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Comentario de Mateo 7:21 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Mateo 7:21 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Mat 7:21-23, NO BASTA CON DECIR, «SEÑOR, SEÑOR»

Introducción:

A. Este texto es la continuación del asunto de cómo conocer a los falsos profetas. En los versículos anteriores hay énfasis sobre el fruto que llevan. En este texto hay contraste entre la profesión y la obra.

B. Desde el ver 15 hasta el ver 27, Jesús concluye el Sermón de Monte con lenguaje de juicio.

I. No todo el que me dice Señor, Señor.

A. ¿Qué significa (implica) esta frase? Es correcto llamarle «Señor, Señor» (Jua 13:13) pero al decirlo debemos aceptar lo que implica: que Jesús es Soberano, el Gobernador, el Maestro y Guía de nuestra vida. El que no acepta lo que la palabra implica no debe decir, «Señor, Señor».

B. Decimos «Señor, Señor» cuando cantamos, cuando oramos y en toda profesión de ser sus discípulos. Decimos «Señor, Señor» al llamarnos cristianos y miembros de la iglesia de Cristo. La profesión es hermosa, pero se requiere mucho más que la mera profesión. Nos conviene meditar sobre lo que significa.

C. Implica que debe haber conocimiento. Primeramente debemos aprender de El (Mat 11:29-30; Mat 28:19; Jua 6:44-45). Es imposible seguirle si no sabemos su voluntad.

D. Implica la obediencia. No basta con oír la palabra. No basta con decir «Señor, Señor» (orando o profesando fe en Cristo). No basta con bautizarnos, porque el bautismo, siendo la muerte y la sepultura del «viejo ser» (la vida pasada) implica un cambio radical de vida, un verdadero arrepentimiento. La obediencia no es completa si no vivimos conforme a las enseñanzas del Sermón del Monte. Este sermón no es, como dicen algunos, una especie de «constitución» de la religión de Cristo, pero sí contiene enseñanzas básicas que deben gobernar nuestro corazón y nuestra conducta. Es muy importante aplicar Mat 7:21 y Mat 7:24 a este mismo sermón (como también al resto de las enseñanzas del Nuevo Testamento.

E. Implica, pues, el reconocimiento de su autoridad.

II. Hay eficacia en la oración del justo, Stg 5:16.

A. Mat 6:9-13; Mat 7:7-11. Hay muchos textos que nos enseñan la importancia de orar sin cesar. En este estudio ya se ha dado mucha atención al tema.

B. Todas las religiones dan mucha importancia a la oración: los judíos tenían sus horas de oración (los mahometanos siguen la práctica); los católicos rezan (el «Padrenuestro», la «Ave María»), contando las repeticiones; también los evangélicos rezan el «Padrenuestro» y otras oraciones.

C. Solamente orar en casa. Muchísimas personas dicen que son creyentes, que pueden orar en casa, y que por eso no tienen que asistir a ninguna iglesia. El orar es su único acto de culto. (El asistir para cantar, para tomar la cena del Señor, para ofrendar, para estudiar la Biblia y para orar con otros no cuenta para ellos, no tiene importancia). El orar es su religión. Su creencia es semejante a la creencia de los que enseñan la salvación por «la fe sola»; escogen una sola cosa y le dan toda la importancia. Sin embargo, la obediencia no puede ser sustituida por el orar.

D. El problema con esta actitud es que solamente ellos hablan (en oración), pero no dejan que Dios les hable a través de su palabra. Hablan pero no escuchan. Pero los que no escuchan a Dios no serán escuchados por Dios.

III. Pero muchos no dan a la obediencia el mismo énfasis que dan a la oración.

A. Jesús da suma importancia a la obediencia. Estúdiense con cuidado los siguientes textos: Mat 6:10, «hágase tu voluntad»; 7:21, «sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos»; 7:24, «Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace»; 12:50, «Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre»; 21:31, «¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?»; Luc 6:46, «¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?» Véanse también Jua 7:17; Rom 2:12-13; Heb 5:8-9.

B. Pero tantos hombres no le dan la misma importancia que Jesús le da. Más bien buscan el camino ancho en la religión, doctrinas que agradan a los hombres. Buscan su propia conveniencia.

C. ¿Obedecer qué? Para comenzar, este mismo sermón tiene que ser obedecido y, por supuesto, toda la enseñanza del Nuevo Testamento. Jesús y Juan predicaron el arrepentimiento (es decir, el cambio de corazón y vida) y el bautismo para remisión de pecados, y en este sermón Jesús nos dice cómo cambiar. Nos dice los cambios necesarios. Todos hemos pecado y hemos vivido en el pecado. Estando en el mundo, no habíamos practicado estas enseñanzas.

D. La prueba principal del amor es la obediencia. Jua 14:21-24, «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama».

IV. ¿No hicimos grandes cosas en tu nombre?

A. Hacer algo «en el nombre» de Jesús significa hacerlo «por su autoridad» y es imposible obrar por la autoridad de Jesús sin obrar conforme a sus enseñanzas. Desde luego, El no autoriza nada que contradiga su propia voluntad.

B. Advertencias alarmantes. Mat 24:24, «Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos». Obsérvese que Jesús dice que algunos no aprobados por Dios harán grandes señales y prodigios 2Ts 2:9, Pablo habla de «señales y prodigios mentirosos». ¿Cuántas personas hacen el esfuerzo por examinar tales «señales» y probar a los maestros que las hacen? Tantas personas simplemente se dejan engañar, y tendrán que sufrir las consecuencias.

C. Se acabaron los dones. Las señales servían para confirmar el evangelio (Mar 16:20; Hch 14:3; Heb 2:3-4); por eso, las profecías iban a acabarse cuando «lo perfecto» (lo completo) llegaba (1Co 13:7-10). Se refiere al Nuevo Testamento ya completado. Cuando Juan el apóstol escribió Apocalipsis a fines del primer siglo, se completó la revelación de Dios. Entonces también se acabaron las lenguas (1Co 13:8) y los demás milagros que servían para confirmar la palabra. (Las lenguas eran por señal a los incrédulos, 1Co 14:22).

D. Por lo tanto, los que profesan recibir revelaciones modernas son falsos, como también los que profesan sanar enfermos y hablar en lenguas. Todos los dones se acabaron, porque ahora tenemos el Nuevo Testamento en su forma completa. Si los hombres todavía recibieran profecías, tendrían que agregarlas al Nuevo Testamento, y nadie se atreve a hacerlo. Esto indica que ellos mismos saben que no están recibiendo revelaciones. Son falsos.

E. «En tu nombre echamos fuera demonios». No existen hoy en día demonios como aquellos que fueron echados fuera por Jesús y sus apóstoles. Aquellos demonios eran espíritus inmundos que tomaron posesión y control de algunas personas para atormentarlas. Tales demonios tenían ciencia sobrehumana, porque reconocían que Jesús era el Hijo de Dios (Mat 8:29), cuando otros no lo reconocieron; algunos endemoniados no podían ser atados con cadenas (Mar 5:4-5), etc. Tal fenómeno no existe ahora. Es verdad que Satanás entra en muchas personas como entró en Judas (Jua 13:27) y en Ananías (Hch 5:3), pero lo hace con el permiso del individuo. No fue así en el primer siglo, pues tomaron control de la vida de muchos sin su permiso. Los que hablan ahora de echar fuera a los demonios de alguien habla locura. Satanás tiene control de muchas vidas, pero estos pueden y deben librarse de ese control.

F. Así es que los que dicen que en el nombre de Jesús profetizan, echan fuera demonios y hacen milagros se engañan solos, a menos que sean charlatanes de los más viles que conscientemente engañan a la gente.

G. Otras buenas obras. Muchos que no profesan profetizar, etc. en el nombre de Cristo, profesan hacer muchas buenas obras de benevolencia. La religión de mucha gente es hacer buenas obras (obras que según ellos son buenas), pero el hacer buenas obras no sustituye la obediencia.

H. Una advertencia solemne. Recuérdese que todos los grupos religiosos enseñan «mucha Biblia». Aun los «testigos», por más que blasfemen a Cristo, enseñan cosas buenas. Algunas iglesias enseñan muchísimas cosas buenas y los miembros son en algunas cosas «muy buena gente», pero entre más el billete falso aparezca ser genuino, más peligroso es. Para matar ratones se usa un 98% de puro cereal y solamente un 2% de veneno, pero ese pequeño porcentaje de veneno mata.

V. «Entonces les declararé: nunca os conocí.»

A. ¡ Que grande sorpresa para muchos! Desde luego, «Aquél Día» traerá muchas sorpresas. Multiplicados millones se sorprenderán porque ni siquiera creen que habrá Juicio Final. Otros creen que cuando Cristo venga establecerá su reino aquí en la tierra para reinar mil años (por eso siguen orando, «venga tu reino»).

B. Aun profetizaban, echaban fuera demonios e hicieron milagros. Tal vez estos serán más sorprendidos que nadie. Luc 13:26, «Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste»; es decir, «nos conocíamos íntimamente».

C. La palabra » declarar» es la palabra usada en Mat 10:32. Si no le confesamos (haciendo su voluntad) El declarará que no nos conoce.

D. «Nunca os conocí». La palabra «conocer» significa «aprobar». 1Co 8:3, «si alguno ama a Dios, es conocido por él»; Gál 4:9, «siendo conocidos de Dios»; 2Ti 2:19, «Conoce el Señor a los que son suyos». Significa una relación de aprobación. Véase también Mat 25:12. Dice Cristo, «Nunca» os conocí. El nunca aceptó su «servicio» porque era «culto voluntario» (culto «en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres», Col 2:22-23).

E. «Hacedores de maldad». «Maldad, ANOMIA, iniquidad, relacionado con ANOMOS, sin ley… ANOMIA no es meramente infracción de la ley, sino su rechazo flagrante en rebeldía; actuar y vivir al margen de ella; Besson traduce más literalmente… ilegalidad (y en nota al pie aclara: la anarquía). Esta definición de pecado expone su carácter esencial como el rechazamiento de la ley, o voluntad de Dios, y su sustitución por la voluntad de uno mismo» (WEV). Es decir, obraban fuera de la autoridad de Cristo. Eran religiosos, hacían muchas cosas religiosas, aun practicaban buenas obras, pero no querían sujetarse a la autoridad de Jesús,sino la sustituían con la sabiduría humana.

F. En «Aquél Día» Cristo quitará la máscara a todos los que solamente profesan servirle pero siempre hacían su propia voluntad y no la voluntad de Dios. Quitará el vestido de oveja y expondrá los lobos. Les hará ver que estaban en el camino ancho y no en el camino angosto.

Conclusión.

A. No basta con simplemente DECIR «Señor, Señor». No basta con simplemente orar a Dios. El orar tiene gran eficacia, pero no puede sustituir la obediencia.

B. Cristo será el Juez. Este texto nos hace ver claramente que nuestro Señor Jesucristo será el Juez en «Aquél Día». Muchos se sorprenderán al saber esto, porque dicen que Jesús era solamente un Buen Hombre, un Buen Maestro, etc.

C. Muchos viven engañados, y morirán engañados, y en esa condición tendrán que comparecer delante del Señor.

D. Este juicio será final. Es para siempre. «E irán estos al castigo eterno» (Mat 25:46).

E. ¡Nos urge oír el evangelio puro, aprenderlo y obedecerlo cuanto antes!

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

no todo el que me dice: Señor, Señor. Mat 25:11, Mat 25:12; Ose 8:2, Ose 8:3; Luc 6:46; Luc 13:25; Hch 19:13; Rom 2:13; Tit 1:16; Stg 1:22; Stg 2:20-26.

entrará en el reino de los cielos. Mat 18:3; Mat 19:24; Mat 21:31; Mat 25:11, Mat 25:12, Mat 25:21; Isa 48:1, Isa 48:2; Mar 9:47; Mar 10:23, Mar 10:24; Luc 18:25; Jua 3:5; Hch 14:22; Heb 4:6.

sino el que hace la voluntad. Mat 12:50; Mat 21:29-31; Mar 3:35; Luc 11:28; Jua 6:40; Jua 7:17; Rom 12:2; Efe 6:6; Col 4:12; 1Ts 4:3; 1Ts 5:18; Heb 13:21; 1Pe 2:15; 1Pe 4:2; 1Jn 3:21-24; Apo 22:14.

de mi Padre. Mat 10:32, Mat 10:33; Mat 16:17; Mat 18:10, Mat 18:19, Mat 18:35; Mat 26:39, Mat 26:42; Jua 5:17; Jua 10:29, Jua 10:30; Jua 14:7; Jua 15:23; Apo 2:27; Apo 3:5.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Dado que mucha gente enseña de manera errada, hay una tendencia a preguntarse, entonces, cómo tanta gente puede estar equivocada. Además, ellos hacen cosas tan buenas, las cuales parecen estar tan bien. Por ejemplo, ellos profetizaron, echaron fuera demonios, e hicieron muchos milagros. Y ellos hicieron estas cosas en tu nombre. La triple repetición enfatiza fuertemente esto (cf. Mat 24:4, Mat 24:5; Mat 24:23-25). Surge la pregunta. «¿Cuál sería una evidencia de autoridad más grande que estas cosas?» Recuerden que Cristo ha estado interpretando la ley para ellos y que la ley era muy clara en el sentido de que la Palabra de Dios es superior a cualquier milagro. Además, aunque se cumpliese la señal que anunciaba, tenía que ser rechazado y ejecutado, si el mensaje que transmitía no estaba de acuerdo a la Palabra de Dios (Deu 13:1-18).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

EL QUE HACE LA VOLUNTAD DE MI PADRE. Jesús enseñó enfáticamente que el cumplimiento Os la voluntad de su Padre celestial era una condición para entrar en el reino de los cielos (cf. vv. Mat 7:22-27; Mat 19:16-26; Mat 25:31-46). Sin embargo, eso no significa que haya que ganar o merecer la salvación mediante las obras y los esfuerzos humanos. Esto es cierto por las razones siguientes:

(1) Se recibe el perdón Os Dios mediante la fe y el arrepentimiento hechos posibles por la gracia y la muerte expiatoria 0e Cristo (véanse Mat 26:28, nota; Luc 15:11-32; Luc 18:9-14).

(2) La obediencia a la voluntad de Dios exigida por Cristo es en efecto una condición permanente para la salvación; pero Cristo también afirma que es una gracia de la salvación del reino. Como tal se debe orar continuamente por ella, recibirla y hacerla eficaz mediante una fe sincera y un esfuerzo intenso. Hay indicaciones de eso en el Padrenuestro (Mat 6:9-13) y en las muchas exhortaciones dirigidas a los creyentes para que hagan morir el pecado y se presenten a Dios como sacrificios vivos (cf. Rom 6:1-23; Rom 8:1-17; Rom 12:1-2; véanse Mat 5:6, nota sobre el hambre y la sed de justicia, y el ARTÍCULO LA VOLUNTAD DE DIOS, P. 966. [Isa 53:10]).

(3) Cada uno puede hacer la voluntad de Dios y llevar una vida recta en virtud de ese don, es decir, de la gracia y el poder de Dios, y de la vida espiritual que continuamente se le da por medio de Cristo (Efe 2:5). Las Escrituras declaran que «por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios… Porque somos hechura suya» (Efe 2:8-10).

(4) Dios siempre pone a disposición del creyente la obediencia que Él exige de sus hijos. Se atribuye a la acción redentora de Dios. «Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (véase Flp 2:13, nota). No obstante, el don de la gracia de Dios no anula la responsabilidad ni la acción humana. Cada uno debe responder positivamente al don de la obediencia a Dios (Efe 4:22-32; Jud 1:20-21; Jud 1:24; véase Flp 2:12, nota), porque sigue siendo libre para rechazar la gracia de Dios, para no querer acercarse a Dios por medio de Cristo (véase Heb 7:25, nota) y para negarse a pedir y a aceptar la vida de obediencia (véanse Mat 5:6, nota, y el ARTÍCULO LA FE Y LA GRACIA, P. 1582. [Rom 5:21]).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

No todo el que me dice … sino el que hace. La esterilidad de este tipo de fe demuestra su verdadero carácter (cp. el v. Mat 7:20). La fe que dice pero no hace, es realmente hipócrita. Jesús no estaba sugiriendo aquí que las obras son meritorias para la salvación, pero sí que la verdadera fe no dejará de producir el fruto de las buenas obras. Este es precisamente el tema de Stg 1:22-25; Stg 2:26.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Mat 7:21-23, NO BASTA CON DECIR, «SEÑOR, SEÑOR»
Introducción:
A. Este texto es la continuación del asunto de cómo conocer a los falsos profetas. En los versículos anteriores hay énfasis sobre el fruto que llevan. En este texto hay contraste entre la profesión y la obra.
B. Desde el ver 15 hasta el ver 27, Jesús concluye el Sermón de Monte con lenguaje de juicio.
I. No todo el que me dice Señor, Señor.
A. ¿Qué significa (implica) esta frase? Es correcto llamarle «Señor, Señor» (Jua 13:13) pero al decirlo debemos aceptar lo que implica: que Jesús es Soberano, el Gobernador, el Maestro y Guía de nuestra vida. El que no acepta lo que la palabra implica no debe decir, «Señor, Señor».
B. Decimos «Señor, Señor» cuando cantamos, cuando oramos y en toda profesión de ser sus discípulos. Decimos «Señor, Señor» al llamarnos cristianos y miembros de la iglesia de Cristo. La profesión es hermosa, pero se requiere mucho más que la mera profesión. Nos conviene meditar sobre lo que significa.
C. Implica que debe haber conocimiento. Primeramente debemos aprender de El (Mat 11:29-30; Mat 28:19; Jua 6:44-45). Es imposible seguirle si no sabemos su voluntad.
D. Implica la obediencia. No basta con oír la palabra. No basta con decir «Señor, Señor» (orando o profesando fe en Cristo). No basta con bautizarnos, porque el bautismo, siendo la muerte y la sepultura del «viejo ser» (la vida pasada) implica un cambio radical de vida, un verdadero arrepentimiento. La obediencia no es completa si no vivimos conforme a las enseñanzas del Sermón del Monte. Este sermón no es, como dicen algunos, una especie de «constitución» de la religión de Cristo, pero sí contiene enseñanzas básicas que deben gobernar nuestro corazón y nuestra conducta. Es muy importante aplicar Mat 7:21 y Mat 7:24 a este mismo sermón (como también al resto de las enseñanzas del Nuevo Testamento.
E. Implica, pues, el reconocimiento de su autoridad.
II. Hay eficacia en la oración del justo, Stg 5:16.
A. Mat 6:9-13; Mat 7:7-11. Hay muchos textos que nos enseñan la importancia de orar sin cesar. En este estudio ya se ha dado mucha atención al tema.
B. Todas las religiones dan mucha importancia a la oración: los judíos tenían sus horas de oración (los mahometanos siguen la práctica); los católicos rezan (el «Padrenuestro», la «Ave María»), contando las repeticiones; también los evangélicos rezan el «Padrenuestro» y otras oraciones.
C. Solamente orar en casa. Muchísimas personas dicen que son creyentes, que pueden orar en casa, y que por eso no tienen que asistir a ninguna iglesia. El orar es su único acto de culto. (El asistir para cantar, para tomar la cena del Señor, para ofrendar, para estudiar la Biblia y para orar con otros no cuenta para ellos, no tiene importancia). El orar es su religión. Su creencia es semejante a la creencia de los que enseñan la salvación por «la fe sola»; escogen una sola cosa y le dan toda la importancia. Sin embargo, la obediencia no puede ser sustituida por el orar.
D. El problema con esta actitud es que solamente ellos hablan (en oración), pero no dejan que Dios les hable a través de su palabra. Hablan pero no escuchan. Pero los que no escuchan a Dios no serán escuchados por Dios.
III. Pero muchos no dan a la obediencia el mismo énfasis que dan a la oración.
A. Jesús da suma importancia a la obediencia. Estúdiense con cuidado los siguientes textos: Mat 6:10, «hágase tu voluntad»; 7:21, «sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos»; 7:24, «Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace»; 12:50, «Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre»; 21:31, «¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?»; Luc 6:46, «¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?» Véanse también Jua 7:17; Rom 2:12-13; Heb 5:8-9.
B. Pero tantos hombres no le dan la misma importancia que Jesús le da. Más bien buscan el camino ancho en la religión, doctrinas que agradan a los hombres. Buscan su propia conveniencia.
C. ¿Obedecer qué? Para comenzar, este mismo sermón tiene que ser obedecido y, por supuesto, toda la enseñanza del Nuevo Testamento. Jesús y Juan predicaron el arrepentimiento (es decir, el cambio de corazón y vida) y el bautismo para remisión de pecados, y en este sermón Jesús nos dice cómo cambiar. Nos dice los cambios necesarios. Todos hemos pecado y hemos vivido en el pecado. Estando en el mundo, no habíamos practicado estas enseñanzas.
D. La prueba principal del amor es la obediencia. Jua 14:21-24, «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama».
IV. ¿No hicimos grandes cosas en tu nombre?
A. Hacer algo «en el nombre» de Jesús significa hacerlo «por su autoridad» y es imposible obrar por la autoridad de Jesús sin obrar conforme a sus enseñanzas. Desde luego, El no autoriza nada que contradiga su propia voluntad.
B. Advertencias alarmantes. Mat 24:24, «Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos». Obsérvese que Jesús dice que algunos no aprobados por Dios harán grandes señales y prodigios 2Ts 2:9, Pablo habla de «señales y prodigios mentirosos». ¿Cuántas personas hacen el esfuerzo por examinar tales «señales» y probar a los maestros que las hacen? Tantas personas simplemente se dejan engañar, y tendrán que sufrir las consecuencias.
C. Se acabaron los dones. Las señales servían para confirmar el evangelio (Mar 16:20; Hch 14:3; Heb 2:3-4); por eso, las profecías iban a acabarse cuando «lo perfecto» (lo completo) llegaba (1Co 13:7-10). Se refiere al Nuevo Testamento ya completado. Cuando Juan el apóstol escribió Apocalipsis a fines del primer siglo, se completó la revelación de Dios. Entonces también se acabaron las lenguas (1Co 13:8) y los demás milagros que servían para confirmar la palabra. (Las lenguas eran por señal a los incrédulos, 1Co 14:22).
D. Por lo tanto, los que profesan recibir revelaciones modernas son falsos, como también los que profesan sanar enfermos y hablar en lenguas. Todos los dones se acabaron, porque ahora tenemos el Nuevo Testamento en su forma completa. Si los hombres todavía recibieran profecías, tendrían que agregarlas al Nuevo Testamento, y nadie se atreve a hacerlo. Esto indica que ellos mismos saben que no están recibiendo revelaciones. Son falsos.
E. «En tu nombre echamos fuera demonios». No existen hoy en día demonios como aquellos que fueron echados fuera por Jesús y sus apóstoles. Aquellos demonios eran espíritus inmundos que tomaron posesión y control de algunas personas para atormentarlas. Tales demonios tenían ciencia sobrehumana, porque reconocían que Jesús era el Hijo de Dios (Mat 8:29), cuando otros no lo reconocieron; algunos endemoniados no podían ser atados con cadenas (Mar 5:4-5), etc. Tal fenómeno no existe ahora. Es verdad que Satanás entra en muchas personas como entró en Judas (Jua 13:27) y en Ananías (Hch 5:3), pero lo hace con el permiso del individuo. No fue así en el primer siglo, pues tomaron control de la vida de muchos sin su permiso. Los que hablan ahora de echar fuera a los demonios de alguien habla locura. Satanás tiene control de muchas vidas, pero estos pueden y deben librarse de ese control.
F. Así es que los que dicen que en el nombre de Jesús profetizan, echan fuera demonios y hacen milagros se engañan solos, a menos que sean charlatanes de los más viles que conscientemente engañan a la gente.
G. Otras buenas obras. Muchos que no profesan profetizar, etc. en el nombre de Cristo, profesan hacer muchas buenas obras de benevolencia. La religión de mucha gente es hacer buenas obras (obras que según ellos son buenas), pero el hacer buenas obras no sustituye la obediencia.
H. Una advertencia solemne. Recuérdese que todos los grupos religiosos enseñan «mucha Biblia». Aun los «testigos», por más que blasfemen a Cristo, enseñan cosas buenas. Algunas iglesias enseñan muchísimas cosas buenas y los miembros son en algunas cosas «muy buena gente», pero entre más el billete falso aparezca ser genuino, más peligroso es. Para matar ratones se usa un 98% de puro cereal y solamente un 2% de veneno, pero ese pequeño porcentaje de veneno mata.
V. «Entonces les declararé: nunca os conocí.»
A. ¡ Que grande sorpresa para muchos! Desde luego, «Aquél Día» traerá muchas sorpresas. Multiplicados millones se sorprenderán porque ni siquiera creen que habrá Juicio Final. Otros creen que cuando Cristo venga establecerá su reino aquí en la tierra para reinar mil años (por eso siguen orando, «venga tu reino»).
B. Aun profetizaban, echaban fuera demonios e hicieron milagros. Tal vez estos serán más sorprendidos que nadie. Luc 13:26, «Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste»; es decir, «nos conocíamos íntimamente».
C. La palabra » declarar» es la palabra usada en Mat 10:32. Si no le confesamos (haciendo su voluntad) El declarará que no nos conoce.
D. «Nunca os conocí». La palabra «conocer» significa «aprobar». 1Co 8:3, «si alguno ama a Dios, es conocido por él»; Gál 4:9, «siendo conocidos de Dios»; 2Ti 2:19, «Conoce el Señor a los que son suyos». Significa una relación de aprobación. Véase también Mat 25:12. Dice Cristo, «Nunca» os conocí. El nunca aceptó su «servicio» porque era «culto voluntario» (culto «en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres», Col 2:22-23).
E. «Hacedores de maldad». «Maldad, ANOMIA, iniquidad, relacionado con ANOMOS, sin ley… ANOMIA no es meramente infracción de la ley, sino su rechazo flagrante en rebeldía; actuar y vivir al margen de ella; Besson traduce más literalmente… ilegalidad (y en nota al pie aclara: la anarquía). Esta definición de pecado expone su carácter esencial como el rechazamiento de la ley, o voluntad de Dios, y su sustitución por la voluntad de uno mismo» (WEV). Es decir, obraban fuera de la autoridad de Cristo. Eran religiosos, hacían muchas cosas religiosas, aun practicaban buenas obras, pero no querían sujetarse a la autoridad de Jesús,sino la sustituían con la sabiduría humana.
F. En «Aquél Día» Cristo quitará la máscara a todos los que solamente profesan servirle pero siempre hacían su propia voluntad y no la voluntad de Dios. Quitará el vestido de oveja y expondrá los lobos. Les hará ver que estaban en el camino ancho y no en el camino angosto.
Conclusión.
A. No basta con simplemente DECIR «Señor, Señor». No basta con simplemente orar a Dios. El orar tiene gran eficacia, pero no puede sustituir la obediencia.
B. Cristo será el Juez. Este texto nos hace ver claramente que nuestro Señor Jesucristo será el Juez en «Aquél Día». Muchos se sorprenderán al saber esto, porque dicen que Jesús era solamente un Buen Hombre, un Buen Maestro, etc.
C. Muchos viven engañados, y morirán engañados, y en esa condición tendrán que comparecer delante del Señor.
D. Este juicio será final. Es para siempre. «E irán estos al castigo eterno» (Mat 25:46).
E. ¡Nos urge oír el evangelio puro, aprenderlo y obedecerlo cuanto antes!

Fuente: Notas Reeves-Partain

FALSAS PRETENSIONES

Mateo 7:21-23

No será el que Me llame «¡Señor, Señor!» el que entre en el Reino del Cielo, sino el que haga la voluntad de Mi Padre Que está en el Cielo. Muchos Me dirán ese Día: » ¡Señor, Señor! ¿Es que no profetizamos en Tu nombre, y echamos muchos demonios en Tu nombre, e hicimos muchas obras de poder en Tu nombre?» Entances les comunicaré públicamente: «No os conozco de nada. ¡Alejaos de Mí, obreros de iniquidad!»

Este pasaje contiene un detalle que parece sorprendente. Jesús está totalmente dispuesto a conceder que es un hecho que muchos de los falsos profetas dicen y hacen obras maravillosas e impresionantes.
Debemos tener presente cómo era el mundo antiguo. Los milagros eran acontecimientos corrientes. Esto tenía que ver con la idea que se tenía entonces de la enfermedad. En el mundo antiguo se creía que todas las enfermedades eran obra de los demonios. Si una persona estaba enferma era porque algún demonio había conseguido ejercer una influencia maligna sobre ella, o se habían introducido en alguna parte de su cuerpo. Las curaciones por tanto se tenían que lograr por vía de exorcismo. La consecuencia de esto era que muchas de las enfermedades eran lo que llamaríamos psicológicas, y había muchas formas de curarlas. Si una persona conseguía convencerse -o autosugestionarse- llegando a creer que tenía dentro un demonio o que un demonio la tenía en su poder, esa persona estaría indudablemente enferma. Y si otro conseguía convencerla de que el poder del demonio había sido quebrantado y ella ya estaba libre, entonces esa persona se pondría buena muy probablemente.
Los líderes de la iglesia nunca negaron los milagros paganos. Como respuesta a los milagros de Cristo, Celso citaba los atribuidos a Esculapio y Apolo. Orígenes, que se opuso a sus argumentos, ni por un momento negó la existencia de esos milagros. Sencillamente respondió: «Tal poder curativo no es en sí mismo ni bueno ni malo, y está en principio al alcance de gente piadosa e impía» (Orígenes Contra Celso 3:22). Hasta en el Nuevo Testamento leemos acerca de exorcistas judíos que añadieron el nombre de Jesús a su repertorio, y que echaban demonios por este medio (Hch 19:13 ; cp. Mr 9:38 ). Había muchos charlatanes que ofrecían a Jesús un reconocimiento de labios, y que usaban su nombre para producir efectos maravillosos en personas poseídas de demonios. Lo que Jesús está diciendo es que, si una persona usa su nombre con pretensiones falsas, llegará el día en que tenga que rendir cuentas. Sus motivos verdaderos serán expuestos, y él será dEsterrado de la presencia de Dios.

Hay dos grandes verdades de valor permanente en este pasaje. No hay más que una sola manera en que se puede demostrar la sinceridad de una persona, y es su conducta. Las palabras bonitas nunca pueden ocupar el lugar de las obras verdaderas. No hay más que una manera de demostrar el amor y es mediante la obediencia. No tiene sentido el decir que amamos a una persona, y luego hacer cosas que quebrantan su corazón.
Cuando éramos pequeños, tal vez solíamos decirle a nuestra madre: «Mamá, te quiero mucho.» Y puede ser que nuestra madre nos sonriera a veces y dijera: «Me gustaría que me lo demostraras un poquito más en tu comportamiento.» También se puede confesar a Dios con los labios, negándole en la vida. No es difícil recitar un credo, pero sí lo es vivir la vida cristiana. La fe sin la práctica es una contradicción en términos y el amor sin la obediencia es una imposibilidad.
Por detrás de este pasaje se encuentra la idea del juicio. Por todo él fluye la seguridad de que el Día del Juicio está al llegar. Una persona puede conseguir mantener las pretensiones y los disfraces, pero llega el día en que todo esto aparece tal como es, y los disfraces desaparecen. Podemos engañar a los hombres con nuestros pensamientos, pero a Dios no. «Tú disciernes mis pensamientos desde lejos,» decía el salmista (Sal 139:2 ). Ninguna persona puede engañar en última instancia al Dios que ve el corazón Y sí que -siguió diciendo Jesús-, cualquiera que me oiga estas palabras y las haga, se parecerá a un hombre sensato que se construyó la casa sobre la roca: cayó la lluvia, se desbordó el río y sopló el viento contra aquella casa, y no se cayó, porque estaba cimentada en la roca; y cualquiera que me oiga estas palabras pero no las haga, se parecerá a un hombre insensato que se construyó la casa sobre la arena: cayó la lluvia, se desbordó el río y sopló el viento contra aquella casa, y se cayó, y su ruina fue irreparable.

Cuando Jesús acabó de hablar todo esto, la gente se admiraba de Su enseñanza; porque les enseñaba como Quien tenía autoridad, y no como sus escribas.

Jesús era un experto en un doble sentido. Era un experto en la Escritura. El autor de Proverbios le dejó una sugerencia para Su alegoría: «Cuando pasa el torbellino, el malo no permanece, pero el justo está establecido para siempre» (Pr 10:25 ). Aquí tenemos el boceto del cuadro que Jesús pintó de las dos casas y los dos constructores. Pero Jesús era también un experto en la vida. Era un artesano que sabía todo lo que había que saber sobre cómo construir casas, y cuando hablaba acerca de los cimientos de una casa sabía de lo que estaba hablando. Esta no es una ilustración inventada por un literato en su despacho; es la ilustración de un hombre práctico.

Esta tampoco era una ilustración traída por los pelos; sino la historia de la clase de cosa que podía suceder muy fácilmente. En Palestina el constructor tenía que tener previsión. Había muchos valles que en verano parecían arenales agradables, pero que en invierno eran el lecho de furiosos torrentes. Podía ser que alguien estuviera buscando dónde construirse la casa; vería ese huequecito arenoso agradablemente protegido, y pensaría que era. el lugar ideal. Pero, si no era hombre previsor, a lo mejor construía su casa en el lecho seco de un torrente; y, cuando llegara el invierno, se le desintegraría la casa. Hasta en un lugar ordinario sería tentador empezar a construir en un terreno arenoso y nivelado, sin tener que preocuparse de profundizar hasta encontrar la roca; pero de esa manera el desastre acechaba a corto plazo.
Sólo una casa cuyo cimiento sea firme podrá resistir la tormenta; y sólo una vida cuyos cimientos sean estables podrá superar la prueba. Jesús demandaba dos cosas.
(i) Demandaba que se Le escuchara. Una de las grandes dificultades que tenemos que arrostrar hoy en día es el simple hecho de que la gente a menudo no sabe lo que Jesús dijo o lo que la Iglesia enseña. De hecho, la cosa es peor todavía. A menudo se tiene una idea totalmente equivocada de lo que dijo Jesús y de lo que la Iglesia enseña. No forma parte de la obligación de ninguna persona respetable el condenar a una persona, o a una institución que no se ha escuchado -y eso es hoy precisamente lo que hacen muchos. El primer paso hacia la vida cristiana es sencillamente darle a Jesucristo una oportunidad de que se Le escuche.

(ii) Demandaba que las personas hicieran. El conocimiento sólo llega a ser pertinente cuando se traduce en acción. Es perfectamente posible sacar sobresaliente en un examen de ética cristiana, y sin embargo no ser cristiano. El conocimiento debe convertirse en acción; la teoría debe materializarse en la práctica; la teología debe convertirse en vida. No tiene mucho sentido ir al médico, a menos que se esté preparado a hacer lo que nos diGálatasGa. No tiene mucho sentido acudir a un experto, a menos que se esté preparado a poner en práctica su consejo. Y sin embargo hay miles de personas que escuchan la predicación de Jesucristo todos los domingos, y que tienen suficiente conocimiento de lo que Jesús enseñó, y sin embargo se esfuerzan poco o nada en ponerlo en práctica. Si queremos ser seguidores de Jesús en algún sentido que merezca ese título, debemos oír y hacer.

¿Hay alguna -palabra que incluya oír y hacer? Sí la hay, y es obediencia. Jesús demanda nuestra obediencia implícita. Aprender a obedecer es la cosa más importante de la vida.

Hace algún tiempo se habló del caso de un marino de la marina real británica al que se impuso un castigo muy severo por quebrantar la disciplina. Tan severo fue el castigo que en algunos círculos civiles se creyó que había sido excesivo. Un periódico ofreció a sus lectores la oportunidad de manifestar sus opiniones. Uno de los que contestaron era un hombre que había servido varios años en la marina real. A él no le parecía que el castigo había sido demasiado severo. Creía que la disciplina era absolutamente esencial, porque su finalidad era preparar a las personas a obedecer las órdenes automática e incuestionablemente, y de tal obediencia podía depender la vida de una persona o de varias. Citó un caso de su propia experiencia: Iba en una lancha que estaba remolcando un barco mucho- más pesado en un mar encrespado. El barco iba sujeto a la lancha con un cable de acero. De pronto, en medio del viento y las salpicaduras llegó una única e insistente voz de mando del oficial a cargo de la lancha: «¡Abajo!» Inmediatamente todo el personal se tiró al suelo. Precisamente entonces se rompió el cable del remolque, y sus trozos empezaron a azotar el aire como una serpiente loca de acero. Si se hubiera quedado de pie alguno de los hombres, no habría podido escapar con vida; pero afortunadamente toda la tripulación obedeció la orden automáticamente y nadie sufrió daño. Si alguno se hubiera puesto a discutir la orden o a preguntar sus razones, habría sido hombre muerto. La obediencia salvó vidas.
Es una obediencia así la que Jesús demanda. Jesús asegura que obedecerle es el único cimiento seguro en la vida; y Su promesa es que la vida que se basa en la obediencia a El está a salvo, vengan las tormentas que vengan.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— reino de los cielos. Ver nota a Mat 3:2.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Mat 5:20; Mat 6:10; Rom 2:13; 1Jn 2:17.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

y 311 Mat 21:29; Rom 2:13; Stg 1:22; 1Jn 5:3

z 312 1Jn 2:17

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

21 (1) Para entrar en el reino de los cielos necesitamos hacer dos cosas: invocar al Señor y hacer la voluntad del Padre celestial. Invocar al Señor basta para ser salvos ( Rom_10:13), pero para entrar en el reino de los cielos también necesitamos hacer la voluntad del Padre celestial. Por lo tanto, no todo el que dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos; sólo entrarán aquellos que invocan al Señor y hacen la voluntad del Padre celestial. Entrar en el reino de los cielos requiere que hagamos la voluntad del Padre celestial, y obviamente difiere de entrar en el reino de Dios por medio de la regeneración ( Jua_3:3 , Jua_3:5). La entrada a éste se obtiene naciendo de la vida divina; la entrada a aquél se obtiene viviendo esa vida.

21 (a) Mat_25:11 ; Luc_6:46 ; Luc_13:25 ; Rom_10:13

21 (b) Mat_5:20 ; Hch_14:22 ; 2Pe_1:11 ; cfr. Jua_3:5

21 (c) 1Jn_2:17

21 (d) Mat_12:50 ; Rom_12:2 ; Efe_5:17 ; Col_1:9

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

La obediencia a la voluntad de Dios es primero.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Nuestro Señor terminó el Sermón del Monte con una aplicación que penetra hasta lo más íntimo de la conciencia. Después de hablar de los falsos maestros pasa á tratar de los falsos discípulos.
La primera lección que del pasaje se desprende es que una mera profesión externa del Cristianismo es inútil. No todo el que diga, «Señor, Señor,» entrará en el reino de los cielos. No todos los que profesen ser cristianos se salvarán.
Para que una alma se salve se requiere mucho más de lo que comúnmente se cree. Bien que hayamos sido bautizados en nombre de Cristo; bien que poseamos un conocimiento científico de las doctrinas religiosas, y que tal vez seamos maestros de nuestros semejantes. Más ¿hacemos la voluntad de nuestro Padre celestial? ¿Nos hemos arrepentido verdaderamente, creemos con sinceridad, y llevamos una vida humilde y santa? Si así no fuere, a pesar de todas nuestras oportunidades y protestas, dejaremos de entrar en el cielo y oiremos las terribles palabras: «Nunca os conocí.» El día del juicio revelará á la verdad cosas muy extrañas! Se nos presenta, en segundo lugar, un cuadro notable de dos clases dé oyentes cristianos. Á la primera pertenecen los que oyen y no practican; y á la segunda los que oyen y practican.
El que oye los preceptos del Cristianismo y los practica, es como el hombre prudente que edifica su casa sobre una roca. No se contenta con que se le exhorte al arrepentimiento, á la fe, á la vida santa; mas se arrepiente, cree, deja de hacer lo malo, aborrece todo lo que es pecaminoso y practica lo que es bueno. Oye y ejecuta. Jam 1:22.
Y ¿qué resulta de ahí? Que á la hora de la prueba su religión no lo abandona. Acaso las enfermedades, los pesares, la pobreza, los desengaños, el duelo vengan sobre él como otras tantas tempestades; mas su alma gozará de calma y de consuelo. Puede haberle costado muchos afanes y muchas lágrimas el echar los cimientos de la religión; mas su trabajo no ha sido emprendido en balde. Después cosecha los frutos: la religión que puede hacer frente á los contratiempos es la verdadera religión.
Por otra parte, el que oye los preceptos cristianos y no las practica es como el hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Se contenta con oír y aprobar, pero no da un paso más hacia adelante. Tal vez se lisonjea con la creencia de que su alma está bien para con Dios porque abriga ciertos sentimientos, ciertas convicciones, ciertos deseos espirituales. Nunca se aparta del pecado ni rompe los lazos que lo ligan al mundo; nunca se acoge á Cristo ni toma sobre sí la cruz. Todo lo que hace es oír la verdad.
Y ¿qué le sucede á un hombre de esa clase? Que su religión lo abandona en la primera borrasca que le sobrevenga. Como los manantiales que no afluyen en el estío, le falta cuando tiene mayor necesidad de ella, y lo deja, como un barco echado á pique, sobre un banco de arena para que sirva de escándalo á la iglesia, de ludibrio á los infieles y de tormento á sí mismo. Muy cierto es que poco vale lo que poco cuesta. Una religión que no nos cuesta nada, y que solo consiste en oír sermones, resultará al fin ser inútil.
Así termina el célebre Sermón en el Monte. Cuidemos de que ejerza un influjo permanente sobre nuestras almas. Fue predicado para nuestro provecho, así como para el de los que lo oyeron. Si lo miramos con indiferencia tendremos que dar cuenta de ello en el último día. Juan 12.48.

Fuente: Los Evangelios Explicados

R752 Οὐ sólo niega aquí el significado de πᾶς. Jesús dijo que no todos entrarían (la dureza de οὐ πᾶς es mitigada por la cláusula positiva con ἀλλά que sigue, la cual contiene el significado principal de la oración -T196).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego