“Habéis oído que fue dicho a los antiguos: No cometerás homicidio; y cualquiera que comete homicidio será culpable en el juicio.
Mat 5:21-22, Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; 5.21:— Éxo 20:13; Deu 5:17. y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. NO BASTA CON NO MATARFuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
oisteis que fue dicho. Mat 5:27, Mat 5:33, Mat 5:43; 2Sa 20:18; Job 8:8-10.
No matarás. Gén 9:5, Gén 9:6; Éxo 20:13; Deu 5:17.
y cualquiera que matare. Éxo 21:12-14; Núm 35:12, Núm 35:16-21, Núm 35:30-34; Deu 21:7-9; 1Re 2:5, 1Re 2:6, 1Re 2:31, 1Re 2:32.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Al comunicar la profundidad de su mensaje, Jesús usó una serie de contrastes entre la demanda externa de la ley y la actitud interna del corazón que Dios desea. Aquí descubrimos la aplicación práctica del carácter cristiano genuino. El cristiano puede vivir por encima de las demandas de la ley y las tentaciones del mundo porque tiene una profundidad de carácter interior, producto de la naturaleza divina dentro de él.
Ley
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Espíritu
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(Oísteis)
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(Pero yo os digo)
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Asesinato
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No ira
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Adulterio
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No lujuria
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Divorcio
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Compromiso
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Perjurio
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Decir la verdad
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Venganza
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Perdón
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Odia a tu enemigo
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Ama a tu enemigo
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Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Oísteis se refiere a las enseñanzas de diversos rabinos en vez de las de Moisés. Jesús estaba cuestionando la interpretación de los eruditos judíos, no el AT. en sí.
EN PROFUNDIDAD
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El Sermón del Monte
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«Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado», advirtió Jesús cuando comenzaba su ministerio público en Galilea (Mat 4:17). Su mensaje se esparció rápidamente y grandes multitudes venían a escucharle desde Galilea, de los alrededores de Siria, Decápolis, y de lugares tan lejanos como Jerusalén, Judea y del lado este del río Jordán (Mat 4:24, Mat 4:25).
La gente venía a escuchar acerca de un reino. En cambio, Jesús hablaba de un estilo de vida: el estilo de vida de quienes tenían la intención de vivir en el reino. El Sermón del monte contiene la esencia de la enseñanza ética y moral de Jesús.
Las bienaventuranzas (Mat 5:3-12). La verdadera felicidad viene de mirar la vida desde la perspectiva de Dios, la que a menudo se opone al punto de vista humano.
Sal y luz (Mat 5:13-16). Jesús quería que sus seguidores influyeran el clima espiritual y moral del mundo.
La moralidad del reino (Mat 5:17-48). La audiencia de Jesús estaba familiarizada con la ley y con las muchas tradiciones que los rabinos por generaciones le habían agregado. Pero Jesús reveló una enseñanza moral que fue más allá de la letra de la ley, a su espíritu.
Disciplinas espirituales (Mat 6:1-18). El hecho de practicar una religión ciertamente involucra el comportamiento, pero va más allá de una demostración externa de espiritualidad, a la naturaleza oculta de nuestro carácter.
Tesoros en la tierra (Mat 6:19-34). Nuestra relación con el dinero y las posesiones materiales revela mucho de nuestra relación con Dios. Jesús no reprueba los bienes terrenales, pero insta a quienes lo escuchan a otorgar el valor más alto a los tesoros en el cielo.
Juzgar bien y mal (Mat 7:1-6). La mayoría de nosotros está presto a señalar los defectos morales de los demás. Jesús nos amonesta para que pongamos más atención a nosotros mismos.
Pedir y recibir (Mat 7:7-12). Cuando nos acercamos a Dios con alguna petición, podemos esperar que nos trate como un padre cariñoso trata a su hijo. Y de la misma manera que Dios nos trata en amor, Él espera que nosotros tratemos a los demás en amor.
Un desafío a obedecer (Mat 7:13-29). Jesús envuelve su mensaje con un desafío a cambiar. Las alternativas son claras: vivir un estilo de vida digno del reino, que resulta en vida y gozo; o ignorar el camino de Jesús, lo que lleva al desastre y a la muerte.
De esta manera, Jesús describe el estilo de vida del reino.
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Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Oísteis que fue dicho … Pero yo os digo. Vea los vv. Mat 5:27; Mat 5:31; Mat 5:33; Mat 5:38; Mat 5:43. Las citas son de Éxo 20:13; Deu 5:17. Jesús no estaba alterando los términos de la ley en ninguno de estos pasajes. Por el contrario, Él estaba corrigiendo lo que ellos habían «oído» decir, la comprensión rabínica de la ley (vea la nota sobre el v.Mat 5:38).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Mat 5:21-22, Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; 5.21:- Éxo 20:13; Deu 5:17. y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.
NO BASTA CON NO MATAR
Introducción.
A. En los vers 21-48 Cristo menciona ejemplos de la justicia que es «mayor que la de los escribas y fariseos». Los vers 21, 22 dan el primer ejemplo.
B. En este texto enseña Jesús que no basta con no matar. También es «culpable de juicio» el que se enoja contra su hermano y usa lenguaje abusivo.
I. «Oísteis que fue dicho a los antiguos».
A. Jesús se refiere a lo que sus discípulos habían oído de sus maestros, la enseñanza general que habían recibido, mayormente la de «los escribas y fariseos» (ver 20).
B. Entonces les hace ver en forma exacta y clara el significado verdadero y amplio de los mandamientos de Dios.
II. «No matarás».
A. Siempre se les enseñaba, «no matarás», Éxo 20:13.
B. Los escribas y fariseos enfatizaban los actos externos (Mat 15:1-20; Mat 23:25-28). (1). No tomaban en cuenta el propósito del acto (Mat 6:1-18). (2). No se preocupaban por la condición del corazón (Mat 15:18-20). (3). No enseñaban las «bienaventuranzas» (Mat 5:1-12). La doctrina de los escribas y fariseos, la que los discípulos de Jesús habían oído hasta esa fecha, no les inculcaba la necesidad de ser «pobres en espíritu», de «llorar» por los pecados, de ser «mansos», de tener «hambre y sed de justicia», de ser «misericordiosos», de tener «limpio corazón», de ser «pacificadores», ni mucho menos de sufrir «por causa de la justicia».
C. Por lo tanto, ellos veían en el sexto mandamiento solamente la prohibición, «no matarás», sin tomar en cuenta los motivos de matar.
III. «Y cualquiera que matare será culpable de juicio».
A. El matar es condenable y el que matare será juzgado.
B. «El juicio» en este texto se refiere al «juicio» de los judíos. Dice la Biblia de las Américas, «ante la corte». (1). Se refiere al tribunal local, la corte que se estableció en cada pueblo. (Deu 16:18). (2). Los homicidas habían de ser juzgados por estos tribunales.
IV. «Pero yo os digo».
A. Jesús habla con voz de autoridad. (1). «Cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas» (Mat 7:28-29). (2). Los escribas nunca daban enseñanza original. Citaban a Moisés (cuando les convenía), al Talmud (sus leyes tradicionales), al rabí Hillel, al rabí Shammai, o a otro de los rabinos. (3). Pero Jesús dice, «pero yo os digo». La gente nunca había escuchado a tal maestro. Se admiraban de su enseñanza.
B. » que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio»; no solamente será culpable de juicio el homicida, sino también el que se enoje contra su hermano.
C. ¿Qué decía la ley? (1). Aun bajo la ley de Moisés, Dios no prohibió solamente el matar, sino también condenó el odio, la venganza personal, y el guardar rencor en el corazón (Lev 19:17-18; Pro 24:12; Pro 24:17-18; Pro 24:29; Pro 25:21-22). (2). Cuando Dios dio el sexto mandamiento («no matarás»), no quería decir que el pueblo podía tener malicia en sus corazones y odiar el uno al otro con tal que no mataran. (3). El matar es causado por el enojo, el odio, el lenguaje abusivo y el deseo de tomar venganza.
D. Jesús profundiza el tema, y explica el verdadero y profundo propósito de Dios al dar el sexto mandamiento. (1). Nos habla del corazón: «bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios» (Mat 5:8). (2). Dios no quiere solamente la limpieza en los actos externos, sino también limpieza de corazón.
E. Algunos matan mientras que otros solamente quieren matar (o golpear). (1). ¿Usted nunca mató a nadie? ¿Nunca ha querido matar (o por lo menos golpear) a otro? (2). 1Jn 3:15, «todo aquel que aborrece.. es homicida». (3). Por lo tanto, también el que aborrece a su hermano es «culpable de juicio».
V. El enojo carnal (egoísta, orgulloso) condenado.
A. Jesús no condena el enojo sano. Es posible enojarse sin pecar. (1). El enojo contra el pecado no se condena. (2). Varios textos hablan de la ira de Dios (Mat 3:7; Jua 3:36; Rom 1:18). Todas las cosas que provocan a Dios a ira también deben provocarnos a ira a nosotros. No debemos ser indiferentes hacia el pecado y error. (3). La ira de Jesús, Mar 3:5 (compárese Mat 21:12-13). (4). La ira de Moisés, Éxo 32:19. (5). El enojo sano busca solamente el bien de otros. Nos mueve a enseñar, a exhortar, a amonestar y aun a reprender, pero siempre con el propósito de corregir el mal y de efectuar el bien de otros (sobre todo su salvación). (6). Efe 4:26-27, «airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo». El enojo debe ser controlado y de poca duración. Si no se acaba pronto, llega a ser malicia. Cualquier enojo es peligroso. Puede y debe servir para un propósito sano. Es una emoción fuerte que nos mueve a tomar cierta acción, buena o mala.
B. El enojo no controlado es pecado. Después de hablar del «enojo», Jesús describe la clase de enojo que se condena. Es el enojo carnal, una actitud de malicia y odio que se expresa en lenguaje abusivo, palabras insultantes y de reproche y de desprecio. Tal enojo quiere injuriar a otros. Tal enojo es una causa principal del homicidio, y si no se elimina pronto, puede destruir el alma en el infierno.
C. El enojo carnal está condenado. Algunos pecados asociados con el enojo carnal son «enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones», Gál 5:19-21. Dice Efe 4:31, «quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia».
VI. El enojo carnal emplea lenguaje abusivo.
A. Mat 5:22, «y cualquiera que diga: necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego». El «concilio» era la corte suprema de los judíos (el sanedrín).
B. Palabras insultantes. (1). «necio, RAKA, es una palabra relacionada con el heb. req, vació… era una palabra de sumo menosprecio, significando vacío» (WEV). (2). «Cada edad y cada país tienen sus modos de expresar tales cosas; sin duda el Señor hizo uso de la fraseología corriente en sus días» (JFB). (3). Se emplean tales palabras como «necio», «fatuo», «estúpido», «tonto», «idiota», etc. para insultar y despreciar a otra persona. La fuerza de algún apodo o epíteto depende de cómo suena a los oídos de la persona insultada. Si hay odio y enojo en el tono de voz del que habla, tales insultos hieren y lastiman aun más.
C. ¿Cuál es la relación entre matar, enojarse, e insultar? ¿por qué conecta Jesús el enojarse y el usar lenguaje ofensivo con el matar? (1). Porque muchas veces el enojado quiere matar o perjudicar (medio matar) al objeto de su ira, y conocerá cuáles armas serán más eficaces para lograr su propósito. (2). Dice Cristo que los culpables de enojarse y de usar lenguaje insultante quedarán expuestos al juicio más severo (el infierno) al igual que los homicidas. (3). ¿Por qué? 1Jn 3:15, porque «todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en el».
D. La palabra GEENNA (infierno) corresponde a la palabra hebrea que significa «valle de Hinom», un valle hondo y angosto cerca de Jerusalén que era el sitio donde algunos israelitas ofrecieron a sus propios hijos al dios Moloc (1Re 23:10).
Conclusión.
A. Como los maestros judíos daban énfasis al sexto mandamiento de no matar, Jesús da énfasis al enojo y al lenguaje abusivo que son causas comunes del homicidio.
B. Estos versículos sirven como ilustración de la necesidad de tener corazón limpio (Mat 5:8), y también son otro ejemplo de la justicia que es mayor que la de los escribas y fariseos (Mat 5:20).
C. Verdaderamente el Sermón del Monte describe la «puerta estrecha» y el «camino angosto» (Mat 7:13-14).
D. Recuérdese que «cualquiera que me oye estas palabras, y las hace» es hombre prudente (sabio) y el que las oye pero no las hace es insensato (Mat 7:24-27).
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA IRA PROHIBIDA
Mateo 5:21-22
Habéis oído que se decía entre dos de tiempos antiguos: «No matarás;» y «cualquiera que mate será llevado a la sala de juicio.» Pero Yo os digo que cualquiera que se enfade con su hermano será llevado a juicio; y el que le llame a su hermano «¡Estúpido idiota!» tendrá que comparecer ante el tribunal supremo; y al que le llame a su hermano: «¡Necio!» se le echará a la Guehenna de fuego.
Aquí tenemos el primer ejemplo del nuevo nivel que Jesús propone. La antigua Ley había establecido: «No matarás» (Ex 20:13 ); pero Jesús establece que hasta el enfado con un hermano está prohibido. En la traducción clásica inglesa se encuentran las palabras sin causa, que no están en ninguno de los grandes manuscritos; esto no es nada menos que una total prohibición de la ira. No basta con no golpear a una persona; lo único que sería suficiente es no desear siquiera golpearle; ni siquiera tener un sentimiento duro contra él en el corazón.
En este pasaje Jesús sigue el razonamiento a la manera de los rabinos. Se muestra experto en el manejo de los métodos de discusión que tenían costumbre de usar los sabios de Su tiempo. Hay en este pasaje una sutil gradación de la ira, y una correspondiente sutil gradación del castigo.
(i) En primer lugar tenemos al que está enojado contra su hermano. En el original el verbo que se usa aquí es orguizesthai. En griego hay dos palabras para ira. Está thymós, que se comparaba con la llama que prende en la paja seca. Es la ira que se inflama rápidamente y que se consume con la misma rapidez. Es una ira que surge deprisa y que también pasa deprisa. Está orgué, que se describía como una ira que se hace inveterada. Es la ira de larga vida; es la ira de la persona que arropa su rabia para mantenerla calentita; es la ira que uno cultiva, y no deja morir.
La ira está sujeta a juicio. Este juicio era el tribunal local que dispensaba justicia. Estaba formado por ancianos de la localidad, y variaba en su número desde tres en las aldeas de menos de ciento cincuenta habitantes, hasta siete en los pueblos mayores y veintitrés en las ciudades todavía mayores.
Así pues, Jesús condena toda ira egoísta. La Biblia deja claro que la ira está prohibida «La ira del hombre -dice SantiagoJas.- no obra la justicia de Dios» (Stg 1:20 ). Pablo manda a los suyos que depongan toda «ira, enojo, malicia, blasfemia» (Col 3:8 ). Hasta el más elevado pensamiento pagano reconocía la insensatez de la ira. Cicerón decía que cuando entraba la ira en escena «no se podía hacer nada a derechas ni con sensatez.» En una frase lapidaria, Séneca llama a la ira «una locura breve.»
Así es que Jesús prohíbe definitivamente la ira que se cultiva, la ira que no se quiere olvidar, la ira que se niega a pacificarse, la ira que busca venganza. Si hemos de obedecer a Jesús, hemos de dEsterrar de la vida toda clase de ira, y especialmente la que se mantiene demasiado tiempo. Es una advertencia el recordar que uno no se puede llamar cristiano y perder los estribos por cualquier ofensa personal que haya sufrido.
(ii) De aquí Jesús pasa a hablar de dos casos en los que la ira se manifiesta en palabras insultantes. Los maestros judíos prohibían tal ira y tales palabras. Hablaban de «opresión en palabras,» y de «el pecado del insulto.» Tenían un dicho: «tres tipos descienden a la gehena para no volver: el adúltero, el que avergüenza a su prójimo en público, y el que le pone a su prójimo un mote insultante.» Están igualmente prohibidas la ira del corazón y la ira de las palabras.
INSULTOS
Mateo 5:21-22 (conclusión)
Lo primero, se condena al que llama a su hermano necio. La Reina-Valera antigua ponía la palabra casi intraducible raca, que describe un tono de voz más que otra cosa. Su acento es el de desprecio. Llamar a una persona raca era llamarle idiota sin sentido, un tonto imbécil, un enredador cabeza-hueca. Es el término que usa uno que desprecia a otro con una superioridad arrogante.
Hay una historia rabínica de rabí Simón ben Eleazar. Venía de la casa de su maestro, y se sentía orgulloso al pensar en su inteligencia, erudición y bondad. Un viandante muy poco favorecido físicamente le dirigió el saludo. El rabí no se lo devolvió, sino le dijo: «¡So raca! ¡Qué feo eres! ¿Son todos los de tu pueblo tan feos como tú?» «Eso -le contestó el pobre hombre- yo no lo sé. Ve a decirle a mi Hacedor que me creó lo fea que es la criatura que ha hecho.» Así se reprendió aquel pecado de desprecio.
El pecado de desprecio merece un juicio todavía más severo. Habría que llevarlo a juicio ante el sanedrín, (synedrion); el tribunal supremo de los judíos. Esto, por supuesto que no hay que tomarlo literalmente. Es como si Jesús dijera: «El pecado de la ira inveterada es malo; el de desprecio es peor.»
No hay pecado que sea más contrario al espíritu de Cristo que el desprecio. Hay un desprecio que surge del orgullo de casta, y la cursilería es realmente algo muy feo. Hay un desprecio que surge de la posición y del dinero, y el orgullo que se basa en cosas materiales es también una cosa muy fea. Hay un desprecio que viene del conocimiento. Y de todas las cursilerías, la cursilería intelectual es la más difícil de entender, porque lo que más le impresiona a un sabio es el sentimiento de su propia ignorancia. No deberíamos nunca mirar con desprecio a cualquier persona por quien Cristo murió.
(iii) Jesús menciona a continuación al que llama a su hermano mórós. Mórós también quiere decir tonto, pero el hombre que es mórós es el necio moral. Es el hombre que se hace el tonto. El salmista habla del necio que se ha dicho en su corazón que no hay Dios (Sal 14:1 ). Ese era un necio moral, un hombre que vivía una vida inmoral y al que le convenía que no hubiera Dios. El llamar a alguien mórós no era criticar su capacidad mental; era poner en duda su carácter moral; era ensuciar su nombre y reputación, y marcarle como persona de mala vida e inmoral.
Así que Jesús dice que el que destruye el nombre y la reputación de su hermano merece el juicio más severo de todos, el juicio del fuego de la gehena.
Guehenna en hebreo Guehinnom y gehena en el D.R.A.E., que no llega más allá del latín en su etimología es una palabra que tiene historia; a partir de 1960 la Reina Valera la traduce por infierno, como aquí. Los judíos la usaban frecuentemente (Mt 5:22; Mt 5:29-30 ; Mt 10:28 ; Mt 18:9 ; Mt 23:15; Mt 23:33 ; Mr 9:43; Mr 9:45; Mr 9:47 ; Lc 12:5 ; Stg 3:6 ). Literalmente quería decir el Valle de Hinnon, que es un valle al Sureste de Jerusalén que fue notorio porque fue donde Acaz introdujo el culto del dios pagano Moloc, al que se le ofrecían sacrificios de niños. «Quemó también incienso en el valle de los hijos de Hinnom, y quemó a sus hijos como ofrenda» (2Ch 28:3 ). Josías, el rey reformador, acabó con ese culto, y ordenó que ese valle fuera en lo sucesivo un lugar maldito. «Asimismo quitó a Tofet -el nombre antiguo de aquel valle– toda pretensión de lugar sagrado, para que nadie quemara a su hijo o hija como ofrenda a Moloc» (2R 23:10 ). En consecuencia, el Valle de Hinnom se convirtió en el basurero público de Jerusalén, en el que se quemaban todos los residuos de la ciudad. El fuego se mantenía latente; y había como un hongo de humo por encima de él, y criaba una clase asquerosa de gusanos que parecía que no se morían nunca (Mr 9:44-48 ). Así es que Guehenna, el Valle de Hinnom, se identificaba en las mentes del pueblo con todo lo inmundo y maldito, el lugar donde todo lo inútil y malo se destruía. Así fue como llegó a ser sinónimo del lugar de la destrucción eterna, el infierno de fuego.
Así pues, Jesús insiste en que lo más grave es destruir la reputación de una persona y manchar su buen nombre. No hay castigo que sea demasiado severo para el chismoso malicioso, o la charla calumniosa que asesina el buen nombre de otro. Tal práctica, en el sentido más literal, merece el infierno.
Como ya hemos dicho, todas estas gradaciones de castigos no se han de tomar literalmente. Lo que Jesús quiere decir aquí es lo siguiente: «En la antigüedad se condenaba por asesinato, y eso siempre será condenable. Pero Yo os digo que no son sólo las acciones externas las que merecen ira juicio; los más íntimos pensamientos también están bajo el escrutinio y el juicio de Dios. La ira interminable es mala; el habla despectiva es peor, y el chisme descuidado y malicioso que destruye el buen nombre de una persona es lo peor de todo.» El que es esclavo de la ira, el que habla en un tono de desprecio, el que destruye el buen nombre de otro, puede que nunca hayan cometido un asesinato de hecho, pero sí en el corazón.
LA BARRERA INSUPERABLE
Mateo 5:23-24
Así que, si estás trayendo tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano; y luego vienes a presentar tu ofrenda.
Cuando Jesús dijo esto, estaba simplemente recordándoles -a los judíos un principio que ellos conocían muy bien y que nunca deberían haber olvidado. La idea detrás del sacrificio era muy sencilla: si una persona hacía algo malo, su acción interrumpía su relación con Dios, y el sacrificio tenía por finalidad restaurar esa relación.
Pero hay que notar dos cosas muy importantes. La primera es que nunca se creyó que el sacrificio pudiera expiar un pecado deliberado, que los judíos llamaban «el pecado de una mano alta.» Si una persona cometía un pecado sin darse cuenta, o impulsado por un momento de pasión que quebrantaba su dominio propio, el sacrificio era efectivo; pero si uno cometía un pecado deliberada, desafiante, insensiblemente y con los ojos abiertos, entonces el sacrificio era impotente para expiar.
La segunda es que para ser efectivo, un sacrificio tenía que incluir la confesión del pecado y el verdadero arrepentimiento; y el verdadero arrepentimiento incluía el propósito de rectificar cualesquiera consecuencias hubiera tenido el pecado. El gran Día de la Expiación se celebraba para expiarlos pecados de toda la nación, pero los judíos sabían muy bien que ni siquiera los sacrificios del Día de la Expiación se le podían aplicar a nadie a menos que antes estuviera reconciliado con su prójimo. La interrupción de la relación entre el hombre y Dios no se podía subsanar a menos que se hubiera sanado la que había entre hombre y hombre. Si una persona estaba haciendo una ofrenda por el pecado, por ejemplo, para expiar un robo, la ofrenda se creía que era totalmente ineficaz hasta que se hubiera restaurado la cosa robada; y, si se descubría que la cosa robada no se había restaurado, entonces había que destruir el sacrificio como inmundo y quemarlo fuera del templo. Los judíos sabían muy bien que tenían que hacer todo lo posible para arreglar las cosas a nivel humano antes de poder estar en paz con Dios.
En cierto sentido, el sacrificio era sustitutivo. El símbolo de esto era que, cuando la victima estaba a punto de ser sacrificada, el adorador ponía sus manos sobre la cabeza del animal apretando bien hacia abajo, como para transferirle su propia culpa. Cuando lo hacía decía: «Te suplico, oh Dios; he pecado, he obrado perversamente, he sido rebelde; he cometido … (aquí el oferente especificaba sus pecados); pero vuelvo en penitencia, y sea esto mi cobertura.»
Para que un sacrificio fuera válido, la confesión y la restauración tenían que estar implicadas. El cuadro que Jesús está pintando es muy gráfico. El adorador, desde luego, no hacía su propio sacrificio; se lo traía al sacerdote, que era el que lo ofrecía en su nombre. Un adorador ha entrado en el templo; ha pasado por la serie de atrios: el Atrio de los Gentiles, el de las Mujeres, el de los Hombres. A continuación se encontraba el atrio de los sacerdotes, en el que no podían entrar los laicos. El adorador se queda a la verja, dispuesto a entregarle su victima al sacerdote; pone las manos sobre el animal para hacer su confesión; y entonces se acuerda de que ha roto con su hermano, del mal que le ha hecho; si su sacrificio ha de ser válido, debe volver y arreglar la ofensa y restaurar el daño, o no servirá de nada.
Jesús deja bien claro este hecho fundamental: No podemos estar en paz con Dios, a menos que lo estemos con nuestros semejantes; no podemos esperar el perdón a menos que hayamos confesado nuestro pecado, no sólo a Dios, sino también a los hombres, y a menos que hayamos hecho todo lo posible para evitar sus consecuencias prácticas. Algunas veces nos preguntamos por qué hay una barrera entre nosotros y Dios; a veces nos preguntamos por qué nuestras oraciones parece que no sirven para nada. La razón podría ser muy bien que somos nosotros los que hemos levantado esa barrera al estar desavenidos con nuestros semejantes, o porque hemos ofendido a alguno y no hemos hecho nada para rectificar.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
LA NUEVA AUTORIDAD
Mateo 5:21-48
Esta sección de las enseñanzas de Jesús es una de las más importantes del Nuevo Testamento. Antes de estudiarla en detalle hay ciertas cosas generales que debemos mencionar.
Jesús habla en ella con una autoridad que ningún otro hombre soñaría con atribuirse. La autoridad que Jesús asumió sorprendía siempre a los que entraban en contacto con Él. Al principio mismo de Su ministerio, después de predicar en la sinagoga de Pafarnaum, se nos dice de Sus oyentes: «Y se admiraban de Su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas» (Mr 1:22 ). Mateo concluye su relato del Sermón del Monte diciendo: «Cuando terminó Jesús estas palabras, la gente estaba admirada de Su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas» (Mt 7:28 s).
Nos es difícil darnos cuenta exactamente de lo sorprendente que debe de haberles parecido a los judíos que Le escuchaban esta autoridad de Jesús. Para los judíos, la Ley era absolutamente santa y divina; es imposible exagerar hasta qué punto la reverenciaban. «La Ley -decía Aristeas- es santa, y ha sido dada por Dios.» «Sólo los decretos de Moisés -decía Filón- son perdurables, inalterables e inamovibles, como si la naturaleza misma los hubiera firmado con su sello.» Los rabinos decían: «Los que niegan que la Ley procede del Cielo no tienen parte en el mundo venidero.» Y también: «Hasta si uno dice que la Ley es de Dios con la excepción de este o aquel versículo que dijo Moisés, no Dios, hablando por su boca, entonces se le aplica el juicio. Ha despreciado la Palabra del Señor: ha dado muestras de la irreverencia que merece la destrucción de su alma.» Lo primero en el culto de la sinagoga era sacar los libros de la Ley del arca donde se guardaban, y el llevarlos dando la vuelta a la congregación, para que esta pudiera mostrarles su reverencia.
Eso era lo que los judíos pensaban de la Ley; y aquí Jesús cita la Ley no menos de cinco veces (Mt 5:21; Mt 5:27; Mt 5:33; Mt 5:38; Mt 5:43 ), sólo que para contradecirla y sustituirla por Su propia enseñanza. Se atribuía el derecho de indicar las deficiencias de las Escrituras más sagradas del mundo, y corregirlas con Su propia sabiduría. Los griegos definían exusía, autoridad, como «el poder para añadir o quitar a voluntad.» Jesús reclamaba ese poder aun en relación con lo que los judíos creían que era la Palabra eterna e inmutable de Dios. Esto no lo discutió Jesús, ni se puso a justificarse de ninguna manera por hacerlo, ni trató de demostrar su derecho a hacerlo. Reposadamente y sin cuestión asumió ese derecho.
Nadie había oído nunca nada semejante. Los grandes maestros judíos usaban frases características en su enseñanza. La frase característica del profeta era: «Así dice el Señor.» No pretendía tener ninguna autoridad personal; lo único que pretendía era hablar lo que Dios le había dicho. La frase característica del escriba y del rabino era: «Hay una enseñanza acerca de…» El escriba o el rabino jamás se atrevían a expresar ni siquiera una opinión propia a menos que pudieran respaldarla con citas de los grandes maestros del pasado. La independencia era la última cualidad que se atribuirían. Pero para Jesús una afirmación no requería más autoridad que el hecho de que Él la hiciera. Él era Su propia autoridad.
Una de dos: O Jesús era un loco, o era único; o era un megalómano, o era el Hijo de Dios. Ninguna persona ordinaria podría atreverse a cambiar lo que se consideraba la eterna Palabra de Dios.
Lo maravilloso de la autoridad es que es autoevidente. Tan pronto como una persona se pone a enseñar se sabe inmediatamente si tiene derecho a enseñar o no. La autoridad es como una atmósfera alrededor de una persona. No necesita atribuírsela; o la tiene, o no.
Las orquestas que tocaron bajo la dirección de Toscanini decían que tan pronto como ocupaba el atril podían sentir una ola de autoridad que fluía de él. Julian Duguid cuenta que una vez cruzó el Atlántico en el mismo barco que Wilfred Grenfell; y dice que cuando Grenfell entraba en alguna de las habitaciones públicas del barco, se podía decir (sin dirigirle la mirada) que había entrado en la habitación; porque una ola de autoridad salía del hombre. Era supremamente así con Jesús.
Jesús tomaba la sabiduría humana más elevada y la corregía, porque Él era el Que era. No tenía que discutir; Le bastaba con hablar. Nadie puede honradamente estar cara a cara con Jesús y escucharle sin sentir que es la última Palabra de Dios al lado de Quien todas las otras palabras son inadecuadas, y toda otra sabiduría, desfasada.
EL NUEVO NIVEL
Mateo 5:21-48 (conclusión)
Pero aunque el acento de autoridad de Jesús era alucinante, aún lo era más el nivel que proponía a los hombres. Jesús decía que, ante Dios, no era solamente culpable el hombre que cometiera asesinato; el que se enfadaba con su hermano sería juzgado y hallado culpable. No era solamente culpable el que cometiera adulterio; el que permitiera que un deseo impuro se le asentara en el corazón también sería culpable.
Aquí había algo que era completamente nuevo, algo que la humanidad no ha captado todavía suficientemente. La enseñanza de Jesús era que no era suficiente no cometer asesinato; lo único que sería suficiente sería no haber deseado nunca cometer asesinato. La enseñanza de Jesús era que no era bastante no cometer adulterio; lo único suficiente sería no desear siquiera cometerlo nunca.
Puede que no hayamos golpeado nunca a una persona; pero, ¿quién puede decir que nunca deseó hacerlo? Puede que nunca hayamos cometido adulterio; pero, ¿quién puede decir que ha experimentado nunca el deseo de lo prohibido? La enseñanza de Jesús era que los pensamientos son tan importantes como las obras, y que no basta con no cometer pecado; lo que sí bastaría sería no querer cometerlo. La enseñanza de Jesús era que no se juzga solamente a una persona por sus obras, sino aún más por los deseos que nunca se materializaron en obras. Según los niveles del mundo, una persona es una buena persona si no hace nunca lo que está prohibido. Al mundo no le concierne juzgar los pensamientos. Pero para el nivel de Jesús, una persona no es buena hasta que ni siquiera desea hacer lo prohibido. Jesús está intensamente preocupado con los pensamientos de una persona. De esto surgen tres cosas.
(i) Jesús estaba totalmente en lo cierto, porque Su camino es el único que conduce a la salvación y a la seguridad. Hasta cierto punto todos tenemos una personalidad dividida. Hay una parte de nosotros que es atraída al bien, y otra parte de nosotros que es atraída al mal. Mientras una persona sea así, se está librando una batalla en su interior. Una voz la está incitando a tomar la cosa prohibida; la otra voz se lo está prohibiendo.
Platón comparaba el alma con un auriga que tuviera que gobernar dos caballos. Uno era dócil y obediente a las riendas y a la palabra de mando; el otro, salvaje, indómito y rebelde. El nombre de un caballo era la razón; el del otro, la pasión. La vida es siempre un conflicto entre las exigencias de las Pasiones y el control de la razón. La razón son las riendas que mantienen las pasiones a raya. Pero, las riendas se pueden romper en cualquier momento. El dominio propio puede bajar la guardia un instante, ¿y qué sucede entonces? Mientras exista esta tensión interior, este conflicto interior, la vida se mantiene insegura. En tales circunstancias no hay tal cosa como estar a salvo. La única manera, nos dice Jesús, es erradicar para siempre el deseo de lo prohibido. Sólo entonces está a salvo la vida.
(ii) En ese caso, sólo Dios puede juzgarnos. Nosotros no vemos nada más que las acciones exteriores de una persona; sólo Dios ve los secretos del corazón. Y habrá muchas personas que exteriormente son un modelo de rectitud, pero cuyos pensamientos íntimos son culpables delante de Dios. Habrá muchas personas que puedan ser declaradas no culpables en el juicio humano, que no puede ser nada más que de cosas externas, pero cuya bondad se colapsa ante la mirada todo escrutadora de Dios.
(iii) Y en ese caso, esto quiere decir que cada uno de nosotros es culpable; porque no hay ni uno solo que pueda resistir este juicio de Dios. Aun si hemos vivido una vida de perfección moral externa, no hay nadie que pueda decir que no ha experimentado nunca el deseo prohibido de cosas malas. Para la perfección interior, lo único que es suficiente alegar es decir que el yo ha muerto y Cristo vive en uno. «Con Cristo estoy juntamente crucificado -dice Pablo-, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí» (Gal 2:20 ).
El nuevo nivel mata todo orgullo, y nos impulsa a Jesucristo, Que es el único que puede permitirnos alcanzar ese nivel que Él mismo nos propone.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Éxo 20:13; Deu 5:17; (ver Mat 19:18 y par; Rom 13:9; Stg 2:11).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
i 193 Gén 9:6; Éxo 20:13; Deu 5:17
j 194 Lev 24:17
k 195 Deu 17:9
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
21 (a) Éxo_20:13 ; Deu_5:17
21 (b) Deu_16:18 ; 2Cr_19:5-6
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Merecen estos versículos la más atenta consideración de todos los lectores de la Biblia. El buen entendimiento de las doctrinas que contienen yace á la raíz misma del Cristianismo. El Señor Jesús explica aquí más plenamente el sentido de sus palabras: «He venido no para invalidar la ley sino para cumplirla.» Nos enseña que su Evangelio engrandece la ley y enaltece su autoridad. Nos demuestra que la ley, como expuesta por él, era una regla mucho más espiritual y un escudriñador del corazón mucho más fiel que lo habían creído la mayoría de los Judíos. Y esto lo prueba eligiendo, como ejemplos de lo que quiere decir, tres mandamientos de entre los diez.
El explica el sexto mandamiento. Muchos creían que guardaban esta parte de la ley de Dios mientras que no eran culpables del acto de asesinar. El Señor Jesús enseña que los requisitos de este mandamiento van mucho más allá. Condena todo lenguaje inspirado de rabia y de malas pasiones, y especialmente tal lenguaje empleado sin una causa. Notémoslo bien. Posible es que seamos enteramente inocentes del crimen de quitar á otros la vida, y al mismo tiempo que seamos culpables de quebrantar el sexto mandamiento.
Explica el mandamiento séptimo. Muchos suponían que guardaban esta porción de la ley de Dios si no cometían el adulterio en su forma más grosera. El Señor Jesús enseña que es posible violarla por medio de nuestros pensamientos y en nuestros corazones, aun cuando nuestra conducta esté moral y correcta. El Dios con quien tenemos que hacer mira mucho más allá de nuestras acciones. Para él una mera mirada puede ser un pecado.
Expone el tercer mandamiento. Muchos pensaban que obedecían esta parte de la ley de Dios mientras que no juraban falsamente, y cumplían sus votos. El Señor Jesús prohíbe enteramente todo juramento vano y trivial. Es un gran pecado el jurar por cosas creadas, aun cuando no se emplee el nombre de Dios, y el llamar á Dios por testigo sino en las ocasiones más solemnes.
Ahora, todo esto es muy instructivo. Debe hacernos reflexionar muy seriamente. Nos llama á examinar cuidadosamente nuestros corazones. Y ¿qué se nos enseña aquí? Se nos enseña la suma santidad de Dios. Es un Ser el más puro y perfecto, que ve faltas é imperfecciones donde los ojos del hombre frecuentemente no notan ningunas. El lee nuestros motivos interiores. Toma nota de nuestras palabras y pensamientos como también de nuestras acciones. «El exige la verdad en las partes interiores.» ¡Ojalá que los hombres considerasen, más que lo hacen ahora, este atributo del carácter de Dios! No habría ningún lugar para el orgullo, la confianza en nuestra propia justicia, ni para el descuido, si pudiéramos tan solo ver á Dios «tal como El es..
Se nos enseña la profunda ignorancia del hombre en cuanto á la cosas espirituales. Razón ha de temer que existan millares de millares de los que profesan ser cristianos, que no tienen más conocimiento de los requisitos de la ley de Dios que aquel poseído por los judíos ignorantes. Conocen bastante bien la letra de los diez mandamientos. Están dispuestos á decir, como el joven príncipe de la sinagoga, «Todas estas cosas he guardado desde mi mocedad.» Nunca suenan que sea posible quebrantar los mandamientos sexto y séptimo sino quebrantándolos por algún acto ú obra exterior. Y así pasan la vida, satisfechos con ellos mismos y muy contentos con su pedacito de la religión. ¡Felices, de cierto, son aquellos que realmente comprenden la ley de Dios! Se nos enseña la suma necesidad de la sangre, expiatoria del Señor Jesús, para que nos salvemos. ¿Dónde esté en la tierra el hombre ó la mujer que jamás pueda aparecer ante un Dios como este, y afirmar, «no soy culpable «? ¿Quién jamás haya llegado á la edad de discreción sin haber violado millares de veces los mandamientos? «No hay ningún justo, no, ni uno solo.» Sin un Medianero poderoso cada uno de nosotros sería condenado en el día del juicio. La ignorancia del verdadero sentido de la ley es una causa patente del hecho que tantos no aprecian el Evangelio, y se contentan con un poco de las exterioridades del Cristianismo. No ven la estrictez y la santidad de los Diez Mandamientos de Dios. Si lo hiciesen, nunca cesarían de trabajar hasta hallarse seguros Cristo.
En el último lugar, este pasaje nos enseña la suma importancia de evitar todas las ocasiones del pecado. Si deseamos verdaderamente ser santos, debemos «mirar bien nuestros caminos para no ofender con la lengua.» Debemos estar listos á terminar pacíficamente las riñas y discordias, á fin de que no conduzcan gradualmente á males mayores. «El principio de la lucha es como el dejar salir el agua.» Debemos empeñarnos en crucificar nuestra carne y mortificar nuestros miembros, hacer cualquier sacrificio y soportar cualquier inconveniencia corporal, antes bien que pecar. Debemos poner, como si fuera, un freno á los labios y mantener cada hora una estrictez en nuestro modo de hablar. Que los hombres, si quieran, nos llamen singulares, porque obramos de tal modo. Digan, si les plazca, que somos «demasiado escrupulosos.» No hay que perturbarnos por esto. Hacemos solamente lo que nuestro Señor Jesús nos manda, y en tal caso no tenemos razón en avergonzarnos.
Fuente: Los Evangelios Explicados
expuesto al juicio… que puede resultar condenatorio → Éxo 20:13; Deu 5:17.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R844 El verbo en aoristo ἠκούσατε debe traducirse: Ustedes han oído (similar al perfecto: Ustedes han oído que se dijo a los antiguos; se refiere sin duda a las frecuentes ocasiones en las cuales ellos habían oído tales enseñanzas en la sinagoga -B52).
R889 Οὐ φονεύσεις se usa como un futuro volitivo-duradero en los vv. 21, 27, 33 y 48: No matarás (una prohibición).
MT186 El aoristo de subjuntivo φονεύσῃ tiene el sentido de un futuro perfecto: el hombre que ha cometido asesinato.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, responsable
Fuente: La Biblia de las Américas
g Éxo_20:13; Deu 5:17.
5.21 Lit. quedar expuesto al juicio, cuyo resultado puede ser de condena.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
* Literalmente, “Ustedes han escuchado que fue dicho.” Esta frase se usa a menudo en este pasaje del texto por parte de Jesús para referirse a las leyes que se encuentran en el Antiguo Testamento.
Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento
† O, “responsable de juicio.”