Comentario de Mateo 26:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Aconteció que, cuando Jesús terminó todas estas palabras, dijo a sus discípulos:
26:1 Cuando hubo acabado Jesús todas estas palabras — de los capítulos anteriores, especialmente los caps 23, 24, 25). Su muerte se aproximaba. Los eventos que siguen pertenecen al relato del sufrimiento final de Jesús. Ya empieza «El principio del último acto de la tragedia» (WB). Dijo a sus discípulos:Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
cuando hubo acabado. Mat 19:1.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Jesús predice su propia muerte, Mat 26:1, Mat 26:2.
Los líderes conspiran en su contra, Mat 26:3-5.
Una mujer unge sus pies, Mat 26:6-13.
Judas hace trato para entregarle, Mat 26:14-16.
Jesús come la pascua, Mat 26:17-25;
instituye la santa cena, Mat 26:26-29;
predice el abandono de sus discípulos, y de Pedro, Mat 26:30-35.
ora en el huerto, Mat 26:36-46;
y siendo entregado por un beso, Mat 26:47-56,
lo llevan a Caifás, Mat 26:57-68,
y es negado por Pedro, Mat 26:69-75.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Como es su estilo, Mateo lleva el discurso del Señor hacia una conclusión con las palabras: cuando hubo acabado Jesús todas estas palabras (Mat 7:28; Mat 11:1; Mat 13:53; Mat 19:1).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Capitulo 26.
El Sanedrín acuerda condenar a Cristo, 26:1-5
(Mar 14:1-2; Luc 22:1-2; Jua 11:45-53).
1 Cuando Jesús hubo terminado estos discursos, dijo a sus discípulos: 2Sabéis que dentro de dos días es la Pascua y el Hijo del hombre será entregado para que le crucifiquen. 3 Se reunieron por entonces los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo en el palacio del pontífice, llamado Caifas, 4 y se consultaron sobre cómo apoderarse con engaño de Jesús para darle muerte. 5 Pero se decían: Que no sea durante la fiesta, no vaya a alborotarse el pueblo.
Mt comienza presentando dos hechos que parecerían unidos, y que suponen una realización cronológica distinta: la predicción de Cristo sobre su muerte y la confabulación sanedrita para perder a Cristo. Pero es ello efecto del procedimiento de yuxtaposición (paralasis) tan frecuente en Mt.
La predicción de Cristo sobre su muerte se hace “dos días antes de la Pascua.” Pero la confabulación sanedrita debió de ser hecha ya días antes, seguramente con motivo de la resurrección de Lázaro, como se ve en el relato de Jn. Los antiguos brotes de enemistad y odio farisaico contra Cristo que resgistran los evangelios vinieron a tomar cuerpo definitivo en esta Pascua 1.
La reunión fue oficiosa por lo menos. Mt pone que la componen “los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo.” Los evangelistas suelen citar, más o menos explícitamente, los tres grupos componentes del sanedrín. Pero lo que quieren hacer ver es la responsabilidad del mismo. La reunión se celebra en el palacio (αυλή)1 del sumo sacerdote, Caifas. Esto hace ver una reunión oficiosa, ya que la sede oficial estaba situada en la llamada sala Gazith, junto al Xystus, situada, inciertamente, dentro o fuera del recinto del templo 2.
El acuerdo fue la muerte de Cristo. Pero se buscaba prenderle con dolo, clandestinamente, pues, hecho en público aquellos días pascuales, se exponían a una revuelta a su favor por parte de los galileos, gente inflamable, y a las consiguientes repercusiones del procurador de Roma sobre estas conmociones populares.
Esta escena que presentan así, desdibujadamente, los sinópticos, es la misma que narra con detalle Jn con motivo de la resurrección de Lázaro (Jua 11:45-53).
La unción en Âetañía,Jua 26:6-13 (Mar 14:3-9; Jua 12:1-8).
6 Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7 se llegó a El una mujer con un frasco de alabastro lleno de costoso ungüento y lo derramó sobre su cabeza mientras estaba recostado a la mesa. 8 Al verlo se enojaron los discípulos y dijeron: ¿A qué este derroche? 9 Podría haberse vendido a gran precio y darlo a los pobres. 10 Dándose Jesús cuenta de esto, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? Obra buena es la que conmigo ha hecho. !! Porque pobres, en todo tiempo los tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis. 12 Derramando este ungüento sobre mi cuerpo, me ha ungido para mi sepultura. 13 En verdad os digo, dondequiera que sea predicado este evangelio en todo el mundo, se hablará también de lo que ha hecho ésta, para memoria suya.
Mt-Mc, por narrar la escena a continuación del anuncio de Cristo de su muerte, parecen dar la impresión de que esta escena tuvo lugar “dos días antes de la Pascua,” cuando Jn la sitúa con toda precisión “seis días antes de la Pascua.” Pero no es ello otra cosa que Mt-Mc utilizan la “paralasis semita,” o simple yuxtaposición de escenas, sin que suponga ello una fijación cronológica. Mt-Mc la “incrustan” aquí por la evocación de la muerte que Cristo anuncia. Y logran así un caso de “inclusión semita.”
Esta Betania está a unos tres kilómetros de Jerusalén, en dónde residía la familia de Lázaro.
Allí un tal Simón el leproso dio una comida en el atardecer o cena (δεΐπνον), en honor de Cristo. Se desconoce la identificación de este personaje. Pero no tiene que ver nada con el protagonista de otro relato – de Simón el fariseo – que relata Lc (Jua 7:36-50), ya que son escenas distintas. Si se le sobrellamaba “el leproso,” debía de ser debido a haber sido curado de esta enfermedad o de otra con caracteres semejantes. Tampoco se dice haber sido curado por Cristo.
Los comensales, conforme a las costumbres, comían reclinados en lechos, con los pies cercanos al suelo. La protagonista de esta escena es, según Mt, “una mujer,” pero que se sabe era María la hermana de Lázaro (Jua 12:3)3.
Durante la comida se acercó a Jesús, y, rompiendo uno de esos frascos de alabastro de cuello muy alargado, derramó sobre la cabeza de Jesús el rico perfume. Este era de “nardo legítimo” (πιστiχής) (Mc). Algunos pensaron en tipos de nardos importados de la India, Creta, Siria. Entre los de la India había uno extraído de una planta llamada “picita”; de ahí procedería el “pistikés.” Pero sería muy improbable esta importación a Betania. Si se destaca su legitimidad, es debido, probablemente, a lo que dice Plinio: que había, por su carestía, muchos fraudes 4.
Mt-Mc dicen que “era de mucho precio,” y Jn precisa que era una “libra” de nardo. Judas lo valoró en “más de 300 denarios” (Mc). Y el denario venía a ser el jornal de un trabajador. La cantidad y el precio – casi el salario de un año – indican bien la veneración que María de Betania sentía por Cristo.
Al llegar aquí, los evangelistas presentan otra divergencia de importancia. Mt-Mc dicen que lo derramó sobre la cabeza del Señor, y Jn dice que “ungió los pies de Jesús y los enjugó con sus cabellos.” Es efecto de los aspectos fragmentarios de las fuentes (cf. Jua 20:17). ¿Acaso en la cabeza quiere evocar la unción real? No parece probable, pues lo omite Jn, en donde se proclama la realeza de Cristo.
Era costumbre ofrecer agua a los huéspedes para lavar sus pies, sudorosos del camino y calor palestinense, y ungir con perfumes su cabeza. Pero era un gesto extraordinario ungir los pies.
Si Jn detalla la unción de los pies, es porque le evoca más “simbólicamente” la sepultura de Cristo. Así salió Lázaro del sepulcro: “ligados sus pies y manos.” Y estas vendas funerarias estaban impregnadas de perfumes.
Este acto de exquisitez provocó críticas en los discípulos, probablemente iniciadas por Judas. Fueron protestas abiertas entre ellos. Aún aparece la actitud rudimentaria de los apóstoles para con Cristo. Según ellos, se podía haber vendido ese riquísimo perfume y haber dado su importe a los pobres.
Pero, ante la censura de los apóstoles, salió Cristo a la defensa de aquella mujer. Los judíos dividían las obras buenas en un doble aspecto global: “limosna” y “obras de caridad” 5. Así, ésta era superior a aquélla, pues la ha hecho atendiendo a la caridad, superior, de su sepultura. “Se adelantó a perfumar mi cuerpo para mi sepultura.” No sería improbable que María de Betania supiese el anuncio que Cristo hizo repetidamente de su muerte, y hasta de posibles rumores populares (Jn). Y, por un cierto instinto de amor, quisiera ofrecer este gesto de exquisitez póstuma a Cristo. , acaso pensando en su muerte. En todo caso, Cristo elogia el gesto y acepta aquel “culto” a El.
Y les anunció que donde se predicase el Evangelio se hablaría de ella: cuando se hablase de su muerte y sepultura, no dejaría de hablarse de aquel gesto “típico” y, adelantadamente, hecho por amor.
En cuanto a los pobres, como se decía en el Deuteronomio, “siempre habría en el país” (Deu 15:11). Es una forma “sapiencial” de hablar, que ni vaticina el pauperismo eterno ni impide la superación del mismo. Mientras haya pobres, siempre podrán ejecutar la caridad con ellos. En cambio, con El no, porque va a la muerte.
A título de muestrario de la crítica se da un resumen que de este pasaje hace un autor.
La exégesis contemporánea ha visto en esto:
1) El simple relato, deformado ulteriormente, de un gesto de amor de una digna mujer por Jesús (Goguel, etc.).
2) Una ilustración plástica del anuncio de la Pasión contenida en la perícopa precedente; unción que deja entender que, a causa de su muerte violenta, el cuerpo de Jesús no podrá ser embalsamado (Lagrange, J. Weiss, etc.):
3) Una figura de unción mesiánica acordada o reiterada a Jesús en el umbral de su Pasión, unción recibida no para reinar inmediatamente, sino, ante todo, para sufrir (Schniewind, K. L. Schmidt).
4) Una defensa de la adoración cultual de Cristo contra los partidarios judíos de la limosna (Bertram).
5) Una ilustración de la alternativa entre el amor por los pobres o el amor por Jesús, alternativa que Mt resuelve poniendo el amor por él sobre las limosnas (Lohmeyer).
Todas estas hipótesis, que pueden surgir evocadas, más que por Mt, por la lectura del texto, ya sabidos los hechos, son forzadas en una interpretación exclusiva y directa. ¡Cuánto más natural es el gesto de María de Betania, al recibir a Cristo en casa de su hermano Lázaro!
El pacto traidor de Judas,Deu 26:14-16 (Mar 14:10-11; Luc 22:3-6).
14 Entonces se fue uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los príncipes de los sacerdotes 15 y les dijo: ¿Qué me dais y os lo entrego? Se convinieron en treinta piezas de placa, 16 y desde entonces buscaba ocasión para entregarle.
Lc presenta la escena diciendo que entró Satanás en Judas. No es un caso de posesión diabólica, sino la obra por excelencia del enemigo de Cristo y su reino, que pone en juego los resortes para la lucha, utilizando un discípulo.
Los tres evangelistas destacan la culpabilidad de Judas, al destacar que fue él a ofrecerse a los jerarcas para entregar a Cristo. Mt y Mc presentan a Judas en escena, dirigiéndose solo “a los príncipes de los sacerdotes,” que eran los ex sumos sacerdotes, junto con el pontífice de entonces. Pero Lc detalla que también trató, sin duda para el prendimiento de Cristo, con ”los guardianes” del templo – ¿antes? ¿después? -. Estos estaban reclutados entre los levitas, bajo el mando supremo de un sagán 6.
Los que buscaban la seguridad y la clandestinidad para prender a Cristo, se “alegraron,” al ofrecerles arteramente la entrega un discípulo, conocedor de los lugares de su refugio.
Pero la traición fue con comercio. Judas propuso que se le retribuyese de alguna manera la entrega (Mt). En Mc se dice más globalmente que “prometieron” darle dinero. Pero Lc también insiste en lo de Mt: “convinieron” las dos partes en una cantidad de dinero. Y ésta fue fijada en “treinta monedas de plata.” Que tenían que ser siclos del templo, ya que deberían ser repuestos luego en él (Luc 26:6).
El siclo (sheqel) del templo equivalía a unos 10 denarios aproximadamente 7.
El fijarse el precio de la venta en treinta siclos se debe, seguramente, a un acto más de desprecio a Cristo, ya que, según el éxodo, se fija en “treinta siclos de plata” el precio que había de pagarse a un dueño por un esclavo que se hubiese inutilizado (Exo 21:32). En el profeta Zacarías se lee cómo el profeta, representando a Yahvé, renuncia a continuar apacentando el rebaño de Israel, y pide su salario. Y me dieron – dice – de salario “treinta siclos de plata” (Zac 11:12-13). Y manda arrojar ese precio por haberle tasado en un precio de esclavos 8.
Al evocarse sobre esta venta el pasaje de Zacarías, en el que los treinta siclos se los dan despectivamente a Yahvé, no puede menos de pensarse en la sugerencia que, por “alusión,” se hace de la relación de Cristo-Dios.
Algún autor pensó si la precisión de este importe sería obra de Mt o de la catequesis primitiva, por razón del “simbolismo” que encierra, sin que se quisiese precisar exactamente la cantidad. Sin embargo, la afirmación es muy firme. Y el desprecio de los sanedritas a Cristo así, muy lógico, lo mismo que el “oportunismo” de Judas, que estaba, más que por un provecho económico, en eximirse de responsabilidad ante los dirigentes judíos.
Hecho esto, Judas sólo “buscaba cómo entregarle oportunamente,” es decir, “sin alboroto,” para evitar posibles revueltas populares. Todo debió de quedar planeado para actuar al primer aviso de Judas, conocedor del lugar de retiro del Señor en Jerusalén aquellos días.
Preparación para la cena pascual,Zac 26:17-25 (Mar 14:12-21; Luc 22:7-13;
Jua 13:21-30).
17 El día primero de los ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron: ¿Dónde quieres que preparemos para comer la Pascua? 18 El les dijo: Id a la ciudad a casa de Fulano y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está próximo, quiero celebrar en tu casa la Pascua con mis discípulos. 19 Y los discípulos hicieron como Jesús les ordenó y prepararon la Pascua. 20 Llegada la tarde, se puso a la mesa con los doce discípulos, 21 y, mientras comían, dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará. 22 Muy entristecidos, comenzaron a decirle cada uno: ¿Soy acaso yo, Señor? 23 El respondió: El que conmigo mete la mano en el plato, ése me entregará. 24 El Hijo del hombre sigue su camino, como de El está escrito; pero ¡desdichado de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado!; mejor le fuera a ése no haber nacido. 25 Tomó la palabra Judas, el que iba a entregarle, y dijo: ¿Soy, acaso, yo, Rabí? Y El respondió: Tú lo has dicho.
Los tres sinópticos sitúan la preparación de la última cena “en el primer día de los ácimos” (Mt-Mc). Primitivamente, solamente se comía el pan ácimo la semana pascual, que comenzaba el 15 de Nisán a la puesta del sol (Exo 12:15, etc.). Posteriormente, los rabinos, para asegurar mejor el cumplimiento de este precepto de la Ley, extendieron la obligación de comer el pan ácimo desde el mediodía del 14. De ahí el que, en el uso vulgar, la fiesta de los ácimos viniese a tener el valor de ocho días 9. Vocabulario que es el que reflejan los evangelios.
La cena pascual se celebraba en Jerusalén. Pero los allí no residentes necesitaban un lugar oportuno. De ahí la iniciativa de los apóstoles, que Mc matiza que eran “Pedro y Juan,” para saber dónde iban aquel año a celebrar la Pascua.
Cristo debía de estar en Betania. Por eso les manda “ir a la ciudad,” Jerusalén. Mas por orientarles les da una indicación. Al llegar a la ciudad encontrarán un hombre. Deben seguirle hasta la casa donde vaya. Y allí llamar al dueño y decirle de su parte que les indique el lugar que tiene preparado para ellos. La frase de Mt ”mi tiempo (de muerte) está cerca,” omitida en Mc-Lc, se diría una amplificación del Mateo griego, con precisiones posteriores.
Jesucristo les anuncia la respuesta (Mc-Lc): les mostrará una “gran sala” en la parte alta de la casa (άνάγαιον), a la que ordinariamente se subía por una escalera exterior, independiente de comunicación con el resto del edificio; esta sala estará “alfombrada,” o cubierta de esteras (στρωαένον), y preparada (εταμον) con todo el ajuar necesario para recibir allí huéspedes de Pascua. Sólo faltaban los manjares rituales, que Cristo les manda “preparar.”
Era proverbial que jamás ningún forastero había dejado de encontrar hospitalidad, un aposento entre los jerosolimitanos, para celebrar la Pascua; hospitalidad que era gratuita. Pero la costumbre había establecido que les dejasen como compensación la piel del cordero pascual inmolado 10. Esta persona en cuya casa se va a celebrar la Pascua debía de ser algún discípulo o simpatizante de Cristo, y que ya le hubiese ofrecido su casa para esto en otra ocasión. Pero el anuncio a los dos apóstoles es ciertamente profético.
Primitivamente la Pascua se comía de pie, para recordar la salida presurosa de Egipto. Es lo que llamaban la “Pascua egipcia.” Pero ya en Israel la comían recostados sobre pequeños lechos, apoyando el brazo izquierdo en el mismo y dejando el derecho para el servicio; o también en esta forma, en el suelo, sobre esteras. Era la llamada “Pascua eterna.” Era señal de ser libres y de estar ya en su propia casa de Israel.
Lo que hubieron de preparar los apóstoles fueron: l)”el cordero pascual,” que se inmolaba en el templo el 14 de Nisán, a la tarde, desollándole, limpiándole y teniendo un cuidado nimio en no romperle ningún hueso; y tan pronto como oscureciera, se le asaba; 2) los hagigah, o manjares “festivos,” que eran otras carnes, que servían juntamente para aumentar la alegría del banquete; 3) los “panes ácimos” (matsoth), pequeñas tortas de pan sin fermentar, que conmemoraban la presteza en la liberación de Egipto, en que no tuvo tiempo la masa de fermentar (Exo 12:39); 4) “las hierbas amargas” (memorim) en recuerdo de las amarguras de Egipto 11; 5) el haroseth, una salsa muy espesa hecha de frutos vegetales rociados de vinagre, para que con el color de la misma recordasen el barro y los ladrillos en que tuvieron que trabajaren Egipto 12; 6) el vino para las tres o cuatro bebidas rituales.
Además, el paterfamilias, aquí Cristo, explicaba el sentido de todos aquellos ritos.
Comienzo de la Cena Pascual.
Poco después de oscurecer comenzaba la Cena pascual, cuando daban la señal las estridentes trompetas del templo.
Los tres sinópticos omiten aquí el lavatorio de los pies, que Jn relata. Pero los tres ponen, lo mismo que Jn, después del relato del lavatorio, la denuncia del traidor. Lc tiene un problema específico, que se estudia en su lugar correspondiente (Luc 22:14-18), en el que figura la distribución de un cáliz que no es el eucarístico, sino uno de los cálices rituales primeros.
Y, estando cenando, Cristo lanza la denuncia del traidor: “uno de vosotros me entregará.” La sorpresa fue profunda en todos. La nobleza de su alma les hacía ver su inocencia, pero la palabra del Señor, que siempre vieron se cumplía, les hizo temer sobre su futuro: llegaron a temer en un futuro de villanía.
La respuesta de Cristo, que lo entregaría uno que “con El mete la mano en el plato,” no significa que en aquel momento Judas coincidía con Cristo tomando de un plato de comer algún manjar, ya que en la cena pascual cada uno tenía el suyo 13, ni era fácil que sólo en aquel momento Judas coincidiese con Cristo en tomar algo de la bandeja común, en aquel mezclarse todos sin un ritual de turnos. Pero, en todo caso, el sentido no es ése, pues cuando Judas salió del Cenáculo, los apóstoles no sabían quién era el traidor (Jn). La frase sólo significa que uno que tiene gran familiaridad con El le va a entregar. Es el sentido en que Jn usa, para decir lo mismo, un salmo en sentido “típico”: “El que come conmigo mi pan, levantó contra mí su calcañal” (Sal 40:9).
Cristo, bien consciente de su misión y de su fin, denuncia que va a la muerte. Es algo que siempre quiere destacar Jn: la gran conciencia de Cristo 14. Pero la gravedad del crimen de Judas se anuncia: “más le valía no haber nacido.” La frase, que es usual 15, no alude al castigo que Judas pueda tener en la otra vida, sino a la monstruosidad de vender a su Maestro, al Hijo de Dios.
Cuando los apóstoles le preguntaron cada uno si era él, también Judas lo hizo. Y Cristo se lo dijo, pero en voz baja, pues Pedro hará “señas” a Juan para que pregunte a Cristo quién es (Jn), y sólo a ellos se lo dirá. Pero ni aun así sabían ellos que la traición era inminente. La frase con que Cristo se lo denuncia:
“Tú lo has dicho,” no es frecuente, aunque sí bíblica y extra bíblicamente conocida, y significa su uso una cierta solemnidad 16.
El complemento detallado de esta denuncia es la narración que de ella trae el evangelista San Juan (Sal 13:21-30). En cambio, Mt-Mc, que ponen esta denuncia antes del relato de la institución eucarística, parecen situarla en su contexto histórico, y que Judas no recibió la Eucaristía 17.
Institución de la Eucaristía,Sal 26:26-29 (Mar 14:26-26; Luc 22:19-20).
26 Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y, dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad y comed, éste es mi cuerpo. 27 Y tomando un cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: Bebed de él todos, 28 que esta es mi sangre del Nuevo Testamento, que será derramada por muchos para remisión de los pecados. 29 Yo os digo que no beberé más de este fruto de la vid hasta el día que lo beba con vosotros nuevo en el reino de mi Padre.
La narración de la institución eucarística aparece relatada en los tres sinópticos reducida al mínimum: a lo esencial. La razón es que no era, a la hora de la composición de los evangelios, necesario un desarrollo amplio, ya que era por todos conocida y sabida, por vivírsela en la “fractio pañis.” No fue sólo despojada de los elementos de la Pascua judía, ya caducos, sino que aquí aparece en esta forma sintética, por no proceder de una relación directamente narrativa sino por ser incorporada así del uso litúrgico.
En los relatos de la institución se notan dos grupos afines, sustancialmente idénticos, pero con pequeñas variantes redaccionales: Mt-Mc y Lc-Pablo (1Co 11:17-34). El primer grupo posiblemente represente la tradición de alguna iglesia palestina, v.gr., Jerusalén, mientras que el segundo refleja más bien la tradición de una iglesia helenística, v.gr., Antioquía o Corinto 18.
Para la cena pascual estaban “reclinados” (άναχειμοα) sobre lechos o esteras y apoyados sobre el brazo izquierdo. Según la Mishna no podían asistir menos de diez ni pasar de veinte comensales 19.
La institución eucarística se hace “mientras comían” (Mt-Mc). En cambio, Lc dirá, al consagrar el cáliz, que lo hace de igual manera, “después de haber comido.” Esta aparente divergencia está en función del ritual rabínico. Según éste, la cena pascual propiamente dicha consistía en comer el cordero pascual, y luego se bebía un tercer cáliz ritual con vino 20. Mientras Mt-Mc dicen sólo, genéricamente, que la consagración se realiza durante la cena pascual, Lc precisa más el momento: fue precisamente después de la cena estricta, después de comer el cordero pascual. La realidad y el simbolismo se unían.
