Entonces Jesús dijo a sus discípulos: —Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
16:24 — Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese (no a Cristo, Mat 26:69-74, sino) a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Mat 10:38; Luc 14:27. — El sufrimiento espera a los discípulos de Jesús. ¿Qué haremos? Jesús no requiere que todos sus discípulos sean crucificados, pero sí requiere que cada quien lleve la cruz que le pertenece. “Niéguese a sí mismo” quiere decir dejar todo lo que impida o estorba para seguirle y servirle, hacer cualquier cambio de carácter y de vida que la voluntad de Dios requiera. 25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Mat 10:39; Luc 17:33; Jua 12:25. 26 Porque ¿qué aprovechará al hombre (Flp 3:7-8; 1Ti 4:8; Luc 18:29-30) , si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? No nos gusta perder cosas de valor. Las aseguramos al máximo, cuidando la salud, instalando alarmas, poniendo candados y toda clase de seguros para asegurar las posesiones, para estar tranquilos y sin cuidado. Pero ¿cuántos aseguran su alma? ¿Qué tan serio es perder el alma? (1) Se pierde la posesión más valiosa 10: 28, “28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”. Jesús sabe el valor del alma; El murió para salvarla. El diablo sabe el valor del alma; por eso, quita la semilla para que la gente ni siquiera piense en salvar su alma; pero ¿cuántos hombres aprecian el valor del alma? (2) Se pierde todo 1Ti 6:1-21, “7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar”; al morir el hombre pierde toda posesión material, y ¿si pierde el alma también? Pierde absolutamente todo. ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma? No tendrá nada que dar. (3) Causa que otros también se pierden. Mat 5:1-48, “32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere ” (él lo causa); Mat 18:1-35, “6 Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”; 1Re 14:1-31, “Jeroboam, el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel ”. ¿Cuántos padres mundanos enseñan a sus hijos a ser obedientes a Dios? Por el ejemplo y por la misma enseñanza causan que sus hijos también se pierdan. (4) Se pierde la vida mejor aun en este mundo 1Pe 3:10-12; Efe 6:3; 1Ti 4:8; Mat 5:5. (5) Se pierde el cielo, Jua 14:1-3; Mat 25:34; Apo 21:4. Y (6) en lugar de encontrar reposo y alivio de todos los problemas y sufrimientos de la vida el perdido apenas comienza a sufrir, Mat 25:46; 2Ts 1:8-9.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Si alguno quiere venir en pos de mi. Mat 10:38; Mar 8:34; Mar 10:21; Luc 9:23-27; Luc 14:27; Hch 14:22; Col 1:24; 1Ts 3:3; 2Ti 3:12; Heb 11:24-26.
niéguese a si mismo, y tome su cruz. Mat 27:32; Mar 15:21; Luc 23:26; Jua 19:17; 1Pe 4:1, 1Pe 4:2.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Si Cristo moría por los redimidos, los salvados deberían entregarse a Él al punto de querer morir por Él.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
TOME SU CRUZ. Véase Mar 8:34, nota.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
tome su cruz. Vea la nota sobre Mat 10:38.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
16:24 — Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese (no a Cristo, Mat 26:69-74, sino) a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Mat 10:38; Luc 14:27. — El sufrimiento espera a los discípulos de Jesús. ¿Qué haremos? Jesús no requiere que todos sus discípulos sean crucificados, pero sí requiere que cada quien lleve la cruz que le pertenece. “Niéguese a sí mismo” quiere decir dejar todo lo que impida o estorba para seguirle y servirle, hacer cualquier cambio de carácter y de vida que la voluntad de Dios requiera. 25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Mat 10:39; Luc 17:33; Jua 12:25. 26 Porque ¿qué aprovechará al hombre (Flp 3:7-8; 1Ti 4:8; Luc 18:29-30) , si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? No nos gusta perder cosas de valor. Las aseguramos al máximo, cuidando la salud, instalando alarmas, poniendo candados y toda clase de seguros para asegurar las posesiones, para estar tranquilos y sin cuidado. Pero ¿cuántos aseguran su alma?
¿Qué tan serio es perder el alma? (1) Se pierde la posesión más valiosa 10: 28, “28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”. Jesús sabe el valor del alma; El murió para salvarla. El diablo sabe el valor del alma; por eso, quita la semilla para que la gente ni siquiera piense en salvar su alma; pero ¿cuántos hombres aprecian el valor del alma? (2) Se pierde todo 1Ti 6:1-21, “7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar”; al morir el hombre pierde toda posesión material, y ¿si pierde el alma también? Pierde absolutamente todo. ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma? No tendrá nada que dar. (3) Causa que otros también se pierden. Mat 5:1-48, “32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere ” (él lo causa); Mat 18:1-35, “6 Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”; 1Re 14:1-31, “Jeroboam, el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel ”. ¿Cuántos padres mundanos enseñan a sus hijos a ser obedientes a Dios? Por el ejemplo y por la misma enseñanza causan que sus hijos también se pierdan. (4) Se pierde la vida mejor aun en este mundo 1Pe 3:10-12; Efe 6:3; 1Ti 4:8; Mat 5:5. (5) Se pierde el cielo, Jua 14:1-3; Mat 25:34; Apo 21:4. Y (6) en lugar de encontrar reposo y alivio de todos los problemas y sufrimientos de la vida el perdido apenas comienza a sufrir, Mat 25:46; 2Ts 1:8-9.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL GRAN DESAFÍO
Mateo 16:24-26
A continuación, Jesús les dijo a Sus discípulos:
El que quiera ser mi seguidor, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y Me siga. Porque el que quiera mantener su vida a salvo, la perderá; pero el que pierda su vida por Mi causa, la encontrará. Porque, ¿de qué le servirá a una persona llegar a ser el amo del mundo si le cuesta su alma? ¿Qué puede dar una persona a cambio de su vida?
Este es uno de los temas dominantes y frecuentes en la enseñanza de Jesús. Estas son cosas de Jesús dijo una y otra vez (Mt 10:37-39 ; Mr 8:34-37 ; Lc 9:23-27 ; Lc 14:2527 ; Lc 17:33 ; Jn 12:25 ). Una y otra vez Jesús les hacía enfrentarse con el desafío de la vida cristiana. Hay tres cosas que una persona debe estar dispuesta a hacer si quiere de veras vivir la vida cristiana.
(i) Debe negarse a sí misma. Corrientemente usamos la palabra autonegación en un sentido limitado. Nos referimos a renunciar a algo. Por ejemplo, una semana de autonegación puede ser una semana en que nos privamos de ciertos placeres o lujos a fin de conseguir alguna buena causa. Pero eso es solo una mínima parte de lo que Jesús quería decir por autonegación. El negarse a sí mismo quiere decir en todos los momentos de la vida decirle no al yo y sí a Dios. Negarse a sí mismo quiere decir una vez y por todas y para siempre destronar el yo y entronizar a Dios. Negarse a sí mismo quiere decir borrar el yo como principio dominante de la vida, y hacer que Dios sea el principio rector, o más aún, la pasión dominante de la vida. Una vida de constante negación al yo es una vida de constante afirmación de Dios.
(ii) Debe cargar con su cruz. Es decir: debe asumir la carga del sacrificio. La vida cristiana es la vida del servicio sacrificial. Puede que el cristiano tenga que abandonar la ambición personal para servir a Cristo; puede ser que descubra que el lugar donde puede rendir a Jesucristo el mayor servicio sea donde la recompensa sea más pequeña y el prestigio ni siquiera exista. Probablemente tendrá que sacrificar tiempo y ocio y placer para servir a Dios por medio del servicio a sus semejantes.
Para decirlo sencilla y llanamente: la comodidad junto a la chimenea, el placer de una visita a un lugar de entretenimiento, puede que hayan de sacrificarse por los deberes de una responsabilidad en la iglesia, la dedicación a un grupo de jóvenes, la visita al hogar de algún alma triste o solitaria. Bien puede que se tengan que sacrificar algunas cosas que uno se podría permitir poseer, a fin de dar más a los demás. La vida cristiana es la vida sacrificial.
Lucas, con un destello de intuición diáfana, añade una palabra a este mandamiento de Jesús: «Que cargue con su cruz diariamente.» Lo realmente importante no son los grandes momentos de sacrificio, sino la vida que se vive en constante conciencia de las demandas de Dios y las necesidades de los demás. La vida cristiana es una vida que se preocupa por los demás más que por uno mismo.
(iii) Debe seguir a Jesucristo. Es decir: debe rendirle a Jesucristo una obediencia total. Cuando yo era joven, solíamos jugar a una cosa que llamábamos » seguir al líder.» Todo lo que hacía el líder, aunque fuera difícil o, en el caso del juego, hasta ridículo, se tenía que imitar. La vida cristiana es un constante seguir a nuestro Líder, una obediencia constante en pensamiento, palabra y obra, a Jesucristo. El cristiano sigue las huellas de Cristo, dondequiera que Él guíe.
PERDER Y ENCONTRAR LA VIDA
Mateo 16:24-26 (conclusión)
Hay todo un mundo de diferencia entre existir y vivir. Existir es simplemente tener pulmones que respiran y un corazón que late; vivir es estar vivo en un mundo en el que todo vale la pena, en el que hay paz en el alma, gozo en el corazón, e interés en cada cosa y momento. Jesús nos da aquí la receta para la vida como distinta de la existencia.
El que va a lo seguro, ama la vida. Mateo estaba escribiendo allá por los años ’80 d C. Por tanto, estaba escribiendo en algunos de los días más amargos de la persecución. Estaba diciendo: » Puede que llegue el momento en que puedas salvar la vida abandonando la fe; pero, en ese caso, lejos de salvar la vida, lo que haces es perderla.» El que es fiel puede que muera, pero morirá para vivir; el que abandone la fe para tener seguridad, puede que viva, pero vivirá para morir.
En nuestro tiempo y país no es probable que sea una cuestión de martirio, pero sigue siendo un hecho que, si nos enfrentamos con la vida en una constante búsqueda de seguridad, facilidad y comodidad, si todas las decisiones las hacemos por motivos mundanos de prudencia, estamos perdiéndonos todo lo que hace que la vida valga la pena. La vida se convierte en algo incoloro y blandengue, cuando podría haber sido una aventura. La vida se convierte en algo egoísta, cuando podría haber estado radiante en el servicio. La vida se vuelve una cosa atada a la tierra, cuando podría haber estado escalando las estrellas. Alguien escribió una vez un amargo epitafio a otro: «Nació hombre, y murió tendero.» En vez de tendero podemos poner cualquier otra profesión. El que siempre juega a lo seguro deja de ser un hombre, porque el hombre fue hecho a imagen de Dios.
(ii) El hombre que lo arriesga todo -y puede que parezca que lo ha perdido todo- por Cristo, encuentra la vida. La sencilla lección de la Historia es que siempre han sido las almas aventureras, que dijeron adiós a la seguridad y a la tranquilidad, las que escribieron sus nombres en la Historia y ayudaron grandemente a la humanidad. Si no hubiera sido por los que, estuvieron dispuestos a asumir riesgos, no habría existido ninguna cura médica. Si no hubiera sido por los que estuvieron dispuestos a asumir riesgos, muchos de los aparatos que hacen la vida más fácil no se habrían inventado. Si no hubiera sido por las madres que estuvieron dispuestas a asumir riesgos, no habría nacido ningún niño. Siempre es la persona que está dispuesta «a jugarse la vida a que hay Dios» la que a fin de cuentas encuentra la vida.
(iii) Entonces Jesús hace una advertencia: «Supongamos que uno va a lo seguro; supongamos que se gana todo el mundo; supongamos también que la vida no vale la pena… ¿Qué puede hacer para recuperar la vida?» Y la hosca conclusión es que no puede hacer nada para recuperarla. En cualquier decisión de la vida estamos haciéndonos algo a nosotros mismos; nos estamos haciendo una clase de persona; estamos construyendo paulatina e inevitablemente una cierta clase de carácter; estamos capacitándonos para hacer ciertas cosas e incapacitándonos para hacer otras. Es posible que uno consiga todo lo que se propone, y que se despierte una mañana para darse cuenta de que ha perdido todo lo que era más importante.
El mundo representa aquí las cosas materiales que son opuestas á Dios; y de todas ellas se pueden decir tres cosas.
(a) Uno no se las puede llevar consigo al final; no puede llevarse nada más que a sí mismo; y, si se ha degradado a sí mismo para conseguirlas, más amargo será su pesar.
(b) No le pueden ayudar a uno en las circunstancias aciagas de la vida. Las cosas materiales no pueden sanar un corazón quebrantado ni alegrar a un alma -solitaria.
(c) Si resultara que una persona hubiera ganado sus posesiones materiales de una manera deshonrosa, llegará el día cuando hable la conciencia, y experimentará el infierno a este lado de la tumba.
El mundo está lleno de voces que advierten que es un loco el que vende la vida real por cosas materiales.
(iv) Por último, Jesús pregunta: «¿Qué puede dar un hombre a cambio de su alma?» La palabra griega es: «¿Qué antal-lagma dará un hombre por su alma?» Antal-lagma es una palabra interesante. En el libro del Eclesiástico leemos: «No hay antal-lagma por un amigo fiel,» y «No hay antal-lagma por un alma disciplinada» (Eclesiástico 6:15; 26:14). Quiere decir que no hay dinero en el mundo para comprar un amigo fiel o un alma disciplinada; que son cosas que no tienen precio. Así es que este dicho final de Jesús puede querer decir dos cosas.
(a) Puede querer decir: Una vez que una persona ha perdido la vida real por su deseo de cosas materiales y de seguridad, no hay precio que pueda pagar para recuperarla. Se ha producido un perjuicio que no podrá borrar jamás.
(b) Puede querer decir: Una persona se debe a sí misma y todo lo demás a Jesucristo; y no hay nada que Le pueda dar a Cristo a cambio de su vida. Es muy posible que trate de darle a Cristo su dinero para quedarse con su vida. Y aún más posible que Le dé a Cristo un tributo de labios para fuera y siga reteniendo su vida. Muchas personas contribuyen económicamente al mantenimiento de la iglesia, pero no asisten. Está claro que eso no satisface las demandas de la membresía. Lo único que podemos darle a la Iglesia esa nosotros mismos; y la única donación que podemos hacerle a Cristo es toda nuestra vida. No hay ningún sustituto. Ninguna otra cosa valdrá.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Mat 10:38-39; Luc 14:27.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
NOTAS
(1) Véase Ap. 5C.
REFERENCIAS CRUZADAS
d 774 Mat 10:38; Mar 8:34; Luc 9:23; Luc 14:27
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Estos tres requisitos hablan de la decisión radical que implica el seguir a Jesús. El discipulado exige la confesión humilde delante de Dios, la renuncia a ambiciones personales y el vivir conforme a la voluntad de El (v. coment. en 10:38).
sígame. Véase coment. en 4:19.
Fuente: La Biblia de las Américas
24 (1) Negar nuestro yo significa renunciar a nuestra vida anímica, nuestra vida natural (v.26; Luc_9:25).
24 (2) Los tres términos que se encuentran en los vs.23-25 están relacionados: mente, sí mismo y la vida del alma . La mente es la expresión del yo (de uno mismo), y el yo es la suma total de la vida del alma. La vida del alma es expresada y vivida en el yo, y el yo es expresado por medio de la mente, los pensamientos, los conceptos, las opiniones personales. Cuando no ponemos nuestra mente en las cosas de Dios sino en las de los hombres, nuestra mente aprovecha la oportunidad de actuar y expresarse. Esto fue lo que le sucedió a Pedro. Así que, con lo que el Señor dijo a continuación indica que Pedro tenía que negarse a sí mismo, es decir, que en lugar de salvar la vida de su alma, tenía que perderla. Perder la vida del alma es la realidad de negarse a uno mismo. Esto es tomar la cruz.
24 (3) La cruz no sólo hace sufrir, sino que también mata. La cruz mata al criminal y acaba con él. Cristo primero llevó la cruz y luego fue crucificado. Nosotros, Sus creyentes, primero fuimos crucificados con El y ahora llevamos la cruz. Para nosotros, llevar la cruz es permanecer bajo la operación de la muerte de Cristo, la cual acaba con nuestro yo, nuestra vida natural y nuestro viejo hombre. Al hacer esto, negamos nuestro yo para seguir al Señor.
24 (4) Antes de la crucifixión del Señor, los discípulos le seguían de modo exterior. Pero ahora, después de Su resurrección, le seguimos de modo interior. Debido a que en resurrección El ha llegado a ser el Espíritu vivificante ( 1Co_15:45) que mora en nuestro espíritu ( 2Ti_4:22), le seguimos en nuestro espíritu ( Gál_5:16-25).
24 (a) Mat_10:38
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
cruz. Véase nota en Mat 10:38.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Esta porción trata del discipulado. Los vv. Mat 16:13-20 tratan de la mesianidad; Mat 16:21-23, de la expiación en la Cruz; Mat 17:1-8 tienen un alcance escatológico. Estos cuatro pasajes en conjunto tratan de las verdades mas fundamentales de la teología del NT.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Para comprender mejor estos versículos es preciso tener presente que los discípulos de nuestro Señor no tenían ideas acertadas en cuanto al objeto de su venida al inundo. Creían que había venido á establecer un reino, y no se imaginaban que tenia que padecer y morir. Creían que sus acciones en servicio de su maestro serian recompensadas por medio de premios y honores terrenales: no sabían que los verdaderos cristianos tienen que pasar, como Jesucristo, por muchos sufrimientos, á fin de llegar al perfeccionamiento. Para corregir esos errores nuestro Señor se valió de palabras solemnes que será bueno examinar.
De lo que estos versículos contienen se sigue, que los que se hagan discípulos de Jesucristo tienen que resolverse á sufrir mucho y hacer grandes sacrificios.
Nuestro Señor desvaneció los dorados sueños de sus discípulos diciendo que sus prosélitos tendrían que tomar la cruz á cuestas. Todavía no iba á establecerse el glorioso reino que tan ansiosamente habían esperado; y entretanto, si querían ser siervos suyos era preciso que se sometiesen al sufrimiento y la persecución; era preciso que se resignasen á perder la vida con tal de salvar sus almas.
También se sigue, que nada hay de tanto valor como el alma humana.
Nuestro Señor enseñó esta verdad haciendo una de las preguntas más serias que el Nuevo Testamento contiene. Esa pregunta debiera resonar en nuestros oídos con la fuerza de una trompeta siempre que nos sintiéramos inclinados á descuidar nuestro eterno bienestar. Hela aquí: «¿De qué aprovecha al hombre si ganase todo el mundo, y perdiere su alma?.
A esta pregunta solo puede darse una respuesta: nada hay en la tierra, ni debajo de la tierra, que pueda reparar la pérdida del alma. El mundo y todo lo que en él existe es transitorio: ¡el alma es eterna. Eterna! Esa sola palabra lo explica todo.
Finalmente, se sigue así mismo, que es cuando el Señor venga otra vez que los creyentes recibirán su galardón. «El Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre,» etc.
Al examinar estas palabras en relación con los versículos que preceden se percibe cuan grande fue la prudencia que las dictó. Sabiendo lo dispuestos que estamos á decaer de ánimo, Jesús nos anuncia que vendrá por segunda vez con tanta certeza como vino la primera, y que entonces será que sus discípulos recibirán su recompensa. En la primera venida descendió para ser crucificado: en la segunda descenderá para reinar.
Fuente: Los Evangelios Explicados
sígame… → Mat 10:38; Luc 14:27.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R742 Τις aquí se usa como un sustantivo: si alguno.
H421 Los imperativos tienen un sentido condicional que implica una apódosis: entonces él será mi discípulo.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit. sígame continuamente. g 10.38; Luc 14:27.