Comentario de Mateo 26:57 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Los que habían prendido a Jesús le llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, donde los escribas y los ancianos se habían reunido.

26:57 Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos. — ¿A qué hora? ¿Por qué había tantos líderes reunidos a esa hora (más o menos a media noche)? Parece que desvelaron esperando este momento. La casa del sumo sacerdote debería ser el santuario de protección para los oprimidos, pero en esta ocasión era el trono de malicia e iniquidad. El Sanedrín quebrantó sus propias reglas: (1) juzgar crímenes capitales solamente de día (no en la noche); (2) no tener tal juicio durante alguna fiesta; (3) no terminar el juicio en una sola sesión (no terminarlo el mismo día a menos que el acusado fuera juzgado como inocente); (4) para comenzar el juicio se presentaba toda la evidencia para establecer la inocencia del acusado.

Jua 18:13-14, «le llevaron primeramente a Anás» (el sumo sacerdote según la ley de Moisés, pero quitado de su puesto por los romanos y su yerno Caifás servía en su lugar). Véase Jua 11:49-50, éste había dicho que «nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca».

— estaban reunidos los escribas y los ancianos — probablemente se reunieron al saber que Judas y los oficiales fueron para prender a Jesús. Dice Luc 22:66, «Cuando era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le trajeron al concilio», es decir, ahora se reunió formalmente todo el concilio.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Sal 56:5, Sal 56:6; Mar 14:53, Mar 14:54; Luc 22:54, Luc 22:55; Jua 11:49; Jua 18:12-14, Jua 18:24.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El Señor Jesús fue sometido a seis juicios: tres judíos y tres gentiles. El primer juicio judío fue ante Anás, quien no era el sumo sacerdote en ejercicio, pero era una poderosa influencia sobre el oficio de sumo sacerdote. Sólo Juan menciona este juicio (Jua 18:12-23). El segundo fue ante Caifás y el concilio judío. Claramente el concilio fue convocado precipitadamente con la esperanza de someter a juicio a Jesús. Mateo no menciona el juicio de Jesús ante Herodes Antipas (Luc 23:6-12); además reúne en uno los dos juicios ante Pilato (Mat 27:2, Mat 27:11-26). Los opositores de Jesús buscaban desesperadamente una base legal para condenarlo a la muerte.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

PRENDIERON A JESÚS. Un estudio de los sucesos desde el arresto de Cristo hasta su crucifixión puede ser muy provechoso. El orden es como sigue:

(1) el arresto (Mat 26:47-56; Mar 14:43-52; Luc 22:47-53; Jua 18:2-12);

(2) el juicio religioso ante Anás (Jua 18:12-14; Jua 18:19-24) y ante Caifás (Mat 26:57; Mat 26:59-68; Mar 14:53; Mar 14:55-65; Luc 22:54; Luc 22:63-65; Jua 18:24);

(3) la negación de Pedro (Mat 26:58; Mat 26:69-75; Mar 14:54; Mar 14:66-72; Luc 22:54-62; Jua 18:15-18; Jua 18:25-27);

(4) la condenación por el Sanedrín (Mat 27:1; Mar 15:1; Luc 22:66-71);

(5) la muerte de Judas (Mat 27:3-10);

(6) el juicio civil ante Pilato (Mat 27:2; Mat 27:11-14; Mar 15:2-5; Luc 23:1-5; Jua 18:28-38);

(7) el juicio ante Herodes (Luc 23:6-12), que lo devolvió a Pilato (Mat 27:11-26; Mar 15:6-15; Luc 23:11-25; Jua 18:28-40; Jua 19:1, Jua 18:4-16);

(8) el escarnio (Mat 27:27-30; Mar 15:16-19; Jua 19:2-3), después de lo cual Él fue golpeado y luego llevado para ser crucificado (Mat 27:31);

(9) la procesión hasta el Gólgota (Mat 27:31-34; Mar 15:20-23; Luc 23:26-33);

(10) la crucifixión (Mat 27:35, nota).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

sumo sacerdote Caifás. Vea la nota sobre el v.Mat 26:3. En Jua 18:13 vemos que Jesús fue llevado primero a Anás (antiguo sumo sacerdote y suegro de Caifás). Luego fue enviado a la casa de Caifás (Jua 18:24). La conspiración fue bien planificada, de forma que «los principales sacerdotes y los ancianos» (el sanedrín, vea la nota sobre el v.Mat 26:59) estaban ya reunidos en «asamblea» en la casa de Caifás listos para examinar a Jesús. La hora fue entre medianoche y el primer canto del gallo (v. Mat 26:74). Semejante audiencia era ilegal por varios motivos: los juicios criminales no debían ser tratados en la noche (vea la nota sobre Mat 27:1); los juicios de casos capitales podían ser tratados solamente en el templo y siempre en público. Vea la nota sobre Mat 27:2 para una completa cronología de los sucesos hasta el momento de la crucifixión.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

26:57 Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos. – ¿A qué hora? ¿Por qué había tantos líderes reunidos a esa hora (más o menos a media noche)? Parece que desvelaron esperando este momento. La casa del sumo sacerdote debería ser el santuario de protección para los oprimidos, pero en esta ocasión era el trono de malicia e iniquidad. El Sanedrín quebrantó sus propias reglas: (1) juzgar crímenes capitales solamente de día (no en la noche); (2) no tener tal juicio durante alguna fiesta; (3) no terminar el juicio en una sola sesión (no terminarlo el mismo día a menos que el acusado fuera juzgado como inocente); (4) para comenzar el juicio se presentaba toda la evidencia para establecer la inocencia del acusado.
Jua 18:13-14, «le llevaron primeramente a Anás» (el sumo sacerdote según la ley de Moisés, pero quitado de su puesto por los romanos y su yerno Caifás servía en su lugar). Véase Jua 11:49-50, éste había dicho que «nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca».
— estaban reunidos los escribas y los ancianos — probablemente se reunieron al saber que Judas y los oficiales fueron para prender a Jesús. Dice Luc 22:66, «Cuando era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le trajeron al concilio», es decir, ahora se reunió formalmente todo el concilio.

Fuente: Notas Reeves-Partain


EL JUICIO
ANTE LOS JUDÍOS

Mateo 26:57, 59-68

Los que habían apresado a Jesús Le condujeron a la casa del sumo sacerdote Caifás, donde estaban reunidos los escribas y los ancianos.

Los principales .sacerdotes y todo el sanedrín trataban de encontrar testimonio falso contra Jesús para condenarle a muerte; pero no lo podían encontrar, aunque se presentaron muchos testigos falsos. Después de un tiempo salieron al frente dos que dijeron:
-Este tipo dijo: «Puedo destruir el templo de Dios, y en tres días lo puedo reedificar.»

El sumo sacerdote se levantó y Le dijo a Jesús:

-¿Es que no vas a contestar nada? ¿Qué es lo que dicen estos testigos contra Ti?
Pero Jesús guardaba silencio. El sumo sacerdote Le dijo:
-Te conjuro por el Dios vivo que nos digas si eres Tú el Mesías, el Hijo de Dios.
-Tú eres el que lo has dicho -le contestó Jesús. Pero Yo os digo que desde ahora en adelante veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo en las nubes del Cielo.
Entonces el sumo sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo:
-¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Fijaos, vosotros mismos acabáis de oír Su blasfemia. ¿Qué opináis?
-¡Se ha hecho reo de la pena de muerte! -contestaron; y se pusieron. a escupirle en la cara; y a abofetearle; y algunos Le golpeaban las mejillas diciéndole:
-¡Profetízanos, Tú, el Ungido de Dios! ¿Quién es e? que Te ha pegado?

El proceso de Jesús no resulta fácil de seguir. Parece haberse desarrollado en tres partes. La primera parte tuvo lugar después del arresto en el huerto, durante la noche y en la casa del sumo sacerdote, y se describe en esta sección. La segunda parte tuvo lugar de madrugada, y se describe brevemente en Mt 27:1-2 . La tercera parte tuvo lugar ante Pilato, y se describe en Mt 27:11-26 . La pregunta que queda pendiente es la siguiente: ¿Fue la reunión de la noche una reunión del sanedrín, convocada apresuradamente, o fue meramente un interrogatorio preliminar a fin de formular una acusación, y la reunión de la madrugada fue la reunión oficial del sanedrín? Comoquiera que se conteste esa pregunta, los judíos violaron sus propias leyes en el juicio de Jesús; pero si la reunión de la noche fue una reunión del sanedrín, la violación fue aún más flagrante. En conjunto, parece que Mateo consideró la reunión nocturna la del sanedrín, porque en el versículo 59 dice que todo el sanedrín buscaba un falso testimonio para condenar a muerte a Jesús. Veamos primero este proceso desde el punto de vista judío.

El sanedrín era el tribunal supremo de los judíos. Lo componían escribas, fariseos, saduceos y ancianos del pueblo; en total, setenta y un miembros; y lo presidía el sumo sacerdote. Para un juicio como este, el quorum era de veintitrés. Había ciertas reglas. Todos los casos criminales tenían que juzgarse durante el día, y que terminarse durante el día. Los casos criminales no se podían juzgar durante la Pascua de ninguna manera. Solamente si el veredicto era «No culpable» podía un caso terminarse el mismo día que se había empezado; de otra manera, había que dejar pasar una noche antes de pronunciar el veredicto, para dar tiempo a que surgieran sentimientos de misericordia. Además, ninguna decisión del sanedrín era válida a menos que se reuniera en su sede oficial, el salón de la Piedra Tallada, en el recinto del templo. Toda evidencia tenía que probarse por dos testigos examinados separadamente, y que no tuvieran ninguna relación entre sí. Y el falso testimonio se castigaba con la muerte. La seriedad de la ocasión se le hacía sentir al testigo en los casos en que una vida estaba en litigio: » No olvides, oh testigo, que una cosa es dar evidencia en un caso de dinero, y otra en un juicio por la vida. En un caso de dinero, si el que da testimonio lo hiciera falsamente, el dinero puede compensar el error; pero en este caso, por una vida, si tú pecas, la sangre del acusado y la de su simiente hasta el fin de los tiempos se te imputará a ti.» Todavía más, en cualquier juicio el proceso empezaba poniendo delante del tribunal toda la evidencia a favor de la inocencia del acusado, antes. de presentar la evidencia en su contra.

Estas eran las reglas del propio sanedrín, y está suficientemente claro que en su ansia de desembarazarse de Jesús quebrantaron sus propias leyes. Los judíos habían llegado a tal cima del odio que cualquier medio estaba justificado para acabar con Jesús.

EL CRIMEN DE CRISTO

Mateo 26:57, 59-68 (conclusión)

El propósito principal de la reunión nocturna de las autoridades judías era la formulación de la acusación contra Jesús. Como ya hemos visto, toda evidencia tenía que garantizarse con dos testigos, separadamente interrogados. Durante un tiempo, ni siquiera dos testigos falsos se podía conseguir que estuvieran de acuerdo; y entonces se encontró una acusación, la de que Jesús había dicho que destruiría el templo y lo reedificaría en tres días.
Está claro que era una tergiversación de algo que Jesús había dicho. Él predijo -y correctamente- la destrucción del templo. Esto se había tergiversado para convertirlo en una acusación de que Él había dicho que El mismo destruiría el templo. Ya hemos visto que Jesús predijo que Le quitarían la vida, y en tres días resucitaría. Eso se tergiversó para que pareciera cale había dicho que reedificaría el templo en tres días.

Esta acusación se formuló repitiendo e interpretando deliberada y maliciosa y falsamente algunas cosas que Jesús había dicho. A esa acusación, Jesús se negó en rotundo a contestar. En eso la ley estaba de Su parte, porque a nadie se le podía obligar a contestar en un juicio a una pregunta que le inculpara.
Fue entonces cuando el sumo sacerdote lanzó la pregunta decisoria. Ya hemos visto que Jesús había advertido repetidas veces a Sus discípulos que no le dijeran a nadie que Él era el Mesías. Entonces, ¿cómo llegó a saber el sumo sacerdote hacer la pregunta que Jesús no podía rehusar contestar? Bien puede ser que, cuando Judas presentó información contra Jesús, también les dijo a las autoridades judías que Jesús les había revelado a Sus discípulos que Él era el Mesías. Bien puede ser que Judas quebrantara entonces intencionadamente el secreto que Jesús les había impuesto a Sus discípulos que no dijeran a nadie.
En cualquier caso, el sumo sacerdote hizo la pregunta, y la hizo formulándola con un juramento: «¿Eres Tú el Mesías? -preguntó- ¿Pretendes ser el Hijo de Dios?» Este fue el momento crucial del juicio. Bien podríamos decir que todo el universo contuvo la respiración esperando la respuesta de Jesús. Si Jesús decía: «No,» el juicio perdía su razón de ser; no se Le podía acusar de nada. Jesús podía decir simplemente: «No» , y salía libre y Se escapaba antes de que el sanedrín pudiera urdir otra manera de enredarle. Por otra parte, si decía: «Sí», firmaba Su propia sentencia de muerte. Nada más que un simple «Sí» se necesitaba para convertir la Cruz en algo definitivo e inescapable.