La forma que se usa aquí por el “pan” es άρτος, que de suyo es todo tipo de pan. Allí el pan era ácimo. Pero tanto la filología como la práctica de la Iglesia hacen ver que esto fue cuestión que se consideró como accidental desde un principio.
Luego lo “bendijo” (εύλογέω). En la cena pascual, lo mismo que en los usos judíos ordinarios, había abundantes bendiciones. Los rabinos exigían la bendición – invocaciones – del pan y explicación – haggadah – de la Pascua que se realizaba21. Cristo se amolda al uso ambiental, aunque con una bendición – invocación – nueva, sin duda en orden a la nueva Pascua sustitutiva que instituía.
Pero en la redacción hay divergencia. Mt-Mc ponen que lo bendijo (εύλογέω), pero Lc dice que “dio gracias” (εύχοφιστέω). Podría pensarse que Cristo había hecho ambas cosas y que cada grupo de evangelistas recogió una u otra. Pero en las dos multiplicaciones de los panes, Mt-Mc ponen, por la misma acción de Cristo, que lo “bendijo” (εύλοτ(έω), y luego, en la segunda multiplicación, para decir lo mismo, Mt-Mc ponen que “dio gracias” (ευχάριστεω). Esta permutación indistinta de términos hace ver que los autores las usan como expresiones sinónimas.
Según el rito del paterfamilias en la cena pascual, Cristo “partió” el pan y lo distribuyó a los apóstoles. Es rito que vino a dar luego nombre a la celebración eucarística: la “fractio panis.” Posiblemente fue debido a que en ello se vio como un signo del cuerpo destrozado – inmolado – de Cristo en la pasión y en la cruz 22.
Mt-Mc recogen la orden dada por Cristo: “Tomad” (Mt-Mc), “comed” (Mt). La frase de Mt probablemente es una adición redaccional del Mt griego, ya que es de suyo innecesaria 23. Esta orden tenía una triple finalidad: captar la atención, enseñarles lo que había que hacer con aquel rito nuevo, y con ello atreverse a recibir el cuerpo sacramental del Señor.
“Esto es mi cuerpo.” La forma “esto” (τούτο), lo mismo puede representar un valor neutro absoluto que estar en esta forma por la atracción del sustantivo al que afecta. De ahí poder traducirse lo mismo por “esto es mi cuerpo,” forma indeterminada de lo que se tiene en la mano, el pan; que por “éste es mi cuerpo,” es decir,, el que al término de la consagración está en el pan. Pues en las cosas que tienen su “fieri,” el pronombre, en el uso vulgar, expresa el resultado de la misma cosa.
En arameo, el verbo ser no suele usarse. En el texto griego, éste se explícita.
Los sinópticos ponen unánimes la palabra “cuerpo” (σώμα). Jn, al hablar de la promesa eucarística, usa “carne” (σαρξ). Así lo usan, a propósito de la Eucaristía, San Ignacio de Antioquía 24 y San Justino 25. La palabra original probablemente fue “carne”. Ya que, ambientalmente, esta palabra tiene por correlativa “sangre.” Así, “carne y sangre” (basar wa dam) es la fórmula hecha para expresar la persona. En arameo correspondería, conforme a esta frase, al término bisra.
Hecha la consagración del pan, Mt trae la consagración del vino. Cristo tomó un cáliz. El judaísmo no conoció el uso de una copa en los banquetes religiosos hasta después del siglo IX d.C. 26. En los banquetes ordinarios admitían, a veces, beber de la misma copa, pero se ignora si a título excepcional admitían esto en el banquete pascual 27. Al dar la orden de que bebiesen todos de él, o se amoldó a un uso o instituyó uno nuevo. Convenía que no hubiese confusiones con el contenido de otras copas.
Conforme al uso, el vino estaba mezclado con agua 28.
“Y dando gracias,” con una fórmula de alabanza al Padre por la consagración que iba a hacer de su sangre en el vino, se lo dio, diciendo: “Esta es mi sangre.” Y se realizó la consagración.
Pero esta sangre es la “de la Nueva Alianza” (διαθήχμ). Esta expresión lo mismo puede significar “testamento” que “alianza” o “pacto.” Más, en todo caso, la evocación es contraponerla a la escena del Sinaí (Exo 24:3-8), en donde se hizo la “alianza” entre Yahvé y el pueblo mediante el sacrificio y aspersión de la sangre. La sangre de Cristo establece la “Nueva Alianza.” Por eso la idea de “alianza” está puesta en relación con la sangre y no con la fórmula de la consagración del cuerpo 29.
También se destaca que es “derramada” por “muchos.” La primera expresión, “derramada,” está puesta en griego en participio de presente (έκχυννόμενον). Parecía que se estaba derramando ya ahora, por lo que se probaría, por ello, que la Eucaristía era un sacrificio. Sin embargo, el uso de un presente por un “futuro inminente” es tan frecuente en la koiné que, por lo menos, esto solo dejaría en la incertidumbre de saberlo. Pero, cotejado con otras fórmulas neotestamentarias (Mar 9:13; Mat 26:4; Mar 14:21; Luc 22:22), se ve que son como un clisé para expresar la muerte redentora en el Calvario.
El provecho de esta sangre es “por muchos” (περί πολλών). Mc y Lc usan la fórmula υπέρ, en favor de. Mt, en cambio, usa περί, aunque con este mismo sentido según el uso helenístico 30.
Los que van a recibir este provecho en Mt-Mc son “muchos.” Pero esta expresión no es restrictiva a algunos, sino equivalente en diversos pasajes bíblicos a la totalidad o universalidad ( Mat 20:28, par.). Así, en el poema del “Siervo de Yahvé,” de Isaías, que probablemente influye en esta redacción, el Mesías sufriente obtiene el mérito para “multitudes” (rabbím), que son toda la obra redentiva (Isa 53:12). Y en el hebreo postbíblico, rabbím no significa muchos, sino la multitud en general, el pueblo, es decir, todos los seres humanos sin distinción 31.
El fruto definitivo por el que se derrama esta sangre es “la remisión de los pecados” de todos los humanos.
La valoración de todo este pasaje de presencia real eucarística encuentra su mejor comentario en la de la primitiva Iglesia y en las palabras de San Pablo, previas al relato de la institución, las cuales usa para probar el valor sacrificial de la Eucaristía y que están escritas bastantes años antes que el evangelio griego de Mt: “El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” (1Co 10:16) 32.
Mt termina el relato con un pasaje en el que Cristo dice que no beberá más el vino hasta que beba un vino nuevo con ellos “en el reino de mi Padre” (v.29).
Lc le da otra situación literaria antes de la institución eucarística y con un sentido algún tanto distinto. Tampoco tiene una conexión necesaria con la institución eucarística. Es por lo que se pensó en que fuese un logion independiente insertado aquí por la evocación del banquete pascual 33.
El reino de Dios es presentado frecuentemente por un banquete; era metáfora normal judía para esto 34.
Cristo anuncia su muerte y también su reunión con los apóstoles en el reino de su Padre. Es la concepción “escatológica” del reino. Esa bebida “nueva” no es más que parte de la metáfora del banquete, símbolo del nuevo orden de cosas que regirá en aquel mundo escatológico (1Co 11:26).
Los aditamentos unidos a las expresiones esenciales y paralelísticas de “Esto es mi cuerpo” y “Esto es mi sangre,” ¿son originarios de Cristo? Se nota en ellas variación: de ser originales, ¿no se hubiesen conservado íntegras? Estos aditamentos diversos ¿son explicitaciones de la fórmula primitiva – ¿y escueta? – de Cristo? En el contexto histórico, en la haggadah que Cristo hubo de tener en la Cena sobre la “nueva Pascua” – ”nueva Alianza” – quedaban suficientemente valoradas. El paterfamilias tenía una larga instrucción narrativa – haggadah – sobre el significado del pan, el cordero pascua! y el vino. En esta institución de la Nueva Pascua, de la Nueva Alianza, no pudo faltar la explicación: la haggadah correspondiente. En la doble fórmula iba, al menos implícitamente, el concepto de sangre, “que se derrama por los hombres en el Calvario, para el “perdón de los pecados,” y con ella se establecía “la nueva Alianza.” Esta fijeza, fundamentalmente, cuatripartita de estas fórmulas ¿supone el origen fontal-formulario hecho por el mismo Cristo? ¿O son aditamentos explicativos del mismo Cristo en su nueva haggadah pascual? ¿O son aditamentos apostólico-litúrgicos hechos por los apóstoles, recogidos de la explicación de Cristo de la última cena? La fórmula binaria pan-vino / cuerpo-sangre tienen un corte preciso y esencial. Lo otro, si es teología apostólica, desentrañada de la fórmula esencial, ¿cómo aparecen, especialmente la de “Alianza” y la “derramada,” con esa fijeza universal la primera, y casi la segunda? Ciertas variaciones se explican por el uso litúrgico. En todo caso, no afectan a la esencialidad de la fórmula binaria, que explica el carácter sacramental-sacrificial de la Eucaristía.
Predicciones a los apóstoles,1Co 26:30-35 (Mar 14:26-31; Luc 22:31-32; Jua 13:36-38).
30 Y, dichos los himnos, salieron camino del monte de los Olivos. 31 Entonces les dijo Jesús: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche, porque escrito está: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas de la manada. 32Pero después de resucitado os precederé a Galilea. 33 Tomó Pedro la palabra y dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo jamás me escandalizaré. 34 Respondióle Jesús: En verdad te digo que esta misma noche me negarás tres veces. 35 Díjole Pedro: Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Y lo mismo decían todos los discípulos.
Mt-Mc dicen que “dichos los himnos,” que era el final ritual de la Cena, compuestos por los salmos 115-118, el gran Hallel, y también el salmo 23, o el 136, “salieron camino del monte de los Olivos,” camino del “huerto” (Jn) de Getsemaní. Y a continuación narran estas predicciones sobre los apóstoles. Lc y Jn, independientemente, las ponen en otro contexto, en el Cenáculo. Esta coincidencia independiente de Lc y Jn ha de tenerse muy en cuenta, máxime cuando Jn, que sabe ser más preciso, vincula la protesta de Pedro a otro giro de la conversación de Cristo. Además, por la forma introductoria de Mt-Mc, parece que éstos juntaron dos predicciones dadas en momentos distintos en un contexto lógico. Ambas predicciones debieron de ser, pues, hechas en el Cenáculo.
Una primera predicción es a los apóstoles en general: en esta noche todos se escandalizarán de El. Su prisión de Getsemaní será un “tropiezo” para ellos. El Mesías triunfador que se esperaba en el medio ambiente aparecería aquella noche humillado y prisionero. El Cristo de los milagros, y que en varias ocasiones en que querían prenderle lo evitó, iba allí a ser detenido. El impacto que esto iba a causarles era muy fuerte; y ante el desconcierto de la prisión y del piquete de tropas, no tendrán la confianza en El que otras veces, como ante el mar agitado, y huirán y le abandonarán. No será una falta de fe ni apostasía, pero sí falta de confianza, de desconcierto y cobardía. A Pedro, en concreto, le garantizó que, a pesar de todo, mantendría su fe en El (Luc 22:32).
Y como confirmación se alega un pasaje del profeta Zacarías, que en su texto original dice: “Heriré al pastor y se dispersará el rebaño” (Zac 13:7). La cita está acomodada a las circunstancias. En el profeta es Dios el que da la orden de herir al pastor; es acusar el plan de Dios. En su sentido histórico alude al rey Sedecías, último rey de Jerusalén, el cual, capturado por los caldeos, su ejército fue dispersado y el pueblo deportado a Babilonia (2Re 24:18ss; 2Re 25:1-22). Acaso la cita ha sido intercalada por el evangelista o por la catequesis 35. Es muy del procedimiento de este evangelio.
Pero si hay predicción de huida en su prisión, también la hay de reunión en su resurrección. Por eso les anuncia que, una vez resucitado, les “precederá a Galilea.” Allí los espera. Es también el mensaje del ángel. Lejos de los peligros y pasiones de Jerusalén, allí serán días de restauración y, sobre todo, de pruebas de su resurrección y de instrucciones sobre su reino (Hec 1:3). Lc lo relata, a diferencia de Mt-Mc, evocando la predicción “estando en Galilea,” por orientar su esquema a Jerusalén (Osty).
Los cuatro evangelistas narran el anuncio de la negación de Pedro. Tal fue la impresión que causó esto en la catequesis primitiva. Es un buen índice de lo que Pedro significaba para las cristiandades primitivas. Mt-Mc la ponen a continuación de la anterior. Lc la pone aparte, con una portada dogmática muy importante, y Jn también la pone aislada y vinculada a otro propósito.
El carácter impetuoso de Pedro le hizo prorrumpir, con un fondo de lealtad, pero de confianza sólo humana, en su fidelidad a Cristo. El debió de comenzar esta protesta, porque luego “todos decían lo mismo.” Y le garantizaba no escandalizarse de El, muriendo, si fuera preciso, por su lealtad. Pero la palabra de Cristo era más firme que los propósitos de Pedro. Por eso, el anuncio se iba a cumplir trágicamente: “Esta misma noche antes que el gallo cante, me negarás tres veces.” Si algunos evangelios ponen solo un canto del gallo es porque era el principal o lo fundamental (Buzy). Era costumbre judía designar la hora de ciertos trabajos por el canto del gallo 36. En Mc se precisa que antes que el gallo cante “dos veces, me negarás tres.” Esta última podría significar, o bien la rapidez de la negación aquella misma noche, o precisar casi el momento: tres veces antes de los dos cantos del gallo, que son sobre las tres y cinco de la mañana. Este contraste de Mc de tres y dos tan oriental, acaso refleje la fórmula primitiva.
En el temperamento de Pedro todo esto no era más que inconsciencia producida por la vehemencia de su temperamento y del mismo amor a Cristo.
Pero lo mismo decían los demás apóstoles. Una vez más Pedro se destaca por su prestigio, y es síntesis de los otros.
Cristo en Getsemaní,Hec 26:36-46 (Mar 14:32-42; Luc 22:40-46).
36 Entonces vino Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní y les dijo: Sentaos aquí mientras yo voy allá a orar. 37 Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y angustiarse. 38 Entonces les dijo: Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. 39Y adelantándose un poco, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz; sin embargo, no se haga como yo quiero, sino como quieres tú. 40 Y viniendo a los discípulos, los encontró dormidos, y dijo a Pedro: ¿De modo que no habéis podido velar conmigo una hora? 41 Velad y orad para no caer en la tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es flaca.42 De nuevo, por segunda vez, fue a orar, diciendo: Padre mío, si esto no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad. 43 Y volviendo otra vez, los encontró dormidos; tenían los ojos cargados. 44 Dejándolos, de nuevo se fue a orar por tercera vez, diciendo aún las mismas palabras. 45 Luego vino a los discípulos y les dijo: Dormid ya y descansad, que se acerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. 46 Levantaos, vamos; ya llega el que va a entregarme.
Del Cenáculo fue Jesucristo con los once apóstoles hacia el monte de los Olivos, donde había un “huerto” (χήποζ) (Jn) llamado Getsemaní. Su nombre corresponde al aramaico Gath-shemani[m], y significa lagar de aceitunas o aceites 37, al estilo de otros muchos, cuyos vestigios aún se conocen. Debía de ser posesión de algún discípulo o amigo, pues iba a él “según costumbre” (Lc-Jn).
Llegado allí, mandó a sus discípulos quedarse en un lugar, mientras El iba a orar. Pero llevó consigo a Pedro, Juan y Santiago, que aparecen con un carácter de predilección (Mar 5:37; Luc 8:51; Mat 17:1-13, par.).
Y estando con ellos, comenzó a “entristecerse” -(λυπεΐσθαι) (cf. 14:9; 17:23; 19:12; etc.) y a tener “tedio” y hastío (άδημονεiν) (cf. Flp 2:26); pero el contexto exige que en grado muy elevado. Mc pone otro matiz de “terror” (έχθαμβεiσθαι)· Aparte de estos calificativos, El mismo les dice a los tres cuál sea su estado de ánimo: “Mi alma está triste hasta la muerte.” La frase es elíptica y ha de suplirse algo: o “mi alma (yo) está triste hasta (tener la tristeza que causa) la muerte,” o “mi alma está triste hasta (desear) la muerte” como liberación. Lo primero tiene un buen paralelo literario con Jonas (Flp 4:9b; 8).
Después de manifestar a estos apóstoles su angustia, los mandó quedarse allí “velando” con El, lo que era orar; recomendación que tres veces les hará, sin duda a los grupos, ya que por todos miraba con la misma solicitud de prevenirles contra aquella hora de defección. Esta “tentación” era la gran tentación “escatológica” en la lucha contra Satán. Iba a ser el ver al Mesías, que se esperaba en el ambiente judío triunfante, humillado y prisionero, con el impacto psicológico que causaría, y la consiguiente “huida” profetizada.
El entonces se “adelantó un poco,” “como un tiro de piedra” (Lc), término clásico (Tucídides), como unos treinta metros. Y, ya solo, pero que los tres apóstoles, con la luna llena del mes de Nisán, podían ver, “se postró (de rodillas) sobre su rostro.” Mt es el que describe con más precisión esta actitud de Cristo, que era una de las formas usuales de orar los judíos 38.
Mc lo describe diciendo que se “postró” (Gen 17:3; 1Co 14:25; Rev 7:11), y Lc que se puso “de rodillas.” Cada evangelista trata de expresar a su modo aquella actitud de Cristo, sin que sea posible establecer cuál responde mejor a la historia. Mt traduce aquel abatimiento de dolor espiritual con la máxima postración corporal. El judío normalmente oraba de pie.
Y así, abrumado de dolor, oraba a su Padre que, si era posible, pasase de El aquel cáliz.
Con la palabra cáliz expresaban los judíos la suerte, buena o mala, que aguardaba a alguno (Sal 11:66; Sal 79:9; Rev 15:7; Rev 15:16). Este cáliz era su pasión y muerte (Mat 20:22, par.), pero no sólo en lo físico, sino en lo moral: por el conocimiento sobrenatural con que veía todos los elementos que entraban en juego en la obra retentiva. Era la hora en que experimentaba en su humanidad el horrible dolor de la redención. Por eso, en un primer brote del gemido de la naturaleza (voluntas ut natura) pedía al Padre que, si fuese posible, pasase de El aquel cáliz de Getsemaní y del Calvario. Pero por encima de este primer brote del dolor natural estaba su decisión firme de afrontarlo: que se hiciese la voluntad de su Padre (voluntas ut voluntas). Lc destacará la intensidad de esta oración de Cristo, como se expone en su lugar correspondiente.
Pero con ninguna otra oración mejor que con ésta: “Padre mío,” – πάτερ μου, aunque omite con Lc el término aramaico abba’ -, se podía dirigir a su padre. Ya que su misión en este mundo era mostrarse como el Hijo enviado por ese Padre, persona, que siempre estaba cerrado en su bloque monoteísta de simple divinidad para el judaísmo.
“En toda la literatura judía no hay un solo ejemplo en que se use abba (sin sufijo) refiriéndose a Dios. De Jesús refieren los evangelios que siempre (con excepción del lamento en la cruz, Mar 15:34) se dirigió a Dios con abba (“Padre mío”) 38. En arameo supone un matiz de intimidad, que ningún judío se hubiese atrevido a usar para dirigirse a Dios. Supone, pues, en Cristo una relación única.
También se pensó si procediese inmediatamente la invocación “Abba’, Padre” del uso litúrgico en alguna iglesia primitiva bilingüe (Rom 8:15; Gal 4:6).
Tres veces deja la angustia de su oración, que duró aproximadamente “una hora” (v.40) como de reloj 39, y viene a los suyos, que encontró dormidos. Tres veces les pide vigilia de oración, porque el “espíritu,” la parte noble del nombre, “está pronto” para las nobles protestas de lealtad; pero la “carne es flaca,” tiene sus compromisos de miedo y de pasión. En el A.T., el “espíritu” es presentado en cuanto influido por el Espíritu de Yahvé, mientras la “carne” es el hombre dejado a sus impulsos (Num 27:16; Jua 3:6). Y hacía falta superar, con la gracia que lograse aquella oración, el trágico momento de defección que se acercaba: el escándalo del tremendo golpe de ver al Mesías prisionero.
Pero a la tercera vez que va a ellos y los encuentra dormidos, y con la llegada del traidor y de su pequeña tropa encima, pues ya se oían sus pasos cerca (v.47), les dijo: “Dormid ya y descansad, que ya se acerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado. Levantaos, vamos; ya llega el que va a entregarme.”
El sentido de estas palabras referidas por Mt-Mc es el de un pequeño tono de ironía: “Dormid y descansad” (si podéis). ante lo que ya está encima. “Hay en ello un ligero reproche, que se podía calificar de irónico, pero de una ironía sin amargura, sin burla,” o más bien de compasión 40. El sueño de los discípulos es de cansancio, pero expresión de ceguera espiritual (Jua 14:9).
En el texto Mt-Mc se ven dos “fuentes” en este relato: una es la idea de “hora” y otra la de “vigilancia” 40.
Prisión de Cristo,Jua 26:47-56 (Mar 14:43-52; Luc 22:47-53; Jua 18:1-12).
47 Aún estaba hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce, y con él una gran turba armada de espadas y garrotes, enviada por los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48 El que iba a entregarle les dio una señal diciendo: Aquel a quien yo besare, ése es; prendedle. 49 Y al instante, acercándose a Jesús, le dijo: Salve, Rabí. Y le besó. 50 Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se adelantaron y echaron las manos sobre Jesús, apoderándose de El.5I Uno de los que estaban con Jesús extendió la mano y, sacando la espada, hirió a un siervo del pontífice, cortándole una oreja. 52Jesús entonces le dijo: Vuelve tu espada a su vaina, pues quien toma la espada, a espada morirá. 53 ¿O crees que no puedo rogar a mi Padre, que me enviaría luego doce legiones de ángeles? 54¿Cómo van a cumplirse las Escrituras de que así conviene que sea? 55 Entonces dijo Jesús a la turba: ¿Como a ladrón habéis salido con espadas y garrotes a prenderme? Todos los días me sentaba en el templo para enseñar, y no me prendisteis. 56 Pero todo esto sucedió para que se cumpliesen las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.
Los sinópticos ponen la llegada de Judas, con el pelotón para prender a Cristo, cuando El estaba aún hablando con sus discípulos.
Con Judas llegaba una “gran turba armada de espadas y garrotes, enviada por los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo.” Mc cita las tres partes del sanedrín. Pero es procedimiento usual en los evangelistas el citar parte de los elementos componentes del mismo, o todo, para indicar lo mismo. Ya por Jn se sabe la condena de Caifas y, oficiosamente, del sanedrín, lo mismo que el pacto de Judas con ellos y con sus “ministros” para entregarlo y preparar hábilmente el prendimiento. Lc pone que llega sólo una “turba.” En Jn, por citarse también una σπείρα, ο “cohorte” romana, y a su frente un χιλιάρχοζ, ο tribuno, se llegó a pensar que, además de este pelotón de tropa a las órdenes sanedritas, venía un destacamento romano de protección. Pero no hay exigencia ninguna para ello. Y en Jn, como en otros pasajes bíblicos y extrabíblicos, ambas palabras son usadas para designar tropas y mando judíos.
