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Comentario de Mateo 20:16 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Mateo 20:16 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Así, los últimos serán primeros, y los primeros últimos.

20:16 Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos. — La conclusión de la parábola es, pues, la misma que Jesús anunció al contestar la pregunta de Pedro (19:27, 30). El v 1 dice “Porque …”, es decir, la parábola está conectada con lo que acaba de decir. La parábola es una ilustración de algunos primeros que fueron postreros y de algunos postreros que fueron primeros. “Los que eran los postreros en llegar fueron los primeros con respecto a la proporción entre la recompensa y la labor, y los que fueron los primeros en llegar fueron los postreros en este particular” (JWM).

El joven rico había salido triste, pero Pedro recuerda al Señor que los apóstoles sí habían dejado todo para seguirle, y Jesús recalca que todo fiel servicio será recompensado. Dios todo lo ve y no olvida de nada. Heb 6:1-20, “10 Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún”. Esta promesa se repite en las cartas a las siete iglesias de Asia (Apo 2:1-29 y 3). Los apóstoles ocuparían tronos comenzando en el día de Pentecostés y a través de sus vidas. Sin embargo, en todo esto existe el peligro de tener un concepto incorrecto y una actitud peligrosa, porque si alguno piensa que se puede “calcular” la recompensa (tanta recompensa por tanto servicio), no entiende todavía el significado de la gracia. Jesús habla esta parábola “para evitar que sus discípulos pensaran que la prometida recompensa sería solamente una compensación justa por sus sacrificios y labores … La vida eterna es inconcebiblemente más que una recompensa por todo lo que alguno (p. ej., Pablo) haya trabajado o sufrido en el reino” (JWM).

Jesús no habla esta parábola para promover la idea de que está bien esperar hasta los momentos finales de la vida para arrepentirse. No tiene nada que ver con el arrepentimiento en el lecho de muerte. Desde luego, Jesús promete la salvación a todos, incluyendo a los que obedecen al evangelio en los últimos días o los últimos momentos de su vida. Dios conoce el corazón. Pero recuérdese que los que fueron a trabajar hasta la hora sexta, novena o aun la undécima entraron en la viña cuando podían. Estuvieron en el lugar correcto esperando la oportunidad de trabajar, y aprovecharon la primera oportunidad. Por eso, este caso no es paralelo con el caso del hombre que por años y años ha sido llamado a obedecer al evangelio y siempre ha rechazado la llamada, diciendo “todavía no”, “hay hipócritas en la iglesia”, “estoy demasiado ocupado en otras cosas”, “no quiero ofender a mi familia”, etc. Desde luego, dejamos el juicio en manos de Dios, pero estamos aclarando que esta parábola no tiene nada que ver con los casos de personas que posponen la obediencia hasta el lecho de muerte.

La parábola no enseña que el juicio de Dios será arbitrario, sino que sus caminos no son nuestros caminos (Isa 55:8-9). Dios no sólo sabe lo que hacemos, sino también los propósitos del corazón. El sabe por qué algunos son religiosos (Mat 6:1-18; Luc 18:9-14). Jesús sabía por qué la gente le seguía (Jua 6:26). ¿Qué habrían pensado de esta parábola Jacob, Juan y su madre? Después de oír esta parábola, dudamos que Pedro volviera a preguntar, ¿qué tendremos pues? Después de oír esta parábola ¿entendían mejor el tema de la gracia de Dios? ¿Y la enseñanza de Luc 17:7-10?

No vayamos, sin embargo, al otro extremo y pensar que sólo tenemos que entrar en la viña y comer uvas. Leamos otra vez los muchos textos que hablan de la necesidad de negarse, esforzarse, sacrificarse, etc., pero siempre recordando que “ La vida eterna es inconcebiblemente más que una recompensa por todo lo que alguno (p. ej., Pablo) haya trabajado o sufrido en el reino”.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

los primeros serán postreros. Mat 8:11, Mat 8:12; Mat 19:30; Mat 21:31; Mar 10:31; Luc 7:47; Luc 13:28-30; Luc 15:7; Luc 17:17, Luc 17:18; Jua 12:19-22; Rom 5:20; Rom 9:30.

porque muchos son llamados, mas pocos escogidos. Mat 7:13; Mat 22:14; Luc 14:24; Rom 8:30; 1Ts 2:13; 2Ts 2:13, 2Ts 2:14; Stg 1:23-25.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

En el contexto de Mateo, los trabajadores con el contrato representaban a Israel; ellos tenían la promesa y el pacto (Rom 3:1, Rom 3:2; Rom 9:4; Efe 2:11, Efe 2:12). Aquellos sin un acuerdo representaban a los gentiles, los cuales serían tratados igual que los judíos cuando la salvación llegara a ser accesible a todos, a través de la fe en Jesucristo (Rom 11:16, Rom 11:17; Efe 2:13-15; Efe 3:6).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

los primeros serán postreros, y los postreros, primeros. En otras palabras, todos terminan empatados. Sin importar cuánto tiempo trabajaron cada uno de los obreros, todos recibieron el salario de un día completo de trabajo. De igual forma, el ladrón de la cruz disfrutará de todas las bendiciones del cielo junto a aquellos que dedicaron la totalidad de la vida de cada uno de ellos a Cristo. Así es la gracia de Dios (vea la nota sobre Mat 19:30).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

20:16 Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos. — La conclusión de la parábola es, pues, la misma que Jesús anunció al contestar la pregunta de Pedro (19:27, 30). El v 1 dice “Porque …”, es decir, la parábola está conectada con lo que acaba de decir. La parábola es una ilustración de algunos primeros que fueron postreros y de algunos postreros que fueron primeros. “Los que eran los postreros en llegar fueron los primeros con respecto a la proporción entre la recompensa y la labor, y los que fueron los primeros en llegar fueron los postreros en este particular” (JWM).
El joven rico había salido triste, pero Pedro recuerda al Señor que los apóstoles sí habían dejado todo para seguirle, y Jesús recalca que todo fiel servicio será recompensado. Dios todo lo ve y no olvida de nada. Heb 6:1-20, “10 Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún”. Esta promesa se repite en las cartas a las siete iglesias de Asia (Apo 2:1-29 y 3). Los apóstoles ocuparían tronos comenzando en el día de Pentecostés y a través de sus vidas. Sin embargo, en todo esto existe el peligro de tener un concepto incorrecto y una actitud peligrosa, porque si alguno piensa que se puede “calcular” la recompensa (tanta recompensa por tanto servicio), no entiende todavía el significado de la gracia. Jesús habla esta parábola “para evitar que sus discípulos pensaran que la prometida recompensa sería solamente una compensación justa por sus sacrificios y labores … La vida eterna es inconcebiblemente más que una recompensa por todo lo que alguno (p. ej., Pablo) haya trabajado o sufrido en el reino” (JWM).
Jesús no habla esta parábola para promover la idea de que está bien esperar hasta los momentos finales de la vida para arrepentirse. No tiene nada que ver con el arrepentimiento en el lecho de muerte. Desde luego, Jesús promete la salvación a todos, incluyendo a los que obedecen al evangelio en los últimos días o los últimos momentos de su vida. Dios conoce el corazón. Pero recuérdese que los que fueron a trabajar hasta la hora sexta, novena o aun la undécima entraron en la viña cuando podían. Estuvieron en el lugar correcto esperando la oportunidad de trabajar, y aprovecharon la primera oportunidad. Por eso, este caso no es paralelo con el caso del hombre que por años y años ha sido llamado a obedecer al evangelio y siempre ha rechazado la llamada, diciendo “todavía no”, “hay hipócritas en la iglesia”, “estoy demasiado ocupado en otras cosas”, “no quiero ofender a mi familia”, etc. Desde luego, dejamos el juicio en manos de Dios, pero estamos aclarando que esta parábola no tiene nada que ver con los casos de personas que posponen la obediencia hasta el lecho de muerte.
La parábola no enseña que el juicio de Dios será arbitrario, sino que sus caminos no son nuestros caminos (Isa 55:8-9). Dios no sólo sabe lo que hacemos, sino también los propósitos del corazón. El sabe por qué algunos son religiosos (Mat 6:1-18; Luc 18:9-14). Jesús sabía por qué la gente le seguía (Jua 6:26). ¿Qué habrían pensado de esta parábola Jacob, Juan y su madre? Después de oír esta parábola, dudamos que Pedro volviera a preguntar, ¿qué tendremos pues? Después de oír esta parábola ¿entendían mejor el tema de la gracia de Dios? ¿Y la enseñanza de Luc 17:7-10?
No vayamos, sin embargo, al otro extremo y pensar que sólo tenemos que entrar en la viña y comer uvas. Leamos otra vez los muchos textos que hablan de la necesidad de negarse, esforzarse, sacrificarse, etc., pero siempre recordando que “ La vida eterna es inconcebiblemente más que una recompensa por todo lo que alguno (p. ej., Pablo) haya trabajado o sufrido en el reino”.

Fuente: Notas Reeves-Partain

Mar 10:31; Luc 13:30.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

ñ 907 Mat 19:30; Mar 9:35; Mar 10:31; Luc 13:30

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

16 (1) Los postreros son los obreros contratados por la tarde, y los primeros son los que fueron contratados temprano. En cuanto al trabajo, los primeros anteceden a los postreros, pero en cuanto a recibir la recompensa, los postreros, llegan a ser los primeros. De este modo el Señor hace que los postreros sean primeros y los primeros postreros.

16 (a) Mat_19:30

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

El tema es el premio de la voluntad de servir, ya sea que uno venga temprano o tarde. Cristo no está enseñando ciencias económicas.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

postreros… M↓ añaden de Mat 22:14 : porque muchos son los llamados y pocos los escogidosMat 19:30; Mar 10:31; Luc 13:30.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

g 19.30; Mar 10:31; Luc 13:30.

20.16 M i añaden: porque muchos son los llamados y pocos los escogidos de 22.14.

Fuente: La Biblia Textual III Edición