.289- – 16 Josefo, BI III 3:1. – 17 Así hablan Juvenal, Sat. VIII 159; Jue., Deor. eccl. 4. – 18 XVIII 19. – 19 La paternité de Dieu: Rev. Bib. (1908). – 20 Aboda zara 54b. – 21·Midrasch Tiüim, sobre el sal.4. – 22 II 19:20; III 73; J. Alonso, Cuestión sinóptica y universalidad del mensaje cristiano en el pasaje evangélico de la mujer cananea (Mar 7:24-30; Mat 15:21-28): Cult. Bibl. (1963) 274-279; J. Dupont, Jesús et les Paiens: Rythmes du Monde (1957) p.76-88. – 23 Zorell, Lexicón. (1931) col.747. – 24 Strack-B., Kommentar. I p.649. – 25 Β auer, Griechisch-deutsches Wórterbuch zu. N.T. (1937) col. 1321; cf. col. 1272. – 26 Barth, Hauptprobleme (3.a ed.) p.142ss. – 27 Schenkel, Characterbild p.270; Cerfaux, La section des Pains (Mc 6:31-8:26), en Synopt. Studien (1953) p.64-77; J. Knackstedt, De duplici miraculo multiplicationis panum: VD (1963) p.140-153. – 28 Abel, Géographie de la Palestine II p.373; Klausner, Jeshu ha-Notzri, vers. franc. (1933) p.432ss. – 29 borge hjerl-hausen, en Rev. Bib. (1946) 372-384. – 30 Sobre información de posiciones sobre este tema y bibliografía, cf. Lagrange, évang. s. Sí. Marc (1929) p.204-205; A. Fernández, Vida de Jesucristo (1954) p.353-355; Simón-Dorado, Praelectiones biblicae N.T. (1947) p.664-665.

Fuente: Biblia Comentada

15:1 Entonces se acercaron a Jesús (cuando estaba en Galilea, Jua 7:1) ciertos escribas y fariseos (los “separados”) de Jerusalén, — Los fariseos eran los peores enemigos de Jesús. A través de Mateo, Marcos, Lucas y Juan leemos que ellos constantemente le asechaban, murmuraban contra El, le tentaban, se burlaban de El, le calumniaban, le vituperaban, y conspiraban con las autoridades para destruirlo.
— diciendo: 2 ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? — Los escribas y fariseos decían que la tradición de los ancianos era la enseñanza de Moisés entregada oralmente a los ancianos quienes en turno la entregaban a las generaciones sucesivas.
“La inmensa masa de tradiciones tan venerada de los judíos de tiempos posteriores, consistía, según ellos, en parte de leyes orales dadas por Moisés en adición a la ley escrita – referencia a las cuales suponían encontrar en Deu 4:14; en parte de fallos pronunciados de tiempo en tiempo por los jueces (Deu 17:9 s), y que llegaron a ser precedente y autoridad; y en parte de las explicaciones y opiniones de maestros eminentes, dadas individualmente o a veces por el sufragio de asambleas. Estas tradiciones orales continuaron acumulándose después del tiempo de Cristo hasta que fueron escritas en la Mishna y sus comentarios … Eran altamente estimadas por toda la nación con excepción de los saduceos. En verdad algunos opinaban que eran de más importancia que la ley escrita. El Talmud de Jerusalén dice, ‘Las palabras de los escribas son más hermosas que las palabras de la ley…’ … En esto, como en otros muchos respectos, el judaísmo ha influido en el cristianismo de la Iglesia de Roma, que enseña la observancia de numerosas tradiciones que pretenden descender de tiempos primitivos, y algunas de ellas de los apóstoles, aunque violan … las Escrituras. Entre los protestantes hay a veces más deseo de observar la costumbre que la Escritura; y más énfasis se carga sobre ‘la regla de la iglesia’ que sobre la ley de Dios” (JAB).
También creían que era necesario que la ley escrita fuera definida y adaptada a las situaciones de la gente de cada época, y que esto se hiciera oralmente. Para los escribas y fariseos (comúnmente los escribas eran de la secta de los fariseos) la tradición de los ancianos llevaba la misma autoridad que la ley de Moisés (desde luego, la ley escrita porque no había otra). Jesús tajantemente refuta esto. La ley de Moisés tenía enseñanza clara sobre lo inmundo, pero la tradición de los ancianos iba mucho más allá de la ley de Moisés. El “Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado” de Vila-Escuain tiene un buen párrafo sobre esto: “Al añadir a la Palabra de Dios se habían hecho culpables. (1) Habían dejado los mandamientos de Dios (Mar 7:8), (2) habían desechado el mandamiento de Dios (Mark 78:9, V.M.); (3) habían quebrantado, o transgredido, el mandamiento de Dios (Mat 15:3); (4) habían invalidado el mandamiento de Dios (Mat 15:6; Mar 7:13). Así, por la pretensión de una tradición oral suplementaria de la escrita, el mandamiento de Dios quedaba: (1) echado a un lado o ignorado; (2) desatendido en sus demandas; (3) manipulado y violado; por último, (4) quedaba invalidado, vaciado de todo contenido, al ser sustituido por una norma humana”.
La tradición de La Iglesia Católica Romana queda condenada de la misma manera por lo que Jesucristo enseña en estos textos. Según el clero romano la tradición católica es la misma ley de Cristo y los apóstoles, no escrita, sino entregada oralmente a los supuestos sucesores de los apóstoles. Se atreven a enseñar que la actual Iglesia Católica Romana es la misma iglesia que Jesús estableció. ¿Y qué de las grandes diferencias entre la iglesia de Cristo como la vemos en las Escrituras y la moderna Iglesia Católica Romana? Dicen que ésta es la misma iglesia de Cristo pero ya desarrollada, pero en realidad es la iglesia apóstata, porque se ha apartado del patrón bíblico en el nombre que lleva, en la doctrina que enseña y practica, en su gobierno humano, en su culto (adoración), y en muchas otras cosas. Como en el caso del judaísmo, la tradición de la iglesia romana es simplemente enseñanza humana. Con razón Jesús la denuncia tan fuertemente.
— Porque no se lavan las manos cuando comen pan. – Es necesario distinguir entre el lavamiento higiénico y el lavamiento ritual prescrito por la tradición de los ancianos. Mar 7:1-37, “3 Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen. 4 Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos”. Luc 11:1-54, “37 Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la mesa. 38 El fariseo, cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado antes de comer. 39 Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. 40 Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro?”
Jesús y sus discípulos no violaban la ley de Moisés, sino la tradición de los ancianos (que para muchos judíos era más importante que la ley de Moisés, como veremos en este mismo texto). No solamente se lavaban las manos antes de comer, sino que también se bañaban después de andar afuera donde sus cuerpos podían tocar, o ser tocados por, personas inmundas.

Fuente: Notas Reeves-Partain

PUREZA E IMPUREZA LEGAL

Mateo 15:1-9

A eso se Le acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, y Le dijeron:
-¿Por qué Tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros antepasados? La quebrantan al no lavarse las manos antes de comer pan.
-¿Y por qué vosotros quebrantáis también el mandamiento de Dios para seguir vuestra tradición? -les contestó Jesús-. Porque fue Dios Quien dijo: «Honra a tu padre y a tu madre, » y «El que maldiga a su padre o a su madre, que muera,-» pero, con todo, vosotros decís: «El que le diga a
su padre o a su madre: «Lo que podría haberte dado de ayuda Se lo he dedicado a Dios como ofrenda, » aunque deje de honrar a su padre y a ‘su madre no comete pecado. » Habéis anulado el mandamiento de Dios mediante vuestra tradición. ¡Hipócritas! Bien os describió Isaías en su profecía: «Este pueblo me honra de labios para fuera, pero su corazón

no puede estar más lejos de Mí. Es en vano como me reverencian, porque son mandamientos de humana hechura los que enseñan en su doctrina.»

No es demasiado decir que, por muy difícil y oscuro qué nos parezca este pasaje, es uno de los más importantes de la narración evangélica, y de constante actualidad para el pueblo de Dios. Representa la colisión frontal entre Jesús y los representantes de la ortodoxia judía. Las frases iniciales ya dejan bien claro que los escribas y fariseos habían venido desde Jerusalén a Galilea para interrogar a Jesús. En esta ocasión no hay por qué suponer que las preguntas fueran malintencionadas. Los escribas y fariseos no estaban tratando dé enredar a Jesús astutamente; estaban genuinamente alucinados; y en breve van a sentirse genuinamente ofendidos y escandalizados, porque la importancia fundamental de este pasaje es que no se trata tanto de un enfrentamiento entre Jesús y los fariseos a título personal, sino de mucho más: es la colisión entre dos puntos de vista de la religión y de las demandas de Dios.
Y no había posibilidad de llegar a un compromiso, ni siquiera a una tregua entre esos dos tipos de religión. Era inevitable que uno destruyera «al nitro. Aquí pues, insertada en este pasaje, tenemos una de las supremas contenciones religiosas de la Historia. Para entenderla tenemos de tratar de entender el trasfondo de la religión de los escribas y fariseos.

En este pasaje nos, sale al encuentro toda la concepción de lo limpio o puro y lo inmundo o impuro. Debemos tener bien claro que esta idea no tiene nada que ver con la limpieza física o, salvo remotamente, con la higiene. Es un asunto exclusivamente ceremonial. El que alguien estuviera limpio quería decir que estaba en un estado que le permitía participar del culto y acercarse a Dios; y estar inmundo era estar en un estado en que le estaban vedados el culto y el acceso a Dios.

Esta impureza se contraía por el contacto con ciertas personas o cosas. Por ejemplo: una mujer estaba impura si tenía una hemorragia, aunque fuera la normal de la menstruación; permanecía impura durante un tiempo establecido después de dar a luz; todos los cuerpos muertos eran inmundos, y tocarlos suponía contraer la inmundicia. Todos los gentiles eran inmundos.
La impureza era transferible. Era, por decirlo así, infecciosa. Por ejemplo: si un ratón tocaba una vasija, esta quedaba inmunda, y a menos que se lavara y purificara ritualmente, todo lo que se pusiera en ella quedaba inmundo. En consecuencia, todos los que tocaran esa vasija o comieran o bebieran algo que había contenido contraían la inmundicia; y a su vez, todo el que tocara a la persona que había quedado inmunda así, también quedaba inmundo.
Esta no es una, idea exclusivamente judía. También se encuentra en otras religiones. Para un indio de alta casta, todos los que no pertenecen a ella son inmundos; si una de esas personas se convierte al Cristianismo, es aún más seriamente inmunda. Premanand nos cuenta lo que le sucedió a él: se hizo cristiano, y su familia le expulsó. A veces volvía a ver a su madre, que estaba tras de dolor por lo que consideraba la apostasía de su hijo, pero que le seguía queriendo entrañablemente: Premanand cuenta: «Tan pronto como se enteró mi padre de que yo estaba visitando a mi hermano por el día mientras él estaba en, la oficina, ordenó al portero; campesino res Ram Rup que no me permitiera ir a la casa. » Ratn Rup fue persuadido de que éste relajará la vigilancia: «y mi madre acabó por ganarse al portero Ram Rup, y pude entrar a su presencia. El .prejuicio era tan considerable que hasta los domésticos hindúes de la casa no querían fregar los platos en los que me había puesto comida mi madre. Algunas veces mi tía purificaba el lugar y el asiento en que yo había estado rociándolo con agua del Ganges, o con agua mezclada con estiércol de vaca.» Premanand era inmundo, y todo lo que tocaba se volvía inmundo.
Debemos advertir que no se trataba de nada moral. El contacto con ciertas cosas producía la impureza ritual que excluía de la sociedad humana y de la presencia de Dios. Era como si alguna infección especial formara como un aura en torno a ciertas personas o cosas. Podremos entender esto un poco mejor si recordamos que esta idea no ha muerto totalmente tampoco en la civilización occidental, aunque en ella afecta principalmente al revés. Hay todavía algunos que creen que encontrarse un trébol de cuatro hojas, o una herradura, o un gato negro (que para los ingleses es señal de buena suerte, al contrario que para los españoles) traen buena fortuna.
Así que aquí tenemos una idea que considera la religión como algo que consiste en evitar el contacto con ciertas personas y cosas que se tienen por inmundas; y entonces, si se ha producido ese contacto, en tomar las medidas rituales necesarias para librarse de la impureza contraída. Pero debemos investigar esta cuestión todavía más a fondo.

LOS ALIMENTOS QUE SE INGIEREN

Mateo 15:1-9 (continuación)

Las leyes de la pureza y de la impureza tenían un área de aplicación todavía más amplia. Establecían lo que se podía comer y lo que no. Por lo general todas las frutas y las verduras eran limpias. Pero en cuanto a los animales, las leyes eran muy estrictas. Estas leyes se encuentran en Levítico 11.

Podemos resumirlas brevemente. Los únicos animales que se podían comer eran los que tienen la pezuña hendida y que rumian. Por eso es por lo que los judíos no pueden comer carne de cerdo, conejo o liebre. Tampoco se puede comer la carne de un animal que haya muerto por causas naturales (Dt 14:21 ). En todos los casos hay que desangrar totalmente el cuerpo del animal; los judíos ortodoxos todavía no comprar carne nada más que en las carnicerías koser, donde se vende carne debidamente sacrificada. La grasa ordinaria que haya sobre la carne se puede comer, pero la que hay en los riñones y el abdomen, lo que llamamos sebo, no se puede comer. En cuanto a los animales marinos, solo se pueden comer los que tienen escamas y aletas. Esto excluye todos los mariscos, como las gambas o los cangrejos, que son inmundos. Todos los insectos son inmundos, con la sola excepción de las langostas. En el caso de los animales terrestres y los peces hay una prueba estándar, como hemos visto, para determinar los que se pueden comer y los que no; pero en el caso de las aves no hay una regla general, así es que se da la lista de las inmundas, que están prohibidas (Lv 11:13-21 ).

Hay ciertas razones identificables para todo esto.

(i) La prohibición de tocar cadáveres, o de comer la carne de un animal que hubiera muerto por causas naturales puede que tuviera que ver con la creencia en los espíritus malos o inmundos. Sería fácil figurarse que un demonio había hecho su residencia en tal cuerpo para así conseguir introducirse en el cuerpo del que lo comiera.
(ii) Algunos animales eran sagrados en otras religiones; por ejemplo: el gato y el cocodrilo eran sagrados en Egipto, y sería muy natural para los judíos considerar inmundo cualquier animal que otra nación adoraba. En tal caso el animal sería una especie de ídolo, y por tanto peligrosamente inmundo.
(iii) Como indica el doctor Randle Short en su utilísimo libro La Biblia y la medicina moderna, algunas de las reglas eran de hecho sabias desde la óptica de la salud y de la higiene. El Dr. Short escribe: «Cierto que comemos cerdo, conejo y liebre; pero esos animales son propensos a infecciones parasitarias, y son inocuos solo si están bien cocinados. El cerdo come cosas inmundas, y puede albergar dos gusanos, la triquina y la tenia o solitaria, que pueden contagiarse al ser humano. El peligro es mínimo en los países civilizados, pero tiene que haber sido muy grave en la antigua Palestina, por lo que era mejor evitar esas carnes.» La prohibición de comer carne en la que quedara algo de sangre procede del hecho de que la sangre era la vida para el pensamiento judío. Esta es una idea muy natural, porque, cuando un animal se desangra, se le va también la vida. Y la vida pertenece a Dios, y solo a Él. La misma idea explica la prohibición de comer sebo: porque es la parte más rica de un cuerpo muerto, y debe ofrecerse a Dios en sacrificio. En algunos casos, escasos, el sentido común subyacía bajo las prohibiciones y las leyes alimentarias.

(iv) Queda un gran número de casos en los que las cosas y los animales eran inmundos sencillamente porque lo eran, sin más razón aparente. Los tabúes son inexplicables casi siempre; son muchas veces supersticiones por las que ciertos seres vivos se relacionaron con la buena o con la mala fortuna, con la limpieza o con la inmundicia.
Estas cosas no tendrían gran importancia en sí mismas si no fuera porque, desgraciadamente, habían llegado a ser cuestiones de vida o muerte para los escribas y fariseos. Para ellos servir a Dios, ser religiosos, era observar estas buenas leyes. Veremos el resultado si expresamos este asunto de la siguiente manera: Para la mentalidad de los fariseos, la prohibición de comer carne de conejo o de cerdo era un mandamiento de Dios tan importante como no cometer adulterio; por tanto, era un pecado tan serio comer cerdo o conejo como seducir a ,una mujer y practicar una relación sexual ilegal. La religión se había mezclado con toda clase de reglas y normas externas; y, como es mucho más fácil observar éstas y acechar a los que no las cumplen, estas reglas y normas habían llegado a ser la verdadera religión de los judíos ortodoxos.

MANERAS DE PURIFICAR

Mateo 15:1-9 (continuación)

Ahora entramos en el impacto concreto de todo esto en el pasaje que estamos estudiando. Estaba claro que era imposible evitar toda clase de impureza ceremonial. Una persona podría evitar cosas impuras; pero, ¿cómo podría saber cuando rozaba en la calle a otro que estaba impuro? Además, esto se complicaba por el hecho de que había gentiles en Palestina, y hasta el polvo que pisara el pie de un gentil era impuro.
Para combatir la impureza se desarrolló un complicado sistema de abluciones cada vez más elaboradas. Al principio se tenía el lavamiento de manos al levantarse por la mañana. Luego se desarrolló un sistema elaborado de abluciones que tenían que hacer los sacerdotes en el templo antes de comer la parte del sacrificio que les correspondía por oficio. Más tarde, estas complicadas abluciones se las exigían los más estrictos judíos ortodoxos a sí mismos, y también a todos los que pretendieran ser verdaderamente religiosos.
Edersheim, en La vida y los tiempos de Jesús el Mesías, describe las más elaboradas de esas abluciones. Las jarras de agua se tenían preparadas para su uso antes de las comidas. La cantidad mínima de agua que se debía usar era la cuarta parte de un log, que se definía como la cantidad de agua necesaria para llenar una cáscara de huevo y media. El agua se derramaba primero sobre las dos manos manteniendo las puntas de los dedos hacia arriba,. y tenía que correr hasta la muñeca, desde donde ya se vertía, porque para entonces ya era impura por haber tocado las manos impuras, y si volvía a pasar otra vez por los dedos los contaminaría. El proceso se repetía con las manos en la posición contraria, con las puntas de los dedos hacia abajo; y luego, ya por último, se limpiaba cada mano restregándola con el puño cerrado de la otra. Un judío verdaderamente estricto hacía todo esto, no sólo antes de cada comida, sino también entre cada dos platos.

La pregunta que Le hicieron a Jesús los dirigentes de los judíos ortodoxos era: «¿Por qué Tus discípulos no cumplen las abluciones que establece nuestra tradición?»
Hablaban de las tradiciones de los ancianos. Para los judíos, la Ley tenía dos secciones. Estaba la Ley escrita, que estaba en la Sagrada Escritura; y estaba la ley oral, que incluía las deducciones, tales como los lavamientos de manos, que los escribas y los expertos habían desarrollado a través de muchas generaciones; y todas estas elaboraciones eran la tradición de los ancianos, y se consideraban tan obligatorias, si no más, como la Ley escrita. De nuevo debemos detenernos a recordar el punto principal: para los judíos ortodoxos todas estas ceremonias rituales eran la religión; era eso, ellos creían, lo que Dios demandaba. Hacer estas cosas era agradar a Dios y ser buenas personas. Para decirlo de otra manera: Todo este asunto de las abluciones rituales se consideraba tan importante y tan vinculante como los Diez Mandamientos. Identificaban la religión con un montón de reglas externas. Era tan importante lavarse las manos de una cierta manera como obedecer el mandamiento: «No codiciarás.»

QUEBRANTAR LA LEY DE DIOS
PARA CUMPLIR LAS LEYES HUMANAS

Mateo 15:1-9 (conclusión)

Jesús no contestó directamente la pregunta de los fariseos. Lo que hizo fue tomar un ejemplo del funcionamiento de/1a ley oral y ceremonial para mostrar que su observancia, lejos de ser obediencia a la Ley de Dios, podía convertirse en la contradicción de esa Ley.
Jesús dice que la Ley de Dios establece que una persona tiene que honrar a su padre y a su madre; y de ahí pasa a decir que si uno dice: «Es un don,» queda libre de la obligación de honrar a su padre y a su madre. Si miramos el pasaje paralelo de Marcos vemos que la frase característica era: «Es korbán.» ¿Qué quiere decir para nosotros este oscuro pasaje? De hecho puede tener dos sentidos, porque korbán tiene dos sentidos.

(i) Korbán puede querer decir lo que se Le ha consagrado a Dios. Ahora bien: supongamos que uno tiene un padre o una madre en pobreza y en necesidad, y supongamos que acuden a él con una petición de ayuda. Había una manera «legal» de evitar dársela. Podía dedicar todo su dinero y sus posesiones a Dios y al templo; sus propiedades serían entonces korbán, dedicadas a Dios; entonces le podía decir a su padre o a su madre: «Lo siento, no te puedo dar nada; todas mis posesiones están consagradas a Dios.» Podía usar una práctica ritual para evadir la obligación fundamental de ayudar y honrar a su padre y a su madre. Podía usar una ley de los escribas para borrar uno de los Diez Mandamientos.

(ii) Pero korbán tenía otro sentido, que es posible que sea el que tenga aquí. Korbán se usaba como fórmula de juramento o compromiso formal. Uno podía decirle a su padre o a su madre: «¡Korbán si algo de lo que yo tengo lo usara alguna vez para ayudarte!» Supongamos que más tarde a esa persona le remuerde la conciencia; supongamos que ha negado la ayuda en un momento de mal genio o de irritación; supongamos que cambia de actitud y se da cuenta de que, después de todo, tiene obligación de ayudar a sus padres. En tal caso, cualquier persona razonable diría que el hombre se había arrepentido genuinamente, y que su cambio de actitud era una buena cosa; y que, puesto que en última instancia estaba dispuesto a hacer lo que debía y obedecer la Ley de Dios, habría que animársele a que lo hiciera. Un escriba estricto diría: «¡No! Nuestra ley dice que no se debe incumplir ningún juramento.» Citaría Nm 30:2 : «Cuando alguien haga un voto al Señor, o haga un juramento ligando su alma con alguna obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca.» El escriba razonaría jurídicamente: «Has hecho un juramento, y no puedes incumplirlo de ninguna manera.» Es decir: el escriba comprometería al hombre a cumplir un juramento impropio, dado en un momento de pasión, y que obligaba, a quebrantar la Ley suprema de la humanidad y de Dios.

Eso es lo que Jesús quería decir: «Estáis usando vuestras propias interpretaciones y vuestras tradiciones para impulsar a las personas a deshonrar a su padre y a su madre aun cuando ellas mismas se habían arrepentido y habían decidido cumplir la ley de Dios.»
Lo extraño y trágico era que los escribas y fariseos de aquel tiempo iban en contra de lo que habían enseñado los grandes rabinos del pasado. Rabí Eliezer había dicho: «La puerta está abierta para un hombre por causa de su padre y de su madre;» con lo cual quería decir que si un hombre había hecho un juramento que faltaba al honor debido a su padre y a su madre, y se había arrepentido tenía la puerta abierta para cambiar de sentido y seguir un curso diferente aun cuando hubiera hecho un juramento. Como a menudo, Jesús no estaba presentándoles una verdad desconocida, sino recordándoles lo que Dios ya les había dicho, que habían sabido y olvidado porque preferían sus propias ingeniosidades a las grandes sencilleces de la Ley de Dios.

Aquí tenemos el choque y la colisión; aquí está el enfrentamiento entre dos clases de religión y dos clases de adoración. Para los escribas y fariseos la religión era la observancia de ciertas reglas y normas y ritos externos tales como la manera correcta de lavarse las manos antes de comer; era la estricta observancia de un enfoque legalístico de toda la vida. Para Jesús la religión era algo que tiene su asiento en el corazón; algo que se manifestaba en la compasión y en la amabilidad, que están por encima y más allá del legalismo.

Una de las mejores definiciones de la adoración que se hayan propuesto nunca fue la de William Temple: «Adorar a Dios, darle culto; es avivar la conciencia con la santidad de Dios, alimentar la mente con la verdad de Dios, purificar la imaginación con la belleza de Dios, abrir el corazón al amor de Dios, consagrar la voluntad al propósito de Dios.» Debemos tener cuidado, no sea que nos escandalice la aparente ceguera de los escribas y fariseos y su insistencia en las ceremonias exteriores, y al mismo tiempo seamos culpables de la misma falta a nuestra manera. La religión no se puede basar nunca en las ceremonias y en el ritual, sino siempre en la relación personal entre la persona y Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 15

f) Controversia sobre la pureza (Mt/15/01-20).

En el versículo segundo se emplea una expresión técnica, que usaba la teología rabínica, el concepto de la tradición de los antepasados. Los rabinos habían desarrollado una teología dogmática en que había firmes tradiciones didácticas. Una creencia fundamental en esta enseñanza era que la Escritura y la tradición forman una unidad. Dios había dado la ley a Moisés en el Sinaí. Luego la ley había sido escrita y había permanecido en vigor a través de los siglos como la expresión obligada de la voluntad de Dios con respecto a su pueblo de la alianza. Pero en cada tiempo tuvo que ser expuesta y aplicada de nuevo. Este trabajo se efectuó desde el siglo quinto antes de Cristo mediante maestros de la ley, que constituían un estado social distinguido. Los escribas del tiempo de Jesús son sus sucesores. Así se desarrolló en el curso del tiempo hasta llegar a la vida de Jesús una interpretación (transmitida, pero aplicada constantemente y, en la práctica, también aumentada) de la ley. Esta interpretación se llamó «tradición». Se consideró que era tan santa y obligatoria como la misma ley escrita; con todo fue entendida como servicio a esta ley. Un incumplimiento de la tradición de los antepasados era considerado como un incumplimiento de la ley y por tanto como una transgresión contra Dios. Un menosprecio de una prescripción tradicional era un menosprecio de la ley oficialmente válida en Israel, como fue enseñada y aplicada en Israel. En cualquier caso éste fue el modo de ver del partido de los fariseos y de los escribas que pertenecían a él. Sabemos que el partido de los saduceos rechazaba esta tradición oral.

1 Entonces se acercan a Jesús unos fariseos y escribas de Jerusalén para preguntarle: 2 ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los antepasados? Porque no se lavan las manos cuando van a comer. 3 Pero él les replicó: ¿Y por qué vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por esa tradición vuestra?

Puede tratarse de una delegación oficial de Jerusalén, quizás incluso del sanedrín, que ahora viene a hablar con Jesús. Quieren hacerle una pregunta especial, tras la que está la solicitud por la conveniente instrucción y práctica en Israel. La pregunta no se dirige a un caso particular, a un acontecimiento escandaloso o a una sentencia chocante pronunciada por labios de Jesús, como en casos precedentes. Tampoco está formulada desde un principio de un modo hostil, sino como auténtica pregunta. Sólo en segundo lugar se nombra un caso concreto, que causa escándalo y que sea como fuere debe ser explicado: Tus discípulos no se lavan las manos antes de comer. Efectiva y centralmente la primera parte está contenida en la pregunta: ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los antepasados? Jesús no ha exhortado a sus discípulos a someterse a las abluciones del culto prescritas por tendencias severas. En el Antiguo Testamento sólo se habla de estas abluciones a propósito de los sacerdotes que han de cuidar de las ofrendas (Exo 30:17 s). Es típico de la interpretación farisaica de la ley que tales prescripciones dadas a un pequeño grupo de personas sean ampliadas a todos (sacerdotes y laicos) y a todas las situaciones de la vida (en el culto y en la vida doméstica), y que todo sea organizado con una multitud de prescripciones particulares (*). Jesús no es impugnado directamente, pero se le pregunta, en cierto modo se le pide cuenta. Se sabe que Jesús es el maestro de sus discípulos y por consiguiente es responsable de su conducta. Si Jesús defiende una tradición didáctica discrepante, no puede actuar más como maestro en Israel. Hay que retirarle la licencia (**). Es una de las preguntas objetivamente más cortantes que conocemos por el Evangelio, al mismo tiempo es el preludio de una polémica fundada sobre principios y de una delimitación de frentes que pone al descubierto la diferencia entre Jesús y la doctrina oficial farisaica. ¿Cómo contestará Jesús? No contesta con una explicación ni con una excusa, ni tampoco con silencio condenatorio, sino haciendo a su vez una pregunta. Al mismo tiempo es un contraataque, que apunta todavía más lejos que la pregunta dirigida a él. ¿Y por qué vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por esa tradición vuestra? Entonces se despedaza la afirmada unidad de la ley y de la tradición. En un lado está el mandamiento de Dios, en el otro está vuestra tradición. ésta ya no puede ser considerada como explicación legítima del mandamiento de Dios, sino que está en oposición a él. Porque mediante la tradición, lo desviado y lo que tiene menos valor, se deroga lo primitivo y más excelso, a saber el mandamiento propio de Dios. Así lo hace vuestra tradición en vez de someterse con la obediencia al mandamiento de Dios. Con las palabras vuestra tradición aquí ya se anticipa lo que más tarde se llama, de forma todavía más severa, preceptos humanos (en la cita de Isa 15:9). Para Jesús el mandamiento de Dios tiene una calidad y una autoridad distintas de las que tienen los preceptos de los rabinos. Jesús no los considera como obligatorios, y enseña o permite que estos preceptos sean quebrantados, como aquí en el caso de las abluciones de las manos.

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(*) En la Mishná, el compendio más antiguo de la tradición didáctica rabínica, y que data de unos 200 años después de Cristo, las leyes de la pureza incluyen toda la sexta «ordenación», que comprende doce tratados.

(**) Jesús no había sido «ordenado» de rabino, aunque a menudo se le trata respetuosamente con este título. Con todo Jesús tuvo que ser considerado en cierto sentido como «maestro» en Israel (cf. Mar 12:14; Mat 22:16) y también tuvo muchas cosas comunes con los rabinos, por ejemplo el grupo de discípulos.

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4 Porque Dios mandó: Honra al padre y a la madre, y también: El que maldiga al padre o a la madre, que muera sin remisión. 5 Pero vosotros afirmáis: Si uno dice al padre o a la madre: Aquello con que yo pudiera ayudarte lo declaro ofrenda sagrada, 6 ya no tiene que honrar a su padre o a su madre. Y así habéis anulado la palabra de Dios por esa tradición vuestra.

¿Cómo se demuestra esta tesis? Jesús da un ejemplo evidente. El cuarto mandamiento ordena honrar al padre y a la madre. El que maldiga al padre o a la madre, que muera sin remisión. Pero los rabinos conocen una posibilidad según la cual la parte de la propia fortuna y de los propios bienes destinada al mantenimiento de los padres puede sustraerse de la obligación prescrita. Para lograrlo, basta declararla «ofrenda sagrada», con lo cual se la retira del ámbito profano, y, desde luego, se arrebata a los padres -como se declara expresamente- los medios que hubiesen necesitado para su sustento. Aquí solamente se nombra la expresión escueta «ofrenda sagrada», que los adversarios podían entender sin la menor dificultad. Sabían también todo el reglamento de aplicación previsto. Una ofrenda sagrada iba destinada al templo y ya no podía emplearse para ninguna otra finalidad. De ello resultaba el espantoso contrasentido de que, cumpliendo un acto piadoso, uno se liberaba de su obligación filial mandada por Dios, mientras lo de la «ofrenda sagrada» era un precepto introducido por los hombres. Así pues, quien interpreta según vuestro precepto aquel mandamiento, anula la palabra de Dios. Jesús elige una expresión dura: anular, derogar, quitarle toda fuerza legal. Aquí se aclara por qué Jesús responde con tanta severidad. La «tradición de los antepasados» para él solamente tiene el valor de disposiciones humanas. Se pueden observar o no observar, pero en ningún caso proclamar con autoridad divina. Pueden ser costumbres y aplicaciones tradicionales de la ley, pero no tienen la autoridad de la validez divina. ¿Cómo podéis hacerme este reproche, siendo así que hacéis lo que es mucho peor, a saber, anular el mandamiento de Dios?

7 ¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros lsaías cuando dijo: 8 Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy lejos de mí; 9 vano es, pues, el culto que me rinden, cuando enseñan doctrinas que sólo son preceptos humanos (Isa 29:13).

Sois hipócritas, porque defendéis vuestros propios pensamientos detrás de la reclamación divina. Inducís directamente al pueblo a menospreciar el mandamiento de Dios y a seguir vuestros propios preceptos. El profeta Isaías ya ha dicho a sus contemporáneos que todo este servicio es inútil y en balde. Son preceptos humanos, con los cuales no se llega a Dios (*). Todo va en una dirección falsa, es una confesión con los labios en vez de ser una obediencia nacida del corazón. Puede ser que se desacierte tan profundamente la verdadera voluntad de Dios, incluso con la intención sincera de acertarla. Jesús echa en cara de los adversarios el oráculo del profeta y de este modo concluye su respuesta con la mayor dureza. Aquí se entiende un poco cuán insuperable tiene que ser la oposición entre Jesús y los partidos hostiles. Pero Jesús no tiene otro camino, ha de enfrentarse en esta polémica y fracasar en ella. Ante el tribunal se le conjurará por el «Dios viviente» (Isa 26:13).

