Comentario de Mateo 15:10 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces, llamando a sí a la multitud, les dijo: —¡Oíd y entended!

15:10 — Y llamando a sí a la multitud, (habiendo refutado a los fariseos, ahora se dirige a la gente para explicarles otra razón por la que El y sus discípulos no se sometían a la tradición de los ancianos de lavarse ceremonialmente antes de comer pan) les dijo: Oíd, y entended: 11 No lo que entra en la boca contamina al hombre; (los fariseos se preocupaban por la purificación ceremonial que ellos habían inventado, pero Jesús ahora enseña a la multitud la necesidad de la purificación verdadera, la del corazón) mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre. (Véanse los versículos 18, 19).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

y llamando a sí a la multitud. 1Re 22:28; Mar 7:14, Mar 7:16; Luc 20:45-47.

Oíd, y entended. Mat 13:19; Mat 24:15; Isa 6:9; Isa 55:3; Luc 24:45; Efe 1:17; Col 1:9; Stg 1:5.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

En los versículos Mat 15:3-9, Jesús reprendió a los escribas y fariseos por estar tan obsesionados con las tradiciones y sin observar los mandamientos básicos. Aquí los reprocha por estar tan interesados en lavamientos externos y de reglas alimenticias que no se preocupaban del carácter. Ambos cargos desarrollo de las acusaciones de los escribas y fariseos registradas en el v. Mat 15:2.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

15:10 — Y llamando a sí a la multitud, (habiendo refutado a los fariseos, ahora se dirige a la gente para explicarles otra razón por la que El y sus discípulos no se sometían a la tradición de los ancianos de lavarse ceremonialmente antes de comer pan) les dijo: Oíd, y entended: 11 No lo que entra en la boca contamina al hombre; (los fariseos se preocupaban por la purificación ceremonial que ellos habían inventado, pero Jesús ahora enseña a la multitud la necesidad de la purificación verdadera, la del corazón) mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre. (Véanse los versículos 18, 19).

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL BIEN Y EL MAL VERDADEROS

Mateo 15:10-20

Jesús indicó a la gente que se Le acercara, se puso a decirles:
-Escuchad bien para enteraros: No es lo que entra por la boca lo que contamina a una persona, sino lo que sale por la boca: eso es lo que contamina a una persona.

Entonces Sus discípulos se Le acercaron y Le dijeron:

-¿Sabes que cuando los fariseos oyeron lo que decías se dieron por ofendidos?

Jesús les contestó:

-Todas las plantas que no plantó Mi Padre celestial serán arrancadas. ¡Dejadlos! Son ciegos guías de ciegos. Si un ciego se pone a guiar a otro, los dos acabarán por caerse en alguna zanja.

Pedro Le preguntó a Jesús:

Dinos lo que quiere decir esa historia negra. Y Jesús les contestó:

-¿Es que vosotros tampoco os enteráis todavía? ¿No sabéis que todo lo que entra por la boca pasa al estómago y acaba en el retrete? Pero lo que sale por la boca es lo que procede del corazón, y eso es lo que contamina a la persona. Porque es del corazón de donde salen los malos pensamientos, las obras asesinas, el adulterio, el robo, el falso testimonio, la calumnia. Esas son las cosas que contaminan la persona. El comer con las manos sin lavar no contamina a nadie.

Bien se podría decir que para un judío esto era lo más escandaloso que Jesús dijo nunca. Porque en estas palabras Jesús no sólo condena la religión ritualista y ceremoniosa de los escribas y fariseos, sino que llega a borrar pasajes enteros del libro de Levítico. Aquí no se limita a contradecir la tradición de los ancianos, sino hasta la misma Escritura. Este dicho de Jesús cancela todas las leyes alimentarias del Antiguo Testamento. Posiblemente tales leyes podrían seguir existiendo como cuestiones de salud e higiene y sentido común y medicina general; pero no podrían seguir existiendo más como cuestiones de religión: De una vez para siempre, Jesús establece que lo que importa no son las observaciones rituales de una persona; sino el estado de su corazón:

No es extraño que los escribas y fariseos se escandalizaran. Jesús les quitó de debajo de los pies el terreno en que se basaba su religión. La afirmación de Jesús era más que alarmante: era revolucionaria. Si Jesús tenía razón,. toda la religión de ellos estaba equivocada. Identificaban la religión y el hacer la voluntad de Dios con la observancia de leyes y normas acerca de la pureza y la impureza; con lo que se podía comer y lo que no, y con cómo se lavaban las manos antes de las comidas; y Jesús identificaba la religión con el estado del corazón, y decía abiertamente que aquellas reglas de los fariseos y los escribas no tenían nada que ver con la religión. Jesús dijo que los fariseos eran ciegos guías, que no tenían ni la menor idea del camino hacia Dios, y que, si la gente los seguía, lo único que se podía esperar era que se salieran de la carretera y se cayeran en la cuneta. Y Jesús tenía toda la razón.
(i) Si la religión consiste en reglas externas y su cumplimiento, es dos cosas. Es demasiado fácil. Es muchísimo más fácil abstenerse de ciertos alimentos y lavarse las manos de una cierta manera que amar lo inamable y lo desamable, y que ayudar a los necesitados a costa del tiempo y del dinero y de la comodidad y del gusto de uno mismo.

Todavía no hemos aprendido del todo esta lección. El asistir regularmente a la iglesia, echar generosamente en la colecta, ser miembro de un círculo de estudio bíblico son todo cosas externas. Son medios que conducen a la religión, pero no son la religión. Nunca nos podremos recordar a nosotros mismos suficientemente que la religión consiste en una relación personal y en una actitud hacia Dios y nuestros semejantes.
Además, si la religión consistiera en el cumplimiento de normas eternas, sería engañosa. Muchos tienen una vida intachable en cuanto a lo exterior, pero tienen amargura y los peores pensamientos en su interior. La enseñanza de Jesús es que todas las observancias externas del mundo no pueden expiar la amargura y el orgullo y la codicia que dominan el corazón.

(ii) La enseñanza de Jesús es que lo que más importa de una persona es el corazón. » Bienaventurados los limpios de corazón, porque serán los que vean a Dios» (Mt 5:88 ). Lo que importa en relación con Dios es no es tanto cómo actuamos como por qué actuamos; no tanto lo que hacemos sino lo que querríamos hacer en lo íntimo de nuestro corazón. » El hombre -decía Tomás de Aquino- mira la acción, pero Dios mira la intención.»

La enseñanza de Jesús -que nos condena a cada uno de nosotros- es que ninguno se puede considerar bueno porque cumpla las reglas y normas externas, sino sólo cuando su corazón sea limpio. Ese mismo hecho le pone fin al orgullo; y la razón por la que cala uno de nosotros lo único que puede decir es » Dios, ten misericordia de este pecador que soy yo.»

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

REFERENCIAS CRUZADAS

l 716 Mar 7:14

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

10 (a) Mat_13:23 , Mat_13:51

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Este pasaje contiene dos notabilísimas aserciones que hizo nuestro Señor: con referencia á las falsas doctrinas, la una; acerca del corazón humano, la otra.
Con referencia á las falsas doctrinas nuestro Señor dijo, que es nuestro deber oponernos á ellas, que infaliblemente tendrán al fin que desaparecer, y que no debemos atender á los que las enseñan. Sus palabras fueron estas: » Toda planta que no plantó mi Padre celestial será desarraigada. Dejadlos..
Claramente se percibe al examinar con cuidado el pasaje, que los discípulos se sorprendieron al oír los términos enérgicos en que nuestro Señor atacó á los fariseos y sus tradiciones. Es bien probable que desde su más tierna edad los habían considerado como los hombres más sabios y más virtuosos; y que con tal motivo fue que se sorprendieron de que Jesús los llamase hipócritas, y los acusase de violar los mandamientos de Dios.
El significado de las palabras de nuestro Señor es, que las falsas doctrinas como las de los fariseos, eran plantas con las cuales no se debía usar ninguna indulgencia. No habiendo sido sembradas por su Padre celestial era preciso desarraigarlas, aunque muchos se ofendiesen de ello. No era un acto de caridad el dejarlas crecer, porque eran perjudiciales á las almas de los hombres. Poco importaba que los que las hubiesen sembrado fuesen hombres eruditos ó de elevada posición. Si estaban en contradicción con la palabra de Dios, era preciso rechazarlas y atacarlas. Fuerza era, por lo tanto, que sus discípulos comprendiesen que tenían derecho para desechar toda enseñanza que no se armonizase con la Biblia, y para apartarse de todos los maestros que la defendiesen. Tarde ó temprano habrían de ver que todas las falsas doctrinas serian demolidas y desacreditadas, y que solo lo que se funda en la palabra de Dios habría de permanecer.
Estamos, pues, en el deber imprescindible de rechazar las doctrinas falsas. Ni el temor de ofender ni el miedo de las censuras eclesiásticas debe hacernos guardar silencio cuando la verdad de Dios está en peligro. Si somos verdaderos discípulos del Señor, es preciso que combatamos decididamente el error.
Estamos también en el deber de abandonar á los falsos maestros, si no desechan sus errores. Ni la delicadeza mal entendida, ni una humildad fingida deben impedirnos el apartarnos del ministro que no se arregla á la palabra de Dios. Al someternos á una enseñanza anti-bíblica ponemos en riesgo nuestra salvación.
Tócanos, por otra parte, ejercer paciencia cuando vemos que abundan las falsas doctrinas. Podemos consolarnos con saber que no han de durar mucho tiempo.
Dios defiende la causa de la verdad. Tarde ó temprano toda herejía será desarraigada. No es con armas materiales que debemos lidiar, sino con la paciencia, la predicación, las protestas y la oración.
Relativamente al corazón del hombre nuestro Señor dijo, en los versículos citados, que es la fuente de todo pecado y toda impureza. Los fariseos enseñaban que la santidad consistía en ciertos alimentos y bebidas, y en purificaciones y lavatorios. Según ellos, los que observasen sus tradiciones sobre este particular eran puros y limpios á los ojos de Dios, y todos los que las descuidasen eran culpables é impuros. Nuestro Señor combatió eficazmente esa ruin doctrina demostrándoles á sus discípulos que la fuente de la impureza del hombre no es externa sino interna. «Del corazón,» dice, » salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.» El que desee servir á Dios acertadamente necesita de algo más importante que los lavatorios del cuerpo: es preciso que se esfuerce por tener un corazón puro.
Estemos persuadidos que lo principal de la religión es el estado del corazón. No nos contentemos con concurrir á la iglesia y observar los ritos del culto externo. Penetremos más al fondo y procuremos que nuestro corazón sea recto á los ojos de Dios. Hech. 8.21. El corazón recto es el que ha sido rociado con la sangre de Cristo, y ha sido renovado por el Espirito Santo y purificado por la fe.
Finalmente, hagamos la resolución firme de «guardar nuestro corazón sobre toda cosa guardada» hasta el término de nuestra vida. Prov. 4.23. Aun después de haber sido renovados, están expuestos á debilidades. Aun después de haber experimentado el renacimiento, son engañosos. No olvidemos que el peligro mayor está dentro de nosotros. Feliz el que trae diariamente á la memoria las siguientes palabras de Salomón, «El que confía en su corazón es insensato.» Prov. 28.2

Fuente: Los Evangelios Explicados