Comentario de Números 11:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Aconteció que el pueblo se quejó amargamente a oídos de Jehovah. Lo oyó Jehovah, y se encendió su furor; y un fuego de Jehovah ardió contra ellos y consumió un extremo del campamento.
Aconteció. Núm 10:33; Núm 20:2-5; Núm 21:5; Éxo 15:23, Éxo 15:24; Éxo 16:2, Éxo 16:3, Éxo 16:7, Éxo 16:9; Éxo 17:2, Éxo 17:3; Deu 9:22; Lam 3:39; 1Co 10:10; Jud 1:16.
y ardió su ira. Gén 38:10; 2Sa 11:27; Stg 5:4.
y el fuego de Jehová. Núm 16:35; Lev 10:2; Deu 32:22; 2Re 1:12; Job 1:16; Sal 78:21; Sal 106:18; Isa 30:33; Isa 33:14; Nah 1:5; Mar 9:43-49; Heb 12:29.
los extremos del campamento. Deu 25:18.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El incendio en Tabera y la oración de Moisés, Núm 11:1-3.
El pueblo desea comer carne, y aborrece el maná, Núm 11:4-9.
Moisés se queja de su carga, Núm 11:10-15.
Dios promete dividir su carga en setenta ancianos, y le da carne al pueblo por un mes, Núm 11:16-20.
Moisés, Núm 11:21-30.
Dios envía codornices y se enciende su ira en Kibrot, Núm 11:31-35.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Aconteció que el pueblo se quejó: Después que los israelitas salieron de Egipto, llevaban tres días de viaje y comenzaron a murmurar contra Jehová por falta de agua (Éxo 15:22-24). Otra vez se quejaban sin una razón aceptable. Esta no era la «queja afable» de quien realiza una tarea difícil. Las murmuraciones demostraron infidelidad y fueron un acto de rebelión que exigía el juicio de Dios. El fuego de Jehová vino como una advertencia y como un agente purificador, pues azotó sólo los extremos del campamento. En medio de la ira, Jehová fue misericordioso. Él tuvo paciencia por mucho tiempo con un pueblo que se rebelaba continuamente.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
EL PUEBLO SE QUEJÓ. Después de sólo tres días de viaje (Núm 10:33), el pueblo comenzó a murmurar y a quejarse porque las circunstancias no eran ideales.
(1) Con cuánta rapidez olvidaron su liberación de la esclavitud egipcia y las obras poderosas de Dios en favor de ellos. No confiaron en Dios ni le encomendaron a Él su vida y su futuro. Eso trajo sobre ellos la ira y el juicio de Dios.
(2) Los creyentes neotestamentarios nunca deben dejar de ser agradecidos por la muerte expiatoria de Cristo por ellos, por su liberación del pecado y por la piadosa provisión de Dios para la dirección y las bendiciones en la vida.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
11. Diversos Incidentes en el Camino del Sinai a Cades.
L os relatos sobre estos incidentes contados al vivo parecen proceder de distintas fuentes.
Descontento del Pueblo (1-9).
1Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Yahvé, y, al oírlo Yahvé, ardió en ira, y encendió contra ellos un fuego que abrasó una de las alas del campamento. 2Clamó entonces el pueblo a Moisés, y Moisés oró a Yahvé, y el fuego se apagó; 3y llamaron a aquel lugar “Tabera,” porque allí se había encendido contra ellos el fuego de Yahvé. 4El vulgo adventicio que en medio de ellos habitaba tenía tantas ganas de comer carne, que aun los hijos de Israel se pusieron a llorar y a decir: “¡Quién nos diera carne que comer! 5¡Cómo nos acordamos de tanto pescado como de balde comíamos en Egipto, de los cohombros, de los melones, de los puerros, de las cebollas, de los ajos! 6Ahora está al seco nuestro apetito, y no vemos sino el maná. 7El maná era parecido a la semilla del cilantro y tenía un color como de bedelio. 8Esparcíase el pueblo para recogerlo, y lo molían en molinos o lo majaban en morteros, y, cociéndolo en una caldera, hacían de él tortas, que tenían un sabor como de pasta amasada con aceite. 9Cuando de noche caía el rocío sobre el campo, caía también el maná.”
El ambiente del pueblo ha cambiado. En las páginas que preceden, el texto pone de relieve la devoción y generosidad del pueblo hacia el santuario de Yahvé; aquí se nos presenta otra vez al pueblo de dura cerviz, constante murmurador contra su líder, aunque el autor sagrado atribuye esto a la influencia de los extraños en el pueblo hebreo. En medio del desierto se acuerdan de la abundancia de viandas de que disfrutaban en Egipto. Nada más natural que el hambriento se vuelva a los tiempos en que comía a saciedad. ¿Quiénes son estos extraños que inician la rebelión? Lo ignoramos. El texto sagrado hace mención de ellos en diferentes lugares1. Serían gentes que, no encontrándose satisfechos en el valle del Nilo, aprovecharon la escapada de los hebreos para juntarse a ellos y recobrar la libertad de que allí no gozaban2. ¿Qué significa ese fuego con que Dios abrasó una de las alas del campamento? Lo ignoramos; tal vez alguna descarga eléctrica. El nombre de Tabera significa incendio. Aparece mencionado en Deu 9:22.
Los israelitas y los extranjeros se acuerdan de la comida de Egipto: pescado, cohombros, cebollas, etc., todo lo que constituye la base de la alimentación de los egipcios.3 Y desprecian el mana. Sobre su naturaleza véase el comentario a Exo 16:125. No debía de ser una cosa tan exquisita, cuando los israelitas lo desprecian y añoran otras cosas tan vulgares. Esta opinión de los israelitas sobre el maná parece confirmar la hipótesis de que la famosa comida del desierto era algo parecido al man, secreción de un arbusto de la península arábiga, que preparaban majándolo al mortero (v.8), y aparece por las mañanas como un rocío misterioso (v.9). En Num 21:5 se dice que los israelitas se quejaban de aquel “miserable alimento.”4 Los hebreos llevaban consigo rebaños de ovejas, pero sin duda que estas reses no eran suficientes para abastecer normalmente a todos durante tanto tiempo, y por eso tenían que vivir habitualmente de productos miserables de la estepa, que tienen pocos ingredientes nutritivos5.
Queja de Moisés (10-15).
10Oyó Moisés las lamentaciones del pueblo, que por familias se reunía a las puertas de las tiendas, encendiendo el ardor de la ira de Yahvé; y desagradó a Moisés,11que dijo a Yahvé: “¿Por qué tratas tan mal a tu siervo? ¿Por qué no ha hallado gracia a tus ojos y has echado sobre mí la carga de todo este pueblo? 12¿Lo he concebido yo o lo he parido para que me digas: Llévale en tu regazo, como lleva la nodriza al niño a quien da de mamar, a la tierra que juraste dar a tus padres? 13¿Dónde tengo yo carne para alimentar a todo este pueblo? ¿Por qué llora a mí clamando: Danos carne que comer? 14Yo no puedo soportar solo a este pueblo. Me pesa demasiado. 15Si así has de hacer conmigo, dame la muerte, te lo ruego; y si es que he hallado gracia a tus ojos, que no me vea ya más así afligido.”
Las quejas del pueblo afligen el corazón de Moisés. Pensaba haber realizado una obra grande rescatando a su pueblo de la servidumbre de Egipto, y he aquí que no sólo no lo agradecen, sino que miran esto como una desgracia. Sobre todo, lo que le hubo de herir más fue que con esas quejas desestimaban el favor de Dios, el verdadero Libertador, y además menospreciaban las promesas que les había hecho y hacia las cuales los conducía. Ante esta actitud del pueblo, el ánimo del profeta desfallece, y se queja él también de la misión ingrata que Dios ha echado sobre sus hombros. No se siente con fuerzas para llevar al pueblo en su regazo como la nodriza al niño. Y esta conciencia de Moisés sobre su flaqueza se aviva tanto más cuanto más crecen la impaciencia del pueblo y sus quejas. Como más tarde Elías, pide a Dios, como una gracia, que le lleve de esta vida si no quiere quitarle la pesada carga6.
Los v.7-9 son continuación lógica del v.6, de forma que parecen reflexiones del hagiógrafo sobre las diversas formas de preparar el maná para que el lector se haga cargo de que los israelitas no tenían razón para sus quejas contra Moisés. Este, por su parte, se siente apesadumbrado por su ingrata misión histórica. En realidad es Dios quien ha concebido y criado al pueblo hebreo7, y, por tanto, a El le pertenece llevarlo en su regazo, y no a Moisés. Descorazonado, pide a Dios le quite la vida si no le presenta mejores perspectivas8.
Respuesta de Yahvé (16-23).
16Entonces dijo Yahvé a Moisés: “Elígeme a setenta varones de los hijos de Israel, de los que tú sabes que son ancianos del pueblo y de sus principales, y tráelos a la puerta del tabernáculo; que esperen allí contigo. 17Yo descenderé, y contigo hablaré allí, y tomaré del espíritu que hay en ti y lo pondré sobre ellos, para que te ayuden a llevar la carga del pueblo y no la lleves tú solo. 18Y di al pueblo: Santifícaos para la manaría, y comeréis carne, ya que habéis llorado a Yahvé diciendo: ¡Quién nos diera carne que comer! ¡Mejor ciertamente estábamos en Egipto! 19No comeréis un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni veinte; 20la comeréis todo un mes, hasta que se os salga por las narices y os produzca náuseas, por haber menospreciado a Yahvé, que está en medio de vosotros, y haber llorado, diciendo: ¿Por qué hemos salido de Egipto?” 21Moisés le dijo: “Seiscientos mil infantes cuenta el pueblo en medio del cual estoy, y me dices: Yo les daré carne, y la comerán todo un mes. 22¿Bastará para ello degollar todas las ovejas y todos los bueyes? ¿Se juntarán todos los peces del mar para darles abasto?” 23 Yahvé replicó a Moisés: “¿Acaso se ha acortado el brazo de Yahvé? Ya verás si es o no es como yo te he dicho.”
Dios quiere aliviar la carga de Moisés, y por ello propone que elija setenta ancianos como auxiliares suyos. En Exo 18:255 se dice que Moisés, por consejo de Jetro, eligió oficiales de diez, de cincuenta, de ciento y de mil, que formasen una verdadera jerarquía para entender en los asuntos menores del pueblo, reservándose el profeta los de mayor importancia. Esto significaba una gran ayuda, tanto más cuanto que en estos oficiales tenía el líder consejeros hábiles con quien comunicar los problemas graves que ocurriesen. Teniendo éstos, ya no podía quejarse el caudillo de quedarse solo. Estos ancianos9 aparecen ya varias veces con ocasión de la salida de Egipto10. Ahora parece que se quiere investirlos de nueva autoridad en nombre de Dios, como intendentes (soterim) a las órdenes de Moisés. Llamados al santuario, Dios les comunica el espíritu de Moisés (v.17), que en el v.26 se define como espíritu profético. La palabra profecía en la Sagrada Escritura tiene un sentido muy amplio. Cualquier manifestación carismática del espíritu de Dios puede recibir el nombre de profecía. En este pasaje podemos suponer que se trata del don de consejo para resolver los conflictos del pueblo y mantenerlo en paz. Participaban, pues, del don del consejo del líder Moisés. El autor sagrado concibe así la mente de Moisés como una lámpara que transmite luz a otras, si bien en menos cantidad y en dependencia de aquélla. La afirmación, pues, de esta comunicación de espíritu indica la situación subordinada de los ancianos respecto del gran profeta-dirigente.
Por otra parte, Yahvé responderá a las quejas del pueblo con un nuevo hecho portentoso. Pero antes deben santificarse (v.18), es decir, ponerse en estado de pureza ritual, pues Dios los va a visitar. Les va a dar tal cantidad de carne, que habrán de sentir náuseas de ella (v.19). Así, Dios les castigará por haberle despreciado, añorando la estancia en Egipto. Moisés siente cierto escepticismo sobre la promesa divina, ya que son 600.000 los israelitas que están necesitados de comida. Según Exo 16:13, Dios envió a los hebreos codornices en gran cantidad en el desierto de Sin antes de llegar al Sinaí. Yahvé, por toda respuesta, recuerda el poder de su brazo omnipotente (v.23), que no se “ha acortado” en poder. Y por eso ha de responder como en otras ocasiones al sacarlos de los dominios del faraón.
Efusión del Espíritu sobre los Setenta Ancianos (24-30).
24Salió Moisés y transmitió al pueblo lo que había dicho Yahvé; y eligió los setenta varones de entre los ancianos de Israel y los puso en derredor del tabernáculo. 25Descendió Yahvé en la nube y habló a Moisés; tomó del espíritu que residía en él y lo puso sobre los setenta ancianos; y cuando sobre ellos se posó el espíritu, pusiéronse a profetizar, y no cesaban. 26Habíanse quedado en el campamento dos de ellos, uno llamado Eldad y otro llamado Medad; y también sobre ellos se posó el espíritu; eran de los nombrados, pero no se presentaron ante el tabernáculo, y se pusieron a profetizar en el campamento. 27Corrió un mozo a avisar a Moisés, diciendo: “Eldad y Medad están profetizando en el campamento.” 28Josué, hijo de Nun, ministro de Moisés desde su juventud, dijo: “Mi señor, Moisés, impídeselo.” 29Y Moisés le respondió: “¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo de Yahvé profetizara y pusiese Yahvé sobre ellos su espíritu!” 30Volvióse Moisés al campamento, y con él los ancianos de Israel.
Moisés salió del tabernáculo, en el que solía tener las comunicaciones de Yahvé11, y reunió a los ancianos y los colocó delante del tabernáculo, sin decir el texto cómo hizo la elección. Y Dios, para investirlos de una misión divina ante el pueblo, descendió en forma de nube. La descripción es antropomórfica: Dios tomó del espíritu de Moisés y se lo comunicó a los ancianos (v.25). Y al punto éstos empezaron a profetizar. Abraham es llamado profeta12 o amigo de Dios, y María, la hermana de Moisés, es llamada también profetisa13. Pero el caso de los ancianos es el primer caso de “profetismo” colectivo14. Por eso Amos y Jeremías dirán que los profetas existieron en tiempos de Moisés15. El texto sagrado no concreta en qué consistió la manifestación profética de los ancianos; pero podemos suponer que se trata de ciertas manifestaciones de entusiasmo religioso, como discursos enardecidos, cantos sagrados, pulsación de instrumentos músicos estimulantes de estas manifestaciones religiosas16. Así se reanimaba la fe apagada del pueblo. Estas manifestaciones están en consonancia con la mentalidad primitivista del ambiente. De este modo, el pueblo podía comprobar que, en efecto, el espíritu de Dios se había apoderado de ellos. Y el autor sagrado anota el caso curioso de dos ancianos elegidos por Moisés que, a pesar de no estar junto al tabernáculo, se pusieron a profetizar (v.27)17. Algunos dieron a conocer el hecho a Moisés, y Josué, su lugarteniente y fiel compañero18, quiere evitar esa manifestación pro/ética, pues la considera en competencia con la que Moisés acaba de provocar ante el tabernáculo19. Moisés, con buen sentido, declara que esto no compromete su autoridad, y dice que bien quisiera que el espíritu de Yahvé fuera sobre todo el pueblo y que todos se entregaran a manifestaciones proféticas. Joel dirá que en los tiempos mesiánicos habrá una manifestación del espíritu en todas las capas sociales y en todas las edades20. San Pedro ve el día de Pentecostés, en la efusión del Espíritu Santo, el cumplimiento de la profecía de Joel21.
Las Codornices (31-34).
31Vino un viento de Yahvé, trayendo desde el mar codornices, que dejó sobre el campamento, hasta la altura de dos codos sobre la tierra. 32El pueblo estuvo todo el día, toda la noche y todo el día siguiente recogiendo codornices; el que menos, recogió diez “jómer,” y las pusieron a secar en los alrededores del campamento. 33Aún tenían la carne entre sus dientes, antes de que hubiesen podido acabar de comerlas, y encendióse en el pueblo el furor de Yahvé, y Yahvé hirió al pueblo con una plaga; 34siendo llamado aquel lugar Quibrot-Hat-tawa, porque allí quedó sepultado el pueblo glotón. 35De Quibrot-Hat-tawa partieron a Jaserot y acamparon allí.
Para satisfacer las quejas del pueblo, que apetecía carne en abundancia, Yahvé hizo venir, como la vez primera22, de la parte del mediodía una gran bandada de codornices, que en la primavera suben del sur en busca de clima más fresco y que, cansadas del largo vuelo, vienen a caer en la península del Sinaí. El salmista idealiza imaginativamente: “hizo soplar en el cielo el viento solano, y con su poder hizo soplar el austro y caer como polvo sobre ellos la carne, como arenas del mar aves aladas.”23 Cubrieron una extensión de un día de camino y con una altura de unos dos codos (un metro)24. De nuevo tenemos que acudir al género literario hiperbólico para justificar estas exageraciones. También aquí parece que nos encontramos ante un hecho natural, si bien preternatural en cuanto a sus circunstancias (quoad modum), en cuanto que aparecen las codornices en el momento querido por Dios y en la cantidad anunciada. Los israelitas llegaron a recoger el que menos diez jómer (unos 3.640 kilos). La exageración es manifiesta, pero con ella el autor sagrado quiere destacar la abundancia de volátiles tomados. Los israelitas extendieron la caza en el campo para secarla, como hacían los egipcios con los peces y aun con las aves25. El autor sagrado relata después el castigo al pueblo glotón, pues estaban aún con la carne en la boca, cuando la ira de Dios se encendió y envió una plaga exter minador a. El texto no concreta en qué consistió el castigo. Quizá una infección general. Por eso se llamó aquel lugar Quibrot-Hat-tawa (“sepulcros de la glotonería”). Desde este lugar, los israelitas continuaron el viaje hasta un oasis llamado Jaserot, comúnmente identificado con Ain Jadra26, abundante en agua y recogido entre un círculo de colinas, que le resguardaba contra la intemperie.
1 Exo 12:38; Lev 24:10. – 2 Exo 16:12s. – 3 Véase Herodoto, II 92, y el art. égypte en DBS II 702; Isa 19:8; Exo 7:21. – 4 Núm 21:5. El autor del libro de la Sabiduría (Núm 16:20-21) idealiza midráshicamente el alimento del maná: sabía al gusto que cada uno prefería. Cf. Sal 78:24-25; Sal 78:2 Esd 9:21. – 5 Flavio Josefo identifica el maná con un alimento natural del Sinaí que se daba en su tiempo: Ant. Jud. III 1,6. Hoy día se suele ver en el maná el producto del tamarix mannifera, que se encuentra en la península sinaítica, si bien podemos suponer que Dios lo multiplicara mila rosamente durante todo el año. Véase Heinisch, Exodus 134-13· – 6 Cf. 1Re 19:4. – 7 Cf. Exo 4:22; Deu 32:17; Ose 11:1. – 8 Cf. Jer 15:10-11. – 9 Estos ancianos o ziqne equivalen literalmente a los γέροντες de los griegos, a los Paires o Senatus de los romanos y a los cheiks de los árabes – 10 Cf. Exo 3:16; Exo 19:7; Exo 24:1. – 11 Cf. Num 7:8g. – 12 Gen 20:7. – 13 Exo 15:20. – 14 Cf. 1Sa 10:11-13; 1Sa 19:20-24. – 15 Cf. Amo 2:10; Jer 7:25. – 16 Cf. 1Sa 10:11-13; 1Sa 19:20-24. – 17 En el Pastor, de Hermas, se cita un libro de profecías de Eldad y Medad (vis.11 3; 4)· – 18 Es el vencedor de los amalecitas (Exo 17:8-14), el que acompaña a Moisés a la montaña (Exo 24:13; Exo 32:17) y el que guarda el tabernáculo (Exo 33:11). – 19 Los discípulos de Jesús sentirán también celo de otros que se dedican a arrojar los demonios en nombre de él (Mar 9:38). – 20 Joe 2:28-29. – 21 Hec 2:16-21; 1Co 12:4-11. – 22 Ex 16:1s. – 23 Sal 78:26; 27. – 24 La Vg dice que volaban a dos codos de altura. – 25 Herodoto, II 77; DBV II 36. – 26 M. J. Lagrange, a.c.: RB (1900) 276.
Fuente: Biblia Comentada
lo oyó Jehová. Sus quejas fueron manifiestas y ruidosas. los extremos del campamento. En su gracia, Dios consumió solo a los que estaban en los bordes mismos del campamento de Israel.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
En contraste con Núm 1:1-54; Núm 2:1-34; Núm 3:1-51; Núm 4:1-49; Núm 5:1-31; Núm 6:1-27; Núm 7:1-89; Núm 8:1-26; Núm 9:1-23; Núm 10:1-36, en Núm 11:1 tiene lugar un cambio principal. El obediente Israel se transformó en el Israel quejumbroso (Núm 11:1; Núm 14:2; Núm 14:27; Núm 14:29; Núm 14:36; Núm 16:1-3; Núm 16:41; Núm 17:5) y rebelde (Núm 14:9; Núm 17:10). Finalmente, Moisés y Aarón se rebelaron también contra el Señor (Núm 20:10; Núm 20:24). Como respuesta a la desobediencia a Israel se encendió la ira del Señor (Núm 11:1; Núm 11:10; Núm 11:33; Núm 12:9; Núm 14:18; Núm 25:3-4), que lanzó plagas sobre su pueblo (Núm 14:37; Núm 16:46-50; Núm 25:8-9; Núm 25:18), como había hecho con Faraón y los egipcios (Éxo 9:14; Éxo 12:13; Éxo 30:12). Sin embargo, aunque Dios juzgó a aquella generación de Israel, seguirá cumpliendo sus promesas a Abraham en el futuro (Núm 23:5 –Núm 24:24).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Las quejas del pueblo y de los príncipes comenzaron en el viaje de Sinaí a Cades.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Éxo 16:2-36; Sal 78:23-29; Sal 105:40.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— se quejó: Israel responde de mala manera a todo lo bueno que Dios ha preparado para ellos (ver Núm 10:29; Núm 10:32). El motivo de la queja se puede deducir del pasaje anterior: la vida dura del desierto, las largas marchas.
— ante el Señor: Lit. en los oídos del Señor, lo que enfatiza la insolencia del pueblo en esta acción.
— su fuego: Puede referirse a una gran tormenta acompañada de rayos (ver Éxo 9:23-24; Éxo 19:18).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La primer queja en Tabera. El patrón de futuras quejas se establece en esta primera corta narración: La gente murmura; el Señor escucha y es provocado a ira; Moisés intercede y se detiene el juicio. Moisés a menudo se encuentra intercediendo por ellos (como lo hizo en Horeb, cuando pecaron con el becerro de oro; Exo. 32). El castigo nos recuerda que nuestro Dios es fuego consumidor. El fuego casi siempre simboliza la presencia y actividad de Dios (ver Gén. 15:17, 18, cuando la antorcha ardiente se paseaba entre los animales cortados; Exo. 3, y en la zarza ardiendo; cf. Heb. 12:29). Los israelitas ya habían aprendido esto en una manera costosa, con la muerte de los dos hijos de Aarón: Nadab y Abihú (Lev. 10).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
11.1, 6-15 Los israelitas se quejaron y luego Moisés se quejó. Pero Dios respondió positivamente a Moisés y negativamente al resto del pueblo. ¿Por qué? El pueblo se quejó entre sí, y no se logró nada. Moisés llevó su queja ante Dios, el que puede resolver cualquier problema. Muchos de nosotros somos muy buenos para quejarnos entre nosotros mismos. Necesitamos aprender a llevar nuestros problemas ante el Unico que puede hacer algo al respecto.11.4 La expresión gente extranjera se refiere a un grupo mixto de egipcios y otros que había seguido a Israel al salir de Egipto (Exo 12:38).11.4-6 La insatisfacción surge cuando nuestra atención no está en lo que tenemos, sino en lo que no tenemos. El pueblo de Israel no parecía darse cuenta de lo que Dios estaba haciendo por ellos -librándolos, haciendo de ellos una nación, dándoles una nueva tierra- porque estaban demasiado absortos en lo que Dios no estaba haciendo por ellos. No podían pensar en otra cosa que no fuera las deliciosas comidas egipcias que habían dejado atrás. De alguna manera, olvidaron que el látigo brutal de la esclavitud egipcia era el precio que pagaron por comer esa comida. Antes de juzgar a los israelitas con demasiada crueldad, es útil pensar qué es lo que ocupa nuestra atención la mayor parte del tiempo. ¿Estamos agradecidos por lo que Dios nos ha dado, o estamos pensando siempre en cosas nuevas que nos gustaría tener? No debemos permitir que nuestros deseos insatisfechos nos hagan olvidar los regalos de Dios como son la vida, comida, salud, trabajo y amistades.11.4-9 Cada mañana los israelitas retiraban las puertas de sus tiendas y presenciaban un milagro. Había maná blanco y esponjoso cubriendo la tierra, alimento del cielo. Pero muy pronto eso no fue suficiente. Les pareció que ellos tenían derecho a más, se olvidaron de lo que ya tenían. No pidieron a Dios que satisficiera sus necesidades, demandaron que se les diera carne y dejaron de confiar en el cuidado de Dios. «¡Quién nos diera a comer carne!» se quejaron a Moisés, recordando la buena comida que tuvieron en Egipto. Dios le dio lo que ellos pidieron, pero pagaron caro por ello cuando una plaga atacó los campos (véanse 11.18-20, 31-34). La próxima vez que le pida algo a Dios, quizá El pueda conceder su petición. Pero si se acerca a El con una actitud pecaminosa, quizá obtener lo que desee puede costarle mucho.11.21, 22 Moisés había presenciado el poder de Dios en milagros espectaculares, y a pesar de eso en este momento cuestionaba su capacidad para alimentar a los israelitas. Si Moisés dudó del poder de Dios, cuánto más fácil es para nosotros hacer lo mismo. Pero el depender de Dios completamente es esencial, a pesar de nuestro nivel de madurez espiritual. Cuando comenzamos a depender de nuestro propio razonamiento, corremos el peligro de ignorar la evaluación de Dios sobre esa situación. Al recordar sus obras pasadas y su poder presente, podemos asegurarnos de que no estamos obstruyendo su ayuda potencial.11.23 ¿Cuán fuerte es Dios? Es muy fácil confiar en Dios cuando vemos sus actos poderosos (los israelitas vieron muchos), pero después de un tiempo puede parecer que su fuerza se ha debilitado en la rutina de nuestros problemas diarios. Dios no cambia, pero sí cambia nuestro punto de vista acerca de El. La monotonía de la vida diaria nos adormece y nos hace olvidar las cosas poderosas que Dios puede hacer en nuestras vidas. La fuerza de Dios siempre está presente y, como aprendió Moisés, siempre disponible.11.26-29 Este incidente es muy similar a la historia relatada en Mar 9:38-41. Los discípulos querían que Jesús prohibiera a otros echar fuera demonios porque no eran parte del grupo de discípulos. Pero esta clase de actitud intolerante fue condenada tanto por Moisés como por Jesús. Cuídese de poner límites a Dios, El puede obrar a través del que elige.11.34 La lascivia es más que un deseo sexual inadecuado. La lascivia puede ser un deseo no natural o voraz por cualquier cosa (deportes, conocimiento, posesiones, influencia sobre los demás). En esta circunstancia, Dios castigó a los israelitas por codiciar la ¡buena comida! la codicia no fue su deseo de buenas cosas, sino lo que estuvo mal fue permitir que ese deseo se volviera codicia. Sintieron que era su derecho tener comida fina y ya no pudieron pensar en otra cosa. Cuando usted esté preocupado por algo hasta el grado de que afecte su perspectiva de todo lo demás, quizás esté transformando el deseo en codicia.LAS QUEJAS DE ISRAELReferencia + QuejaPecado y Resultado11.1 – Por su infortunioSe quejaban por sus problemas en lugar de orar a Dios por ellosMiles de personas fueron destruidas cuando Dios envió fuego para castigarlas11.4 – Por la falta de carneAnhelaban vehementemente lo que no teníanDios envió codornices; pero cuando el pueblo comenzó a comerlas, Dios mandó una plaga que mató a muchos14.1-4 – Por verse atrapados en el desierto, teniendo enfrente a los gigantes de la tierra prometida y deseando regresar a EgiptoSe rebelaron abiertamente contra los líderes de Dios y no confiaron en las promesas de DiosA ninguno de los que se quejaron se les permitió entrar en la tierra prometida, y tuvieron que vagar por el desierto hasta que murieron16.3 – Por la autoridad y el liderazgo de Moisés y de AarónCodiciaban mayor poder y autoridadLas familias, los amigos y las posesiones de Coré, Datán y Abiram fueron tragados por la tierra. Luego el fuego consumió a los otros 250 hombres que se rebelaron16.41 – Que Moisés y Aarón causaron las muertes de Coré y sus conspiradoresCulparon a otros por sus propios problemasDios comenzó a destruir a Israel con una plaga. Moisés y Aarón hicieron expiación por el pueblo, pero 14,700 de ellos fueron muertos20.2, 3 – Por la falta de aguaSe negaron a creer que Dios los abastecería como lo había prometidoMoisés pecó junto con el pueblo. Por esta razón no se le permitió entrar a la tierra prometida21.5 – Que Dios y Moisés los habían llevado al desiertoNo pudieron reconocer que sus problemas se los acarreó su propia desobedienciaDios envió serpientes venenosas que mataron mucha gente e hirieron seriamente a muchos otros
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 599 Deu 9:22
b 600 Sal 78:21; Sal 106:18
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
La primera etapa del viaje del Sinaí hasta Parán se vio interrumpida por tres quejas: 1) queja contra la adversidad (11:1– 3); 2) queja por la comida (11:4– 35), y 3) queja del mando de Moisés (12:1– 16). Véanse también Ex 15:22– 27; 16:1– 30; 17:1– 7; Nm 14:1– 10.
Fuente: La Biblia de las Américas
No se dice si el fuego del juicio de Dios se extendió sólo a las tiendas en las afueras del campamento o al pueblo o (lo más probable) a ambos.
Tabera significa «incendio».
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Lit., fue como los que se quejan de
Fuente: La Biblia de las Américas
[.] En este capítulo se juntan dos tradiciones: -_Una referente a las codornices y al maná, parecida a la de Exodo 16. -_Otra, sobre el don del a los ancianos, o sea, a los jefes de Israel.
Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana
[1] En este paraje comenzó la murmuración. Num 33, 16; Sal 78 (77), 19-21; 1 Cor 10, 10.[7] Ex 16, 14; Sal 78 (77), 24; Sab 16, 20; Jn 6, 31.[18] 1 Cor 10, 1.[16] Dios le mandó formar un consejo de Setenta Ancianos, que escogió entre quienes habían gobernado al pueblo en Egipto.[31] Antes el Señor les había enviado una lluvia de codornices para que comieran un día, ahora se las manda para un mes. Ex 16, 13; Sal 78 (77), 26.[32] El coro equivalía a diez efa, o 220 litros. Cada efa contiene 22 litros. El plural de efa es efi o efí.[33] Sal 78 (77), 30.