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Comentario de Mateo 25:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Mateo 25:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio.

25:1 Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, Luc 12:35. salieron a recibir al esposo. — “Alusión a una costumbre del Oriente. Las bodas se celebran de noche; el novio se traslada por la tarde, al resplandor de las antorchas, a la casa de su novia, para tomarla por esposa y conducirla a su casa. Las amigas de la boda que rodean la novia salen al encuentro del novio a su llegada, y toman parte en las ceremonias del casamiento, lo mismo que en el banquete que tiene lugar en casa del esposo” (B-S).

— lámparas, «LAMPAS, denota una antorcha… frecuentemente alimentada, como una lámpara, con aceite procedente de un pequeño recipiente utilizado para este propósito… contenían poco aceite y necesitaban de frecuente rellenado» (WEV); literalmente “antorchas” Jua 18:3.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

el reino de los cielos. Mat 3:2; Mat 13:24, Mat 13:31, Mat 13:38, Mat 13:44, Mat 13:45, Mat 13:47; Mat 20:1; Mat 22:2; Dan 2:44.

a diez vírgenes. Sal 45:14; Cnt 1:3; Cnt 5:8, Cnt 5:16; Cnt 6:1, Cnt 6:8, Cnt 6:9; 1Co 11:2; Apo 14:4.

que tomando sus lámparas. Mat 5:16; Luc 12:35, Luc 12:36; Flp 2:15, Flp 2:16.

salieron a recibir. 2Ti 4:8; Tit 2:13; 2Pe 1:13-15; 2Pe 3:12, 2Pe 3:13.

al esposo. Mat 9:15; Mat 22:2; Sal 45:9-11; Isa 54:5; Isa 62:4, Isa 62:5; Mar 2:19, Mar 2:20; Luc 5:34, Luc 5:35; Jua 3:29; 2Co 11:2; Efe 5:25-33; Apo 19:7; Apo 21:2, Apo 21:9.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La parábola de las diez vírgenes, Mat 25:1-13,

y de los talentos, Mat 25:14-30.

También la descripción del último juicio, Mat 25:31-46.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Las diez vírgenes de esta parábola estaban esperando la procesión nupcial que venía desde la casa de la novia a la del esposo. La procesión nocturna usaba lámparas para alumbrar el camino porque las antiguas ciudades no tenían alumbrado público.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

EL DISCURSO EN EL MONTE DE LOS OLIVOS. La profecía de Jesús fue primordialmente una respuesta a la pregunta de los discípulos; «¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?» Cristo les dio:

(1) señales generales de la historia del mundo hasta los últimos días (Mat 24:42);

(2) señales especiales que indican los días finales del mundo, la gran tribulación (Mat 24:15-28);

(3) señales espectaculares que ocurren en su venida triunfante con poder y gran gloria (Mat 24:29-31);

(4) advertencia a los santos de la tribulación para que estén alerta a las señales que indicarán la esperada venida de Cristo inmediatamente después de la tribulación (Mat 24:32-35);

(5) advertencia a los creyentes que vivan antes de la tribulación para que estén espiritualmente preparados para el momento inesperado y desconocido de la venida de Cristo por sus fieles (Mat 24:36-51; Mat 25:1-30; véanse Jua 14:3, nota, y el ARTÍCULO EL ARREBATAMIENTO, P. 1724. [1Ts 4:16-17]);

(6) una descripción del juicio de las naciones después de su regreso a la tierra (Mat 25:31-46). Debe observarse que muchos detalles de la venida de Cristo no se revelan en Mat 24:1-51. Además, hasta ahora nadie ha descifrado con absoluta certeza todas las profecías con respecto al fin del mundo.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

PARÁBOLA DE LAS DIEZ VÍRGENES. La parábola de las diez vírgenes hace hincapié en que todos los creyentes deben observar constantemente su propia condición espiritual a la luz de la venida de Cristo en un momento inesperado y desconocido. Ellos deben perseverar en la fe de manera que cuando lleguen el día y la hora sean recibidos por el Señor que vuelve (v. Mat 25:10). No estar en una relación personal con el Señor cuando Él vuelva significa estar excluido de su presencia y su reino.

(1) Lo que diferencia a los insensatos de los prudentes es que los insensatos no reconocen que el Señor (véase Jua 14:3, nota) vendrá en un momento inesperado, no precedido de señales inconfundibles y específicas visibles (v. Mat 25:13; véanse Mat 24:36; Mat 24:44, notas).

(2) En este y otros pasajes (Luc 18:8) Cristo indica que gran parte de la iglesia no estará preparada en el tiempo de su regreso (vv. Mat 25:8-13). De esa manera Cristo pone en claro que Él no esperará hasta que todas las iglesias estén preparadas para su venida.

(3) Debe notarse que a todas las vírgenes (tanto a las que estaban preparadas como a las que no lo estaban) las tomó por sorpresa la llegada del esposo (vv. Mat 25:5-7). Esto sugiere que la parábola de las diez vírgenes tiene que ver con los creyentes que viven antes de la tribulación y no con los que viven durante la tribulación, que tendrán señales adecuadas que preceden al retorno de Cristo al fin de la tribulación (véase el ARTÍCULO LA GRAN TRIBULACIÓN, P. 1328. [Mat 24:21]).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Capitulo 25.
C onforme a lo indicado en el capítulo anterior, parece que Mt continúa el tema, respondiendo con él a la segunda parte de la pregunta hecha a Jesucristo por los discípulos con motivo de la afirmación de la destrucción del templo: “¿Cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?” Al ignorarse hay que vigilar. Las dos parábolas siguientes son evocadas ante el juicio final por el Cristo perseguido y condenado.

Parábola de las Diez vírgenes, 25:1-13.
1 Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. 2 Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes; 3 las necias, al tomar las lámparas, no tomaron consigo aceite, 4 mientras que las prudentes tomaron aceite en las alcuzas juntamente con sus lámparas. s Como el esposo tardaba, se adormilaron y durmieron. 6 A la medianoche se oyó un clamoreo: Ahí está el esposo; salid a su encuentro. 7 Se despertaron entonces todas las vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. 8 Las necias dijeron a las prudentes: Dadnos aceite del vuestro, porque se nos apagan las lámparas. 9 Pero las prudentes respondieron: No, porque podría ser que no bastase para nosotras y vosotras; id más bien a la tienda y compradlo; 10pero, mientras fueron a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban prontas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta. π Llegaron más tarde las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor, ábrenos. 12 Pero él respondió: En verdad os digo que no os conozco. 13 Velad, pues que no sabéis el día ni la hora.

Se continúa con el “bloque” de relatos sobre la “vigilancia.” Aquí parecen orientados más estos temas en orden a la parusía.
Según las costumbres de entonces, los actos de una boda comenzaban a la puesta del sol. La novia esperaba en su casa, rodeada de amigas, la llegada del novio, que venía a buscarla, acompañado del grupo de sus amigos o “paraninfos,” que en Judea parece eran dos, y con todo el resto del grupo de familiares y demás amistades la llevaban, unidos los dos cortejos, a casa del esposo, en la que viviría. Todo este cortejo se realizaba con antorchas y cantos festivos. La esposa llevaba su cabeza ceñida de una corona y era llevada en una litera a casa de su esposo. Este y los suyos rodeaban la litera. Tanto los amigos del esposo como las amigas de la esposa iban entonando cánticos festivos y alusivos a los mismos. A la llegada del cortejo se celebraba el banquete de bodas 1.
Mt presenta un cortejo de diez “vírgenes” (παρθένας). El número es puramente convencional y elegido para darle un valor simétrico, y con la expresión “vírgenes” trata de expresarse el ser jóvenes no casadas, que eran las que habían de acompañar a la esposa.
La lectura de la Vulgata, que “salieron al encuentro del esposo” (et sponsae), no es lectura genuina 2. El esposo, con su cortejo, tardaba, lo que es un rasgo irreal, pues ya todos estos actos están demasiado cronometrados, y siempre en un cortejo de éstos, que es de una duración muy pequeña, no viene a suceder – lo que supone una tardanza muy larga – que estas vírgenes se “adormilasen y se durmiesen.” Rasgo irreal, pues ya habían salido, y nada se dice si se duermen en el camino o se volvieron a casa. Y es increíble que se puedan dormir las “compañeras” de la esposa mientras la han de acompañar en toda su fiesta y espera. Es rasgo ambientalmente irreal, pero literaria y doctrinalmente real, que interviene en la enseñanza.
De estas diez vírgenes, cinco de ellas eran “imprevisoras” (μωραι)· El término griego tiene varios significados – embotado, tardo, fatuo, estulto, imprudente, etc. -, pero aquí, en contraposición a las otras, que se las califica, por su previsión, de “prudentes” (φρόνιμοι) ο “previsoras,” el significado que conviene a las primeras es de “imprevisoras” o imprudentes. Todas ellas salieron al encuentro del cortejo del esposo, el cual también se omite en la descripción, mirando sólo a destacar la comparación alegórica del esposo, y llevando con ellas, pues, conforme al uso, cía de noche, “lámparas” (λαμπάδας). Estas lámparas se las supone, ordinariamente, conforme al pequeño tipo de “lucernas” de barro, de las que se encuentran con tanta abundancia en las excavaciones de Palestina. Pero, así valoradas, parece ser otro rasgo irreal. Pues no se ve cómo unas lucernas tan pequeñas pueden servir para alumbrar ampliamente el camino de un cortejo nupcial. Ordinariamente se usaban altas antorchas. Zorell ha propuesto que con el término de estas lucernas, aquí usado, se significa, como en otros muchos pasajes – clásicos y papiros -, las teas que se usaban en estos cortejos 3.
Estas jóvenes “imprevisoras” no tomaron, con sus lucernas o sus teas, una vasija donde llevar el aceite de repuesto. Zorell hace ver cómo, en su hipótesis, según las costumbres actuales de Belén, estas “teas” llevan en su extremidad superior telas impregnadas en aceite, y para repostarlas han de llevarse también vasijas con aceite, de repuesto 4.
En el resto del relato hay una serie de rasgos irreales: el que se “duerman” esperando al cortejo del esposo; el que las lucernas o teas se hubiesen apagado y no calculasen la necesidad de repuesto; el ir a medianoche a “comprar” aceite; el que se hubiese “cerrado” la puerta tras el cortejo, y el que tengan estas jóvenes poco previsoras que “llamar” a la puerta y al “esposo” para que les abra; ni le llamarían “señor,” pues eran familiares o gentes amigas. Y la respuesta del mismo: “No os conozco”; y el que las “prudentes” reprochan su descuido a las otras: no es alegría familiar.
Expuesto el cuadro de esta parábola, la doctrina que con ella se enseña aquí es ésta: “Vigilad, porque no sabéis el día ni la hora” de la venida final del Hijo del hombre. Es adición parenética que se gusta añadir a las parábolas (Mat 24:42; Mar 13:35).
Pero a través de esta enseñanza final y de los rasgos irreales que en ella se acusan se ve en varios elementos un valor alegórico. éstos pueden ser los siguientes:
El “esposo” es Jesucristo (Rev 19:6ss.9).
Su venida inesperada, su venida en la parusía.
Las vírgenes “previsoras,” las almas preparadas para la parusía.
Las vírgenes “imprevisoras,” las almas no preparadas para esa hora. Parece que también se ve en éstas a Israel, mientras en las “previsoras” a los gentiles: sería un cierto contraste global ante los hechos.
Las vasijas de aceite de repuesto y el prepararlas al despertar indica la solicitud de estas almas y su preparación y su “vigilar” en orden a la parusía.
También se destaca en la parábola que la actitud de vigilancia, actitud espiritual en orden a esta preparación parusíaca, no basta con un asistir, sin más, a este cortejo, aquí nupcial, allí parusíaco, sino que hay que tener esta previsión de repuesto, que es cooperar de una manera muy directa para poder intervenir o sumarse a él. Esta preparación es personal; cada una de estas vírgenes “previsoras” ha cooperado y se ha preparado. Y para esto hace falta que esta preparación religiosa sea no sólo actual, sino, como alguien ha dicho, “habitualmente actual.” Ya que el esposo puede llegar inesperadamente. No basta tampoco un simple clamar, como estas jóvenes “imprevisoras”; se exigen las obras de toda una vida (Mat 7:21-23). Ningún comentario mejor a este propósito que las mismas palabras de Jesucristo, cuando dice: “No todo el que dice: ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor! Yo entonces les diré: Nunca os conocí” (Mat 7:21-23). Es todo ello la necesidad de las obras, en los mayores, en la vida cristiana para el premio e ingreso en el cielo. La parábola siguiente lo confirmará.
Si literariamente esta parábola mira a la parusía final; si esta parusía tiene una perspectiva que será, históricamente, definida y concreta, no obstante, conceptualmente, en el intento de Cristo, todo el tiempo anterior a ese momento es tiempo de preparación parusíaca. Se está ya en “la hora postrera” (1Jn 2:18; cf. Hec 2:17), y en ella, si la muerte sorprende antes de su venida, como sucedió a tantos que oyeron estas palabras de Cristo, no dejó de ser su vida, así enfocada, una preparación también para la venida final de Cristo. Todo cabía, en la perspectiva real de Cristo, como preparación para esta venida 5.
La parábola, como se ha visto, tiene un marcado enfoque de matices a la parusía, preocupación de la Iglesia primitiva, a la que representaba en fuerte tensión expectante en las diez vírgenes. Por otra parte, esta mezcla de vírgenes “prudentes” y “necias,” como la mezcla temporal eclesial de “buenos” y “malos,” es tema de Mt.
Originariamente la narración debió de ser el relato parabólico de un banquete, acaso de bodas, con la llegada inesperada del esposo. Lo repentino suele ser signo de acontecimiento grave o catastrófico – v.g., el diluvio, el dueño que retorna de viaje -. El acento debió de versar sobre lo súbito e inesperado que tendría la parusía. El alerta de vigilancia era una conclusión, original o adventicia, que se imponía.
La Iglesia primitiva la aplicó a sus fieles, y la alegorizó conforme a su uso, ante el mejor conocimiento de la doctrina y hechos. Pero el valor fundamental que tuvo en boca de Cristo permanece, aunque también parece percibirse el valor “moralizante” de la misma en la iglesia de Mt.

