Comentario de Mateo 7:6 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
“No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra vosotros y os despedacen.
no deis lo santo a los perros. Mat 10:14, Mat 10:15; Mat 15:26; Pro 9:7, Pro 9:8; Pro 23:9; Pro 26:11; Hch 13:45-47; Flp 3:2; Heb 6:6; Heb 10:29; 2Pe 2:22.
ni echéis vuestras perlas. Pro 11:22.
y se vuelvan y os despedacen. Mat 22:5, Mat 22:6; Mat 24:10; 2Co 11:26; 2Ti 4:14, 2Ti 4:15.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
perros y cerdos se refiere a personas que son enemigas del evangelio, en contraste a los que son sólo incrédulos. Los enemigos deben dejarse solos (Mat 15:14; 2Co 6:14-18). Un ejemplo de este tipo de persona era Herodes Antipas, quien escuchó felizmente a Juan el Bautista (Mar 6:20), pero luego lo decapitó (Mat 14:1-12; Mar 6:14-28; Luc 9:7-9). Más tarde, cuando Cristo estuvo frente a Herodes, no dijo nada (Luc 23:8, Luc 23:9). En el contexto de este versículo, Herodes se había vuelto un «perro» o un «cerdo».
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
La connotación no es que nos abstengamos de llevar el mensaje a los marginados de la sociedad, porque Jesús mismo estuvo con los pobres pecadores de su pueblo. Antes bien, la idea es que es inútil continuar presentando la verdad a quienes han rechazado lo que ya han escuchado.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
No deis lo santo a los perros. Este es el principio que explica por qué Jesús no hizo milagros para los incrédulos (Mat 13:58). Esto se hace para demostrar respeto por lo que es santo, y no simplemente como no propio para perros y cerdos. En nada se contradice lo dicho en Mat 5:44. Aquel versículo se refiere al trato personal con los enemigos (vea la nota respectiva); este principio se refiere a como debemos manejar el evangelio ante aquellos que odian la verdad.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
LA VERDAD Y EL OIDOR
Mateo 7: 6
No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que os las pisoteen, y encima se vuelvan contra vosotros y os despedacen.
Este es un dicho difícil de Jesús porque, a primera vista, parece demandar un exclusivismo que es lo opuesto al mensaje cristiano. De hecho, es un dicho que se usó de dos maneras en la Iglesia Primitiva.
(i) Lo usaron los judíos, que creían que los dones y la gracia de Dios eran solo para ellos. Lo usaron los judíos que eran enemigos de Pablo, que trataban de imponer que los gentiles se circuncidaran y asumieran toda la Ley y se hicieran judíos para poder ser cristianos. Era sin duda in texto que se podía usar -y abusar- en interés del exclusivismo judío.
(ii) La Iglesia Primitiva usaba este texto con un sentido especial. La Iglesia Primitiva estaba amenazada desde dos frentes. Uno era exterior: la Iglesia Primitiva era una isla de pureza cristiana rodeada por un mar de inmoralidad pagana, y estaba siempre en peligro de contraer la infección del mundo circundante. La otra amenaza era interior. En aquellos días se pensaban a fondo las cosas, y era inevitable que a algunos sus especulaciones los llevaran por senderos de herejía; había algunos que trataban de llegar a una componenda entre el Evangelio y el pensamiento pagano, y así llegar a algún tipo de síntesis que incluyera a ambos. Si la Iglesia Cristiana había de sobrevivir, tenía que defenderse tanto del peligro exterior como del interior, o habría quedado reducida a una de tantas religiones que competían en el imperio romano.
En particular, la Iglesia Primitiva tenía mucho cuidado con los que admitía a la Mesa del Señor, y con ese contexto se asoció este versículo. La celebración de la Comunión empezaba con las palabras: «Las cosas santas son para los santos.» Teodoreto cita lo que dice ser un dicho de Jesús: «Mis misterios son Míos y de Mi pueblo.» Las Constituciones Apostólicas establecen que el diácono debe decir al principio del culto de Comunión: «Que ninguno de los catecúmenos -es decir, los que están preparándose para llegar a ser miembros-, ni de los oyentes -es decir, los que han venido al culto porque tienen interés en el Evangelio, pero aún no son cristianos-, ni de los incrédulos, ni de los herejes, permanezca aquí.» Se hacía lo que se llamaba «vallar la Mesa» para todos los que no fueran cristianos consagrados. La Didajé -o, para darle su nombre completo, La Enseñanza de los Doce Apóstoles, que se remonta al año 100 d.C. y que es el primer libro de orden de la Iglesia Cristiana-, establecía: «Que nadie coma o beba de tu Eucaristía excepto los bautizados en el nombre del Señor; porque, en relación con esto, el Señor ha dicho: «No deis lo santo a los perros.»» Tertuliano se quejaba de que los herejes admitían a toda clase de gente, aun a paganos, a la Mesa del Señor; y que, al hacerlo, «echarán a los perros lo que es santo, y las perlas (aunque ciertamente no son auténticas) a los cerdos» (De Praescriptione 41).
En todos estos ejemplos se usa este texto como base para la exclusión. No era que la Iglesia no tuviera una proyección misionera; la Iglesia original estaba inflamada por el deseo de ganar almas; pero también era plenamente consciente de la necesidad imperiosa de mantener la pureza de la fe, no fuera que el Cristianismo fuera gradualmente asimilado y finalmente deglutido por el paganismo circundante.
Es fácil comprender el uso coyuntural de este texto; pero debemos tratar de descubrir también su sentido permanente.
ALCANZANDO A LOS QUE
NO ESTÁN PREPARADOS PARA OÍR
Mateo 7:6 (conclusión)
Es posible hasta cierto punto que este dicho de Jesús se haya alterado accidentalmente en la transmisión. Es un ejemplo excelente de la costumbre hebrea del paralelismo que ya hemos encontrado (Mt 6:10 ). Devolvámosle su forma natural:
No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos.
Con la excepción de una sola palabra, el paralelismo es perfecto. Dar es el paralelo de echar; perros, de cerdos; pero lo santo no corresponde naturalmente a perlas. Ahí el paralelismo se quiebra. Pero resulta que hay dos palabras hebreas que son muy parecidas, especialmente si recordamos que en hebreo no se escriben las vocales. La palabra para santo es qadós (QDS), y la palabra aramea para pendientes es qadasá (QDS). Las consonantes son exactamente las mismas, y en la ortografía hebrea antigua las palabras serían idénticas. Y además, en el Talmud «un pendiente en el hocico de un cerdo» es una frase proverbial para algo totalmente incongruente y fuera de lugar. No es ni mucho menos imposible que la expresión original fuera:
No les deis un pendiente a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos.
En ese caso el paralelismo sería perfecto.
Si era ese el sentido original de la frase, querría decir sencillamente que hay algunas personas que no están preparadas, que no son capaces de recibir el mensaje que la Iglesia está tan dispuesta a dar. En tal caso no sería una expresión exclusivista, sino la presentación de una dificultad práctica en la comunicación con la que se encuentra el predicador en cada generación. Es absolutamente cierto que hay ciertas personas a las que resulta imposible impartir verdad. Tiene que suceder algo en ellos para que puedan recibir enseñanza espiritual. Hay de hecho un dicho rabínico: «Lo mismo que no hay que enseñarle un tesoro a todo el mundo, así sucede con las palabras de la Ley; uno no puede profundizar en ellas excepto en la compañía de personas idóneas.»
Esto es realmente una verdad universal. No podemos hablar de todos los temas con todas las personas. En un grupo de amigos, podemos sentarnos y hablar de nuestra fe; podemos dejar que nuestras mentes emprendan investigación y aventura; podemos hablar de lo que nos resulta confuso o alucinante; y podemos dejar que nuestras mentes vayan por caminos de especulación. Pero, si entra en ese grupo una persona de mentalidad inquisitorial, puede que nos ponga la etiqueta de herejes peligrosos; o si entra una persona sencilla y sin complicaciones, podríamos escandalizarla o inquietarla. Una película de medicina puede abrirle los ojosa uno a una experiencia valiosa y saludable; pero a otro le podría parecer obscena y peligrosa. Se dice que una vez estaban el doctor Johnson y un grupo de amigos hablando y gastándose bromas, porque tenían confianza. Johnson vio acercarse a una criatura desagradable. «Guardemos silencio -dijo-: se acerca un estúpido.»
Así que hay algunas personas que no pueden recibir la verdad cristiana. Puede que tengan la mente cerrada; puede que hayan tenido un trato brutal, y tengan la mente cubierta con una película de cieno; puede que hayan llevado una vida que les ha oscurecido la capacidad de ver la verdad; puede que sean burlones crónicos de todo lo espiritual, y puede que sea, y esto es frecuente, que ellos y nosotros no tengamos un terreno común en el que nos podamos entender.
Una persona puede entender solamente aquello que está preparada para entender. No es a cualquiera al que le podemos destapar los secretos de nuestro corazón. Siempre hay personas a las que sería necedad predicar el Evangelio, en cuyas mentes la verdad, expresada con palabras, encontraría una barrera infranqueable.
¿Qué se puede hacer con esas personas? ¿Las tenemos que dejar por imposibles? ¿Hay que excluirlas sin más del mensaje cristiano? Lo que no pueden hacer las palabras lo puede hacer a menudo la vida. Una persona puede ser completamente ciega e impermeable al mensaje cristiano en palabras, pero no tendría nada que oponer a la demostración de una vida cristiana.
Cecil Northcott cuenta en Una Epifanía moderna una discusión entre jóvenes en un campamento en el que están conviviendo representantes de muchas naciones. «Una noche húmeda, los del campamento estaban discutiendo varias maneras de hablarle de Cristo a la gente. Se volvieron a una chica africana. «María -le preguntaron-, ¿qué hacéis en tu país?» «Oh -contestó María-, no tenemos misioneros, ni repartimos folletos. Simplemente enviamos a una o dos familias cristianas a vivir y trabajar en esa aldea y, cuando la gente ve cómo son los cristianos, quieren ser cristianos también ellos.»» A fin de cuentas, el único argumento incontestable es el de la vida cristiana.
A menudo es imposible hablar con ciertas personas acerca de Jesucristo. Su insensibilidad, su ceguera moral, su orgullo intelectual, su sarcasmo cínico, la película que los empaña, los hacen impermeables a las palabras acerca de Jesucristo. Pero siempre es posible mostrarles a Cristo a las personas; y la debilidad de la Iglesia no está en la falta de argumentos doctrinales, sino en la falta de vidas cristianas.
LA CARTA MAGNA DE LA ORACIÓN
Mateo 7:7-11
Seguid pidiendo hasta que se os dé; seguid buscando hasta que encontréis; seguid llamando hasta que os abran. Porque el que pide de esta manera, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abre.
¿Qué hombre hay que, si su hijo le pide pan, va y le da una piedra? ¿O, si le pide pescado, le dé una serpiente? Pues si vosotros, que sois mezquinos, sabéis darles cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más les dará vuestro Padre celestial cosas buenas a los que Le piden!
Cualquier persona que se pone a orar quiere saber la clase de Dios al Que se dirige. Quiere saber en qué clase de atmósfera se oirán sus oraciones. ¿Estará orando a un Dios mezquino al Que hay que sacarle los dones con sobornos? ¿Estará orando a un Dios sarcástico, Que nos dé dones de doble filo? ¿Estará orando a un Dios Cuyo corazón es tan amable Que está más dispuesto a darnos de lo que nosotros estamos a pedirle?
Jesús vino de una nación que amaba la oración. Los rabinos judíos dijeron las cosas más preciosas acerca de la oración. «Dios está tan cerca de Sus criaturas como lo está el oído de la boca.» «Los seres humanos apenas podemos oír a dos personas que están hablando al mismo tiempo; pero Dios, si todo el mundo Le estuviera invocando al mismo tiempo, oiría el clamor de cada uno.» «A las personas les fastidia que las molesten sus amigos con peticiones; pero Dios, siempre que Le exponemos nuestras necesidades y peticiones, cada vez nos ama más.» Jesús se había educado en el amor de la oración; y en este pasaje nos da la carta magna cristiana de la oración.
El argumento de Jesús es muy sencillo. Uno de los rabinos judíos preguntaba: «¿Hay algún hombre que aborrezca alguna vez a su hijo?» El argumento de Jesús es que ningún padre le niega nunca a su hijo lo que le pide; y Dios, el gran Padre no les negará jamás sus peticiones a Sus hijos.
Los ejemplos de Jesús están maravillosamente seleccionados. Pone tres ejemplos -porque Lucas añade un tercero a los dos que da Mateo. Si un hijo pide un panecillo, ¿le va a dar su padre una piedra? Si un hijo pide un pescado, ¿le va a dar su padre una serpiente? Si un hijo pide un huevo, ¿le va a dar su padre un alacrán? (Lc 11:12 ). El detalle está en que en cada caso las dos cosas que se citan tienen una cierta semejanza externa.
Los pequeños y redondos cantos rodados calizos de la orilla tenían exactamente la forma y el color de panecillos. Si un hijo pide pan, ¿se va a burlar de él su padre ofreciéndole una piedra, que parece un panecillo pero que no se puede comer?
Si un hijo pide un pescado, ¿le va a dar su padre una serpiente? Es casi seguro que la serpiente sería una anguila. Según las leyes alimentarias judías, las anguilas no se podían comer, porque eran peces inmundos. «Tendréis por inmundo todo lo que en las aguas no tiene aletas y escamas» (Lv 11:12 ). Esa disposición descartaba la anguila como comestible. Si un hijo pide un pescado, ¿le va a dar su padre un pescado, sí, pero un pescado que está prohibido comer? ¿Se va a burlar un padre del hambre de su hijo de esa manera?
Si el hijo pide un huevo, ¿le va a dar su padre un alacrán? El alacrán es un animalejo peligroso. En acción se parece bastante a una langosta pequeña, con pinzas con las que sujeta a sus víctimas. El veneno lo lleva en la cola, que voltea hacia delante para liquidar a su víctima. El veneno puede ser sumamente doloroso, y algunas veces hasta mortal. Cuando el alacrán está descansando tiene las pinzas y la cola recogidas hacia dentro, y hay una clase blanca de alacrán que, cuando está enroscado, se parece totalmente a un huevo. Si un hijo pide un huevo, ¿se va a burlar de él su padre dándole un alacrán vivo?
Dios no desoye nunca nuestras oraciones; ni se burla de ellas. Los griegos tenían leyendas de dioses que contestaban las oraciones de los humanos, pero dándoles cosas que ocultaban un anzuelo, o tenían doble filo. Aurora, la diosa del alba, se enamoró del joven mortal Titón según una leyenda. Zeus, el rey de los dioses, le ofreció a Aurora el don que eligiera para su amante mortal. Ella, naturalmente, escogió que Titón fuera inmortal; pero se le olvidó pedir que Titón fuera siempre joven; así es que Titu198?f3n se iba haciendo cada vez más viejo y no se podía morir, y el don resultó ser una maldición.
Aquí hay una lección: Dios contestará siempre nuestras peticiones, pero a Su manera, y Su manera será la de la perfecta sabiduría y el perfecto amor. A menudo, si contestara nuestras peticiones como queremos en ese momento, sería lo peor para nosotros, porque en nuestra ignorancia pedimos muchas veces cosas que serían nuestra ruina. Este dicho de Jesús nos enseña, no sólo que Dios contesta, sino que Dios contesta con sabiduría y amor.
Aunque ésta es la carta magna de la oración, nos impone ciertas obligaciones. En griego hay dos clases de imperativo; está el imperativo aoristo, que formula una orden definida. «¡Cierra la puerta cuando entres!» Eso sería un imperativo aoristo. Y está el imperativo presente, que formula una orden de hacer algo siempre, o seguir haciéndolo. » Cierra la puerta siempre que entres» sería un imperativo presente. Los imperativos aquí son imperativos presentes; por tanto Jesús está diciendo: «Sigue pidiendo; persiste en buscar; insiste en llaMarcos» Nos está diciendo que seamos constantes en la oración; que no nos desanimemos nunca y dejemos de orar. Está claro que esa es la prueba de nuestra sinceridad. ¿Queremos de veras lo que pedimos? ¿Se trata de algo que podemos presentarle a Dios insistentemente? Porque la mayor prueba de legitimidad de nuestro deseo es: ¿Puedo presentárselo a Dios en oración?
Jesús establece aquí los Hechos gemelos de que Dios siempre contesta nuestras oraciones a Su manera, con sabiduría y amor y de que debemos ofrecerle a Dios una vida de oración indesmallable, lo que pone a prueba la legitimidad de las cosas que Le pedimos, y nuestra propia sinceridad en pedirlas.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
REFERENCIAS CRUZADAS
f 291 Pro 9:7; Pro 15:12; Mat 10:14
g 292 Heb 10:29
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
lo santo. Se debe considerar que « lo santo» se refiere a las verdades sagradas proclamadas por Jesús.
perros…cerdos. Para los judíos, los gentiles eran considerados inmundos, tal como los « perros» . A veces Jesús usó la palabra (cp. 15:26) para enfatizar que su misión era principalmente a Israel (cp. 10:5, 6; 15:24). Cuando su propio pueblo lo rechazó (Jn 1:11) su misión se amplió para incluir a los gentiles (Mt 28:19; Ro 11:11). La mención de cerdos es más fuerte, y probablemente se refiere a aquellos que burlándose, rechazaron las verdades del evangelio.
Fuente: La Biblia de las Américas
6 (1) La expresión lo santo debe de referirse a la verdad objetiva, la cual pertenece a Dios; la expresión vuestras perlas debe de referirse a las experiencias subjetivas, las cuales son nuestras.
6 (2) Los perros no tienen pezuña ni tampoco rumian; los cerdos tienen pezuña hendida pero no rumian. Así que, ambos animales son inmundos ( Lev_11:27 , Lev_11:7). Conforme a lo revelado en 2Pe_2:12 , 2Pe_2:19-22 y Flp_3:2 , aquí perros y cerdos representan las personas que son religiosas pero no limpias.
6 (a) cfr. Pro_23:9 Hch_13:45-46
6 (b) Mat_15:26 Flp_3:2 2Pe_2:22 ; Isa_56:10-11 Rev_22:15
6 (c) Mat_13:46 Rev_21:21
6 (d) Lev_11:7 2Pe_2:22
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Se esperaba que los discípulos hiciesen distinciones morales y que no permitiesen que los que rechazaran la invitación de Cristo tratasen cosas preciosas como si no tuviesen ningún valor.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
perros… cerdos… Es decir, los profanos → 2Pe 2:22; Heb 12:16.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R1185 Μηδέ aparece aquí con un sentido de continuidad (continuando la negación): y no.
TGr32 El tiempo aoristo se usa en una prohibición categórica: De ninguna manera den a los perros.
BD111(3) El sustantivo κύνες se usa para designar hombres profanos.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
g Heb 12:16.