Mientras salían, hallaron a un hombre de Cirene llamado Simón. A éste le obligaron a cargar la cruz de Jesús.
27: 32 Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz. — Mat 5:41, los romanos obligaron a los judíos a llevar cargas. Jesús ya había sufrido mucho por la experiencia en Getsemaní, por desvelar, por los procesos injustos, por el escarnecimiento, y sobre todo por el azotamiento que podía ser mortal. Todas estas experiencias habían dejado a Jesús completamente debilitado. Tal vez los romanos temían que El se desmayara y muriera y querían estar seguros que vivía para ser clavado en la cruz. Luc 23:27-31, «Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él…» Estas eran «Hijas de Jerusalén» no de Galilea, porque algunas de ellas verían la destrucción de Jerusalén. Jesús se preocupaba por otros aun en medio de su sufrimiento intenso. Compárese Jua 19:26-27, su preocupación por su madre.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
y saliendo. Lev 4:3, Lev 4:12, Lev 4:21; Núm 15:35, Núm 15:36; 1Re 21:10, 1Re 21:13; Hch 7:58; Heb 13:11, Heb 13:12.
hallaron a un hombre. Mat 16:24; Mar 15:21; Luc 23:26.
de Cirene. Hch 2:10; Hch 6:9; Hch 11:20; Hch 13:1.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
obligaron: El mismo verbo se usa en Mat 5:41, refiriéndose al poder del ejército romano para demandar algo de una persona. Los azotes indudablemente dejaron a Jesús e incapaz de llevar su cruz, entonces un guardia romano ordenó a Simón llevar la cruz.
Simón debe de haber sido (o más tarde llegó a ser) un cristiano; es improbable que se le llamara por nombre si era ajeno a la comunidad cristiana. Este Simón era padre de Alejandro y Rufo (Mar 15:21).
Cirene, localizado en el norte de África, era el hogar de un gran número de judíos (Hch 6:9).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Cirene. Una ciudad del N de África. Evidentemente, el azotamiento había debilitado tanto a Jesús que era incapaz de llevar la cruz. Esta es otra imagen conmovedora de su humanidad, asediado por todas las debilidades humanas excepto el pecado (Heb 4:15).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
27: 32 Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz. — Mat 5:41, los romanos obligaron a los judíos a llevar cargas. Jesús ya había sufrido mucho por la experiencia en Getsemaní, por desvelar, por los procesos injustos, por el escarnecimiento, y sobre todo por el azotamiento que podía ser mortal. Todas estas experiencias habían dejado a Jesús completamente debilitado. Tal vez los romanos temían que El se desmayara y muriera y querían estar seguros que vivía para ser clavado en la cruz.
Luc 23:27-31, «Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él…» Estas eran «Hijas de Jerusalén» no de Galilea, porque algunas de ellas verían la destrucción de Jerusalén. Jesús se preocupaba por otros aun en medio de su sufrimiento intenso. Compárese Jua 19:26-27, su preocupación por su madre.
La Biblia no describe la cruz (STAUROS, palo, estaca) de Cristo. Dicen los “testigos” del Atalaya que no había pieza transversal, pero Tomás dijo, “Si no viere en sus manos la señal de los clavos… ” (Jua 20:25), dando a entender que cada mano fue clavada a la pieza transversal, pues si las manos se hubieran clavado al palo perpendicular, sólo un clavo se habría requerido. Tanto los pies como las manos fueron clavados, pues Jesús dijo a los discípulos (Luc 24:39), “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy” (véase Sal 22:16). Otro detalle que indica que había pieza transversal fue el título largo que “pusieron sobre su cabeza”: “ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS”.
Según el historiador Josefo, la crucifixión era una práctica común en Palestina. Esta era una de las peores formas de tortura y uno de los métodos de ejecución más cruel que jamás se hubiera inventado. Era la pena mortal diseñada para producir una muerte muy lenta, pues algunos duraban días en la cruz antes de morir. Era reservada para los traidores, los revolucionarios y otros de los peores criminales. Aun los escritores romanos pensaban que era una muerte terrible. Cicerón dijo que era cruel y horrible y Tácito dijo que era una muerte indescriptible.
Esto es muy cierto, porque no hay palabras que puedan describir las agonías de la cruz: la inflamación de las heridas, las congestiones, el dolor causado por los tendones desgarrados, la fiebre, un fuerte dolor de cabeza y una sed horrible. Era sumamente difícil respirar, mayormente exhalar, y puesto que se requiere la exhalación para hablar, cada palabra que Jesús pronunciaba era con mucho dolor. La palabra inglesa excruciating que se usa para describir el dolor agudísimo, viene del latín excruciatus que significa “de la cruz”.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA CRUZ Y LA VERGÜENZA
Mateo 27:32-44
Cuando iban saliendo, se encontraron a un cireneo que se llamaba Simón, y le requisaron para que llevara la Cruz de Jesús. Cuando llegaron al lugar que se llama Gólgota (que quiere decir El lugar de la Calavera), Le ofrecieron vino mezclado con hiel para que lo bebiera; pero, cuando Jesús lo probó, no quiso seguir bebiendo. Cuando ya Le habían crucificado, se repartieron Su ropa echándola a suertes; y, allí sentados, Le observaban. Habían colocado sobre Su cabeza un cartel escrito con la acusación por la que Le ajusticiaban: «Este es Jesús, el Rey de los judíos.» Luego crucificaron a dos malhechores, uno a Su derecha y otro a Su izquierda. Los que pasaban por allí no hacían más que lanzarle insultos. No hacían más que sacudir la cabeza y decir:
-¡El que destruías el templo y lo edificabas en tres días: Sálvate a Ti mismo! ¡Si eres de veras el Hijo de Dios, bájate de la Cruz!
Lo mismo hacían los principales sacerdotes y los escribas y los ancianos burlándose de Él:
-¡Salvó a otros -no hacían más que decir-, y no se puede salvar a Sí mismo! ¡El Rey de Israel! ¡Que baje ahora de la Cruz, y creeremos en Él! ¡Confió en Dios: Que Dios Le libre ahora si Le quiere; porque Él dijo: «Yo soy el Hijo de Dios»!
Hasta los bandidos que estaban crucificados con Él Le lanzaban los mismos oprobios.
La historia de la crucifixión no necesita comentario; todo su poder reside sencillamente en contarla. Lo único que podemos hacer es pintar su trasfondo para que el cuadro aparezca lo más claro posible.
Cuando se había condenado a un criminal, se le conducía al lugar de la crucifixión. Se le colocaba entre cuatro soldados Romanos. Era costumbre que llevara el travesaño de su propia cruz; el madero vertical le estaba esperando en el lugar de la ejecución. El crimen por el que se le ejecutaba estaba escrito en un tablero; lo llevaba el reo colgado al cuello, o lo exponía el oficial que iba al frente de la procesión; más tarde se colocaba sobre la misma cruz. Al criminal se le conducía a la muerte por un camino lo más largo posible para que pudieran verle y escarmentar en él los más posibles.
Jesús ya había pasado los terribles azotes; después, había soportado las burlas de los soldados; antes de todo eso, le habían estado interrogando casi toda la noche; estaba, por tanto, físicamente agotado, y vacilaba bajo el peso de la Cruz. Los soldados Romanos sabían muy bien lo que podían hacer en tales circunstancias. Palestina era una tierra ocupada; todo lo que un oficial tenía que hacer era tocarle el hombro con lo plano de su lanza a un judío para confiscarle para el servicio que fuera, y este tenía que realizar cualquier tarea, por muy humillante y desagradable que fuera. Hacia la ciudad, de una de las aldeas próximas, llegaba entonces, un hombre de la lejana Cirene, en el Norte de África, que se llamaba Simón. Puede que se hubiera pasado años economizando y ahorrando para celebrar una Pascua en Jerusalén -y ahora le correspondía asumir esta terrible indignidad y vergüenza, porque se le obligaba a llevar la Cruz de Jesús. Cuando Marcos nos cuenta este episodio, identifica a Simón como «el padre de Alejandro y de Rufo» (Mr 15:21 ). tal identificación solo puede querer decir que Alejandro y Rufo eran conocidos en la Iglesia. Y puede ser que aquel día terrible, Jesús tomó posesión del corazón de Simón. Que aquello que le había parecido a Simón la mayor vergüenza llegó a ser para él su mayor gloria.
El lugar de la crucifixión fue una colina llamada Gólgota, porque tenía la forma de una calavera. Cuando se llegaba al lugar de la ejecución, al criminal se le colgaba de la cruz. Se le clavaban las manos al travesaño, pero lo corriente era que se le ataran los pies a la cruz. En ese momento, para matar un poco el dolor, se le daba al criminal un vino drogado, preparado por un grupo de mujeres ricas de Jerusalén como obra de misericordia. Un escritor judío escribe: «Cuando se saca a un hombre para matarle, le permiten beber un grano de incienso en una copa de vino para amortiguar sus sentidos… Mujeres ricas de Jerusalén solían aportar estas cosas y ofrecerlas.» La copa drogada se le ofreció a Jesús, pero Él no quiso beberla porque estaba decidido a acatar la muerte en todo su horror y amargura, sin evitar ninguna partícula de dolor.
Ya hemos visto que el criminal se le conducía a la ejecución en moho de cuatro soldados Romanos; a los criminales se los crucificaba desnudos, excepto por un paño en los lomos; y las ropas del criminal eran el gaje al que tenían derecho los soldados encargados de la ejecución. Los judíos llevaban normalmente cinco artículos de ropa: las sandalias, el turbante, el cinto, la túnica interior y la capa exterior. Así es que había cinco artículos para cuatro soldados. Los primeros cuatro artículos tenían aproximadamente el mismo valor; pero la capa exterior tenía más valor que las otras piezas. Fue esa túnica exterior de Jesús la que los soldados se jugaron a los dados, como nos dice Juan (Jn 19:23 s). Cuando los soldados se había repartido la ropa de Jesús, se sentaron, montando la guardia hasta que llegara el final. Así es que había en Gólgota un grupo de tres cruces, en la de en medio el Hijo de Dios, y a cada lado un bandolero. Cierto que estuvo con los pecadores en Su muerte. Los versículos finales describen las burlas que Le lanzaban a Jesús los que pasaban, las autoridades judías y hasta los bandoleros que estaban crucificados con Él. Todas las burlas se centraban en una cosa: La afirmación que Jesús había hecho, y Su obvia indefensión en la Cruz. Precisamente en eso era en lo que más se equivocaron los judíos. Estaban usando la gloria de Cristo como un objeto de burla. «¡Baja de la Cruz -Le decían-, y creeremos en Ti!» Pero como dijo una vez el general Booth: «Es precisamente porque no quiso bajar, por lo que creemos en Él.» Los judíos no veían a Dios nada más que en el poder; pero Jesús nos ha mostrado que Dios está en el amor sacrificial.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— Cirene: Ciudad situada en la costa del norte de África, en territorio de la actual Libia; debía tener una colonia judía bastante numerosa (ver Hch 2:10; Hch 11:20).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La crucifixión (ver Mar. 15:22-32; cf. Luc. 23:33-39). Mateo nos dice muy poco acerca del horror físico de una crucifixión; el énfasis en esta sección vuelve a caer sobre el rechazo y la burla, esta vez por el mismo pueblo de Jesús. Pero aun dentro de este marco improbable salen a relucir algunos de los títulos mesiánicos más grandes, a pesar de que eran en mofa. Por lo tanto, dentro de la misma burla podemos vislumbrar algo del verdadero significado de la muerte de Jesús. Y ecos frecuentes de las palabras de los Sal. 22 y 69 nos recuerdan que en el sufrimiento y la muerte de Jesús las Escrituras se estaban cumpliendo (Los vv. 18, 7 y 8 del Sal. 22 resuenan en los vv. 35, 39, 43, y el v. 46 cita el Sal. 22:1; el Sal. 69:21 hace eco en los vv. 34, 48).
El Gólgota era un lugar donde se hacían ejecuciones con regularidad, ubicado prominentemente justo fuera de la ciudad (probablemente donde se halla actualmente la Iglesia del Santo Sepulcro). Los soldados forman una parte importante de la escena ya que durante su turno de guardia ocurrió una confesión crucial en el v. 54. Se los ve, no como sádicos (el vino mezclado con ajenjo como narcótico, para aliviar el dolor), sino como observadores neutrales. Su acusación escrita daba la razón oficial para la muerte de Jesús, y era una alerta para otros líderes nacionalistas aspirantes.
La burla la hicieron los judíos de diversas clases. Los dos ladrones (38, 44) probablemente eran insurgentes políticos (¿parte de la pandilla de Barrabás?), de manera que Jesús murió, irónicamente, en la misma compañía de los zelotes que él había procurado evitar cuidadosamente. Los que pasaban eran judíos término medio, que sabían algo de Jesús y de sus pretensiones concernientes al templo, y que habían oído de su reclamo de ser el Hijo de Dios. La invitación de valerse de su condición de “Hijo de Dios” hace eco de las tentaciones en 4:3, 6; pero dicha tentación ya había sido conquistada en el Getsemaní, y fue precisamente porque era el Hijo de Dios que ahora no podía descender. Finalmente, los principales sacerdotes junto con los escribas y los ancianos (nótese la lista completa de los miembros del Sanedrín, como dada en 16:21) repitieron similar sarcasmo, pero también en burla agregaron el precioso título de rey de Israel. El rechazo total de Jesús por parte de su pueblo no podía haber sido más obvio.
Notas. 32 Simón fue sólo una víctima fortuita; pero el hecho de que se recuerda su nombre sugiere que dicha experiencia lo puede haber introducido al grupo de los discípulos. 38 La palabra que se traduce ladrones la usa Josefo para designar a los que luchaban por la libertad de los judíos. Se usa en 26:55 (un asaltante) y para Barrabás en Juan 18:40.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
k 1416 Mar 15:21; Luc 23:26; Jua 19:17
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
hombre de Cirene…Simón. Este era un peregrino judío que se encontraba en Jerusalén para la Pascua. La ciudad de Cirene era un puerto, al norte de Africa, en lo que hoy es Libia. Sus hijos, Alejandro y Rufo tal vez eran creyentes (Mr 15:21).
que llevara la cruz. Este era el palo transversal (v. coment. en 27:26).
Fuente: La Biblia de las Américas
32 (1) Cirene era una ciudad colonizada por los griegos, capital de Cirenaica en el norte de África. Parece que Simón era un judío cireneo.
32 (a) vs.32-33: Mar_15:21-22 ; Luc_23:26 ; Jua_19:17
32 (b) Hch_2:10 ; Hch_6:9 ; Hch_11:20 ; Hch_13:1
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Cirene. La capital de Cirenaica, en el N de África. Allí vivían muchos judíos.
a que llevase la cruz. El madero horizontal era llevado. de ordinario, por la víctima al lugar de ejecución, pero Jesús estaba demasiado débil por las torturas que ya le habían infligido.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
R993 Ἵνα introduce el contenido de la demanda: a que llevara su cruz.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit., a éste
Lit., su