Parábola de los Talentos,Hec 25:14-30.
Propia de Mt y con la misma perspectiva literaria – ya que puede proceder de otro contexto – a la parusía 6.

14 Porque es como si uno, al emprender un viaje, llama a sus siervos y les entrega su hacienda, 15 dando a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad, y se va. 16 Luego el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. ! 7 Asimismo el de los dos ganó otros dos. ‘8 Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo. 19 Pasado mucho tiempo, vuelve el amo de aquellos siervos y les toma cuentas, 20 y, llegando el que había recibido los cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: “Señor, tú me has dado cinco talentos; mira, pues, otros cinco que he ganado.” 21 Y su amo le dice: “Muy bien, siervo bueno y fiel, has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu señor.” 22 Llegó el de los dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me has dado; mira otros dos que he ganado.” 23 Díjole su señor: “Muy bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu señor.” 24 Se acercó también el que había recibido un solo talento y dijo: “Señor, tuve cuenta que eres hombre duro, que quieres cosechar donde no sembraste y recoger donde no esparciste, 25 y, temiendo, me fui y escondí tu talento en la tierra; aquí lo tienes.” 26 Respondióle su señor: “Siervo malo y haragán, ¿conque sabías que yo quiero cosechar donde no sembré y recoger donde no esparcí? 27 Debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, para que a mi vuelta recibiese lo mío, con los intereses.” 28 Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez, 29 porque al que tiene se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará, 30 y a ese siervo inútil echadle a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes.

Se trata de una parábola alegorizante. Ya comienza con esta estructura, artificiosa y pedagógica, pues no por emprenderse un viaje con regreso hay que disponer de los bienes, y aquí va a “confiarles su hacienda.” Por el contrario, lo distribuye a tres categorías de siervos.
La cantidad que deposita es exorbitante y acusa intenciones alegóricas. Va a distribuir “talentos.” El “talento,” más que una moneda, era el peso de un determinado número de dinero. Pesaba unos 42 kilogramos. Era equivalente a 6.000 denarios. Y éste aparece como el sueldo diario de un operario (Mat 20:2). Se cita en un papiro cómo se pagan a un tejedor 80 dracmas (la dracma ática es equivalente al denario) como salario de dos meses 7. La cantidad, pues, que deja a cada uno – cinco, dos y un “talento” – era excesiva, y, conforme al artificio de la parábola, distribuida también convencionalmente ”según su capacidad.”
“Después de mucho tiempo” volvió aquel señor. Con ello se da margen suficiente a la producción de los bienes confiados. Pero el primero y único acto que se destaca, por su valor de enseñanza, es el que “pide cuentas” de los “talentos” entregados a aquellos siervos.
Los dos primeros, gozosos, le traen el doble de lo entregado: el primero recibió cinco talentos, y logró otros cinco; el segundo, con dos, logró otros dos.
El señor los felicita por haber sido “siervo bueno y fiel.” Pero destacará un rasgo, por el valor alegorizante que va a tener: han sido fieles en “lo poco.” Pero cinco y dos talentos eran una fortuna cuantiosa. Los cinco “talentos” eran equivalentes a 30.000 denarios, y los dos “talentos” equivalían a 12.000. El felicitar por haber sido fiel en lo “poco,” siendo una cantidad excesiva, acaso esté formulado sobre un proverbio o sentencia sapiencial; en todo caso, probablemente se destaca por su valor alegórico: la abundancia y excelencia de los dones de Dios.
El premio será una mayor abundancia de dones: si aquí se le encargó de administrar una cantidad limitada, lo “poco,” el premio será “constituirlo sobre lo mucho.” Así, de administrador limitado pasa a ser mayordomo o intendente general. Es fórmula literaria de expresión progresiva. El premio es “entrar en el gozo de su señor,” cuyo significado alegórico, como luego se verá, es el premio definitivo mesiánico. Lo mismo pasa – y se dice con el mismo clisé proporcional – con el segundo siervo.
Pero al llegar el siervo al que, por sus condiciones, se le había dado un solo “talento,” éste le dirá, torpe y osadamente, como disculpa de su temor y de su inactividad, que “lo escondió en tierra,” para asegurarlo así incluso del robo de ladrones (Mat 13:44), por temor al señor, que “eres hombre duro, que quieres cosechar donde no sembraste y recoger donde no esparciste.” Elemento parabólico que tendrá su parte de alegorización.
El juicio que hace su señor de él es éste: Eres “malo y perezoso”; y si sabías que yo era así y temías perderlo al exponerlo a determinados negocios, debías haberlo llevado a los “banqueros,” para que a mi vuelta lo “hubiese recibido con el interés.” En la época de Cristo el interés que producía el dinero en las mesas de los banqueros era sobre un 12 por 100 al año 8. Así habría, a su vuelta, recibido “lo mío,” puesto que sólo lo había entregado para negociar, junto con “el interés” correspondiente.
El señor, ante esto, da la orden de castigo, que es doble: a) quitarle lo que se le dio; b) echarle a “las tinieblas exteriores; Allí habrá llanto y crujir de dientes.”
Hay una cosa chocante: el “talento” que se quita a este siervo inepto hace que se lo den al que tenía cinco y logró otros cinco talentos. ¿Por qué esto? Podría acusar la libre voluntad de distribución de sus bienes de este señor (Mat 20:15). Pero se expone así, probablemente, por el valor alegórico de este detalle.
De hecho, como explicación, se añade lo siguiente: “Porque al que tiene, se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará” (v.29).
El contexto propio de este versículo es discutido. Aparece también en otros pasajes (Mat 13:12; Mar 4:25; Luc 8:18) que son contextos completamente distintos. Pero también aparece en otro contexto semejante (Luc 19:26). ¿Es una especie de proverbio usado por Jesucristo en diversas ocasiones? ¿Es una sentencia que Jesucristo usó en otra ocasión, y el evangelista la utiliza o repite, oportunamente, aquí?
La enseñanza doctrinal fundamental es clara: Dios exige que los seres humanos rindan, religiosamente, los valores que Dios les confió, preparándose así a su parusía.
Pero esta misma enseñanza alegoriza, seguramente, varios de los elementos integrantes de la misma. Tales son:
1) El señor que emprende un viaje, que tendrá retorno, es Jesucristo en su Ascensión.
2) Esta ausencia será larga – ”mucho tiempo” – y tendrá retorno: es Jesucristo en su parusía final.
3) Los bienes que confía a sus siervos son los valores religiosos que son dados a los hombres (Efe 4:7-16).
4) El repartir “talentos,” cantidad excesiva, acaso pueda indicar la generosidad de los dones celestiales. El hombre ha de rendir cuenta de todos sus valores a Dios.
5) El señor que vuelve, juzga y da premios y castigos es Jesucristo, Juez del mundo, en su parusía.
6) El premio de “entrar en el gozo de tu señor” es el premio de la felicidad eterna, cuya descripción alude al gozo de participar en el banquete mesiánico celestial (Mat 8:12.13; Mat 22:8.10; Luc 22:30), forma con que se expresaba, frecuentemente, la felicidad mesiánica.
7) El rendimiento máximo, en su apreciación literaria, de los “talentos” confiados a los dos primeros siervos, indica la obligación de desarrollar los dones de Dios (1Co 15:10) y el mérito de los mismos, como se ve por el elogio y premio que da a los dos primeros siervos. En el reino de Cristo, las acciones tienen verdadero mérito, que Dios premia y cuya omisión castiga. La “fe sin obras” queda rechazada en esta parábola alegorizante.
8) La inactividad de no rendir con los dones de Dios es culpa: pecado de omisión.
9) Todos estos dones aparecen siempre como don de Dios, no sólo al confiarlos – los “talentos” que confía a los siervos -, sino también en el tiempo del uso de ellos: “para que al venir recibiese lo mío (un talento), con los intereses” (v.27).
10) El hecho de mandar añadir este “talento” al que tenía diez, lo mismo que la frase “porque al que tiene se le dará y abundará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará,” más que alegoría, es un enunciado de la economía sobrenatural, presentado en forma paradójica. El que obra bien y merece, se hace siempre digno de una mayor donación de gracias “y que los poderes otorgados a los discípulos crecen con el uso y disminuyen con el desuso” (J. L. Mckenzie). Naturalmente, la parábola alegorizante tiene un valor “sapientiae” extremista y ha de ser medido en su ambiente.
11) El echar a este “siervo inútil” a “las tinieblas exteriores, allí habrá llanto y crujir de dientes” es, en este contexto, el castigo del infierno y fórmula usual en los evangelios. En Lc (1Co 21:7) está menos alegorizado este rasgo.
Se plantea el problema de si esta parábola es la misma que trae Lc (1Co 19:11-28) sobre las “minas.” Las diferencias apreciables en la comparación de ambas son accidentales, y los autores admiten, generalmente, que es una doble versión de la misma.
El sentido original del relato debió de ser una parábola, pues la actual alegorización cristiana es clara. En ella se censuraría a los “escribas” y jefes religiosos de Israel, a quienes se había confiado el tesoro de la doctrina y no la supieron administrar para el mesianismo, hasta impedir al pueblo recibir el don del reino (Luc 11:52). Si originariamente no se aludía al juicio final, se lo suponía en el transfondo.
La Iglesia primitiva la alegorizó, destacándose en ella dos direcciones: una es la parenética: por qué se le añade al que tiene más lo que se le quitó al que no produjo. Esta sorpresa está explícita en Lc (Luc 19:25-26). Tales son los planes de Dios (Mat 20:11-15): libres y misteriosos. Pero el acento principal, ya muy pronto, se centra en su enfoque parusíaco: hay que rendir los dones de Dios, pero en orden final a la parusía. Que haya un alerta vigilante en los fieles, aunque ésta se demore (2Te 2:1-2), haciendo rendir los “talentos” que Dios ha dado a cada uno. Que no haya desánimo porque ésta no sea inminente 8. Preocupación muy acusada en la primera generación cristiana.

El juicio final,2Te 25:31-46.
Este cuadro del juicio final es el término natural de toda la construcción literaria del “discurso escatológico” en Mt. Las parábolas de la “vigilancia” a la parusía exigían como término la manifestación de ésta. La parusía final de Cristo será la hora en que El ejercerá un juicio universal. Se omite la resurrección de los muertos (1Te 4:15-18), con la transformación que experimentarán en esa hora al ser revestidos de las dotes gloriosas (1 Cor c.15). Aquí sólo se presenta el hecho de Cristo Juez del mundo, que da una sanción eterna, con sentencia universal “final” y pública. El Cristo glorioso frente al Cristo “condenado.”

31 Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los ángeles con El, se sentarán sobre su trono de gloria. 32 Y se reunirán en su presencia todas las gentes, y separará a unos de otros, como el pastor separa a las ovejas de los cabritos, 33 y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 4 Entonces dirá el Rey a los que están a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; peregriné, y me acogisteis; 36 estaba desnudo, y me vestísteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y vinisteis a verme.37 Y le responderán los justos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos peregrino y te acogimos, desnudo y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? 40 Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis. 41 Y dirá a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui peregrino, y no me alojasteis; estuve desnudo, y no me vestísteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis. 44 Entonces ellos responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o peregrino, o enfermo, o en prisión, y no te socorrimos? 45 El les contestará diciendo: En verdad os digo que, cuando dejasteis de hacer eso con uno de estos pequeñuelos, conmigo no lo hicisteis. 46 E irán al suplicio eterno, y los justos, a la vida eterna.

En esta hora de la parusía final, el Hijo del hombre vendrá “en su gloria,” y, como parte de ella, vendrá “con todos los ángeles,” que son sus ángeles (Mat 13:39-41.49.50; Mat 24:31), como ornamento suyo y como ejecutores de sus órdenes. Todo ello indica, dentro del género apocalíptico, la grandeza de la majestad con que Cristo realizará aquel acto, lo que no excluye, naturalmente, la realidad de esta presencia de los ángeles; aparte que la presencia de los ángeles, como sus servidores, habla de su trascendencia.
Cristo, en su venida, conforme a la descripción de los apocalípticos, se sentará sobre un trono de gloria 9. Y “se reunirán delante de él todas las gentes.” Es el juicio universal (Mat 28:19).
Cristo, Hijo del hombre, proclamado aquí abiertamente “Rey,” es el Rey Mesías (Jua 6:15), y, como Rey, va a dar posesión o exclusión de entrar en su Reino (v.34) a todas las gentes. Y aparece aquí como Juez del mundo, y en cuanto “Hijo del hombre” (Jua 5:27). Este poder judicial de Cristo sobre la humanidad evoca o habla de su grandeza divina. La literatura apócrifa apocalíptica no atribuye este poder judicial sino a Dios. Sólo un pasaje del Libro de Henoc se lo confiere al Mesías, pero ni así a El solo. Cristo aparece aquí reivindicándose este privilegio o atributo divino. ¿No es esto sugerir su naturaleza divina? ”Por esta doble prerrogativa de Juez de los seres humanos y de fin último de los hombres, se nos muestra la persona de Cristo con una majestad claramente divina.” 10
Cristo ejerce, dramáticamente, en este cuadro su acción judicial, separando a las diversas clases de personas, “como el pastor separa a las ovejas de los cabritos” – imagen probablemente inspirada en Ezequiel (Jua 34:17) – en dos grupos: a la derecha e izquierda. En el uso rabínico de casos de separación, a la derecha se pone siempre lo mejor 11. Υ en el motivo de esta separación hay dos razones.
a) La primera es una predestinación. Son aquellos a quienes el Padre se “lo tiene preparado” ya “desde la constitución del mundo.”
La realización del plan eterno de Dios se expresa a veces por la frase “antes de la constitución del mundo (Jua 17:24; Efe 1:14); pero la expresión “desde la constitución del mundo” viene a tener el mismo significado. Así se lee en el Apocalipsis: “Y la adoraron [a la Bestia] todos los moradores de la tierra, cuyo nombre no está escrito, desde el principio del mundo, en el libro de la vida del Cordero degollado” (Rev 13:8). Esto mismo se ve en Proverbios, según los LXX (Rev 8:22-23), en el que la expresión “al comienzo del mundo” significa evidentemente “antes de venir al mundo.” Es la elección de que habla abiertamente San Pablo (Efe 1:4).
b) Pero el segundo motivo son las obras que realice el ser humano: las obras de misericordia. Son hechos prácticos. No en vano El dejará en la última cena, como característica de los suyos, el amor de unos a otros (Jua 13:35). Y es la prueba clara del amor a Dios, hasta llamar San Juan “mentiroso” al que dice que ama a Dios y no ama al prójimo con hechos (1Jn 4:20-21). Era la doctrina en la que tanto insistieron los profetas y autores sagrados, y que aquí se describe a su estilo (Isa 58:7; Job 22:6, etc.). Mt describe este cuadro en la línea del sermón de la Montaña. Si aquello es el programa, esto es el término de toda la actividad. Es tema muy de Mt (Job 7:2 Iss). En su pintura se ven usados, probablemente, sobria y libremente, elementos de temas apocalípticos judíos, especialmente del libro de las parábolas de Henoc 11.
Pero este amor al prójimo no es filantropía; ha de ser caridad. Porque exige que, al beneficiar al prójimo necesitado, se vea en el prójimo a él: “a mí me lo hicisteis” (v.40.45). Es amor de caridad: amor al prójimo por amor de Dios. No interesa la calidad ni la categoría de las personas. Pues no es la persona por quien se hace, sino por EL Por eso tiene premio de cielo lo que se hace “a mis hermanos más pequeños.” En realidad, lo que más destaca Mt en la condena de Cristo en el juicio no es tanto el no haber hecho estas obras, sino el no haberlas hecho viendo en esos “desgraciados” a El (Bonnard) (cf. Mar 9:37; Luc 9:48): hacerlas por él.
c) Por último, la sentencia que se da es eterna. Los malvados “irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna” (v.46).
Los malvados tendrán “suplicio” (v.46), que es separación de Cristo (v.41); “fuego” (v.49) y compañía “del diablo y de sus ángeles” (v.42). Del infierno se dice que está preparado para “el diablo y para sus ángeles.” En el ambiente judío se admitía un demonio de rango superior, que concretaba en sí todas las maldades, al que se le dan diversos nombres, y que ejerce un cierto reinado sobre los inferiores, incluso para dirigirlos 12. Los demonios, conforme a la tradición, lo cual también sostenía la teología rabínica, son “ángeles,” espíritus (Rev 12:7-9) 13.
Y este castigo será “eterno.” La palabra cobra un espantoso realismo, sin atenuación alguna posible, en este contexto. “Los unos y los otros tienen un destino igualmente eterno; si queremos arrancar a los condenados de su pena, es menester también tomar a los elegidos de su vida” 14.

1 Sobre estas costumbres, cf. Strack-B., Kommentar. I p.500-517-969; cf. Rev. Bib. (1917) 175-180; cf. J. Jeremías, o.c., p.209-214. – 2 Nestlé, Ν. Τ. graece el latine (1928) ap. crít. a Mat 25:1. – 3 Zorell, Lexicón graecum ν. Τ. (1931) col.758-759. – 4 Lexicón. Lc. – 5 Lagrange, Le Messianisme. (1909) p.166; Vosté, Parabolae selectae. (1933) II p.488-505; Buzy, Parábales. (1932) h.L; Lagrange, évang. s. Sí. Matth. (1927) p.4 74-479; Fuenterrabía, La imagen parabólica del matrimonio y la parábola de las diez vírgenes: Est. Franc. (1956) 321-362; F. A. STROBEL, Zum Verstandnis von Mat 25:1-13 : Novum Test. (Lciden) (1958) 199-227; J. Blinzler, Bereitschaft für das Kommen des Herrn! Mat 25:1-13 : Bibel und Liturgie (1963) 89-100; J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu (1970) p.64-66.209-214. – 6 J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu. (1970). – 7 Willam, Das Leben Jesu. vers. esp. (1940) 387. – 8 Edersheim, Life and Times of Jesús II p.463-464; Kennedy, Money-changers, en Hasting, Dic. ofBible III p.432-433; Willam, Das Leben Jesu. vers. esp. (1940; el ap. “Operaciones bancarias p.380-383; P. Ganne, La parábale des talents: Bibl. et Vie Chrét. (1962) p.44- 53; M. Zerwick,Die Parabel vm Thrananwarter, Lev 19:11-27; Bíblica (1959) p.654-674. – 8 j. Jeremías, o.c., p.72-78. – 9 Henoc XLV 3; LV 8; LXII 2. – 10 Lebreton, La Vie Et L’enseignement De J.-Ch., Vers. Esp. (1942) II P.164. – 11 Strack-B., Kommentar. I P.980. – 11 D. Ruatti, // giudizio universale e le opere di misericordia (Mat 25:31-46) (Diss. Pont. Univ. Gregoriana 1959). – 12 Bonsirven, Le Judaüme paLesümen (1934) I p.244-246. – 13 Bonsirven, o.c., i p.24l-244. – 14 Lebreton, o.c., p.166.

Fuente: Biblia Comentada

diez vírgenes. Es decir, damas de honor. La boda comenzaría en la casa de la novia cuando el novio llegara para observar la ceremonia de bodas. Luego, seguiría una procesión a medida que el novio llevaba a la novia a su casa para completar las festividades. Para una boda nocturna habría necesidad de «lámparas», es decir, antorchas para iluminar la procesión.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Este es el último de los cinco discursos que relata Mateo (vea la Introducción: Temas históricos y teológicos). Es conocido como el Sermón del Monte de los Olivos y contiene parte del más importante material profético en todas las Escrituras.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

25:1 Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, Luc 12:35. salieron a recibir al esposo. – “Alusión a una costumbre del Oriente. Las bodas se celebran de noche; el novio se traslada por la tarde, al resplandor de las antorchas, a la casa de su novia, para tomarla por esposa y conducirla a su casa. Las amigas de la boda que rodean la novia salen al encuentro del novio a su llegada, y toman parte en las ceremonias del casamiento, lo mismo que en el banquete que tiene lugar en casa del esposo” (B-S).
— lámparas, «LAMPAS, denota una antorcha… frecuentemente alimentada, como una lámpara, con aceite procedente de un pequeño recipiente utilizado para este propósito… contenían poco aceite y necesitaban de frecuente rellenado» (WEV); literalmente “antorchas” Jua 18:3.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL DESTINO DE LOS DESPREVENIDOS

Mateo 25:1-13

Lo que sucederá en el Reino del Cielo se parece a lo que pasó una vez cuando diez chicas jóvenes tomaron sus lámparas para salir a dar la bienvenida a un novio que venía a su boda. Cinco de las chicas eran simples, y las otras cinco eran sensatas. Las simples no llevaban más que las lámparas, pero sin aceite de reserva; pero las sensatas llevaban aceite en sus alcuzas aparte de las lámparas.
Como el novio tardaba en llegar, todas se pusieron a descansar, y se quedaron dormidas. A mitad de la noche se oyeron gritos: «¡Atención! ¡El novio! ¡Salid a recibirle!» Entonces se despertaron todas las chicas, y se pusieron a preparar las lámparas. Las simples les dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, porque se nos están apagando las lámparas.» Pero las sensatas les contestaron: «No podemos hacer eso, porque podría ser que no tuviéramos bastante para nosotras y para vosotras. Lo mejor que podéis hacer es ir al aceitero y comprarle para vosotras.»
Mientras iban a comprar aceite, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él a la fiesta de la boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras chicas, y se pusieron a llamar y a decir: «¡Señor, señor, ábrenos la puerta!» Pero él les contestó: «Os digo la verdad: yo no sé quiénes sois.»
Así es que estad alerta, porque no sabéis el día ni la hora en que ha de volver el Hijo del Hombre.

Si miramos esta parábola con ojos occidentales nos parecerá muy poco natural y muy peregrina. Pero, de hecho, cuenta una historia que podría haber sucedido en cualquier tiempo en un pueblo de Palestina, y que podría suceder ahora.
Una boda era una gran ocasión. Todo el pueblo salía a acompañar a la pareja a su nuevo hogar, e iban por el camino más largo posible para recibir las felicitaciones de los más posible. » Todo el mundo -decían los judíos- entre los 6 y los 60 seguirá el tambor del matrimonio.» Los rabinos estaban de acuerdo en que uno debía hasta interrumpir el estudio de la Ley para participar de la alegría de una fiesta de boda.
Lo interesante de esta historia depende de una costumbre judía que es muy diferente de las nuestras. Cuando se casaba una pareja, no se iban de luna de miel, sino se quedaban en casa. Durante una semana tenían la puerta abierta á los que los quisieran visitar; los amigos los trataban, y hasta se dirigían a ellos, como príncipe y princesa. Era la semana más dichosa de la vida. A las celebraciones de esa semana estaban invitados sus amigos más íntimos; así es que no fue solamente la ceremonia, sino toda una semana de fiesta lo que se perdieron las chicas simples por no estar preparadas.
El relato de cómo se lo perdieron todo está perfectamente de acuerdo con aquellas costumbres. El Dr. J. Alexander Findlay cuenta lo que él mismo vio en Palestina: » Cuando estábamos acercándonos á la entrada de un pueblo de Galilea -escribe-, vi a diez chicas alegremente vestidas, y que iban tocando alguna clase de instrumentos, que venían bailando por la carretera delante de nuestro coche. Cuando pregunté qué estaban haciendo, el guía me dijo que iban a hacerle compañía a la novia hasta que llegara el novio. Pregunté si tendríamos ocasión de ver la boda; pero el movió negativamente la cabeza mientras decía: «Puede que sea esta noche, o mañana por la noche, o dentro de quince días; eso no se sabe nunca de seguro.» Y entonces pasó a explicar que una de las mayores suertes que se podían tener en una boda de clase media en Palestina era encontrarse con el cortejo nupcial descansando, y que el novio llegara inesperadamente, a veces en medio de la noche; es verdad que la opinión pública espera que mande un mensajero por la calle gritando: «¡Atención, que viene el novio!» Pero eso puede suceder a cualquier hora; de modo que el cortejo nupcial tiene que estar preparado para salir a la calle a cualquier hora a recibir al novio cuando se le ocurra llegar… Otros detalles importantes son que a nadie se le permite estar en la calle cuando anochece sin una lámpara, y también que, una vez que ha llegado el novio, y se ha cerrado la puerta, los que lleguen tarde a la ceremonia ya no pueden entrar.» Así es que el drama de la parábola de Jesús se representa exactamente en el siglo XX. Aquí no tenemos ninguna historia imaginaria, sino un gajo de la vida de una aldea de Palestina.
Como tantas parábolas de Jesús, esta tiene un sentido inmediato y local, y también un sentido más amplio y universal.
En su significado inmediato, iba dirigida a los judíos. Ellos eran el pueblo elegido de Dios; toda su historia debiera haber sido una preparación para la venida del Hijo de Dios; deberían haber estado preparados para cuando Él viniera. Pero, por el contrario: estaban totalmente desprevenidos, y por tanto se encontraron excluidos. Aquí tenemos, en forma dramática, la tragedia de la falta de preparación de los judíos.

Pero la parábola tiene al menos dos advertencias universales.

(i) Nos advierte que hay ciertas cosas que no se pueden obtener en el último minuto. Es demasiado tarde para un estudiante el preparar los exámenes la noche antes. Es demasiado tarde para una persona el adquirir la habilidad o el carácter, si no los posee anticipadamente, cuando se le presenta la oportunidad de un buen trabajo. También es fácil dejar las cosas para tan tarde que ya no nos podemos preparar para encontrarnos con Dios. Cuando María de Orange estaba muriendo, su capellán trató de hablarle del camino de la salvación. Ella contestó: «No he dejado esa cuestión para esta hora.» Llegar, demasiado tarde es siempre una tragedia.
(ii) Nos advierte que hay ciertas cosas que no se pueden pedir prestadas. A las chicas simples les resultó imposible conseguir aceite prestado cuando descubrieron que les hacía falta. No se puede recibir prestada una relación con Dios. Cada cual debe poseerla por sí. No se puede pedir prestado un carácter. Se tiene que llevar puesto. No podemos estar viviendo siempre de prestado del capital espiritual que han reunido otros: Hay ciertas cosas que tenemos que ganarnos o adquirir por nosotros mismos, porque no nos las pueden prestar otros.
No hay toque de difuntos más cargado de remordimiento que el sonido de las palabras «¡Demasiado tarde!»

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 25

d) Las diez vírgenes (Mt/25/01-13).

1 El reino de los cielos será entonces semejante a diez vírgenes, las cuales tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. 2 Cinco de ellas eran necias y cinco sensatas. 3 Porque las necias, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; 4 en cambio, las sensatas, junto con sus lámparas llevaron aceite en las vasijas. 5 Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. 6 A media noche se levantó un clamoreo: Ya llega el esposo; ¡salid a su encuentro! 7 Entonces, todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. 8 Las necias dijeron a las sensatas: Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan. 9 Pero las sensatas contestaron: No sea que no alcance para nosotras y vosotras; mejor es que vayáis a los que lo venden y os lo compréis. 10 Pero, mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. 11 Finalmente, llegan también las otras vírgenes, llamando: ¡Señor, señor, ábrenos! 12 Pero él les respondió: Os lo aseguro: No os conozco. 13 Velad, pues; porque no sabéis el día ni la hora.

Al fin del sermón de la montaña Jesús había contrapuesto un hombre necio y otro sensato. El primero había edificado su casa sobre un movedizo suelo arenoso, el segundo sobre la firme roca. La casa del primero fue demolida en el juicio, la otra casa le hizo frente (cf. 7, 24-27). Aquí de nuevo se da la oposición entre necio y sensato. Son sensatos los que oyen y ponen por obra las palabras del Evangelio, son necios los que oyen las palabras, pero no proceden de acuerdo con ellas. Unas vírgenes traen consigo el aceite, las otras sólo traen vasijas vacías. El aceite es el Evangelio realizado en la vida. El que no tiene aceite, no aporta obras; solamente, las palabras de la confesión «Señor, Señor» (Kyrie, Kyrie), pero no la vida conforme con esta confesión. Las vírgenes exclaman: ¡Señor, señor, ábrenos!, como muchos exclamarán en aquel día: «¡Señor, Señor! ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre arrojamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos prodigios? Pero entonces yo les diré abiertamente: Jamás os conocí; apartaos de mí, ejecutores de maldad» (7,22s). El juez solamente reconoce a los que antes, a lo largo de su vida, lo habían reconocido. Los demás no le pertenecen, el juez no los conoce. El que conoce a otro, según la concepción bíblica le dice «sí» y le ama. Le acepta como suyo y como si le perteneciera. Así ha conocido el Hijo al Padre, y el Padre al Hijo (11,27). Así el Señor conocerá a los suyos y los aceptará definitivamente en su reino, o no los conocerá y los recusará para siempre. Las vírgenes según el relato estaban encargadas, como una comitiva de honor, de ir al encuentro del esposo desde la casa de la boda, para regresar con él a la casa donde se celebraba la fiesta. Ante la casa del esposo tiene lugar la tardanza. Ya han consumido el aceite en el camino, y también ahora mientras esperan delante de la puerta, de tal forma que ya no es suficiente para el regreso, y las vasijas tienen que ser llenadas de nuevo. Algunas vírgenes se habían provisto abundantemente para cumplir su cometido, las otras habían dejado de hacer estas provisiones. Lo peculiar solamente es que mientras aguardan, se duermen y tienen que ser despertadas por el clamoreo. Quizás en este rasgo particular de la historia se debe reconocer lo que antes se dijo muchas veces, o sea que la llegada ocurre repentina e inesperadamente. Pero por lo demás la parábola está bellamente concluida en sí misma y no puede transferirse en cada rasgo particular a la realidad aludida. Pero en el contexto que le da el evangelista, muchas cosas aparecen con mayor claridad por la comprensión de la fe. Cualquier cristiano sabe quién es este esposo, que también puede hacerse esperar, quiénes son las vírgenes sensatas y quiénes necias, qué significa la fiesta de la boda y qué espanto producen sobre todo las puertas cerradas (cf. 22,11-13). Siempre se hace referencia a lo mismo, tanto si Jesús habla del aceite en los jarros, del traje festivo del invitado a las bodas o de la construcción de la casa sobre el suelo rocoso. Sólo será aceptada por el juez la vida realizada con la fe.

San Mateo termina la parábola y toda la sección exhortando a la vigilancia (25,13). El día y la hora son muy inciertos tanto para el criado, a quien el señor había constituido administrador, como para las vírgenes, a quienes de repente despierta del sueño el clamor que se levanta a media noche.

3. EL JUICIO DEL HlJO DEL HOMBRE (25,14-46).

a) Parábola de los talentos (Mt/25/14-30).

14 Es como un hombre, que, al irse de viaje, llamó a sus criados y les entregó su fortuna: 15 a uno le dejó cinco talentos, al otro dos, y al tercero uno, a cada cual según su capacidad, y se fue. Inmediatamente, 16 el que había recibido cinco talentos, se fue a negociarlos y ganó otros cinco; 17 igualmente, el que había recibido dos, ganó otros dos; 18 pero el que había recibido uno solo, se fue, hizo un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. 19 Al cabo de mucho tiempo, vuelve el amo de aquellos criados y se pone a ajustar cuentas con ellos. 20 Se acercó el que había recibido los cinco talentos y presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; mira, he ganado otros cinco. 21 Díjole su señor: ¡Muy bien, criado bueno y fiel! Fuiste fiel, en lo poco, te pondré a cargo de lo mucho: entra en el festín de tu señor. 22 Se le acercó también el de los dos talentos y dijo: Señor, dos talentos me entregaste; mira, he ganado otros dos. 23 Díjole su señor: ¡Muy bien, criado bueno y fiel! Fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de lo mucho: entra en el festín de tu señor. 24 Se acercó también el que había recibido un solo talento y dijo: Señor, sé que eres hombre duro, que cosechas donde no sembraste, y recoges donde no esparciste. 25 y como tuve miedo, fui y escondí en la tierra tu talento. Aquí tienes lo tuyo. 26 Pero su señor le contestó: ¡Criado malo y perezoso! ¿Conque sabías que cosecho donde no sembré, y recojo donde no esparcí? 27 Pues por eso tenías que haber llevado mi dinero a los banqueros, para que, a mi vuelta, yo recuperara lo mío con sus intereses. 28 Quitadle ese talento, y dádselo al que tiene los diez. 29 Porque a todo el que tiene, se le dará y tendrá de sobra; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. 30 Y a ese criado inútil, arrojadlo a la obscuridad, allá afuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

Esta parábola coincide en parte con la del criado fiel y sensato que hemos leído hace poco (24,45-51). Allí como aquí confía el señor a sus criados determinados encargos para el tiempo de su ausencia. Lo que importa es que cumplan fielmente la voluntad de su señor. Pero aquí se añade algo nuevo. No sólo se deben llevar a cabo terminantes encargos, sino que los criados deben trabajar con independencia de acuerdo con el deseo de su señor.

Las grandes sumas de dinero no son repartidas para ser conservadas, para preservarlas del robo o de otros daños, sino para que sean empleadas con el fin de obtener una ganancia. En esto la parábola de los talentos sobrepasa la del criado fiel. No basta llevar a término un encargo de trazos muy concretos, sino que es preciso estar deseoso de aumentar los bienes con la iniciativa y el riesgo personal. La magnitud de la suma entregada es diferente en cada caso y se mide según la capacidad de los distintos criados. Recibe más el que ya se había acreditado y ha sido hasta ahora fiel y diligente en el servicio de su señor. El dueño se promete el mayor éxito posible de esta gradación.

Cada uno recibe según la aptitud, uno de ellos cinco talentos, otro dos, el tercero uno (un talento es una suma enorme de capital, unos 10.000 dólares, pero el poder adquisitivo aún es cuatro veces mayor). En este reparto el dueño tampoco se ha engañado, porque los dos primeros obtienen tanta ganancia cuanto fue el dinero que se les confió, el primero cinco talentos, el segundo dos. Sólo el tercero le decepciona y esconde el dinero en el jardín para tenerlo en lugar seguro, pero no hace el menor esfuerzo por aumentarlo. Se recalca que el señor regresa al cabo de mucho tiempo. Aquí también resuena lo que sorprende en esta venida. Los criados se hubiesen podido simplificar el trabajo cuanto más tiempo transcurriese, o también olvidarse del regreso. Aunque sea después de mucho tiempo, el señor parece venir de forma imprevista (cf. antes, 24,50; 25,6.13).

Ahora se ajustan las cuentas. Cada uno tiene que decir dónde se encuentra el dinero que se le había confiado, e indicar la ganancia obtenida. El primero y el segundo pueden hacerlo con la conciencia tranquila, porque se han esforzado con diligencia. Sólo el tercero ha de confesar que no ha hecho ningún trabajo. Más aún, insulta al señor con insolente osadía diciendo que se hubiese enriquecido injustamente, si ahora le restituyera el talento con ganancia. Ha interpretado mal la manera de proceder de su señor, no tomándola como expresi6n de su confianza, sino como indecorosa codicia. No solamente le faltaba el celo en la acción, sino que ya antes le faltaba comprender bien a su señor. Pero el señor no acepta los reproches, ya que el criado por lo menos hubiese podido tomarse la molestia de llevar el dinero al banco, para que allí produjera intereses.

Los dos primeros son recompensados ubérrimamente, el tercero es castigado con una gravedad espantosa. Notamos que el relato que sirve de base a esta parábola está fuertemente orientado de acuerdo con la enseñanza religiosa que el evangelista cree que de él se desprende. Propiamente se habla sólo de que los criados deben restituir, con la ganancia obtenida, lo que se les ha confiado. Y en la reprimenda del tercero se dice que se dé su único talento al que ya posee diez. Así pues ¿los talentos han pasado a ser propiedad de los criados? Así es. El hombre recibe de su señor el talento como don que debe hacer fructificar en su vida. Al que tiene mucho, se le exige mucho; al que tiene poco, se le pide poco. Pero el señor espera que cada uno trabaje con lo suyo, que no solamente lo administre fielmente, sino que lo aumente. El relato se interrumpe de la forma más sorprendente con la remuneración y el castigo. Primero sólo se puede deducir de un modo indirecto quién es el que se presenta súbitamente y de qué se trata en el ajuste de cuentas. Pero luego se dice directamente que los dos primeros deben entrar en el festín de su señor. De acuerdo con la parábola se esperaría que estos dos criados «fueran puestos a cargo de lo mucho», es decir, recibieran empleos más responsables, después de haberse acreditado. Pero esta recompensa del festín es la verdadera recompensa de la vida, es la recompensa que ya no se hace depender de que sea nuevamente confirmado en una posición más elevada. El festín del señor es la participación de su soberanía en el reino de Dios. El castigo del criado perezoso tampoco consiste solamente en que se le quite lo que se le había cedido, sino en que sea arrojado «a la obscuridad, allá afuera». éste también es un destino inapelable, que ya no se hace depender de una nueva ocasión. Así pues, el contenido religioso de la parábola se aclara de modo que vemos expuesto en el relato el hecho del juicio. Debemos examinar la parábola y referirla a la propia vida. Cuando Jesús habla del juicio, se yuxtaponen dos series de pensamientos. Una de ellas ve el juicio por parte de la libertad ilimitada y de la misericordia de Dios, que sobrepasa toda medida humana. Así se ve el juicio, porque se confía absolutamente en Dios, para quien todo es posible, incluso la salvación de una vida que de suyo estaba perdida (19,26).

Por otra parte, en san Mateo se insiste con el máximo vigor en cuánto importa el propio obrar, sobre todo el amor. Es preciso poner en obra la justicia en el amplio sentido que hemos encontrado. El Hijo del hombre vendrá en la gloria de su padre y dará a cada uno «conforme a su conducta» (16,27). Sólo puede ser aceptada por Dios la fe vivida y realizada, no la confesión de los labios. Sólo puede tener esperanza de entrar en el reino de Dios el que ejercita con fidelidad su cargo de administrador, el que lleva consigo aceite en abundancia para las lámparas y el que está vestido con el traje de boda.

En esta segunda serie de pensamientos está nuestra parábola, así como la siguiente descripción del juicio final. La declaración peculiar que se añade a los otros textos a partir de 24,37 es que Dios espera que fructifiquemos de acuerdo con la capacidad que ha sido asignada a cada uno. No solamente es preciso en general producir frutos de justicia, hacer «buenas obras», ejercitar el amor, sino que cada uno tiene que esforzarse en obrar según las aptitudes que le han sido concedidas. Claro está que esta exigencia siempre excede ampliamente aquello para lo que se estaba dispuesto y de lo que se era capaz. Pero aquí tampoco hay correspondencia exacta entre las obras y el premio, sino una exigencia que en el fondo es inmensa, como sucede con el amor (cf. 5,43-48). Por eso el premio no es mezquino tampoco, ni guarda proporción con las obras, sino que es sobreabundante y mucho mayor en todos los conceptos: Te pondré a cargo de lo mucho; entra en el festín de tu señor.

b) Doctrina sobre el juicio de las naciones (Mt/25/31-46).

31 Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria. 32 Todas las naciones serán congregadas ante él, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a la izquierda.

Ahora viene la conclusión del gran discurso sobre el fin del mundo. No es una parábola, ni tampoco una exhortación profética a convertirse, ni una amenaza profética de castigo, no es una descripción horripilante de lo que sucederá en la renovación del mundo. Antes bien este fragmento es un compendio de la doctrina y de la reclamación de todo el Evangelio en vista del juicio. Habla del juez y de los que son juzgados. En la figura de Jesús, el Mesías juez, culmina la confesión que la Iglesia hace de su fe en Cristo. Aquí se manifiesta de una forma terminante por quién hay que tenerle. Su persona y su mensaje obtienen en esta hora su confirmación inapelable. Los que son juzgados también llegan a conocer por esta escena la verdad auténtica sobre sí mismos. Lo que el Evangelio dijo hasta ahora acerca de los hombres y lo que de ellos reclamó, aquí se sella de modo definitivo. Jesús no sólo era el Mesías de Israel sino el redentor de todas las naciones. No viene como Mesías glorioso para los judíos, como ellos creían, ni para los cristianos, de acuerdo con su expectativa, sino como aquel a quien han esperado todas las naciones y que las reunirá a todas.

Dos imágenes del Mesías se transfunden una en la otra: la del Hijo del hombre que aparece revestido de poder y la del pastor. Antes se dijo con lenguaje paradójico que el Hijo del hombre tiene que ser entregado y muerto (17,22s; 20,18). Ahora viene el Hijo del hombre en su gloria con todos los ángeles y se sienta en el trono. Como pastor, ha ido a buscar a todas partes las ovejas perdidas de la casa de Israel, pero en vano: ellas no han querido (23,37). Ahora bien, se trata de un pastor rebosante de poder. Ya no es el buscador humilde que sigue, incansable, la oveja perdida, hasta que la tenga puesta a salvo, el que se hace cargo de los pecadores, de los pobres y de los que gimen bajo el peso de la vida. Ahora es el pastor regio, como se dijo de los grandes reyes orientales y como ha contemplado el vidente de Patmos: «Ha de regir a todas las naciones con vara de hierro» (Rev 12:5). Esto es lo que ocurre ahora. Con una larga vara de pastor, que tiene la punta de hierro, el pastor divide el rebaño en cabritos y ovejas. El Hijo del hombre como pastor regio ejerce este cargo que Dios le transmitió. Porque el Padre le ha «dado todo poder en el cielo y en la tierra» (Rev 28:18).

34 Entonces dirá el rey a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre; tomad en herencia el reino que para vosotros está preparado desde la creación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me hospedasteis; 36 estaba desnudo, y me vestisteis; caí enfermo, y me visitasteis; estaba en la cárcel, y fuisteis a verme. 37 Entonces le responderán los justos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos forastero, y te hospedamos, o desnudo, y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte? 40 Y respondiendo el rey les dirá: Os lo aseguro: todo lo que hicisteis con uno de estos hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis.

A la imagen del Hijo del hombre y del pastor se añade como tercera la del rey. Jesús respondió afirmativamente la pregunta de si era el rey de los judíos (27,11). Pero este reino permanecía oculto. Sólo fue dado a conocer públicamente por medio de la inscripción de la cruz (27,37). Esta inscripción no indujo a los que la leyeron a doblar su rodilla como homenaje, sino a burlarse de él (27,42). Se le colocó como manto real un raído manto de púrpura, como cetro se le puso en la mano una caña, como diadema se le ciñó una corona de espinas (27,27-31). Pero ahora se manifiesta este reino del Mesías: «Y sobre el manto y sobre el muslo lleva escrito un nombre: Rey de reyes y Señor de señores» (Rev 19:16). Desde el principio del mundo el reino de Dios está preparado. Este gran objetivo de Dios fue frustrado por toda la culpa del hombre y por todo el desconcierto de la historia. El reino de Dios siempre estuvo dispuesto. Los perfectos deben participar del festín de su señor (Rev 25:21). Deben tomar este reino en posesi6n como herencia propia que les ha sido confiada. Uno ya se hizo cargo de esta herencia en el punto central de la historia, cuando fue resucitado de la muerte y constituido heredero universal. No sólo para alegrarse y disfrutar de la herencia, sino como primogénito entre muchos hermanos (Rom 8:29). éste vino a ser nuestro hermano con la forma terrena de la vida humana, y también quiere serlo con la forma celestial de la vida divina. Y si somos «hijos, también herederos: herederos de Dios, y coherederos de Cristo» (Rom 8:17)… Entre los discípulos ya estaba en vigor la regla que Jesús había establecido: «Quien a vosotros recibe, a mí me recibe; y quien a mí me recibe, recibe a aquel que me envió» (Rom 10:40), y «quien acoge en mi nombre a un niño como éste, es a mí a quien acoge» (Rom 18:5). Lo que uno ha hecho a otro, especialmente a un pobre o necesitado de ayuda -como un niño- por amor de Jesús, lo ha hecho a él mismo. Cada uno ha sido hermano de Cristo. Ya no tiene importancia conocer si lo sabía o no lo sabía, si quería o no quería servir en él a Cristo. Al fin se manifiesta que todo servicio del amor fue servicio al gran hermano Cristo. Las obras que el juez enumera, son obras corrientes de misericordia. Los escribas judíos han tenido un gran aprecio de ellas y son ejercitadas en todos los pueblos. Pero los cristianos saben especialmente que su excelsa fe tiene que repercutir en estas obras sencillas. En la práctica esta sencillez está con bastante frecuencia en oposición a las excelsas palabras de la fe. La fe excelsa está vacía y es reprobada, si no puede hacerse tan pequeña, que entienda que está al servicio de los más pequeños.

41 Entonces dirá también el rey a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno que está preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 era forastero, y no me hospedasteis; estuve desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis. 44 Entonces también éstos replicarán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o forastero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45 Entonces él les responderá: Os lo aseguro: todo lo que dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, conmigo lo dejasteis de hacer. 46 Y aquéllos irán a un castigo eterno, pero los justos a una vida eterna.

El mismo diálogo de antes se repite entre los que están a la izquierda y el rey juez. Ellos también han visto, pero no han obrado. La indigencia de los hombres no les ha conmovido, no les ha impulsado a ayudarlos. Pero ahora solamente vale lo que cada uno realmente ha hecho y no lo que ha pensado. No bastan la queja, el sentimiento ni la compasión por los que padecen indigencia, sino que es preciso poner manos a la obra y ayudar. Asombrados preguntan cuándo ha ocurrido que le hayan visto. En esta pregunta asombrada resuena el pensamiento de que seguramente le hubiesen servido al instante, si le hubiesen reconocido, así como Leví le agasajó en su casa o como hicieron María y Marta. No sabían que Jesús se oculta en los más pequeños, no sabían que hay que encontrarle y «verle» efectivamente en ellos. Creían que el amor a Cristo y el amor a los hombres son dos cosas distintas, y no una misma cosa. Han contemplado a su Señor, quizás eran piadosos y han rezado mucho, pero han hecho caso omiso del hombre que tenían a su lado. Ahora se descubre esta perniciosa bifurcación de su pensamiento. Por desgracia es demasiado tarde, porque ya no puede repararse nada de este servicio. Lo que fue rehusado a los hombres, también fue rehusado a Jesús. Sólo basta hacer de veras la voluntad del Padre (7,21).

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

Luc 12:35-36.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— reino de los cielos. Ver nota a Mat 3:2.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— reino de los cielos. Ver nota a Mat 3:2.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La parábola de las diez vírgenes. Esta parábola sigue con el tema de estar listos, y concluye en el v. 13 con palabras que hacen eco directo de 24:42. Sigue remarcando la división entre aquellos que están listos y los que no lo están.

La escena es la de una boda de pueblo, con las vírgenes (posiblemente “madrinas de boda” en nuestro sentido, o amistades, o siervos del novio) esperando para acompañar al novio en una procesión con teas al fin de la ceremonia, al conducir a su novia hacia su hogar. Las lámparas son probablemente teas con trapos empapados de aceite enrollados en un palo, que alumbrarían por algunos minutos antes de tener que ser empapados nuevamente con aceite. Sin otra reserva de aceite, se apagarían tan pronto como se las encendiera (8).

Una parte importante del relato es la demora: la iglesia debe estar preparada para esperar la parousía. Las diez vírgenes se quedaron dormidas durante la espera, así que la lección (igual que la de los dos siervos en 24:45-51) no es que debiéramos estar en alerta constante, sino que debemos tener las provisiones necesarias para cuando venga el momento. Esta parábola no explica qué provisión ser á, pero la que sigue sí da una sugerencia.

Al fin de la parábola el relato saca la aplicación, la de la posibilidad de ser excluidos del reino de los cielos; el v. 12 hace eco de las palabras ominosas de 7:23.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

25.1ss Jesús narró las parábolas siguientes para clarificar aún más lo que significa estar listo para su regreso y cómo vivir hasta que El venga. En la historia de las diez vírgenes (25.1-13), se nos enseña que cada persona tiene que ocuparse de su condición espiritual. La parábola de los talentos (25.14-30) nos enseña la necesidad de usar bien lo que Dios nos ha confiado. La enseñanza de las ovejas y cabritos (25.31-46) enfatiza la importancia de servir a los que están en necesidad. Ninguna parábola por sí misma describe completamente cómo debemos prepararnos. Pero cada una de ellas pinta una parte del cuadro.25.1ss Esta parábola tiene que ver con un matrimonio. En la cultura judía, una pareja mantenía su noviazgo por largo tiempo antes de contraer nupcias y la promesa de compromiso era un pacto similar a los votos del matrimonio. En el día de las bodas el novio iba a la casa de la novia para la ceremonia; luego la pareja, formando parte de un gran desfile, regresaba a la casa del novio donde tenía lugar una fiesta que con frecuencia duraba toda una semana. Estas diez vírgenes estaban esperando para desfilar y aguardaban participar en el banquete de bodas. Pero cuando el novio se retrasó, cinco de ellas dejaron que sus lámparas se quedaran sin aceite. Mientras iban a buscar aceite, se les hizo tarde y no pudieron participar en la fiesta.Cuando Jesús vuelva para llevar a su pueblo al cielo, debemos estar listos. La preparación espiritual no puede comprarse ni prestarse a último minuto. Nuestra relación con Dios debe ser propia.25.15 El amo dividió el dinero entre sus siervos de acuerdo a sus capacidades: nadie recibió ni más ni menos dinero del que podía usar. En caso de que no cumpliera con la tarea asignada por su amo, no podría excusarse diciendo que estuvo abrumado. El fracaso solo podría atribuirse a flojera u odio al amo. El dinero, como se emplea aquí, representa cualquier clase de recurso que se nos confía. Dios nos da tiempo, capacidades, dones y otros recursos de acuerdo a nuestras habilidades y espera que los usemos con sabiduría hasta que regrese. Tenemos la obligación de usar bien lo que Dios nos ha dado. La cuestión no es cuánto tenemos, sino qué hacemos con lo que tenemos.25.21 Jesús volverá, sabemos que es así. ¿Significa esto que debemos abandonar nuestras ocupaciones a fin de servir a Dios? No, quiere decir que debemos usar con diligencia nuestro tiempo, talentos y pertenencias a fin de servir a Dios en todo lo que hagamos. Para algunas personas, significa cambiar de profesión; para la mayoría de nosotros, significa cumplir con nuestro trabajo cotidiano como expresión de nuestro amor a Dios.25.24-30 Este hombre pensaba solo en sí mismo. Quería evitar riesgos para protegerse de su difícil amo, pero este lo castigó por su egocentrismo. No debemos buscar excusas para no hacer lo que Dios nos llamó a hacer. Si Dios es nuestro Amo, debemos estar dispuestos a obedecerle. Nuestro tiempo, nuestras habilidades y nuestro dinero no nos pertenecen de veras. Somos mayordomos, no propietarios. Cuando descuidamos, despilfarramos o nos aprovechamos de lo que hemos recibido, nos convertimos en rebeldes y merecemos castigo.25.29, 30 Esta parábola describe las consecuencias de dos actitudes en cuanto al regreso de Cristo. El obrero que con diligencia se prepara para la venida del Señor invirtiendo su tiempo y sus talentos para servir a Dios será recompensado. El obrero que no pone el corazón en trabajar en las cosas del Reino va a ser castigado. Dios premia la fidelidad. Los que no tienen frutos para el Reino de Dios no pueden esperar recibir el mismo trato que los que son fieles.25.31-46 Dios separará a los seguidores fieles de los que falsos y los incrédulos. La mejor evidencia de que somos creyentes es la forma en que actuamos. Tratar a todas las personas que encontremos como si fueran Jesús no es muy fácil. Lo que hacemos por otros demuestra lo que pensamos de lo que Jesús señaló que debíamos hacer: dar de comer al hambriento, albergar al desamparado, visitar a los enfermos. ¿Hay alguna diferencia entre sus acciones y las de los falsos y los incrédulos?25.32 Jesús comparó a las ovejas y los cabritos con los creyentes y los que no lo son. Las ovejas y los cabritos pastan juntos con frecuencia, pero los separan cuando llega la hora de trasquilar las ovejas. Eze 34:17-24 también se refiere a la separación de ovejas y cabritos.25.34-40 Esta parábola habla de la misericordia que todos podemos brindar a diario. Son gestos que no requieren riqueza, habilidad ni inteligencia; son cosas que se hacen y se reciben de gracia. No tenemos excusa para desentendernos de los que tienen grandes necesidades. No podemos delegar esta responsabilidad a la iglesia ni al gobierno. Jesús demanda nuestra participación personal en atender las necesidades de los demás (Isa 58:7).25.40 Mucho se ha discutido en relación a la expresión «mis hermanos». Algunos han dicho que se refiere a los judíos; otros dicen que se refiere a todos los cristianos; los restantes manifiestan que alude a los que sufren en cualquier lugar. Dicho debate tiene una semejanza con la pregunta que un abogado formuló a Jesús: «¿Quién es mi prójimo?» (Luk 10:29). Lo más sobresaliente en esta parábola no es el quién, sino el qué, el acto de servir cuando nos necesitan. La enseñanza de esta parábola es que debiéramos amar a todas las personas y servir a cuantos podamos. Ese tipo de amor glorifica a Dios porque refleja nuestro amor por El.25.46 El castigo eterno tiene lugar en el infierno, lugar donde todos los que no quieren arrepentirse (5.29) reciben su merecido después de la muerte. En la Biblia, tres palabras han sido traducidas «infierno».(1) Seol, que en el Antiguo Testamento quiere decir tumba, donde se depositan los cadáveres (véanse Job 24:19; Psa 16:10; Isa 38:10).(2) Hades es una palabra griega que significa averno, reino de la muerte. Es la palabra con que se traduce Seol en el Nuevo Testamento (véanse Mat 16:18; Rev 1:18, Rev 20:13-14).(3) Gehenna viene de Valle de Hinom, lugar cerca de Jerusalén lugar en el que quemaban niños en sacrificio a los dioses paganos (véanse 2Ki 23:10; 2Ch 28:3). Este es el lugar del fuego eterno (Mat 5:22; Mat 10:28; Mar 9:43; Luk 12:5; Jam 3:6; Rev 19:20) preparado para el diablo, sus ángeles y todos los que no creen en Dios (Rev 25:46; Rev 20:9-10). Es el estado final y eterno de los malos después de la resurrección y el juicio final.Cuando Jesús advierte acerca de la incredulidad, procura salvarnos de un castigo agonizante.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 1189 Luc 12:35; Flp 2:15

b 1190 Jua 3:29; Rev 19:7

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

lámparas. Estas se usaban frecuentemente en procesiones nupciales.

recibir al novio. En la costumbre judía, el novio salía de la casa de sus padres para encontrarse con la novia en la casa de los padres de ella, donde recibían la bendición nupcial. Luego, en una procesión nocturna y acompañados de los que les daban sus parabienes, entre ellos las vírgenes mencionadas aquí, el novio llevaba a la novia a su propia casa donde la fiesta duraba varios días. En esta parábola, Cristo es el novio (Is 54:4– 6; 62:4– 5; Ez 16:7– 34; Os 2:19; Mr 2:19– 20).

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Véanse las notas 3 (4) del cap.5 y 3 (1) y 24 (1) del cap.13. 1 (2) Diez constituye la mayor parte de doce ( Gén_42:3-4 ; 1Re_11:30-31 ; Mat_20:24). Así que, las diez vírgenes representan la mayoría de los creyentes, los cuales habrán muerto antes de la venida del Señor. Los dos hombres o las dos mujeres que se mencionan en 24:40-41 representan a los demás creyentes, los cuales vivirán hasta la venida del Señor.

1 (3) Las vírgenes representan a los creyentes en el aspecto de la vida ( 2Co_11:2). Los creyentes, quienes son el pueblo del reino, son como vírgenes puras. Como tales, llevan el testimonio del Señor (la lámpara) en la edad oscura y salen del mundo al encuentro del Señor. Para esto necesitan que el Espíritu Santo no sólo more en ellos, sino que también los llene.

1 (4) Las lámparas representan el espíritu de los creyentes ( Pro_20:27), el cual contiene el Espíritu de Dios como aceite ( Rom_8:16). Los creyentes irradian la luz del Espíritu de Dios desde el espíritu de ellos. De esta manera, llegan a ser la luz del mundo y resplandecen como lámparas en la oscuridad de este siglo (5:14-16; Flp_2:15-16), siendo el testimonio del Señor para la glorificación de Dios.

1 (5) Salieron significa que los creyentes salen del mundo al encuentro del Cristo que viene hacia ellos.

1 (6) El novio representa a Cristo quien es agradable y atractivo ( Jua_3:29 ; Mat_9:15).

1 (a) Mat_13:24

1 (b) 2Co_11:2

1 (C) Luc_12:35 ; Mat_5:15-16

1 (d) cfr. Flp_3:20 ; Tit_2:13

1 (e) Jua_3:29 ; Mat_9:15

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

a recibir al esposo. En las bodas judías había dos fases. Primero, el novio iba a casa de la novia para tomar a ésta y observar ciertas ceremonias religiosas. Después, tomaba consigo a la novia para llevarla a su propia casa y reanudar allí la fiesta. Cristo se llevara al Cielo a su esposa, la Iglesia antes de que comience el período de la Tribulación; después retornará con Su esposa, en Su segunda venida, para celebrar en la tierra el banquete de bodas. Las vírgenes representan el remanente judío en la tierra, que haya profesado la fe al tiempo de Su retorno.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

143 (g) LAS VÍRGENES SABIAS Y NECIAS (25,1-13). Es otra parábola gemela, que da el contrapunto femenino a 24,45-51. Tratándose en parte de una alegoría, es un desarrollo re­daccional mateano a partir de una indicación que se encuentra en Lc 12,35-38 junto con la enseñanza escatológica general de Jesús. Es imposible reconstruir con precisión la situa­ción matrimonial (p.ej., ¿están las diez vírge­nes prometidas con el mismo novio?, ¿dónde está la novia?). Las imágenes nupciales, utili­zadas en el Cantar, eran aplicadas por los ra­binos a las relaciones entre Dios y su pueblo: cf. Mt 9,14.15; 22,1-14. 1. diez vírgenes: Repre­sentan a los discípulos, creyentes expectantes (2 Cor 11,2). 2. necias… sabias: Estas prema­turas calificaciones evocan 7,24.26; 10,16; 23,17.19; 24,25. La sabiduría en cuestión es una sabiduría práctica sobre la salvación. 5. tardaba: El retraso de la parusía crea el pro­blema, el peligro del amor que se enfría (24,12) . todas… se durmieron: La cuestión aquí no es tanto la vigilancia (a pesar del v. 13) cuanto la preparación (v. 10). 6. a medianoche: El Hijo del hombre es el Señor de las sorpre­sas. El grito expresa el ansia de la Iglesia pri­mitiva por la consumación del reino. 8. El aceite equivale a las buenas obras (cf. NmRab.13, 15.16). A las necias les faltaban suficientes obras buenas. 9. no sea suficiente: El rechazo de las sabias no es una falta de caridad o de insolidaridad. Sus buenas obras no son total­mente transferibles. Otros pueden ayudar, pe­ro la disposición para aceptar la salvación es en último término un asunto de responsabili­dad personal. 10. preparadas: E.d., para el no­vio; éste es el núcleo de la parábola. Cerrar la puerta significa que la entrada no es automá­tica. 11-12. Cf. 7,22.23. 13. Cf. 24,42.
(Donfríed, K. P., «The Allegory of the Ten Virgins…», JBL 93 [1974] 415-28. Puig i Tárrech, A., La parabole des dix vierges [AnBib 102, Roma 1983].)

144 (h) LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS (25,14-30). Un relato más interesante y polié­drico, que sin duda procede de Q, aunque ha­ya un germen o vestigio en Mc 13,34. Podría entenderse también como un comentario a Mc 4,25. Mateo preserva la versión más simple y antigua, mientras que Lucas la mezcla con otro relato sobre un pretendiente al trono (¿Arquelao en el 4 a.C.?). Pero Lucas, proba­blemente, mantiene las sumas de dinero origi­nales, libras o minas, por valor de 20 euros ca­da una, más que talentos, cuyo valor era de 1.000 euros cada uno. El mensaje de la pará­bola puede leerse también de diferentes mo­dos. En su contexto, ofrece un estilo de vida para el ínterin previo al regreso del Hijo del hombre, urgiéndonos al uso responsable de los bienes del Señor con vistas al juicio veni­dero. Podemos extraer también notas morali­zantes de la situación, como en 24,48-51. Pero, en un estadio más antiguo, el relato podría ha­ber contenido un reproche a la actitud estáti­ca sobre la tradición religiosa (¿saducea?) que se opone a su propio desarrollo. Esta perspec­tiva se fundamenta en la presencia del verbo «entregar» en los vv. 14.20.22, un término téc­nico que se aplicaba a la tradición. 15. talento: Cf. comentario sobre 18,24. a cada uno según su capacidad: La combinación del término fis­cal «talento» con el cercano de «capacidad» condujo a que en las lenguas modernas se in­terpretara con el sentido de don, aptitud y ca­pacidad. El reconocimiento de la diversidad humana con respecto a la capacidad y la re­compensa es típicamente mateano (13,23). 16. negoció con ellos: La imprecisión del verbo permite entenderlo como comercio o inver­sión. ganó: Este verbo se utiliza en contextos religiosos para referirse a la consecución de conversos. 18. enterró en la tierra: Ocultó su luz, observando la tradición de forma estática (’Abot R. Nat. 14). 19. al cabo de mucho tiem­po: Indica el retraso de la parusía y el ajuste de cuentas en el juicio final. 21. fiel: Aquí signifi­ca digno de confianza, arriesgado y, también, creyente, entra en el gozo de tu Señor: Se refie­re al reino de Dios (Rom 14,17). 24-25. Cf. Job 23,13-17; m’Abot 1,3; 2,15; 3,17. 27. con los in­tereses: Parece favorecer la usura y un capita­lismo moderado. 29. al que tiene: Cf. Mc 4,25; Mt 13,12; Lc 8,18. Los verbos pasivos se refie­ren a las acciones de Dios. Cf. L. C. McGaughy, JBL 94 (1975) 235-45.

145 (i) EL JUICIO DE LAS NACIONES (25,31-46). Esta unidad tiene la forma literaria de un discurso de revelación apocalíptica en el que abunda el diálogo. No es una parábola, excep­to los vv. 32.33. El pasaje es una obra maestra; constituye la cima y el gran final del quinto discurso y del ministerio público de Jesús. Pe­ro, ¿de dónde procede? ¿De Jesús, de Mateo, de la Iglesia primitiva o, como sugirió Bult­mann, del judaismo? Carece de paralelos si­nópticos (cf. Jn 5,29), está en sintonía con la teología de Mateo y emplea su vocabulario ca­racterístico (ángeles, mi Padre, justo); así que podría ser perfectamente una composición mateana. Estos argumentos no son decisivos, excepto para la forma final, y, en todo caso, el pasaje refleja la propia preocupación de Jesús por prepararse a sí mismo para entrar en el reino. Este venerado texto presenta una reli­gión práctica de acciones de misericordia, de amor al prójimo. El abuso de su interpreta­ción ha llevado a decir que ni la fe en Cristo ni la pertenencia a la Iglesia son necesarias para la salvación; pero, de hecho, está dirigido a discípulos cristianos, y el discipulado se en­tiende claramente como idéntico con la solici­tud por el necesitado. Esto no significa negar la fe, sino que constituye la esencia misma de la fe. 31. Hijo del hombre: cf. Dn 7,9.13.14; Zac 14,5. El Hijo del hombre interviene aquí en el lugar de Dios. 32. serán reunidas: Dios las reu­nirá (pasivo teológico), todas las naciones: cf. 24,9.14; esp., 28,19. Se refiere a todas las na­ciones, Israel incluido, no sólo a los gentiles. cabras: La palabra usada, eriphos, significa normalmente «cabrito». Puede representar, por tanto, un animal de poco valor. 34. rey: El Hijo del hombre como rey ejecuta la voluntad de su Padre. Con una bendición invita a los salvados a entrar en el reino, que ya está pre­sente, pero en el que entramos sólo cuando él decide traerlo y admitirnos en él. 35-36. Esta lista presenta seis de las siete obras corporales de misericordia de la tradición catequética (en la que se añade enterrar a los muertos, a pesar de 8,22). enfermo y me visitasteis: Algunas traducciones actuales no traducen correcta­mente el verbo griego episkeptomai, que no significa tanto «confortar», cuanto «cuidar» y «asistir». Cf. mPe’a 1,1. 37-39. Mateo los ca­lifica de «justos» y ellos responden con sor­presa. No pretendían comprar el favor de Dios ni forzar su voluntad. 40. cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, lo hicisteis conmigo: Esta excelente respuesta identifica el servicio al necesitado con el amor a Cristo. Suele debatirse intensamente sobre si el término «hermanos» se refiere únicamente a los cristianos o a cualquier persona nece­sitada. Notemos que en el v. 45 no aparece la palabra «hermanos». Una mirada al uso ma­teano del término en contextos no fraternales muestra dos sentidos: en una serie (12,48-50; 18,15.21.35; 23,8; 28,10), adelphos se refiere a un miembro de la comunidad cristiana; en la otra (5,22.23.24.47; 7,3.4.5), se refiere a cual­quier ser humano como objeto del deber ético. El v. 40 debería entenderse en este sentido éti­co más amplio. 41-43. Este pensamiento dua­lista puede ofender a algunos. Procede de la teología deuteronomista de una alianza condi­cionada por la obligación humana (en cuanto opuesta a la alianza del compromiso divino in­condicional, representada en el NT por la teo­logía de Pablo). Presupone la responsabilidad y la conciencia moral humana, y que Dios to­ma en serio las acciones humanas. 46. Cf. Dn 12,2.
(Agbanou, V. K., Lc discours eschatologique de Matthieu 24-25 [Ebib, París 1983]. Brandenbruger, E., Das Recht des Weltenrichters [SBS 99, Stuttgart 1980]. Donahue, J. R., «The Parable of the Sheep and Goats», TS 47 [1986] 3-31. Marguerat, D., Lc jugement dans l’évangile de Matthieu [Ginebra 1981].)

146 (XI) Muerte y renacimiento (26,1-28,20) . Comienza en este punto el relato de la pasión y la resurrección. En el relato de la pa­sión, caps. 26-27, Mateo sigue estrechamente a su única fuente, Mc (Q carece de un relato de la pasión). Sus numerosas expansiones, en la última cena, arresto, destino de Judas, proce­so ante Pilato (petición de muerte, sueño de la mujer de Pilato, lavatorio de manos), los por­tentos cósmicos en la muerte de Jesús, fluyen lógicamente del relato marcano. Por razones apologéticas, añade la guardia en la tumba (27,62-66) y su informe (28,11-15). El evange­lio termina con una breve pero grandiosa es­cena de envío. Mateo desarrolla tres temas principales que encontró en su fuente: la cris­tología (especialmente mediante el anuncio profético y su cumplimiento), el énfasis polé­mico en la responsabilidad de los dirigentes judíos y sus colaboradores, y una serie de ejemplos morales, en primer lugar el de Jesús, pero también el de Pedro y Judas, las mujeres, los otros discípulos y los soldados gentiles.
(Benoit, P., The Passion and Resurrection of Jesús Christ [Nueva York 1970], Sénior, D. P., The Passion Narrative according to Matthew [BETL 39, Lovaina 1975].)

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

El capítulo que empieza con los versículos arriba trascritos contiene la continuación del discurso profético que nuestro Señor pronunció en el monte de las Olivas. Los acontecimientos á que hace alusión desde el principio hasta el fin son el segundo advenimiento, y el fin del mundo. Puede dividirse el capítulo en tres partes. En la primera nuestro Señor alude á su segunda venida como un acontecimiento que debe inducir al hombre á velar y á ser sincero en su religión; y hace esa alusión por medio de la parábola de las diez vírgenes. En la segunda, alude al mismo acontecimiento para exhortar á la actividad y á la fidelidad; y esto por medio de la parábola de los talentos. En la tercera, que es un pasaje que en cuanto á belleza y sublimidad no tiene igual en el Nuevo Testamento, se concluye el discurso por medio de una descripción del día del juicio.
Examinemos las verdades que en la parábola de las diez vírgenes se nos enseñan.
1. Que cuando el segundo advenimiento tenga lugar, la iglesia será una corporación mixta, en la cual habrá bien y mal.
La iglesia se compara á diez vírgenes que tomando sus lámparas salieron á recibir al esposo. Todas, pues, tenían lámparas, pero solo cinco de ellas tenían aceite para mantener viva la llama. Todas profesaban el encaminarse hacia un mismo objeto, pero solo cinco de ellas eran verdaderamente prudentes y las demás eran insensatas. En el mismo estado precisamente se encuentra la iglesia visible. Todos sus miembros han sido bautizados en el nombre de Jesucristo, pero no todos oyen su voz y le siguen. Que así es al presente, nuestros propios ojos nos lo están diciendo: que así será en el segundo advenimiento, el Señor mismo lo ha anunciado. (Quizá será bueno advertir que algunos comentadores entienden de distinto modo esta parábola; pero en nuestro concepto, las diez vírgenes significan las dos grandes clases en que naturalmente se divide la iglesia visible: los verdaderos cristianos y los falsos, los creyentes sinceros y los hipócritas y la zizaña.) 2. Que la segunda venida de Cristo cogerá á los hombres de sorpresa. Se nos dice en la parábola que á media noche, cuando las vírgenes dormían, se oyó un grito: » He aquí, el esposo viene, salid á recibirle.»Lo mismo acontecerá cuando Jesús descienda de nuevo al mundo. La mayor parte de la humanidad estará desprevenida y sumida en la incredulidad, y muchos de los creyentes se habrán entregado á la indiferencia y el abandono. Los negocios seguirán su curso ordinario, como se observa en nuestros días; la política, el comercio, la agricultura, las diversiones ocuparán la atención de los hombres; los ricos continuarán en la opulencia y los pobres seguirán quejándose; las iglesias estarán divididas por asuntos baladíes y las controversias teológicas no habrán calmado su furor; los ministros continuarán exhortando al arrepentimiento, y las congregaciones vacilarán como antes. En medio de toda esa agitación aparecerá el Hijo del Eterno. En la hora menos pensada, se mandará al mundo en su asombro que abandone todos sus quehaceres y recreaciones y se presente ante su rey. Hay en esto algo muy terrible; mas así está escrito. Con razón dijo un ministro poco antes de expirar: «Todos nosotros estamos apenas medio despiertos..
3. Que en el segundo advenimiento muchos hombres reconocerán la importancia de la verdadera religión cuando ya fuere demasiado tarde para ello.
Cuando el esposo se presentó las vírgenes insensatas dijeron á las prudentes: «Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.» Mas como las prudentes no tuviesen aceite de sobra, las insensatas tuvieron que ir á comprar para sí. Cuando regresaron la puerta estaba cerrada, y aunque rogaron que se lea abriera, sus súplicas fueron vanas. «Señor, señor,» exclamaron, » ábrenos..
Es bien seguro que algún día habrá un cambio de pareceres en cuanto á la importancia de la decisión y firmeza en la cuestión religiosa. Que el pecado es execrable, que todos los hombres necesitan de un Salvador: he aquí algunas de las verdades que se presentarán entonces ante la mente del hombre con la rapidez y esplendor del relámpago. Mas, ¡ay, eso tendrá lugar demasiado tarde! Los errores que no se descubrieren sino hasta entonces son irremediables.
4. Que en el segundo advenimiento tos verdaderos cristianos serán abundantemente recompensados por todo lo que hubieran sufrido por amor de, su Maestro.
Cuando el esposo se presentó, las vírgenes que estaban apercibidas entraron con él á las bodas, y se cerró la puerta.
Solo los verdaderos cristianos estarán listos en el segundo advenimiento. Purificados con la sangre expiatoria, revestidos de la justicia de Cristo y renovados por el Espíritu, saldrán llenos de valor á encontrar al Señor, y se sentarán á las bodas del Cordero.
Estarán con su Señor, con aquel Ser que los amó tanto que dio su vida por ellos ; con el Ser que sobrellevó sus debilidades y los guió durante su peregrinación en la tierra; con el Salvador á quien amaron de corazón y obedecieron con fidelidad, si bien de una manera imperfecta, y á costa de muchas lágrimas.
La puerta será cerrada, cerrada para el dolor y la tristeza, cerrada para un mundo impío y cruel, cerrada para un adversario tentador, cerrada para no ser abierta jamás. ¡Qué perspectiva tan gloriosa!

Fuente: Los Evangelios Explicados

Luc 12:35-36; Apo 19:7-9; diez… → §170 (Número 10).

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R727 El pronombre αἵτινες tiene un sentido definido similar al pronombre relativo quien.

R1127 El participio λαβοῦσαι se usa con la idea de manera (tiene el significado resultante: ellas salieron con lámparas -T154).

M70 La preposición εἰς tiene el sentido de: con la mira de (comp. el v. 6).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

g Luc 12:35-36; Rev 19:7-9.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

Confirma el Señor lo que ha propuesto en el capítulo precedente con la parábola de las vírgenes locas y prudentes. Propone otra en confirmación de lo mismo. Describe su venida al juicio, y la separación que en él se hará de los buenos y de los malos; y últimamente las sentencias y destino que se darán a unos y a otros.

1 a. El propósito de la presente parábola es, probar la misma verdad que en las precedentes; esto es, la necesidad de la vigilancia que debemos tener, para que no nos sorprenda el último día, ya sea el de nuestra vida, ya el del mundo; esto es, o el de nuestro juicio particular, o el del general de todos los hombres.

4 b. Estas vírgenes, que tomando sus lámparas salieron a recibir al esposo, representan los fieles, que acompañados de sus buenas obras esperan la venida de Jesucristo; pero entre estos hay muchos, que semejantes a las vírgenes necias viven descuidados, y no se previenen con obras de misericordia, y de otras virtudes hechas en perfecta caridad para recibirle a la hora de la muerte.

5 c. Esta tardanza del esposo significa, según los santos Padres, el tiempo que pasará desde la primera venida del Hijo de Dios hasta la segunda.

6 d. El sonido de la trompeta o de la voz que oirán todos los muertos al fin del mundo (Jn 5,25).

7 e. Se dispondrán para dar cuenta de sus obras. San Agustín.

8 f. Buscarán algún género de consuelo y de esperanza en el triste abandono y estado en que se vean. San Agustín.

9 g. Todos temerán juntamente, teniendo que responder a un Juez en cuya presencia ninguno podrá presumir que comparecerá limpio de todo pecado, si su misericordia no templa los rigores de la justicia. Y así estos hombres locos, que hicieron su principal caudal de las alabanzas que sacaron de la boca de aquellos que las venden como un precioso aceite, en vano podrán confiar en ellas, cuando llegue el tiempo en que se descubren los secretos de su corazón y su conciencia.

10 h. San Jerónimo lo explica diciendo, que después del día del juicio está cerrada la puerta, y no queda lugar para las buenas obras y justicia. Por nombre de lámpara se entiende la fe, y por el del óleo la caridad.

13 i. El Griego: en hé ho huiós tóu anthrópou érjetai, en que viene el Hijo del hombre. Estas palabras que se hallan en el texto Griego sirven para unir el sentido del versículo y de la parábola siguiente. Porque el Hijo del hombre es como un hombre, etc. La exposición de esta parábola de ninguno se puede tomar mejor que de San Pablo (Ef 4,8-11), en donde dice: Subiendo a lo alto, llevo cautiva la cautividad, dio dones a los hombres: y él mismo dio unos ciertamente Apóstoles; y otros, profetas, y otros, evangelistas; y otros, pastores y doctores, etc. En donde se ve, que por talentos se deben entender aquellos dones puramente gratuitos, que Dios da a los unos para utilidad de los otros. Y en 1Cor 12,7-11: Que los dones del Espíritu Santo, que se dejan conocer en lo exterior, son dados a cada uno para la utilidad de la Iglesia. Porque al uno es dada por el Espíritu Santo palabra de sabiduría; al otro palabra de ciencia, según el mismo Espíritu; al otro fe por el mismo Espíritu; y al otro dones de sanidades por el mismo Espíritu, etc. Mas todas estas cosas obra uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno, como quiere.

15 j. Según la medida de la fe y de la gracia que cada uno haya recibido; porque Dios no nos manda cosas imposibles, ni nos pone una carga que no podamos llevar, ayudados de su gracia. El talento de plata valía entre los hebreos como unos veinte y seis mil doscientos cincuenta reales de nuestra moneda.

k. El Hijo de Dios, estando para salir de este mundo llamó a sus siervos; esto es, a sus Apóstoles y discípulos, y en nombre de estos a todos los cristianos, y les confió sus bienes, para que con ellos durante su ausencia y hasta su vuelta, que será cuando venga a juzgar el mundo, se empleen en obras que merezcan la vida eterna.

16 l. Talentos; las gracias que se dan para utilidad de los prójimos.

24 m. El Griego: égnon se, te conozco. En esto se da a entender, que el Señor será un juez severo contra aquellos que desperdicien sus gracias.

n. El Griego: hóthen, de donde.

29 o. En el siervo que recibió cinco talentos, y ganó otros cinco, se representaban aquellos obreros de primer orden, que como un San Pablo podían gloriarse en Jesucristo de haber trabajado más que los otros, procurando el acrecentamiento de la Iglesia. El que recibió dos talentos y ganó otros dos, simboliza a los otros ministros de Jesucristo que han recibido menos que los Apóstoles; pero que siendo fieles a su ministerio, sirven a la Iglesia a proporción de los bienes y gracias que han recibido. El delito del que recibió solo un talento no consiste en no haber convertido a Jesucristo muchas almas, sino en no haber convertido a Jesucristo muchas almas, sino en no haber trabajado como debía en su conversión. Este mal siervo buscaba excusas para justificarse en sus pecados, añadiendo a su pereza un nuevo delito de orgullo; pues en vez de humillarse y solicitar el perdón reconociendo su falta, se vuelve contra su mismo señor, acusándole de dureza y de mal acondicionado; pero el Señor le convence con sus mismas palabras, que deben fijar en su corazón todos los cristianos. Ven acá, mal siervo, le dice; si tú sabías que yo soy severo en exigir una santa usura de los dones y talentos que pongo en las manos de mis siervos, ¿cómo has enterrado ese talento que te he dado, sin procurar ganar con él? ¿No debías, dime, por esta misma razón haberte aplicado con mayor tesón a corresponder a mis designios? Pues te será quitado este talento, y serás despojado de todas mis gracias, y estas se aumentarán en los que hubieren hecho buen uso de mis dones, y tú entre tanto tendrás el castigo que merece tu flojedad y soberbia.

31 p. El texto Griego: hoi hágioi ángeloi, los santos ángeles.

q. Hasta aquí usó el Señor de varias parábolas para significar su venida, y el juicio que había de hacer en ella de todos los hombres; pero ahora habla claramente y sin parábolas de este mismo juicio.

33 r. Pondrá a su derecha a los que reconocerá por ovejas suyas, que habrán oído su voz como a de su pastor; y a su izquierda a los réprobos, que ha querido figurarnos en los cabritos, por la impureza de estos animales, y por el mal olor que arrojan de sí. La mano derecha o la izquierda significa particularmente la salvación de los unos y la condenación de los otros.

36 s. Trabajad con ardor, dice San Pedro (2Pe 1,10), en aseguraros vuestra vocación y vuestra elección por las buenas obras. Porque así nos dará Dios con abundancia todos los medios para entrar en el reino eterno de Nuestro Señor.

40 t. ¡Qué motivo tan poderoso para que los ricos den limosna a aquellos que son el desprecio del mundo! Por esta declaración de Jesucristo pueden vivir asegurados, de que es el mismo Señor el que padece la sed y el hambre en sus miembros, cuando ven a los pobres hambrientos y sedientos; y que por consiguiente es el mismo a quien desechan y despiden de sí, cuando les pide por la boca de estos mismos pobres el pan que necesitan para poder vivir y alimentarse.

41 u. MS. Malitos.

v. De este lugar y de otros muchos se ve, que hay una cabeza, o como caudillo de los espíritus apóstatas y malignos (véase 12,24).

45 w. ¿Quién no temblará, considerando que los pecados que atraen sobre estos réprobos la maldición eterna de Dios, no son robos y homicidios, ni adulterios, ni todos los otros grandes y enormes delitos que excluyen patentemente del reino de Jesucristo a los que los cometen? Son solamente pecados de omisión y descuido. No cuidamos de asistir a los pobres en sus necesidades: de visitar los enfermos y encarcelados, para consolarlos, según podamos; los vemos desnudos, sin creernos obligados a cubrirlos; y entre tanto no pensamos en Jesucristo que se esconde bajo de este exterior tan despreciable de sus miembros, para probar nuestra fe y para sondear nuestra caridad. Y sin pensarlo, es el mismo Jesucristo a quien despreciamos en la persona de los pobres, y por esto vengará y contará las injurias hechas a estos, como ejecutadas contra su misma persona.

Fuente: Notas Bíblicas

[4] Diez: Representan las diez tribus que vuelven de Efrayím, quienes oyen y aceptan la revelación de los últimos días de volverse a juntar.

[5] Peshitta. Efrayím es llamado a encontrar al Moshiaj y a la verdadera novia que guarda la Torah, pero no todo Efrayím responde.

[6] No todos los que vuelven de las naciones se quedan en la verdad de Yahshua y de Su Torah, conforme testifica Primera de Juan.

[7] Tristemente la mayoría de los creyentes incluyendo muchos de los que conocen el verdadero mensaje de la restauración del reino, permanecen como guardas callados en los muros de Zion.

[1] Una Torah enterna. YHWH da más a los fieles y leales que a los que son meramente inteligentes, sagaces o personalidades que son cautelosas y se quieren auto proteger.

[2] El trono de David en Jerusalén, y el reino que ha llegado en toda su plenitud.

[3] El Rey Moshiaj tomará todas las naciones y mirará a cada una, buscando dentro de ellas a los Israelitas que han llegado a ser Sus ovejas a través de aceptar el perdón de las Buenas Nuevas. Una segunda aplicación puede ser la forma en que las naciones no Judió-Israelitas trataron al hermano Judah.

[4] Referente a los Efrayimitas que vuelven que necesitan un cuidado y una instrucción especial.

[5] el Adon ama y se preocupa tanto por las ovejas recuperadas de Judah como las de Efrayím en las naciones.

[6] Los Demonios y s.a.tan arden en el Lago de Fuego para siempre, puesto que ellos son seres inmortales. Los hombres perdidos mueren una segunda muerte y perecen.

[7] Esto debería de producir escalofríos por la espina dorsal de aquéllos que no buscan el amor y cuidado para todos los hermanos de ambas casas del Israel redimido. Parece que este asunto amor y sanidad entre Judah y Efrayím puede tener consecuencias eternas para aquéllos que han sido avivados por este entendimiento, y sin embargo fracasan en ejercerlo en amor.

[8] Significando que el decreto es para eterno.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[33] Ez 34, 17.

Fuente: Notas Torres Amat