Comentario de Mateo 8:5 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Cuando Jesús entró en Capernaúm, vino a él un centurión y le rogó
8:5, 6 Entrando Jesús en Capernaúm, vino a él un centurión, — Véase también Luc 7:1-10. “le envió unos ancianos de los judíos” (Luc 7:3); “Lo que uno hace por medio de otros lo hace por sí mismo, como Pilato ‘azotó a Jesús’ (esto es, hizo que lo azotaran” (ATR). El centurión romano era “Oficial del ejército romano (Hch 21:32; Hch 22:26), comandante de 100 soldados, más tarde, de una cantidad algo mayor (cp 23:23)” (V-E). Eran la “espina dorsal” del ejército romano. El Nuevo Testamento habla de algunos centuriones excepcionales: aparte del centurión mencionado en este texto (y en Luc 7:1-7), leemos de Cornelio (Hch 10:1-48; Hch 11:1-30) y de Julio, el centurión encargado de Pablo en su viaje a Roma. También digno de mencionarse fue aquel centurión encargado de la crucifixión de Jesús quien exclamó, “Verdaderamente éste era Hijo de Dios” (Mat 27:54). El centurión vino a El. ¡Cuán accesible era Jesús a todos, tanto a los gentiles como a los judíos! Compárese el caso de la mujer cananea (Mat 15:21-28).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
entrando Jesús en Capernaum. Mat 4:13; Mat 9:1; Mat 11:23; Mar 2:1; Luc 7:1.
vino a él un centurión. Mat 27:54; Mar 15:39; Luc 7:2; Hch 10:1; Hch 22:25; Hch 23:17, Hch 23:23; Hch 27:13, Hch 27:31, Hch 27:43.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
En el NT. los centuriones (oficiales a cargo de cien soldados) son considerados consistentemente de manera favorable. Estos soldados eran el equivalente a los actuales sargentos. La respuesta del centurión a Jesús indicaba su clara comprensión de la autoridad.
PERSPECTIVA
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La familia de Pedro
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La familia en los tiempos de Jesús tendía a ser bastante más grande que la familia actual, con más niños y más parientes de la familia extendida. Pero la familia de Pedro (Mat 8:14) era, de alguna forma, inusual en el sentido de que su suegra vivía con ellos. Por ley o según la costumbre, no le correspondía a Pedro proveerle un hogar a su suegra. Una viuda usualmente se mudaba a la casa de sus padres, si es que ellos aun estaban vivos, o se iba a la casa de un hijo.
La suegra de Pedro fue afortunada por causa de que Pedro era amigo de Jesús. La compasión del Señor la alcanzó. Él la sanó de su fiebre, y ella comenzó a servirle, una respuesta que indicaba un cambio de vida y una actitud profundamente agradecida.
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Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Capernaum. Vea la nota sobre Mat 4:13. centurión. Un oficial militar romano que estaba al frente de cien hombres (cp. el v. Mat 8:9). Lucas indica que el centurión apeló a Jesús por medio de intermediarios (Luc 7:3-6) por su propio sentimiento de indignidad (v. Mat 8:8; cp. Luc 7:7). Mateo no hace mención de los intermediarios.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
8:5, 6 Entrando Jesús en Capernaúm, vino a él un centurión, — Véase también Luc 7:1-10. “le envió unos ancianos de los judíos” (Luc 7:3); “Lo que uno hace por medio de otros lo hace por sí mismo, como Pilato ‘azotó a Jesús’ (esto es, hizo que lo azotaran” (ATR). El centurión romano era “Oficial del ejército romano (Hch 21:32; Hch 22:26), comandante de 100 soldados, más tarde, de una cantidad algo mayor (cp 23:23)” (V-E). Eran la “espina dorsal” del ejército romano. El Nuevo Testamento habla de algunos centuriones excepcionales: aparte del centurión mencionado en este texto (y en Luc 7:1-7), leemos de Cornelio (Hch 10:1-48; Hch 11:1-30) y de Julio, el centurión encargado de Pablo en su viaje a Roma. También digno de mencionarse fue aquel centurión encargado de la crucifixión de Jesús quien exclamó, “Verdaderamente éste era Hijo de Dios” (Mat 27:54).
El centurión vino a El. ¡Cuán accesible era Jesús a todos, tanto a los gentiles como a los judíos! Compárese el caso de la mujer cananea (Mat 15:21-28).
— rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.- Los judíos estaban bajo el yugo de Roma, pero aquí está un romano de mucha autoridad rogando a un judío. Aunque muchos romanos despreciaban a los judíos este centurión era diferente. Los judíos “le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga” (Luc 7:4-5), probablemente porque creía en Dios, pues nos recuerda de Cornelio quien adoraba a Dios (Hch 10:1-2). Este centurión, al igual que el centurión Cornelio (Hch 10:2; Hch 10:22), tenía buenas cualidades: amaba a los judíos, amaba a su siervo y estaba muy preocupado por él, era hombre generoso y tenía mucha fe en Cristo.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL RUEGO DE UN HOMBRE BUENO
Mateo 8:5-13
Cuando llegó Jesús a Cafarnaum, se Le acercó un centurión y se puso a rogarle:
-Señor, mi siervo está acostado en casa, sin poder moverse y sufriendo terriblemente.
-¿Quieres que vaya y le ponga bueno? -le dijo Jesús.
Señor -Le contestó el centurión-, no me merezco que entres en mi casa; pero sólo di la palabra, y mi siervo se curará. Porque yo también estoy acostumbrado a la disciplina, y tengo soldados a mis órdenes. Si le digo a un soldado: «¡Ve!, v va; y a otro: «¡Haz esto!,» y lo hace.
Jesús se quedó alucinado cuando le oyó decir aquello, y les dijo a los que Le iban siguiendo:
-Os doy Mi palabra, que no he hallado una fe tan grande ni siquiera en Israel. Os aseguro que muchos de Oriente y de Occidente van a venir a sentarse a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino del Cielo, pero a los hijos del Reino los van a echar a la oscuridad de fuera. Allí será el lloro y el rechinar de dientes.
Y a continuación le dijo al centurión:
-Vete, y que se te cumpla lo que has creído.
Y su criado se puso bueno en aquel mismo momento.
Aun en la breve aparición que hace en la escena de la historia del Nuevo Testamento, este centurión es uno de los personajes más atractivos de los evangelios. Los centuriones eran la espina dorsal del ejército romano. En una legión había 6.000 soldados; la legión se dividía en 60 centurias, cada una con 100 soldados al mando de un centurión. Estos centuriones eran los militares regulares profesionales del ejército romano. Eran responsables de la disciplina del regimiento, y eran el cemento que mantenía unido al ejército. Tanto en tiempo de paz como de guerra, la moral del ejército romano dependía de ellos. Polibio presenta en su descripción del ejército romano cómo debía ser un centurión: «No deben ser tanto aventureros en busca del peligro como hombres que saben mandar, firmes en la acción y de confianza; no deben estar demasiado deseosos de entrar en batalla, pero cuando se ven .obligados deben estar dispuestos a defender su terreno y a morir en sus puestos.» Los centuriones eran los hombres selectos del ejército romano.
Es interesante notar que siempre que se menciona un centurión en el Nuevo Testamento se hace con aprecio. Tenemos al centurión que reconoció a Jesús en la Cruz como el Hijo de Dios; tenemos a Comelio, el primer convertido gentil que fue admitido en la Iglesia Cristiana; tenemos al centurión que descubrió repentinamente que Pablo era ciudadano romano, y que le rescató de la furia del populacho; tenemos al centurión que fue informado de que los judíos habían hecho un complot para asesinar a Pablo entre Jerusalén y Cesárea, y que dio pasos para hacer fracasar su plan; tenemos al centurión al que Félix mandó que cuidara de Pablo; tenemos al centurión que acompañó a Pablo en su último viaje a Roma, que le trató con toda cortesía y le aceptó como líder cuando la tormenta hizo embarrancar el navío (Mt 27:54 ; Hch 10:22; Hch 10:26 ; Hch 22:26 ; Hch 23:17; Hch 23:23 ; Hch 24:23 ; Hch 27:3; Hch 27:43 ).
Pero había algo muy especial en este centurión de Cafarnaum, y era su relación con su siervo. Este siervo sería un esclavo; pero el centurión estaba apenado porque su siervo estaba enfermo, y estaba decidido a hacer todo lo que estuviera en su poder para salvarle.
Esto era lo contrario de la actitud normal de un amo para con un esclavo. En el imperio romano no tenían la menor importancia. A nadie le preocupaba lo más mínimo el que uno de ellos sufriera o se muriera. Aristóteles, hablando de las amistades que son posibles en la vida, escribe: «No puede haber verdadera amistad ni justicia con las cosas inanimadas; ni tampoco, por supuesto, con un caballo o un toro, ni tampoco con un esclavo como tal. Porque amo y esclavo no tienen nada en común; un esclavo es una herramienta viva, lo mismo que una herramienta es un esclavo inanimado.»
Un esclavo no era mejor que una cosa. No tenía derechos legales en absoluto; su amo tenía libertad para tratarle, o maltratarle, como quisiera. Gayo, el experto legal romano, establece en sus Instituciones: «Podemos advertir que se acepta universalmente que el amo tiene poder de vida o muerte sobre el esclavo.» Varrón, el escritor romano sobre agricultura, tiene un pasaje sombrío en el que divide los instrumentos de agricultura en tres clases: los articulados, los inarticulados y los mudos: «Los articulados comprenden los esclavos; los inarticulados, el ganado, y los mudos, los vehículos.» La única diferencia entre un esclavo y una bestia y una carreta era que el esclavo podía hablar.
Catón, otro autor latino sobre agricultura, tiene un pasaje que muestra lo inusual que era la actitud del centurión. Está dándole consejos a uno que se va a hacer cargo de una granja: «Pasa revista al ganado, y haz una venta. Vende el aceite, si te convienen los precios, y el exceso que tengas de vino y de cereales. Vende los bueyes viejos, el ganado inferior, las ovejas dañadas, la lana, las pieles, las carretas y los aperos viejos, los esclavos viejos o enfermos y todo lo demás que esté de más.» El consejo despiadado de Catón era que se echara de la finca y se dejara morir al esclavo enfermo. Pedro Crisólogo resume así la cuestión: «Lo que hace un amo con un esclavo, sea inmerecidamente, por ira, queriendo o sin querer, por olvido, después de pensárselo mucho, a sabiendas o sin darse cuenta, es juicio, justicia y ley.»
Está claro que este centurión era un hombre extraordinario, porque amaba a su esclavo. Bien puede que fuera su absolutamente inusual e inesperada gentileza lo que conmovió a Jesús tan pronto como se le acercó el centurión. El amor cubre siempre una multitud de pecados; la persona que se preocupa por los demás siempre estará cerca de Jesucristo.
EL PASAPORTE DE LA FE
Mateo 8:5-13 (continuación)
Este centurión no era sólo extraordinario por su actitud para con su siervo; también lo era por tener una fe de lo más extraordinaria. Quería que el poder de Jesús ayudara y sanara a su siervo, pero había un problema: él era gentil, y Jesús era judío; y, según la ley judía, un judío no podía entrar en la casa de un gentil, porque todas las casas de los gentiles eran inmundas. La Misná establecía: » Las moradas de los gentilés son inmundas.» Era a eso a lo que se refería Jesús al preguntar: » ¿Tengo que ir a curarle?»
No es que esa ley tuviera ningún sentido para Jesús; no es que Él se habría negado a entrar a la casa de ninguna persona; es sencillamente que estaba poniendo a prueba la fe de aquel hombre. Y fue entonces cuando la fe del centurión llegó a la cima. Como soldado, sabía muy bien lo que era dar una orden y que se cumpliera instantánea e incuestionablemente; así es que Le dijo a Jesús: «No tienes por qué venir a mi casa; no merezco que entres en ella; todo lo que tienes que hacer es decir la orden, y será obedecida.» Ahí hablaba la voz de la fe, y Jesús estableció que la fe es el único pasaporte a la bendición de Dios.
Aquí Jesús usa una figura judía famosa y gráfica. Los judíos creían que, cuando viniera el Mesías, habría un gran banquete en el que todos los judíos se sentarían a la mesa para festejarlo. Behemot, el más grande de los animales terrestres, y leviatán, el más grande de los habitantes del mar, proveerían los platos de carne y de pescado respectivamente para los invitados. «Tú los has reservado para que se los coman los que Tú quieras y cuando Tú quieras» (4 Esd 6:52 ). «Y behemot será revelado desde su lugar, y leviatán ascenderá del mar, los dos grandes monstruos que Yo creé el quinto día de la creación, y que habré guardado para ese día; y serán el menú de todos los que queden» (2 Baruc 29:4).
Los judíos esperaban con corazones anhelantes ese banquete mesiánico; pero nunca se les pasaba por la mente ni siquiera por un momento que ningún gentil participara de él. Para entonces los gentiles habrían sido destruidos. » La nación y el reino que no os sirvan, perecerán; esas naciones serán devastadas totalmente» (Isa 60:12 ). Pero aquí tenemos a Jesús diciendo que vendrán muchos del Oriente y del Occidente, y se sentarán a la mesa en el banquete.
Y aún peor: dice que muchos de los hijos del Reino serán excluidos. Un hijo es un heredero; y por tanto los hijos del Reino eran los que habían de heredarlo, porque un hijo es siempre heredero; pero los judíos iban a perder su herencia. En el pensamiento judío, siempre » la heredad de los pecadores son las tinieblas» (Odas de Salomón 15:11). Los rabinos tenían el dicho: «A los pecadores en la Gehena los cubrirá la oscuridad.» Para los judíos, el hecho sorprendente y extraordinario era que un gentil, que ellos esperaban que estuviera excluido absolutamente, hubiera de ser huésped del banquete mesiánico, mientras que los judíos, que esperaban que los recibieran con los brazos abiertos, quedarían excluidos en las tinieblas de fuera. Las tornas se iban a volver, y todas las expectativas se iban a dar la vuelta.
Los judíos tenían que aprender que el pasaporte a la presencia de Dios no es el hecho de pertenecer a una nación determinada, sino la fe. Los judíos creían que ellos pertenecían al pueblo escogido de Dios, y que, por el hecho de ser judíos, Le eran muy queridos a Dios. Pertenecían a la nobleza de Dios, y eso era bastante para obtener automáticamente la salvación. Jesús enseñaba que la única aristocracia en el Reino de Dios era la de la fe. Jesucristo no es la posesión de ninguna raza humana en particular, sino la posesión de toda persona de cualquier raza en cuyo corazón haya fe.
EL PODER QUE ANULA LA DISTANCIA
Mateo 8:5-13 (conclusión)
Así es que Jesús dijo la palabra, y el siervo del centurión se sanó. No hace mucho esto habría sido un milagro que habría alucinado a mucha gente. No es tan difícil creer que Jesús curaba a los enfermos cuando estaba en contacto con ellos; pero pensar que Jesús sanara a distancia, simplemente diciendo una palabra, a una persona a la que no había visto ni tocado nunca, parecía casi, si no completamente, demasiado maravilloso para creerse. Pero lo extraño es que la misma ciencia ha llegado a ver que hay fuerzas que obran de una manera que sigue pareciéndonos misteriosa, pero que no se puede negar.
Una y otra vez nos vemos confrontados con un poder que no viaja por los contactos y las rutas y los canales ordinarios.
Uno de los ejemplos clásicos de esto viene de la vida de Emanuel Swedenborg. En 1759 estaba en Góteborg. Describió un incendio que estaba teniendo lugar en Estocolmo, a 500 kilómetros. Hizo una descripción del incendio a las autoridades de la ciudad. Les dijo cuándo y dónde había empezado, el nombre del propietario de la casa, y cuándo consiguió apagarse -y la investigación posterior demostró que era correcto en todos los detalles. Aquel conocimiento le había llegado por una ruta que no era una de las conocidas.
W. B. Yeats, el famoso poeta irlandés, tuvo experiencias semejantes. Tenía ciertos símbolos para ciertas cosas; y experimentaba, no tanto científicamente, pero sí en la vida cotidiana, con la transmisión de estos símbolos a otras personas por lo que podría llamarse el simple poder del pensamiento. Tenía un tío en Sligo que no era precisamente un hombre místico o devoto o espiritual. Solía visitarle todos los veranos. «Hay algunas colinas de arena y acantilados bajos, y yo adquirí la práctica de andar por la orilla mientras él iba por los acantilados y las colinas; yo, sin hablar, me imaginaba el símbolo, y él notaría lo que se le pasaba por la mente; y en poco tiempo él prácticamente nunca fallaba en captar la visión apropiada.» Yeats cuenta un incidente de una cena en Londres en la que todos eran íntimos amigos: «Yo había escrito en un trocito de papel: «Dentro de cinco minutos York Powell hablará de una casa ardiendo. Metí el papel debajo del plato de mi vecino, imaginé mi símbolo del fuego, y esperé en silencio. Powell fue pasando de un tema a otro y a los cinco minutos estaba describiendo un fuego que había visto de joven.»
Siempre se han contado cosas así; pero en nuestra propia generación, el doctor J. B. Rhine empezó algunos experimentos científicos definidos de lo que llamó percepción extrasensorial, un fenómeno que ha llegado a ser muy discutido. El doctor Rhine ha llevado a cabo en la Duke University de América, miles de experimentos que demuestran que se pueden percibir cosas por otros medios distintos de los sentidos normales. Se usaba, por ejemplo, una baraja de veinticinco cartas marcadas con ciertos símbolos. Se le preguntaba a una persona cuáles eran las cartas que se iban repartiendo, sin verlas. Uno de los estudiantes que tomaban parte en estos experimentos se llamaba Hubert Pearce. De los primeros cinco mil intentos -cada intento incluía todas las cartas- consiguió diez respuestas correctas de cada veinticinco, cuando el cálculo de probabilidades habría dicho que se podían esperar cuatro aciertos. En una ocasión, en condiciones de concentración especial, nombró correctamente las veinticinco. Las probabilidades matemáticas en contra de esta hazaña si se tratara de pura casualidad serían 298,023,223,876,953,125 a 1.
Un investigador llamado Brugman llevó a cabo otro experimento. Seleccionó dos temas. Puso al transmisor de los mensajes en una habitación del piso de arriba, y al receptor en el de abajo. Entre las habitaciones había una abertura cubierta con dos cristales con un espacio entre medias, lo que hacía imposible una trasmisión del mensaje por medio del sonido. Por los cristales, el transmisor miraba las manos del receptor. Delante del receptor había una mesa con cuarenta y ocho cuadrados. El receptor tenía los ojos vendados. Entre él y la mesa de los cuadrados había una cortina gruesa. Tenía uná varilla que pasaba a la mesa a través de la cortina. El exilorimento consistía en que el transmisor tenía que querer que el receptor moviera la varilla a un cierto cuadrado. Según el cálculo de probabilidades, el receptor habría acertado cuatro de ciento ochenta intentos. De hecho apuntó correctamente sesenta. Es difícil evitar la conclusión de que la mente del transmisor influenciaba la del receptor.
Es un hecho definitivamente probado que un cierto doctor Janet, en dieciocho casos de veinticinco, pudo hipnotizar sujetos a distancia, y en otros cuatro casos lo consiguió ‘parcialmente.
No cabe duda que la mente puede actuar sobre la mente a través de distancias de una manera que empezamos a descubrir; aunque todavía estamos muy lejos de entender. Si las mentes humanas pueden alcanzar estos límites, ¡cuánto más la de Jesús! Lo extraño de este milagro es que el pensamiento moderno, en vez de hacerlo más increíble, lo hace más creíble.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— un oficial del ejército romano: Lit. un centurión, es decir, un jefe de cien (soldados).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
NOTAS
(1) O: “centurión”, es decir, uno al mando de 100 soldados. Lat.: cen·tú·ri·o.
REFERENCIAS CRUZADAS
g 330 Luc 7:1
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
centurión. Oficial del ejército romano a cargo de unos 100 soldados. En una legión romana (6,000 soldados) había 60 centuriones. Entre las responsabilidades del centurión estaba la de que sus soldados hicieran los ejercicios militares prescritos y tenerlos bajo su mando en las campañas militares.
Fuente: La Biblia de las Américas
5 (1) Un oficial del ejército romano que tenía a su cargo cien soldados. El leproso de los vs.2-4 representa a los judíos, mientras que el centurión de los vs.5-13 representa a los gentiles. Ante Dios, los judíos habían quedado leprosos, inmundos, a causa de su rebelión y desobediencia, mientras que los gentiles habían quedado paralizados, o sea, muertos en función, debido a su pecaminosidad. El Salvador real vino primeramente a los judíos y luego a los gentiles ( Hch_3:26 ; Hch_13:46 ; Rom_1:16 ; Rom_11:11). Los creyentes judíos fueron salvos por Su toque directo (v. 3) mientras que los creyentes gentiles son salvos por la fe en Su palabra (vs.8,10,13).
5 (a) vs.5-13: Luc_7:1-10
5 (b) Jua_4:46
5 (c) Mat_27:54 ; Hch_10:1
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
centurión. Un oficial del ejército romano, con mando sobre cien hombres.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Lit., El