Comentario de Mateo 24:36 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Pero acerca de aquel día y hora, nadie sabe; ni siquiera los ángeles de los cielos, ni aun el Hijo, sino sólo el Padre.
24:36 Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. — Aunque «el día» («aquel día», La Biblia de las Américas) generalmente se refiere al Día del Juicio Final, y seguramente es cierto que “del día y la hora” de la segunda venida de Cristo nadie sabe (1Ts 5:1-3; 2Pe 3:10), también es cierto que, aunque Jesús les había dado las señales de los versículos 5-15, los discípulos no sabían precisamente en qué día o en qué hora los romanos vendrían y, por lo tanto, tenían que estar siempre preparados. Dice Mar 13:32 que ni el Hijo sabe y, por esto, algunos niegan la omnisciencia de Cristo, pero muchos textos claramente afirman la Deidad de Jesús y si era Deidad (Dios) entonces era omnisciente (9:4, “Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos”; véanse también 12:25; Luc 5:22; Luc 11:17; solamente Dios sabe los pensamientos del hombre; Jua 2:24-25 — solamente Dios sabe lo que hay en el hombre, pero Jesús sabía lo que había en el hombre). Parece que los que usan Mar 13:32 para negar la omnisciencia de Cristo no se dan cuenta de que al mismo tiempo niegan la omnisciencia del Espíritu Santo; el texto dice que «nadie sabe… sino el Padre»; por eso ¿no es omnisciente el Espíritu Santo? Las tres personas de la Deidad son uno pero cada Persona de la Deidad tiene su papel que desempeñar y los «tiempos o las sazones» el Padre ha puesto «en su sola potestad», Hch 1:7.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Mat 24:42, Mat 24:44; Mat 25:13; Zac 14:7; Mar 13:32; Hch 1:7; 1Ts 5:2; 2Pe 3:10; Apo 3:3; Apo 16:15.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
nadie sabe: Indiferentes a tan claras afirmaciones (vv. Mat 24:42, Mat 24:44; Mat 25:13; Hch 1:6, Hch 1:7), hay multitudes que siguen a quienes son desobedientes a la palabra de Cristo, y hasta establecen fechas para la venida del Señor. El hecho es que no hay eventos profetizados que vayan a ocurrir antes del arrebatamiento de la Iglesia del Señor. Este es inminente; este puede ocurrir en cualquier momento. Además, no debemos buscar señales para un evento que no tiene señales. No hay señales del tiempo porque no estamos en el tiempo de las señales profetizadas (1Ts 1:10; 1Ts 4:13-18; 1Co 15:51, 1Co 15:52). El manuscrito griego más cercano añade «ni el Hijo» después de los ángeles del cielo. ¿Cómo puede Jesús como Dios decir: «yo no sé» (Mar 13:32)? Cuando el Señor Jesús fue encarnado voluntariamente limitó el uso de sus atributos divinos a la voluntad de su Padre (Flp 2:5-8; Jua 17:4, Jua 17:5). Él sintió hambre y estuvo sediento y cansado. Lucas registra que Jesús creció en conocimiento y sabiduría (Luc 2:52). Esta declaración en el v. Mat 24:36, entonces, fue hecha mientras Él había rendido el uso independiente de su omnisciencia divina.
EN FOCO
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El Reino del cielo
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(Gr. He basileía ton ouran̊s) (Mat 3:2; Mat 4:17; Mat 5:3, Mat 5:10; Mat 10:7; Mat 25:1) # en Strong G932; G3772: Esta frase usada casi exclusivamente en el Evangelio de Mateo (33 veces), es una manera judía de decir «el Reino de Dios». Los judíos evitan decir el nombre de Dios. Ellos a menudo usaban la palabra cielo como una manera alternativa para referirse a Dios. La palabra cielo también apunta la naturaleza celestial del Reino de Jesús. Su Reino no involucra una restauración política de la nación de Israel, como muchos judíos esperaban. Tal Reino demanda un arrepentimiento interno, no solo un sometimiento externo. Este provee liberación del pecado antes que liberación política.
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Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
SÓLO MI PADRE. Este versículo dice que sólo el Padre conoce el tiempo del retomo de Cristo. Hay que entender esto como una referencia al tiempo en que Cristo estuvo en la tierra. Seguro que ahora Jesús, que ha regresado a su gloria anterior (Jua 17:5), tiene conocimiento futuro de su retomo. Los santos de la tribulación también pueden conocer el tiempo de su final regreso al observar las señales de la tribulación que describió Cristo (véase el ARTÍCULO LA GRAN TRIBULACIÓN, P. 1328. [Mat 24:21]).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
del día y la hora. Vea la nota sobre Mar 13:32. Los discípulos deseaban fijar el tiempo preciso, pero este no era un asunto que tuvieran que conocer (Hch 1:7). El énfasis de Jesús, en cambió, estaba en la fidelidad, la vigilancia, la mayordomía, la esperanza y la preparación. Estas fueron las cosas que Jesús enseñó en la parábola que sigue inmediatamente.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
24:36 Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. – Aunque «el día» («aquel día», La Biblia de las Américas) generalmente se refiere al Día del Juicio Final, y seguramente es cierto que “del día y la hora” de la segunda venida de Cristo nadie sabe (1Ts 5:1-3; 2Pe 3:10), también es cierto que, aunque Jesús les había dado las señales de los versículos 5-15, los discípulos no sabían precisamente en qué día o en qué hora los romanos vendrían y, por lo tanto, tenían que estar siempre preparados.
Dice Mar 13:32 que ni el Hijo sabe y, por esto, algunos niegan la omnisciencia de Cristo, pero muchos textos claramente afirman la Deidad de Jesús y si era Deidad (Dios) entonces era omnisciente (9:4, “Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos”; véanse también 12:25; Luc 5:22; Luc 11:17; solamente Dios sabe los pensamientos del hombre; Jua 2:24-25 — solamente Dios sabe lo que hay en el hombre, pero Jesús sabía lo que había en el hombre). Parece que los que usan Mar 13:32 para negar la omnisciencia de Cristo no se dan cuenta de que al mismo tiempo niegan la omnisciencia del Espíritu Santo; el texto dice que «nadie sabe… sino el Padre»; por eso ¿no es omnisciente el Espíritu Santo? Las tres personas de la Deidad son uno pero cada Persona de la Deidad tiene su papel que desempeñar y los «tiempos o las sazones» el Padre ha puesto «en su sola potestad», Hch 1:7.
Aunque Jesús les especificó a sus discípulos varias señales que ellos podían ver porque iban a suceder durante su vida, no les dijo el tiempo exacto, porque el Padre no lo había revelado (compárese Hch 1:6-7). Por lo tanto, tenían que perseverar y siempre estar prevenidos. No sabemos ni el día ni la hora de su segunda venida porque vendrá como ladrón en la noche (1Ts 5:1-3; 2Pe 3:10).
Fuente: Notas Reeves-Partain
— ni el Hijo: Bastantes mss., alguno de cierto valor, omiten estas palabras.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La llegada inesperada del Hijo del Hombre (cf. Mar. 13:32-37; Luc. 17:26, 27, 34, 35; 12:42-46). Toda conversación de señales y tiempos ahora desaparece, al cambiar de los eventos de esta generación a la parousía. ¡Lo único que se puede decir con convicción acerca del tiempo de la parousía es que llegará inesperadamente!
El v. 36 es extraordinario no sólo como el lugar de la única admisión de ignorancia por parte de Jesús, sino también, paradójicamente, coloca a Jesús como superior a los ángeles y segundo sólo al Padre. Este concepto de la posición del Hijo tiene paralelo solamente en este Evangelio en 11:27 y 28:19.
Si la fecha es desconocida, las personas se hallarán desprevenidas, como en los días de Noé. Habrá sólo dos grupos: los preparados (los salvos) y los no preparados (los perdidos). Los vv. 40, 41 ilustran con escenas vívidas de la vida diaria cómo esta división básica ha de separar a aquellos cuya situación en otras cosas es idéntica. La manera de estar preparados no es asunto de saber calcular la fecha, ya que esto es imposible (tal como el ladrón no anuncia la hora de su llegada), sino de estar siempre velando.
Sin embargo, es imposible vivir la vida en alerta constante. Así que los vv. 45-51 explican en una parábola lo que significa “estar listos”. Cuando el señor deja encargado a un siervo durante su ausencia, no piensa que lo encontrará esperando a la puerta cuando regresa, sino ocupado en la tarea encomendada. Ninguno de los dos siervos mencionados tiene conocimiento por adelantado del regreso del dueño; la diferencia radica en cómo los halla ocupados a su regreso. Nuestra disposición para la llegada de Jesús no se basa en alguna especulación emocionante de fecha, sino en nuestra fiel mayordomía.
Nota. 47 Los temas de recompensas y castigos se repiten constantemente en el Evangelio de Mat. La recompensa del servicio fiel es mayores responsabilidades (cf. 25:21, 23).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
NOTAS
(1) “Ni el Hijo”, א*BDVgmssArmJ18,21,22.
REFERENCIAS CRUZADAS
h 1168 Hch 1:7; 1Ts 5:1
i 1169 Mar 13:32
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
aquel día y hora. Es decir, el día del juicio (cp. 7:22; 10:15; 11:22, 24; 12:36; 24:42, 50; 25:13; 26:29).
nadie sabe. Aunque habrá señales durante el período de la tribulación para darnos una idea de la cercanía de su venida (vers. 26, 29; Dn 9:24– 27), el día y la hora no son revelados. Cualquier intento de señalar el día y la hora de su venida fracasará y tal esfuerzo se opone a las palabras del Señor (cp. Mt 24:36; Hch 1:7).
ni el Hijo. Jesús voluntariamente abandonó el ejercicio de sus atributos divinos durante su vida y ministerio terrenal (Jn 8:26– 29; Fil 2:5– 8), y aunque continuó siendo Dios El obró dentro de las limitaciones corporales de su humanidad. En su deidad, Cristo es omnisciente (Mt 16:21; 20:17– 19; Jn 2:24– 25; 4:17– 18; 13:38) y en Apocalipsis, el Cristo exaltado y glorificado le da información detallada a Juan acerca del momento de su regreso.
Fuente: La Biblia de las Américas
36 (1) El Hijo, en Su posición como Hijo del Hombre (v. 37), no sabe el día ni la hora de Su regreso.
36 (a) Mat_25:13 ; 1Ts_5:1 , 1Ts_5:2 ; 2Pe_3:10
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Hay en este capítulo algunos versículos á los cuales se da con frecuencia una aplicación errada. No faltan quienes piensen que «la venida del Hijo del hombre » significa la muerte; y no pocas veces se inscriben en epitafios como muy á propósito los versículos que aluden á lo incierto de esa venida. Mas no hay, en verdad, fundamento sólido en qué basar esa aplicación. El tema de estos versículos no es la muerte sino el segundo advenimiento del Señor.
Lo primero que llama la atención en el pasaje es el terrible anuncio que, en él se hace del estado del mundo cuando el Señor venga por segunda vez.
El mundo no estará entonces convertido; mas se encontrará en el mismo estado en que se encontraba en el diluvio. Cuando este sobrevino los hombres «estaban comiendo y bebiendo, tomando mujeres y dándolas en matrimonio,» es decir, estaban engolfados en los asuntos de este mundo á despecho de las repetidas admoniciones que Noé les había dirigido. El diluvio no les pareció cosa probable: no creyeron que hubiera peligro alguno. Más al fin sobrevino la avenida de aguas, y súbitamente los arrebató á todos. Y nuestro Señor dijo que así sucedería en los días del Hijo del hombre.
Lo segundo que llama nuestra atención, es la terrible separación que se nos dice tendrá lugar en el segundo advenimiento. «Uno será tomado y otro dejado..
Ahora los creyentes y los incrédulos están mezclados unos con otros. En la congregación y en la casa de oración, en la ciudad y en el campo, los hijos de Dios y los hijos del mundo se encuentran juntos. Cuando el Señor descienda en las nubes habrá una separación completa. En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la última trompeta, los unos serán para siempre apartados de los otros. Las esposas serán separadas de sus maridos, los padres de los hijos, los hermanos de las hermanas, los amos de los criados, los predicadores de los oyentes. No habrá tiempo para palabras de despedida, ó para cambiar de parecer: todos serán arrebatados como estuvieren, y segarán según lo que hubieren sembrado. Los creyentes irán á gozar de la gloria, de la vida eterna; los incrédulos serán sumergidos en un hondo abismo de miseria y deshonor.
Lo último que en estos versículos nos llama la atención es el deber que se nos impone de; orar en expectativa del segundo advenimiento. «Velad pues,» dijo Jesús, » porque no sabéis á que hora ha de venir nuestro Señor.» «Estad apercibidos; porque el Hijo del hombre ha de venir á la hora que no pensáis..
Asunto es este que nuestro Señor hizo frecuentemente que sus discípulos notasen. Casi nunca habló del segundo advenimiento sin añadir el precepto de » velar..
Los verdaderos cristianos deben vivir como en vela, puesto que el día del Señor ha de venir como ladrón por la noche. Deben esforzarse por estar siempre alerta, y vivir como el centinela de un ejército en tierra enemiga. El siguiente texto tomado de una de de las epístolas de San Pablo merece meditarse: «No durmamos como los demás; antes velemos y seamos sobrios.» 1Th 5:6.
Los verdaderos cristianos deben vivir como siervos cuyo maestro está ausente, y estar siempre listos para el regreso de éste, cuidando de no admitir el pensamiento de que se tarda en volver, más antes bien, mantenerse en tal ánimo, en tal disposición que cuando Jesucristo aparezca puedan darle una cordial bienvenida.
Asegurémonos de que pertenecemos al Señor, y de que tendremos un arca de seguridad para cuando sobrevenga el día de la ira. Procuremos vivir de tal manera que en el último día se nos dé el nombre de bienaventurados y no se nos deseche para siempre. Con razón dijo San Juan: » Cualquiera que tiene esta esperanza en él, se purifica á sí mismo como él es puro.» 1Jo 3:3
Fuente: Los Evangelios Explicados
ni el Hijo… M↓ omiten ni el Hijo.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
M i omiten ni el Hijo.