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(*) El texto de Isaias dice así: «Porque este pueblo se me acerca de palabra y me honra con los labios; pero su corazón está lejos de mí, de suerte que su temor se reduce a simples formulaciones y lecciones aprendidas…». En la segunda parte, el texto de los Setenta, que se lee en san Mat 15:9, se apoya en un defecto de traducción. El texto de los Setenta «enseñan doctrinas que sólo son preceptos humanos» se ajusta exactamente a la demostración de Jesús, ya que se trata de doctrinas. Pero el texto original expresa la misma actitud, que luego pudo formularse en la doctrina. Puesto que el temor a Dios se reduce simplemente a formulaciones de hombres, que se habían aprendido, también el cumplimiento de la voluntad concreta de Dios, en su ley podía llegar a convertirse en una de estas formulaciones.

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10 Y llamando junto a sí al pueblo, les dijo: Oíd y entended: 11 No lo que entra por la boca contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso contamina al hombre.

Jesús aprovecha la ocasión de la controversia para dirigir unas palabras al pueblo. Empieza con la significativa amonestación: Oíd y entended. Aquí se hace este requerimiento, porque no se trata de una interpretación discrepante de la ley, de una aplicación diferente con respecto a los rabinos, sino de algo fundamentalmente nuevo. Se rechaza toda la manera de pensar que se oculta tras las prescripciones de los rabinos sobre la pureza (*). En sustitución de estas prescripciones se exige un nuevo modo de pensar que no se orienta formalmente en la letra de la ley, sino en los sentimientos del corazón. Es necesario oír y entender de nuevo, si hemos de ajustar nuestra conducta a esta orientación. No lo que entra por la boca contamina al hombre. Se alude a una materia, a un caso externo, que aquí es el alimento, el cual se come sin haberse lavado las manos, o se consume sin haberse purificado. Todo eso no lo ha de temer el hombre, no le hace indigno de Dios ni le separa de la comunidad de los hombres. Antes bien, lo que sale de la boca, hace impuro al hombre. Aquí todavía no se dice aquello a lo que Jesús alude (cf. 15,17-20). La oposición se aguza por causa de la alusión: No lo que entra, sino lo que sale. En primer término se tendría que pensar en las palabras que salen de la boca. El hombre no se vuelve impuro desde fuera, sino desde dentro. éste es un nuevo modo de pensar; más aún, una nueva ley. Aquí no solamente se rechaza la «tradición de los antepasados», sino toda una parte del modo de obrar según la ley, lo cual tuvo que surtir un efecto revolucionario.

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(*) PUREZA-LEGAL IMPUREZA-LEGAL ¿De qué clase de pureza e impureza se trata aquí? En contraste con la pureza o impureza de los sentimientos del corazón, por tanto, de una actitud moral, con la expresión de impureza ritual se entiende una mancha externa, que puede eliminarse con determinadas ceremonias. El que según los ritos es impuro, es inepto para el culto divino, por ejemplo un sacerdote para ofrecer un sacrificio. Mediante determinadas abluciones el sacerdote puede restablecer su capacidad para el culto. La impureza cultual también repercute en la convivencia de los hombres. El que toca a un leproso, a un muerto o incluso un sepulcro, el que está sentado a la mesa con pecadores públicos, se volvía impuro y tenía que evitar la comunidad hasta que había desaparecido su mácula. Una mujer en las semanas del nacimiento de su hijo también pasaba por impura. Esta manera de entender la pureza predominaba en tiempo de Jesús y se hacía patente en una multitud increíble de prescripciones particulares. Las profetas habían intentado exigir la pureza interior de los sentimientos como mucho más importante, pero estos pensamientos estaban desvanecidos y sofocados desde hacía mucho tiempo. Jesús no solamente designa los sentimientos del corazón como más importantes frente a la pureza ritual, sino que en general rechaza esta pureza.

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12 Entonces se le acercan sus discípulos y le dicen: ¿Sabes que los fariseos, al oír tus palabras, se han escandalizado? 13 Pero él les replicó: Toda planta que mi Padre celestial no plantó, será arrancada de raíz. 14 Dejadlos. Son ciegos que guían a otros ciegos; pero si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.

Los discípulos hacen observar al Señor que los fariseos se escandalizan por las palabras que él ha pronunciado. Estas palabras son todo lo que Jesús ha dicho, pero también son directamente las últimas palabras que expresaban de una forma aforística el nuevo modo de pensar (15,11). Desde hacía por lo menos un siglo los escribas y fariseos habían contraído un matrimonio íntimo. El partido de los fariseos se había unido casi exclusivamente a los representantes de la ley y a los oficiales doctores de la ley, y había adoptado sus interpretaciones y enseñanzas. La mayor parte de los escribas había pasado al partido de los fariseos o estaba espiritualmente próximo a él. Así pues, desde un punto de vista histórico casi se identifican los escribas y los fariseos, y en el Evangelio de san Mateo incluso es igual que se hable de los unos o de los otros. En ambos casos se hace alusión al mismo frente de un fariseísmo petrificado en el legalismo de los escribas. Se escandalizan, como antes se escandalizó la gente de Nazaret (13,57). Forman un frente firme y endurecido, y no están dispuestos a oír y aprender de nuevo. Se habla a distintos niveles, y la palabra de Jesús no penetra hasta su pensamiento y voluntad. Se produce, pues, el escándalo, porque no se llega a entender. Jesús contesta con unas frases metafóricas. Israel se parece a un jardín plantado por Dios. Dios ha conducido a su pueblo a la tierra bendita y le ha prometido prosperidad en el tiempo futuro. Dios ha protegido esta su plantación y la ha cuidado como un buen jardinero, pero también ha intervenido siempre con mano dura y ha arrancado la mala yerba prolífera. Las misericordias y los juicios de Dios descendieron sobre la nación y el pueblo. Más aún, Dios incluso pudo permitirse desarraigar toda la plantación en la conquista e inmigración, por medio del poder babilónico. El Bautista de nuevo ha evocado este juicio, en que todo árbol infructuoso debe ser arrancado y arrojado al fuego (cf. 3,10). ¿Qué quiere decir aquí planta? No se refiere a una persona particular o a todo el pueblo, que Isaías también compara con una viña (Isa 5:1-7). Tiene que ser algo que de acuerdo con su grandeza e importancia está entre los dos. Por el contexto se podría pensar en el fariseísmo. Es una planta exótica, como una maleza prolífera, que se ha metido en el jardín de Dios. Dios no la ha plantado. Es una plantación de hombres y no una plantación de Dios. Los fariseos creían que formaban la comunidad pura e ideal de Israel, pero Jesús dice que están maduros para el castigo. Se escandalizan, en vez de convertirse. Son ciegos guías de ciegos. No pueden ver ni conocer, porque con sus pensamientos humanos ofuscan los pensamientos de Dios. Un ciego no puede guiar a otro ciego. El pueblo tiene que quedarse ciego, porque solamente tiene guías que han perdido la vista. El pueblo se cansa sirviendo a la ley de un modo formal y molesto, recibe sobre los hombros un yugo que es tosco y áspero (cf. 11,28), se le impone una carga que nadie puede soportar, y que los escribas y fariseos ni siquiera tocan (cf. 23,4). ¿Cómo puede haber en el país fidelidad, amor y conocimiento de Dios? (Ose 4:1). Tanto los dirigentes como los dirigidos tienen que caer en el abismo. «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Pues vosotros no entráis, ni dejáis que entren los que están para entrar» (Ose 23:13). El pueblo carece de culpa, porque no puede prescindir de sus maestros y pastores. Sobre éstos recae toda la responsabilidad, son los que representan a todo el pueblo. «¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿Acaso no son los rebaños los que deben ser apacentados por los pastores? Vosotros os alimentáis de su leche, y os vestís de su lana, y matáis las reses más gordas, mas no apacentáis mi grey. No fortalecisteis las ovejas débiles, no curasteis las enfermas, ni bizmasteis las perniquebradas, ni recogisteis las descarriadas, ni fuisteis en busca de las perdidas, sino que dominabais sobre ellas con aspereza y con prepotencia» (Eze 34:2b-4).

15 Pedro tomó la palabra y le dijo: Explícanos esta parábola. 16 él le contestó: ¿Pero también vosotros estáis todavía sin entender? 17 ¿No comprendéis que todo lo que entra por la boca pasa al vientre y luego se arroja en la cloaca? 18 Pero lo que sale de la boca, del corazón procede: y esto sí que contamina al hombre. 19 Porque del corazón salen las malas intenciones, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. 20 Estas son las cosas que contaminan al hombre; pero comer sin lavarse las manos no contamina al hombre.

Pedro vuelve a actuar como portavoz de los discípulos. Pide una aclaración de la parábola, es decir, de las palabras enigmáticas. Con ello se alude a lo que se dice en un versículo precedente (Eze 15:11), que todavía tiene que ser explicado. Primero pregunta el Señor en son de reproche, cómo es posible que estén todavía sin entender. No se han escandalizado, pero tampoco han comprendido la verdad interna y el sentido de las palabras de Jesús. Todo depende de esta comprensión. Están en camino de conseguirla, pero todavía no lo han logrado, tal como Pedro había confiado, porque aún no poseían la plena fe (cf.14,31). Sólo he entendido, si con toda mi alma he aceptado la palabra y le he dado una respuesta afirmativa. Lo que procede de la boca, viene del corazón, del centro y de la sede del pensamiento, de la sensibilidad y de la volición humanas. Contamina al hombre todo lo maligno que proviene del corazón, como malos pensamientos, palabras crueles y acciones perniciosas. Se trata de pensar y hacer de una manera moral en su raíz, dirigida a lo bueno y por tanto a Dios. De nuevo encontramos la ideología del sermón de la montaña. Ante esta ideología ¿qué importancia tiene comer sin haberse lavado las manos? Lo malo incapacita al hombre para las cosas divinas y le hace indigno de la comunidad. La falta de amor en la forma que sea, separa de Dios y de los hombres.

g) La mujer-cananea (/Mt/15/28).

21 Cuando Jesús salió de allí, se retiró a la región de Tiro y Sidón. 22 Y en esto, una mujer cananea, salida de aquellos contornos, le decía a gritos: ¡Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David! Mi hija está atrozmente atormentada por un demonio. 23 Pero él no le respondió palabra. Y sus discípulos, acercándose a él, le suplicaban: Despídela; que viene gritando detrás de nosotros.

Jesús siempre ha permanecido en el territorio de Israel y sólo raras veces ha penetrado en territorio de los gentiles. Aquí el evangelista san Mateo menciona una de estas pequeñas correrías, en este caso en dirección norte, en el territorio de las dos poderosas ciudades comerciales de Tiro y Sidón. En el camino le sale al encuentro una mujer cananea. Esta expresión se emplea para caracterizarla como gentil (cf. en Mar 7:26 : sirofenicia). San Mateo no designa su nacionalidad civil, sino la religión a la que pertenece. Así prepara la siguiente conversación, que es importante. La mujer conoce lo que permanecía oculto a los hijos de Israel en conjunto, y le invoca con el título mesiánico de hijo de David. Le pide ayuda para su hija. Los discípulos se molestan y ruegan al Maestro que la despida. ¿Solamente tienen la sensación de fastidio o les resulta impertinente la importunidad de una mujer pagana? Evidentemente Jesús había proseguido la marcha sin prestarle atención. Pero ella no cesa de caminar detrás del pequeño grupo. ¿Qué hará Jesús? Lo que haga será importante no sólo para la mujer y para el grupo de los discípulos, sino para el tiempo futuro de su obra.

24 Pero él respondió: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 25 Sin embargo, ella se acercó y se postró ante él, diciéndole: ¡Señor, socórreme! 26 él le contestó: No está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perrillos. 27 Ella replicó: Es verdad, Señor; pero también los perrillos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.

