Biblia

Comentario de Miqueas 6:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Miqueas 6:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Oíd, por favor, lo que dice Jehovah: “¡Levántate, pleitea junto a los montes, y que oigan las colinas tu voz!

Oid ahora lo que dice Jehová. Miq 1:2; 1Sa 15:16; Jer 13:15; Amó 3:1; Heb 3:7, Heb 3:8.

Levántate, contiende, o litiga. Deu 4:26; Deu 32:1; Sal 50:1, Sal 50:4; Isa 1:2; Jer 22:29; Eze 36:1, Eze 36:8; Luc 19:40.

contra los montes. Miq 1:4; Isa 2:12-14.

y oigan los collados. Eze 37:4.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El pleito de Dios contra Israel por la ingratitud, Miq 6:1-5.

por la ignorancia, Miq 6:6-9,

por la injusticia, Miq 6:10-15;

y por la idolatría, Miq 6:16.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Dios (el juez) llama al pueblo (el acusado) a que contienda su pleito. Los montes y los collados estaban entre los testigos del pacto que Dios hizo con su pueblo (Deu 4:26Deu 32:1Isa 1:2).

altercará: Si el pueblo guarda silencio ante los montes, el mismo Señor hablará contra sus pecados.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

OÍD AHORA LO QUE DICE JEHOVÁ. El Señor tenía una acusación contra su pueblo, de manera que los convocó para que escucharan su queja y justificaran su conducta malvada si podían. ¿Qué derecho tenían a rechazar al Dios del pacto y a desobedecer sus leyes? Se presentan las acusaciones contra el pueblo en los vv. Miq 6:9-16.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

6. Reprensión de Israel por sus Transgresiones.
Los c.6-7 constituyen una nueva sección, y en ellos se expresa, de modo dramático, la interpolación de Yahvé a su ingrato pueblo por sus iniquidades. La requisitoria de Yahvé recuerda a Israel su olvido de los antiguos beneficios conferidos al salir de Egipto. Yahvé dirige sus quejas contra Israel, que puede aplicarse al reino del norte, con Samaría por capital (y en este caso el oráculo sería anterior a la destrucción de Samaría, 721 a.C.) o a las doce tribus de Jacob en general.

Querella de Yahvé con Israel (1-5).
1 Oíd, pues, lo que dice Yahvé: ¡Levántate, queréllate contra los montes y que oigan tu voz los collados! 2 ¡Oíd, montes, la querella de Yahvé; prestad oído, cimientos de la tierra! Porque tiene Yahvé querella con su pueblo y va a altercar con Israel. 3 ¿Qué te he hecho yo, pueblo mío? ¿En qué te he molestado? ¡Respóndeme! 4 Porque yo fui quien te hizo subir de la tierra de Egipto, te redimí de la casa de la servidumbre y mandé a tu frente a Moisés, Aarón y María. 5 Acuérdate, pueblo mío, de qué pedí a Balac, rey de Moab, y qué le respondió Balaam, hijo de Beor, desde Sitim hasta Guilgal, para que reconozcas las justicias de Yahvé.

La requisitoria es tierna y dramática. Enfáticamente se invita a los montes y collados a ser testigos de esta querella contra la ingratitud de Israel para que lo transmitan a las generaciones futuras. Los montes y collados representan aquí a la nación israelita, a la que Yahvé va a llamar a litigio. De ahí la expresión queréllate contra los montes del v.1. La tierra de Israel era casa particular del Dips de Israel. Las transgresiones del pueblo elegido la habían maculado, y por eso se invita al profeta a pedir cuenta a los accidentes geográficos de la “tierra santa” por antonomasia.
Con acento tierno, Dios se presenta a su pueblo como inocente. Durante toda la historia no ha hecho sino acumular beneficios. Jamás le ha inferido mal: ¿en qué te he molestado? (v”3). Es el grito de un corazón lacerado por la ingratitud de un pueblo que no ha comprendido los beneficios recibidos desde que empezó a formarse como nación: yo te hice subir de la tierra de Egipto (v.4). En la peregrinación azarosa por el desierto, Yahvé les dio un guía en Moisés y unos consejeros en Aarón y María 1.
Y poco antes de entrar en Canaan, las bendiciones sobre Israel se volvieron a repetir por boca de Balaam, falso profeta contratado por el rey de Moab, Balac, para maldecir al pueblo israelita acampado en la estepa moabita 2. La expresión desde Sitim hasta Guilgal parece aludir a la protección especial de que fue objeto Israel desde que terminó su peregrinación por el desierto (cuya última etapa fue Sitim) hasta que entró en Canaán, al otro lado de Ganaán, acampando en Guilgal 3.
Yahvé guió, pues, a Israel desde las estepas del Sinaí hasta la tierra de promisión, colmándole de bendiciones y protegiéndole contra todo evento. Aquí se recuerdan estos beneficios para hacer resaltar la ingratitud del pueblo elegido: para que reconozcas las justicias de Yahvé, es decir, su generosidad para con Israel. Toda la historia del pueblo elegido es un trenzado de hechos providenciales, a veces espectaculares, en favor de los descendientes de Jacob; son las justicias de Yahvé, prontas a proteger al pueblo que había de ser el vehículo de transmisión de las promesas salvíficas sobre la humanidad entera.

Israel, dispuesto a aplacar la ira de Yahvé (6-7).
6 ¿Con qué me presentaré yo ante Yahvé y me postraré ante el Dios de lo alto? ¿Vendré a El con holocaustos, con becerros primales? 7 ¿Se agradará Yahvé de los miles de carneros y de las miríadas de arroyos de aceite? ¿Daré mis primogénitos por mis prevaricaciones, y el fruto de mis entrañas por los pecados de mi alma?

El profeta, ante las exigencias y reconvenciones de Yahvé, enojado por tanta ingratitud, presenta al pueblo preocupado por dar satisfacción a su Dios. Pero en su simpleza no se le ocurre sino apelar a los medios tradicionales de culto externo: holocaustos a base de miles de carneros con abundantes oblaciones de aceite (v.6). En realidad, los sacrificios como tales, si no van acompañados de la compunción del corazón y el arrepentimiento de los pecados, no tienen ningún valor. Por eso, aunque se multiplicaran por miles los carneros y por miríadas los arroyos de aceite (expresiones hiperbólicas para recalcar más la idea de impotencia en cuanto a la expiación), Yahvé no habría recibido satisfacción alguna4.
Y aunque entregaran sus primogénitos, sus seres más queridos, fruto de sus entrañas, no aplacarían al Dios enojado. No es que aquí el profeta admita los sacrificios humanos como lícitos (jamás en la Biblia son considerados como lícitos; al contrario, los hagiógrafos expresan el horror por los sacrificios de niños entre los cananeos y moabitas), sino que hiperbólicamente el profeta indica que ni la entrega a Dios de lo más querido, como son los hijos, serviría para satisfacer a la ira divina. Dios quiere, ante todo, de su pueblo la entrega íntima de su corazón. Es la enseñanza que a continuación va a proclamar el profeta.

Yahvé, intransigente con las injusticias de los. israelitas (8-16)
8 ¡Oh hombre! bien te ha sido declarado lo que es bueno y lo que de ti pide Yahvé: hacer justicia, amar el bien y caminar en la presencia de tu Dios. 9 La voz de Yahvé interpela a la ciudad (sabiduría es temer tu nombre): Oye, tribu; oye, asamblea de la ciudad 5: 10 ¿Voy a perder de vista la casa del impío 6, los tesoros de iniquidad y el detestable “efá” escaso ? 11 ¿Voy a perdonar a pesar de las balanzas falsas y de las bolsas de pesas fraudulentas? 12 Por haberse llenado sus ricachos de violencias y haber hablado falsamente a sus habitantes, llevando en su boca una lengua mendaz, 13 por eso me he puesto yo también a herirte y a devastarte a causa de tus pecados. 14 Comerás y no te saciarás, y el hambre te roerá las entrañas; apartarás, pero no lo librarás, y lo que librares, yo lo daré a la espada. 15 Sembrarás y no cosecharás; pisarás la aceituna, pero no te ungirás con su óleo; el mosto, pero no beberás su vino,16 Has guardado los mandatos de ómrí y todas las obras de la casa de Acab, y has andado según sus consejos para que yo te entregue a la devastación y dé tus habitantes al escarnio. Llevaréis, pues, sobre vosotros el oprobio de mi pueblo.

El profeta declara, en nombre de Dios, que para agradar a Dios hay que atender sobre todo a la práctica de las virtudes morales. La expresión ¡oh hombre! bien te ha sido declarado lo bueno puede aludir a las exigencias de la ley natural, conocidas por el hombre como tal, o a la predicación de los profetas anteriores, como Amos y Oseas7, que tanto habían inculcado pocos años antes, en el reino de Samaría, el cumplimiento de los deberes naturales con los desvalidos y desheredados: hacer justicia, amar el bien y caminar en la presencia de Dios (v.8). Este es el gran programa que exige Dios de los israelitas, y no puede ser sustituido por las prácticas meramente externas de culto en orden a agradarle.
Precisamente por no haber sido fiel a estos preceptos, Yahvé va a-interpelar a la ciudad (probablemente Samaría) (v.8). La frase sabiduría (o cordura) es temer tu nombre es como un paréntesis doxológico, que puede ser de un redactor posterior. La requisitoria de Yahvé se dirige directamente a la tribu y asamblea de la ciudad, es decir, a todo el reino del norte, y en particular a los habitantes de Samaría. Los términos de acusación están en parte tomados de Amos y de Oseas, quienes con toda crudeza habían condenado los procedimientos fraudulentos de los ricos en la explotación de los pobres 8.
Yahvé no puede pasar por alto las transgresiones elementales de la justicia social: ¿Voy a perder de vista la casa del impío? (v. 10). Sus tesoros de iniquidad, e.d., amontonados con los procedimientos más inicuos e injustos, están clamando por la intervención de la justicia divina. Yahvé no puede aprobar las fraudulencias que se realizan en las transacciones, reduciendo el efá (medida de áridos equivalente a unos 39 litros). La corrupción es general, y, por eso, las balanzas falsas y las pesas fraudulentas están a la orden del día. Todo es violencia y falsía. La ira divina tiene que descargar necesariamente en defensa de los derechos de la justicia conculcada. Vendrá la devastación, traída por el invasor asirio.
Y el profeta vuelve a recordar el vaticinio siniestro de Oseas: comerás y no te saciarás (v.14) 9. De nada les servirá a los israelitas el comer, pues no lograrán satisfacer sus necesidades, y, aunque pretendan salvar algo de la catástrofe, al fin todo quedará en poder del enemigo: apartarás (parte de tus bienes e hijos para salvarlos), pero no lo librarás, porque todo será entregado por Yahvé a la espada. Tampoco lograrán cosechar lo que sembraron (v.15). Sus trabajos serán totalmente estériles 10: pisarás la aceituna, pero no te ungirás con su óleo. Todo quedará en poder del implacable invasor. Y todo ello como castigo de sus iniquidades.
Los habitantes de Samaría no han hecho sino imitar la pésima conducta de sus antepasados: Has guardado los mandatos de Omrí y las obras de la casa de Acab (v.16). Omrí (885-874), padre de Acab (874-853), había fundado la ciudad de Samaría y es el fundador de una dinastía. Dejó fama de impío y de tirano n, lo mismo que su hijo Acab, el gran perseguidor del profeta Elias. Miqueas, en este fragmento, echa en cara a los moradores del reino del norte el haber seguido los malos ejemplos de los dos reyes impíos. Por eso Yahvé los entregará a la devastación. Es el anuncio solemne de la ruina de Samaría, que tuvo lugar el 721 a.C., y que aquí tiene caracteres de maldición: llevaréis sobre vosotros el oprobio de mi pueblo. La frase va dirigida contra los individuos del reino del norte, que han de participar del oprobio o maldición que recaerá sobre todo el pueblo como colectividad, la nación condenada a la ruina.

1 Cf. Exo 15:208. – 2 Cf. Núm 22ss. – 3 Cf. Num 22:1; Jos 3:1; Jos 4:19; Joe 4:18. – 4 Sobre las víctimas para los holocaustos véase Exo 12:5; Lev 9:3; Num 15:27. – 5 Así siguiendo el texto griego. – 6 Así según una reconstrucción de Hoonacker. La Bib. de Jér.: “¿Puedo yo soportar una medida falsa?” Cantera: “¿Puedo soportar la casa del impío.?” – 7 Cf. Amo 5:14.21; Ose 6:6. – 8 Cf. Amó 8:5-6. – 9 Cf. Ose 4:1 o. – 10 Cf. Amo 5:11. – 11 Cf. 1Re 16:31; 1Re 18:18; 1Re 22:26.

Fuente: Biblia Comentada

comienza este tercer ciclo de oráculos (Miq 6:1-16; Miq 7:1-20) con el trasfondo dramático de un juzgado en el que participan tres interlocutores: el Señor al presentar su caso, el pueblo que responde bajo convicción de pecado, y el profeta como el abogado del demandante.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

El Señor mandó a Miqueas (v. Miq 6:1) que como comisionado y abogado suyo, presentara su caso ante los montes y los collados que habrían de actuar como testigos en contra de su pueblo (cp. Deu 4:25-26; Isa 1:2). Los montes y los collados estuvieron presentes en el Sinaí cuando el Señor hizo su pacto con Israel y cuando los mandamientos fueron escritos y colocados en el arca del pacto como un testimonio permanente (cp. Deu 31:26).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Isa 3:13-15 (ver Miq 5:4-5); Ose 4:1-4.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Israel acusado de romper el pacto

Este oráculo contra Israel se desarrolla como una compleja demanda legal. Dios, el demandante, requiere que Miqueas, su mensajero, llame a las montañas como sus testigos del juicio (1), y Mi queas obedece (2a). El resto de la demanda se desenvuelve dramáticamente en la forma de un diálogo, usando la palabra clave qué (cf. vv. 3, 6, 8).

1, 2 El mandato levántate da a Miqueas la autoridad y enfatiza la urgencia del mensaje. La palabra heb. detrás de pleitea (“presenta tu caso”) significa “hacer acusación”. El caso es de Dios, no de Miqueas (ver v. 2b). Como Jacob y Labán levantaron un montón de piedras como testimonio de su pacto (Gén. 31:43-47), y las tribus orientales erigieron un altar de piedra como testimonio de su pac to con Dios (Jos. 22:21-28), así Dios llamó “a los cielos y la tierra” como un foro cósmico de testigos de su pacto con Israel (cf. Deut. 4:26). Ahora, como 700 años más tarde, él llama a los montes (1-2) y a los poderosos fundamentos de la tierra (2) como un foro de testigos de la veracidad de su pleito con su pueblo y su disputa con Israel. Incidentalmente, la apelación a esos testigos silenciosos debiera haber llevado convicción solamente si las partes asumieran que el tratado había sido pasado sin cambio de generación a generación.

3-5 El demandante toma la iniciativa. 3 El no ha agobiado a su pueblo, como ellos implícitamente se quejan, sino que había tratado con ellos tan bondadosamente desde su fundación que la única res puesta razonable de ellos debiera haber sido un compromiso sincero con él. Después que ellos callaron ante su invitación a responder (cf. Rom. 3:19), él desarrolla su propia acusación en dos par tes, cada una introducida dulcemente por pueblo mío (4, 5). 4 El primero presenta sus actos salvadores al principio de su historia, a saber, que Dios los había hecho subir de la tierra de Egipto y los había redimido (“liberado”) de la casa de esclavitud. El también les dio liderazgo piadoso y sobrenatural en la persona de Moisés, el fundador, de Aarón, el sumo sacerdote, y de María, una profetisa y poetisa (Exo. 15:20, 21). La falta posterior de liderazgo de Israel no se debió a la falta de gracia y de poder de Dios, sino al corazón obstinado de Israel. 5 La segunda parte presenta los actos pode rosos de Dios al fin de su período formativo, a saber, su protección de los demoníacos líderes políticos y religiosos, Balac, rey de Moab, y … Balaam hijo de Beor, respectivamente, y a su milagroso viaje desde Sitim en Transjordania a través del hinchado Jordán hasta Gilgal, su primer campamento en la tierra prometida. Esos opositores significan todos los iniciales actos de justicia (“salvadores”) de Dios. Si Dios salvó milagrosamente a Israel de la aflicción de Egipto y de Moab, ¿no podrá él liberar a sus descendientes de la tiranía de Satán en cualquier disfraz en que él apareciera? ¿Y no podrá él hacer actos similares para sus siervos a través de las edades?

6, 7 Tal vez uno de los reyes de Israel, a juzgar por la magnificencia de sus regalos, respondió en tal manera como para condenarse a sí mismo. En lugar de arrepentirse de su ingratitud e infidelidad, él trató de ganar acceso a la presencia exaltada de Dios mediante sus propias obras buenas y su ritual, transformando el pacto espiritual (cf. Deut. 6:4, 5) en un contrato comercial. 6 El esperaba presentarse a Jehovah mediante regalos costosos. Este increíble acercamiento a la gracia de Dios nunca puede satisfacer la conciencia por lo que él aumentó la calidad y/o la cantidad del regalo aun más: holocaustos … becerros de un año (que representan lo mejor), millares de carneros (cf. 1 Rey. 3:4; 8:63), miríadas de arroyos de aceite (de oliva), que de otro modo se medía en fracciones de litro. El hasta ofreció sacrificar mi primogénito, una costumbre pagana obscena (Lev. 18:21). 8 Lo que Dios requiere es fidelidad al pacto, que está basado en la fe en él y que se expresa fundamentalmente en una vida recta y sólo secundariamente con rituales (ver Exo. 20-24); 1 Sam. 15:22; Mat. 5:24). La ignorancia del rey en cuanto a lo que complace a Dios es inexcusable, porque el pacto de Dios ha declarado al hombre lo que es bueno, un término que resume los requisitos de la ley: hacer justicia (ver cap. 3), amar misericordia (eso es, de corazón proteger al débil), y caminar humildemente (o “caminar cuidadosamente” a la luz de los requisitos del pacto) con tu Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

6.1ss Aquí Miqueas describe un tribunal. Dios, el juez, dice a su pueblo lo que demanda de él y declara todas las formas en las que lo han dañado a El y a los demás. Los capítulos cuatro y cinco están llenos de esperanza, los capítulos seis y siete proclaman el castigo y hacen un llamado para que el pueblo se arrepienta.6.1, 2 Dios llamó a las montañas para que confirmaran la culpabilidad del pueblo. Las montañas servirían como testigos excelentes, ya que fue en «los santuarios de las colinas» donde el pueblo había construido altares paganos y habían realizado sacrificios a los dioses falsos (1Ki 14:23; Jer 17:2-3; Eze 20:27-28).6.3 El pueblo nunca podría responder a esta pregunta debido a que Dios no había hecho nada malo. Al contrario, había sido excesivamente paciente con él, siempre lo había guiado con amor y le había dado la oportunidad de que regresara a El. Si Dios le hiciera esta pregunta: ¿Qué le he hecho yo a usted? ¿Cuál sería su respuesta?6.5 La historia de Balac y Balaam se encuentra en Números 22-24. Sitim era el campamento de los israelitas, al oeste del río Jordán, antes de entrar a la tierra prometida (Jos 2:1). Allí el pueblo recibió muchas de las instrucciones y promesas de Dios acerca de la forma en la que debían vivir. Gilgal, su primer campamento después de cruzar el Jordán (Jos 4:19), fue en donde el pueblo renovó su pacto con Dios (Jos 5:3-9). Estos dos lugares representan la protección amorosa de Dios a su pueblo, su disposición tanto para bendecirlos en gran manera como para advertirles acerca de los problemas potenciales. En los días de Miqueas el pueblo se había olvidado de este pacto y de sus bendiciones y se había apartado de Dios.6.6-8 Israel respondió a la petición de Dios tratando de apaciguarlo con sacrificios, esperando que los dejara en paz. Pero los sacrificios y otros rituales no bastan, Dios quiere cambiar nuestras vidas. Quiere que su pueblo sea justo, recto, misericordioso y humilde. Dios quiere que seamos sacrificios vivos (Rom 12:1-2). No solo que realicemos actos religiosos, sino que vivamos correctamente (Jer 4:4; Heb 9:14). Es imposible vivir una vida así de firme sin el amor transformador de Dios en nuestros corazones.6.8 Las personas han probado todas las formas posibles de agradar a Dios (6.6, 7), pero El dejó en claro sus deseos: quiere que su pueblo sea justo y misericordioso y que camine humildemente con El. En sus esfuerzos para complacer a Dios, examine esas áreas con regularidad. ¿Es usted justo en su trato con la gente? ¿Muestra misericordia con aquellos que le hacen daño? ¿Está usted aprendiendo a ser humilde? Solo los que obedezcan a Dios, porque quieran complacerlo, viven en una relación adecuada con El.6.16 Omri reinó en Israel y llevó al pueblo a la idolatría (1Ki 16:21-26). Acab, su hijo, fue el rey más perverso de Israel (1Ki 16:29-33). Si el pueblo seguía solo los mandatos y ejemplos de esos reyes, estaba muy mal. Esa maldad penetrante estaba madura para el castigo.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) “Oigan, entonces, la palabra de Jehová. Jehová dijo”, LXX.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 188 Jer 13:15; Heb 1:1

b 189 Sal 50:4; Isa 5:3; Eze 36:1

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

La advertencia del S eñor a Israel es llevada a efecto por medio de una metáfora de juicio. Los elementos del caso son los siguientes: La citación (vers. 1, 2), apelación del demandante (vers. 3– 5), respuesta del acusado (vers. 6, 7), respuesta del acusador (vers. 8), cargos específicos (vers. 9– 12) y la sentencia (vers. 13– 16). La metáfora de juicio se aplica al crimen de Israel por haber roto el pacto que había jurado guardar (Dt 5:27, 28).

Fuente: La Biblia de las Américas

[1] Oigan los reyes y potentados. Pasaje clásico que resume el mensaje de los profetas.[5] O de lo que contra ti maquinó. Num 22, 23-24.[6] Responde el pueblo.[15] Deut 28, 38; Ag 1, 6.

Fuente: Notas Torres Amat