Puede ser que Jesús Se detuviera y guardara silencio un momento otra vez para calcular el costo antes de hacer la gran decisión; y entonces dijo «Sí». Pero dijo más: Citó a Dn 7:13 con su gráfica profecía del triunfo definitivo y de la majestad del Escogido de Dios. Sabía muy bien lo que estaba haciendo. Inmediatamente surgió el clamor de «¡Blasfemia!» Se rasgaron vestiduras en una especie de horror sintético e histérico; y Jesús fue condenado a muerte.

Luego siguió el escupirle, el abofetearle, el golpearle el rostro en burla. Hasta las cosas externas de la justicia se olvidaron, y la hostilidad venenosa de las autoridades judías se manifestó. Esa reunión nocturna había empezado como .un tribunal de justicia, y acabó en una manifestación frenética de odio, en la que no se hizo el menor intento de mantener ni siquiera las superficialidades de una justicia imparcial.

Hasta el día de hoy, cuando una persona se encuentra cara a cara con Jesucristo, tiene que odiarle o amarle; no puede hacer más que someterse a El o desear destruirle. Ninguna persona que se dé cuenta de lo que Jesucristo exige puede ser neutral. Tiene que ser, o Su aliada, o Su enemiga.

EL FALLO DEL CORAJE

Mateo 26:57-58, 69-75

Los que habían detenido a Jesús se Le llevaron a la casa del sumo sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro siguió a Jesús a distancia hasta el patio de la casa del sumo sacerdote, y entró y se sentó entre los servidores para ver en qué paraba todo.

Pedro estaba fuera, sentado. en. el patio. Una criada se le acercó y ,le dijo:

-¡Tú también estabas can Jesús el Galileo!

Pedro lo negó delante de todos los qué estaban allí, y dijo: –

-¡No sé de lo que estás hablando!

Cuando se salió del porche, le vio otra mujer y les dijo a los que estaban allí.-

-¡Este también estaba con Jesús de Nazaret!
Y de nuevo Pedro lo negó, jurándolo:
-¡Yo ni siquiera conozco a ese Hombre!

Un poco después, los que se encontraban allí le -dijeron a Pedro:
-Seguro que tic también eras uno de ellos; se te nota por el acento.

Entonces Pedro se puso a maldecir y a jurar:

-¡No conozco a ese Hombre!

Inmediatamente después cantó el gallo. Entonces se acordó Pedro de que le había dicho Jesús: «Antes que cante el gallo, Me negarás tres veces.» Y salió, y lloró amargamente.

No se puede leer este pasaje sin sentirse impresionado por la sorprendente sinceridad del Nuevo Testamento. Si hubo alguna vez un incidente que uno habría esperado que se silenciara, sería este; y sin embargo se nos cuenta aquí con todo su vergonzoso realismo. Sabemos que Mateo siguió muy de cerca la narración de Marcos; y esta historia se cuenta en el evangelio de Marcos todavía con más detalles (Mr 14:66-72 ). También sabemos, por Papías, que el evangelio de Marcos no es otra cosa que el texto escrito de los materiales de la predicación de Pedro. Así es que llegamos al hecho sorprendente de que poseemos la historia de la negación de Pedro porque el mismo Pedro la contaba.

Lejos de suprimir esta historia, Pedro la incluía como una parte esencial del Evangelio; y lo hacía por las mejores razones. Cada vez que contara la historia, diría: «Así es como perdona. Jesús. Él me perdonó a mí cuando Le fallé en la hora de Su máxima amargura. Eso es lo que Jesús es capaz de hacer. Me tomó a mí, el cobarde de Pedro, -y hasta a mí me usó.» No, debemos leer nunca esta historia sin recordar que fue el mismo Pedro el que tuvo un interés especial en que nos llegara la vergüenza de su pecado para que todos conozcamos la gloria del amor perdonador y el poder purificador de Jesucristo.
Y, sin embargo, sería un error mirar a Pedro con nada más que una condenación inflexible. El hecho luminoso es que el desastre que le sucedió a Pedro es el que solamente le podía suceder a una persona que tuviera el coraje más heroico. Todos los otros discípulos .huyeron; Pedro fue el único que no huyó. En Palestina, las casas de la gente bien estaban construidas en forma de cuadrado hueco alrededor de un patio al que daban las habitaciones. Para Pedro, el entrar en el patio que estaba en el centro de la casa del sumo sacerdote era meterse en la boca del lobo; y sin embargo lo hizo. Cualquiera que fuera el final de esta historia, empezó con Pedro como un hombre de valor.
La primera negación tuvo lugar en el patio; sin duda la criada se había fijado en Pedro como uno de los más señalados seguidores de Jesús, y le había reconocido. Después de que le reconocieron, cualquiera habría supuesto que Pedro habría salido huyendo; un cobarde se habría perdido en la oscuridad de la noche lo más pronto posible; pero Pedro no; sólo se retiró al porche. Estaba desgarrado entre dos sentimientos: tenía en el corazón un miedo que le hacía querer huir; pero tenía también en el corazón un amor que le mantenía allí. De nuevo, alguien le reconoció en el porche; y esta vez juró que no conocía a Jesús. Y todavía no se fue. Aquí tenemos una muestra del coraje más persistente.
Pero la segunda negación de Pedro le delató. Por su acento se le había notado que era galileo. Los galileos hablaban con un deje especial; los puristas lo consideraban tan inaceptable que a ningún galileo se le permitía pronunciar la bendición en el culto de la sinagoga. Una vea más Pedro fue acusado de ser seguidor de Jesús. Pedro llegó más lejos esta vez: no solamente juró que no conocía a Jesús, sino que llegó hasta a maldecir Su nombre. Pero con todo y con eso aún está claro que Pedro no tenía intención de marcharse del patio. Y entonces cantó el gallo.

Hay una curiosa posibilidad aquí que prestaría un curioso colorido al pasaje. Puede que el canto del gallo no fuera el de esa ave de corral; y que desde un principio no se entendió que lo fuera. Después de todo, la casa del sumo sacerdote estaba en el mismo centro de Jerusalén, y no se supone que había corrales en esa zona. Había de hecho una regla de la ley judía de que era ilegal tener gallos y gallinas en la Santa Ciudad porque contaminaban las cosas santas. Pero la hora de las 3 de la madrugada se llamaba el canto del gallo, y esto por la siguiente razón. A esa hora cambiaba la guardia romana en el castillo de la torre Antonia; y la señal del canto de la guardia era un toque de trompeta. El nombre latino para el toque de trompeta era gallicinium, que quiere decir el canto del gallo. Es por lo menos posible que precisamente en el momento que Pedro hizo su tercera negación la trompeta de las almenas de la torre Antonia tocó el gallicinium sobre la ciudad dormida; y Pedro se acordó, y salió y derramó su corazón en llanto.

Lo que sucedió con Pedro después de esto no lo sabemos, porque la historia evangélica corre un amable velo sobre la agonía de su vergüenza. Pero antes de condenarle debemos reconocer que pocos de nosotros habríamos tenido el coraje de permanecer en aquel patio. Y hay otra cosa que debemos decir: fue el amor lo que le dio a Pedro aquel coraje; fue el amor lo que le clavó allí a pesar del hecho de que le habían reconocido tres veces; y fue el amor lo que le hizo recordar las palabras de Jesús; y fue el amor lo que le echó afuera para llorar; y es el amor lo que cubre multitud de pecados. La impresión que nos deja esta historia no es la de la cobardía de Pedro, sino la de su amor.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— Caifás: Ver nota a Mat 26:3.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El juicio judío (ver Mar. 14:53-65; cf. Luc. 22:54, 55, 63-71). La pena de muerte sólo podía ser pronunciada por el gobernador romano (Juan 18:31), así que otro juicio, ahora romano, sería necesario (27:11-26). Pero esta audiencia ante el Sanedrín, la corte suprema judía, era el clímax de la confrontación que se había ido acumulando desde el cap. 21. Durante la audiencia Jesús declaró abiertamente su propia autoridad (64), y los miembros del Sanedrín despreciativamente lo repudiaron (65-68), cumpliendo de esta manera la predicción de Jesús en 16:21.

El relato de Lucas sugiere que el veredicto se obtuvo por la mañana (cf. 27:1, 2). Es probable que este párrafo breve simplifica una sesión caótica y compleja que duró casi toda la noche, en vez de ser un juicio formal y bien preparado. El procedimiento normal de testigos con su interrogatorio para comprobar lo dicho anteriormente ocurrió, pero Mateo indica que la atmósfera estaba muy lejos de ser imparcial (59).

No se nos dice cuál fue la acusación contra Jesús de parte de los testigos falsos (59, 60). Pero la supuesta expresión de Jesús: Puedo derribar el templo de Dios y edificarlo en tres días no se dice que sea falsa y fue dicha por dos testigos, lo que le dio validez (Deut. 17:6). Aunque Jesús, según Mateo, no había amenazado con destruir el templo él mismo, las declaraciones como en 23:38; 24:2 (y 12:6), juntamente con la acción violenta en 21:12, 13, le dio credibilidad, y Juan 2:19 registra palabras muy cercanas a éstas. Una amenaza al templo era amenazar todo lo que era más precioso en la vida y culto de Israel.

El Mesías restauraría, aun reconstruiría, el templo, de modo que la pregunta de Caifás en el v. 63 siguió lógicamente de la acusación en el v. 61 pero en términos más explícitos. Por fin Jesús quebranta su silencio con una declaración desafiante de quién era él verdaderamente. El es de veras el Cristo, el Hijo de Dios; su respuesta cuidadosa: Tú lo has dicho, sin embargo, sugiere que él repudia la construcción que Caifás pondría a esos títulos. El prefirió usar el título que él mismo había escogido, el Hijo del Hombre, y al combinar palabras tomadas del Sal. 110:1 y de Dan. 7:13 demostró la verdadera naturaleza de la autoridad del Hijo del Hombre. Se hallaría no en un reinado terrenal, sino por medio de su coronación a la diestra de Dios en el cielo. Ellos verían la verdad de todo esto cuando el prisionero que estaban condenando fuera vindicado por Dios en la resurrección y el triunfo de su evangelio en el mundo.

Si este reclamo extravagante no fuera cierto, sería blasfemia. Las acciones violentas de los miembros del Sanedrín (65, 67, 68) expresaron su repudio total a este impostor.

Notas. 62, 63 El silencio de Jesús ante la condena injusta hace recordar Isa. 53:7, 8. 63 Algunos judíos hablaban del Mesías como el Hijo de Dios (basados en 2 Sam. 7:14; Sal. 2:7). El asunto fue motivado por el reclamo implícito de Jesús en 21:37-39 (y sus enseñanzas en privado, ¿comunicadas por Judas?). 64 Véase el comentario sobre 10:23; 16:28; 24:30 para el significado del idioma (tomado de Dan. 7:13) acerca del Hijo del Hombre … viniendo en las nubes del cielo. Es lenguaje de coronación, en vez de una referencia a una venida a la tierra. 68 Se pensaba que el Mesías podría reconocer a las personas aunque tuviera los ojos vendados.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

h 1346 Mar 14:53; Jua 18:13

i 1347 Luc 22:54

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

El doble juicio de Jesús involucró tres fases cada uno. El religioso: 1) Ante Anás (Jn 18:12– 14, 19– 23); 2) ante Caifás (26:57– 75); y 3) ante el Concilio (27:1– 10). El político y civil: 1) Ante Pilato (27:11– 14); 2) ante Herodes (Lc 23:6– 12); y 3) ante Pilato de nuevo (Mt 27:15– 26).

el sumo sacerdote Caifás. Véase coment. en el vers. 3.

Fuente: La Biblia de las Américas

57 (a) vs.57-68: Mar_14:53-65 ; Luc_22:54 ; Jua_18:12-14 , Jua_18:19-24

57 (b) Mat_26:3

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

El orden del procesamiento de Jesús es como sigue:

1) la audiencia ante Anás (Jua 18:12-14; Jua 18:19-23);

2) el proceso ante Caifás y el sanedrín (Mat 26:57-68; Mat 27:1);

3) la primera audiencia ante Pilato (Mat 27:2; Mat 27:11-14);

4) audiencia ante Herodes (Luc 23:6-12); y

5) una segunda prueba ante Pilato (Mat 27:15-26).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

En estos versículos se nos refiere cómo nuestro Señor fue conducido ante Caifás, el sumo sacerdote, y cómo fue declarado culpable por él. Así convenía que sucediese: ya se había llegado el gran día de la expiación. Era propio que el sumo sacerdote desempeñase la parte que á él correspondía, diciendo antes de que la víctima fuese conducida al suplicio que sobre El gravitaba el pecado.
Observemos que, los príncipes de los sacerdotes fueron los principales agentes que contribuyeron á verificar la muerte de nuestro Señor. El pueblo judío no tomó tanto empeño en la ejecución del hecho atroz, como Caifás y sus compañeros, los príncipes de los sacerdotes.
Este es un hecho instructivo, y merece notarse. Es una prueba clara de que la circunstancia de ocupar una posición eclesiástica muy elevada no libra á nadie de cometer errores crasos en doctrina, y graves pecados en la práctica. Los sacerdotes judíos podían trazar su genealogía hasta Aarón, de quien eran descendientes hereditarios. Su carrera era señaladamente santa, y aparejaba deberes peculiares. Y no obstante esos mismos hombres fueron asesinos de Jesús.
Guardémonos de considerar á los eclesiásticos como infalibles. Las órdenes de que se hallan revestidos, aunque les hayan sido conferidas de acuerdo con todas las formalidades del caso, no pueden asegurarnos de que jamás extravíen ó aun causen la pérdida de las almas. La máxima establecida por Isaías debe servirnos de guía: » Á la ley y al testimonio: si no dijeren conforme á esto, es porque no les ha amanecido.» Isa 8:20.
Observemos en seguida de qué manera tan completa manifestó nuestro Señor á los Judíos su Mesiazgo y su segundo advenimiento.
El obstinado judío de nuestros días no puede decirnos que sus antepasados ignoraban que Jesús fuese el Mesías. La contestación que nuestro Señor dio á la conjura del sumo sacerdote contradiría su aseveración. No solo manifestó Jesús ante el concilio que El era el Cristo, el Hijo de Dios, sino que advirtió que aunque todavía no había aparecido en gloria, según ellos lo esperaban, alguna vez se llegaría el día en que así lo hiciera.
Notemos, además, cuanto tuvo que sufrir nuestro Señor ante el concilio, principalmente á causa de los falsos testigos y del escarnio.
La mentira y el ridículo son armas favoritas del demonio. «El es mentiroso y padre de mentira.» Joh 7:18. Esas armas fueron empleadas contra nuestro Señor constantemente durante su ministerio. Le llamaron glotón, bebedor de vino, amigo de publícanos y pecadores; y con desprecio lo denominaron samaritano.
Los últimos ultrajes que se le hicieron estaban en armonía con los primeros que se le habían arrojado. Satanás excitó á sus enemigos para que cometieran con él infamia sobre infamia. Apenas acababa de declarársele culpable, cuando empezaron á abrumarlo con toda clase de vejámenes. Le escupieron el rostro y le dieron de bofetadas; le dieron de puñadas, y le dijeron por burla: «Profetízanos, oh Cristo, ¿quién es el que te ha herido?.
¡Cuan asombroso, cuan extraño parece todo esto! Qué maravilla tan grande no es que el Santo Hijo de Dios se sometiera á tantos ultrajes para redimirnos á nosotros, miserables pecadores. Qué maravilla tan estupenda no es también que todo fuera predicho detalladamente setecientos años antes de que sucediese. Isaías había escrito estas palabras: » No escondí mi rostro de las injurias y escupidura.» Isa 50:6.

Fuente: Los Evangelios Explicados