Jesús habla a los discípulos. De suyo, la respuesta sólo se ajusta a la mujer como explicación de la conducta de Jesús y como recusación indirecta de la súplica de la mujer. Pero aquí la respuesta va dirigida a los discípulos que han rogado al Maestro que la despache. Las palabras de Jesús en este pasaje parece que sean una confirmación de lo que pensaban los discípulos, a saber que Jesús no le puede ayudar y que ella debe regresar a su casa sin haber logrado su propósito. Pero los discípulos primero deben oír la frase que les hace comprender mejor a Jesús. «No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.» Dios le ha enviado, él no se ha encargado nada a sí mismo. Dios también le ha señalado el campo de la actividad. Su misión está limitada a Israel, por medio del cual los pueblos deben participar en la salvación. Este es el orden establecido, así rezan las promesas de los profetas. Pero Israel es un rebaño sin pastor que se ha dispersado por las montañas y está destinado a la destrucción. Sólo se conserva el rebaño, si está reunido y el pastor lo vigila y lo conduce. Ahora los hijos de Israel tienen como pastores a ciegos guías de ciegos (15,14), son como «ovejas sin pastor» (9,36). Dios había anunciado por el profeta Ezequiel que destituiría a los falsos profetas y que él mismo ejercería el cargo de pastor (Ez 34). Ahora llega el tiempo de cumplir lo anunciado. El Mesías está enviado para reunir en un rebaño las ovejas extraviadas, para impedir que desfallezcan y para conducirlas a los terrenos de fértiles pastos. Sólo cuando Israel se haya vuelto a juntar, y siga de buen grado a su verdadero pastor, Dios, pueden también los pueblos del mundo congregarse al lado del único Dios verdadero. Tal es el encargo que ha recibido el Mesías. Luego continúa la conversación con la mujer. Se acerca y pide ayuda. Jesús le contesta que no está bien quitar el pan a los hijos y darlo a los perrillos. Jesús no quiere pronunciar una sentencia despectiva sobre los gentiles ni compararlos con los perros. Es una frase metafórica que expresa de nuevo el pensamiento del v. 24: el pan es para aquellos hijos, así como el pastor es para aquel rebaño. Los hijos son los hijos de Israel, a quienes ahora se dedica la misericordia de Dios. No se dice lo que quizá tiene aplicación al tiempo futuro. La mujer acoge con osadía la palabra de Dios. Los perrillos también reciben algo de lo que cae de la mesa de su señor. Casi parece humorística la manera como la mujer (que sabe contestar) se vale de la imagen y la invierte en su favor. Pero Jesús está vinculado a su misión. Se ha subordinado a ella, sin reserva, y desde un principio rehúsa cualquier desviación en la lucha con Satán en el desierto. ¿Cómo procederá Jesús?

28 Entonces le dijo Jesús: ¡Mujer, qué grande es tu fe! Que te suceda como deseas. Y desde aquel momento quedó sana su hija.

A pesar de todo Jesús socorre. Todo lo precedente hablaba en contra. Pero ahora se indica el motivo: tu fe es grande. Dios ayuda a quien cree así, con perseverancia y tenacidad, sin desfallecer ni darse por vencido precipitadamente, con la firme convicción de que sólo hay uno que pueda ayudar. El ruego de la mujer es atendido y la hija queda curada desde esta hora. Jesús no socorre a la mujer porque sea pagana, sino porque tiene una gran fe. Se mantiene el orden, no se sobrepasan los límites del encargo. Pero ha brillado una esperanza. En ella ya aparece un nuevo Israel, cuyo fundamento es esta fe. Así sucedió con el centurión (8,10.13), así sucede aquí con esta mujer. Así como Dios puede sacar de las piedras hijos de Abraham, así formará con estos creyentes un nuevo Israel. La salvación todavía no llega a los gentiles. Jesús permanece y actúa en Israel, y parte a sus hijos el pan. Pero acá y allá, en casos particulares se hace patente algo nuevo, el tiempo futuro, en el cual Dios perfeccionará el orden de la salvación, que ha estado en vigor hasta ahora. Todos los pueblos de la tierra deben recibir toda la salvación, incólume y pródigamente.

h) Curación de muchos enfermos (Mt/15/29-31).

29 Jesús partió de allí y se fue a las orillas del mar de Galilea, subió al monte y se quedó sentado allí. 30 Y se acercaron a él grandes muchedumbres, llevando consigo cojos, mancos, ciegos, mudos y otros muchos enfermos, y los tendieron a sus pies. Y él los curó; 31 de suerte que el pueblo quedó asombrado cuando vio a los mudos hablar, a los mancos sanos, a los cojos andar y a los ciegos ver. Y glorificaron al Dios de Israel.

La ruta del viaje a pie apunta directamente a Galilea, al lago de Genesaret; según san Mateo, se trata sólo de una breve excursión en territorio pagano. Jesús se sienta en el monte. Se nos recuerda el otro monte en que se publicó la doctrina de la nueva justicia (5,1). En el monte siempre suceden cosas trascendentales. El monte está cerca de Dios, desde el monte habla y obra el Mesías, como en otro tiempo Moisés. Ahora acuden a él las multitudes, todos los enfermos y achacosos, ciegos, cojos, mancos. Es una escena de la gran misericordia que desciende sobre los hijos de Israel. Jesús en realidad continúa partiendo el pan a «los hijos». Ellos también dan la respuesta esperada con la glorificación: «Y glorificaron al Dios de Israel.» Parece el cumplimiento de la visión de Ezequiel: el único pastor y el único rebaño, que estaba disperso, y se ha congregado y unido en la confesión del Dios de Israel. Esta breve escena sirve de introducción a la siguiente. Ya se informó de una prodigiosa multiplicación de panes (14,13-21), ahora se cuenta una segunda mutiplicación. La segunda será una manifestación todavía mayor del poder y de la misericordia de Dios. Jesús está sentado en el monte, enaltecido sobre el pueblo. Ha curado a todos los enfermos y por tanto ya ha repartido el primer don de Dios. Ha escuchado la glorificación que brotó de corazones agradecidos. Todo parece que esté bien y pacificado, una alegría festiva reina en la asamblea, cuyo centro es el verdadero pastor.

i) Segunda multiplicación de panes (Mt/15/32-39) (*).

32 Luego Jesús reunió junto a sí a sus discípulos y les dijo: Me da compasión del pueblo, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer; pero no quiero despedirlos sin que tomen algo, para que no desfallezcan en el camino. 33 Los discípulos le dicen: ¿Cómo procurarnos en un despoblado tantos panes para saciar a todo este pueblo? 34 Y Jesús les pregunta: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos contestaron: Siete, y unos pocos peces. 35 Y mandó al pueblo sentarse en el suelo.

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(*) Sorprende que el evangelista informe sobre un segundo milagro de panes. San Mateo ya lo ha encontrado así en san Marcos (Mar 6:30-44; Mar 8:1-9). San Lucas sólo había retransmitido el primer milagro (Luc 9:10-17). Los relatos reproducen, en lo esencial, los mismos sucesos, pero se diferencian entre sí en pormenores. El milagro que en los dos primeros evangelistas se refiere en segundo lugar, es mas breve y tiene menos colorido, pero encarece el carácter prodigioso. Es muy natural que se pregunte si aquí no hay dobles relatos del mismo acontecimiento. Son muchas las razones en favor de esta solución. Entonces san Marcos también los habría encontrado y no los hubiera interpretado como descripciones del mismo suceso, sino de dos sucesos distintos.

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Esta vez la iniciativa procede únicamente de Jesús. Congrega a los discípulos, no son los discípulos quienes se acercan a él. Luego les dice: «Me da compasión del pueblo», no son los discípulos quienes le llaman la atención sobre la necesidad, como ocurrió en el primer caso. Jesús pregunta qué hay para comer y manda al pueblo sentarse. Ya hace tres días que la gente está con él sin cansarse. Nadie atiende al tiempo, que parece estar inmóvil. El pastor y el pueblo están unidos y sólo tienen el deseo de quedarse y simplemente estar allí. Los enfermos han sanado, y la glorificación ha brotado del pueblo. Dios vuelve a habitar en el corazón de los suyos. El estado de ánimo en la segunda multiplicación de los panes es distinto del que hubo en la primera. Se piensa en las grandes promesas como ésta: «Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo» (Jer 31:33c).

36 Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los iba dando a los discípulos, y los discípulos al pueblo. 37 Comieron todos hasta quedar saciados, y de los trozos sobrantes recogieron siete cestos llenos. 38 Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños. 39 Y cuando despidió a las muchedumbres, subió a la barca y se fue a la región de Magadán.

Luego se sigue el mismo ceremonial que la primera vez. Jesús toma los panes y los peces, dice la acción de gracias, los parte y los da a los discípulos para que los repartan entre el pueblo. También esta vez se recogen los restos y se hace constar el número de los que habían comido. La primera vez cinco mil hombres, la segunda vez cuatro mil, sin contar las mujeres y los niños. En Israel se contaban los hombres como cabezas de familia. El elevado número no sólo debe dar una idea de la magnitud del milagro, sino que también debe decir que el pueblo aquí realmente estaba reunido y fue alimentado. Naturalmente no todo Israel, pero sí una parte tan importante de él, que puede ser considerado como representación de Israel. Los israelitas fueron conducidos como «pueblo» a través del desierto a la tierra anhelada. Este recuerdo, que brota en los corazones, se proyecta, al mismo tiempo, como imagen del tiempo futuro. Así Dios cuidará de su pueblo, si éste vuelve a ser muy devoto de Dios. En él no hay ninguna indigencia, sino superabundancia. Dios cura las enfermedades y satisface el hambre. Es un Dios que es amigo de los hombres. Jesús ha triunfado sobre las verdaderas enfermedades del cuerpo y ha satisfecho el hambre corporal. No demos una interpretación espiritual a estos milagros. Dios también ve al hombre en su indigencia corporal y con un dolor más intenso que el que sentimos unos por otros. Dios quiere que todos los hombres estén saciados y sanos. En el reino de Dios no se dirige solamente la atención a los valores espirituales y a las actitudes internas. Eso no lo pueden olvidar los discípulos, si de mil modos distintos ven la penuria de su prójimo, que pasa hambre y frío y carece de lo necesario para vivir. Todo el hombre debe estar preparado para la liberación y llegar al banquete celestial. En la primera multiplicación de panes Jesús desembarcó, alimentó al pueblo y subió al monte para orar. Ahora Jesús viene del monte, despide al pueblo después de la milagrosa distribución y sube a la barca para pasar a la otra orilla. Aún no ha llegado el tiempo de la estabilidad. También Jesús está entre los suyos como de paso. Hay horas sublimes, en las que el simple hecho de estar juntos, la dichosa permanencia en la posesión ya es mantenida como un gusto anticipado. Así fueron estos tres días. Pero ahora prosigue la ruta, el Mesías ha recibido la orden de ir a todas partes, para que a todos se haga extensivo c] mensaje. «Vámonos a otra parte, a las aldeas vecinas, para predicar también en ellas, pues para eso he venido» (Mar 1:38). Jesús es un peregrino entre los peregrinos.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

La limpieza y la santidad (ver Mar. 7:1-23; cf. Luc. 11:37-41; 6:39). La oposición nunca estaba muy lejos. Nuevamente (como en 9:3, 11, 34; 12:2, 14, 24, 38) el problema surgió de los fariseos y los escribas, pero esta vez tiene un agregado siniestro: habían venido de Jerusalén. Esta podría haber sido una delegación oficial enviada para investigar a este maestro controversial que no pertenecía al clero rabínico. Será cada vez más claro desde ahora en adelante que es de Jerusalén que Jesús debe esperar problemas (16:21; 20:18, etc.).

El lavar las manos cuando comen pan no era sólo un asunto de higiene, sino un deber religioso. La ley del AT no tenía tal mandamiento, excepto para los sacerdotes cuando realizaban sus tareas de culto (Exo. 30:17-21). La tradición farisaica, sin embargo, había adaptado el principio a la vida diaria, y se esperaba que Jesús, como líder religioso, impusiera la pureza ritual entre sus discípulos.

La contestación de Jesús a tales cargos aparece en los vv. 10, 11. Primero, lanzó un contraataque a la actitud de ellos referente a la autoridad religiosa. Al insistir en su tradición ellos en efecto hacían a un lado el mandamiento de Dios. Jesús trazó una marcada distinción entre la ley del AT (la palabra de Dios; v. 6) y todas las normas y reglas humanas, y al citar Isa. 29:13 indica que una religión basada en esto último es vacía y no agrada a Dios.

Para ilustrar este punto él se refirió a la manera que el principio del AT del respeto por los padres (Exo. 20:12; 21:17) estaba siendo socavado por las legislaciones rabínicas que permitían al hombre retener su propiedad fuera del alcance de sus padres al dedicarla nominalmente a Dios (mientras que en la práctica la retenía para su propio uso). Por medio de este fraude piadoso, la provisión del AT para los juramentos era torcida cínicamente para realizar un propósito que infringía uno de los mandamientos más básicos de la ley. (¡Nótese que el quinto mandamiento se presenta como lo dicho por Dios, no solamente como la ley de Moisés!)

Jesús luego fue más allá de meramente defender la ley del AT. Al volver al asunto específico de lo limpio y lo sucio en el v. 11, estableció un principio radical que, a la larga, condujo a sus seguidores a abandonar del todo las leyes del alimento según el AT. El declaró que lo “sucio” no se transmite por lo que se come, sino que proviene de adentro. Esta fue la lección que a Pedro le fue tan difícil aprender (Hech. 10:9-15), pero hasta que se aprendiera, las leyes de la comida de Israel impedirían a la iglesia dar la bienvenida a los no judíos sobre términos iguales. Mateo no detalla estas implicaciones aquí (aunque Marcos sí; Mar. 7:19), pero el principio es bastante claro, y en los vv. 17-20 lo explican con mayor claridad.

Esto iba directamente en contra del sentido de prioridades religiosas de los fariseos. Jesús, sin embargo, no se disculpaba por esto, y francamente empeoró las cosas relegando a los fariseos a la posición de una planta que no fue plantada por Dios, y que debía ser arrancada como maleza, y como guías ciegos cuyo celo mal dirigido resultaría en desastre para ellos mismos y para todos aquellos que dependían de ellos. Este lenguaje fuerte refleja no tanto animosidad personal como un repudio total del sistema de religión que enfatizaba lo externo e ignoraba lo que era una persona en verdad.

Aquí encontramos una inconsecuencia innegable que empieza por acusar a los opositores de Jesús de socavar la ley de Dios, y luego sigue repudiando el principio de lo “sucio” sobre el cual parte de la ley se basaba. Pero aquí, como en el cap. 5, a Jesús le interesaba menos el nivel superficial de la ley que su principio esencial: si la pureza externa importa, cuánto más vale la interna. Al fin, este enfoque dejaría sin valor práctico esas leyes particulares en la nueva comunidad del pueblo de Dios formado por gentiles al igual que judíos. Para ese momento, sin embargo, se aplicaba el principio sólo al asunto del lavado de las manos, cosa que no formaba parte de la ley del AT (20).

Notas. 15 Aquí parábola se usa en un sentido más amplio de un “dicho oscuro”, requiriendo interpretación. 16 La expresión carecéis de entendimiento es, lit., “no comprendiendo”; cf. el énfasis en la necesidad de comprender las parábolas en 13:13-15, 19, 23. Nuevamente, los discípulos recibieron una explicación privada de un dicho que quedó sin interpretar ante la multitud.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

15.1, 2 Los fariseos y los líderes judíos fueron de Jerusalén, el centro de la autoridad judía, a examinar las actividades de Jesús. Por siglos, desde el retorno de la cautividad de Babilonia, habían agregado cientos de tradiciones religiosas a las leyes de Dios. Los fariseos y los maestros de la ley las consideraban todas de igual importancia. Muchas tradiciones no son malas en sí. Ciertas tradiciones religiosas pueden agregar riqueza y significado a la vida, pero no debemos caer en la trampa de dar por sentado que por el hecho de que nuestras tradiciones hayan sido practicadas por años deben ser promovidas al nivel de sagradas. La ley de Dios nunca cambia y no requiere adiciones. Las tradiciones debieran ayudarnos a comprender mejor las leyes de Dios y no constituirse en leyes en sí mismas.15.5, 6 Esta práctica era conocida como Corbán (literalmente «ofrenda»; véase Mar 7:11). Cualquier persona que hacía el voto de Corbán entregaba el dinero destinado a mantener a los padres para una causa valiosa, usualmente al templo. Se convirtió en una forma religiosa de marginar a los padres, desviando la responsabilidad de los hijos hacia ellos. En lo exterior sus acciones parecían superiores (daban más dinero para Dios), pero descuidaban el mandato de Dios que requería cuidar de las necesidades de los padres. Estos líderes religiosos pasaban por alto el claro mandato de Dios de honrar a los padres.15.8, 9 El profeta Isaías también criticó a los hipócritas en su tiempo (Isa 29:13). Jesús aplicó sus palabras a estos líderes religiosos. Cuando aseguramos honrar a Dios mientras nuestros corazones están lejos de El, nuestra adoración no tiene significado. No es suficiente actuar como religiosos. Nuestras acciones y actitudes deben ser sinceras. Si no lo son, las palabras de Isaías también nos describen.15.9 Los fariseos sabían mucho acerca de Dios pero no conocían a Dios. No es suficiente estudiar acerca de la religión ni tampoco estudiar la Biblia. Hay que responderle a Dios.15.11 Jesús se refería a las regulaciones judías concernientes a la comida y bebida. Estos versículos se podrían parafrasear así: «Uno no se contamina por comer una comida que no ha sido bien inspeccionada o que no haya tenido los requisitos establecidos, sino por lo que uno dice y piensa». Esta declaración ofendió a los fariseos que estaban muy pendientes de lo que el pueblo comía o bebía.15.13, 14 Jesús dijo que debían ignorar a los fariseos porque estaban ciegos a la verdad de Dios. Cualquiera que escuchara sus enseñanzas corría el riesgo de adquirir ceguera espiritual también. No todos los líderes religiosos son buenos líderes cristianos. Asegúrese de que aquellos a quienes escucha y de los cuales aprende sean personas con una buena visión espiritual. Deben enseñar y vivir los principios de la Biblia.15.15 Más tarde, Pedro enfrentaría el asunto de los alimentos prohibidos (véase las notas en 15.11 y Act 10:9-15). Luego aprendería también que nada debe ser barrera para proclamar el evangelio a los gentiles (no judíos).15.16-20 Hacemos todo lo que podemos para mantener nuestra apariencia exterior atractiva, pero lo que está en nuestro corazón es mucho más importante. Lo que seamos por dentro (lo que otros no pueden ver) importa más a Dios. ¿Cómo es usted por dentro? Cuando las personas se convierten a Dios cambian y en su interior son diferentes. El continuará ayudándoles a que cambien si se lo piden. Dios quiere que procuremos pensamientos y motivaciones sanas, no sólo buena alimentación y ejercicios.MINISTERIO EN FENICIA : Después de volver a predicar en Capernaum, Jesús dejó Galilea para ir a Fenicia, donde predicó en Tiro y Sidón. A su regreso, cruzó la región de Decápolis, alimentó a los cuatro mil junto al mar, y enseguida se dirigió a Magdala.15.22 Esta mujer se menciona como sirofenicia en el Evangelio de Marcos (7.26), indicando que era del territorio noroeste de Galilea, donde se hallaban las ciudades de Tiro y Sidón. Mateo la llama cananea, refiriéndose a sus antepasados, que eran enemigos de Israel. La audiencia judía de Mateo comprendería de inmediato el significado de que Jesús ayudara a aquella mujer.15.23 Los discípulos pidieron a Jesús que se librara de la mujer porque los estaba aburriendo con sus lamentos. No mostraron sensibilidad hacia sus necesidades ni compasión por ella. Es posible estar muy ocupado con asuntos espirituales al grado de pasar por alto las necesidades espirituales que existen a nuestro alrededor, sea por prejuicios o simplemente por los inconvenientes que originan. En lugar de aburrirse, esté atento a las oportunidades que lo rodean. Manténgase receptivo a la hermosura del mensaje de Dios para todos y esfuércese en no desechar a los que son diferentes a usted.15.24 Las palabras de Jesús no contradicen la verdad de que el mensaje de Dios es para todos (Psa 22:27; Isa 56:7; Mat 28:19; Rom 15:9-12). Después de todo, Jesús ministró a los gentiles en muchas ocasiones durante su ministerio. Simplemente estaba diciendo a la mujer que los judíos tuvieron la primera oportunidad para aceptarlo como el Mesías porque Dios quería que ellos presentaran el mensaje de salvación al resto del mundo (véase Gen 12:3). Jesús no la rechazó. Jesús pudo haber querido probar su fe o pudo haber querido aprovechar la oportunidad para enseñar una lección acerca de la disponibilidad de la fe para todos.15.26-28 Perro era un término que los judíos por lo general aplicaban a todo gentil, porque los judíos consideraban que los paganos parecían perros al no recibir la bendición de Dios. Jesús no estaba degradando a la mujer al usar este término sino reflejando la actitud de los judíos en contraposición con la suya. La mujer no discutió. Usando las mismas palabras de Jesús, estuvo de acuerdo en ser considerada como perra siempre que pudiera recibir la bendición de Dios para su hija. Irónicamente, muchos judíos perdieron la bendición de Dios y la salvación porque rechazaron a Jesús y muchos gentiles hallaron salvación porque reconocieron a Jesús.15.29-31 Muchos fueron llevados a Jesús por sanidad y El los sanó. Jesús todavía está dispuesto a curar vidas quebrantadas y nosotros podemos ser un puente entre la gente necesitada y Dios. ¿Conoce a alguien que necesite el toque sanador de Jesús? Los puede llevar a Jesús por medio de la oración o explicándoles la razón de su fe (1Pe 3:15). Luego deje que Jesús obre en ellos.15.32ss Esta alimentación de cuatro mil es un milagro diferente del otro en que se alimentó a cinco mil (14.13-21), confirmado por Mar 8:19-20. Este fue el comienzo de la expansión del ministerio de Jesús entre los gentiles.15.33 Jesús ya había alimentado a más de cinco mil hombres con cinco panes y dos peces. Ahora, en una situación similar, los discípulos quedaban perplejos otra vez. Con qué facilidad no rendimos en desesperación cuando enfrentamos situaciones difíciles. Como los discípulos, con frecuencia olvidamos que si Dios nos cuidó en el pasado, hará lo mismo ahora. Si está atravesando una situación difícil, recuerde lo que El hizo por usted y confíe en que lo puede repetir.15.39 Magdala se hallaba en la costa oeste del Mar de Galilea. También es conocida como Dalmanuta (Mar 8:10). De esta región procedía María Magdalena.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 705 Mar 7:1

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

escribas. Véase coment. en 2:4.

fariseos. Véase coment. en 3:7.

Jerusalén. Es decir, la sede de autoridad religiosa del judaísmo. Esta delegación vino para investigar el ministerio de Jesús en Galilea y para confrontarlo por actuar en contra de sus tradiciones religiosas (vers. 2).

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Aunque el Señor abandonó a los fanáticos religiosos que lo habían rechazado, ni aun así cesaron de molestarlo. Venían a El de su centro religioso, Jerusalén, a fin de criticarlo. Sin embargo, la molestia que ellos le causaron le proporcionó otra oportunidad de revelar la verdad con respecto a la limpieza genuina (vs.10-11,15-20).

1 (a) vs.1-20: Mar_7:1-23

1 (b) Mar_3:22 ; Jua_1:19

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

99 (F) Jesús y la tradición farisea sobre la pureza y los votos (15,1-20). Cf. Mc 7,1-23. Mateo ha reelaborado, sutil y cuidadosa­mente, el texto marcano en este punto, para dejar claro que, no obstante la ruptura de Je­sús (y de la Iglesia de Mateo) con la halaká fa­risea, tanto él (como su Iglesia) seguían sien­do fieles a la Torá a la hora de interpretar su comportamiento (cf. comentario sobre 5,17-20). Mateo lo ha realizado suprimiendo dos oraciones marcanas: 7,18, «no puede man­charlo», y la anacrónica glosa de 7,19b: «Así declaraba puros todos los alimentos». El Jesús histórico no abolió claramente la ley ritual co­mo tal, pues de otro modo serían incompren­sibles las luchas que hubo en la Iglesia primi­tiva según nos informan Gál 2 y Hch 10 y 15. Mateo añadió también en 15,20b la frase «co­mer sin lavarse las manos no mancha a na­die». De este modo centra la atención del lec­tor en dos puntos de la práctica típicamente farisea que no se hallaban en la ley escrita, el lavatorio de manos y los votos del korban, al tiempo que lo distancia de las conflictivas le­yes dietéticas kosher que sí se encontraban en la ley. Mateo retiene el dicho radical del v. 11, pero intenta limitar su aplicación de tal forma que se convierta en una cuestión moral que no socave la ley. Puede haber también una alu­sión al mandamiento de amar a Dios (Dt 6,5) con el corazón (v. 18), el alma (vv. 13.¿14?) y la riqueza (v. 5), como luz guía de toda obser­vancia de la ley. 2. la tradición de los mayores: Los fariseos creían que su tradición o ley oral procedía del Sinaí, es decir, de Dios (m’Abot 1,1). Sobre Jesús como receptor de la tradi­ción divina, véase 11,27. La legislación rabínica fundamental sobre el lavatorio de manos se encuentra en mYad. 3. el mandamiento de Dios: Jesús hace una distinción fundamental entre la Torá y la tradición farisea. 4. Cf. Éx 20,12; Dt 5,16; Éx 21,17; Lv 20,9. 5. El tratado mNed. presenta los votos del qorban; cf. tam­bién J. A. Fitzmyer, ESBNT 93-100. 8-9. Cf. Is 29,13. 11. lo que sale: Las leyes dietéticas ko­sher son menos importantes que la conducta moral y la palabra. Añadiendo la palabra «bo­ca» dos veces a la fuente marcana, Mateo li­mita el alcance del dicho. 13. toda planta: Es­te dicho y el v. 14 son un añadido redaccional de Mateo (cf. Lc 6,39); insiste en que ya no de­be seguirse más a los fariseos. 19. malos pen­samientos: Mateo, a diferencia de Marcos, li­mita la lista bíblica de los vicios. Notemos que toda la perícopa se estructura atendiendo a los destinarios: escribas (vv. 1-9), gente (vv. 10-11) , discípulos (vv. 12-14), Pedro (vv. 15-20).
(Neusner, J., The Idea of Purity in Ancient Ju­daism [Leiden 1973].)

100 (G) La fe de la mujer cananea (15,21-28). Cf. Mc 7,24-30. Mateo desplaza el foco desde el milagro para centrarse en el diá­logo. 22. una mujer cananea: Mateo elige este nombre bíblico arcaico en lugar del contem­poráneo marcano «sirofenicia» para recordar­nos 1,5. La mujer está doblemente marginada: está sola en un mundo de hombres; es gentil y, por consiguiente, impura, una «menstruante desde la cuna» (mNid. 4,1; cf. Mt 15,1-20). Hi­jo de David: Véase el comentario sobre 9,27. 23. no le respondió: El extraño silencio de Je­sús se explica en el siguiente versículo: no de­sea excederse en su misión divina. 24. sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Cf. 10,6. Esta afirmación refleja el programa del Jesús histórico: con su misión quería reunir a todo Israel para los acontecimientos del tiempo fi­nal; pero cf. 28,19. 26. a los perros: Mateo mantiene el áspero dicho de Marcos, pero sin la suavización de la frase «deja primero que se sacien los hijos», que incluye una perspectiva histórico-salvífica: primero los judíos, después los gentiles (Rom 1,16). 27. también los perros: La mujer es rápida en captar la imagen que Je­sús utiliza en su repuesta y manipularla a su favor, pero sin arrogancia. Su intensa humil­dad lo vence en el debate. 28. tu fe es grande: Jesús es generoso en su alabanza (únicamente se dice de ella que tiene una «gran fe») y en su poder curativo. En el nivel redaccional oímos dos voces procedentes de la comunidad de Mateo, una particularista y otra universalista.
(cf. A. Dermience, ETL 58 [1982] 25-49).

101 (H) La curación de mucha gente (15,29-31). Cf. Mc 7,31-37. Se trata de otro su­mario de curaciones (cf. 14,34-36). 29. subió a la montaña y se sentó: Evoca 5,1. Jesús cura va­rios tipos de enfermos, pero no se menciona la sordera; cf. Mc 7,32-36, donde Jesús cura a un sordomudo. Los tipos de enfermos evocan Is35,5-6; 29,18-19. 31. alababan al Dios de Israel: Ésta es la conclusión de Mateo, tal vez in­fluenciada por Is 29,23. La gente curada es po­siblemente gentil, así que mediante el ministe­rio de Jesús entran a formar parte del Israel reunificado. Se trata de la misma gente que se­rá alimentada en la siguiente perícopa.

102 (I) La alimentación de cuatro mil (15,32-39). Cf. Mc 8,1-10. Aunque es un du­plicado de 14,13-21, la configuración de los detalles lo convierten en un relato sobre la ali­mentación de los gentiles. 32. llamó a sus dis­cípulos: El acontecimiento está motivado por la compasión de Jesús, pues es él quien toma la iniciativa. 33. pan en el desierto: Esta frase es una reminiscencia de la alimentación de los israelitas con el maná (Éx 16,4-12). 36. dio gracias: El participio eucharistesas remite a la eucaristía. 37. siete cestos: El número evoca las ciudades de Canaán (Hch 13,19) y los siete diáconos helenistas (Hch 6,5; 21,8); en defini­tiva, son gentiles incorporados a la totalidad de Israel. 38. sin contar mujeres y niños: Mateo añade esta frase, que dota al acontecimiento de gran significado social; véase el comentario sobre 14,21. 39. Magadán: Lugar desconocido.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

En estos versículos se nos refiere una conversación que tuvo lugar entre nuestro Señor Jesucristo y ciertos escribas y fariseos. Acaso se piense que en estos tiempos modernos el asunto de dicha conversación carezca de interés. Mas si bien se le examina, no es así en realidad. Los principios que los fariseos profesaban jamás perecen. Las verdades que este pasaje contiene son de grandísimo valor. Veamos cuáles son.
1. Que, por lo general, los hipócritas exageran la importancia de lo externo en religión.
Los escribas y fariseos presentaron ante Jesús un cargo contra sus discípulos. Y ¿sobre qué versaba? No dijeron que eran avaros ó hipócritas; mentirosos ó duros de corazón; ó que hubiesen quebrantado la ley de Dios. Lo que dijeron fue que habían traspasado la tradición de los ancianos; pues no se habían lavado las manos para comer pan. Era que no habían observado una regla de mera autoridad humana que algún Judío decrépito había establecido. En esto consistía todo su crimen, todo su pecado.
Y, por desgracia, en nuestros días existe aún el espíritu farisaico. Hay millares de cristianos que, según parece, no se cuidan de que religión profesan sus prójimos, con tal de que concuerde con la suya en lo meramente externo. Guardémonos de semejante espíritu, pues es la verdadera esencia de la hipocresía.
Que nuestro principio sea el que encarnan estas palabras: «El reino de Dios no es comida ni bebida; sino justicia, y paz, y gozo en el Espirito Santo.» Rom.
14.7.
2. Que siempre que se agregue cosa alguna á la palabra de, Dios se corre gran riesgo de extraviarse de la verdadera senda. Cuando un hombre se empeña en hacer adiciones á la Escritura, por lo regular acaba por dar más valor al fruto de su ingenio que á las Escrituras mismas.
Nuestro Señor llamó la atención á esta verdad cuando dijo á los fariseos que habían acusado á sus discípulos: » ¿Por qué también vosotros traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición.» Y dio así un golpe decidido al sistema de agregar cosa alguna, como necesaria para la salvación, á la ya perfecta palabra de Dios. Para demostrar lo pernicioso del sistema se valió de un ejemplo, el cual fue el de los fariseos que por medio de sus adiciones habían invalidado el quinto mandamiento. De ese modo sentó el gran principio de que las tradiciones humanas tienden á anular la palabra de Dios.
La historia de la iglesia cristiana presenta muchas y muy dolorosas pruebas de esta gran verdad. Como muy bien ha dicho Baxter, «los hombres creen que las leyes de Dios son muy numerosas y demasiado estrictas, y sin embargo ellos confeccionan más y las observan con rigor.» Algunos hombres han elevado los cánones, las rúbricas y las leyes eclesiásticas sobre la palabra de Dios, y han castigado la contravención de ellas con más severidad que los pecados escandalosos como el de la embriaguez y el de la indelicadeza en el lenguaje. La Iglesia de Roma da una importancia tal á los votos monásticos, y á la observancia de fiestas y ayunos, que parece creerlos de más rigor que los deberes de familia y los preceptos del decálogo. Muchas personas hay también que son más escrupulosas en cuanto á la abstinencia de carne en cuaresma que respecto de la pureza de vida. Estos son hechos tristes que están demostrando que todavía existe el espíritu farisaico. No solo entre los Judíos sino también entre los cristianos se nota la tendencia á invalidar la palabra de Dios por medio de la tradición.
3. Que el culto que agrada á Dios es el culto del corazón. Nuestro Señor enseñó esta verdad por medio de la siguiente cita tomada de la profecía de Isaías: «Este pueblo con su boca se acerca á mí, y con sus labios me honra; mas su corazón lejos está de mí..
El afecto del corazón es lo principal en las relaciones de los esposos, de los amigos, de los padres para con los hijos. Y el estado del corazón es lo principal en nuestras relaciones para con Dios. ¿Qué es lo primero que se necesita para ser verdaderos cristianos? La renovación del corazón. ¿Qué sacrificio es el que Dios exige? El corazón contrito y humillado. ¿Cuál es la verdadera circuncisión? La del corazón. ¿En que consiste la verdadera obediencia? En obedecer de corazón. ¿Cuál es la fe que salva? La que emana del corazón. ¿En dónde debe morar Cristo? En nuestros corazones. Persuadámonos de ello: todo culto que se rinda á Dios, ya sea público ó privado, es completamente vano en tanto que nuestros corazones » estén lejos de El.»El Mesías dijo á la mujer samaritana, » Dios es espíritu; y menester es que aquellos que le adoran le adoren en espíritu y en verdad.» Joh 4:24

Fuente: Los Evangelios Explicados

Los escribas y fariseos calumnian a los discípulos del Señor, porque se ponían a comer sin haberse antes lavado las manos: el Señor los defiende. Cura a la hija de la Chananea, que da muestras de su grande fe. Da otra vez de comer en el desierto a un gran número de gente con siete panes y algunos peces.

2 a. Es una frase hebrea; quiere decir: Cuando comen o toman alimento. Los judíos, siguiendo la tradición de sus ancianos, acostumbraban lavarse las manos muchas veces mientras comían.

3 b. MS. ¿Por vuestra postura? Moisés había prohibido expresamente a los judíos (Dt 4,2) que no añadiesen nada a lo que él les ordenaba; y los fariseos habían violado esta ley introduciendo nuevas tradiciones, que por esta razón las llama suyas. Muy celosos de que éstas se observasen, olvidaban la obediencia que debían a los divinos preceptos. Por esto el Señor les tapaba la boca arguyéndoles de este modo: Vosotros, que sois tan obedientes en todas las cosas a vuestros ancianos, ¿por qué igualmente no lo sois a Dios? Y ¿cómo osáis acusar a mis discípulos de violar vuestras tradiciones, no temiendo preferir estas tradiciones, que son humanas, a las leyes que os ha dado el mismo Dios? San Juan Crisóstomo.

4 c. Éx 20,12; 21,17. Por honrar no se entiende solamente aquella reverencia exterior que se debe a los padres, sino el socorrerlos también en todas sus necesidades y peligros con todos los alivios que se les puedan dar. Este socorro se llama en hebreo hadar, ó cavód, honra. Y San Pablo (1Tim 5,17) afirma que los presbíteros que gobiernan bien, son dignos de doble honra: esto es, de doble socorro. Esta ley era divina, y los fariseos la trastornaban con una doctrina toda contraria.

5 d. Estas palabras pueden explicarse de dos modos. El primero: Si cuando los padres que están necesitados, piden alguna cosa a sus hijos, vosotros decís a estos que obran bien respondiéndoles de este modo: Yo he resuelto hacer a Dios una ofrenda, ¿quieres que dejando de hacerla a Dios, se convierta en provecho tuyo? El segundo sin interrogación así: Todos los dones que ofreciere yo a Dios, te aprovecharán también a ti, porque los ofreceré con la intención de que Dios te sea tan propicio a ti como a mí. De esto resultaba, que los padres, viendo que estas cosas eran consagradas a Dios, no osaban abrir su boca ni tocarlas, y así se dejaban morir de hambre temiendo incurrir en sacrilegio; y entre tanto la ofrenda de los hijos se convertía en provecho de los sacerdotes, bajo de un falso pretexto de piedad hacia Dios y hacia su templo; y ésta era la tradición de los fariseos. San Jerónimo.

e. MS. Á ti terná pro.

6 f. Esto es; si con este pretexto ya no socorre a su padre y a su madre.

7 g. Porque bajo el pretexto de una falsa piedad hacia el Señor, echaban por tierra un precepto suyo tan formal (Is 29,13).

8 h. El Griego: engízei moi ho laós hóutos tó stómati autón, kái tóis jéilesí me timá, acércase a mí este pueblo con su boca, y con sus labios me honra.

i. MS. Alongado es de mí.

9 j. Y por consiguiente opuestas a las de Dios.

11 k. El Griego: koinói, de koinó, hacer común, manchar, contaminar; y lo mismo en los vv. siguientes.

13 l. MS. Todo plantamiento.

m. Como si les dijera: Todos aquellos que son como plantas en quienes Dios no ha puesto su amor divino, y que no ha hecho que se arraiguen en la caridad, serán arrancados y echados al fuego.

14 n. Su orgullo los ciega y les hace creer que son justos, y que pueden enseñar y guiar a los otros; pero se precipitan miserablemente a sí mismos, y conducen a una ruina inevitable a los que guían. El texto Griego: hodegói eisi tuflói tuflón, guías son ciegos de ciegos.

16 o. ¿Después de haber estado tanto tiempo recibiendo la luz de la doctrina que os he enseñado, y en la que consiste la verdadera pureza del hombre?

19 p. MS. Omezillos… foruizios.

20 q. En toda esta exposición que hizo el Señor a sus discípulos les da a entender, que lavarse o no lavarse las manos, mientras se comía o antes de comer, no era lo que hacía al hombre puro o impuro, sino su corazón, que es el principio de la impureza en el hombre; porque de él, como de una fuente envenenada, salen los malos deseos y todas las abominaciones y delitos. De este lugar se valen los herejes de estos tiempos, para tachar de supersticiosa la prohibición que hace la Iglesia de ciertas viandas y manjares en algunos días y tiempos del año. Pero se ve cuán maliciosa es esta calumnia, porque jamás ha pretendido la Iglesia prohibir estas viandas, como si fueran impuras en sí mismas, sino solamente quiere, que por este medio mortifiquemos nuestra carne, hagamos penitencia por nuestros pecados, y nos pongamos en estado de servir a Dios con mayor libertad de espíritu. La impureza que contrajeron Adán y Eva comiendo de la fruta prohibida, no fue porque la fruta fuese mala, sino porque desobedecieron a Dios. Y este mismo Señor en su ley prohibía a los judíos muchas viandas como impuras; pero esta impureza era legal, no porque ellas lo fuesen en sí mismas, sino porque la ley las prohibía, y por las cosas que figuraban.

22 r. San Marcos la llama Griega Sirofenicia, porque esta provincia que estaba entre la Palestina y la Siria, era en aquel tiempo poblada del resto de los antiguos cananeos, que usaban la lengua y ritos de los griegos, introducidos por los reyes de Siria, sucesores de Alejandro.

s. MS. Es maltrecha de demonio.

24 t. Esto es, para reducir y convertir a los judíos cumpliendo las promesas hechas por Dios a Abraham y a David. Esto lo decía para probar su fe, y en el mismo sentido habló después a la cananea (v. 26).

26 u. Así eran mirados los judíos por el particular cuidado con que Dios los gobernaba como Padre; y los gentiles, al contrario, eran reputados como perros por la impureza de sus costumbres, y por su idolatría.

27 v. Así es, Señor, como lo decís; pero después que los hijos se han saciado del pan que les es debido, los perrillos que andan alrededor de la mesa recogen aquellas migajas que se caen o que sobran a los hijos; como si dijera: Yo, Señor, conozco que los judíos son los hijos y los señores; y yo siendo gentil, solamente me considero como una vil perrilla. Por tanto no pido la plenitud de gracias, que es debida a los hijos, sino un desperdicio solamente de vuestra mesa, algunas reliquias o sobras de los milagros que podéis obrar en favor de los judíos. Estas palabras llenas de humildad, de modestia, de fe y de prudencia, movieron al Señor a que alabase su fe, y le concediese lo que pedía.

w. MS. Los cadiellos.

29 x. Quiere decir, junto al lago de Genesaret.

30 y. En vez de débiles, que se halla en la Vulgata, se lee en el Griego: kullóus, mancos: el cual nombre no significa en general débiles, sino el que tiene la mano débil, seca, o que es manco. Y así San Juan (cap. 5) los llama zeróus, secos, o que tienen seca la mano; y en este sentido se debe tomar la palabra débiles: en confirmación de esto se pone después et alios multos, y otros muchos enfermos; las cuales palabras serían superfluas, interpretándose, débiles, estropeados, enfermos.

38 z. Este milagro es semejante al que queda ya explicado en el capítulo 14, con algunas pequeñas diferencias que se pueden observar cotejando el uno con el otro.

39 a. Enseñando a sus discípulos, que debían evitar con el mayor cuidado todas las ocasiones de vanagloria, como lo hizo el Señor después de un milagro tan portentoso, aunque estaba libre de sentir sus movimientos. San Marcos (8,10) dice que se retiró hacia Dalmanuta; y así se debe entender que se retiró hacia los confines de estas dos ciudades, cuyos territorios estaban inmediatos.

b. El Griego: magdalá, Magdalá. San Eusebio y San Jerónimo sitúan a Magedan o Magdalá cerca de Gerasa a la otra parte del Jordán.

Fuente: Notas Bíblicas

[4] A YHWH.

[5] Tomando el dinero que necesitaban como un donativo a YHWH.

[6] A través de honrarles.

[7] Yahshua no está permitiendo comida impura. El afirma que el corazón humano es el problema no la palabra de YHWH. Esto es confirmado más adelante en el verso 13.

[1] Una interpretación alternativa de la palabra Hebrea para Cananea podría ser comerciante.

[2] Referencia Shem Tov: Una referencia a la pluralidad de sobrenaturalidad.

[3] Este incidente es interesante en que los discípulos querían apartarla viendo que en lo natural ella era una mujer Cananea. Sin embargo Yahshua aparentemente conocía que ella tenía herencia Israelita debido a Su respuesta que indicaba que El no la abandonaría, puesto que El había venido por las ovejas perdidas de Israel, que aparentemente El sabía que ella lo era.

[4] Una posible prueba para ella. No necesariamente una indicación de que ella era realmente un perro, o gentil.

[5] Yahshua toma a los Yisralitas destrozados, y los lleva hacia la la madurez y la perfección, simbolizado aquí por el número siete.

[6] Incapaz de percibir que el exilio de Israel estaba tocando a su fin.

[7] Referencia Shem Tov.

[8] Enseñanzas añadidas.

[9] Referencia Shem Tov.

[1] Referencia Shem Tov.

[2] La palabra Griega es oikodomeo. De Strong Griego G3618, que que significa reedificar, reparar y restaurar.

[3] Eidta en Arameo, o conregación de Israel. No una entidad nueva y separada gentil llamada “la iglesia.” El Mateo de Shem Tov nos muestra que la congregación de Yahshua es el cumplimiento de Isa 56:7, donde todos los que guardan el Shabát y todos los que guardan Su Nombre YHWH, entrarán en la reedificada Casa de Oración para todas las naciones.

[4] Referencia Shem Tov.

[5] Significa si el cielo permite un gobierno (que) ya (existe), es permitido por los discípulos. Si el cielo no lo permite, no debería debe de ser permitido por los discípulos. Atar significa no permitir, desatar significa permitir. Hay expresiones idiomáticas Hebreas que no tienen nada que ver con atar y desatar demonios. Aunque nosotros como el Israel del Pacto Renovado ciertamente tenemos esa autoridad impartida sobre los demonios.

[6] Hecho como un creyente.

[7] Eso ocurre en una visión precisamente en el próximo capítulo.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[7] Is 29, 13.[9] Que son contrarios a la santidad de mi ley o son inútiles para su salvación.[26] Habla Jesús según el modo con que los judíos despreciaban a los gentiles.

Fuente: Notas Torres Amat