Comentario de Mateo 3:7 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Pero cuando Juan vio que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: “¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?
3:7, 8 Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, — Las dos sectas principales entre los judíos. «Los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas» (Hch 23:8; Mat 22:23). Jesús dijo, «Mirad, guardaos de la levadura (la doctrina) de los fariseos y de los saduceos» (Mat 16:6; Mat 16:12). Estos llegaban simplemente porque querían aprovecharse de la gran popularidad de Juan. Recuérdese, sin embargo, que no todos los fariseos eran hipócritas, pues Nicodemo era un fariseo (Jua 3:1) y el apóstol Pablo dijo que «conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo» (Hch 26:5; Flp 3:5). — les decía: ¡Generación de víboras! (Hijos del diablo, la serpiente engañadora, 12:34; 23:33; Sal 58:4-5; Sal 140:3; Isa 14:29; Isa 59:5) ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? — No llegaban al bautismo de Juan con un propósito sano. El bautizaba solamente a los penitentes, pero «muchos de los fariseos y de los saduceos» no mostraban tal actitud. Con la actitud que tenían el bautismo no les ayudaría. Los judíos creían que el Mesías vendría con mucha ira contra los gentilesFuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
los fariseos. Mat 5:20; Mat 12:24; Mat 15:12; Mat 16:6, Mat 16:11, Mat 16:12; Mat 22:15, Mat 22:23, Mat 22:34; Mat 23:13; Mar 7:3-5; Mar 8:15; Mar 12:13, Mar 12:18; Luc 7:30; Luc 11:39-44; Luc 16:14; Luc 18:11; Jua 1:24; Jua 7:45-49; Jua 9:40; Hch 4:1, Hch 4:2; Hch 5:17; Hch 15:5; Hch 23:6-9; Hch 26:5
¡Generación de víboras! Mat 12:34; Mat 23:33; Gén 3:15; Sal 58:3-6; Isa 57:3, Isa 57:4; Isa 59:5; Luc 3:7-9; Jua 8:44; 1Jn 3:10; Apo 12:9, Apo 12:10.
quién os enseñó. Jer 6:10; Jer 51:6; Eze 3:18-21; Eze 33:3-7; Hch 20:31; Rom 1:18; Heb 11:7.
a huir de la ira venidera. Rom 5:9; 1Ts 1:10; 2Ts 1:9, 2Ts 1:10; Heb 6:18; Apo 6:16, Apo 6:17.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
los fariseos y saduceos eran dos grupos importantes en el judaísmo durante el tiempo de Cristo. Ambos grupos proclamaban ser verdaderos seguidores del judaísmo pero sus creencias eran considerablemente diferentes. Los fariseos se asocian fundamentalmente con los laicos de Israel. En doctrina, se apegaban no sólo a la ley de Moisés, los profetas y las escrituras, sino que también a una completa colección de preceptos de tradición oral. Sus actividades se centraban en la sinagoga. Los saduceos se asociaban con la casta sacerdotal, para quienes la adoración se centraba en el Templo. Extremadamente conservadores, basaban sus creencias en el Pentateuco: los libros del Génesis a Deuteronomio (Hch 23:6-10).
Foto de Howard Vos
Lugar tradicional del bautismo de Jesús, en el río Jordán, al comienzo de su ministerio público (Mat 3:13-17).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
FARISEOS Y… SADUCEOS. Dos de los grupos religiosos más prominentes en el judaísmo eran los fariseos y los saduceos.
(1) Los fariseos eran un grupo religioso que se adhería a todo el AT y a sus propias interpretaciones humanas de él. Ponían un énfasis especial en que la salvación se obtenía por la obediencia a la letra de la ley de Dios y a las interpretaciones que ellos hacían de esa ley. Enseñaban que el Mesías que vendría sería un gobernante terrenal que los ayudaría a dominar a las naciones y que obligaría a todas las personas a obedecer la ley de Dios. Sin embargo, su religión era sólo exterior sin la piedad interior del corazón (Mat 23:25), y se negaban a reconocer la depravación de su propia naturaleza. De una manera general se opusieron a Jesús y a su mensaje de que la religión es un asunto del corazón y del espíritu, y no simplemente una obediencia legalista a los mandamientos de las Escrituras (cf. Mat 9:14; Mat 23:2-4; Luc 18:9-14).
(2) Los saduceos eran los liberales de su época, que se oponían a lo sobrenatural. Aunque parecía que aceptaban la ley de Dios, en realidad negaban muchas de sus enseñanzas. Rechazaban las doctrinas de la resurrección, de los ángeles, de los milagros, de la inmortalidad y del juicio venidero. Su vida era mundana y moralmente débil. También eran perseguidores de Jesucristo (Mat 16:1-4).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
fariseos y … saduceos. Vea la nota sobre Jua 3:1. Los fariseos eran una pequeña secta judía legalista (cerca de seis mil) que era conocida por su adherencia rígida a los más mínimos detalles del ceremonial contenidos en la ley. Su nombre significa «los apartados». Los encuentros de Jesús con los fariseos fueron generalmente conflictivos. Él los desaprobó por usar la tradición humana para nulificar las Escrituras (Mat 15:3-9), y especialmente por manifiesta hipocresía (Mat 15:7-8; Mat 22:18; Mat 23:13; Mat 23:23; Mat 23:25; Mat 23:29; Luc 12:1). Los saduceos eran conocidos por su negación de las cosas sobrenaturales. Negaban la resurrección de los muertos (Mat 22:23) y la existencia de los ángeles (Hch 23:8). A diferencia de los fariseos, estos rechazaban las tradiciones humanas y el legalismo excesivo. Aceptaban solamente el Pentateuco como autoridad. Tendían a ser adinerados, miembros aristocráticos de la tribu sacerdotal, y en los días de Herodes esta secta controlaba al templo (vea la nota sobre Mat 2:4), aunque eran mucho menos en número que los fariseos. Los fariseos y los saduceos tenían poco en común. Los fariseos eran ritualistas; los saduceos eran racionalistas. Los fariseos eran legalistas; los saduceos eran liberales. Los fariseos eran separatistas; los saduceos hacían concesiones y eran oportunistas políticamente. Aun así se unieron en su oposición a Cristo (Mat 22:15-16; Mat 22:23; Mat 22:34-35). Juan los llamó públicamente serpientes mortales. la ira venidera. Vea la nota sobre Luc 3:7. La predicación de Juan hacía eco del tema familiar del AT sobre la ira prometida en el Día del Señor (p. ej. Eze 7:19; Sof 1:18; vea la Introducción a Joel: Temas históricos y teológicos). Esto debió haber sido un reproche particularmente molesto para los líderes judíos quienes pensaban que la ira divina esta reservada únicamente para los no judíos.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
3:7, 8 Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, — Las dos sectas principales entre los judíos. «Los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas» (Hch 23:8; Mat 22:23). Jesús dijo, «Mirad, guardaos de la levadura (la doctrina) de los fariseos y de los saduceos» (Mat 16:6; Mat 16:12). Estos llegaban simplemente porque querían aprovecharse de la gran popularidad de Juan. Recuérdese, sin embargo, que no todos los fariseos eran hipócritas, pues Nicodemo era un fariseo (Jua 3:1) y el apóstol Pablo dijo que «conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo» (Hch 26:5; Flp 3:5).
— les decía: ¡Generación de víboras! (Hijos del diablo, la serpiente engañadora, 12:34; 23:33; Sal 58:4-5; Sal 140:3; Isa 14:29; Isa 59:5) ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? — No llegaban al bautismo de Juan con un propósito sano. El bautizaba solamente a los penitentes, pero «muchos de los fariseos y de los saduceos» no mostraban tal actitud. Con la actitud que tenían el bautismo no les ayudaría. Los judíos creían que el Mesías vendría con mucha ira contra los gentiles — los romanos en particular — pero la predicación de Juan indicaba que los judíos mismos estaban en peligro del castigo de Dios.
— Haced, pues, frutos (7:16, 20; 12:33; 21:43; Hch 26:20; Gál 5:22-23) dignos de arrepentimiento, — Algunos de ellos no querían hacer frutos dignos de arrepentimiento y, por eso, no fueron bautizados por Juan: «Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan. Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan» (Luc 7:29-30).
El relato de Lucas nos ayuda a entender la naturaleza de los «frutos dignos de arrepentimiento» (Luc 3:10-14). Juan era un hombre severo (denunciaba el pecado, exigía el arrepentimiento), pero también era práctico (explicaba cómo la gente debería llevar buen fruto).
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL MENSAJE DE JUAN – LA AMENAZA
Mateo 3:7-12
Cuando vio Juan que muchos de los que acudían a su bautismo eran de los fariseos y de los saduceos, les dijo:
-¡Raza de víboras! ¿Quién os puso en la mente el huir de la ira venidera? Producid frutos que acrediten vuestro arrepentimiento. No creáis que os podéis decir: «Tenemos a Abraham por padre.» Porque os digo que Dios puede suscitarle hijos a Abraham hasta de estas piedras. Ya está dispuesta el hacha a la raíz de los árboles, y todo el que no dé buen fruto está a punto de que lo corten y echen al fuego. Yo os bautizo con agua para que os arrepintáis; pero el Que viene detrás de mí es más fuerte que yo y yo no sirvo ni para llevarle las sandalias: Él es el Que os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Ya tiene el soplillo en la mano para limpiar afondo Su era; y luego recogerá el grano en Su granero, y quemará la paja con un fuego que nadie podrá extinguir.
En el mensaje de Juan había amenaza y había promesa. Todo su mensaje estaba lleno de ilustraciones vívidas.
Juan llama a los fariseos y a los saduceos raza de víboras, y les pregunta que quién les ha aconsejado huir de la ira venidera. Puede que haya aquí una de dos imágenes.
Juan conocía el desierto. Había en algunos sitios yerbajos secos y espinos achaparrados por la falta de humedad. Algunas veces se producía un fuego, que se extendía rápidamente por la hierba seca y los arbustos resecos como la yesca. Y adelantándose al fuego se veían escabullirse a toda prisa las serpientes y los alacranes y todos los animalejos que tenían su hábitat en la poca maleza disponible. El río de fuego los echaba de sus guaridas, y corrían como locos huyendo de la quema.
Pero puede que haya aquí otra imagen. Hay muchos animalillos en un campo de trigo: ratones de campo, ratas, conejos, pájaros. Pero cuando llegan los segadores, los echan de sus nidos y guaridas y, como el campo queda al descubierto, tienen que huir para salvar la vida.
Es en estas escenas en las que está pensando Juan. Si los fariseos y los saduceos venían buscando de veras el bautismo, eran como esas alimañas escabulléndose del fuego que se les echaba encima o de la hoz del segador que estaba poniendo fin a su precaria seguridad.
Juan les advierte que no les va a servir de nada alegar que Abraham es su padre. Para los judíos ortodoxos esa era una afirmación alucinante. Para los judíos, Abraham era único. Tan único era en su bondad y en el favor de Dios que sus méritos bastaron, no sólo para él mismo, sino también para todos sus descendientes. Había allegado tal tesoro de méritos que no podían agotarlo todas las pretensiones y necesidades de todos sus descendientes. Así es que los judíos creían que simplemente por ser judíos, sin ningún mérito propio, estaban a salvo en la vida por venir. Decían: «Todos los israelitas tienen segura su porción en el mundo venidero.» Hablaban de «los méritos liberadores de los padres.» Decían que Abraham se sentaba a las puertas de la gehena para darle la vuelta a cualquier israelita que resultara haber sido destinado a sus terrores. Decían que eran los méritos de Abraham lo que permitía que los barcos navegaran a salvo por los mares; lo que hacía que la lluvia descendiera sobre la tierra; lo que hizo que Moisés pudiera acceder al Cielo para recibir la Torá; lo que hizo que David fuera oído. Los méritos de Abraham eran suficientes hasta para los malvados. «Si tus hijos -decían de Abraham- no fueran más que cuerpos muertos, sin venas y sin huesos, ¡tus méritos les serían suficientes!»
Era ese espíritu lo que Juan estaba reprendiendo. Puede que los judíos lo llevaran al último extremo, pero siempre hay que advertir que no se puede vivir del capital espiritual del pasado. Una edad degenerada no puede esperar obtener la salvación gracias a un pasado heroico; y un mal hijo no puede alegar a su favor los méritos de sus piadosos padres.
Así que Juan, otra vez, vuelve a la metáfora de la cosecha. Al final de la estación, el guarda de las viñas y de las higueras y de los olivos pasaría revista a sus árboles; y quitaría de en medio los que no habían dado fruto. No harían más que esquilmar el terreno. La inutilidad siempre invita al desastre. La persona que es inútil para Dios y para sus semejantes corre un grave peligro y está bajo condenación.
EL MENSAJE DE JUAN – LA PROMESA
Mateo 3:7-12 (continuación)
Pero inmediatamente después de la amenaza de Juan venía la promesa -que también contenía una amenaza. Como ya hemos dicho, Juan señalaba más allá de sí mismo a Uno Que había de venir. De momento, Juan disfrutaba de una gran reputación, y blandía una influencia muy poderosa. Sin embargo dijo que no merecía ni llevarle las sandalias al Que había de venir y llevar las sandalias era una labor de esclavo. La actitud total de Juan era de auto-obliteración, no de autoexaltación. Él reconocía que su importancia consistía en que era un indicador que señalaba al Que había de venir.
Dijo que el Que había de venir los bautizaría con el Espíritu Santo y con fuego.
A lo largo de toda su historia, los judíos había estado esperando el tiempo en que había de venir el Espíritu. Ezequiel oyó decir a Dios: «Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros… Pondré dentro de vosotros Mi Espíritu, y haré que andéis en Mis estatutos y que guardéis Mis preceptos y los pongáis por obra» (Ez 36:26 s). «Pondré Mi Espíritu en vosotros y viviréis» (Ez 37:14 ). «No esconderé más de ellos Mi rostro; porque habré derramado sobre ellos de Mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice el Señor Dios» (Ez 39:29 ). «Porque Yo derramaré aguas sobre el sequedal, ríos sobre la tierra seca. Mi Espíritu derramaré sobre tu descendencia, y Mi bendición sobre tus renuevos» (Isa 44:3 ). «Después de esto derramaré Mi Espíritu sobre todo ser humano» (Jl 2:28 ).
Entonces, ¿qué es el don y la obra del Espíritu de Dios? Al tratar de contestar esta pregunta debemos recordar que tenemos que hacerlo en términos Hebreos. Juan era judío, y hablaba a los judíos. Pensaba y hablaba, no en los términos de la doctrina cristiana del Espíritu Santo, sino en los de la doctrina judía del Espíritu.
(i) La palabra hebrea para espíritu es rúaj, y rúaj, como pneuma en griego, quiere decir no sólo espíritu, sino también aliento. El aliento es la vida; y por tanto, la promesa del Espíritu es la promesa de la vida. El Espíritu de Dios alienta la vida de Dios en las personas. Cuando el Espíritu de Dios entra en nosotros, nuestra vida cansada, desvaída y derrotada desaparece, y una oleada de nueva vida entra en nosotros y nos hace nuevas criaturas.
(ii) Esta palabra rúaj no sólo quiere decir aliento, sino también viento. Es la palabra que designa el viento de la tempestad, el poderoso turbión que una vez oyó Elías. Viento quiere decir poder. La tempestad de viento se lleva los navíos por delante y desarraiga los árboles. El viento tiene un poder irresistible. El Espíritu de Dios es el Espíritu de poder. Cuando el Espíritu de Dios entra en un hombre, su debilidad se reviste del poder de Dios. Es capaz de hacer lo irrealizable, y de arrostrar lo imposible, y de soportar lo insoportable. Se desvanece la frustración, y llega la victoria.
(iii) El Espíritu de Dios se conecta con la obra de la creación. Fue el Espíritu de Dios Quien, moviéndose sobre las aguas, volvió el caos un cosmos, cambió el desorden en orden, e hizo el mundo de las nieblas increadas. El Espíritu de Dios puede re-crearnos a nosotros. Cuando el Espíritu de Dios penetra en una persona, el desorden de la naturaleza humana se convierte en el orden de Dios; nuestras vidas embarulladas, desordenadas, descontroladas, las introduce el Espíritu en la armonía de Dios.
(iv) Los judíos atribuían al Espíritu algunas funciones especiales. El Espíritu traía la verdad de Dios a las personas. Todo nuevo descubrimiento en cualquier reino del pensamiento es un don del Espíritu. El Espíritu penetra en la mente, y convierte las suposiciones humanas en certeza divina, y cambia la ignorancia humana en conocimiento divino.
(v) El Espíritu capacita alas personas a reconocer la verdad de Dios cuando la ven. Cuando el Espíritu entra en nuestro corazón, nos abre los ojos. Quita los prejuicios que antes nos tenían ciegos. Elimina la propia voluntad que nos tenía en la oscuridad. El Espíritu capacita a la persona para ver.
Tales son los dones del Espíritu como los vio Juan, y tales los que traería el Que había de venir.
EL MENSAJE DE JUAN:
PROMESA Y AMENAZA
Mateo 3:7-12 (continuación)
Hay una palabra y una imagen en el mensaje de Juan que combinan la promesa y la amenaza.
Juan dice que el Bautismo del Que había de venir sería de fuego. En esto del Bautismo de fuego hay tres ideas.
(i) Está la idea de la iluminación. El destello de una llamarada lanza una luz en medio de la noche e ilumina los rincones oscuros. La llama del faro guía al marino al puerto y al viajero a su destino. En el fuego hay luz y guía. Jesús es la luz del faro que guía a la humanidad a la verdad y la dirige a su hogar en Dios.
(ii) Está la idea del calor. Un hombre eminente fue descrito como uno que encendía la chimenea en las habitaciones frías. Cuando llega Jesús a la vida de una persona, enciende su corazón con el calor del amor hacia Dios y hacia sus semejantes. El Cristianismo es la religión del corazón ardiente.
(iii) Está la idea de la purificación. En este sentido, la purificación conlleva destrucción, porque la llama purificadora destruye todo lo falso y deja lo auténtico. La llama templa y fortalece y purifica el metal. Cuando Cristo llega a la vida de una persona, la purga de toda la escoria del mal. Algunas veces tiene que suceder mediante experiencias dolorosas; pero, si creemos que en todas las experiencias de la vida Dios coopera con todas las cosas para nuestro bien, saldremos de ellas con un carácter limpio y purificado de forma que, puros de corazón, podamos ver a Dios.
Así pues, la palabra fuego contiene la iluminación, el calor y la purificación que trae consigo la venida de Jesucristo a nuestro corazón.
Pero hay también una imagen que contiene una promesa y una amenaza: la imagen de la era de la trilla. El bieldo era un palo largo que acababa en un transversal con cuatro puntas de madera que se usaba, como hasta hace muy poco en España, para aventar el cereal después de la trilla, lanzándolo al aire de manera que el grano fuera cayendo en un montón mientras que la brisa se llevaba más lejos la paja. Después, el grano se recogía y almacenaba, y la paja se usaba como yesca para encender, cualquier fuego, como el del horno.
La venida de Cristo implica por necesidad separación. Las personas pueden, o aceptarle, o rechazarle. Cuando se encuentran frente a frente con Él, se enfrentan con una elección que no se puede evitar ni posponer indefinidamente. Están por o contra El. Y es precisamente esa elección lo que determina el destino. La separación se hace por la reacción ante Jesucristo.
En el Cristianismo no hay manera de evitar la decisión eterna. En el verde prado de Bedford, Juan Bunyan oyó la voz que le levantó de repente y le dejó mirando a la eternidad: «¿Dejarás tus pecados e irás al Cielo, o seguirás con tus pecados e irás al infierno?» En último análisis esa es la elección de la que nadie se puede evadir.
EL MENSAJE DE JUAN: LA DEMANDA
Mateo 3:7-12 (continuación)
En la predicación de Juan había una demanda básica: «¡Arrepentíos!» (Mt 3:2 ). Esa fue también la demanda básica del mismo Jesús, Que inició Su ministerio proclamando: «¡Arrepentíos y creed la Buena Noticia!» (Mr 1:15 ). Haremos bien en tratar de entender lo que quiere decir esta demanda básica del Rey y de Su heraldo.
Hay que advertir que tanto Jesús como Juan usan la palabra arrepentíos sin explicar su significado. La usan con la seguridad de que los oyentes la conocen y entienden.
Veamos cuál era la doctrina judía acerca del arrepentimiento.
Para los judíos, el arrepentimiento era algo esencial en toda fe religiosa y en toda relación con Dios. G. F. Moore escribe: «El arrepentimiento es la sola, pero inexorable, condición para recibir el perdón de Dios y ser restaurados a Su favor, y el perdón y el favor divinos nunca se le niegan al que está genuinamente arrepentido.» Y también escribe: «Que Dios remite plena y gratuitamente los pecados del penitente es una doctrina cardinal del judaísmo.» Los rabinos decían: «Grande es el arrepentimiento, porque trae sanidad al mundo. Grande es el arrepentimiento, porque alcanza al trono de la gloria.» C. G. Montefiori escribió: «El arrepentimiento es el gran nexo mediatorial entre Dios y el hombre.»
La Ley fue creada dos mil años después de la Creación; pero los rabinos enseñaban que el arrepentimiento era una de las seis cosas que fueron creadas antes que la Ley; las seis eran: el arrepentimiento, el paraíso, el infierno, el glorioso trono de Dios, el templo celestial y el nombre del Mesías. «Uno -puede disparar una flecha a unos pocos estadios, pero el arrepentimiento alcanza hasta el trono de Dios.»
Hay un famoso pasaje rabínico que coloca el arrepentimiento por delante de todo lo demás: «¿Quién es como Dios un maestro de pecadores que los conduce al arrepentimiento?» Recorriendo las distintas partes del Antiguo Testamento, le preguntaron primero a la Sabiduría: «¿Cuál será el castigo de los pecadores?» La Sabiduría contestó: «El mal persigue a los pecadores» (Pr 13:21 ). Entonces le preguntaron a la Profecía; y esta contestó: «El alma que peque esa morirá» (Ez 18:4 ). Después le preguntaron a la Ley, que contestó: «Que ofrezca un sacrificio! (Lv 1:4 ). Por último Le preguntaron directamente a Dios, y Él contestó: «Que se arrepienta, y obtendrá la expiación. Hijos Míos, ¿qué es lo que Yo os pido? Buscadme y viviréis (Am 5:4 ). «» Así es que, para los judíos, la única puerta de acceso a Dios es la del arrepentimiento.
La palabra hebrea que se usa corrientemente para el arrepentimiento es teshúbá, que es el nombre de la raíz shúb que quiere decir volver. Arrepentirse es volverle la espalda al pecado y volverse hacia Dios..
G. F. Moore escribe: «El sentido primario transparente del arrepentimiento en el judaísmo es siempre un cambio de actitud del hombre hacia Dios; y, en la conducta de la vida, una reforma religiosa y moral del pueblo y del individuo.» C. G. Montefiore escribe: «Para los rabinos, la esencia del arrepentimiento radicaba en un total cambio de mentalidad tal que conducía a un cambio de vida y de conducta.» El cordobés Maimónides, la mayor autoridad judía de la Edad Media, define así el arrepentimiento: «¿Qué es el arrepentimiento? Es que el pecador abandona su pecado y lo arroja de sus pensamientos y decide totalmente en su mente no cometerlo otra vez. Como está escrito: «Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos» (Isa 55:7 ). «
G. F. Moore señala muy interesante y certeramente que, con la única excepción de las dos palabras entre paréntesis, la definición del arrepentimiento de la Confesión de Westminster sería totalmente aceptable para un judío: «El arrepentimiento para vida es una gracia salvadora por la cual el pecador, movido por un sincero sentimiento de pecado, y aprehensión de la misericordia de Dios (en Cristo), se vuelve de veras, con dolor y aborrecimiento de su pecado, se vuelve de él a Dios, con pleno propósito y esfuerzo de nueva obediencia.» Una y otra vez la Biblia habla de este volver la espalda al pecado, y este volverse hacia Dios. Ezequiel lo expresa diciendo: «Vivo Yo, dice el Señor Dios, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino y que viva. ¡Volveos, volveos de vuestros malos caminos! ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel?» (Ez 33:11 ). Jeremías lo expresa de la siguiente manera: «Conviérteme, y seré convertido, porque Tú eres el Señor mi Dios» (Jer 31:18 ). Y Oseas dice: «¡Vuelve, Israel, al Señor tu Dios…! Llevad con vosotros palabras de súplica, volved al Señor» (Os 14:1 s).
En todo esto se ve claramente que, en el judaísmo, el arrepentimiento incluye una demanda ética. Es un volverse del mal hacia Dios, con un cambio correspondiente de conducta. Juan estaba claramente enmarcado en la tradición de su pueblo cuando demandaba que sus oyentes produjeran frutos dignos del arrepentimiento. Hay una hermosa oración sinagoga que dice: «Haznos volver, oh Padre, a Tu Ley; acércanos, oh Rey, a Tu servicio; devuélvenos a Tu presencia en perfecto arrepentimiento. Bendito seas Tú, oh Señor, que Te deleitas en el arrepentimiento.» Pero ese arrepentimiento había de mostrarse en un verdadero cambio de vida.
Un rabino, comentando Jon 3:10 , escribió: «Hermanos, no se dice de los ninivitas que Dios vio su cilicio y su ayuno, sino que Dios vio sus obras, que se volvieron de su mal camino.» Los rabinos decían: «No seáis como los necios, que, cuando pecan, ofrecen un sacrificio pero no se arrepienten. Si uno dice: «Pecaré y me arrepentiré, pecaré y me arrepentiré,» no se le permite arrepentirse.» Hay una lista de cinco pecados imperdonables que incluye: «Los que pecan para arrepentirse, y los que se arrepienten mucho pero siempre vuelven a pecar.» Decían: » Si uno tiene una cosa inmunda en las manos, aunque se las lave en todos los mares del mundo nunca será limpio; pero si arroja la cosa inmunda, le bastará con un poco de agua.» Los maestros judíos hablaban de lo que llamaban «las nueve normas del arrepentimiento,» las nueve cosas necesarias para que un arrepentimiento lo sea de verdad. Las encontraron en la serie de mandamientos de Isa 1:16 : » Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de Mis ojos, dejad de hacer lo malo, aprended a hacer el bien, buscad el derecho, socorred al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.» Ben Sirá escribe en el Eclesiástico: » No digáis: Pequé, y ¿qué fatiga me ha venido? Porque el Señor es paciente; no te dejará. Del perdón del pecado no te asegures del todo, para añadir pecados a pecados. Y no digas: Grande es Su misericordia; Él me perdonará la multitud de mis pecados. Porque así la ira como la misericordia vendrá de Él apresuradamente; y Su enojo descansará sobre los pecadores. No tardes de volverte al Señor, ni lo dilates de día en día» (Eclesiástico 5:4-8, B.O.). Y en otro lugar: » El que se lava por haber tocado un muerto, y otra vez lo toca, ¿de qué le sirve su lavatorio? Así el hombre que ayuna por sus pecados, y va otra vez a cometer los mismos, ¿quién oirá sus oraciones? ¿O de qué le sirvió su afligirse? (Eclesiástico 34:29-30, B.O.; otras biblias, 34:25-26).
Los judíos mantenían que el verdadero arrepentimiento se manifiesta, no en un mero dolor sentimental, sino en un verdadero cambio de vida -y los cristianos, lo mismo. Los judíos mantenían que el verdadero arrepentimiento produce frutos que demuestran su autenticidad -y también los cristianos.
Pero los judíos tenían todavía más cosas que decir acerca del arrepentimiento, y debemos pasar a considerarlas.
EL MENSAJE DE JUAN: LA DEMANDA
Mateo 3:7-12 (conclusión)
Hay una nota casi aterradora en la demanda ética de la idea judía del arrepentimiento, pero hay también en ella otras cosas consoladoras.
El arrepentimiento siempre es posible. » El arrepentimiento es como el mar decían-: uno se puede bañar en él a cualquier hora.» Puede que haya veces cuando hasta las puertas de la oración están cerradas; pero las puertas del arrepentimiento no se cierran nunca.
El arrepentimiento es totalmente esencial. Hay una historia de una especie de discusión que Abraham tuvo con Dios. Abraham le dijo a Dios: » Tú no puedes agarrar los dos cabos del cordón al mismo tiempo. Si quieres estricta justicia, el mundo no puede subsistir. Si quieres conservar el mundo, la estricta justicia no puede permanecer.» El mundo no puede continuar existiendo sin la misericordia de Dios y la puerta del arrepentimiento. Si no hubiera más que la justicia de Dios, sería el fin de todas las personas y de todas las cosas. Tan esencial es el arrepentimiento que, para hacerlo posible, Dios cancela Sus propias demandas: «Amado es el arrepentimiento ante Dios, porque por causa de él Dios cancela Sus propias palabras.» La amenaza de la destrucción del pecador queda cancelada al aceptar Dios el arrepentimiento del pecador por sus pecados.
El arrepentimiento dura toda la vida. Mientras hay vida, hay posibilidad de arrepentirse. «Dios extiende Su mano bajo las alas de Su carroza celestial para rescatar al arrepentido del poder de la justicia.» Rabí Simeón ben Yojai dijo: » Si un hombre hubiera sido completamente justo todos los días de su vida, y se rebelara al final, destruye todo lo anterior, porque dicho está: » La justicia del justo no lo librará el día que se rebele» (Ez 33:12 ); y si un hombre ha sido un completo malvado todos los días de su vida, y se arrepiente al foral, Dios le recibe; porque dicho está: «Y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se vuelva de su impiedad» (Ez 33:12 ). » Muchos dicen- pueden introducirse en el mundo para venir sólo después de años y años; mientras que otros lo ganan en una hora.» Muchos buscan y hallan la misericordia, como decía Cervantes, «puesto ya el pie en el estribo» o, como dice un poeta inglés, » entre el estribo y el suelo,» es decir, en el acto de desmontar.
Tal es la misericordia de Dios que recibirá aun el arrepentimiento tácito. Rabí Eleazar decía: » La costumbre del mundo es que, cuando un hombre ha insultado a su prójimo en público, y pasado el tiempo quiere reconciliarse con él, el otro le dice: «Tú me insultaste públicamente, ¿y ahora quieres que nos reconciliemos en privado los dos solos? ¡Vete a traer a todos los que estaban presentes cuando me insultaste, y me reconciliaré contigo!» Pero Dios no es así. Una persona puede plantarse en el mercado, y blasfemar, mientras el Santo dice: «Arrepiéntete entre nosotros dos, y Yo te recibiré.»» La misericordia de Dios está abierta a la persona que está tan avergonzada de sí misma que no puede mostrarle su vergüenza nada más que a Dios.
Hay mudos que dicen: » Yo perdono, pero no olvido.» Dios no se olvidó de nada, porque es Dios; pero Su misericordia es tal que no solo perdona, sino, aunque parezca increíble, también olvida el pecado del penitente: » ¿Qué Dios hay como Tú, que perdone la maldad y olvide el pecado del remanente de Su heredad?» (Mi 7:18 ). » Yo, Yo soy Quien borro tus rebeliones por amor de Mí mismo, y no Me acordaré de tus pecados» (Isa 43:25 ). «Porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado» (Jer 31:34 ).
Pero lo más maravilloso es que Dios sale hasta la mitad del camino, y más aún, para encontrar al penitente: «Volveos lo más que podáis, y Yo os saldré al encuentro hasta ese punto del camino.» Los rabinos, desde su cima más alta, vislumbraron al Padre que, en Su amor, salió corriendo para darle la bienvenida a Su hijo pródigo.
Sin embargo, hasta recordando toda Su misericordia, queda en pie el caso de que, en el verdadero arrepentimiento, es necesario hacer reparación hasta donde se pueda. Los rabinos decían: » Hay que reparar la injuria, y hay que buscar y recibir el perdón. El verdadero penitente es el que tiene la misma oportunidad de cometer el mismo pecado otra vez, en las mismas circunstancias, y no lo comete.» Los rabinos subrayaban una y otra vez la importancia de las relaciones humanas, y de rectificarlas cuando es necesario.
Hay un curioso pasaje rabínico. » El que es bueno con el Cielo y no con sus semejantes, es un mal tsaddiq. (Un tsaddiq es un hombre íntegro). El que es malvado contra el Cielo y contra sus semejantes es un pecador de lo peor. El que es malvado contra el Cielo, pero no contra sus semejantes no es un pecador de lo peor.»
Precisamente porque la reparación es tan necesaria es por lo que el que enseña a otros a pecar es el peor de los pecadores; porque no puede hacer reparación, ya que no puede decir nunca hasta dónde ha llegado su pecado y a cuántos ha llegado a influenciar.
La reparación no es lo único necesario en un verdadero arrepentimiento; también lo es la confesión. Una y otra vez nos encontramos esa demanda en la Biblia. » El hombre o la mujer que cometa cualquiera de los pecados con que los hombres son infieles contra el Señor… confesará su pecado que cometió» (Nm 5:6 s). «El que oculta sus pecados no prosperará; pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia» (Pr 28:13 ). » Mi pecado Te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: «Confesaré mis rebeliones al Señor» y Tú perdonaste la maldad de mi pecado» (Salmo 32: S). Es la persona que dice que es inocente, y que se niega a admitir que ha pecado, la que es condenada (Jer 2:35 ). Maimónides propone la fórmula que se puede usar para confesar el pecado: » Oh Dios, he pecado, he obrado iniquidad, he transgredido delante de Ti, y he hecho esto y esto. Estoy apenado y avergonzado de mi obra, y no la haré nunca más.» El verdadero arrepentimiento necesita la humildad de admitir y confesar el pecado.
No hay ningún caso desesperado para el arrepentimiento, ni ninguna persona a la que le resulte imposible arrepentirse. Los rabinos decían: «Que nadie diga: «Como he pecado, no tengo remedio.» Que confíe en Dios y se arrepienta, y Dios le recibirá.» El ejemplo clásico de una aparentemente imposible reforma fue el caso de Manasés: dio culto a los baales, introdujo dioses extraños en Jerusalén, y hasta sacrificó niños a Moloc en el valle de Hinnom. Luego fue llevado cautivo a Asiria donde, encadenado, se humilló al Dios de sus padres, oró y fue atendido y volvió a Jerusalén. «Entonces reconoció Manasés que el Señor es Dios» (2Cr 33:13 ). Algunas veces requiere la amenaza de Dios y Su disciplina el hacerlo, pero nadie está fuera del poder de Dios para recuperarle.
Hay una última creencia judía en relación con el arrepentimiento, y es la que debe de haber estado en la mente de Juan. Algunos, a lo menos, de los maestros judíos enseñaban que si Israel se pudiera arrepentir perfectamente aunque solo fuera por un día, vendría el Mesías. Era solo la dureza de corazón de la gente lo que retrasaba la venida del Redentor de Dios al mundo.
El arrepentimiento era el centro mismo de la fe judía, como lo es también de la fe cristiana; porque el arrepentimiento es cambiar de sentido en la vida volviéndonos del pecado hacia Dios, y hacia la vida que Dios quiere que vivamos.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Mat 12:34.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— fariseos y saduceos: Son los dos principales grupos sociorreligiosos entre los que componían la nación israelita en tiempos de Jesús. Ver vocablos “fariseos” y “saduceos” en VOCABULARIO BÍBLICO.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
l 87 Mar 12:18; Luc 7:30
m 88 Sal 58:4; Mat 12:34
n 89 Mat 23:33; Luc 3:7; Luc 21:23; Rom 2:5; Rev 6:17
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
los fariseos. La palabra fariseos en hebreo significa « los separados» . Los fariseos eran los poderosos líderes laicos del judaísmo. Ellos querían aplicar la ley a todos los judíos y no sólo a la clase sacerdotal. Aunque algunos fariseos, como Nicodemo y Pablo, creyeron en Jesús, la mayoría rechazaron su mensaje.
saduceos. En contraste con el partido laico de los fariseos, los saduceos representaban la clase sacerdotal. Muchos de los saduceos eran ricos y controlaban y mantenían el templo. Los saduceos tenían poder religioso y político, especialmente en Jerusalén (Hch 4:1) y eran de las familias de mayor influencia y por eso controlaban el Sanedrín. Normalmente los saduceos se oponían al partido de los fariseos (Hch 23:6– 10) y no eran muy populares entre el pueblo. Este grupo aceptaba sólo al Pentateuco como autoritario, y a diferencia de los fariseos, los saduceos rechazaban la tradición oral, y no creían en la resurrección de los muertos ni en la existencia de ángeles (Hch 23:8). Dejaron de existir como partido después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C.
¿Quién os enseñó. Juan sabía que los fariseos y los saduceos se oponían a su mensaje; en realidad, ellos no estaban arrepentidos, sino que venían solamente para ser vistos por el público.
Fuente: La Biblia de las Américas
7 (1) Los fariseos eran la secta religiosa más estricta de los judíos ( Hch_26:5). Esta secta se formó por el año 200 a. de C. Ellos estaban orgullosos de su vida religiosa superior, su devoción a Dios y su conocimiento de las Escrituras. En realidad, se habían degradado hasta ser pretenciosos e hipócritas (23:2-33).
7 (2) Los saduceos eran otra secta del judaísmo ( Hch_5:17). Ellos no creían en la resurrección, ni en los ángeles, ni en los espíritus (22:23; Hch_23:8). Tanto Juan el Bautista como el Señor Jesús condenaron a los fariseos y a los saduceos, calificándolos de cría de víboras (v. 7; 12:34; 23:33). El Señor Jesús advirtió a Sus discípulos acerca de las doctrinas de ellos (16:6, 12). Los fariseos eran considerados ortodoxos, mientras que los saduceos eran los modernistas antiguos.
7 (a) Mat_16:1 , Mat_16:6 , Mat_16:12 ; Mat_23:13 , Mat_23:15
7 (b) Mat_22:23 ; Hch_4:1 ; Hch_5:17 ; Hch_23:6-8
7 (c) Luc_3:7 ; Hch_19:3-4
7 (d) Mat_12:34 ; Mat_23:33 ; Luc_3:7
7 (e) Rom_2:5 ; Rom_5:9 ; 1Ts_1:10
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
fariseos. Los fariseos eran la secta judía más influyente en la época de Cristo. Aunque tenían doctrinas ortodoxas, su celo por la ley de Moisés les llevó a una observancia externa degenerada, si bien estricta, tanto de la ley como de sus interpretaciones, que tenían igual autoridad (a sus propios ojos). Conocían las Escrituras (Mat 23:2), pagaban los diezmos (Luc 18:2), ayunaban (Mat 9:14), oraban (Mar 12:40); pero también eran hipócritas (Mat 23:15), autoconfiados (Luc 18:9), y los primeros en perseguir al Señor (Mat 9:3).
saduceos. Los saduceos, cuyos miembros procedían mayormente de entre los sacerdotes y las clases más elevadas, eran los que, en tiempo de Cristo, se oponían a lo sobrenatural. Negaban la verdad de la resurrección corporal, de un castigo futuro, así como de una recompensa futura y de la existencia de los ángeles (Hch 23:8). Aunque sostenían la ley escrita de Moisés, se oponían a las tradiciones orales observadas por los fariseos. Eran el partido de las familias del sumo sacerdocio de Jerusalén, con intereses directos en el mecanismo de la adoración del templo, y generalmente colaboraban con los gobernadores romanos. Se oponían a Cristo con igual vigor que los fariseos, y fueron condenados por Él de manera igualmente severa, aunque con menos frecuencia (Mat 16:1-4; Mat 16:6).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
fariseos… → Mat 12:34; Mat 23:33.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R213 Γεννήματα tiene el sentido de criaturas vivientes.
R602 La preposición ἐπί expresa propósito: para el bautismo.
R848 El verbo ὑπέδειξεν puede traducirse: ha advertido.
T66 Los imperfectos (vv. 4 y sigs.) contribuyen a formar un cuadro vivo en el fondo del cual Juan pronuncia sus reprensiones (aoristo).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
g 12.34; 23.33.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
† Literalmente, “ira.”