Biblia

Comentario de Mateo 26:69 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Mateo 26:69 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pedro estaba sentado afuera en el patio, y se le acercó una criada diciendo: —¡Tú también estabas con Jesús el galileo!

26:69 Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. 70 Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. — Pedro había confesado a Jesús como el Cristo (16:16, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”). Cuando Cristo preguntó “a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jua 6:67-68). El había estado muy confiado y seguro que nunca negaría a Cristo. Luc 22:1-71, “33 El le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte”. Como dice ATR, “No hay excusa posible por las infames negaciones de Pedro”, pero tampoco se puede negar que él mostró su valentía cuando llegaron para prender a Jesús: “sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja” (26:51). Jesús no permitió que lo defendiera con espada, diciéndole, “Vuelve tu espada a su lugar”. Ahora le niega. Después se arrepintió de este mal y “lloró amargamente” (v 75). Para nosotros es difícil (tal vez imposible) comprender la confusión que los apóstoles sentían en esos momentos. Hasta esa misma noche en que Jesús fue entregado todavía había disputa entre ellos sobre quién de ellos sería el mayor en el reino (véase Luc 22:24). Se habla mucho de la cobardía de Pedro y que había sido demasiado confiado, etc., pero si los apóstoles hubieran entendido y aceptado el significado de la muerte y resurrección de Jesús, es muy probable que su comportamiento habría sido muy diferente esa noche. No olvidemos su valor a partir del día de Pentecostés.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

y Pedro estaba sentado fuera. Mat 26:58; 1Re 19:9, 1Re 19:13; Sal 1:1; Mar 14:66-68; Luc 22:55-57; Jua 18:16, Jua 18:17, Jua 18:25; 2Pe 2:7-9.

Tú también estabas con Jesús el galileo. Mat 26:71; Mat 2:22, Mat 2:23; Mat 21:11; Jua 1:46; Jua 7:41, Jua 7:52; Hch 5:37.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La maldición de Pedro significa que invocó maldiciones sobre sí mismo si conocía al Señor. El juramento demuestra que él no conocía a Cristo Jesús.

enseguida cantó el gallo: Algunos han visto una contradicción entre este pasaje, donde se dice que el gallo cantó (presumiblemente una vez) después que Pedro negó a Jesús tres veces, y la declaración en el Evangelio de Marcos que el gallo iba a cantar dos veces. Esto entonces querría decir que hay más de tres cantos; habría un total de seis (Mar 14:72). Otros creen que para ver una contradicción es simplemente forzar la lectura del texto. Mateo, Lucas y Juan dan la simple declaración que un gallo cantaría (Mat 26:75; Luc 22:61; Jua 18:27), mientras Marcos enfatiza el número exacto de veces que el gallo cantaría. Obviamente el número de veces estaba mucho más en la mente de Pedro que en los otros escritores de los Evangelios pues sólo les preocupaba la señal general de la negación. Estos creen que no hay razón para postular dos cantos del gallo separados y seis negaciones de Pedro.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

26:69 Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. 70 Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. – Pedro había confesado a Jesús como el Cristo (16:16, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”). Cuando Cristo preguntó “a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jua 6:67-68). El había estado muy confiado y seguro que nunca negaría a Cristo. Luc 22:1-71, “33 El le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte”. Como dice ATR, “No hay excusa posible por las infames negaciones de Pedro”, pero tampoco se puede negar que él mostró su valentía cuando llegaron para prender a Jesús: “sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja” (26:51). Jesús no permitió que lo defendiera con espada, diciéndole, “Vuelve tu espada a su lugar”. Ahora le niega. Después se arrepintió de este mal y “lloró amargamente” (v 75). Para nosotros es difícil (tal vez imposible) comprender la confusión que los apóstoles sentían en esos momentos. Hasta esa misma noche en que Jesús fue entregado todavía había disputa entre ellos sobre quién de ellos sería el mayor en el reino (véase Luc 22:24). Se habla mucho de la cobardía de Pedro y que había sido demasiado confiado, etc., pero si los apóstoles hubieran entendido y aceptado el significado de la muerte y resurrección de Jesús, es muy probable que su comportamiento habría sido muy diferente esa noche. No olvidemos su valor a partir del día de Pentecostés.

Fuente: Notas Reeves-Partain

El fracaso de Pedro (ver Mar. 14:66-72; Luc. 22:55-62). En los vv. 31-35 Jesús predijo este fracaso patético, y en el v. 58 dio la escena. Al entretejer los relatos de Jesús y Pedro en la casa de Caifás, Mateo nos invita a comparar a los dos hombres que estaban bajo presión. Mientras que Jesús se mantuvo firme, Pedro respondió a la presión en aumento con negaciones violentas crecientes. En esta agrupación de sureños hostiles, él repudió a Jesús el galileo (69), a Jesús de Nazaret (71), aunque no pudo esconder su acento galileo (73). La historia termina con el remordimiento de Pedro, pero no su restauración. Mateo no lo menciona más por nombre, aunque existe un amplio indicio en la mención de los “once discípulos” de 28:16.

Nota. 74 El verbo usado para maldecir generalmente indica perjurar en contra de alguna otra persona. Pedro, aparentemente, estaba preparado aun a maldecir a Jesús (como lo hicieron más tarde algunos cristianos obligados para evitar la ejecución).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

g 1372 Luc 22:57; Jua 18:17

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

69 (1) ¡Pedro no pudo estar firme ni siquiera ante una mujer pequeña y frágil!

69 (a) Vs.69-75: Mar_14:66-72 ; Luc_22:55-62 ; Jua_18:15-18 , Jua_18:25-27

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

En estos versículos se nos refiere un acontecimiento muy notable ó instructivo: el acto de negar Pedro á Jesucristo. Es ese uno de los sucesos que prueban la autenticidad de la Biblia. Si el Evangelio hubiera sido mera invención humana, no se nos habría referido que uno de los principales hombres que lo predicaron llegó á extraviarse del verdadero sendero hasta el punto de negar á su Maestro.
Lo primero que llama nuestra atención es, la naturaleza del pecado del cual Pedro se hizo culpable.
Fue un pecado atroz. Pedro había acompañado á Jesús por tres años, y declarado amor y fe hacia El de una manera decidida á la vez que espontánea; había sido objeto de bondades y favores sin límites de parte de su Maestro, quien lo había tratado como amigo íntimo, y sin embargo de todo le niega. Qué maldad tan negra. Además, el pecado fue cometido bajo circunstancias muy agravantes. Pedro había tenido aviso en términos claros del peligro en que se encontraba; y acababa recibir de manos de nuestro Señor el pan y el vino, y de declarar enérgicamente que aunque muriese con El no lo negaría. Y, finalmente, fue cometido, según se puede juzgar, sin haber sido tentado á ello con mucha fuerza. Dos débiles mujeres dijeron que había estado con Jesús, y algunos de los hombres que estaban de pié hicieron una observación semejante. No se le amenazó, ni se empleó con él la violencia. Mas eso fue lo bastante para hacer desvanecer su fe: ¡negó delante de todos, negó con juramentos y maldiciones! Fijémonos en ese cuadro vergonzoso, é imprimámoslo en nuestra mente.
Enséñanos claramente que los más santos de los humanos no son sino hombres, y eso llenos de debilidades y flaquezas.
Nos llaman la atención, en segundo lugar, los diversos pasos en serie descendiente por los cuales vino Pedro á negar á nuestro Señor.
El primero fue la confianza en sí mismo: él había dicho que aunque todos se escandalizasen, él no se escandalizaría. El segundo fue la indolencia: en vez de velar y orar como le dijo su Maestro, se durmió. El tercero fue el de tomar un partido medio, impulsado por la cobardía: en vez de mantenerse al lado de su Maestro, lo abandonó primero y luego lo siguió desde lejos. El cuatro fue el de mezclarse en mala compañía, sin haber necesidad para ello: entró al palacio del sacerdote y se sentó con los criados como si perteneciese á su círculo. Y después de todo, el último paso con el cual se precipitó en el abismo: las maldiciones, los juramentos y la negativa tres veces pronunciada. Por sorprendente que ello parezca, esa caída no fue sino la cosecha de lo que él mismo había sembrado.
Meditemos en ese suceso de la historia de Pedro. Es sumamente instructivo para todos los que se llaman cristianos. Las enfermedades graves rara vez atacan el cuerpo sin que las preceda una serie de síntomas previos. Y un creyente rara vez incurre en graves caídas, sin haberse apartado antes de la vía recta. Los hombres caen en secreto antes de caer en público. El árbol cae con grande estrépito, pero la carcoma que secretamente lo ha corroído no se nota sino cuando yace en el suelo.
Lo último que nos llama la atención es el pesar que el pecado le causó a Pedro. Al fin del capítulo se nos dice que salió y lloró amargamente.
Esas palabras merecen más atención de lo que generalmente se cree Millares de personas han leído la historia de Pedro sin reparar en su llanto y su arrepentimiento.
Ese llanto nos deja conocer que existe una relación muy íntima entre el alejamiento de los senderos de Dios y la desgracia. La Providencia en su misericordia ha dispuesto que, en cierto sentido, la santidad de vida lleve en sí su propio galardón. La tristeza, la intranquilidad de conciencia, la falta de esperanza y las dudas que atormentan, serán siempre el resultado de la tibieza y las inconsecuencias religiosas, pues como ha dicho Salomón, «de sus caminos será harto el apartado de razón.» Pro 14:14. Si queremos gozar paz interna, sigamos el sendero que Dios nos ha señalado.
El llanto de Pedro nos deja conocer también en qué consiste la diferencia entre el hipócrita y el verdadero creyente.
Cuando aquel incurre en algún pecado grave, por lo general cae para no volverse á levantar; porque no posee dentro de su pecho un principio que lo eleve: cuando éste cae, se levanta de nuevo por medio del arrepentimiento; y, auxiliado por la gracia de Dios, mejora de vida. Que ninguno se lisonjee con la idea de que puede pecar impunemente, porque David cometió adulterio y Pedro negó á su Señor. No hay duda de que esos creyentes pecaron gravemente; pero también es cierto que no continuaron en sus pecados, mas se arrepintieron y lamentaron su caída.

Fuente: Los Evangelios Explicados

R674 Μία se usa como un artículo indefinido: una criada.

R1182 En καὶ σὺ ἦσθα, καί comienza la oración, porque la conexión es con una idea no expresada: Tú también estabas con.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego