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Comentario de Mateo 2:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Mateo 2:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Jesús nació en Belén de Judea, en días del rey Herodes. Y he aquí unos magos vinieron del oriente a Jerusalén,

2:1 Cuando Jesús nació — En cuanto al tiempo del nacimiento de Jesús, Luc 2:8 dice que «Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño». Esto indica que Jesús no nació en diciembre, sino en la primavera.

— en Belén de Judea, — lugar del nacimiento de David (1Sa 16:1; Luc 2:11), que estaba ubicado unos diez kilómetros al sur de Jerusalén. José y María habían venido desde su hogar en Nazaret a este pueblo porque salió un edicto de César Augusto, para que se hiciera un censo de todo el mundo habitado (Luc 2:1). Belén quiere decir casa del pan; el Pan de la vida nació en la casa del pan.

— en días del rey Herodes — un idumeo designado como Herodes el Grande; esto nos da una idea de la fecha del nacimiento de Jesús, pues Herodes murió poco después de nacer Jesús (2:20-22).

— (he aquí, LBLA; 2:1, 9, 13, 19; esta expresión se emplea 63 veces en este libro) vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, — El término mago se usaba en sentido malo (Hch 13:8; este «mago» no hubiera hecho un viaje para buscar al rey de los judíos), pero algunos (p. ej. MRV, ATR) piensan que probablemente estos magos eran de los sabios en los secretos de la naturaleza, la astrología y la medicina (compárense Dan 1:4; Dan 2:48). El celo de los magos era digno de alabanza. Aceptaron la luz que tenían y la siguieron. Compárese el viaje de la reina del Sur que «vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar» (Mat 12:42; 1Re 10:1-13).

Mateo no dice cuántos magos vinieron. La idea de «tres magos» (porque trajeron dones de oro, incienso y mirra) y que eran «reyes» y que sus nombres eran Gaspar, Baltasar y Melchor son ideas falsas de los que no se contentan con lo que la Escritura dice. (Los nombres de los magos se encuentran en el mismo texto que dice que Eva comió una manzana).

Mat 1:5 se refiere a dos mujeres gentiles en la genealogía de Jesús, y ahora (2:1) se refiere a los magos (gentiles) que siguieron la estrella hasta Belén para adorarle. Jesús alaba la fe de los gentiles (Mat 8:10; Mat 15:28).

De Mateo y Lucas aprendemos del nacimiento, la infancia y niñez de Jesús: «El nacimiento de Jesús (Mat 1:18-25; Luc 2:1-7), la alabanza de los ángeles y la adoración de los pastores (Luc 2:8-20), la circuncisión de Jesús (Luc 2:21), Jesús presentado en el templo y adorado por Simeón y Ana (Luc 2:22-38), los magos visitan al recién nacido Rey (Mat 2:1-12), la huida a Egipto y la matanza de los inocentes (Mat 2:13-18), el retorno de Egipto a Nazaret (Mat 2:19-23; Luc 2:39), la niñez de Jesús en Nazaret (Luc 2:40), la visita del joven Jesús a Jerusalén cuando tuvo doce años de edad (Luc 2:41-50), y los dieciocho años en Nazaret (Luc 2:51-52) («A Harmony of the Gospels» por ATR, citado por GE-TBW).

En cuanto al nacimiento de Jesús Pablo dice, «Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley» (Gál 4:4).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Cuando Jesús nació. Mat 1:25; Luc 2:4-7.

en Belén. Mat 2:5; Miq 5:2; Luc 2:11, Luc 2:15; Jua 7:42.

rey Herodes. Mat 2:3, Mat 2:19; Gén 49:10; Dan 9:24, Dan 9:25; Hag 2:6-9.

magos vinieron del oriente. Gén 10:30; Gén 25:6; 1Re 4:30; Job 1:3; Sal 72:9-12; Isa 11:10; Isa 60:1-9.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Los magos del oriente inquieren por el Cristo, Mat 2:1, Mat 2:2;

por lo cual Herodes se turba, Mat 2:3-8.

Son dirigidos por una estrella a Belén, lo adoran, y ofrecen sus presentes, Mat 2:9-12.

José huye a Egipto con Jesús y su madre, Mat 2:13-15.

Herodes manda matar a los niños, Mat 2:16-19;

él mismo muere, Mat 2:20-22.

Regresan a Nazaret, Mat 2:23.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Los eventos del capítulo Mat 2:1-23 probablemente ocurrieron algunos meses después del nacimiento de Jesús. Se pueden presentar diversas razones para respaldar esta conclusión:

(1) José y María estaban viviendo en una casa (Mat 2:11);

(2) se habla de Jesús como un niño, no como un infante (Mat 2:11);

(3) Herodes asesinó a todos los niños de dos años o menos (Mat 2:16); y

(4) habría sido extraño que José y María ofrecieran el sacrificio de los pobres: un par de tórtolas o dos palominos (Luc 2:24Lev 12:8), si los magos le acababan de entregar oro, incienso y mirra. Por lo tanto, los magos deben haber llegado después del sacrificio ritual descrito en Luc 2:22-24Luc 2:39. El rey Herodes es Herodes el Grande, quien reinó en Palestina desde el 37 a.C hasta su muerte, en el 4 a.C. Astuto gobernador y profuso constructor, Herodes tuvo un reinado marcado por la crueldad y el derramamiento de sangre. Se cuenta que Augusto César, el emperador romano, decía en paráfrasis a un juego de palabras griego, que él prefería ser la marrana de Herodes («cerdo» Gr.  hus) a ser su hijo (Gr.  huios). Su astucia y crueldad sanguinaria se confirman con la narración de Mateo en este capítulo. La palabra traducida por magos puede usarse para referirse tanto a hechiceros fraudulentos (Hch 8:9Hch 8:11Hch 13:6Hch 13:8) o, como en este caso, a cierto tipo de astrólogos más honorables. Evidentemente se trata de estos últimos en este caso. El hecho que fueran del oriente (probablemente de Persia) podría ayudar a explicar por qué estaban interesados en un Mesías judío. Estos hombres quizás conocían las escrituras judías de los israelitas que habían sido desterrados a Babilonia y Medo-Persia. Es especialmente factible que los escritos de Daniel, un hombre sabio en el reino babilonio, hubieran sido de especial interés para estos magos. Daniel tiene mucho que decir sobre la venida del rey de Israel, en particular sobre el tiempo de su llegada (Dan 9:24-26).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

MAGOS. Estos hombres eran probablemente miembros de una orden de eruditos religiosos de la región que ahora se llama Irán. Se especializaban en la astrología, la medicina y las ciencias naturales. Su visita ocurrió cuando Jesús tenía entre cuarenta días (Mat 2:22) y dos años (cf. v. Mat 2:16).

La importancia de este relato es que

(1) Jesús es digno de que toda la humanidad lo honre como rey, y que

(2) los no judíos están incluidos con los judíos en el plan redentor de Dios (cf. Mat 8:11; Mat 28:19; Rom 10:12)

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Capitulo 2.

La visita de los Magos, 2:1-12.
1 Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey He-rodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos, 2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que nació? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarle. 3 Al oír esto el rey Heredes, se turbó, y con él toda Jerusalén, 4 y, reuniendo a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Mesías. 5 Ellos contestaron: En Belén de Judá, pues así está escrito por el profeta: 6 “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ciertamente la más pequeña entre los príncipes de Judá, porque de ti saldrá un jefe que apacentará a mi pueblo Israel.” 7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, les interrogó cuidadosamente sobre el tiempo de la aparición de la estrella, 8 y, enviándolos a Belén, les dijo: Id a informaros sobre ese niño, y cuando le halléis, comunicádmelo, para que vaya también yo a adorarle. 9 Después de oír al rey, se fueron, y la estrella que habían visto en Oriente les precedía, hasta que, llegada encima del lugar en que estaba el niño, se detuvo. 10 Al ver la estrella, sintieron grandísimo gozo, 11 y, entrados en la casa, vieron al niño con María, su madre, y de hinojos le adoraron, y, abriendo sus cofres le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. 12 Advertidos en sueños de no volver a Herodes, se tornaron a su tierra por otro camino.

El evangelista precisa que el nacimiento de Cristo fue en Belén de Judá para diferenciarlo de otro Belén situado en la tribu de Zabulón (Jos 19:15). La escena es introducida bajo una indicación cronológica amplia: sucede “en los días del rey Herodes.” Se refiere a Herodes el Grande, que reinó del 37 al 4 antes de Cristo, ya que la cronología sobre el nacimiento de Cristo está mal fijada. En esta época narra la venida de unos “magos de Oriente” a Jerusalén.
De las investigaciones hechas por G. Messina 1 ex profeso sobre este tema, la palabra “mago” parece derivarse de la forma persa “maga,” don, que es la revelación del Sabio del Señor, anunciada primeramente a Zoroastro. Aparecen en su primera época como una casta sacerdotal de Media y Persia. Es trabón dice de ellos que eran “celosos observadores de la justicia y de la virtud.” 2 Y Cicerón añade que son “la clase de sabios y doctores en Persia.” 3 En una segunda época tardía, después de la conquista de Babilonia, degeneraron y pasaron a ser nigromantes y astrólogos en el sentido peyorativo. San Jerónimo dice: “La costumbre y lenguaje popular toma los magos por gente maléfica.” 4 Los magos que aquí presenta el evangelio aparecen como personajes importantes y hombres dedicados al estudio, principalmente de los astros.
No eran, por tanto, reyes. Ni por su nombre, ni por su origen, ni por el modo como Herodes los recibe y marchan a Belén. El llamarles así nace por influencia del salmo 72, en que se dice que “los reyes de Tarsis y de las islas le ofrecían dones (al Mesías).” El primero que lo afirma es San Cesáreo de Arles, en el siglo V, en un sermón falsamente atribuido a San Agustín 5. El arte los representa como tales desde el siglo VIII 6. En las pinturas de las catacumbas de Santa Priscila, de comienzos del siglo II, se los representa como nobles persas.
Sobre su número y nombre no hay nada cierto. Las pinturas de las catacumbas y antiguos monumentos los representan a veces en número de dos (siglo III), cuatro en las catacumbas de Domitila (siglo IV) y llegan a veces al número de seis y hasta doce en algunas representaciones sirias y armenias 7. Los nombres son legendarios y les son dados en el siglo VII o principios del VIII. Los hoy corrientes se los da, en el siglo IX, el historiador Agnello en su obra Pontificalis Ecclesiae Ravennatis.
¿De dónde proceden? El texto dice que “de Oriente,” o mejor aún, “de las regiones orientales.” Ellos mismos dirán que vieron su estrella “en Oriente.” Sin embargo, al tratar de precisar la región, surgen las divergencias. Pudiera ser Persia, país originario de los magos. Esta es la opinión de la mayoría de los Padres y así son representados en varias catacumbas y aun en la iglesia de Belén, del siglo IV. Caldea – Babilonia -, además de ser país de magos, estuvo en contacto con Israel y pudo conocer sus esperanzas mesiánicas. Sin embargo, no parece que sea este país, pues es considerado más bien como “el septentrional” (Joe 2:20). Y está, por fin, Arabia, país del Este por excelencia, porque su comercio y las invasiones a Palestina se hacían por Moab y el Jordán. En estas regiones se encontraba el país de los nabateos, donde residían gran número de judíos con frecuentes relaciones con Palestina. Es probable, pues, que el relato de Mateo se refiera a esta gran zona de Arabia. Así lo afirman San Justino 8 y San Epifanio 9.
La llegada de los Magos a Jerusalén fue diversamente interpretada en la tradición. La opinión más frecuente en los Padres es que fue poco después del nacimiento de Cristo. Sin embargo, la opinión ordinaria es que se pone sobre año y medio después, ya que Herodes da la orden de matar a los niños de “dos años abajo.” La razón que alegan para su venida es para adorar al nacido Rey de los judíos, pues han visto “su estrella” en Oriente. En el mundo de la astrología los hombres se consideraban regidos por los astros. En la antigüedad estaba difundida la creencia de que el nacimiento de los hombres principales iba precedido de un signo celeste.
Varias fueron las teorías propuestas sobre esta estrella que vieron los Magos. Kepler 10, en 1603, sostuvo que esta estrella no fue otra cosa que la “conjunción” de los planetas Júpiter con Saturno el 21 de mayo del 747 de Roma, tres años antes de la muerte de Herodes. Orígenes proponía que se trataba de un cometa. Casualmente, el nacimiento de Mitrídates y Augusto fue precedido por la aparición de un cometa.
Todas estas interpretaciones están al margen del texto, en el cual, o se trata de un recurso literario, o, de lo contrario, el evangelista presenta esta estrella con un carácter sobrenatural. Pues se les aparece y desaparece; les va guiando y camina delante de ellos; llegada sobre el lugar donde estaba el Niño, se paró. Su semejanza puede encontrarse en lo que se lee en el éxodo: que “una columna de fuego, en la noche, iba delante de ellos” en el camino de Israel por el desierto (Exo 13:21).
El que los Magos conocieran que aquella estrella anunciaba el nacimiento del “Rey de los judíos,” además de la ilustración y moción sobrenaturales que había que suponer, se realizó por algo que estaba en el ambiente. Era entonces esperado el Mesías, expectación que difundieron los judíos en su cautividad de Babilonia y en la Diáspora, y que reflejan los evangelios en la predicación del Bautista y los escritos de Qumrán y Flavio Josefo. Hasta en el mundo pagano había trascendido. Suetonio escribe: “Era una antigua y firme creencia difundida por todo el Oriente que el imperio del mundo lo alcanzaría hacia esta época un hombre salido de Judea.” 11
Habiendo visto la “estrella del Rey de los judíos,” se encaminan a Jerusalén. Pensaban que el acontecimiento era del dominio público. Por ello preguntan, sin más, dónde estaba el Rey de los judíos que había nacido y venimos para adorarle. Lo que evoca el Sal 72:11. Y, a pesar de que su presencia en Jerusalén no debió de llamar la atención, acostumbrada a diversas caravanas, la noticia llegó a Herodes, quien temió que pudieran crearle revueltas y peligros políticos. Como su policía y espionaje estaban montados en todas partes 12 y nada había de particular, temió aún más por si esta conjura estuviera organizada desde fuera. Por eso “se turbó, y toda Jerusalén con él.” ¿Fue por creerse que había nacido ya el Mesías por lo que se turbó Jerusalén? Unos catorce años después de esta escena, a la muerte de Arquelao, surgieron varios pseudomesías 13. Probablemente esta turbación era debida a un complejo de causas: el anuncio insólito del nacimiento del Mesías, el temor, con ello, a los “dolores mesiánicos” y el miedo a las feroces represalias de Herodes.
Ante este hecho, Herodes convoca a “todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo.” El Sanhedrín era el Gran Consejo de la nación. Constaba de 71 miembros, divididos en tres grupos: príncipes de los sacerdotes, que eran los ex sumos sacerdotes, y representaban a las grandes familias sacerdotales; los escribas, cultivadores e intérpretes de las Escrituras, y los ancianos, representantes de los sectores importantes de la nación. El Consejo estaba presidido por el sumo sacerdote. Hacía tiempo que Herodes (a.30 a.C.) había prescindido del Sanhedrín para evitar oposiciones, y convocaba consejos particulares a la medida. Pudo ser así – sólo cita a sacerdotes y escribas – lo que a veces está por todo él, o por haberlo convocado con habilidad política. Y, reunidos, les pregunta “dónde había de nacer el Mesías.” Le contestaron con el texto de Miqueas: “Y tú, Bethlehem Efrata, eres pequeña entre los miles de Judá: de ti saldrá para mí (un príncipe) que sea dominador en Israel” (Miq 5:2). La palabra “miles” (be’alpe) puede significar que Belén no llega a mil habitantes, o que es pequeña entre las de mil. Por un procedimiento conocido, Mt sólo cita la sustancia del texto, modificándolo y destacando lo que le interesa: el nacimiento allí del Mesías y la gloria que se le seguiría a Belén.
Entonces Herodes mandó llamar “en secreto a los Magos” y “les interrogó cuidadosamente sobre el tiempo de la aparición de la estrella.” Lo hizo en secreto, personalmente, como era su costumbre. Josefo cuenta que Herodes mismo, “frecuentemente disfrazado con traje de hombre privado, en las noches, se mezclaba entre las turbas para experimentar y saber por sí mismo lo que sentían de su reinado” 14. Cerciorado de este dato, le interesaba actuar con astucia, temiendo pudiera ser un enredo político, tramado contra él desde fuera. En su mismo palacio se habían urdido conjuras, bajo el pretexto de la aparición próxima del Mesías, que terminaron en sangre 15.
Con el consejo que les da de volver a él para poder ir a “adorarlo,” no en el sentido religioso, sino de acatamiento externo, se pusieron en camino hacia Belén y vieron de nuevo la estrella, que les guió hasta la casa donde estaba el Niño. No es probable que fuese la gruta, como afirma San Justino 16. Al año y medio del nacimiento de Cristo, lo natural es que hubiesen ocupado una modesta casa. Allí, “postrándose” en tierra al estilo oriental, que revestía varias formas 17, “le adoraron.” Y “abriendo sus cofres,” le ofrecieron sus dones, “oro, incienso y mirra,” dones principescos, como en otro tiempo la reina de Saba ofreció a Salomón (1Re 10:12-13; Isa 60:6). Hecho esto, y “advertidos” en sueños que no volviesen a Herodes, se volvieron a su tierra por otro camino; frase vaga, usual (1Re 13:9.10) usada, sea por ignorarse esa ruta, sea por un simple cierre literario 18.

La huida a Egipto y matanza de niños en Belén,1Re 2:13-18.
13 Partido que hubieron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estáte allí hasta que yo te avise, porque Herodes buscará al Niño para quitarle la vida. ‘4 Levantándose de noche, tomó al Niño y a la madre y partió para Egipto, 15 permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes, a fin de que se cumpliera lo que había pronunciado el Señor por su profeta, diciendo: “De Egipto llamé a mi hijo.” 16 Entonces Herodes, viéndose burlado por los magos, se irritó sobremanera y mandó matar a todos los niños que había en Belén y en sus términos de dos años para abajo, según el tiempo que con diligencia había inquirido de los magos. 17 Entonces se cumplió la palabra del profeta Jeremías, que dice: 18 “Una voz se oye en Rama, lamentación y gemido grande: es Raquel, que llora a sus hijos y rehusa ser consolada, porque no existen.”

La huida a Egipto,1Re 2:13-15.
Cuando “habían partido” los Magos, “el ángel del Señor” se apareció a José en sueños y le ordena que tome al Niño y a su madre y huya a Egipto. “Huye,” le dice. Término expresivo que condena por sí mismo toda literatura apócrifa basada en milagros para hacer más fáciles las cosas. José, con toda prontitud, se levantó, en la noche, y partió para Egipto. En Mt las apariciones son en sueños, como en el documento elohísta.
Egipto era el país clásico de refugio político por ser provincia romana. Había allí muchos judíos, colonias florecientes y barrios habitados por ellos y prestaban socorro a sus conciudadanos. J. Juster 19 enumera una larga lista de ciudades egipcias en las que moraban colonias judías.
El camino posible para ir era doble. Uno, el más fácil, por la vía de la costa, hasta llegar al Waddi el-Arish, que era el límite de Egipto. Pasaba por Ascalón y Gaza y seguía por Raphía hasta Casium y Pelusa. El otro, por el desierto.
Nada se sabe sobre su establecimiento, aunque se señalan diversos lugares, como El Cairo, Koshám y hasta Hermópolis, en el, alto Egipto. Allí permanecieron hasta el nuevo aviso del ángel. Cuando éste llegó, Mateo dirá que se cumplía lo que el Señor había pronunciado por su profeta: “De Egipto llamé a mi hijo” (Ose 11:1). Aunque el profeta lo refiere a Israel, “mi hijo,” esto mismo lo podía decir Dios de su verdadero Hijo. Hay además en todo el episodio un trasfondo del éxodo.
matanza de niños en belén. 2:16-18
Herodes, considerándose burlado por los Magos, “se irritó grandemente” y, temiendo una conjura solapada de tipo mesiánico, dio la orden brutal de que se “matase en Belén y su término a todos los niños de dos años para abajo, según el tiempo que con diligencia había inquirido de los Magos.”
Esta reacción era normal en Herodes. Según cuenta Josefo, mandó matar a su yerno José, a Salomé, al sumo sacerdote Hircano II, a su mujer Mariamne, al hermano de ella Aristóbulo, a la madre de éstos, Alejandra; a los mismos hijos de él: Alejandro, Aristóbulo y Antípater; a Kostobaro, noble idumeo; y hasta hizo que se encerrasen en el anfiteatro de Jericó a todos los nobles judíos y dio la orden de que, a su muerte, se los matara a flechazos, aunque la orden no se cumplió 20. Nada, pues, significaba para este tirano el matar a un grupo de pequeños aldeanos de Belén y sus suburbios.
No se sabe cuántos serían. Tomando por base un Belén de mil personas y teniendo en cuenta todos los datos demográficos, índice de natalidad y mortalidad, etc., se pueden calcular en unos veinte niños 21. La Iglesia los venera como santos y como mártires, ya que, como dice bellamente San Agustín, “con razón pueden llamarse primicias de los mártires los que, como tiernos brotes, se helaron al primer soplo de la persecución, ya que no sólo por Cristo, sino en vez de Cristo, perdieron su vida.” 22 Así se cumplió lo que dice Jeremías (Jer 31:15), añade Mateo: “Una voz se oyó en Rama, lamentación y gemido grande: es Raquel que llora a sus hijos y rehusa ser consolada, porque no existen.” Aunque esta cita se refiere a las concentraciones de judíos que Nabucodonosor hizo en Rama, a unos nueve kilómetros al norte de Jerusalén 23, para ser deportados a Babilonia (Jer 40:1), y que Raquel llora al partir, Mateo la evoca aquí de nuevo. Raquel – gran antepasado de Israel – podría llorar a estos hijos suyos inocentes, pues su sepulcro se encontraba en “el camino de Efrata, que es Belén” (Gen 35:19). En esta evocación se quiere personificar el duelo nacional ante aquel crimen.
Sin embargo, el conjunto del texto presenta dificultades histórico-exegéticas muy serias.

El retorno a Nazaret,Gen 2:19-23.
19 Muerto ya Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto 20 y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel, porque son muertos los que atentaban contra la vida del Niño. 21 Levantándose, tomó al Niño y a su madre y partió para la tierra de Israel. 22 Mas, habiendo oído que en Judea reinaba Arquelao en lugar de su padre Herodes, temió ir allá, y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, 23 yendo a habitar en una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliese lo dicho por los profetas, que sería llamado Nazareno.

Herodes murió poco antes de la Pascua del 750 de Roma. El decir Mateo que habían muerto “los que atentaban contra la vida del niño” es una reminiscencia del libro del éxodo. Allí se dice a Moisés, que estaba escondido en Madián: “Ve, retorna a Egipto, pues ya han muerto los que buscaban tu vida” (Exo 4:19), que era, como el texto dice, el faraón (Exo 2:15-23).
Sin embargo, como Herodes nombró heredero del trono a su hijo Arquelao (aunque el César sólo le concedió el título de “etnarca”), y éste mostró una crueldad semejante a la de su padre, por lo que nueve años más tarde fue desterrado a Viena de Gala 24, José temió ir allá y vino a establecerse en Nazaret. Caía así bajo la jurisdicción de Antipas, que, aunque sensual y astuto, se mostró benévolo en su gobierno. Así la ida a Nazaret, villorrio insignificante que no es citado nunca fuera de los documentos cristianos hasta el siglo VIII, en una elegía judía de Kabir 25, sirvió, según Mateo, “para que se cumpliera lo dicho por los profetas: que Jesús sería llamado Nazareno.”
Esta profecía no está en la Escritura, por lo que el problema se centra en saber si es una interpolación, una profecía perdida o la palabra nazareno estaría como sinónimo de despreciable, por lo insignificante de Nazaret, o de la raíz netser, “retoño” 26. Parece más bien indicar el retoño mesiánico de Isaías o el retoño de los profetas, dado el gusto oriental por el juego de palabras. Aquí, entre Nazaret y Nazoraios. Allí iba a crecer este “retoño” y de allí saldría para su obra mesiánica.
También se ha puesto en relación con el Santo de Dios (Mar 1:24; Luc 4:30). Los LXX, en Jueces (Luc 16:17), traducen nazir por “santo de Dios.” En Is (Luc 4:3) al “resto” se lo llama “santo.” Cristo sería “nazireo,” “santo,” por salvar – como “resto” – a la matanza de los Inocentes27. Zolli, basándose en Jeremías (Luc 31:6), en los notzerim, vigías para ir a Sión, ve en Cristo el gran notzer de la Buena Nueva 28. También se lo quiere poner en relación con el hebreo “nazur” = guardado por Dios de estas matanzas; “guardado” por Dios para su alto destino 29.

Historia y “midrash” en los capítulos 1-2 de Mateo.
Los “evangelios de la infancia” – capítulos 1-2 de Mt y Lc – han sido muy cuestionados en su valoración. La abundancia de milagros e intervenciones sobrenaturales, en contraste con la moderación de los mismos en el resto de los relatos de la vida de Cristo – excepto en tentaciones y Getsemaní -, hace pensar. El milagro existe, pero sometido a una economía de excepción. Sin duda que “a fortiori” han de estar al servicio de Cristo, pero los datos evangélicos los presentan en forma moderada y con una finalidad muy específica, frente al “maravillosismo” de estos capítulos, aunque también moderados en comparación con los apócrifos.
Una lectura cuidadosa de los mismos da la impresión de ver que la finalidad primordial de ellos no es “cronística,” sino preferentemente “teológica” y “edificante,” sin que ello niegue lo que haya de “histórico.” Se piensa en narraciones afines a las narraciones judías midráshicas.
La concepción midráshica. – El midrash no exige ser una ficción. Es frecuentemente una interpretación libre y adornada con fines didácticos, de núcleo histórico sobre la Biblia. Es ordinariamente una historia narrada libremente en función de una finalidad concreta, mejor penetración del A.Τ., ο un enfoque teológico o parenético. Es, por ello, una actualización de la Escritura en forma muy libre. A veces el midrash se compone, no ya de un comentario partiendo de un dato del A.T., sino que es un mosaico más o menos compacto de textos bíblicos. El uso judío de este procedimiento era normal y abundante.
El “evangelio de la infancia” y el kérigma primitivo. – El “evangelio de la infancia,” en general, no depende del kérigma primitivo. Este tenía por esquema la vida pública de Cristo, comenzando por la predicación del Bautista, como se ve en los sinópticos y en los Hechos de los Apóstoles. Además, si se hubiese predicado la infancia de Cristo en el kérigma oficial, pronto se hubiese formado un esquema más o menos fijo en su exposición y se hubiese percibido en estos relatos de Mt-Lc. Sin embargo, no exige esto que los evangelios de la infancia sean tardíos. Se ve su diferencia con el “maravillosismo” exuberante e inverosímil de los apócrifos. Ya desde primera hora tuvo que tener el máximo interés el conocer los orígenes e infancia de Cristo por diversos grupos cristianos, tales como sus familiares, mujeres cristianas, y los apóstoles mismos, especialmente San Juan, que se encarga de la custodia de la Virgen. María y José fueron seguramente las “fuentes” de varios de estos datos (Luc 2:51). La historicidad fundamental de varios de ellos se impone incluso como exigencia apriorística.
Relación entre los evangelios de Mt-Lc. – Manifiestamente, ni Mt ni Lc se conocieron en sus obras. De haber sido así, hubiese habido interdependencia entre ellos: v.81., en Lc no hubiese faltado el episodio de los Magos o escenas siguientes, lo mismo que en Mateo se percibiría otra forma de relatar, probablemente, la anunciación, etc. Más aún, se hubiesen armonizado mejor sus relatos, pues Mt lleva al Niño de Belén a Nazaret, pasando por el destierro con una relativa larga permanencia allí, mientras Lc lo lleva directamente de Belén a Nazaret en seguida de la purificación.
Sin embargo, hay datos coincidentes del máximo interés entre ambos lados:
1) Una virgen llamada María (Mat 1:18-20; Luc 1:27).
2) Desposada con un varón llamado José (Mat 1:18-20; Luc 1:27), que era de la estirpe de David (Mat 1:16.20; cf. Mat 1:1; Luc 1:27; cf. 1:31; 2:4; 3:23-31).
3) María concibió virginalmente por obra del Espíritu Santo (Mat 1:18.20; Luc 1:35).
4) El Niño, conforme a indicación del ángel, se llamará Jesús (Mat 1:21.25; Luc 1:31; Luc 2:21).
5) Es concebido cuando aún no convivían juntos (la interpretación es discutida, pues se discute si María estaba sólo “desposada” o “casada”). El Niño nace cuando ya vivían en la misma casa (Mat 1:24-25; Luc 2:5).
6) El nacimiento es en tiempo de Herodes el Grande (Mat 2:1; Luc 1:5; cf. 2:2).
7) Nace en Belén de Judá (Mat 2:1-5.6-8; Luc 2:4-5.11.15).
8) Luego establecen su residencia en Nazaret (Mat 2:23; Luc 2:39.51). Estos datos independientes de Mt-Lc hacen ver que son anteriores a ellos. Y que se recogen como históricos – se ve a través de los evangelios -, y alguno de ellos es de fe: la concepción virginal.

Los dos capítulos de Mt. – Estos son también independientes entre sí. Las escenas del c.2 son autónomas con relación al primero; no necesitarían de él para tener su personalidad. No necesitan depender del c.l. Además tienen una homogeneidad compacta, aunque no hubieran sido todas las escenas primitivas; la escena de los Magos explica todas las escenas siguientes, y éstas sin la de los Magos no tiene explicación de enmarque lógico.
Mat 1:1 es la tesis de estos dos capítulos. Pero en él se altera el esquema rígido de “tal engendró a tal” al llegar al Jacob del v.16. No dice: Y Jacob engendró a José, y José engendró a Jesús, sino que, para destacar la concepción virginal de María, dice: “Jacob engendró a José, el varón de María, de la cual nació Jesús, el cual es llamado Cristo (Mesías).” Lo que viene a confirmar, según su procedimiento, el hacer ver que las profecías rubrican el mesianismo de Cristo.
Mt en el c.2 quiere probar también que Cristo es el Mesías. Para ello utiliza una “geografía cristológica” (K. stendahl). Va a describir el viaje del destierro de Cristo para hacer ver que cada episodio “cumple” una profecía mesiánica. Es un propósito y procedimiento distinto de Lc. No le basta decir que Cristo es descendiente de Abraham y David y que nació en Belén, pues otros muchos tenían estas mismas características. Busca el cumplimiento en él de profecías mesiánicas, aunque usadas con gran libertad. Si estos pasajes a los que aplica las profecías – se puede preguntar – no fuesen fundamentalmente históricos, ¿por qué las aplica a ellos, cuando podía haber usado otras profecías más oportunamente para otros pasajes especialmente elegidos o fingidos?
Los esquemas literarios. – Para escribir la infancia de un futuro héroe parecía normal, dados los gustos ambientales, que se inspirase para su relato, salvado el núcleo histórico, en los procedimientos midráshicos en uso. Es ya la impresión que da una primera lectura de Mt en su c.2. Estos esquemas podían ser de diverso origen:
a) Influencias de héroes gentiles. – Las características que da su análisis son tres: ser hijos de reyes nobles (= Buda); ser anunciados por los dioses, en forma variable, pero siempre prodigiosa (= Augusto), y mostrar ya dificultades en la infancia del futuro héroe. ¿Conocía Mt alguna fuente preexistente, v.gr., romana (relato de Suetonio sobre Augusto)? Estas coincidencias muestran la existencia de ciertos patrones literarios o espontáneos.
b) Influencias de personajes bíblicos: Moisés. – Ya “a priori” se espera que, de fijarse en patrones literarios, Mt se fije en los bíblicos. Aquí es especialmente Moisés, pero no en lo que narran de él las fuentes canónicas, sino preferentemente lo que dicen del mismo los relatos midráshicos y Josefo. Aunque estos relatos son muy tardíos en Josefo, es muy posible que sean muy antiguas las tradiciones preliterarias de los mismos. Las coincidencias son éstas:
Nacimiento previamente anunciado de un niño israelita que destruirá a Egipto y sacará a Israel de ese país. Se hace en varias formas, según los relatos: en un “sueño” al faraón, o se le comunica por uno de los príncipes, Balaam o un eunuco; también los astrólogos le explican que ha nacido el salvador de Israel. En Josefo se lo anuncian al faraón en un “sueño” y también por un escriba sagrado (Josefo, Antiq. II, IX, 2205; Targum de Jerusalén. Misdrash rabba sobre Exo 1:22).
Los egipcios se “espantan” al enterarse del anuncio. – El faraón consulta a sus sabios y ordena una matanza general de los niños hebreos, fundado en la advertencia que le hace el príncipe y la interpretación del “sueño” (Crónica de Moisés I).
En esta matanza de niños se “escapa” el libertador (Ex 1:15-17; 2,lss), aunque por motivo muy distinto (Crónica de Moisés p.l).
En éxodo (2:12.15) se cuenta también la huida de Moisés a Madián para escapar más tarde, y por otro motivo, de las manos del faraón. Dios le manda volver a Egipto (Exo 3:10) y Moisés volvió (Exo 4:19.20) con su mujer e hijos. La frase que pone éxodo (Exo 4:19): “porque han muerto todos los que buscaban tu muerte (de Moisés),” es copiada literalmente por Mt.
Ante tantas convergencias, no sólo parece verse – aunque son muchas las diferencias – un paralelismo literario, sino también un cierto influjo de estas “fuentes” en Mt. Se podría pensar si Mt usó sólo estos esquemas literarios por razón del gusto y procedimientos ambientales, o si pretendió directamente presentar a Cristo como el nuevo Moisés, libertador del nuevo “pueblo de sus pecados” (Mat 1:21). Para Dupont esto último se demuestra por “lo minucioso y a veces rebuscado del calco,” aparte que se ve en otros pasajes evangélicos sugerido este tema, v.gr., tentaciones, multiplicación de panes.
c) Paralelismo entre Cristo e Israel. – Debe de haber otro tema enlazado con el de Moisés: la “tipología” Cristo-Israel. Es claro en Mt por la cita que hace de Oseas (Mat 11:1 = Mat 2:15). Esta citación se esperaría, siguiendo el procedimiento de Mt, después de la vuelta de Egipto (Mat 2:21), pero la situación violenta en que está puesta muestra más aún el interés de Mt por este tema.
Daube piensa en la influencia directa en el pasaje de la cita de Oseas por Mt de un midrash sobre la persecución de Labán contra Jacob-Israel. Labán trató de destruir a toda la familia de Jacob. Pero éste “bajó a Egipto empujado por la palabra de Dios.” El midrash es muy antiguo: siglo 3-2 a.C. Es un comentario a Deu 26:5-8. Este midrash se leía en la liturgia de la víspera de Pascua. Los cristianos de origen judío querían seguir celebrando la antigua fiesta de la Pascua, y veían que el antiguo éxodo tenía cumplimiento en el nuevo. Conociendo tan bien este midrash, fueron los que habrían proyectado la huida a Egipto y la matanza de los Inocentes sobre estos relatos. Así Labán, lo mismo que Herodes, quisieron impedir la ida del pueblo Jacob-Israel-Jesús a Egipto, y, para ello, ambos quisieron matar a toda la familia: la de Jacob (Labán) y la de niños betlemitas (Herodes). Pero Jacob (Israel)-Jesús lograron escapar de Labán-Herodes, bajando a Egipto “impulsados por la palabra de Dios,” tanto Jacob como Jesús (el sueño de San José en el que recibe la orden, pues Cristo es niño, de ir a Egipto). La promesa hecha a Jacob de volver de Egipto a Israel se cumple, pues aunque se refería al volver de sus restos, en semita, como su pueblo desciende de él, en la vuelta del pueblo se ve su retorno. Y así lo interpretaron los rabinos. Más aún, el midrash citado comienza con la bajada de Jacob a Egipto y termina con el éxodo mosaico. Así, este “tipismo” se veía en la vuelta de Cristo, máxime en Mt con la cita de Oseas.
Bourke piensa que la conexión entre Mat 2:13-18 y el midrash es demasiado notable para ser casual.
Lo que destacan los críticos es que aquellos escritores de la antigüedad judía eran más complejos e intencionados de lo que se podría pensar. Aquí sólo con un paralelismo entre Israel-Jesús parece poder explicarse bien la cita de Oseas.
d) El midrash de Abraham. – En él se dice que al nacer Abraham se había visto una estrella en el cielo por los astrólogos, la cual se comió a otras cuatro, por lo que era un presagio. Este midrash es muy tardío. Si la tradición anterior al mismo existiese en tiempo de Mt, acaso hubiese podido ser utilizado este dato, ya que Mt habla de Jesús “hijo de Abraham” (Mat 1:1). Pero el paralelismo parece muy remoto y lo de la “estrella” era un elemento que flotaba en el ambiente sobre el nacimiento de personajes.

¿Qué Influjo han podido tener todos estos factores en el relato de Mt?
Las profecías del A.T. no han sido la base creadora de los relatos en que se las cita. Hay datos anteriores a Mt de la tradición, como antes se ha visto. A este propósito son la concepción virginal, nacimiento en Belén y residencia en Nazaret. A ellos les aplica profecías, pero no pueden ser para crear estos hechos anteriores a su uso por Mt, sino para confirmar con profecías el valor mesiánico que tienen.
Están las profecías de Oseas (Mat 11:1), Jeremías (Mat 31:15), el episodio del retorno a Nazaret, en el que se cita a “los profetas” (Mat 2:23), Miqueas (Mat 5:2).
La profecía de Oseas parecería una acomodación libre. Pero, admitido el tema subyacente de la “tipología” Israel-Jesús, hay una base más honda. Supuesta la huida a Egipto – sea por tradición histórica aprovechada o como producto de esta misma teología -, a Mt le interesaba citar a Oseas para, conforme a su procedimiento, seguir mostrando proféticamente la mesianidad de Cristo.
La profecía de Miqueas (Mat 5:2) no crea tampoco el relato de los Magos de ir a Belén. El nacimiento de Cristo en Belén es un dato de la tradición anterior a Mt. Este sólo, de paso, utiliza el dato para probar, una vez más, la mesianidad de Cristo.
El pasaje de Jeremías (Mat 31:15) no crea la narración de Mt sobre la matanza de los Inocentes, pues el texto de Jeremías habla de una “deportación de gentes cautivas. Una tradición ponía la tumba de Raquel cerca de Belén. El dato de la tradición, anterior a Mt, podía muy bien usar esta tradición de Raquel junto a Belén para que llorase los niños muertos allí. Pero si la profecía hubiese hecho nacer el relato – ¿cómo pasar de “deportación” (Jer) a “matanza” (Mt)? -, la profecía hubiese situado el hecho en Rama, al norte de Jerusalén (Jer 31:15), y los niños lógicamente hubiesen sido de la tribu de José o Benjamín.
El episodio de Nazaret. – La tradición ponía el retorno de Cristo y su residencia en Nazaret. Mt, al no encontrar una profecía específica en la “geografía cristológica” para confirmar aquí su tesis mesiánica, apela a lo que dicen “los profetas.” Esta libertad máxima en la citación de los textos proféticos es una buena confirmación de que las profecías que se citan no crean los relatos a los que ellas afectan, pues, sobre todo aquí, hubiese “inventado” otro episodio al que aplicarle una profecía oportuna, u omitiendo éste.
¿Influjos de las infancias de héroes extrabíblicos? – En estos patrones no hay un esquema uniforme, aunque hay tendencia a lo maravilloso. El modo concreto como se realiza se debe a razones particulares. Acaso hay influjo de estos moldes literarios en el anuncio a San José “en sueños.” Pero admitido el dogma de la concepción virginal de María, muchos datos hubieron de pasar en forma histórica muy parecida. Aparte que los datos fundamentales son de la tradición anterior a Mtg, como antes se dijo.
¿Influjo de la figura de Moisés? – Como se vio arriba, parece haber una influencia literaria de Moisés: elementos parte del éxodo y, sobre todo, de los midrashim y Josefo. Acaso han podido influir en el relato mateano el anuncio “en sueños” a San José, el que Herodes “consulte” al grupo de sanhedritas y la “turbación” de Jerusalén. El que los protagonistas se “salven”: Cristo, niño, y Moisés, de joven, ambos con la “huida,” no tienen verdadero paralelo. También es muy distinto cómo perecen los niños hebreos en Egipto y la “matanza” de niños en Belén, aparte de ser los motivos muy distintos (Exo 1:1 Oss; Mat 1:16).
El concepto teológico de Mt que dice que Cristo “salvará al pueblo de sus pecados” (Mat 1:21) no tiene paralelo.
En cambio, está copiada al pie de la letra la frase de éxodo (Mat 4:19) sobre Moisés (Mat 2:20).
Todos estos datos, ¿no serán premateanos y usados por él para su específica teología mesiánica?
¿Influjo de la “tipología” Israel-Cristo? – Es perceptible por la cita de Oseas. Acaso dependa de este paralelismo literariamente el relato de la ida de Cristo a Egipto y su vuelta, y todo según la palabra de Dios.
Un nuevo dato a tenerse en cuenta, – El año 66 (d.C.), el rey mago Tirídates hizo un viaje con gran acompañamiento de magos a Roma para reconocer a Nerón como a dios (Suet., Ñero XXX, 30; punió, Nat. Hist. XXX 16); Dioncasio, Hist. Rom. LXIII 1-2). ¿Acaso puede influir este viaje en el viaje de los magos de Oriente?

El tema del c.2 de Mt.
La lectura del capítulo 2 de Mt hace perceptibles dos temas conjugados: Cristo nuevo Moisés y la “universalidad” de la salvación. Este es perfectamente perceptible al venir a reconocer a Cristo-Mesías gentes no judías. El capítulo 28 termina con esta misma “universalidad” (Mat 28:19), y viene a formar así una “inclusión semita” en su evangelio. Pero este tema parece sugerir una elaboración no primitiva, sino más tardía.
El otro tema de Cristo nuevo Moisés se percibe igualmente, pero a través de un procedimiento especial. Este tema mosaico era conocido de la cristiandad primitiva y se refleja en diversos pasajes evangélicos. De la lectura del éxodo y de los pasajes midráshicos antes citados se ven una serie de elementos que aparecen como un posible “doble” de la descripción de este pasaje de Mt. Es verdad que no tienen el mismo desarrollo o motivo, pero sí se relata una coincidencia evocadora de un mismo hecho – v.g., huida, matanza. -. Es un procedimiento literario judío conocido. Las consideraciones citadas de Daube y, sobre todo, de Bourke, son de gran interés. Puede verse un esquema de estos paralelos.

Moisés Amrán, padre de Moisés, sabe en “sueños” el nacimiento del futuro libertador de Israel, su pueblo. El Faraón conoce por – se dividen los relatos – los “astrólogos-magos” el nacimiento de un niño que liberará y sacará a Israel de Egipto. Los egipcios se espantan al saberlo. El Faraón consulta a sus sabios. El Faraón ordena una matanza general de niños hebreos. Hasta el resplandor de una estrella, se supone iluminó la casa donde nació Moisés. (Ex Rabba 1:20; Cron. Moysi 2; etc.). La orden de matanza se cumple, pero se escapa Moisés. Moisés se escapa dos veces de la muerte: una de niño, y la otra huyendo, de joven, a Madián. Muertos quienes deseaban matar a Moisés, el ángel del Señor le ordena regresar de Madián a Egipto. La orden se ejecuta. Cristo. José, padre “legal” de Jesús, conoce en “sueños” el nacimiento y misión del futuro libertador de “su pueblo”: “lo liberará de sus pecados.” Herodes conoce por los “magos” – ¿hay influjo del viaje de Tirídates, mago en este relato? – el nacimiento del Mesías, salvador de su pueblo. Al oír esto se turbó Herodes y toda Jerusalén. Herodes consulta al sanedrín. Herodes ordena la matanza de los niños de Belén. La estrella de los magos se para en Belén encima de la casa donde está el Niño. La muerte de los niños en Belén se cumple. Pero el Niño se libra de ella. Cristo se libera huyendo a Egipto Muerto Herodes, el ángel se aparece a José y le dice vuelvan a Israel. Y se copia textualmente la frase del ángel a Moisés. La orden se cumple.

Parece que hay contactos literarios u orales – a veces copias – entre ambas narraciones. Conforme a estos procedimientos, se destaca a Cristo como el nuevo Moisés: es el nuevo liberador (aquí del pecado), el nuevo legislador, el nuevo creador del nuevo Israel-Iglesia.
Naturalmente, en todo el conjunto de datos con los que Mt elabora las estructuras de estos dos temas del cap.2, unos son de fe (concepción virginal.), otros histórica-bíblicamente ciertos (nombres de Jesús, María, José, matrimonio, nacimiento en Belén.), y otros, si alguno puede tener un fondo histórico (Bourke), están manifiestamente seleccionados y tratados con una libertad midráshica clara, y cuyos patrones pueden haber sido todos o algunos de los antes citados. Para Dupont esta dependencia en varios pasajes se muestra por lo “minucioso y a veces rebuscado del calco.”29

1 G. Messina, Der Ursprung der Magier und die zarathustrische Religión (1930). – 2 Estrab., XV 3:1; XVI 2:39; Herod., VII 131. – 3 Cicerón, De divin. I 1; II 42. – 4 In Dan. II 3. – 5 Patrizi, De evangeliis t.2 p.321. – 6 H. Kekrer, Die Heiligen drei Konige in Lit. una Kunst (1909) p.57. – 7 Wilpert, Le pitture delle catacombe romane (1923) p. 173-186; Leclercq, art. Μ ages, Dict. Archéol, chrét. – 8 MG 6:657ss. – 9 MG 42:785. 8 Mg 6:657n. – 10 hontheim, Die Konjunktion des Júpiter Saturn injahre 7 vor Chr.: Der Katholik (1908) 187-195; KLUGER, Der Stern vom Bethlehem: Stimmen aus María Laach (1912) 481-492; C. Schumberher, Stella magorum et conhmctio Saturni cum Jove annis 7 a.C.: VD (1940) 333-339. – 11 Justino, Hist. XXXVII 2; Servio, sobre la Eneida X 272. – 12 Josefo, Antiq. XIV 10:4;9:4. – 13 Josefo, Antiq. XVII 10:4-8; BI II 2:4; Tácito, Hist. V 9. – 14 Josefo, Antiq. XVII 1; 2:4; BI I 28:6; 1:4. – 15 Josefo, Antiq. XV 10:4. – 16 Diálogo LXXVIII 5; Prot. Sant. XXI 3. – 17 Strack-B., Komnwntar. I p.78. – 18 Sobre la redacción de Mt y el viaje del mago Tiridates, cf. Schmid, Das Evan-gelium nach Matthaus, en vers. it. (1957) p.72; J. E. Bruns, The Magi Episode in Mt 2 (and Jewish Midrash an Solomon and the Queen of Sheba): The Catholic Biblical Quart. (1961) p.51-54. – 19 Juster, Les Juifs Dans L’empire Romain (1914). – 20 Josefo, Antiq. XVII 1:1; 2:4; 3:3; BI I 28:6; 29:1. – 21 Holzmeister, Quot pueros urbis Bethlehem Herodes rex occiderií (Mat 2:16): VD (1935) p.373-379; Saintyves, Le massacre des Imwcents ou la perse’cution de l’Enfant Predestine (1928). Congrés d’Histoire du Christianisme (1928) I 229-272; Bover, El sepulcro de Raquel: EstBib (1928) 227-237; Ruffenach, Rachtl plorans filios suos: VD (1924) p.5-7; Flsher, El Oriente Medio (1952) 267. – 22 Serm. 10 de Sanctis. – 23 Abel, Geograph. de Id Palesline (1938) II 427. – 24 Josefo, Antiq. XVII 9:1-3; BI II 1:2-3. – 25 Strack-B., Kommentar. I p.92. – 26 Holzmeister, Quoniam Nazarenus vocabitur: VD (1937) 21-26; Lyonnet, Quoniam Nawraeus vocabitur: VD (1944) 195-266. – 27 J. G. Rembry, Quoniam Nazaraeus vocabitur (Mat 2:23): FranLA (1961) p.46-65. – 28 E. Zolli, Nazarenus vocabitur: Zeits. für die Neutest. Wissen. (1958) p. 135-136. – 29 Bertl gaertner, Die ratselhaften Termini Nawraer., R. B. (1959) p.440-1.

Fuente: Biblia Comentada

Belén. Una pequeña villa al de las afueras de Jerusalén. Los estudiosos hebreos en los días de Jesús claramente esperaban que Belén fuera el lugar de nacimiento del Mesías (cp. Miq 5:2; Jua 7:42). en días del rey Herodes. Se refiere a Herodes el Grande, el primero de los muchos importantes regentes de la dinastía herodiana que son nombrados en las Escrituras. Este Herodes, fundador de la famosa línea, reinó del año 37 al 4 a.C. Se cree que fue idumeo, descendiente de los edomitas, de la descendencia de Esaú. Herodes fue cruel y astuto. Amaba la opulencia y los proyectos arquitectónicos grandiosos y muchas de las ruinas más importantes que pueden hoy día ser vistas en el moderno Israel datan de los días de Herodes el Grande. Su proyecto más famoso fue la reconstrucción del templo en Jerusalén (vea la nota sobre Mat 24:1). Este proyecto tomó varias décadas y no fue completado sino hasta mucho después de la muerte de Herodes. (Cp. Jua 2:20). Vea la nota sobre el v.Mat 2:22. vinieron del oriente … unos magos. No se nos da el número de estos magos. La idea tradicional de que fueron tres deriva del número de regalos que trajeron. Estos no eran reyes, sino magos o astrólogos, posiblemente magos zoroastristas de Persia, cuyo conocimiento de las Escrituras hebreas pudiera trazarse desde tiempos de Daniel (cp. Dan 5:11).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

2:1 Cuando Jesús nació — En cuanto al tiempo del nacimiento de Jesús, Luc 2:8 dice que «Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño». Esto indica que Jesús no nació en diciembre, sino en la primavera.
— en Belén de Judea,– lugar del nacimiento de David (1Sa 16:1; Luc 2:11), que estaba ubicado unos diez kilómetros al sur de Jerusalén. José y María habían venido desde su hogar en Nazaret a este pueblo porque salió un edicto de César Augusto, para que se hiciera un censo de todo el mundo habitado (Luc 2:1). Belén quiere decir casa del pan; el Pan de la vida nació en la casa del pan.
— en días del rey Herodes — un idumeo designado como Herodes el Grande; esto nos da una idea de la fecha del nacimiento de Jesús, pues Herodes murió poco después de nacer Jesús (2:20-22).
— (he aquí, LBLA; 2:1, 9, 13, 19; esta expresión se emplea 63 veces en este libro) vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, — El término mago se usaba en sentido malo (Hch 13:8; este «mago» no hubiera hecho un viaje para buscar al rey de los judíos), pero algunos (p. ej. MRV, ATR) piensan que probablemente estos magos eran de los sabios en los secretos de la naturaleza, la astrología y la medicina (compárense Dan 1:4; Dan 2:48). El celo de los magos era digno de alabanza. Aceptaron la luz que tenían y la siguieron. Compárese el viaje de la reina del Sur que «vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar» (Mat 12:42; 1Re 10:1-13).
Mateo no dice cuántos magos vinieron. La idea de «tres magos» (porque trajeron dones de oro, incienso y mirra) y que eran «reyes» y que sus nombres eran Gaspar, Baltasar y Melchor son ideas falsas de los que no se contentan con lo que la Escritura dice. (Los nombres de los magos se encuentran en el mismo texto que dice que Eva comió una manzana).
Mat 1:5 se refiere a dos mujeres gentiles en la genealogía de Jesús, y ahora (2:1) se refiere a los magos (gentiles) que siguieron la estrella hasta Belén para adorarle. Jesús alaba la fe de los gentiles (Mat 8:10; Mat 15:28).
De Mateo y Lucas aprendemos del nacimiento, la infancia y niñez de Jesús: «El nacimiento de Jesús (Mat 1:18-25; Luc 2:1-7), la alabanza de los ángeles y la adoración de los pastores (Luc 2:8-20), la circuncisión de Jesús (Luc 2:21), Jesús presentado en el templo y adorado por Simeón y Ana (Luc 2:22-38), los magos visitan al recién nacido Rey (Mat 2:1-12), la huida a Egipto y la matanza de los inocentes (Mat 2:13-18), el retorno de Egipto a Nazaret (Mat 2:19-23; Luc 2:39), la niñez de Jesús en Nazaret (Luc 2:40), la visita del joven Jesús a Jerusalén cuando tuvo doce años de edad (Luc 2:41-50), y los dieciocho años en Nazaret (Luc 2:51-52) («A Harmony of the Gospels» por ATR, citado por GE-TBW).
En cuanto al nacimiento de Jesús Pablo dice, «Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley» (Gál 4:4).

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL LUGAR DEI NACIMIENTO DEL REY

Mateo 2:1-2

Cuando nació Jesús en Belén de Judasa en tiempos del rey Herodes, sucedió que llegaron a Jerusalén unos sabios del Oriente. Y preguntaron:
-¿Dónde está el recién nacido Rey de los judíos? Porque hemos visto aparecer Su estrella, y venimos a rendirle homenaje.

Fue en Belén donde nació Jesús. Belén era un pueblecito a unos ocho kilómetros al Sur de Jerusalén. Antiguamente se había llamado Efrat o Efratá. El nombre completo en hebreo es Bedéjem, que quiere decir casa de pan, y Belén estaba situado en una región fértil, lo que justificaba su nombre. Estaba ubicado sobre unas montañas de caliza gris a más de ochocientos metros sobre el nivel del Marcos Tenía una cima a cada lado y un hondón como una silla de montar entre las dos. Así que, por su posición, Belén parecía un pueblo asentado en un anfiteatro de colinas.

Belén tenía una larga historia. Fue allí donde Jacob enterró a Raquel y erigió un pilar en su memoria junto a la tumba (Ge 48:7 ; Ge 35:20 ). Fue allí donde vivió Rut después de casarse con Booz (Rth 1:22 ), y desde Belén Rut podía ver la tierra de Moab, su antigua patria, al otro lado del valle del Jordán. Pero, sobre todo, Belén fue el hogar y la ciudad de David (1S 16:1 ; 1S 17:12 ; 1S 20:6 ); y era del agua del pozo de Belén de lo que David tenía tanta nostalgia cuando era un fugitivo perseguido por las colinas, lo que motivó una preciosa escena de lealtad y de piedad (2S 23:14 s).

En tiempos posteriores leemos que Jeroboam fortificó el pueblo de Belén (2Ch 11:6 ). Pero, en la historia de Israel y en las mentes del pueblo, Belén era supremamente la ciudad de David. Era de la dinastía de David de la que Dios haría venir al gran Libertador de Su pueblo. Como dijo el profeta Miqueas: «Pero tú, Belén Efratá, tan pequeña entre las familias de Judá, de ti ha de salir el que será Señor en Israel; Sus orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad» (Mi 5:2 ).

Era en Belén, la ciudad de David, donde los judíos esperaban que naciera el mayor Hijo del gran David; era de allí de donde esperaban que viniera al mundo el Ungido de Dios. Y así fue.
La imagen del establo y del pesebre como el lugar del nacimiento de Jesús está grabada indeleblemente en nuestras mentes; pero puede que no sea totalmente correcta. Justino Mártir, uno de los más grandes de los primeros padres, que vivió hacia 150 d.C. y que procedía del distrito cercano a Belén, nos dice que Jesús nació en una cueva cerca de la aldea (Justino Mártir, Diálogo con Trifón 78, 304); y puede que la información de Justino fuera correcta. Las casas de Belén están construidas en la ladera de la montaña de- piedra caliza; y era muy corriente en aquel entonces el tener establos en forma de cuevas en la roca vaciada por debajo de las casas mismas; y muy probablemente fue en un tipo de cueva-establo así donde nació Jesús.

Hasta este día se enseña en Belén una cueva así como el lugar del nacimiento de Jesús, sobre la que se ha construido la Iglesia de la Natividad. Hace mucho tiempo que se enseña esta cueva como el lugar del nacimiento de Jesús. Ya era así en los días del emperador romano Adriano; porque éste, en un deliberado intento de profanar el lugar, erigió un altar al dios pagano Adonis sobre él. Cuando el imperio romano se hizo cristiano, a principios del siglo IV, Constantino, el primer emperador cristiano, construyó allí una gran iglesia que es la que todavía puede verse, considerablemente reformada y restaurada posteriormente.
H. V. Morton nos cuenta su visita a la Iglesia de la Natividad de Belén. Llegó a una gran muralla en la que había una puerta tan baja que uno se tenía que encorvar para entrar; y al otro lado de la puerta, y al otro lado de la muralla, estaba la iglesia. Por debajo del altar mayor de la iglesia está la cueva, y cuando el peregrino desciende a ella se encuentra con una pequeña caverna de unos trece metros de largo por cuatro de ancho, alumbrada por lámparas de plata. En el suelo hay una estrella y alrededor de ella una inscripción latina: «Aquí nació Jesucristo de la Virgen María.»
Cuando el Señor de la Gloria vino a esta Tierra nació en una cueva en la que se guardaban los animales. La cueva de la Iglesia de la Natividad de Belén puede que sea la misma, o que no. Eso nunca lo sabremos de seguro. Pero hay algo hermoso en el simbolismo de la iglesia en la que la puerta es tan baja que uno tiene que inclinarse para entrar. Es supremamente apropiado el que todos nos acerquemos al Niño Jesús de rodillas.

EL HOMENAJE DEL ORIENTE

Mateo 2:1-2 (conclusión)

Cuando Jesús nació en Belén vinieron a rendirle homenaje unos sabios de Oriente. El nombre que se les da en el original es mago¡, una palabra que es difícil de traducir. Heródoto (1: 101, 132) tiene cierta información acerca de los Mago¡. Dice que eran en su origen una tribu de Media. Los medos eran parte del imperio de Persia. Trataron de desplazar a los persas sustituyendo su poder por el de los medos. El intento fracasó. Desde entonces, los Mago¡ dejaron de tener ninguna ambición de poder o de prestigio, y se convirtieron en una tribu de sacerdotes. Llegaron a ser en Persia algo parecido a lo que eran los levitas en Israel. Se convirtieron en los maestros e instructores de los reyes persas. En Persia no se podía ofrecer ningún sacrificio a menos que estuviera presente uno de los Mago¡. Llegaron a ser hombres de santidad y sabiduría.
Estos magos eran hombres versados en filosofía, medicina y ciencias naturales. Eran profetas e intérpretes de sueños. En tiempos posteriores la palabra magos adquirió un significado mucho más bajo, y llegó a querer decir poco más que adivino, brujo o charlatán. Tal era Elimas el mago (Hch 13:6-8 ), y Simón, conocido corrientemente como Simón Mago (Hch 8:9; Hch 8:11 ). Pero en su mejor época los Mago¡ eran hombres buenos y santos, que buscaban la verdad.

En aquellos días de la antigüedad, todo el mundo creía en la astrología. Creían que se podía predecir el futuro por las estrellas, y creían que el destino de una persona quedaba decidido por las estrellas bajo las que nacía. No es difícil de comprender cómo surgió esa creencia. Las estrellas siguen cursos invariables; representan el orden del universo. Y entonces, si repentinamente aparecía alguna estrella brillante, si el orden invariable de los cielos se quebrantaba por algún fenómeno especial, parecía como si Dios estuviera interviniendo en Su propio orden, y anunciando algo muy especial.

No sabemos cuál fue la brillante estrella que vieron aquellos antiguos Mago¡. Se han hecho muchas sugerencias. Hacia el año 11 a.C., el cometa Halley estuvo visible cruzando brillantemente los cielos. Hacia el año 7 a.C. hubo una brillante conjunción de Saturno y Júpiter. En los años 5 a 2 A.C. hubo un fenómeno astronómico inusual. En esos años, el primer día del mes egipcio, Mesori, Sirio, la estrella perro, salió helicalmente, es decir, al amanecer, mostrando un brillo extraordinario. Ahora bien, el nombre Mesori quiere decir el nacimiento de un príncipe, y para aquellos antiguos astrólogos tal estrella querría decir indudablemente el nacimiento de algún gran rey. No podemos decir cual fue la estrella que vieron los Mago¡; pero su profesión consistía en observar los cielos, y algún brillo celestial les anunció la entrada de un gran Rey en el mundo.

Puede que nos parezca extraordinario el que aquellos hombres iniciaran un viaje desde Oriente para encontrar a un rey; pero lo extraño es que, precisamente en el tiempo en que nació Jesús, hubo en el mundo un sentimiento extraño de expectación de la venida de un rey. Hasta los historiadores Romanos lo sabían. No mucho tiempo después, Suetonio podía escribir: «se había extendido por todo el Oriente una vieja creencia establecida de que estaba programado para aquel tiempo que vinieran hombres de Judasa a regir el mundo» (Suetonio: Vida de Vespasiano 4: 5). Tácito nos habla de la misma creencia de que «había una firme convicción… de que por este mismo tiempo el Oriente habría de tener mucho poder, y gobernantes que vinieran de Judasa adquirirían un imperio universal» (Tácito: Historias, 5: 13). Los judíos tenían la creencia de que «hacia ese tiempo uno de su país se convertiría en el gobernador de todo el mundo habitado» (Josefo: Guerras de los judíos, 6: 5, 4). En un tiempo ligeramente posterior encontramos a Tirídates, rey de Armenia, visitando a Nerón en Roma acompañado con sus Magui (Suetonio: Vida de Nerón 13:1). Encontramos a los Magui en Atenas sacrificando en memoria de Platón (Séneca: Epístolas, 58: 31). Casi por el mismo tiempo en que nació Jesús encontramos al emperador Augusto aclamado como el Salvador del Mundo; y Virgilio, el poeta latino, escribe en su Cuarta égloga, que se conoce como la Égloga Mesiánica, acerca de los dorados días por venir.

No tenemos ni la más mínima necesidad de pensar que la historia de la llegada de los Mago¡ a la cuna de Cristo sea simplemente una preciosa leyenda. Es exactamente la clase de cosa que podía suceder fácilmente en aquel mundo antiguo. Cuando vino Jesucristo, el mundo estaba en una ansiedad de expectación. La humanidad estaba esperando a Dios, y el deseo de Dios estaba en sus corazones. Habían descubierto que no podían construir la edad de oro sin Dios. Fue a un mundo en expectativa al que vino Jesús; y, cuando vino, los fines de la Tierra se reunieron a Su cuna. Fue la primera señal y símbolo de la conquista universal de Cristo.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 02

2. UNOS SABIOS DE ORIENTE ADORAN AL NIÑO (Mt/02/02).

1 Después de nacer Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos sabios llegaron de Oriente a Jerusalén, 2 preguntando: ¿Donde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarlo.

El árbol genealógico y el relato del nacimiento de Jesús quedaron en el ámbito de la nación y del pueblo judío. Ahora la vista se amplía al gran mundo de las naciones y de los reinos. En el árbol genealógico habíamos ido tentando el camino de la historia hasta David y Abraham. Sigue luego un pasaje (1,18-25) en que resuena la profecía de que un niño hijo de una virgen será el «Dios con nosotros». Todo esto se ha logrado con una creyente mirada retrospectiva, que se dirige al tiempo pasado desde el tiempo presente consumado. El acontecimiento de la adoración de unos sabios de Oriente de nuevo parece que realiza grandes profecías, con la diferencia de que aquí sucede con una publicidad mucho mayor, algo que antes sólo podía conocer la mirada de la fe: la venida del verdadero Mesías. Por primera vez, nos enteramos en san Mateo de que el nacimiento de Jesús tuvo lugar en Belén, en el país de Judá. Ambas circunstancias cumplen la profecía, según la cual solamente entra en consideración el país real de Judá y una ciudad que se encuentra en este país. Ambas indicaciones del versículo primero ya anticipan la cita del Antiguo Testamento, que se aduce por extenso en el v. 6.

El profeta Miqueas sobre esta pequeña ciudad había hecho el oráculo de que de ella debe salir el soberano del tiempo final, que ha de gobernar a todo el pueblo de Israel. El lugar del nacimiento ha sido designado por el profeta, así como el nombre del niño ha sido determinado por Dios. Se dice en general: «En tiempos del rey Herodes», sin que podamos conocer una determinación más próxima del tiempo. Se alude a Herodes el Grande, que a pesar de apreciables méritos, como extranjero (idumeo) y dependiente de los favores de Roma, ejerció el mando arbitraria y horriblemente, sin escrúpulos y con desenfreno. Es verdad que había arreglado suntuosamente el templo y que hizo mucho bien al pueblo, no obstante las agrupaciones piadosas de los judíos tienen la sensación de que es un dominador extranjero. Aunque su poder era pequeño, usaba el título de «rey». que Roma le había concedido. Aquí se usa muchas veces este título, en contraste con el rey que buscan los sabios. En el Evangelio sólo dos veces se habla de Jesús como el «rey de los judíos»: aquí en contraste con el tirano Herodes, y hacia el fin en el proceso usan este título el pagano Pilato (27,11), los soldados que hacen escarnio de Jesús (27,29) y la inscripción en la cruz (27,37). Jesús respondió afirmativamente a la pregunta de Pilatos (27,11), pero el título no era expresión de la verdadera dignidad de Jesús ni una profesión de fe. Aquí se ha de considerar que quien pretende ser rey de los judíos está sentado tembloroso en el trono, y el verdadero rey viene con la debilidad del niño. Los sabios vienen de oriente. No se indica qué país era su patria, tampoco se dice el número de ellos. Las circunstancias externas permanecen ocultas ante la sola pregunta que les mueve: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Son personas instruidas, probablemente sacerdotes babilonios, familiarizados con el curso y las apariciones de las estrellas. La notable aparición de una estrella les ha movido a partir. A esta estrella estos sabios la llaman «su estrella», la del rey de los judíos. Es la estrella del nuevo rey infante. Según persuasión del antiguo Oriente los movimientos de las estrellas y el destino de los hombres están interiormente relacionados. Pero hasta hoy día no se han aclarado todas las investigaciones y cálculos ingeniosos sobre esta estrella, si designa una constelación determinada, un cometa o una aparición enteramente prodigiosa. Aquí dejamos aparte la cuestión y solamente vemos la estrella según el significado que tiene para aquellos sabios. También hubiera podido moverlos a emprender su expedición otra señal. Lo que es seguro es que la aparición de la estrella no podía explicarse de una forma puramente natural, sino que era un suceso prodigioso (v 9). Una señal es dada por Dios, el Dios de las naciones y del mundo. Lo principal no son las circunstancias externas de la aparición, sino su finalidad interna. Pero ¿qué significa la señal para la gente instruida? Para ésta el país de los judíos es ridículamente pequeño, carece de importancia desde el punto de vista político, desde hace siglos ya no se hace sentir por su función independiente dentro del próximo Oriente.

¿Cómo se explica que no les baste un mensaje, una averiguación por medio de emisarios? ¿Por qué les estimula el deseo de ir a ver y de adorar? La Sagrada Escritura no contesta a estas preguntas, sino que solamente informa sobre lo que ha sucedido. Pero el asombro que nos causan estas preguntas, nos conduce a descubrir el profundo sentido de este relato… Dios no solamente había elegido a su pueblo sacándolo de la servidumbre de Egipto, sino que había elegido para sí una ciudad santa: Jerusalén, y había escogido, por así decir, como domicilio un monte santo: el monte de Sión. Para el comienzo de la salvación Israel no solamente espera la llegada del Mesías y el establecimiento del reino davídico, sino mucho más: la bendición de todas las naciones por medio de Israel. La ciudad y el monte son la sede y el origen de la salvación, que ha deparado Dios a las naciones. Allí resplandece la luz, allí se tiene que adorar. El monte-Sión se convierte en el monte de todos los montes, en el más alto y más santo de todos. En los últimos días muchos pueblos se ponen en marcha desde los cuatro vientos y van en romería a Jerusalén, para que Dios les enseñe sus caminos, y anden por las sendas de Dios (cf. Isa 2:2 s). Allá van reyes y príncipes de todo el mundo y llevan sus dones a la ciudad de Jerusalén iluminada por el fulgor de la luz: «Y a tu luz caminarán las gentes, y los reyes al resplandor de tu claridad naciente. Tiende tu vista alrededor tuyo, y mira; todos ésos se han congregado para venir a ti; vendrán de lejos tus hijos, y tus hijas acudirán a ti de todas partes. Entonces te verás en la abundancia; se asombrará tu corazón, y se ensanchará, cuando vengan hacia ti los tesoros del mar; cuando a ti afluyan las riquezas de los pueblos. Te verás inundada de una muchedumbre de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá; todos los sabeos vendrán a traerte oro e incienso, y publicarán las alabanzas del Señor» (Isa 60:3-6; cf. Sal 71:10 s). La peregrinación de los pueblos al fin del tiempo. ¿Tiene el evangelista esta escena ante su mirada? ¿Ve cumplido el «fin de los días»? Jesús no vino al mundo en la ciudad real de David, sino en la pequeña y mucho menos importante ciudad de Belén. ¿Cómo puede explicarse que todos los demás indicios de la expectación señalen a Belén? ¿Y cómo es posible que el Mesías no nazca en el palacio real de Herodes, sino en cualquier parte, desconocido e ignorado? ¿Puede ser este niño el verdadero Mesías? Es difícil responder a estas preguntas. La respuesta tenía preocupada a la primitiva Iglesia, especialmente entre los judíos. Hasta que un día el Espíritu Santo también le indicó el camino. Todo esto también lo atestigua la Escritura.

El profeta Miqueas nombra y ensalza adrede este pueblo de Belén, que es poco importante y pequeño, pero que es grande a causa de que de él debe salir el dominador de Israel. San Mateo ha reproducido con alguna libertad el texto del profeta Miqueas. El texto original dice así: «Y tú, Belén, Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti saldrá el que ha de ser dominador de Israel; su origen es desde tiempos remotos, desde días muy antiguos… Y él permanecerá firme, y apacentará la grey con la fortaleza del Señor. en el nombre altísimo del Señor Dios suyo, y ellos se establecerán, porque ahora será glorificado él hasta los últimos términos del mundo. Y él será paz» (Miq 5:1.3-4). Efratá era una estirpe numéricamente pequeña de Israel, de la cual procedía David (lSam 17,12). Dios eligió una vez lo que era débil, y volverá a hacerlo en la consumación del tiempo.

3 Cuando lo oyó el rey Herodes, se sobresaltó, y toda Jerusalén con él. 4 Y convocando a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, les estuvo preguntando dónde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le respondieron: En Belén de Judea; pues así está escrito por el profeta: 6 y tú, Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la menor entre las grandes ciudades de Judá; porque de ti saldrá un jefe que gobernará a mi pueblo Israel. 7 Entonces Herodes llamó en secreto a los sabios y averiguó cuidadosamente el tiempo transcurrido desde la aparición de la estrella. 8 y encaminándolos hacia Belén, les dijo: Id e informaos puntualmente acerca de ese niño; y cuando lo encontréis, avisadme, para que también yo vaya a adorarlo.

Precisamente Herodes es interrogado acerca del lugar. La pregunta le estremece, porque ahora ha de temer a un nuevo competidor, y la pregunta estremece a la ciudad, porque tiembla por el miedo de nuevas medidas de terror. Puesto que Herodes no sabe el lugar (¿qué sabe de la Escritura el rey de sangre extranjera y amigo de los paganos?), tiene que convocar un consejo de personas constituidas en dignidad: sumos sacerdotes y escribas, para que oficialmente le den respuesta. El lugar, pues, no lo han inventado los cristianos creyentes ni lo han dispuesto posteriormente. Los judíos e incluso Herodes tienen que testificar que Belén es la ciudad del Mesías. Por la mediación de Dios la romería de los sabios no termina en Jerusalén, sino más allá de la ciudad, en la cercana Belén. ¡Singular providencia! Jerusalén no es la ciudad de la luz, en la que los pueblos pueden disponer del derecho y de la salvación. Jerusalén está en pecado, es la ciudad de los asesinos de los profetas (23,37-39), la ciudad de la desobediencia y de la sublevación, del desprecio de la voluntad de Dios. El Mesías no viene a Jerusalén, a no ser para morir en ella. Entonces también sale la luz de esta ciudad, pero de una forma muy distinta de la que se esperaba.

9 Después de oir al rey, se fueron, y la estrella que habían visto en Oriente iba delante de ellos, hasta que vino a pararse encima del lugar donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella, sintieron inmensa alegría. 11 Y entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre y, postrados en tierra, lo adoraron; abrieron sus cofres y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. 12 y advertidos en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Con toda pobreza y estrechez ocurre en Belén algo de la gran promesa: los hombres doctos encuentran al niño y a María su madre, le presentan su homenaje y sus valiosos regalos, propios de reyes: oro, incienso y mirra. Su alegría sobrepasa toda medida: sintieron inmensa alegría, la alegría del hallazgo, del anhelo cumplido. Es un comienzo, el principio de la adoración de todos los pueblos en la presencia del único Señor. La luz no sólo brilla para los judíos; el dominador no solamente «gobernará a mi pueblo Israel» (v. 6), los gentiles también participan de la luz; antes que los demás, antes que un solo judío haya logrado la fe. Mientras Herodes se queda inmovilizado con sombríos pensamientos homicidas, estos gentiles venidos de Oriente se arrodillan delante del niño.

Se atestigua que en Jesús vino la salvación para todo el mundo. No podía ser atestiguado de una forma más solemne que mediante este grandioso acontecimiento. Empieza a llegar el fin de los tiempos. Se presentan las primeras grandes señales. Herodes no consigue su objetivo. Su intención hipócrita de ir a adorarlo es desbaratada: con un medio fácil Dios ordena que regresen por otro camino. Se requiere solamente una indicación, y el mal queda alejado…

3. HUIDA A EGIPTO (Mt/02/13-15).

13 Después de partir ellos, un ángel del Señor se aparece en sueños a José y le dice: Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes se pondrá a buscar al niño para matarlo. 14 José se levantó, y de noche, tomó consigo al niño y a su madre, y partió para Egipto;

Se continúa el tema iniciado con el relato de los sabios: planes de Herodes contra el niño. En primer lugar se informa que el niño es llevado a Egipto por una intervención de Dios. De nuevo José está en el primer plano. Por segunda vez recibe un mensaje de Dios, que le transmite un ángel. De una forma tan sucinta como antes (1,20) se le comunica un mandato: Levántate. Se le exige algo repentino, inaplazable. Debe ponerse en pie en plena noche. La exhortación del ángel se efectúa privadamente y bajo la envoltura del sueño; sin embargo, las facultades superiores del alma toman plena conciencia de este mandato, cuyo cumplimiento exige la decidida acción humana. Al hablar del cumplimiento del mandato (2,14) se dice que san José se levanta y obra sin pérdida de tiempo, cuando aún es de noche. ¡Cuán atento tiene que haber estado este hombre, cuán clarividente y abierto a la advertencia de Dios! Su alma está orientada hacia arriba no sólo durante el día, sino también durante la noche, de tal forma que Dios puede intervenir fácilmente y puede estar seguro del éxito. La recepción de la orden no hace que José se vaya despertando, sino que al instante está dispuesto a obrar. Así es siempre, cuando una persona llena su alma de Dios…

Tomó consigo al niño y a su madre. En los dos primeros capítulos del Evangelio solamente se habla así de María y del niño Jesús (2,11.13.14.20.21). En primer lugar es la única manera de hablar correcta y dogmáticamente exacta: primeramente se nombra al niño, que siempre ocupa el centro del relato, después se nombra a María, que le dio a luz. San Mateo nunca dice «los padres», o «la familia» o «María y su hijo»; se menciona separadamente a las dos santas personas, como corresponde a la diferencia en su dignidad. Una expresión como la que leemos en san Lucas, que al parecer con descuido, habla de «sus padres» (Luc 2:43), no se podría concebir en san Mateo. Su conciencia de la grandeza de Jesús se manifiesta en todas partes con delicada ponderación de las palabras. Tampoco a María se designa con su nombre, sino solamente como «su madre». Esta designación no significa ningún frío distanciamiento, sino que indica que María recibe del niño su dignidad. Ante la importancia de este hecho su nombre palidece. En los dos primeros capítulos sólo se menciona una vez (Luc 1:18), mientras que constantemente se emplea el nombre de José. La gloria de María radica en su elección para la verdadera y real maternidad humana del Mesías. Y huye a Egipto. Ya una vez había habido una peregrinación fugitiva a Egipto: cuando la falta de víveres movió a los hijos de Jacob a que fueran al fértil delta del Nilo (Gén 42s). En aquella ocasión el apremio de la necesidad: salvarse de la muerte por hambre. Desde tiempos antiguos era Egipto el país de refugio en tiempo apurado para todo el contorno. Especialmente las tribus del desierto, nómadas y seminómadas, con frecuencia fueron empujadas hacia los márgenes de aquel país agrícola, para obtener un sustento. El camino hacia el sur era fatigoso y no exento de peligro, pero con todo estaba cerca el fin del camino. Solamente se necesitaban unos pocos días de viaje para llegar a las fértiles márgenes del delta. Ahora José debe recorrer los mismos caminos para salvar la vida del niño que se le había confiado. Dios prepara la huida en el tiempo oportuno, sin que sea menester que se prevenga todo lo necesario. En las últimas tribulaciones que se describen en el Apocalipsis, Dios también ha erigido para la comunidad del tiempo final un refugio en el desierto, para sustraerse a la mayor y más fuerte embestida de Satán (Rev 12:6). Lo que Dios concedió a su Hijo, no lo rehusará a los hermanos de su Hijo…

Y quédate allí hasta que yo te avise. El ángel no indica la duración de la estancia. Deja a José en la incertidumbre. José tiene que limitarse a hacer lo que le está encargado. Aquí una vez más se mostrará la docilidad de José en el cumplimiento de lo que Dios le inspira. No sólo debe cumplirse la voluntad de Dios que percibimos a modo de moción interna o en las diversas circunstancias del día, sino también la voluntad de Dios, cuando se nos exige en forma de mandato o prescripción. Hay que ser persona ya muy ejercitada en el trato con esta voluntad, para estar dispuesto a cumplir una orden como la que aquí recibe José…

El ángel también añade una explicación de la orden: Porque Herodes se pondrá a buscar al niño para matarlo. Resulta pavorosa en este pasaje la dura palabra, que propiamente significa «hacer perder», «aniquilar», «eliminar por la fuerza». Más tarde Jesús, hablando de los viñadores homicidas que asesinaron al hijo, dirá que el Señor de la viña los «aniquilará» (Rev 21:41). El contraste no podría estar iluminado con más viveza: aquí los gentiles que vienen presurosos para rendir un homenaje de sentido creyente; allí el rey de los judíos que ha decretado la muerte del niño rey.

15 y se quedó allí hasta la muerte de Herodes. Con ello se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

Con la muerte de Herodes parece que se aclare algo la obscuridad. Porque José estuvo allí hasta la muerte de Herodes. Esta observación ya anticipa los sucesos siguientes. Un singular juego de ideas: el rey vivo decreta la muerte del niño, cuya vida parece asegurada después de la muerte del rey. El evangelista redondea el pasaje con una cita del profeta Oseas, cuya profecía se ha cumplido. Esta estancia también la quería Dios. Con audacia y sagacidad el escritor sagrado ve el cumplimiento de las palabras del profeta: De Egipto llamé a mi hijo. El profeta lo ha dicho de todo Israel, que cuando todavía era joven y un niño, fue elegido amorosamente por Dios, y fue llamado de Egipto para la peregrinación: «Cuando Israel era un niño, yo le amé y yo llamé de Egipto a mi hijo» (Ose 11:1). éste era el tiempo del primer amor, del amor nupcial, en el que Israel era muy devoto de su Dios y junto a él no conocía ídolo alguno. Dios, pues, a su Hijo verdadero lo hizo volver otra vez de Egipto al país de los padres. No solamente oímos el mismo sonido de las palabras, que se cumplen, no solamente vemos juntos los dos acontecimientos históricos, en estas palabras del profeta resuena además la esperanza que llenaba el alma de Oseas: Como esta primavera en el tiempo de la juventud de Israel, después de su conversión Dios le concederá una segunda primavera, una nueva vida en tiendas y chozas, sin saciedad ni riqueza, con una entrega indivisa al Señor: «Pero con todo, yo la seduciré y la llevaré a la soledad, y le hablaré al corazón: Daréle nuevamente sus viñas, y el valle de Acor para que entre en esperanza, y allí cantará como en los días de su juventud, como en los días en que salió de la tierra de Egipto» (Ose 2:14 s; cf. 12,10). En este texto se pulsa una cuerda del corazón del verdadero Israel, que en todo tiempo debe buscar a Dios y a él solo servir…

Apunta la nueva primavera.

4. MATANZA DE LOS NIÑOS DE BELéN (/Mt/02/16-18).

16 Cuando Herodes se vio burlado por los sabios, se enfureció y envió a que mataran a todos los niños que había en Belén y en toda su comarca menores de dos años, conforme al tiempo que cuidadosamente había averiguado de los sabios.

Hasta ahora san Mateo solamente ha nombrado lo principal: la liberación del Mesías niño. Pero con su huida no se conjura la desgracia. Antes bien la ira del rey se descarga brutal y ferozmente. El rey se da cuenta de que los sabios le han engañado. Por tanto, persiste la preocupación, y para Herodes el único punto de apoyo es el tiempo de la aparición de la estrella, del que él se había enterado por los sabios (2,7). Tan grande era el espanto, y su manera de pensar era tan cínica que decreta una matanza terrible. Aunque no encuentre al niño, éste en ningún caso ha de quedar con vida. Manda matar a todos los niños varones que tengan menos de dos años de edad. De nuevo podemos admirarnos del singular paralelismo con los sucesos que en Egipto ocurrieron en la juventud de Israel. Entonces fue un faraón quien por miedo del vigor y del poder vital de los israelitas dio la orden de ejecutar a los niños varones. Primeramente son las comadronas quienes deben matar a todos los nacidos de sexo masculino. Cuando las comadronas con firmeza y astucia eludan la orden, entonces el faraón exige a todo el pueblo: «Todo varón que naciere, echadle al río; toda hembra, reservadla (Exo 1:22). Así como entonces la horrible matanza no impidió que Dios conservara en Moisés al libertador, así también ahora preserva al niño Mesías del derramamiento de sangre en Belén. Con casta reserva, san Mateo solamente dice lo necesario. No menciona ni la dureza de corazón del rey, ni el horror de la matanza. También aquí penetra el pensamiento de Mateo los planes del acontecer de Dios.

17 Entonces se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías cuando dijo: 18 Una voz se oyó en Ramá, alaridos y grandes lamentos: Raquel está llorando a sus hijos, y no quiere que la consuelen, porque ya no existen.

Raquel llora a sus hijos… De nuevo son palabras proféticas las que dan la llave al evangelista (Jer 31:15). Cuando después de decenas de años san Mateo escribe este pasaje, por así decir oye los lamentos y llantos de las madres estremecidas. A san Mateo no le supone ningún obstáculo que Jeremías hable de Ramá, que se encuentra al norte de Jerusalén, y no de Belén, que está al sur; porque las lamentaciones son las mismas. Allí el profeta oye cómo Raquel, antepasada de las tribus de Benjamín y de Efraím, llora por sus hijos, que están en el cautiverio de Asiria. El país está desguarnecido, los pueblos están devastados. La desolación del país también está en su alma. Es un canto que descubre todo el dolor de Israel, su desgracia nacional y su desobediencia a Dios, la cual fue causa de la desgracia. De esta índole es también el dolor de la madre en Belén. El evangelista no sólo oye el lamento por la pérdida de los niños; en este lamento también resuena el dolor por la desobediencia de Israel, porque el crimen que se perpetra, lo perpetra en Israel un rey de Israel. Este homicidio es como una señal, un grito de alarma que descubre el rescoldo del infortunio.

5. TRASLADO A NAZARET (/Mt/02/19-23).

19 Muerto ya Herodes, un ángel del Señor se aparece en sueños a José en Egipto 20 y le dice: Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel, porque han muerto ya los que atentaban contra la vida del niño. 21 El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel.

Antes (2,15) ya se mencionó la muerte de Herodes, ahora se vuelve a hablar del acontecimiento y de su consecuencia para la Sagrada Familia. El motivo del viaje de regreso es de orden externo: la muerte del rey receloso y cruel. Y con todo tal motivo externo puede dirigir los destinos del niño Mesías. ¿No parece que sea como una debilidad de Dios, que hace depender sus acciones de los antojos y sinos de los hombres? En la posterior historia de Jesús encontramos algo semejante: el motivo de su vida pública procede de fuera, del arresto de Juan el Bautista (Mar 1:14). Una conspiración de Herodes Antipas contra él hace que Jesús se esconda (Luc 13:31-33).

En su acción ¿se deja Dios imponer la ley por los hombres y se deja quitar la dirección de los acontecimientos? Esta impresión está en la superficie de la historia. Pero en el fondo, por una necesidad inexorable, solamente ocurre lo que Dios quiere. Los escritores sagrados nos enseñan a penetrar incesantemente a través de la costra externa hasta esta profundidad. El camino, por el que a san Mateo le gusta especialmente conducirnos, es el esclarecimiento mediante la revelación del Antiguo Testamento. El ángel indica a José -casi con las mismas palabras que para la huida (Luc 2:13)- que vaya con el niño y su madre a la tierra de Israel. Esta expresión tiene un colorido religioso. El mensajero no nombra las demarcaciones políticas de los territorios del reino (Judea, Samaría, Galilea), ni tampoco una designación geográfica como Palestina, sino que emplea la expresión que en el Antiguo Testamento designa esta tierra como la tierra de Dios, el regalo de su misericordia. Es la tierra santa, otorgada benignamente a las doce tribus de Israel. Mateo usa aquí dos veces la expresión. Probablemente quiere indicar que Jesús entra en el país de sus antepasados, que de nuevo corresponde al Mesías. ¿No resuenan aquí también los motivos de la salida de Egipto y la toma de posesión de Palestina por el pueblo de Israel en esta nueva primavera «De Egipto llamé a mi hijo» (2.15); «vete a la tierra de Israel»…

Estas relaciones resuenan como tonos y sonidos concomitantes, como lo muestra el motivo que añade el ángel: «Porque han muerto ya los que atentaban contra la vida del niño». ésta es casi textualmente una frase de la historia del éxodo, que fue dicha a Moisés. éste tuvo que huir de Egipto por ser culpable del homicidio de un capataz egipcio, y tuvo que permanecer durante largos años en el extranjero, en la tierra de Madián. Allí Moisés recibió su misión (Exo 3:8), y en un tiempo determinado se le ordenó volver para llevar a cabo su obra: «Había dicho el Señor a Moisés en Madián: Anda y vuelve a Egipto; porque han muerto ya todos los que atentaban contra tu vida. Tomó, pues, Moisés, a su esposa y a sus hijos, y los hizo montar en un jumento, y volvióse a Egipto (Exo 4:19 s). ¡Qué juego tan singular de disposiciones!: allí el faraón quiere quitar la vida al joven Moisés, aquí Herodes procura matar al niño Mesías; allí la huida de Egipto y el regreso de acuerdo con la orden de Dios; allí el libertador escogido está en camino con su mujer y sus hijos, aquí José, el hijo de David, como instrumento de la conducción de Dios, viaja a pie con «el niño y su madre». Con todo, este juego de la semejanza en los pormenores es solamente una música de acompañamiento del gran paralelismo que san Mateo tiene muy presente: la salida de Israel, la liberación de la servidumbre, un nuevo pueblo de Dios. El evangelista ahora ya sabe que todo eso se verifica en el niño Jesús, pero lo indica con parquedad dirigiendo la mirada hacia la primitiva historia de Israel.

22 Pero, cuando oyó que Arquelao había sucedido a su padre Herodes en el trono de Judea, tuvo miedo de volver allí, y advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, 23 y se fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret. Con ello se cumplió lo anunciado por los profetas: que sería llamado nazareno.

En Palestina después de la muerte de Herodes (año 4 d.C.) el territorio del reino fue de nuevo repartido. Galilea en el norte la obtuvo su hijo Herodes Antipas, Judea y Samaría las obtuvo su hijo Herodes Arquelao. Este era todavía más cruel que su padre y pronto fue destituido de su cargo por el emperador romano (año 6 d.C.). Pero ahora él es quien gobierna; es evidente que su mala reputación se divulgaba con rapidez. José tuvo miedo de entrar en el territorio de su jurisdicción. ¿No procederá el hijo con tanta furia como su padre? Entonces se dirige al norte, a la región de Galilea. Este cambio de plan tampoco tiene su origen solamente en la perspicaz vista política de José ni en su prudencia práctica: el mismo Dios le transmite la decisión. Vuelve, pues, a explicarse por factores externos, por la presión de las circunstancias políticas, uno de los hechos más singulares en la vida del Mesías: su procedencia de Nazaret. Galilea por sí sola le hacía sospechoso, porque esta región era considerada por los judíos celosos de la ley como semipagana, liberal, rústica y primitiva. Aún le hacía mucho más sospechoso su procedencia de Nazaret: «¿Acaso de Nazaret puede salir cosa buena?», dice Natanael a Felipe (Jua 1:46). Jesús ha salido precisamente de este lugar, y no de una de las ciudades, más conocidas, que rodeaban el lago de Genesaret. El nombre «Jesús de Nazaret» tiene que ser muy antiguo, quizás el más antiguo con que Jesús fue designado por sus contemporáneos. ¿Fueron los adversarios de Jesús, quienes le designaron así para presentarle como digno de desprecio? Es posible. Con todo basta el aparente contrasentido: Jesús, o sea el Salvador y «Dios con nosotros» y Nazaret, o sea el lugar despreciado y de mala fama. ¿No hay que percibir en la elección de este lugar algo del enajenamiento de Dios? Da la impresión de una preferencia por lo pequeño, lo débil, lo inadvertido y lo que no es honroso, aquí al principio y más tarde en la consumación…

Pero los adversarios no tienen ningún motivo para echar en cara a Dios esta «debilidad». Eso también lo indican los profetas. Cuando José establece su residencia en Nazaret, se cumple también la voluntad de Dios, que está contenida en la Escritura, de una forma confusa y aparentemente rebuscada, pero que es reconocible para el que tiene fe: Será llamado nazareno (el texto griego dice nazoraios). Esta frase no se encuentra en ninguna parte del Antiguo Testamento. El dato «por los profetas» tampoco es exacto. ¿En qué ha pensado san Mateo? El profeta Isaías dice refiriéndose al Mesías del tiempo futuro: «Y saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz se elevará una flor, y reposará sobre él el espíritu del Señor…» (Isa 11:1 s). Del tronco de Jesé, del linaje principal de David, que se ha interrumpido (por castigo de Dios) y que se ha vuelto estéril, debe brotar un nuevo retoño. «Retoño» en hebreo se dice nezer, que suena de una forma parecida a nozri, traducido al griego por nazoraios, término que tal vez sólo tardíamente cambió su significado en «el hombre de Nazaret». Lo más probable es que haya que pensar en esta relación entre el «hombre de Nazaret» y el «renuevo del tronco de Jesé». Luego esta procedencia no es despreciable ni sospechosa, sino por el contrario es una alusión al Mesías y libertador…

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

Mat 2:5; Luc 1:5; Luc 2:4; Luc 2:15; Jua 7:42.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— Belén: En tiempos de Jesús era una pequeña localidad situada al sur de Jerusalén, de la que distaba unos 10 km. En ella nació el rey David, según 1Sa 16:1.

— Herodes: Se trata de Herodes el Grande que reinó en Jerusalén desde al año 37 al 4 a. C., aunque siempre bajo el control de Roma. Ver VOCABULARIO BÍBLICO.

— unos sabios: Lit. magos. Probablemente se trate de astrólogos procedentes de un país oriental, tal vez Babilonia o Arabia. El texto bíblico no dice cuántos eran ni cómo se llamaban. El evangelista los supone conocedores de las tradiciones judías que hablaban de una “estrella” como símbolo del Mesías davídico (ver Núm 24:17).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La visita de los magos. Los magos eran astrólogos que tuvieron una participación prominente en las cortes en muchos países orientales, como consejeros de los reyes. Su discernimiento se derivaba de observaciones astronómicas sofisticadas combinadas con algo así como “interpretación”, como proveen los horóscopos de nuestros días. Por medio de tales cálculos hechos en el oriente (probablemente Mesopotamia, la moderna Iraq) habían concluido que un importante nacimiento real había ocurrido en Palestina, lo que exigió una “visita de Estado”. Mateo vio esto como una respuesta gentil aceptable ante la revelación genuina, a pesar del origen dudoso.

El marcado contraste entre estos extranjeros bien motivados y el celo inescrupuloso de Herodes, el rey de los judíos oficialmente (y toda Jerusalén con él), anuncia la respuesta que el judaísmo oficial daría a Jesús, al igual que la bienvenida a los creyentes gentiles dentro del verdadero pueblo de Dios.

En todo el episodio Mat. halla abundante material para su meditación sobre el cumplimiento de las Escrituras. La cita formal de Miq. 5:2 muestra cómo el lugar donde nació Jesús le otorga la posición del gobernante por llegar, y la estrella probablemente hace eco de la profecía de Balaam de una “estrella … saldrá de Jacob” (Núm. 24:17). La llegada de los dignatarios extranjeros del oriente hacia Jerusalén nos recuerda la visita de la reina de Saba a Salomón, el hijo de David, trayéndole dones de oro y especias (1 Rey. 10:1-13), como también de las profecías acerca de visitas similares del futuro en Sal. 72:10, 11, 15 y en Isa. 60:1-6 (v. 6 “oro e incienso”).

Notas. 1 El rey Herodes (“el Grande”) murió en el año 4 a. de J.C. Este episodio no necesariamente ocurrió en forma inmediata después del nacimiento de Jesús, sino dentro de unos dos años (16), de mane ra que el nacimiento de Jesús fue probablemente alrededor del año 6 a. de J.C. 2 Muchas explicaciones naturales de la estrella han sido expresadas, inclusive la de un cometa (el de Halley que apareció en el año 12 a. de J.C.), o una nova o supernova (hubo una de prominencia entre el año 5 y 4 a. de J.C. según datos chinos), o de una unión planetaria en el año 7 a. de J.C. (la de Saturno y Júpiter hubiera sugerido a los astrónomos babilónicos la idea de un rey en el “país occidental”, como ellos llamaban a la Palestina). Uno o más de estos fenómenos pueden haber contribuido a la búsqueda hecha por los magos, sin embargo, el v. 9 sugiere algo fuera de lo común. 6 La cita adapta el texto de Miq. 5:2, entretejiendo palabras tomadas de 2 Sam. 5:2, sobre las que la profecía de Miqueas está basada. 12 Dios se comunica por medio de un sueño con otro gentil en 27:19; como la estrella, era un medio de comunicación familiar en esa cultura. Las únicas otras revelaciones en sueños que Mateo registró fueron dadas a José (1:20; 2:13, 19, 22).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

2.1 Belén es un pueblo pequeño que se halla tres kilómetros al sur de Jerusalén en una colina 600 metros sobre el nivel del mar. Es mencionado con más detalles en el Evangelio de Lucas. La información que da Lucas también explica por qué José y María se encontraban en Belén cuando Jesús nació, en lugar de Nazaret, su ciudad de origen.2.1 La tierra de Israel había sido dividida en cuatro distritos políticos y en varios territorios pequeños. Judea estaba al sur, Samaria en el centro, Galilea al norte e Idumea al sudeste.Belén de Judea fue profetizado como el lugar de nacimiento del Mesías (Mic 5:2). Jerusalén estaba también en Judea y era la sede del gobierno de Herodes el Grande, el que reinó sobre los cuatro distritos políticos. Después de la muerte de Herodes, los distritos fueron asignados a tres reyes(véase la nota en 2.19-22). A pesar de que fue insensible y malvado al asesinar a muchos de su propia familia, Herodes el Grande supervisó la renovación del templo, haciéndolo más grande y hermoso. Esto lo hizo muy popular ante muchos judíos. Jesús visitó Jerusalén muchas veces porque allí se llevaban a cabo las más grandes festividades judías.2.1, 2 No se sabe mucho de estos magos (sabios). No sabemos cuántos fueron ni de dónde vinieron. La tradición dice que eran hombres de alta posición de Partia, cerca de la antigua Babilonia. ¿Cómo supieron que la estrella representaba al Mesías? (1) Quizás eran judíos de los que permanecieron en Babilonia después del exilio, y por eso conocían las predicciones del Antiguo Testamento acerca de la venida del Mesías. (2) Quizás eran astrólogos orientales que estudiaban manuscritos antiguos de todo el mundo. Debido al exilio judío de siglos anteriores, seguramente había ejemplares del Antiguo Testamento en su tierra. (3) Puede ser que recibieran un mensaje especial de Dios y dirección para encontrar al Mesías. Algunos eruditos dicen que eran de diferentes lugares, y que representaron al mundo entero al postrarse ante Jesús. Aquellos hombres de tierras lejanas reconocieron en Jesús al Mesías cuando la mayoría de los elegidos de Dios en Israel no lo hicieron.Mateo describe a Jesús como Rey de todo el mundo, no solo de Judea.2.1, 2 Los magos viajaron miles de kilómetros para ver al Rey de los judíos. Cuando lo encontraron, reaccionaron con gozo, adoración y le dieron regalos. Cuán diferente a la forma en que reacciona la gente hoy. Esperamos que Dios venga a buscarnos, que se dé a conocer, que demuestre quién es y que nos dé regalos. Pero los que son sabios todavía buscan a Jesús y lo adoran, no por lo que pueden conseguir, sino por lo que El es.2.2 Los magos dijeron que habían visto la estrella de Jesús. Balaam se refiere a la venidera «estrella de Jacob» (Num 24:17). Algunos dicen que probablemente fue una conjunción de Júpiter, Saturno y Marte que se vio el año 6 a.C. y otros dan otras explicaciones. Pero, ¿el Dios que creó los cielos, no pudo haber hecho una estrella especial para anunciar la llegada de su Hijo? Sin importar mucho la naturaleza de la estrella, estos sabios viajaron miles de kilómetros en busca de un Rey, y lo hallaron.2.3 Herodes el Grande se sintió muy mortificado cuando los magos preguntaron acerca del rey recién nacido porque: (1) Herodes no era el heredero al trono de David, y muchos judíos lo odiaban por usurpador. Si Jesús era el verdadero heredero, habría problemas. (2) Herodes era cruel y, al tener muchos enemigos, vivía temiendo que alguno intentara derrocarlo. (3) Herodes no quería que los judíos, gente religiosa, se unieran alrededor de una figura religiosa. (4) Si aquellos magos eran descendientes de judíos y eran de Partia (la región más poderosa después de Roma), se alegraban del nacimiento de un rey judío que pudiera balancear el poder a expensas de Roma. Israel, que estaba lejos de Roma, podría ser presa fácil de una nación que intentara extender sus dominios.2.4 Los principales sacerdotes y maestros de la Ley tomaron en cuenta Mic 5:2 y otras profecías sobre el Mesías. Las noticias de los magos inquietaron a Herodes porque él sabía que los judíos esperaban la pronta venida del Mesías (Luk 3:15). La mayoría de los judíos esperaban que el Mesías fuera un gran militar y un libertador político, como Alejandro el Grande. Los consejeros de Herodes pudieron haberle dicho esto. Herodes no quiso correr ningún riesgo y ordenó la muerte de todos los bebés en Belén (Luk 2:16).2.5, 6 Mateo a menudo se refiere al Antiguo Testamento. Esta profecía, una paráfrasis de Mic 5:2 fue anunciada siete siglos antes.2.6 Muchos líderes religiosos creían en el cumplimiento literal de todas las profecías del Antiguo Testamento, por lo tanto creían que el Mesías nacería en Belén. Irónicamente, cuando Jesús nació, estos mismos líderes religiosos vinieron a ser sus más grandes enemigos. Cuando el Mesías, a quien estaban esperando, finalmente vino, no lo reconocieron.2.8 Herodes no quería adorar a Cristo, estaba mintiendo. Era una trampa para lograr que los magos regresaran y le revelaran los detalles del rey recién nacido. El plan de Herodes era darle muerte.2.11 Jesús tenía probablemente uno o dos años cuando los magos lo hallaron. En ese entonces, María y José ya estaban casados, viviendo en una casa, e intentando permanecer en Belén por un tiempo. Para tener mayor información del porqué se quedaron en Belén, véase la nota en Luk 2:39.2.11 Los magos le dieron estos regalos caros porque eran presentes valiosos para el futuro rey. Los estudiantes de la Biblia han visto en los regalos, símbolos de la identidad de Cristo y lo que El podría lograr. El oro era un regalo digno de un rey; el incienso, un regalo para una divinidad; la mirra, una especie para un hombre mortal, que iba a morir. Estos regalos pudieron proveer recursos económicos para el viaje de la familia en su regreso a Egipto.2.11 Los magos le ofrecieron presentes y adoraron a Jesús por lo que El era. Esta es la esencia de la verdadera adoración: honrar a Cristo por su persona y estar dispuesto a darle lo que consideramos valioso. Adore a Dios porque es perfecto, justo y creador poderoso del universo, digno de lo mejor que uno puede dar.2.12 Después de encontrar a Jesús y adorarlo, los magos recibieron la advertencia de no regresar a Jerusalén como ellos intentaban. Encontrar a Jesús puede significar que su vida deba tomar una dirección diferente, obediente y abierta a la Palabra de Dios. ¿Anhela usted seguir un camino diferente?2.13 Este es el segundo sueño o visión que José recibió de Dios. Su primer sueño reveló que el hijo de María sería el Mesías (1.20, 21). Su segundo sueño le anunció cómo debería proteger la vida del niño. A pesar de que José no era su padre natural, era su padre legal y tenía la responsabilidad de protegerlo y buscar su bienestar. La dirección divina viene solo a corazones preparados. Desde su primera visión de Dios, José no se convirtió en una persona orgullosa, sino que permaneció receptivo a la dirección de Dios.2.14, 15 Ir a Egipto no era extraño porque allí había colonias judías en las ciudades principales. Estas colonias se formaron durante el tiempo de la gran cautividad (véase Jeremías 43-44). Hay un paralelo interesante entre esta huida a Egipto y la historia de Israel. Cuando Israel era una nación en ciernes, se fue a Egipto, como Jesús lo hizo cuando era niño. Dios sacó de allí a Israel (Hos 11:1). Dios trajo de regreso a Jesús. Ambos hechos muestran a Dios en acción para salvar a su pueblo.2.16 Herodes, rey de los judíos, dio muerte a todos los niños menores de dos años, con la idea obsesiva de matar a Jesús, el rey recién nacido. Se manchó las manos con sangre, pero no logró dañar a Jesús. Era rey por mandato humano, Jesús lo era por mandato divino. Nadie puede alterar los planes de Dios.2.16 Herodes temía que aquel rey recién nacido algún día lo destronara. No comprendía la razón de la venida de Cristo. Jesús no quería el trono de Herodes, sino ser el Rey en la vida de Herodes. Quería darle una vida eterna, no quitarle su vida presente. La gente hoy, a menudo, teme que Jesús le quite algo, cuando en realidad quiere darle verdadera libertad, paz y gozo.2.17, 18 Raquel fue la esposa de Jacob, uno de los grandes hombres de Dios en el Antiguo Testamento. De los doce hijos de Jacob salieron las doce tribus de Israel. Raquel fue sepultada cerca de Belén (Gen 35:19). Para tener una idea más amplia acerca del significado de este texto véase Jer 31:15, donde está el pasaje que se cita.2.19-22 Herodes el Grande murió en 4 a.C. de una enfermedad incurable. Roma confiaba en él, pero no en sus hijos. Herodes sabía que Roma no daría a su sucesor tanto poder, de manera que dividió su reino en tres partes, una para cada hijo. Arquelao recibió Judea, Samaria e Idumea; Herodes Antipas consiguió Galilea y Perea; Herodes Felipe II recibió Traconite. Arquelao, un hombre violento, empezó su reinado dando muerte a tres mil personas influyentes. Fue deportado nueve años más tarde. Dios no quiso que la familia de José fuera a la región donde gobernaba este malvado.2.23 Nazaret se hallaba en la zona montañosa del sur de Galilea, cerca al gran cruce de caravanas. La gente de Nazaret tenía contacto constante con personas de todo el mundo, de modo que las noticias les llegaban rápidamente. El pueblo en sí no era grande. La guarnición romana encargada de Galilea estaba establecida allí, lo que hacía que muchos judíos la despreciaran. Quizás por eso Natanael comentó: «¿Puede salir algo bueno de Nazaret?» (Joh 1:46).2.23 El Antiguo Testamento no registra específicamente las palabras «el Mesías sería llamado nazareno». Muchos eruditos creen, sin embargo, que Mateo se estaba refiriendo a Isa 11:1 donde la palabra hebrea «vástago» es similar a la palabra «nazareno». O quizás se refería a una profecía no registrada. Como sea, Mateo describe a Jesús como el verdadero Mesías, el que Dios anunció por medio de los profetas. Subrayó que Jesús, el Cristo, había tenido comienzos inesperados y humildes, tal como el Antiguo Testamento lo había predicho (véase Mic 5:2).INFORMACION QUE SOLO SE HALLA EN EL EVANGELIO DE MATEO1.20-24 : La visión de José–2.1-12 : La visita de los magos2.13-15 : Huida a Egipto–2.16-18 : Matanza de los niños–27.3-10 : La muerte de Judas–27.19 : El sueño de la esposa de Pilato27.52 : Otras resurrecciones28.11-15 : El soborno de los guardias28.19, 20 : Se enfatiza el bautismo en la Gran Comisión–Mateo menciona nueve anécdotas que no aparecen en los otros Evangelios. En cada caso, la explicación es que Mateo tenía el propósito de comunicar las buenas nuevas a los judíos. Cinco casos cumplen las profecías del Antiguo Testamento (marcadas con asteriscos anteriormente). Las otras cuatro quizás fueron de interés para los judíos del tiempo de Mateo.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) O: “magos”. Gr.: má·goi.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 53 Miq 5:2; Luc 2:4

b 54 Luc 1:5

c 55 Dan 1:20

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Belén. Está a 8 km al sur de Jerusalén y también era llamada la « ciudad de David» (Lc 2:4) porque David creció allí. El nombre en hebreo significa « Casa del pan» .

Judea. Este nombre es una variante de la palabra « judío» , y se refiere a la tierra del pueblo judío. La palabra « judío» procede del nombre « Judá» , uno de los doce hijos de Israel (Jacob), y fue el nombre del reino del sur que resultó de la división de Israel (1 R 12:16– 17). Judea era una región al oeste y al sur del Mar Muerto.

rey Herodes. Herodes el Grande, de origen idumeo (o sea, descendiente de Esaú) fue nombrado rey de los judíos (37– 4 a.C.) por los romanos y gobernó sobre Judea, Samaria y Galilea.

magos. Eran un grupo de hombres sabios que se especializaban en astronomía, astrología, y ciencias naturales. Los magos fueron testigos de los milagrosos sucesos que tuvieron lugar con el nacimiento de Jesús. Los magos conocían las profecías del A.T. acerca del Mesías, el verdadero Rey, y reconocieron que el nacimiento de Jesús cumplía dichas profecías.

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Significa casa del pan .

1 (a) Luc_2:4-7

1 (b) Mat_2:5-6

1 (C) Luc_1:5

1 (d) cfr. Isa_41:2

1 (e) cfr. Dan_2:48

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Belén. La ciudad está a 8 km. al S. de Jerusalén.

el rey Herodes. I.e., Herodes el Grande, cuya familia, aunque judíos de nombre, eran en realidad edomitas o idumeos; fue rey de 40-4 a.C., con la ayuda de los romanos. Construyó en Jerusalén el templo que Cristo conoció.

magos. Estos sabios del oriente eran expertos en el estudio de los astros. La tradición dice que eran tres y que eran reyes, pero no lo sabemos de seguro.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

12 (C) La visita de los sabios (2,1-12). 1. cuando nació Jesús: El nacimiento se narra mediante un verbo en participio, y, en seguida, se pone en relación con acontecimientos polí­ticos y sociales. Herodes: Herodes el Grande era un rey vasallo (rex socius) del emperador romano; reinó desde el año 37 hasta el 4 a.C.; poseía una personalidad fuerte y dominante (→ Historia: 75:156-59). Véase Lc 1,5. Los he­chos que se le atribuyen en nuestro texto no aparecen en ninguna otra fuente, pero están de acuerdo con su carácter, magos: Pertene­cían a una casta de hombres sabios, relaciona­dos con la interpretación de sueños, el zoroastrismo, la astrología y la magia. La tradición cristiana posterior los convirtió en reyes por influencia del Sal 72,10 e Is 49,7; 60,10. Su nú­mero se fijó en tres, deducido de los tres dones (v. 11). Con el paso del tiempo, también se les puso un nombre: Gaspar, Baltasar y Melchor en la Iglesia occidental; Gaspar se convirtió en un personaje de raza negra. Fueron considera­dos los representantes del mundo gentil, en to­da su diversidad racial, que se acercó a Cristo. desde el oriente: Podría referirse a Persia, Siria oriental o Arabia. 2. rey de los judíos: Jesús es designado mesías real, su estrella: La estrella que conduce hasta Cristo es probablemente un elemento midrásico procedente de Nm 22-24, el relato de Balaán, especialmente 24,17, dentro del cuarto oráculo; la estrella se identi­fica con el Mesías en TgOnq y TgPsJ. Si el da­to es histórico, podría tratarse de una supernova, un cometa (cf. Virgilio, Eneida, 2.694: «una estrella capitaneando un meteorito, vola­ba con mucha luz»), o una conjunción plane­taria. 5. Belén: Se contrasta el pueblo humilde de David con la Jerusalén de Herodes. Belén era el pueblo de la antepasada de David, Rut (Rut 1,1-4), y también de su familia directa (ISm 16; 17,12), pero, a pesar de Miq 5,2, la creencia de que el Mesías nacería allí no pare­ce haber sido dominante en esta época (cf. Jn 7,42). 6. La cita es de Miq 5,1, pero Mateo cambia «clanes de Judá» por «gobernantes de Judá» para subrayar la dimensión mesiánica, y añade «que será el pastor de mi pueblo Is­rael», que procede de 2 Sm 5,2 y 1 Cr 11,2. 8. Una referencia a la famosa doblez de los polí­ticos. 11. el niño con María, su madre: Los ma­gos representan un modelo de sólida mariología como adoradores de Cristo en un contexto mariano. oro, incienso y mirra: La lista de los dones puede inspirarse en Is 60,6.11.13, que puede estar citado implícitamente junto con el Sal 72,10-11. En la tradición posterior, al oro se le atribuyó el significado de la realeza de Cristo, al incienso el de su divinidad y a la mi­rra el de su sufrimiento redentor, o la virtud, la oración y el sufrimiento. Algunos cristianos de la Iglesia primitiva se escandalizaban de este relato por la función de la estrella. ¿Favorecía este dato la astrología? Los pueblos antiguos, ante el caos social, se sentían atraídos por la religión astral debido la rigurosa regularidad de las estrellas. Pero esta religión se hizo opre­siva, dejando a la gente desamparada bajo la tiranía de la heimarmene o el «destino». Mateo no muestra interés en este asunto. Pero, pues­to que la estrella sirve en este caso a la finali­dad de Dios y conduce a los magos hasta Je­sús, podemos decir que se quebranta el poder del determinismo astral.
13 (D) La huida a Egipto (2,13-15). 15. de Egipto: La cita es de Os 11,1; se refiere a la experiencia fundamental de la salvación, el éxodo de la esclavitud egipcia. El «hijo» de la profecía se refiere a Israel, el pueblo de Dios. Mateo aplica aquí la tipología del éxodo a un individuo, Jesús, que representa el comienzo de la restauración de todo Israel (19,28; 21,43) . Este doble significado de hijo de Dios, como individuo y como colectividad aparece­rá de nuevo en 4,1-11. En Jesús, la historia, el pueblo y las instituciones de Israel se concen­tran y condensan para el asalto a la próxima era de la salvación. La huida es un nuevo éxo­do bajo un nuevo y más grande Moisés. Mateo utlizó las tradiciones de Moisés tal como apa­recen reelaboradas también en Josefo, Ant. 2.9-2-6 § 205-31.

14 (E) La matanza de los inocentes (2,16-18). 16. Herodes… hizo matar a todos los niños de Belén: Herodes actúa conforme a su carácter; puede que el relato no sea histórico pero posee cierta verosimilitud y recuerda el decreto del faraón de matar a todos los primo­génitos varones israelitas (Éx 1,16), un clásico ejemplo del genocida abuso de poder. Si el in­cidente es histórico, el número de niños asesi­nados no tendría que haber sobrepasado los 20. 18. Mateo presenta una cita, profunda­mente conmovedora, de Jr 31,15. La pérdida de sus hijos es un dolor único para una madre. En Gn 35,16-20, Raquel no llora porque su hi­jo muera, sino porque ella morirá al alumbrar­lo. En Jr, llora por el exilio de sus hijos José y Benjamín. Puede ser que, al citar Jr, Mateo quiera asociar a Jesús con Jeremías como pro­feta sufriente de la nueva alianza (Jr 31,31-34; Mt 26,28). Jeremías vivía de la esperanza en el tiempo final (2 Mac 2,1-12; 15,13-16).
15 (F) El regreso de Egipto (2,19-23).
Los w. 19-22 explican por qué José estableció a su familia en Galilea en lugar de Judea. El v. 20 evoca fielmente Éx 4,19. 23. se estableció en un pueblo llamado Nazaret: José, metido en el negocio de la construcción, se estableció probablemente en Nazaret porque podía en­contrar bastante trabajo en la vecina Séforis, que, en aquella época, Herodes Antipas estaba reconstruyendo como capital de su reino. La referencia a una profecía en este punto susci­ta un clásico problema de interpretación, puesto que no hay ninguna correspondencia exacta con ningún texto conocido del AT. Tal vez, Mateo la introdujo aquí para hacer que el lector reflexionara sobre una serie de elemen­tos: (1) la referencia a un pueblo pequeño que no se menciona en el AT; (2) la referencia al mesías como rama (néser) en Is 11,1 y otros pasajes; y, lo más interesante, (3) la referencia a Jesús como nazir, «consagrado», en la línea de Sansón y Samuel. En Nm 6,1-21 se hallan los requisitos para ser un nazir; en Jue 13-16 encontramos la historia de un nazir de por vi­da, Sansón, un ejemplo del héroe salvador. Otras referencias son Am 2,11-12; Josefo, Ant.19.6.1 § 294; Hch 21,24; 4QSmb (= 1 Sm 1,22) ; mNazir; Eusebio, HE 2.23.4-5. Si Mateo pensaba en esta tercera referencia, querría decir que Jesús era fuerte para salvar a su pueblo (no que llevaba una vida ascética, que más bien señala a Juan Bautista en el siguien­te versículo).
16 Considerando los caps. 1-2, podemos ver que Mateo ha presentado a Jesús como hi­jo de Abrahán en la genealogía, Hijo de Dios y Emmanuel en 1,18-25, hijo de David en 2,1-12, nuevo Moisés en 2,13-15, nuevo Jeremías en 2,16-18, y nuevo Sansón en 2,19-23. Desde to­dos los ángulos, Jesús aparece como la figura del salvador.
Se ha discutido bastante sobre el género li­terario de estos dos capítulos. Durante siglos se han considerado como historia familiar, aun­que difícil de reconciliar con Lc 1 -2 en muchos detalles. En las recientes décadas se ha im­puesto la opinión de que se trata de un midrás judeocristiano. Un midrás es una interpreta­ción homilética del AT que a menudo emplea la narración. Puesto que Mt 1-2 no es princi­palmente una interpretación de textos del AT sino de una persona, Jesús, no es un midrás en sentido estricto. Pero, sin lugar a dudas, utiliza las técnicas midrásicas de explicación. Esto significa que, junto a cierta información histó­rica, hay también en estos capítulos elementos legendarios. R. E. Brown ha propuesto como género apropiado de estos capítulos «los rela­tos de infancia de personajes famosos», una categoría que nos permite abarcar estos dife­rentes aspectos (BBM 561).
Una detallada comparación de los relatos de Mateo y Lucas daría por resultado que am­bos coinciden en once puntos (BBM 34-35). Los tres más importantes son que Jesús era hi­jo de David (es decir, de la tribu de Judá), na­ció en Belén y se crió en Nazaret, y fue conce­bido virginalmente. Sería conveniente hacer de estos puntos el gozne histórico de estos re­latos, pero, de hecho, se encuentran en dife­rentes niveles de probabilidad histórica. El primero tiene la mayor probabilidad de ser histórico. Pero tanto el nacimiento en Belén como la concepción virginal están tan alta­mente influidos por la lectura que hicieron sus autores de las profecías veterotestamentarias, que el historiador pone en duda lo que el cre­yente no necesita. Sin embargo, es mucho más probable que los relatos existiesen previamen­te sin citas que el hecho de que fueran creados para incorporarlas. Las cinco citas son una contribución de Mateo a la tradición recibida, una contribución que sigue en 4,14-16; 8,17; 12,17-21; 13,35; 21,4-5; 27,9-10. Los primeros cristianos reconocieron a Jesús como Hijo de Dios primero en su resurrección (Pablo), des­pués en su bautismo (Marcos), y, finalmente, en su concepción (Mateo/Lucas). En su relato del rechazo y del triunfo divino, el prólogo contiene todo el relato evangélico en miniatu­ra. Anuncia una unión de judíos y gentiles en un nuevo reino universal y muestra que Dios puede hacer fecunda a la estéril, que su fuerza está oculta en la debilidad, que su plan está ya realizándose.
(Brown, R. E., The Birth of the Messiah [Garden City 1977], Nolan, B. M., The Royal Son of God [OBO 23, Friburgo 1979]. Soares Prabhu, G. M., The Formula Quotations in the Infancy Narrative of Mat­thew [AnBib 63, Roma 1976], Vdgtle, A., Messias und Gottessohn [Düsseldorf 1971].)

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

No se sabe quienes fueron estos sabios. Ignoramos sus nombres, así como su domicilio. Solo se nos dice, que vinieron «del Oriente». No podemos decir si eran Caldeos o Árabes. Si adquirieron algunas nociones de la venida de Cristo por las diez tribus, que fueron llevadas cautivas, o por las profecías de Daniel, no lo sabemos, importa poco quienes fueran. Lo que más nos interesa es la instrucción abundante que nos suministra esta narración.
Estos versículos nos demuestran que puede haber verdaderos siervos de Dios en localidades donde no esperaríamos encontrarlos. Jesús tiene a muchos «ocultos», semejantes a estos sabios. Su historia puede ser tan poco conocida en el mundo, como la de Melchizedek, Jetró y Job. Pero sus nombres están escritos en el libro de la vida, y se hallarán con Cristo el día que El aparezca. Es bueno acordarse de esto. No debemos mirar alrededor de la tierra y decir temerariamente, «Todo es estéril». La gracia de Dios no está circunscrita a ciertas localidades y familias. El Espíritu Santo puede conducir almas a Cristo sin ayuda de medios exteriores. Algunos hombres pueden nacer en lugares oscuros de la tierra como estos Magos, y sin embargo, como ellos legar a ser «sabios para la salvación». En este instante hay algunos encaminándose al cielo, de quienes la iglesia y el mundo nada saben. Florecen en lugares escondidos como el lirio entre las espinas. Cristo los ama, y ellos aman a Cristo.
Estos versículos nos enseñan que no siempre sucede que los que tienen más privilegios religiosos, son lo que tributan más Gloria a Cristo. Podríamos haber pensado que los escribas y fariseos hubieran sido los primeros en correr presurosos a Belén, al oír el más ligero rumor que el Salvador había nacido. Pero no fue así. Unos pocos desconocidos extranjeros de una tierra lejana fueron los primeros hombres, excepto los pastores mencionados por S. Lucas, en celebrar Su nacimiento. «El vino a los suyos, y los suyos no le recibieron» ¡Que pintura tan triste de la naturaleza humana! ¡Con cuánta frecuencia se puede ver lo mismo entre nosotros! ¡Cuán a menudo las personas que viven más próximas a los medios de gracia son las que menos se aprovechan de ellos! Hay sin duda en algunos casos mucha verdad en el proverbio antiguo: «Cuánto más cercanos a la iglesia, tanto más remotos de Dios» La familiaridad con las cosas sagradas tiene en algunos casos una funesta tendencia a engendrar desprecio. Hay muchos que por su residencia y facilidades debían ser los primeros en dar culto a Dios, y que sin embargo son siempre los últimos. Hay otros, que bien pudiera esperarse fuesen los últimos y son siempre los primeros.
Estos versículos nos enseñan, que en la mente puede haber mucho conocimiento de la Escritura, mientras que en el corazón no hay gracia. Notad como el rey herodes manda a inquirir de los sacerdotes y ancianos «donde había de nacer el Cristo» Notad cuan prontamente le contestan y cuan familiarizados manifiestan estar con la letra de las Santas Escrituras. Más no fueron a Belén en busca del Salvador. No quisieron creer en El, cuando en medio de ellos ejercía Su ministerio. Sus mentes eran superiores a sus corazones. No nos contentemos con solo el conocimiento intelectual. Es excelente cuando se usa rectamente. Más puede suceder que uno haya adquirido mucha erudición y que no obstante perezca eternamente. ¿Cuál es el estado de nuestros corazones? Esta es la gran cuestión. Poca gracia es mejor que muchos dones intelectuales. Estos solos no salvan a nadie. La gracia nos guía a la Gloria.
El proceder de esos sabios, descrito en este capítulo, es un ejemplo brillante de diligencia espiritual. ¡Cuántas tediosas millas atravesarían! ¡Qué molestias debieron de haber sufrido en el viaje de su país a la casa donde nación Jesús! Las fatigas del viajero oriental son mayores de lo que nosotros podemos imaginar. El tiempo que en tal jornada gastarían debió necesariamente haber sido muy largo. Los peligros que habían de encontrar no serían ni pocos ni pequeños. Empero, nada de esto los movió a desistir de la empresa. Habían resuelto firmemente en sus corazones ver a Jesús; y no descansaron hasta que le vieron. Ellos nos prueban lo verdadero del adagio antiguo: «Donde hay voluntad hay medios.
Convendría a todos los que profesan el cristianismo que estuvieran más listos a seguir el ejemplo de estos sabios. ¿Dónde está nuestra abnegación? ¡Qué penas nos tomamos por el bien de nuestras almas? ¡Qué actividad desplegamos para seguir a Cristo? ¿Qué nos cuesta nuestra religión? Estas cuestiones son importantes y merecen seria consideración.
Finalmente es digna de considerarse la conducta de los sabios; es un admirable ejemplo de fe. Creyeron en Cristo sin jamás haberle visto. Mas esto no fue todo: creyeron en El cuando los escribas y fariseos permanecieron incrédulos. Aún más, los sabios creyeron en El cuando le vieron recién nacido en las rodillas de María, y le adoraron como rey. Este fue el acto supremo de su fe. No presenciaron milagros que los convenciesen. No oyeron enseñanza que los persuadiera. No vieron signos de divinidad ni grandeza que les impusiera respeto. No vieron más que a un recién nacido, que necesitaba el cuidado de una madre como cualquiera de nosotros. Y sin embargo, cuando le vieron, creyeron que veían al divino Salvador del mundo. «Se postraron y le doraron.
En todo el volumen de la Biblia no leemos de un caso de fe superior a esta. Bien merece ser colocada al lado de la del ladrón arrepentido. Este vio a uno padeciendo la muerte de un malhechor; y no obstante le rogó, y «le llamó Señor» Los sabios vieron a un recién nacido en el regazo de una mujer pobre, y sin embargo le adoraron y confesaron que El era el Cristo ¡Felices en verdad los que pueden creer de este Modo! Esta es la clase de fe, tengámoslo presente, que Dios se complace en honrar. La prueba de ello la tenemos en nuestros mismos días. Donde quiera que se lee la Biblia es conocido el proceder de estos sabios y se recuerda en memoria de ellos.
Caminemos en las huellas de su fe. No nos avergoncemos de creer en Jesús y confesarle, aunque todos los que nos rodean permanezcan apáticos e incrédulos. ¿No tenemos nosotros más evidencias que las de aquellos sabios, para creer que Jesús es Cristo? Sin duda que sí. Empero ¿Dónde está nuestra fe?

Fuente: Los Evangelios Explicados

Bet-Léjem… Gr. Bedléem; astrónomos… Gr. mágoi = magos. Debe diferenciarse de astrólogos → v. Mat 2:2; Mat 2:7; Mat 2:9.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R408 Ἀνατολῶν se usa como un plural idiomático; significa: oriente (las direcciones generalmente se dan en plural -T26).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., días

I.e., sabios dedicados al estudio de la astrología, la medicina, y las ciencias naturales

Fuente: La Biblia de las Américas

Esto es, astrónomos (no astrólogos).

Fuente: La Biblia Textual III Edición

Los Magos vienen de Oriente a Belén: adoran al Señor, y le ofrecen sus presentes. Crueldad de Herodes en hacer matar a todos los niños menores de dos años en Belén y en toda su comarca. Huida de Cristo a Egipto: su vuelta a la tierra de Israel.

1 a. Esto es, de la tribu de Judá, porque había otra ciudad del mismo nombre, que pertenecía a la tribu de Zabulón (Jos 19,15).

b. Estos Magos, de que habla aquí el Evangelista, eran, según el sentimiento de San Jerónimo, hombres sabios y filósofos, aplicados al conocimiento de las cosas naturales, in Dan 2. Entre los persas eran llamados Magos, y tenidos en el mayor respeto los ministros de la religión, que atendían al culto de la divinidad, y se aplicaban al conocimiento de ella. Por el Oriente entienden algunos la Persia, y otros la Arabia; y esto parece más conforme a lo que dice David en el Sal 71,10: Que los reyes de los Árabes, y de Sabá ofrecerían presentes. De aquí han creído algunos intérpretes, que fueron reyes; o por lo menos de los principales y más nobles del país. A estos Magos escogió Dios entre otros muchos, para llenarlos de luz, y hacerles conocer el misterio de nuestra redención.

2 c. El Griego: ho tejthéis, aquel que nació, el nacido. Aquí el artículo ho es enfático.

d. Algunos explican este lugar de esta manera: Estando en el Oriente, vimos su estrella, suponiendo que se dejó ver sobre Jerusalén; pero esta exposición parece contraria a lo que se dice en el v. 9. Todo lo que se nos refiere aquí acerca de estos Magos, es extraordinario y milagroso. Este fenómeno que apareció a los Magos, no era una estrella propiamente, sino un fuego encendido extraordinariamente por el poder divino, bajo la figura de una grande y resplandeciente estrella, destinada para alumbrar a los Magos, y servirles de guía, y que aparecía y desaparecía, según la voluntad del soberano Artífice que la había formado. Los Magos, por divina revelación, supieron lo que esta nueva estrella les anunciaba.

3 e. Una nueva, que le aseguraba el nacimiento de un nuevo rey de los judíos, no podía menos de turbarle, temiendo que le despojaría de un reino que él había usurpado.

4 f. Las cabezas de las veinte y cuatro familias sacerdotales, que servían en el templo por su turno (1Cro 24,17).

g. Los doctores de la ley; porque estos eran los depositarios de los libros santos, y los intérpretes de las Escrituras divinas; y por esto los llama, para que le expliquen lo que decían las profecías sobre el nacimiento del Cristo o del Mesías.

5 h. En Miqueas se llama Belén Efratá.

7 i. Les apareció; esto es, se les comenzó a aparecer, o la vieron la primera vez.

8 j. Lo que pretendía Herodes, era saber dónde se hallaba el rey recién nacido, no para pasar a adorarle, como decía, sino para hacerle morir cruelmente, como se vio por lo que hizo después, cuando se vio burlado por los Magos. Pero contra el consejo de Dios nada pueden todos los hombres y reyes juntos.

9 k. Sirviéndoles de guía en el camino hasta Jerusalén.

11 l. El Griego: kái elthóntes eis tén oikían, éidon tó paidíon (y llegando a la casa, vieron al niño). Esta casa, según San Jerónimo y otros, era un establo. En este rinconcito de la tierra nació el Creador de los cielos. En él fue envuelto en pobres pañales, visitado de los pastores, mostrado por la estrella, y adorado por los Magos, y reconocido por Dios.

m. Esto es, los cofres en donde llevaban sus tesoros y alhajas. Los Padres advierten, que le ofrecieron oro como a rey, incienso como a Dios, y mirra como a hombre.

12 n. El Griego: jrematisthéntes. Esta palabra, de que usa el texto Griego, explica que fueron avisados por un ángel.

13 o. El Griego: egerthéis (despertando), y lo mismo repite poco más abajo.

p. Pero ¿el Libertador del mundo debía temer la cólera y el furor de Herodes, y salvarse de sus manos por medio de la huida? ¿No parece cosa poco decorosa e indigna del Señor universal de todas las cosas, atender a la seguridad de su Hijo por unos medios que tienen todo el aire de temor y de flaqueza? Pero esta misma pregunta se puede hacer acerca de todos los abatimientos que tuvo el Señor desde el punto mismo en que desde el seno del Padre descendió a encarnarse en el seno de María. Véase San Juan Chrysóstomo, Homil. VIII in Matth. Viniendo al mundo, quiso mostrar de luego a luego, que él era el que venía a ser desechado y despreciado entre los hombres, el varón de dolores, que sabe lo que es flaqueza (Is 53,3).

15 q. El texto de Os 11,1, habla del pueblo de Israel, a quien Dios sacó de Egipto bajo la conducta de Moisés; pero aquello figuraba a Cristo, que es cabeza de la Iglesia, en quien se cumple principalmente la profecía.

16 r. Después que la Virgen y San José habían huido a Egipto.

s. MS. De dos annos aiuso.

18 t. Ramá estaba en los confines de la tribu de Benjamín, y cerca de Belén. San Jerónimo siente, que Ramá no se debe tomar aquí por nombre propio, y que así el verdadero sentido de estas palabras es este: Un grande ruido se dejó oír bien lejos, y se levantó hasta el cielo. Mas es de notar, que el sepulcro de Raquel estaba cerca de este lugar (Gén 35,19).

u. El Griego: thrénos, kái klauthmós, kái odurmós polús (Lloro, y lamentación, y gemido grande) (Jer 31,15). Lo que el profeta había dicho antes del tiempo del cautiverio de Babilonia, lo aplicó también el Evangelista al tiempo de la mortandad de los Inocentes. Jeremías, para dar una idea del dolor que causaría el cautiverio de las diez tribus, introduce a Raquel, como saliendo de su sepulcro, para llorar a la vista de tan triste espectáculo. Las lágrimas de los vivos no bastaban para llorar esta desgracia tan terrible; y así era necesario juntar las de los muertos, y sobre todo de Raquel, cuyo sepulcro estaba sobre el camino por donde debían pasar los cautivos. Los gemidos y gritos penetrantes de estos la hicieron, por decirlo así, salir del sepulcro, y derramar lágrimas, temiendo que no volverían más a ver su patria. Esta bella imagen la aplica el Evangelista a la crueldad de Herodes con los Inocentes.

20 v. Los que buscaban la vida, o querían matar; el plural por el singular; esto es, Herodes que buscaba. Puede también esto entenderse de los cortesanos de Herodes, que por lisonjearle, aprobarían su bárbara resolución. Cosa muy común en los palacios.

22 w. MS. E por amostramiento del ángel en suennos.

23 x. Nazareno quiere decir santo, separado y consagrado al Señor. Los judíos le llamaban así por desprecio, por haberse criado en Nazaret, ciudad para ellos despreciable. Pero en el sentido en que hablaron de él los profetas, fue por su singular consagración, porque la palabra hebrea Nazar significa ser puro, consagrado, como lo es el Santo de los santos. Las profecías a que alude el texto pueden ser la del Gén 49,26, y la del Dt 33,16, en las que se da el nombre de Nazareno a José hijo de Jacob, que fue la figura más expresa de Jesucristo. San Jerónimo dice, que aquí se hace alusión a Is 11,1, et flos de radice ejus ascendet, y en este caso se escribe Netsar por Tsade, y no Nazar por Zain.

Fuente: Notas Bíblicas

[1] Note que el Hijo de YHWH era para gobernar para siempre sobre Israel, no como una «entidad separada,» o iglesia gentil.

[2] La destrucción de los hijos de Judah se encuadra con los hijos de Efrayím que fueron asesinados, o dispersados unos 700 años antes. Las lágrimas de Rajel son para todo Israel que vuelve de la muerte, como es visto en Jer 31:17.

[3] Isaías.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[6] Belén eres grande porque de ti ha de nacer el Mesías. Miq 5, 2; Jn 7, 42.[15] Os 11, 1.[17] Jer 31, 15.

Fuente: Notas Torres Amat

* O “Magos.” Se creía que estos eran sacerdotes gobernantes de Persia, quienes estudiaban las estrellas.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento