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Comentario de Mateo 3:2 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Mateo 3:2 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

y diciendo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”

3:2 y diciendo: Arrepentíos, — (4:17; 11:20, 21; 12:41; Mar 1:15; Mar 6:12; Luc 10:13; Luc 11:32; Hch 2:38; Hch 8:22; Apo 2:5; Apo 2:16). El arrepentimiento era uno de los temas principales de los profetas (Isa 1:16-18; Isa 55:7; Jer 3:12; Eze 33:11; Eze 33:15; Joe 2:12-13; Zac 1:3-4); Dios los llamó y los envió para denunciar las apostasías del pueblo. De la manera más gráfica, pues, describieron los pecados del pueblo y les exhortaron a que se arrepintieran y volvieran a Dios. Con razón, pues, este último de los profetas del Antiguo Testamento predicó el arrepentimiento.

Arrepentirse quiere decir «cambiar la mente o el propósito, y en el NT involucra siempre un cambio a mejor, una enmienda» (WEV). Juan conecta el arrepentimiento con el reino, porque es imposible entrar al reino de Dios sin arrepentirse. Cristo vino a llamar «a pecadores al arrepentimiento» (Luc 5:32). El arrepentimiento precede al perdón (Hch 2:38; Hch 11:18; Hch 26:20).

La benignidad de Dios nos guía al arrepentimiento (Rom 2:4); también el juicio venidero mueve al hombre a arrepentirse (Hch 17:30-31).

Es importante distinguir entre el arrepentimiento y la tristeza por el pecado. «La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte» (2Co 7:10). En el día de Pentecostés «al oír esto (la predicación de Pedro), se compungieron de corazón (heridos de la conciencia, LBLA, margen)». Por eso, la tristeza por el pecado vino primero; entonces Pedro mandó que se arrepintieran. La tristeza de Pedro le movió a arrepentirse (Mat 26:75).

— porque el reino de los cielos (Mateo usa esta expresión 32 veces; equivale a «reino de Dios» como se ve en Luc 15:18; Luc 15:21, «he pecado contra el cielo») se ha acercado. — Los profetas hablaron del reino venidero del Mesías (Isa 2:2-4; Dan 2:44-45). Juan dice que «se ha acercado». Jesús dijo después (Mar 9:1), «hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder». Después de su resurrección Jesús dijo a los apóstoles, «yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto» (Luc 24:49). Poco antes de ascender al cielo, Jesús dijo a los apóstoles, «vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días… recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo» (Hch 1:4-8). El poder (el Espíritu Santo) vino el día de Pentecostés (Hch 2:1-4). Por lo tanto, de acuerdo con lo que Juan y Jesús dijeron acerca del reino y del poder del Espíritu Santo, sabemos que el reino fue establecido el día de Pentecostés.

Jesús había dicho a Nicodemo, «el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios» (Jua 3:5). El agua de este texto es el bautismo, pues en esos mismos días Juan y Jesús bautizaba a mucha gente (3:22, 23; 4:1, 2). En el día de Pentecostés tres mil personas fueron bautizadas (Hch 2:41) y fueron añadidas a la iglesia o trasladadas al reino (Col 1:13); «recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia» (Heb 12:28).

Los que están en el reino son los que han vencido al mundo. Como Cristo vino al mundo para deshacer las obras de diablo (1Jn 3:8), sus discípulos pelean la buena batalla de la fe contra Satanás y sus aliados. Como Cristo venció y ocupó su trono, así también sus discípulos ganan la victoria sobre Satanás al predicar el evangelio y al llevar vidas consagradas y, de esta manera, reinan con Cristo (participan de su reinado sobre el mal) (Rev 2:26-27; Rev 3:21). «Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús» (2Co 2:14).

Algunos dicen que la enseñanza de Mateo, Marcos, Lucas y Juan no es parte del Nuevo Testamento, sino que son solamente aclaraciones del Antiguo Testamento (la ley de Moisés). De esta manera quieren eliminar Mat 5:32; Mat 19:9, la enseñanza de Cristo sobre el divorcio y nuevas nupcias. Según esta teoría Juan y Jesús no revelaban enseñanzas del Nuevo Pacto o Nuevo Testamento. Se supone que Juan solamente enseñaba a los judíos acerca del propósito de la ley para prepararlos para el evangelio.

¿Qué fue, pues, la obra de Juan? ¿Testificaba de la ley de Moisés o testificaba de Cristo? Luc 16:1-31, “16 “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado”. Al venir Juan hubo cambio. Al llegar Juan algo que se pone en contraste con la ley y los profetas; es decir, hasta que Juan llegara, la ley se enseñaba, pero que ahora el énfasis no está sobre la ley sino sobre el reino de los cielos. Mal 3:1-18, “1 He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis”. Cristo vino para establecer el Nuevo Pacto (Heb 8:6-13), y Juan era el mensajero quien preparó el camino para su llegada. Juan dio enseñanzas que no se encuentran en la ley de Moisés (véase Luc 3:8-14). Por lo tanto, no solamente Cristo sino también Juan el bautista entregaron enseñanzas que pertenecen al Nuevo Pacto.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Arrepentíos. Mat 4:17; Mat 11:20; Mat 12:41; Mat 21:29-32; 1Re 8:47; Job 42:6; Eze 18:30-32; Eze 33:11; Mar 1:4, Mar 1:15; Mar 6:12; Luc 13:3, Luc 13:5; Luc 15:7, Luc 15:10; Luc 16:30; Luc 24:47; Hch 2:38; Hch 3:19; Hch 11:18; Hch 17:30; Hch 20:21; Hch 26:20; 2Co 7:10; 2Ti 2:25; Heb 6:1; 2Pe 3:9; Apo 2:5, Apo 2:21.

que el reino de los cielos se ha acercado. Mat 5:3, Mat 5:10, Mat 5:19, Mat 5:20; Mat 6:10, Mat 6:33; Mat 10:7; Mat 11:11, Mat 11:12; Mat 13:11, Mat 13:24, Mat 13:31, Mat 13:33, Mat 13:44, Mat 13:45, Mat 13:47; Mat 13:52; Mat 18:1-4, Mat 18:23; Mat 20:1; Mat 22:2; Mat 23:13; Mat 25:1, Mat 25:14; Dan 2:44; Luc 6:20; Luc 9:2; Luc 10:9-11; Jua 3:3-5; Col 1:13.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El verbo griego traducido por arrepentíos indica un cambio de actitud y de aspecto que bien puede resultar en lamento por los pecados. Pero la idea básica es una inversión en la forma de pensar que cambia nuestra vida (Mat 3:8).

el reino de los cielos muy probablemente es sinónimo de «el Reino de Dios». Ambos términos parecen usarse consistentemente a través del NT. para referirse al Reino celestial de Dios viniendo a la tierra en la persona de Jesucristo. Este Reino se había acercado en el sentido que se estaba ofreciendo a Israel en la persona del Mesías. En ninguna parte del NT. se dice que el Reino estaba presente. (Los pasajes que pueden dar a entender esto serán tratados en el transcurso del Evangelio de Mateo). La venida y presencia del Reino era contingente a la respuesta de Israel a su Mesías (Hch 3:19-23). Esta contingencia permanece hasta este día (Zac 12:10-14). El Reino se había acercado porque estaba siendo ofrecido a Israel en la persona del Mesías. La predicación de Juan suponía que el juicio precedería a la venida del Reino, un hecho que enseñaron los profetas del AT. (Isa 4:4, Isa 4:5; Isa 5:15, Isa 5:16; Isa 42:1; Jer 33:14-16; Eze 20:33-38; Dan 7:26, Dan 7:27; Joe 1:14, Joe 1:15; Joe 3:12-17; Sof 1:2-18; Sof 3:8-13; Zac 13:2, Zac 13:9; Mal 3:1-5; Mal 4:1-6). En este punto, Juan supone que la nación de Israel se arrepentiría y que el Reino vendría. Juan le decía a los judíos de su generación que se arrepintieran a fin de alcanzar la entrada al Reino de Cristo.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

ARREPENTIOS. El significado fundamental de arrepentirse (gr. metanoeo) es «volverse». Es abandonar los malos caminos y volverse a Cristo, y por medio de Él a Dios (Jua 14:1; Jua 14:6; Hch 8:22; Hch 26:18; 1Pe 2:25).

(1) La decisión de volverse del pecado a la salvación en Cristo incluye la aceptación de Cristo no sólo como Salvador de la condena del pecado, sino también como Señor de la vida de quien lo acepta. Así que el arrepentimiento implica un cambio de amos: del señorío de Satanás (Efe 2:2) al señorío de Cristo y de su Palabra (Hch 26:18).