En cuanto al número, si bien σπείρα significa “cohorte,” destacamento de unos seiscientos hombres, también designaba el “manípulo,” teóricamente de doscientos soldados. Pero todas estas agrupaciones romanas, como es conocido, muchas veces conservando el nombre, tenían reducido el número de sus componentes. En la naturaleza de las cosas está no desorbitar el número de las tropas, por innecesario, y hasta en ellos por no llamar la atención. Un pelotón de unos cincuenta hombres era más que suficiente para enfrentarse con una docena de galileos desarmados, para ser tomados por sorpresa y en la nocturnidad de una hora inesperada que no podía provocar reacciones en el pueblo.
El hecho de proceder así la sola autoridad judía es un hecho conocido, ya que Roma solía respetar los poderes legales locales. El sanedrín tenía sus ministros policías.
Judas va “delante de ellos” (Lc), no como capitán, sino como guía.
Este pelotón iba armado de “espadas” y “garrotes” (ξύλων); Jn añade también “linternas.” Eran elementos del equipo militar, aunque seguramente no faltaron lanzas. El uso de estos “garrotes” y “antorchas” pertenecía al armamento de la guardia del templo. Josefo cuenta que los soldados se servían de “garrotes” 41. Es bien repetido en el Talmud un dicho irónico contra la familia sacerdotal de Boethus porque los criados “aporreaban” a los acreedores. El uso de las “linternas,” o teas, era necesario para evitar que entre las sombras y recovecos de aquel olivar pudiesen esconderse o fugarse.
La señal que Judas había dado para que le reconociesen bien en aquella penumbra era besarle. Era uso normal en los discípulos de los rabinos; cuando se encontraban con ellos, después de abrazarse, los besaban en la mano, rostro y cabeza 42.
Judas se adelanta disimuladamente, como para darle cuenta del resultado de alguna misión que le había hecho salir del Cenáculo, a favor del Colegio apostólico – preparación para las festividades o dar algo a los pobres, pensaron entonces los apóstoles (Jn) -, y le dice: “Salve (χαφε), Maestro.” Y le “besó.” La frase que le debió de decir fue la en uso: “La paz contigo, Rabí,” que es traducida al griego por una versión idiomática. El verbo usado para decir le “besó” (χατεφιλησεν), lo mismo puede significar simplemente le besó que le besó con afecto, reiteradamente, al modo como hacían los discípulos con sus rabís 43. Acaso esto convenga más aquí, como signo hipócrita de afecto y como prueba reiterada, en la penumbra del olivar, para que la guardia supiese bien quién era.
Pero, ante esta iniquidad, Cristo le dice: “camarada” (εταίρε), no amigo, aunque en sentido familiar pudiera ser equivalente al primero. Y luego viene una frase sujeta a discusión. El texto griego dice: έφ’ό πάρει. ¿Cuál es su sentido?
El verbo párei, sea de παριέναι (venir), sea de παρεΤναι (estar presente), no cambia fundamentalmente.
Algunos autores le dan un sentido interrogativo. Así se traduciría: “¿Por qué has venido?” Pero esta expresión no significa por qué, sino sobre qué. Deismann, principal defensor, sólo cita un ejemplo que puede significar varias cosas, incluso sin sentido interrogativo.
Generalmente se admite una frase elíptica que hay que suplir. Suponen que lo que hay que suplir es: l)”Que a qué viniste,” o “haz a lo que viniste”; 2) “¿Me besas, amigo, para aquello por lo cual estás presente?” Lo cual viene a coincidir con lo que dice Lucas: “¿Con un beso entregas al Hijo del hombre?”; 3) Franz Delitzsch, en su versión hebrea del ν. Τ., supone por “substractum” al méh bata, “¿por qué viniste tú?” Así el relativo έφ’ό puede ser una traducción incorrecta del interrogativo arameo. Es solución que sostienen hoy muchos exegetas 44.
Juan relata otro aspecto de la prisión de Cristo, en el que se destaca el dominio de Cristo sobre las circunstancias y sobre los que vinieron a llevarle prisionero. Se estudia en el pasaje correspondiente 45.
Los tres sinópticos ponen a continuación la prisión de Cristo. Pero ésta debió de suceder después de su “discurso” a los que le prendían. Sí ya hubiese sido prendido, no hubiesen los apóstoles podido atacar a la tropa, pues huyeron, ni menos Cristo, ya atado, curar la oreja de Maleo “tocándosela.”
Al ver lo que venía encima, los apóstoles quisieron acometer con la espada. Era nobleza de almas galileas, inflamables ante aquella desproporción de gentes y de armas (Lc). Pero Pedro no esperó. Atacó a un siervo del sumo sacerdote llamado Maleo (Jn), que acaso por celo se destacó al frente del grupo o capitaneando a aquella tropa irregular, y le cortó la oreja derecha. Se hacen cábalas por qué fue la “derecha,” cuando atacando parecía lógico que fuese (1) la izquierda. Se quiere ver en el relato un sentido de deshonor 45. La espada acaso pegó en el casco y, posiblemente, resbalando le produjo un fuerte tajo en la oreja, sin desprenderla del todo, ya que luego, con sólo “tocarla,” Cristo se la curó (Luc 22:51). Pero les dijo, en forma sapiencial, que guardaran la espada, porque el que usa la espada así, a espada morirá – ¿puede haber una condena de los “zelotes”? -. Era la venganza oriental de la ley del “talión” y del “goel.” No es que niegue la defensa armada justa, pero es que allí era imprudente ante la desproporción de gentes, y, sobre todo, ante la inutilidad, pues había llegado “su hora.” De ahí el decirles: “Basta ya. Dejad.” Las cosas seguirán el curso de permisiones y plan divino.
Por eso no le prendieron cuando estaba de ordinario entre ellos en el templo enseñando. Nunca lo tuvieron más cerca ni más en sus manos. Pero no lo hicieron porque habían de cumplirse las Escrituras a este propósito: sea que se refiera a un sentido profético global del A. Τ. ο a algún pasaje concreto, acaso a la misma citación alegada antes de Zacarías, con la que se les profetiza a los apóstoles su “escándalo” aquella noche, o también a Isaías (Luc 53:3-12) en su vaticinio sobre el “Siervo de Yahvé.”
Es la razón por la cual El se entrega libremente. Si no, no tendría más que rogar al Padre, y pondría a sus órdenes “doce legiones de ángeles,” sobre seis mil ángeles, frase hiperbólica oriental con la que indica que con sólo querer aquel pelotón de tropas quedaría, literalmente, aniquilado (cf. Mat 25:31); es una formulación apocalíptica. Los descubrimientos literarios de Qumrán han hecho ver esta importancia masiva dé los ángeles en aquella teología. La conciencia de Cristo y su poder con su Padre se acusan ostensiblemente.
Pedro le seguía “de lejos” hasta entrar en el palacio del sumo sacerdote. Con ello se prepara la ocasión de las negaciones de Pedro.
El proceso ante el Sanedrín,Mat 26:57-68 (Mar 14:53-65; Luc 22:54-65; Jua 18:12-24).
57 Los que prendieron a Jesús le llevaron a casa de Caifas, el pontífice, donde los escribas y ancianos se habían reunido. 58 Pedro le siguió de lejos hasta el palacio del pontífice, y, entrando dentro, se sentó con los servidores para ver en qué paraba aquello. 59 Los príncipes de los sacerdotes y todo el sanedrín buscaban falsos testimonios contra Jesús para condenarle a muerte, 60 pero no los hallaban, aunque se habían presentado muchos falsos testigos. Al fin se presentaron dos, 61 que dijeron: Este ha dicho: Yo puedo destruir el Templo de Dios y en tres días edificarlo. 62 Levantándose el pontífice, le dijo: ¿Nada respondes? ¿Qué dices a lo que éstos testifican contra ti? 63 Pero Jesús callaba, y el pontífice le dijo: Te conjuro por Dios vivo: di si eres tú el Mesías, el Hijo de Dios. 64 Díjole Jesús: Tú lo has dicho. Y yo os digo que un día veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo. 65 Entonces el pontífice rasgó sus vestiduras, diciendo: Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece? 66 Ellos respondieron: Reo es de muerte. 67 Entonces comenzaron a escupirle en el rostro y a darle puñetazos, y otros le herían en la cara, 68 diciendo: Profetízanos, Cristo, ¿quién es el que te hirió?
Prendido Cristo en Getsemaní, es llevado a casa del pontífice. Juan es el que hace saber que “primeramente” le llevaron a casa de Anas, porque era suegro de Caifas. La razón de esto debe de ser, o una deferencia hacia Anas, que era el que llevaba, por su prestigio e influencia, la política de Israel, hasta el punto que, una vez depuesto el año 15 d.C. por V. Grato, logró situar en el sumo pontificado a cinco hijos, un nieto y a su yerno; o por el deseo que tenía de verlo de cerca, o para poder así asesorar mejor en el caso, si no es que partió de él la iniciativa de perder definitivamente a Cristo. Y “Anas lo remitió atado a Caifas” (Jn).
Mt-Mc narran el proceso de Cristo ante el sanedrín en una sesión “nocturna,” mientras que Lc la pone por la “mañana,” aunque descrita con los mismos caracteres literarios, si bien los primeros aluden a otra condena “matutina.” Luego se verá el problema.
El lugar del palacio de Caifas no está localizado. Sobre él pretenden estar edificadas la iglesia de San Salvador de los Armenios y la de San Pedro in Gallicantu 46.
Caífás ocupaba el sumo pontificado desde el año 18 al 36 d.C. Nada más se sabe de él por fuentes extrabíblicas. Pero es bien sabido que los sumos sacerdotes solían lograr el cargo a fuerza de oro, de servilismo 7. durando un año 46.
En casa de Caifas aparece reunido “todo el sanedrín” (v.59) para condenar a Cristo. Si la frase redonda admite excepciones, indica bien la responsabilidad global de los jefes de la nación que le atribuyen los evangelistas.
El gran sanedrín constaba de tres grupos: “príncipes de los sacerdotes,” que correspondía a los miembros de familias sacerdotales, casi todos saduceos; “escribas,” peritos en la Ley y de gran influjo en el tribunal: generalmente eran fariseos y laicos, aunque también había algunos sacerdotes; y los “ancianos,” que, si en un principio eran tales (Num 11:16), eran entonces personas especialmente representativas en la sociedad.
Según los escritos rabínicos, el gran Sanedrín constaba de 71 miembros, presididos por el sumo sacerdote. Se sentaban en semicírculo. Dos secretarios se sentaban delante de ellos para recoger por escrito las palabras de los que condenaban o absolvían. Según la Mishna, en los procesos capitales hacían falta por lo menos 23 jueces. Y se exigía para la condena, al menos, dos votos de mayoría 47.
El proceso de Cristo no puede llamarse tal, pues ya de antemano estaba decretada su muerte, como se ve por los sinópticos de Jn: era sólo la forma cíe apariencia legal para que Pílalo autorizase y ejecutase su sentencia. En la actuación del mismo se ve un cuádruple proceso:
1) Caifas interroga a Cristo sobre su doctrina y sus discípulos. Este pasaje es propio de Jn (Num 18:12-24). Pero parece lo más lógico que haya sido el primer punto del interrogatorio. Ante un proceso amañado, Cristo no responde: los remite a sus oyentes, pues “siempre hablé en público.” Y sobre sus discípulos calla su nombre. Es lo que toda persona de honor haría 48.
2) Mt dice: “Los príncipes de los sacerdotes y todo el sanedrín buscaban un falso testimonio (ψευδομαρτυρία) contra Jesús para condenarle a muerte.” Probablemente se trata de una frase mal redactada. Lo que buscaban eran testigos de cuyas aportaciones pudiesen sacar motivos jurídicos de condena contra Cristo.
Se presentaron “muchos falsos testigos.” Si ellos hubiesen buscado falsos testigos con venalidad abierta, los hubiesen adiestrado a través de sus agentes, los testimonios que buscaban se hubiesen inventado y concordado.
Por último, aparecieron dos. Las diferencias redaccionales de Mt-Mc no afectan a la sustancia. La frase alude al momento en que la autoridad le pregunta con qué poder expulsó a los mercaderes del templo: sin embargo, El les remite a que destruyan “este templo” y El lo “levantará en tres días,” aludiendo a su resurrección. Por eso, no ha de pensarse en una deformación de la misma, hecha con mala voluntad, por estos testigos. Pero la frase corrió, pues se la arrojaron los fariseos cuando está en la cruz, y se cita en el proceso de San Esteban (Hec 6:14).
Pero, aunque fueron dos los testigos, como exigía la Ley, y lo sabían, no de referencia, sino por haberlo oído ellos mismos, no valía Su testimonio. Pues “ni aun así era concorde su testimonio.” El que en el templo, por celo, había expulsado a los mercaderes profanadores, no podía pensar ahora en destruirlo. Pero, aparte de esto, según los rabinos, para que el testimonio tuviese validez tenía que haber una coincidencia casi matemática entre los testigos. Y allí algo falló que dio invalidez a este testimonio tan deseado.
3) Al ver que todo fallaba y que aquella oportunidad no podía perderse, Caifas se levantó “en medio” de la asamblea, para interrogar a Cristo. Que responda algo a todas aquellas testificaciones que se hacían contra él. Pero, si las pruebas alegadas se habían desestimado por inválidas, ¿qué se buscaba del reo al volver a revisar sus falsas acusaciones? Caifas busca en sus respuestas algo que permitiese condenar jurídicamente a Cristo. Intento que, jurídicamente, era deplorable. Pues en la Mishna se reconoce inválida toda acusación basada en la acusación del reo 49.
Pero Cristo boicoteó estos planes con el silencio de su dignidad: “Jesús callaba.” Este silencio evoca el “no abrir la boca” del “Siervo de Yahvé” (Is c.53) en su perspectiva de pasión y muerte.
4) En vista de que toda esta estrategia fallaba, Caifas apeló a la conjuración a Cristo. En los procesos jurídicos, la “conjuración” con determinadas fórmulas obligaba 50. Y así Caifas apeló a ella. Y con solemnidad pontifical le dijo: “Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Cristo (b χριστός)” el Hijo de Dios” (ó υιός του θεοΰ).
Mc pone la variante, en lugar de Hijo de Dios, “el Hijo del Bendito,” circunloquio para no pronunciar el nombre de Dios, que refleja la fórmula primitiva, y que, sin duda, Mt-griego sustituyó ya por “el Hijo de Dios” a causa de sus lectores.
¿Qué es lo que pretende preguntar Caifas a Cristo? Que con la primera expresión se le pregunta si es el Mesías, es evidente. Pero la segunda expresión, ¿es sinónima de la primera o se pregunta por la divinidad de Cristo? No que Caifas pueda ni pensarlo, pero podría hacerlo sea porque Caifas había oído que él lo decía, o que se decía de él, o, supuesto lo anterior, hace la pregunta con dolo (Jua 11:50), para que él lo afirmase y condenarle.
En absoluto, la segunda frase podría ser sinónima de la primera S1. Sin embargo, en la literatura apócrifa la expresión “Hijo de Dios” era fórmula en la que se expresaba la naturaleza sobrehumana, trascendente, del Mesías, como se ve en los apócrifos libros de Henoc y IV de Esdras y la pregunta de Cristo sobre el Mesías hijo de David (Mt 22:ll ss; par.).
Por otra parte, el presentarse como Mesías no era delito 52. Esto mismo se confirma con la embajada que el sanedrín le envía al Bautista a preguntarle si él es el Mesías (Jua 1:20-25).
Además, si la segunda frase “Hijo de Dios” o “Hijo del Bendito” fuese sinónima de la primera, “el Cristo,” más que un pleonasmo, resultaría una tautología. Pues Caifas le preguntaría: “¿Eres tú el Cristo, el Cristo? Sobre esto, cf. Comentario a Mat 16:16.
Si sólo querían condenarle a muerte, les bastaba presentarlo a Pilato como un seudomesías, provocador de revueltas, que se decía el Mesías-Rey, y, por el, era competidor de Tiberio. Que son las acusaciones fundamentales que le harán a Pilato, hasta hacerle ver que si no lo castiga “no es amigo del Cesar,” por ser su competidor. Pero al sanedrín le interesaba además deshonrarlo en su misión y doctrina – tan distinta y nueva – ante su exégesis farisaica, y para ello tenerlo por “blasfemo.” La acusación que se hace en los evangelios, aparte de los hechos, se hace sumamente verosímil.
Cristo, ante la “conjuración” de Caifas por Dios, responde. Y su declaración es la confesión no sólo de su mesianismo, sino de su divinidad. Los elementos de que consta son los siguientes:
“Un día,” que Lc precisa que es ya “desde ahora,” por la tendencia de Lc a “desescatologizar.”
“Veréis” (δφεσθε) vosotros, los sanedritas. El verbo usado no exige visión ocular; puede significar tan sólo una percepción intelectual 53. Los mismos sanedritas serán testigos de cumplimiento de este anuncio.
Al “Hijo del hombre.” La frase depende de Daniel. De suyo, en el texto tenía un sentido colectivo, pero “era interpretado por la antigua sinagoga como dicho, no del “pueblo de los santos,” sino como dicho sólo del Mesías.” 54 La evolución de esta profecía había llegado a considerar al Mesías con un valor sobrehumano. Así se ve en los libros apócrifos de Henoc y IV de Esdras 55. Aunque esta posición era considerada herética por el judaísmo ortodoxo, era una realidad existente en aquel medio ambiente (Mat 22:41ss; par.).
“Venir” (ερχόμενον). Tampoco este verbo exige una venida y presencia física de Cristo. Puede indicar una presencia moral 56.
“Sentado a la diestra del Poder” (της δυνάμεως). La expresión “sentado a la diestra” indica majestad. “Estar a la diestra de alguien” puede tener valoración distinta, yendo desde el simple honor hasta encontrarse situado en el mismo rango de la divinidad (Hec 7:56; Efe 1:20; Heb 1:13, etc.; cf. Libro de Henoc 62:3; 11:13).
“Potencia” (aram. Geburtha’) es un circunloquio por el nombre de Dios (Luc 22:69).
“Sobre las nubes del cielo” (Mt) o “con las nubes.” (Mc). Es otra expresión tomada de Daniel (Luc 7:13). Las nubes son otro elemento clásico apocalíptico, con el que se expresa la grandeza sobrehumana y el dominio cósmico de aquel que domina sobre ellas.
Con estos elementos, Cristo se presenta como Mesías, no sólo humano, sino divino.
Podría desorientar, en una primera lectura, que los elementos de donde está tomada esta descripción (Sal 110:1; Dan 7:13ss) están tomados, en su sentido literal histórico, de la entronización del Mesías hombre (salmo), y con un valor colectivo la expresión Hijo del hombre (Daniel).
Pero lo que interesa saber es el sentido en que Cristo utiliza estas expresiones. Y ya se ha visto cómo la profecía de Daniel había sufrido una evolución en la que el Hijo del hombre pasó de un sentido colectivo a un sentido personal; y de una personificación mesiánica a un mesianismo trascendente: a un Mesías venido del cielo. Sublimación de divinización que aparece, como corriente judía, en el Libro de Henoc 57.
Por eso, en el contexto, esta respuesta de Cristo es proclamación de su mesianismo divino. A ello llevan las razones siguientes:
1) Caifas dice que Cristo, con ello, ha “blasfemado.” Pero aquí no pronuncia el nombre de Dios (Mc), ni el presentarse como Mesías era blasfemia estricta. Es verdad que el concepto de blasfemia había evolucionado hasta cobrar mayor amplitud 58. Pero el contexto ha de decidir. Pues este concepto de blasfemia por presentarse como Dios se explica perfectamente.
2) En los Hechos de los Apóstoles se lapida a San Esteban por “blasfemar,” por decir que veía el cielo y “al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios” (Hec 6:7-11; 7:Hec 55:59). Ven blasfemia en decir que Cristo comparte el poder divino, que está en la esfera de la divinidad. Que es conceptualmente la descripción que hace Cristo ante Caifas. En la koiné el verbo usado (έστωτα) había perdido el matiz de “estar cíe pie”; puede ser equivalente sólo a “estar presente.”
3) El Sal 110:1, “siéntate a mi diestra,” aquí usado, supone aquí esta interpretación. Precisamente basándose en este pasaje, Cristo, días antes, les había presentado una objeción de cómo podía David llamar Señor a su descendiente, con lo que les apuntaba su origen trascendente (Mat 22:41-45, par.).
4) Ante el sanedrín no podían ser ajenas las enseñanzas de Cristo, hechas en diversas ocasiones, en las que se presentaba con un origen divino, y que San Juan sintetiza diciendo que los judíos querían lapidarlo “por blasfemia, porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (Jua 10:33). Y en otro pasaje se lee: “Por esto los judíos buscaban con más ahínco matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que decía a Dios su propio padre, haciéndose igual a Dios” (Jua 5:18). Por eso, la respuesta de Cristo a Caifas tuvo que ser valorada en este ambiente, que ellos tenían que conocer.
5) El pasaje de Lc en el proceso “matutino” lleva a esto. Le preguntan que diga abiertamente si El es el Mesías. Responde diciendo que “desde ahora el Hijo se sentará a la derecha del poder de Dios.” A lo que, espantados al ver que se sitúa en la misma esfera divina, le preguntan: “¿Entonces eres tú el Hijo de Dios?” A lo que respondió afirmativamente (Luc 22:67-70).
6) La confesión de su divinidad es la acusación última que aparece hecha por los sanedritas a Pilato contra Cristo, una vez fallado el simple intento de presentarlo como Mesías, rey competidor y enemigo de la dominación romana (Jua 19:7-12).
Por eso, de las consideraciones hechas, Caifas interroga a Cristo si es el Hijo de Dios, y Cristo en su respuesta lo afirma con la descripción tan calculada que se hace.
Al llegar aquí, Caifas y el Sanedrín le condenan. Caifas manifestó al Sanedrín que ellos eran testigos cíe la “blasfemia.”
Mt-Mc destacan un rasgo que era obligación en todos, máxime en el pontífice. Al oír una blasfemia habían de rasgarse las vestiduras. La casuística rabínica llegó a legislar por dónde se debía comenzar a rasgarlas y la medida de estos desgarros 59. Es lo que aquí reflejan Mt-Mc.
Y lo condenaron a muerte: “Reo es de muerte.” En los juicios, al terminar la acusación, el presidente decía a los asesores: “Que cada uno exponga su consejo.” Y ellos respondían en los procesos de pena capital: “Que viva” o “que muera” 60. La expresión redonda con que “todos” lo condenaron, admite, naturalmente, restricciones (Luc 23:51), a no ser que estuviesen allí sólo los enemigos de Cristo.
Escena de injurias.
Hecha la condena, sucede una escena de injurias contra Cristo. Lo relatan los tres sinópticos. Mt introduce la escena con su ligadura de “entonces,” que, de suyo, no indica una contigüidad inmediata. Pero la naturaleza de las cosas exige que fuese a continuación o con una contigüidad muy próxima. Mt, desdibujadamente, dice que comenzaron a injuriarle. ¿Quiénes? Lc, que los que “le tenían preso.” Mc establece una distinción de interés entre “criados” y otros que llama “algunos” 61. Era un acto de servilismo brutalmente ofensivo.
Según Mt, estas ofensas fueron:
“Le abofetearon” (έχολάφισαν), que significa pegar con los puños cerrados.
“Le golpearon” (εράπισαν). Este término lo mismo significa pegar con la mano abierta que con un bastón 62. Su comparación con la injuria anterior postula esto último.
“Le escupieron en el rostro.” Aparte del sentido de desprecio y repugnancia física, era considerado por la Ley como una injuria gravísima (Num 12:14; Deu 25:9). Es muy probable que Mt-Mc, por la coincidencia de estas expresiones con el pasaje del Siervo de Yahvé, de Isaías (Deu 50:6), estén aludiendo intencionadamente al cumplimiento en Cristo de esta profecía 62.
Y mientras le hacían todo esto, con los ojos vendados (Mc-Lc), le preguntaban, irónicamente, que les dijese, que les “profetizase,” como falso Mesías, quién era el que le había pegado.
Posiblemente fuese sugerido esto por un juego de niños llamado χολαφίζω, que, tapando los ojos y dándole golpes, se le preguntaba con cuál de las manos había sido golpeado 63. Acaso pudiera haber influido también su declaración de ser el Mesías, ante el sanedrín, sobre todo si eran siervos judíos, ya que flotaba en el medio ambiente que el Mesías, sin hacer uso de ojos ni oídos, podría, por sólo el olfato, conocer lo justo y lo injusto 64. Y así, al que se proclamaba Mesías, se le pedía, irónicamente y por adulación servil, que lo mostrase con los hechos. También se ha propuesto, basándose en Qumrán, que se esperaban dos mesías, uno real y otro sacerdotal. Este era profeta. Y a este mesías y a este concepto aludiría el pedirle que “profetizase” 64.
Las negaciones de Pedro,Deu 26:69-75 (Mar 14:66-72; Luc 22:55-62; Jua 18:15-25).
69 Entre tanto, Pedro estaba sentado fuera, en el atrio; se le acercó una sierva, diciendo: Tú también estabas con Jesús de Galilea. 70 El negó ante todos, diciendo: No sé lo que dices. 71 Pero, cuando salía hacia la puerta, le vio otra sierva y dijo a los circunstantes: Este estaba con Jesús el Nazareno. 72 Y de nuevo negó con juramento: No conozco a ese hombre. 73 Poco después se llegaron a él los que allí estaban y le dijeron: Cierto que tú eres de los suyos, pues tu mismo hablar te descubre. 74 Entonces comenzó él a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a ese hombre! Y al instante cantó el gallo. 75 Pedro se acordó de lo que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces; y saliendo fuera, lloró amargamente.
Los cuatro evangelistas narran las tres negaciones de Pedro. Fue algo que caló muy hondo en la primera generación cristiana, Pero también destacan su arrepentimiento.
Pero la narración de estas negaciones de Pedro ha creado un problema ya clásico. La confrontación de ellas da una múltiple e irreductible divergencia en cuanto al lugar, a la actitud de Pedro, la persona que le “escandaliza,” sobre la cuestión que le plantean y sobre su respuesta 65.
De este análisis comparativo salen ocho negaciones de Pedro: dos distintas en la primera negación, cuatro en la segunda y dos en la tercera.
La solución de esto es que los evangelistas se proponían destacar el cumplimiento de las tres negaciones profetizadas por Cristo. Pero lo que Cristo no le había dicho no era que no le negase más de tres. Y cada evangelista recogió de la tradición unas u otras para lograr expresar el cumplimiento triple de la negación profetizada. Era ya la solución de San Agustín 66 67, y que Bengel, en 1742, renovó con éxito 68.
La primera vez negó “sentado en el atrio,” ante “una criada” (Mt-Mc-Lc) y de “todos” (Mt). La razón que se alega es que estaba en el huerto con Cristo.
La segunda vez fue al “salir al pórtico,” ante otra “criada” (Mt), la misma “criada” (Mc), un “hombre” (Lc).
La tercera negación debe de hacerla Pedro junto al fuego, y la hace ante los “asistentes” (Mt-Mc), ante “otro individuo” (Lc), ante un criado “pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja” (Jn); para Mt-Mc, el motivo es que es galileo, pues “tu habla te descubre” (Mt-Mc). En efecto, los galileos tenían un acento dialectal muy característico, muy conocido, y que se había hecho popular, despectivamente, en ciertos medios rabínicos 69.
Otra solución ha sido propuesta. En Mc, Pedro “salió afuera,” pero de hecho queda dentro. Y comparada esta frase con otras de Mc, significa una verdadera salida. Al canto del gallo en Mt-Lc no se dice que Pedro caiga en la cuenta. La solución que se propone por Masson es la siguiente: En Mc hay una doble combinación de textos. En un relato, la negación de Pedro terminaba aquí; en otro relato, la negación se transmitía en dos tiempos. Estos relatos se unirían y saldrían las tres negaciones. Se lo cree ver confirmado con Mt y Lc, que tratarían de eliminar las incoherencias de Mc: suprimen un canto del gallo y no indican que Pedro se dirija “hacia la puerta.” Jn pone la primera negación separada de las otras dos por el “juicio” en casa de Anas. En esto se quiere ver un índice de dos documentos distintos.
Si se admitiese una forma redaccional más libre, podría pensarse en que los evangelios o sus “fuentes,” salvando el cumplimiento de la profecía de Cristo y su realización ternaria, recogieron unas históricas de la tradición, y en otras pudieron obrar más libremente, creando la dramatización de algunas 70.
El pecado de Pedro no fue en él una falta de fe. La oración de Cristo por él era su prometida garantía (Luc 22:32). Fue una negación por fuera, pero siendo internamente fiel. Fue el amor el que le llevó al palacio, y fue la imprudencia de no haberse alejado del peligro en que estaba la que le hizo negar.
Pero aquel mismo día, al oír el canto del gallo y acordarse de las palabras de Cristo, marchándose de allí, “lloró amargamente.”
1 Léon-Dufour, Mt et Mc dans le récit de la Passion: Bibl. (1959) 684-696; Problemes de la Passion d’aprés deux etudes recentes: Rev. Histor. (1961) 119-138; A. Van Hoye, Structure et théologie des récits de la Passion dans les évangiles synoptiques: Nouv. Rev. Théol. (1967) 135-163. – 1 Zorell, Lexicón graecum X. T. (1931) col.192. – 2 Josefo, BI II 16:3; Mishna: Middoth 4; Sanhedrm X 1:2; STRACK-B., Kom-mentar. I p.999. – 3 Holzmeister, S. María Magdalena estne una eademque cum peccatrice et María sorore Lazan: VD (1933) 193-199; cf. Comentario a Lev 7:36ss. – 4 Punió, Hist. Nat. XII 12. – 5 Bonsirven, Le Judaisme palestinien au temps de J.-Ch. (1935) II p.258; J. B. Bauer, Ut quid perditio uta, Zu Mar 14:4 f. par.: Nov. Test. (1959) 54ss; A. Melli, Sempre i poveri con voi, ma non sempre avete me (Mar 14:39 par.): Humanitas (1959) 338-343; J. H. Greenlee, Eis mnemosynon aute’s, “For her Memorial” (Mat 26:13; Mar 14:9): Exp. Tim. (1959) 245s. – 6 Mishna: B’ikkuñ II 3. – 7 Schürer, Geschichte des jüdischen Volkes. II p.315 nt.52. – 8 Holzmeister, Ν um Judas pretio vulgari seruorum lesum vendiderit?: BD (1943) p.65-70. – 9 Josefo, Antiq. II 15:1; STRACK-B., Kommentar. I p.897-898; AUDET, Esquisse historique du genre littéraire de la “bénédiction” juive et de l’eucharistie chretienne: Rev. Bibl. (1958) 371-399. – 10 Megilloth 26:1. – 11 Pesahim X 5. – 12 Pesahim X 3. – 13 Strack-B., Kommentar. I p.989. – 14 Christensen, Lefils de l’homme s’en va, ainsi, qu’il est ecñt de lui: Stud. Theol. (1957) 28-39). – 15 Hagiga llb;Berakoth 17a. – 16 Strack-B., Kommentar. I p.190. – 17 Cf. Comentario a Lev 22:21-23 y a Jua 13:4-30. – 18 J. Jeremías, Die Abendmahlworte Jesu (1949) c.3. – 19 Tar. Jonathan en Exo 12:4; JOSEFO, BI VI 9:3. – 20 Mishna, trat. Pesahim y parte del trat. Hagigah; cf. STRACK-B., Kommentar. IV p.41-7. – 21 Bonsirven, Textes rabbiniques. (1955) n.452. – 22 M. De Tuya, La doctrina eucarística de los Sinópticos: Ciencia Tomista (1957) 227; ID., La presencia real eucarística en los escritos bíblicos neotestamentarios: Cieñe. Tom. (1968) 3-80; ID., en Esto es mi cuerpo (edit. ΟΡΕ [ 1968] 119-218); Βενόιτ, Les recits de flnstitution.: Lumiére et Vie (1957) 66; Jülicher, Zur Geschichte der Abendmahlfeider in der altesten Kirche: Theol. Studien (1892). – 23 Dupont, en Nouv. Rev. Théol. (1958) 1026 n.2. – 24 Ad Smyr. VII 1; Ad PhiL IV 1, etc. – 25 Apol I 66. – 26 Monatschrift für Gottesdiew una Kirchliche Kunst t.9 p.363; Spitta, Ζ . Ν . Τ . (1907) p.68. – 27 Beer, Pesahim p.97; Lagrange, évang. s. St. Marc (1928) p.379. 2” Shabbath 8:1; Pesahim 7:13. – 29 Boismard, L’Eucharistü s. St. Paul: Lum. et Vie (1957) 100. – 30 Lagrange, évang. s. St. Matth. (1927) p.498; Abel, Gramm. du grec tiblique (1927) p.223-233. – 31 D. G. Maeso, Ilustraciones eucarísticas (1957) p.206 nt.3; Schürmann, en Zeit. Kath. Theol. (1951) 72-77. – 32 Sobre la prueba exegética del valor real y sacrificial de la institución eucarística, cf. M. DE T., Del Cenáculo al Calvario (1962) p. 105-134. – 33 Taylor, Jesús and his Sacrifice p. 139-142. – 34 Isa 65:13-14; Lagrange, Le Messianisme. (1909) p.!66ss; O. Cullmann-F. J. Leenhardt, Essays on the Lord’s Supper (1958); R. D. Richardson, The place of Luke in the Eucharistic Tradition: Stud. évang. (1959) 663-675; L. Moraldi, L’Euca-Restia Nei Sinottici E In S. Paolo (Mat 26:26-29 par.): Studi Bibl. Franciscani Líber An-nuus (1959) 39-64; Gottlieb, H., To haima mou tes diazekes: Studia Theol. (Lund 1960) 115-118; J. Alonso Díaz, Los elementos de la tradición eucarística en relación con Jesucristo: Rev. Esp. Teolog. (1963) 47-60; Dom. Dupont, Cjci mon corps.: Nouv. Rev. Theol. (1958). – 35 Lagrange, évang. s. St. Marc (1929) p.383. – 36 Bonsirven, Textes rabbiniques. (1955) n.884.2285. – 37 Dalman, Gramm. des jüdisch-palástinischen Aramaisch (1905) p.191. – 38 Strack-B., Kommentar. I p.78. – 38 | Jeremías, Kennzeichen der “ipsissima vox.” Jesuf: Synopt. Stud., p.89. – 39 Lagrange, évang. s. Sí. Marc (1929) p.389. – 40 Pratjesu-Chnst (1947) II p.333; J. Héring, Simples remarques sur la pnere a Gethsemaní, Mat 26:36-46 par.: Rev. Hist. Phil. Reí. (1959) 97-102; Zwei exege exegetische Problem in der Perikope von Jesús in Gethsemane (Mar 14:32-42 par.): Neotest. et Patr.; O Cullmaxn (1962) 64-69. – 40 K. G. Kuhn,y”M$ in Gethsemane: Ev. Theol. (1952) p.260-285. – 41 Bonsirven, 7 extes rabbiniques. (1955) n.229.657; Antíq. XVIII 3:2; BI II 9:4. – 42 Strack-B., K)mmentar. I p.995. – 43 Zorell, Lexicón graecum . T. (1931) col.687. – 44 Zorell, Amice, ad quid venisti?: VD (1929) 112-116; F. Rehkopf, Mt 26:50: “Hetaire ef o parei”: Zeitsch. Neut. Wissen. (1961) 109-115. La primera solución la defiende W. Eltester, Hommage Cullmann (1962) p. 70-91. – 45 Cf. Comentario ajn. 18:1-11. – 45 Mishna, Baba damma VIII 6. – 46 Vlncent-Abeljmtfflfcm nouvelle p.482-315; Perrella, I luoghi santi (1936) p.275-294. – 46 J. Klausner, Jesús de (1933) p.492. – 47 Schürer, Geschichte. (1907) p.237-267: Felttn.
Fuente: Biblia Comentada
26:1 Cuando hubo acabado Jesús todas estas palabras — de los capítulos anteriores, especialmente los caps 23, 24, 25). Su muerte se aproximaba. Los eventos que siguen pertenecen al relato del sufrimiento final de Jesús. Ya empieza «El principio del último acto de la tragedia» (WB). Dijo a sus discípulos:
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL PRINCIPIO DEL ÚLTIMO ACTO
DE LA TRAGEDIA
Mateo 26:1-5
Cuando Jesús acabó todas estas conversaciones, les dijo a Sus discípulos:
-Ya sabéis que dentro de dos días se celebra la -Pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para que Le crucifiquen::
Por entonces, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote, que se llamaba Caifás, e hicieron los planes para apresar a Jesús con engaños y matarle. Pero decían:
Pero que no sea durante la fiesta, no sea que se produzca un alboroto entre la gente.
Aquí tenemos el principio definitivo del último acto de la tragedia divina. De nuevo Jesús advierte a Sus discípulos de lo que va a suceder. Los últimos pocos días había estado actuando de una manera tan magníficamente desafiante que ellos podrían haber pensado que Jesús se proponía desafiar a las autoridades judías; pero aquí, una vez más, Jesús deja bien claro que Su destino es la Cruz.
Para entonces las autoridades judías ya estaban organizando su complot y sus estratagemas. José Caifás, para darle su nombre completo, era el sumo sacerdote. Sabemos muy poco acerca de él, pero sí conocemos un hecho de lo más significativo. En los días antiguos, el puesto de sumo sacerdote había sido hereditario y vitalicio; pero desde que los Romanos se habían apoderado de Palestina, los sumos sacerdotes se sucedieron en una rápida serie, porque los Romanos los nombraban y deponían según les convenía. Entre los años 37 a C. y 67 d C., cuando fue nombrado el último antes de la destrucción del templo, hubo no menos de veintiocho sumos sacerdotes. Lo sugestivo es que Caifás fue sumo sacerdote desde el año 18 d C. hasta el 36. Ese fue un tiempo extraordinariamente largo para que un sumo sacerdote se mantuviera en el puesto, así es que Caifás tiene que haber llegado a una técnica perfecta de colaboración con los Romanos. Y precisamente ahí era donde estaba su problema.
Lo que menos toleraban los Romanos eran los desórdenes sociales. Si había el más mínimo levantamiento, Caifás perdía el puesto. En el tiempo de la Pascua la atmósfera de Jerusalén estaba de lo más cargada. La ciudad estaba abarrotada de gente. Josefo nos cuenta una ocasión en la que se hizo un censo de los presentes (Josefo, Guerras de los judíos, 6.9.3). Sucedió de la siguiente manera.
El Gobernador de aquel tiempo era Cestio, que presintió que Nerón no tenía idea del número de judíos ni de los problemas que se le planteaban a un gobernador. Así es que le pidió ah sumo sacerdote que hiciera un censo de los corderos que se sacrificaban en una cierta Pascua. Josefo continúa diciendo«Una compañía de no menos de diez es el mínimo que corresponde a cada sacrificio (porque no es legal el celebrar la fiesta. siendo un número inferior) y muchas veces nos juntamos veinte.» Se descubrió que en aquella ocasión el número dé corderos sacrificados ascendió a 256,500. Según el cálculo que Josefo habría en Jerusalén para aquella Pascua no menos de dos millones y tres cuartos de personas.
No nos sorprende que Caifás buscara alguna estratagema para detener a Jesús secretamente, porque muchos de las peregrinos que iban a Jerusalén para la Pascua eran galileos que creían que Jesús era un profeta. El plan de Caifás era realmente aplazar la cuestión hasta después de la fiesta de la Pascua, cuando la ciudad estuviera más tranquila; pero Judas había de proveerle de la solución a su problema.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 26
Parte cuarta
MUERTE Y RESURRECCIÓN DEL MESÍAS Capítulos 26-28
I. EN VÍSPERAS DE LA MUERTE (26,1-56).
1. ACUERDO DE MATAR A JESÚS (Mt/26/01-05).
1 Cuando Jesús acabó todos estos discursos, dijo a sus discípulos: 2 Ya sabéis que dentro de dos días es la pascua, y el Hijo del Hombre va a ser entregado para que lo crucifiquen. 3 Se reunieron entonces los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo en el palacio del sumo sacerdote llamado Caifás, 4 y acordaron arrestar a Jesús con astucia y darle muerte. 5 Pero se decían: Durante la fiesta, no; para que no haya algún motín en el pueblo.
El último discurso del Maestro toca a su fin; ya no hablará más, y solamente obrará. Resumiendo, dice el evangelista que Jesús terminó todos estos discursos y, con esta expresión, echa una mirada retrospectiva a toda la obra del Mesías, caracterizada por los grandes discursos. «Tiempo de callar, y tiempo de hablar», dice el libro del Eclesiastés (Ecl 3:7). Ha pasado el tiempo de hablar. Ante los jueces Jesús callará (Ecl 26:63; Ecl 27:14). El mensaje ya ha sido comunicado. Ahora viene el tiempo en que tiene que ser perfeccionado mediante la propia vida. Para ser fructuosa la semilla tiene que caer al suelo y morir (cf. Jua 12:24). El plan de los enemigos no coge desprevenido a Jesús. Anteriormente ya había instruido tres veces a sus discípulos diciéndoles que el Mesías tenía que sufrir, así ocurre aquí de nuevo. Antes que se tome el acuerdo formal, Jesús lo da a conocer a los discípulos. Con una clara presciencia espera lo venidero. Las primeras palabras no las pronuncian los enemigos con su acuerdo de matarle, sino Jesús, que va a la muerte dándose cuenta de ello. Será entregado. Eso antes pudo decirse de los hombres (17,22), de los judíos y gentiles (20,18s), en cuyo poder será puesto. Ahora está la Palabra sola y hace pensar en el que se deja arrebatar al Hijo. Lo ha enviado y ahora lo hace pasar de sus manos a las manos de hombres pecadores. Los sumos sacerdotes toman un acuerdo formal de matar a Jesús, que solamente está ligado a una condici6n: Jesús debe ser arrestado con astucia, para que no haya ningún tumulto en el pueblo. Aunque solamente quedan pocos días antes de la gran fiesta, se tiene que llevar a cabo el acuerdo, porque hay que darse prisa. Los que le habían impugnado abiertamente y con sus «tentaciones» y preguntas sutiles, y como autoridad oficial judía habían tenido muchas posibilidades de cogerle, ahora tienen que prenderle por astucia. Una alta autoridad consciente de sí misma, y un bajo procedimiento malicioso. En estos acontecimientos todo sucederá sin nitidez ni grandeza humanas, sino solamente estará dictado por bajos instintos. Ya desde el primer momento se puede percibir la mala conciencia. De lo contrario ¿cómo hubiesen podido temer un tumulto en el pueblo?
2. UNCIÓN EN BETANIA (Mt/26/06-13).
6 Mientras estaba Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7 se le acercó una mujer con un frasco de alabastro, lleno de perfume de mucho valor, y se lo derramó en la cabeza, mientras él estaba a la mesa. 8 Cuando los discípulos lo vieron, decían indignados: ¿A qué viene este derroche? 9 Esto podía haberse vendido a mucho precio y haberse dado a los pobres. 10 Pero, cuando Jesús se dio cuenta de ello, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? Ha hecho en mi favor una obra buena. 11 Porque a los pobres siempre los tenéis con vosotros; pero a mí no me tenéis siempre. 12 Pues, al derramar ella este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho con miras a mi sepultura. 13 Os lo aseguro: Dondequiera que se predique este Evangelio, en todo el mundo, se hablará también, para recuerdo suyo, de lo que ella ha hecho.
Lo que hace la mujer, proviene de una profunda veneración al Maestro, por más que en realidad fuera un gran derroche. Pero en la hora en que se efectúa esta unción, adquiere una importancia única. La muerte está cercana, y con ella la sepultura. También está muy cerca el tiempo de despedirse de las personas con quienes Jesús estaba unido humana y amistosamente. Entonces ya no habrá ninguna posibilidad de colmarle de bondades y bienes. El mismo Jesús interpreta la acción de la mujer en un sentido, que ella misma no podía haber adivinado. Su cuerpo está dedicado a la muerte y pronto será puesto en la cámara del sepulcro. Pronto le agarrarán y golpearán manos duras. Antes de que esto ocurra, una mano delicada puede hacer un obsequio a su cuerpo. El cuerpo sin vida pronto lo tomarán manos amigas y lo colocarán en el sepulcro. Esta mujer ha empezado ya de antemano lo que José de Arimatea y las mujeres amigas harán después. Es una pequeña señal, si la comparamos con el gran crimen. Es un sencillo ademán en el ambiente familiar de la pequeña casa, si lo comparamos con el alboroto del pueblo y la publicidad de la crucifixión. Pero esta señal vale tanto, porque procede del amor. Y por eso siempre se hablará de la pequeña señal cuando se proclame en el mundo el gran Evangelio del Padre. Entonces la sencillez del signo será levantada hasta llegar a la grandeza, su índole oculta pasará a la publicidad. Ni siquiera se olvida lo más diminuto, si se ejercita con estos sentimientos, y menos aún se olvida en este caso, porque ocurrió en esta hora. Los discípulos huirán, y Pedro negará que conozca al Maestro. En la cruz estará solo, pero esta mujer y su acción son como una pequeña luz en esta obscuridad.
3. LA TRAICIÓN DE JUDAS (Mt/26/14-16).
14 Entonces, uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes, 15 Y les dijo: ¿Cuánto me queréis dar, y yo os lo entregaré? Ellos le fijaron treinta monedas de plata. 16 Y desde entonces, él andaba buscando una ocasión oportuna para entregarlo.
Con doloroso acento se presenta al traidor como uno de los doce. En el grupo más íntimo de Jesús se encuentra el que le entregará en manos de los enemigos por unas miserables monedas. Se percibe el horror que habrán sentido los apóstoles, al verse en el caso de presentar así a Judas. Las mentes humanas no pueden comprender que eso sea posible. Según la exposición del evangelista, todo lo ha obtenido este grupo de los doce. Fueron admitidos en la más íntima comunidad de vida con el maestro, y sólo ellos iniciados en muchos misterios de Dios. La magnitud del fracaso se expresa por el hecho de que la traición tiene lugar por dinero, por treinta denarios de plata. Viene a ser el más bajo móvil que nos podamos imaginar, y un precio ínfimo para la persona de que se trata. Nada de ello no hubiese podido ser más vulgar e ignominioso. De nuevo aparece el verbo entregar. Gradualmente ocupan la escena otras personas que participaron en la entrega. El vocablo es como la clave para la historia de la pasión. En ella se consuma esta entrega a la impotencia de todo cuanto con anterioridad se había expuesto pormenorizado.
4. ULTIMA CENA DE JESÚS (26, 17-29).
a) Preparativos para la cena pascual (Mt/26/17-19).
