Comentario de Mateo 9:20 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Y he aquí una mujer que sufría de hemorragia desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;
9:20 Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, (por eso, según la ley estaba inmunda y a cualquiera que ella tocara estaría inmundo, Lev 15:19) se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; 21 porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. La palabra SOZO se traduce salvar o sanar, porque significa la “liberación material y temporal de peligros, sufrimientos, etc.” y también de “la salvación espiritual y eterna”. En realidad esto nos hace ver más claramente la relación entre los milagros de sanidad que Jesús realizó y la salvación del alma; es decir, Jesús sanó el cuerpo para que la gente creyera que El podía salvar su alma.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
y he aquí una mujer. Mar 5:25; Luc 8:43.
enferma de flujo de sangre. Lev 15:25.
se le acercó por detrás. Mat 14:36; Mar 5:28; Mar 6:56; Mar 8:22; Hch 5:15; Hch 19:12.
y tocó borde de su manto. Mat 23:5; Núm 15:38, Núm 15:39; Deu 22:12; Luc 8:44.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
flujo de sangre desde hacía doce años. La aflicción de esta mujer no fue solo grave físicamente, también la mantenía impura permanentemente por razones ceremoniales (cp. Lev 15:25-27). Esto significa que debió haber sido rehuida por todos, incluyendo su propia familia y excluida de la sinagoga y el templo. el borde de su manto. Cp. Mat 14:36. Probablemente una de las borlas que colgaban de las esquinas de un manto para recordar a quien lo vestía que debía obedecer los mandamientos de Dios (Núm 15:38-40; Deu 22:12).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
9:20 Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, (por eso, según la ley estaba inmunda y a cualquiera que ella tocara estaría inmundo, Lev 15:19) se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; 21 porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. La palabra SOZO se traduce salvar o sanar, porque significa la “liberación material y temporal de peligros, sufrimientos, etc.” y también de “la salvación espiritual y eterna”. En realidad esto nos hace ver más claramente la relación entre los milagros de sanidad que Jesús realizó y la salvación del alma; es decir, Jesús sanó el cuerpo para que la gente creyera que El podía salvar su alma.
Fuente: Notas Reeves-Partain
TODO EL PODER DEL CIELO PARA UNO
Mateo 9:20-22
Y fijaos: una mujer que hacía doce años que padecía
de hemorragias se Le acercó por detrás y tocó la borla
de Su manto, diciéndose para sus adentros:
Aunque no haga más que tocar Su ropa, me pondré buena.
Jesús Se dio la vuelta y la vio.
-¡Ten ánimo, hija! -le dijo-. Tu fe es lo que te ha devuelto la salud.
Y la mujer estuvo sana desde aquel momento.
Desde el punto de vista judío esta mujer no podía haber sufrido de ninguna enfermedad más terrible y humillante que el flujo de sangre. Era una dolencia muy corriente en Palestina. El Talmud indica no menos de once curas diferentes para ella. Algunas consistían en tónicos y astringentes que puede que fueran eficaces en algunos casos; otras eran meramente remedios supersticiosos. Una de éstas era llevar las cenizas de un huevo de avestruz en una bolsa de lino en el verano, y de algodón en invierno; otra era llevar por ahí una espiga de cebada que se hubiera encontrado en el estiércol de una burra blanca. Cuando Marcos cuenta esta historia, deja bien claro que esta mujer lo había intentado todo, y había ido a todos los médicos que había podido, y estaba cada,,vez peor en vez de mejor (Mr 5:26 ).
Lo más terrible de esta enfermedad era que hacía a la paciente inmunda. La Ley establecía: » Cuando una mujer tenga flujo de sangre por muchos días fuera del tiempo de su menstruación, o cuando tenga flujo de sangre más allá de su menstruación, todo el tiempo de su flujo quedará impura como en los días de su menstruación. Toda cama en que duerma mientras dure su flujo será como la cama de su menstruación, y todo mueble sobre el que se siente será inmundo como la impureza de su menstruación. Cualquiera que toque esas cosas será impuro y lavará sus vestidos, se lavará a sí mismo con agua, y quedará impuro hasta la noche» (Lv 15:25-27 ).
Es decir: una mujer con flujo de sangre era inmunda; todas las cosas y las personas que tocara quedaban infectadas de su inmundicia. Quedaba totalmente excluida del culto, y del trato con hombres y mujeres. No debería ni siquiera haber estado entre la multitud que rodeaba a Jesús; porque, si lo hubieran sabido, no la habrían dejado, porque habría estado contaminando a todos. No nos sorprende lo más mínimo que estuviera probando ansiosamente todo lo que pudiera rescatarla de unta vida de aislamiento y humillación.
Así que se deslizó por detrás de Jesús y tocó la orla de su manto. La palabra griega es kráspedon, la hebrea es zizit.
Esta orla eran cuatro borlas de azul jacinto que llevaban los judíos en las esquinas de su manto exterior. Se llevaban obedeciendo lo que mandaba la Ley en Nm 15:37-41 y Dt 22:12 . Mateo vuelve a mencionarla en 14:36 y 23:5. Consistían en cuatro hebras que pasaban por las cuatro puntas del manto y se encontraban en ocho puntos. Una de las hebras era más larga que las otras. Estaba trenzada siete veces alrededor de las otras, formando un nudo doble; luego ocho veces, luego once veces y luego trece veces. La hebra y los nudos representaban los cinco libros de la Ley. La razón de la orla era doble. Servía para identificar a un judío como tal, y como miembro del pueblo escogido, no importaba donde estuviera; y servía para recordarle al judío cada vez que se pusiera y se quitara la ropa que él pertenecía a Dios. En tiempos posteriores, cuando se perseguía universalmente a los judíos, las borlas se usaban en la túnica interior, y hoy en día se usan en el chal que usan los judíos devotos para la oración.
Fue la borla de la ropa de Jesús lo que tocó esta mujer.
Cuando la tocó, fue como si el tiempo se detuviera. Como si estuviéramos viendo una película y de pronto se quedara inmóvil la imagen y siguiéramos viendo lo mismo. Lo extraordinario y conmovedoramente hermoso de esta escena es que repentinamente Jesús se detuvo en medio de aquella multitud; y por un momento parecía que nada ni nadie existía para Él salvo aquella mujer y su necesidad. No era simplemente una pobre mujer perdida en la multitud; era una persona a la que Jesús dio la totalidad de Sí mismo.
Para Jesús nadie está nunca perdido entre la multitud, porque Jesús es como Dios. W. B. Yeats escribió una vez en uno de sus momentos de mística belleza: » El amor de Dios es infinito para toda alma humana, porque toda alma humana es única; ninguna otra cosa puede satisfacer la misma necesidad en Dios.» Dios le da la totalidad de Sí mismo a cada persona.
El mundo no es así. El mundo tiende a dividir a las personas en los que son importantes y los que no lo son.
En Una noche para recordar, Walter Lord cuenta un detalle de la historia del naufragio del Titanic en abril de 1912. Hubo una abrumadora pérdida de vidas cuando aquel trasatlántico nuevo y que se consideraba tan seguro chocó con un iceberg en medio del Atlántico. Cuando se publicó la noticia de la tragedia el periódico de Nueva York The American le dedicó un editorial. Este editorial estaba dedicado exclusivamente a la muerte del millonario John Jacob Astor; y sólo al final, casualmente, se mencionaba que también habían perecido otros 1800. El único que realmente importaba, el único que era noticia, era el millonario. Los otros 1800 no tenían ninguna importancia.
Los hombres puede que sean así, pero Dios no. Bain, el psicólogo, dijo en un contexto muy diferente que la persona sensual tiene lo que él llamaba cuna ternura voluminosa.» En el más elevado y mejor sentido hay una ternura voluminosa en Dios. James Agate dijo de G. K. ChEsterton: «Al contrario que algunos pensadores, ChEsterton entendía a sus semejantes; las angustias de un juglar le eran tan familiares como las preocupaciones de un juez… ChEsterton, más que ningún otro hombre que yo haya conocido, tenía el tacto común. Le dedicaría toda su atención a un limpiabotas. Tenía esa bondad de corazón que la gente llama amabilidad y que hace que todo el mundo sea su familia.» Ese es el reflejo del amor de Dios, para Quien ninguno se pierde en la multitud.
Vale la pena recordar esto en un día y una edad en que el individuo está en peligro de perderse. Las personas tienden a convertirse en Números en un sistema de seguridad social; tienden casi a perder su derecho como individuos cuando son miembros de una asociación o de un sindicato. W. B. Yeats dijo de Augustus John, el famoso artista y retratista: » Estaba interesado supremamente en la revolución contra todo lo que hace a un ser humano igual a otro.» Para Dios una persona no es nunca lo mismo que otra; cada una es su bebé individual, y cada una tiene todo el amor de Dios y todo el poder de Dios a su disposición.
Para Jesús esta mujer no se perdió en la multitud; en su hora de necesidad, para Él era la única que importaba. Jesús es así con cada uno de nosotros.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— padecía hemorragias: Se trata de una enfermedad relacionada con el ciclo menstrual y por tanto doblemente dolorosa, ya que las mujeres que padecían tal enfermedad eran consideradas legalmente impuras.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Lev 15:25.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
NOTAS
(1) O: “el borde; la borla”.
REFERENCIAS CRUZADAS
b 390 Lev 15:25; Mar 5:25
c 391 Mat 14:36; Mar 6:56
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
sufriendo de flujo de sangre. La causa de la enfermedad de esta mujer no es especificada, pero su condición se había hecho crónica y había empeorado, lo que aumentaba no sólo su temor, debilidad e irritación, sino también su pobreza (Mr 5:26). Los judíos consideraban la menstruación como algo impuro, y el flujo de sangre en ella era constante. Esta mujer, por tanto, era considerada siempre inmunda. Cualquier persona que ella tocara se volvía al instante inmunda (cp. Lv 15:25– 30).
el borde. Este término se refiere a los flecos en los bordes del manto. Estos flecos en las vestiduras, recordaban a los judíos de los mandamientos de Dios (Nm 15:37– 41; Dt 22:12; Mt 23:5).
Fuente: La Biblia de las Américas
20 (1) Una hemorragia, un flujo o derrame de sangre ( Lev_15:25). La vida de la carne está en la sangre ( Lev_17:11). Por lo tanto, esta enfermedad representa la vida que se desvanece.
20 (2) La mujer había estado enferma por doce años, los años que tenía la hija del hombre principal ( Luc_8:42).
20 (3) Tanto esta mujer como el centurión de 8:5-10 representan a los gentiles; éstos vinieron para tener contacto con el Señor de la misma manera: con fe. La mujer fue sanada mientras el Señor iba en camino a la casa del hombre principal de la sinagoga. Esto significa que los gentiles son salvos mientras Cristo va en camino a la casa de Israel.
20 (4) El manto de Cristo representa las obras justas de Cristo, y los flecos representan el gobierno celestial ( Núm_15:38-39). La virtud que llega a ser el poder sanador (14:36) procede de las obras de Cristo, las cuales son gobernadas por los cielos.
20 (a) Lev_15:25
20 (b) Mat_14:36 ; Núm_15:38-39 ; Deu_22:12
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
el borde de su manto. Probablemente, el fleco o las borlas de las esquinas del manto de Cristo. Eran recordatorios religiosos para el que los llevaba, de que debía observar los mandamientos (Núm 15:37-39).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
borde… Otra traducción posible: fleco.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
B131 El participio de presente αἱμορροοῦσα se refiere a una acción pasada que aún está en progreso: una mujer que había estado sangrando durante doce años.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
rtf1fbidisansiansicpg1252deff0fonttblf0fromanfprq2fcharset2 Wingdings 3; N fleco.