Biblia

Comentario de Mateo 4:12 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Mateo 4:12 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Y cuando Jesús oyó que Juan había sido encarcelado, regresó a Galilea.

4:12 Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, — Mat 14:1-12 relata el encarcelamiento y la muerte de Juan, pero no dice cuándo ocurrió. Al comparar el relato de Mateo con el de Juan (y los sinópticos, parece que los eventos de los primeros tres capítulos de Juan caben aquí entre los versículos 11 y 12 de Mat 4:1-25.

— volvió a Galilea; — Había mucha gente en Galilea. Según Josefo había 204 pueblos, cada uno con no menos de 15,000 habitantes. Había nueve pueblos en la costa del Mar de Galilea.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

cuando Jesús oyó que Juan estaba preso. Mar 1:14; Mar 6:17; Luc 3:20; Luc 4:14, Luc 4:31; Jua 4:43, Jua 4:54.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El pasaje citado aquí, Isa 9:1, Isa 9:2, profetiza el reinado del Mesías en el Reino venidero. El ministerio de Jesús en Galilea era un anticipo de lo que habría de venir. Galilea era un área fértil, muy poblada, con dos grandes rutas de comercio. El Camino del Mar era una de esas rutas.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Juan estaba preso. Juan fue encarcelado por su valiente reprensión a Herodes Antipas. Vea Mat 14:3-4.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

4:12 Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, — Mat 14:1-12 relata el encarcelamiento y la muerte de Juan, pero no dice cuándo ocurrió. Al comparar el relato de Mateo con el de Juan (y los sinópticos, parece que los eventos de los primeros tres capítulos de Juan caben aquí entre los versículos 11 y 12 de Mat 4:1-25.
— volvió a Galilea; — Había mucha gente en Galilea. Según Josefo había 204 pueblos, cada uno con no menos de 15,000 habitantes. Había nueve pueblos en la costa del Mar de Galilea.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL HIJO DE DIOS EN CAMPAÑA

Mateo 4:12-17

Cuando se enteró Jesús de que habían entregado a Juan a las autoridades, se retiró a Galilea. Se marchó de Nazaret y fue a fijar Su residencia a Cafernaún, que está a la orilla del lago, en el distrito de Zabulón y Neftalí. Esto se hizo para que se cumpliera lo que había dicho Dios por medio del profeta Isaías: » ¡Tierra de Zabulón, y tierra de Nefatlí, camino de la mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles! La gente que moraba en las tinieblas ha visto una gran luz, una gran luz les ha resplandecido a los que estaban asentados en la tierra y ala sombra de la muerte.»

Desde aquel tiempo Jesús se puso a proclamar Su Mensaje y a decir:

-¡Arrepentíos, que el Reino del Cielo se ha acercado!

No pasó mucho tiempo antes que le sobreviniera el desastre a Juan. Le detuvieron y le metieron en la cárcel en las mazmorras del castillo de Maqueronte por orden del rey Herodes. Su crimen había sido el denunciar públicamente que Herodes había seducido a la mujer de su hermano, y luego se había casado con ella después de divorciarse de la mujer anterior. No está uno nunca a salvo si denuncia a un déspota oriental, y el valor de Juan le trajo en consecuencia primero la cárcel y luego la muerte. Más tarde volveremos a los detalles de esa historia que Mateo no nos dice hasta Mt 14:3-12 .

Jesús supo que Le había llegado el momento de ponerse en campaña.
Fijémonos en lo que fue lo primero que hizo. Se marchó de Nazaret y puso su residencia en el pueblo de Cafernaún. Había una especie de finalidad simbólica en esa mudanza. En aquel momento Jesús se marchó de su casa para no volver a vivir en ella nunca más. Es como si se cerrara la puerta que dejaba atrás antes de abrir la que tenía delante. Era un corte limpio entre lo antiguo y lo nuevo. Se había terminado un capítulo y empezaba otro. A veces llegan a la vida esos momentos de decisión. Siempre es mejor recibirlos con un corte hasta quirúrgico que vacilar indecisamente entre dos cursos de acción.
Fijémonos adónde fue Jesús. Se fue a Galilea. Cuando Jesús se fue a Galilea para empezar Su misión y Su ministerio, Él sabía lo que estaba haciendo. Galilea era el distrito más septentrional de Palestina. Se extendía desde el río Litani, el antiguo Leontes, al Norte hasta la llanura de Esdrelón al Sur. Por el Oeste no llegaba hasta la costa del Mediterráneo, porque la banda costera estaba en posesión de los fenicios. Limitaba por el Nordeste con Siria, y su frontera oriental eran las aguas del Mar de Galilea. Galilea no era muy extensa; sólo ochenta kilómetros de Norte a Sur por cuarenta de Este a Oeste.
Pero, aunque fuera pequeña, Galilea estaba densamente poblada; era con mucho la región más fértil de Palestina; su fertilidad era fenomenal y proverbial. Había un dicho de que era más fácil criar una legión de olivos en Galilea que un chico en Judasa. Josefo, que fue en un tiempo gobernador de la provincia, dice: » Es rica por todas partes de suelo y pastos, produciendo todas las variedades de árboles e invitando por su productividad hasta a los que tienen menos interés en la agricultura; está toda labrada; no se deja ninguna parte en barbecho, y es. productiva en su totalidad.» En consecuencia, Galilea tenía una enorme población comparada con su tamaño. Josefo nos dice que había doscientos cuatro pueblos en ella, ninguno con menos de quince mil habitantes. Jesús empezó Su misión en la parte de Palestina donde había más personas que pudieran oírle; empezó Su obra en un área que hervía de gente a la que se podía proclamar el Evangelio.
Pero Galilea no era sólo un distrito populoso; sus habitantes tenían ciertas características. De todas las partes de Palestina, Galilea era la más abierta a las nuevas ideas. Josefo dice de los galileos: » Siempre les gustaban las innovaciones, y estaban dispuestos por naturaleza a los cambios, y alucinaban con las sediciones.» Siempre estaban dispuestos a seguir a un líder y empezar una insurrección. Eran notoriamente vivos de genio y dados a las peleas. Pero, a pesar de todo, eran de lo más caballerosos. «Los galileos -dice Josefo- no están nunca desprovistos de coraje.» «La cobardía no fue nunca una característica de los galileos.» «Les importaba más el honor que la ganancia.» Las características innatas de los galileos eran tales que los hacían tierra fértil para que se les predicara el Evangelio.
Su apertura a nuevas ideas se debía a ciertos Hechos.
(i) El nombre de Galilea viene de la palabra hebrea Galil, que quiere decir círculo. El nombre completo de la zona era Galilea de los gentiles. Plummer sugiere que quería decir » la pagana Galilea.» Pero la frase procedía del hecho de que Galilea estaba literalmente rodeada de gentiles. Por el Oeste, sus vecinos eran los fenicios. Por el Norte y el Este, los sirios. y hasta por el Sur estaba el territorio de los samaritanos. Galilea era de hecho la única parte de Palestina que estaría inevitablemente en contacto con influencias e ideas no judías. Galilea no tenía más remedio que estar abierta a nuevas ideas más que ninguna otra parte de Palestina.

(ii) Por Galilea pasaban las grandes carreteras del mundo, como ya hemos visto cuando hablábamos del pueblo de Nazaret. El Camino del Mar iba de Damasco a Egipto y África pasando por Galilea. La carretera del Este que llegaba hasta las últimas fronteras pasaba por Galilea. El tráfico del mundo pasaba por Galilea. Allá lejos al Sur, Judasa estaba remetida en una esquina, aislada y encerrada. Como se ha dicho muy bien, » Judasa no está de camino a ninguna parte; Galilea está de camino a todas partes.» Judasa podía erigir una valla para protegerse de todas las influencias extranjeras y de todas las nuevas ideas; Galilea nunca podría hacerlo. Era inevitable que llegaran las nuevas ideas a Galilea.
(iii) La posición geográfica de Galilea había afectado su historia. Una y otra vez había sido invadida y conquistada, y las oleadas de extranjeros habían fluido a menudo sobre ella y algunas veces la habían inundado.

En sus orígenes había sido asignada a las tribus de Aser, Neftalí y Zabulón cuando los israelitas llegaron por primera vez a la tierra (Josué 9); pero estas tribus no habían tenido nunca un éxito total en expulsar a los habitantes nativos cananitas, y desde el principio Galilea tuvo una población mezclada. Más de una vez las invasiones extranjeras la habían barrido desde el Norte y el Este desde Siria, y en el siglo VIII a.C. los asirios la habían inundado totalmente, llevándose al exilio a la mayor parte de su población y asentando a extranjeros en su tierra. Inevitablemente esto produjo una considerable inyección de sangre extranjera en Galilea.

Desde el siglo VIII hasta el II a.C. había estado mayormente en manos gentiles. Cuando volvieron los judíos del exilio bajo Nehemías y Esdras, muchos de los galileos se mudaron al Sur para vivir en Jerusalén. En 164 a.C., Simón Macabeo persiguió a los asirios al Norte, echándolos de Galilea a su propia tierra; y en su viaje de vuelta se llevó consigo a Jerusalén el resto de los Galileos que quedaba.
La cosa más sorprendente de todas fue que el año 104 a.C. Aristóbulo reconquistó Galilea para la nación judía e hizo circuncidar a la fuerza a los habitantes de Galilea, haciéndolos así judíos quisieran que no. La historia había obligado a Galilea a abrir sus puertas a nuevos tipos de sangre y a nuevas ideas y a nuevas influencias.
Las características naturales de los galileos, y la preparación de la historia, habían hecho de Galilea el único lugar de toda Palestina donde un nuevo maestro con un nuevo mensaje tenía una oportunidad bien real de que le oyeran, y fue allí donde Jesús empezó Su misión y anunció por primera vez Su Mensaje.

EL HERALDO DE DIOS

Mateo 4:12-17 (conclusión)

Antes de salirnos de este pasaje hay algunas cosas más que debemos notar.
Fue al pueblo de Cafarnaún a donde se mudó Jesús. La forma correcta del nombre es Capernaúm. La forma Capernaúm no aparece en absoluto hasta el sigo V d.C., pero a algunos se nos ha lijado en la memoria de tal manera que sigue manteniéndose en la Reina-Valera.

Ha habido mucha discusión acerca de la localización de Cafarnaún. Se han sugerido dos lugares. La identificación más corriente, y la más probable, es que Cafarnaún es Tell Hum que está al lado occidental del extremo norte del Mar de Galilea; la identificación alternativa y menos probable, es que fuera Jan Minyeh, que está a unos cuatro kilómetros más al suroeste. En cualquier caso, no quedan más que unas ruinas para mostrar dónde estuvo Cafarnaún una vez.
Mateo tenía la costumbre de encontrar en el Antiguo Testamento algo que podía usar como una profecía acerca de cualquier acontecimiento de la vida de Jesús. Encuentra esta profecía en Isa 9:1 s. De hecho, es otra de las profecías que Mateo extrae violentamente de su contexto y usa en su extraordinaria manera. Es una profecía que se retrotrae al reinado de Peka. En aquellos días, la parte septentrional de Palestina, incluyendo Galilea, había sido arrasada por el ejército invasor de los asirios; y ésta fue originalmente una profecía de la liberación de estos territorios conquistados que tendría lugar algún día. Mateo encuentra en ella una profecía que anunciaba la luz que traería Jesús.

Por último, Mateo nos da un breve sumario del mensaje que proclamaba Jesús. La Reina-Valera dice que Jesús comenzó a predicar. La palabra predicar ha bajado de categoría en el mundo; se conecta en las mentes de muchas personas con el aburrimiento. La palabra en griego es kéryssein, que es la que se usa para la proclamación de un heraldo del rey. Kéryx es la palabra griega para heraldo y el heraldo era el que traía un mensaje directamente del rey.

Esta palabra nos comunica ciertas características de la predicación de Jesús, y éstas son las características que debería tener toda predicación.
(i) El heraldo tenía en su voz una nota de seguridad. No había la menor duda acerca de su mensaje; no venía con tal veces ni con puede que o probablemente; venía con un mensaje definitivo. Goethe decía: «Háblame de tus certezas; que para dudas ya tengo yo bastantes.» La predicación es la proclamación de certezas, y nadie puede hacer que otros acepten como seguro lo que para él está en duda.

(ii) El heraldo tenía en su voz una nota de autoridad. Hablaba en nombre del rey; establecía y anunciaba la ley del rey, la orden del rey, la decisión del rey. Como se dijo de un gran predicador, «no suponía entre nebulosas; sabía.» La predicación, como se ha dicho, es la aplicación de la autoridad profética a la situación presente.

(iii) El mensaje del heraldo procedía de una fuente más allá de sí mismo; procedía del rey. La predicación habla desde una fuente más allá del predicador. No es la expresión de las opiniones personales de un hombre; es la voz de Dios trasmitida al pueblo por medio de una persona. Era con la voz de Dios como Jesús hablaba a los hombres.

El mensaje de Jesús constaba de un mandamiento que era la consecuencia de una nueva situación. » ¡Arrepentíos!» -decía. «Volveos de vuestros propios caminos, y volved a Dios. Levantad vuestra mirada de la tierra y ponedla en el cielo. Cambiad el sentido de vuestra dirección, y dejad de alejaros de Dios y empezad a caminar hacia Dios.» Ese mandamiento había llegado a ser urgentemente necesario porque el Reinado de Dios estaba a punto de empezar. La eternidad había invadido el tiempo; Dios había invadido la Tierra en Jesucristo, y por tanto era de suprema importancia el escoger la dirección y el lado correctos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— Juan encarcelado: Fue Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, (ver VOCABULARIO BÍBLICO) quien hizo encarcelar a Juan el Bautista (ver Mat 14:3-12; Mar 6:17-29; Luc 3:20; Jua 3:24).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Jesús se muda a Galilea (cf. Mar. 1:14; Luc. 4:14). El encarcelamiento de Juan dejó a Jesús, como su asociado, en peligro en el sur, y a la vez dejó el campo abierto para que Jesús iniciara su propia misión. Galilea resulta ser el escenario de las actividades de Jesús hasta su último viaje a Jerusalén en el cap. 21. Sería en Galilea que la luz resplandecería (como fue predicho en Isa. 9:1, 2), y allí la misión de Jesús crecería y prosperaría. Jerusalén, por el otro lado, llegaría a ser el lugar de rechazo y muerte. Este contraste se destaca cuidadosamente a través de todo el Evangelio, culminando en el regreso de Jerusalén a Galilea para lanzar la misión cristiana posterior a la pasión, muerte y resurrección del cap. 28.

Galilea (de los gentiles) estaba geográfica y políticamente separada de Judea y tenía una población predominantemente menos judía. Los habitantes de Judea consideraban a los de Galilea co mo gente inculta y no religiosa, y existe amplia evidencia de relaciones tirantes entre las dos provincias en los tiempos del NT. Como galileo en Jerusalén, Jesús era virtualmente un extranjero.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

r 132 Mat 14:3; Mar 1:14; Mar 6:17; Luc 3:20

s 133 Luc 4:14

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Juan…encarcelado. En los designios de Dios, el comienzo del ministerio público de Jesús coincide con el arresto y encarcelamiento de Juan (4:17).

Fuente: La Biblia de las Américas

12 (1) Juan el Bautista ministraba en el desierto, y no en el templo santo de la ciudad santa; no obstante, su ministerio tenía lugar en Judea, no muy lejos de las cosas «santas». Puesto que el pueblo había rechazado a Juan, el Señor Jesús se retiró a Galilea para comenzar Su ministerio, muy lejos del templo santo y de la ciudad santa. Esto ocurrió bajo la soberanía de Dios para que se cumpliera la profecía de Isa_9:1-2

12 (a) Mat_14:3 ; Mar_1:14 ; Luc_3:20 ; Jua_3:24

12 (b) Mar_1:14 ; Luc_4:14 ; Jua_1:43 ; Jua_2:11

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

En estos versículos se nos describe la manera como nuestro Señor empezó a ejercer su misión entre los hombres. Dio el principio a su tarea en medio de un pueblo ignorante y ciego; eligió a hombres ordinarios como discípulos y compañeros y confirmó su misión con milagros que llamaron la atención de toda la Siria, y atrajeron multitudes para oírle.
Notemos como empezó Jesús su obra extraordinaria. «Comenzó a predicar».
No hay profesión tan honrosa como la del predicador: no hay ninguna que contribuya tanto al bien de las almas como él. Es una profesión que el Hijo de Dios ni desdeñó ejercer por si mismo ni vaciló en encomendar a sus apóstoles: una carrera a la cual Pablo llamó en su ancianidad la atención de Timoteo. Es en suma, el medio que Dios se ha dignado emplear para la conversión y edificación de las almas. Los días más prósperos de la iglesia han sido aquellos en que se ha tenido a la predicación en elata estima; y, por el contrario, los más infaustos han sido aquellos en que se la ha mirado con desprecio. Practiquemos reverentemente los sacramentos y ritos de la iglesia, más cuidemos de no darles más importancia que a la predicación.
Notemos cual fue la primera doctrina que Jesús anunció al mundo. Desde el principio dijo: «Arrepentíos».
Que el arrepentimiento es necesarios una de aquellas verdades que forman la base misma del cristianismo. Es preciso inculcarla a todos los hombres, sin excepción alguna. Los nobles y los plebeyos, los ricos y los pobres ­todos han pecado y son culpables ante Dios; y por lo tanto, todos han menester arrepentirse y convertirse si quieren ser salvos. Y el verdadero arrepentimiento no es un acto frívolo o insustancial: es un cambio completo del corazón, un cambio que se manifiesta por medio de la verdadera contrición, de la sincera confesión ante el trono de la gracia, de la cesación de todo hábito pecaminoso y de un odio constante del pecado. Ese arrepentimiento acompaña de una manera inseparable la fe en Cristo; y quien desee inculcar los sanos preceptos del Evangelio está en el deber de referirse constantemente al «arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo». Hechos 20.21 Notemos de qué clase eran los hombres que nuestro Señor eligió como discípulos. Eran de la clase más baja del pueblo. Padre, Andrés, Santiago y Juan eran pescadores.
La religión de nuestro Señor Jesucristo no es solo para los ricos y los ilustrados: es para todo el mundo, y los pobres siempre formarán en este la mayoría. La escasez de bienes y la ignorancia excluyeron a millares y millares de la atención de los pedantes filósofos del mundo pagano; más no impiden a nadie ocupar el puesto más elevado en el reino de Cristo. Quienquiera que sea humilde; que sienta pesar por sus pecados y que tenga voluntad de obedecer y seguir a Cristo, recibirá la bienvenida en el reino del cielo, aunque sea el pobre más desdichado. El saber y el dinero no valen nada sin la gracia.
Fuerza es que la religión de Jesucristo haya emanado del cielo o de lo contrario no habría sido posible que hubiera hecho tantos progresos y se hubiera difundido tanto por el mundo. Vano es que los campeones de la infidelidad procuren rebatir este argumento: no puede ser rebatido. Una religión que jamás lisonjeó a los ricos, a los nobles, o a los eruditos; una religión que jamás dio pábulo a las pasiones sensuales; una religión cuyos primeros maestros fueron unos pescadores destituidos de riqueza, de elevada posición social y de poder. Una religión de ese linaje no habría podido jamás revolucionar el mundo si no hubiera emanado de Dios. Contemplad de un lado a los emperadores romanos y a los sacerdotes paganos con sus espléndidos templos; y mirad, del otro a un puñado de obreros iliteratos. ¿Se vieron jamás dos antagonistas tan desiguales? Y sin embargo, los débiles resultaron ser fuertes y los fuertes débiles. El paganismo se desmoronó y el cristianismo ocupó su lugar. Necesarios es que éste haya tenido su origen en Dios.
Notemos, por último cual era en general la naturaleza de los milagros por medio de los cuales nuestro Señor probó la legitimidad de su misión. Más delante veremos una relación circunstanciada de cada uno: en este lugar el evangelista se refiere a ellos en conjunto cuando dice que Jesús iba de lugar en lugar haciendo obras de misericordia.
Con esos milagros se nos da a conocer cuan grande es el poder de Jesucristo. Aquel que podía sanar a los enfermos con solo tocarlos y lanzar los demonios con una palabra, puede salvar perpetuamente a los que por medio de El se acercan a Dios. Es todopoderoso.
Esos milagros fueron hechos también para que sirviesen de tipos y emblemas de lo que nuestro Señor puede hacer como médico espiritual. Aquel para quien ninguna enfermedad física era incurable, tiene poder infinito para curar los males del alma. No hay corazón quebrantado que El no pueda sanar: no hay herida moral que no pueda cicatrizar. Oprimidos, abatidos, llagados como todos estamos por el pecado, Jesús puede devolvernos la salud por medio de su sangre y de su Espíritu. Lo único que tenemos que hacer es acudir a El.
Esos milagros fueron hechos para manifestarnos lo tierno y compasivo del corazón de nuestro Salvador. Jesús no rechazó a ninguno de los que acudieron a El.
Ni desechó a persona alguna por enferma y asquerosa que estuviera. A todos prestaba un oído atento y extendía una mano cariñosa: para todos tenía un corazón blando. No hay bondad como la suya. Su compasión jamás se agota.
Ojalá que tuviéramos presente que Jesús es «el mismo ayer hoy para siempre». Aunque ha ascendido a la diestra del Padre no ha cambiado en nada. Ahora tiene tanga aptitud y voluntad de salvar como hace mil ochocientos años. ¿Le habríamos expuesto nuestras necesidades si hubiéramos vivido entonces? ¿Por qué no lo hacemos ahora?

Fuente: Los Evangelios Explicados

Juan…Mat 14:3; Mar 6:17; Luc 3:19-20.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Lit., había sido entregado

Fuente: La Biblia de las Américas

g 14.3; Mar 6:17; Luc 3:19-20.

Fuente: La Biblia Textual III Edición