17 El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús para preguntarle: ¿Dónde quieres que te preparemos para comer la pascua? 18 El respondió: Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la pascua con mis discípulos. 19 Los discípulos hicieron como les había mandado Jesús, y prepararon la pascua.
Es la víspera de la fiesta. La pregunta acerca del lugar emana de los discípulos. Notan la responsabilidad de proveer un recinto donde pueda celebrarse la pascua, según lo que prescribe la ley. Jesús forma con ellos una familia, y es preguntado como jefe de los suyos. Así, pues, Jesús también cenará con ellos, como cualquier padre de familia en Israel cena con su familia y con los criados y doncellas de la casa. Pero es una familia congregada por libre elección. No se determina quién es el hombre que debe poner su sala a disposición del Señor (con todo, cf. Mar 14:13). A san Mateo no le interesa cómo se llama este hombre ni todas las circunstancias externas en que se consigue que este hombre deje a Jesús la habitación. Sin embargo, la orden de Jesús es categórica y soberana de una manera parecida como antes de entrar en Jerusalén, cuando mandó ir a buscar cabalgaduras (Mar 21:1-3). Eso aparece con una especial claridad en la breve frase: Mi tiempo está cerca. No el tiempo de la cena pascual, sino su tiempo. La cena pascual reúne en sus casas a todas las familias israelitas. Pero esta cena sólo debe tenerla Jesús y el grupo de los doce, en casa ajena y sin la familia dueña de la misma. Porque «mi tiempo» no siempre está presente, sino solamente ahora. Es el tiempo en que ocurre por primera vez algo que es único en su género. El Padre ha determinado el tiempo, pero Jesús sabe que se acerca. El Mesías de antemano se acomoda a la ley de esta hora. Así se encuentra el lugar y se hacen todos los preparativos, como comprar el cordero, los diferentes manjares y bebidas, preparar las vasijas. Jesús había encargado a los discípulos que hicieran sentarse al pueblo, cuando lo alimentó en el yermo, y luego mandó repartir el pan y los peces; así también ahora Jesús da el encargo de disponerlo todo. La instrucción de los discípulos prosigue hasta el final, si bien en todo momento él es el maestro y señor, a quien todos obedecen.
b) Designación del traidor (Mt/26/20-25).
20 Al atardecer, estaba a la mesa con los doce discípuloS. 21 Y mientras estaba comiendo, les dijo: Os aseguro que uno de vosotros me entregará. 22 Profundamente entristecidos comenzaron a preguntarle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor? 23 Pero él contestó: Uno que ha mojado la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar. 24 El Hijo del hombre se va, conforme está escrito de él; pero ¡ay de ese hombre por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a tal hombre no haber nacido. 25 También Judas, el que lo iba a entregar, preguntó: ¿Acaso soy yo, rabí? él le contesta. Tú lo has dicho.
La víspera de la fiesta se come el cordero pascual. Las últimas horas de la tarde se transforman en la noche en que Dios liberó a su pueblo de la servidumbre de Egipto. Entonces se fundó Israel como pueblo, es el fundamental acto de salvación, que debe perdurar en un recuerdo imperecedero. Esta cena es la cena conmemorativa y cada año actualiza de nuevo la acción salvífica de Dios en su pueblo (Exo 13:3 ss). La cena correspondía en general a la manera como se celebraban las otras cenas judías. Se comía el cordero como manjar principal, y en conjunto se le daba una mayor solemnidad. Una serie de platos seguía sucesivamente, interrumpida por una alocución del padre de familia y por oraciones. Jesús, pues, y los doce se colocan alrededor de la mesa para cenar a loor de Dios nuestro Señor. El alegre estado de ánimo se enturbia por unas palabras sombrías de Jesús: Uno de vosotros me entregará. Para los antiguos la participación en la misma mesa expresa la amistad y la paz, es señal de confianza mutua. El que es comensal, también es amigo. El grupo de los discípulos constituye una comunidad de comensales que rodea a Jesús. Una especial gravedad del delito consiste en que el traidor está sentado en este grupo íntimo.
El traidor moja la mano en la fuente común, de la que cada uno que tomaba salsa con un pedazo de pan. Forma parte de la comunidad de comensales y ya la ha traicionado interiormente. Jesús lo sabe y designa al traidor, que le pregunta cara a cara si es él. Sobre el camino de Jesús impera el decreto del Padre contenido en la Escritura. Pero no se borra la culpa del hombre que se convierte en instrumento del mal. Para este hombre sería mejor que nunca hubiese visto la luz del mundo. Tan insondable es su pecado y tan grave es su castigo. Para Jesús no se erigió en guía por el camino de la justicia, sino que se convirtió en escándalo. «Porque si bien es forzoso que haya escándalo, sin embargo, ¡ay de aquel hombre que causa el escándalo!» (18,7b). ¡Cuán misteriosa e indisolublemente están aquí entretejidos la culpa humana y el decreto divino! Se ve uno de los dos y se piensa que ya no se entiende el otro, y viceversa. Los pensamientos de Dios siempre son mayores que los de los hombres, y el misterio del hombre y de sus acciones siempre es mayor que de lo que él puede comprender.
c) Institución de la eucaristía (Mt/26/26-29).
26 Mientras estaban comiendo, Jesús tomó pan y, recitando la bendición, lo partió, se lo dio a los discípulos y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27 Tomó luego una copa y, recitando la acción de gracias, se la dio, diciendo: Bebed todos de ella; 28 porque esto es mi sangre, la de la alianza, que es derramada para muchos, para perdón de los pecados.
El evangelista no reseña el transcurso de la cena pascual. Solamente habla de dos sucesos especiales durante la comida, y aun éstos los narra con suma concisión. Durante la cena al principio se distribuye pan, y cada uno coge algo para sí. Ahora Jesús toma el pan, recita la bendición sobre él, lo parte en pedazos y lo da a los discípulos invitándolos a comerlo. Es un pan especial, su propio cuerpo.
Para la interpretación estas palabras suenan con un acento muy extraño y misterioso, cuando se escuchan por primera vez, y para la inteligencia también resulta muy difícil comprenderlas, aunque se reflexione mucho sobre ellas, y durante toda la vida. La inteligencia de los sabios y entendidos fracasa ante ellas, pero son también reveladas a la gente sencilla. Ellos entienden que aquí se ofrece un don que es superior a todos los demás manjares, entienden que Jesús les ofrece participar de sí mismo de manera muy profunda. No puede concebirse una participación más íntima. En el hombre se da una tendencia a posesionarse de la energía vital de Dios y asimilarla corporalmente. Jesús ha dado satisfacción a este anhelo. En el duelo con Satán en el desierto había dicho Jesús que el hombre no sólo vive de pan, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios (4,4). La palabra de Dios era el manjar espiritual del pueblo de la antigua alianza, también es el manjar espiritual del pueblo de la nueva alianza. Pero los padres de Israel que fueron sacados de Egipto, no sólo fueron obsequiados con el manjar de la palabra, sino también con dones prodigiosos -las codornices, el pan del maná y el agua que brotaba de la roca- para conservar su vida corporal. Y así ellos fueron alimentados doblemente por Dios, todos comieron el mismo manjar espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual.
En ello san Pablo ya ve una interpretación previa de la fuente que está abierta para el nuevo pueblo de la alianza en Cristo (cf. 1Co 10:1-4). Ahora el Redentor del nuevo pueblo de la alianza también ofrece un segundo manjar, como hizo Dios antiguamente con el pueblo de Israel. Dos mesas estarán siempre preparadas para este pueblo, la mesa de la palabra y la mesa del sagrado pan. No debe haber ninguna pobreza en su pueblo, constantemente debe participar en la fuerza vital exuberante que tiene Dios.
Lo que sólo ocurrió dos veces en las prodigiosas multiplicaciones de pan es instituido ahora para un tiempo durable. El pan no solamente se ofrece al individuo, para que obtenga fuerza y vida para sí. El pan se da al pueblo para que experimente de nuevo su unión íntima espiritual y la solidaridad con su Señor. Ya que reciben el mismo don, deben ser unos con otros, una sola cosa. En otro momento de la cena coge Jesús una copa, la «copa de bendición», que le fue pasada. Esta vez reza la prescrita acción de gracias sobre la copa y la da para que beban. También es ésta, según sus propias palabras, una bebida única: al beber el vino de la copa, gustamos en realidad su sangre, que es llamada por Jesús, con gran propiedad, la sangre de la alianza. Eso solamente lo entendemos, si volvemos la mirada a la primera alianza que Dios concertó con Israel. Al pie del monte Sinaí y por medio de Moisés fueron sacrificadas las víctimas, y con su sangre se selló la alianza. Con la mitad de la sangre roció el altar, con la otra mitad el pueblo (cf. éx 24). La alianza fue concertada por medio de la propicia voluntad de Dios y la voluntaria aceptación del pueblo. Lo que estaba confirmado en la voluntad, fue sellado con la sangre de las víctimas. La sangre de Jesús también es sangre de la alianza. Sólo puede pensarse en otra nueva alianza, que Dios quiere concertar, no solamente con Israel, como en el Sinaí, sino con muchos, en favor de los cuales es derramada su sangre. «De la misma manera que el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate de muchos» (20,28). Uno solo por muchos, es decir, como ya vimos: el único que podía pagar el rescate en sustituci6n de todos los que no pueden recuperar su vida. Tiene que establecerse la alianza entre Dios y todos, porque la sangre de la alianza es derramada por todos. Debe establecerse un nuevo orden de la salvación. La antigua alianza es relevada por la nueva alianza. ésta es la última alianza del fin de los tiempos, de la cual anunció el profeta Jeremías: «He aquí que viene el tiempo, dice el Señor, en que yo haré una nueva alianza con la casa de Israel, y con la casa de Judá; alianza, no como aquella que contraje con sus padres el día que los cogí por la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; fueron ellos quienes rompieron la alianza -¡mi alianza!-, y entonces les hice sentir mi dominio, dice el Señor» (Jer 31:31-32).
Por principio la nueva alianza ya no puede quebrantarse, porque está establecida en el Hijo propio de Dios. Dios no rechazará más a su pueblo, como rechazó a su antiguo pueblo de Israel, porque el nuevo pueblo de Dios vive en Jesús el Mesías. Pero la nueva alianza en el fondo es la última y no puede abolirse, porque en ella se perdona el pecado. El pecado separa de Dios y ha arriesgado y destruido las relaciones de la precedente alianza. Ahora se extirpa de raíz el pecado, y se hace justo a todo el hombre. Nace un pueblo verdaderamente «santo». Por eso Jesús dice que su sangre de la alianza es derramada para perdón de los pecados. La sangre es el precio de rescate que tiene que pagarse por todos. Pero cuando se paga, entonces todos pueden acercarse y redimirse de la esclavitud del poder del pecado. La sangre de un solo justo basta para purificar a innumerables injustos. Todos pueden acercarse, pero sólo se acoge en la comunidad de la alianza al que así se redime y purifica. Eso sucederá en el tiempo futuro, cuando el pecador se inmerge en el baño de regeneración, en el bautismo.
éste es el nuevo orden de la salvación que Dios ha establecido en su Hijo, de una forma tanto más admirable y asombrosa cuanto más uno lo considera… Aquí no se dice que los discípulos deben seguir haciendo lo que acaba de tener lugar entre ellos. San Lucas y san Pablo han consignado esta orden: «Haced esto en memoria mía» (Luc 22:19; 1Co 11:24 s). San Mateo sólo mira lo que ocurrió únicamente en esta hora. Pero esto que sucedió una sola vez se actualiza muchas veces, cuando los discípulos se reúnen para el ágape eucarístico. Allí no solamente están como comensales en la comunidad de su Señor, y descubren la virtud y vida de su Señor en el pan y en el vino, sino que también celebran cada vez la renovación de esta alianza. La celebración del ágape y la alimentación se identifican con la entrega a la muerte y con la institución de la alianza.
29 Pues os digo que desde ahora ya no beberé más de este producto de la vid hasta aquel día en que lo beba con vosotros en el reino de mi Padre.
«Ya no me veréis más hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» (1Co 23:39). Con estas palabras Jesús se había anunciado como el juez de la generación incrédula. Ya no actuará entre ellos como el pastor que los busca, sino que aparecerá ante ellos solamente como el pastor, que los apacentará con vara de hierro. De nuevo dice Jesús desde ahora, pero esta vez hacia dentro, o sea dirigiéndose al grupo de los creyentes. Son unas palabras que también designan una situación definitiva. Solamente hoy se puede presenciar así la comunidad de comensales formada con los discípulos. Será suprimida esta forma de comunidad. Pero será restablecida en «aquel día» en el reino de Dios.
Se elucida con frecuencia el reino de Dios como banquete festivo y amistoso. Este banquete tendrá lugar, y por cierto en comunidad con ellos, cuando el Hijo del hombre haya pronunciado la sentencia y haya congregado a los suyos consigo. Entre la cena actual y el banquete celeste está el tiempo de su presencia espiritual como Kyrios. Entonces y después Jesús está corporalmente entre los suyos, pero en el tiempo intermedio está espiritualmente, en el Espíritu Santo, más aún como el Pneuma (2Co 3:17). Se constituye la comunidad para participar de la mesa de Jesús, vuelve la mirada a esta cena de la institución, y mira hacia adelante al banquete en el reino del Padre. La celebración eucarística es recuerdo de la cena en el tiempo pasado e interpretación previa del banquete futuro al fin de los tiempos.
5. JESÚS EN GETSEMANÍ (2Co 26:30-46).
a) Predicción de las negaciones de Pedro (Mt/26/30-35).
30 Y cantados los salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. 31 Entonces les dice Jesús: Todos vosotros quedaréis escandalizados por causa mía durante esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño (Zac 13:7) 32 Pero, después que yo resucite, iré antes que vosotros a Galilea. 33 Pedro, tomando la palabra, le dijo: Si todos se van a escandalizar por causa tuya, yo jamás me escandalizaré. 34 Díjole Jesús: Yo te lo aseguro: Esta misma noche, antes que el gallo cante, tres veces me habrás negado tú. 35 Pedro le dice: Pues aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré. Otro tanto dijeron también todos los discípulos.
Después de la cena se entona el gran canto de los salmos, que según la costumbre concluía la solemne hora vespertina de la comida pascual. La pequeña comitiva sale hacia el monte de los Olivos. Por el camino Jesús predice a los discípulos que todos ellos caerán esta noche. Jesús ha sabido de antemano dónde se había de encontrar la burra para su entrada en Jerusalén (Zac 21:2), ha sabido que sus enemigos tomarían el acuerdo de matarlo (Zac 26:2), dónde estaría la habitación para los preparativos de la cena pascual (Zac 26:18) y quién sería el que le entregaría (Zac 26:25). Ahora también sabe y dice que todos le abandonarán. La claridad de su ciencia y el conocimiento incluso de lo escondido se vuelve tanto mayor cuanto más entra en el cumplimiento del divino deber.
El escándalo se ha abierto camino hasta llegar al grupo más íntimo de los discípulos. Es como el poder personal del espíritu del maligno, que ahora tiene su máxima eficiencia, cuando se concluye la obra del Mesías. El escándalo es en el fondo una falta de fe y da ocasión a ejercer el cometido de la fe. Así sucederá ahora. En la suprema confirmación de la fe se manifestará que la fe de los discípulos no solamente es «pequeña», sino que se derrumba por completo. Por primera vez suena la frase «escándalo de la cruz», que san Pablo empleó en su predicación misional (1Co 1:23).
La muralla de la incredulidad en torno de Jesús se vuelve cada vez más compacta, ya que en ella también se incluye el grupo más íntimo. Estará completamente solo. Este abandono del Mesías forma parte de su enajenación. El profeta ha dicho que el rebaño se dispersará, cuando se hiera al pastor. A Jesús no sólo se le había encargado que fuera pastor de Israel; también ha sido el pastor de los suyos, a quienes él debía introducir a la verdadera esencia de la obra mesiánica. Se separa del «pequeño rebaño» al pastor (Luc 12:32). Se quebrará la unidad entre ellos. El fracaso externo de la obra de Jesús no solamente se mostrará en su ejecución, sino también al separarse de los suyos. Y con todo habrá una nueva reunión, cuando Jesús «vaya antes que ellos a Galilea». La esperanza irradia a través de la obscuridad de la predicción. Para ellos será otra vez el pastor que los preceda, y ellos seguirán su voz y en Galilea estarán nuevamente unidos con él (cf. 28,16). Pedro afirma solemne y presurosamente delante de todos los demás que él nunca caerá. Cree estar seguro de si mismo y caerá en lo más profundo. Ha olvidado que no le puede sostener la confianza propia, sino solamente la fe en el poder de Jesús (cf. 14,28-31). «Eres un escándalo para mi», le había dicho Jesús, cuando después de anunciar la pasión le hizo enérgicos reproches (16,23). ¡Cuánto mayor será el escándalo que Pedro toma ahora de Jesús y cuánto mayor el que le prepara! Caerá a lo más profundo el que recibió la más excelsa promesa. Le traicionará de la manera más horrenda el que estaba elegido ante todos los demás y se sentía especialmente familiarizado con el Maestro. Todos los demás discípulos también afirman solemnemente que prefieren morir con él antes que negarle. ¡Qué contrastes aparecen! Aquí la manera de pensar de los hombres, allí la manera de pensar de Dios (cf. 16,23). Los pensamientos humanos se fundan en la seguridad propia, en la solidaridad humana y en que sea fiel la comunidad; pero los pensamientos de Dios, tal como Jesús los manifiesta se fundan en la plena disposición incluso para el aislamiento y el abandono.
b) Oración de Jesús en su agonía (Mt/26/36-46).
36 Entonces Jesús llega con ellos a una finca llamada Getsemaní y dice a los discípulos: Sentaos aquí, mientras yo voy allá para orar. 37 Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. 38 Entonces les dice: Siento tristezas de muerte: quedaos aquí y velad conmigo. 39 Y adelantándose un poco, se postró en tierra y oraba. ¡Padre mío: si es posible, que pase de mí este cáliz! Sin embargo, no sea como yo quiero sino como quieres tú.
Todavía están juntos los discípulos y Jesús, el rebaño con el pastor. Pero Jesús deja espontáneamente el grupo, ya que sabe que no le pueden seguir en su camino. Por otra parte, lo hace de modo distinto que antes, cuando había enviado por delante a los discípulos en la barca, mientras él quería orar solo en el monte (14,22s). Ahora Jesús los deja atrás, pero encuentra un consuelo en que estén cerca. Eso también puede decirse de los tres elegidos que fueron con él testigos de la transfiguración en el monte (17,1). Todavía pueden acompañarle un trecho, pero con su conducta muestran que no comprenden ni la hora ni al Maestro.
Esta hora y la oración de Jesús forman parte de lo más conmovedor de que nos informan los evangelistas. Jesús en la pasión inminente estará silencioso ante sus jueces y sufrirá la muerte en silencio, pero aquí manifiesta lo más íntimo de su alma. Sabe con antelaci6n que tiene que recorrer este camino y lo ha dicho con frecuencia. También sabe que la muerte no le detendrá. Va con la clara conciencia de dar su vida como necesario precio de rescate de muchos (20,28). Acaba de decir en la comida que su sangre es derramada para muchos, para perd6n de los pecados, como sangre de la alianza (26,28). Y no obstante esta tristeza y conmoci6n penetran hasta sus ideas y sentimientos más íntimos. Era una conmoción que le impulsa a pedir que le sea evitada la pasión. Puesto que para el Padre todo es posible (cf. 19,26), ¿será también posible que pase de él este cáliz? Dios ha llenado la copa y la ha presentado para que se beba toda. Es la copa de la ira, que en el Antiguo Testamento tiene que ser preparada por Dios, y ha de beberse como bebida del castigo (Isa 51:17.22), el cáliz de la amargura y de la bebida mortal. Ante este cáliz se estremece Jesús, como solamente un hombre puede estremecerse ante la muerte. Aunque la necesidad aprieta y las aguas le han llegado hasta el cuello (cf. Sal 68:2 s), la oración tiene como desenlace la pura sumisión. Sin embargo, no sea como yo quiero, sino como quieres tú.
Lo que enseñó Jesús a los discípulos a pedir en el padrenuestro (Sal 6:10), eso es lo que pide él ahora. La voluntad del Padre está por encima de todo. Nada puede serle contrario. Es una voluntad de amor, porque el reino de Dios es un dominio de amor. Si no se cumple su voluntad, se ponen estorbos a su dominio y se reduce el poder del amor (cf. 6,10). Y en esta hora debe manifestarse el amor, con la máxima pureza, en el abandono del Hijo por el Padre y en la entrega del Hijo a los hombres. En la carta a los Hebreos se nos habla de la obediencia del Hijo en los días de su vida terrena: «El que en los días de su vida mortal presentó, con gritos y lágrimas, oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado en atención a su piedad reverencial. Y aun siendo Hijo, aprendió, por lo que padeció, la obediencia, y llevado a la consumación, se convirtió, para los que le obedecen, en causa de salvación eterna» (Heb 5:7-9). ¿De qué hora se afirmarían estas «oraciones y súplicas con gritos y lágrimas» con mayor razón que de ésta?
40 Vuelve luego a los discípulos y los encuentra durmiendo; y dice a Pedro: ¿De modo que no habéis podido velar una sola hará conmigo? 41 Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. 42 Se alejó por segunda vez y de nuevo estuvo orando; ¡Padre mío: si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad! 43 Cuando volvió, otra vez los encontró durmiendo, pues sus ojos estaban cargados de sueño. 44 De nuevo se alejó y estuvo orando por tercera vez, repitiendo nuevamente las mismas palabras. 45 Entonces vuelve a los discípulos y les dice: Ya podéis dormir y descansar. Está cerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. 46 Levantaos, vamos; ya está cerca el que me va a entregar.
El sueño no sólo ha dominado a los discípulos, que habían sido dejados atrás, más abajo, sino también a los tres discípulos que Jesús había tomado consigo. Para Jesús, la presencia de los tres discípulos no es un consuelo confortante, sino una decepción. Antes sólo habían entendido poco, pero ahora ya no entienden absolutamente nada. Jesús está mirando al Padre con intensa vigilancia; ellos, en su inercia, son vencidos por el sueño. Sus fuerzas no alcanzan para una hora de vela. Eso ya era el principio de la tentación del escándalo. Bajo la cruz, la tentación habrá conseguido su objetivo: allí ya no habrá ningún discípulo. Jesús también había enseñado a los discípulos a orar para preservarlos de la tentación (Heb 6:13). Esta oración ahora aún podría liberarlos para que no sucumbieran por completo a la tentaci6n. Con esta tentación se alude a lo mismo que con el gran escándalo: la pérdida de la confianza y la ruptura de la unión con Dios. Jesús no viene a ser víctima de esta tentación, debido a que la oración de Jesús, a pesar del ruego suplicante, apunta a la unión con la voluntad del Padre.
Al principio de su actividad, Jesús ha recusado las tentaciones de Satán. Este combate todavía es más arduo. Jesús vela y ora, y así sale airoso del temible combate. Después de la lucha con Dios va Jesús conscientemente al encuentro de su hora y del que lo va a entregar. Está cerca la hora. Antes de la cena Jesús había dicho que su tiempo estaba cerca (Heb 26:18), ya que quiso obsequiar a los suyos con su carne y su sangre como fruto de su muerte y como don de su amor. En este momento la hora está cerca, ya que sucede lo mismo no bajo los dones simbó1icos del pan y del vino, sino con la realidad sangrienta de su muerte corporal. Aquí también puede encontrarse esta oposición difícilmente superable, como en la designación de Judas como traidor (Heb 26:24). Por parte de Dios la hora está fijada y ahora llega como la hora del amor más excelso; por parte de los hombres es la hora del más grave pecado. Porque Jesús es entregado en «manos de pecadores»…
6. PRENDIMIENTO DE JESÚS (Mt/26/47-56).
47 Todavía estaba él hablando, cuando llegó Judas, uno de los doce, acompañado de gran tropel de gente con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes y de los ancianos del pueblo. 48 EI que lo iba a entregar les había dado una señal: Aquel a quien yo bese, ése es; arrestadlo. 49 Y en seguida, acercándose a Jesús, le dijo: ¡Salve, rabí! Y lo besó. 50 Y Jesús le dijo: Amigo, ¡a lo que has venido! Entonces, ellos se acercaron, echaron mano a Jesús y lo arrestaron.
Judas era uno de los comensales que formaban una comunidad con Jesús. Con una señal de solidaridad y de confianza amistosa lleva a término su obra infame. Había mojado la mano con Jesús en la fuente y había comido en la misma cena. Ahora solamente necesita el saludo de amigo, para entregarle a los enemigos (*). Es una escena verdaderamente fantasmagórica. La gente armada que viene por encargo de la autoridad; Judas que se adelanta separándose de la multitud, y en la obscuridad reconoce y designa al Maestro; el inocente es atado.
…………..
* La salutación «¡Amigo, ¡a lo que has venido!» es discutida en la interpretación. La forma mas probable no es la interrogativa (¿A que has venido?), sino el sentido siguiente: Haz aquello para lo que has venido. Con estas palabras de Jesús también se expresaría su libertad en el prendimiento, lo cual se ajusta bien al estilo de la historia de la pasión de san Mateo.
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51 Y uno de los que estaban con Jesús, alargó la mano, sacó su espada, hirió al criado del sumo sacerdote y le quitó la oreja. 52 Entonces le dice Jesús: Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñan espada, a espada morirán. 53 ¿O crees tú que no puedo acudir a mi Padre, que inmediatamente me enviaría más de doce legiones de ángeles? 54 Pero ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras de que así tiene que suceder?
Parece que por lo menos uno de los discípulos ha despertado de la somnolencia. Intenta intervenir, pero con un medio inapropiado: una pobre tentativa de enfrentarse a la multitud y a su armamento con una sola espada. Con todo, un criado del sumo sacerdote tiene que sufrir las consecuencias. Jesús prohíbe al1 discípulo este modo de defensa. él mismo pone en práctica lo dicho en el sermón de la montaña: «Si alguien te pega en la mejilla derecha, preséntale también la otra, y al que quiera llevarte a juicio por quitarte la túnica, déjale también el manto, y si alguien te fuerza a caminar una milla, anda con él dos» (Heb 5:39b-41).
El Evangelio enseña el camino de la no violencia, y Jesús toma en él la delantera. Jesús ha venido para traer la espada y no la paz (Heb 10:34). Pero es una espada espiritual, la de la separación entre Dios y Satán. Se tiene que empuñar esta espada y dejar la espada de acero en la vaina. Los que la empuñan, serán ejecutados por ella, porque no trae la paz, sino la destrucción. La espada del espíritu es la palabra del Evangelio, que exige el amor y condena la guerra (cf. Efe 6:17). Dios había enviado ángeles al Mesías en el desierto para servirle, después que Jesús había rehusado servir a Satán (Efe 4:11). ¡Y cuántos más ángeles no podría enviarle el Padre, si fuera su voluntad en esta hora! Allí acudieron los ángeles como premio a la obediencia del Hijo, ahora no tienen que comparecer, para que se concluya la obediencia del Hijo.
55 En aquella hora dijo Jesús a las turbas: ¿Como para un ladrón habéis salido con espadas y palos a prenderme? Día tras día estaba yo sentado en el templo enseñando y no me arrestasteis. 56 Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces, todos los discípulos, abandonándolo, huyeron.
Los judíos habían convertido en guarida de ladrones la casa de Dios, que debía ser una casa de oración (Efe 21:13). Jesús había restablecido su pureza, y allí había enseñado. Ahora vienen como para un ladrón para llevarle preso. Han temido la publicidad, y han recurrido a la protección de la noche. No pudieron oponerse a la enseñanza de Jesús en el templo y no le hicieron caer con ninguna palabra. Ahora le cogen, cuando calla, y le hacen caer, cuando está solo. Pero en esto también se atestigua la sabiduría de Dios, que antes han anunciado los profetas. El Evangelio de la no violencia tiene que configurarse en Jesús. Cuando Jesús es atado, le abandonan los discípulos, sin que hubiera ninguna excepción. En el huerto de Getsemaní, por lo menos, estaban cerca, aunque durmieran. En el encuentro con la turba un discípulo se atreve a dar un golpe valeroso, aunque sea con la espada de hierro, que aquí ya no puede conseguir nada. Ahora Jesús está completamente solo y abandonado. La huida de los discípulos es la dispersión de las ovejas vaticinada (Efe 26:31). Puesto que Jesús les ha sido arrebatado de en medio de ellos, también ellos se quedan solos entre sí.
II CONDENA DE JESUS (,31).
1. JESUS ANTE EL SANEDRIN (Mt/26/57-68).
57 Los que arrestaron a Jesús lo condujeron a casa del sumo sacerdote Caifás, donde los escribas y los ancianos estaban reunidos. 58 Pedro lo iba siguiendo de lejos hasta el patio del sumo sacerdote, entró allí dentro y estaba sentado con los criados, para ver en qué terminaba aquello. 59 Entretanto los sumos sacerdotes y todo el senedrín andaban buscando algún falso testimonio contra Jesús para darle muerte; 9 pero no lo encontraron, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos, 61 que dijeron: Este ha dicho: Yo puedo destruir el templo de Dios, y en tres días reconstruirlo. 62 Entonces se levantó el sumo sacerdote y le preguntó: ¿Nada respondes? ¿Qué es lo que éstos testifican contra ti? 63a Pero Jesús callaba.
El Maestro no estaba completamente solo, porque Pedro le sigue. ¿Habrá por lo menos un testigo del grupo de los discípulos, y uno que mantenga la fidelidad hasta el fin? Precisamente Pedro le abandonará de la manera más ignominiosa, a pesar de haber sido distinguido con la más honrosa vocación… Durante la noche se ha reunido el gran sanedrín, el alto consejo, la autoridad religiosa oficial de los judíos y el tribunal supremo. Hay que apresurarse, pues el temor de un tumulto en el pueblo determina su manera de proceder (Efe 26:5). Caifás, que ejercía el cargo de sumo sacerdote aquel año, ocupa la presidencia. Por lo demás forman parte del consejo peritos en la ley, es decir escribas, ancianos, o sea representantes de la aristocracia seglar, y los sumos sacerdotes de los años precedentes y otros representantes del sacerdocio. Forman parte de cualquier juicio auténtico las declaraciones de los testigos. Según el derecho vigente tenían que coincidir exactamente por lo menos las declaraciones de dos testigos. Se convoca a muchos testigos, evidentemente ya habían sido aprestados para venir rápidamente para la sentencia que se debía pronunciar. San Marcos dice que estas declaraciones no concordaban (Mar 14:56). Es raro que sólo se cite textualmente una acusación y que sea presentada por dos testigos. San Mateo sin duda quiere decir que estas dos declaraciones coincidían, por tanto, pueden ser consideradas como fundamento de la sentencia. La declaración contiene las palabras difíciles de entender sobre el templo. En el Evangelio de san Juan, las había dicho Jesús de modo semejante al expulsar del templo a los vendedores, y el evangdista las había referido al templo de su cuerpo, que después de tres días resucitaría (Jua 2:19). Una declaración tan exagerada sobre el templo quizás pudo ser motivo suficiente para condenarlo. Pero hay que tener en cuenta que Jesús no dice que él destruirá este templo (Mar 14:58), sino que él tiene poder para destruirlo. No se dice que Jesús haya afirmado que él hará uso de este poder. Además en san Mateo no se habla de la oposición entre un templo «hecho por mano» y otro templo «no hecho por manos» (Mar 14:58). Al hablar del «templo de Dios» se piensa en el templo real de piedra, y por tanto en la nueva construcción también hay que pensar en el mismo templo de Dios, construido de piedra. ¿No llega a ser enteramente inteligible esta formulación, si se reflexiona en que al tiempo en que el evangelista san Mateo escribió su libro, estaba destruido el templo herodiano? Después del año 70 incluso los judíos esperaban que el Mesías reedificaría el templo. Mediante los testigos se confirma indirectamente la reivindicación de Jesús de que puede llevar a cabo esta reconstrucción, y por tanto la reivindicación de que realmente es el Mesías. El creyente sabe que el nuevo templo de Dios ya no ha sido levantado con piedras, puesto que Jesús es «más grande que el templo» (Mar 12:6). El nuevo templo será la comunidad de todos los que confiesan a Jesús y entre los cuales mora Jesús (Mar 18:20). Dos testigos confirman la declaración de Jesús. Pero Jesús calla al oir la acusación, aunque se le exige formalmente que se pronuncie al respecto. ¿No se debe ver en este silencio una confirmación de la declaración de Jesús y de lo que con ella reivindica? ¿No lo entendió también así el sumo sacerdote, cuando inmediatamente después pregunta si Jesús es realmente el Mesías? Así pues, de la declaración que los testigos confirman, el sumo sacerdote deduce la reivindicación mesiánica.
63b Y el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si tú eres el Mesias, el Hijo de Dios. 64 Jesús le responde: Tú lo has dicho. Además, os lo aseguro: desde ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo.
Con solemnes palabras introductorias, el sumo sacerdote exige una confesión terminante de si Jesús es el Mesías. Invoca el santo nombre de Dios y conjura al acusado ante el Dios viviente que diga la verdad: El Mesías fue tenido por Hijo de Dios, aunque el judío en esta expresión no pudo entender lo que sabe el cristiano. El rey de Israel, que habia sido elegido por Dios, se tenía por hijo de Dios: «Hijo mio eres tú, yo te he engendrado hoy» (Sal 2:7). Así habló Dios al rey el día en que le fue otorgado el trono y la soberanía. El vástago de David que debía ser el Mesías, tenía que ser hijo de Dios, como lo fueron los grandes reyes antes que él. Así pues, el sumo sacerdote no pregunta por dos diferentes reivindicaciones de Jesús-Mesías e Hijo de Dios-, sino por una sola. La respuesta de Jesús hay que entenderla en un sentido terminante, aunque en el texto esté expresada de una forma peculiar: Tú lo has dicho, es decir: Sí.
Anteriormente Jesús nunca ha dicho en público quién era. Sobre todo en las controversias con los teólogos y los representantes de la autoridad se ha precavido recelosamente de descubrir por completo su misterio (cf. especialmente 21,23 ss). Sólo ahora, cuando la decisión ya está tomada hablará abiertamente. De este modo la plena responsabilidad recae en los que le condenan. La indagación toca a su fin. La persona de Jesús ya no puede juzgarse por las señales ni por su mensaje, puesto que ya no se obra ninguna otra señal ni se anuncia ya ningún otro mensaje para Israel. Por esta causa, Jesús puede hablar claramente y hacer entrega de lo que hasta entonces tenía que seguir siendo su misterio. Hay aquí también, por parte de Jesús, un gesto de entrega espontánea. El Señor no se revela a los que indagan y afanosamente preguntan, sino a sus maliciosos jueces cuyo odio le envuelve con su gélida frialdad.
A Jesús no le basta una simple afirmación. Agrega una larga cita, tomada de dos pasajes de la Escritura (Sal 109:1; Dan 7:13). A partir de ambos, es forzoso reconocer que su condición de Mesías abarca mucho más de lo que contenían las ideas prevalentes al respecto entre los judíos. El Hijo del hombre estará sentado a la diestra del Poder. Así sucederá cuando aparezca como Mesías del fin de los tiempos en el nombre de Dios. Poder es un vocablo que se emplea para designar a Dios. Vendrá como juez sobre las nubes del cielo, como se decía del Hijo del hombre en el libro de Daniel. «Yo estaba, pues, observando durante la visión nocturna, y he aquí que venía entre las nubes del cielo uno que parecía un hijo de hombre; quien se adelantó hacia el anciano de días, y le presentaron ante él. Y diole éste la potestad, el honor y el reino; y todos los pueblos, tribus y lenguas le servirán: la potestad suya es potestad eterna que no le será quitada, y su reino es indestructible» (Dan 7:13 s).
El que conocía el libro de Daniel y la promesa de un misterioso hijo de hombre, sabía que Jesús aquí una vez más presenta una reivindicación que manifiesta plenamente su dignidad como Mesías. Pero desde el gran fragmento instructivo del juicio universal el creyente ya sabe que el Hijo del hombre que ha de venir al fin del tiempo con poder y gloria, también será el que administre la justicia de Dios (Dan 25:31-46). Tendrán que reconocerlo como juez, los que ahora lo juzgan. Por eso, se hace resaltar la expresión desde ahora. Ahora tenéis poder sobre mí, pero por única y última vez, porque del tiempo futuro sólo puede decirse que vengo como vuestro juez. Así pues, la respuesta de Jesús no solamente es una manifestación de su modo de ser, sino que en esta hora también tiene un sentido amenazador.
65 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: ¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ahora mismo acabáis de oír la blasfemia. 66 ¿Qué os parece? Ellos contestaron: Es reo de muerte. 67 Entonces le escupieron a la cara y le dieron puñetazos, y otros lo abofeteaban, 68 mientras le decían: Profetízanos, Mesías: ¿quién es el que te ha pegado?
Lo que hasta aquí habían dicho los testigos y el mismo Jesús, podía interpretarse como blasfemia. En ambos casos hubiera sido necesaria una indagación exacta de las declaraciones, si se piensa en un proceso legal. Sobre todo no leemos que se hubiera examinado lo que Jesús reivindica, a saber, que es el Mesías. La descripción de san Mateo transcurre en linea recta en el sentido de que Jesús ha testificado abiertamente su dignidad y el sanedrín le ha condenado a muerte como Mesías. Sin ninguna ulterior comprobación se estima como blasfemia el testimonio del acusado. Una blasfemia contra Dios tenía que ser contestada con la rasgadura de los vestidos. Sólo esta clase de blasfemias pasaba por delito digno de muerte, sin tener que convocar otros testigos para comprobarla. Así pues, el sumo sacerdote aquí dictamina sobre la situación y pregunta cuál es el castigo que el sanedrín tiene por adecuado. «Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?
Los miembros del sanedrín dan la sentencia, por la que condenan a Jesús a pena de muerte. La condenación solamente fue posible, porque ya antes estaba sentenciada desde el momento en que habían rechazado a Jesús. Porque ¿qué habría ocurrido desde el punto de vista histórico, si un tribunal del pueblo judío con plena conciencia de que realmente se trataba de su Mesías, hubiese pronunciado, tal veredicto? ¿Era siquiera posible que aquel a quien se dirigía la esperanza de todos, fuera condenado a muerte precisamente por la suprema autoridad?
Estas preguntas muestran que no se trata en modo alguno de un proceso en el sentido usual, ni tampoco de un proceso que pudiéramos llamar simplemente religioso. Aquí chocan entre sí otros mundos. En último término, el mundo de Dios y el mundo de Satán. Sólo por la enemistad mortal de Satán contra Dios, puede vislumbrarse a qué fuerzas en realidad se entregó a Jesús. Los que le condenan se convierten en instrumento del mal y son culpables de ello. Pero en el fondo de los sucesos no había ningún error jurídico, sino la plena erupción del pecado que Jesús quería llevar en su cuerpo al Gólgota. «Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que en él llegáramos nosotros a ser justicia de Dios» (2Co 5:21)… Una vez dada la sentencia, los instintos de la plebe se desbordan. Jesús dijo que era el Mesías. Ahora debe demostrarlo. ¿Quién es el que te ha pegado, Mesías? Este escarnio acompañará a Jesús durante las próximas horas, ya sea por parte de los servidores judíos, ya sea por parte de los soldados romanos. Todos hacen escarnio de él. No puede tomar sobre sí su castigo ni sufrirlo en conformidad con las leyes, como un condenado según la justicia. Está desamparado por la ley y entregado incluso a brutales puñetazos. A Jesús le está preparado el destino del siervo de Dios: «Entregué mis espaldas a los que me azotaban, y mis mejillas a los que mesaban mi barba: no retiré mi rostro de los que me escarnecían y escupían» (Isa 50:6).
2. LAS NEGACIONES DE PEDRO (Mt/26/69-75).
69 Pedro estaba sentado fuera, en el patio, y se le acercó una criada, que le dijo: También tú andabas con Jesús el Galileo. 70 Pero él lo negó delante de todos: No sé lo que estás diciendo. 71 Cuando salía hacia el pórtico, lo vio otra criada, que dice a los que había allí: ése estaba con Jesús el Nazareno. 72 Y él de nuevo negó con juramento: ¡No conozco a ese hombre! 73 Poco después, los que allí estaban se acercaron a Pedro y le dijeron: Realmente, tú también eres de ellos; pues tu manera de hablar te delata. 74 Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar: ¡No conozco a ese hombre! Y en aquel momento cantó un gallo. 75 Y se acordó Pedro de aquello que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante, me habrás negado tú tres veces. Y saliendo afuera, lloró amargamente.
Lo que aquí sucede no es sólo una renuncia puramente humana, la total conversión de un temperamento apasionadísimo que va de la más enérgica y solemne afirmación de fidelidad hasta la muerte a la más humillante negación de sí mismo. No es únicamente una escena humanamente trágica y conmovedora, sino expresión de la verdad de la fe. Pedro que había sido exaltado hasta lo más alto, cae en lo más profundo. El que está llamado a ser fundamento pétreo de la nueva construcción del Mesías, se trueca ahora y resulta ser suelo de arena, sobre el que nada puede levantarse. El que en virtud de la revelación divina había confesado a Jesús como el Mesías, ahora incluso niega que lo conozca como hombre. ¿Qué significa esta contradicción difícilmente comprensible? Es, desde luego, fundamento pétreo, pero apoyado en el fundamento inamovible, que es Cristo. «Por lo que se refiere al fundamento, nadie puede poner otro sino el que ya está puesto: Jesucristo» (1Co 3:11). Sobre este fundamento se edifica la nueva comunidad y también Pedro en ella. Sin la piedra básica de Cristo la comunidad está edificada sobre lo que carece de base. La misión divina de administrar las llaves es transferida a un hombre que puede caer y ha caído. Aquí ya se vislumbra que la entrega de Jesús no cesa en su muerte, sino que prosigue después de ella, hasta que venga sobre las nubes del cielo, sentado a la diestra del Poder…
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
— terminó todos estos discursos: Ver notas a Mat 7:28; Mat 24:1 e Introducción a este primer evangelio.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Se establece la escena (cf. Mar. 14:1, 2; Luc. 22:1, 2). El festival de la Pascua conmemoraba el rescate de la esclavitud en Egipto que Dios obró por su pueblo y en particular el sacrificio del cordero pascual para protegerlos de la muerte (Exo. 12:1-30). Hay un simbolismo obvio en el hecho de que Jesús sería crucificado en este festival, como lo hacen más explícito los vv. 11-29.
La presencia de Jesús en Jerusalén (por primera vez en el relato de Mat.) dio a los principales sacerdotes y ancianos la oportunidad de matarle, tal como los fariseos lo habían propuesto previamente en Galilea (12:14). Sin embargo, Jesús tenía bastantes partidarios (ver 21:9, 15, 46), y un alboroto en el pueblo sería una posibilidad seria si Jesús fuera arrestado públicamente. Surgiría una solución inesperada a este dilema (14-16).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
26.3 Caifás fue el sumo sacerdote que gobernó durante el ministerio de Jesús. Era yerno de Anás, el sumo sacerdote anterior. El gobierno romano había asumido el proceso de nombrar todos los líderes políticos y religiosos. Caifás sirvió por dieciocho años, mucho más que otros sumo sacerdotes, lo que sugiere que colaboraba bien con los romanos. Fue el primero en recomendar la muerte de Jesús a fin de «salvar» la nación (Joh 11:49-50).26.3-5 Este fue un complot deliberado para dar muerte a Jesús. Sin esta conspiración, no hubiera habido sentimiento popular en contra de El. Es más, la popularidad de Jesús era tanta que los líderes religiosos temían arrestarlo durante la Pascua. No querían que sus acciones incitaran un motín.26.6-13 Mateo y Marcos ubican este hecho antes de la Ultima Cena, mientras que Juan lo hace una semana antes, casi antes de la Entrada Triunfal. De los tres, Juan ubica este acontecimiento en el orden cronológico más probable. Debemos recordar que el propósito principal de los escritores de los Evangelios fue dar un informe exacto del mensaje de Jesús, no presentar una relación cronológica exacta de su vida. Mateo y Marcos pudieron haber optado por ubicar este acontecimiento aquí para hacer un contraste con la devoción completa de María y la traición de Judas, los próximos acontecimientos en ambos Evangelios.26.7 Esta mujer era María, la hermana de Marta y Lázaro, la que vivió en Betania (Joh 12:1-3). El vaso de alabastro era tallado a partir de un yeso traslúcido. Se usaba para guardar aceites perfumados.26.8 Los discípulos estaban indignados pero el Evangelio de Juan hace una alusión especial a Judas Iscariote (Joh 12:4).26.11 Jesús se refiere a Deu 15:11 que dice: «No faltarán menesterosos en medio de la tierra». Esta no es una justificación para olvidarnos de la necesidad de los pobres. Las Escrituras siempre nos hacen un llamado a cuidar de los necesitados. El pasaje de Deuteronomio continúa: «Por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra». Pero Jesús lo dijo para hacer notar el sacrificio especial que María hizo en su favor.26.14, 15 ¿Por qué decidió Judas traicionar a Jesús? Judas, como los otros discípulos, esperaban que Jesús iniciara una rebelión política y echara a los romanos. Como tesorero, seguramente esperaba (como lo hicieron los otros discípulos; véase Mar 10:35-37) que le sería dada una posición importante en el nuevo gobierno de Jesús. Pero cuando Jesús encomió a María por haber derramado el perfume, equivalente en precio a un salario anual, Judas pudo haber deducido que el reino de Jesús no era físico o político sino espiritual. Sus ansias de dinero y posición social no podrían hacerse realidad si seguía a Jesús, de manera que lo traicionó a cambio de dinero y el favor de los líderes religiosos.26.15 Solo Mateo narra la cantidad exacta del dinero que Judas recibió por vender a Jesús: treinta piezas de plata, el precio de un esclavo (Exo 21:32). Los líderes religiosos habían planeado esperar hasta después de la Pascua para apresar a Jesús, pero la oferta inesperada de Judas aceleró sus planes.26.17 La Pascua abarcaba una noche y una cena, pero la Fiesta de los Panes sin Levadura, que se celebraba simultáneamente, seguía por una semana más. La gente sacaba toda la levadura de sus hogares en conmemoración del día en que sus antepasados salieron de Egipto y no tuvieron tiempo para que la masa del pan se leudara. Miles de personas se daban cita en Jerusalén de diferentes partes del Imperio Romano. Si desea más informacióncerca de la forma en que se celebraba la Pascua, véanse las notas a Mar 14:1 y a Exodo 12. A HERMANA DE LAZARO
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
147 (A) Sufrimiento y muerte de Jesús (26,1-27,66).
(a) El complot para matar a Jesús (26,1-5). Cf. Mc 14,1-1; Lc 22,1-2; Jn 11,45-53. 1. cuando Jesús terminó: Cf. comentario sobre 7,28a. Aquí añade la palabra «todo». Se refiere a todo el ministerio público de Jesús, especiálmente a sus enseñanzas. Así se unen el ministerio y la pasión. 2. el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen: Jesús manifiesta un conocimiento profético de su destino (notemos el tiempo en presente profético). Mateo añade esta predicción a las tres heredadas de Marcos (Mt 16,21; 17,22; 20,17). El pasivo «será entregado» indica que Dios es quien controla todo; la pasión forma parte del plan divino. 3. los sumos sacerdotes y los ancianos: cf. comentario sobre 16,21. Mateo, siguiendo a Marcos, no menciona a los fariseos durante el relato de la pasión. En cuanto tal, no eran responsables de lo que ocurrió. Regresarán al escenario en 27,62, después del entierro.
148 (b) LA UNCIÓN EN BETANIA (26,6-13). Cf. Mc 14,3-9; Jn 11,1-8. Mateo resume el texto de su fuente. El conjunto es una profecía en acción de la muerte de Jesús. 6. Simón el leproso: Quizás el fariseo de Lc 7,36-50. En Juan se le denomina Lázaro, y la mujer es su hermana María. 7. reclinado: Postura helenista para la comida. El gesto de la mujer es expresión del exceso que es propio en contextos amorosos y festivos; los discípulos no lo entienden. 10. una obra bella: Jesús afirma que lo utilitario y cotidiano no deben tener el dominio exclusivo. 11.a los pobres siempre los tenéis con vosotros: Mateo elimina la proposición intermedia del texto marcano «y podéis socorrerrlos cuando queráis», logrando así un paralelismo más claro entre las dos proposiciones que quedan. Pero de este modo ha dañado, en parte, la enseñanza contenida en la respuesta de Jesús, que se fundamentaba en Dt 15,11, dando una oportunidad peligrosa a quienes desean permanecer indiferentes ante el pobre. 12. para mi entierro: La interpretación que se da del acontecimiento lo presenta como una unción fúnebre. Otros lo consideran como una unción mesiánica (1 Sm 10,1; 2 Re 9,6; Hch 10,38), o, anacrónicamente, como una extremaunción. 13. este evangelio: Se refiere específicamente al mensaje del sufrimiento, muerte y resurrección, en memoria de ella: Históricamente, las obras de las mujeres han sido silenciadas (y no recompensadas). Jesús se opone a esta injusticia. Su reconocimiento de las mujeres volverá en el momento de la cruz (27,55.56).
(Holst, R., «The One Anointing of Jesús», JBL 95 [1976] 435-46. Schüssler-Fiorenza, E., In Memory of Her [→ 71 supra].)
149 (c) DECISIÓN DE JUDAS DE TRAICIONAR A JESÚS (26,14-16). Cf. Mc 14,10-11; Lc 23,3-6. 14. uno de los doce: Mateo establece un contraste entre el amor leal de una mujer y la traición del apóstol. 15. El evangelista transforma la transacción en un diálogo. Judas malvende a su Mesías y los sacerdotes pagan inmediatamente (cf. Me), le ofrecieron treinta monedas de plata: Alude a Zac 11,12 (cf. Mt 27,3.9); Éx 21,32; todo acontece según el plan divino. 16. y desde ese momento: Esta fórmula marca un punto decisivo en la vida de Jesús (4,17; 16,21). Se abre una nueva fase; presentado el reparto de personajes, el drama puede comenzar.
150 (d) LA PASCUA CON LOS DISCÍPULOS (26,17-25). Cf. Mc 14,12-21; Lc 22,7-14.21-23; Jn 13,21-30. 11. preparemos para comer la Pascua: La fiesta duraba una semana y un día. La ciudad se llenaba de peregrinos que alquilaban cualquier lugar disponible. La población normal de la ciudad era de unos 30.000 habitantes; el número de peregrinos llegaba a unos 130.000. Así que era necesario hacer las reservas oportunas. Cf. J. Jeremias, Jerusalem 77-84. 18. Mateo abrevia omitiendo el signo de Marcos, que no tiene garantía bíblica (cf. 21,1-9, basado en Zac 9,9). mi tiempo está cerca: La pasión no forma parte de la parusía, pero constituye un clímax en la historia de la salvación y está orientada hacia el eschaton. En este sentido amplio, es escatológica. voy a celebrar la Pascua: Un presente profético. 19. como Jesús les había mandado: Mateo intensifica la obediencia de los discípulos ejecutando el mandato de Jesús. Él es quien manda. 20. se reclinó con los doce discípulos: Esta noticia es importante porque deja claro que nadie más estaba presente en la última cena, muy contrariamente al habitual carácter familiar de la comida del seder en la que participaban las mujeres y los niños. Sobre el término «discípulos», véase el aparato crítico. En los vv. 21-24, Mateo sigue muy de cerca a Marcos, pero en el v. 22 los discípulos leales se dirigen a él como Señor, mientras que Judas lo llama rabí (v. 25). 23. el que moja conmigo: El versículo se tensa para dejar claro que Jesús sabía exactamente quién era el traidor; cf. Mc 14,20. 25. Este versículo es exclusivo de Mateo y sirve para confrontar directamente al traidor y al traicionado.
151 (e) LA INSTITUCIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR (26,26-30). Mc 14,22-26; Lc 22,15-20; 1 Cor 11,23-25. Mateo sigue a Marcos estrechamente, pero en el v. 26 añade el mandato «comed», y en el v. 27 regresa a la afirmación de que bebieron tras otro mandato, «bebed». Así intensifica la autoridad de Jesús y la impresión de un ritual litúrgico. 28. derramada para el perdón de los pecados: Mateo añade la última frase, que procede remotamente de Lv 17,11 (normas sobre los sacrificios), para relacionar el rito eucarístico con la inevitable muerte en cruz, a la que otorga un significado salvífico expiatorio (cf. Éx 24,8; Jr 31,31-34). Había negado este significado al bautismo de Juan en 3,2 (cf. Mc 1,4); ahora se lo da a la cruz y a la eucaristía. 29. desde ahora en adelante: Mateo añade esta frase para marcar un punto crucial decisivo en la historia de la salvación. Tras la pasión .y resurrección, los creyentes no tienen más que esperar que Dios lleve el reino a su plenitud, con vosotros: Mateo añade esta frase como eco de la profecía del Emmanuel de 1,23 (cf. 18,20; 28,20). La frase es también una referencia a la fórmula de alianza del AT, cuya forma completa es «Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo». Mateo acentúa así el carácter de alianza de la comida, ya afirmado en el v. 28. La cena, en su conjunto, se presenta como una cena pascual que ha sido reinterpretada. Jesús identifica los elementos de la comida con su cuerpo destrozado y sangrante sobre la cruz. Dado que esto implica la presciencia, algunos críticos cuestionan la autenticidad de estas palabras. Pero todos están de acuerdo en que el v. 29 refleja auténticamente la fe de Jesús en el reino y en la anticipación del banquete mesiánico (Is 25,6). La comida es la culminación de las anteriores comidas de Jesús con sus discípulos y con los pecadores (9,9-13). 30. cuando cantaron un himno: El himno en cuestión es el Hallel, que estaba formado por los Sal 115-18. monte de los Olivos: Cf. la huida de David hacia este lugar por la revuelta de Absalón (2 Sm 15,30.31). Según TgN. Ex 12,42, cuatro grandes acontecimientos de la historia de la salvación tuvieron lugar o iban a acontecer en la noche de la Pascua: la creación del mundo, el sacriñcio de Isaac (Gn 22), el éxodo de Egipto y la llegada del Mesías (cf. R. Lc Déaut, La nuit pascóle [AnBib 22; Roma 1963].
152 (f) PREDICCIÓN DE LA NEGACIÓN DE PEDRO (26,31-35). Cf. Mc 14,27-31; Lc 22,31-34; Jn 13,36-38. En este breve pasaje, Jesús hace tres predicciones y las tres se cumplirán en el transcurso del relato. Vuelven a evocar la predicción anterior sobre Judas (26,20-25). Dos predicciones tratan de la traición cobarde y una sobre la resurrección y sus consecuencias. 31. todos: En la primera, Jesús predice la traición general de todos. Mateo añade una referencia más precisa con respecto al traicionado y al tiempo en que ocurrirá («esta noche»). Insertará la referencia personal de nuevo en el v. 33 y la referencia temporal en el v. 34; cf. Mc 14,27. Jesús cita Zac 13,7. Golpear al perro líder en el hocico para intimidar a la jauría es una maniobra política clásica, pero que no funciona en este caso por la resurrección y la fe residual y la valentía de Pedro, a pesar de su momentánea traición. La predicción se cumple en 26,56. 32. yo iré delante de vosotros: La segunda predicción se nos volverá contar de nuevo en 28,7.10 y se cumplirá en 28,16-20. La resurrección se subordina aquí al mandato implícito de reunirse en Galilea. 34. tú me negarás: La tercera predicción va dirigida personalmente al impulsivo Pedro. Se cumplirá en 26,69-75. 35. todos los discípulos: Se reprende irónicamente y se desenmascara su altamente pregonada fanfarronada; al final, todos huirán en 26,56.
153 (g) LA ORACIÓN EN GETSEMANÍ (26,36-46). Cf. Mc 14,32-44; Lc 22,39-46. Mateo permanece cercano a Marcos, pero destaca más drásticamente los tres momentos de oración de Jesús y aparta nuestra atención del retomo de Jesús hacia sus discípulos y su abandono de la plegaria. 36. con ellos: De nuevo Mateo alude a la fórmula de la alianza; cf. comentario sobre 26,29. Getsemaní: El nombre significa «almazara» y estaba localizado en el valle del Cedrón. Este pasaje y 6,5-15 son los grandes textos de oración de este evangelio (cf.14,23) . 37. Pedro y los hijos de Zebedeo: Como en 20,20, Mateo elimina los nombres de los dos hijos. 38. muy afligido: La oración de Jesús evoca Sal 42,6.12; 43,5. 39. pero ni lo que yo quiera: Jesús somete su voluntad en obediencia a la voluntad divina. La copa es la amarga copa de su muerte (cf. 20,22; 26,27.28). 40. ¿no podéis vigilar conmigo?: No es la última vez que los discípulos lo enojan. 41. el espíritu… la carne: Corresponden a las dos tendencias o yesarim, el bien y el mal, de la psicología rabínica. 42. oró: Mateo modela la segunda oración sobre 6,10. 45-46. Las frases conclusivas están simétricamente equilibradas. La primera trata de la «hora» del destino de Jesús, el proceso supremo y verdadero. La segunda personaliza esa hora en la figura de Judas, «el que me va a traicionar». Dios ha probado a su Hijo para ver qué había en su corazón (cf. 2 Cr 33,31). El efecto de la oración es que Jesús puede afrontar ya a sus enemigos. Como las tentaciones (4,1-11), toda la escena, al igual que toda la pasión, puede leerse como un comentario sobre el mandamiento del amor a Dios con todo el corazón, el alma y la fuerza, pues Jesús manifiesta que ama a su Padre celestial con toda su voluntad (v. 39), con toda el alma (v. 38) y con todo su bienestar externo (v. 45).
(Barbour, R. S., «Gethsemane in the Tradition of the Passion», NTS 16 [1969-70] 231-51. Feuillet, A., L’Agonie de Gethsemani [París 1977], Gerhardsson, B., «Jésus livré et abandonné d’aprés la passion de Saint Matthieu», RB 76 [1969] 206-27. Stanley, D. M., Jesús in Gethsemane [Ramsey 1980].)
154 (h) La traición y arresto de Jesús (26,47-56). Cf. Mc 14,43-50; Lc 22,47-53; Jn18,13-12. Con esta escena llegamos a unos de los clímax del evangelio de Mateo; es la hora del destino trágico de Jesús. 47. jefes de los sacerdotes y ancianos: Mateo elimina a los escribas de la lista de los villanos (pero cf. 26,57; 27,41); de este modo se exonera, implícitamente, a los fariseos. 48. una señal: Usando un beso como señal para el arresto, Judas pervierte un gesto de amistad. 49. salve: Mateo añade esta palabra como signo complementario de la falsedad de corazón. 50. Mateo añade un poco de diálogo, amigo: Este saludo ligeramente convencional e irónico se usa también eh 20,13 y 22,12. para esto has venido: La oración eph’ ho parei es de difícil traducción. Se ha sugerido que la mejor forma de entenderla sería interpretarla en los siguientes términos: «Has venido para darme el beso (de la traición que iniciará los acontecimientos de la pasión)». Desde este momento, Jesús pierde el control sobre su cuerpo. 51. sacó su espada: Un discípulo corta el lóbulo de la oreja de un criado del sumo sacerdote. No se trata de un accidente en un momento de confusión, sino de un gesto simbólico intencionalmente deliberado. El criado no era un siervo doméstico menor, sino el vicepresidente de la administración del templo. En este contexto representa al mismo sumo sacerdote. Una oreja mutilada, según Lv 21,18 (LXX), descalificaba para el cargo de sumo sacerdote. Así que el gesto significa que el sacerdote que arrestara al enviado de Dios no era apto para el oficio, que ya estaba en claro declive espiritual. 52-54. Esta expansión integra muchos acentos redaccionales matéanos, de tipo didáctico y ético, como también su interés por la paternidad de Dios, los ángeles y el cumplimiento de la escritura. El logion del v. 52 refleja la preferencia de Jesús por la resistencia no violenta (5,39). Cf. Ap 13,10. A diferencia de Lucas, Jesús no cura la oreja del criado. 56. Mateo deja claro que las Escrituras son proféticas. Todo está aconteciendo según el plan divino, entonces, todos, abandonándolo, huyeron: El abandono de sus seguidores le causa un dolor tan intenso como su propio sufrimiento físico.
155 (i) JESÚS ANTE EL SANEDRÍN (26,57-68). Cf. Mc 14,53-65; Lc 22,54-55.63-71; Jn 18,12-14.19-24. Se cuestiona la historicidad de esta audiencia ante el sanedrín. Aunque es probable que se hubiera celebrado, sin embargo, no llegó a ser un proceso a gran escala, y pudo haber contado, en su planificación, con la intervención de algunos romanos. El relato de Mateo es más compacto que el de Marcos. 57. Caifás: Sólo Mateo identifica al sumo sacerdote. Cf. Jn 18,13. 58. para ver el final: Esta expresión de Mateo es más solemne que la marcana «para calentarse». 61. Cf. Mc 13,2. 63. yo te conjuro: Mateo introduce la pregunta del sumo sacerdote con una fórmula de juramento. 64. Tú lo has dicho: Probablemente, con esta expresión enigmática se da una respuesta afirmativa a medias, como resulta fácil de comprobar en 26,25. Así, estaría de acuerdo con la expresión «yo soy» de Mc 14,62. A continuación, Jesús habla de su exaltación futura. En esta parte de su respuesta, mezcla fragmentos de Dn 7,13 y Sal 110.1. 65. él ha blasfemado: Mateo añade esta afirmación para explicar por qué el sumo sacerdote se rasga sus vestiduras. 66. es reo de muerte: La blasfemia se castigaba con la muerte (Lv 24,16). 67-68. Al omitir el acto de taparle los ojos y las acciones de los criados que hallamos en Mc 14,65, Mateo crea una cierta confusión. Los mismos miembros del sanedrín aparecen torturando a Jesús. Mateo ha ampliado la pregunta que hallamos en Marcos; en lugar de preguntar por la identidad del torturador que no se ve, se pregunta por la de aquel que no se conoce.
(Sloyan, G. S., Jesús on Trial [Filadelfia 1973].)
156 (j) NEGACIÓN DE PEDRO (26,69-75). Cf. Mc 14,66-72; Lc 22,56-62; Jn 18,15-18.25-27. El esquema formado por las tres acusaciones y las tres negaciones no constituye una repetición inútil. Según la teología moral judía de la apostasía en tiempos de persecución, la negación privada era menos grave que la pública, y la evasiva era menos grave que la explícita. Esta casuística nos lleva a observar en el relato marcano una escalada en la gravedad del pecado de Pedro. Su primera negación es privada y evasiva; la segunda es pública, aunque evasiva; y, finalmente, aparece la negación pública y explícita. Mateo ha oscurecido este modelo, introduciendo una negación pública en el v. 70, un juramento en el v. 72 y una forma más imprecisa de negación en el v. 74. Pero ha estructurado artísticamente la perícopa con el adverbio «afuera» (vv. 69 y 75) y ha añadido, al final, la palabra emocional «amargamente». El conjunto cumple exactamente la profecía que Jesús había proclamado en el v. 34. Esta es la última vez que se menciona a Pedro por su nombre (pero cf. Mc 16,7); debe encontrarse también entre los Once en 28,16 (cf. D. Daube, «Limititatios on Self-Sacrifice in Jewish Law and Tradition», Theology 72 [1969] 291-304).
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
En el curso de esta obra nos acercamos ya al término de la misión de nuestro Señor sobre la tierra. Hasta aquí hemos tratado de sus dichos y hechos: vamos ahora á tratar de su pasión y muerte.
El asunto que ante nosotros se presenta es sagrado sobremanera. Vamos á averiguar cómo fue que la simiente de la mujer quebrantó la cabeza de la serpiente; vamos á contemplar el gran sacrificio que prefiguraron todos los del Antiguo Testamento, el sacrificio en el cual se vertió la sangre que limpia de todo pecado, el sacrificio del Cordero que quita los pecados del mundo. En la muerte de Jesucristo se nos reveló el gran misterio de cómo puede Dios ser justo y justificador de los culpables. ¡Qué mucho, pues, que todos los cuatro Evangelios contengan una relación circunstanciada de ese grande acontecimiento! Respecto de otros sucesos relacionados con la vida del Salvador se nota que en tanto que uno los describe los otros los omiten; mas no así respecto de la crucifixión, la cual ha sido descrita por todos cuatro.
Advirtamos en este pasaje cómo nuestro Señor tuvo particular cuidado de llamar de nuevo la atención de sus discípulos hacia su muerte. Les dijo lo siguiente: «Sabéis que dentro de dos días se hace la pascua; y el Hijo del hombre es entregado para ser crucificado.
La relación que existe entre estas palabras y el capítulo anterior es harto digna de notarse. Nuestro Señor acababa de tratar de su segundo advenimiento, el cual seria en poder y gloria; acababa de describir el día del juicio con todas sus terribles circunstancias, y de referirse á sí mismo como el Juez ante el trono del cual se congregarían todas las naciones de la tierra. Luego, sin interrupción alguna, procedió á hablar de su crucifixión. Mientras que las maravillosas predicciones acerca de su futura gloria sonaban aún en los oídos de sus discípulos, les participó á estos una vez más qué sufrimientos se le esperaban. Les recordó que era menester que muriera como ofrenda del pecado antes de que dominase como Rey; que era preciso que hiciera expiación en la cruz antes de que se ciñese la corona.
Observemos, en segundo lugar, cuanto se complace Jesús en conceder honra á los que le honran.
Cuéntasenos que hallándose El en casa de Simón el leproso y estando sentado á la mesa, se acercó á El una mujer con un vaso de ungüento de gran precio y se lo derramó sobre la cabeza. Ella lo hizo, sin duda, movida por la veneración y el afecto. En su alma había recibido beneficios de él, y ella pensó que ninguna demostración que le hiciese en retorno seria demasiado costosa. Mas ese hecho le atrajo la censura de algunos de los que estaban presentes: dijeron que aquel era un desperdicio, y que habría sido mejor haber vendido el ungüento y haber regalado el dinero a los pobres. Nuestro Señor reconvino al punto esos murmuradores fríos. Les dijo que la mujer había ejecutado un acto laudable, é hizo para su conocimiento la siguiente predicción: «Donde quiera que este Evangelio fuere predicado en todo el mundo, también, será dicho para memoria de ella lo que esta ha hecho..
Esa predicción se está cumpliendo á nuestra vista todos los días. En donde quiera que se lee el Evangelio de San Mateo se sabe lo que ella hizo. Las hazañas y títulos de muchos emperadores, reyes y generales han sido relegados al olvido tan completamente como si hubieran sido registrados en la arena; mas la manifestación de gratitud de una humilde mujer cristiana ha sido trasmitida en más de ciento cincuenta idiomas, y se conoce en todo el mundo.
¿Hemos hecho cosa alguna por Jesucristo? Si así fuese, sigamos adelante sin desalentarnos. ¿Qué mayor estímulo pudiéramos exigir que el que en este pasaje se nos ofrece? Los ojos de Aquel que se sentó á la mesa de Simón en Betania nos están contemplando. El observa todo lo que hacemos y se complace de ello. Seamos «firmes y constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que nuestro trabajo en el Señor no es vano.» 1Co 15:58.
Fuente: Los Evangelios Explicados
Lit., Y sucedió que cuando
Fuente: La Biblia de las Américas
Consulta que tuvieron últimamente los escribas y fariseos contra el Señor. Defiende a la mujer que le ungió. Judas le vende. Instituye el sacramento de la Eucaristía. Advierte a sus discípulos el escándalo que padecerían, y su poca fe, cuando le viesen preso, arrastrado a los tribunales, etc. Ora en el huerto tres veces al Padre eterno, y exhorta a sus discípulos a que velen, y a que oren. Judas le entrega, y después de haberlo prendido, le conducen a la casa del pontífice Caifás, en donde es preguntado e injuriado. San Pedro le niega tres veces: llora su pecado.
1 a. Sobre la ruina de Jerusalén, el fin del mundo, las parábolas de las vírgenes, y de los talentos, y la separación de los buenos y de los malos.
2 b. El Griego: gínetai, es. La voz Pascha no se deriva del verbo griego pásjo, padecer, de modo que signifique pasión, sino del hebreo Pésahh, tránsito, y en caldeo Pishhah, de donde se deriva Pascha; porque los intérpretes griegos explican comúnmente heth por ji. San Jerónimo le llama Phase, y significa el cordero pascual, y la fiesta que se celebraba en memoria de haber pasado el ángel exterminador por las puertas de los hebreos, que vio rociadas con sangre del cordero, sin causarles el menor daño, después de haber hecho morir a todos los primogénitos de los egipcios. No nos detenemos aquí en examinar la grande dificultad que ocurre sobre la celebración de la Pascua, ni las razones que alegan unos para probar, que Jesucristo comió el cordero pascual en diferente día que los judíos; ni las que proponen otros, pretendiendo que le comió en el mismo. Sobre lo cual véase Maldonado y otros intérpretes. El Señor dijo a los Apóstoles el martes que precedió a su pasión: Sabeis que dentro de dos días será la Pascua; esto es, después del miércoles y el jueves, porque al caer de la tarde del jueves se debía sacrificar el cordero pascual, y la mañana siguiente celebrar la grande fiesta de Pascua que caía en viernes.
c. El Griego: paradídotai, es entregado.
3 d. El Griego: kái hoi grammatéis, y los escribas. Se tuvo el miércoles este consejo, y antiguamente se ayunaba en la Iglesia los miércoles por este motivo. El Griego: eis tén aulén, que era una pieza espaciosa y descubierta para celebrar juntas, y tratar los negocios públicos.
6 e. Por el Evangelio de San Juan (cap. 12) parece inferirse, que esta historia no se cuenta aquí según el orden del tiempo y del lugar que le corresponde, por haber sucedido algunos días antes, cuando Jesucristo estaba en Betania. Mas San Mateo la cuenta aquí para darnos a entender, que la verdadera causa que movió a Judas para vender a su Maestro, fue la avaricia que se dejó ver en él, cuando murmuró viendo derramar el bálsamo sobre la cabeza de Jesucristo.
f. MS. El malato. Le llama así, o porque había padecido esta enfermedad, o por haber heredado este sobrenombre de alguno de sus mayores. Del Evangelio de San Juan parece inferirse, que Simón, María, Marta y Lázaro habían concertado entre sí dar esta cena a Jesucristo.
7 g. Esta, según San Juan, era María, hermana de Lázaro.
h. Acostumbraban los orientales hacer este género de profusiones entre los grandes convites.
8 i. San Juan atribuye solamente a Judas estos sentimientos; y añade que hablaba así, no porque le diese mucha pena el alivio de los pobres, sino porque era ladrón, y el que llevaba la bolsa (Jn 12,6). Esto aconteció antes de entrar Jesús en Jerusalén, y San Mateo sin duda lo refiere aquí, para seguir continuadamente el hilo de la narración de la traición de Judas después de la primera ocasión, que tomó de ver perdido el precio de este aceite, de donde esperaba ganancia.
11 j. El Misal romano lee: tendréis.
12 k. Este bálsamo que ha derramado sobre mi cuerpo, os debe ser como una predicción de mi muerte; y debéis mirarlo como una preparación para mi sepultura. San Jerónimo.
14 l. Esto es, después de haberse juntado en casa de Caifás los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos para deliberar sobre los medios que habían de tomar para prender al Señor.
15 m. O treinta siclos de plata. Dos siclos corresponden a siete octavos de una onza nuestra; y por consiguiente treinta siclos equivalen a trece onzas y un octavo. Cada uno puede con esto reducir este peso a moneda corriente del día; pero sin perder de vista la diferencia de la liga o calidad del metal. Ya hemos hablado particularmente de esta materia en el Testamento Viejo. Causa confusión el considerar con cuán poco se contentó la avaricia de Judas, cuando llegó a tratar la venta de su Maestro por un precio igual al que se daba por un esclavo (Éx 21,32). Pero mayor confusión debe causarnos, si reflexionamos que esta venta de Judas es una terrible figura de la que hacemos nosotros muchas veces del mismo Señor por un vil interés, por un infame deleite, por una pequeña venganza, por un punto de honra, y muchas veces aun por menos.
16 n. Sin duda que había perdido toda la idea que antes tenía de Jesucristo, no obstante que había oído a San Pedro dar un testimonio tan auténtico de su divinidad; y así encargó después a los ministros que le asegurasen y llevasen con precaución: Llevadlo con cautela.
17 o. La palabra griega ázuma significa propiamente panes cenceños o sin levadura; pero se traslada muchas veces a significar aquella fiesta, en que por espacio de siete días debían comer los judíos panes sin levadura. Este día primero de los ázimos era el catorce de la luna del primer mes, que corresponde a la de marzo. Así que este año se debía comer el cordero pascual el día dos de abril, jueves por la tarde al ponerse el sol. Esta es la opinión común de los latinos. Los griegos se persuaden, que Jesucristo celebró este año la Pascua un día antes; y en esto fundan la costumbre de consagrar en pan fermentado. Véase Santo Tomás, part. III, quaest. XLVI, art. IX, quaest. LXXIV, art. IV, y la disertación de Calmet.
18 p. O de una cierta persona, sin decirles otra cosa; y para que la pudiesen hallar sin dificultad, les dijo lo que habían de hacer, como se refiere en Mc 14,12ss y en Lc 22,10. Este sería sin duda alguno de sus discípulos. Algunos creen, que estas palabras de Jesucristo iban acompañadas de aquella autoridad divina con que mandaba a los hombres, a los demonios y a los elementos, como dueño soberano que era de la naturaleza. La expresión griega prós tón déina puede explicar una persona determinada que no se nombre. Y en hebreo se dice, Almoni y Peloni, y de aquí fulano en español, cuando no se explica el nombre de las personas ni de los lugares; pero se entienden determinados lugares y personas; lo que puede también haber sucedido aquí, habiendo el Señor declarado a sus discípulos en particular, quién era aquella persona.
q. El tiempo de mi pasión, y de salir yo de este mundo.
20 r. Esto es, después de puesto el sol.
22 s. MS. Muy corroçosos.
23 t. Sin duda al mismo tiempo que Judas, debió meter algún otro la mano en el plato, y con esto quedó aun incierta la cosa: o no oyeron todos aquella respuesta del Señor.
24 u. Esto es, vuelve a su Padre, y morirá para volver; y esto más bien por un efecto de su voluntad, que por la violencia de sus enemigos y de la malicia del que le ha de entregar en cumplimiento de la profecía de Isaías (53,7).
25 v. Esto es, así es como lo dices. Al principio de este verso se señala Judas, el que le entregó, porque entre los Apóstoles había otro Judas que tenía el sobrenombre de Tadeo. Es de suponer, que el Señor le respondió sin que los otros discípulos percibiesen lo que le decía.
26 w. Cuando estaban aún en la mesa y al fin de la cena. San Jerónimo dice, que después de haber cumplido el Hijo de Dios la ceremonia de la Pascua figurativa, comiendo con sus Apóstoles la carne del cordero pascual, pasó a la verdad del sacramento de la Pascua; y les dio su verdadero cuerpo y sangre. Santo Tomás.
27 x. El uso ordinario era beber el vino mezclado con agua, y así estaba el cáliz que tomó el Señor en sus manos; lo cual figuraba de una manera espiritual la unión de Jesucristo con la Iglesia.
28 y. El Griego tó, la del Nuevo Testamento.
z. Por muchos, esto es, para bien de muchos.
29 a. Parece por el Evangelio de San Lucas (22,17-20), que el Señor tomó y distribuyó dos veces el cáliz a sus Apóstoles; la primera con vino común, después de haber comido el cordero pascual; y la segunda con su sangre, después de haberle consagrado por la virtud de sus divinas palabras; y así parece que fue después de haber presentado el primer cáliz a sus discípulos, cuando dijo: No beberé ya más de este fruto de vid, etc., esto es, del vino común, etc. Pero aunque se entienda del cáliz, que les presentó la segunda vez, cuando contenía realmente su propia sangre, se descubre siempre la verdad de sus palabras. Y así les dice: Que no lo bebería hasta aquel día, en que lo bebiese nuevo juntamente con ellos en el reino de su Padre; esto es, hasta que juntamente con él fuesen embriagados en el banquete celestial del torrente de aquellas delicias divinas, que entonces comenzaban a gustar, recibiendo su cuerpo y su sangre.
30 b. Es probable que este himno fuese el Salmo 122 y los siguientes, que los judíos acostumbraban rezar en acción de gracias.
31 c. Por estas palabras da a entender el Señor a sus Apóstoles, que serían tan fuertemente tentados, viéndole padecer, que desfallecerían en la fe, y que andarían como ovejas descarriadas y sin pastor que las gobernase; pero al mismo tiempo los consuela asegurándoles, que no solamente resucitaría, sino que no los abandonaría, prometiéndoles ir a esperarlos en Galilea, a donde sabía que se habían de retirar por el temor de los judíos.
33 d. San Pedro, dice San Agustín, creía poder lo que conocía que quería. Mas esta voluntad no iba acompañada de una ardiente caridad, y así el temor le hizo negar tres veces a su Maestro, que permitió su caída para humillarle, por la falta que cometió, resistiendo a lo que el Hijo de Dios le decía, ensalzándose sobre los otros, y fiándolo todo a sus propias fuerzas y virtud. Santo Tomás.
34 e. Acabe de dar los tres cantos, que acostumbra.
36 f. Jesucristo, después de haber instituido la sagrada Eucaristía, permaneció aún algún tiempo a la mesa con sus discípulos, y les hizo el discurso que refiere San Juan (13,31ss; 14). Véase la nota que allí ponemos a dicho verso.
g. Llamada así por la fertilidad del terreno. San Jerónimo lo interpreta Vallis pinguissimo. Esta era un huerto o jardín al pie del monte de los Olivos, y como a mil pasos distante de la ciudad a la parte oriental. Al entrar en él mandó a sus discípulos, que le esperasen allí, mientras que él pasaba más adelante a orar, como tenía de costumbre.
37 h. El Señor escogió a estos tres, como los más señalados y distinguidos por su gracia: a estos había mudado el nombre, dando a Simón el de Cefas o Piedra, y el de Boanerges o hijos del trueno a Santiago y a Juan, sin duda para dar a entender que les destinaba para ser los principales ministros de su Evangelio; y así fueron mirados después como las primeras columnas de la Iglesia (Gál 2,9). A estos también había escogido, para que fuesen testigos de su transfiguración en el Tabor. El Griego: kái ademonéin, y a angustiarse sobremanera, a estar en una extrema agonía.
MS. E á seer triste é marrido. Parece que el Señor quiso como abandonarse a sí mismo, dando lugar a la mayor tristeza y aflicción que se ha conocido jamás. Consideraba por una parte la traición de Judas, la negación de San Pedro, el escándalo de los Apóstoles, la reprobación del pueblo de los judíos, y la funesta ruina de Jerusalén; y por otra veía, que iba a entrar en un mar de penas y dolores, en donde registraba una profundidad y extensión casi infinita. Se le representaron vivamente todos los pecados de todos los hombres, y sobre todo la ingratitud de aquel pueblo que había escogido entre todas las naciones; y los sacrilegios aun más sensibles de una infinidad de cristianos, que profanando la santidad de su profesión, no se aprovecharían del precio inestimable de su sangre. Esta tristeza fue tan profunda, que hubiera acabado con su vida, si el mismo Señor lo hubiera permitido. San Hilario, San Juan Crisóstomo y San Jerónimo.
39 i. El Señor pidiendo, que este cáliz pasase de él, si era posible, quiso representar la flaqueza de la naturaleza del hombre; y añadiendo: Mas no sea como yo lo quiero, sino como tú, nos dio ejemplo de aquella fortaleza con que hemos de seguir a Dios, aun cuando la naturaleza se oponga y haga esfuerzos en contrario. San Juan Crisóstomo. Jesucristo para consuelo de sus miembros flacos y enfermos sintió entonces la voluntad de la naturaleza humana de que estaba revestido, y que le inclinaba a desear, que este cáliz de su pasión pasase, si era posible, sin que él lo bebiese; mas al mismo tiempo hizo ver, que aun en medio de esta repugnancia que experimentó de la voluntad humana, estaba en una perfecta sumisión al querer de su Padre; porque siendo verdadero Hijo de Dios, quería todo lo que quería su Padre.
40 j. De aquí se ve, que su oración había durado una hora con poca diferencia.
41 k. Esto es, para que no caigáis en la tentación; porque es imposible, dice San Jerónimo, que el alma del hombre no sea tentada. Y por esto pedimos en la oración que el Señor nos enseñó, que no nos abandone a una tentación, de la cual no podamos salir victoriosos. Así que lo que pedimos a Dios, no es, que no seamos tentados, sino que nos de fuerzas para resistir a la tentación.
l. Esto es, como lo explica San Juan Crisóstomo, aunque queráis despreciar la muerte, no lo podréis hacer, si Dios no os alarga su mano para sosteneros, por la oposición natural que hay entre el espíritu y la carne del hombre. El espíritu fácilmente forma buenas resoluciones; pero cuando se trata de ponerlas en ejecución, halla mil obstáculos en las pasiones y afectos de la carne que prevalecen contra el espíritu, si no son fortificadas con la vigilancia y con la oración, para que el Señor no nos abandone. Los discípulos del Señor aprendieron bien pronto esto mismo por su propia experiencia; pues contra todas las protestas que habían hecho, le abandonaron y huyeron, y Pedro le negó tres veces.
43 m. MS. Apesgados.
45 n. Estas no son palabras de uno que manda o aconseja, sino del que reprende con enojo; como si dijera: No es ahora tiempo de dormir, sino de velar; mas, puesto que os empeñáis en dormir, dormid en hora buena. Es una concesión llena de ironía.
46 o. El Griego: egéiresthe, despertaos.
p. El Griego: ho paradidóus me, el que me entrega.
47 q. San Lucas nos dice (22,52), que acompañaban también a esta vil tropa algunos sacerdotes. Judas iba delante, algo apartado del resto de la gente, para dar sin duda menos que sospechar a Jesucristo y a sus Apóstoles de su mala voluntad; y por esta misma razón llegó a saludarle y a besarle como amigo siguiendo la costumbre de los judíos.
50 r. Las palabras llenas de suavidad, amor y dulzura que dijo el Señor a Judas, le hubieran podido hacer volver sobre sí, si hubiera habido cosa que pudiese tocar o mover su corazón. Al mismo tiempo nos enseñan a amar a nuestros enemigos, aun a aquellos mismos que sabemos que tienen voluntad de emplear todo su furor contra nosotros. San Hilario.
51 s. San Pedro.
t. Este se llamaba Malco.
52 u. Merecen perecer a espada; y cuando no paguen la pena por mano de los hombres, Dios los castigará con muerte violenta.
53 v. Un solo ángel quitó la vida en una noche sola (2Re 19,35), a ciento ochenta mil hombres del ejército de Senaquerib rey de los asirios. ¿Qué hubieran hecho doce legiones, que componían más de setenta y dos mil ángeles? Mas ¿para qué esto? si el Señor por sí mismo, y sin necesitar del socorro de los ángeles, hubiera podido acabar con todos en un momento, así como con una sola palabra los derribó en tierra, dejándolos aturdidos y asombrados. Esto fue, como observa San Juan Crisóstomo, queriendo acomodarse a la flaqueza de los Apóstoles, que no tenían aún de él toda la idea que debía; y hablándoles mas bien como Hijo del hombre que como Hijo de Dios. Los Apóstoles no acababan de comprender y concordar una tristeza tan terrible como la que habían visto poco antes en el Señor, con la omnipotencia de su divina naturaleza.
54 w. El se ofreció en sacrificio, porque quiso, y sin abrir su boca. El será conducido como una oveja para ser crucificado (Is 53,7).
56 x. He aquí en lo que paró toda la valentía de los Apóstoles que se ofrecieron a morir con el Señor. Aquí se vio cumplida la profecía de Zacarías (13,7), que se halla en el v. 31 de este mismo capítulo.
57 y. Esto fue poco antes de la media noche, porque el gallo cantó la primera vez, cuando el Señor estaba ya en casa de Caifás. Este había comprado a Herodes por una grande suma de dinero el pontificado de aquel año. San Jerónimo. Por la narración más extensa que se halla en San Juan (18,13), se conoce por lo claro que llevaron a Jesús primero a casa de Anás suegro de Caifás, y en seguida a casa de Caifás. Santo Tomás dice, que ambos a dos se juntaron en el palacio de Anás.
58 z. San Pedro huyó primero como los otros; pero volviendo un poco sobre sí, y acordándose sin duda de sus protestas, avergonzado volvió pasos atrás y comenzó a seguir a Jesús, bien que de lejos, como afirman los evangelistas, y porque su corazón, dice San Jerónimo, se iba apartando de su Maestro, estando ya muy cerca de negarle. Mas fuese por efecto de alguna centellita de amor que ardía todavía en su corazón o por curiosidad de ver el paradero de toda esta escena, tuvo valor para seguirle, para entrar en el mismo palacio de Caifás, y aun para estarse allí muy de asiento.
59 a. Algunos pretenden que fue Caifás el que le preguntó también acerca de sus discípulos y doctrina, como se lee en Jn 18,19ss. Véase la nota a este lugar. El Griego: kái hoi presbúteroi, y los ancianos o senadores.
60 b. Aquí se verificó lo del Salmo 53,7: Scrutati sunt iniquitates: defecerunt scrutantes scrutinio. Y lo del Salmo 26,12: Insurrexerunt in me testes iniqui, et mentita est iniquitas sibi.
c. MS. Á la postremeria.
61 d. Está más determinada esta expresión en el texto Griego que dice: kái diá trión hemerón, et per tres dies. Jesucristo hablando de su propio cuerpo, a quien llamaba templo, después de haber dicho a los judíos: Destruid este templo, añadió: Y yo lo restableceré: ó según la fuerza del texto sagrado, yo lo levantaré, ó también, yo lo resucitaré. Mas los judíos alteraron las palabras, y aplicándolas a su templo material, declararon que había dicho, que en tres días lo volvería a fabricar. De este modo, añadiendo y mudando alguna cosa, procuraban dar algún color de verdad y de justicia a la injusta acusación que formaban contra el Salvador. San Jerónimo, San Juan Crisóstomo y Santo Tomás.
62 e. MS. Testemunnan contra ti?
64 f. Tú lo dijiste: Quiere decir, como lo explica San Marcos (14,62): Yo soy, el que tú dices. Pero ya que no me creéis, cuando os declaro que yo soy el Cristo, por el estado humilde y despreciable en que me veis; esto no obstante, os digo ciertamente que seréis algún día convencidos de esta verdad, cuando sentado en el trono de mi gloria y sobre las nubes del cielo, vendré a juzgar a todo el mundo. Les dice, que esto será bien pronto; porque mil años para Dios son como el día de ayer, que pasó. Aunque el Señor no había dado respuesta a otras preguntas impertinentes, v. 62, al oír estas palabras, responde sin balancear, como fiel observador de la ley de Dios, porque esta ordenaba a todo israelita declarar sinceramente la verdad, cuando fuese requerido por el magistrado de parte de Dios (véase Lev 5,1). Aunque Caifás fuese intruso, esto no obstante, ocupaba el lugar de sumo sacerdote y de primer magistrado de la nación.
65 g. Los judíos, como dice San Jerónimo, acostumbraban rasgar sus vestiduras en señal de un gran dolor, y también para manifestar el horror que les causaba el oír una blasfemia. Y esto fue lo que hizo Caifás, faltando en ello a lo que prohibía expresamente la ley de Moisés al sumo sacerdote (Lev 21,10). Pero aunque con estas demostraciones exteriores dio a entender una grande indignación y pena; esto no obstante manifestó bien en las siguientes palabras el contento que recibía por haber sacado por último de la boca del Señor una confesión, por la cual, según su opinión, podía declarar que merecía la muerte.
67 h. Se vio entonces, como los sacerdotes del Dios vivo cubrieron de salivas aquel rostro adorable que será algún día el terror de todo el universo; aquel rostro que apareció a los Apóstoles tan brillante como el sol en el día de su transfiguración; se vio cómo unos viles siervos y soldados descargaban bofetadas sobre el sagrado rostro del supremo Señor de los hombres y de los ángeles; se vio en fin, cómo todo lo que había más grande y respetable en el ministerio de la Religión y en el gobierno del Estado, estaba confundido y mezclado con el pueblo más bajo para conspirar a una, y animados del mismo furor tratar con los más horribles desprecios a aquel de quien sólo habían recibido beneficios. Y por cuanto el Salvador había declarado que él era el Cristo, y por consiguiente aquel Profeta por excelencia, que el Señor en otro tiempo había prometido levantar en medio de su pueblo para que escuchasen su voz (Dt 17,15.18), le insultaron por este doble motivo; y vendándole los ojos, a cada golpe que le daban, le decían: Cristo, adivínanos, ¿quién es el que te ha herido?
71 i. Esta criada fue la que asistía a la puerta, y había introducido a Pedro, y viéndole a la lumbre, le preguntó, como de paso, según consta de San Lucas: ¿Por ventura tú también eres de los discípulos de este hombre? Lo que después confirmó y dijo, como parece de San Mateo y San Marcos: Tú también estabas con Jesús el Galileo. Pedro negó primeramente, y dijo que no le conocía, y luego se salió del atrio, mas no de la casa.
73 j. Otros de los que allí estaban, y uno de ellos pariente de Malco, conocieron que Pedro era galileo; porque la lengua de esta provincia tenía muchas palabras propias del idioma samaritano y siriaco, las cuales eran disonantes al oído de los jerosolimitanos. Esto mismo se experimenta en casi todas las provincias de un reino, en que aunque todos hablen un idioma común, cada una tiene, o pronunciación diferente, o idiotismos peculiares.
75 k. San Lucas dice (33,61), que el Señor volvió la cara para mirar a Pedro. Esta mirada del Señor le atravesó el corazón, y le hizo conocer el abismo en que había caído. Por lo cual tocado de una particular gracia suya, salió fuera, y lloró su pecado amargamente. San Agustín.
Fuente: Notas Bíblicas
[9] Ver notas de Mar 14:3.
[1] El Griego de Strong G4413. La palabra Girega aquí es protos, que dependiendo del contexto, puede significar “antes” como el primero de una serie de secuencias de eventos, o “primero” como en un número. Obviamente aquí significa “antes”, o el primero de una seria secuencial de eventos preparatorios, porque Yahshua murió en la tarde de la preparación y como tal fue muerto antes de la Pascua.
[2] Hebreo, Arameo y Talmud Bavli, Sanedrín 43, todos testifican que Yahshua fue colgado en la Pascua antes de los Panes Sin levadura.
[3] Vemos aquí otra vez que todavía no era Pascua, así que ciertamente no podía ser el primer día de los Panes sin Levadura, el cual es el día después a la Pascua.
[4] Refrencia de Shem Tov.
[5] Todas las 12 tribus representadas.
[6] Todo rabí ortodoxo Jabad aún hasta hoy tiene una Pascua adicional, como una lección de entrenamiento. Hoy día esta práctica se puede ver en el movimiento Lubavitj, cuando los Lubavitj se reunen la noche anterior a Pesaj, en lo que ellos llaman la Cena de Moshiaj, con la expectación de la venida de Moshiaj. Rabbi Israel Baal Shem Tov instituyo la costumbre de participar de la “Comida de Moshiaj,” en la tarde después de el ultimo diá de Pascua. Algunos consideran ésto una Pasqua aunque oficialmente es sólo una preparación para la venida de Moshiaj. En los diás de Yahshua, la comida adicional se tenía antes del Pasqua actual. Yahshua lo contempló y actuó como si fuera la Pascua, aunque realmente no era la Pascua. Esto que parece una contradicción es completamente entendido desde el punto con una mente Hebraíca.
[7] Esto habla acerca de la Casa de Judah que sería esparcida en en el 70 DC después de que Moshiaj fuera muerto.
[1] Referencia Shem Tov.
[2] Referencia Shem Tov.
[3] Referencia Shem Tov.
[4] Citando Sal 110:5, “YHWH a su mano derecha.”
[5] La versión rabínica, no la bíblica, la cual califica como blasfemia maldecir usando el Nombre, o eliminar el Nombre, como una contraposición a de hecho pronunciarlo.
[6] Referencia Shem Tov.
[15] Treinta siclos era el precio de un esclavo. Ex 21, 32.[23] Es probable que hubiera muchas fuentes o platos y que Jesús tuviera cerca de sí al traidor Judas.[25] Tal vez sin que lo oyeran los demás.[37] Permitiendo que su alma sintiese la amargura que inspira la proximidad de la muerte.[64] Tú lo dices era una fórmula modesta de responder sí, usada entre los hebreos y otras naciones orientales.[75] Habla del canto del gallo al amanecer.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat