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Comentario de Mateo 4:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Mateo 4:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.

4:1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, (desde luego, Jesús fue voluntariamente, pero no se metió deliberadamente en tentación) para ser tentado (puesto a prueba) por el diablo. — El diablo, llamado Satanás (el adversario), es un ser real. El existe. Es el enemigo que siembra cizaña cuando el Señor siembra simiente buena (Mat 13:28); quita la palabra de Dios del corazón del hombre para que no crea (Mat 13:19); usa lazos para atrapar a los hombres para que estén «cautivos a voluntad de él» (2Ti 2:26); es el padre de la mentira (Jua 8:44); pero puede ser resistido por el hombre (Stg 4:7, Stg 4:8).

¿Qué significa la palabra tentar? «PEIRAZO significa (1) intentar, probar, ensayar; (2) poner a prueba, en un buen sentido, dicho de Cristo y de los creyentes, Heb 2:18, donde el contexto da evidencia de que la tentación fue causa de sufrimiento para El, y sólo de sufrimiento, no una atracción hacia el pecado, de modo que los creyentes tienen la simpatía de Cristo como su Sumo Sacerdote en el sufrimiento que el pecado ocasiona a aquellos que están en el disfrute de la comunión con Dios; lo mismo es el caso con el pasaje similar en 4:15; en todas las tentaciones que Cristo soportó, no había nada dentro de El que respondiera al pecado. No había en El ninguna debilidad pecaminosa… (a) de intentos de atrapar a Cristo en Sus palabras, p.e., Mat 16:1; Mat 19:3; Mat 22:18; Mat 22:35…; Jua 8:6; (b) de tentaciones a pecar, p.e., Gál 6:1Stg 1:13-14… de tentaciones mencionadas como procedentes del diablo, Mat 4:1.. 1Co 7:5; 1Ts 3:5; (c) de tentar o retar a Dios, Hch 15:10; 1Co 10:9; Heb 3:9; al Espíritu Santo, Hch 5:9… Nota: Stg 1:13 parece contradecir otras afirmaciones de la Escritura en dos respectos, diciendo (a) que «Dios no puede ser tentado del mal» y (b) que «ni él tienta a nadie». Pero Dios tentó, o probó, a Abraham Heb 11:17, y los israelitas tentaron, o probaron, a Dios, 1Co 10:9. Sin embargo, el v 14 clarifica que, en tanto que en estos casos la tentación o prueba vino de fuera, Santiago se refiere a la tentación o prueba que surge de dentro, de apetitos descontrolados y de pasiones malvadas, cp. Mar 7:20-23» (WEV).

Heb 2:17; Heb 4:15. A. Nuestra semejanza. Jesús «debía ser en todo semejante a sus hermanos» (Heb 2:17), y «fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado» (Heb 4:15); es decir, fue tentado como hombre. «Se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres» (Flp 2:7). Estos textos se refieren a la naturaleza humana de Jesús. Siendo hombre El tenía todos los deseos y apetitos normales del hombre: p. ej., «tuvo hambre» (Mat 4:2), y sed (Jua 4:7), «dormía» (Mat 8:24) y sufría físicamente (Mat 16:21).

La expresión nuestra semejanza no se refiere a ninguna clase de «naturaleza pecaminosa». El no compartía los deseos carnales que caracterizan a los hombres. «Cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice:… Has amado la justicia, y aborrecido la maldad», Heb 1:6-9; cuando «el Verbo fue hecho carne» (Jua 1:14), no dejó de amar la justicia y aborrecer la maldad. El nunca pecó ni en palabra, ni en hecho, ni en pensamiento. Nunca fue culpable de codiciar a una mujer (Mat 5:28); nunca aborreció a nadie (1Jn 3:15); no amaba al dinero (1Ti 6:9-10; Col 3:5). El fue tentado como hombre, pero no como hombre pecador.

B. Nuestras debilidades. «Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades (flaquezas, LBLA)». Jesús no tenía debilidades o flaquezas espirituales. El hombre tiene deseos carnales e inclinaciones hacia el mal y, por eso, fácilmente cae en pecado, pero Jesús no tenía tales flaquezas. Cuando la palabra débil se usa en sentido espiritual, significa pecador («Cuando éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos… siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros», Rom 5:5; Rom 5:8). Jesús no tenía esta clase de debilidad. La palabra debilidad es ASTHÉNEIA, y significa enfermedad, literalmente «falta de fuerza». Luc 7:21, «sanó a muchos de enfermedades» 2Co 11:30, «me gloriaré en lo que es de mi debilidad» (hablando de sus persecuciones, 11:24-28). «Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre» (Mat 4:2); en verdad, después de ayunar por cuarenta días el cuerpo está prácticamente abatido y cerca de la muerte. Cuando azotado (Mat 27:26) ¿no estaba debilitado? Obligaron a Simón de Cirene a que llevase la cruz de Cristo (Mat 27:32), tal vez a causa de su debilidad, porque Jua 19:17 dice que «él (Jesús), cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera». «Fue crucificado en debilidad» (2Co 13:4). La debilidad de Jesús, pues, no tuvo nada que ver con la flaqueza espiritual, sino con la debilidad física. Por lo tanto, Heb 4:15 no se refiere a las debilidades espirituales.

C. Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. La expresión sin pecado (CHORIS HAMARTIA) significa «aparte de pecado» (compárese Jua 20:7, «el sudario… enrollado en un lugar aparte, CHORIS)», alejado de, «sin asociación con el pecado» (Léxico Thayer). «En todas las tentaciones que Cristo soportó, no había nada dentro de El que respondiera al pecado. No había en El ninguna debilidad pecaminosa» (WEV, definición de PEIRAZO).

Fue tentado en todo según nuestra semejanza, porque tenía deseos y apetitos humanos, pero hay mucha diferencia entre los deseos humanos y los deseos malos, que son cultivados y adquiridos por el hombre mismo; es decir, no nace con ellos, sino que en vez de satisfacer los deseos normales y naturales conforme a las reglas de Dios, salen de estos límites para corromperlos y satisfacerlos conforme a las incitaciones del diablo. Cristo Jesús tuvo todos los deseos y apetitos normales y naturales, pero no adquirió ningún deseo o apetito carnal. Siempre estaba resuelto a hacer la voluntad de Dios (Jua 4:34; Jua 5:30). Dice Jua 14:30, “Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”; es decir, Satanás no tuvo poder alguno sobre Jesús.

Stg 1:14, «Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido». Los deseos malos son creados y cultivados por el hombre desde la juventud por medio de imitar el ejemplo de otros, por la asociación con gente mundana, por varios medios de comunicación carnales (libros, revistas y, cada vez más en nuestra generación por medio de la corrupción de la televisión). Entonces, una vez corrompido el corazón, el hombre es susceptible a la tentación del diablo descrita en este texto. Muchos son tentados porque aman al dinero (Jos 7:21; 1Ti 6:9-10; Col 3:5), pero Jesús no fue tentado de esta manera. El era el Hijo de David, pero no imitó a David en su pecado de codiciar a una mujer (2Sa 11:1-27; Mat 5:28). No imitó a Caín ni a los hermanos de José en odiar o envidiar a otros. Recuérdese siempre lo que se dice de Cristo en Heb 1:9, “Has amado la justicia, y aborrecido la maldad”. Por lo tanto, Stg 1:14 no debe citarse para comentar sobre las tentaciones de Jesús, porque El nunca tenía concupiscencias que le pudieran atraer o seducir.

1Jn 2:15-16, «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo… Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo» (1Jn 2:16); puesto que este texto tampoco se refiere a los deseos y apetitos normales o naturales, sino a los «del mundo», no se debe aplicar a las tentaciones de Jesús, pues El no tenía «los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida». Juan dice «no améis… las cosas que están en el mundo»; Jesús no las amaba. Desde luego, Satanás tienta o pone a prueba a todos y de toda manera posible, pero en Jesús no había nada que respondiera a sus tentaciones. Recuérdese Jua 14:30, «Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí».

Rom 8:3, «Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado». El calvinismo enfatiza la palabra semejanza, diciendo que Jesús no nació en pecado (depravado) como los otros hombres, sino que sólo estaba «en semejanza de carne de pecado». Esta explicación es errónea, porque Jesús «debía ser en todo semejante a sus hermanos» (Heb 2:17). Por lo tanto, si todos los hombres nacen pecadores, entonces Jesús nació pecador. Desde luego, la Biblia enseña que el hombre nace sin pecado, pero en este texto (Rom 8:3) Pablo habla de «carne de pecado», porque todos los hombres han pecado, usando su cuerpo como instrumento de pecado (Rom 6:12-13). Cristo vino «en semejanza de carne de pecado», porque El tenía un cuerpo humano, pero nunca usó su cuerpo como instrumento de pecado.

Cristo, nuestro perfecto ejemplo de la pureza. Algunos suponen que fue necesario que Jesús tuviera deseos carnales para ser nuestro ejemplo, pero Dios es nuestro ejemplo (Efe 5:1); ¿El tiene deseos malos? Todo cristiano debe ser ejemplo para otros. Para ser ejemplo para el borracho, ¿tiene que querer emborracharse? Para ser ejemplo para el homosexual, ¿tiene que poseer deseos homosexuales? Para ser ejemplo para el ladrón ¿tiene que codiciar los bienes de otros?

Cristo fue tentado para dejarnos el perfecto ejemplo de cómo vivir y de cómo resistir al diablo. Su vida aquí en la tierra no fue un «experimento» (para ver si pudiera vivir perfectamente). No vino para saber cómo sería vivir como un hombre, pues ya sabía todo lo que hay en el hombre (Jua 2:24-25). Recuérdese que cuando Cristo vino al mundo, amaba la justicia y aborrecía la maldad (Heb 1:9) y al ser «hecho carne» no cambió (Heb 13:8).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Jesús fue llevado. Mar 1:12, Mar 1:13; Luc 4:1; Rom 8:14.

por el Espíritu al desierto. 1Re 18:12; 2Re 2:16; Eze 3:12, Eze 3:14; Eze 8:3; Eze 11:1, Eze 11:24; Eze 40:2; Eze 43:5; Hch 8:39.

para ser tentado por el diablo. Gén 3:15; Jua 14:30; Heb 2:18; Heb 4:15, Heb 4:16.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jesús, ayunando cuarenta días, es tentado del diablo y ministrado por los ángeles, Mat 4:1-11.

habita en Capernaum, Mat 4:12-16;

comienza a predicar, Mat 4:17;

llama a Pedro y a Andrés, Mat 4:18-20,

a Jacobo y Juan, Mat 4:21, Mat 4:22;

enseña y sana a todos los enfermos, Mat 4:23-25.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Satanás no condujo a Cristo a la tentación, fue el Espíritu Santo quien lo hizo. En los inicios de su ministerio se comprueba que Jesús es santo y que está más allá de las astutas pruebas del maligno. Esta tentación tuvo lugar inmediatamente después del bautismo de Jesús (cf. con Mar 1:12). Las victorias espirituales a menudo son seguidas de pruebas (cf. con Elías en 1Re 19:1-21). Después de su bautismo público, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, refiriéndose a la parte alta del desierto de Judea. El marco histórico de la tentación, la que atentaba contra la naturaleza humana de Jesús, indica que esta fue una experiencia literal que Él realmente conquistó, no una mera victoria mental sobre sus pensamientos. La referencia a ser llevado por el Espíritu hace evidente la interrelación de estos dos miembros de la Trinidad. En su trabajo terrenal, Jesús dependía del ministerio del Espíritu Santo para su investidura de poder.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

TENTACIÓN DE JESÚS. Satanás tentó a Jesús con el fin de intentar apartarlo de la senda de la perfecta obediencia a la voluntad de Dios. Obsérvese que en cada tentación Jesús se sometió a la autoridad de la Palabra de Dios en vez de someterse a los deseos de Satanás (vv. Mat 4:4; Mat 4:7; Mat 4:10). ¿Qué puede aprenderse de la tentación de Cristo?

(1) Satanás es el peor enemigo del creyente. Este debe estar consciente de que está librando una batalla espiritual con las fuerzas invisibles pero reales del mal (véase Efe 6:12, nota).

(2) Sin el Espíritu Santo y el apropiado empleo de la Palabra de Dios, no puede el creyente vencer el pecado y la tentación. A continuación, se sugiere cómo emplear la Palabra de Dios para vencer la tentación:

(a) Comprender que mediante la Palabra se obtiene el poder para resistir cualquier tentación que Satanás pueda presentar (Jua 15:3; Jua 15:7).

(b) Injertar (i.e., memorizar) la Palabra de Dios en el alma y en la mente (véase Stg 1:21, nota)

(c) Meditar día y noche en los versículos que se han memorizado (véanse Deu 6:6, nota; Sal 1:2, notas; Sal 119:47-48, nota),

(d) Recitar el pasaje memorizado para sí mismo y para Dios en el momento de la tentación (vv. Mat 4:4; Mat 4:7; Mat 4:10).

(e) Reconocer y acatar el impulso del Espíritu Santo para obedecer la Palabra de Dios (Rom 8:12-14; Gál 5:18).

(f) Orar al dar cada uno de esos pasos (Efe 6:18). Estos son algunos pasajes que se deben memorizar para enfrentar la tentación: Generales (Rom 6:1-23 y Rom 8:1-39); Específicos: con respecto a la inmoralidad (Rom 13:14), a la mentira (Jua 8:44; Col 3:9), al chisme (Stg 4:11), a la desobediencia a los padres (Heb 13:17), al desánimo (Gál 6:9), al temor del futuro (2Ti 1:7), a las malas pasiones (Mat 5:28; 2Ti 2:22), al deseo de venganza (Mat 6:15), al descuido de la Palabra de Dios (Mat 4:4), a las preocupaciones económicas (Mat 6:24-34; Flp 4:6).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Capitulo 4.

La tentación de Cristo en el desierto, 4:1-11 (Mar 50:12-13; Luc 4:1-13).
1 Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. 2 Y, habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo hambre.3 Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. 4 Pero él respondió, diciendo: Escrito está: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” s Llevóle entonces el diablo a la Ciudad Santa, y, poniéndole sobre el pináculo del Templo, 6 le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues escrito está: “A sus ángeles encargará que te tomen en sus manos para que no tropiece tu pie contra una piedra.” 7 Díjole Jesús: También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios.” 8 De nuevo le llevó el diablo a un monte muy alto, y mostrándole todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, 9 le dijo: Todo esto te daré si de hinojos me adorares. 10 Díjole entonces Jesús: Apártate, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y a El solo darás culto.” 11 Entonces el diablo le dejó, y llegaron ángeles y le servían.

Este relato es “uno de los mas enigmáticos de toda la tradición evangélica” (Schmid). Por eso se va a hacer primero una exposición de los elementos que entran en el relato; luego buscar el intento diabólico en ellos, y, por último, ver el origen y finalidad kerigmático-evangélica de esta tentación.
Mateo vincula este pasaje al bautismo de Cristo por la fórmula de “entonces,” que indica un simple cambio de escena.
Cristo, sometido en todo a la acción del Espíritu Santo, va “al desierto.” El Espíritu “lo lleva a la parte alta” (άνήχθη), lo “empuja” (έκβάλλει) (Mc), lo “llevaba” (Lc), en imperfecto, indicando una acción constante.
La forma de expresión lo vincula con el desierto de Judea (Mt 3:Ib; cf. Mar 1:4; Luc 3:2) antes descrito. Una tradición lo localiza en el Jebel-Qarantal, a cuatro kilómetros al norte de la actual Jericó. En el siglo IV San Garitón fundó allí una laura. Desde 1874 está en poder de los ortodoxos l.
Va al desierto para ser “tentado” (πεφασθηνοκ) por el diablo. La palabra griega usada lo mismo puede significar “tentación” en el sentido de solicitar al pecado, que indicar, simplemente, ser sometido a prueba.
El desierto aparece en la literatura judía y oriental como lugar donde moraba: los malos espíritus, y en especial los demonios (Mat 12:43; Luc 11:24; cf. Isa 13:21; Tob 8:3; Bar 4:35). Pero tiene también otro sentido mesiánico, además de lugar de penitencia y aislamiento. Las comunidades de esenios y Qumrán son un claro ejemplo de ello.
El diablo significa, conforme a su etimología (διάβολος), “arrojador,” en sentido de acusador, calumniador o tentador. Su oficio es triple en la literatura rabínica: solicitar al hombre al pecado (cf. Zac 3:1; Job 2:6ss), acusarlo luego ante el tribunal de Dios y aplicar la muerte en castigo al pecado; de ahí llamarle “el ángel de la muerte.” 2
El tiempo que establecen los evangelistas para esta tentación es de cuarenta días y cuarenta noches, cifra de ambiente bíblico. Así, el diluvio (Gen 7:12); la estancia de Moisés en el Sinaí (Exo 24:18); los años de Israel en el desierto (Num 14:33-34); años de una generación. Tiene también un carácter penal 3. Vosté piensa que el número cuarenta es a causa de los ayunos de los judíos, que comían por las noches 4, como es costumbre de los musulmanes en el mes del Ramadán. Sin embargo, la dependencia de los pasajes citados del A.T. explica la formulación literaria del continuo ayuno de Cristo. Fue durante este período cuando se dice que Cristo experimentó tentaciones. La construcción gramatical de Mc-Lc es ambigua. Mt las sintetiza al final del ayuno. Mt y Lc recogerán tres.
La primera está perfectamente situada. Cristo ayunó cuarenta días y sintió hambre. “Si eres Hijo de Dios,” le dice el tentador, con cuya respuesta esperaba saber si era el Mesías o no, que transforme estas piedras en pan. Sugerencia bajo capa de piedad: que no sufra un privilegiado hijo de Dios. “Hijo de Dios” está sin artículo; pero se refiere, como en otros casos (Mat 8:29; Mat 27:40.43; Mar 1:1), al Mesías, máxime después de su vinculación literaria con el bautismo, en que se le proclamó “su” Hijo (cf. Mat 9:25) 5. Se esperaba entonces que el Mesías, al modo de Moisés, haría descender otra vez del cíelo una lluvia de “maná” 6, del que se comería en aquellos años. Acaso pueda con Mt haber evocación.
Cristo le contesta con un argumento de la Escritura: “Está escrito.” La palabra de Dios cierra toda discusión. “El hombre no vive sólo de pan, sino de toda palabra que sale de boca de Dios” (Deu 8:3). Cristo alude aquí al sentido espiritual de confianza en la omnipotencia de Dios, en función de otra vida superior, a la que hay que atender con preferencia. Que es lo que Jesús recordará más tarde junto al pozo de Siquem: “Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me envió” (Jua 4:34). Por eso dijo a sus discípulos: “Yo tengo una comida que vosotros no sabéis” (Jua 4:32).
Cristo pudo hacer el milagro. Pero éste no debe hacerse inútilmente. El abandono al Espíritu y a la Providencia fue el medio para rechazar la tentación. La Escritura, con todos los procedimientos y sentidos rabínicos, cerraba toda discusión. Como aquí con un procedimiento de “analogía.” 7
La segunda es de tipo espiritual. Aunque las expresiones “el diablo condujo a Cristo,” de Lucas, o “toma a Cristo,” de Mateo, se prestan a una interpretación materialista, quieren decir que sucedería en una representación imaginativa; por tanto, “tomar” (παραλαμβάνω), como el arameo debar, puede indicar sólo que la persona sujeto tiene la iniciativa, sin exigir una acción física (Mat 17:1; Mat 17:20, Mat 17:17) 8. El verbo “llevar” (άγω), de Lc, puede también indicar incitar a algo o “llevar,” pero en representación imaginativa 9, lo mismo que el verbo “poner,” “colocar” (έστησεν), del v.5 (Mat 18:2; Hec 1:23; Hec 6:13).
Desde allí, el diablo interviene para que Cristo esté en la “Ciudad Santa,” Jerusalén, y sea “puesto” sobre el “pináculo” (πτερύγων) del Templo, probablemente era la techumbre de uno de los pórticos dentados 10 del recinto general del Templo (ιερόν), 11, donde se lograría mejor la espectacularidad de la propuesta.
Según Josefo, la vista del Cedrón desde el “pórtico real” causaba vértigo: más de 180 metros 12. Desde el “pináculo” despeñaron a Santiago el Menor el año 62 13, y éste debe de ser un punto de la muralla oriental 14.
En una de las concepciones rabínicas se contaba precisamente que el Mesías se revelaría estando de pie, sobre el techo del Templo, para anunciar a Israel que su redención había llegado 15. En aquel ambiente, y a la hora de los sacrificios, hubiese sido un prodigio tal que acusaría ser él el Mesías.
De nuevo Cristo rechaza la tentación con la Escritura: “No tentarás al Señor tu Dios,” que se refiere al Deu 6:16, y se alude con él al pasaje del éxodo cuando, faltos de agua en el desierto, exigían los israelitas a Moisés un milagro. “¿Por qué tentáis a Yahvé?” les dijo Moisés (Exo 17:2). Nuevamente Cristo, confiando en la providencia de Dios, rechazó la tentación. No era “confiar” en Dios arrojarse temerariamente, exponiendo su vida, y esperar que Dios milagrosamente lo salvase. Los ángeles protegen al “justo” (Sal 91:11ss), pero no al temerario suicida. Y esto suponiendo que no le propusiese tirarse, por lo descabellado, desde 180 metros – ”pináculo” – al Cedrón.
En la tercera tentación el diablo interviene para que Cristo vea los reinos del mundo y su atracción. Se trata de un hecho análogo al que se lee en Eze 40:2; Eze 40:41 :l-5ss, y que se realizó “en visión”: “Mc condujeron y me pusieron sobre un monte muy alto.” Es una visión imaginativa y fantasmagórica, ya que naturalmente es imposible; aparte que Lc lo insinúa al decir que fue “en un instante” (εν στηίμγ] χρόνου). “Todo el poder y la gloria de estos reinos te daré si me adoras,” le dijo el tentador 16. Los judíos contemporáneos de Cristo esperaban un Mesías político y nacional, que aparecería con pompa dominación y prodigios. Así se presentaron una serie de pseudomesías, como se ve en los evangelios (Mar 10:35ss; Luc 24:21; Jua 6:15), Josefo 17, y los apócrifos 18. No es que el diablo tenga dominio sobre el mundo. únicamente en el sentido de que influye en sembrar el mal, Cristo le llamó “príncipe de este mundo” (Jua 12:31), y San Pablo le llega a llamar “Dios de este mundo” (2Co 4:4). Por eso Cristo, citando de nuevo la Escritura (Deu 6:13), desenmascara la falta de sus poderes y le ordena que se aparte: “Teme a Yahvé, tu Dios y sírvele a El.” Sólo a Dios se puede adorar y temer como fuente y dador de todo poder. Mt modifica homogéneamente la cita explicitándola a su propósito.
Y el diablo se retiró, como dice Lucas, “temporalmente.” No directamente, pero sí indirectamente, tentó luego a Cristo a través de los fariseos y saduceos, queriendo intimidarle en el desarrollo de su mesianismo; de las turbas, que querían hacerle rey temporal; de los que intervinieron en la pasión. Todos colaboraron a aquel momento, del que Cristo dijo: “Viene el príncipe de este mundo contra mí” (Jua 12:31). Entonces el Padre, por el abandono de Cristo en su providencia, hizo lo que antes El no quiso realizar: “vinieron los ángeles y le servían,” es decir, le trajeron alimento: διαχονέω (Mat 8:13; Mat 25:44, etc.) tiene aquí este sentido.
tentaciones mesiánicas
¿Qué intención tienen los evangelistas al describir estas “tentaciones”? Algunos, en la antigüedad, pensaron en una victoria ejemplar y eficiente de Cristo sobre las tentaciones y pecados genéricos de los hombres: gula, vanagloria, soberbia, que cita San Juan (1Jn 2:16). Así se podía Cristo compadecer de nosotros y animarnos en la lucha: “Confiad, yo he vencido al mundo” (Jua 16:33). Para otros significan la absoluta impecabilidad de Cristo: “¿Quién de vosotros me argüirá de pecado?” (Jua 8:46). Otros querían ver que en el desierto donde Israel fue tentado y pecó, Cristo supera aquella conducta. Y hasta se pensó que, contra el pecado del paraíso, él era el nuevo Adán.
La interpretación general, sin embargo, es que tienen un valor mesiánico. Cristo es tentado en cuanto Mesías, pues el diablo le dice: “Si eres Hijo de Dios,” palabras que se refieren directamente al Mesías, aunque en esta redacción literaria, van a tener el sentido del Mesías-Dios.
Se producen, además, en el desierto, símbolo y escenario de la edad mesiánica. “Ya en tiempos de los profetas existía la tradición según la cual el tiempo de la restauración de Israel, los tiempos mesiánicos, se verán precedidos de un período más o menos largo en el que se repitan las experiencias del pueblo de Dios en su peregrinación por el desierto antes de entrar en la tierra prometida. Pero, sobre todo, esta corriente de ideas penetraba íntimamente la conciencia del judaísmo contemporáneo de Jesús. Estaban convencidos de que el Mesías había de venir del desierto y que inauguraría la era mesiánica repitiendo la fenomenología del desierto” 19.
Una confirmación de este ambiente se ve en un doble hecho: a) Los relatos de Flavio Josefo presentando a diversos impostores pseudomesías que llevaban las gentes “al desierto,” prometiéndoles signos prodigiosos y desde allí conquistar prodigiosa y mesiánicamente Jerusalén 20, y de lo que se hace eco el mismo ν.Τ. (Hec 21:38). “Todos estos testimonios, de los que se hace eco el ν.Τ., arguyen en el judaísmo contemporáneo de Jesús una corriente ideológica según la cual los tiempos mesiánicos, mejor dicho, escatológicos, estaban próximos y habrían de inaugurarse los ideales tiempos del desierto 21. b) Los recientes descubrimientos de Qumrán hablan también de esta expectación mesiánica que ha de realizarse en el desierto. Dice así la Regla de la Comunidad: “Cuando estas cosas sucedan en la comunidad de Israel, que se alejen de la ciudad, de los hombres de iniquidad, para ir al desierto, a fin de preparar allí el camino de El (Dios), según está escrito: En el desierto, preparad el camino de Yahvé.” 22 “Es bien probable que los hombres de Qumrán. también se fueron al desierto con el fin de repetir las experiencias de los cuarenta años, los mismos que peregrinó el pueblo antes de entrar en la tierra prometida.” 23
En este marco ideal del desierto es donde se comprende bien todo el sentido profundo del mesianismo que en esta escena se contiene. Todos los elementos concurren a ello: la cifra de cuarenta días, las citas del Deuteronomio, el “maná,” la condena de la idolatría recordando la escena del “becerro de oro,” son sucesos todos del pueblo de Israel en el desierto. Todo ello hace ver que el sentido de estas tentaciones fue mesiánico 24.

Origen y finalidad de estas tentaciones.
Se comprende bien que Cristo, después del bautismo y antes de su vida pública de Mesías, se hubiese retirado algún tiempo a la oración, como hacía en otras ocasiones, máxime en momentos trascendentales, y que fuese este lugar una región desértica. Pero choca ya 25 toda esta escenificación calculada, y luego – como en el diálogo satánico del Génesis – que el demonio, al estilo de Job ante Dios, se ponga, sin la menor extrañeza, en diálogo con Cristo. Y si Cristo va realmente al desierto para ser tentado por el diablo, es extraño que ni allí, en el desierto, está Jerusalén ni ninguna montaña altísima. Aparte que las tentaciones son presentadas como un pugilato – entre Cristo y Satán – de textos bíblicos. “La lucha se desarrolla en la forma de una discusión entre peritos en las Escrituras” (J. Schmid). A esto se añade la gran discrepancia de este relato de la tentación de Mt-Lc con el relato de Mc, y la misma divergencia entre Mt y Lc. En todo ello se ve un “maravillosismo” de afinidad con los relatos y géneros literarios conocidos y afines con esta exposición: no se ve el porqué de todos estos elementos. Sobre todo esta lucha demoníaca entre Cristo y Satán 26.
¿No puede tener este relato una solución no histórica? La palabra “tentación” (πειρασμός) que se usa puede significar no “tentación” que solicite a Cristo al pecado – ¡increíble! – pero aun extraña que el diablo someta a Cristo al otro sentido de esta palabra: “prueba.” En cambio, son demasiado conocidos los procedimientos literarios judíos, especialmente apocalípticos y targúmicos – véase lo que se dijo a este propósito sobre el bautismo histórico de Cristo -, en orden a justificar, mediante dramatizaciones didácticas, algunos temas o preguntas que inquietaban aquel medio ambiente. Y esta escena parece ser respuesta del kérigma de la comunidad cristiana primitiva a un problema inquietante entonces, tanto en la Iglesia como en las polémicas contra el fariseísmo rabínico. Si Cristo es el Mesías, ¿por qué no responde su actuación al concepto de Mesías brillante, triunfador, político y nacionalista, que estaba creído y esperado en el medio ambiente judío?
Los judíos contemporáneos de Cristo esperaban un Mesías así (Mat 12:22.23; Jua 4:29). En este plan se presentaron una serie de pseudomesías, como se ve por los evangelios (Mar 10:35ss; Luc 24:21; Jua 6:15), Josefo y los apócrifos 26.
Por eso, ya desde antes se proponía si no sería esto una dramatización de las “luchas” concretas, que no eran otra cosa que la gran “lucha” que tuvo Cristo en su vida contra Satán (cf. Jua 13:2ss). No sería ello, en el fondo, otra cosa que querer orientar la solución por un camino, no al margen de las “tentaciones” históricas de Cristo, tal como están relatadas en los evangelios: las luchas que tuvo de obstáculos en su vida de Mesías, que tenían en gran parte un jefe invisible en aquella concepción – y realidad – que era Satán.
Además, si no hubiesen sido históricas en su “núcleo,” no como están relatadas, la comunidad cristiana primitiva no parece que las hubiese inventado, lo que no es creíble, por la humillación, incluso victoriosa de Cristo, máxime en la hora del pleno conocimiento de su divinidad. Por eso, parece que ella hubiese querido exponer – hubiese tenido necesidad de justificar – en una dramatización oriental, tan del gusto y estilo ambiental, la solución de un problema gravemente inquietante. Sería un caso, en terminología cuasi técnica, de una Deute-Erzahlung (narración) o una Deute-Darstellung (exposición), es decir: una “narración” o una “exposición interpretativa.”
Esta sería la respuesta de la comunidad cristiana primitiva al problema inquietante del mesianismo desconcertante de Cristo.
Primero, ¿por qué el Mesías va al desierto a “ayunar” y a ser “tentado por el diablo,” y para ello, además, es “movido” o “llevado” por el Espíritu Santo? Es ya un misterio, pero que Dios traza. Son los planes de Dios.
Y en estas “tentaciones” A prueba,” en la primera – ¿y por qué el Mesías tiene “hambre”? – no se resuelve por el expediente fácil del milagro, sino por el abandono a la Providencia de Dios. Si se hubiese hecho conforme a la proposición diabólica, el Mesías no seguiría el mesianismo profético, espiritual y de dolor (Isaías), que Dios trazó.
La segunda “tentación,” la expectacular, de bajar en la hora esplendente del Templo en manos de ángeles – ¿la gente vería los ángeles? -, era provocar el mesianismo por aclamación de triunfalismo espectacular. Lo que no era el Mesías profético, que triunfaría, finalmente en la cruz.
La tercera “tentación” era exponer que Cristo no recibe el poder de Satanás – como los fariseos decían de los milagros de Cristo -, sino de Dios. No era por recursos políticos – piénsese en tantos tronos de entonces logrados por sangre, en el fondo, por Satán -. Es verdad que en el Sal 2:6.8 se prometen al Mesías los reinos de la tierra. Pero éstos no le vienen por donación de Satán, que no tiene, sino de Yahvé. Lo llamaron en vida “endemoniado” y que realizaba prodigios en virtud del diablo. Es aquí la proclamación de los poderes mesiánicos, y del mesianismo universal, que Dios le dio.
El ansia judía de poder autónomo, aunque teocrático, pero político, encuentra aquí su respuesta. Cristo-Mesías rechaza ese poder político. ¿Acaso se quiere insinuar por rechazo, que esos otros falsos mesianismos y aspiraciones judías son satánicos? Cristo es el gran vencedor de Satán y su obra: no se inclina ante él para recibir el mesianismo: ni en lo religioso ni en lo político.
Es la gran confesión que se hace del mesianismo isaiano del “Siervo de Yahvé.” Es el mesianismo profético, el auténtico. Es el mesianismo espiritual y de sufrimiento. Es el mesianismo de la Verdad, que trae Cristo, el Hijo de Dios, como mensaje del Padre: éste es el mesianismo salvador.
Y con este cuadro también se adelanta y confirma la temática fundamental evangélica: la victoria de Cristo contra Satán, el gran enemigo del Reino.
Por eso, la escena del histórico bautismo de Cristo, expuesta por la catequesis primitiva como una Deute-Vision (visión interpretativa), y esta otra de la “tentación” de Cristo, expuesta como una Deute-Erzáhlung (narración interpretativa) o como una Deute-Darstellung (exposición interpretativa) son como dos condiciones “sine qua non” que había que deshacer ante las objeciones ambientales judías, previas a la exposición de la obra mesiánica de Cristo a narrarse, y totalmente opuesta al mesianismo judío material, político, nacionalista, triunfalista.
Y, por lo mismo, ambas escenas son un excelente “prólogo” al resto de la exposición de la obra mesiánica de Cristo.

Vuelta de Jesucristo a Galilea,Sal 4:12-17 (Mar 1:14.-15; Luc 4:14-15).
El cuadro que a continuación relata Mt pertenece a una cronología muy posterior, como él mismo indica: después que el Bautista había sido preso (v.12), y lo cual relata Mt muy posteriormente (Mat 14:1-12.13.34). El propósito de este cuadro es destacar, por un nuevo motivo de contigüidad con el valor mesiánico de las tentaciones y el bautismo, que Cristo es el Mesías. Mt lo ve en una conjunción geográfica de Cristo en Galilea y una profecía de Isaías; Mc (Mat 1:14.15) y Lc (Mat 4:14.15) refieren esta venida de Jesús a Galilea, pero no destacan en ella, como Mt, el valor mesiánico de la misma.

12 Habiendo oído que Juan había sido preso, se retiró a Galilea. 13 Dejando a Nazaret, se fue a morar en Cafarnaúm, ciudad situada a orillas del mar, en los términos de Zabulón y Neftalí, 14 para que se cumpliese lo que anunció el profeta Isaías, que dice: 15 “¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles! 16 El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz, y para los que habitaban en la región de mortales sombras, una luz se levantó.” 17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: Convertios, porque se acerca el reino de Dios.

La predicación del Bautista, creando una fuerte reacción mesiánica, hizo temer a Herodes Antipas un movimiento revolucionario 27, lo mismo que, por la censura que hacía de su incesto, el Bautista fue encarcelado en Maqueronte y degollado (Mat 14:1-12 y par.). Cuando Cristo “oyó” la prisión del Bautista, comprendiendo la actitud de Antipas frente a El, no solamente se aleja de Judea, sino que también abandona la misma Nazaret, “donde se había criado” (Luc 4:16), para establecerse en Cafarnaúm, cuya precisión topográfica indica Mt, pues por razón de su localización verá él su vinculación con la profecía mesiánica de Isaías.
Cafarnaúm estaba situada al borde del lago de Genesaret, enclavada en la tribu de Neftalí (Jos 19:32ss), no lejos de la de Zabulón, junto al lago de Tiberíades y en los límites de la tetrarquía de Filipo 28. Se la suele identificar en Tell Hum, el Talhum de los árabes 29.
Mt ve en esta venida de Cristo a establecerse en Cafarnaúm como centro de su actividad misional por Galilea el cumplimiento de una profecía de Isaías. Dice así el texto masorético (Isa 8:23b; Isa 9:1)2Cr 8:23b. Como al principio cubrió de oprobio a la tierra de Zabulón y de Neftalí, a lo último llenará de gloria el camino del mar y la otra ribera del Jordán, la Galilea de las Gentes.
9:1. El pueblo que andaba en tinieblas, vio una gran luz; sobre los que habitaban en la tierra de sombras de muerte resplandeció una brillante luz 30.
El pasaje de Isaías alude, en su primera parte, a las invasiones asirías de Teglatfalasar III (2Re 15:29; 1Cr 5:26). A estas invasiones y deportaciones de estas gentes a Asiría, con lo que sufrió especialmente “todo el territorio de Neftalí,” y con lo que Yahvé así los castigó y humilló, va a seguir “a lo último” – hora “escatológica” – un premio especial, pues Dios “llenará de gloria” todas estas regiones, que Isaías describe en forma triple: “el camino del mar,” que para el profeta era la ruta que nacía en la ribera occidental del Lago, y, pasando por las regiones de Zabulón y Neftalí y saliendo al mar Mediterráneo, se comunicaba con Egipto y con Siria, mientras que para Mt, que intenta destacar especialmente Galilea, es la ruta que, bordeando la parte occidental del Lago, comunicaba con la Galilea superior; y “la otra ribera del Jordán,” es decir, la TransJordania; y la “Galilea de las Gentes,” puesto que, desde Teglatfalasar III (734-733 a.C.), Galilea, además de las deportaciones, sufrió infiltraciones paulatinas de colonos gentiles: árameos, itureos, fenicios y griegos. En tiempo de Cristo vivían numerosos gentiles juntamente con los judíos de raza y judíos mixtificados (1Ma 5:15), atraídos por el comercio, sobre todo en las ciudades de Galilea superior.
Estas tribus, antes así humilladas y mixtificadas de razas y religiones – lo que hacía que los habitantes de Judea tuviesen a los galileos como judíos inferiores -, tuvieron un gran privilegio. Los que estaban “en tinieblas” ahora vieron la Luz (Isa 9:5.6): el, Emmanuel, que comenzaba a realizar allí su obra mesiánica 31.
La predicación de Cristo aparece con el mismo tema del Bautista. Puede querer expresarse la conexión religiosa entre ambos.

Llamamiento de los primeros discípulos,Isa 4:18-22. (Mar 1:16-20; Luc 5:1-11).
18 Caminando, pues, junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, que se llamaba Pedro, y Andrés, su hermano, los cuales echaban la red en el mar, pues eran pescadores; 19 y les dijo: Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres. 20 Ellos dejaron al instante las redes y le siguieron. 21 Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y Juan, su hermano, que en la barca, con Zebedeo, su padre, componían las redes, y los llamó. 22 Ellos, dejando luego la barca y a su padre, le siguieron.

Los cuatro primeros discípulos ya conocían a Cristo según Jn (Jua 1:35-51). Se discute si esta escena es la misma que relata Lc (Jua 5:1-11), con algunas variantes y precedida de una pesca histórica y “simbólica,” o si se trata de una pesca distinta o literariamente combinada. Las afinidades del relato vocacional en Mt-Mc son evidentes. La “fuente” de Lc tenía, seguramente, esta escena previa, máximamente oportuna. El “seguimiento” de los discípulos en él corresponde sin duda al parcialmente más explícito de Mt-Mc. Pero el relato de éstos está hecho con elementos bastante incoloros, de clisé. Mas su entronque conceptual con Lc parece claro. El problema de estas vocaciones y Jn se estudia en Comentario a Jua 50:35ss).
El “mar de Galilea,” Genesaret, tiene 21 km. de N. a S., y 12 de E. a O.; su superficie es de 170 km2 32. En la época de Cristo, una sola de sus ciudades, Tariquea, tenía 230 pequeñas barcas 33.
El encuentro de Cristo con sus próximos discípulos debe de ser en Cafarnaúm (Mar 1:21.29); éstos “arrojaban la red (άμφι’βληστρον) al mar.” La palabra griega sugiere el tipo actual de red (shabakah), de forma circular y que los pescadores arrojan en círculo 34. A esto debe de responder el término de Mc (αμφιβάλλοντας) (Mar 1:16) 35. Los dos grupos de discípulos están en las barcas (v.18; cf. v.20).
El llamamiento que Cristo les hace es para ser “pescadores de hombres.” La frase tiene sentido “escatológico” (Mat 13:47-49). Los discípulos van a congregar a los seres humanos para su ingreso en el Reino. Al punto le “siguieron,” término rabínico para expresar el discipulado.
Mc dice que el padre de Juan y Santiago estaba en la barca con “jornaleros” (μισθοτών), gentes a sueldo. En cambio, estos grupos binarios de hermanos no eran simplemente “compañeros” (Mar 5:10) en sus faenas de mar, pues Juan y Santiago eran “participantes” (μετόχοί) (Luc 5:7), “socios” de Simón-Pedro, seguramente en sus gastos y beneficios, como se hace hoy 36. Los papiros testifican estas costumbres con la misma palabra de “socios” 37. El hecho de “dejar las redes” allí y “seguir” a Cristo no parece exigir un completo desprendimiento material de toda su familia y bienes. Se los verá, en ocasiones, residir en su hogar, y, después de la resurrección de Cristo, volver a Galilea a sus faenas. Un ejemplo bien concreto es Mateo, que en su “vocación” sigue a Cristo, y luego aparece en su casa dando un banquete a Cristo.

Jesucristo predica y cura en Galilea,Luc 4:23-25 (Mar 1:39).
23 Recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, predicando el evangelio del Reino y curando en el pueblo toda enfermedad y toda dolencia. 24 Extendiéndose su fama por toda la Siria, y le traían a todos los que padecían algún mal, los atacados de diferentes enfermedades y dolores y los endemoniados, lunáticos, paralíticos, y los curaba. 25 Grandes muchedumbres le seguían de Galilea y de la Decápolis, y de Jerusalén y de Judea, y del otro lado del Jordán.

Este pasaje es un clásico relato de tipo “sumario” de la obra de Cristo. Incrustados en los evangelios causan fuerte impacto sobre su mesianismo. No sólo tiene valor apologético, sino sugeridor de la obra benéfica del Mesías, al evocar a Isaías (Isa 53:4) y que luego citará Mt en el c.8.
Lc dice que venían de Judea, y omite de Galilea (Mt-Mc). No es más que un caso ordinario de relato parcial, debido probablemente a su “fuente.” La Siria que se cita no es la provincia romana, a la que también pertenecía Palestina, cuyas regiones cita (v.25), sino la región de Siria al sur de Hermón, en la que residían numerosos judíos 38.
Esta presentación de “multitudes,” supone una actividad ya desarrollada de Cristo, y prepara las gentes del “sermón de la Montaña.”

1 Perrella, / luoghi santi (1936) p.112-116. – 2 Strack-B., Kommeniar. I p.136-149. – 3 Plummer, An critical and exegetical Commentary on the Cospel according to S. Luke (1910) h.l. – 4 Vosté, De baptismo, tentatione. (1934) p.52. – 5 A. Schmoller, Handkonkordanz-zum griechischen neuen Testament (1953) p.492-493. – 6 Midrash Qohelet 1:9 (9b); Strack-B., Kommentar. II p.481; Apocalipsis de Bar 29:8. – 7 Bonsirven, Le Judaisme pdestinien. 1934) I p.296ss. – 8 Joüon, L’évangile. compte tenu du substrat sémitique (1930) p.15. – 9 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.21. – 10 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.1163. – 11 Abel, La Sepulture de samt Jacques le Mineur: Rev. Bib. (1919) p.481. – 12 Josefo, Antiq. XV 11:5. – 13 Eusebio De Cesárea, Hist. Eccl. II 23:12: MG 20:200. – 14 Vincent-Abel, Jerusalem Nouvelk (1926) p.841-845; Strack-B., Kommentar. IV p.873; Perrella, / luoghi santi (1936) p. 116-118. – 15 Leví rabba 9:6; Cant. rabba IV 16:31; Deut. rabba 1:17; Targ. Jer. Gen 35:21; Pesiq. rabba 162a; cf. Bonsirven, Le judaísme palestinien. (1934) I p.406-407. – 16 Strack-B., Kommentar. I p.78. – 17 De bello iud. II 13:4. – 18 Sal. Salom. 17:21ss; Or. Sybül. 3:652-656. – 19 A. G. Lamadrid, Los descubrimientos de Qumrán (1956) p. 137-138. – 20 Josefo, Antiq. XX 5:1; 8:10; De bello iud. II 13:4.5. – 21 lamadrid, o.c., p.141. – 22 Regla de la Comunidad VIII 12:13; IX 20; Vermes, Les manuscrito du desert de Juda (1953) p. 149-150-152; H. Riesenfeld, Le carattere messianique de la tentation au desert: Rech. Bibl. VL: La venue du Messie (1962) p.51-63; Meagher, Stones or Bread. A study of Christ’s temptations (1957); J. Dupont, L’origine du recit des tentations de – Jesús au desert: Rev. Bibl. (1966) p.30-76; L’arriere fond biblique des tentations de Jesús: New Test. Studies (1956-7) p.287-304; Schnakenburg, Der Sinn der Versuchung – Jesu bei den Synoptikern: Theologische Quartalschrift (1952) p.297-326; H. Seese-Man, Peira: Theolog. Wórterb. zum N.T. (1960) p.23-37; A. B. Taylor, Decisión in the Desert. The Temptation of Jesús in the Light of Dfutfronomy: ínter pretation (1960) p.300-309. – 23 Lamadrid, o.c., p. 141-142. – 24 Lamadrid, o.c., p.139. – 25 Vosté, De baptismo, tentatione, etc. (1934) p.51-114, donde se da abundante bibliografía; A. Kadie, Momentum messianum tentationum Christi: VD (1938) p.93ss.l26ss,151ss. – 26 Vosté, o.c., p.77-98; León Dufour, Dict. Bibl. Suppl. (1960) t.6 col. 1483. – 26 Cf. notas 17 y 18. – 27 Antiq. XVIII 5:2. – 28 Abel, Géographie de la Palestine (1938) II p.292-293. – 29 Abel, o.c., II p.292-293; ID., Bibl. Suppl. I 1045-1064; Orfali, Capharnaüm et ses ruines (1922). – 30 Nácar-Colunga, Sagrada Biblia h.l. – 31 Ceuppens, De prophetiis messianicis (1936) p.226-246. – 32 A. F. Truyols, Geografía bíblica (1951) p.126. – 33 Josefo, De bello iud. II 21:8. – 34 lagrance,’ évang. s. St. Marc (1929) p.18. – 35 Dunkel, Die Fischerei am See Genesareth: Bíblica (1924) p.375-390. – 36 Biever, Au bordan lac de Tibériade: Conférences de Saint Etienne (1910-1911) p.304. – 37 Willam, La vida de Jesús en el país y. vers. del alem. (1940) p.169-170; Con-Zelmann, Die Mitte der Zeit (1959) p.22ss. – 38 Benoit, Remarques sur les sommaires des Actes: Mélanges Goguel (1950) p.1-10; E. Trocmé, Le livre des Actes et l’histoire (1957) p.195ss; Josefo, B.I. VII 3:3.

Fuente: Biblia Comentada

fue llevado por el Espíritu … para ser tentado por el diablo. Dios en sí mismo nunca es el agente de la tentación (Stg 1:13); pero aquí, así como en el libro de Job, Dios usa incluso tentaciones satánicas para servir a sus soberanos propósitos. Cristo fue tentado en todo (Heb 4:15; 1Jn 2:16); Satanás lo tentó con «los deseos de la carne» (vv. Mat 4:2-3); «los deseos de los ojos» (vv. Mat 4:8-9); y «la vanagloria de la vida» (vv. Mat 4:5-6).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

4:1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, (desde luego, Jesús fue voluntariamente, pero no se metió deliberadamente en tentación) para ser tentado (puesto a prueba) por el diablo. — El diablo, llamado Satanás (el adversario), es un ser real. El existe. Es el enemigo que siembra cizaña cuando el Señor siembra simiente buena (Mat 13:28); quita la palabra de Dios del corazón del hombre para que no crea (Mat 13:19); usa lazos para atrapar a los hombres para que estén «cautivos a voluntad de él» (2Ti 2:26); es el padre de la mentira (Jua 8:44); pero puede ser resistido por el hombre (Stg 4:7, Stg 4:8).
¿Qué significa la palabra tentar? «PEIRAZO significa (1) intentar, probar, ensayar; (2) poner a prueba, en un buen sentido, dicho de Cristo y de los creyentes, Heb 2:18, donde el contexto da evidencia de que la tentación fue causa de sufrimiento para El, y sólo de sufrimiento, no una atracción hacia el pecado, de modo que los creyentes tienen la simpatía de Cristo como su Sumo Sacerdote en el sufrimiento que el pecado ocasiona a aquellos que están en el disfrute de la comunión con Dios; lo mismo es el caso con el pasaje similar en 4:15; en todas las tentaciones que Cristo soportó, no había nada dentro de El que respondiera al pecado. No había en El ninguna debilidad pecaminosa… (a) de intentos de atrapar a Cristo en Sus palabras, p.e., Mat 16:1; Mat 19:3; Mat 22:18; Mat 22:35…; Jua 8:6; (b) de tentaciones a pecar, p.e., Gál 6:1… Stg 1:13-14… de tentaciones mencionadas como procedentes del diablo, Mat 4:1.. 1Co 7:5; 1Ts 3:5; (c) de tentar o retar a Dios, Hch 15:10; 1Co 10:9; Heb 3:9; al Espíritu Santo, Hch 5:9… Nota: Stg 1:13 parece contradecir otras afirmaciones de la Escritura en dos respectos, diciendo (a) que «Dios no puede ser tentado del mal» y (b) que «ni él tienta a nadie». Pero Dios tentó, o probó, a Abraham Heb 11:17, y los israelitas tentaron, o probaron, a Dios, 1Co 10:9. Sin embargo, el v 14 clarifica que, en tanto que en estos casos la tentación o prueba vino de fuera, Santiago se refiere a la tentación o prueba que surge de dentro, de apetitos descontrolados y de pasiones malvadas, cp. Mar 7:20-23″ (WEV).
Heb 2:17; Heb 4:15. A. Nuestra semejanza. Jesús «debía ser en todo semejante a sus hermanos» (Heb 2:17), y «fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado» (Heb 4:15); es decir, fue tentado como hombre. «Se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres» (Flp 2:7). Estos textos se refieren a la naturaleza humana de Jesús. Siendo hombre El tenía todos los deseos y apetitos normales del hombre: p. ej., «tuvo hambre» (Mat 4:2), y sed (Jua 4:7), «dormía» (Mat 8:24) y sufría físicamente (Mat 16:21).
La expresión nuestra semejanza no se refiere a ninguna clase de «naturaleza pecaminosa». El no compartía los deseos carnales que caracterizan a los hombres. «Cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice:… Has amado la justicia, y aborrecido la maldad», Heb 1:6-9; cuando «el Verbo fue hecho carne» (Jua 1:14), no dejó de amar la justicia y aborrecer la maldad. El nunca pecó ni en palabra, ni en hecho, ni en pensamiento. Nunca fue culpable de codiciar a una mujer (Mat 5:28); nunca aborreció a nadie (1Jn 3:15); no amaba al dinero (1Ti 6:9-10; Col 3:5). El fue tentado como hombre, pero no como hombre pecador.
B. Nuestras debilidades. «Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades (flaquezas, LBLA)». Jesús no tenía debilidades o flaquezas espirituales. El hombre tiene deseos carnales e inclinaciones hacia el mal y, por eso, fácilmente cae en pecado, pero Jesús no tenía tales flaquezas. Cuando la palabra débil se usa en sentido espiritual, significa pecador («Cuando éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos… siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros», Rom 5:5; Rom 5:8). Jesús no tenía esta clase de debilidad. La palabra debilidad es ASTHÉNEIA, y significa enfermedad, literalmente «falta de fuerza». Luc 7:21, «sanó a muchos de enfermedades» 2Co 11:30, «me gloriaré en lo que es de mi debilidad» (hablando de sus persecuciones, 11:24-28). «Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre» (Mat 4:2); en verdad, después de ayunar por cuarenta días el cuerpo está prácticamente abatido y cerca de la muerte. Cuando azotado (Mat 27:26) ¿no estaba debilitado? Obligaron a Simón de Cirene a que llevase la cruz de Cristo (Mat 27:32), tal vez a causa de su debilidad, porque Jua 19:17 dice que «él (Jesús), cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera». «Fue crucificado en debilidad» (2Co 13:4). La debilidad de Jesús, pues, no tuvo nada que ver con la flaqueza espiritual, sino con la debilidad física. Por lo tanto, Heb 4:15 no se refiere a las debilidades espirituales.
C. Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. La expresión sin pecado (CHORIS HAMARTIA) significa «aparte de pecado» (compárese Jua 20:7, «el sudario… enrollado en un lugar aparte, CHORIS)», alejado de, «sin asociación con el pecado» (Léxico Thayer). «En todas las tentaciones que Cristo soportó, no había nada dentro de El que respondiera al pecado. No había en El ninguna debilidad pecaminosa» (WEV, definición de PEIRAZO).
Fue tentado en todo según nuestra semejanza, porque tenía deseos y apetitos humanos, pero hay mucha diferencia entre los deseos humanos y los deseos malos, que son cultivados y adquiridos por el hombre mismo; es decir, no nace con ellos, sino que en vez de satisfacer los deseos normales y naturales conforme a las reglas de Dios, salen de estos límites para corromperlos y satisfacerlos conforme a las incitaciones del diablo. Cristo Jesús tuvo todos los deseos y apetitos normales y naturales, pero no adquirió ningún deseo o apetito carnal. Siempre estaba resuelto a hacer la voluntad de Dios (Jua 4:34; Jua 5:30). Dice Jua 14:30, “Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”; es decir, Satanás no tuvo poder alguno sobre Jesús.
Stg 1:14, «Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido». Los deseos malos son creados y cultivados por el hombre desde la juventud por medio de imitar el ejemplo de otros, por la asociación con gente mundana, por varios medios de comunicación carnales (libros, revistas y, cada vez más en nuestra generación por medio de la corrupción de la televisión). Entonces, una vez corrompido el corazón, el hombre es susceptible a la tentación del diablo descrita en este texto. Muchos son tentados porque aman al dinero (Jos 7:21; 1Ti 6:9-10; Col 3:5), pero Jesús no fue tentado de esta manera. El era el Hijo de David, pero no imitó a David en su pecado de codiciar a una mujer (2Sa 11:1-27; Mat 5:28). No imitó a Caín ni a los hermanos de José en odiar o envidiar a otros. Recuérdese siempre lo que se dice de Cristo en Heb 1:9, “Has amado la justicia, y aborrecido la maldad”. Por lo tanto, Stg 1:14 no debe citarse para comentar sobre las tentaciones de Jesús, porque El nunca tenía concupiscencias que le pudieran atraer o seducir.
1Jn 2:15-16, «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo… Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo» (1Jn 2:16); puesto que este texto tampoco se refiere a los deseos y apetitos normales o naturales, sino a los «del mundo», no se debe aplicar a las tentaciones de Jesús, pues El no tenía «los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida». Juan dice «no améis… las cosas que están en el mundo»; Jesús no las amaba. Desde luego, Satanás tienta o pone a prueba a todos y de toda manera posible, pero en Jesús no había nada que respondiera a sus tentaciones. Recuérdese Jua 14:30, «Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí».
Rom 8:3, «Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado». El calvinismo enfatiza la palabra semejanza, diciendo que Jesús no nació en pecado (depravado) como los otros hombres, sino que sólo estaba «en semejanza de carne de pecado». Esta explicación es errónea, porque Jesús «debía ser en todo semejante a sus hermanos» (Heb 2:17). Por lo tanto, si todos los hombres nacen pecadores, entonces Jesús nació pecador. Desde luego, la Biblia enseña que el hombre nace sin pecado, pero en este texto (Rom 8:3) Pablo habla de «carne de pecado», porque todos los hombres han pecado, usando su cuerpo como instrumento de pecado (Rom 6:12-13). Cristo vino «en semejanza de carne de pecado», porque El tenía un cuerpo humano, pero nunca usó su cuerpo como instrumento de pecado.
Cristo, nuestro perfecto ejemplo de la pureza. Algunos suponen que fue necesario que Jesús tuviera deseos carnales para ser nuestro ejemplo, pero Dios es nuestro ejemplo (Efe 5:1); ¿El tiene deseos malos? Todo cristiano debe ser ejemplo para otros. Para ser ejemplo para el borracho, ¿tiene que querer emborracharse? Para ser ejemplo para el homosexual, ¿tiene que poseer deseos homosexuales? Para ser ejemplo para el ladrón ¿tiene que codiciar los bienes de otros?
Cristo fue tentado para dejarnos el perfecto ejemplo de cómo vivir y de cómo resistir al diablo. Su vida aquí en la tierra no fue un «experimento» (para ver si pudiera vivir perfectamente). No vino para saber cómo sería vivir como un hombre, pues ya sabía todo lo que hay en el hombre (Jua 2:24-25). Recuérdese que cuando Cristo vino al mundo, amaba la justicia y aborrecía la maldad (Heb 1:9) y al ser «hecho carne» no cambió (Heb 13:8).

Fuente: Notas Reeves-Partain

LAS TENTACIONES DE JESÚS

Mateo 4:1-11

A continuación el Espíritu guió a Jesús al desierto para que el diablo Le tentara. Después de pasarse voluntariamente cuarenta días y noches sin comer, estaba hambriento. Fue entonces cuando el tentador se Le presentó.

Si es verdad que eres el Hijo de Dios Le dijo a Jesús-, diles a estas piedras que se conviertan en pan.
-Escrito está -le contestó Jesús-: una persona no vive sólo de pan, sino de toda palabra que proceda de la boca de Dios.
Luego el diablo Le llevó a la santa ciudad, y Le colocó encima del pináculo del templo.
-Si es verdad que tú eres el Hijo de Dios -Le dijo-, tírate desde aquí; porque escrito está: «Les dará órdenes a Sus ángeles para que Te cuiden y Te levanten en sus brazos para que nunca ni siquiera tropieces con Tus pies en una piedra.»
-También está escrito -le contestó Jesús-: «No has de intentar poner a prueba al Señor tu Dios.»
El diablo Le llevó otra vez a una montaña muy alta, y Le mostró desde allí todos los reinos del mundo y su gloria, y Le dijo:
-Te daré todas estas cosas si Te postras a mis pies y me adoras.
-¡Quítate de en medio, Satanás! -le contestó Jesús-. Porque escrito está: «Adorarás al Señor tu Dios, y Le servirás sólo a Él.»
Entonces ya el diablo Le dejó en paz, y vinieron ángeles a prestarle servicio.

Hay algo en lo que debemos fijarnos bien justamente al principio de nuestro estudio de las tentaciones de Jesús, y es el sentido de la palabra tentar. La palabra que se usa aquí en el original es peirazein. En español, la palabra tentar tiene un sentido uniforme y sistemáticamente malo. Siempre quiere decir inducir a una persona a hacer algo que no está bien, procurar seducirla al pecado, tratar de persuadirla a tomar una decisión contraria a la moral o, a la ley de Dios. Pero peirazein tiene un elemento completamente diferente en su significado. Quiere decir probar mucho más que tentar en nuestro sentido de la palabra.

Uno de los grandes relatos del Antiguo Testamento es el que nos cuenta por qué poco evitó Abraham sacrificar a su hijo único Isaac. Ahora bien, ese relato empezaba diciendo: » Y aconteció después de estas cosas, que tentó Dios a Abraham» (Ge 22:1 . R-V «09). Está claro que la palabra tentar no puede querer decir aquí tratar de seducir al mal. Es impensable el que Dios intentara hacer a un hombre un malhechor. Pero todo queda totalmente claro cuando entendemos que quiere decir: «Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham» (R-V 60″). Había llegado la hora para la prueba suprema de la lealtad de Abraham. Lo mismo que tiene que probarse el metal sometiéndolo a una presión y tensión superiores a las que tendrá que soportar antes de usarlo para un uso práctico, así un hombre tiene que ser probado antes de que Dios pueda usarle para Su propósito. Los judíos tenían un dicho: «El Santo, bendito sea Su nombre, no eleva a un hombre a una dignidad hasta después de probarle y analizarle; y si resiste la tentación, entonces Dios le eleva a la dignidad.»

Aquí tenemos, pues, una gran verdad edificante. Lo que llamamos tentación no nos viene para hacernos pecar, sino para capacitarnos para conquistar el pecado; no para hacernos malos, sino buenos; no para debilitarnos, sino para que surjamos de la prueba más fuertes y auténticos y puros. La tentación no es un castigo por ser humanos, sino la gloria de serlo. Es la prueba que sobreviene a una persona que Dios quiere usar. Así que debemos pensar en todo este incidente, no tanto como la tentación, sino como la prueba de Jesús.

Tenemos también que fijarnos en dónde tuvo lugar esta prueba. Fue en el desierto. Entre Jerusalén, en la meseta central que es la espina dorsal de Palestina, y el Mar Muerto se extiende el desierto. El Antiguo Testamento lo llama yesimón, que quiere decir la devastación, un nombre apropiado. Se extiende por un área de 50 por 25 kilómetros.

Sir George Adam Smith que se lo recorrió, nos lo describe. Es un área de arena amarilla, de caliza quebradiza y de cantos dispersos. Es un área de estratos deformes en los que las arrugas van en todas las direcciones como si estuvieran alabeadas y retorcidas. Las colinas son como montones de polvo; La piedra caliza está erosionada y pelada; las rocas están desnudas y puntiagudas; a menudo hasta el mismo suelo suena a hueco cuando lo pisan los pies humanos o los cascos de las caballerías. Deslumbra y reluce con el calor como un horno inmenso. Se precipita hacia el Mar Muerto en una caída de cuatrocientos metros de piedra caliza, pedernal y marga, entre salientes y entrantes y precipicios.
En ese desierto, Jesús podía estar más solo que en ningún otro lugar de Palestina. Jesús se fue al desierto completamente solo. Había recibido Su tarea; Dios Le había hablado; tenía que pensar cómo iba a emprender la obra que Dios Le había confiado; tenía que tener las cosas claras antes de empezar; tenía que estar solo.

Puede que a menudo erremos sencillamente porque nunca hacemos lo posible para estar solos. Hay ciertas cosas que una persona tiene que resolver a solas. Hay momentos cuando no nos sirve de nada el consejo que se nos pueda dar. Hay veces cuando una persona tiene que retenerse de actuar, y empezar a pensar. Puede que cometamos muchos errores precisamente porque no nos damos la oportunidad de estar a solas con Dios.

EL SAGRADO RELATO

Mateo 4:1-11 (continuación)

Hay algunas consideraciones que debemos hacernos antes de proceder al estudio detallado del relato de las tentaciones.
(i) Los tres evangelistas sinópticos parecen hacer hincapié en que las tentaciones siguieron inmediatamente al bautismo de Jesús. Como dice Marcos «Inmediatamente el Espíritu Le impulsó al desierto» (Mr 1:12 ; R-V sigue manteniendo la palabra luego en su primera acepción: «Prontamente, sin dilación», D.R.A.E.).

Es una de las realidades de la vida el que después de todo gran momento viene un momento de reacción -y una y otra vez es en la reacción donde se oculta el peligro. Eso fue lo que le sucedió a Elías. Con un coraje imponente, Elías se enfrentó completamente solo y derrotó a los profetas de Baal en el monte Carmelo (1R 18:17-40 ). Ese fue el gran momento del valor y del testimonio de Elías. Pero la matanza de los profetas de Baal provocó la ira de la malvada Jezabel, que se propuso acabar con Elías. «Entonces tuvo miedo y se levantó y huyó para salvar la vida a Beerseba» (1R 19:3 ). El hombre que se había mantenido intrépidamente frente a todos sus rivales huye ahora para salvar la vida con el terror en los talones. Había llegado el momento de la reacción.

Parece ser ley de vida que precisamente después que nuestro poder de resistencia ha estado en su punto más alto se achanta hasta lo más bajo. El tentador escogió cuidadosa, sutil y astutamente su momento para atacar a Jesús -pero Jesús le venció. Haremos bien en mantenernos especialmente en guardia después de cada vez que la vida nos ha llevado a las alturas, porque es precisamente entonces cuando asalta el más grave peligro de las simas.
(ii) No tenemos por qué considerar esto como una experiencia externa de Jesús. Fue una lucha que tuvo lugar en Su propio corazón y mente y alma. La prueba está en que no existe ninguna montaña desde la que se puedan ver todos los reinos de la Tierra, pese al Tibidabo. Fue una batalla interior.
Es en nuestros pensamientos y deseos más íntimos como viene a nosotros el tentador. Lanza su ataque en nuestras propias mentes. Es verdad que es tan real que casi podemos hasta ver al diablo. Hasta este día se puede ver una mancha de tinta en la pared de la habitación de Lutero en el castillo de Wartburg en Alemania: Lutero le tiró el tintero al diablo que le estaba tentando. Pero el poder del diablo estribe en el hecho de que supera nuestras defensas y nos ataca desde dentro. Encuentra aliados y armas entre nuestros pensamientos y deseos más íntimos.

(iii) No tenemos que creer que Jesús derrotó definitivamente al tentador en una sola campaña, y que éste no volvió a atacarle ya nunca más. El tentador Le habló otra vez a Jesús en Cesarea de Filipo cuando Pedro trató de disuadirle de seguir el camino de la Cruz, y cuando tuvo que decirle a Pedro las mismas palabras que le había dicho al tentador en el desierto: «¡Quítate de en medio, Satanás!» (Mt 16:23 ). Al final de su recorrido, Jesús pudo decirles a sus discípulos: » Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas» (Lc 22:28 ). Y nunca en toda la historia humana ha habido una lucha con la tentación como la que Jesús mantuvo en Getsemaní con el tentador que trataba de apartarle del camino de la Cruz (Lc 22:42-44 ).

» La vigilancia eterna es el precio de la libertad.» En la milicia cristiana no hay licencia ni se dan permisos. A veces nos preocupamos porque creemos que deberíamos alcanzar una etapa en la que estuviéramos más allá de la tentación, una etapa en la que el poder del tentador ya estuviera quebrantado para siempre. Jesús nunca alcanzó esa etapa. Desde el principio hasta el fin de su carrera tuvo que mantenerse en la lucha; por eso puede ayudarnos a pelear la nuestra.
(iv) Una cosa sobresale en esta historia: Las tentaciones fueron tales que no podían sobrevenirle a una persona que no tuviera unos poderes muy especiales y supiera que los tenía. Sanday describe las tentaciones como » el problema de qué hacer con los poderes sobrenaturales.» Las tentaciones que sobrevinieron a Jesús sólo le podían atacar a uno que supiera que había cosas extraordinarias que él podría hacer.
Debemos recordar siempre que una y otra vez somos atacados por medio de nuestros dones. La persona dotada con algún encanto tendrá la tentación de usarlo para salirse con la suya. La persona dotada con el poder de la palabra tendrá la tentación recurrir a la labia para presentar disculpas que justifiquen cualquier comportamiento suyo. La persona con una imaginación viva y gráfica sufrirá agonías de tentación que una persona flemática no experimentará nunca. La persona con grandes talentos mentales estará tentada a usarlos para su propio bien y no para el de otros, para convertirse en amo y no en servidor de la humanidad. Es un hecho inexorable de la tentación que es precisamente donde nos consideramos más fuertes donde debemos tener más cuidado de no bajar la guardia.

(v) Nadie puede leer este relato sin darse cuenta de que su fuente tiene que haber sido el mismo Jesús. No había nadie con Él en el desierto cuando se estaba librando esta batalla. Y tenemos noticias de ella solamente porque Jesús mismo tiene que habérselo contado a sus hombres. Es como si Jesús nos estuviera relatando una parte de su autobiografía espiritual.
Debemos siempre acercarnos a esta historia con una reverencia única y especial, porque Jesús nos descubre en ella Su más íntimo corazón y alma. Está refiriéndonos Su experiencia. Es la más sagrada de todas las historias, porque Jesús nos está diciendo en ella que puede ayudar a los demás en sus tentaciones porque Él mismo fue tentado. Nos descorre el velo de Sus propias luchas para ayudarnos en las nuestras.

EL ATAQUE DEL TENTADOR

Mateo 4:1-11 (conclusión)

El tentador lanzó su ataque contra Jesús en tres frentes, en cada uno de los cuales había algo inevitable.
(i) Está la tentación de hacer que las piedras se volvieran pan. El desierto estaba sembrado de pequeños cantos de caliza que parecían exactamente panecillos; hasta ellos le sugerirían a Jesús esta tentación.
Era una tentación doble. La tentación de que Jesús usara Sus poderes egoístamente y para Su propio provecho, y eso fue precisamente lo que Jesús siempre se negó a hacer. Siempre hay la tentación de usar egoístamente cualesquiera poderes que Dios nos haya dado.

Dios le ha dado un don a cada persona, y cada persona puede hacerse una de dos preguntas. Puede preguntarse: «¿Qué partido puedo yo sacar de este don?» o: «¿Cómo puedo yo usar este don para el bien de los demás?» Esta clase de tentación se nos puede presentar en la cosa más sencilla. Una persona puede poseer, por ejemplo, una voz agradable de escuchar; puede proponerse sacarle partido, y negarse a usarla a menos que se le pague. No hay razón para rehusar que se le pague, pero hay toda clase de razones para no deber usarla solamente para que se le pague. No hay persona que no tenga la tentación de usar egoístamente el don que Dios le haya asignado.

Pero esto de la tentación tiene otra cara. Jesús era el Mesías de Dios, y Él lo sabía. En el desierto se estaba enfrentando con la elección del método para ganar las almas para Dios. ¿Qué método había de usar para la tarea que Dios Le había asignado? ¿Cómo había de materializar Su visión y sueño?
Un camino infalible para convencer a la gente a que Le siguiera era darles pan, es decir, cosas materiales. ¿Acaso no lo justificaba la historia? ¿No había dicho Dios: » Os haré llover pan del cielo?» ¿No incluían las visiones de la futura edad de oro ese mismo sueño? ¿No había dicho Isaías: » No tendrán hambre ni sed?» (Isa 49:1 D) ¿No era el Banquete Mesiánico una figura consagrada entre los Testamentos de los sueños del Reino? Si Jesús hubiera querido darle pan a la humanidad, tendría suficiente justificación para hacerlo.

Pero el haberles dado pan a los hombres habría sido una doble equivocación. En primer lugar, habría sido sobornarlos para que Le siguieran. Habría sido convencer a la gente para que Le siguiera por lo que pudieran sacar, mientras que la recompensa que Jesús tenía para ofrecer era una Cruz. Llamaba a la gente a una vida de dar, no de obtener. Sobornar a la humanidad con cosas materiales habría sido la negación de todo lo que Él vino a decir y habría sido finalmente la derrota de Sus propios fines.
En segundo lugar, habría sido suprimir los síntomas sin tratar la enfermedad. La gente está hambrienta; pero debemos preguntarnos: ¿Por qué está hambrienta? ¿Es por culpa de su propia estupidez, y descuido, y holgazanería? ¿O es porque hay algunos que poseen egoístamente demasiado mientras otros carecen de lo necesario? La verdadera manera de curar el hambre es eliminar sus causas -y las causas están en el alma de las personas. Y, sobre todo, hay un hambre del corazón que no se puede satisfacer con cosas materiales.

Así es que Jesús contestó al tentador con las mismas palabras que expresan la lección que Dios había tratado de enseñarle a Su pueblo en el desierto: «La persona no vive solo de pan, sino de todo lo que proceda de la boca del Señor» (Dt 8:3 ). La única manera de encontrar la verdadera satisfacción es aprender a depender totalmente de Dios.

(ii) Entonces el tentador reforzó su ataque en otro frente. En una visión, llevó a Jesús al pináculo del templo. Eso puede querer decir una de dos cosas.

El templo estaba edificado en la cima del monte de Sión, que formaba como una meseta donde estaban situados los edificios del templo. Había una esquina en la que se unían el pórtico de Salomón y el pórtico Real, y en esa esquina había una caída de ciento cincuenta metros al valle del torrente de Cedrón. ¿Por qué no había de ponerse Jesús en ese pináculo, tirarse y aterrizar ileso en el fondo del valle? El pueblo seguiría admirado al que fuera capaz de semejante hazaña.

Otra posibilidad sería que, en la cubierta del templo mismo había un saliente donde se colocaba todas las mañanas un sacerdote con una trompeta en la mano, esperando el primer arrebol de la aurora a través de las colinas de Hebrón. A la primera señal del alba tocaba la trompeta para anunciar la hora del sacrificio de la mañana. ¿Por qué no podía Jesús ponerse allí, y saltar precisamente al patio del templo, haciendo que Le siguieran todos estupefactos? ¿No había dicho Malaquías: » Y vendrá súbitamente a Su templo el Señor?» (Mal 3:1 ). ¿No había una promesa de que los ángeles llevarían en sus manos al hombre de Dios para que no le sobreviniera ningún daño? (Sal 91:11 s).

Esto era precisamente lo que prometían los falsos mesías que surgían cada dos por tres. Un tal Teudas había hecho salir al pueblo prometiéndole que a su palabra se dividirían las aguas del Jordán en dos partes. Un famoso pretendiente egipcio (Hch 21:38) había prometido que con una sola palabra arrasaría las murallas de Jerusalén. Simón Mago, se dice, había prometido volar por los aires, pero pereció en el intento. Estos pretendientes habían ofrecido credenciales que no pudieron cumplir. Jesús podía cumplir todo lo que prometiera. ¿Por qué no había de seguir ese método?

Jesús tenía dos buenas razones para no adoptar ese curso de acción. La primera, que el que busque atraer a sí a las personas proveyéndolas de sensaciones habrá elegido un camino que, literalmente, no tiene futuro. La razón es bien sencilla: para conservar el poder tendría que seguir produciendo sensaciones cada vez más grandes. Las maravillas tienen un tiempo limitado. La sensación de este año será algo corriente el que viene. Un evangelio basado en el sensacionalismo estaría condenado al fracaso. La segunda, que esa no es la manera en que se ha de usar el poder de Dios. » No intentarás someter al Señor tu Diosa prueba,» dijo Jesús (Dt 6:16 ). Lo que quería decir era que no es bueno querer ver hasta dónde puede uno llegar con Dios; no tiene sentido ponerte deliberadamente en una situación peligrosa, atrevida e innecesariamente, y esperar que Dios te libre de las consecuencias.

Dios espera que asumamos riesgos por fidelidad a Él, pero no para elevar nuestro prestigio. La fe que depende de las señales y los milagros no es la verdadera fe. Si la fe no puede creer sin las sensaciones es que no es realmente fe, sino una duda que está buscando una prueba, y buscándola donde no la puede encontrar. El poder salvador de Dios no es algo con lo que se puede jugar ni experimentar, sino algo en lo que hay que confiar sin aspavientos en la vida diaria.
Jesús rechazó el sensacionalismo porque sabía que conducía, y conduce, al fracaso; y porque buscar sensaciones no es confiar, sino desconfiar de Dios.
(iii) Así es que el tentador atacó todavía por otro frente. Era el mundo lo que Jesús había venido a salvar, y Le vino a la mente una representación del mundo. La voz del tentador Le dijo: .«¡Póstrate y adórame, y yo Te daré todos los reinos del mundo!» ¿No había dicho Dios mismo a Su escogido: » Pídeme, y Te daré por herencia las naciones, y como posesión Tuya los confines de la Tierra»? (Sal 2:8 ).

Lo que quería decir el tentador era: «¡Transige! ¡Lleguemos a un acuerdo! ¡No pongas el listón demasiado alto! Hazte un poco el ciego al mal y a las cosas discutibles, y Te harás con las masas.» Esta era la tentación a pactar con el mundo en vez de presentarle clara y terminantemente las demandas de Dios. Era la tentación a avanzar retirándose, y a tratar de cambiar el mundo haciéndose como él.
La contestación de Jesús no se hizo esperar: » Al Señor tu Dios temerás, a Él solo servirás y por Su nombre jurarás» (Dt 6:13 ). Jesús estaba absolutamente seguro de que no se puede vencer al mal entrando en componendas con él. Estableció la insobornabilidad de la fe cristiana. El Cristianismo no se puede doblegar para ponerse al nivel del mundo, sino elevar al mundo a su propio nivel. Ningún otro principio funcionará.

Así es que Jesús hizo Su decisión. Decidió que nunca sobornaría a nadie para que Le siguiera; decidió que el camino del sensacionalismo no era para Él, y decidió que no podía transigir en el mensaje que predicara ni en la fe que demandara. Su elección significaba inevitablemente la Cruz -pero la Cruz significaba también inevitablemente la victoria final.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 04

3. TENTACIÓN EN EL DESIERTO (Mt/04/01-11).

1 Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. 2 y después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo hambre. 3 El tentador se le acercó y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. 4 Pero él le contestó: Escrito está: No de solo pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

En seguida se muestra cómo obra en él la gran fuerza del Espíritu, que lo llena: Fue llevado por el Espíritu al desierto. Juan ya vivía allí, ahora también Jesús es llevado al desierto. Lo que ahora sigue, también fue querido por Dios. Lo que parece determinar de modo característico, como una ley, los caminos de Dios es que la salvación viene del desierto. Es el lugar de la pura adoración de Dios, en la peregrinación del pueblo por el desierto, en el regreso de la cautividad, en Juan, en Jesús… Aquí el desierto se ha convertido en la zona de la decisión: en favor o en contra de Dios. Una decisión que no se toma para poner en claro la misión personal, sino en favor de la salvación de todos los hombres y del mundo o contra ella. La primera frase va orientada a nombrar el objetivo de esta estancia en el desierto: para ser tentado por el diablo. Otro poder aparece en escena: junto al hombre de Dios (Juan), al Mesías, al Espíritu Santo y a la voz del Padre ahora se presenta el gran antagonista. La Sagrada Escritura le llama el «diablo», es decir el antagonista que desune y enemista al hombre y a Dios. La historia de Israel a través de todo su transcurso muestra que hubo poderosas fuerzas, que constantemente se oponían al establecimiento del reino de Dios, fuerzas que se exteriorizaban en una brutal violencia o en un refinamiento enmascarado, y se servían de los recursos externos del poder de los grandes Estados o de la debilidad de ciertas personas. Las formas son muy variadas, pero el objetivo siempre permanece el mismo: Dios no puede ser Señor, su voluntad no puede tener validez, su plan no puede realizarse. En los últimos siglos antes de Cristo en Israel se tiene una vista más perspicaz, y se reconoce un poder personal tras todas estas diferentes formas. Hay algo así como un antidiós, un ser maligno, que quiere servirse de todos los recursos para combatir contra Dios. En el Nuevo Testamento y especialmente aquí, en este pasaje, todo esto se ilumina con el fulgor del relámpago. En el primer instante en que debe hacerse la obra de Dios, allí también está el antagonista. En cuanto se levanta el telón de un escenario, aparecen en él frente a frente Dios y Satán sin fingimiento y con dureza. Se nota cuánto pesa la palabra «tentar». No es una de nuestras cotidianas tentaciones, de las que se habla en el confesonario, sino que es una tentación grande y única: desde Dios a Satán. Es la tentación a la caída, a la muerte, a la nada…

Jesús ha ayunado en el desierto cuarenta días y cuarenta noches, como hicieron antes de él Moisés en el Sinaí (Exo 34:28) y Elías (1Re 19:8). Cuando Jesús se encontraba en un estado de hambre acuciadora y de enervamiento corporal, se le dirige el tentador invitándole a convertir estas piedras en panes. Para el Hijo de Dios evidentemente es cosa fácil y, al mismo tiempo, es conveniente. ¿Es una tentación cándida de corto alcance? Jesús la rechaza con una frase de la Escritura, que está tomada del Deuteronomio. En un discurso Moisés recuerda al pueblo lo que, a pesar de la penuria y del hambre, Dios ha logrado en el desierto de una manera prodigiosa: «Te afligió con hambre, y te dio el maná, manjar que no conocías tú ni tus padres, para mostrarte que el hombre no vive de solo pan, sino de cualquier cosa que Dios dispusiere» (Deu 8:3). Esta fue una experiencia importante para los padres cn el desierto: Dios les ha conservado la vida de manera prodigiosa, incluso cuando la necesidad apremiaba, su vitalizante palabra ha preparado una nueva nutrición: el maná y las codornices. Pero los padres tenían que dar crédito a Moisés, y confiar en que Dios los conservaría. Ellos han hecho las dos cosas creyendo en la palabra de Dios y alimentándose del manjar para el cuerpo. ¿No tiene también que suceder así en el Mesías, a saber que él no pueda confiar en su propio poder, sino solamente en Dios? Si Dios le ha conducido al desierto, ¿no le conservará la vida? También en esto Jesús cumple «toda justicia», para servir de modelo intachable a todos los que le seguirán: Dios cuida de los suyos, si éstos le miran primero a él. Es verdad que su palabra omnipotente podría convertir estas piedras en panes. Pero todavía con mucha mayor solicitud Dios recompensa la confianza: los ángeles se acercan para servirle (Deu 4:11). Así también la confianza ha salido airosa en nuestra vida de distintas maneras, y este éxito se confirmará incesantemente.

5 Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone sobre el alero del templo 6 y le dice: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo; pues escrito está: Mandará en tu favor a sus ángeles, y te tomarán en sus manos, no sea que tropiece tu pie con una piedra. 7 Jesús le respondió: También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.

La segunda tentación le conduce a la ciudad santa, es decir, Jerusalén, que sólo san Mateo nombra respetuosamente con este título. Los dos están en el alero del tejado del templo. El diablo le invita a tirarse abajo confiando en las palabras del salmo, según las cuales Dios mandará a sus ángeles para que nada dañe a su devoto (Sal 90:11 s). ¡Cuánto más valdrá esta promesa para el Hijo de Dios! En la primera tentación ha salido airosa con brillantez la confianza de Jesús en Dios. Con todo es fácil poner a prueba una vez más esta confianza que se acaba de manifestar. Demuestra con una acción valerosa lo que acaba de declarar. Si esta confianza es tan incondicional y vigorosa, entonces mi proposición no puede ser considerada como temeraria. Jesús también contesta al seductor versado en la Escritura, con un texto bíblico que rasga la tela esmeradamente urdida por el diablo: No tentarás al Señor, tu Dios (Deu 6:16). Si yo hiciera lo que tú esperas, así habla Jesús, mi conducta no sería una prueba de mi confianza, sino lo contrario: peirasmos, la gran tentación de la discordia y la apostasía. Dios nunca se deja forzar. Sigue siendo el Señor que gobierna sin restricción. No tolera que le manden ayudar ni que los hombres lo tomen a su servicio. Su intervención siempre es una gracia libremente otorgada. El Mesías también está esperando ante Dios de una manera tan incondicional, que Dios se lo entrega todo. Ciertamente su confianza es ilimitada, pero también es ilimitada en el sentido de que él «nada puede hacer por sí mismo, como no lo vea hacer al Padre» (Jua 5:19). Dios tiene que ser Señor por completo y en todo…

8 De nuevo lo lleva el diablo a un monte elevadísimo, le muestra todos los reinos de la tierra y su esplendor, 9 y le dice: Todo esto te daré, si postrándote me adoras. 10 Entonces le responde Jesús: Retírate, Satán; porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto. 11 Entonces lo deja el diablo, y unos ángeles se acercaron para servirle.

El diablo se atreve a una tercera tentativa. Conduce a Jesús a un monte elevadísimo y le muestra todos los reinos de la tierra y su esplendor. Le ofrece la posesión de todos ellos al precio del homenaje de la adoración. Aquí por primera vez el espíritu maligno habla con franqueza. Ahora aparece clarísimo lo que antes permanecía velado: se trata del poder o de la impotencia, del reino o de la esclavitud, de ser o de no ser. No hemos de cavilar averiguando cómo el diablo puede haber producido la ilusión y cómo podemos imaginarnos esta escena con sus pormenores. Lo que interesa es el sentido de los sucesos. Satán se siente señor del mundo, «príncipe de este mundo», como dice san Juan en su evangelio (Jua 12:31). Incluso cree que está en condiciones de transferir este dominio. Pero también ha de manifestar que es subido el precio de esta transferencia. Solamente puede ser señor del mundo el que se doblega ante Satán y le reconoce como señor. ¡Qué contradicción tan grotesca! Eso sería un dominio aparente, que en realidad es una esclavitud, y Satán, a pesar de todo, seguiría siendo el señor del mundo. En esta última agravación Jesús también contesta con una frase de la Escritura, pero antes da una orden: Retírate, Satán. Aquí ya se muestra que él tiene un poder superior y que puede mandar al que se cree en posesión del mundo. Basta una orden sencilla y clara para vencer a Satán. Jesús aparentemente esto lo hace en nombre propio, con la plenitud del propio poder, y sin hacer pausa dice: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto. Jesús tiene el poder, pero no es su propio poder. Hace marchar de allí al tentador, pero no en su nombre. También aquí sólo se trata de Dios. él es el único que puede exigir homenaje y servicio. Y unos ángeles se acercaron para servirle. ¡Qué cambio tan notable de la escena!

Jesús acaba de rechazar cualquier afán de dominio y acaba de patentizar su confianza en Dios, se acaba de someter por completo a la providencia del Padre, entonces recibe el servicio complaciente de seres celestiales. Aquí sucede de una forma semejante a lo que antes ocurrió en el relato del bautismo. Jesús primeramente se enajena diciendo cumplir dócilmente toda justicia, entonces Dios muestra su predilección por él como su «Hijo amado». Aquí Jesús reconoce sin reservas el señorío de Dios, entonces Dios le envía los mensajeros celestes para que le sirvan. Una frase hace penetrar todavía más profundamente en la inteligencia de este fragmento singular. Satán promete todos los reinos de la tierra y su esplendor. En la predicación de Jesús encontraremos constantemente la expresión reino de Dios o, como se dice siempre en san Mateo, reino de los cielos. Siempre se alude a la introducción y establecimiento del señorío de Dios, de su reino. Es la finalidad más profunda de Jesús y de su misión. En labios del antagonista esto ya se indica de antemano: por lo visto sabe que no solamente se trata de Jesús como persona, de su misión mesiánica y de su filiación divina (Jua 4:3.6), sino de algo todavía mayor: del reino de Dios. Jesús procura convencer con la misma idea del reino, y procura ponerla a su servicio. Se ha rechazado el gran ataque, la tentaci6n de la apostasía. Desde esta hora en adelante el verdadero reino toma el curso de su victoria, sin que sea posible detenerlo. Ahora ya no puede cambiar nada Satán, que tuvo que abandonar vencido el campo. Jesús lanzará demonios, vencerá el mal y con su propia muerte sellará la derrota de Satán. En todas partes, cuando -unidos con Jesús- confiamos sólo y radicalmente en Dios, sucede lo mismo: se despedaza el poder de Satán y se establece el verdadero reino.

4. Los COMIENZOS (Mt/04/12-17). Los v. 13-16 son bastante independientes y tienen que ser interpretados en función del v. 12. En el versículo 12 se tiene la impresión de que Jesús desde la comarca del Jordán, en la que vive el Bautista, viaja al norte de Galilea, pero en los versículos 13-16 parece que Jesús parte de su domicilio en Nazaret, para instalarse en Cafarnaúm. El primer dato tiene su origen en la correspondiente frase de san Marcos (Mar 1:14), el segundo corresponde a la representación geográfica que san Mateo tiene presente.

12 Cuando Jesús oyó que Juan había sido encarcelado, se retiró a Galilea. 13 Y dejando Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, la ciudad marítima, en los confines de Zabulón y Neftalí.

Se cumple el destino de Juan el Bautista, que es detenido y encarcelado. Más tarde se informa de los sucesos que dieron causa al encarcelamiento (Mar 14:3-12). Según Mateo, el arresto de Juan parece haber sido para Jesús la señal para empezar su actividad. Se muestra, por así decir, el sitio de la costura que separa a los dos y que al mismo tiempo los mantiene juntos: Primeramente el Precursor hace la obra de «preparar el camino del Señor» (Mar 3:3), luego obra Jesús. Pero no sólo debe aclararse la sucesión temporal. El Bautista no sólo es precursor en el sentido cronológico, sino también en su destino como profeta. El texto griego del Evangelio de san Mateo emplea la voz paredoke, que se traduce generalmente por había sido encarcelado. El significado de paredoke es difícil. El verbo griego paradídomi significa entregar. Por tanto se podría traducir por «había sido entregado». Con la misma palabra se dice más tarde de Jesús que es entregado a los sumos sacerdotes y a la muerte (Mar 20:18 s; Mar 26:2). Es una expresión marcada con un cuño inalterable, con la cual se indica la inocencia del arrestado, pero también la correspondencia a la voluntad de Dios, que le «abandona». El destino de los profetas también se cumplirá en Jesús. Para él, Juan es el precursor en su predicación y en su muerte… Jesús marcha a Galilea, en apariencia para eludir la misma suerte, pero sobre todo, porque éste debe ser en primer lugar la zona determinada por Dios para su actividad. En los capítulos que hemos designado como los «antecedentes…», ya se apoyó en la Escritura que Jesús residiera en Galilea y en particular en Nazaret (2,22s). Sólo san Mateo dice tan explícitamente que Jesús se fue a vivir a Cafarnaúm. Según san Marcos y san Lucas, Jesús había permanecido durante algún tiempo en Cafarnaúm y en los alrededores de esta ciudad. San Mateo va más allá y designa a Cafarnaúm como residencia de Jesús. De este modo no solamente se vuelve a declarar un pormenor histórico. Porque este lugar está en el primitivo territorio de las tribus de Zabulón y Neftalí, que se menciona en la siguiente cita (cf. Jos 19:10-16; 32-39). En san Mateo también aparece Cafarnaúm como un tipo de la ciudad agraciada. En ella ha salido la luz, ella ha podido ver más milagros que ninguna otra ciudad. Y sin embargo no se ha convertido. Sobre ella tiene que recaer el juicio siguiente: «Y tú, Cafarnaúm, ¿es que te van a encumbrar hasta el cielo? ¡Hasta el infierno bajarás! Porque, si en Sodoma se hubieran realizado los mismos milagros que en ti, todavía hoy estaría en pie. Por eso os digo: En el día del juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti» (11,23s).

La primera ciudad en que residió Jesús, o sea Nazaret, ha pronunciado sentencia sobre sí misma, porque no ha creído en el Hijo que había vivido entre sus muros, y por eso Jesús no obró allí ningún milagro (13,54-58). A la segunda ciudad donde residió Jesús, o sea Cafarnaúm, le conmina el juicio de Jesús, porque ha visto sus señales, pero no se ha convertido.

14 Con ello se cumplió lo anunciado por el profeta Isaías cuando dijo: 15 ¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, más allá del Jordán, Galilea de los gentiles! 16 El pueblo que yacía en tinieblas vio una gran luz; para aquellos que yacían en región y sombra de muerte una luz amaneció.

El evangelista ve, con asombro, que de nuevo se cumple una profecía. En otro tiempo, cuando los asirios conquistaron el reino del norte (722 a.C.), en el que se encontraba Galilea, Dios humilló la tierra de Zabulón y Neftalí. Pero Dios la rehabilitará cuando empiece la salvación de Dios (Isa 8:23). Las palabras siguientes de Isaías sobre la luz en las tinieblas hay que referirlas a todo el pueblo, no sólo al que mora en Galilea. San Mateo lo entiende así: la luz ha salido precisamente aquí, en los lugares designados con precisión por el profeta. De todo el texto (Isa 8:23) san Mateo elige solamente algunas frases que pueden aplicarse a las ciudades donde actuó Jesús: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, o bien «región cercana del mar». El evangelista no piensa en el mar Mediterráneo (como Isaías), sino en el mar de Galilea, llamado lago de Genesaret o también de Tiberíades, en cuya orilla occidental está Cafarnaúm. La tierra más allá del Jordán es la tierra que se extiende al este del Jordán (Perea), en sentido más amplio también abarca el territorio de las diez ciudades (Decápolis), que está situado al norte de la Perea, limita por el este el lago de Genesaret, y en el que con frecuencia se detuvo Jesús (cf. 8,18.28). Pero lo más importante es la expresión Galilea de los gentiles. Con esta expresión se caracteriza toda la región mencionada en las palabras del profeta: era un territorio mixto mal asegurado, en el que vivían muchos gentiles, y que era bastante independiente de Judea, incluso en sus prácticas religiosas y en sus tradiciones. También aquí se menciona a los «gentiles». Ya habían venido los representantes del mundo oriental para rendir homenaje de adoración (2,2), ahora sigue resonando el tema…

Una gran luz resplandece en las tinieblas. El pueblo del Mesías no conoce el camino y está sentado en las tinieblas. No está iluminado por el sol de la vida, sino que medita profundamente a la sombra de la muerte. ¿Cuál es esta luz que ahora resplandece? ¿La aparición de Jesús en general, su doctrina, sus milagros? Todo junto. Jesús es la luz (cf. Jua 8:12) y trae la luz, enseña toda la verdad y da la vista a los ciegos. Sobre todo su palabra da testimonio de la luz, que sale como si fuera un sol.

17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: Convertíos; porque el reino de los cielos está cerca.

En la vida del Señor todo tiene su tiempo predeterminado y su lugar establecido por Dios. El nuevo lugar es Cafarnaúm, la tierra sobre la que el profeta ha pronunciado su oráculo, y el tiempo es la hora después de la disputa entre Satán y Jesús en el desierto. Lo primero es la predicación, la palabra. Jesús viene como la palabra del Padre por antonomasia, su primer don es la palabra. Como referente al hablar del Bautista se emplea el verbo predicar. No sólo es una nueva doctrina, sino que es una declaración, un pregón del heraldo, un mensaje que sacude y despierta. Es un mensaje que se anuncia de parte de Dios, y que ha de ser transmitido sin falta y tiene su hora establecida. Todo eso resuena en la palabra «predicar». Se tiene que escuchar esta predicación: no como una instrucción, ni tampoco solamente como una revelación de la verdad, sino que hay que dejarse hablar y sacudir como hombre íntegro, con todos los sentidos y fuerzas del corazón, hay que estar dispuesto a renovar la propia vida…

El contenido del pregón del heraldo es el siguiente: Convertíos; porque el reino de los cielos está cerca. Hemos visto que el Bautista ya había usado las mismas palabras. Pero eso solamente era una antelación, una síntesis y una interpretación del contenido de la predicación de Jesús y de su actividad. El cristiano debe saber que Juan ya pertenece al tiempo en que se anuncia y realiza el reino de Dios. Pero ahora viene lo que es propio del reino de Dios, por así decir la advertencia autoritativa y eficaz. La primera advertencia es como la sombra, la presente advertencia es como el mismo objeto. En Juan el acento recaía en la palabra «convertíos», como correspondía a su función de precursor y de predicador del juicio. Ahora se recalca la segunda parte: «el reino de Dios está cerca». Sobre todo es una frase de alegría, de felicidad rebosante: la voluntad inquebrantable de Dios de otorgar la salvación, el afán del pueblo israelita, la esperanza del mundo, todo eso ahora está cerca. Dios establecerá su reino, su señorío real. Y para el mundo eso significa bendición y vida, satisfacción y dicha. La expresión está cerca incluye dos matices: primero, la venida del reino, que no se predice en general para cualquier tiempo futuro, sino que se declara del momento presente. El reino de Dios viene y no puede ser detenido. Pero ello no quiere decir: el reino de Dios está ahora aquí. Todavía no llega con pleno desarrollo ni con toda su gloria. También tiene valor el segundo elemento que está contenido en estas palabras: «Está cerca». Está por así decir delante de la puerta, ante las murallas del mundo de los hombres, en las fronteras del acontecer. Su cercanía es amenazadora y agradable al mismo tiempo, pero aún es una cercanía. No dominará ni forzará al hombre ni a los pueblos. Dios llega, pero no sin ser esperado ni ser aceptado con prontitud por el hombre. A la palabra de arriba corresponde la respuesta de abajo. Por eso delante del llamamiento de la salvación está el llamamiento a la penitencia: «Convertíos.» Antes hemos oído lo que significa este llamamiento a la penitencia. Tiene que cambiarse toda la vida. Según parece, sólo cuando esto haya sucedido, habrá ya llegado el reino. Entonces el tiempo futuro se trocará en tiempo presente, el acercamiento en la llegada; entonces estará presente lo que antes estaba cerca. ésta es como una ley de la actividad salvadora: Dios procede primero y viene antes, pero el hombre tiene que proceder en segundo lugar y ha de venir después. No hay llegada de Dios sin transformación de la vida, no hay reino de Dios sin destronar al hombre…

5. LOS PRIMEROS DISCÍPULOS (Mt/04/18-22).

18 Mientras iba caminando junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que estaban echando al mar una red de mano, pues eran pescadores. 19 Y les dice: Seguidme, y os haré pescadores de hombres. 20 Ellos, inmediatamente, dejaron las redes y lo siguieron.

El primer hecho que se nos da a conocer en san Mateo, no es un gran milagro, no es un hecho espectacular, sino algo muy discreto. Como de paso se cuenta que Jesús va caminando por la ribera del lago de Genesaret. Ve a dos pescadores que realizan su trabajo con pequeñas redes circulares de mano, evidentemente cerca de la orilla en aguas poco profundas. Se presenta a los dos hombres como si ya fueran conocidos: Simón lleva el sobrenombre de Pedro, es decir, «piedra», «roca». que también es en cierto modo el nombre de su cargo (En san Mateo se habla principalmente de «Simón Pedro», como le llamó la primitiva Iglesia. En san Marcos el mismo Jesús puso el sobrenombre:Jua 3:16; cf. Mat 16:18).). Además se dice que Andrés es su hermano. En las listas de los apóstoles los dos están siempre al principio con la otra pareja de hermanos. Pedro siempre es el primero de la lista (Cf. Mat 10:2; Luc 6:14, en que Pedro y Andrés encabezan la lista; en Mar 3:16 s se citan los apóstoles por este orden: Simón, Santiago, Juan y Andrés; y en Hec 1:13 : Pedro, Juan, Santiago y Andrés). A Simón se le concede la distinción de ser el primero que fue llamados lo cual ya es una indicación de su posterior rango prominente. Lo siguiente se describe con tanta concisión, que hay que darse cuenta claramente de la magnitud del suceso. ¿Qué ocurre en este encuentro? No se saluda a nadie, no se conversa ni se da a conocer uno a otro, sino solamente se hace un llamamiento. Jesús llama a los dos pescadores, que están en el mar, con una palabra que suena como una orden: «Seguidme». Es una llamada que hay que imaginarse que se hizo en voz alta y que pudo oírse por encima del murmullo del agua. En seguida se añade el objetivo de la orden: Os haré pescadores de hombres. Deben seguir siendo lo que son: pescadores. La profesión que han ejercido a lo largo de su vida, la podrán seguir ejerciendo. Pero ya no con el fin de sacar peces del agua para venderlos y obtener el alimento cotidiano de sus familias. Los pescadores de hombres ¿son gente que debe perseguir a hombres, cogerlos y llevárselos a su casa? Queda sin decidir con qué medios y con qué objetivo deben proceder así. Puede ser que Pedro y Andrés entonces y durante largo tiempo no tuvieran idea de ello. Sólo cuando Jesús los mandó a predicar (Hec 10:1 ss), debieron comprender más claramente esta profesión. Y con una claridad meridiana después de la resurrección de Jesús, cuando fueron enviados al mundo para enseñar a todos los pueblos (Hec 28:16-20). Pero aquí solamente se indica el tema: se traza a grandes rasgos su futuro camino. Este tendrá dos distintivos: «seguidme», es decir la adhesión incondicional a Jesús; «pescadores de hombres», es decir su misión en el mundo…

Los dos hermanos siguen al instante el llamamiento: Ellos, inmediatamente, dejaron las redes y lo siguieron. Los dos se van con Jesús, dejando el trabajo, el oficio cotidiano y también los compromisos con la mujer y con la familia, la vivienda y su tierra natal. Mucho más tarde, quizás años después de esta escena, Pedro pide una re compensa: «Pues mira: nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» (Hec 19:27). Jesús ha querido que la renuncia y el desprendimiento de los bienes fueran una ley fundamental para sus discípulos: «Ninguno de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, puede ser mi discípulo» (Luc 14:33). No se dice: «se fueron con él», o «se asociaron a él», sino de una forma más significativa: lo siguieron. Con estas dos palabras no se dice sólo que le acompañaron, formaron una especie de grupo de viajeros o una peña de ayudantes, dispuestos a servirle. Son unas relaciones de seguimientos: él va delante, ellos van detrás; él dirige, ellos son dirigidos; él es el primero, ellos los que siguen. Desde un principio las relaciones entre ellos se han establecido así, y así ellos han vivido con estas relaciones cada vez más profundas hasta imitar a Jesús en el servicio, en la humillación, en las persecuciones, y también en la muerte…

21 Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos: Santiago, el de Zebedeo, y su hermano Juan que remendaban su redes en la barca, con Zebedeo, su padre, y los llamo. 22 Ellos inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Lo mismo se repite con otros dos hermanos: Santiago, el de Zebedeo y su hermano Juan. De ellos se dice que estaban ocupados con su padre en la barca limpiando y remendando las redes. El evangelista aquí aún se expresa más brevemente: «y los llamó», les dio voces, les mandó venir. Con el verbo llamar se alude a las mismas palabras que Jesús ha dicho a Simón y a Andrés (v. 19). Igual que los primeros abandonan al instante su trabajo, «la barca y a su padre», y se van tras él. No se indica lo que el padre ha pensado en este momento y cómo se ha explicado la conducta enigmática del que llamó a sus dos hijos y la partida de éstos. Todo está bajo el único llamamiento poderoso y apremiante del que lleno del Espíritu Santo, probado en el desierto, ahora ha dado a conocer el gran mensaje y procede con el poder de su cargo. ¿Por qué puede el evangelio informar primeramente del llamamiento de Jesús? ¿Cómo se relaciona esta información con el mensaje (que se acaba de pregonar) del cercano reino de Dios? Aquí empieza el reino de Dios en una medida desde luego muy módica. Son hombres muy sencillos, en cada caso de acuerdo con su procedencia y estado. No pertenecen a la capa social de los intelectuales o influyentes en el país y son pocos. Con ellos empieza Jesús y por así decir todo lo deposita en ellos. Ellos serán el fundamento, sobre el que debe levantarse la construcción. ¡Qué audacia! Pero Jesús sabe que lo anunciado no puede fracasar. La decisión de Dios, su propia misión son inapelables. La obra tendrá éxito, el edificio se levantará. ¿Se echa realmente de ver en esta llamada la libertad? ¿No quita Jesús a estos hombres cualquier posibilidad de ponderar y de reflexionar con prudencia, decidirse libremente y proceder sin influencia ajena? Ellos también hubiesen podido tomar otra decisión, rechazar el llamamiento como el joven rico (Luc 19:16-22), o hubiesen podido hacer objeciones cautelosas, como otros que fueron llamados (Luc 8:18-22). Pero ellos actúan instantánea y resueltamente. Eso solamente es posible si han vivido en una constante disposición para el llamamiento de Dios y su voluntad regia, sabiendo que Dios en cualquier tiempo puede reclamarlo todo y exigir cualquier servicio…

Pero además: aunque sean el principio del reino de Dios, con todo antes no han hecho penitencia ni han cambiado su vida. Las dos cosas están estrechamente enlazadas entre sí. Aquí se pone en claro que ha sido trazado un camino especial para aquellos a quienes más tarde se llama apóstoles. Para ellos el principio de su nueva vida no consiste solamente en una transformación de sus sentimientos y de su actividad, sino ante todo en el seguimiento del maestro. Para ellos el principio de la conversión está unido con la cercanía y solidaridad inmediatas con la vida de Jesús. En el curso del Evangelio llegamos a conocer muchas cosas sobre la manera como se perfecciona este principio, la disposición incondicional viene a parar en el seguimiento vivido, se ejercita diariamente en este grupo el cambio de mentalidad y la penitencia. Dios ha puesto para todos el mismo objetivo: su reino. Pero los caminos son distintos: «Y Dios puso en la Iglesia: primeramente, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros… ¿Acaso son todos apóstoles? ¿Todos profetas? ¿Todos maestros?» (cf. 1Co 12:28 s). Cada uno tiene que conocer y seguir su camino, al cual ha sido llamado. Se tiene que estar dispuesto, como un corredor, que agazapado espera la señal de salida, teniendo ante los ojos la pista y dirigiendo la mirada a la cinta de la meta. Entonces el maestro puede llamar a los discípulos a donde él quiera.

6. ACTIVIDAD DEL SALVADOR EN GALILEA (Mt/04/23-25).

A la vocación de los primeros discípulos el evangelista agrega una descripción general de la actividad de Jesús. El escenario es «toda Galilea», la actividad del Mesías consiste en «predicar» y «curar». Por una parte, mediante este fragmento, el relato queda aislado del principio de la obra mesiánica, por otra parte conduce a la gran parte instructiva del sermón de la montaña, que abarca los tres próximos capítulos.

23 y recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el Evangelio del reino y curando en el pueblo toda enfermedad y toda dolencia.

Jesús ha establecido su domicilio en Cafarnaúm (1Co 4:13), pero no se ha detenido solamente allí. Va por los alrededores y recorre el país. La semilla de la palabra tiene que ser diseminada, el mensaje tiene que ser transmitido a todas partes. «En tu palabra hallé el gozo y alegría de mi corazón», confiesa Jeremías (Jer 15:16). La palabra tiene que multiplicarse y difundirse en el país. No debe haber nadie que no la haya oído. «¿No son mis palabras como fuego y como martillo que quebranta las peñas?, dice el Señor» (Jer 23:29). El Mesías no solamente trae la palabra de la salvación, sino también la obra de la salvación. La salvación y las curaciones están muy unidas. Se manifiesta ostensiblemente que Dios obra el bien, da la salvación y la salud. Las dos actividades de enseñar y curar se nombran una a continuación de la otra en la misma frase. Así se pone en claro que las dos actividades forman parte de la única misión de Dios. A Jesús no le estimula a curar solamente una compasión humana ni tampoco una misericordia divina del enfermo. Lo que le estimula es el deseo de proclamar de hecho el reino de Dios. El mundo sana y se restablece cuando Dios viene; se hacen desaparecer en el pueblo las enfermedades y «toda dolencia». cuando se presenta el Mesías. Se habla del mensaje con dos verbos distintos: Jesús enseña y predica. Jesús recorre el país, pero no como un predicador ambulante de una secta, ni como un practicante terapéutico. Enseña «en las sinagogas»; se coloca conscientemente en el orden de la tradición. La sinagoga es el sitio ordinario de la comunidad local judía, en el que se lee y expone la Escritura, y se ora. Jesús enseña en estas casas de oración y locales de asamblea que existían en cada población como sustituto del templo de Jerusalén. El texto griego dice que Jesús enseñaba en las sinagogas de ellos, lo cual ya muestra la distancia que había entre el pueblo judío y la Iglesia cristiana del tiempo posterior, en el cual ha sido redactado el libro. Los cristianos en las sinagogas ya no tienen la sensación de estar en su casa paterna, como sucedió durante largo tiempo en la comunidad primitiva de Jerusalén. Para ellos estas casas solamente son instituciones judías, de las que los cristianos están expulsados. La dolorosa separación entre judíos y cristianos se trasluce en estos locales, y también nos conmueve profundamente. Lo que Jesús hace en las sinagogas no es la corriente y usual interpretación de textos de la Escritura y su aplicación al tiempo presente. En las sinagogas Jesús también «predica el reino de Dios». Anuncia su proximidad y exhorta a la penitencia, como puede leerse en 4,17. Aquí se designa este mensaje como Evangelio del reino. ésta es probablemente la expresión más concisa y acertada que encontramos en todos los Evangelios para designar este mensaje. Resume lo que Jesús ha predicado y también puede aplicarse exactamente a lo que la Iglesia apostólica predicaba en su primera misión. Un buen título del Evangelio de san Mateo podría ser «Evangelio del reino», o bien «buena nueva del reino de Dios». Es tiempo festivo, tiempo de alegría, ya que Dios se acerca, como oyó el profeta: «Entona himnos, hija de Sión; canta alabanzas, Israel; alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén… El Señor, rey de Israel, está en medio de ti: jamás tienes que temer mal alguno. En aquel día se dirá a Jerusalén: No temas; y a Sión: No hay que desmayar. Está en medio de ti el Señor, el Dios tuyo, poderoso para salvar; en ti hallará él su gozo y su alegría; será constante en amarte, se regocijará y celebrará tus alabanzas» (Sof 3:14.15b.16.17). Si oímos o leemos el Evangelio, esta alegría debe afectarnos…

24 Su fama se extendió por toda Siria, y le trajeron todos los que se sentían mal, aquejados de diversas enfermedades y dolores: endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó.

La noticia del taumaturgo que enseña, se divulga por todas partes, «por toda Siria», como dice el evangelista, es decir por la región que limita con el norte de Palestina. Especialmente sus curaciones atraen a los hombres, de tal forma que le traen los enfermos y todos los que se sentían mal. Se nombran en primer lugar las enfermedades en general, luego se añaden algunas que parecen ser especialmente graves y que los antiguos creían que difícilmente podían curarse: endemoniados, lunáticos y paralíticos. Ya aquí se resume brevemente lo que el evangelista más tarde expone en extensos relatos de curaciones. Ante nuestros ojos se presenta de una manera grandiosa el poder milagroso y la autoridad sobre todo sufrimiento. Es como si un imán atrajese toda fatiga y enfermedad, todo mal y congoja. Al mismo tiempo se presenta una gran esperanza que está despierta en los corazones de los hombres. ¡Qué multitud de hombres atormentados ante este solo hombre! En uno de sus famosos cuadros Rembrandt ha pintado la figura de Jesús rodeado de una legión de enfermos y curándolos. En la historia siempre hubo, e incluso hay en nuestros días, escenas en que se presenta un galeno o bien un charlatán, y los hombres le rodean ansiosos y con una credulidad ingenua. Pero siempre hay solamente uno que pueda dar abasto a tanta concurrencia, y que pueda dominar el mal, el que «tomó nuestras flaquezas, y cargó con nuestras enfermedades» (8,17)…

25 y lo siguieron grandes muchedumbres de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y del otro lado del Jordán.

San Mateo aún incluye en esta gran escena un tercer dato: le siguen grandes muchedumbres. En sus correrías no sólo le acompañan los discípulos, que él ha llamado, sino muchos otros. Puede haber sido una multitud abigarrada, de la que formaban parte personas que buscaban en serio la verdad, y holgazanes ávidos de sensaciones; mujeres y hombres, doctos y sencillos, sanos y enfermos. Le rodean como un enjambre, prestan atención a cualquier palabra y a cualquier gesto, para que nada se les escape; pero en lo más íntimo están incitados por una gran esperanza, cuya expresión para ellos -quizás entremezclada con ideas curiosas- es el «reino de Dios». Es una comitiva, cuyos miembros proceden de toda Palestina, cuyas zonas san Mateo indica con precisión: Galilea al norte, el territorio casi completamente pagano de las diez ciudades (Decápolis) en el noreste del Jordán, también Jerusalén y Judea en el sur, y las zonas situadas en el sudeste del Jordán («el otro lado del Jordán»). Todo ello era una gran Palestina (sólo deja de mencionarse Samaría), en cuanto allí aún vivían judíos, aunque muchas veces como pequeña minoría entre los paganos. Es el mismo territorio que ocuparon, conducidas por Josué, las doce tribus de Israel, que venían de Egipto y del desierto. Políticamente sólo estuvo unida una vez en la larga historia: en los reinados de David y Salomón. Pero en un sentido religioso ha continuado siendo la tierra de los padres, de la promisión, la tierra santa de Israel asignada por Dios. Esta tierra ahora toma posesión del Mesías, y éste la toma de dicha tierra. El camino de Dios conduce con seguridad a la meta. El pueblo de Dios surgirá de nuevo de la tierra y del pueblo de las doce tribus.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

— al desierto: Esta estadía de Jesús en el desierto evoca, sin duda, la experiencia que el pueblo de Israel vivió en el desierto del Sinaí al salir de Egipto (ver Éxo 15:22-27 al Éxo 20:1-26; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35; Núm 9:1-23 al Núm 16:36-48). También allí el pueblo fue puesto a prueba, si bien, a diferencia de Jesús, sucumbió ante ella.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Jesús es probado en el desierto (ver Mar. 1:12, 13; Luc. 4:1-13). “Tentación” parece sugerir una experiencia puramente negativa; sin embargo, ésta era una preparación determinada divinamente (1) para la misión de Jesús. La palabra más comúnmente significa “prueba”.

El enfoque está en la condición de Hijo de Dios que acaba de declararse referente a Jesús (3:17; 4:3, 6): ¿cuáles son sus implicaciones para su relación con su Padre? Las tres pruebas examinan los diversos aspectos de dicha relación, y las maneras en que el mal uso de esa condición podría arruinar el ministerio de Jesús. El tiene que estar listo para aceptar las privaciones al cumplir su tarea dada por Dios sin apelar a su “autoridad divina” (2-4); confiando en el cuidado de Dios sin tener que obligarlo en cada situación (5-7); y rechazando el “atajo” al cumplimiento de su misión que se al canzaría al precio de comprometer su lealtad hacia su Padre (8-10).

Cada sugerencia es rebatida por unas citas de las Escrituras, las cuales provienen totalmente de Deut. 6-8. Este pasaje relata la experiencia de Israel cuando fue probado en el desierto (“como un hombre corrige a su hijo”, Deut. 8:5; cf. 8:2), y los textos citados enfocan sobre las lecciones que Israel debiera haber aprendido con esa experiencia. Ahora se está preparando a un nuevo “hijo de Dios” para el papel que él ha de desempeñar, y los mismos principios de obediencia, imperfectamente aprendidos por Israel, deben servir de base para el ministerio de Jesús, el “nuevo Israel”.

Notas. 1 El diablo fue el agente y tentó a Jesús a que usara mal su posición; pero el propósito hostil del diablo fue empleado por Dios para probar a su Hijo. 2 El ayuno y el hambre de Jesús muestran que el Hijo de Dios no estaba libre del verdadero sufrimiento humano. 6 La cita que el diablo usó provino del Sal. 91:11, 12 y fue bien certera (y, sin duda, al ser probada, hubiera demostrado ser confia ble), sin embargo, una cita correcta de las Escrituras puede ser aplicada incorrectamente. 8 Ahora contrástese con 28:18, donde, por el sendero de la obediencia, ¡Jesús ha recibido toda autoridad no sólo en la tierra, sino también en el cielo!

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

4.1 Este tiempo de prueba muestra que Jesús era realmente el Hijo de Dios, capaz de superar a Satanás y sus tentaciones. Una persona no puede demostrar obediencia verdadera si no tiene la oportunidad de ser desobediente. En Deu 8:2, Dios guió a Israel hacia el desierto para afligirlos y probarlos. Quería ver cómo reaccionaban y si estaban dispuestos a obedecerle. También nosotros seremos probados. Sabiendo que la prueba vendrá, debiéramos estar alertas y listos para enfrentarla. Hay que tomar en cuenta Mat 26:41 : «la carne es débil». ¡Sus convicciones son buenas si resisten bajo presión!4.1 Satanás tentó a Eva en el jardín, y aquí tienta a Jesús en el desierto. Satanás es un ángel caído. Existe de veras, no es simbólico, y constantemente está luchando en contra de los que obedecen y siguen a Dios. Las tentaciones de Satanás son reales. El quiere que hagamos las cosas a su manera o la nuestra, pero no como Dios quiere. Jesús un día va a reinar sobre toda la creación, pero Satanás quería que Jesús se proclamara rey prematuramente. Si Jesús lo hacía, su misión en la tierra, morir por nuestros pecados y darnos la oportunidad de tener vida eterna, se arruinaba. Cuando las tentaciones parecen ser duras, o cuando piense que pueden ser racionalizadas, piense que el diablo podría estar procurando estorbar el propósito de Dios para su vida.4.1ss Esta tentación de Satanás sirvió para mostrarnos que Jesús era humano y proporcionó a Jesús la oportunidad de reafirmar el plan de Dios para su ministerio. También nos da un ejemplo a seguir cuando somos tentados. La tentación de Jesús fue importante porque demuestra su ausencia de pecado. Fue tentado y no cedió a la tentación.4.1ss Satanás tentó a Jesús, pero Jesús nunca pecó. Podríamos sentirnos sucios después de una tentación; sin embargo, la tentación en sí no es pecado. Pecamos cuando cedemos y desobedecemos a Dios. Recordarlo nos ayudará a mantenernos alejados de la tentación.4.1ss Jesús no fue tentado en el templo ni en su bautismo, sino en el desierto; estaba cansado, solitario y hambriento, y por lo tanto muy vulnerable. Satanás, con frecuencia, nos tienta cuando somos vulnerables: cuando estamos cansados, solitarios, enfrentando decisiones importantes o incertidumbre. Pero Satanás gusta también de tentarnos por medio de nuestras virtudes, en el momento en que somos susceptibles al orgullo (véase la nota de Luk 4:3ss). Debemos estar en guardia en todo momento contra sus ataques.4.1-10 Las tentaciones de Satanás se enfocan en tres cosas: (1) deseos físicos, (2) posesiones y poder, y (3) orgullo (en 1Jo 2:15-16 hallará una lista similar). Pero Jesús no cedió. Heb 4:15-16 dice que Jesús fue tentado como nosotros lo somos, pero que El no cedió ni una vez y no pecó. El sabe por experiencia propia lo que estamos experimentando. El desea y tiene todo poder para ayudarnos en nuestras dificultades. Cuando sea tentado, vuélvase a El en busca de fortaleza.4.3, 4 Jesús estaba hambriento y débil luego de un ayuno de cuarenta días, pero optó por no usar su poder divino para satisfacer la necesidad natural de alimento. Los alimentos, el hambre y los deseos de comer son buenos, pero el momento no lo era. Había decidido poner a un lado el uso ilimitado e independiente de su poder divino a fin de experimentar su humanidad en plenitud. También nosotros podemos ser tentados a satisfacer un deseo normal en una forma incorrecta o en un mal momento. Si somos indulgentes con el sexo antes del matrimonio o si robamos para obtener alimentos, estamos procurando satisfacer deseos que Dios nos ha dado en maneras que Dios desaprueba. Recuerde, muchos de nuestros deseos son normales y buenos pero deben ser satisfechos en la forma correcta y en el momento oportuno.4.3, 4 Jesús fue capaz de resistir todas las tentaciones de Satanás porque no solamente conocía las Escrituras, sino que las obedecía. Eph 6:17 dice que la Palabra de Dios es un arma, espada de dos filos, para ser usada en combate espiritual. Saber versículos bíblicos es importante para resistir los ataques de Satanás, pero debemos obedecerlos también. Note que el diablo también se sabe versículos de las Escrituras, pero no los obedece. Conocer y obedecer la Biblia es cumplir los deseos de Dios antes que los de Satanás.4.5 El templo era el centro religioso de la nación y el lugar donde los judíos esperaban la llegada del Mesías (Mal 3:1). Herodes el Grande había renovado el templo en la esperanza de ganar la confianza de los judíos. El templo era el edificio más alto de la región, y el pináculo del templo era probablemente la pared que sobresalía del lado de la colina, desde donde se podía ver el valle. Desde este lugar, Jesús podía ver a Jerusalén y varios kilómetros a la redonda.4.5-7 Dios no es nuestro mago en los cielos. En respuesta a las tentaciones de Satanás, Jesús dijo que a Dios no debía ponerle pruebas necias (Deu 6:16). Usted puede desear pedir a Dios que haga algo para demostrar su existencia o su amor. En cierta oportunidad un hombre pidió a Jesús que enviara una señal para que la gente creyera. Jesús le dijo que el que no cree a través de lo que está escrito en la Biblia no creerá aunque alguien resucite para amonestarle (véase Luk 16:31). El quiere que vivamos por fe, no por vista. No tiente a Dios ni trate de manipularlo.4.6 ¡Satanás citó las Escrituras para hacer que Jesús pecara! Algunas veces los amigos presentan razones atractivas y convincentes para inducirnos a hacer lo que sabemos que no es correcto. Inclusive buscan versículos bíblicos que aparentemente apoyan su punto de vista. Estudie la Biblia cuidadosamente, fíjese en el contexto de los versículos, de modo que pueda entender los principios de Dios y qué es lo que El quiere para usted. Solo al comprender realmente lo que la Biblia dice en su totalidad, podrá reconocer errores de interpretación cuando la gente use versículos fuera de contexto y los tuerzan para que digan lo que quieren que diga.4.8, 9 ¿Tenía Satanás poder para dar a Jesús los reinos del mundo? ¿Acaso Dios no tiene control sobre ellos? Satanás pudo haber estado mintiendo acerca de lo que implicaba su poder o pudo estar refiriéndose a su dominio temporal en la tierra por causa de la naturaleza pecadora de la humanidad. La tentación que le presentó a Jesús fue la de mostrar al mundo que él ya era su gobernante, sin tener que ejecutar el plan de salvación. El diablo estuvo tratando de distorsionar la perspectiva de Jesús buscando que su atención estuviera puesta en el poder del mundo y no en los planes de Dios.4.8-10 Satanás le ofreció a Jesús el mundo entero si se ponía de rodillas y le adoraba. Hoy Satanás nos ofrece el mundo tratando de halagarnos con poder y materialismo. Podemos hacer frente a las tentaciones en la misma forma en que lo hizo Jesús. Si alguna vez usted anhelara lo que el mundo le ofrece, tome nota de Deu 6:13 : «A Jehová tu Dios temerás, y a El solo servirás».4.11 Los ángeles, como los que ayudaron a Jesús, tienen un papel significativo como mensajeros de Dios. Son seres espirituales que tuvieron que ver con la vida terrenal de Jesús al (1) anunciar su nacimiento a María, (2) tranquilizar a José (3) dar nombre a Jesús, (4) anunciar su nacimiento a los pastores, (5) proteger a Jesús, enviar su familia a Egipto, (6) socorrerlo en el Getsemaní. Para mayor información sobre los ángeles, véase la nota en 1.20.4.12, 13 Jesús se trasladó de Nazaret, donde vivía, a Capernaum, unos 32 km al norte. En Capernaum llegó a estar su centro de operaciones durante su ministerio en Galilea. Probablemente se trasladó para (1) mantenerse al margen de la oposición intensa y de la apatía en Nazaret, (2) impactar en la población más numerosa (Capernaum era una ciudad activa y el mensaje de Jesús pudo llegar a mayor cantidad de personas y esparcirse más rápidamente), (3) valerse de mayores recursos y apoyo a su ministerio.El traslado de Jesús cumplía la profecía de Isa 9:1-2 que señalaba que Jesús, el Mesías, sería luz a la tierra de Zabulón y Neftalí, la región de Galilea en la que Capernaum estaba localizada.4.14-16 Mateo continúa vinculando el ministerio de Jesús con el Antiguo Testamento al referirse a Isaías. Esto era una ayuda para la audiencia judía, quienes conocían las Escrituras.4.17 «El reino de los cielos» significa lo mismo que el «Reino de Dios» en Marcos y Lucas. Mateo usó esta frase tomando en cuenta a los judíos, quienes por respeto y profunda reverencia no pronunciaban el nombre de Dios. El reino de los cielos está cerca, porque ha llegado a nuestros corazones. Véase la nota del 3.2.4.17 Jesús empezó su ministerio con la misma frase que la gente había oído de Juan el Bautista: «Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado». El mensaje es el mismo hoy. Ser seguidor de Cristo significa apartarnos de nuestro egocentrismo, del dominio del «ego», y poner nuestra vida bajo la dirección de Cristo.4.18 El mar de Galilea es en realidad un lago grande. Unos treinta pueblos de pescadores lo rodeaban en los días de Jesús, y Capernaum era el mayor.4.18-20 Jesús dijo a Pedro y a Andrés que debían dejar su pesquería para convertirse en «pescadores de hombres» y ayudar a la gente a hallar a Dios. Jesús les invitaba a que dejaran un negocio productivo para ser espiritualmente productivos. Todos tenemos que pescar almas. Si seguimos el ejemplo de Cristo y sus enseñanzas y las ponemos en práctica, podremos «atrapar» a los que están a nuestro alrededor para Cristo como lo hace el pescador que atrapa peces en su red y los pone en su bote.4.19, 20 Aquellos hombres ya conocían a Jesús. El había hablado con Pedro y Andrés anteriormente (Joh 1:35-42) y había predicado en la región. Cuando Jesús los llamó, ellos sabían qué clase de hombre era y estaban dispuestos a seguirle. No estaban en un trance hipnótico cuando le siguieron, sino totalmente convencidos de que siguiéndole sus vidas cambiarían para siempre.4.21, 22 Santiago y su hermano, Juan, así como Pedro y Andrés, fueron los primeros discípulos que Jesús llamó para que trabajaran con El. Al llamarlos Jesús, se levantaron y dejaron inmediatamente sus tareas. No respondieron con excusas. Respondieron de inmediato y le siguieron. Jesús nos llama a cada uno de nosotros a seguirlo. Cuando nos pide que lo sirvamos, debemos actuar como lo hicieron ellos y de una vez.4.23 Jesús predicaba, enseñaba y sanaba. Estos fueron los tres aspectos más sobresalientes de su ministerio. Al enseñar mostraba su interés de que entendieran; al predicar mostraba su interés en una entrega, y al sanar mostraba su interés en la persona total. Sus milagros de sanidad autenticaban sus enseñanzas y su predicación, y demostraban que de veras venía de Dios.4.23 Jesús pronto desarrolló un ministerio de predicación poderoso y con frecuencia hablaba en la sinagoga. La mayor parte de los pueblos que tenían diez o más familias judías tenían una sinagoga. El edificio servía para reunirse los sábados y como escuela durante la semana. El líder de la sinagoga no era un predicador sino más bien un administrador. Su tarea consistía en invitar rabinos para que enseñaran y predicaran. La costumbre incluía invitar a rabinos visitantes como Jesús a hablarles.4.23, 24 Jesús predicaba las buenas nuevas o buenas noticias a todo el que quisiera oírlas. Las buenas nuevas son que el reino de los cielos ya llegó, que Dios está con nosotros, y que se ocupa de nosotros. Puede sanarnos, no solo de las enfermedades físicas, sino también de las espirituales. No hay pecado ni problema demasiado grande ni demasiado pequeño para El. Las palabras de Jesús eran buenas nuevas porque ofrecían libertad, esperanza, paz y vida eterna con Dios.4.25 Decápolis formaba una liga de diez ciudades gentiles unidas por el comercio y la defensa mutua. La expresión «y le siguió mucha gente», indica que judíos y gentiles atravesaban largas distancias para oírle.LAS TENTACIONESTentación: Haz panNecesidad real tomada como base para la tentación: Necesidad física: HambreDudas que pudiera haber tenido: ¿Enviará Dios comida?Debilidades que Satanás buscó explotar: Hambre, impaciencia, necesidad de «probar su carácter de Hijo»Respuesta de Jesús : Deu 8:3 «Esperar en Dios» Enfoque: Propósitos de Dios Tentación: Desafía a Dios a que te rescate (basado en un pasaje mal aplicado del Psa 91:11-12).Necesidad real tomada como base para la tentación: Necesidad emocional: SeguridadDudas que pudiera haber tenido: ¿Me protegerá Dios?Debilidades que Satanás buscó explotar: Orgullo, inseguridad, necesidad de probar a DiosRespuesta de Jesús : Deu 6:16 «No tentar a Dios» Enfoque: Plan de DiosTentación: ¡Adórame! (a Satanás)Necesidad real tomada como base para la tentación: Necesidad sicológica: Significado, poder, logroDudas que pudiera haber tenido: ¿Reinará Dios?Debilidades que Satanás buscó explotar: Anhelo de poder inmediato, soluciones fáciles, necesidad de demostrar igualdad con DiosRespuesta de Jesús : Deu 6:13 «No transigir con el maligno» Enfoque: Dios mismoA manera de prueba final en su preparación, Satanás tentó a Jesús en el desierto. Tres partes de la tentación se registran en Mateo. Nos son comunes porque nosotros enfrentamos las mismas tentaciones. Como muestra el bosquejo, la tentación es una combinación de necesidad real y duda lógica que provoca un deseo inapropiado. Jesús demostró la importancia y la efectividad de conocer y aplicar las Escrituras al combatir la tentación.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 114 Lev 16:21; Mar 1:12; Luc 4:1

b 115 Heb 4:15

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

diablo. En gr. diábolos, heb. Satán. Las dos palabras significan « acusador» o « calumniador» , y se refiere a la obra de Satanás como el calumniador de los cristianos y otros (Job 1; Zac 3:1; Ap 12:10).

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Después de ser bautizado en agua y ungido con el Espíritu de Dios, Jesús, como hombre, actuaba conforme a la dirección del Espíritu. Esto indica que Su ministerio real en Su humanidad estaba en conformidad con el Espíritu.

1 (2) Primero, el Rey ungido fue conducido por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Esta tentación fue una prueba para demostrar que El estaba capacitado para ser el Rey del reino de los cielos.

1 (3) La palabra griega significa acusador, calumniador ( Rev_12:9-10); El diablo, Satanás, nos acusa delante de Dios y nos calumnia delante de los hombres.

1 (a) vs.1-11: Mar_1:12-13 ; Luc_4:1-13

1 (b) Heb_2:18 ; Heb_4:15

1 (C) Rev_12:9 ; Rev_20:10

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

La intención de Satanás en la tentación era conseguir que Cristo pecase en cuanto a frustrar el plan de Dios para la redención del hombre, y descalificar así al Salvador. El propósito de Dios (nótese que fue el Espíritu Santo quien condujo a Jesús a la prueba) era probar que Su Hijo era sin pecado y, por consiguiente, un Salvador digno. Es evidente que fue tentado de veras; y es igualmente evidente que era sin pecado (2Co 5:21). Véase nota en Heb 4:15.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

19 (I) La tentación de Jesús (4,1-11). Marcos relata este acontecimiento en sólo dos versículos (1,12-13). Cuenta el hecho de la ten­tación, pero no sus detalles. Esto es importan­te porque, con toda probabilidad, refleja con precisión la situación de los discípulos ante es­te hecho: sabían que Jesús había sido tentado (su historicidad no admitía dudas), pero, puesto que la tentación es esencialmente una experiencia personal e interna, no conocían exactamente lo que había pasado en la con­ciencia de Jesús. La versión Q de Mt y Lc es un midrás narrativo o una interpretación del he­cho que tiene el objetivo de hacerlo pastoral­mente útil a los creyentes. Se lleva a cabo co­nectando el ayuno de cuarenta días con la estancia de Moisés y Elías en el desierto, y con la gran tentación o prueba de paciencia a la que sometió el pueblo a Dios durante el éxodo, rebelándose contra el alimento divino (maná) y adorando al becerro de oro. La identifica­ción de Jesús como el Hijo de Dios (v. 3) se re­fiere a Israel, el pueblo de Dios (cf. 2,15), no al Mesías. Todas las respuestas de Jesús al tenta­dor son citas de Dt 6-8. Las tentaciones indivi­duales en Mateo no son tan extrañas como pa­recen a primera vista; se basan en las varias formas en que podría pecarse contra el gran mandamiento de amar a Dios «con todo el co­razón, con toda el alma y con todas tus fuer­zas» (Dt 6,5), tal y como era entendido por los primeros rabinos: el «corazón» se refiere a los dos impulsos o pulsiones afectivas, el bien y el mal; el «alma» significa la vida, incluso el mar­tirio; las «fuerzas» aluden a la riqueza, las pro­piedades y otras posesiones externas (mBer.
9,5) . Este tema fundamental del amor a Dios da unidad a todo el relato. 3. Hijo de Dios: Así llama el tentador a Jesús, es decir, el represen­tante de Israel, piedras: Convertir las piedras en pan sería un pecado de rebelión contra la voluntad divina. 4. no sólo de pan: La réplica de Jesús procede de Dt 8,3. Para comprender todo su significado deberíamos leer el contex­to en Dt 6-8. La palabra de Dios es el alimento principal. 5. Sólo la primera tentación aconte­ce en el desierto, la ciudad santa: Jerusalén. 6. el Hijo de Dios: De nuevo se dirige a Jesús co­mo representante del pueblo y lo invita a po­ner a prueba el cuidado providencial de Dios arriesgando su vida innecesariamente; se trata de una burla del martirio real y de la pasión futura, ángeles: El diablo cita la Escritura, en este caso el Sal 91,11-12 según la versión grie­ga. 7. no tentarás al Señor: La réplica de Jesús deriva de Dt 6,16 (cf. 1 Cor 10,9). Se debe ser­vir al Señor con toda la vida, pero no a la lige­ra. 8. todos los reinos del mundo y su gloria: La gloria es el término con el que la Biblia expre­sa el esplendor o la riqueza exteriores y públi­cas, la plenitud de la existencia. Aquí se refie­re a la tentación de preferir el poder y la riqueza al amor de Dios, comprendido como fidelidad a su alianza. 10. a Él sólo servirás: La respuesta de Jesús procede de Dt 6,13, que re­sume el gran mensaje veterotestamentario del monoteísmo ético. Sólo Dios es digno de nues­tra adoración. La tentación de Jesús tiene un significado universal: (a) Jesús sustituye a Is­rael porque él es el comienzo del nuevo pueblo de Dios, el fundador de una nueva humani­dad; (b) la tentación fundamental consiste en no amar a Dios con un corazón unificado, aun con riesgo de la propia vida y a costa de la ri­queza. Jesús aparece aquí como el perfecto amante de Dios (Heb 4,15).
(Dupont, J., La tentation de Jésus [Tournai 1967]. Gerhardsson, B., The Testing of God’s Son [Lund 1966].)
20 (J) El comienzo del ministerio en Galilea (4,12-17). 12. El desplazamiento de Jesús a Galilea, tras la prisión y ejecución de Juan, se ha interpretado tanto como una ex­presión del inicio valiente de su misión como una estrategia de huida para buscar un lugar más seguro. 13. Nazaret: Aquí aparece escrito como Nazara (cf. Lc 4,16); un lugar poco se­guro dada su ubicación, pues estaba cerca del centro del gobierno de Séforis. se estableció: El verbo katoikein implica la adquisición de una casa en Cafarnaún (→ Geografía bíblica, 73:61), que estaba situada en la ribera noroccidental del mar de Galilea. Sería fácil huir desde allí a la Decápolis o a alguna otra juris­dicción política, pues, aprovechando la noche, se podía marchar en barca sin ser notado. Aunque ya no se utilizaban en su tiempo, Ma­teo emplea los antiguos nombres tribales is­raelitas (Cafarnaún está en Neftalí) porque de­sea defender la actividad del Mesías en este inesperado lugar, en vez de Jerusalén, la capi­tal religiosa, o el desierto. 14. La sexta cita procede de Is 8,23-9,1 (→ 7 supra). 15-16. La cita se basa en el TM, pero la primera parte es­tá condensada y sólo se mantienen las refe­rencias geográficas. Estas cinco referencias señalan al norte de Galilea y a la Transjordania, que habían caído ante los asirios en el 734 a.C. (→ Historia, 75:102-04). Mateo ve cumpli­da la promesa isaiana de su liberación con la llegada de Jesús, camino del mar: Podría tra­tarse del camino que iba desde Damasco has­ta el mar (la probable ruta de la invasión asi­ría, 2 Re 15,29), o bien del camino de la costa. En cualquier caso, el mar se reñere original­mente al Mediterráneo, no al mar de Galilea. Galilea de los gentiles: Originalmente «el círcu­lo de los gentiles», es decir, rodeada por genti­les. En los días de Mateo, la mitad de la po­blación de Galilea era gentil; había, por tanto, otras religiones (cf. la venus de Dan) y eran bi­lingües (hablaban griego y arameo). Estos he­chos pueden haber tenido alguna influencia en Jesús y el cristianismo primitivo, abriéndo­lo a la misión gentil, expresándose a menudo en griego, configurando su mensaje, que pro­cedía de una matriz judía, de tal modo que fuera adecuadamente inteligible para los gen­tiles de buena voluntad. La atmósfera era dife­rente a la del judaismo de Judea. El evangelio surge en un tiempo y un lugar determinados. el pueblo que caminaba en tinieblas: Original­mente se refería a los israelitas oprimidos, pe­ro, tal vez, en este caso, el término «pueblo» incluye también a los gentiles. El simbolismo luz-tiniebla no es tan frecuente en Mateo co­mo en Juan, 1QM o los escritos gnósticos, pe­ro hace acto de presencia en este momento: La predicación del reino por Jesús es la luz del consuelo para toda la gente que sufre (cf. Lc 1,79). 17. desde entonces empezó Jesús: Esta fórmula introductoria (usada de nuevo sola­mente en 16,21) inaugura solemnemente el ministerio de Jesús, arrepentios: Véase el co­mentario sobre 3,2. el reino de los cielos está llegando: La proclamación de la inminente lle­gada del reino de Dios es el mensaje central de Jesús y, junto con la resurrección, el funda­mento y objeto de la fe cristiana. Procedente de la visión nocturna de Daniel (7,13-14), re­presenta la salvación futura y definitiva de to­da la humanidad, social, política y espiritual­mente, mediante un ejercicio de la soberanía de Dios que establece la paz y la justicia en la tierra y en el cielo (6,33; Rom 14,17). En Dn 7,13-14 se le da a «alguien semejante a un hi­jo de hombre», y Q y Mt identifican esta figu­ra misteriosa con la nueva venida de Jesús en gloria. Así, para los cristianos, la esperanza del reino incluye la fe en Cristo como el salvador de los últimos tiempos. Puesto que Cristo ha venido ya (en humildad y sufrimiento), tene­mos una anticipación del reino (12,28), espe­cialmente en su ministerio de curación y ali­mentación de multitudes, aunque no en su plenitud. Mateo evita mencionar directamente a Dios por respeto. Por ello, realiza reverentes circunloquios como el que encontramos en la frase «reino de los cielos», aunque no es total­mente coherente con esto y en cuatro ocasio­nes escribirá «reino de Dios» (12,28; 19,24; 21,31.43), como hacen los otros sinópticos. El circunloquio no es muy afortunado, porque conduce a la gente a pensar erróneamente que el reino está sólo en el cielo y no en la tierra (6,10). El reino iba a ser también el contenido de la predicación de los discípulos (10,7).

(Fitzmyer, J. A., «The Languages of Palestine in the First Century A.D.», WA 29-56. Freyne, S., Galilee from Alexander the great to Hadrian, 323 B.C. to 135 A.D. [Wilmington 1980], Perrin, N., The Kingdom of God in the Teaching of Jesús [Filadelfia 1963]. Schnackenburg, R., God’s Rule and Kingdom [Nueva York 1963], Weiss, J., Jesús’ Proclamation of the Kingdom of God [Filadelfia 1971].)
21 (K) La llamada de los discípulos (4,18-22). Mateo sigue fielmente a Marcos en esta perícopa (1,16-20). 18. Pedro: Mateo anti­cipa el posterior cambio de nombre que Jesús impondrá a Simón como Petros (16,18), térmi­no griego que traduce el arameo képa «roca» (de aquí Cefas, cf. Jn 1,42; – Pensamiento del NT, 81:138). La industria pesquera de Galilea era bastante próspera; exportaban sus produc­tos a gran distancia. 19. venid detrás de mi: Ex­presión técnica con la que un maestro se dirigía a sus discípulos. Pero Jesús va más allá de la habitual relación entre alumno y maestro, pues es él quien toma la iniciativa. Esta congrega­ción de unos discípulos es lo que más se apro­xima Jesús a lo que llamaríamos la fundación de una Iglesia antes de la crucifixión (cf. 16,17-19). pescadores de hombres: La imagen puede ser de carácter proverbial, derivada de su acti­vidad, o literaria (Jr 16,16). Es una de las dos imágenes principales que el NT aplica al minis­terio; la otra imagen, pastor, por su propia con­notación, es menos misionera. 20. dejaron al instante las redes: Que Jesús esperaba una obe­diencia rápida y radical de sus seguidores pue­de comprobarse en 8,21.22. No obstante, este relato puede haber sufrido una extrema con­densación; en realidad, tiene que haberse dado la oportunidad para un desarrollo psicológico de la atracción, que haría más comprensible tan importante decisión (cf. Jn 1,35-51). En la tradición posterior las redes podrían haberse entendido como símbolo de los enredos mun­danos. 21. Con los hijos de Zebedeo se comple­ta el círculo de los amigos íntimos de Jesús (cf. 17,1-8). Mateo resalta la importancia de estos dos hermanos en este versículo y en el v. 18 por­que le interesa especialmente el tema de la vida comunitaria. 22. lo siguieron: En ocasiones, se­guir a Jesús significa romper los lazos familia­res, aunque se opone a que se desatienda a los padres ancianos (15,4-6).
(Wuellner, W., The Meaning of «Fishers of Men» [Filadelfia 1967].)

22 (II) El sermón de la montaña (4,23-7,29).
(A) Introducción (4,23-5,2). 23. Este im­portante versículo presenta un informe resumIdo del ministerio de Jesús. Está formado por una oración principal seguida por tres oracio­nes de participio que, conjuntamente, forman un terceto. Este terceto tiene una estructura circular ABÁ, en la que el elemento B, «anun­ciaba la buena noticia del reino», constituye el núcleo central. Está situado entre las frases «enseñando en sus sinagogas» y «curaba las en­fermedades y las dolencias del pueblo». La re­lación en estos tres elementos es la siguiente: el Evangelio es predicado y se realiza incipiente­mente mediante los ministerios de la palabra y la acción. El v. 23 forma una abrazadera con 9,35. Mateo presenta a Jesús como ministro de la palabra en los caps. 5-7, y de la acción en los caps. 8-9. sus sinagogas: En cuanto opuestas a las sinagogas judeocristianas (Sant 2,2). evan­gelio del reino: Esta frase es exclusiva de Mateo (aparece tres veces: en nuestro texto, en 9,35 y 24,14). El hecho de que el mensaje del reino de Dios preceda al sermón de la montaña, que tra­ta de nuestros deberes para con Dios, significa que Dios tiene la primacía en la iniciativa; no­sotros ponemos nuestra confianza fundamen­tal en El, no en nosotros mismos, curaba todas las enfermedades y todas las dolencias: El hecho de que Jesús fuese un sanador constituía una complicación para los cristianos; por consi­guiente, se trata de un dato histórico cierto. Él fue, entre otras cosas, un profeta galileo itine­rante que hacía milagros según el modelo de Elías. La repetición de «todas» refleja el interés que tiene Mateo en subrayar la plenitud. 24. to­da Siria: La provincia romana de Siria incluía cuatro zonas (Estrabón, Geogr. 16,2.2): Commagene (Samosata), Seleucia (Antioquia), CoeleSiria (Damasco) y Fenicia-Palestina. En la obra de Josefo, Siria parece incluir Galilea y la costa que baja hasta Gaza, pero no Judea. Integra Ti­ro, Sidón e Idumea (cf. Me). El adjetivo «toda» es plerofórico. endemoniados, lunáticos y para­líticos: Los tres tipos de enfermedad estaban originados por desórdenes nerviosos, psicosomáticos, que, en ocasiones, puede curar al­guien con una personalidad fuerte. 25. Galilea: Véase el comentario sobre el v. 15. Decápolis: Es un término geográfico impreciso mediante el que se describían las diez ciudades helenistas situadas al sur de Siria; la lista no es segura, pe­ro según Plinio (Hist. Nat. 5,16.74) incluía Da­masco, Filadelfia-Ammán, Rafana, EscitópolisBetsán, Gadara, Hipos, Dion, Pella, Gerasa, Canata. Jerusalén y Judea : Se encuentran en pe­núltimo lugar, aunque según la esperanza de los judíos serían las primeras, un desplaza­miento de énfasis con respecto al judaismo fa­riseo. Con todo lo dicho se describe un vasto campo de influencia (cf. S. T. Parker, JBL 94 [1975] 437-41; I. Browning, Jerash and the Decapolis [Londres 1982]).

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

El primer evento que S. Mateo refiere del ministerio de nuestro Señor después de su bautismo, es su tentación. Este es un punto profundo y misterioso. Hay mucho en esta narración que no podemos explicar. Pero por encima se presentan lecciones prácticas y sencillas, que haremos bien en considerar.
Aprendamos en primer lugar, que enemigo tan real y poderoso tenemos en el diablo. En su malignidad asalta aún al mismo Jesús. Tres veces ataca de diversos modos al Hijo de Dios.
Fue el diablo quien al principio trajo el pecado al mundo. El fue quien hizo padecer a Job, engañó a David y causó a Pedro una grave caída. La Biblia le llama, «asesino, mentiroso, y león rugidor.» En su enemistad contra nuestras almas, jamás duerme. Por cerca de 6,000 años ha estado ocupado en arruinar hombres y mujeres, para arrastrarlos al infierno. Su astucia y artería sobrepujan a la inteligencia del hombre y a menudo se presenta como «un ángel de luz.
Velemos y oremos diariamente contra sus maquinaciones. El es nuestro más cruel enemigo, y aunque invisible, no descansa en su malignidad y designios contra nuestras almas. Guardémonos con escrupulosidad de bufonadas y chanzas relativamente al diablo: lo cual es por desgracia común. Recordemos todos los días, que si queremos salvarnos, debemos no solamente crucificar la carne, y vencer al mundo, sino también «resistir al diablo».
Aprendamos, en segundo lugar, que no debemos considerar las tentaciones como una cosa extraña. «El discípulo no es más que su maestro, ni el criado que su amo». Si Satanás se acercó a Cristo, se acercará también a los cristianos.
Sería conveniente que todos los creyentes recordaran esto, porque están demasiado propensos a olvidarlo. Descubren frecuentemente malos pensamientos surgiendo en sus mentes, los cuales pueden decir con verdad que aborrecen. Dudas, cuestiones, fantasía pecaminosas les son sugeridas, contra las cuales sus almas se rebelan. Pero que estas cosas no destruyan su paz interior, ni los priven de sus consuelos. Recuerden que hay un diablo y no se admiren de hallarle cerca de ellos. Ser tentados por él no es en sí mismo pecado. Ceder a la tentación y abrigarla en nuestros corazones, es lo que debemos temer.
Aprendamos además, que la gran arma que debemos emplear para resistir a Satanás es la Biblia. Tres veces el gran enemigo presentó tentaciones a nuestro Señor. Tres veces sus ofertas fueron rechazadas, sirviendo en cada caso como arma para hacerlo así la Palabra de Dios. «Está escrito,» le dijo Jesús a Satanás.
He aquí una razón entre muchas, porque deberíamos ser asiduos lectores de las Santas Escrituras. La Biblia es la espada del Espíritu. Nunca libraremos una buena batalla, si no hacemos uso de la Biblia como nuestra arma principal. La Escritura es lámpara que guía nuestros pasos. Si no viajamos con su luz, nunca seguiremos rectamente en el camino real del cielo. Bien pueden temerse que nosotros no se lea suficientemente la Biblia. No basta poseerla. Debemos leerla realmente y acompañar su lectura con fervientes oraciones. No nos hará ningún bien si yace sin leerse en nuestros estantes. Debemos familiarizarnos con su contenido y atesorar sus verdades en nuestra memoria. La inteligencia de la Biblia nunca se adquiere por intuición. Se adquiere leyéndola con regularidad todos los días, y pidiendo el auxilio del Espíritu Santo en la oración. Lo que está relacionado con el bien de nuestras almas merece toda nuestra aplicación.
Para ese bien es de suma importancia que nos familiaricemos con lo que nos dice Dios en su santa Palabra.
Aprendamos, finalmente, cuán tierna es la compasión de nuestro Señor Jesucristo. «Porque en cuanto él mismo padeció, siendo tentado, es poderoso para también socorrer a los que son tentados» Heb.2.18 Esta verdad no puede menos que ser valiosísima para todos los verdaderos creyentes, pues encierra en sí un caudal de consuelo. Si, los cristianos tienen en el cielo un Bienhechor que los considera en todas sus tentaciones y toma parte, por decirlo así, en todas sus agonías espirituales. ¿Los tienta alguna vez Satanás a que desconfíen de la bondad y protección de Dios? Jesús fue tentado así. ¿Se ven tentados a abusar de la misericordia de Dios y a lanzarse en peligros sin necesidad? Así también fue tentado Jesús. ¿Se ven tentados a cometer en lo secreto algún grave pecado a fin de obtener algún bien aparente? Jesús se vio tentado de esa manera. ¿O se les procura inducir a que acepten una aplicación errada de las Escrituras como excusa para obrar mal? En iguales circunstancias se vio Jesús. Por lo tanto, El, y solo El, puede satisfacer las necesidades de la humanidad. Que acudan, pues, a implorar su auxilio todos los pecadores y le expongan todos sus pesares. A ninguna voz cierra el los oídos: a todos compadece.
Le plugue a Dios que todos los hombres supieran por experiencia propia lo que es estar bajo el amparo de su Salvador compasivo. Nada hay que pueda compararse a ese estado en este mundo indiferente y engañoso. Los que buscan la felicidad en las comodidades y goces de esta vida y miran con desdén la religión que la Biblia nos enseña, no saben de cuantos consuelos y de cuenta dicha se están privando.

Fuente: Los Evangelios Explicados

tentado…Heb 2:18; Heb 4:15.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R990 El infinitivo simple πειρασθῆναι tiene la idea de propósito: para ser tentado.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

g Heb 2:18; Heb 4:15.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

Cristo se retira al desierto después de su bautismo; y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, vence las tentaciones del demonio. Oyendo que habían puesto en la cárcel al Bautista, se retira a Cafarnaúm, y da principio a su predicación. Llama a Pedro, a Andrés, a Santiago y a Juan. Anuncia el Evangelio a los galileos, y cura diversas enfermedades.

1 a. Este espíritu, que condujo al Señor al desierto, fue el Espíritu Santo, según el sentimiento de los santos Padres Jerónimo, Crisóstomo, Hilario, Gregorio y otros. Jesucristo nos dice en su Evangelio, que oremos para no entrar en tentación (Mt 26,41), mostrándonos con esto, que no hemos de entrar por nosotros mismos en las tentaciones, sino prepararnos con oraciones y ayunos, para combatirlas, cuando las padezcamos.

2 b. En memoria de este ayuno, y para que los discípulos imitasen el ejemplo de su divino Maestro, ha consagrado la Iglesia el de la Cuaresma, que es mirado como de tradición apostólica. Un hombre naturalmente no podía pasar sin comer cuarenta días y cuarenta noches, y en esto se dejó ver su virtud divina; pero suspendiéndola después voluntariamente, por lo que miraba a su naturaleza pasible y mortal, dio muestras de ser hombre, y licencia al tentador; esto es, al demonio para que le tentase, dice San Hilario. Estaba agitado este maligno espíritu y perplejo, viendo por una parte los ilustres testimonios que de él había dado el Bautista, y por otra el hambre que padecía; y no pudiendo concertar esto que parecía efecto de la flaqueza de nuestra naturaleza, con la virtud omnipotente de aquel de quien se decía ser Hijo de Dios, se le presentó bajo una forma corporal, y probablemente humana; y le habló de la manera que creyó más propia, o para seducirle, si no era más que puro hombre, o para descubrir, si podía, el secreto que quería conocer (San Juan Crisóstomo).

4 c. Son palabras del Dt 8,3. El Señor, que había pasado tanto tiempo sin comer, prueba con su ejemplo, que no es sólo el pan el que mantiene al hombre, sino todo aquello con que quisiere Dios sustentarle. De este modo alimentó a su pueblo en el desierto con el maná.

5 d. A Jerusalén, santa por el templo.

e. Texto Griego, tó pterúgion; como si dijéramos: en el alero del tejado. Ayala (Pict. Christ. Lib. III, cap. X, n. 6) traslada: Y le puso sobre el corredor, la barandilla, o el balaustre. En la Palestina los tejados eran unos terrados con antepecho al contorno. El que reflexionare, dice San Gregorio (in Evang. cap. I, hom. XVI, num. 1), cómo permitió el Señor que tratasen los judíos su santa humanidad, no extrañará que permitiese también al demonio traerle y llevarle como quiso.

6 f. El demonio alega un testimonio de la Escritura, aunque en contrario sentido de lo que el Espíritu Santo lo pronunció; pero el Señor con otro testimonio del Deuteronomio abate su orgullo y mortifica su curiosidad, dándole a entender, que es tentar a Dios el exponerse a un peligro sin necesidad y sin motivo. Teodor. in Deuter. quaest. 5.

7 g. Tentar a Dios es opuesto a confiar en Dios (Sab1,2-3). Tentar a Dios, es pedir pruebas de su providencia por motivos de duda y de incredulidad; es querer probar, si puede hacer lo que nosotros deseamos. Y así el Señor confunde al demonio, diciéndole: Que no dudando de la protección de Dios su Padre, no necesitaba de hacer la experiencia, ni de pedirle nuevas pruebas, porque esto sería tentarle: lo cual estaba prohibido.

9 h. Si dejándote caer o postrándote en tierra. El demonio, dice admirablemente San Jerónimo, sin pensarlo, hace ver claramente en la manera misma con que habla a Jesucristo, que no se le puede adorar ni seguir, sin dar antes una caída muy funesta. Esta tentación que es aquí la tercera, en San Lucas (4,9), es la segunda. Esta ligera diferencia hace ver, que uno de estos dos Evangelistas no copió al otro. El orden que refiere San Mateo, parece que debe preferirse: lo que se infiere de las palabras con que el Señor echó de sí al tentador diciéndole: Vete, retírate, Satanás.

10 i. MS. Ve tu uia, Satanás. En aquella palabra Vete, con que Jesucristo indignado lanzó al demonio, se sobreentiende, según San Jerónimo, al fuego eterno.

j. Satanás quiere decir enemigo, contrario. Y en este último sentido llamó Cristo a San Pedro Satanás. húpage opíso mou, sataná (retírate de mí, Satanás); porque el excesivo amor que tenía al Señor, le hacía que se opusiese a su pasión. Este nombre se da también en las Escrituras al ángel prevaricador.

11 k. Los ángeles se le mostraron visiblemente, y le sirvieron de comer. No puede el hombre vencer sin pelear, ni ser coronado sin haber vencido.

12 l. Lo que no acaeció inmediatamente después de la tentación, sino pasado algún tiempo. Esa se llamaba la Galilea superior o alta, que fue habitada por gentiles desde el tiempo en que Salomón cedió veinte ciudades a Hiram rey de Tiro. La otra en que estaba Nazaret, y pertenecía al reino de Herodes, se llamaba inferior o baja. La Galilea, a donde se retiró Jesús, pertenecía a Filipo el Tetrarca que era pacífico, y no a Herodes, que era perseguidor, e hizo prender al Bautista.

16 m. Estos pueblos que estaban sepultados en las tinieblas de la idolatría, fueron los dichosos que vieron una grande luz: los primeros que oyeron la predicación de Jesucristo; y a quienes nació el sol de justicia, para alumbrarlos, disipando sus tinieblas, y dándoles con la luz la vida.

18 n. El Señor antes de este llamamiento conocía a Pedro y a Andrés, como se puede ver en Jn 1,35; pero no los había llamado con aquella voz eficaz, que debía hacerles abandonar todas las cosas para seguirle y ser sus discípulos.

19 o. El divino Redentor les dio el ejemplo de esto mismo; pues fue el que los pescó a ellos mismos con las redes de su palabra y doctrina celestial.

21 p. Hijo de Zebedeo.

23 q. MS. Amostrando.

r. En las sinagogas se juntaban los judíos para orar y para otros ejercicios de religión. En Jerusalén había 480.

s. Evangelio quiere decir buena nueva; y así lo que Jesucristo predicaba, eran buenas y felices nuevas del reino celestial que les prometía, enseñándoles el camino que debían tomar para llegar a él sin tropiezo.

24 t. Que confinaba con aquellos lugares.

u. MS. Alunados. Los que padecían accidentes epilépticos; esto es, mal caduco o gota coral, que, según la opinión del vulgo, depende de los crecientes y menguantes de la luna. Otros se persuaden que los lunáticos eran obsesos y atormentados de los espíritus malignos en ciertos períodos. Lo cierto es, que hay dolencias que siguen los movimientos de la luna.

25 v. Era una provincia que comprendía diez ciudades, y la mayor de éstas se llamaba Scitópolis.

Fuente: Notas Bíblicas

[4] Alef-Lamed-Hey-Alef pronunciado El-o-ah, es el titulo usado por Yahweh a través de la Peshitta Aramea del Pacto Renovado. Nosotros hemos escogido usar El-o-ah según la fuente Aramea, para así preservar el contenido Semítico de los documentos originales, anteriores a los 5.000 diferentes textos Griegos que más tarde contendría la palabra Theos (Zeos). Nosotros hemos transliterado el título para evitar argumentos sobre la pronunciación, como también lo hemos hecho para YHWH y Yahshua. Puesto que creemos que el Pacto Renovado fue Escrito en Arameo con algunas porciones en Hebreo, en contraposición al Griego, hemos usado El-o-ah para reflejar exactamente esa comprensión, en lugar de Theos. El-o-ah también refleja el hecho que tanto El Padre y el Hijo son llamados El-o-ah, reforzando YHWH como siendo verdaderamente uno, por lo cual poniendo a un lado los argumentos de la trinidad para aquellos que prefieren escoger y ver “Una Trinidad del Pacto Renovado”, en el correspondiente título Hebreo de Elohim. El dialecto de la Peshitta Aramea usa singular y una versión simplista de títulos y nombres. Esto se puede ver en el título El-o-ah, como también en el nombre de YHWH, visto tan a menudo en el Pacto Renovado Arameo como Mar-Yah, preservando la forma simple y corta y poética de Ya vista en el Hebreo. Para todos aquellos que argumentarían incorrectamente que El-o-ah suena bastante como “alláh”, la historia demuestra que los Judíos y otros Israelitas se refieren a YHWH como El-o-ah, como mínimo 1.100 años antes que Mahoma fundara el Islam. Esto es confirmado por un claro pasaje Arameo en Daniel Escrito alrededor de 540 AC que llama a YHWH El-o-ah (Dan 2:47).

[5] Referencia del Hebreo Shem Tov. Demuestra que nuestro Moshaij se cubría la cabeza como hombre.

[6] Tierra de Israel-Efrayím.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[1] El texto griego habla del Espíritu que bajó sobre Jesús, a manera de paloma.[4] Deut 8, 3.[6] Sal 91 (90), 11.[7] Deut 6, 16.[10] Deut 6, 13.[14] Is 9, 1.

Fuente: Notas Torres Amat

Biblia Peshitta 2006 Notas:

[6] 4.1 Arameo, aquelcarza, que se traduce acusador, calumniador, adversario

Fuente: Peshitta en Español