Comentario de Mateo 9:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Habiendo entrado en la barca, Jesús pasó a la otra orilla y llegó a su propia ciudad.
9:1 Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. La ciudad de Jesús era Capernaúm (4:13; 8:5; 11:20-24; 17:24).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Entrando Jesús en la barca. Mat 7:6; Mat 8:18, Mat 8:23; Mar 5:21; Luc 8:37; Apo 22:11.
vino a su ciudad. Mat 4:13.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Jesús sana a un paralítico, Mat 9:1-8;
llama a Mateo del banco de los tributos públicos, Mat 9:9;
come con los publicanos y los pecadores, Mat 9:10-13;
defiende a sus discípulos por no ayunar, Mat 9:14-19;
sana a la mujer con flujo de sangre, Mat 9:20-22;
levanta de la muerte a la hija de Jairo, Mat 9:23-26.
da vista a dos hombres ciegos, Mat 9:27-31;
sana a un hombre mudo endemoniado, Mat 9:32-35;
y tiene compasión de la multitud, Mat 9:36-38.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
la fe de ellos se refiere a la fe del paralítico, así como también a aquella de los hombres que lo acarreaban.
EN PROFUNDIDAD
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Realidades sobrenaturales
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Jesús, a menudo, se encontró con demonios como los que poseían a los hombres de Gadara (Mat 8:28-34). La mención de demonios confirma la realidad de fuerzas espirituales poderosas en el universo. Las Escrituras tienen mucho que decir con respecto a ángeles y demonios.
Los ángeles son miembros de un orden de seres celestiales, los cuales son superiores a los humanos en poder e inteligencia (Hch 2:7; 2Pe 2:11; Zac 3:1). Sin embargo, a diferencia de Dios, ellos no son todopoderosos ni omniscientes (Sal 103:20; 2Ts 1:7). Dios a menudo los envía a comunicar buenas nuevas, como las del nacimiento de Jesús (Luc 1:30, Luc 1:31), o a advertir de algún daño que se aproxima, como la destrucción de Sodoma (Gén 18:16-33; Gén 19:1-29).
Los ángeles jugaron un papel particularmente importante en los eventos que rodearon el nacimiento de Jesús, la resurrección y la ascensión. Ellos:
• Aconsejaron a José que se casara con María (Mat 1:20);
• Le advirtieron a José que tenía que huir a Egipto con María y con el niño Cristo (Mat 2:13);
• Instruyeron a José para que volviera con la familia a Palestina (Mat 2:19);
• Le anunciaron a Zacarías el nacimiento de Juan el Bautista (Luc 1:11-38);
• Le anunciaron a los pastores el nacimiento de Cristo (Mat 2:8-15);
• Se le aparecieron a Jesús en el jardín del Getsemaní para fortalecerlo (Mat 22:43);
• Corrieron la piedra de la tumba vacía de Jesús (Mat 28:2);
• Se le aparecieron a las mujeres en la tumba vacía para anunciar la resurrección de Jesús (Luc 24:4-7, Luc 24:23; Jua 20:12);
• Prometieron el regreso de Jesús después de su ascensión (Hch 1:9-11).
Desde Pentecostés, la frecuencia de la actividad angélica en los asuntos humanos parece haber disminuido, quizás debido al gran papel que juega el Espíritu Santo en la vida de los creyentes.
Los demonios son ángeles caídos que han sido echados fuera del cielo. Ellos buscan destruir la causa de la justicia en el mundo (1Pe 3:19, 1Pe 3:20; 2Pe 2:4; Jud 1:6). Las Escrituras los describe con varios nombres: «espíritus inmundos» (Mar 6:7), «espíritus malos o inicuos» (Luc 7:21; Hch 19:12, Hch 19:13), «espíritus de adivinación» (Hch 16:16), «espíritus engañadores» (1Ti 4:1), y «espíritus de error» (1Jn 4:6).
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Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Capitulo 9.
Curación de un paralítico, 9:1-8 (Mar 2:1-12; Luc 5:17-26).
1 Subieron a una barca, hizo la travesía y vino a su ciudad. 2 Le presentaron a un paralítico acostado en su lecho, y, viendo Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: Confía, hijo; tus pecados te son perdonados. 3 Algunos escribas dijeron dentro de sí: Este blasfema. 4 Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5 ¿Qué es más fácil: decir tus pecados te son perdonados o decir levántate y anda? 6 Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder sobre la tierra de perdonar los pecados, dijo al paralítico: Levántate, toma tu lecho y vete a casa. 7 El, levantándose, fuese a su casa. 8 Viendo esto, las muchedumbres quedaron ensimismadas de miedo y glorificaban a Dios de haber dado tal poder a los hombres.
Este episodio es relatado por los tres sinópticos, aunque en contextos distintos, por lo que no es fácil situarlo en el suyo propio.
Cristo volvió a su ciudad – Cafarnaúm (Mat 4:13; Mar 2:1) – después del milagro de los endemoniados gerasenos. Y días después de su llegada (Mc) realiza este milagro con ocasión de la presencia de unos “escribas” o maestros de la Ley, y de fariseos (Lc). Había tantos para escucharle en la habitación interior en que Cristo estaba, que no cabían ni junto a la puerta. Los escribas o doctores de la Ley eran cultivadores oficiales de libros sagrados y pertenecían preferentemente a la secta de los fariseos 2, los celosos materialistas de la Ley.
Mientras Cristo hablaba le trajeron un enfermo en una camilla (επί κλίνης) entre cuatro hombres (Mc). Era “paralítico.” Querían abrirse paso por entre la gente (Mc-Lc) para “colocarlo delante de El” (Lc). Pero como “no podían llegar hasta El” (Mc), lo subieron al tejado para bajarlo por el techo. Esto era posible, porque las casas tenían una terraza de vigas y cubiertas de travesaños de madera y ramajes recubiertas de arcilla o tierra prensada: una especie de construcción de adobe 3. Además, una escalera exterior subía directamente al terrado. El término que usa Mc para esto (έξορύξαντες) significa literalmente excavar, descortezar. Lc lo describe al modo occidental y dice que lo bajan por entre las “tejas” (δια των χεράμων). Una vez arriba “descubrieron el techo por donde él estaba” (Mc).
Josefo cuenta un caso en que se descubrió el techo en las casas para buscar y capturar enemigos 4. Y con cuerdas o una pequeña camilla, como se cuenta en casos análogos 5, “pusieron la camilla en medio, delante de Jesús” (Lc).
Al ver Jesús “la fe de ellos” – ¿de los que lo llevaban, de él, de ambos? – dice al paralítico: “Confía, hijo; tus pecados te están perdonados.” Esta actitud de Cristo que comienza perdonándole los pecados tiene un valor especial.
En aquel ambiente existía la creencia (Jua 9:2) de que la enfermedad era castigo de pecados. Rabí Ammí decía sobre el 300 (d.C.): “No hay muerte sin pecado ni dolor sin ofensa.” Y rabí Alexandrai, en el 270: “El enfermo no se libra de su enfermedad hasta que le hayan perdonado (por Dios) todos sus pecados, porque El es quien perdona todas las iniquidades.” Y en el Talmud se llega a decir: “Al haber perdón, al punto se cura.” 6
Algunos escribas, ante este hecho, basado tan sólo en la fe del que lo decía, murmuraban en su interior: “Este blasfema” (Mt), porque “¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?” (Lc), “sino uno, Dios” (Mc), explicación para sus lectores gentiles. Y Cristo aquí aparece perdonando los pecados en su nombre, con autoridad propia. Ni al mismo Mesías en la mentalidad rabínica, atribuyeron jamás el poder de perdonar los pecados 7. Lo mismo que en la literatura extrabíblica, donde aparece, en libros apócrifos, con el poder de juzgar, pero no con éste 8. En el A.T. este poder es una prerrogativa exclusivamente divina (Exo 34:6ss; Isa 43:25; Isa 44:22; etc.). Dios ofendido es quien únicamente podría perdonar su ofensa. Y, porque Cristo usurpa estos poderes de Dios, “blasfema” (cf. 2Re 12:13).
Cristo, ”que los conoció en su espíritu,” admite la interpretación que ellos censuran. Esta normal penetración de los corazones es un atributo de Dios (Jer 17:9-10; Hec 1:24, etc.). Los rabinos habían deducido por un texto de Isaías (Hec 11:2ss) que la penetración del pensamiento le sería comunicada al Mesías 9 sólo para el recto juzgar, aunque el perdón de los pecados era don de los días mesiánicos (Jer 31:34; Eze 36:25). Por ello les pregunta: “¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?”; ¿qué es más fácil, perdonar los pecados o curar milagrosamente a un paralítico? Ambas cosas están en la misma línea de poder sobrenatural. “Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar los pecados,” dijo al paralítico: “Yo te digo (a ti): Levántate, toma tu camilla y marcha a tu casa.” Lo que él, al punto hizo. “Todos los que vieron esto se maravillaban y glorificaban a Dios” (Lc), porque “jamás hemos visto tal cosa,” decían. Habían visto milagros, pero no para acreditar el poder de perdonar los pecados.
La repercusión de este milagro fue grande. “Las muchedumbres,” es decir, aun los que no lo habían presenciado, quedaron “temerosamente” impresionados y alabando a Dios, que dio “tal poder a los hombres,” expresión esta última que pudiera revestir diversos matices: el poder de hacer milagros ¿a los apóstoles? (Mat 10:8), ¿para perdonar en la confesión los pecados? “El poder de perdonar los pecados pertenece propiamente a Jesús; los ministros de la Iglesia no lo ejercen sino en su nombre. Puede ser que Mateo haya pensado en estos últimos al recordar esta frase.” 10
En este pasaje hay dos temas: una curación y el poder de perdonar los pecados. ¿Son sincrónicamente primitivos? Varios autores (Bultmann, etc.) lo discuten. El hecho declarativo del poder de perdonar los pecados el Hijo del hombre es muy probable que sea primitivo, pues aparece su ejercicio en otro pasaje (Luc 7:36-50; Mat 16:19; Mat 18:18), y no habría inconveniente en que perteneciese a la trama primitiva de este pasaje, “de innegable unidad” (Bonnard), aunque retocado y explicitado, en su redacción, acaso en función de discusiones de la Iglesia primitiva, polémica judeo-cristiana, sobre el perdón de los pecados. En todo caso, el texto, en su redacción, tiene un marcado y definitivo valor apologético, lo mismo que en su estadio histórico, en cuyo medio ambiente, por necesidad, había de interpretarse el perdón de los pecados como atributo divino en el que así obraba 10.
Si Mt esquematiza la primera parte, por ir a su enfoque teológico, destaca, en cambio, el aspecto del perdón de los pecados. Seguramente que en el estadio actual tiene esta escena una redacción reflexionada, lo que no excluye su histórico valor documental. La tesis de que fuese una invención tardía, con la que la Iglesia haya querido remontar a Cristo su derecho de perdonar, sacramentalmente, los pecados, aparte que se ve que es gratuita – ni a la Iglesia se le hubiere ocurrido este “invento” de no ser verdad (cf. Jua 20:22ss) -, ha sido ya frecuentemente refutada (K. L. Schmidt). Y de la unidad primitiva del pasaje, se podría defender igual a través de su estructura la tesis contraria: “que el relato del milagro fuese una añadidura tardía destinada a sostener la palabra del perdón” (Bonnard, o.c.). Esto es en Mt la garantía de la “confesión” sacramental en su Iglesia. ¿Acaso la contestaba algún sector judío?
Otro aspecto es el conjugar en los sinópticos el aspecto del perdón de los pecados por Cristo y por los seres humanos. Estos lo tienen por delegación (v.8). Pero, ¿en qué sentido se dice que lo tiene Cristo? ¿Es que se dice que Cristo, hombre, lo tiene “a pari,” por sola delegación, como los sacerdotes? Sólo Dios puede perdonar los pecados por sí mismo, y los seres humanos por su delegación. Pero en este triple pasaje sinóptico no se hace esta distinción. Ni en la hora histórica de Cristo, ni en la hora de la redacción evangélica. Sólo se proclama que Cristo perdona y que sólo Dios puede perdonar. A la hora de la redacción evangélica, el Κύριος confesaba al Dios-Hombre. Tenía el poder como Dios y lo ejercía como tal: el Hijo de Dios encarnado no necesitaba entonces matices cristológicos ni conciliares ni teológicos. El verdadero Hijo de Dios perdonaba los pecados que sólo Dios – El – puede perdonar.
Vocación de Mateo y banquete con “pecadores.”
9:9-13 (Mar 2:13-17; Luc 5:27-32).
9 Pasando Jesús de allí, vio a un hombre sentado al telonio, de nombre Mateo, y le dijo: Sigúeme. Y él, levantándose, le siguió. 10 Estando, pues, Jesús sentado a la mesa en la casa de aquél, vinieron muchos publícanos y pecadores a sentarse con Jesús y sus discípulos. 11 Viendo esto, los fariseos decían a los discípulos: ¿Por qué vuestro Maestro come con publícanos y pecadores? 12 El, que los oyó, dijo: No tienen los sanos necesidad de médico, sino los enfermos. 13 Id y aprended qué significa “Prefiero la misericordia al sacrificio.” Porque no he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores.
Después de la curación del paralítico, Jesús se fue “camino del mar,” donde solía predicar a las gentes. Y, al pasar, encontró a Mateo sentado en su puesto de alcabalero. Marcos y Lucas le llaman Leví, hijo de Alfeo.
En la antigüedad algunos autores sostuvieron que Mateo y Leví eran dos personas distintas. Heracleón pensó que fue Leví el apóstol y no Mateo 11. Y también Orígenes pensó que eran distintos, para probar, contra Celso, que Cristo no tuvo publícanos entre sus apóstoles 12.
Era normal tener en aquella época no sólo dos nombres, uno hebreo y otro griego, sino dos nombres hebreos o arameos, como José-Caifas, sumo sacerdote. Si Lucas y Marcos lo llaman Leví, tal vez sea por el sentido odioso que este cargo de alcabalero tenía. Así piensa San Jerónimo 13. Mateo, sin embargo, por humildad, a sí mismo se aplica el de “Mateo el publicano” (Mat 10:3). La escena sucede en Cafarnaúm. Por eso no está a las órdenes de Roma sino de Herodes Antipas. “Publicano” en latín corresponde al nombre de “publicanum,” de “publicum,” el tesoro o erario público; en griego τελώνης, de τέλος (impuesto) y ονέομοκ (adquirir, comprar).
Cafarnaúm era un buen puesto aduanero. Personas o sociedades pagaban, anticipadamente, al fisco un impuesto global en tasas. El fisco romano delegaba en estos contratistas el poder cobrar impuestos públicos. A veces la autoridad fijaba tasas que podían cobrar los “publícanos.” Así se ve en la inscripción de Palmira de 137 d.C., pero también se dice que, en tiempos anteriores, los derechos de arriendo no eran tan firmes ni precisos 14. Para asegurar su anticipada contribución al fisco y cubrir sus riesgos, fijaban ellos, en ocasiones, diversas tasas al público. Y, como delegados de su autoridad, se prestaba su contrata a grandes abusos (Luc 3:12.13). Estos impuestos podían ser de diversas especies: paso de puentes y barcas; consumo por la entrada de mercancías; por ciertos artículos de comercio: vestidos, perlas, esclavos 15. En la estimación popular eran tenidos en desprecio estos alcabaleros aun en el mundo helenístico. “Todos los publícanos eran unos ladrones,” dice Luciano 16. Para los judíos había, además, otros motivos de desprecio. Y eran su trato habitual con los gentiles, que les hacía ser transgresores de las disposiciones “legales” rabínicas, por lo que eran “gentes impuras”; y el considerarles traidores al pueblo de Dios y cofautores con los romanos. En el Talmud eran tenidos como ladrones y criminales y se les veta el que puedan ser testigos válidos en los tribunales 17.
Mateo pertenecía a este mundo de gentes. Estaba sentado en su telonio cuando pasaba Jesús. “Sigúeme,” le dijo Cristo. Y, al punto, le “siguió” definitivamente. Tanto quiere destacar Mateo la eficacia de las palabras de Cristo, que encuadra este episodio entre sus milagros.
Cristo en un Banquete de “Pecadores” (v.10-13).
Los evangelistas no precisan el tiempo que pasó entre esta vocación y un festín que Mt ofreció a Cristo, aunque los tres sinópticos unen estas dos escenas.
Mt, acaso, como homenaje de gratitud a Cristo y acaso como despedida de sus compañeros o subordinados, ofreció un banquete en su casa. Asistieron a este banquete junto con sus discípulos, “muchos publícanos y pecadores.”
Los invitados eran, en frase de Lc, “gran número de publícanos y otros” (Lc); pero Mt-Mc lo precisan así: “muchos publícanos y pecadores.” Acaso Lc omite “pecadores” por razón del público étnico-cristiano al que iba destinado su evangelio.
La expresión de Mt-Mc “pecadores” no se refiere, en la época de Cristo y desde el punto de vista de los fariseos, a los que quebrantaban la ley moral ni la ley judía (Thorah), “sino al que no se somete a la interpretación que de (la Ley) dan los fariseos.” 18 A estos “pecadores” se les acusaba de traer sobre el pueblo todos los males l9. Hasta a veces los mismos cristianos procedentes del judaísmo tenían ciertos reparos en sentarse a la mesa con cristianos procedentes de la gentilidad (Hec 11:13; Gal 2:12).
Este asistir Cristo con “publícanos y pecadores” a un banquete levantó en los fariseos y escribas una fuerte censura. “Como la comida es un acto de sociedad, solamente se celebra entre los que se tienen por amigos. Así se comprende que los fariseos echaran en cara a Jesús en especial que comiera con publícanos y pecadores. Si no hubiera hecho más que saludarlos o hablarles, pase; ¡comer con ellos era demasiado!” 20 Era aquello, como dice irónicamente San Jerónimo, “un verdadero festín de pecadores.” 21
El momento de esta interpelación de los fariseos a los discípulos, naturalmente, no es en el momento del banquete. Pues ni ellos asistían a comer con “pecadores,” conforme a la prohibición que ellos mismos se hicieron, ni se hubiesen atrevido a hacer esta protesta allí mismo.
Fue poco después cuando se presentó la oportunidad, acaso muy probablemente buscada por ellos, para atacar directamente a Cristo. La pregunta que hacen es insidia y censura. Mt y Mc ponen la censura dirigida abiertamente a Cristo: “¿Por qué come vuestro Maestro con los publícanos y pecadores?” Lucas lo engloba en la censura a todos: “¿Por qué coméis y bebéis con los publícanos y los pecadores?” El procedimiento de Mt es análogo al caso del centurión, en el que abrevia, en lugar de dar el relato completo como fue (Mat 8:5ss; Lc 7,lss).
Si Cristo, según los fariseos, iba a la intimidad de un banquete con “publícanos y pecadores,” quebrantaba las prescripciones “legales” que los rabinos habían hecho sobre esto, y era ello no tener celo de la Ley. Y el que así trataba con pecadores, ¿sería él justo? Este era el ataque intentado y la censura insidiosa que dejaban flotando sobre El. Es el procedimiento de insidias y sospechas que los fariseos hicieron en diversas ocasiones sobre Cristo.
La respuesta de Cristo no es directamente a los fariseos, aunque, en el fondo, a ellos va dirigida. Es la respuesta que da cuando los “discípulos” le hacen llegar la crítica de los fariseos.
La respuesta de Cristo es tan contundente como finamente irónica, a causa del fariseísmo al que alude. “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los que están mal.” Era la justificación de su conducta. Si el médico no repara en el contagio para ir a visitar a los enfermos corporales, mucho menos había de repararse en traspasar unas fronteras artificiosas, creadas la mayoría de las veces por la seca vida religiosa del fariseísmo. El que venía a salvar, que era curar las almas, tenía que ir a donde estaba el mismo mal para curarlo.
Esta conducta de Cristo, aparte de ser la misericordia volcada en caridad, era la pedagogía lógica. ¿Cómo atraería el fariseísmo a los “publícanos y pecadores”? Estos, sin convicción o preparación en la Ley, ¿cómo cambiarían de conducta, si nadie se acercaba a ellos para enseñársela y para estimularlos? El fariseísmo era, como actitud, soberbia, inhumana y antipedagógica.
Sólo Mateo intercala aquí unas palabras del profeta Oseas en las que Dios proclama, por el profeta, que prefiere la misericordia al sacrificio (Ose 6:6). Este v. falta en Mc-Lc.
Esta frase de Oseas es repetida más veces en el ν. Τ. (Mat 12:7). Era ella una buena crítica profética contra el “materialismo” farisaico. El sacrificio valía por el espíritu que llevaba, no por la materialidad del rito. Y el fariseo era “sepulcro blanqueado.” Y Cristo, como médico de almas, les hace ver con el profeta que su obra es obra de misericordia espiritual. El “id y aprended,” “id y ved,” son fórmulas usuales rabínicas para terminar discusiones.
La tercera sentencia va a resultar una ironía contra los fariseos. El vino a llamar a todos a su reino. Además, si se pensase en falsos “justos,” la estructura de la frase no puede tener este sentido, pues resulta en oposición con el “paralelismo” de la anterior, ya que, como médico, vino a buscar a los “enfermos” (aquí = pecadores) y “no a los sanos” (aquí = falsos justos). Esto hace ver que la frase pertenece a otro contexto histórico y que se inserta aquí por una cierta relación con el tema que se trata. Aunque resulta aquí ironía contra los fariseos, que se tenían a sí mismos por “justos” (Luc 18:9) 22.
El v. 13 podía tener una especial evocación en la Iglesia primitiva, en la que se practicaba la penitencia con los pecadores, por lo que era grandemente atacada 22.
Discusión sobre el ayuno,Luc 9:14-17 (Mar 2:18-22; . Luc 5:33-39).
14 Entonces le llegaron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Cómo es que, ayunando nosotros y los discípulos de los fariseos, tus discípulos no ayunan? 15 Y Jesús les contestó: ¿Por ventura pueden los compañeros del esposo llorar mientras está el esposo con ellos? Pero vendrán días en que les será arrebatado el esposo, y entonces ayunarán. 16 Nadie echa una pieza de paño no abatanado a un vestido viejo, porque el remiendo se lleva algo del vestido y el roto se hará mayor. ! 7 Ni se echa el vino nuevo en cueros viejos; de otro modo, se romperían los cueros, el vino se derramaría y los cueros se perderían; sino que se echa el vino nuevo en cueros nuevos, y así el uno y el otro se preservan.
Los discípulos tanto del Bautista como de los fariseos “ayunan frecuentemente” (Lc). Pero, en cambio, los discípulos de Cristo “no ayunan.” La pregunta no se refiere, de seguro, a los ayunos oficiales del judaísmo; v.gr., el gran ayuno del día de Kippur, preceptuado en la Ley (Lev 16:29) y llamado por excelencia el ayuno (Hec 27:9). Pero los fariseos habían establecido especialmente dos días de ayuno en la semana – lunes y jueves -, porque, según su tradición, Moisés había subido al Sinaí un jueves y bajado un lunes 23 según nuestra nomenclatura.
La pregunta que le hacen los discípulos del Bautista (Mt) es ésta: ¿Por qué ayunan frecuentemente los fariseos y nosotros, y tus discípulos no ayunan?
La respuesta de Cristo se presenta doble en los tres evangelistas:
1) No pueden ayunar porque están con el Esposo.
2) a) No se une un vestido nuevo con otro viejo.
b) No se puede echar vino nuevo en odres viejos.
La respuesta de Cristo, sintetizada en este esquema, es de una gran portada teológica.
1) Sus discípulos no ayunaban ahora porque se encuentran en presencia “del Esposo.” La imagen está tomada del ambiente palestino.
En las bodas palestinenses se citan los “hijos del esposo,” lo que corresponde al hebreo bene hahuppah, literariamente “hijos de la cámara nupcial.” En hebreo la relación de una cosa con otra se la suele expresar por el antropomorfismo “hijo” (ben). Así, esta frase se refiere a los que tienen alguna relación con la boda. La Mishna dice que los bene huppah son todos los invitados 24. Acaso se llamase preferentemente “hijos de la cámara nupcial” a un grupo especial de convidados o amigos más íntimos (Jue 14:11.12), que tuviesen por misión mantener la alegría en aquellos actos (1Ma 9:39). Pero éstos son distintos de los “amigos del esposo” (shoshbiním o “paraninfos”), que eran sólo dos, al menos en Judea; eran los más íntimos amigos del esposo; servían de intermediarios de los cónyuges antes de la boda y atendían a todo en la fiesta 25.
Cristo toma la imagen de un festín de bodas. Los “hijos del esposo,” sus invitados, preferentemente sus íntimos, no pueden entristecerse. Es la hora de la fiesta. El Talmud recomienda a los invitados en un banquete de bodas, como un deber, el saber comportarse allí, tener una alegre expansión festiva, y les dispensa incluso a este propósito de diversas obligaciones “legales” 25. Por eso, mientras los discípulos están en esta fiesta – y la boda es símbolo bíblico del establecimiento del reino y de la salvación (Rev 19:7.9, etc.) -, estos invitados predilectos a la misma no pueden “entristecerse” (Mt), es decir, “ayunar” (Mc-Lc), puesto que el ayuno es señal de penitencia y de luto. Precisamente el substratum hebreo hith’anoth significa a la vez entristecerse y ayunar.
Pero vendrán días en que el “Esposo” será “quitado” (άπαρθτ). El Esposo, Cristo, toma ahora un carácter no sólo de comparación, sino de identificación. Anuncia su muerte. Es la profecía de su muerte mesiánica. Los autores notan la importante coincidencia filológica de esta expresión de los sinópticos con lo que se dice del Mesías paciente en el poema del “Siervo de Yahvé” (Isa 53:8), en donde se dice que “fue arrebatado por un juicio inicuo. de la tierra de los vivientes.”
Cuando termine la fiesta de estos desposorios mesiánicos temporales, que será breve, como lo sugiere su comparación con un banquete de bodas, entonces será la hora de sus ayunos y tristezas. Cuál sea la razón última de que los apóstoles no ayunen, sin estar obligados a ello, no se dice. Acaso Cristo quiere eludir la respuesta a una cuestión basada en exigencias farisaicas.
Posiblemente el pasaje tuviese un interés especial en la Iglesia primitiva para justificar los ayunos de supererogación.
2) La segunda respuesta de Cristo, que se expresa con dos imágenes sinónimas, acaso procedentes de otros contextos y usadas aquí por una cierta relación con lo anterior, no es una ilustración parabólica de lo enunciado; es una nueva enseñanza. Se hace ver, desde otro punto de vista, el porqué de esta actitud de Cristo ante el caso concreto del no ayuno temporal de sus discípulos. Es una cuestión de principio, es el nuevo espíritu evangélico frente a la conducta y espíritu farisaico. Principio que los apóstoles lo irán gradualmente aplicando y que lo expresa con las dos imágenes del paño viejo y nuevo, y el vino nuevo y los odres viejos. Lo viejo se rompe con lo nuevo, tomado como molde intangible. El nuevo espíritu del Evangelio y la plenitud de su contenido rompe, no le valen los viejos moldes de la Ley, y más aún del fariseísmo. Bien se ve lo que dieron que hacer a este propósito en la Iglesia primitiva los “judaizantes.” El ν. Τ., el fruto, que es la expansión plena de la simiente, no cabe en la vieja forma de ésta, el A.T. 26. Lucas añade una nueva sentencia, procedente de otro contexto, y que debe de ser usada aquí en un sentido muy distinto del primitivo (cf. Comentario a Luc 5:39).
Curación de la hemorroísa y resurrección de una niña,
9:18-26 (Mar 5:21-43; Luc 8:40-56).
Cf. Comentario a Mar 5:21-43.
18 Mientras les hablaba, llegó un jefe, y, acercándosele, se postró ante El, diciendo: Mi hija acaba de morir; pero ven, pon tu mano sobre ella y vivirá. 19 Y, levantándose Jesús, le siguió con sus discípulos. 20 Entonces una mujer que padecía flujo de sangre hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del vestido, 21 diciendo para sí misma: Con sólo que toque su vestido seré sana. 22 Jesús se volvió y, viéndola, dijo: Hija, ten confianza; tu fe te ha sanado. Y quedó sana la mujer en aquel momento. 23 Cuando llegó Jesús a la casa del jefe, viendo a los flautistas y a la muchedumbre de plañideras, 24 dijo: Retiraos, que la niña no está muerta: duerme. Y se reían de El. 25 Una vez que la muchedumbre fue echada fuera, entró, tomó de la mano a la niña y ésta se levantó. 26 La nueva se divulgó por toda aquella tierra.
La exposición y valoración de este doble milagro “implicado” se hace en el Comentario a Mar 5:21-43. No podían faltar estos dos milagros, que dejaron honda huella en la catequesis primitiva, y que son de gran importancia: la resurrección de la niña lo destaca con poderes divinos; el segundo, hecho casi por sorpresa, lo presenta como una fuente inexhausta de misericordia y poder 26. Mt pone que Cristo ante esta noticia “se levantó” (εγερθείς), lo que Bonnard interpreta de que aún estaba en el banquete antes citado. No se sigue. Puede ser la transición literaria.
Curación de dos ciegos,Mar 9:27-31.
27 Partido Jesús de allí, le seguían dos ciegos dando voces y diciendo: Ten piedad de nosotros, Hijo de David. 28 Entrando en casa, se le acercaron los ciegos, y les dijo Jesús: ¿Creéis que puedo yo hacer esto? Respondiéronle: Sí, Señor.29 Entonces tocó sus ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe. 30 Y se abrieron sus ojos. Con tono severo les advirtió: Mirad que nadie lo sepa; 31 pero ellos, una vez fuera, divulgaron la cosa por toda aquella tierra.
El relato de este milagro es objeto de diversas apreciaciones. Probablemente se trata de un “duplicado” del mismo que cita Mt en 20:29-34, adelantado aquí a causa de la sistematización de este capítulo dedicado a milagros. Y, como reproducción del mismo, su divergencia del número de ciegos, dos en Mt y uno en Mc (10:46) y Lc (18:35), puede ser debida a un efecto de las “fuentes” o a una “condensación” en un solo relato de dos curaciones individuales e independientes de ciegos hechas por Mc (8:22-26; 10:46-52 = Mat 20:29-34). Acaso haya influjos mutuos en los relatos.
La ceguera no es sólo una enfermedad corriente en Oriente, sino que constituye allí una verdadera plaga en la actualidad. “En el Hospital de San Juan de Jerusalén, para enfermos de los ojos exclusivamente, se trataron en 1931 no menos de 19.000 casos, y todos de Jerusalén y sus alrededores.” 27
Los ciegos, guiados por el rumor popular que sigue a Cristo, van tras El “gritando” que se compadezca de ellos. Luego, cuando se queda algún tanto descongestionado de la muchedumbre que le seguía, acaso por haberla El mismo despedido o prohibido seguirle, como hizo poco antes para entrar en casa de Jairo (Mar 5:37), los ciegos entraron y se le acercaron dentro de casa. “Si un desgraciado en Oriente se une a vosotros para reclamar una limosna o socorro, lo hace con la firme resolución de ser escuchado a toda costa: súplicas obstinadas y asediantes, continuadas, sin vergüenza, todas las formas de la súplica entran en este protocolo de la miseria; y si no os ponéis en guardia, pronto seréis tomados familiarmente por una parte de vuestro vestido, para que no os podáis sustraer.” 28
Lo que no deja de extrañar es que estos ciegos vayan por el camino detrás de Cristo “gritando” que se compadezca de ellos y proclamándole “Hijo de David.” Ciertamente, el título de “Hijo de David” es título mesiánico 29. Con ello lo están proclamando Mesías.
¿Cómo conocen estos ciegos la ”mesianidad” de Cristo? El pasaje seguramente está “adelantado” por su inclusión sistemática en el esquema de los milagros. Dependería, pues, del momento cronológico en que sucede, dada la excitación mesiánica que se producía en torno a Cristo. Aparte que Mt puede prestar a estos ciegos el título que es la tesis de su evangelio, acaso tomado de la otra escena de curación de ciegos en Jericó (Mat 20:30.31) 30.
A pesar de que los ciegos van, con una gran pintura realista,, gritando detrás de Cristo, señal de su confianza en el poder de El, les pregunta si creen – fe-fiducia – que puede curarlos.
Cristo quiere constatarles bien el milagro en su confianza. Que no se vayan sólo por un provecho material (Jua 6:26.27), o sólo se lo pidan a título de ensayo a ver lo que pasa. Por eso no pudo hacer milagros en Nazaret (Mat 13:58ss; Mar 6:5ss).
Los ciegos le protestan su confianza gritando al modo oriental: “Sí, Señor.” Seguramente usaron el título aramaico, de máximo respeto, de “Señor mío” (Mari), o de “Señor nuestro” (Maran, o Marana).
Entonces Cristo “tocó” sus ojos. Frecuentemente, los evangelistas describen a Cristo “tocando” a los enfermos al tiempo que los cura. Es signo de imperio (Exo 7:19; Exo 8:1.12; Exo 9:22; Exo 10:12, etc.; Est 4:15) sobre la enfermedad. Se acusa así plásticamente más su vinculación al efecto que va a producir y el imperio que tiene sobre los enfermos. Y, al tiempo que ponía sus manos en aquellos ojos sin luz, les dijo: “Hágase en vosotros según vuestra fe.” Y al punto recobraron la vista.
Hecha la curación, Cristo les prohibe, como en otras ocasiones, su divulgación. Es el “secreto mesiánico.” Buscaba evitar explosiones prematuras de entusiasmo mesiánico, y sus posibles repercusiones nacionalistas y políticas.
Curación de un “endemoniado” mudo,Est 9:32-34 (Mat 12:24-30; Mar 3:22-30; Luc 11:14-26). Cf. Comentario a Mat 12:24-30.
32 Salidos aquéllos, le presentaron un hombre mudo endemoniado, 33 y, arrojado el demonio, habló el mudo, y se maravillaron las turbas, diciendo: Jamás se vio tal en Israel. 34 Pero los fariseos replicaban: Por virtud del príncipe de los demonios arroja los demonios.
Este milagro es, seguramente, un adelantamiento “duplicado” y sintético del milagro que narra Mt más adelante (Mat 12:24-30). Es un elemento más en el cuadro de milagros de Cristo, que Mt sistematiza. El poder sobre los “endemoniados” hacía ver el poder de Cristo sobre Satán, y la venida ya de su reino. Si antes citó (Mat 8:28-34) la curación de dos “endemoniados,” era bajo otro aspecto. Así acusa su dominio total sobre ellos.
Actividad misional de Cristo,Mat 9:35-38 (Mt c.10; Mar 6:7-13; Luc 9:1-6).
35 Jesús recorría ciudades y aldeas enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.36 Viendo a la muchedumbre, se enterneció de compasión por ella, porque estaban fatigados y decaídos, como ovejas sin pastor. 37 Entonces dijo a los discípulos: La mies es mucha, pero los obreros pocos.38 Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
Mt cierra estos dos capítulos consagrados a pintar el cuadro sistemático del poder milagroso de Cristo con una pincelada general hablando de la vida misional de Cristo: recorre las ciudades y aldeas, enseña en las “sinagogas,” predica el evangelio del reino y cura “toda enfermedad y toda dolencia.” Es un cuadro sintético en el que se relaciona la enfermedad del cuerpo y la del alma y se pinta a Cristo como al gran taumaturgo, al tiempo que, realidad y símbolo, se le presenta como el gran Médico y Misionero de las almas.
Después que el evangelista ha descrito con una amplia pincelada la vida misional de Cristo por toda Galilea y un pequeño desplazamiento a Perea (Mat 8:28), sanando cuerpos y almas, relata que, al ver a las “muchedumbres” por todas las partes que El misionalmente recorría, sé “enterneció de compasión.” Es ésta una de las bellas estampas de Cristo Misionero. Pues veía por doquier que estas gentes, ante la esperada doctrina del reino, estaban “fatigadas y decaídas como ovejas sin pastor.”
Es probable que este v.36 esté unido por oportunidad de la doctrina. El v.35 “cierra” un tema. Pero Mt quiere destacar un pensamiento de Cristo, dicho acaso a otro propósito, pero presentado aquí literariamente por Mt para destacar y preparar el tema de la continuación misional de la obra de Cristo.
En el pensamiento del evangelista, esta expresión de Cristo no se refiere a que las gentes, por seguirle incluso a lugares desiertos, se encontraran fatigadas, sin tener en aquellos lugares descampados medios de proveerse (Mat 14:14-15; Mar 6:35.36; Luc 9:12.13; Jua 6:5), sino a que las gentes desfallecían sin saberlo, porque no había quien les diese el pan, la doctrina del reino. Por esto estaban “como ovejas sin pastor.” Siendo la hora mesiánica, la vieja Ley terminaba. Les hacía falta ser conducidas por el Pastor-Mesías a los pastos de la verdad. Por eso los encontraba “fatigados y decaídos” con la revelación de la vieja Ley: ya que no podía dar la plenitud de una exigencia dogmática y moral, adulterada además por la deformación farisaica; por eso se expresa con terminología mesiánica del A.T. (Eze 34:5ss; Num 27:17).
Siguiendo este mismo esquema tematico-literario, Mt pone aquí una sentencia de Cristo que Lc cita a otro propósito (Luc 10:2). Y que tanto en Mt como en Lc se dirige, literariamente en este contexto, a los “discípulos,” y que en Lc son directamente los 72 discípulos. “La mies es mucha, pero los obreros pocos.” La frase es probable que fuese un proverbio, aplicado aquí por Cristo a una situación religiosa. En el Talmud se lee una sentencia algún tanto semejante: “El día [de la vida terrestre] es corto; el trabajo, considerable; los obreros son perezosos; el salario, grande, y el dueño de la casa [Dios] apremia.” 31
Las mies son esas muchedumbres que Mt citó antes. Están “como ovejas sin pastor,” “fatigados y decaídos” porque “los operarios – pastores cristianos – son pocos.” Hace falta multiplicar su número y continuar la obra misional de Cristo. ¿Qué hacer para ello? Cristo da la respuesta.
Es una oración “misional.” Dirigiéndose a los discípulos, les dice: “Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.” El pensamiento es claro y de una importancia teológica muy grande.
Cristo quiere colaboradores para llevar esas ovejas desfallecidas a su reino, y para que esos pastores los suscite el Padre, y entren por su “puerta” (Jua 10:1.2), pone el gran medio de la oración. Es este pasaje la “introducción” a la elección y misión de los “apóstoles” del reino. A Cristo-Misionero le hace falta ayuda y colaboradores.
1 Sobre las condiciones para obtener derechos de ciudadanía en una villa, cf. Strack-B., Kommentar. I p.493-494. – 2 Felten, Storia dei tempi del N.T., vers. ital. (1932) II p.77. Sobre su formación y clases, cf. Strack-B., o.c., I p.497-498. – 3 Rev. Bib. (1913) p.66; Fonk, Paralyticus per tectum demissum: Bíblica (1921) 30-44. – 4 Josefo, Antiq. XIV 15:12. – 5 Cicerón, Philipp. II 18:45. – 6 Strack-B., Kommentar. I p.495. – 7 Schürer, Geschichte desjüdischen Volkes II p.648-651; Lagrange, Le Messia-nisme. (1909) p.236-251; STRACK-B., I p.481ss; II p.273-299; H. Bramscomb, Son, Thy Sins areforgiven: Journ. of Biblic. Literal. (1934) 53-60; Cabaniss,A Fresch Exegesis of Mar 2:1-12 (1957) p.324-327. – 8 Libro de Henoc LXI 8; LXII 3; cf. Strack-B., Kommentar. I p.495. – 9 Lagrange, Le Messianisme. (1900) p.228ss. – 10 Benoit, L’évangile s. Sí. Matth.: La Sainte Bible de Jérusalen (1950) p.68 nota c. – I0 M. De Tuya, Biblia Comentada (1.a edic. V, BAC) p.211-212; J. Dupont, Le paralitique pardonne (Mat 9:1-8): Nouv. Rev. Théol. (1960) p.940-958; Bultmann, Geschichte der synopt. Tradition (1958) p.!2ss; Bonnard, L’Evang. s. st. Matth (1963) p.!23ss; K. L. Schmidt, Kirchenblatt für die ref. Schweiz (1933) n.26 p.404; A. Cabanis, A Fresh Exegesis of Mat 2:1-12 : Interpr. (1957) p.324-327. – 11 Clem. A., Strom. IV 9 c 1281. – 12 Cont. Cels. I 62. – 13 ML 26:56; B. Lindars, Matthew, Levi, Lebbaeus and the valué of the Western Text: New Test. Stud. (Cambridge 1957) 220ss. – 14 Lidzbarski, Handbuch der nordsemitischen Epigraphik p.463-473. – 15 Strack-B., Kommentar. I p.378. – 16 Necyom; cf. Luc 19:8. – 17 Strack-B., o.c., I p.377; Schürer, Geschichtt des jüdischen Volkes I p.477s. – 18 Kittel, Theolog. Wórterbuch (1933) 320-337. – 19 Rengstort, Theol. Wórterb. N.T. p.331:28; Sijré sobre Deu 17:1. – 20 Willam, La vida de Jesús, vers. esp. (1940) p.224. – 21 ML 26:25. – 22 Strack-B., Kommentar. I p.499; J. Mousson, Non veni vacare iustos sed pec-catores (Mat 9:13 par.): Collect. Mechlin. (1958) p. 134-139; J. Alonso, La parábola del médico en Mc 2:l6ss: Cult. Bíbl. (1959) p.lOss; Descames, Les justes et la justice dans les évanñles (1950) 98-108. – 22 Orígenes, Con/. Celso III 59; MG 11:997. – 23 Talmud: Megülat Taanit 12; Schürer, Geschichte des jüdischen Volkes. II p.489-491; III p.104-105.116-117; cf. Luc 18:12. – 24 Sukka, jer. 53a. – 25 J. Jeremías, Nymphios, en Theol. Wórt. N.T.; Strack-B., Kommentar. I p.500ss. – 25 Strack-B., O.C., I P.500-518. – 26 Sygne, Mark 2:21: The Parabk of the Patch: Expository Times (1944-1945) p.26-27; W. NAGEL, Neuer Wein in alten Schlauchen (Mat 9:17): Vigiliae Christ. (1960) p.1-8; J. Dupont, Vin vieux, vin nouveau (Luc 5:39): The Cath. Biblical Quarterly (1963) p.286.304. – 26 Emm. A San Marcos, Mulier hemorrfioissa sanatur: VD (1931) p.321-325. – 27 Willam, La vida de Jesús, vers. esp. (1940) p.148. – 28 Buzy, évang. s. St. Matth. (1946) p.121. – 29 Mat 15:22; Mat 20:29.31, par.; Mat 21:9; Mat 1:1; Salmos de Salomón XVII 23; Strack-B., Kommentar. I p.225. – 30 Cf. Mat 15:22 comparado con Mar 7:24-30; Lagrange, évang. s. St. Matth. (1927) p.188. – 31 Strack-B., o.c., I p.527; Bonsirven, Textes n.18.
Fuente: Biblia Comentada
su ciudad. Capernaum (vea la nota sobre Mat 4:13). Jesús había partido de allí para alejarse un tiempo de la muchedumbre (Mat 8:18).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
9:1 Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. La ciudad de Jesús era Capernaúm (4:13; 8:5; 11:20-24; 17:24).
Fuente: Notas Reeves-Partain
ESTAR A BUENAS CON DIOS
Mateo 9:1-8
Jesús Se subió a la barca y pasó al otro lado del lago, a Su propio pueblo. Y fijaos: Le trajeron a un paralítico en una camilla. Cuando Jesús vio la fe de los que le traían, le dijo al paralítico:
-¡Anímate, hijo! Tus pecados se te han perdonado.
Y fijaos: algunos de los escribas se dijeron para sí:
-¡Este está blasfemando!
Jesús sabía lo que estaban pensando, y les dijo:
¿Por qué pensáis malpara vuestros adentros? ¿Qué es más fácil, decirle «Tus pecados se te han perdonado,» o decirle «Levántate y ponte a andar»? Pero, para que entendáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la Tierra para perdonar pecados -dijo dirigiéndose al paralítico-: Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa.
Y el paralítico se levantó y se fue a su casa.
Y cuando la concurrencia lo vio, se conmovieron de temor, y dieron gloria a Dios por haberles dado a los hombres tal poder.
Por Mr 2:1 sabemos que este incidente tuvo lugar en Cafarnaum; y es interesante notar que para este tiempo Jesús había llegado a identificarse tanto con Cafarnaum que a éste se le podía llamar Su propio pueblo. En esta etapa de Su ministerio, Cafarnaum era el centro de Su obra.
Le trajeron a un paralítico, que llevaban unos amigos en una camilla. Aquí tenemos una escena maravillosa de un hombre que fue salvo por la fe de sus amigos. Si no hubiera sido por ellos, nunca habría podido llegar a la presencia sanadora de Jesús de ninguna manera. Bien puede ser que hubiera llegado a estar impotentemente resignado y derrotadamente desesperanzado, y que ellos le llevaran a Jesús casi contra su voluntad. En cualquier caso, lo que le salvó fue la fe de sus amigos.
W. B. Yeats, en su comedia El Gato y la Luna, tiene una frase: «¿Has conocido alguna vez a un santo que tuviera a un malvado por camarada y lo más querido a su corazón?» realmente característico de un verdadero santo el asociarse con una persona realmente mala o totalmente insensata, hasta traerla a la presencia de Jesús. Si uno tiene un amigo que no conoce a Cristo, o que no le interesa Cristo, o que es hasta hostil a Cristo, su deber como cristiano es no dejarle en paz hasta conseguir traerle a la presencia de Cristo.
No podemos obligar a una persona a aceptar a Cristo contra su voluntad. Coventry Patmore dijo una vez que no podemos enseñarle a otro la verdad religiosa; lo único que podemos es indicarle el camino por el que puede llegar a ella por sí mismo. No podemos hacer que una persona sea cristiana, pero podemos hacer todo lo posible para llevarla a la presencia de Cristo.
La manera que tuvo Jesús de tratar a este hombre puede parecernos sorprendente. Empezó por decirle que sus pecados estaban perdonados. Había una doble razón para eso. En Israel era creencia universal que toda enfermedad era el resultado del pecado, y que ninguna enfermedad se podía curar nunca si no se perdonaba el pecado. Rabí Ami dijo: «No hay muerte sin pecado, ni dolor sin trasgresión.» Rabí Alejandro dijo: «El enfermo no se levanta de su enfermedad hasta que se le perdonen los pecados.» Rabí Jiya ben Abba dijo: «Ninguna persona enferma se cura de su enfermedad hasta que se le perdonan todos sus pecados.» Esta relación inquebrantable entre el sufrimiento y el pecado era parte de la fe judía ortodoxa en tiempos de Jesús. Por esa razón, no cabe la menor duda que este hombre no podría nunca haber recuperado la salud hasta tener la seguridad de que sus pecados se le habían perdonado. Es sumamente probable que hubiera sido un pecador, y que estuviera convencido de que su enfermedad era el resultado de su pecado, y que además esa fuera la verdad; y sin la certeza del perdón, no podría haber recibido nunca la sanidad.
De hecho, la medicina moderna estaría totalmente de acuerdo en que la mente puede influir, y de hecho influye, en las condiciones físicas del cuerpo, y que una persona no puede nunca tener un cuerpo sano si su mente no está en un estado sano.
Paul Tournier, en El Diario de un Médico, cita un ejemplo precisamente de eso: «Había, por ejemplo, una chica a la que uno de mis amigos llevaba varios meses tratando de anenlia, sin mucho éxito. En última instancia, mi colega decidió enviársela al inspector médico del distrito en que ella trabajaba, para obtener su permiso para enviarla a un sanatorio en las montañas. Al cabo de una semana la paciente trajo la respuesta del inspector. Éste demostró ser una buena persona y concedió el permiso, pero añadió: «Por el análisis de sangre, sin embargo, no llego a nada que se le parezca a las cifras que usted cita.» Mi amigo, bastante perplejo, tomó enseguida una muestra de sangre y la llevó a toda prisa a su laboratorio. Era verdad que las cifras habían cambiado repentinamente. «Si yo no hubiera sido una de esas personas que siguen meticulosamente la rutina del laboratorio -prosigue la historia de mi amigoy si yo no hubiera comprobado el análisis de cada uno de mis pacientes antes de su visita, podría haber creído que había cometido un error.» Se volvió a la paciente y le preguntó: «¿Le ha sucedido algo fuera de lo ordinario desde su última visita?» «Sí, me ha sucedido algo -replicó ella-. De pronto he sido capaz de perdonar a alguien al que le tenía un rencor sucio; ¡y de pronto me he dado cuenta de que podía por fin decirle sí a la vida!»» Su actitud mental había cambiado, y con ella cambió también el mismo estado de su sangre. Se le había curado la mente, y su cuerpo llevaba camino de alcanzar una curación total.
Este hombre de la historia evangélica sabía que era pecador; porque era pecador, estaba seguro de que Dios era su enemigo; porque creía que Dios era su enemigo, estaba paralítico. Una vez que Jesús le trajo el perdón de Dios supo que Dios ya no era su enemigo, sino su amigo, y por tanto se curó.
Pero fue la manera como se efectuó la cura lo que escandalizó a los escribas. Jesús se había atrevido a perdonar pecado; eso era prerrogativa exclusiva de Dios; por tanto, Jesús había insultado a Dios. Jesús no se puso a discutir. Trató la cuestión con ellos en su propio terreno. «¿Cuál de las dos cosas es más fácil decir -les preguntó-: «Tus pecados te son perdonados,» o decir: «Levántate y sal andando»?» Ahora bien; recordemos qué estos escribas no creían que nadie pudiera levantarse y echar a andar a menos que se le perdonarán sus pecados. Si Jesús podía hacer que este hombre se levantará y anduviera, entonces eso era la prueba incontestable de quo los pecados del hombre estaban perdonados, y de que el derecho de Jesús a perdonar pecados era legítimo. Así que Jesús demostró que era capaz de traer el perdón al alma de una persona y la salud a su cuerpo. Y sigue siendo eternamente verdad qué no podemos estar como es debido físicamente hasta que lo estemos espiritualmente, que la salud del cuerpo y la paz con Dios van de la mano.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 09
d) La curación de un paralítico (Mt/09/01-08).
1 Subiendo a una barca, pasó al otro lado del mar y llegó a su propia ciudad. 2 Entonces le presentaban un paralítico tendido en una camilla. Cuando Jesús vio la fe que tenían, dijo al paralítico: ¡Animo, hijo! Perdonados te son tus pecados.
El suceso también tiene lugar «al otro lado», es decir, esta vez en la ribera occidental del lago, en su ciudad, en Cafarnaúm (cf. 4,13), después de una nueva travesía. A Jesús le es presentado un paralítico, y ya en ésta presentación se denota la fe de los que lo llevaban. La novedad de este milagro está en lo primero que Jesús hace. Hasta ahora sólo hemos visto que Jesús curaba a los hombres de diversas enfermedades. Pero aquí Jesús dice inmediatamente: Perdonados te son tus pecados. Estas palabras no se han de interpretar como si Jesús hubiese aceptado una conexión inmediata entre la enfermedad y un pecado. En otro pasaje Jesús rechaza expresamente que cualquier enfermedad sea el resultado de un pecado personal (Cf.Jn 9, 1-41). Con todo, el paralítico padece dos enfermedades: la enfermedad de su cuerpo postrado y la enfermedad del pecado, que le corrompe interiormente. La enfermedad del pecado es la más grave, porque ningún médico humano puede enfrentarse con ella, sino sólo Dios.
3 Entonces algunos escribas se dijeron para sí: ¡Pero si este está blasfemando! 4 Y penetrando Jesús sus pensamientos dijo: ¿Por qué estáis pensando mal en vuestro corazón? 5 ¿Pues qué es más fácil, decir: Perdonados te son tus pecados o decir: Levántate y anda? 6 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados -entonces dice al paralítico-: Levántate toma tu camilla y vete a tu casa.
Los escribas, razonando lógicamente, creen que aquí se ha proferido una blasfemia contra Dios. ¿Quién podía pretender perdonar pecados, siendo así que este perdón sólo compete a Dios? El pecado se dirige únicamente contra Dios, con el descuido inconsiderado o con la infracción consciente de su mandamiento. Dios es el único competente. Pero aquí no habla un hombre cualquiera, como Jesús se lo demuestra con una aguda conclusión: Sabéis que es más difícil perdonar pecados que curar el cuerpo. El que puede hacer lo más difícil ¿no podrá también hacer lo más fácil? A la inversa: Cuando véis con vuestros propios ojos que puedo quitar enfermedades externas ¿no tenéis una prueba de que también puedo curar la enfermedad interna? Si es que no tenéis buena voluntad ¿no queréis doblegaros ante las razones de la inteligencia? El poder del Hijo del hombre se demostró en su enseñanza y fue experimentado con admiración por la gente (7,28). Este poder aquí se expresa en la facultad de borrar el pecado. En la tierra es decir: ahora y aquí, en este tiempo mesiánico. Con estas palabras se indica que también se perdona en el cielo ante Dios, lo que se perdona aquí en la tierra. El Hijo del hombre transmitirá más tarde a sus apóstoles (Cf.16, 18; 18, 17.) lo que aquí hace con el poder de Dios. Aquí llega el reino de Dios, la vida sana gobierna a todo el hombre en cuerpo y alma.
7 éste se levantó y se fue a su casa. 8 Al ver esto las multitudes quedaron sobrecogidas de temor y glorificaron a Dios por haber dado tal poder a los hombres.
Después que el enfermo ya había sanado en su interior, parece una consecuencia natural de la narración que el enfermo se levante y se vaya a casa. La historia, pues, termina de una manera poco llamativa. Para la gente lo principal no es la prodigiosa curación, sino el hecho de que Dios haya dado tal poder a los hombres. Aquí se recalca lo que Dios hace. ¡Cuán grande tiene que ser Dios con esta libertad de no guardar celosamente un tesoro, sino de transferir poderes a los hombres! Ahora ha sido el mismo Hijo del hombre, lo cual no se hace resaltar; más tarde serán solamente hombres, quienes puedan perdonar pecados en el nombre de Dios. Este milagro sucede siempre que se nos condonan los pecados. ¿Pensamos en que Dios entrega algo peculiar suyo y transfiere a un hombre su propio poder? ¿Pensamos en que el perdón de los pecados siempre es una gracia libremente concedida?
e) Jesús y los publicanos (Mt/09/09-13).
Esta sección refiere en primer lugar la vocación del apóstol san Mateo (9,9), luego una breve disputa con los fariseos (9,10-12). Al final se habla de la misión de Jesús a los pecadores (9,13), y así se concluye toda la sección que empieza en 9,1.
9 Cuando Jesús pasó de allí, vio a un hombre llamado Mateo, sentado en su despacho de cobrador de impuestos, y le dice: Sígueme. Y él se levantó y lo siguió.
Antes se informó detenidamente de la vocación de los cuatro primeros apóstoles. Los sinópticos sólo cuentan las especiales circunstancias en que fue nombrado otro apóstol. Es «Leví, hijo de Alfeo», como le llama san Marcos (Mar 2:14). En el primer Evangelio se da a este apóstol el nombre de Mateo, que según la antigua tradición es quien escribió este Evangelio. Es un recaudador de impuestos, pertenece a una clase social despreciada, incluso odiada. Los judíos consideran impuros a sus miembros, porque se contaminaban con transacciones monetarias, y se lucraban a expensas del pueblo. Jesús llama a un hombre de esta clase social. De nuevo se ve la predilección de Dios por los humildes, por los despreciados de la sociedad. A los sencillos pescadores ahora se agrega uno a quien se niega el saludo. También es galileo como los demás. Jesús se rodea de una «sociedad selecta». ¿Nos escandalizamos de este proceder de Jesús? El publicano oye la llamada, se levanta al instante y se une a Jesús. Ha conocido la hora. Su conducta corresponde a las normas que Jesús había establecido poco antes para la verdadera vocación (Mar 8:19-22). El llamado no formula ninguna objeción, no pide una demora, sino que procede resueltamente y se entrega sin reservas. Otro recaudador de impuestos, del que nos habla san Lucas -por nombre Zaqueo- muestra una vez más que a Jesús le entienden estas personas. Las dos frases evocan una escena maravillosa de vocación decidida. Así debe escucharse la llamada del Señor. Dejar decididamente la «vieja» forma de vida, para iniciar la empresa de salvación, es decir, para seguir a Jesús.
10 Y sucedió que, mientras estaba Jesús a la mesa en casa de éste, muchos publicanos y pecadores vinieron a sentarse a la mesa con Jesús y sus discípulos.
Mateo, recientemente llamado, invita a comer en su casa a Jesús y a sus seguidores, y los obsequia. Esta comida atrae a otros compañeros y a toda clase de gente de mala ralea, que se siente tan despreciada como ellos. Todos entran en la casa y toman parte en la comida. Los que durante su vida permanecieron en la sombra y fueron mantenidos a distancia con altanería, ahora se atreven a acercarse, movidos por la admiración y por una tímida esperanza. Se celebra un gran banquete de ruínes publicanos y tal vez disolutas rameras. Jesús con sus discípulos está en medio de ellos; no se avergüenza de esta sociedad equívoca. Menos aún teme quedar impuro según la ley. ¡Qué escena!
11 Los fariseos, al verlo, decían a sus discípulos: ¿Por qué vuestro Maestro come con publicanos y pecadores? 12 Cuando él lo oyó, dijo: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.
Los fariseos se acercan a los discípulos para tantearlos o hacerlos vacilar. ¿Por qué vuestro Maestro come con publicanos y pecadores? Para ellos lo que está pasando es escandaloso y condenable. Nunca puede ser ésta la voluntad de Dios, ni puede estar de acuerdo con la ley. ¿Qué impresión puede causar la doctrina de este maestro, que se permite dar tal escándalo? Al punto interviene Jesús, sin esperar a que le pregunten. Su justificación es un proverbio, prudente e irrefutable por su claridad: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No dice que los fariseos sean del número de los sanos, todo va en contra de esta posibilidad. Sólo se debe hacer resaltar que él ha sido enviado a los enfermos. Jesús está allí como un médico para visitarlos, para recibirlos y curarlos. Y los más enfermos de todos son precisamente estos pobres seres humanos a quienes nadie tiende la mano ni los saca del lodazal. Aquí es donde debe estar Jesús, ésta es su vocación.
13 Id, pues, y aprended qué significa: Misericordia quiero y no sacrificio; porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.
Este versículo sigue cimentando la justificación de Jesús. Sólo san Mateo cita en este pasaje las palabras del profeta Oseas. El evangelista quiere decir que cuanto hace Jesús no es una intrusión arbitraria en las disposiciones de Dios. No sólo se funda en su propia manera de ver, sino en el mismo Dios. Así lo demuestra la Escritura. Por medio del profeta dijo Dios que, ante todo, exigía a los hombres no sacrificios, sino la misericordia humana. La verdadera adoración de Dios tiene que mostrarse en la misericordia compasiva, en la solicitud por los débiles y postrados, en la bondad y el amor. La frase final: Porque no he venido…, dice una vez más que Jesús no procede así por propia iniciativa. Este «venir» tiene siempre un valor absoluto y es la expresión más concisa de su vocación. Indica un movimiento desde un punto de partida, del cual Jesús procede y ahora, en este momento, viene a este nuestro mundo. Esta expresión no significa sólo: «Estoy presente». Tras su llegada está la misión recibida de Dios, y con la misión el poder de Dios. (No) a llamar a los justos, sino a los pecadores. Con la palabra justos no hay que entender a los que se tienen erróneamente por justos. Jesús admite la distinción judía entre justos y pecadores. La justicia no carece por completo de valor, ni es falsa, pero es insuficiente (cf. 5,20), entre otras cosas, porque los justos tienden a separarse de los «pecadores» vulgares y los abandonan a su destino. La narración del fariseo y del publicano ilustra aquí convenientemente la frase (Luc 18:9-14). Los hombres deben proceder como Dios piensa. Ante todo, los modelos de piedad farisaica tienen que aprender como escolares el abecé del pensamiento de Dios: misericordia quiero y no sacrificio. Estamos redimidos por misericordia. Dios también quiere seguir redimiendo mediante nuestra misericordia.
3. TERCER CICLO DE MILAGROS (Luc 9:14-34).
Esta última sección de su conjunto empieza con una controversia sobre la cuestión del ayuno. Jesús proclama el tiempo actual como tiempo de bodas y de alegría mesiánicas (Luc 9:14-17). En correspondencia con este tiempo la vida de Dios penetra en los enfermos: la hija de Jairo y una mujer son curadas (Luc 9:18-26), se da la luz de los ojos a dos ciegos (Luc 9:27-31) y se expulsa a un espíritu mudo (Luc 9:32-34).
a) El ayuno y el tiempo mesiánico (Mt/09/14-17).
14 Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: ¿Por qué tus discípulos no ayunan cuando nosotros y los fariseos estamos ayunando?
Esta vez se plantea la cuestión de los discípulos de Juan, que según el ejemplo de su maestro llevaban una vida severa de penitencia. Como la secta de Qumran, junto al mar Muerto, los discípulos de Juan también procuraban cumplir radicalmente la voluntad de Dios. También ellos se parecían a los fariseos en que además de lo mandado con carácter general, se imponían obras no prescritas. Si Jesús igual que ellos enseña una perfección superior a la que está prescrita con carácter general, ¿por qué no guarda con el grupo de sus seguidores un ayuno más severo? No había motivos para tildar a Jesús de incumplimiento de sus obligaciones religiosas, pero subsistía en ellos la duda de si hacía realmente lo que enseñaba.
15a Jesús les respondió: ¿Acaso van a estar afligidos los invitados a bodas mientras el esposo está con ellos?
La respuesta de Jesús de nuevo es desconcertante. No parece que penetre en el núcleo de la cuestión. Todo el sermón de la montaña ya muestra que Jesús tiene en su manera de pensar una orientación totalmente distinta (Cf. lo que allí se ha dicho sobre el ayuno: 6,16 18 y los comentarios sobre 5, 17-20). Aquí Jesús da una respuesta mucho más general: el sentido interno del ayuno es la aflicción, pero ahora es tiempo de alegría. En la comparación se dice que cuando el esposo invita a sus amigos a bodas, no vienen para celebrar un funeral. Ahora el novio está presente, y se rodea de invitados para celebrar con alegría la fiesta. El ayuno no tendría ningún sentido, estaría en contradicción con esta hora única. Ahora es tiempo de júbilo y de felicidad.
15b Tiempo llegará en que les sea arrebatado el esposo, y entonces ayunarán.
Este estado de dicha no continuará siempre, porque el esposo solamente está presente por un tiempo determinado, hasta que les sea arrebatado. El verbo «arrebatar» es duro e indica la separación violenta, el corte doloroso. Bajo el velo de la imagen, pero en forma clara para la mentalidad creyente, Jesús habla aquí por primera vez de su doloroso fin. En el Evangelio de san Juan dice el Señor: «Os conviene que yo me vaya. Pues si no me fuera, no vendría a vosotros el Paráclito» (Jua 16:7). La presencia de Jesús nos es dada en la eucaristía y en el Espíritu: «Porque donde están dos o tres congregados por razón de mi nombre, allí estoy yo entre ellos» (Jua 18:20). No obstante sigue siendo doloroso que Jesús no esté corporalmente con nosotros, sino que se haya ocultado hasta las bodas del Cordero (cf. Rev 21:9 ss). En el tiempo entre la desaparición y la parusía el ayuno ha adquirido un nuevo significado: no es solamente la obra de la penitencia, sino la expresión del dolor por haberse separado del esposo celestial y por la privación de su proximidad corpórea.
16 En un vestido/viejo, nadie echa un remiendo de paño sin encoger; porque este añadido tiraría del vestido y el desgarrón se haría mayor. 17 Ni se echa vino-nuevo en odres viejos; porque, si no, reventarían los odres, y el vino se derramaría y los odres se echarían a perder. El vino nuevo se echa en odres nuevos, y así ambos se conservan.
Jesús añade a su respuesta dos cortas comparaciones, las dos son gráficas y populares. Dan testimonio de sentido práctico y de hábil prudencia. A ninguna circunspecta madre de familia se le ocurre remendar su vestido gastado con un pedazo de tejido nuevo y resistente. De lo contrario se experimenta que este pedazo que se ha intercalado, todavía causa más perjuicios al desgarrar el tejido viejo por todas partes. El agujero se hace todavía mucho mayor que antes, el vestido es enteramente inservible. Lo mismo dice la segunda imagen. El vinicultor se guardará de echar vino nuevo espumante y generoso en odres quebradizos. No resisten la fuerza del vino, se hienden, y los dos, el vino y los odres se echan a perder. Al vino nuevo le corresponden odres nuevos. Las dos imágenes contraponen lo viejo y lo nuevo. Ahora es el tiempo nuevo, el tiempo del Mesías. Es generoso como el vino reciente, y resistente como el paño sin encoger. Tiene su ley propia, la ley de la alegría y de la plenitud rebosante. Al tiempo del Mesías no se le acomodan las antiguas formas, las producirá nuevas. Son dos comparaciones que dan testimonio de inquebrantable confianza en la victoria y de luminosa esperanza. ¿No contradice esta oposición entre lo viejo y lo nuevo a otras palabras que hacen resaltar la coherencia de lo antiguo con lo nuevo? Las dos cosas han de tener validez, pero con un sentido distinto. La revelación de Jesús continúa gradualmente la revelación del Antiguo Testamento y la cumple (Rev 5:17). Pero el cumplimiento en sí es nuevo, incomparable e irrepetible. El tiempo de la actividad mesiánica tiene su propia plenitud y su fuerza efectiva, como nunca antes la hubo ni la habrá hasta el fin del mundo. Con referencia a esta época se ha dicho: «Dichosos los ojos que ven lo que estáis viendo» (Luc 10:23). La historia nos ofrece ejemplos de quienes pretendieron aplicar a su propia actividad aquellas valientes palabras de Jesús. Pero esto equivale a abusar de ellas. Propio de nuestro comedimiento es saber respetar en su unicidad el tiempo del Mesías.
b) Resurrección de una niña y curación de una hemorroisa (Mt/09/18-26).
Las narraciones de dos milagros aquí están intercaladas una en otra según la pauta de san Marcos. La curación disimulada de la mujer acontece en medio de la aglomeración que se había formado por el fallecimiento de la hija del dignatario. Para muchos pormenores se tiene que consultar el relato de san Marcos (/Mc/05/21-43); aquí se limita Mateo a unos pocos rasgos principales.
18 Mientras les estaba diciendo estas cosas, se le acerca un dignatario, se postra ante él y le dice: Mi hija acaba de morir; pero ven, pon tu mano sobre ella, y vivirá. 19 Jesús se levantó, y lo iba siguiendo, acompañado de sus discípulos.
Antes hemos oído hablar de un centurión pagano, de un soldado, aquí se nos habla de un judío, dignatario de la sinagoga que desempeña en el lugar el supremo cargo religioso y era responsable del culto divino y del cuidado de la casa de Dios. Su hija acaba de fallecer. El dolor lacerante le conduce a Jesús, a quien ruega confiadamente que la haga revivir. Será suficiente que le imponga sus manos milagrosas. El Señor inmediatamente está dispuesto a seguir al dignatario y se pone en camino con los discípulos. En vista de esta fe no parece que todo se haya perdido en Israel.
20 y entretanto, una mujer, hemorroisa desde hacía doce años, acercándose por detrás, le tocó el borde del manto; 21 pues decía para sí: Sólo con tocar su manto quedaré curada. 22 Jesús se volvió y, mirándola, le dijo: ¡Animo, hija! Tu fe te ha salvado. Y quedó curada la mujer desde aquel momento.
En medio de la aglomeración una mujer desgraciada consigue tocar por atrás el manto de Jesús. Grande es su fe, aunque se manifieste en una acción casi mágica. Pero también es aceptada por Jesús esta fe, esta confianza silenciosa, sencilla, que puede exteriorizarse con un simple gesto. Sin embargo, en contraste con san Marcos, san Mateo muestra claramente que la curación es obra de la palabra de Jesús, de su voluntad y de su palabra imperante. No es la efusión mágica de la virtud curativa en el cuerpo enfermo. De este modo san Mateo da una interpretación más espiritual al texto popular e ingenuo de san Marcos. San Mateo previene el error de que Jesús sólo pudiera ser considerado como taumaturgo dotado de poderes sobrenaturales. Es importante hacerlo constar ya en los Evangelios. En cierto modo hay una virtud reguladora entre los escritores sagrados, y la plena verdad solamente sale a luz en la visión de conjunto de todos los informes. Jesús hace resaltar que a la mujer la ha curado su fe. La fe siempre continúa siendo la condición y el fundamento de la acción salvífica de Dios en el hombre. La fe puede revestirse de distintas formas, ya sean primitivas sin desarrollar, ya sean refinadamente espirituales. Siempre está en camino y en proceso de evolución, «partiendo de fe hasta consumarse en fe» (Rom 1:17); es decir, desde la fe existente y arraigada hasta la fe conocida cada vez más profundamente y vivida de forma más radical.
23 Cuando Jesús llegó a la casa del dignatario y vio a los flautistas y a la gente alborotando, 24 dijo: Retiraos; que la niña no ha muerto, sino que está durmiendo. Y se burlaban de él. 25 Cuando echaron a la gente, entró él, la tomó de la mano, y la niña se levantó, 26 y la noticia del hecho se difundió por toda aquella comarca.
Jesús ha llegado a la casa y nota -evidentemente a disgusto- el ruido de las plañideras, de los flautistas y de una muchedumbre que según la costumbre oriental lloran por la muerte en voz alta y gritando. Este ruido desenfrenado contradice por completo la índole sencilla de Jesús y de su ayuda. El Señor invita a la multitud a que salga de la casa, lo cual evidentemente no lo hace sin la asistencia de otros («cuando echaron a la gente»). La multitud se burla de él, sobre todo por la razón que da: toda la ostentación ruidosa no viene al caso, porque la niña sólo está durmiendo. ¿Dice eso Jesús para tener un motivo incidental con que suprimir el ruido? Esta solución difícilmente se acomodaría a Jesús. El Señor parece opinar que para él y para el poder de Dios esta muerte no significa más que un sueño ligero. Así lo dice también hablando de Lázaro: «Nuestro amigo Lázaro está dormido; pero voy a despertarlo» (Jua 11:11). La muerte para Dios no es un poder insuperable. Es delgada la pared que separa la muerte de la vida. Eso la gente no lo entiende, y se burlan neciamente de él. Las cosas tienen un aspecto muy distinto ante la mirada de Dios y ante la experiencia del hombre. Sólo si nos ejercitamos en ver con la mirada de Dios, nos formamos el verdadero concepto. Entonces la muerte también pierde su carácter horripilante.
c) Curación de dos ciegos (Mt/09/27-31).
27 Al irse Jesús de allí, le siguieron dos ciegos gritando: ¡Hijo de David, ten compasión de nosotros! 28 Cuando llegó a la casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: ¿Creéis que yo puedo hacer esto? Ellos le responden: Sí, Señor. 29 Entonces les tocó los ojos diciendo: Hágase en vosotros conforme a vuestra fe. 30 Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: ¡Cuidado que nadie lo sepa. 3I Pero ellos, apenas salieron, lo divulgaron por toda aquella comarca.
Jesús ha curado en Gádara a dos endemoniados, ahora cura a dos ciegos. Cuando cuenten el milagro, sus declaraciones se apoyarán mutuamente. Según la regla del Antiguo Testamento solamente se considera verdadero y demostrado lo que está certificado por dos testigos (De 19,15; cf. Mat 18:16. Se narra otra curación de dos ciegos -en Marcos sólo se narra la de Bartimeo- en 20, 29-34 = Mc 10 46-52). La fe de los dos ciegos se denota en su ruego: Ten compasión de nosotros. En su petición no dicen explícitamente que querrían lograr la facultad de ver. Lo que suplican es la misericordia. Si Jesús se vuelve misericordiosamente hacia ellos, entonces también serán liberados de su sufrimiento. Según su fe lo primero y decisivo es que Jesús se vuelva propicio a ellos. El título de hijo de David ya fue usado en la primera línea del libro: «Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (1,1). Precisamente dos ciegos conocen lo que permanece oculto a la masa del pueblo dotado de vista. No han presenciado el milagro, no pueden convencerse de su realidad con los propios ojos, como todos los demás. Pero la luz interior de la fe ha centelleado en su alma, y con esta luz han reconocido a Jesús como lo que en realidad es: hijo de David, es decir en este caso el Mesías. El ángel también llama a José «hijo de David» (1,20), pero ésta es una expresión genealógica. Se suplica la misericordia de aquel, cuyo titulo de «hijo de David» designa su dignidad como Mesías. Más tarde Jesús dirá: «¡Bienaventurados los que no vieron y creyeron!» (Jua 20:29)… Jesús examina, como si fuera un catequista, si la fe de los dos ciegos está debidamente orientada, y les pregunta si creen que él tiene poder para obrar el milagro. Así lo afirman los dos sin reserva. Entonces los cura. Al final el Señor les da la orden severa de no contar lo ocurrido a nadie. Lo que sucedió con ellos, debe permanecer solamente entre ellos y Dios. Pero ninguno de los dos hace caso de la advertencia del Señor, sino que en todas partes hablan del que les curó. Este contraste es extraño. Ninguno de los dos obedece a Jesús, sino que hacen lo contrario. En muchos pasajes de los sinópticos, especialmente en san Marcos, encontramos tales preceptos de guardar silencio, dados por Jesús. En parte se dirigen a los que han sido curados, en parte a los discípulos. En san Marcos tienen por finalidad ocultar a la gran multitud la verdadera dignidad mesiánica de Jesús. San Mateo no tiene esta intención, y por eso los ciegos aquí llaman a Jesús hijo de David, sin que les sea vedado. El primer evangelista quiere sobre todo decir que Jesús no se ha convertido en el taumaturgo sensacional, sino que ha hecho lo posible para que su misión sea entendida. Sólo a Dios se le debe el honor.
d) Curación de un mudo (Mt/09/32-34).
32 Mientras éstos salían, le presentaron un mudo endemoniado. 33 Y una vez arrojado el demonio, habló el mudo. Y la gente quedó admirada y decía: Jamás en Israel se vio cosa semejante. 34 Pero los fariseos decían: Es por arte del príncipe de los demonios por el que éste arroja los demonios.
Inmediatamente sigue una segunda curación. Se trae a Jesús un endemoniado, que además es mudo. Después del milagro se manifiestan dos opiniones. La gente dice que nunca se ha visto cosa semejante en Israel, es decir, no solamente en el país de Palestina, sino también en el tiempo pasado del pueblo. Entonces habían ocurrido muchas cosas maravillosas. Dios se había revelado muchas veces mediante señales y pruebas de poder. También obraron milagros los profetas Elías y Eliseo. Ahora la gente también atestigua que «aquí hay uno más grande que el templo» (cf. 12,6) y «más que los profetas» (cf. 16,14-16). Los fariseos no piensan así. Se atreven a proferir el terrible reproche de que Jesús hace sus milagros con la ayuda de poderes diabólicos. Jesús está aliado con el príncipe del reino demoníaco, y de él recibe su fuerza. Aquí se hace patente el abismo que ya se abre entre Jesús y sus adversarios. Ya no se trata de una controversia sobre un pasaje de la Escritura o sobre una costumbre religiosa, sino de una oposición irreconciliable. Dios y Satán se enfrentaron en el duelo del desierto (4,1). Los fariseos muestran en su acusación que están de parte del espíritu maligno (Más tarde se formula una vez más la acusación, y Jesús contesta a ella por extenso: 12, 22-37). La narración de los milagros de Jesús termina con una disonancia estridente. El doble juicio que se encuentra al final también puede aplicarse a todo el ciclo que empieza en 8,1. «Jamás en Israel se vio cosa semejante» es un testimonio global sobre la revelación magnífica y única en la obra del Mesías. «Es por arte del príncipe de los demonios por el que éste arroja los demonios» es el testimonio contrario de los enemigos por mala voluntad, por una consciente falsa interpretación. Así pues, incluso los milagros de Jesús pueden ser mal interpretados. También requieren buena voluntad y disposición para la fe. Son señales que deben ser reconocidas, pero también son señales a las que se puede contradecir. Dios no nos fuerza ni siquiera con los milagros. La decisión se toma, cuando con espíritu de fe se contesta la pregunta: «¿Qué clase de hombre es éste?»
IV. INSTRUCCIÓN A LOS Discípulos (9,35-11,1).
El segundo gran discurso del Evangelio de san Mateo trata de los discípulos. Está dirigido a los doce apóstoles, que son considerados como el ideal de cualquier verdadero discípulo de Jesús. El discurso se divide en cuatro secciones: la vocación de los apóstoles y su misión (10,6), la predicción de persecuciones (10,17-25), la exhortación a profesar la fe (10,26-33), la decisión en favor de Jesús y la discordia en la familia (10,34-39). Se inicia este discurso con un prólogo (6,35-38) y se concluye con un epílogo (10,40-11,1).
INTRODUCCIÓN (Mt/09/35-38).
35 Y recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el Evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Primero leemos un versículo que compendia la actividad de Jesús, como ya lo había formulado el evangelista en 4,23. El texto es casi igual en los dos versículos. San Mateo da dos datos referentes al espacio. Jesús va por las poblaciones que están alrededor y enseña en las sinagogas. Estos datos quieren indicar que no debe haber ningún lugar en que no se haya llegado a conocer nada del mensaje. Y además Jesús se sirve de la manera oficial de enseñar, a saber, de la exposición en la asamblea reunida en las sinagogas para el culto divino. Naturalmente el evangelista sabe que Jesús también enseña al aire libre y en muchas situaciones que se presentan súbitamente. Pero el evangelista quiere hacer resaltar que el Mesías está enviado a las «ovejas perdidas de la casa de Israel» (10,6), y recorre el camino legal y conveniente para la instrucción dada por él. San Mateo también aduce dos datos sobre la actividad del Señor. Jesús enseña y cura. Proclama el evangelio del reino y cura cualquier enfermedad que se le presente. El doble aspecto de la obra de Jesús de nuevo está delineado, como ya se hizo en 4,23 y en la estructura del sermón de la montaña (cap. 5-7) por una parte, y por otra parte en el ciclo de milagros (8,1-9,34).
36 Viendo a la gente, sintió gran compasión de ellos, porque, cansados y abatidos, parecían ovejas sin pastor.
Jesús ve que la gente está fatigada y desfallecida, sin guía ni amparo. Porque está sin pastor que le conduzca a los pastos abundantes y le cuide bien. Ezequiel ya había acusado en nombre de Dios a los pastores oficiales de Israel, a los príncipes y magistrados, que no apacentaban el rebaño, sino a sí mismos (Eze 34:2). El mismo Dios ejercerá en el tiempo futuro el cargo de pastor (Eze 34:11 ss). Para las «ovejas perdidas de la casa de Israel» ha venido ahora Dios en Jesús, a quien san Pedro más tarde llama el «jefe de los pastores» (1Pe 5:4). Pero aquí la mirada se dirige más lejos, a saber, a los pastores del nuevo pueblo de Dios, a los apóstoles y a su misión.
37 Entonces dice a sus discípulos: Mucha es la mies, pero pocos los obreros; 38 rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
Jesús habla de la mies. Se trata de una antigua imagen escatológica. Los profetas la hallaron, Jesús la hace suya. Ve por así decir los campos ondeantes maduros para la siega. Jesús es anunciado como el que «tiene el bieldo en la mano y limpiará su era; recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará en un fuego que no se apaga» (1Pe 3:12). Con la venida del reino de Dios también empieza la separación, el juicio que ya empieza a cumplirse en la decisión de cada uno. Sin embargo hay pocos obreros. Los segadores son escasos, faltan quienes llamen a tomar una decisión. Jesús se ve ante una tarea desmesurada, que exige la cooperación de los hombres. Ve aquí la exhortación a orar al dueño de la mies, al gran Dios, a fin de que llame braceros para los campos maduros. ¿Por qué exhorta Jesús a rogar a Dios por este fin? ¿No es Dios quien llama a los apóstoles a su servicio para que cooperen en la gran obra mesiánica? Jesús declara que en último término es Dios quien llama y envía al servicio de su mensaje, así como él está enviado por el Padre (1Pe 10:40). Pero todavía indica más: Esta oración siempre tiene que hacerse, mientras dure el tiempo escatológico de la cosecha, el tiempo final. Así lo han hecho las comunidades en la Iglesia apostólica -sin duda de modo especial la comunidad en que se encontraba san Mateo-, así se tiene que rogar en todo tiempo, incluso en nuestros días.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
— la ciudad donde vivía: Se trata, sin duda, de Cafarnaún (ver VOCABULARIO BÍBLICO y segunda nota a Mat 4:13), ciudad que Jesús usaba como centro de operaciones hasta el punto de que el evangelista la considera como “la ciudad donde vivía”.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Sanidad y perdón (ver Mar. 2:1-12; Luc. 5:17-26). Mateo no menciona la casa abarrotada de gente y el hueco en el techo; su interés está en el diálogo. El eslabón entre la enfermedad y el pe cado no se dice ser causal; pero el poder para dar la sanidad física se usa como evidencia de una autoridad mayor que da liberación espiritual. De esta manera se agrega otra dimensión del relato acerca de la autoridad de Jesús. La acusación de blasfemia se oye porque sólo Dios puede perdonar pecados; el reclamar la autoridad para hacerlo sería ponerse a sí mismo en el lugar de Dios. Sin embargo, Jesús lo hace como el Hijo del Hombre, que es un título que paradójicamente combina su humanidad con la autoridad suprema trazada en Dan. 7:13, 14.
Notas. 5 Es obvio que es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”, ya que no requiere ningún resultado visible; pero si la palabra de Jesús “Levántate y anda” tiene resultados eficaces, sus oyentes pueden asumir que su primer dicho tampoco fue un engaño. 8 El plural hombres sorprende, ya que es la autoridad única de Jesús la que ha sido demostrada. Probablemente, significa “a Jesús como hombre”.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
9.1 «Su ciudad» era Capernaum, una buena elección como base de operaciones. Era una ciudad pudiente, dedicada a la pesca y al comercio. Situada en el Mar de Galilea en un área densamente poblada, tenía una guarnición romana dedicada a mantener la paz en la región. La ciudad era un centro cultural, y estaba mayormente influenciada por las costumbres, modas, arquitectura y política griegas y romanas.9.2 Las primeras palabras que dijo Jesús al paralítico fueron: «Tus pecados te son perdonados». Luego lo sanó. Debemos tener cuidado en no concentrarnos más en el poder de Dios para curar enfermedades físicas que en su poder para perdonar enfermedades espirituales en forma de pecado. Jesús vio que aquel hombre necesitaba sanidad espiritual además de sanidad física. La salud espiritual sólo se obtiene con el toque sanador de Jesús.9.2 Tanto el cuerpo como el espíritu de aquel hombre estaban paralizados: no podía ni caminar ni reconocer a Jesús. Pero el estado espiritual de esta persona fue lo que más preocupó a Jesús. Si Dios no nos cura o no sana a alguien que amamos, debemos recordar que la sanidad física no es lo único que le interesa a Cristo. Todos seremos sanados completamente cuando Cristo venga en su Reino; pero primero debemos conocer a Cristo.9.3 Blasfemia es afirmar uno que es Dios y decir que tiene las mismas características de Dios. Los líderes religiosos notaron de inmediato que Jesús afirmaba ser Dios. No entendían que Jesús es Dios y que tiene autoridad para perdonar pecados y sanar.9.5, 6 Es fácil decir a alguien que sus pecados le son perdonados; ¡es mucho más difícil sanar a un paralítico! Jesús se detuvo y proclamó sanidad a las piernas del hombre. Esta acción demostró que sus palabras eran verdad: El posee la potestad de perdonar pecados así como la de sanar.Hablar no cuesta, pero nuestras palabras pierden autoridad si nuestras acciones no las respaldan. Podemos proclamar el amor de Dios a otros, pero si no tomamos pasos concretos para manifestar ese amor, nuestras palabras serán vacías y sin significado. ¿Cuán bien respalda con sus acciones lo que dice?9.9 Mateo era un judío que los romanos habían empleado como cobrador de impuestos de la zona. Cobraba impuestos de los ciudadanos como también de los mercaderes que pasaban por el pueblo. Los cobradores de impuestos deducían una comisión de lo cobrado, pero la mayoría cobraban de más y se enriquecían. Por esta razón los judíos los odiaban. Tenían reputación de estafadores y de apoyar a los romanos.9.9 Cuando Jesús llamó a Mateo para que fuera uno de sus discípulos, Mateo lo siguió de inmediato, dejando una carrera lucrativa. Si Dios lo llama a usted para seguirle u obedecerle, ¿lo hace con el mismo desprendimiento de Mateo? Algunas veces, la decisión de seguir a Cristo requiere cierta elección dificultosa o dolorosa. Como Mateo, debemos dejar atrás las cosas que podrían apartarnos de seguir a Cristo.9.10-13 Al visitar a Mateo, Jesús dañaba su reputación. Mateo había estado engañando a la gente pero Jesús lo encontró y lo cambió. No debemos temer llegar a aquellos que tienen un estilo de vida diferente, porque el mensaje de Dios puede cambiar a cualquiera.9.11, 12 Los fariseos trataban con frecuencia de atrapar a Jesús y pensaron que su relación con esta «gente de baja vida» era la oportunidad perfecta. Se preocupaban más de las apariencias de santidad que de ayudar a la gente, de criticar más que de estimular, de la respetabilidad externa más que de la ayuda práctica. Pero Dios está interesado en todos, incluyendo a los que son pecadores y a los que sufren. ¡La vida cristiana no es contienda de popularidad! Al seguir el ejemplo de Jesús, debiéramos anunciar las buenas nuevas a los pobres, solitarios y repudiados, no solo a los buenos, talentosos y populares. MATEOMás que cualquier otro discípulo, Mateo tenía una idea clara de cuánto costaría seguir a Jesús, aun así, no dudó ni por un momento. Cuando abandonó su puesto de recaudador de impuestos, se quedó desempleado. Para algunos de los demás discípulos, siempre estaba la pesca a la cual podían regresar, pero para Mateo no había punto de regreso.Dos cambios acontecieron en Mateo cuando decidió seguir a Jesús. Primero, Jesús le dio una nueva vida. No solo pertenecía a un nuevo grupo, sino que pertenecía al Hijo de Dios. No solo aceptaba un estilo de vida diferente, ahora él mismo era acepto. Para un recaudador de impuestos despreciado este cambio habrá sido maravilloso. Segundo, Jesús le dio a Mateo un nuevo propósito para sus habilidades. Cuando siguió a Jesús, el único instrumento de su antiguo trabajo que llevó consigo fue la pluma. Desde el principio Dios lo capacitó como un compilador de datos. A la larga, el llamado de Jesús le permitió poner a trabajar sus habilidades al máximo. Mateo era un observador agudo y, sin dudas, puso por escrito todo lo que sucedía a su alrededor. El resultado fue el Evangelio que lleva su nombre.La experiencia de Mateo señala que cada uno de nosotros, desde el principio, es una de las obras de Dios en progreso. Gran parte de lo que Dios tiene para nosotros lo entrega mucho antes de que seamos capaces de darnos cuenta. Nos ha confiado destrezas y habilidades antes de tiempo. A cada uno nos ha capacitado para ser su siervo. Cuando le confiamos lo que El nos ha otorgado, iniciamos una vida de verdadera aventura. Mateo nunca se hubiera imaginado que Dios utilizaría las mismas destrezas que perfeccionó como recaudador de impuestos para guardar y redactar informes de la historia más grande jamás vivida. Y el propósito de Dios no es menos significativo para cada uno de nosotros. ¿Ha reconocido a Jesús diciéndole «Sígueme»? ¿Cuál ha sido su respuesta?Puntos fuertes y logros :– Era uno de los doce discípulos de Jesús– Respondió de inmediato al llamado de Jesús– Invitó a muchos de sus amigos a su casa para que conocieran a Jesús– Compiló el Evangelio de Mateo– Aclaró a su audiencia judía el cumplimiento en Jesús de las profecías del Antiguo TestamentoLecciones de su vida :– Jesús aceptaba constantemente personas de todo nivel social– Dios le dio a Mateo una nueva vida, destrezas para redactar informes y atender los detalles con un nuevo propósito– Cuando Jesús lo aceptó, Mateo trató de llevar a otros a CristoDatos generales :– Dónde: Capernaum– Ocupaciones: Recaudador de impuestos, discípulo de Jesús– Familiar: Padre: Alfeo– Contemporáneos: Jesús, Pilato, Herodes, otros discípulosVersículo clave :»Y al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió» (Mar 2:14).La historia de Mateo se narra en los Evangelios. También se menciona en Act 1:13. 9.13 El que se autojustifica no puede salvarse porque el primer paso para seguir a Jesús es reconocer nuestra necesidad y aceptar que no tenemos todas las respuestas. Véase el diagrama en Oseas 7 en cuanto a «misericordia quiero y no sacrificios» .9.14 Los discípulos de Juan urgían al arrepentimiento del pecado y a la preparación para la venida del Mesías. Los discípulos de Jesús no tenían la urgencia de preparar a la gente para la venida del Mesías porque estaba con ellos. Jesús no condenó el ayuno: El mismo lo practicaba (Mat 4:2). Enfatizó que debía hacerse por razones justas.9.14 El mensaje de Juan el Bautista era duro y estaba centralizado en la ley. Cuando la gente se fija en la ley de Dios y se compara con ella, se da cuenta de cuánto le falta y de cuán necesario es que se arrepienta. El mensaje de Jesús se centralizaba en la vida, el resultado de volverse del pecado e ir a El. Los discípulos de Juan arrancaron bien, pero necesitaban dar el paso siguiente y confiar en Jesús. ¿Dónde está su centro de atención, en la ley o en Cristo?9.15 La llegada del reino de los cielos era como una fiesta de bodas en que Jesús era el esposo. Sus discípulos, por esta razón, se regocijaban. No tenían por qué estar de luto: el novio estaba presente.9.17 En tiempos bíblicos el vino no se conservaba en botellas de vidrio sino en pieles de cabras bien cosidas en los bordes para que no hubiera escape de líquido. El vino nuevo, a medida que se iba fermentando, se expandía y estiraba los odres. Una vez añejado el vino, no se agregaba más vino nuevo; si se hacía, el odre ya estirado reventaba. Por eso el vino nuevo siempre se colocaba en odres nuevos.9.17 Jesús no vino para remendar el sistema religioso viejo del judaísmo con sus normas y tradiciones. Si lo hubiera hecho, su mensaje hubiera peligrado.Su propósito fue traer algo nuevo que había sido profetizado por siglos. Este mensaje nuevo, el evangelio, dice que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a la tierra para ofrecer a todos el perdón de pecados y la restauración con Dios. Este mensaje nuevo de fe y amor no encajaba en el rígido y antiguo sistema de religión legalista. Requería un inicio fresco. El mensaje permanecerá siempre «nuevo» porque debe ser aceptado y aplicado en cada generación. Cuando seguimos a Cristo, debemos estar preparados para nuevas formas de vida, nuevas maneras de mirar a la gente y nuevos métodos de servicio.9.18 Marcos y Lucas llaman a este hombre jefe de la sinagoga e indican que su nombre era Jairo (Mar 5:22; Luk 8:41). Como principal de la sinagoga, tenía a su cargo la administración, lo que incluía velar por la conservación del edificio, supervisar la adoración, conducir la escuela en días laborables y hacer contacto con los rabinos para que dieran instrucción en el día de reposo. Para recibir mayor información en cuanto a la sinagoga, véase la nota a Mar 1:21.9.20-22 Esta mujer había sufrido por doce años de una hemorragia (tal vez un desorden menstrual). Cuando estamos atravesando tiempos de desesperación, no debemos preocuparnos de la forma en que nos allegamos a Dios. Como esta mujer, podemos simplemente extender la mano con fe. El nos responderá.9.22 Dios cambió una situación que había sido problema por años. Como el leproso y el hombre poseído por el demonio (véanse las notas a 8.3 y la segunda nota a 8.28), esta mujer enferma era considerada inmunda. Por doce años, había sido una de las «intocables» y no había podido llevar una vida normal. Pero Jesús operó el cambio y la restauró. Algunas veces somos tentados a rendirnos en cuanto a personas o circunstancias que no han cambiado en años. Dios puede cambiar lo que parece incambiable, dando vida nueva y esperanza.9.23-26 El rabí de la sinagoga local no fue en busca de Jesús sino cuando su hija ya había muerto. Ya era demasiado tarde para hacer algo. ¡Pero Jesús simplemente se acercó a ella y la resucitó! En nuestras vidas, Cristo puede cambiarlo todo cuando en apariencias ya es demasiado tarde. Puede reconciliar matrimonios separados, librar de vicios, perdonar y cambiar vidas desechas. Si en su situación parece que no hay esperanza, recuerde que Cristo puede hacer lo imposible.9.27 «Hijo de David» era una expresión común por medio de la cual se identificaba a Jesús como el Mesías, porque se sabía que el Mesías sería descendiente del rey David (Isa 9:7). Esta es la primera vez que este título se usa en Mateo. Isa 29:18; Isa 35:5; Isa 42:7 profetiza que Jesús podría dar vista a los ciegos.9.27-30 Jesús no contestó con prontitud a la súplica de los ciegos. Esperó a ver si tenían fe. No todo el que dice necesitar ayuda cree que Dios puede ayudarlo. Jesús quizás esperó y cuestionó a aquellos hombres para enfatizar y estimular su fe. Si usted tiene la impresión de que Dios es muy lento en contestar sus oraciones, quizá esté siendo probado como aquellos ciegos. ¿Cree usted que Dios puede ayudarle? ¿Quiere de veras su ayuda?9.28 Aquellos ciegos eran perseverantes. Fueron directamente a la casa donde Jesús estaba. Sabían que El podría sanarlos y no permitieron que nada los detuviera. Eso es fe. Si cree que Jesús es la respuesta a su necesidad, no permita que nada ni nadie se interponga entre El y usted.9.30 Jesús pidió a la gente que no publicara sus obras de sanidad porque su propósito no era que lo conocieran sólo como el que hace milagros. Curaba porque tenía compasión de la gente, pero también quería ofrecer sanidad espiritual a un mundo pecador y enfermo.9.32 Mientras Jesús estuvo en la tierra, las fuerzas demoníacas parecían estar muy activas. A pesar de que no estamos seguros del porqué ni cómo tiene lugar la posesión demoníaca, origina problemas físicos y mentales. En este caso motivó un problema físico: la persona no podía hablar. Obtenga mayor información sobre los demonios y la posesión demoníaca en las notas a 8.28 y Mar 1:23.9.34 En el capítulo 9, los fariseos acusaron a Jesús de cuatro diferentes pecados: blasfemia, amigarse con los marginados, impiedad y servir al demonio. Mateo muestra cómo Jesús recibió calumnias de aquellos que debieran recibirlo con regocijo. ¿Por qué hicieron esto los fariseos? (1) Jesús no tomaba en cuenta su autoridad religiosa. (2) Su dominio de la gente se debilitaba. (3) Sus creencias personales fueron cuestionadas. (4) Sus motivos hipócritas fueron denunciados.9.34 Mientras los fariseos cuestionaban, discutían y criticaban a Jesús, ante sus propios ojos la gente recibía sanidad y transformación de vida. El escepticismo de los fariseos no estaba basado en falta de evidencias sino en el celo por la popularidad de Jesús.9.35 Las buenas nuevas acerca del Reino era que el prometido y tan esperado Mesías había llegado. Su poder para sanar era señal de que sus enseñanzas eran verdaderas.9.35-38 Jesús necesitaba obreros que supieran enfrentar los problemas de la gente. Podemos tranquilizar a otros y mostrarles cómo vivir porque Dios y sus obreros nos han ayudado en nuestros problemas (2Co 1:3-7).9.36 También Ezequiel había comparado a Israel a ovejas sin pastor (Eze 34:5-6). Jesús vino a ser el Pastor, el único que podía mostrar a la gente cómo evitar los errores de la vida (véase Joh 10:14).9.37, 38 Jesús al ver las multitudes que lo seguían se refirió a ellas como un campo listo para la siega. Mucha gente está lista para dar su vida a Cristo si alguien le muestra el camino. Jesús nos manda que oremos por la necesidad que existe de más obreros. Con frecuencia, cuando oramos por algo, Dios responde nuestras oraciones usándonos. Prepárese: Dios va a usarlo para que señale el camino a otro.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 362 Mat 4:13; Mar 2:1; Luc 8:37
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
su ciudad. Es decir, Capernaúm, donde Jesús se había establecido (cp. Mr 2:1).
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) Capernaum, donde el Señor residía entonces (4:13).
1 (a) Mat_4:13
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
su ciudad. Capernaum.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
60 (H) La curación del paralítico (9,1-8). Cf. Mc 2,1-12. Marcos cuenta una doble historia, que aún puede separarse fácilmente, de un milagro de curación (vv. l-5a, 11-12) y un acto de perdón (vv. 5b-10), que, tal vez, sea resultado de su técnica del sandwich o del desarrollo de la tradición oral. Mateo fusiona las dos partes, elimina el detalle colorista de bajar al enfermo por la terraza y da al último versículo una intensa finalidad doblemente teológica. Notemos que en este y en los siguientes dos relatos (9,1-17) encontramos tres grupos de adversarios: los escribas (v. 3), los fariseos (v. 11) y los discípulos de Juan Bautista (v. 14). Mateo se esmera por ofrecer una cobertura perfilada y sistemática de la situación. 3. blasfema: Los escribas reconocen acertadamente que el perdón de los pecados, que implican una ofensa contra Dios, pertenece a la acción divina. Quien controle los canales del perdón en una sociedad controla toda la sociedad (H. Arendt); así pues, hay grandes intereses en juego. Para Mateo, la imputación de blasfemia es lo que conduce inexorablemente a Jesús a la cruz (26,65). 4. qué es más fácil: Es una pregunta confusa. Es más fácil decir «tus pecados son perdonados», puesto que no hay control visible sobre ello; más difícil es hacerlo, puesto que únicamente compete a Dios tal acción. Es mucho más difícil decir «levántate y anda», puesto que la efectividad de las palabras se comprobará por su éxito o su fracaso (a menos que seamos Jesús). 8. tal autoridad a los hombres: Este es el cambio crucial que realiza Mateo con relación a Marcos. Traslada la atención desde la admiración ante el milagro al tema teológico de Jesús como Hijo del hombre (v. 6) que tiene autoridad para perdonar pecados y para extenderla a los miembros de la Iglesia. Es un importante indicio del interés de Mateo por la Iglesia (16,18; 18,17). Refleja su preocupación de que la autoridad de Cristo esté disponible en y a través de la Iglesia, un problema de la segunda o tercera generación cristiana, que presupone la fe en Cristo.
61 (I) Llamada de Mateo, el recaudador de impuestos (9,9-13). Cf. Mc 2,13-17 y Lc 5,27-32. La historia se cuenta en dos partes: la llamada de Mateo se nos narra repentinamente en el v. 9, y, a continuación, sigue la cena con pecadores en los vv. 10-13. Junto a los vv. 14-17, esta unidad constituye la segunda ruptura en la serie de los 10 milagros. Formalmente, el v. 14 es un relato de llamada (cf. 4,18-22) , y los vv. 10-13 son un apotegma en el que el acento recae en los tres logia del final. Esta es la única ocasión en la que Mateo nos presenta a Jesús compartiendo realmente una comida con pecadores (pero cf. 8,11.12; 21,31.32; Lc 19,1-10). Este dato parece haber sido una práctica genuina del Jesús histórico y nos ayuda a comprender un aspecto importante de la originalidad y especificidad de su ministerio. Mediante esta acción rompe abiertamente con el modelo de la sabiduría farisaica, no para destruir el judaísmo, sino precisamente para salvar a sus miembros, que cada vez eran más marginados (10,6; 15,24). Su objetivo es el mismo que el del (primitivo) fariseísmo, pero su estrategia es diferente. (Sobre las comidas de Jesús, cf. E. Schillebeeckx, Jesús [Nueva York 1979] 200-18.) 9. Mateo: ¿Por qué se le llama así, cuando los otros sinópticos lo llaman Leví? Quizá cuando se escribió este evangelio Leví ya había dejado de tener importancia, mientras que Mateo, en cuanto apóstol, mantenía su posición fundamental. En 10,3 se le llama publicano o recaudador de impuestos. Así esta perícopa se introduce en el círculo de los personajes principales del relato. No es imposible que un apóstol ilustrado (un recaudador de impuestos tenía que saber por lo menos escribir) esté en la base de la tradición del evangelio, quizás como colector de dichos o enseñanzas de Jesús. Pero éste no es el autor de la forma griega final de Mt. En 13,52 encontramos el mejor texto que nos puede ayudar a describir la tarea desarrollada por este autor, se levantó y lo siguió: La obediencia inmediata a la llamada es poco plausible desde el punto de vista psicológico. La respuesta requiere normalmente algún tipo de conocimiento previo de Jesús y su misión, y alguna reflexión sobre el sentido de uno mismo en esa misión. La extrema concisión sólo se explica por las exigencias de la transmisión oral y la edición antigua de los libros. La imaginación del lector completaría los detalles necesarios. 10. recaudadores de impuestos y pecadores: El texto presupone que estos personajes son marginados sociales. Pero ¿por qué? Los recaudadores de impuestos eran colaboradores de las autoridades romanas imperiales y, por eso, se les consideraba desleales a su pueblo y sospechosos de traición. Dado que obtenían grandes beneficios mediante la extorsión de lo que era estrictamente legal, también se les tachaba de explotadores, pecadores: Es un término técnico que se aplicaba a quienes realizaban negocios despreciables, susceptibles de impureza ritual y otras manchas (en un listado [mQidd. 4,14] encontramos los siguientes: asneros, camelleros, marineros, actores, pastores, tenderos, médicos (¿practicantes de sangrías?) y adivinos; otros añaden: curtidores, encargados de baños, recaudadores de impuestos). Para más información, cf. J. Jeremías, Jerusalem (Filadelfia 1969) 303-12 (trad. esp.: Jerusalén en tiempos de Jesús [Madrid 1977]); J. R. Donahue, CBQ 33 (1971) 39-61. 12. los que están sanos no necesitan médico: Jesús responde con un proverbio de sentido común, que se encuentra en Stobeo, Plutarco y Diógenes Laercio; los pensadores griegos consideraban a los filósofos los médicos del alma. El médico debe exponerse al peligro de las enfermedades contagiosas para curarlas (de aquí la impureza legal). 13. Mateo añade, aquí y en 12,7, una cita de Os 6,6. Este texto había gozado de gran importancia para rabinos como Y. ben Zakkai (70 d.C.) para compensar la pérdida de los sacrificios del templo como medio de obtención del perdón de los pecados: El estudio de la Torá y las obras de misericordia se comprendieron como sustitución de los sacrificios (’Abot R. Nat. 4). no vine a llamar justos: Tanto si se trata de una expansión doctrinal o de un auténtico dicho de Jesús, esta oración describe perfectamente la orientación social del ministerio de Jesús.
62 (J) La cuestión del ayuno (9,14-17).
La novedad de Jesús. Es una sección de carácter compuesto que contiene una controversia (vv. 14-15, la frase clave es 15a) y dos breves parábolas (vv. 16 y 17); el nexo que las une es la diferencia que marca la presencia de Jesús. El paralelo de esta unidad se encuentra en Mc 2,18-24. 14. ayunar: Véase comentario sobre 6,16-18. tus discípulos: Notemos la cortesía de quienes hablan, pues no preguntan sobre la propia práctica de Jesús. 15. afligirse: Mateo entiende el ayuno como signo de aflicción, cambiando el verbo marcano «ayunar» por «afligirse», hijos del novio: Expresión idiomática semítica. Jesús compara a los discípulos con los invitados a una boda, es decir, como participantes en un acontecimiento festivo. En la interpretación rabínica del Cantar de los Cantares, normalmente se interpreta la figura del novio como una referencia a Dios, llegarán días: Es una fórmula de carácter profético que implica una perspectiva histórico-salvífica. Es el tiempo de Jesús y el tiempo después de Jesús, pero todavía no es el final. En este tiempo intermedio habrá tribulaciones, y, por tanto, ocasiones para ayunar. 16. A diferencia de Marcos, Mateo no utiliza la palabra «nuevo» en esta parábola. Pero hay dos palabras que tienen un doble significado: «remiendo» se dice pléróma (lit., «plenitud»); «desgarrón» se dice schisma, «cisma». Mateo entiende así el cisma o la separación entre los cristianos y los discípulos de los fariseos como expresión de la diferencia entre lo viejo (y bueno) y la plenitud de lo bueno. 17. Mateo modifica la siguiente parábola en la misma línea, mediante un añadido, así se conservan los dos: Lo viejo es bueno y hay que conservarlo en y con el novum de Jesús. Cf. J. A. Ziesler, NTS 19 [1972-73] 190-94.
63 (K) Curación de la hija de un dirigente (9,18-26). Para una versión completa, cf. Mc 5,21-43. Mateo abrevia drásticamente el relato marcano. Otro relato de curación (de una mujer que padecía hemorragias) se introduce en medio del relato principal. El resultado es que Jesús cura a dos mujeres. En un relato es la mujer quien toma la iniciativa para solicitar la ayuda de Jesús. En el otro, la mujer es menor de edad, y es el padre quien se acerca a Jesús para interceder por ella. 18. mi hija acaba de morir: Mateo intensifica la fe del dirigente, haciéndole decir que su hija ya ha muerto cuando realiza la petición. En los otros sinópticos, la noticia de la muerte se nos transmite a través de otro personaje que interviene posteriormente. 20. hemorragias: De acuerdo con la ley judía, esta mujer sufría una perpetua menstruación, por lo que se consideraba como permanentemente impura (mNid.). Al igual que el leproso anterior y el criado del centurión, está socialmente marginada, es una paria. En los HchPil se nos dice que la mujer se llamaba Berenice. Eusebio nos cuenta (HE 7.18.1-3) que era una gentil de Cesarea de Filípo. orla: Parte del chal para la oración que se ponían los judíos piadosos (Nm 15,38-41; Dt 22,12) . El toque de la mujer es un gesto de petición conocido en 1 Sm 15,27 y Zac 8,23, como también en las oraciones acádicas (M. Hutter, ZNW 75 [1984] 133-36). 22. desde aquel momento la mujer quedó curada: Mateo subraya la rápida efectividad de la palabra curativa de Jesús. 23. flautistas: Se les contrataba para acompañar los cantos fúnebres (Josefo, Bell. 3.9.5 § 437), pero también intervenían en las fiestas (Ap 18,22). 25. Paralelos veterotestamentarios de este tipo de curación se encuentran en 1 Re 17,17-24; 2 Re 4,17-37.
64 (L) La curación de dos ciegos (9,27-31). Esta unidad tiene afinidades con 20,29-34 y Mc 10,46-52. Aquí el acento recae en la fe. Cada uno de los 10 milagros de los caps. 8 y 9 presentan un problema diferente: lepra, esclavitud, fiebre, desastres naturales (tormenta), posesión demoniaca, parálisis, muerte, hemorragia, ceguera, mudez. Comprobamos el esfuerzo de abarcar todos los problemas sistemáticamente. Jesús es presentado como aquel que cura toda enfermedad y dolencia, un nuevo y más grande Asdepio, cumpliendo Is 35,4-6 (el programa de Mt 4,23; 9,35; 11,5). La Iglesia primitiva entendió la ceguera física como símbolo de la obcecación espiritual; cf. Jn 9, un tema que aparece en todas las culturas. 27. Hijo de David: Véase 1,1; 15,22; 20,30; 21,9.15. El problema que plantea la utilización de este título es el siguiente: ¿Por qué se llama a un sanador Hijo de David, si David no realizó ninguna curación? Actualmente, tenemos cierta evidencia de que a Salomón, el hijo y sucesor de David, se le consideraba como sanador en el judaísmo contemporáneo del NT (cf. D. C. Duling, HTR 68 [1975] 235-52).
65 (M) La curación del endemoniado mudo (9,32-34). Como en la unidad anterior, tenemos aquí un duplicado, en esta ocasión con Mt 12,22-24. La historia se cuenta rápidamente; se habla de la curación en una oración subordinada. La reacción de la gente, en el v.
33, sugiere que la actividad milagrosa de Jesús tiene una gran relevancia para todo Israel. 34. por el príncipe de los demonios: Los fariseos no pueden tolerar la valoración de la gente. La sombra del conflicto y de la cruz cae aquí sobre Jesús. No es un mago inofensivo. Sus curaciones tienen claras implicaciones religiosas. Sobre la importancia del discurso y sus abusos, cf. comentario sobre 5,33-37.
66 (N) La compasión de Jesús (9,35-38) . Estos cuatro versículos son claramente de transición; concluyen la sección formada por
4,23-9,34, que muestra a Jesús como Mesías en palabras y obras, y abre el camino a la misión de los discípulos y al discurso misionero del cap. 10. El uso de las fuentes refleja esta complejidad, entrelazando fragmentos de Mc y Q. 35. Véase el comentario sobre 4,23. 36. sintió compasión: El verbo griego splanchnizein deriva del sustantivo usado para «entrañas, «intestinos» y «tripas», como sede de las emociones. muchedumbre: El amor y la misericordia de Jesús se extienden a ella; es decir, tienen un alcance social. El comienzo de su entrega a la acción pastoral se encuentra en la experiencia de la necesidad que tiene la gente de un liderazgo espiritual (Nm 27,17; Ez 34,5; 1 Re 22,17; 2 Cr 18,16; Zac 10,2; 13,7). como ovejas sin pastor: La imagen del pastor aparece en toda la Biblia aplicada a los dirigentes políticos y religiosos (Nm 27,17; Ez 34,5; 1 Re 22,17; 2 Cr 18,16; Zac 10,2; 13,7). Volverá a aparecer en Mt 10,6; 15,24; 18,12; 26,31. 37. la cosecha es abundante: Jesús convierte el problema en una oportunidad para la acción, los obreros son pocos: Es algo necesario y permanente, porque el trabajo pastoral, aunque no sea físicamente agotador, sí agota psíquicamente. 38. rogad por tanto: Sólo una comunidad que alimenta su fe mediante la oración intensa es apta para recibir y generar más trabajadores de la acción pastoral. Cf. m’Abot 2,15: «R. Tarfón decía: “El día es corto; la labor es inmensa; los trabajadores son holgazanes; el salario es abundante y el dueño de la casa tiene prisa”».
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
En la primera parte de este pasaje se deja ver cuan grande es el conocimiento que nuestro Señor tiene de los pensamientos de los hombres.
A ciertos escribas les parecieron censurables y aun blasfemas las palabras que nuestro Señor dirigió al paralítico. Seguramente se figuraron que nadie sabía qué pensamientos se cruzaban en su mente. Les faltaba saber que el Hijo de Dios puede leer los corazones y percibir los más íntimos afectos. Para vergüenza suya, sus malévolas ideas fueron reveladas.
Esto nos enseña una lección muy útil. «Todas las cosas están descubiertas y abiertas á los ojos de aquel á quien tenemos que dar cuenta.» Heb. 4.13. Nada puede permanecer oculto á los ojos de Jesús. ¿De qué pensamos en lo secreto cuando nadie nos ve? ¿De qué pensamos en la iglesia cuando parecemos tan formales y serios? ¿De qué estamos pensando en este momento mismo? Jesús lo sabe, lo ve, lo penetra, y algún día nos llamará á dar cuenta de ello. Escrito está: » El Señor que juzgará los secretos de los hombres conforme á mi Evangelio, por Jesucristo.» Rom. 2.16.
Notemos, en segundo lugar, el singular llamamiento que Mateo recibió para hacerse discípulo de Jesucristo. Aquel que más tarde fue el primero en escribir el Evangelio estaba sentado al banco de los tributos. Acaso estaba absorto en el desempeño de sus funciones y pensaba en nada más que sus ganancias. Mas de súbito nuestro Señor lo excitó á que lo siguiese y se hiciese su discípulo. Al punto obedeció: levantóse y le siguió.
Que sea siempre uno de los principios fijos de nuestro sistema religioso que para Jesucristo nada hay imposible. El tiene poder para llamar á un recaudador de impuestos y hacerlo apóstol; para cambiar cualquier corazón y renovar todas las cosas. No perdamos jamás las esperanzas de la salvación de persona alguna.
Continuemos trabajando y orando por el bien de las almas, aun de las más depravadas.
Notemos la resolución de Mateo. No se demoró, no se aguardó hasta otra ocasión más oportuna, Hechos 24.25; y por lo tanto, cosechó óptimos frutos.
Escribió un libro que se conoce en todos los ámbitos del globo. Su alma recibió abundantes beneficios, y él hizo abundantes beneficios á los demás. Dejó tras sí un nombre que es más célebre que el de un príncipe ó un rey. Aun al más rico se le olvida pronto después de muerto; mas en tanto que el mundo exista, el nombre de Mateo el publicano será conocido de millones de hombres.
Notemos, por último, las preciosas palabras que nuestro Señor dijo acerca de su misión.
Los fariseos murmuraban contra él porque se asociaba con publícanos y pecadores. En su ciego orgullo se habían imaginado que un maestro que habla descendido del cielo no debía tener nada que hacer con semejantes gentes. Ignoraban el gran fin con el cual, según se había anunciado, había de venir el Mesías al mundo, á saber: el de salvar y redimir las almas que estaban agobiadas por el pecado. Nuestro Señor, por tanto, los reconvino y pronunció estas benditas palabras: » No he venido á llamar los justos, sino los pecadores a arrepentimiento..
Fijémonos en su sentido. Lo primero que el pecador necesita es tener la conciencia de su propia corrupción, y sentir voluntad de acudir á Jesucristo para obtener su auxilio. Ni debe dejar de acudir porque sepa que es malo, depravado é indigno, pues menester es que recuerde que fue á los pecadores que el Redentor vino á salvar, y que si se cree pertenecer á ese número, todo va bien.
No vayamos á pensar que los verdaderos cristianos puedan llegar en este mundo á tal grado de perfección que ya no necesiten de la mediación é intercesión de Jesucristo. Como pecadores acudimos á El; como pecadores vivimos, recibiendo del cielo toda la gracia que poseemos, y como pecadores nos acercaremos al bordo del sepulcro.
Fuente: Los Evangelios Explicados
R691 Ἰδίαν se usa como un pronombre reflexivo: su propia ciudad (aquí hay un énfasis definido -R692; comp. MT90).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Sana el Señor a un paralítico. Murmuraciones de los escribas. Vocación de Mateo el publicano. Responde a los fariseos que le calumnian. Libra a una mujer de un flujo de sangre. Resucita a una niña, y da vista a dos ciegos. Sana a un endemoniado mudo, y obra otros milagros. Parábola de la mies y de los trabajadores.
1 a. Cafarnaúm; porque, como dice Teofilacto, Cristo nació en Belén, se crió en Nazaret, y habitó en Cafarnaúm.
2 b. Los otros Evangelistas (Mc 2,2; Lc 5,18), añaden otras circunstancias a este prodigio. Dicen, que no pudiendo acercarse al Señor los que llevaban al paralítico, por la grande multitud de gente que llenaba la casa, y que escuchando sus palabras tenía tomada la entrada, subieron al tejado, descubrieron una parte de él, y por la abertura descolgaron la cama, y al paralítico en ella, y le presentaron al Señor: lo que prueba una fe muy viva, que les inspiró un medio tan extraordinario para salir con su intento. Esto lo pudieron hacer fácilmente, porque las casas de los orientales por la mayor parte no eran y aun ahora no son sino bajas y sin divisiones de altos. Tenían terrados a donde se subía por una escalera, para tomar el fresco a horas competentes en el estío. Calmet, in Marc. II, 4, observa, que en medio de la plataforma había una abertura, cerrada con una trampa, y alrededor de esta una balaustrada: que se abría esta trampa para dar luz y aire al aposento que estaba debajo; y que se cerraba, cuando el sol era muy ardiente, o para impedir que cayese la lluvia o la nieve.
3 c. Como los doctores de la ley le tenía por un puro hombre, y sabían por otra parte que el perdonar los pecados pertenecía solamente a Dios; le acusaron en su interior de blasfemo, y de que se usurpaba un poder que era propio de Dios. Pero el Señor penetrando sus más ocultos pensamientos, les dio bien claro a entender que era Dios, descubriéndoles lo que pensaban en el secreto de sus corazones; lo que también es propio de Dios.
5 d. Cuál de estas dos cosas es más fácil: ¿sanar el cuerpo de un paralítico, o perdonar los pecados del alma? No hay duda que el curar un paralítico; porque cuanto el alma es más excelente que el cuerpo, otro tanto son mayores sus enfermedades, y más difíciles de curar. Esto no obstante, por cuanto la curación del alma es oculta, y la de cuerpo visible y manifiesta, quiero haceros conocer la verdad de lo que no está patente a vuestros ojos, por lo mismo que veis con ellos. San Jerónimo. Fuera de esto, los judíos creían, que todas las enfermedades son consecuencias y efectos de los pecados que cometen los hombres. Oyendo por otra parte al Señor decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, hacían en su interior este argumento: Dios solo es el que puede perdonar los pecados (Lc 5,21): este dice que tiene potestad de perdonarlos; luego este se usurpa una potestad que solamente pertenece a Dios, y por consiguiente es un blasfemo. El Señor los convence por sus mismos principios, y curando al paralítico con sola su palabra, les hace ver, que, pues tiene potestad para curar los efectos del pecado, según ellos creían, la tenía también para curar la causa, y por consiguiente también que era Dios, que podía perdonarlos.
8 e. No se dice el efecto que hizo la evidencia de este milagro en el espíritu de los escribas; pero es de presumir que quedaron tan obstinados, como lo eran antes de verle. La evidencia de la verdad en corazones corrompidos no hace otro efecto ordinariamente que excitar la envidia, la cólera, la desesperación. Cuando los fariseos no podían negar los milagros del Salvador, los atribuían a artes diabólicas, y a secretos de magia: no tenemos cosa que nos persuada, que estos escribas fuesen más humildes, más religiosos, y más dóciles que los fariseos. Las gentes sencillas del común del pueblo fueron las que viendo el prodigio, temieron y loaron a Dios, por haber dado tal potestad a los hombres. Por tal tenían al Señor, por no estar todavía persuadidas de su divinidad, bien que esta era una buena disposición para creerlo.
9 f. Los otros Evangelistas le llaman Leví, porque era menos conocido por este nombre; pero él a sí mismo se nombra Mateo y publicano, sin temer declarar el empleo en que se hallaba de cobrar los tributos públicos, que era tenido por infame entre los judíos (véase Mt 5,46). Se llamaba telonio el banco, la mesa y lugar en donde se cobraban las rentas públicas.
10 g. (Como consta del Evangelio de San Lucas, cap. 5, y de San Marcos, cap. 2). De Mateo, el cual siguió al punto al Salvador; y para manifestar su reconocimiento e interior regocijo, celebró un gran festín, al que convidó al Señor, a sus discípulos, y a muchos publicanos y compañeros suyos. Jesucristo quiso asistir a este convite, y hallarse en medio de estos publicanos y pecadores, como un médico lleno de caridad, que no puede curar a sus enfermos, sino sufriendo su hedor y molestia. San Gregorio Nazianceno.
12 h. Quiso el Señor hacer conocer a los fariseos la malicia de su acusación, diciéndoles, que por los pecadores había venido al mundo: esto es, por aquellos pecadores, que reconociendo humildemente sus pecados, los detestaban, y se enmendaban; y no, por los sanos; esto es, por aquellos, que teniéndose por sanos y justos, aunque en su corazón alimentasen la corrupción, el orgullo y la hipocresía, semejantes a los frenéticos, parecían fuertes; pero su fuerza consistía en lo violento y grande de la fiebre que los consumía. San Agustín.
13 i. Este es un texto de Oseas (6,6) que los judíos no querían entender. El Griego añade eis metánoian (a penitencia); y así lo cita también San Lucas, contando este mismo suceso (v. 33) como si dijera: Yo estimo más el sacrificio interior del corazón, que el exterior y carnal. Los llamó justos irónicamente y en el mismo sentido en que Dios dijo a Adán: He aquí Adán, que es como uno de nosotros (Gén 3,22), porque estos falsos justos se hacían indignos de la misericordia de Jesucristo, pretendiendo que la negase a los pecadores, y excluyéndose ellos de este número. San Juan Crisóstomo.
16 j. San Lucas, cap. V, da a entender que los fariseos hicieron esta nueva tentativa o insulto a Jesucristo por sí mismos. Mas en el estilo de la Escritura, y aun en el uso común suele atribuirse una cosa a aquel por cuyo mandato, consejo, o instigación se hace. Confundidos, pues, los fariseos con las respuestas del Salvador, se valieron de los discípulos de San Juan para atacarle de nuevo. Y en vez de imitar la profunda humildad de su Maestro, llegaron estos a preguntar al Señor de un modo tan orgulloso, que merecía una severa reprensión. Pero el Hijo de Dios se contentó con instruirlos, usando de la mayor dulzura, y diciéndoles: Que los hijos del esposo no podían estar tristes, mientras que el esposo estaba en su compañía. Esta es una frase hebrea; y así los hijos del esposo, no quiere decir otra cosa que sus amigos o compañeros; haciendo alusión a la costumbre que había antiguamente de dar a los que se casaban algunos jóvenes que los acompañasen en todas las ceremonias de su boda, y estos se llamaban los hijos del esposo.
MS. En uestidura uiedra.
k. La versión antigua: Quita su fortaleza del vestido viejo, y es mayor la rotura.
17 l. Los odres y el vino. Con todas estas comparaciones quiso dar a entender el Salvador, que sus discípulos, como todavía no habían sido renovados por el Espíritu Santo, no debían ser cargados con excesivas obras de penitencia. Pero luego que les fue quitado el esposo, esto es, después de la muerte de Jesucristo, su vida fue una continua mortificación. Enseña también con esto, que no se ha de atender tanto a la mortificación, que se crea estribar en ella precisamente la sustancia de la ley, o que por esta faltemos a los deberes esenciales de nuestro propio estado.
18 m. MS. Sennor, mi fia es finada.
n. Un príncipe. Unos lo eran de familia; otros por sus empleos: este era príncipe o jefe de la Sinagoga, y se llamaba Jairo. Su hija, para quien pedía la salud, era única, y de edad de doce años (Lc 8,41). Y en el mismo Evangelista se ve, que aun no había muerto, sólo sí que estaba muy a los últimos; pero le habló así al Señor, creyendo sin duda que habría ya muerto al tiempo que le hablaba.
22 o. De esta mujer se habla en Mc 5,23. Basta notar aquí para nuestra enseñanza, que penetrada de reconocimiento hacia el Salvador, le hizo levantar una estatua delante de su propia casa en la ciudad de Paneades, o Cesarea de Filipo, de donde era. Representaba esta un hombre en acto de extender la mano a una mujer que estaba arrodillada delante de él. Y Eusebio, Histor. Ecles. lib. VII, cap. XVIII, testifica haberla visto él mismo.
23 p. Acostumbraban en el tiempo de las mayores aflicciones llamar lloronas o plañideras, y estas con voces tristes y desentonadas, y dándose muchos golpes, excitaban la compasión y lágrimas de los asistentes. Para el mismo efecto hacían venir en tiempo de luto tañedores de flautas, para que frmando un concierto fúnebre, moviesen el llanto de los que asistían a tan triste espectáculo. Siguieron la misma costumbre los griegos y los romanos.
24 q. MS. Via daquí.
r. San Lucas (8,49) dice: que aún no había acabado el Señor de decir las últimas palabras en la curación de la hemorroisa, cuando llegó uno de la casa de Jairo para avisarle que había muerto su hija. Si esto es así, ¿cómo dice el Salvador que no había muerto, sino que dormía? Pero si atendemos a lo que ejecutó con ella el Señor, su muerte, aunque verdadera, se pareció a un breve sueño.
25 s. Solamente el poder de Dios puede resucitar de muerte a vida. Los que hemos recibido heridas mortales en nuestras almas, pidámosle que nos tome por su mano, y nos restituya a la vida de su gracia.
27 t. Así le llamaban siguiendo el uso común de los hebreos. Entre los milagros, que, según Isaías (35,5) debía hacer el Hijo de David, era uno el dar vista a los ciegos. Y así se prueba la fe de estos dos ciegos, pues le reconocían por el verdadero Mesías, llamándole Hijo de David, y pidiéndole la vista.
28 u. San Jerónimo cree que fue la casa de la suegra de San Pedro, en donde solía hospedarse el Señor, cuando estaba en Cafarnaúm.
31 v. El que hace un beneficio a otro debe guardarlo en silencio, para poner así su humildad a cubierto; pero el que lo recibe queda en obligación de mostrarse agradecido, y esto le pone en la precisión de publicarlo. Por esta razón ninguno de los Padres ha reprendido a estos ciegos, por no haber hecho lo que Jesucristo les había mandado, publicando el milagro.
32 w. No era mudo por naturaleza, sino por la malicia del demonio. Y así luego que el Señor lanzó el demonio, empezó a hablar.
35 x. El Griego: en tó laó (en el pueblo), y gentes, que le seguían.
36 y. El Griego: errhimménoi (derramados). La compasión del Salvador recaía principalmente sobre los males y enfermedades espirituales que padecían, y la mayor de todas el estar sin pastor que los guiase; porque aunque tenían pastores, eran estos malos, o como unos lobos carniceros; y les hubiera sido más útil el no tenerlos.
37 z. Hay ya muchos que están en sazón para recibir la doctrina evangélica, y ser recogidos en la Iglesia, como en la ara del Señor; mas son pocos los que se emplean en este difícil ministerio. Por tanto rogad al Señor, que mueva y envíe a muchos a esta tan santa obra.
38 a. Los obreros del Evangelio no deben introducirse por sí mismos en la mies del Señor sin especial vocación suya. Mas los que son llamados deben atender al gravísimo cargo que se les impone, y mostrar el mayor celo y prontitud en desempeñarlo (Jer 20,7; 1Cor 9,16).
Fuente: Notas Bíblicas
[2] Ni lo uno ni lo otro. Solo YHWH puede hacer ambas cosas.
[3] Referencia Shem Tov.
[4] Referencia clara a Israel.
[5] Los nuevos odres, son los Israelitas del Pacto Renovado, y el nuevo vino es la Torah purificada la cual Yahshua vino a traer, limpia de las tradiciones y añadidos de los hombres.
[6] Los doce años simbolizan a las 12 tribus que fueron consideradas como una mujer sangrante, impura e infiel que se había apartado de YHWH. Un toque de el Adon le trajo completa sanidad, como Yahshua se ha propuesto hacer con todo Israel.
[7] Mal 4:2
[8] Israel sanado.
[1] En sinagogas de incrédulos.
[2] Sobre los 12 tronos sobre las 12 tribus en las edades venideras/Era Mesiánica
[3] Luc 6:15.
[4] Puesto que Efrayím ha llegado a ser “la plenitud de los gentiles” este versículo es a menudo visto como una contradicción. Y no es así. Es simplemente que el Moshiach está diciendo a sus discípulos que conforme ellos están buscando a las ovejas perdidas de Israel, no deben de ir, por el camino del estilo de vida de los gentiles paganos. Esta orden es una mera reafiramción de Yirmeyahu/Jer 10:1-5. Esto es confirmado por la Peshitta Aramea.
[5] Lamsa de la Peshitta p. 961.
[6] Debido al intenso odio entre Judíos y Shomronitas, Yahshua quiere desplegar Su amor por esos Efrayimitas a través de abrir el camino El Mismo en Yojanan/Juan 4. Esto era una tarea crucial y El quiso hacerlo correctamente. Después de desplegar la forma correcta de alcanzarlos a través de modelar su Amor por Efrayím y Samaria, El posteriormente ordenaría y permitiría a los discípulos a hacer los mismo en Hec 1:8. Así que ésto no es un mandamiento en contra de ir a los Efrayimitas en Samaria, más bien es un asunto de tiempo e instrucciones correctas de parte de el Adon.
[7] Referencia Shem Tov.
[8] En este contexto amplio la Casa de Israel se refiere a las doce doce tribus, y no meramente a Efrayím, como muchos teólogos de que enseñan el Pacto Dual.
[9] El reino restaurado como visto en Hec 1:8.
[10] ¿Puede estar más claro? Los paganos y sus grupos antinomian (no guardadores de la Torah) perseguirán a los creyentes que son todos aquellos que son parte de Israel a través de guardar la Torah y el estilo de vida Israelita.
[11] Israel no será más dividido por dos casas, sino por amor, u odio por Moshiaj Yahshua.
[1] Israel significa vencedor, o uno quien persevera con El.
[13] Os 6, 6.[18] Luc 8, 42.[38] Jesús insiste en la oración por las vocaciones laicales, sacerdotales y religiosas que anuncien el evangelio.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat