Comentario de Mateo 5:43 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“Habéis oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.

Mat 5:43-48, AMAR A LOS ENEMIGOS

Introducción.

A. La gente ya sabía y usaba la palabra, «amar», pero su concepto del amor era muy limitado. Jesús da un significado nuevo a la palabra.

B. Sin duda el pueblo quedó asombrado por esta enseñanza, tan distinta de lo que los escribas y fariseos enseñaban (Mat 5:20).

I. Mat 5:43 — «Oísteis que fue dicho: amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo».

A. La ley de Moisés dijo, «Amarás a tu prójimo» (Lev 19:18), pero no dijo, «Aborrecerás a tu enemigo».

B. ¿Por qué, pues, tenían tanto odio los judíos? Había varios factores significantes que contribuyeron a la actitud de los israelitas hacia otras naciones: (1). Los israelitas fueron mandados a destruir sin misericordia a los cananeos y todo objeto de culto de ellos, Éxo 23:24; Éxo 23:31; Éxo 34:13; Núm 31:1-54; Deu 7:2; Deu 7:16. (2). Se les prohibió formar alianzas con ellos (Éxo 34:12-16). Esto indica claramente que nunca podía haber paz entre Israel y las naciones paganas. Era necesario esto para separarlos y evitar que Israel fuera contaminada por sus abominaciones. (3). Los ejércitos de Israel fueron usados como instrumentos de la ira de Dios para castigar a otras naciones (Éxo 31:1-18). (4). Aun los hombres más piadosos hablaban continuamente de estas cosas. Hay muchos textos (por ejemplo, en los Salmos) que hablan de aborrecer a los enemigos (y, desde luego, los Salmos eran inspirados por el Espíritu Santo). Véanse Sal 18:37; Sal 55:8-15; Sal 59:1-17; Sal 69:22-28; Sal 139:21-22. (5). Por lo tanto, la actitud nacional era una de aborrecimiento hacia los enemigos. Esta dispensación (la ley de Moisés) tenía un propósito muy especial en el plan de Dios, pero era provisional. Estaba acabándose ese período, y Jesús estaba corrigiendo el problema de aborrecer a sus enemigos. Al momento de oír esta enseñanza, los discípulos debían cambiar su actitud hacia todos los enemigos, no obstante lo que hubiera sido su relación con ellos en el pasado. (6). Una consecuencia innecesaria del separatismo de los judíos era un concepto vanidoso de ser mucho más piadosos que otros hombres (Luc 18:9-14), concepto que les hizo despreciar y aborrecer a otros.

C. Los samaritanos. «Judíos y samaritanos no se tratan entre sí» (Jua 4:9), porque éstos no eran verdaderos judíos, sino una raza mezclada. Cuando Jeroboam se rebeló contra Roboam, llevó a diez tribus en la división, y formaron el reino del norte, llamado Israel. La ciudad de Samaria llegó a ser la capital de esta nación rebelde que se apartó de la ley de Moisés. El pueblo de Israel se mezclaba (se casaba) con los gentiles. Por eso, los judíos los despreciaban y no tenían nada que ver con ellos. El espíritu vengativo de Jacobo y de Juan (Luc 9:51-56) era típico de la actitud de los judíos hacia los samaritanos.

D. Los romanos. Los judíos aborrecían a los romanos porque estos eran conquistadores de su tierra y exigían impuestos.

E. Los publicanos eran cobradores de los impuestos romanos, y por esta causa eran despreciados y odiados por el pueblo. Se consideraban traidores.

F. Por lo tanto, si en la actualidad se cree que es difícil amar a los enemigos, recuérdese el problema de los judíos.

II. Mat 5:44 — «Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen».

A. ¿Debemos amar a los enemigos como amamos a los seres queridos? A muchos les parece difícil amar a los enemigos, por no entender la palabra «amar». El amor por los seres queridos es un amor emocional, un afecto fuerte. El amor mandado por Jesús es de la mente y de la voluntad, y no es como el amor entre novios, un amor que «nace» en ellos por la mucha atracción que existe. Se enamoran y se aman porque se agradan el uno al otro. El hombre se enamora de una mujer que le gusta, le agrada. Pero el amor mandado por Jesús, amor de la mente y de la voluntad, busca el bienestar de la persona amada.

B. Este amor significa «buena voluntad». El comentario de William Barclay explica este amor en una forma muy interesante. Significa buena voluntad. Es pura bondad y benevolencia hacia otros, una bondad que no termina, no se acaba; es decir, no hay nada que los hombres puedan hacer para destruirlo. ¡Es invencible! Con esta actitud, esta buena voluntad invencible, no es difícil obedecer los mandamientos de Jesús, que para los hombres carnales parecen imposibles y absurdos.

C. Amar lo no amable. Considérese el amor de Dios (ver 45; Luc 6:35; Rom 5:8). Así debe ser nuestro amor para con todos, aun para los enemigos. Debemos amar a los que no merecen nuestro amor. Debemos amar a los que no son amables, porque es lo que Dios hace. No es amor de sentimiento sino de acción, de conducta, como expresión de un espíritu bueno y compasivo. Luc 6:35, «El es benigno para con los ingratos y malos».

D. Debemos bendecir al enemigo, como lo hizo Jesús, 1Pe 2:23. No debemos usar lenguaje abusivo (5:22), sino más bien palabras de cortesía, amistad y amabilidad. El habla nuestra no debe ser controlada por las malas circunstancias causadas por el enemigo, sino por Dios 1Co 13:4-7 dice que «el amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta».

E. El amor hace bien. En esto se ve la definición de la palabra «amar». El verdadero amor no se ve en palabras, sino en hechos (Stg 2:16; 1Jua 3:18). Como Jesús dice (Luc 6:27; Luc 6:35), «Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen». Esta es la expresión de buena voluntad que sinceramente desea el bienestar de otros, aun el de los enemigos. David era ejemplo de volver bien por mal (1Sa 24:10; 1Sa 26:9). El buen samaritano es un ejemplo hermoso de esto, y es el héroe de la parábola de Jesús (Luc 10:25-37).

F. No podemos seguir odiando a otros si oramos por ellos. Al orar por otros los llevamos delante del trono de Dios, y seguramente no nos atrevemos a odiar a nadie en la presencia de Dios. Es el medio seguro de acabar con la amargura y los resentimientos. Nuestro Señor Jesucristo oró por sus enemigos aun cuando moría por ellos en la cruz (Luc 23:34). Esteban lo imitó (Hch 7:60). Pablo demostró el mismo espíritu (2Ti 4:16).

III. Mat 5:45 — «Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos».

A. Es obvio que la expresión «para que seáis» expresa condición o requisito; es decir, para ser hijos de Dios tenemos que hacer algo. Tenemos que hacer lo que Jesús enseña en el ver 44: bendecir al enemigo, hacerle bien y orar por él. Si no hacemos esto, no podemos ser hijos de Dios. En estos versos vemos, pues, otro aspecto importante del «Plan de Salvación». Si omitimos esta enseñanza, este requisito, no predicamos todo el consejo de Dios. Lamentablemente este requisito no recibe la atención que merece.

B. ¿Somos hijos de Dios? Es fácil suponer que habiendo sido bautizados en Cristo, llegamos a ser hijos de Dios, y que ocupamos una relación más o menos segura con Dios (con tal que asistamos fielmente a los servicios, y evitemos los vicios), pero la palabra «hijos» se usa para «aquellos que manifiestan ciertas cualidades de carácter», y el carácter se indica por la palabra que acompaña la palabra «hijos». Por ejemplo, Mar 3:17, «hijos del trueno» (hombres como trueno, tempestuosos); Luc 10:6 «hijos de paz» (hombres pacíficos, receptivos); Hch 4:36, «hijo de consolación» o de exhortación, con talento para animar); etc. «Hijos de Dios» significa, pues, personas que tienen el carácter de Dios, que son imitadores de Dios. ¿Qué hace Dios? El bendice tanto a los malos como a los buenos. ¿Queremos ser hijos de Dios? Que hagamos lo mismo.

C. Dios hace que el sol salga sobre todos; envía la lluvia a todos. Véanse Sal 145:15-16; Hch 14:17; Hch 17:25; Hch 17:28. ¿Se niega Dios a proveer para aquellos que le aborrecen? Claro que no. Por lo tanto, si queremos ser «hijos de Dios» (imitadores de Dios), debemos hablar bien y hacer bien a los que nos maltratan, y orar por ellos. Con esta gran bondad Dios derrite los corazones fríos de hombres perversos para llevarlos al arrepentimiento (Rom 2:4). ¡Qué hagamos lo mismo!

IV. Mat 5:46-47 — «Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿no hacen también lo mismo los publicanos? y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿no hacen también así los gentiles?»

A. Según Luc 6:32-33, Jesús dice «pecadores» en lugar de «publicanos» y «gentiles». Es obvio que se refiere a los pecadores en general, pero Mateo escribe para los judíos y especifica los dos grupos más aborrecidos por los judíos. Despreciaban en gran manera a los publicanos porque éstos recaudaban los impuestos para los romanos. Los peores de los hombres (los criminales más perversos) se saludan el uno al otro. «¿Qué hacéis de más?»

B. Jesús condena el espíritu de exclusivismo, el espíritu que causa partidos aun entre hermanos. Este espíritu se denuncia en las cartas de Pablo (1Co 3:1-3; Gál 5:20, etc.). El que solamente saluda a los suyos es carnal y egoísta. Saluda para ser saludado. Alaba para ser alabado. Cristo denuncia este espíritu y nos enseña a buscar y saludar a los que necesitan nuestra compasión y ayuda, en lugar de buscar a los que nos agradan y complacen.

C. El ejemplo de Jesús. Otra vez la enseñanza de Jesús se ve claramente en el ejemplo que El nos ha dejado. Véanse Luc 5:27-32; Luc 7:36-50; Luc 14:12-14; Luc 15:1-2; Jua 4:1-42.

D. ¿Qué hacéis de más? Dios ha hecho más por nosotros que por otros, porque nos ha salvado, y nos ha bendecido con toda bendición en Cristo (Efe 1:3). Nos da todas las cosas (Rom 8:32). Por lo tanto, El espera más de nosotros. ¿Por qué esperamos la recompensa de Dios si tenemos la actitud de gente mundana al saludar solamente a los nuestros? (El «saludar» de aquel entonces no era simplemente decir, «Buenos días» y tal vez estrechar manos, sino que se abrazaban, se besaban en cada mejilla, preguntaban por la familia, etc. Era expresión de amistad y cariño. Por ejemplo, Luc 10:4, «y a nadie saludéis por el camino», porque su misión era urgente y el saludar a la gente requería mucho tiempo. Para nosotros la palabra «saludar» debe indicar una expresión cordial, según las costumbres de la gente, de amistad y de buena voluntad).

V. Mat 5:48 — «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto».

A. La expresión, «Sed, pues», indica una conclusión a los versículos anteriores.

B. » Perfectos». En este texto la palabra «perfectos» no significa «sin pecado», sino que debemos ser perfectos en amor, como Dios es perfecto en amor. El amor de Dios es perfecto o completo, porque es universal. No es deficiente porque no es parcial. El no ama solamente a los que le aman, sino que El «hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos». El amor nuestro debe ser completo, como lo es el amor de Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Amarás a tu prójimo. Mat 19:19; Mat 22:39, Mat 22:40; Lev 19:18; Mar 12:31-34; Luc 10:27-29; Rom 13:8-10; Gál 5:13, Gál 5:14; Stg 2:8.

y aborrecerás a tu enemigo. Éxo 17:14-16; Deu 23:6; Deu 25:17; Sal 41:10; Sal 139:21, Sal 139:22.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

aborrecerás a tu enemigo no se encuentra en los escritos de Moisés. Este era un principio que los escribas y los fariseos dedujeron de Lev 19:18.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. La primera parte de esto se encuentra en la ley de Moisés (Lev 19:18). La segunda parte proviene de la forma en la que los escribas y fariseos explicaban y aplicaban la orden del AT. La aplicación de Jesús era exactamente la opuesta, resultando en un principio mucho más elevado: Amar a nuestro prójimo debía extenderse también a aquel prójimo que fuera nuestro enemigo (v. Mat 5:44). De nuevo, no había ninguna innovación aquí puesto que el AT decía que el pueblo de Dios debía ser bueno con sus enemigos (Pro 25:21).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Mat 5:43-48, AMAR A LOS ENEMIGOS
Introducción.
A. La gente ya sabía y usaba la palabra, «amar», pero su concepto del amor era muy limitado. Jesús da un significado nuevo a la palabra.
B. Sin duda el pueblo quedó asombrado por esta enseñanza, tan distinta de lo que los escribas y fariseos enseñaban (Mat 5:20).
I. Mat 5:43 — «Oísteis que fue dicho: amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo».
A. La ley de Moisés dijo, «Amarás a tu prójimo» (Lev 19:18), pero no dijo, «Aborrecerás a tu enemigo».
B. ¿Por qué, pues, tenían tanto odio los judíos? Había varios factores significantes que contribuyeron a la actitud de los israelitas hacia otras naciones: (1). Los israelitas fueron mandados a destruir sin misericordia a los cananeos y todo objeto de culto de ellos, Éxo 23:24; Éxo 23:31; Éxo 34:13; Núm 31:1-54; Deu 7:2; Deu 7:16. (2). Se les prohibió formar alianzas con ellos (Éxo 34:12-16). Esto indica claramente que nunca podía haber paz entre Israel y las naciones paganas. Era necesario esto para separarlos y evitar que Israel fuera contaminada por sus abominaciones. (3). Los ejércitos de Israel fueron usados como instrumentos de la ira de Dios para castigar a otras naciones (Éxo 31:1-18). (4). Aun los hombres más piadosos hablaban continuamente de estas cosas. Hay muchos textos (por ejemplo, en los Salmos) que hablan de aborrecer a los enemigos (y, desde luego, los Salmos eran inspirados por el Espíritu Santo). Véanse Sal 18:37; Sal 55:8-15; Sal 59:1-17; Sal 69:22-28; Sal 139:21-22. (5). Por lo tanto, la actitud nacional era una de aborrecimiento hacia los enemigos. Esta dispensación (la ley de Moisés) tenía un propósito muy especial en el plan de Dios, pero era provisional. Estaba acabándose ese período, y Jesús estaba corrigiendo el problema de aborrecer a sus enemigos. Al momento de oír esta enseñanza, los discípulos debían cambiar su actitud hacia todos los enemigos, no obstante lo que hubiera sido su relación con ellos en el pasado. (6). Una consecuencia innecesaria del separatismo de los judíos era un concepto vanidoso de ser mucho más piadosos que otros hombres (Luc 18:9-14), concepto que les hizo despreciar y aborrecer a otros.
C. Los samaritanos. «Judíos y samaritanos no se tratan entre sí» (Jua 4:9), porque éstos no eran verdaderos judíos, sino una raza mezclada. Cuando Jeroboam se rebeló contra Roboam, llevó a diez tribus en la división, y formaron el reino del norte, llamado Israel. La ciudad de Samaria llegó a ser la capital de esta nación rebelde que se apartó de la ley de Moisés. El pueblo de Israel se mezclaba (se casaba) con los gentiles. Por eso, los judíos los despreciaban y no tenían nada que ver con ellos. El espíritu vengativo de Jacobo y de Juan (Luc 9:51-56) era típico de la actitud de los judíos hacia los samaritanos.
D. Los romanos. Los judíos aborrecían a los romanos porque estos eran conquistadores de su tierra y exigían impuestos.
E. Los publicanos eran cobradores de los impuestos romanos, y por esta causa eran despreciados y odiados por el pueblo. Se consideraban traidores.
F. Por lo tanto, si en la actualidad se cree que es difícil amar a los enemigos, recuérdese el problema de los judíos.
II. Mat 5:44 — «Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen».
A. ¿Debemos amar a los enemigos como amamos a los seres queridos? A muchos les parece difícil amar a los enemigos, por no entender la palabra «amar». El amor por los seres queridos es un amor emocional, un afecto fuerte. El amor mandado por Jesús es de la mente y de la voluntad, y no es como el amor entre novios, un amor que «nace» en ellos por la mucha atracción que existe. Se enamoran y se aman porque se agradan el uno al otro. El hombre se enamora de una mujer que le gusta, le agrada. Pero el amor mandado por Jesús, amor de la mente y de la voluntad, busca el bienestar de la persona amada.
B. Este amor significa «buena voluntad». El comentario de William Barclay explica este amor en una forma muy interesante. Significa buena voluntad. Es pura bondad y benevolencia hacia otros, una bondad que no termina, no se acaba; es decir, no hay nada que los hombres puedan hacer para destruirlo. ¡Es invencible! Con esta actitud, esta buena voluntad invencible, no es difícil obedecer los mandamientos de Jesús, que para los hombres carnales parecen imposibles y absurdos.
C. Amar lo no amable. Considérese el amor de Dios (ver 45; Luc 6:35; Rom 5:8). Así debe ser nuestro amor para con todos, aun para los enemigos. Debemos amar a los que no merecen nuestro amor. Debemos amar a los que no son amables, porque es lo que Dios hace. No es amor de sentimiento sino de acción, de conducta, como expresión de un espíritu bueno y compasivo. Luc 6:35, «El es benigno para con los ingratos y malos».
D. Debemos bendecir al enemigo, como lo hizo Jesús, 1Pe 2:23. No debemos usar lenguaje abusivo (5:22), sino más bien palabras de cortesía, amistad y amabilidad. El habla nuestra no debe ser controlada por las malas circunstancias causadas por el enemigo, sino por Dios 1Co 13:4-7 dice que «el amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta».
E. El amor hace bien. En esto se ve la definición de la palabra «amar». El verdadero amor no se ve en palabras, sino en hechos (Stg 2:16; 1Jua 3:18). Como Jesús dice (Luc 6:27; Luc 6:35), «Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen». Esta es la expresión de buena voluntad que sinceramente desea el bienestar de otros, aun el de los enemigos. David era ejemplo de volver bien por mal (1Sa 24:10; 1Sa 26:9). El buen samaritano es un ejemplo hermoso de esto, y es el héroe de la parábola de Jesús (Luc 10:25-37).
F. No podemos seguir odiando a otros si oramos por ellos. Al orar por otros los llevamos delante del trono de Dios, y seguramente no nos atrevemos a odiar a nadie en la presencia de Dios. Es el medio seguro de acabar con la amargura y los resentimientos. Nuestro Señor Jesucristo oró por sus enemigos aun cuando moría por ellos en la cruz (Luc 23:34). Esteban lo imitó (Hch 7:60). Pablo demostró el mismo espíritu (2Ti 4:16).
III. Mat 5:45 — «Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos».
A. Es obvio que la expresión «para que seáis» expresa condición o requisito; es decir, para ser hijos de Dios tenemos que hacer algo. Tenemos que hacer lo que Jesús enseña en el ver 44: bendecir al enemigo, hacerle bien y orar por él. Si no hacemos esto, no podemos ser hijos de Dios. En estos versos vemos, pues, otro aspecto importante del «Plan de Salvación». Si omitimos esta enseñanza, este requisito, no predicamos todo el consejo de Dios. Lamentablemente este requisito no recibe la atención que merece.
B. ¿Somos hijos de Dios? Es fácil suponer que habiendo sido bautizados en Cristo, llegamos a ser hijos de Dios, y que ocupamos una relación más o menos segura con Dios (con tal que asistamos fielmente a los servicios, y evitemos los vicios), pero la palabra «hijos» se usa para «aquellos que manifiestan ciertas cualidades de carácter», y el carácter se indica por la palabra que acompaña la palabra «hijos». Por ejemplo, Mar 3:17, «hijos del trueno» (hombres como trueno, tempestuosos); Luc 10:6 «hijos de paz» (hombres pacíficos, receptivos); Hch 4:36, «hijo de consolación» o de exhortación, con talento para animar); etc. «Hijos de Dios» significa, pues, personas que tienen el carácter de Dios, que son imitadores de Dios. ¿Qué hace Dios? El bendice tanto a los malos como a los buenos. ¿Queremos ser hijos de Dios? Que hagamos lo mismo.
C. Dios hace que el sol salga sobre todos; envía la lluvia a todos. Véanse Sal 145:15-16; Hch 14:17; Hch 17:25; Hch 17:28. ¿Se niega Dios a proveer para aquellos que le aborrecen? Claro que no. Por lo tanto, si queremos ser «hijos de Dios» (imitadores de Dios), debemos hablar bien y hacer bien a los que nos maltratan, y orar por ellos. Con esta gran bondad Dios derrite los corazones fríos de hombres perversos para llevarlos al arrepentimiento (Rom 2:4). ¡Qué hagamos lo mismo!
IV. Mat 5:46-47 — «Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿no hacen también lo mismo los publicanos? y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿no hacen también así los gentiles?»
A. Según Luc 6:32-33, Jesús dice «pecadores» en lugar de «publicanos» y «gentiles». Es obvio que se refiere a los pecadores en general, pero Mateo escribe para los judíos y especifica los dos grupos más aborrecidos por los judíos. Despreciaban en gran manera a los publicanos porque éstos recaudaban los impuestos para los romanos. Los peores de los hombres (los criminales más perversos) se saludan el uno al otro. «¿Qué hacéis de más?»
B. Jesús condena el espíritu de exclusivismo, el espíritu que causa partidos aun entre hermanos. Este espíritu se denuncia en las cartas de Pablo (1Co 3:1-3; Gál 5:20, etc.). El que solamente saluda a los suyos es carnal y egoísta. Saluda para ser saludado. Alaba para ser alabado. Cristo denuncia este espíritu y nos enseña a buscar y saludar a los que necesitan nuestra compasión y ayuda, en lugar de buscar a los que nos agradan y complacen.
C. El ejemplo de Jesús. Otra vez la enseñanza de Jesús se ve claramente en el ejemplo que El nos ha dejado. Véanse Luc 5:27-32; Luc 7:36-50; Luc 14:12-14; Luc 15:1-2; Jua 4:1-42.
D. ¿Qué hacéis de más? Dios ha hecho más por nosotros que por otros, porque nos ha salvado, y nos ha bendecido con toda bendición en Cristo (Efe 1:3). Nos da todas las cosas (Rom 8:32). Por lo tanto, El espera más de nosotros. ¿Por qué esperamos la recompensa de Dios si tenemos la actitud de gente mundana al saludar solamente a los nuestros? (El «saludar» de aquel entonces no era simplemente decir, «Buenos días» y tal vez estrechar manos, sino que se abrazaban, se besaban en cada mejilla, preguntaban por la familia, etc. Era expresión de amistad y cariño. Por ejemplo, Luc 10:4, «y a nadie saludéis por el camino», porque su misión era urgente y el saludar a la gente requería mucho tiempo. Para nosotros la palabra «saludar» debe indicar una expresión cordial, según las costumbres de la gente, de amistad y de buena voluntad).
V. Mat 5:48 — «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto».
A. La expresión, «Sed, pues», indica una conclusión a los versículos anteriores.
B. » Perfectos». En este texto la palabra «perfectos» no significa «sin pecado», sino que debemos ser perfectos en amor, como Dios es perfecto en amor. El amor de Dios es perfecto o completo, porque es universal. No es deficiente porque no es parcial. El no ama solamente a los que le aman, sino que El «hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos». El amor nuestro debe ser completo, como lo es el amor de Dios.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL AMOR CRISTIANO

1. Su significado

Mateo 5:43-48

Habéis oído que se ha dicho: Ama a tu prójimo, y odia a tu enemigo; pero Yo os digo: Amad a vuestros enemigos, y orad por los que os persiguen, para que lleguéis a ser los hijos de vuestro Padre Que está en el Cielo; porque Él hace que Su sol salga sobre malos y buenos, y les manda la lluvia a los justos y a los injustos. Si no amáis más que a los que os aman, ¿qué recompensa podéis esperar? ¿Es que no hacen eso hasta los publicanos? Si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué tiene eso de extraordinario? ¿Es que no lo hacen hasta los gentiles? Así que debéis ser perfectos hasta como lo es vuestro Padre celestial.

El investigador judo C. G. Montefiore llama a ésta «la sección central y más famosa» del Sermón del Monte. Es indudablemente cierto que no hay ningún otro pasaje en el Nuevo Testamento que contenga una expresión tan concentrada de la ética cristiana de las relaciones personales. Para cualquier persona normal, este pasaje describe el Cristianismo esencial en acción, y hasta la persona que no pisa jamás el umbral de la iglesia sabe que Jesús dijo estas cosas, y muy a menudo condena a los cristianos profesantes por quedarse muy cortos en el cumplimiento de sus demandas.

Cuando estudiamos este pasaje, debemos en primer lugar tratar de descubrir lo que Jesús estaba realmente diciendo, y lo que demandaba de Sus seguidores. Si vamos a tratar de vivirlo de veras, obviamente debemos antes de nada estar completamente seguros de lo que se nos pide. ¿Qué quiere decir Jesús con amar a nuestros enemigos?.

El griego es una lengua rica en sinónimos; sus palabras tienen a menudo matices que no posee el español. En griego hay cuatro palabras diferentes para amor.

(i) Está el nombre storgué, con el verbo correspondiente storguein. Estas palabras son las más características de la familia amor. Son las que describen el amor de los padres a los hijos, y de los hijos a los padres. «Un hijo -decía Platónama (storguein) y es amado por los que le trajeron al mundo.» «Dulce es un padre a sus hijos -decía FilemónPhm- si les tiene amor (storgue).» Estas palabras describen el afecto familiar.

(ii) Está el nombre erós, con el verbo correspondiente eran. Estas palabras describen el amor entre un hombre y una mujer; siempre conlleva pasión y es siempre amor sexual. Sófocles describía erós como «un anhelo terrible.» En estas palabras no hay nada esencialmente malo; simplemente describen la pasión del amor humano; pero, con el paso del tiempo empezaron a ensuciarse con la idea de la concupiscencia, y no aparecen nunca en el Nuevo Testamento.

(iii) Está filía, con el verbo correspondiente filein. Éstas son las palabras griegas más cálidas y mejores para el amor. Describen el amor verdadero, el verdadero afecto. Hoi filuntes, el participio de presente, es la palabra que describe a los amigos más auténticos e íntimos de una persona. Es la palabra que se usa en el famoso dicho de Menandro: «El que los dioses aman, muere joven.» Filein puede querer decir acariciar o besar. Es la palabra que indica la clase más sublime de amor, el afecto cálido y tierno.

(iv) Está agapé, con el verbo correspondiente agapan. Estas palabras indican una benevolencia inconquistable, una buena voluntad invencible. (Agapé es la palabra que se usa aquí). Si miramos a una persona con agapé, esto quiere decir que no importa lo que esa persona nos haga, o cómo nos trate; no importa que nos insulte o injurie u ofenda: No dejaremos que nos invada el corazón ninguna amargura contra ella, sino la seguiremos mirando con esa benevolencia inconquistable y esa buena voluntad que no procurará sino su bien supremo. De aquí surgen algunas cosas.

(i) Jesús no nos ha pedido nunca que amemos a nuestros enemigos de la misma manera que amamos a nuestros íntimos y próximos. La misma palabra es ya diferente; amar a nuestros enemigos de la misma manera que amamos a nuestra familia no sería posible ni justo. Ésta es una clase de amor diferente.
(ii) ¿Dónde está la diferencia? En el caso de nuestros familiares, no podemos evitar amarlos. Hablamos de enamorarnos; es algo que nos sucede sin buscarlo; es algo que nace de las emociones del corazón. Pero en el caso de nuestros enemigos, el amor no es algo solamente del corazón; es también algo de la voluntad. No es algo que no podemos evitar; es algo que tenemos que estimularnos a hacer. Es, de hecho, una victoria sobre lo que le sucede instintivamente al hombre natural.

Agapé no quiere decir un sentimiento del corazón, que no podemos evitar, y que nos sucede sin quererlo ni buscarlo; quiere decir una decisión de la mente mediante la cual conseguimos esta inconquistable buena voluntad aun para los que nos hacen daño u ofenden. Agapé, ha dicho alguien, es el poder para amar a los que no nos gustan y a los que no gustamos. De hecho, sólo podemos tener agapé cuando Jesucristo nos permite conquistar nuestra tendencia natural a la ira y al resentimiento, y lograr esta buena voluntad invencible para con todo el mundo.

(iii) Es totalmente obvio que lo que no quiere decir agapé, el amor cristiano, es que dejemos a la gente hacer absolutamente lo que les dé la gana, sin nuestra más mínima intervención. Nadie diría que un padre ama de veras a su hijo si le deja hacer y vivir como le dé la gana. Si miramos a una persona con una invencible buena voluntad, a menudo esto querrá decir que tenemos que castigarla, reprimirla, disciplinarla y protegerla contra sí misma. Pero también querrá decir que no la castigaremos para satisfacer nuestro deseo de venganza, sino para que se realice como persona. Querrá decir que toda disciplina y todo castigo cristiano debe proponerse, no la venganza, sino la cura. El castigo no debe ser nunca meramente retributivo; tiene que ser curativo.

(iv) Hay que notar que Jesús estableció este amor como la base para las relaciones personales. La gente usa este pasaje como una base para el pacifismo y como un texto en relación con las relaciones internacionales. Por supuesto que lo incluye todo, pero lo primero y principal es que se refiere a nuestras relaciones personales con nuestra familia y con nuestros vecinos y con las personas que encontramos en nuestra vida diaria. Es mucho más fácil ir por ahí declarando que no debería haber tal cosa como guerra entre las naciones, que vivir una vida en la que nunca permitamos que las desavenencias invadan nuestras relaciones con los que tratamos a diario. En primer lugar y principalmente, este mandamiento de Jesús se refiere a nuestras relaciones personales. Es un mandamiento del que tenemos que decir en primer lugar y principalmente: «Esto va por mí.»

(v) Debemos notar que este mandamiento es sólo posible para un cristiano. Sólo la gracia de Jesucristo puede capacitar a una persona para tener esta inconquistable benevolencia y esta buena voluntad invencible en sus relaciones personales con otros. Sólo cuando Cristo vive en nuestros corazones llega a morir la amargura y brota este amor a la vida. Se dice a menudo que este mundo sería perfecto con que sólo la gente viviera según los principios del Sermón del Monte; pero el hecho escueto es que nadie puede ni empezar a vivir según estos principios sin la ayuda de Jesucristo. Necesitamos a Cristo para que nos capacite para obedecer el mandamiento de Cristo.
(vi) Finalmente -y esto puede que sea lo más importante de todo- debemos notar que este mandamiento no solamente no implica dejar que la gente haga lo que quiera con nosotros; también implica que nosotros debemos hacer algo por ellos. Se nos manda orar por ellos. Nadie puede orar por otra persona y seguir odiándola. Cuando se presenta ante Dios con la otra persona que tiene la tentación de odiar, algo sucede. No podemos seguir odiando a nadie en la presencia de Dios. La manera más eficaz de acabar con la amargura es orar por la persona que estamos tentados a odiar.

EL AMOR CRISTIANO

2. Su razón de ser

Mateo 5:43-48 (conclusión)

Ya hemos visto lo que quería decir Jesús cuando nos mandó tener este amor cristiano; y ahora debemos pasar a ver por qué nos demandó que debíamos tenerlo. ¿Por qué, entonces, demanda Jesús que una persona tenga este amor, esta benevolencia inconquistable y esta buena voluntad invencible? La razón es muy sencilla y tremenda: Es que ese amor hace que la persona se parezca a Dios.
Jesús señalaba la acción de Dios en el mundo, que es la de la benevolencia inconquistable. Dios hace que Su sol salga sobre los buenos y sobre los malos; envía Su lluvia sobre los justos y los injustos. Rabí Yoshua ben Nehemías solía decir: «¿Te has fijado que la lluvia caiga en el campo de A, que es justo, y no en el campo de B, que es injusto? ¿O que el sol salga y brille sobre Israel, que justo, y no sobre los gentiles, que son malvados? Dios ,hace que Su sol brille tanto sobre Israel como sobre las naciones, porque el Señor es bueno con todos.» Hasta a este rabino judío le conmovía e impresionaba la prístina benevolencia de Dios, lo mismo con los santos que con los pecadores.
Hay una leyenda rabínica que cuenta la destrucción de los egipcios en el Mar rojo. Cuando las aguas los cubrieron, así dice la historia, los ángeles iniciaron un himno de alabanza; pero Dios dijo tristemente: «La obra de Mis manos está sepultada en el mar, ¿y vosotros queréis cantar delante de Mí?» El amor de Dios es tal que no puede complacerse nunca por la destrucción de ninguna de las criaturas que han formado Sus manos. El salmista decía: «Los ojos de todos esperan en Ti, y Tú les das su comida a su tiempo. Abres Tu mano y colmas de bendición a todo ser viviente» (Sal 145:15 s). En Dios hay esta benevolencia universal hasta para con los que han quebrantado Sus leyes y Su corazón.

Jesús dice que debemos tener este amor para llegar a ser «hijos de nuestro Padre que está en el cielo.» El hebreo no es rico en adjetivos; por esa razón usa muchas veces hijo de… con un nombre abstracto donde nosotros usaríamos un adjetivo. Por ejemplo: un hijo de paz es una persona pacífica; un hijo de consolación es un hombre consolador. Así que un hijo de Dios es un hombre que se parece a Dios. La razón por la que debemos tener esta benevolencia y buena voluntad inconquistable es que Dios las tiene; y, si las tenemos llegamos a ser nada menos que hijos de Dios, personas que se parecen a Dios.

Aquí tenemos la clave de una de las frases más difíciles del Nuevo Testamento: La frase con que termina este pasaje. Jesús dijo: «Por tanto, tenéis que ser perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.» A primera vista, esto suena como un mandamiento que no es posible que se refiera a nosotros. No hay nadie que considere que podemos ni acercarnos a la perfección de Dios.
La palabra griega para perfecto es teleios. Esta palabra se usa a menudo en griego en un sentido muy especial. No tiene nada que ver con lo que podríamos llamar perfección abstracta o metafísica. Una víctima que es apta para el sacrificio a Dios, que no tiene defecto, es teleios. Un hombre que ha alcanzado su plena estatura es teleios en contraposición a un chico que está creciendo. Un estudiante que ha alcanzado un conocimiento maduro de su asignatura es teleios en oposición a otro que no ha hecho más que empezar y que todavía no ha captado suficientemente las ideas.

Para decirlo de otra manera: La idea griega de la perfección es funcional. Una cosa es perfecta si cumple plenamente el propósito para el que fue pensada, diseñada, y hecha. De hecho, ese sentido se implica en los derivados de esta palabra. Teleios es el adjetivo que se forma del nombre telos. Telos quiere decir fin, propósito, objetivo, meta. Una cosa es teleios, si cumple el propósito para el que fue planificada; una persona es perfecta si cumple el propósito para el cual fue creada.

Tomemos una analogía muy sencilla. Supongamos que tenemos un tornillo suelto en casa y queremos ajustarlo. Echamos mano de un destornillador, y vemos que se ajusta perfectamente a la mano y a la cabeza del tornillo. No es ni demasiado grande ni demasiado pequeño, ni demasiado áspero ni demasiado suave. Lo ajustamos a la muesca del tornillo, y nos damos cuenta de que encaja perfectamente. Le damos las vueltas necesarias y el tornillo queda fijo. En el sentido griego, y especialmente en el del Nuevo Testamento, ese destornillador es teleios, porque cumple perfectamente el propósito para el que lo necesitábamos.

Así pues, una persona es teleios si cumple el propósito para el que fue creada. ¿Con qué propósito fue creada la persona humana? La Biblia no nos deja en la menor duda en esto. En la antigua historia de la creación hallamos a Dios diciendo:

«Hagamos al hombrea Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza» (Ge 1:26 ). El hombre fue creado para parecerse a Dios. La característica de Dios es esta benevolencia universal, esta inconquistable buena voluntad, este constante buscar el bien supremo de cada criatura. La gran característica de Dios es Su amor al santo y al pecador por igual. No importa lo que los hombre Le hagan: Dios no busca nada más que su bien supremo. Eso es lo que ve en Jesús.

Cuando se reproduce en la ‘da de una persona la benevolencia incansable, perdonadora, sacrificial de Dios, esa persona se parece a Dios, y es por tanto perfecta en el sentido de la palabra en el Nuevo Testamento. Para decirlo de una manera todavía más sencilla: La persona que se interese más por los demás será la persona más perfecta.

La enseñanza de la Biblia es unánime en decir que realizamos nuestra humanidad solamente pareciéndonos a Dios. Lo único que nos hace semejantes a Dios es el amor que nunca deja de preocuparse por los hombres, le hagan lo que le hagan. Realizamos nuestra humanidad, alcanzamos la perfección cristiana, cuando aprendemos a perdonar como Dios perdona, y a amar como Dios ama.
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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— y odia a tu enemigo: Ningún texto del AT prescribe expresamente el odio a los enemigos. Sí lo hacen, en cambio, los mss. de Qumrán inspirándose tal vez en pasajes tales como Sal 31:6; Sal 139:21-22.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Lev 19:18; (ver Mat 19:19; Mat 22:39 y par.; Rom 13:9; Gál 5:14; Stg 2:8).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

r 230 Lev 19:18; Mar 12:31

s 231 Éxo 23:4

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

43 (a) Lev_19:18

43 (b) Sal_41:10-11

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Cp. Lev 19:16-18.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

prójimo…Lev 19:18.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R646 El adverbio πλησίον aparece con el artículo y se usa como un sustantivo, y significa: prójimo.

R943 El futuro de indicativo ἀγαπήσεις y el presente de imperativo ἀγαπᾶτε (v. 44) parecen equivalentes (comp. BD362).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

g Lev 19:18.

Fuente: La Biblia Textual III Edición