Comentario de Mateo 19:10 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Le dijeron sus discípulos: —Si así es el caso del hombre con su mujer, no conviene casarse.
19:10 Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse. — Obviamente los discípulos compartían el concepto popular de la “necesidad” del divorcio para terminar matrimonios “insoportables”. Como tenían mucho que aprender sobre la naturaleza del reino (18:1), también les faltó entendimiento de este tema importante.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Gén 2:18; Pro 5:15-19; Pro 18:22; Pro 19:13, Pro 19:14; Pro 21:9, Pro 21:19; 1Co 7:1, 1Co 7:2, 1Co 7:8, 1Co 7:26-28; 1Co 7:32-35, 1Co 7:39, 1Co 7:40; 1Ti 4:3; 1Ti 5:11-15.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Aquí los discípulos entran en la discusión. Evidentemente ellos quedaron sorprendidos del estricto punto de vista del Señor. Si el único fundamento para el divorcio es la inmoralidad, no conviene casarse. Pero este no fue el objetivo de la enseñanza de Jesús porque el matrimonio fue dado al hombre y a la mujer para su bienestar.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
no conviene casarse. Los discípulos entendieron correctamente la naturaleza permanente del matrimonio, y que Jesús estaba fijando un muy alto estándar, permitiendo el divorcio solo en la más extrema de las circunstancias.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
19:10 Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse. – Obviamente los discípulos compartían el concepto popular de la “necesidad” del divorcio para terminar matrimonios “insoportables”. Como tenían mucho que aprender sobre la naturaleza del reino (18:1), también les faltó entendimiento de este tema importante.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL IDEAL QUE SE HACE REALIDAD
Mateo 19:10-12
A eso los discípulos Le dijeron a Jesús:
-Si la única razón para el divorcio entre un hombre y una mujer es esa, más vale no casarse.
Jesús les contestó:
-No todos son capaces de aceptar eso, sino solo aquellos a los que se les concede. Hay eunucos que lo son de nacimiento; otros, a los que hacen eunucos los otros, y hay eunucos que se hacen eunucos por causa del Reino del Cielo: El que sea capaz de aplicarse esta enseñanza, que, se la aplique.
Aquí llegamos a una ampliación necesaria de lo que iba antes. Cuando los discípulos oyeron el ideal de matrimonio que Jesús les proponía, se quedaron. desalentados. Les volverían a la mente muchos dichos rabínicos. Los rabinos tenían muchas sentencias sobre los matrimonios desgraciados. «Entre los que no contemplarán el rostro de la gehena estará el que haya tenido una mala mujer.» ¡Tal persona se salvaba del infierno porque ya había expiado sus pecados en la Tierra! «Entre los que tienen una vida que no es vida está el hombre al que domina su mujer.» «Una mala mujer es como la lepra para su marido. ¿Cuál es el remedio? Que se divorcie de ella, y así se curará de su lepra.» Hasta se llegó a establecer: «Si uno tiene una mala esposa, su deber religioso es divorciarse de ella.»
Para hombres acostumbrados a escuchar tales dichos, las demandas de Jesús eran algo terrible. Su reacción fue que, si el matrimonio es una relación vinculante para siempre, y si el divorcio está prohibido, es mejor no casarse, ya que no hay salida, así lo veían ellos, para una mala situación. Jesús da dos respuestas.
(i) Jesús dice claramente que no todo el mundo puede aceptar de hecho esta situación, sino solamente aquellos a los cuales se les ha concedido. En otras palabras, solo un cristiano puede asumir la ética cristiana. Solo la persona que tiene la ayuda continua de Jesucristo y la continua dirección del Espíritu Santo puede edificar la relación personal que demanda el ideal del matrimonio. Solamente con la ayuda de Jesucristo puede uno desarrollar la simpatía, la comprensión, el espíritu de perdón, el amor considerado, que requiere el verdadero matrimonio. Sin esa ayuda estas cosas son imposibles. El ideal cristiano del matrimonio implica el requisito previo de que los cónyuges sean cristianos.
Aquí tenemos una verdad que llega mucho más lejos que su aplicación particular. Siempre estamos oyendo decir: «Aceptamos la ética del Sermón del Monte; pero, ¿Por qué preocuparse de la divinidad de Jesús, de Su Resurrección, de Su presencia resucitada, de Su Espíritu Santo, y toda esa clase de cosas? Estamos de acuerdo en que era un Hombre bueno, y que Su enseñanza es la más elevada que se haya dado jamás. ¿Por qué no dejar ahí la cosa, y vivir de acuerdo con esa enseñanza sin preocuparnos de la teología?» La respuesta es muy sencilla. Nadie puede vivir de acuerdo con la enseñanza de Jesucristo sin Jesucristo. Y si Jesús no era más que un gran hombre bueno, aunque fuera el más grande y el mejor de todos los seres humanos, en el mejor de los casos no es más que un gran ejemplo. Su enseñanza se hace posible solamente con la condición de que Él no está muerto, sino presente aquí y ahora para ayudarnos a llevarla a cabo. La enseñanza de Cristo requiere la presencia de Cristo; si no es así, solo se trata de un ideal imposible -y angustioso. Así que tenemos que arrostrar el hecho de que el matrimonio cristiano es solo posible para cristianos.
(ii) El pasaje termina con un versículo acerca de los eunucos que nos deja perplejos. Es posible que Jesucristo dijera eso en alguna otra ocasión, y que Mateo lo pusiera aquí porque estaba agrupando la enseñanza de Jesús sobre el matrimonio, porque Mateo tenía la costumbre de agrupar la enseñanza sobre cualquier tema particular.
Un eunuco es un hombre que no puede realizar el acto sexual. Jesús distingue tres clases de eunucos. Hay algunos que, por algún defecto o deformidad física, no pueden tener relaciones sexuales. Hay algunos a los que los hombres hacen eunucos. Esto representa prácticas que nos son extrañas a los occidentales. Muy frecuentemente en los palacios reales los siervos, especialmente los que estaban a cargo del harén real, eran castrados. También muy frecuentemente los sacerdotes que servían en los templos eran castrados; eso sucedía, por ejemplo, en el templo de Diana de Éfeso.
A continuación, Jesús menciona a los que se hacen a sí mismos eunucos por causa del Reino de Dios. Hemos de estar seguros de que esto no se ha de tomar literalmente. Una de las tragedias de la Iglesia Primitiva fue el caso de Orígenes. Cuando era joven, tomó este texto literalmente, y se castró, aunque posteriormente se dio cuenta de que había cometido un error. Clemente de Alejandría estuvo muy cerca de hacer lo mismo. Dice: «El verdadero eunuco no es el que no puede, sino el que elige no practicar los deseos de la carne.» En esta frase, Jesús se refería a los que; por causa del Reino de Dios, renuncian voluntariamente al matrimonio y a la paternidad y al amor físico humano.
_¿Cómo puede ser eso? Puede ser que una persona tenga que escoger entre alguna llamada específica y el amor humano. Se ha dicho: «El que viaja más rápido es el que viaja solo.» Una persona puede llegar a la conclusión de que no puede trabajar en algún terrible suburbio viviendo en circunstancias en las que el matrimonio y la familia serían un impedimento. Puede que uno llegue a la conclusión de que debe aceptar la vocación misionera para ir a un lugar al que no puede en conciencia llevar a su esposa e hijos. Otro caso sería el de uno que estuviera enamorado, y entonces se le ofrezca una oportunidad de servicio a pleno tiempo y rendimiento que la persona que ama no podría compartir. Entonces debe escoger entre el amor humano y la tarea a la que Cristo le llama.
Gracias a Dios esa elección no se le presenta a menudo a una persona; pero hay algunos que han asumido voluntariamente votos de castidad, celibato, pureza, pobreza, abstinencia, continencia. Esa no es la conducta corriente de una persona normal, pero el mundo se habría empobrecido si no hubiera habido quienes aceptaran el desafío de vivir en solitario por causa de la obra de Cristo.
EL MATRIMONIO Y EL DIVORCIO
Mateo 19:10-12 (conclusión)
Sería un error dar por terminado este tema sin hacer un esfuerzo para ver lo que quiere decir actualmente para la cuestión del divorcio en nuestros días.
Podemos al principio notar esto. Lo que Jesús estableció fue un principio y no una ley. Convertir este dicho de Jesús en una ley sería malentenderlo seriamente. La Biblia no nos da leyes; nos da principios que debemos aplicar con oración e inteligencia en cualquier situación dada.
Acerca del sábado dice la Biblia: » No hagas en él obra alguna» (Ex 20:10 ). Sabemos muy bien que un cese absoluto del trabajo no fue nunca posible en ninguna. civilización. En una civilización agrícola, hay que atender al ganado, y hay que ordenar las vacas, sea el día que sea. En una civilización desarrollada ciertos servicios públicos tienen que proseguir, o el transporte se interrumpiría, o el agua..y la luz y el calor no estarían disponibles. En cualquier hogar, especialmente donde, hay niños, tiene que haber una cierta medida de trabajo.
Un principio nunca se puede convertir en una ley inflexible; un principio siempre se tiene que aplicar en, una situación individual: Por tanto, no podemos zanjar la cuestión del divorcio simplemente citando las palabras de Jesús. Eso sería legalismo; tenemos que tomar las palabras de Jesús como un principio a aplicar en los casos individuales que se nos presenten. En ese caso, surgen ciertas verdades.
(i) No cabe duda de que el ideal es que el matrimonio sea una unión indisoluble entre dos personas, y que se debe entrar en él como una unión total de dos personalidades, no diseñada para hacer posible un acto solamente, sino para hacer posible toda la vida un compartir satisfactorio y mutuamente realizador. Ese es el principio esencial del que debemos partir.
(ii) Pero la vida no es, ni nunca podrá ser, un asunto completamente nítido y ordenado. En la vida no se puede evitar que se presente a veces el elemento de lo impredictible. Supongamos, pues, que dos personas entran en la relación matrimonial; supongamos que lo hacen con las esperanzas y los ideales más elevados; y también supongamos que algo imprevisto va mal, y que la relación que debería ser la alegría más grande de la vida se convierte en un infierno. Supongamos que se solicita toda la ayuda disponible para remediar esta situación rota y terrible. Supongamos que se llama al médico para que ayude en cuestiones físicas; al psiquiatra, para tratar de problemas psicológicos; al. sacerdote o al pastor para: cosas espirituales. Supongamos que el problema sigue ahí;, su pongamos que uno de los cónyuges del matrimonio está constituido física, mental o espiritualmente de .tal manera que el matrimonio es imposible, y supongamos que el descubrimiento no se podría haber hecho hasta que se hiciera la prueba. ¿Es que. en tal caso estas dos personas han de estar para siempre encadenadas la una a la otra en una situación que no puede sino sumir en la infelicidad a los dos para toda la vida?
Es, sumamente difícil reconocer que tal razonamiento se pueda llamar cristiano; es extremadamente difícil ver a Jesús condenando legalísticamente a dos personas a una situación tal. Esto no es decir que se deba facilitar el divorcio, pero sí que, cuando todos los recursos físicos y mentales y espirituales se han aplicado a la situación, y esta permanece incurable y hasta peligrosa, hay que ponerle un límite; y la iglesia, lejos de considerar a las personas implicadas en tal situación como algo fuera de su responsabilidad, debe hacer algo, debe hacer todo lo posible con energía y ternura para ayudarlas. No parece que haya otra solución más que aplicar el verdadero espíritu de Cristo.
(iii) Pero en este asunto nos encontramos cara a cara con una situación de lo más trágica. Sucede a menudo que las cosas que hacen naufragar el matrimonio son de hecho cosas que la ley no puede tocar. Una persona, en un momento de pasión y falta de control, comete adulterio, y pasa el resto de la vida en vergüenza y en dolor por lo que ha hecho. El que pudiera repetirse su caída es por lo menos posible en el mundo. Otra persona es un modelo de rectitud en público; el cometer adulterio es lo más remoto que podría ocurrirle; y sin embargo, con una crueldad sádica constante, con un egoísmo diario, con una crítica y sarcasmo y crueldad mental constantes, le hace la vida un infierno a los que viven con ella; y lo hace con una determinación encallecida.
Bien podemos recordar que los pecados que aparecen en los periódicos, y los pecados cuyas consecuencias son más obvias, no tienen que ser necesariamente los pecados más graves a los ojos de Dios: Muchos hombres y mujeres arruinan la relación matrimonial; y, sin embargo, presentan ante el mundo exterior una fachada de rectitud impecable.
Todo este asunto es tal que requiere más simpatía y menos condenación, porque el fracaso de un matrimonio es el que menos se ha de plantear en términos legalistas, y más en términos de amor. En este caso; no es tanto la ley lo que hay que mantener, sino el corazón y el alma de las personas: Lo que se requiere es que haya oración y pensamiento antes del matrimonio; que si un matrimonio está en peligro de fracasar, todos los recursos posibles -médicos, psicológicos y espirituales- deben movilizarse para salvarlo; pero que si la situación es irremediable, debe plantearse, no con legalismo rígido, sino con amor comprensivo.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
1Co 7:1-2; 1Co 7:7-9.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
l 865 1Co 7:8; 1Co 7:38; 1Co 7:40
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
10 (1) En ese momento los discípulos se dieron cuenta de que el matrimonio es el enlace más estricto según lo dispuso Dios. Una vez que alguien se casa, está totalmente obligado, y no tiene manera de librarse a menos que el cónyuge cometa fornicación (o muera). Al comprender esto los discípulos pensaron que no convenía casarse. Pero este asunto no dependía de ellos.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
no conviene casarse. Los discípulos parecen haber entendido que Cristo enseñaba un concepto muy restringido de «inmoralidad» y que prohibía del todo el divorcio de personas casadas (véase nota en Mat 5:32). Cristo, a su vez, reconoce que el dicho «no conviene casarse» es válido en algunos casos y éstos se enumeran en el v. Mat 19:12; los impotentes de nacimiento, los que han sido castrados, y los que desean dedicarse enteramente al servicio de Dios de forma especial (1Co 7:7-8, 1Co 7:26, 1Co 7:32-35). El celibato es una opción aceptable.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
B243 y 264 Aquí la oración condicional depende de la verdad de un principio general. Así que los discípulos dicen que, si el principio declarado por Jesús es verdadero, se deduce como un principio general que no es conveniente casarse (εἰ con el indicativo denota una conclusión predeterminada -T115).
BD5(3b) Αἰτία parece que se usa como un latinismo (comp. M192), que significa: relación o situación. Toda la cláusula debe traducirse: Si así es la relación del hombre con su mujer.