Comentario de Mateo 16:20 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.

16:20 — Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo. — Como ya hemos dicho varias veces, a Jesús le sobraba fama y esto le impedía en su obra porque al oír esto el pueblo sólo pensaba en un rey terrenal. Le quedaba poco tiempo y había mucho que hacer. El tenía gran necesidad de pasar más tiempo con los apóstoles, pero era casi imposible porque dondequiera que fueran pronto llegaba la gente.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

entonces mandó a sus discípulos. Mat 8:4; Mat 17:9; Mar 8:30; Mar 9:9; Luc 9:21, Luc 9:36.

que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo. Jua 1:41, Jua 1:45; Jua 20:31; Hch 2:36; 1Jn 2:22; 1Jn 5:1.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Dado que el público no comprendió el concepto del Mesías sufriente, no debían contar que él era Jesús el Cristo. Además, la nación ya se había apartado de Cristo. Habían alcanzado el punto sin retorno (Mat 12:31, Mat 12:32).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

a nadie dijesen. Vea las notas sobre Mat 8:4 ; Mat 12:16.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

16:20 — Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo. – Como ya hemos dicho varias veces, a Jesús le sobraba fama y esto le impedía en su obra porque al oír esto el pueblo sólo pensaba en un rey terrenal. Le quedaba poco tiempo y había mucho que hacer. El tenía gran necesidad de pasar más tiempo con los apóstoles, pero era casi imposible porque dondequiera que fueran pronto llegaba la gente.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA GRAN REPRENSIÓN

Mateo 16:20-23

Jesús les dio órdenes a Sus discípulos de que no le dijeran a nadie que Él era el Ungido de Dios.
A partir de ese momento Jesús empezó a enseñar a Sus discípulos que ÉL tenía que ir a Jerusalén, que sufrir mucho de parte de los ancianos y los principales sacerdotes y los escribas, y que Le darían muerte, y que resucitaría al tercer día.

Pedro Le agarró, y se puso a advertirle:

-¡No quiera Dios que .Te pase nada de eso! ¡Eso no Te tiene que suceder nunca!

Jesús se volvió a Pedro y le dijo:

-¡Quítate de en medio y ponte detrás de Mí, Satanás! Estás poniéndome obstáculos en el camino. Tu manera de pensar no es la de Dios, sino la de los hombres.

Aunque los discípulos habían captado el hecho de que Jesús era el Mesías de Dios, todavía no habían comprendido todas las implicaciones de aquel gran hecho. Ellos estaban pensando todavía en términos de un Mesías conquistador, un rey guerrero, que barrería a los Romanos de Palestina y conduciría a Israel al poder. Por eso fue por lo que Jesús les mandó que guardaran silencio. Si se hubieran dirigido a la gente y hubieran predicado sus propias ideas, todo lo que habrían logrado habría sido suscitar una trágica rebelión; no podrían haber producido más que otro levantamiento violento condenado al desastre. Antes de predicar que Jesús era el Mesías, tenían que aprender lo que aquello quería decir. De hecho, la reacción de Pedro muestra lo lejos que estaban todavía los discípulos de darse cuenta precisamente de lo que Jesús quiso decir cuando se presentó como el Mesías y el Hijo de Dios.
Así es que Jesús empezó a buscar la manera de abrirles los ojos al hecho de que para Él no había más camino que el de la Cruz. Les dijo que tenía que ir, a Jerusalén a sufrir bajo el poder de «los ancianos y principales sacerdotes y escribas.» Estos tres grupos eran de hecho los que componían el sanedrín. Los ancianos eran hombres respetados por el pueblo; los principales sacerdotes eran principalmente saduceos; y los escribas eran fariseos. En efecto, Jesús estaba diciendo que había de sufrir bajo el poder de los dirigentes religiosos del país.
Tan pronto como Jesús dijo aquello, Pedro reaccionó con violencia. Pedro había crecido con la idea de un mesías de poder y gloria y conquista. Para él, la idea de un Mesías doliente, el conectar la obra del mesías con una cruz, era increíble. Así es que «echó mano» de Jesús. Casi seguro el significado es que él puso sus brazos protectores alrededor de Jesús, como para impedirle que siguiera ese curso de acción suicida. «Eso -Le dijo Pedro- no debe y no puede sucederte.» Y entonces vino la gran reprensión que nos deja sin aliento: «¡Quítate de delante de Mí, Satanás!» Hay ciertas cosas que debemos captar para poder entender esta escena dramática y trágica.
Debemos tratar de captar el tono de la voz de Jesús. Podemos estar seguros de que no hubo un tono de ira en Su voz ni un destello de indignación en Sus ojos. Lo dijo con el corazón herido, con un dolor punzante y con una especie de horror insoportable. ¿Por qué reaccionó Jesús así?
En aquel momento volvieron a Él con una fuerza cruel las tentaciones con las que se había enfrentado en el desierto al empezar Su ministerio. Allí había sentido la tentación de seguir el camino del poder: «Dales pan, dales cosas materiales -Le dijo el tentador-, y Te seguirán.» «Dales sensaciones -Le dijo el tentador-, dales maravillas, y Te seguirán.» «Llega a un acuerdo con el mundo -Le dijo el tentador-, rebaja tu nivel, y Te seguirán.» Eran precisamente las mismas tentaciones las que Pedro Le presentaba a Jesús otra vez.
Tampoco estuvieron estas tentaciones totalmente ausentes de la menté de Jesús. Lucas ahondó en el corazón del Maestro cuando, al final de la historia de las tentaciones, escribió:: «Y cuando el diablo había agotado todas sus tentaciones, se apartó de Él hasta que surgiera otra ocasión propicia» (Lc 4:13 ). Una y otra vez el tentador Le lanzó su ataque. Nadie quiere una cruz; nadie quiere morir en agonía; hasta en el huerto de Getsemaní, esa misma tentación Le sobrevino a Jesús: la tentación de seguir otro camino.

