Comentario de Mateo 5:13 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.

Mat 5:13, Vosotros sois la sal de la tierra, pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.

LA SAL DE LA TIERRA

Introducción.

A. Mat 5:13, «Vosotros sois la sal de la tierra». ¡Qué afirmación más maravillosa y alentadora! En este texto Jesús habla de la relación entre sus discípulos y los demás. Son una gran bendición para el mundo.

B. Los que poseen las cualidades de carácter descritas en las bienaventuranzas ineludiblemente son la sal de la tierra. La palabra «sal» se refiere a la influencia de los cristianos para impedir la maldad y para preservar el mundo de la corrupción espiritual.

I. ¡He aquí los discípulos de Jesús!

A. Considérese este grupo de discípulos. ¿Quiénes eran? ¿de dónde venían? ¿qué habían hecho o qué hacían en ese entonces? ¿Cómo es posible que Jesús les hayan dicho, «Vosotros sois la sal de la tierra»?

B. Eran galileos. Los doce apóstoles eran galileos sin educación formal (Hch 1:11; Hch 4:13). Jesús no buscó apóstoles entre los entrenados y privilegiados. Jesús no solamente fue criado en Nazaret, una ciudad despreciada por los judíos (Jua 1:46), sino que también llevó a cabo una gran parte de su ministerio en Galilea. Los galileos no gozaban de muy buena reputación entre los judíos de Jerusalén. Por estar más lejos del templo, y por tener más contacto con los gentiles (Mat 4:15, «Galilea de los gentiles»), se consideraban menos religiosos que los de Judea. Mar 14:70, «porque eres galileo, y tu manera de hablar es semejante a la de ellos».

C. Eran del pueblo común. Los discípulos no eran personas de reputación («de influencia») en la vista del mundo. No eran grandes ni importantes, según el concepto popular de lo que constituye la grandeza, sino que, al contrario, era muy insignificantes. (1). Por lo menos cuatro de los apóstoles eran pescadores (Mat 4:18-21). (2). Otro apóstol era publicano (Mat 8:9-13). (3). Eran pobres. «Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios», Luc 6:20. (4). Eran despreciados por los romanos. Los discípulos de Jesús, siendo judíos, no tenían ningún poder político. (5). No participaban en ningún movimiento político para corregir injusticias. (6). Eran despreciados por los líderes religiosos. Jua 7:49, «Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es». Así era el concepto que los líderes de los judíos tenían de los discípulos de Jesús.

D 1Co 1:26, «Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles». Este texto explica claramente que «lo necio de mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil de mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es (lo que no tiene reputación), para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia» (vers 27-29). Que toda la gloria sea para Dios y su mensaje, y no para los mensajeros.

E. ¿Cómo es posible, pues, que tales personas

— pobres, insignificantes, perseguidos — tengan una influencia tan grande sobre el mundo? (1). Es obvio que lo que es “grande” e “importante” ante los ojos del mundo no cuenta con Dios (Luc 16:15). (2). La verdad es que los discípulos de Jesús iban a tener, han tenido, y siguen teniendo un tremendo impacto sobre la raza humana, no por poseer la grandeza según el mundo, sino por poseer las cualidades de carácter delineadas en las bienaventuranzas.

II. La sal sirve para preservar de la corrupción.

A. Los habitantes de la tierra son corruptos. Desde luego, no se necesita texto bíblico para probar esto, pero véanse Rom 1:18-21; Gál 5:19-21; Efe 4:17-19. Los discípulos de Cristo son preservadores que impiden el proceso de la corrupción por medio de predicar el evangelio, enseñando todo el consejo de Dios (Hch 20:20; Hch 20:27), y demostrando la enseñanza en sus propias vidas. Los discípulos de Cristo tienen influencia salvadora. Los santos son la «conciencia» para la gente que les conozca. Les enseña y les pone un buen ejemplo de la enseñanza. Esta influencia doble (la enseñanza y la enseñanza ejemplificada) es la sal de la tierra.

B. La sal obra silenciosamente, como la levadura, Mat 13:33. No es ruidosa. Jesús no inició revoluciones ni participó en marchas políticas. Mat 12:19, «No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz». No era revolucionario en el sentido común de la palabra. No buscaba medios sensacionales para ganarse el favor de la gente. Sus discípulos siguen su ejemplo al evitar tales tácticas.

C. La sal tiene que ser aplicada. Los que viven en monasterios y conventos no preservarán al mundo de corrupción. Los discípulos tienen que estar asociados con los del mundo para que la sal obre. Desde luego, es importante que los discípulos influyan en los del mundo, sin caer bajo la influencia del mundo. Los discípulos deben influir en los del mundo sin ser influenciados por el mundo. La sal da su sabor a la carne. Cuando la carne da su sabor a la sal, ¡qué horrible sabor tiene la sal! Tampoco puede la iglesia influir debidamente en el mundo si se limitan sus actividades a las cuatro paredes del sitio de reunión.

D. Algunos comentaristas dicen que esta figura significa que lo son la sal de la tierra en el sentido de «dar sabor al mundo» y hace menos aburrida la vida, etc., pero en esta figura el mundo no come la sal, sino que la sal se aplica al mundo (la «carne») para preservarlo de la corrupción. Sí da su sabor a la carne en ese sentido. Pero no «da su sabor» en el sentido de echar sal a la comida para dar gusto al que coma. La Biblia de las Américas dice «si la sal se ha vuelto insípida», pero la palabra «insípida» no da importancia al «sabor» para el gusto, sino que, más bien, significa que la sal pierde su calidad de sal, y por lo tanto, pierde su eficacia para salar. «La sal de la tierra» sí da gusto a los que se convierten de su maldad para que ellos también lleguen a ser «la sal de la tierra».

III. Para ser la sal de la tierra hay dos requisitos indispensables.

A. Los discípulos deben poseer las cualidades de carácter enseñadas en las bienaventuranzas, y reflejarlas llevando vidas fieles. Véanse 1Ti 4:12; 1Pe 3:1-4; 1Pe 5:2-3. 2Pe 1:4, los discípulos de Cristo han «huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia», y deben tener una fuerte influencia sobre los que todavía están en el mundo, para que éstos también puedan escapar del lazo del diablo. Col 4:6, «Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno». No solamente la palabra sino toda nuestra conducta debe ser sazonada con sal. Tit 1:16, «Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan». Los tales no son «sal». 2Ti 3:5, «que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella». La «apariencia» no sirve para preservar de la corrupción. Los miembros infieles no son sal. Los miembros mundanos, indiferentes, sectarios y desobligados no son sal. Los miembros que están mal en su matrimonio (por hacer caso omiso de Mat 5:32; Mat 19:9) no son sal.

B. Los discípulos deben predicar el evangelio puro. Algún evangelio corrupto no salva a nadie, no preserva de corrupción. Véanse Gál 1:6-9; 1Ts 5:21; 1Jua 4:1-2. Siempre ha habido apostasías. Los apóstoles tuvieron que combatir muchas enseñanzas falsas (por ejemplo, el error de los judaizantes, y el de los gnósticos). Estos errores causaron división en la iglesia. Hoy en día es necesario combatir el error: el institucionalismo, la centralización, el evangelio social, el calvinismo, y otras tendencias sectarias. Por lo tanto, nos urge predicar «todo el consejo de Dios» para salvar y edificar almas y para preservarlas de la corrupción de doctrinas falsas 2Ti 4:2, «que prediques la palabra; que instes a tiempo, y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina». Haciendo esto los discípulos de Cristo son la sal de la tierra. Muchos sectarios y hasta hermanos creen que la iglesia debe ser el azúcar del mundo. Quieren dar pura miel a la gente perdida, pero el mundo corrupto no necesita azúcar, sino la «sal» del evangelio puro.

IV. «Si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?»

A. La sal perderá su eficacia, su carácter distintivo, (1) si los que profesan ser discípulos de Cristo no poseen en realidad las características enseñadas en las bienaventuranzas, y (2) si no enseñan diligentemente la sana doctrina, no adulterada (2Co 2:17; 2Co 4:2; 1Pe 2:2).

B. Es indispensable que todo miembro de la iglesia entienda que la mera profesión de ser cristiano o de ser miembro de la iglesia de Cristo no basta (Mat 7:21). El miembro que pierda su capacidad para salar es inútil, inservible. Es sal sólo de nombre. ¡Es «sal» que no puede salar!

C. La «sal» que no es sal no preserva de corrupción, y «no sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres». Es arrojada al camino para ser pisoteada por la gente. Véase también Luc 14:34-35. Tales personas son despreciadas por los hombres mundanos, los cuales se hunden más en corrupción por falta de esa «sal» que tanto necesitan.

D. Así es el cuadro pintado por Jesús de un «evangelio insípido» y de «cristianos insípidos». Son totalmente inútiles. No valen nada. No sirven para nada. Lo triste es que los miembros de la iglesia pueden llegar a ser «insípidos» sin darse cuenta. (1). Como Sansón (Jue 16:20) creen que tienen fuerza, y no saben que Dios ya se apartó de ellos. (2). Como la iglesia de Efeso, no saben que están en peligro de perder su «candelero» (su identidad como iglesia de Cristo), Apo 2:5. (3). Como dice el borracho, «Me azotaron, mas no lo sentí» (Pro 23:35), así son los miembros que ni oyen los reproches de los mundanos que hacen burla de ellos. ¡Qué tropiezo para la obra de Cristo son los miembros «inútiles»!

V. «¿Con qué será salada?»

A. No hay substituto. No hay otra cosa que pueda hacer lo que la sal hace. La sal espiritual no tiene substituto. Que todo hermano piense seriamente en esta verdad solemne: ¡No hay otra cosa que la substituya! La fidelidad de los discípulos de Cristo es la única esperanza del mundo.

B. El mundo está perdido, y su única esperanza es el evangelio, el evangelio predicado y el evangelio vivido por los verdaderos discípulos de Cristo. Pero no hay otra sal, no hay otra cosa que preserve del error y de la maldad. Si la iglesia no es fiel, el mundo estará sin esperanza.

C. Gén 6-9 describe el diluvio que Dios envió porque el mundo era totalmente corrupto. Gén 19 describe el fuego y azufre que Dios envió sobre Sodoma y Gomorra porque eran totalmente corruptos. Dios envió a Josué y los ejércitos de Israel a Canaán para destruir aquellas naciones que se entregaban a las abominaciones de la idolatría. Ahora otra vez el mundo está en gran peligro, porque está lleno de toda forma de disolución. Los perversos matan actualmente millones de infantes (el «aborto»), afirmando que la mujer debe tener control sobre su propio cuerpo (rehusan admitir que el bebé es otra persona); los homosexuales ya perdieron todo sentimiento de vergüenza y con todo valor demandan sus «derechos»; los humanistas ya se han apoderado de las escuelas, denunciando a Dios y la Biblia para enseñar la evolución, la «educación sexual» y toda forma de depravación. ¿Cuándo llegará «el colmo de maldad» (Gén 15:16) para atraer la furia de la ira de Dios? «Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas» (Mat 24:28); es decir, la nación corrupta atrae su ruina y asolamiento. Si Dios no destruyera una nación moderna entregada a la homosexualidad, tendría que pedir perdón a Sodoma y Gomorra. Por lo tanto, el mundo corrupto necesita urgentemente de la sal, y los cristianos son la única esperanza del mundo, porque aparte del evangelio y el ejemplo de los cristianos, el mundo no puede ser salado para evitar la corrupción total.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

vosotros sois la sal de la tierra. Lev 2:13; Col 4:6.

si la sal se desvaneciere. Mar 9:49, Mar 9:50; Luc 14:34, Luc 14:35; Heb 6:4-6; 2Pe 2:20, 2Pe 2:21.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

De las bienaventuranzas se desprenden dos similitudes que hacen notar este principio de hacer como consecuencia del ser. ¡Algunos cristianos enfatizan tanto el ser que nunca llegan a la meta de hacer algo!

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

La sal pura mantiene su sabor. En Israel se mezclaba cierta sal con otros ingredientes. Cuando se analizaron los elementos, la sal tuvo que ser «lixiviada». Luego de ser separados los elementos por un proceso de lixiviación, esta sal se usaba para cubrir senderos.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

LA SAL DE LA TIERRA. La sal es valiosa para dar sabor y proteger de la corrupción. Por lo tanto, el creyente y la iglesia en general deben ser ejemplos piadosos en el mundo y resistir la decadencia moral y la evidente corrupción de la sociedad.

(1) Cualquier iglesia que se vuelva tibia, apague el poder del Espíritu Santo y deje de resistir el espíritu que prevalece en el mundo, será «arrojada» por Dios (véase Apo 3:15, nota; cf. Apo 3:16).

(2) Como consecuencia, será «pisoteada por los hombres»; es decir, los que son tibios, junto con sus familias, serán destruidos por las costumbres y los valores de la sociedad impía (cf. Deu 28:13; Deu 28:43; Deu 28:48; Jue 2:20-22).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? La sal es tanto un preservativo como un sazonador. No hay duda de que el uso que tiene en mente Jesús es el de preservante. La sal pura no puede perder su sabor o efectividad, pero la sal que es común en el área del Mar Muerto está contaminada con yeso y otros minerales y puede tener un sabor pobre o ser ineficaz para preservar. Sal mineral de este tipo era útil tan solo para mantener las calzadas libres de vegetación.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Mat 5:13, Vosotros sois la sal de la tierra, pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
LA SAL DE LA TIERRA
Introducción.
A. Mat 5:13, «Vosotros sois la sal de la tierra». ¡Qué afirmación más maravillosa y alentadora! En este texto Jesús habla de la relación entre sus discípulos y los demás. Son una gran bendición para el mundo.
B. Los que poseen las cualidades de carácter descritas en las bienaventuranzas ineludiblemente son la sal de la tierra. La palabra «sal» se refiere a la influencia de los cristianos para impedir la maldad y para preservar el mundo de la corrupción espiritual.
I. ¡He aquí los discípulos de Jesús!
A. Considérese este grupo de discípulos. ¿Quiénes eran? ¿de dónde venían? ¿qué habían hecho o qué hacían en ese entonces? ¿Cómo es posible que Jesús les hayan dicho, «Vosotros sois la sal de la tierra»?
B. Eran galileos. Los doce apóstoles eran galileos sin educación formal (Hch 1:11; Hch 4:13). Jesús no buscó apóstoles entre los entrenados y privilegiados. Jesús no solamente fue criado en Nazaret, una ciudad despreciada por los judíos (Jua 1:46), sino que también llevó a cabo una gran parte de su ministerio en Galilea. Los galileos no gozaban de muy buena reputación entre los judíos de Jerusalén. Por estar más lejos del templo, y por tener más contacto con los gentiles (Mat 4:15, «Galilea de los gentiles»), se consideraban menos religiosos que los de Judea. Mar 14:70, «porque eres galileo, y tu manera de hablar es semejante a la de ellos».
C. Eran del pueblo común. Los discípulos no eran personas de reputación («de influencia») en la vista del mundo. No eran grandes ni importantes, según el concepto popular de lo que constituye la grandeza, sino que, al contrario, era muy insignificantes. (1). Por lo menos cuatro de los apóstoles eran pescadores (Mat 4:18-21). (2). Otro apóstol era publicano (Mat 8:9-13). (3). Eran pobres. «Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios», Luc 6:20. (4). Eran despreciados por los romanos. Los discípulos de Jesús, siendo judíos, no tenían ningún poder político. (5). No participaban en ningún movimiento político para corregir injusticias. (6). Eran despreciados por los líderes religiosos. Jua 7:49, «Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es». Así era el concepto que los líderes de los judíos tenían de los discípulos de Jesús.
D 1Co 1:26, «Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles». Este texto explica claramente que «lo necio de mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil de mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es (lo que no tiene reputación), para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia» (vers 27-29). Que toda la gloria sea para Dios y su mensaje, y no para los mensajeros.
E. ¿Cómo es posible, pues, que tales personas — pobres, insignificantes, perseguidos — tengan una influencia tan grande sobre el mundo? (1). Es obvio que lo que es “grande” e “importante” ante los ojos del mundo no cuenta con Dios (Luc 16:15). (2). La verdad es que los discípulos de Jesús iban a tener, han tenido, y siguen teniendo un tremendo impacto sobre la raza humana, no por poseer la grandeza según el mundo, sino por poseer las cualidades de carácter delineadas en las bienaventuranzas.
II. La sal sirve para preservar de la corrupción.
A. Los habitantes de la tierra son corruptos. Desde luego, no se necesita texto bíblico para probar esto, pero véanse Rom 1:18-21; Gál 5:19-21; Efe 4:17-19. Los discípulos de Cristo son preservadores que impiden el proceso de la corrupción por medio de predicar el evangelio, enseñando todo el consejo de Dios (Hch 20:20; Hch 20:27), y demostrando la enseñanza en sus propias vidas. Los discípulos de Cristo tienen influencia salvadora. Los santos son la «conciencia» para la gente que les conozca. Les enseña y les pone un buen ejemplo de la enseñanza. Esta influencia doble (la enseñanza y la enseñanza ejemplificada) es la sal de la tierra.
B. La sal obra silenciosamente, como la levadura, Mat 13:33. No es ruidosa. Jesús no inició revoluciones ni participó en marchas políticas. Mat 12:19, «No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz». No era revolucionario en el sentido común de la palabra. No buscaba medios sensacionales para ganarse el favor de la gente. Sus discípulos siguen su ejemplo al evitar tales tácticas.
C. La sal tiene que ser aplicada. Los que viven en monasterios y conventos no preservarán al mundo de corrupción. Los discípulos tienen que estar asociados con los del mundo para que la sal obre. Desde luego, es importante que los discípulos influyan en los del mundo, sin caer bajo la influencia del mundo. Los discípulos deben influir en los del mundo sin ser influenciados por el mundo. La sal da su sabor a la carne. Cuando la carne da su sabor a la sal, ¡qué horrible sabor tiene la sal! Tampoco puede la iglesia influir debidamente en el mundo si se limitan sus actividades a las cuatro paredes del sitio de reunión.
D. Algunos comentaristas dicen que esta figura significa que lo son la sal de la tierra en el sentido de «dar sabor al mundo» y hace menos aburrida la vida, etc., pero en esta figura el mundo no come la sal, sino que la sal se aplica al mundo (la «carne») para preservarlo de la corrupción. Sí da su sabor a la carne en ese sentido. Pero no «da su sabor» en el sentido de echar sal a la comida para dar gusto al que coma. La Biblia de las Américas dice «si la sal se ha vuelto insípida», pero la palabra «insípida» no da importancia al «sabor» para el gusto, sino que, más bien, significa que la sal pierde su calidad de sal, y por lo tanto, pierde su eficacia para salar. «La sal de la tierra» sí da gusto a los que se convierten de su maldad para que ellos también lleguen a ser «la sal de la tierra».
III. Para ser la sal de la tierra hay dos requisitos indispensables.
A. Los discípulos deben poseer las cualidades de carácter enseñadas en las bienaventuranzas, y reflejarlas llevando vidas fieles. Véanse 1Ti 4:12; 1Pe 3:1-4; 1Pe 5:2-3. 2Pe 1:4, los discípulos de Cristo han «huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia», y deben tener una fuerte influencia sobre los que todavía están en el mundo, para que éstos también puedan escapar del lazo del diablo. Col 4:6, «Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno». No solamente la palabra sino toda nuestra conducta debe ser sazonada con sal. Tit 1:16, «Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan». Los tales no son «sal». 2Ti 3:5, «que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella». La «apariencia» no sirve para preservar de la corrupción. Los miembros infieles no son sal. Los miembros mundanos, indiferentes, sectarios y desobligados no son sal. Los miembros que están mal en su matrimonio (por hacer caso omiso de Mat 5:32; Mat 19:9) no son sal.
B. Los discípulos deben predicar el evangelio puro. Algún evangelio corrupto no salva a nadie, no preserva de corrupción. Véanse Gál 1:6-9; 1Ts 5:21; 1Jua 4:1-2. Siempre ha habido apostasías. Los apóstoles tuvieron que combatir muchas enseñanzas falsas (por ejemplo, el error de los judaizantes, y el de los gnósticos). Estos errores causaron división en la iglesia. Hoy en día es necesario combatir el error: el institucionalismo, la centralización, el evangelio social, el calvinismo, y otras tendencias sectarias. Por lo tanto, nos urge predicar «todo el consejo de Dios» para salvar y edificar almas y para preservarlas de la corrupción de doctrinas falsas 2Ti 4:2, «que prediques la palabra; que instes a tiempo, y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina». Haciendo esto los discípulos de Cristo son la sal de la tierra. Muchos sectarios y hasta hermanos creen que la iglesia debe ser el azúcar del mundo. Quieren dar pura miel a la gente perdida, pero el mundo corrupto no necesita azúcar, sino la «sal» del evangelio puro.
IV. «Si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?»
A. La sal perderá su eficacia, su carácter distintivo, (1) si los que profesan ser discípulos de Cristo no poseen en realidad las características enseñadas en las bienaventuranzas, y (2) si no enseñan diligentemente la sana doctrina, no adulterada (2Co 2:17; 2Co 4:2; 1Pe 2:2).
B. Es indispensable que todo miembro de la iglesia entienda que la mera profesión de ser cristiano o de ser miembro de la iglesia de Cristo no basta (Mat 7:21). El miembro que pierda su capacidad para salar es inútil, inservible. Es sal sólo de nombre. ¡Es «sal» que no puede salar!
C. La «sal» que no es sal no preserva de corrupción, y «no sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres». Es arrojada al camino para ser pisoteada por la gente. Véase también Luc 14:34-35. Tales personas son despreciadas por los hombres mundanos, los cuales se hunden más en corrupción por falta de esa «sal» que tanto necesitan.
D. Así es el cuadro pintado por Jesús de un «evangelio insípido» y de «cristianos insípidos». Son totalmente inútiles. No valen nada. No sirven para nada. Lo triste es que los miembros de la iglesia pueden llegar a ser «insípidos» sin darse cuenta. (1). Como Sansón (Jue 16:20) creen que tienen fuerza, y no saben que Dios ya se apartó de ellos. (2). Como la iglesia de Efeso, no saben que están en peligro de perder su «candelero» (su identidad como iglesia de Cristo), Apo 2:5. (3). Como dice el borracho, «Me azotaron, mas no lo sentí» (Pro 23:35), así son los miembros que ni oyen los reproches de los mundanos que hacen burla de ellos. ¡Qué tropiezo para la obra de Cristo son los miembros «inútiles»!
V. «¿Con qué será salada?»
A. No hay substituto. No hay otra cosa que pueda hacer lo que la sal hace. La sal espiritual no tiene substituto. Que todo hermano piense seriamente en esta verdad solemne: ¡No hay otra cosa que la substituya! La fidelidad de los discípulos de Cristo es la única esperanza del mundo.
B. El mundo está perdido, y su única esperanza es el evangelio, el evangelio predicado y el evangelio vivido por los verdaderos discípulos de Cristo. Pero no hay otra sal, no hay otra cosa que preserve del error y de la maldad. Si la iglesia no es fiel, el mundo estará sin esperanza.
C. Gén 6-9 describe el diluvio que Dios envió porque el mundo era totalmente corrupto. Gén 19 describe el fuego y azufre que Dios envió sobre Sodoma y Gomorra porque eran totalmente corruptos. Dios envió a Josué y los ejércitos de Israel a Canaán para destruir aquellas naciones que se entregaban a las abominaciones de la idolatría. Ahora otra vez el mundo está en gran peligro, porque está lleno de toda forma de disolución. Los perversos matan actualmente millones de infantes (el «aborto»), afirmando que la mujer debe tener control sobre su propio cuerpo (rehusan admitir que el bebé es otra persona); los homosexuales ya perdieron todo sentimiento de vergüenza y con todo valor demandan sus «derechos»; los humanistas ya se han apoderado de las escuelas, denunciando a Dios y la Biblia para enseñar la evolución, la «educación sexual» y toda forma de depravación. ¿Cuándo llegará «el colmo de maldad» (Gén 15:16) para atraer la furia de la ira de Dios? «Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas» (Mat 24:28); es decir, la nación corrupta atrae su ruina y asolamiento. Si Dios no destruyera una nación moderna entregada a la homosexualidad, tendría que pedir perdón a Sodoma y Gomorra. Por lo tanto, el mundo corrupto necesita urgentemente de la sal, y los cristianos son la única esperanza del mundo, porque aparte del evangelio y el ejemplo de los cristianos, el mundo no puede ser salado para evitar la corrupción total.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA SAL DE LA TIERRA

Mateo 5:13

Vosotros sois la sal de la tierra; pero cuando la sal ha perdido su sabor, ¿cómo se le podrá restaurar? Ya no sirve para nada bueno, así es que se tira a la calle para que la pisoteen.

Cuando Jesús dijo esto puso a disposición de la humanidad una expresión que se ha convertido en el mayor cumplido que se le puede hacer a nadie. Cuando queremos hacer hincapié en los quilates del carácter y de la utilidad de alguien decimos: «personas así son la sal de la tierra.»
En el mundo antiguo la sal se apreciaba altamente. Los griegos llamaban a la sal divina (theion). En una frase que en latín es una especie de trabalenguas, los Romanos decían «no hay nada más útil que el sol y la sal» (Nil utilius sole et sale). En los tiempos de Jesús la sal se relacionaba en la mente de la gente con tres cualidades especiales.

(i) La sal se conectaba con la pureza. Probablemente su blancura resplandeciente sugería esta conexión. Los latinos decían que la sal era la cosa más pura, porque procedía de las cosas más puras que son el sol y el Marcos La sal fue de hecho la más primitiva de todas las ofrendas que se hacían a los dioses, y hasta sus últimos tiempos los sacrificios judíos se ofrecían con sal. Así pues, si el cristiano ha de ser la sal de la tierra, debe ser un ejemplo de pureza.

Una de las características del mundo en la época en que vivimos es que han bajado los niveles. Los niveles de honradez, de diligencia en el trabajo, de responsabilidad, morales, todos tienden a reducirse. El cristiano debe ser una persona que mantenga bien alto su nivel de absoluta pureza en su manera de hablar, su conducta y pensamiento. Cierto escritor le dedicó un libro a J. Y. Simpson, «que hace que lo mejor nos resulte fácilmente creíble.» Ningún cristiano puede salirse de los niveles de la estricta honradez. Ningún cristiano puede pensar con ligereza en reducir los niveles morales en un mundo en el que en las calles de cualquier gran ciudad se induce deliberadamente al pecado. Ningún cristiano se puede permitir los gestos y términos sugestivos y soeces que son a menudo parte de la conversación social. El cristiano no se puede retirar del mundo, pero debe, como decía SantiagoJas., «guardarse sin mancha del mundo» (Stg 1:27 ).

(ii) En. el mundo antiguo, la sal era el más corriente de todos los conservantes. Se usaba para evitar que las cosas se corrompieran, y para contener la putrefacción. Plutarco tiene una manera curiosa de decirlo. Dice que la carne es un cuerpo muerto y parte de un cuerpo muerto, y, si se deja a sí misma, se descompondrá; pero la sal la conserva y mantiene fresca, y es por tanto como si se le hubiera insertado un alma nueva a un cuerpo muerto.

Así que la sal preserva de la corrupción. Si el cristiano ha de ser la sal de la tierra, debe tener una cierta influencia antiséptica en la vida.
Todos sabemos que hay ciertas personas en cuya compañía es fácil ser buenos; y que también hay ciertas personas en cuya compañía es fácil bajar el listón moral. Hay ciertas personas en cuya presencia se podría contar sin reparos una historia sucia, y hay otras personas a las que a uno no se le ocurriría contársela. El cristiano debe ser un antiséptico purificador en cualquier sociedad en que se encuentre; debe ser la persona que, con su presencia, excluye la corrupción y les hace más fácil a otros ser limpios.
(iii) Pero la más grande y la más obvia cualidad de la sal es que la sal presta sabor a las cosas. Los alimentos sin sal son tristemente insípidos y hasta desagradables. El Cristianismo es a la vida lo que la sal es a la comida. El Cristianismo le presta sabor a la vida.

Lo trágico es que la gente conecta a menudo el Cristianismo precisamente con lo contrario. Lo identifican con algo que le quita el sabor a la vida. Swinbume llegó a decir:

Tú has conquistado, pálido Galileo; el mundo se ha puesto gris de Tu aliento.

Aun después de que Constantino hiciera del Cristianismo la religión del imperio romano, subió al trono otro emperador llamado Juliano que – quería atrasar el reloj y volver a los antiguos dioses. Su queja era, como la expresa Ibsen:

¿Les habéis mirado a la cara a esos cristianos? Ojos hundidos, mejillas pálidas, pechos de tabla; pierden la vida reconcomiéndose, inincentivados por la ambición: para ellos también brilla el sol, pero no lo ven; la tierra les ofrece su plenitud, pero ellos no la quieren; lo único que desean es renunciar y sufrir para morirse lo antes posible.

Para Juliano, el Cristianismo le quitaba la vivacidad a la vida.
Oliver Wendell Holmes dijo una vez: «Yo podría haber entrado en el ministerio si algunos clérigos a los que conocía no hubieran parecido y actuado tanto como enterradores.» Robert Louis Stevenson escribió una vez en su diario, como si estuviera recordando algún fenómeno extraordinario: «Hoy he estado en la iglesia, y no me ha dado la depre.»
El mundo tiene derecho a descubrir otra vez el fulgor perdido de la fe cristiana. En un mundo ansioso, el cristiano debería ser la única persona que se mantuviera serena. En un mundo deprimido, el cristiano debería ser la única persona que siguiera llena de la alegría de vivir. Debería haber una sencilla luminosidad en cada cristiano, pero demasiado a menudo anda por la vida como si estuviera de duelo, y habla como un espectro en una fiesta. Dondequiera que esté, si ha de ser la sal de la tierra, el cristiano debe difundir gozo.
Jesús pasó a decir que, si la sal se vuelve insípida, ya no sirve para nada, y se tira para que todo el mundo la pise. Eso es difícil de entender, porque la sal nunca pierde su sabor y su salinidad. E. F. F. Bishop, en su libro Jesús de Palestina, cita una explicación muy plausible que dio Miss F: E. Newton. En Palestina, los hornos ordinarios están fuera de la casa y se construyen de piedra sobre una base de azulejos. En esos hornos, «para conservar el calor se pone una gruesa capa de sal debajo del suelo de azulejo. Después de cierto tiempo la sal se ha descompuesto. Se levantan los azulejos, se saca la sal y se tira en el camino a la puerta del horno… ha perdido su poder para calentar los azulejos y se tira.» Puede que sea eso lo que se representa aquí.

Pero la idea principal sigue siendo en cualquier caso, y es algo en lo que el Nuevo Testamento insiste constantemente: Que la inutilidad invita al desastre. Si un cristiano no está cumpliendo su propósito como cristiano, está abocado al desastre. El sentido de nuestra vida consiste en ser la sal de la tierra; y si no le damos a la vida la pureza, el poder antiséptico y la luminosidad que le debemos, no estamos cumpliendo nuestro cometido y vamos al desastre.
Todavía nos falta por decir que algunas veces en la Iglesia Primitiva se hacía un uso muy extraño de este texto. En la sinagoga, entre los judíos, había la costumbre de, si un judío se volvía apóstata y luego volvía a la fe, antes de recibirle otra vez en la sinagoga, tenía como penitencia que tumbarse a la puerta de la sinagoga e invitar a todos los que iban entrando a que le pisaran. En algunos lugares, la Iglesia Cristiana adoptó esa costumbre; y a un cristiano que había sido expulsado de la Iglesia por disciplina, se le obligaba, antes de admitirle otra vez, a tumbarse a la puerta de la iglesia e invitar a los que entraban: «Pisoteadme porque soy la sal que ha perdido su sabor.»

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

REFERENCIAS CRUZADAS

r 176 Mar 9:50

s 177 Luc 14:35

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

sal. Se emplea aquí como una metáfora. A través de la historia, la sal ha sido usada para dar sabor (Job 6:6) y para preservar, y como una de las necesidades de la vida. La sal era importante en Israel y en el mundo grecorromano. En Israel la sal se requería en las ofrendas de cereal y en los pactos (Lv 2:13; Nm 18:19). Los soldados en el ejército romano recibían una porción de sal; el término latino para esta porción era salarium de donde viene la palabra « salario» en español. Un discípulo de Jesús es como la sal, en que al llevar a otros el evangelio preservará sus almas, haciéndolos discípulos de Cristo (28:19).

Fuente: La Biblia de las Américas

13 (1) La segunda sección de lo que el nuevo Rey habló en el monte, los vs.13-16, trata de la influencia que el pueblo del reino de los cielos ejerce sobre el mundo. Ellos son la sal para la tierra corrompida, y la luz para el mundo entenebrecido.

13 (2) La sal es por naturaleza un elemento que mata y elimina los microbios de corrupción. Para la tierra corrompida, el pueblo del reino de los cielos es el elemento que impide que la tierra sea completamente corrompida.

13 (3) Hacerse insípido significa perder la capacidad de salar. Cuando el pueblo del reino se hace insípido, queda en la misma condición que la gente terrenal y ya no puede distinguirse de los incrédulos.

13 (4) Ser echado fuera significa ser excluido del reino de los cielos ( Luc_14:35).

13 (5) Ser hollado por los hombres es ser tratado como polvo.

13 (a) Lev_2:13 ; 2Re_2:20-21 ; Col_4:6

13 (b) Mar_9:50 ; Luc_14:34

13 (c) cfr. Gén_19:26

13 (d) Luc_14:35 ; Mat_25:30

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

En estos versículos el Señor Jesús trata de dos asuntos. El uno es el carácter que los verdaderos cristianos deben conseguir y mantener en el mundo. El otro es la relación entre las doctrinas de él mismo y las del Antiguo Testamento. De gran importancia es tener ideas aclaradas sobre estos dos asuntos.
Los cristianos verdaderos deben ser en este mundo como la sal. Esta tiene un gusto propio y peculiar, enteramente disimilar de cualquiera otra cosa. Al estar mezclada con otras sustancias la sal las preserva de la corrupción. Comunica una porción de su gusto á todo lo que se mezcle con ella. Útil es mientras conserve su sabor; de otro modo, no. ¿Somos cristianos verdaderos? En-tonces, he aquí nuestro puesto y sus deberes.
Los cristianos verdaderos tienen que ser en este mundo como la luz. Una propiedad de la luz consiste en ser absolutamente distinta de las tinieblas. La chispa más pequeña se puede ver inmediatamente en un cuarto oscuro. De todas las cosas creadas la luz es la más útil. Sirve para fertilizar, para guiar, y para dar ánimo. Fue la primera cosa creada. Sin ella el mundo seria un vacío tenebroso. ¿Somos nosotros cristianos verdaderos? Entonces, notemos otra vez nuestra posición y sus responsabilidades De cierto se quiere que entendamos por medio de estos dos símbolos, que debe haber algo marcado, distinto y peculiar en nuestro carácter, si somos cristianos verdaderos. Nunca nos conviene pasar la vida ociosos, pensando y obrando como otros, si nos proponemos ser reconocidos por Cristo como su gente.
¿Poseemos la gracia? Pues esta debe ser vista. ¿Tenemos el Espíritu? Entonces debe haber fruto. ¿Poseemos algo de la religión salvadora? Entonces es preciso que haya, entre nosotros y los que piensan tan solo en las cosas del mundo, una diferencia en cuanto á hábitos, gustos y propensiones de la mente.
Muy evidente es que el verdadero Cristianismo consiste en algo más que el ser bautizados y el frecuentar los templos. «La sal» y «la luz» indican claramente una singularidad, y la del corazón y de la vida, y la de la fe y de la práctica. Preciso es que nos atrevamos a ser singulares y distintos del mundo, si intentamos ser salvos.
La relación entre la enseñanza de nuestro Señor y la del Antiguo Testamento se aclara por él en una sola frase admirable. Dice, «No penséis que he venido para invalidar la ley ó los profetas: no he venido para invalidarlos, sino para cumplirlos.» Notables son estas palabras. De profunda importancia eran cuando habladas por primera vez, pues tendían á satisfacer, sobre este punto, la ansiedad natural de los Judíos. Y serán profundamente importantes mientras que permanezca el mundo, como un testimonio en favor de la entidad harmoniosa de la religión de los Testamentos Antiguo y Nuevo.
El Señor Jesús vino á dar cumplimiento á las predicciones de los profetas, que, mucho antes, habían anunciado que un Salvador apareciese algún día. Vino á dar cumplimiento á la ley ceremonial, haciéndose el gran sacrificio por el pecado, el sacrificio al cual señalaban todas las ofrendas de la dispensación de Moisés. Vino á cumplir la ley moral, rindiendo á ella una obediencia perfecta– la cual nosotros nunca jamás pudiéramos haber rendido–y pagando con su sangre expiatoria la pena debida por nuestra violencia de esa ley; una pena que nosotros jamás pudiéramos haber pagado. De todos estos modos él enalteció la ley de Dios, é hizo más evidente que nunca su importancia. En una palabra, «él magnificó la ley y la engrandeció..
Lecciones profundas de sabiduría hay que aprender de estas palabras de nuestro Señor. Considerémoslas bien y atesorémosla en nuestros corazones.
Guardémonos de despreciar el Antiguo Testamento bajo cualquier pretexto. Jamás prestemos el oído á los que nos aconsejarían echarlo á un lado como un libro obsoleto, anticuado é inútil. La religión del Antiguo Testamento es el germen del Cristianismo. El Antiguo Testamento es el Evangelio en el botón; el Nuevo Testamento es el Evangelio en la flor. El Antiguo Testamento es el Evangelio en la yerba; el Nuevo Testamento es el Evangelio en la espiga, llena do grano. Los santos descritos en el Antiguo Testamento veían muchas cosas indistintamente, como si mirasen por un vidrio imperfecto. Mas todos miraban por la fe al mismo Salvador y eran guiados por el mismo Espíritu, como lo hacemos nosotros. Tales hechos no son triviales. El desprecio ignorante del Antiguo Testamento es la causa de mucha incredulidad.
Guardémonos, también, de despreciar de ley de los Diez Mandamientos. No supongamos por un momento que esta ley se abrogue por el Evangelio, ó que los cristianos no tienen nada que hacer con ella. La venida de Cristo no cambió en lo más mínimo la posición de los Diez Mandamientos. De otro modo, la enalteció, y elevó su autoridad. Rom 3:31. La ley de los Diez Mandamientos es la regla fija y eterna de Dios respecto del bien y del mal. Por medio de ella viene el conocimiento del pecado. Por ella el Espíritu enseña á los hombres su necesidad de tener á Cristo, y les impulsa hacia él. Á ella Cristo dirige su pueblo como á su regla y guía en la vida santa. En su lugar propio es de tanta importancia como «el Evangelio glorioso.» No puede salvarnos. No podemos ser justificados por medio de ella. Sin embargo, nunca, nunca jamás despreciémosla. Cuando la ley se tiene en poco estima vemos un síntoma de una condición ignorante y en-fermiza en materias de religión. El cristiano verdadero «se rego-cija en la ley de Dios.» Rom 7:22.
Al fin, guardémonos de suponer que el Evangelio ha bajado la regla de santidad personal, y que el cristiano no tiene que ser tan estricto y escrupuloso en su vida diaria como el judío. Esta es una equi-vocación grande ; sin embargo es, desgraciadamente, una equivocación muy común. Tan lejos de ser esto el caso, la santificación del santo que tiene el Nuevo Testamento por regla debe sobre-pujar la del hombre que se guía tan solo por el Antiguo Testamento. Cuanto más luz poseamos, tanto más amor debiéramos tener para con Dios. Cuanto más clara nuestra concepción de la absolución llena y completa, concedida á nosotros por Cristo, tanto más debiéramos trabajar fervorosamente por la gloria de él. Sabemos mucho mejor que los santos del Antiguo Testamento lo que ha costado redimirnos. Hemos leído lo que tuvo lugar en Getsemaní y en Calvario, y ellos lo vieron tan solo como un suceso de lo futuro y con la vista indistinta é imperfecta.
Jamás echemos al olvido nuestras obligaciones. El cristiano que se contenta con un ideal inferior en cuanto á la santidad personal tiene mucho que aprender.

Fuente: Los Evangelios Explicados

sal…Mar 9:50; Luc 14:34-35.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R590 La preposición que aparece en ἐν τίνι tiene un sentido instrumental: ¿con qué?

BD390(3) Aquí el infinitivo tiene la idea de propósito: ser echada afuera y hollada.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

g Mar 9:50; Luc 14:34-35.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

‡ O “inútil.”

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento