Comentario de Mateo 9:18 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Mientras él hablaba estas cosas, he aquí vino un hombre principal y se postró delante de él diciéndole: —Mi hija acaba de morir. Pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
9:18 Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal (Jairo, uno de los principales de la sinagoga, Mar 5:22) y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. Este hombre tuvo una fe “grande”, pues creía que Jesús podía levantar a su hija de entre los muertos. La fe del centurión (8:7) dejó una impresión muy favorable sobre Jesús porque no sólo creía que Jesús podía sanar a su siervo, sino que dijo, “no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente dí la palabra, y mi criado sanará”. 19 Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
vino un hombre principal. Mar 5:22; Luc 8:41, Luc 8:49; Luc 13:14; Luc 18:18; Hch 13:15.
y le adoraba. Mat 8:2; Mat 14:33; Mat 15:25; Mat 17:14; Mat 20:20; Mat 28:17; Mar 5:22; Luc 17:15, Luc 17:16; Hch 10:25, Hch 10:26.
Mi hija acaba de morir. Mat 9:24; Mar 5:23; Luc 7:2; Luc 8:42, Luc 8:49; Jua 4:47-49.
ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. Mat 8:8, Mat 8:9; 2Re 5:11; Jua 11:21, Jua 11:22, Jua 11:25, Jua 11:32.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
un…principal: Este era un magistrado. Los otros Evangelios indican que su nombre era Jairo (Mar 5:22-43; Luc 8:41-56).
se postró sugiere que él reconocía la deidad y autoridad de Jesús. En los pasajes paralelos, se nos dice que la niña se estaba muriendo cuando el padre venía, y que murió cuando iba en camino. Mateo combina estas dos frases en una, diciendo: acaba de morir.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
un hombre principal. Jairo (Mar 5:22; Luc 8:41) era un dirigente de la sinagoga.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
9:18 Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal (Jairo, uno de los principales de la sinagoga, Mar 5:22) y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. Este hombre tuvo una fe “grande”, pues creía que Jesús podía levantar a su hija de entre los muertos. La fe del centurión (8:7) dejó una impresión muy favorable sobre Jesús porque no sólo creía que Jesús podía sanar a su siervo, sino que dijo, “no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente dí la palabra, y mi criado sanará”. 19 Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL TOQUE QUE DESPIERTA
Mateo 9:18-19, 23-26
Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, fijaos, llegó un gobernador y se arrodilló ante Él en actitud de adoración.
Mi hija Le dijo- acaba de morírseme; pero ven a poner Tu mano sobre ella para que vuelva a la vida.
Jesús se levantó para ir con él, y Sus discípulos también fueron con Él.
Cuando Jesús llegó a la casa del gobernador, y vio a los flautistas y el jaleo del gentío, les dijo:
Dejadnos, porque la chiquilla no está muerta; sólo dormida.
Y se rieron de Él.
Cuando hubieron desalojado a toda aquella. gente, Jesús entró, y tomó a la chica de la mano, y ella se levantó.
La noticia de este suceso se difundió por todo el país.
Mateo nos relata esta historia mucho más brevemente que los otros sinópticos. Si queremos saber más detalles tenemos que acudir a Mr 5:21-43 y a Lc 8:40-56 . Allí descubrimos que el gobernador lo era de la sinagoga, y que se llamaba Jairo (Mr 5:22 , y Lc 8:41 ).
El gobernador de la sinagoga era una persona muy importante. Se le elegía de entre los ancianos. No estaba a cargo de la predicación ni de la enseñanza, sino «al cuidado del orden externo del culto público, y la supervisión de todo lo concerniente a la sinagoga en general.» Elegía los que habían de hacer las lecturas y los que las oraciones en cada culto, e invitaba a los que habían de predicar. Era su deber asegurar que nada estaba o sucedía fuera de orden en la sinagoga; y tenía que supervisar el estado de los edificios de la sinagoGálatasGa. Toda la administración práctica de la sinagoga estaba en sus manos.
Está claro que una persona así sólo acudiría a Jesús como último recurso. Sería uno de los judíos superortodoxos que consideraban a Jesús un hereje peligroso; y sería sólo cuando todo lo demás le había fallado cuando acudió a Jesús en su desesperación. Jesús le podría haber dicho: » Cuando las cosas te iban bien, querías matarme; ahora que las cosas te van mal, acudes a Mí para que te ayude.» Y Jesús podría haberle negado Su ayuda a un hombre como él. Pero no le guardaba ningún rencor. Ahí estaba un hombre que Le necesitaba, y lo único que deseaba Jesús era ayudarle. El orgullo ofendido y el espíritu reacio a perdonar no tenían lugar en Jesús.
Así es que Jesús fue con el gobernador de la sinagoga hasta su casa; y allí se encontró con todo lo que se podía esperar y temer en tal ocasión. Los judíos estimaban mucho la obligación de hacer duelo por los difuntos. «Quienquiera que sea remiso -decían- en hacer duelo por el fallecimiento de un sabio, merece que le quemen vivo.» Había tres costumbres de duelo que caracterizaban a todas las familias judías afligidas por la muerte de un ser querido.
Estaba el rasgarse las vestiduras. Había no menos de treinta y nueve diferentes reglas y normas para establecer cómo se habían de rasgar las vestiduras. Había que hacerlo de pie. La ropa se tenía que rasgar hasta el corazón, para exponer la piel. Por el padre o la madre había que rasgarse las vestiduras justamente sobre el corazón; por otros parientes, por el lado derecho. El desgarrón tenía que ser lo bastante grande como para que cupiera el puño, y tenía que dejarse boquiabierto durante siete días; los treinta días siguientes se llevaba ligeramente hilvanado para que pudiera seguir viéndose; sólo después se podía zurcir definitivamente. Era obvio que habría sido indecente el que las mujeres rasgaran sus vestidos de forma que se les viera el pecho; así es que estaba establecido que las mujeres tenían que rasgarse la ropa interior en privado, y luego darse la vuelta a la prenda de manera que se viera lo rasgado en la espalda; y luego en público rasgaban su ropa exterior.
Estaba el plañir por los muertos. En la casa del duelo se mantenía el plañido ininterrumpidamente. Estaba a cargo de plañideras profesionales. Todavía existen en oriente, y W. M. Thomson las describe en La Tierra y el Libro: » En todas las ciudades y comunidades hay mujeres supremamente habilidosas en este oficio. Siempre se las manda buscar y se las mantiene dispuestas. Cuando llega una nueva compañía al duelo, estas mujeres se ponen a plañir inmediatamente para que les sea más fácil a los recién llegados unir sus lágrimas a las de la familia de duelo. Se saben la historia doméstica de cada persona, e improvisan repentinamente Lamentaciones espontáneas en las que introducen los nombres de los familiares que han muerto recientemente, tocando así las cuerdas sensibles de todos los corazones; y así cada persona llora por sus propios muertos, y la representación, que de otra manera sería difícil y aun imposible, resulta fácil y natural.»
Estaban los flautistas. La música de la flauta se asociaba especialmente con la idea de la muerte. El Talmud establece: «El marido está obligado a enterrar a su difunta esposa, y hacer Lamentaciones y duelo por ella según la costumbre de todos los países. Y también los más pobres entre los israelitas no le concederán menos de dos flautas y una plañidera; pero, si el marido es rico, que todas las cosas se hagan conforme a sus cualidades.» Aun en Roma, los flautistas eran un elemento constitutivo de los días de duelo. Hubo flautistas en el funeral del emperador romano Claudio, y Séneca nos dice que hacían un ruido tan estridente que hasta al mismo Claudio, que era el muerto, le silbaban los oídos. Tan insistente y tan chillón era el plañido de la flauta que la ley romana limitaba el número de flautistas en cada funeral a no más de diez.
Así es que nos podemos figurar la escena de la casa del gobernador de la sinagoGálatasGa. Todos estaban rasgándose las ropas; las plañideras lanzaban sus chillidos como entregándose al más profundo dolor; las flautas producían sus sonidos horripilantes. En aquella casa se había dado cita toda la parafernalia de los duelos orientales.
En esa atmósfera excitada e histérica, entró Jesús. Con serena autoridad hizo que todos se salieran. Les dijo tranquilamente que la muchacha no estaba muerta, sino sólo dormid y los presentes se rieron burlonamente de Él. Era un detalle extrañamente humano aquel. Los presentes se habían entregado tan totalmente al duelo que se daban por ofendidos de cualquier esperanza de que todo aquello no fuera necesario.
Es probable que, cuando Jesús dijo que la muchacha no estaba muerta sino sólo dormida, quisiera decir precisamente aquello. En griego, como en español, muchas veces se alude a la muerte aplicándole la terminología del sueño. » Descanse en paz.» De hecho, la palabra internacional cementerio viene del griego koimétérion, que quiere decir lugar donde duermen las personas, dormitorio. En griego hay dos palabras para dormir; una es kiomasthai, que se usa muy corrientemente tanto del sueño natural como del sueño de la muerte, y la otra katheudein, que no se usa tan frecuentemente del sueño de la muerte y sí más corrientemente del sueño natural. Y es katheudein la que se usa en este pasaje.
En Oriente, el coma cataléptico no era ni mucho menos infrecuente. El entierro en Oriente sigue al fallecimiento muy de cerca, porque las condiciones climatológicas lo hacen necesario. Tristram escribe: » Los entierros siempre tienen lugar lo más tarde posible el mismo día del fallecimiento, frecuentemente por la noche si el fallecido había estado vivo hasta después de la puesta del sol.» A causa de lo corriente que era el estado de coma, y por lo corriente del entierro inmediato, no era imposible que se enterraran algunas personas vivas, como muestra la evidencia de muchas tumbas. Puede que aquí tengamos un ejemplo, no tanto de una resurrección, como de un diagnóstico divino; y que Jesús salvó a esta chica de un final terrible.
De una cosa podemos estar seguros: aquel día en Cafarnaum Jesús rescató a una muchacha judía de las mismas garras de la muerte.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
FE IMPERFECTA Y PODER PERFECTO
Mateo 9:18-31
Antes de estudiar este pasaje en detalle debemos considerarlo en conjunto, porque en él hay algo maravilloso.
Contiene tres relatos de milagros: la curación de la hija del gobernador (versículos 18, 19, 23-26); la curación de la mujer que padecía flujo de sangre (versículos 20-22); y la curación de los dos ciegos (versículos 27-31). Todos estos relatos tienen algo en común. Veámoslos ahora uno a uno.
(i) No cabe duda que el gobernador acudiría a Jesús cuando todo lo demás le había fallado. Era, como veremos, el gobernador de la sinagoga; es decir: un pilar de la ortodoxia judía. Era uno de los que despreciaban y odiaban a Jesús, y a los que les habría gustado eliminarle. Sin duda probó todas clases de médicos, y de curas; y sólo por pura desesperación, y como último recurso, acudió a Jesús.
Es decir: el gobernador vino a Jesús con motivos inadecuados. No acudió a Jesús impulsado por un corazón desbordado de amor; vino a Jesús porque había probado todo lo demás, y no le quedaban más posibles remedios a que acudir. Herbert dice al final de una de sus poesías que Dios dice de Su hijo extraviado:
Si toda Mi bondad no le guiara, que la inquietud le arroje hacia Mi pecho.
Este hombre vino a Jesús impulsado por la desesperación.
(ii) La mujer con el flujo de sangre se abrió paso entre la multitud por detrás de Jesús y tocó el borde Su túnica. Vamos a suponer que estamos leyendo ese relato con una actitud distante y crítica, ¿de qué diríamos que dio muestra aquella mujer? Diríamos, sencillamente, que de superstición. Tocar el borde de la túnica de Jesús era parecido a buscar la sanidad en las reliquias o en los pañuelos de los santos.
Esta mujer vino a Jesús con lo que podríamos llamar una fe inadecuada. La trajo algo que más parecía superstición que fe.
(iii) Los dos ciegos se llegaron a Jesús gritando: » ¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!» Hijo de David no era un título que Jesús apreciara; Hijo de David era la clase de título que usaría un nacionalista. Muchos de los judíos estaban `esperando un gran líder de la dinastía y casta de David, un general victorioso que los condujera al triunfo militar y político sobre los Romanos invasores. Esa era la idea que subyacía bajo el título Hijo de David.
Así es que aquellos ciegos acudieron a Jesús con una idea muy inadecuada de Quién era. No veían en Él más que al conquistador heroico de la dinastía de David.
Aquí tenemos algo maravilloso. El gobernador vino a Jesús con motivos inadecuados; la mujer vino a Jesús con una fe inadecuada; los ciegos vinieron a Jesús con una idea ¡nade= cuada de Quién era -o, si preferimos decirlo así, con una teología inadecuada. Y sin embargo encontraron Su amor y Su poder esperándolos en sus necesidades. Aquí vemos algo tremendamente maravilloso. No importa cómo vengamos a Cristo, con tal que vengamos. No importa lo inadecuada e imperfectamente que vengamos: Su amor y Sus brazos están abiertos para recibirnos.
Aquí hay una doble lección. Quiere decírsenos que no tenemos que esperar para venir a Cristo hasta que nuestros motivos, nuestra fe y nuestra teología sean perfectos; podemos venir tal como estemos. Y quiere decir que no tenemos derecho a criticar a otros cuyos motivos, fe o teología creamos equivocados. No es cómo vengamos a Cristo lo que importa, sino que de veras vengamos a Él, porque Él está deseando recibirnos tal como somos para hacernos como debemos ser.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— un dignatario: En los respectivos lugares paralelos, Mc y Lc explicitan el nombre del dignatario; se llamaba Jairo y era el jefe (o uno de los jefes) de la sinagoga de Cafarnaún (ver Mar 5:22 y Luc 8:41).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Resucitando a los muertos (ver Mar. 5:21-43; Luc. 8:40-56). Aquí encontramos otra intensificación de la autoridad de Jesús; aun la muerte está sujeta a él. La abreviatura radical del relato por Mat. (¡23 versículos en Mar., 9 en Mat.!) sugiere que la hija del principal ya estaba muerta cuando le pidió a Jesús su ayuda, en vez de pensar que falleció durante la llegada de Jesús. Si es así, su solicitud era por demás asombrosa. Mateo claramente no tiene la intención de que se tomen lit. las palabras de Jesús en el v. 24, como indicación de un diagnóstico falso (como se entendería en el relato de Mar.); habrá querido decir que su muerte, aunque real, no era permanente.
Escondido en ese relato hay otro milagro de sanidad, el de un desorden menstrual incurable. El deseo de la mujer de tocar su vestido podría sugerir un punto de vista mecánico del poder sanador de Jesús, sin embargo, surgió de una fe suficiente para que Jesús la elogiara, y la sanara.
Notas. 20 El flujo menstrual la hacía impura ceremonialmente; por lo tanto, aun el tocar el borde de su manto le acarrearía una reprimenda por parte de algún judío piadoso. Como con el leproso (8:3), Jesús hizo a un lado el tabú. 23 Los que tocaban las flautas formaban parte común del ritual fúnebre.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
x 386 Mar 5:22
y 387 Luc 8:41
z 388 Luc 8:42
a 389 Luc 4:40; Jua 11:25
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
18 (1) Los vs. 18-34 describen brevemente esta edad y la edad venidera. Por lo tanto, este pasaje tiene un significado dispensacional, así como el de 8:1-17. La hija del hombre principal de la sinagoga representa a los judíos, y la mujer que padecía flujo de sangre representa a los gentiles. Cuando la hija murió, la mujer fue sanada. Después de que la mujer fue sanada, la hija fue resucitada. Después, dos ciegos y un mudo fueron sanados. Este es un tipo que muestra que cuando los judíos fueron cortados, los gentiles fueron salvos, y que después que se complete la salvación de los gentiles, los judíos serán salvos ( Rom_11:15 , Rom_11:17 , Rom_11:19 , Rom_11:23-26). Después de eso, comenzará el milenio, en el cual todos los ciegos y los mudos serán sanados ( Isa_35:5-6).
18 (2) Jairo, un hombre principal de la sinagoga ( Mar_5:22 ; Luc_8:41). Su nombre significa él iluminará , o iluminado , lo cual indica que el Señor iluminará a los gentiles ( Hch_13:46-48) y que los judíos también serán iluminados.
18 (a) vs.18-26: Mar_5:22-43 ; Luc_8:41-56 .
18 (b) Mat_8:2
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
ven… Lit. habiendo ido.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
T330 Aquí, antes del mandato, ἀλλά debe traducirse como una interjección: bien (comp. Mar 9:22).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, principal
O, le adoró
Fuente: La Biblia de las Américas
. y.
9.18 Lit. habiendo ido.
Fuente: La Biblia Textual III Edición