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Comentario de Mateo 20:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Mateo 20:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, dueño de un campo, que salió al amanecer a contratar obreros para su viña.

20:1 Porque el reino de los cielos es semejante (11:16; 13:24, etc.) a un hombre, padre de familia, — no semejante al hombre mismo, sino a la situación que se desarrolla, JPL.

— que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. — No debe haber división entre los últimos versículos del capítulo anterior y este, porque la parábola de la viña ilustra lo dicho en 19:30, “Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros”; así concluye la parábola (20:16). También es la continuación de la respuesta a la pregunta de Pedro (19:27), “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?”

Jesús habla mucho de viñas en sus parábolas (21:28, 33; Luc 13:6). En el Antiguo Testamento el pueblo de Dios se compara con una viña (Sal 80:8-13; Isa 5:1; Jer 12:10). Jesús dice que El es la vid y que sus discípulos son como sarmientos (Jua 15:1-8).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

el reino de los cielos. Mat 3:2; Mat 13:24, Mat 13:31, Mat 13:33, Mat 13:44, Mat 13:45, Mat 13:47; Mat 22:2; Mat 25:1, Mat 25:14.

es semejante a un hombre. Mat 9:37, Mat 9:38; Mat 21:33-43; Cnt 8:11, Cnt 8:12; Isa 5:1, Isa 5:2; Jua 15:1.

salió por la mañana. Mat 23:37; Cnt 8:11, Cnt 8:12; Jer 25:3, Jer 25:4.

a contratar obreros para su viña. Mar 13:34; 1Co 15:58; Heb 13:21; 2Pe 1:5-10.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jesús, muestra que Dios no es deudor a ningún hombre, Mat 20:1-16;

predice su muerte, Mat 20:17-19;

al responder a la madre de los hijos de Zebedeo que deben de ser humildes, Mat 20:20-28;

y da a dos ciegos su vista, Mat 20:29-34.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

la hora tercera era al rededor de las 9 a.m.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

OBREROS PARA SU VIÑA. La parábola de los obreros de la viña enseña que la entrada en el reino de Dios es cuestión de privilegio, no de mérito. Aquí Cristo advierte contra tres actitudes equivocadas:

(1) No sentirse superior debido a una tarea o posición afortunada.

(2) No dejar de compartir el interés de Dios en ofrecer su gracia a todos.

(3) Evitar el espíritu de envidia de las bendiciones espirituales de los demás.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Capitulo 20.
C risto, que había dejado Galilea (Mat 19:1), entrando en la región de Judea, va a subir a Jerusalén. Debió de atravesar el Jordán, pues aparecerá en Jericó. Precisamente el capítulo 21 de Mt presenta a Jesús en Βetfage, “cerca de Jerusalén” (Mat 21:1). Esta ida de Jesús a Jerusalén es la subida al Calvario. Precisamente se lo va a anunciar por tercera vez a los apóstoles en esta subida definitiva a Jerusalén. De aquí la doctrina que va a darse en estos capítulos. Jesús es plenamente consciente de su destino y de su obra.

Parábola de los obreros enviados a la viña,Mat 20:1-16.
1 Porque el reino de los cielos es semejante a un amo que salió muy de mañana a ajustar obreros para su viña. 2 Convenido con ellos en un denario al día, los envió a su viña. 3 Salió también a la hora de tercia y vio a otros que estaban ociosos en la plaza. 4 Díjoles: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo justo. 5 Y se fueron. De nuevo salió hacia la hora de sexta y de nona e hizo lo mismo, 6 y, saliendo cerca de la hora undécima, encontró a otros que estaban allí, y les dijo: ¿Cómo estáis aquí sin hacer labor en todo el día? 7 Dijéronle ellos: Porque nadie nos ha ajustado. El les dijo: Id también vosotros a mi viña. 8 Llegada la tarde, dijo el amo de la viña a su administrador: Llama a los obreros y dales su salario, desde los últimos hasta los primeros. 9 Vinieron los de la hora undécima y recibieron un denario. 10 Cuando llegaron los primeros, pensaron que recibirían más, pero también ellos recibieron un denario. 11 Al cogerlo murmuraban contra el amo, 12 diciendo: Estos postreros han trabajado sólo una hora, y los has igualado con los que hemos llevado el peso del día y el calor. 13 Y él respondió a uno de ellos, diciéndole: Amigo, no te hago agravio: ¿no has convenido conmigo un denario? 14Toma lo tuyo y vete. Yo quiero dar a este postrero lo mismo que a ti. 15 ¿No puedo hacer lo que quiero de mis bienes? ¿O has de ver con mal ojo porque yo sea bueno? 6 Así, los postreros serán los primeros, y los primeros, postreros. Porque son muchos los llamados, mas pocos los escogidos.

Parábola propia de Mt. Consta de muchos rasgos irreales, que es artificio pedagógico para que se destaque bien la enseñanza fundamental que quiere hacerse.
La escena, fundamentalmente, está tomada del medio ambiente palestino. Un señor dueño de una viña necesita jornaleros. Estos solían reunirse en una plaza, donde se hacía fácilmente la contrata. Pero ya en esta búsqueda de trabajadores se acusan elementos artificiales. Este amo sale a buscar operarios en diversas horas del día, cuando el trabajo requería los servicios ya desde la mañana.
Los judíos dividían el día, desde la salida del sol hasta el ocaso, en doce horas. Pero el uso ordinario utilizaba normalmente las horas de tercia (de las nueve al mediodía), sexta (del mediodía hasta las tres) y nona (desde las tres a la puesta del sol) 1.
Aquí sale este dueño de la viña a buscar operarios “muy de mañana,” a la hora de tercia, sexta, nona y undécima.
Ya a primera hora contrata operarios para su viña. El jornal se fijó en un “denario al día.” Es el equivalente que Tobías ofrece al guía de su hijo (Tob 5:13-15).
Lo mismo repite en las diversas horas señaladas, y nuevamente los contrata por aquel día, y “os daré lo justo” (v.4).
Rasgos improbables es el que estén allí “todo el día ociosos” y el que el señor les pregunte qué hacen allí, lo mismo que el responderle que “nadie los contrató.”
Llegada la tarde, el señor manda a su administrador que llame a los viñadores y les dé su salario. Se decía en la Ley: al trabajador “dale cada día su salario, sin dejar pasar sobre esta deuda la puesta del sol, porque es pobre y lo necesita” (Deu 24:15; cf. Lev 19:13).
Pero, al pagarse los jornales, a todos se les daba “un denario.” Y los que habían ido a trabajar a la viña en las primeras horas, y que habían cargado con más trabajo, murmuraban contra el dueño porque había igualado a todos en el jornal.
Mas él responde a las quejas de estos “primeros” que no les hace agravio. Convinieron en lo que era justo, y ese jornal se les entrega. Pero él es muy dueño de sus bienes y de hacer con ellos lo que quiera. A los primeros no les hace agravio, pues les da lo justo; pero con los otros quiere usar de magnificencia.
Por eso ellos no han de ver “con mal ojo,” con malevolencia, envidia, su conducta, pues fue con unos justo y con otros generoso.
El pasaje termina de la siguiente manera: “Así, los postreros serán los primeros, y los primeros los postreros. Porque muchos son los llamados, mas pocos los escogidos” (v. 16).
El v. l6 b es aquí de autenticidad muy discutida 2. Parece proceder de Mat 22:14.
El v.l6 a plantea un problema que puede afectar a toda la interpretación de la parábola.
Si se admite (Calmet, Fonck, etc.) que el v.16 a – ”los postreros serán los primeros, y los primeros.” – sería parte de interpretación de la parábola, su sentido sería: que los “primeros” en ingresar en el reino deberían haber sido los judíos (Mat 8:11.12); mas, por negligencia y culpabilidad, vendrían a ser los “últimos” (Rom c.10 y 11), mientras que los gentiles vendrían a ser de hecho los “primeros” en su ingreso en la Iglesia. Ya, sin más, se ve que esto es muy artificioso en el cuadro de la parábola. San Juan Crisóstomo había observado que “Jesús no deduce esta sentencia de la parábola.” Puesto que “los primeros no vienen a ser (en ella) los últimos; al contrario, todos reciben la misma recompensa” 3. Esta argumentación es evidente. Esta conclusión, como en otros pasajes del evangelio, sólo tiene carácter de apéndice por una cierta analogía y oportunidad con el desarrollo de la misma, incluso, v.gr., con la materialidad de los “primeros” y “últimos” obreros llamados en la parábola.
La doctrina formal que se destaca en la parábola es la absoluta libertad y bondad de Dios en la distribución de sus bienes. Si a unos, que trabajaron más, les paga lo convenido, es justo en su obrar; si a otros, que trabajaron menos, les da igual, con lo que puedan vivir los suyos, es efecto de magnanimidad. Es una parábola con la que Cristo, seguramente, responde a las críticas farisaicas de buscar, aparte de gentes buenas, a publícanos y pecadores, llamándolos e ingresándolos a todos en su reino. ¿Por qué esta diversidad de dones, y por qué esta diversidad de “horas”? Porque Dios, pleno de bondad, es dueño absoluto de repartir sus dones 4. E implicado en ello está el contraste, destacado en el mismo pasaje (v.15b), entre la bondad desbordada de Dios y la estrechez mezquina y crítica del fariseísmo malo.
La enseñanza tenía una oportuna aplicación en la Iglesia primitiva, no sólo por los orígenes de muchos de los que ingresaron en la fe, comenzando por los mismos apóstoles (cf. 1Co 1:26-29), y seguidos por multitud de “pecadores.”
Otras interpretaciones de elementos alegóricos, más que enseñanzas doctrinales secundarias de la parábola, quizá sean acomodaciones hechas sobre la misma 5.

Tercer anuncio de ¡a pasión,1Co 29:17-19 (Mar 10:32-34; Luc 18:31-34).
17 Subía Jesús a Jerusalén y, tomando aparte a los doce discípulos, les dijo por el camino: 18 Mirad, subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, que le condenarán a muerte, 19 y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten y le crucifiquen; pero al tercer día resucitará.

Esta tercera predicción sobre su pasión y muerte está descrita muy minuciosamente: la más de todas. Si Cristo se atuvo en su enunciación literaria al “género profético,” de núcleo claro y contornos más oscuros que se hacen claros a la hora de su cumplimiento, esta redacción es la que estaría más matizada con el cumplimiento de los hechos. Cristo está consciente de su muerte y de su resurrección. En cambio, los apóstoles aparecen en una situación semejante a la que tuvieron en las dos primeras predicciones, las cuales tuvieron lugar antes y después de la transfiguración, que debía iluminar, como vértice, la grandeza de Cristo. Pero la “incomprensión” (Lc-Mc), el “asombro” (Mc) estaba aún en ellos por no poder compaginar el medio ambiente de un Mesías terreno y triunfador con la perspectiva de muerte que Cristo les ponía de su mesianismo 5. El anuncio por tercera vez más que debido a la afición de Mt por el número tres, debe de ser histórico, por la confirmación de los sinópticos.

La petición de la mujer del Zebedeo,Luc 20:20-23 (Mar 10:35-45).
20 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose, para pedirle algo. 2 l Díjole El: ¿Qué quieres? Ella contestó: Di que estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu reino. 22 Respondiendo Jesús, le dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo tengo que beber? Dijéronle: Podemos. 23 El les respondió: Beberéis mi cáliz, pero sentarse a mi diestra o a mi siniestra no me toca a mí otorgarlo; es para aquellos para quienes está dispuesto por mi Padre.

Mt-Mc, que son los que narran este episodio, lo ponen inmediatamente después de la tercera predicción de la pasión. La ambición que reflejan aquí los dos apóstoles está en la misma línea de incomprensión de un Mesías doliente y de su reino espiritual.
En Mt-Mc hay una divergencia narrativa, debida acaso a las “fuentes.” En Mc la petición se la hacen directamente a Cristo “Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo”; en Mt, su madre, Salomé (Mar 15:40; cf. Mat 27:56). Procedimientos semejantes se encuentran en los evangelios (cf. Mat 8:5-13, comparado con Luc 7:1-10).
Se pide para Santiago y Juan los dos primeros puestos en su reino. Se lo concibe como terreno (Hec 1:6). La petición no miraba sólo a los puestos de honor, sino también a los de ejercicio y poder 6. Estos dos puestos correlativos de su derecha e izquierda eran los dos primeros puestos de una serie 7. Se pensó si tuvieron esta pretensión basándose en posibles razones de parentesco (Jua 19:25), lo que pudiera tener más fuerza en las costumbres orientales de vinculación a la familia, tribu o clan.
En la respuesta de Cristo hay dos partes, que acaso pudieran responder a dos temas combinados.
Con el primero les corrige el enfoque de su concepción terrena del reino. Este es de dolor. ¿Podrán ellos “beber el cáliz” que a El le aguarda, y ser “bautizados” en el bautismo de su pasión? Se ve que este tema no responde directamente a la petición que le hacen; más directamente es el segundo, aunque sea para hablarles del plan del Padre. Por eso, la primera parte puede ser histórica en este momento, pero también podría tener un contexto lógico, para precisarles bien la naturaleza del reino. El martirio – testimonio – estaba bien experimentado en la Iglesia a esta hora.
La literatura judía presenta frecuentemente el “cáliz” como imagen de alegría y fortuna, derivando acaso su uso de los festines (Sal 16;5; Jua 23:5; Jua 116:13; Lam 4:21); pero luego, por influjo de la copa de la venganza divina, que usaron los profetas, vino a significar también, y preferentemente, el sufrimiento y la desgracia (Sal 75:9; Isa 51:17.22; Eze 23:31-33; Rev 15:7.16). El mismo sentido tiene en la literatura rabínica 8. El “cáliz” que Cristo bebería era el de su pasión y muerte (Mat 26:39 par.; Jua 18:11).
En Mc se les pregunta además si están dispuestos a “recibir el bautismo (βάπτισμα) con que yo voy a ser bautizado.” Este bautismo de Cristo es igualmente la inmersión total en su pasión y su muerte (Luc 12:50). Era expresión usada también en la lengua profana para indicar el ser afectados por males muy grandes 9.
A la pregunta que les hace Cristo si estarían dispuestos a beber este “cáliz” y a sumergirse, como El, en este “bautismo” de dolor, le respondieron que sí. No era un respuesta de fácil inconsciencia. Y Cristo les confirma, con vaticinio, este martirio de dolor. Pero no se ve exigencia, por este vaticinio, cíe que ambos hubiesen de tener que sufrir lo mismo que Cristo, sino ser sumergidos, “bautizados,” como indica el nombre, en una fuerte pasión.
De hecho, Santiago el Mayor sufrió el martirio sobre el año 44, por orden de Agripa I (Hec 12:2), siendo decapitado 10. Juan murió en edad muy avanzada (Jua 21:23), de muerte natural. Pero, antes de ser desterrado a la isla de Patmos, sufrió “ante portam latinam” el martirio, pues fue sumergido en una caldera de aceite hirviendo, de la que Dios le libró milagrosamente 11.
Quedaba con ello corregido el erróneo enfoque sobre la naturaleza de su reino. Y les aprobaba su coraje cristiano, cuyo ímpetu se refleja en otras ocasiones (Luc 9:54). Pero había en esta petición un plan más profundo del Padre que no competía a Cristo el cambiarlo; había en todo ello una “predestinación” (cf. Jua 6:37.44): Dios dispone libremente de sus dones: de la donación gratuita de su reino y de los puestos del mismo. A la hora de escribirse este relato, los judíos por su fe y los cristianos por la suya, solían morir por ella.

Protesta de los apóstoles y lección de servidumbre,Jua 20:24-28
(Mar 10:41-45; cf. Luc 22:24-30).
24 Oyéndolo, los diez se enojaron contra los dos hermanos. 25 Pero Jesús, llamándolos a sí, les dijo: Vosotros sabéis que los príncipes de las naciones las subyugan y que los grandes imperan sobre ellas. 26 No ha de ser así entre vosotros; al contrario, el que entre vosotros quiera llegar a ser grande, sea vuestro servidor, 27 y el que entre vosotros quiera ser el primero, sea vuestro esclavo, 28 así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en redención de muchos.

Esta pretensión y proposición de los hijos del Zebedeo la “oyeron los otros diez – no se dice si al hacerla allí mismo – y se indignaron contra los dos hermanos.” Acaso esta protesta abierta fue separados de ellos. Al ver aquella disputa, Jesús “los llamó.” Y va a restablecer la armonía con una gran lección de humildad, dada especialmente para los que van a tener puestos jerárquicos, para ellos, que son apóstoles y se sentarán en tronos en su reino (Luc 22:30). Les va a dar una lección por capítulo doble, primero con la verdadera doctrina del mando, y luego con su mismo ejemplo.
En el mundo, los que gobiernan las naciones fácilmente abusan de su poder, y, en lugar de ser en servicio benéfico del bien común, lo es en provecho propio, y así oprimen a los pueblos. Los apóstoles comprendieron y asumieron como mision el hecho politico y social desigual de su epoca. Eran galileos y habían oído hablar de los abusos de Herodes el Grande, de Arquelao y Antipas, lo mismo que de los abusos de algunos de los procuradores romanos.
Pero, si esto sucede de hecho, ya que no es ésa la misión del poder entre gobernantes de pueblos, no ha de ser así “entre vosotros,” que son apóstoles y se sentarán en tronos del reino para “juzgar” a las doce tribus de Israel. Al contrario, la idea se da con todo el grafismo oriental. “El que quiera llegar a ser grande entre vosotros deberá ser vuestro servidor (διάκονος). Υ el que quiera ser el primero entre vosotros, deberá ser vuestro esclavo” (δούλος). Las frases son demasiado comprensibles en su misma hipérbole. No ha de haber ansias ni apetencias de los puestos del reino, puesto que éstos no son para honor ni provecho propio, sino para ministerio, servicio y provecho directo del bien común. No siendo para provecho propio, en lugar de tener esos sentimientos de ambición, si alguno pensase en ello, que piense que ha de tener sentimientos, en este orden, de “servidor” y de “esclavo.” Pues ha de tener los sentimientos de servicio. Deberá ser “esclavo de todos” (Mc). Así enfocados, los puestos jerárquicos y de mando cobran su auténtica proyección y excluyen automáticamente las apetencias en el Reino terreno. Pues nadie tiene apetencia por egoísmo de ser “esclavo.”
Y luego de la doctrina, pone el gran ejemplo de su vida, que es el Rey-Mesías. No vino a “ser servido.” Sus sufrimientos, su pobreza, las intrigas armadas contra El, la perspectiva de su pasión y muerte, hacían ver bien que no “vino a ser servido,” sino a “servir” (διαχονησοκ); al contrario, vino a “dar su vida (ψυχην) como rescate de muchos.” Esta enseñanza de Cristo tiene una gran portada dogmática.
a) Rescate. La expresión “rescate” que aquí se usa (λύτρον) ha de ser precisada.
Esta palabra griega aquí usada aparece usada veinte veces en la versión de los LXX del A.T. 12 Siempre traduce a cuatro palabras hebreas, que significan:
1) La compensación ofrecida en dinero por causa de una muerte o de una ofensa grave.
2) El precio pagado por un objeto.
3) El precio pagado por el rescate de un esclavo o de un cautivo para libertarlo.
4) En el libro de los Números significa incluso la liberación por “sustitución.” Así, los levitas sustituyen a los primogénitos en el servicio del templo (Num 3:12).
Por eso, “el uso bíblico impone indudablemente al término la idea de rescate; y, de todos los términos hebreos, el que mejor responde a esta idea es el término kofer, porque designa exclusivamente la liberación por rescate.”
El uso corriente también daba, en la época de Cristo, a este término la idea de liberación por rescate. En el lenguaje de la koine, en inscripciones y papiros, y en el clásico, este término se usaba en ocasiones para indicar el precio del rescate de un esclavo. Y a veces, con este término, se expresaba una liberación mediante un sacrificio. Así, Filón de Biblos cuenta que los reyes fenicios tenían la costumbre, en las calamidades públicas, de aplacar a los dioses, y salvar así a todo el pueblo, entregando a la muerte, como λύτρον, “rescate,” al más querido de sus hijos 13.
“Por tanto, en el primer siglo de nuestra era, la palabra λύτρον evocaba de un modo totalmente natural la idea de precio pagado por una liberación, y como este precio podía ser, a veces, una persona (Num 3:12; y el ejemplo citado por Filón de Biblos), no había posibilidad de extrañeza de entender que el Hijo del hombre iba “a dar su vida” en rescate por los otros.” 14 Precisamente San Pablo dirá cómo eran los hombres “esclavos del pecado” (Rom 6:20), del cual Cristo los “liberó” (v.22) con su muerte.
Por eso es insostenible el interpretar metafóricamente este término, en el sentido de que este “rescate” era por el buen ejemplo que Cristo daba, sus ejemplos, su doctrina, etc.15 En este ambiente, tanto bíblico como el profano contemporáneo de Cristo, la expresión “dar su vida en rescate” por los no puede tener otro sentido que el que su muerte es el “rescate,” el precio, por tanto, del “rescate” de los hombres. Y, en consecuencia, que su muerte tiene un valor de expiación y de liberación en los hombres, de una deuda, que, naturalmente, es el pecado. Sin embargo, San Pablo, que insiste tanto en esta doctrina, no utiliza este término estricto para exponerla (1Ti 2:6; Tit 2:14). Prueba de la no interferencia del paulinismo en la redacción evangélica de esta doctrina.
b) Por muchos. Este beneficio de la muerte de Cristo va a aprovechar (αντί) a “muchos” (πολλών). La frase literaria podría desorientar, como si la redención de Cristo no fuese por todos los hombres, sino sólo por algunos, aunque éstos fue se η “muchos.”
En primer lugar, esta forma “muchos” es evidentemente equivalente a “todos” los hombres en San Pablo. En un mismo pasaje permuta, para hablar de la redención de todos los hombres, el término “muchos” con “todos” (Rom 5:15.18.19).
A esto se añade que se trata de un semitismo. Esta palabra corresponde al hebreo rabbím. Y rabbím en hebreo postbíblico no significa muchos pura y simplemente, sino la multitud en general, el pueblo, es decir, todos los seres humanos sin distinción 16. Pero es, sobre todo, el influjo del pasaje de Isaías (Rom 53:11-12) del “Siervo de Yahvé,” en el que se dice que El expiará el pecado “por muchos,” que es la obra redentiva.
Lc, en 22:24-27, refiere este mismo tema del “servicio,” pero omite el final, en el que se dice que Cristo no vino a ser servido, sino a dar la vida por todos. Se pretendía un influjo del “paulinismo.” Pero Pablo no utiliza el término λύτρον, en esta forma estricta; aparte que el enfoque de este pasaje por Lc tiene otra finalidad que la de Mt-Mc.
Pretende dar a las diversas categorías de fieles helenísticos el concepto de servicio y prontitud en el mismo. Ni hay el menor inconveniente que esta frase ausente en Lc, acaso por ausencia en su fuente, esté en Mt-Mc en un contexto lógico, procedente de otra situación literaria.

Curación de dos ciegos, 20:29-34 (Mar 10:46-52; Luc 18:35-43; cf. Mat 9:27-31).
29 Al salir de Jericó les seguía una muchedumbre numerosa. 30 Dos ciegos que estaban sentados junto al camino, oyeron que pasaba Jesús y comenzaron a gritar, diciendo: ¡Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de David! 31La multitud les reprendía para hacerles callar, pero ellos gritaban con más fuerza diciendo: ¡Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de David! 32 Se paró Jesús, y llamándolos, les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 33 Dijéronle: Señor, que se abran nuestros ojos. 34 Compadecido Jesús, tocó sus ojos, y al instante recobraron la vista, y seguían en pos de El.

Mt-Mc colocan inmediatamente después de la petición de la mujer del Zebedeo la escena de la curación de estos ciegos; Lc, en cambio, suprimiendo la escena de los hijos del Zebedeo, acaso por tener menos interés para sus lectores gentiles, intercala el pasaje de Zaqueo. En todo caso, Cristo está “subiendo” camino de Jerusalén. Y en esta ruta llega a Jericó. Aquí se localiza la escena 17.
En la situación local de este pasaje hay una dificultad clásica.
Mt-Mc la localizan cuando Jesús y los suyos “salen” de Jericó. Lc, en cambio, la localiza cuando Jesús “se acerca,” en su venida a Jericó. Las soluciones propuestas son varias. Se indican las principales.
Una sería suponer una citación “quoad sensum,” sin cuidar excesivamente de un intento de detalle local, o suponer también lo que en otras ocasiones hace el mismo Le: que adelanta literariamente la narración de la curación de este ciego, por concentrar principalmente su narración en la escena de Zaqueo y la parábola de las “minas” 18, lo que modificará literariamente este detalle.
También se ha propuesto como solución un procedimiento redaccional de Lc. En Jericó narra la conversión de Zaqueo; al salir de Jericó, o fuera de ella, pero narrada a continuación, tiene la parábola de las “minas”; por eso situaría Lc la escena de los ciegos al acercarse a Jericó. Sería un procedimiento topográfico redaccional (Osty).
El segundo problema es el número de ciegos. Mt pone “dos”; Mc-Lc, “uno,” dando el nombre del mismo, Bartimeo = “hijo de Timeo.” Las soluciones propuestas son las siguientes:
Se trata de “dos ciegos”; si no, Mt no tendría motivo para fijar este número. Si Mc-Lc se fijan en uno, del que dan el nombre, acaso se debe a que sólo uno pasó, por más conocido, a la catequesis y a esos dos evangelios. ¿Acaso hacían falta dos testigos para testificar el mesianismo de Cristo? (v.30c).
Otra solución es que se trataría de una “condensación” complementaria hecha por Mt de dos curaciones individuales e independientes hechas por Mc (Mat 8:22-26; Mat 10:46-52 = Mat 20:29-34).
Cristo muestra en esta escena un gesto de comprensión y se diría de servicio, a tono con el pasaje anterior.
¿Por qué la turba manda callar a los ciegos? Podría ser por un gesto de admiración a Cristo, sobre todo si lo rodeaban o hablaban con EL Acaso por reflejarse aquí el ambiente del capítulo 17 de los Salmos de Salomón, en los que el aspecto misericordioso del Mesías cede al aspecto del Mesías destructor de sus enemigos (Bonnard); aunque otra cosa refleja Mat 12:23.
En Mt la curación se hace “tocando” sus ojos; Mt gusta describir a Cristo uniendo el gesto a la palabra.
En la escena se le aclama “Hijo de David.” Esta expresión era título mesiánico 19. En Mt sale varias veces (Mat 9:27; Mat 12:23; Mat 15:22; Mat 21:9.15). Para explicar cómo aparece en boca de estos ciegos este título mesiánico no hace falta recurrir a un préstamo del evangelista; a esta altura de la vida de Cristo, ya había la sospecha en muchos y la creencia de que era el Mesías. Los ciegos podían oírlo allí mismo, entre las gentes – y posibles aclamaciones – que venían con Cristo: “muchedumbre numerosa” (Mt). Era lo anunciado por Is (Mat 29:18b).
También le llaman “Señor” (xópte). En Mt es normal este título para resaltar la divinidad de Cristo. Con él le proclamaba la primera generación cristiana. En Mc (v.51) se le llama “Maestro,” y en Lc (v.41), también “Señor,” probablemente con el mismo sentido que en Mt.

1 Dict. de la Bible II col.63ss. – 2 Nestlé, N.T. graece et latine (1928) ap. crít. a Mat 20:16. – 3 Mg 58:614. – 4 Lebreton, La vie et l’enseignement. vers. esp. (1942) II p.99-106; Brunec, Multi vocati, pauci electi: VD (1948) 88-97.129-143.277-290. – 5 Cf. Vosté,Parabolae selectas. (1933) I p.413.431; Buzy, Les parábales. (1932) p.205-237; J. Dupont, La parábale des ouvñers de la vigne (Mat 20:1-16): Nouvelle Rev. Théol. (1957) p.785-797; Vargha, Operarii in vinea: VD (1928) 302-304; J. Duplacy, Le maítre ge’néreux et les ouvñers égo’istes (Mat 20:1-16): Bibl. et Vie Chrét. (1962) p.16-30; J. B. Bauer, Gnadenlohn oder Tageslohn? (Mat 20:8-16): Bibl. (1961) p.224-228; J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu, vers. esp. (1970) p.46-49. – 5 J. Schmid, Das Evangelium Nach Markus (1958) P.40. – 6 Strack-B., Kommentar. I p.835ss. – 7 Josefo, Antiq. VI 11:9. – 8 Strack-B., Kommentar. I p.836-838. – 9 Pap. P. 47:13; Josefo, BI IV 3:3. – 10 Cf. Eusebio, Hist. eccl. II 9:3. – 11 Tertuliano, De praescñpt.: MG 2:49; cf. San Jerónimo: Mal 26:143. – 12 Hatche et redpath, Concórdame to the Septuagint. – 13 Eusebio De C., Praepar. evang.: MG 21:95. – 14 Sobre todo esto, cf. Plrot’,évang. s. St. Marc (1946) p.350-351; cf. Büchael, art. λύτρον , en Th. Wórt. Ν . Τ ., p.341ss. – 15 J. B. Frey, en Rev. Bib. (1916) 58-60. – 16 D. Gonzalo maeso, Ilustraciones eucarísticas (1957) p.206 nota 3; Barrett, The Background of Mark 10:45: New Testament Essays (Studies in Memory of T. W. Manson, 1959) 1-18; J. A. Emerton, The Aramaic Background of Mark 10:45: The Journal of Theolog. Studies (1960) p.334ss. – 17 Pillarrella, Sedebat secus viam mendicans (Luc 18:35): Pal. Cler (1959) 0.1085-1087. – 18 A. Fernández, Vida de Jesucristo (1954) p.493; sobre las diversas interpretaciones cf. Simón-Dorado, Praelectiones biblicae N.T. (1947) p.799-800; Osty, ‘évang. s. St. Lúe, en La Sainte Bible de Jérusalem 132-133. – 19 Salmos de Salomón 17:23; Strack-B., Kommentar. I p.640.

Fuente: Biblia Comentada

contratar obreros. Esto era algo típico durante la cosecha. Los jornaleros permanecían de pie en el mercado desde el alba, esperando ser contratados para el trabajo del día. El día de trabajo comenzaba a las seis de la mañana y terminaba a las seis de la tarde.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

20:1 Porque el reino de los cielos es semejante (11:16; 13:24, etc.) a un hombre, padre de familia, — no semejante al hombre mismo, sino a la situación que se desarrolla, JPL.
— que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. – No debe haber división entre los últimos versículos del capítulo anterior y este, porque la parábola de la viña ilustra lo dicho en 19:30, “Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros”; así concluye la parábola (20:16). También es la continuación de la respuesta a la pregunta de Pedro (19:27), “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?”
Jesús habla mucho de viñas en sus parábolas (21:28, 33; Luc 13:6). En el Antiguo Testamento el pueblo de Dios se compara con una viña (Sal 80:8-13; Isa 5:1; Jer 12:10). Jesús dice que El es la vid y que sus discípulos son como sarmientos (Jua 15:1-8).

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL PROPIETARIO BUSCA OBREROS

Mateo 20:1-16

Jesús siguió diciéndoles:

-Porque en el Reino del Cielo se presentarán casos como el que le sucedió a un propietario que salió a primera hora de Id mañana a contratar jornaleros para su viña. Cuando llegó a un acuerdo con ellos de que trabajarían por diez pesetas al día, los envió a su viña. Salió otra vez a eso de las 9 de la mañana, y vio a otros que estaban parados en la plaza del mercado; y les dijo:

Id vosotros también a la viña, y os pagaré lo que sea justo.

Y ellos fueron. Y él salió otra vez a eso de las 12 del mediodía; y luego alrededor de las 3 de la tarde, e hizo lo mismo. A eso de las 5 de la tarde salió otra vez y encontró a otros que estaban allí, y les dijo:

-¿Por qué estáis ahí todo el día sin hacer nada?

-Porque nadie nos ha contratado -le contestaron. Y él les dijo

-Id vosotros también a la viña.

Cuando cayó la tarde, el amo de la viña le dijo a su administrador:
Llama a los jornaleros para darles su paga, empezando por los últimos y siguiendo por ese orden hasta llegar a los primeros.

Así pues, cuando se acercaron los que habían sido contratados a las 5 de la tarde recibieron cada uno 10 pesetas. Los que habían llegado los primeros creyeron que ellos recibirían más; pero también les dieron 10 pesetas a cada uno. Cuando cogieron su jornal, se pusieron a murmurar y a quejarse del amo.

-Estos últimos -dijeron-, no han trabajado más que una hora, y tú les has pagado lo mismo que a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor de todo el día.

Amigo -le contestó él a uno de ellos-, yo no te he estafado. ¿No te pusiste de acuerdo conmigo en trabajar por 10 pesetas? ¡Pues toma lo que es tuyo, y vete! Es mi deseo darle a este último lo mismo que a ti. ¿Es que no puedo yo hacer lo que me dé la gana con mi propio dinero? ¿O es que te sienta mal que yo sea generoso?

Así sucederá que los últimos estarán los primeros, y los primeros estarán los últimos.

Esta parábola puede que nos suene a una historia puramente imaginaria, pero sería entonces de lo más real. Aparte del método de pago, la parábola describe -la clase de cosa qué sucedía- frecuentemente en ciertas épocas del año en Palestina. La cosecha de la uva maduraba hacia finales de septiembre, y las lluvias venían pisándole los talones. Si no se acababa la vendimia antes de que rompieran las lluvias, se podía perder toda la cosecha. Así que la vendimia era una carrera de locos contra el tiempo. Cualquier jornalero era bien venido, aunque no pudiera trabajar más que una hora. La paga era perfectamente normal: un denarius, o una drajma, era el jornal normal de un obrero; y, aun contando con la diferencia en el valor adquisitivo del dinero, 10 pesetas al día no era un jornal que dejara mucho margen.

Los hombres que se ponían en la plaza del mercado no eran vagos que estuvieran allí pasando el tiempo. La plaza del mercado era donde se contrataban normalmente los obreros. Un hombre iba allí a primera hora de la mañana con sus herramientas, y esperaba hasta que alguien le contratara. Los hombres que estaban todavía esperando trabajo hasta las 5 de la tarde es prueba de lo desesperada que era su situación.

Estos hombres eran jornaleros; pertenecían a la clase más baja de los trabajadores, y la vida era para ellos desesperadamente precaria. Los esclavos y los siervos se consideraban, por lo menos hasta cierto punto, parte de una familia; estaban en un grupo; su fortuna variaría de acuerdo con la de la familia; pero nunca estarían en ningún peligro inminente de morirse de hambre en circunstancias normales. Pero los jornaleros lo tenían muy diferente. No pertenecían a ningún grupo. Estaban totalmente a merced del empleo casual. Siempre vivían al borde del hambre. Como ya hemos visto, la paga eran 10 pesetas al día; y, si no trabajaban un día, los niños se quedarían con hambre en casa, porque rió se podía ahorrar mucho con 10 pesetas al día. Un día sin trabajo era una desgracia.

Las horas de la parábola eran las del horario normal judío. La jornada laboral judía empezaba al amanecer, como a las 6 de la mañana;. y desde entonces se contaban las horas hasta las 6 de la tarde, que era cuando empezaba oficialmente el nuevo día. Contando desde las 6 de la mañana, por tanto, la tercera hora eran las 9, la sexta las 12 de mediodía, y la undécima las 5 de la tarde.

Esta parábola nos da una descripción gráfica de la clase de cosa que sucedería en la plaza del mercado de cualquier aldea o pueblo de Palestina cuando había prisa para recoger la cosecha antes que viniesen las lluvias.

OBRA Y PAGA EN EL REINO DE DIOS

Mateo 20:1-16 (conclusión)

C. G. Montefiori califica esta parábola como cuna de las más grandes y más gloriosas de todas.» Es posible que tuviera una aplicación relativamente limitada cuando se dijo por primera vez, pero contiene una verdad que penetra hasta el mismo corazón del Evangelio. Empezaremos por la significación comparativamente limitada que consideramos que tuvo originalmente.
(i) En cierto sentido es una advertencia a los discípulos. Es como si Jesús les dijera: «Habéis tenido el gran privilegio de entrar en la comunidad del Reino muy temprano, en su mismo principio. Otros entrarán después. No debéis reclamar un honor ni un lugar especial por haber sido cristianos desde antes que ellos. Todas las personas, independientemente de cuando entraran, Le son igualmente preciosas a Dios.»
Hay personas que creen que, porque son miembros de una iglesia desde hace mucho, la iglesia les pertenece y ellos pueden dictar su política. A tales personas les molesta lo que les parece una intromisión de la nueva sangre o el surgimiento de una nueva generación con planes y métodos diferentes. En la Iglesia Cristiana la antigüedad no representa necesariamente un grado.
(ii) Contiene una advertencia igualmente definida a los judíos. Ellos sabían que eran el pueblo escogido, y por nada del mundo lo olvidarían. En consecuencia, miraban a los gentiles por encima del hombro. Corrientemente los odiaban y despreciaban, y no esperaban más que su destrucción. Esta actitud amenazaba con transmitirse a la Iglesia Cristiana. Si se dejaba entrar a los gentiles de alguna manera tendría que ser como inferiores.
» En la economía de Dios -como ha dicho alguien- no hay tal cosa como una cláusula de nación privilegiada.» El Cristianismo no sabe nada de la idea de un Herrenfolk una raza superior. Bien puede ser que los que somos cristianos desde hace mucho tengamos mucho que aprender de las iglesias jóvenes que han ingresado mucho después en la comunidad de la fe.

(iii) Estas son las lecciones originales de esta parábola, pero tiene mucho más que decirnos.
En ella se encuentra el consuelo de Dios. Quiere decir que no importa cuándo haya entrado una persona en el Reino, si más tarde o más temprano, si en el primer hervor de la juventud, o en el vigor del mediodía, o cuando se alargan las sombras; se es igualmente querido para Dios. Los rabinos tenían un dicho: «Algunos entran en el Reino en una hora; otros necesitan toda una vida.» En la descripción de la Santa Ciudad que encontramos en Apocalipsis hay doce puertas. Hay puertas que dan al Este, que es por donde amanece, por las que una persona puede entrar en la alegre aurora de sus días; hay puertas que dan al Oeste, que es por donde se pone el sol, por las que una persona puede entrar en el ocaso de sus días. No importa cuándo llegue una persona a Cristo; le es igualmente querida.

¿No podríamos ir todavía más lejos con este pensamiento del consuelo? Algunas veces una persona muere llena de años y de honores, con su labor concluida y su tarea completada. Algunas veces muere joven, casi antes de que se le haya abierto la puerta de la vida y de la oportunidad. Ambos recibirán de Dios la misma bienvenida, a ambos los estará esperando Jesucristo, y para ninguno de los dos, en el sentido de Dios, ha terminado la vida demasiado pronto o demasiado tarde.
(iv) Aquí encontramos igualmente la infinita compasión de Dios. Brilla un elemento de ternura humana en esta parábola.

No hay nada más trágico en este mundo que una persona que se pasa la vida en el paro, cuyos talentos se están enmoheciendo en la inactividad porque no se le ofrece ninguna oportunidad. Hugh Martin nos recuerda que un gran maestro solía decir que las palabras más tristes de todas las de Shakespeare son: «La oportunidad de Otelo se le cerró.» En el mercado de contratación algunos estaban esperando porque nadie los había contratado; en su compasión, el propietario les dio trabajo. No podía soportar verlos ociosos.
Además, en estricta justicia, cuantas menos horas trabajara un hombre, menos paga debía recibir. Pero el amo sabía muy bien que 10 pesetas no era un gran sueldo; sabía muy bien que, si un jornalero llegaba a casa con menos, se encontraría con una mujer preocupada y con chicos hambrientos; y por consiguiente fue más allá de la justicia y les dio más de lo que les correspondía.
Como se ha dicho, esta parábola expresa implícitamente dos grandes verdades que son la carta magna de los obreros: el derecho al trabajo, y el derecho a un salario que le permita vivir.
(v) Aquí está también la generosidad de Dios. Estos hombres no hicieron todos el mismo trabajo, pero recibieron el mismo jornal. Aquí hay dos grandes lecciones. La primera es, como ya se ha dicho: «Todo servicio cuenta lo mismo para Dios.» No es la cantidad de servicio lo que cuenta, sino el amor con que se presta. Puede que uno dé de lo que le sobra una ayuda de 10,000 pesetas, y es verdad que se le agradece; un niño puede que haga un regalo de cumpleaños o de navidad que cuesta unas pocas pesetas que fueron cariñosa y laboriosamente ahorradas para ese regalo que, aunque costaba poco dinero, llegaba al corazón mucho más que el otro. Dios no mira solo la magnitud de nuestro servicio. Siempre que sea todo lo que podemos aportar, todo servicio cuenta lo mismo para Dios.

La segunda lección es aún más grande: Todo lo que Dios da es pura gracia. Nunca podríamos ganar lo que Dios nos da; no podemos merecerlo; Dios nos lo da movido por la bondad de Su corazón. Lo que Dios da no es paga, sino regalo; no es un salario, sino una gracia.
(vi) Sin duda esto nos conduce a la suprema lección de la parábola: Lo más importante del trabajo es el espíritu con que se hace. Los siervos estaban divididos naturalmente en dos clases. Los de la primera habían llegado’ a un acuerdo con el propietario, tenían un contrato; dijeron: «Trabajaremos para ti si nos das tal jornal.» Como mostró su comportamiento, todo lo que les interesaba era recibir lo más posible por su trabajo. Pero los que se incorporaron después, no se menciona ningún contrato; lo que querían era la posibilidad de trabajar, y dejaron todo lo referente al jornal al criterio del propietario.

Uno no es cristiano si no tiene interés nada más que en la paga. Pedro preguntó: «¿Qué vamos a sacar nosotros de todo esto?» El cristiano trabaja por el gozo de servir a Dios y a sus semejantes. Por eso es por lo que los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros. Muchas personas que han obtenido grandes galardones en este mundo tendrán un lugar poco importante en el Reino si en lo único en que pensaban era en las recompensas. Muchos que, según lo valora el mundo, son pobres, serán grandes en el Reino, porque nunca pensaron en términos de compensaciones, sino trabajaron por la ilusión de trabajar y por la alegría de servir. Es la paradoja de la vida cristiana que el que trabaja por la recompensa, la pierde; y el que olvida la recompensa, la encuentra.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 20

4. PARÁBOLA DE LOS OBREROS DE LA VIÑA (MT/20/01-16).

1. El reino de los cielos se parece a un propietario que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña. 2 Y habiendo convenido con ellos a denario la jornada, los envió a su viña. 3 Salió luego hacia la hora tercia y, al ver a otros que estaban en la plaza desocupados, 4 les dijo igualmente: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. 5 Y ellos fueron. Nuevamente salió hacia la hora sexta y a la nona, e hizo exactamente igual. 6 Salió aún hacia la hora undécima y encontró a otros que estaban allí, y les pregunta: ¿Cómo estáis aquí todo el día sin trabajar? 7 Ellos le responden: Es que nadie nos ha contratado. El les dice: Id también vosotros a la viña. 8 Al atardecer, dice el señor de la viña a su administrador: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y acabando por los primeros. 9 Llegaron, pues, los de la hora undécima y recibieron cada uno un denario. 10 Cuando llegaron los primeros, pensaron que recibirían más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. 11 Después de haberlo recibido, protestaban contra el propietario, 12 diciendo: Estos últimos trabajaron una sola hora, y los has igualado a nosotros, que hemos aguantado el peso de la jornada y el calor. 13 él le contestó a uno de ellos: Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no conviniste conmigo en un denario? 14 Pues toma lo tuyo y vete. Yo quiero darle a este último lo mismo que a ti. 15 ¿Es que yo no puedo hacer en mis asuntos lo que quiera? ¿O es tu ojo malo, porque yo soy bueno? 16 De esta suerte, los últimos serán primeros, y los primeros últimos.

(En algunos manuscritos a continuación del v. 16 siguen las siguientes palabras: «Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos.» Esta frase ciertamente no forma parte del versículo 16, sino que procede de Mat 22:1).

El pasaje anterior concluyó con la frase: «Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros» (Mat 19:30). Quizás fue únicamente esta frase la que indujo al evangelista a insertar la parábola en este pasaje. En la parábola se paga el jornal primero a los últimos y en postrer lugar a los primeros. ésta es también la única coincidencia, que se da entre la sentencia y la narración. El evangelista concluye la parábola con la misma frase (Mat 20:16), luego probablemente ha empleado esta frase como idea directriz y así ha remachado los versículos sobre el seguimiento con la parábola de los obreros. Pero la importancia de esta parábola está orientada en otra dirección. Para entenderla tenemos que prescindir de esta frase final; por tanto tenemos que procurar explicarla sin el versículo 16. No obstante hemos de preguntarnos si el lugar actual está elegido con mucha oportunidad. En la pregunta de Pedro se trató de la recompensa (Mat 19:27), en la parábola también se trata de lo mismo. Allí Jesús en su respuesta habló de una recompensa muy superior, que es la vida eterna (Mat 19:29). Aquí al último se le da un jornal que es mucho mayor del que puede esperar la justicia. Allí en la frase final (Mat 19:30) se invirtió la norma humana mediante la decisión divina, aquí sucede lo mismo. Así pues, el relato está interiormente enlazado con lo precedente por medio de varios hilos.

Escucharemos la parábola tal como nos la da a entender el evangelista, es decir como ulterior instrucción sobre la recompensa de Dios para los discípulos, y también sobre nuestra recompensa, que esperamos conseguir. El suceso que Jesús describe está tomado de la vida real, como en la mayoría de las parábolas. En efecto, hay hombres que en el mercado aguardan que alguien les contrate como jornaleros.

Un denario corresponde al salario medio de un día de trabajo. Se puede comprender que el dueño de la viña contrate obreros varias veces, porque la necesidad eventual de trabajo es muy grande, si se piensa en el tiempo de la vendimia. Suena algo raro que el dueño de la viña contrate obreros hacia la hora nona, más aún hacia la hora undécima. No es probable que poco antes de terminar el trabajo, todavía haya hombres que esperen ganar algo aquel día. Tampoco es probable que el dueño de la viña recorra por cuarta vez el camino del mercado. Con todo se fundan estos rasgos en la disposición del relato. Explican el suceso sin hacerlo inverosímil. Sólo con los primeros trabajadores se concierta el jornal; de los segundos sólo se dice sin precisar que recibirán lo que sea justo. También esto prepara la liquidación del salario tal como debe efectuarse al final del relato, que se narra minuciosamente y de un modo diáfano en conjunto, pero sólo como preparación para el punto principal. El pago de los jornales al atardecer nos indica el objeto de la parábola. El dueño encarga a su administrador que después de terminar el trabajo pague el jornal comenzando por los últimos y acabando por los primeros. Tiene que seguirse este orden, para que los primeros vean cómo se paga a los últimos, cuando aquellos aún no se hayan ido con su sueldo. Mientras se les paga, se advierte en seguida la indignación de los obreros y también nuestro asombro. Los últimos cobran el mismo jornal que se concertó con los primeros, un denario por el corto tiempo de trabajo. Es muy comprensible que se levante una murmuración. Los siguientes esperan cobrar más, puesto que a los últimos ya se les ha pagado un denario. Pero todos cobran lo mismo. La conducta del dueño de la viña se puede llamar arbitrariedad extravagante, enorme despreocupación o injusticia directamente social. Así piensan aquí los obreros, así piensa el hombre en general. ¿Cómo se justificará el dueño? Nuestra conciencia social sumamente sensible está intranquila.

En la respuesta en primer lugar se trata de la cuestión de la justicia. A los primeros no se les hace ningún agravio por el hecho de que se les pagara el jornal que se había concertado, o sea un denario por la jornada. Aunque los otros recibieran lo mismo, no por eso se perjudica a los primeros. El propietario también ha conocido y manifestado que los murmuradores en fin de cuentas no protestaban por ver que se quebrantaba la justicia, sino por envidia personal. ¿O es tu ojo malo…? El ojo-malo revela una mala manera de pensar o un corazón ofuscado. «Pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo quedará en tinieblas» (6,23a). La indignación no la ha causado el celo por el debido orden sino la rivalidad y la malicia. Pero eso sólo es una parte de la respuesta. La parte principal está en el contraste entre los dos miembros siguientes: ¿O es tu ojo malo, porque yo soy bueno? El propietario no procedió por un capricho inconsiderado o por una injusticia consciente, sino por bondad. Eso es lo que propiamente importa. El propietario no quiso dañar a los primeros, sino que quiso ser generoso con los demás. Su manera de pensar ya no se revela como la manera de pensar de un propietario rural terreno, sino como la manera de pensar del Padre divino. El propietario rural no podría decir de sí tranquilamente: «¿Es que yo no puedo hacer en mis asuntos lo que quiera?» Pero Dios sí puede hacer lo que quiera. Porque la recompensa que él tiene que dar, no hay que conseguirla por causa de la justicia, sino por razón de la gracia. No se puede merecer la vida eterna, sino que se adjudica al hombre como don libre. En la vida eterna dejan de existir la lógica humana y la inteligencia calculadora, más aún, deben ser superadas directamente en esta pregunta del propietario. En Dios están vigentes otras reglas. porque Dios piensa de otra manera. Y tiene que pensar de otra manera, porque su recompensa es distinta del jornal pagado por el rendimiento del trabajo del hombre. El Dios propietario puede regalar libremente lo que quiera. Y el hombre no le puede impedir que dé a quien quiera y cuanto quiera. Lo único que debemos saber es que Dios da por bondad. Sólo podemos fiarnos de la bondad de Dios y contar sólo con ella. Nunca se puede contar con el rendimiento del propio trabajo, con el supuesto titulo jurídico, con la correspondencia entre rendimiento y jornal. Estas cosas son muy importantes para el orden de nuestra vida entre los hombres, pero tienen muy poco valor y son inválidas en el orden divino de la gracia, y nuestra parábola sólo habla de este orden. Contiene una de las grandes revelaciones de Dios y de su modo de pensar como la contiene la parábola del deudor despiadado (18,22-35), aunque sea de una forma distinta. Los rabinos calculaban la recompensa y establecían para cada obra buena un correspondiente sueldo divino. Mediante la parábola se suprime este modo de pensar sobre la recompensa. ¿Qué podríamos esperar, si se pagara la recompensa según nuestro rendimiento? ¡Qué esperanza puede tener ahora quien crea que Dios también puede proceder con él por bondad y que no tiene que proceder por justicia!

6. LA AMBICIÓN DE LOS Discípulos Y EL PRECEPTO DE SERVIR (20,20-28).

a) Los hijos de Zebedeo (Mt/20/20-23).

En san Marcos vienen los dos hermanos, Santiago y Juan, a Jesús y le exponen su petición. En san Mateo es la madre de los dos hijos la que ruega por ellos. El texto de san Marcos es más original, y sólo se puede entender bien el cambio propio del evangelista san Mateo en el sentido que no quiere hacer quedar mal a los dos discípulos. Eso también puede observarse claramente en otros pasajes.

20 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró ante él para pedirle algo. 21 él le preguntó: ¿Qué es lo que quieres? Ella le dice: Di que estos dos hijos míos se sienten en tu reino el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. 22 Pero Jesús contestó: No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo tengo que beber? Ellos le responden: Sí que lo somos. 23 él les replica: Cierto; beberéis mi cáliz. Pero el sentarse a mi derecha y a mi izquierda no es cosa mía el concederlo; eso es para aquellos a quienes se lo ha reservado mi Padre.

Tres veces anuncia Jesús su pasión, y tres veces no es comprendido. Al primer anuncio sigue la enérgica objeción de Pedro, que Jesús rechaza tan bruscamente (16,22s). En san Marcos al segundo anuncio siguió el vergonzoso diálogo de los discípulos entre sí sobre quién es el mayor, y la enseñanza de Jesús (Mar 9:33-35). San Mateo ha aflojado un poco esta conexión intercalando el diálogo sobre la contribución del templo (Mar 17:24-27). El tercer anuncio es contestado con la petición de los hijos de Zebedeo. ¡Qué mala inteligencia! Jesús piensa en el oprobio, ellos piensan en su honor. él va al encuentro del madero de la cruz, ellos esperan ocupar los sitios del trono de la gloria. No han entendido nada ni entenderán nada hasta que se les aparezca Jesús resucitado. Ellos piensan desde abajo, Jesús desde arriba. Lo que para ellos es objetivo de su ambición, para Jesús es recompensa libremente otorgada a la obediencia: estar sentado en el trono. El camino hacia la gloria va por el valle sombrío de la humillación. No sabéis lo que pedís. Antes se tiene que vaciar el cáliz. Jesús está a punto de beberlo. Pedirá angustiado que pase de él «este cáliz» (Mar 26:29). Tan difícil le resulta coger la copa. Pero los dos hermanos dicen con audacia: Podemos beberlo. Quizás con la ufanía con que habló Pedro en el lago: Mándame ir a ti sobre el agua (Mar 14:28). Pero quizás también porque no saben lo que contiene este cáliz: la bebida preparada por la ira de Dios. Ni siquiera quien se identificó con Jesús en la muerte, tiene derecho a determinados sitios en la gloria. éstos sólo los concede el Padre. él está de un modo soberano por encima de todo, por encima de la marcha hacia Jerusalén y de los acontecimientos que allí tendrán lugar, también está por encima del orden del tiempo en el mundo nuevo. Jesús sabe que entrará en la gloria. Lo sabe con la misma seguridad con que predice su resurrección (Mar 20:19). Así como será resucitado por el Padre, así también será entronizado por él como Señor y juez. Eso también puede aplicarse a los suyos, especialmente a los doce, a quienes ya se les ha prometido que se sentarán con él en su trono y juzgarán a las doce tribus de Israel (Mar 19:28). El Padre está por encima de todo. En la humillación y en el ensalzamiento, sólo su voluntad prevalece.

b) El precepto de servir (Mt/20/24-28).

24 Cuando lo oyeron los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. 25 Pero Jesús los llamó junto a sí y les dijo: Ya sabéis que los jefes de las naciones las rigen con despotismo, y que los grandes abusan de su autoridad sobre ellas. 26 Pero no ha de ser así entre vosotros; al contrario, el que quiera entre vosotros ser grande, sea vuestro servidor, 27 y el que quiera entre vosotros ser primero, sea vuestro esclavo.

Los otros diez apóstoles se enojan. Tienen la petición por temeraria. ¿Acaso ya habían «entendido»? ¿O es que consideran la manera de proceder de los dos como competencia y todavía no se ha extinguido la controversia entre ellos sobre quién es el mayor (Mar 9:33 s)? El Maestro añade una instrucción, que constituye una de las mayores enseñanzas que le debemos. Se descubre la ley fundamental de los discípulos, la nueva manera de pensar de los creyentes, la nueva ordenación del pueblo de Dios, que es la Iglesia. Se evoca un impresionante contraste: a un lado, la imagen más contundente de la corrompida autoridad humana; a otro, la imagen del esclavo servidor. Se ejerce la autoridad humana mediante la opresión, el poder del dominador se lleva a cabo por la impotencia de los dominados. Cuanto más grande es la privación de poder de los súbditos, tanto más ilimitado es el ejercicio de la autoridad del dominador. ¡Cuántos ejemplos en la historia! Aquí se dice con energía: Pero no ha de ser así entre vosotros. Lo contrario es lo que aquí vale. El que quiere ser poderoso debe despojarse del poder, el que quiere ser grande debe hacerse pequeño, el que quiere pasar por primero debe hacerse el último. El nuevo espíritu es el espíritu de servicio. La nueva ley es la ley de la entrega a los demás. La verdadera grandeza es la pequeñez. El verdadero dominio consiste en servir. Todo eso parece paradójico y lo es, en efecto. El hombre natural se rebela contra esta concepción, y con ello muestra que todavía no se ha encontrado a sí mismo ni a su vocación humana. Porque el que pierde su vida, la encontrará (Mar 16:25). El discípulo se encuentra al desasirse de sí mismo. Se libera de sí esclavizándose al servicio del prójimo (cf. Gal 6:13).

28 De la misma manera que el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar la vida en rescate de muchos.

Las palabras del Maestro a los discípulos podrían resultar vacías e ineficaces, si para ellas no hubiera un ejemplo vivido de un modo convincente. Se podrían tener estas palabras por deliberadas exageraciones, destinadas sólo a sacudir los ánimos, si no se hubiesen cumplido al pie de la letra. La doctrina no exige un ideal inasequible, sino que puede ser comprobado en la vida de un hombre. El mismo Jesús es quien vive según esta ley. Vive como prototipo y modelo de la Iglesia. No ha venido para ser señor, sino siervo. Su misión está dirigida a servir. La voluntad que gobierna en él y por la que él «vino» es una voluntad pronta para el servicio. La vocación de Jesús es servir. En el cenáculo él, que es el Señor y Maestro, prestará el servicio del esclavo y lavará los pies a los doce (/Jn/13/01-15). El primero pasa a ser el último, el Señor de todos viene a ser el servidor de todos. «Porque ejemplo os he dado, para que, como yo he hecho con vosotros, también vosotros lo hagáis. De verdad os lo aseguro: el esclavo no es mayor que su señor, ni el enviado mayor que el que lo envía. Si entendéis esto, dichosos seréis practicándolo» (Jua 13:15-17). Este servicio llega hasta la última posibilidad, a saber, la muerte. De estas palabras se deduce con claridad lo que propiamente animaba a Jesús: no lo impulsaba por el camino del Gólgota una necesidad ciega, aceptada por pura obediencia; era la necesidad del amor que ha salido del Padre y ha entrado en el Hijo. El Hijo también recorre el camino por propia decisión, porque ama como ama el Padre. No se le despoja de la propia vida por la fuerza, sino que él la da como don de amor. El Hijo del hombre vino a dar su vida… Ningún hombre tiene posibilidad de pagar como rescate algo que tenga el mismo valor que su propia vida, la cual, cuando se ha perdido no puede volver a compararse; sino que sigue en la muerte. Cuando esto tiene lugar en forma definitiva, es decir, cuando está corrompido por la culpa y el egoísmo, no podrá conseguir la auténtica vida eterna (cf. 16, 26). Necesita que otro pague el rescate. éste otro es el único que puede hacerlo, el Hijo del hombre. El amor le impulsa al servicio, y el servicio le impele hasta la entrega de la vida, pero la entrega de la vida como rescate para los demás.

El Nuevo Testamento, ofrece diferentes imágenes que ilustran la obra de Cristo. En él encontramos la expresión de desatar o soltar, que se aplicaba a la redención de un esclavo o de una persona privada de libertad. Se compraba la libertad por una suma determinada, el rescate. Aquí se paga el precio de una vida, y con él se compra la inmunidad de la muerte. En el texto se dice: en rescate de muchos. Con estas palabras se contrapone el único a los otros muchos. Sabemos que estos muchos son todos, porque nadie puede procurarse el precio del rescate para su vida malograda. Pero a esta acción sustituta, desinteresada, de Jesús corresponde abundante fruto. Lo que ocurrió en los sentimientos por el amor a todos, también en el efecto redunda en provecho de todos. Así se expresa el libro de Isaías hablando del «siervo de Yahveh». Con esta figura, el mismo Jesús y la Iglesia posterior a él conocen que existe un trueque misterioso entre la acción del único y su eficacia para muchos. Una magnífica herencia y un rico botín son el fruto de la entrega de la vida: «Por tanto, le daré como porción suya una gran muchedumbre, y recibirá innumerables gentes por botín; pues que ha entregado su vida a la muerte, y ha sido confundido con los facinerosos, y ha tomado sobre sí los pecados de todos, y ha rogado por los transgresores» (Isa 53:12). El apóstol san Pablo dirige una mirada a la figura de Adán, más lejana aún que la del siervo de Yahveh. Desde Adán se le presenta en forma nueva la acción de Cristo, en la que reconoce la contrapartida de la acción de Adán: «Así pues, como por la falta de uno solo recayó sobre todos los hombres la condenación, así también por la acción justa de uno solo recae sobre todos los hombres la justificación que da vida. Pues, al igual que por la desobediencia de un solo hombre la humanidad quedó constituida pecadora, así también por la obediencia de uno solo la humanidad quedará constituida justa» (Rom 5:18 s). Si el discípulo tiene esta figura ante los ojos, ya no tendrá la ley fundamental del cristiano por exageración retórica, sino por regla de su propia vida. Se propone al discípulo el modelo de su Señor, al lado del cual tienen que palidecer todos los demás modelos e ideales. Lo que decimos del discípulo vale también de la Iglesia, que debe presentarse al mundo como un don del amor.

7. CURACIÓN DE DOS CIEGOS (Mt/20/29-34).

29 Al salir ellos de Jericó, lo siguió mucha gente. 30 Y en esto, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que pasaba Jesús, se pusieron a gritar: ¡Señor! ¡Hijo de David! ¡Ten compasión de nosotros! 31 El pueblo los reprendió para que callaran; pero ellos gritaban más fuerte: ¡Señor! Hijo de David! ¡Ten compasión de nosotros! 32 Jesús se detuvo, los mandó llamar y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 33 Ellos le contestan: ¡Señor, que se nos abran los ojos! 34 Jesús, movido a compasión, les tocó los ojos, y al momento recobraron la vista y lo siguieron.

Jericó está en el fondo del valle del Jordán. Es una de las ciudades más antiguas de Palestina, que durante la conquista de la tierra prometida cayó en manos de Josué (Jos 2:1 ss; Jos 6:7). ¡Cuán distintas las circunstancias del paso del Maestro con su pequeña y pacífica comitiva! A partir de Jericó se sube por una cuesta a través de montes agrestes, escarpados y sin árboles hacia Jerusalén. Se deja la depresión del Jordán (Jos 19:1) y la primera ciudad que se encuentra es Jerusalén, construida en lo alto, en la que Jesús entrará triunfalmente (Jos 21:1).

Este milagro de Jericó parece que se haya grabado profundamente en la tradición. San Marcos incluso puede transmitir un nombre: Bartimeo, es decir el hijo de Timeo (Mar 10:46) (*). La gente ordenaron a los dos ciegos que guardaran silencio para no molestar al Maestro ni llamar la atención. Los dos ciegos no hacen caso del mandato, sino que gritan todavía con mayor fuerza. Aumenta la indignación. De repente cambia la escena, ya que Jesús se detiene y los manda llamar. Primero la indignación concentrada de la multitud, ahora la benevolencia de uno solo. Ahora no hay nada más importante que ayudarlos, ni la prisa del camino, ni la consideración a la gente, ni el formalismo con los hombres torpes. Su fe en el Hijo de David, el Mesías, les ha hecho pedir misericordia sin cansarse. Esta fe es recompensada. Jesús les toca ligeramente los ojos, y recobran su vista. Gozando de la facultad de ver se unen a la comitiva y siguen a Jesús. Siendo ciegos entendieron, porque reconocieron en Jesús al hijo de David. Gozando de la facultad de ver le siguen en el camino hacia Jerusalén. Ahora no solamente ven al Mesías de Israel con la luz de sus ojos recuperada, sino que se ponen a seguir al Maestro, que es lo mismo que seguir la cruz.

…………..

* San Mateo informa de la curación de dos ciegos, en san Marcos sólo se habla de uno. En la precedente curación de ciegos (Mar 9:27-31) también eran dos los ciegos. Puesto que en la curación de endemoniados de Gádara también eran dos los posesos, se tiene que suponer que san Mateo cada vez lo ha delineado así conscientemente, sin duda a causa de la regla del Antiguo Testamento según la cual un estado de cosas sólo puede ser corroborado legalmente por la declaración de dos testigos (Deu 19:15).

………

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

— reino de los cielos. Ver nota a Mat 3:2.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Mat 21:28; Mat 21:33.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La parábola de los sueldos inesperados. Siguiendo una discusión acerca de las recompensas, y enmarcado por dos declaraciones de que “muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán primeros” (19:30; 20:16), esta parábola subraya los valores paradójicos del reino de los cielos. En una sociedad donde no había asistencia social o sindicatos, donde el no tener trabajo significaba padecer hambre, lo que hizo el dueño del campo, que ocupó trabajadores cuando el día ya era avanzado, y no le harían falta, fue un acto de generosidad. Pero aun más extraordinario fue la escala de paga, que no tenía sentido económico, y lógicamente provocó murmullo entre aquellos que se sintieron tratados injustamente. Por supuesto, no era injusto. A nadie se le pagó de menos; sólo algunos fueron tratados con generosidad “irrazonable”. Así es el reino de los cielos. La gracia de Dios no está limitada por nuestras ideas de justicia; sus dones sobrepasan mucho lo que podríamos merecer. Pero, como el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo, se nos hace difícil abandonar nuestra escala humana de valores (¡especialmente cuando nos comparamos con otros!), y aceptar la grandeza del corazón de Dios hacia aquellos que nosotros consideramos inmerecedores. De esta manera la reeducación de los discípulos avanzó a una etapa más, para abrazar el principio divino de que los primeros serán últimos y los últimos primeros.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

20.1ss Jesús clarificó con amplitud las reglas de membresía del reino de los cielos: solo se ingresa en él por la gracia de Dios. En esta parábola, Dios es el dueño de la finca y los creyentes son los obreros. Esta parábola estuvo dirigida a los que se sentían superiores por alcurnia o posición económica, a los que se sentían superiores porque habían invertido mucho tiempo con Cristo, y a los nuevos creyentes como reafirmación de la gracia de Dios.20.15 Esta parábola no tiene que ver con recompensas sino con la salvación. Enfatiza la gracia, la generosidad de Dios. No debemos envidiar a los que se vuelven a Dios en los momentos finales de la vida porque al fin y al cabo nadie merece vida eterna. Mucha gente que no esperamos ver en el Reino puede estar allí. El ladrón que se arrepintió mientras agonizaba (Luk 23:40-43) estará allí junto con la persona que creyó y sirvió a Dios por muchos años. ¿Se siente usted resentido por la gracia que Dios manifiesta al aceptar a los despreciados, repudiados y pecadores que se han vuelto a Dios en busca de perdón? ¿Está celoso de lo que Dios le ha dado a otra persona? En lugar de hacerlo, piense en los beneficios de la gracia de Dios que le alcanzaron a usted y esté agradecido por lo que tiene.20.17-19 Jesús predijo su muerte y resurrección por tercera vez (véanse 16.11 y 17.22, 23 donde aparecen las otras dos veces). Pero los discípulos no lo entendieron. Siguieron discutiendo acerca de la posición que ocuparían en el reino de Cristo (20.20-28).20.20 La madre de Santiago y Juan fue a Jesús y «postrándose» le pidió un favor. Adoró a Dios, pero su verdadero motivo era pedirle algo a El. Esto sucede muy a menudo en nuestras iglesias y en nuestras vidas. Jugamos juegos religiosos, esperando a cambio que Dios nos dé algo. La verdadera adoración, sin embargo, viene como consecuencia de lo que El es y ha hecho.20.20 La madre de Santiago y Juan le pidió a Jesús que diera a sus hijos un cargo especial en su Reino. Los padres naturalmente quieren ver a sus hijos subir de categoría, pero este deseo puede llevarlos a perder de vista la voluntad de Dios para sus hijos. Dios puede tener una ocupación distinta para ellos, tal vez no tan fascinante pero igual en importancia. Los deseos de los padres de que sus hijos asciendan deben ser puestos en oración para que Dios haga su voluntad en la vida de ellos.20.20 De acuerdo al 27.56, la madre de Santiago y Juan estuvo al pie de la cruz cuando Jesús fue crucificado. Algunos han sugerido que era hermana de María, la madre de Jesús. Quizás por ese parentesco ella no tuvo pena en interceder a favor de sus hijos.20.22 Santiago, Juan y su madre fallaron en la interpretación de la enseñanza previa de Jesús relacionada con las recompensas (19.16-30) y la vida eterna (20.1-16). Se equivocaron en su comprensión del sufrimiento que enfrentarían antes de vivir en gloria en el Reino de Dios. El vaso terrible era el sufrimiento y la crucifixión que Cristo enfrentaría. Tanto Santiago como Juan harían frente a grandes sufrimientos. Santiago moriría por su fe y Juan sería desterrado.20.23 Jesús estaba afirmando que estaba bajo la autoridad del Padre, el que toma las decisiones en cuanto al liderazgo en el cielo. Dichas recompensas no se otorgan como favor. Son para quienes mantienen su entrega a Jesús a pesar de las severas pruebas que les toque enfrentar.20.24 Los otros discípulos estaban molestos porque Santiago y Juan trataban de acaparar los puestos de privilegio. Todos los discípulos querían ser el más importante (18.1), pero Jesús les enseñó que la persona más importante en el Reino de Dios es el servidor de todos. La autoridad se delega no para que seamos más importantes, ambiciosos o respetados, sino para ser útiles en el servicio a Dios y su creación.20.27 Jesús describió el liderazgo desde una nueva perspectiva. En lugar de aprovecharnos de la gente, debemos servirla. El propósito de Jesús en su vida fue servir y morir por los demás. Un verdadero líder posee un corazón de siervo. Aprecia el valor de los demás y toma en cuenta que no está cumpliendo una tarea superior. Si ve que hay que hacer algo, no espere que se lo pidan. Tome la iniciativa y hágalo como lo haría un siervo fiel.20.28 Un rescate era el precio que se pagaba para librar a un esclavo. Jesús dijo con frecuencia a sus discípulos que debía morir y aquí les dice por qué: para redimirnos de la esclavitud del pecado y de la muerte. Los discípulos pensaban que vivo podría salvarlos. Pero Jesús manifestó que sólo su muerte podría salvarlos a ellos y a todo el mundo.20.29-34 Mateo manifiesta que eran dos ciegos, mientras que Marcos y Lucas se refieren sólo a uno. Probablemente se referían al mismo acontecimiento pero Marcos y Lucas particularizaron a uno de ellos, el que hablaba.20.30 Los ciegos llamaron a Jesús «Hijo del rey David» porque los judíos sabían que el Mesías sería un descendiente del rey David (véanse Isa 9:6-7; Isa 11:1; Jer 23:5-6). Aquel pobre mendigo ciego pudo ver que Jesús era el tan esperado Mesías, mientras que los líderes religiosos que fueron testigos de los milagros de Jesús permanecieron ciegos a su identidad, no abrieron sus ojos a la verdad. Ver con los ojos no garantiza ver con el corazón.20.32, 33 A pesar de que Jesús estaba preocupado por los acontecimientos que se avecinaban en Jerusalén, al detenerse a ayudar a aquellos ciegos puso en práctica lo que había dicho a sus discípulos acerca del servicio (20.28).

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 893 Isa 5:1; Mat 21:33

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

es semejante. Sobre el uso de las parábolas por Jesús, v. coment. en 13:3 y 13.

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Porque indica que la parábola de los vs.1-16 es una explicación de 19:30.

1 (2) Alude a Cristo, quien es el dueño de casa.

1 (3) Aquí la mañana significa a las seis de la mañana, y denota la primera parte de la era de la iglesia, cuando Cristo vino para llamar a Sus discípulos a que entraran en el reino.

1 (4) Los obreros son los discípulos.

1 (5) La viña es el reino.

1 (a) Mat_21:28 , Mat_21:33

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

120 (D) La parábola de los trabajado­res de la viña (20,1-16). Cf. la otra parábola de la viña en 21,33-44. Esta parábola está uni­da con lo anterior por la abrazadera de 19,30 y 20,16; se trata, probablemente, de un midrás que ilustra los temas de la recompensa de los discípulos y el cambio de suerte de los prime­ros y últimos (v. 8). Pero una vez que el relato desarrolla su propio impulso, se transforma en una historia de la generosidad de Dios. 1. viña: Símbolo de Israel (cf. Is 5; Jr 2,10). 2. de­nario: Era el jornal normal de un día. 3. El je­fe contrata a las seis, las nueve y las doce de la mañana, y a las tres y las cinco de la tarde. En el Próximo Oriente es habitual que quienes buscan trabajo vayan a los cruces de caminos o a los mercados. 4. lo que sea justo: El jornal es justo pero no se especifica la cantidad. 6. la hora undécima: Una hora antes de ponerse el sol, cuando acababa el trabajo. 7. nadie nos ha contratado: Quieren trabajar, pero sufren la maldición del desempleo; su ociosidad no es holgazanería. El trabajo es considerado más honorable que no hacer nada. 8. empezando por los últimos: Esta frase convierte la parábo­la en un midrás de 19,30. 10. pensaron: Los trabajadores tempraneros son víctimas del cambio de sus expectativas; de aquí su des­contento. 11. murmuraban: cf. Ex 16,3-8. 12. igual que a nosotros: El jornal es el mismo, pe­ro no es, ciertamente, igualitario, porque el je­fe es más generoso con los que llegaron en úl­timo lugar. ¿Valoró especialmente su deseo de trabajar? Cf. 21,31. 13. no te hago ninguna in­justicia: El dueño no hace nada injusto. 14. to­ma lo tuyo: Refleja la definición clásica de jus­ticia, que consiste en dar a cada uno lo suyo. 15. generosidad: El reverso de suertes se atri­buye a la generosidad y bondad de Dios, a su amor por el más necesitado, no a un espíritu de venganza. 16. Cf. 19,30, donde aparece el dicho al revés, formando un quiasmo.

121 (E) Tercera predicción de la pa­sión (20,17-19). Cf. Mc 10,32-34; Lc 18,31-34. 17. aparte: Mateo omite el temor y asombro de los discípulos. 18. será entregado: Esta predic­ción es más explícita que la segunda en 17,22-23. Los agentes responsables son los dirigen­tes judíos; cf. comentario sobre 16,21. 19. los gentiles: Los dirigentes colaboran con los ro­manos, a quienes se ve como opresores ex­tranjeros. crucificado: Mateo precisa la forma de muerte, pero omite los humillantes escupi­tajos (mencionados en Mc 10,34; cf. Mt 26,67; 27,30).

122 (F) La petición de los hijos de Ze­bedeo (20,20-28). Cf. Mc 10,35-45. Esta perí­copa une el diálogo de los vv. 20-23 con una colección de dichos (Lc 22,24-27), originaria­mente independiente, sobre los estilos cristia­nos de gobierno. 20. la madre de los hijos de Zebedeo: Mateo coloca la petición inicial en boca de una mujer (27,56) para excusar a los discípulos, pero va incluso más allá de esto, pues no menciona sus nombres, Santiago y Juan, en este versículo ni tampoco en el v. 24 (cf. 26,37; 27,56). Así, protege el honor de un héroe de los judeocristianos, Santiago. El au­tor se inspiró en 1 Re 4,11-31, incluyendo el acto de homenaje. 21. sentarse: No en el ban­quete mesiánico, sino en el juicio final, como corregentes (19,28). 22. la copa: La copa es símbolo del sufrimiento (Is 51,17.22; Jr 25,15.17.28; 49,12; Lam 4,21; Sal 75,8; cf. Mt 26,39, Getsemaní). Mateo omite la referencia marcana al bautismo por considerar que po­dría inducir a la confusión. 23. para quienes ha sido preparado: Jesús no reprende a los hi­jos. Les asegura que compartirán su destino (quizá una alusión al martirio; cf. Hch 12,2) y que el glorioso futuro ya ha sido preparado por Dios. 24. los diez: La ambición no es ex­clusiva de los dos. 25. los jefes de las naciones: Los modelos políticos seculares no son ade­cuados para el reino. 26-27. Jesús presenta otros dos modelos de autoridad, el del servicio gratuito y el de la esclavitud voluntaria; este segundo es más radical que el primero, pero ambos son pertinentes. Estas lecciones se fun­damentan en su propio ejemplo. 28. no a ser servido, sino a servir: El mismo Jesús es el mo­delo del servicio humilde a la comunidad co­mo estilo de gobierno, en contraste con los que ansían el poder y el dominio, dar su vida en rescate por muchos: Aunque está bien sol­dada en su actual contexto, esta reflexión, al­tamente condensada, sobre el significado de la muerte de Jesús, puede haber tenido una his­toria independiente (no se encuentra en el pa­ralelo lucano). Refleja la teología del martirio de 1 Mac 2,50; 6,44, como también la del su­frimiento vicario del Siervo de Yahvé (Is 53,10-12) . Lytron, «rescate», es una palabra rara que se utilizaba, a menudo, para referirse al dine­ro con que se manumitían los esclavos, pero también con el que se pagaba el rescate; cf. 1 Tim 2,5-6. (Cf. S. Légasse, NTS 20 [1973-74] 161-77; J. Roloff, NTS 19 [1972-73] 38-64; W. J. Moulder, NTS 24 [1977-78] 120-27.)

123 (G) La curación de los dos ciegos (20,29-34). Cf. Mc 10,46-52; Lc 18,35-43; Mt 9,27-31. Mateo abrevia el relato marcano y du­plica el número de ciegos, tal vez para evitar la impresión de que se trataba de un asunto me­ramente privado, pues se necesitan por lo me­nos dos individuos para que exista una rela­ción social. 29. Jericó: Se encontraba a sólo 25 km de Jerusalén (- Geografía bíblica, 73:66). 30. Señor, ten compasión: Tres veces (aquí [cf. aparato crítico], w. 31.33) se dirigen los ciegos a Jesús como Señor; no así en Marcos, que usa el arcaico rabhouni, que significaba casi lo mismo, «maestro», en el sentido de «señor». Esta forma entró rápidamente en el uso litúr­gico. Hijo de David: cf. comentario sobre 9,27. 32. ¿qué queréis?: Jesús pregunta humilde­mente (cf. vv. 24-28 supra), aunque la respues­ta fuese obvia. 33. que se abran nuestros ojos: Junto al significado literal, la petición sugiere el deseo que tenían muchos discípulos poten­ciales de comprender el don de la fe. 34. tocó: Mateo añade la nota sobre la compasión y el toque sanador de Jesús, eliminando las pala­bras sobre la fe que salva. El resultado de la curación es el discipulado cuyo destino será la cruz (cf. V. K. Robbins, JBL 92 [1973] 224-43; E. S. Johnson, CBQ 40 [1978] 191-204; R. A. Culpepper, JBL 101 [1982] 131-32).

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

La clave para la correcta explicación de esta parábola se encuentra en el pasaje con que concluye el capítulo anterior. Pedro había preguntado á nuestro Señor qué recompensa obtendrían él y sus colegas, puesto que lo habían abandonado todo para seguirle, y nuestro Señor replicó haciendo dos promesas: una á Pedro y sus colegas en particular y otra en general á todos los que sufriesen pérdidas por amor suyo.
Ahora bien, es preciso tener presente que Pedro era Judío; y que como á la mayor parte de los de su raza, le eran tal vez desconocidos los designios de Dios respecto de la salvación de los gentiles. Actos 10:28. A esto, se agrega que la fe de Pedro y los otros apóstoles era débil, y sus conocimientos escasos. A causa de esto muy probable es que exageraran la importancia de los sacrificios que habían hecho por Jesús, y que, envanecidos de sus obras, se creyeran justos.
Nuestro Señor lo sabía bien, y por eso pronunció la parábola para provecho de Pedro y de sus compañeros.
Se nos enseña por una parte, que al llamar hacia sí las naciones, Dios ejerce su gracia sin condición alguna, y de acuerdo con su soberanía y libertad absolutas.
Esta verdad se manifiesta en la historia del mundo. Los Israelitas fueron escogidos como el pueblo de Dios desde tiempos muy remotos. Más tarde el Evangelio fue anunciado á los gentiles por los apóstoles. En muchas naciones se difunde hoy la palabra por los misioneros, mientras que á otras no ha penetrado aún esa luz divina. Y ¿por qué sucede así? No podemos decirlo. Solo sabemos que Dios se complace en dominar el orgullo de las iglesias y en privarlas de todo motivo de vanagloria. Los gentiles que se conviertan á la hora undécima podrán estar tan ciertos de heredar la gloria como los Judíos, y de sentarse con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en tanto que muchos de los descendientes de estos serán desechados para siempre. «Los postreros serán primeros..
Nos enseña por otra parte, que en la salvación de cada hombre, así como en el llamamiento de las naciones, Dios obra de acuerdo con su soberana voluntad, y no tiene que dar razón de sus actos. Véase Rom 9:15.
Ejemplos de esta verdad se nos presentan á cada paso en los sucesos de la iglesia cristiana. A unos como á Timoteo, se les inspira fe y se les mueve á arrepentimiento en sus primeros años. Á otros se les llama á la hora undécima, como sucedió con el ladrón de la cruz, quien un día fue pecador tenaz y al siguiente fue recibido en el paraíso. Y sin embargo, de lo que en los Evangelios se nos enseña, se sigue que Timoteo y el ladrón recibieron igual perdón.
Extraña, sin duda, les parecerá esta doctrina á los cristianos que carecen de luces y de experiencia; por cuanto está en pugna con el orgullo que es inherente á la naturaleza humana, y no deja lugar para que campeen la jactancia y la vanagloria. Mas para rechazarla seria preciso rechazar toda la Biblia. El que profese hoy fe en Jesucristo se salva con tanta certeza como el que la haya venido profesando por cincuenta años. En el día del juicio Timoteo tendrá á su favor la misma justicia que el ladrón penitente. Ambos serán salvados por la gracia de Dios solamente: ambos deberán su redención á Jesucristo.
Antes de terminar el examen de la parábola de los peones de la viña será bueno hacer una ó dos advertencias.
No se vaya á inferir que todos los redimidos recibirán el mismo grado de gloria. Tal inferencia estaría en contradicción con textos claros de la Escritura. Sea entre otros el siguiente: » Cada uno recibirá su propio galardón conforme á su labor.» 1Co 3:8.
Tampoco se vaya á suponer que se puede con seguridad diferir el arrepentimiento hasta la última hora. Semejante suposición sería perniciosísima. Cuanto más tiempo rehúsen los hombres obedecer la voz del Crucificado, tanto más improbable se hace su salvación. «He aquí, ahora el tiempo acepto; he aquí, ahora el da de la salud.» 2 Cor 6.2.

Fuente: Los Evangelios Explicados

obreros… → §170 (Número 5).

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R728 Al comienzo de la parábola, ὅστις significa: ahora el, o ahora que un.

R809 El infinitivo en voz media μισθώσασθαι significa: alquilar a sueldo (contratar).

M82 En ἅμα πρωΐ, ἅμα prácticamente equivale a una preposición y πρωΐ a un sustantivo, y juntos significan: al amanecer.

H433 Ἀνθρώπῳ se usa como equivalente de τινι con un sentido indefinido: un padre de familia (comp. Mat 13:28).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., un hombre, dueño de casa

Fuente: La Biblia de las Américas

Declara el Señor por medio de una parábola lo que dijo en el último versículo del capítulo precedente. Llegando cerca de Jerusalén explica a sus discípulos las circunstancias de su muerte y de su resurrección. A la pretensión de la madre de los hijos del Zebedeo responde con admirable doctrina, enseñándoles a humillarse, y a que antes bien sirvan que pretendan ser servidos. Cura a dos ciegos junto a Jericó.

1 a. El Griego: homóia gár estin, porque semejante es. La conjunción gár, que se encuentra en el texto Griego, da a entender que esta parábola es una exposición de la sentencia que se halla en el último versículo del capítulo precedente.

b. MS. Á logar.

2 c. MS. Fecha su avenencia.

d. Que valía una dracma, y era la octava parte de una onza.

3 e. Los judíos dividían el día natural en ocho partes, de las cuales aplicaban cuatro al día, y otras cuatro a la noche. Las de la noche se llamaban vigilias, y las del día horas. La hora de prima comenzaba al salir del sol, y continuaba hasta las nueve de la mañana. La de tercia, desde las nueve hasta el mediodía. La de sexta, desde el mediodía hasta las tres de la tarde; y la de nona, desde las tres de la tarde hasta ponerse el sol. Del mismo modo la primera vigilia de la noche comenzaba al ponerse el sol, y se concluía a las nueve de la noche. La segunda era desde las nueve hasta la media noche. La tercera, desde la media noche hasta las tres de la mañana, y la cuarta desde las tres de la mañana hasta que salía el sol. Estas horas y vigilias eran desiguales, si no es en el tiempo de los equinoccios. Algunas veces se contaban las horas intermedias, como en este capítulo, v. 6, en donde se hace mención de la hora undécima. La comparación que se hace aquí de dichas horas desiguales con las nuestras iguales y astronómicas, se debe entender de las equinocciales. Por esto la primera hora desigual en el solsticio del estío no comenzaba a las seis, sino a las cuatro y media, que es cuando sale el sol. La del solsticio del invierno no daba principio hasta las siete y media; y lo mismo se ha de calcular respectivamente en las otras estaciones del año que restan, a proporción que crecen o menguan las noches y los días: bien entendido, que al paso que menguaban las horas del día, crecían las vigilias de la noche, y al contrario.

f. MS. Estando de vagar.

6 g. El Griego: argóus, ociosos. Esta palabra no se halla en la Vulgata.

7 h. El Griego: emisthósato, nos ha llamado a que trabajemos, dándonos jornal.

i. El Griego: kái ho án e díkaion lémpsete, y tomaréis lo que fuere justo. Falta en la Vulgata.

8 j. A puesta del sol.

k. MS. Su loguer.

12 l. MS. La lazeria, é la calentura del dia.

15 m. El Griego: en tóis emóis, en mis cosas. No se halla en la Vulgata.

n. Esta es una frase hebrea. Suelen los hebreos decir: ojo bueno, por un corazón liberal y benéfico; y ojo malo, por un corazón apocado y lleno de envidia; porque los ojos del envidioso son atormentados, cuando ven la felicidad de su prójimo.

16 o. Daremos aquí una breve exposición de esta parábola, para que con facilidad se pueda entender. El Padre de familias es el Padre eterno, que desde el principio del mundo envió los obreros a que trabajasen en su viña, prometiéndoles por premio de su trabajo la felicidad de la vida eterna. Jesucristo como mayordomo del reino del Padre celestial, y conforme a su voluntad, cuando llegare la tarde, esto es, el fin de este mundo, llamará a juicio a los trabajadores de la viña de su Padre, para dar a todos la debida recompensa. Las diversas horas en que fueron llamados pueden representar las diversas edades del mundo o las de la vida. Todos los trabajadores recibieron un denario o moneda de plata, en la cual se registraba la imagen del soberano. Todos los bienaventurados gozarán de la vista de aquel adorable objeto, que hace felices a todos los que lo verán igualmente; porque el mismo Jesucristo afirma, que en la casa de su padre hay muchas mansiones (Jn 14,2). Y San Pablo nos declara también (1Cor 15,41-42); que así como la luz del sol es diferente de la luz de la luna y de la de las estrellas, y que entre las estrellas mismas hay diferencia de luz; lo mismo sucederá en la resurrección de los muertos. Y para entender todo esto de algún modo, debemos tener presente lo que dice San Hilario: que la gracia del Señor no es una recompensa semejante a la que se debe a un trabajador sino que es gratuita. Y San Agustín dice, que la justicia es obra de Dios, y que de ningún modo podemos tener osadía de murmurar contra el Padre de familias, que ha querido llamarnos para que le sirvamos y trabajemos en su viña. Es verdad que cooperamos con Dios en las obras de justicia: pero esta misma cooperación es efecto de su gracia, pues nos da, como dice San Pablo (Flp 2,13), el querer y el hacer.

p. ¿Quién no trabajará con temor y sobresalto en su salud (Fil 2,12), oyendo pronunciar a Jesús esta sentencia que parece tan terrible a San Gregorio El Grande? Muchos en efecto, dice este gran Padre, abrazan la fe, mas pocos son los que llegan al Reino de los Cielos. Todo el recinto de nuestra Iglesia está lleno de cristianos; pero ¿quién podrá conocer cuán pocos hay que sean del número de los escogidos? En la boca de todos se oye el nombre de Jesucristo; mas su vida no corresponde a lo que creen; y la mayor parte sigue a Dios solamente con los labios, siendo sus obras muy contrarias a la santidad de su profesión.

17 q. MS. En poridat.

19 r. A Pilatos y sus ministros, que eran romanos y gentiles.

20 s. Estos dos hijos eran Santiago y San Juan, y la madre se llamaba Salomé.

22 t. El Señor hace ver a sus discípulos que el pensamiento todo terreno que tenían, era indigno de su reino, y que no sabían lo que se pedían. Vosotros me habláis, les dijo, de dignidades y coronas; y yo al contrario os hablo de combates y de sufrimientos. No es aquí el lugar, ni el tiempo de recompensas, sino de peligros, de guerra y de muerte. Y así verdaderamente no sabían lo que se pedían, porque no reconocían que el reino de Jesucristo era todo espiritual, y todo diferente de los de la tierra; ni que el camino para llegar a sus primeros puestos era diverso del que ellos se figuraban. San Juan Crisóstomo.

u. El texto Griego de San Marcos añade aquí, y el versículo siguiente: kái tó báptisma hó egó baptízomai, baptisthénai?, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado: el cáliz y el bautismo de que aquí habla el Señor, son dos expresiones metafóricas que explican los sufrimientos de su pasión y muerte.

v. Ellos sin detenerse respondieron, que podían; o porque no entendieron de qué cáliz hablaba el Señor, o si lo entendieron, porque esto les serviría de mérito para conseguir los asientos que pretendían. Pero del mismo modo que antes habían pedido neciamente, así ahora prometen sin reflexión y sin saber lo que se prometen; y estos mismos son los que poco antes manifestaron tanto temor, cuando el Señor les declaró que iba a Jerusalén a padecer.

23 w. Y así se cumplió, porque Herodes hizo quitar la vida a Santiago; y San Juan fue azotado por los judíos, juntamente con los demás Apóstoles; y Domiciano le hizo echar en Roma en una grande tina de aceite hirviendo, y últimamente fue desterrado a la isla de Patmos.

x. En el texto Griego falta a vosotros. En estas palabras les da a entender el Señor, que si ellos le consideraban solamente como hombre y como pariente suyo, según la carne, la sangre y el parentesco, no podían tener algún derecho en la distribución de aquellos puestos honoríficos, tales como ellos se los figuraban; y que así no le tocaba a él, si le contemplaban de esta suerte. Cuando dice, que el dar aquellas sillas pertenece a su Padre, no pretende por esto separarse de él en cuanto a su divinidad, como si juntamente no tuviesen el mismo poder; sino que quería hacer comprender a sus Apóstoles, que no pertenecía a este hombre, que ellos veían y miraban como pariente suyo, distribuir a los justos los diversos grados de gloria y de recompensa, sino a Dios, que de toda eternidad le había predestinado como hombre para ser hijo de Dios, como dice San Pablo (Rom 1,4) y que también, como añade el mismo (Rom 8,29-30), ha predestinado, llamado, justificado y glorificado a aquellos que él ha conocido en su presciencia, y destinado para que sean conformes con la imagen de su Hijo, estableciendo en su Iglesia primeramente Apóstoles, después profetas, etc.

24 y. De todos estos lugares se ve cuán imperfectos eran todavía los Apóstoles, y qué mudanza hizo en ellos tan grande la efusión del Espíritu, que recibieron después.

25 z. Como quien dice: Estos príncipes infieles miran con orgullo a los pueblos que les están sometidos, y los gobiernan con dureza y con fausto; no registrando en su conducta sino el placer de la dominación. El texto Griego: katakuriéuousin, que significa usar tiránicamente del dominio y del poder.

a. A la palabra mayores corresponde en el texto Griego megáloi, grandes; y en el versículo siguiente a mayor, mégas, grande. El sentido es el mismo.

b. El Griego: katexousíazousin: que significa ejercer el imperio oprimiendo a los súbditos.

26 c. En mi reino serán tenidos por grandes, los que fueron pequeños en sus ojos; y el camino para llegar a ser los primeros, es ponerse en el lugar de los últimos y de los siervos.

28 d. El Griego: lútron antí mellón; precio de rescate por muchos. Esto es, por todos (Mt 26,28; Rom 5,15-19).

34 e. San Mateo habla aquí de dos ciegos. San Lucas y San Marcos no hablan sino de uno. San Mateo y San Marcos cuentan que sucedió esto después de haber salido el Señor de Jericó; y San Lucas habla de él, como sucedido antes de entrar en la ciudad. Y así son dos casos y milagros diferentes. San Agustín.

Fuente: Notas Bíblicas

[7] Un tipo de las dos casas listos para regocijarse en Pesaj en una hermandad restaurada.

[1] Referencia Shem Tov.

[2] Referencia Shem Tov.

[3] Referencia Shem Tov.

[4] Israel-Efrayím.

[5] Israel-Judah.

[6] Efrayím.

[7] Esto es antes de Judah. Y han pasado 2000 años y el Israel Judió no ha entrado plenamente. Todos los otros grupos nombrados, han sido los primeros en arrepentirse.

[8] El Cielo Atmosférico.

[9] La herencia es el derecho de gobernar sobre Israel.

[10] No la iglesia, o una nación diferente. Dada a “una nación” como Yahshua dicho. El Griego de Strong G1484. La palabra Griega aquí significa “tribu”, o “un grupo de la misma compañía, o raza.” El reino fue quitado de Judah por un largo tiempo y dado a Efrayím, conforme fue hecho oficialmente a través de la transferencia del cetro de la tribu de Judah a la tribu de Gad. Podemos entender ésto a la luz de las parábolas anteriores en el mismo capítulo acerca de los dos hijos, el uno retornando a la obediencia mientras que otro no lo hace.

[1] Un significado alternativo: “dado a una generación futura” del mismo pueblo.

[2] Referencia Shem Tov.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[31] Nombre que daban los judíos al Mesías.

Fuente: Notas Torres Amat