Y aquí Pedro Se la está ofreciendo a Jesús. El carácter abrupto y violento de la respuesta de Jesús fue debido sin duda al hecho de que Pedro estaba sugiriéndole las mismas cosas que el tentador Le había estado sugiriendo todo el tiempo, las mismas cosas contra las que Él había cerrado Su corazón. Pedro estaba confrontando a Jesús con la manera de evitar la Cruz que hasta el fin se Le proponía.
Por eso fue Pedro Satanás. Satanás quiere decir literalmente el adversario. Por eso era por lo que las ideas de Pedro no eran las de Dios sino las de los hombres. Satanás es cualquier fuerza que trata de apartarnos del camino de Dios; Satanás es cualquier influencia que trata de desviarnos de camino difícil que Dios nos propone; Satanás es cualquier poder que trata de hacer que los deseos humanos ocupen el lugar del imperativo divino.

Lo que hizo la tentación más aguda fue el hecho de que viniera de uno que amaba a Jesús. Pedro habló de aquella manera solamente porque amaba a Jesús tanto que no podía soportar pensar que Él hollara ese terrible sendero y muriera esa muerte terrible. La tentación más dura de todas es la que nos viene de un amor protector. Hay veces cuando el amor entrañable trata de desviarnos de los peligros del sendero de Dios; pero el verdadero amor no es el que retiene al caballero en su castillo, sino el que le lanza a cumplir las demandas de su condición de caballero, que le son dadas, no para hacer la vida fácil, sino para hacerla grande. Es perfectamente posible para el amor el ser tan protector que busca defender a aquellos que ama de la aventura de la milicia del soldado de Cristo, y de las adversidades del camino del peregrino de Dios. Lo que realmente Le hirió el corazón a Jesús y Le hizo hablar de esa manera fue que el tentador utilizó en aquella ocasión el tierno pero equivocado amor del cálido corazón de Pedro.

EL DESAFÍO TRAS LA REPRENSIÓN

Mateo 16:20-23 (conclusión)

Antes de salirnos de este pasaje, es interesante considerar dos interpretaciones muy tempranas de la frase: «¡Ponte detrás de Mí, Satanás!» Orígenes sugirió que Jesús le estaba diciendo a Pedro: «Pedro, tu lugar está detrás de Mí, no delante de Mí. Tu cometido es seguirme en el camino que Yo escoja, no tratar de guiarme por el camino que tú quieres que vaya.» Si la frase se puede interpretar de esa manera, por lo menos algo de su acritud se elimina, porque no destierra a Pedro de la presencia de Cristo, sino simplemente le recuerda cuál es el lugar que le corresponde como seguidor que va por las huellas de Jesús. Es verdad para todos nosotros que siempre debemos seguir al camino de Cristo, y nunca intentar hacerle seguir el nuestro.

Un nuevo desarrollo de este dicho de Jesús lo encontramos a la luz de lo que le dijo a Satanás al final de las tentaciones que encontramos en Mt 4:10 . En la versión Reina-Valera ese texto dice: «Vete, Satanás,» y aquí: «¡Quítate de delante de mí, Satanás!» -y en la nota se hace referencia al pasaje anterior. En el original, en 4:10 dice: «Hypague Satana,» y aquí se añaden dos palabras: » Hypague opiso mu, Satana,» es decir: «¡Vete, Satanás!,» y «¡Vete detrás de Mí, Satanás!»

Lo que hay que notar es que la orden de Jesús a Satanás es sencillamente: «¡Vete!,» mientras que la orden a Pedro es: «¡Vete detrás de Mí!» Es decir: «Vuelve a ser Mi seguidor.» Satanás es desterrado de la presencia de Cristo; a Pedro le llama de nuCvo para que sea Su seguidor. Lo único que Satanás no podía nunca llegar a ser era seguidor de Cristo; en su orgullo diabólico, jamás se sometería a eso; por eso es Satanás. Por otra parte, Pedro podría estar equivocado y caer en pecado, pero para él siempre existía el desafío y la oportunidad de convertirse otra vez en seguidor. Es como si Jesús le dijera a Pedro: «Acabas de hablar como hablaría Satanás. Pero el que habló no era el verdadero Pedro. Tú te puedes redimir a ti mismo. Ven detrás de Mí, y sé otra vez Mi seguidor, y volverás a estar bien en tu sitio.» La diferencia fundamental entre Pedro y Satanás está precisamente en el hecho de que Satanás nunca se colocaría detrás de Jesús. Siempre que una persona esté dispuesta a seguir, aun después de haber caído, hay para ella esperanza de gloria aquí y en el más allá.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— no dijeran a nadie: Ver nota a Mat 8:4.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

y 769 Mar 8:30; Luc 9:21

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

a nadie dijeran. La cruz era inminente (ver. 21) pues los líderes del pueblo ya habían rechazado a Cristo (12:24). Decir a las masas que Jesús era el Mesías hubiera provocado una inquietud política; sin embargo, la cruz era necesaria para cumplir el plan que Dios tenía para redimir a la humanidad.

Fuente: La Biblia de las Américas

20 (1) La revelación acerca de Cristo y Su iglesia queda siempre escondida a las personas religiosas.

20 (a) Luc_9:21

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

R679 El pronombre αὐτός aquí denota énfasis.

R1046 Ἵνα introduce el contenido del verbo de exhortación διεστείλατο: El ordenó a sus discípulos que no lo dijeran a nadie.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

I.e., el Mesías

Fuente: La Biblia de las Américas