(2) El arrepentimiento es una decisión libre de parte del pecador, hecha posible mediante la gracia capacitadora dada a él al oír el evangelio y creer en Cristo (Hch 11:21; véase el ARTÍCULO LA FE Y LA GRACIA, P. 1582. [Rom 5:21]).

(3) La definición de la fe salvadora como un simple «confiar» en Cristo como Salvador es totalmente insuficiente a la luz de la exigencia que Cristo hace del arrepentimiento. El definir la fe salvadora de manera que no incluya necesariamente un rompimiento radical con el pecado es distorsionar de modo peligroso el punto de vista bíblico de la redención. La fe que incluye el arrepentimiento siempre es una condición para la salvación (cf. Mar 1:15; Luc 13:3; Luc 13:5; Hch 2:38; Hch 3:19; Hch 11:21).

(4) El arrepentimiento fue un mensaje fundamental de la predicación de los profetas del AT (Jer 18:8; Eze 18:30; Joe 2:12-14; Mal 3:7), de Juan el Bautista (Mat 3:2), de Jesucristo (Mat 4:17; Mat 18:3; Luc 5:32) y de los creyentes del NT (Hch 2:38; Hch 8:22; Hch 11:18; 2Pe 3:9). La predicación del arrepentimiento siempre debe acompañar el mensaje del evangelio (Luc 24:47).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Arrepentíos. Esto no es solamente un cambio en la manera de pensar, pesar o remordimiento. Juan el Bautista habla de arrepentimiento como un cambio radical en el abandono del pecado y que se manifiesta en frutos de rectitud (v. Mat 3:8). El primer sermón de Jesús comenzó con la misma orden imperativa (Mat 4:17). Para una discusión sobre la naturaleza del arrepentimiento, vea las notas sobre 2Co 7:8-11. el reino de los cielos. Esta es una expresión única en el Evangelio de Mateo. Mateo usa la palabra «cielos» como un eufemismo para el nombre de Dios, para no herir la sensibilidad de sus lectores judíos (cp. Mat 23:22). En el resto de las Escrituras, el reino es llamado «el reino de Dios». Ambas expresiones se refieren a la esfera del dominio de Dios sobre todos aquellos que pertenecen a Él. El reino es ahora manifiesto en el reinado espiritual del cielo sobre el corazón de los creyentes (Luc 17:21); y un día será establecido literalmente en un reino terrenal (Apo 20:4-6). se ha acercado. En un sentido, el reino de los cielos es una realidad presente, pero en su sentido completo es siempre un hecho de cumplimiento futuro.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

3:2 y diciendo: Arrepentíos, — (4:17; 11:20, 21; 12:41; Mar 1:15; Mar 6:12; Luc 10:13; Luc 11:32; Hch 2:38; Hch 8:22; Apo 2:5; Apo 2:16). El arrepentimiento era uno de los temas principales de los profetas (Isa 1:16-18; Isa 55:7; Jer 3:12; Eze 33:11; Eze 33:15; Joe 2:12-13; Zac 1:3-4); Dios los llamó y los envió para denunciar las apostasías del pueblo. De la manera más gráfica, pues, describieron los pecados del pueblo y les exhortaron a que se arrepintieran y volvieran a Dios. Con razón, pues, este último de los profetas del Antiguo Testamento predicó el arrepentimiento.
Arrepentirse quiere decir «cambiar la mente o el propósito, y en el NT involucra siempre un cambio a mejor, una enmienda» (WEV). Juan conecta el arrepentimiento con el reino, porque es imposible entrar al reino de Dios sin arrepentirse. Cristo vino a llamar «a pecadores al arrepentimiento» (Luc 5:32). El arrepentimiento precede al perdón (Hch 2:38; Hch 11:18; Hch 26:20).
La benignidad de Dios nos guía al arrepentimiento (Rom 2:4); también el juicio venidero mueve al hombre a arrepentirse (Hch 17:30-31).
Es importante distinguir entre el arrepentimiento y la tristeza por el pecado. «La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte» (2Co 7:10). En el día de Pentecostés «al oír esto (la predicación de Pedro), se compungieron de corazón (heridos de la conciencia, LBLA, margen)». Por eso, la tristeza por el pecado vino primero; entonces Pedro mandó que se arrepintieran. La tristeza de Pedro le movió a arrepentirse (Mat 26:75).
— porque el reino de los cielos (Mateo usa esta expresión 32 veces; equivale a «reino de Dios» como se ve en Luc 15:18; Luc 15:21, «he pecado contra el cielo») se ha acercado. — Los profetas hablaron del reino venidero del Mesías (Isa 2:2-4; Dan 2:44-45). Juan dice que «se ha acercado». Jesús dijo después (Mar 9:1), «hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder». Después de su resurrección Jesús dijo a los apóstoles, «yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto» (Luc 24:49). Poco antes de ascender al cielo, Jesús dijo a los apóstoles, «vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días… recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo» (Hch 1:4-8). El poder (el Espíritu Santo) vino el día de Pentecostés (Hch 2:1-4). Por lo tanto, de acuerdo con lo que Juan y Jesús dijeron acerca del reino y del poder del Espíritu Santo, sabemos que el reino fue establecido el día de Pentecostés.
Jesús había dicho a Nicodemo, «el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios» (Jua 3:5). El agua de este texto es el bautismo, pues en esos mismos días Juan y Jesús bautizaba a mucha gente (3:22, 23; 4:1, 2). En el día de Pentecostés tres mil personas fueron bautizadas (Hch 2:41) y fueron añadidas a la iglesia o trasladadas al reino (Col 1:13); «recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia» (Heb 12:28).
Los que están en el reino son los que han vencido al mundo. Como Cristo vino al mundo para deshacer las obras de diablo (1Jn 3:8), sus discípulos pelean la buena batalla de la fe contra Satanás y sus aliados. Como Cristo venció y ocupó su trono, así también sus discípulos ganan la victoria sobre Satanás al predicar el evangelio y al llevar vidas consagradas y, de esta manera, reinan con Cristo (participan de su reinado sobre el mal) (Rev 2:26-27; Rev 3:21). «Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús» (2Co 2:14).
Algunos dicen que la enseñanza de Mateo, Marcos, Lucas y Juan no es parte del Nuevo Testamento, sino que son solamente aclaraciones del Antiguo Testamento (la ley de Moisés). De esta manera quieren eliminar Mat 5:32; Mat 19:9, la enseñanza de Cristo sobre el divorcio y nuevas nupcias. Según esta teoría Juan y Jesús no revelaban enseñanzas del Nuevo Pacto o Nuevo Testamento. Se supone que Juan solamente enseñaba a los judíos acerca del propósito de la ley para prepararlos para el evangelio.
¿Qué fue, pues, la obra de Juan? ¿Testificaba de la ley de Moisés o testificaba de Cristo? Luc 16:1-31, “16 “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado”. Al venir Juan hubo cambio. Al llegar Juan algo que se pone en contraste con la ley y los profetas; es decir, hasta que Juan llegara, la ley se enseñaba, pero que ahora el énfasis no está sobre la ley sino sobre el reino de los cielos. Mal 3:1-18, “1 He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis”. Cristo vino para establecer el Nuevo Pacto (Heb 8:6-13), y Juan era el mensajero quien preparó el camino para su llegada. Juan dio enseñanzas que no se encuentran en la ley de Moisés (véase Luc 3:8-14). Por lo tanto, no solamente Cristo sino también Juan el bautista entregaron enseñanzas que pertenecen al Nuevo Pacto.

Fuente: Notas Reeves-Partain

Mat 4:17; Mat 11:20-21; Mat 12:41; Mar 1:15; Luc 3:3; Luc 5:32; Luc 15:7; Hch 2:38; Hch 13:24.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— reino de los cielos: Es la expresión preferida por Mt (ver Mat 5:3; Mat 7:21; Mat 8:11; Mat 10:7; Mat 11:11-12; etc.) para no pronunciar directamente, de acuerdo con la costumbre judía, el sacrosanto nombre de Dios. Mc y Lc dicen habitualmente reino de Dios, pero se trata sin duda de la misma realidad.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) “Reino de los cielos.” Gr.: ba·si·léi·a ton ou·ra·nón; lat.: ré·gnum cae·ló·rum; J22(heb.): mal·kjúth scha·má·yim.

REFERENCIAS CRUZADAS

c 78 Luc 3:3

d 79 Mat 4:17

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Arrepentíos. Es decir, cambiar la manera de pensar y las acciones en la vida.

el reino de los cielos. Este es el reino prometido en el A.T., con el Mesías como Rey. El cielo es el lugar donde mora Dios. El Hijo de Dios, el Mesías, vendrá del cielo para establecer su reino en la tierra, aquí presentado como el reino de los cielos .

se ha acercado. El verbo en gr. también significa « viene muy pronto» . Hay dos significados dados a esta frase: 1) que Juan el Bautista dice que el reino de los cielos va a comenzar si el pueblo de Israel acepta a Jesús como el Mesías, y 2) que el reino se ha acercado porque Jesús, el rey verdadero, está en medio de ellos.

Fuente: La Biblia de las Américas

2 (1) Arrepentirse es experimentar un cambio en la manera de pensar que lo lleva a uno a sentir remordimiento, o sea, a cambiar de propósito.

2 (2) En la predicación de Juan el Bautista, arrepentirse, como comienzo de la economía neotestamentaria de Dios, indica tener un cambio de dirección hacia el reino de los cielos. Esto indica que la economía neotestamentaria de Dios está centrada en Su reino. Con este fin, debemos arrepentimos, cambiar de actitud y de propósito. Antes buscábamos otras cosas, pero ahora nuestra única meta debe ser Dios y Su reino, el cual en Mateo (cfr. Mar_1:15) es llamado específica e intencionalmente «el reino de los cielos». Según el contexto general del Evangelio de Mateo, el reino de los cíelos es diferente del reino mesiánico. El reino mesiánico será el reino de David restaurado (el tabernáculo reedificado de David, Hch_15:16), compuesto de los hijos de Israel, y será terrenal y físico en naturaleza; mientras que el reino de los cielos está constituido de los creyentes regenerados, y es celestial y espiritual. (Véase la nota 3 (4) del cap.5).

2 (3) Esto indica claramente que antes de la venida de Juan el Bautista, el reino de los cielos no había llegado. Aun después de la venida de Juan y durante su predicación, el reino de los cielos todavía no había llegado; sólo se había acercado. Cuando el Señor comenzó Su ministerio e incluso cuando envió a Sus discípulos a predicar, el reino de los cielos todavía no había llegado (4:17; 10:7). Por lo tanto, en la primera parábola del cap.13, la parábola de la semilla (13:3-9), que representa la predicación del Señor, el Señor no dijo: «El reino de los cielos es (o, ha venido a ser) como… » El usa esta expresión a partir de la segunda parábola, la parábola de la cizaña (13:24), la cual indica el establecimiento de la iglesia en el día de Pentecostés. Mat_16:18-19 , donde las expresiones iglesia y reino de los cielos se usan de modo intercambiable, comprueba que el reino de los cielos vino cuando la iglesia fue establecida.

2 (a) Mat_4:17 ; Mar_1:15 ; Luc_3:3 ; Luc_15:10 ; Luc_24:47 ; Hch_2:38 ; Hch_20:21 ; Hch_26:20

2 (b) Mat_4:17 ; Mat_10:7 ; cfr. Mar_1:15 ; Mat_5:3 , Mat_5:10 , Mat_5:20 ; Mat_7:21 ; Mat_11:11 ; Mat_13:24 ; Mat_25:1 ; Dan_2:44 ; Dan_4:26

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Arrepentíos. El arrepentimiento es un cambio de mentalidad, que lleva fruto en una vida cambiada (cp. v. Mat 3:8).

el reino de los cielos. I.e., el gobierno del cielo sobre la tierra. El pueblo judío del tiempo de Jesús estaba esperando que se estableciese en la tierra este reino mesiánico o davídico, y esto es lo que «se ha acercado», según la proclamación de Juan. El rechazo de Cristo por parte del pueblo retrasó su establecimiento hasta la segunda venida de Cristo (Mat 25:31). El carácter del reino hoy, se describe en las parábolas de Mat 13:1-58.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

reino de los cielos…Mat 4:17; Mar 1:15.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R895 El perfecto del verbo ἤγγικεν se refiere a un acto que es duradero-definido, con una mirada retrospectiva: está cerca.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

g Dan 2:44.

3.2 g 4.17; Mar 1:15.

Fuente: La Biblia Textual III Edición