“No penséis que he venido para abrogar la Ley o los Profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir.
Mat 5:17-20, La actitud de Jesús hacia la ley y los profetas LA LEY Y LOS PROFETASFuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
para abrogar la ley. Luc 16:17; Jua 8:5; Hch 6:13; Hch 18:13; Hch 21:28; Rom 3:31; Rom 10:4; Gál 3:17-24.
sino para cumplir. Mat 3:15; Sal 40:6-8; Isa 42:21; Rom 8:4; Gál 4:4, Gál 4:5; Col 2:16, Col 2:17; Heb 10:3-12.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
No penséis que he venido para abrogar: Jesús negó la acusación de los fariseos de que estaba anulando la ley. La ley era tanto temporal (Gál 3:19; Efe 2:15; Hch 7:12), como eterna (Mat 5:18; Rom 3:31; Rom 8:4). Como sistema de pacto con Israel, terminó en la cruz cuando el velo del Templo se rasgó y se estableció un nuevo sacerdocio; como conjunto de principios morales y espirituales, es eterna.
cumplir (pleroo) significa llevar a cabo, desarrollar o completar; no significa dar por terminado (teleo). Se ha escrito mucho acerca de la manera en que Cristo cumplió el AT. (Gál 3:15-18). Él hizo esto de diversas maneras:
(1) Lo obedeció perfectamente y enseñó su significado correcto (cf. vv. Mat 5:19, Mat 5:20);
(2) un día cumplirá todas las profecías y palabras del AT. y
(3) proveyó una vía de salvación que reúne todos los requisitos y demandas del AT. (Rom 3:21, Rom 3:31).
ni una jota ni una tilde: Esta declaración de Cristo nos proporciona una de las afirmaciones más fuertes en la Biblia con respecto a la infalibilidad de las Escrituras. La jota (Heb. yod) se refiere a la letra más chica del alfabeto hebreo, y la tilde (Gr. keraia) se refiere a una minúscula marca distintiva al final de otra letra hebrea. La revelación de Dios, escrita por los autores de la Biblia, no tiene falsedad alguna, ni siquiera en los detalles más pequeños. Es absolutamente confiable.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
LA LEY… PARA CUMPLIR. El propósito de Cristo es que se cumpla el requisito espiritual de la ley de Dios en la vida de sus seguidores (Rom 3:31; Rom 8:4). La relación del creyente con la ley de Dios comprende lo siguiente:
(1) La ley que el creyente está obligado a guardar consta de los principios éticos o morales del AT (Mat 7:12; Mat 22:36-40; Rom 3:31; Gál 5:14; véase el ARTÍCULO LA LEY DEL ANTIGUO TESTAMENTO, P. 109. [Éxo 20:1-2]) como también de las enseñanzas de Cristo y de los apóstoles (Mat 28:20; 1Co 7:19; 1Co 9:21; Gál 6:2). Esas leyes revelan la naturaleza y la voluntad de Dios para todas las personas, y todavía se aplican. Las leyes del AT que se aplicaban directamente a la nación de Israel, tales como las de los sacrificios, las ceremoniales, las sociales o las civiles ya no son obligatorias (Heb 10:1-4; e.g., Lev 1:2-3; Lev 24:10).
(2) El creyente no debe considerar la ley como un sistema de mandamientos legales por los cuales se obtiene el mérito del perdón y de la salvación (Gál 2:16; Gál 2:19). Más bien se debe considerar la ley como un código moral para los que ya están en una relación de personas salvas con Dios y quienes, mediante la obediencia a esas leyes, manifiestan la vida de Cristo que hay en ellos (Rom 6:15-22).
(3) La fe en Cristo es el punto de partida del cumplimiento de la ley. Mediante la fe en Él, Dios llega a ser Padre del creyente (cf. Jua 1:12). Por eso la obediencia del creyente no se efectúa sólo debido a una relación con Dios como legislador soberano, sino también por una relación de hijo con su Padre (Gál 4:6).
(4) Por la fe en Cristo, a los creyentes se les da un impulso interior y el poder para cumplir la ley de Dios (Rom 16:25-26; Heb 10:16), por la gracia de Dios (Rom 5:21) y por el Espíritu Santo que vive en ellos (Gál 3:5; Gál 3:14; Rom 8:13). La cumplen al vivir conforme al Espíritu (Rom 8:4-14). El Espíritu les ayuda a hacer morir los deseos pecaminosos de la carne y a cumplir la voluntad de Dios (Rom 8:13; véase Mat 7:21, nota). De esa manera, la conformidad extrema a la ley de Dios debe ir acompañada de la transformación interior del corazón y del espíritu (cf. vv. Mat 5:21-28).
(5) Al haber sido liberado del poder del pecado y al ser ahora esclavo de Dios (Rom 6:18-22), el creyente sigue el principio de «la fe» al estar «bajo la ley de Cristo» (1Co 9:21). Así cumple «la ley de Cristo» (Gál 6:2) y por consiguiente es fiel al requisito de la ley (véanse Rom 7:4, nota; Rom 8:4, nota; Gál 3:19, nota; Gál 5:16-25).
(6) Jesús enseñó con mucho énfasis que el hacer la voluntad de su Padre celestial es una condición permanente para entrar en el reino de los cielos (véase Mat 7:21, nota).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas. No debemos pensar que la enseñanza de Jesús en los versículos siguientes buscaba alterar, abrogar o reemplazar la moral contenida en la ley del AT. Jesús no estaba dando una nueva ley ni estaba tampoco modificando la antigua. Él estaba explicando el verdadero significado de la moral contenida en la ley de Moisés y el resto del AT. «La ley y los profetas» se refiere a las Escrituras del AT por completo, y no a las interpretaciones rabínicas de ellas. cumplir. Se habla aquí de cumplimiento en el mismo sentido en el que la profecía es cumplida. Cristo estaba indicando que Él era el cumplimiento de la ley en todos sus aspectos. Él cumplió la ley moral al mantenerse perfecto. Él cumplió la ley ceremonial al ser la encarnación de todo lo que los tipos y símbolos de la ley puntualizaron. Cumplió también la ley judicial personificando la justicia perfecta de Dios (cp. Mat 12:18; Mat 12:20).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Mat 5:17-20, La actitud de Jesús hacia la ley y los profetas
LA LEY Y LOS PROFETAS
Introducción.
A. «No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas». (1). Era obvio a todos que la enseñanza de Jesús era diferente de la de los escribas y fariseos (Mat 7:28). Decía repetidas veces, «Pero yo os digo». (2). Durante su ministerio los judíos constantemente lo criticaban por no respetar sus tradiciones (Mat 15:2), por sanar en el día de reposo, Jua 5:16, etc. (3). Estos líderes eran los representantes de la ley y los profetas; por eso, algunas personas podían creer que Jesús, al oponerse a ellos, también se oponía a la ley y los profetas.
B. Por eso Jesús aclara este punto. La gente no debería confundir lo que enseñaban y hacían estos líderes con la ley de Moisés y los profetas.
C. Este texto (Mat 5:17-20) bien introduce el resto del capítulo cinco.
D. «He venido» es una expresión muy interesante. ¿De dónde vino Cristo? ¿Dónde estaba antes? Al decir «He venido» se refiere a su preexistencia con el Padre (Jua 1:1-3; Jua 1:14; Jua 1:18).
I. «No he venido para abrogar» la ley o los profetas.
A. Abrogar, KATALUO, «destruir totalmente, derrumbar completamente». Sinónimos de abrogar son «derribar, deshacer, desvanecer». (1). Claro está que esta palabra significa destruir en el sentido de derrumbar una pared o casa o un puente. (2). Se usa en Mat 26:61, «Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios».
B. Jesús no vino para destruir la ley y los profetas. Si lo hubiera hecho, ¿cómo habría probado que El era el Mesías? (1). La ley de Moisés era el ayo (guardián, supervisor) para llevar a los judíos a Cristo, Gál 3:24. Jesús no quería destruir a este ayo. (2). La ley de Moisés contenía figuras, sombras, etc. que claramente apuntaban hacia Cristo, Heb 8:5; Heb 9:9; Heb 10:1. Por ejemplo, Jua 1:29, «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». 1Co 5:7, «porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros». Si Jesús hubiera destruido la ley, también habría destruido todos estos tipos. (3). Todos los profetas, «desde Samuel en adelante» (Hch 3:24) hablaban de Jesús: de su nacimiento, vida, reino, muerte, sepultura, resurrección, ascensión y coronación, etc. Si Jesús hubiera venido para abrogar los profetas, habría evitado el cumplimiento de estas profecías.
II. «No he venido para abrogar, sino para cumplir».
A. Cumplir, » PLEROO, llenar, cumplir, completar». (1). Obsérvese bien que no hay contraste en este texto entre abrogar y perpetuar. Muchísimos maestros religiosos citan este texto para probar que Jesús vino para perpetuar la ley de Moisés. Según esta enseñanza errónea, la ley de Moisés todavía está de vigor. ¿Por qué? Porque Jesús dijo, «No he venido para abrogar la ley». (2). Los que usan así este texto tuercen las escrituras (2Pe 3:16). (3). Hay contraste entre abrogar y cumplir. El contraste presentado por Jesús no tiene nada que ver con perpetuar la ley de Moisés. Jesús habla de la certeza del cumplimiento de la ley y los profetas.
B. Cuando Jesús dijo esto, sabía que iba a cumplir la ley y los profetas. Lo hizo al pie de la letra. Véanse Luc 24:27; Luc 24:44; Hch 3:24; Hch 8:30-35; Hch 13:27. Rom 10:4, «porque el fin de la ley es Cristo». La palabra «fin» significa propósito. El propósito de la ley era hacer justo al hombre; pero «todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Rom 3:23). La justicia demandada por la ley se realiza en Cristo, porque ahora todos, tanto gentiles como judíos, pueden ser justos por medio de El.
III. «Hasta que pasen el cielo y la tierra».
A. Es decir, nunca. Luc 16:16-17, «La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él. Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley». (1). Lo que Jesús dice en Mat 24:35 es semejante a esto, «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán». (2). En estos textos y en otros se afirma que la palabra de Dios — la ley de Moisés, los profetas, los salmos, y el evangelio — tiene que cumplirse en todo dicho. (3). También se dice, «la Escritura no puede ser quebrantada», Jua 10:35.
C. «Ni una jota ni una tilde pasará de la ley». «Jota significa la letra hebrea iod y corresponde a la i vocal. Es mucho más pequeña que las otras letras hebreas… tilde… denotando una proyección muy pequeña en la esquina de ciertas letras griegas, que las distingue de otras que son redondeadas… Toda la expresión se ha comparado felizmente con el dicho, ni el punto de una i ni el palito de una t'» (Broadus). (1). Obsérvese que Jesús no repite la palabra «profetas» en el ver 18. Por lo tanto, es importante recordar que la palabra «ley» no se limita a los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, sino que se refiere al Antiguo Testamento. (2). Frecuentemente la palabra ley se usa en este sentido (todo el Antiguo Testamento.) Véanse, por ejemplo, Jua 12:34; Jua 15:25; 1Co 14:21. Jesús dice que toda la ley seguirá en vigor hasta cumplirse.
IV. «Hasta que todo se haya cumplido».
A. «Los indoctos e inconstantes tuercen» este texto también, diciendo que la ley de Moisés seguirá en vigor «hasta que pasen el cielo y la tierra». (1). Tales intérpretes ponen el punto final después de la palabra «ley», y hacen caso omiso del resto del verso que dice «hasta que todo se haya cumplido». (2). Compárese Mat 1:25, «Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito». Dice el clero romano, «y ni aun entonces». La expresión «hasta que» no tiene sentido para los falsos maestros.
B. Jesús no dijo que la ley seguiría en vigor «hasta que pasen el cielo y la tierra», sino que «hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido». ¿Cómo seguirían en vigor la ley y los profetas aun después de ser cumplidos todos los tipos y figuras y profecías? El «ayo» sirvió para llevar a los judíos a Cristo; después de hacer esto, ¿qué haría? ¡Habiendo hecho eso terminó su obra!
V. «De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos…»
A. Jesús era un Amigo fiel de la ley de Moisés. Es muy importante observar que Jesús no se oponía a la ley de Moisés, sino que la apoyaba. La practicaba e insistió en que sus discípulos la practicaran (ver 19). El Sermón del Monte no se pone en contraste con la ley de Moisés, sino con lo que fue dicho por los judíos de ese tiempo. Jesús explica en este sermón (5:31, 32) y otra vez en Mat 19:6-9 la diferencia entre la ley de El y la de Moisés sobre el divorcio y segundas nupcias, pero al mismo tiempo explica que debido a la dureza del corazón del pueblo Moisés permitió el divorcio (Deu 24:1-4). Sin embargo, Jesús explica lo que ha sido la voluntad de Dios desde el principio con respecto al matrimonio (Gén 2:24; Mat 19:6).
B. Jesús no denunció la ley de Moisés sino la enseñanza de los escribas y fariseos (ver 20; 15:8, 9; 16:5-12; 23). Estaba en conflicto continuo con ellos. Explicaba el verdadero significado de la ley (véanse los vers 21, 22, 27, 28, etcétera).
C. » Quebrantar, LUO, desatar, especialmente en el sentido de liberación, tiene en ocasiones el sentido de quebrantar, destructivamente, p.e., de quebrantar mandamientos, no sólo por vía de su infracción, sino debilitando su autoridad, invalidándolos, Mat 5:19″. La Biblia de las Américas dice anule. Jesús no habla solamente de infringir, sino también de soltar o liberar de obligación.Los escribas y fariseos «quebrantaban» (anulaban) la ley, porque la pervertían, la convertían en una religión de actos externos, la ignoraban y la invalidaban por sus tradiciones.
D. » Uno de estos mandamientos muy pequeños». A los líderes religiosos les gustaba clasificar los mandamientos como grandes y pequeños, pero Jesús les dijo que no deberían quebrantar ni siquiera los que ellos llamaban «muy pequeños».
E. » Y así enseñe a otros». Es malo quebrantar la ley, pero es igualmente malo inducir a otros a que lo hagan (18:7; Rom 1:32).
F. » Muy pequeño será llamado en el reino de los cielos», es decir, «no entraréis en el reino de los cielos» (ver 20).
VI. «Si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos…»
A. Los escribas y fariseos no enseñaban ni practicaban lo que Jesús enseña en los vers 1-12 (las bienaventuranzas). Ellos no eran pobres en espíritu, porque en lugar de reconocer sus pecados querían justificarse a sí mismos (Luc 16:15; Luc 18:9-12). No poseían estas cualidades de carácter y, desde luego, no las enseñaban.
B. Solamente enfatizaban las cosas externas, la purificación externa (15:2; 23:25-28) etc., pero Jesús enseña la pureza de corazón (5:8; 15:19). La justicia enseñada por Jesús es mayor que la justicia enseñada y practicada por los escribas y fariseos; por lo tanto, la justicia de los discípulos de Jesús tiene que ser mayor que la «justicia» de tales líderes.
C. Eran hipócritas (cap 23), contentos con la «justicia» de apariencia (Luc 11:42-43), y pasaban «por alto la justicia y el amor de Dios». La justicia de ellos era la de hablar mucho y hacer poco. «En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen» (23:2, 3). La justicia nuestra tiene que ser la de hacer (obedecer).
D. Eran seguidores de la tradición humana, aunque ésta invalidaba la ley de Dios, Mat 15:1-9. Las iglesias humanas siguen la tradición humana y, por lo tanto, su justicia no es mayor que la de escribas y fariseos. Las iglesias de Cristo caen en el mismo error al obrar a través de instituciones y la iglesia patrocinadora.
E. Descuidaban las cosas importantes. Mat 23:23, «Diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe».
F. No amaban a los pecadores. Aunque los escribas y fariseos estaban perdidos, no querían que el Buen Médico les sanara, sino que le condenaban por comer con los otros pecadores (Luc 5:30; Luc 15:1-2). Jesús se asociaba con los pecadores y nos conviene imitarlo, porque «Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos».
G. Nuestra justicia debe ser mayor que la justicia de los escribas y fariseos en todas estas cosas para poder entrar en el reino de Dios.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA LEY ETERNA
Mateo 5:17-20
No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolirlos, sino a cumplirlos. Os digo la pura verdad: Hasta que desaparezcan los cielos y la Tierra, ni un punto ni una coma de la Ley se suprimirán hasta que se cumpla en su plenitud. Así que, el que quebrante uno de los mandamientos más pequeñitos y enseñe a otros a hacer lo mismo, será llamado el menor del Reino del Cielo; pero, el que los cumpla y enseñe a otros a hacer lo mismo, será llamado grande en el Reino del Cielo. Porque os aseguro que no entraréis ninguno en el Reino del Cielo a menos que vuestra integridad exceda a la de los escribas y los fariseos.
A primera vista esto podría parecer el pronunciamiento más alucinante que Jesús hizo en todo el Sermón del Monte. En este pasaje Jesús establece el carácter eterno de la Ley; y sin embargo Pablo podía decir: «Cristo es el fin de la Ley» (Rm 10:4 ).
Repetidas veces Jesús quebrantó lo que los judíos llamaban la Ley. No cumplía el lavado de las manos que la Ley establecía; sanaba a los enfermos en sábado, aunque la Ley prohibía tales sanidades; de hecho fue condenado y crucificado como quebrantador de la Ley; y sin embargo aquí parece hablar de la Ley con una veneración y una reverencia que ningún rabino o fariseo podría superar. La letra más pequeña -que la Reina-Valera llama jota- era la letra hebrea yod. Era algo parecido a lo que llamamos apóstrofe -‘-; ni siquiera una letra no mucho más grande que un puntit se omitiría. La parte más pequeña de la letra -lo que la Reina-Valera llama una tilde, como la de la eñe- eran los puntos diacríticos que distinguían unas letras de otras, como la sin y la sin. Jesús parece establecer que la Ley es tan sagrada que ni el más mínimo detalle de ella desaparecerá.
Algunas personas se han sorprendido tanto con este dicho que han llegado a la conclusión de que no es posible que Jesús lo dijera. Han sugerido que, puesto que Mateo es el más judaico de los evangelios, y puesto que Mateo lo escribió especialmente para convencer a los judíos, éste es un dicho que Mateo puso en los labios de Jesús, Que no dijo nada semejante. Pero ése es un razonamiento muy pobre, porque éste es un dicho que es de lo más improbable que nadie se inventara; tanto es así que Jesús tiene que haberlo dicho; y cuando lleguemos a ver lo que quiere decir verdaderamente, comprenderemos que era inevitable que Jesús lo dijera.
Los judíos usaban la expresión La Ley de cuatro maneras diferentes. (i) La usaban con referencia a los Diez Mandamientos. (ii) La usaban en relación con los cinco primeros libros de la Biblia, a los que llamamos Pentateuco fue quiere decir literalmente Los Cinco Rollos- que eran para los judíos la Ley par excellence, y con mucho la parte más importante de la Biblia. (iii) Usaban la frase La Ley y los Profetas con el sentido de toda la Escritura; la usaban como una descripción global de todo lo que llamamos el Antiguo Testamento. (iv) La usaban con el sentido de Ley de los escribas u oral.
En tiempos de Jesús era el cuarto sentido el más corriente; y fue de hecho esta Ley de los escribas la que tanto Jesús como Pablo condenaron tajantemente. ¿Qué era, entonces, la Ley de los escribas?
En el Antiguo Testamento mismo encontramos muy pocas reglas y normas; lo que sí encontramos son grandes principios generales que cada uno ha de asumir e interpretar bajo la dirección de Dios, y aplicar a las situaciones concretas de la vida. En los Diez Mandamientos no se nos dan reglas ni normas; son todos y cada uno de ellos grandes principios en los cuales hemos de encontrar la norma de nuestra vida. Para los judíos posteriores estos grandes principios no eran suficientes. Mantenían que la Ley era divina, y que en ella Dios había dicho la última palabra, y que por tanto todo debía estar en ella. Si una cosa no estaba en la Ley explícitamente, tendría que estar implícitamente. Por tanto discutían que debe ser posible deducir de la Ley una regla y una norma para cada posible situación de la vida. Así surgió la raza de los llamados escribas, cuyo cometido era reducir los grandes principios de la Ley a literalmente miles de miles de reglas y normas.
Vamos a ver esto en acción. La ley establece que el día del sábado ha de mantenerse santo, y que no se puede hacer ningún trabajo en él. Eso es un gran principio. Pero los legalistas judíos tenían pasión por las definiciones; así es que preguntaron: ¿Qué es un trabajo?
Como trabajo se clasificaron toda clase de cosas. Por ejemplo, el llevar una carga el día del sábado era un trabajo. Pero entonces había que definir qué era una carGálatasGa. Para la Ley de los escribas una carga era «comida equivalente al peso de un higo seco, vino suficiente para mezclarlo en una copa, bastante leche para un trago, la miel necesaria para poner en una herida, el. aceite necesario para ungir un pequeño miembro, el agua necesaria para humedecer un colirio, el papel necesario para escribir un recibo de impuestos, tinta suficiente para escribir dos letras del alfabeto, caña suficiente para hacer una pluma» -y así hasta el infinito. Pasaban horas sin cuento discutiendo si un hombre podía o no mover una lámpara de un lado a otro en sábado, si un sastre cometía un pecado si salía con una aguja prendida en la solapa, si una mujer podía usar un broche o una peluca, hasta si se podía llevar en sábado dentadura postiza o alguna prótesis, si se podía coger en brazos a un niño el día de sábado. Para ellos estas cosas eran la esencia misma de la religión. Su religión era un legalismo de reglas y normas insignificantes.
Escribir era un trabajo, y por tanto prohibido el sábado. Pero había que definir escribir. Su definición decía: «El que escribe dos letras del alfabeto, con la mano derecha o con la izquierda, de una clase o de dos clases, tanto si se escriben con diferente tinta o en lenguas diferentes, es culpable. Aunque escriba dos letras sin darse cuenta, es culpable; las haya escrito con tinta o con pintura, con tiza roja o con vitriolo, o cualquier cosa que deje una marca permanente. También el que escribe en dos paredes que forman un ángulo, o en dos tabletas de su libro de cuentas para que se lean juntas, es culpable… Pero si uno escribe con un líquido oscuro, con zumo de fruta, o en el polvo de la carretera, o en arena, o en cualquier cosa que no deje una marca permanente, no es culpable… Si escribe una letra en el suelo, y otra en la pared de la casa, o en dos páginas de un libro que no se pueden leer juntas, no es culpable.» Esto es un pasaje típico de la Ley de los escribas; y esto es lo que un judío ortodoxo consideraba verdadera religión y servicio de Dios.
Curar era otro trabajo prohibido en sábado. Obviamente esto había que definirlo. Estaba permitido hacer una cura si había peligro de muerte, especialmente en el caso de enfermedades de garganta, nariz y oídos; pero, aun entonces, se debían adoptar medidas solamente para que el paciente no se pusiera peor, pero no para que se pusiera mejor. Así que se podía poner una venda en una herida, pero no ungüento; se podía poner un algodón en un oído dolorido, pero sin medicación.
Los escribas eran los que deducían estas reglas y normas. Los fariseos, cuyo nombre quiere decir los separados, eran los que se separaban de todas las actividades normales de la vida para observar todas estas reglas y normas.
Podemos ver hasta qué punto llegaban por los siguientes Hechos. Durante muchas generaciones esta Ley de los escribas no se escribió; era la Ley oral, y se trasmitía de memoria en las generaciones de escribas. A mediados del siglo 111 d.C. se hizo un sumario de ella y se codificó. Eso es lo que se conoce como la Misná; contiene 63 tratados sobre varios asuntos de la Ley, lo que la hace un libro casi tan grande como la Biblia. Los estudiosos judíos posteriores se tomaron el trabajo de hacer comentarios para explicar la Misná. Estos comentarios son lo que se conoce como los Talmudes. El Talmud de Jerusalén tiene doce volúmenes impresos, y el Talmud de Babilonia, sesenta.
Para un judío ortodoxo estricto de tiempos de Jesús, la religión, servir a Dios, era cuestión de cumplir miles de reglas y normas legales; consideraban estas ridículas reglas y normas cuestiones literalmente de vida o muerte y destino eterno. Está claro que Jesús no quería decir que ninguna de estas reglas y normas no hubiera de desaparecer; repetidamente las quebrantó Él mismo, y repetidamente las condenó. Eso no era lo que Jesús entendía por la Ley, sino la clase de ley que condenaban tanto Jesús como Pablo.
LA ESENCIA DE LA LEY
Mateo 5:17-20 (continuación)
Entonces, ¿qué entendía Jesús por la Ley? Dijo que no había venido para abolir la Ley, sino para cumplirla. Es decir, vino realmente para descubrir el verdadero sentido de la Ley. ¿Cuál era el verdadero sentido de la Ley? Aun detrás de la Ley oral de los escribas había un gran principio que los escribas y los fariseos no habían captado más que imperfectamente. El único principio supremo de la Ley era que el hombre debe buscar en todas las cosas la voluntad de Dios; y que, cuando la conoce, debe dedicar toda su vida a obedecerla. Los escribas y los fariseos tenían razón en buscar la voluntad de Dios, y más aún en dedicar sus vidas a obedecerla; pero no la tenían en identificar esa voluntad con sus montones de reglas y normas hechas por los hombres.
¿Cuál, entonces, es el principio verdadero que hay detrás de la Ley, ese principio que Jesús vino a cumplir, el verdadero sentido que É1 vino a revelar?
Cuando consideramos los Diez Mandamientos, que son la esencia y el fundamento de toda ley, podemos ver que todo su significado se puede sumar en una palabra respeto, o aún mejor reverencia. Reverencia para con Dios, y el nombre de Dios, y el día de Dios; respeto para con los padres, la vida, la propiedad, la personalidad, la verdad y el buen nombre de los demás, y por uno mismo, de tal manera que los malos deseos no puedan nunca dominarnos -estos son los principios fundamentales detrás de los Diez Mandamientos, principios de reverencia para con Dios y respeto para con nuestros semejantes y nosotros mismos. Sin ellos no puede haber tal cosa como ley. En ellos se basa toda ley.
Esa reverencia y ese respeto son lo que Jesús vino a cumplir. Vino a mostrarnos en la misma vida cómo son la reverencia para con Dios y el respeto para con las personas. La justicia, decían los griegos, consiste en darle a Dios y a los hombres lo que les es debido. Jesús vino a mostrarnos en una vida normal lo que quiere decir darle a Dios la reverencia, y a las personas el respeto, que les son debidos.
Esa reverencia y ese respeto no consistían en obedecer una multitud de reglas y normas mezquinas. No consistían en sacrificios, sino en misericordia; no en el legalismo, sino en el amor; no en prohibiciones que demandaran lo que no se podía hacer, sino en la instrucción de amoldar nuestras vidas al mandamiento positivo del amor.
La reverencia y el respeto que son la base de los Diez Mandamientos nunca puede pasar; son la sustancia permanente de las relaciones de una persona con Dios y con las demás.
LA LEY Y EL EVANGELIO
Mateo 5:17-20 (conclusión)
Cuando Jesús habló así acerca de la Ley y el Evangelio, estaba estableciendo implícitamente ciertos principios generales.
(i) Estaba diciendo que hay una continuidad definida entre el pasado y el presente. No debemos considerar la vida nunca como una especie de batalla entre el pasado y el presente. El presente crece del pasado.
Después de Dunkerque, en la II Guerra Mundial, hubo una tendencia general a buscar a alguien para echarle las culpas del desastre que había acontecido a las fuerzas británicas, y hubo muchos que quisieron intervenir en amargas discriminaciones con los que habían dirigido la política en el pasado. En aquel tiempo, Winston Churchill dijo una cosa muy sabia: » Si nos enzarzamos en una pelea entre el pasado y el presente, nos encontraremos con que hemos perdido el futuro.»
Tenía que haber Ley antes que pudiera venir el Evangelio. La humanidad tenía que aprender la diferencia entre bien y mal; las personas tenían que aprender su propia incapacidad humana para cumplir las demandas de la Ley y responder a los mandamientos de Dios; tenían que aprender el sentimiento de pecado y la indignidad y la incapacidad. Culpamos al pasado por muchas cosas -y, a menudo, correctamente-; pero es igualmente, o aún más necesario, reconocer nuestra deuda con el pasado. Jesús veía que es el deber de toda persona no olvidar ni intentar destruir el pasado, sino construir sobre el fundamento del pasado. Hemos entrado en las labores de otros, y debemos laborar de manera que otros entren en las nuestras.
(ii) En este pasaje, Jesús nos advierte claramente que no pensemos que el Cristianismo es nada fácil. Algunos podrían decir: «Cristo es el fin de la Ley; ahora puedo hacer lo que me dé la gana.» Algunos podrían pensar que todos los deberes, todas las responsabilidades, todas las demandas son cosas del pasado; pero Jesús nos advierte que la integridad del cristiano debe exceder a la de los escribas y los fariseos. ¿Qué quería decir?
La motivación que tenían los escribas y los fariseos era la de la Ley; su única finalidad y deseo era satisfacer las demandas de la Ley. Ahora bien, al menos en teoría, es perfectamente posible satisfacer las demandas de la ley; en un sentido puede que llegue un tiempo en que uno diga: «He cumplido todas las demandas de la Ley; he cumplido mi deber; la Ley ya no tiene ningún derecho sobre mí.» Pero la motivación que tiene el cristiano es la del amor; el único deseo del cristiano es mostrar su maravillada gratitud por el amor con que Dios le ha amado en Jesucristo. Ahora bien: No es posible, ni siquiera en teoría, satisfacer las demandas del amor. Si amamos a alguien con todo nuestro corazón, estamos obligados a sentir que si le diéramos toda una vida de servicio y adoración, si le ofreciéramos el Sol y la Luna y las estrellas, todavía no habríamos ofrecido bastante. Para el amor, todo el reino de la naturaleza sería una ofrenda demasiado pequeña, como dice un himno.
Los judíos trataban de satisfacer la ley de Dios; y siempre hay un límite a las demandas de la ley. El cristiano trata de mostrar su gratitud por el amor de Dios; y para las demandas del amor no hay límite, ni en el tiempo ni en la eternidad. Jesús nos presenta, no la Ley de Dios, sino el amor de Dios. Hace mucho, Agustín decía que la vida cristiana se podía compendiar en una frase: «Ama, y haz lo que quieras.» Pero cuando nos damos cuenta de cómo nos ha amado Dios, nuestro único anhelo es responder a ese amor, y esa es la mayor tarea del mundo; porque nos presenta una tarea tal que el que piensa en términos de ley nunca soñó, y con una obligación más vinculante que la de ninguna ley.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Mat 7:12.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— la ley… los profetas: Con esta expresión se refiere Mt al conjunto de todas las Escrituras sagradas.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Jesús y la ley (cf. Luc. 16:17; 12:58, 59; 16:18; 6:27-36). Esta sección larga trata un solo tema; lo importante es que sus partes no deben interpretarse aisladamente de las demás. El tema es el “cumplimiento” de la ley por Jesús, lo que se expresa por medio de declaraciones generales (17-20) seguidas de una serie de seis ejemplos contrastando las enseñanzas de Jesús con lo que se acepta ba como la ley del AT (21-47), terminando con un resumen final (48).
En los vv. 17-20 Jesús coloca la Ley lado a lado con los Profetas hallando el cumplimiento en él (para entender este sentido de la ley como “profetizando” hasta la llegada de Jesús, cf. 11:13; y Rom. 10:4; Gál. 3:24). El cumplir es realizar aquello a que las Escrituras señalan, y eso es lo que él ya ha hecho. Pero el cumplimiento de la ley no significa su abolición; sigue siendo totalmente autoritativa y requiere el respeto total del discípulo (18, 19). Sin embargo, sigue en pie la pregunta de cómo su función para con el discípulo es afectada por su cumplimiento en Jesús. El v. 20 indica que el legalismo meticuloso de los fariseos y los escribas es inadecuado en el contexto nuevo del reino de los cielos. Hace falta una interpretación superior, y eso es lo que aclaran los vv. 21-47, mostrando cómo la demanda de Jesús sobrepasa las enseñanzas éticas contemporáneas basadas en la ley del AT. Lo realiza, no por ser más escrupuloso en las observancias sino por penetrar la verdadera voluntad de Dios entronizada en la ley.
Así en los dos primeros ejemplos (21-30) meramente evitando lit. el homicidio y el adulterio no llega a la médula del problema. Subyaciendo estos actos exteriores están las actitudes fundamentales del odio y la lujuria. Donde el corazón no esté limpio, hace falta una acción drástica para corregirlo antes que resulte en pecado abierto.
En tercer lugar (31, 32), una apelación lit. a Deut. 24:1-4 había llevado a sancionar el divorcio con tal de que la certificación correcta se observara, pero Jesús reafirma el propósito original de Dios en cuanto a la permanencia del matrimonio (véase 19:3-12 para una discusión más amplia).
En cuarto lugar (33-37), Jesús descarta la intrincada discusión acerca del peso relativo que tienen diversos juramentos (cf. 23:16-22) a favor del ideal de una veracidad sencilla, lo que hace que los juramentos y votos sean innecesarios. Aquí, como con el asunto del divorcio, Jesús se niega a permitir que los reglamentos de la ley, que estaban diseñados para controlar la pecaminosidad humana, pudieran tener precedencia sobre la intención original de Dios. Las normas éticas deben edificarse no en las concesiones de la ley, sino en los propósitos positivos de Dios.
En quinto lugar (38-42), el deseo natural de venganza y retribución podría ser justificado convenientemente por los reglamentos del AT, que tenían el diseño original de limitar los alcances de la retribución legal (ojo por ojo, etc.). Pero el extender este principio a la ética personal le da carta magna a los intereses egoístas. Por medio de una serie de ejemplos vívidos (39-42), Jesús, en su lugar, demanda una actitud generosa que no sólo rehúsa al desquite, sino que no resiste, aunque legalmente estuviese permitido. Dicha actitud es la que subordina los derechos personales de uno en beneficio de los de otras personas.
Finalmente (43-47), la inferencia natural de que el mandato del AT de amar al prójimo conlleva el corolario de odiar a su enemigo es reemplazado por la orden extraordinaria de amar a nuestros enemigos. Nuevamente Jesús sobrepasa con mucho la enseñanza explícita de la ley del AT y ofrece una ética en contraste agudo con los valores humanos naturales.
Así, en todos estos ejemplos, una observancia superficial de la letra de la ley ha cedido a la búsqueda radical de la verdadera voluntad de Dios. Esto sobrepasa la interpretación lit. de la ley y, en realidad en algunos casos, la deja a un lado, como la autoridad soberana de Jesús (pero yo os digo) revela una escala de valores alternativa radical que el discipulado debe involucrar. Asombroso, pero apro piadamente, queda resumido en el versículo final: Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Con esto el legalismo ha quedado muy atrás, y la ley ha sido “cumplida”.
Notas. 19 Quebranta no es una buena traducción de la palabra gr. que significa desata, eso es, anula; es asunto de la enseñanza en vez de la práctica. 22 Necio y fatuo eran términos cotidianos de abu so. Las tres partes del versículo ilustran paralelamente las consecuencias de las malas relaciones; no se las califica en cuanto a seriedad. 23, 24; 25, 26 Estos dos camafeos desconectados ilustran la necesidad urgente de tomar medidas preventivas donde las relaciones están tirantes. El altar estaba en Jerusalén, un viaje largo desde el hogar de los oyentes galileos de Jesús. 29, 30 Cf. 18:8, 9. Jesús estaba hablando de una acción correctiva drástica, no una mutilación literal. 31 Deut. 24:1-4 legislaba para lo que debe seguir un divorcio certificado (no un nuevo casamiento de la pareja original si la esposa se ha vuelto a casar desde aquella fecha); el permiso para un divorcio legal se asume en lugar de declararse. 33 Este es un resumen de varios reglamentos del AT que gobiernan juramentos y votos. 39-41 Las siguientes ilustraciones tienen un sabor legal: un golpe sobre la mejilla derecha era un insulto serio castigable con una pesada multa; la capa estaba protegida de confiscación por Exo. 22:25-27; y el derecho que tenía el soldado romano de reclutar a un cargador civil (te obliga a es un término técnico para esta acción) era limitado. Todo implica no insistir en los derechos de uno. 43 Aborrecerás a tu enemigo no es una cita de la ley del AT, pero se infería fácilmente de tales pasajes como Deut. 23:3-6 y Sal. 139:21, 22.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
y 183 Rom 3:31
z 184 Luc 4:21
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
no…abolir sino…cumplir. Mateo frecuentemente usa el verbo cumplir para indicar el cumplimiento de las profecías del A.T. (cp. 1:22; 2:15, 17, 23; etc.). Jesús no sólo cumple los profetas sino también con la ley (vers. 18). Jesús en sus enseñanzas y en sus acciones es la realización de todo lo que en el A.T. se enseñaba y esperaba. Por tanto la ley y los profetas son sólo sombra de la realidad de Cristo.
la ley o los profetas. Con los términos la ley y los profetas, Jesús se refiere a los cinco libros de Moisés, los libros proféticos de la Biblia hebrea (Isaías a Malaquías) y a todo el A.T. El mensaje de la salvación por medio de la fe en Cristo parece contradecir los requisitos de la ley del A.T., pero el hecho es que Jesús cumplió (satisfizo) toda la ley del A.T., lo que era necesario para que su sacrificio en la cruz fuera el medio de la salvación para todos.
Fuente: La Biblia de las Américas
17 (1) La tercera sección de lo que dijo el Rey en el monte, los vs. 17-48, tiene que ver con la ley del pueblo del reino de los cielos.
17 (2) Aquí, el hecho de que Cristo cumple la ley significa lo siguiente: (1) Cristo guardó la ley; y (2) por medio de Su muerte substitutiva en la cruz, Cristo satisfizo lo que requiere la ley; y (3) en esta sección Cristo ha complementado la vieja ley con Su nueva ley, como se afirma repetidas veces con la expresión: «Pero Yo os digo» (vs. 22, 28, 32, 34, 39, 44). Dado que Cristo guardó la ley, estaba calificado para cumplir los requisitos de la ley por medio de Su muerte sustitutiva en la cruz. Cuando Cristo cumplió los requisitos de la ley por medio de Su muerte sustitutiva en la cruz, liberó la vida de resurrección que complementó la ley, que suplió lo que faltaba a la ley. Se acabó la vieja ley, la ley inferior, junto con su exigencia de que la guardáramos y su requisito de que el hombre fuera castigado. Ahora los ciudadanos del reino, como hijos del Padre, sólo deben cumplir la nueva ley, la ley superior, por medio de la vida de resurrección, la cual es la vida eterna del Padre. La vieja ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la nueva ley fue promulgada personalmente por Cristo. La ley tiene dos aspectos: sus mandamientos y su principio. Los mandamientos fueron cumplidos y complementados por la venida del Señor, mientras que el principio fue reemplazado por el principio de la fe según la economía neotestamentaria de Dios.
17 (a) Mat_7:12
17 (b) Rom_10:4 ; Rom_3:31 ; cfr. Rom_8:4
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
R833 El verbo ἦλθον se usa como un simple aoristo que expresa como un sólo hecho una acción realizada durante un tiempo (sólo para indicar el aspecto definido); describe el propósito de la misión de Cristo.
R857 Los infinitivos καταλῦσαι y πληρῶσαι se usan como aoristos efectivos (para destacar el fin de la acción): no vine para destruir, sino para cumplir.
TGr32 La prohibición aquí, está en tiempo aoristo y significa: No piensen ni por un momento que he venido a destruir la ley.