Comentario de Números 35:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Jehovah habló a Moisés en las llanuras de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó, diciendo:
Núm 22:1; Núm 26:63; Núm 31:12; Núm 33:50; Núm 36:13.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Ocho de las cuarenta ciudades para los levitas, con sus ejidos, y medidas, Núm 35:1-5.
Seis de ellas serían las ciudades de refugio, Núm 35:6-8.
Las leyes para el homicida y el que mata al homicida, Núm 35:9-30.
No habría precio por la vida del homicida, Núm 35:31-34.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
den a los levitas ciudades: Los levitas estaban separados del resto de la población para el servicio sagrado a Dios (Núm 1:47-53). No tendrían una porción de tierra junto con las otras tribus (Núm 18:24). No obstante, los levitas necesitaban lugares para vivir y cuidar su ganado. Por lo tanto, Jehová decidió distribuirlos por toda la tierra en cuarenta y ocho ciudades. De esta manera, estarían repartidos entre el pueblo como símbolo del servicio sagrado de Dios (Jos 20:1-9; Jos 21:1-45).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
35. Las Ciudades Levíticas.
S egún el texto los levitas, consagrados al servicio del santuario, no debían tener porción alguna en el reparto de la tierra de Canaán. Por eso, entre los príncipes de las tribus antes mencionadas no figura ninguno de la tribu de Leví. No obstante, los príncipes son doce, porque José se halla representado por sus dos hijos, adoptados por Jacob, Efraím y Manasés. En la enumeración que sigue se concede a los de la tribu de Leví 48 ciudades, repartidas en el territorio de las otras tribus, con su término para pasto de las bestias que podían poseer.
1Habló Yahvé a Moisés en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó, diciendo: 2“Manda a los hijos de Israel que de la heredad de su posesión cedan a los levitas ciudades, en las que puedan habitar. Dadles también lugares de pastos en los contornos de esas ciudades. 3 Que tengan ciudades en qué habitar y pastos para sus animales, para sus ganados y para todas sus bestias. 4 Los lugares de pasto en torno de las ciudades que daréis a los levitas serán: a partir de los muros de la ciudad, para afuera, de mil codos en torno; 5y la extensión de fuera de la ciudad, dos mil codos a la parte de oriente, dos mil codos a la parte de mediodía, dos mil codos a la parte de occidente y dos mil codos a la parte del norte, quedando en medio la ciudad. Estos serán los lugares de pastos de sus ciudades. 6 De las ciudades mismas que daréis a los levitas, seis serán las ciudades de refugio, donde pueda acogerse el homicida; y las otras, cuarenta y dos en número; 7 en total, cuarenta y ocho ciudades con sus lugares de pasto. En cuanto a las ciudades que de los hijos de Israel habéis de dar a los levitas, 8tomaréis más de los que tengan más, y menos de los que tengan menos. Cada uno cederá para los levitas sus ciudades en proporción de la heredad que haya recibido.”
Se destinan 48 ciudades a disposición de los levitas1, o pertenecientes a la tribu de Leví en general, incluidos los sacerdotes. Esto no excluye que otros no levitas cohabiten con ellos en dichas ciudades2. Y, por otra parte, los levitas no estaban necesariamente confinados a estas localidades, sino que podían morar en otras. En las ciudades específicamente levíticas debía reservarse un terreno de pastos de dos mil codos (un km.) de largo y mil codos (medio km.) de ancho en torno a dichas villas (v.4-6). Esta disposición teórica era difícil de cumplir en la práctica. De estas 48, seis deben estar abiertas como ciudades de refugio para los homicidas involuntarios. La distribución de estas 48 ciudades levíticas debe ser proporcional y justa, conforme al número de habitantes de cada tribu3. Muchos críticos consideran estas disposiciones sobre las ciudades levíticas como posteriores al destierro. En el Deuteronomio, donde tanto se preocupa el legislador de los sacerdotes y levitas, no encontramos esta legislación4. Ezequiel, al describir la repartición futura de la tierra santa, no apela a esta institución, sino que establece una zona de habitación para levitas y sacerdotes en torno al templo5. Por otra parte, la distribución de las ciudades supone para los sacerdotes las zonas colindantes con Jerusalén: tribus de Judá, Simeón y Benjamín, mientras que los levitas (no sacerdotes) se sitúan sobre todo en la parte septentrional, más alejada del templo de Jerusalén. Sin embargo, según 1Cr 13:2, los sacerdotes y levitas tenían ciudades propias y sus pastos, y con ocasión del cisma de Jeroboam I (s.X a.C.), los sacerdotes y levitas abandonaron sus posesiones del norte y se fueron al reino de Judá6. Todo esto indica que ya existían ciudades levíticas antes del exilio. Lo que sí es claro es que los levitas llevaban una vida precaria en Israel, sin duda porque no se cumplían las ordenaciones que les favorecían. El libro del Deuteronomio hace llamamientos a la caridad para que los israelitas sean generosos con los levitas7. No hemos de perder de vista, por otra parte, la manera que el texto tiene de concebir la historia de Israel: desde los orígenes aparece la tribu de Leví consagrada especialmente al culto de Yahvé. Con el tiempo se viene a introducir la división de dos clases: los sacerdotes y los simples levitas, encargados de los menesteres inferiores del culto, y el autor narra la historia conforme al marco histórico de su tiempo, reflejando sus instituciones, que traslada sistemáticamente a los primeros tiempos del mosaísmo para rodearlos de veneración ante los fieles y presentarlas como de institución divina.
Las Ciudades de Refugio (9-28).
9Yahvé habló a Moisés, diciendo: 10“Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis pasado el Jordán, en la tierra de Canaán, 11elegiréis ciudades que sean para vosotros ciudades de refugio, donde pueda refugiarse el homicida que hubiera matado a alguno sin querer. 12Estas ciudades os servirán de asilo contra el vengador de la sangre, para que no sea muerto el homicida antes de comparecer en juicio ante la asamblea. 13Las ciudades a esto destinadas serán seis, que serán para vosotros ciudades de refugio. 14Destinaréis tres del lado de allá del Jordán y tres en la tierra de Canaán para ciudades de refugio, 15para los hijos de Israel, para el extranjero y para el que habita en medio de vosotros, para que quien haya matado a alguno sin querer, pueda refugiarse en ellas. 16Si le hirió con instrumentos de hierro y se sigue la muerte, es homicida, y el matador será muerto; 17lo mismo si le hirió con piedra en mano capaz de causar la muerte, y ésta se sigue; es homicida y será castigado con la muerte; 18lo mismo si le hirió manejando un instrumento de madera capaz de producir la muerte, y ésta se sigue; es homicida y será muerto. 19El vengador de la sangre matará por sí mismo al homicida; cuando le encuentre le matará. 20Si por odio le derribó, o le arrojó de propósito encima alguna cosa, y se sigue la muerte, 21o si por odio le golpeó con las manos y se sigue la muerte, el que hirió será castigado con la muerte; es homicida. El vengador de la sangre le matará cuando le encuentre. 22Mas si, al contrario, por azar, sin odio, le derriba o le arroja encima alguna cosa sin querer, 23o sin verle le tira encima una piedra que puede causar la muerte, y la muerte se sigue, sin que fuera su enemigo ni buscase su mal, 24juzgará la asamblea entre el que hirió y entre el vengador de la sangre según las leyes. 25La asamblea librará al homicida del vengador de la sangre, le volverá a la ciudad de asilo donde se refugió, y allí morará hasta la muerte del sumo sacerdote ungido con el óleo sagrado. 26Si el homicida sale del territorio de la ciudad de asilo en que se refugió, 27y el vengador de la sangre le encuentra fuera del territorio de su ciudad de refugio y le mata, no será responsable de su muerte; 28porque el homicida debe morar en su ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote, y, muerto ya el sumo sacerdote, podrá retornar a la tierra donde está su posesión.
La administración de justicia era en Israel, a juzgar por los textos jurídicos, bastante imperfecta. La ley es inexorable con el homicida: la sangre derramada pide sangre. Es la ley del tallón del desierto. Del mismo altar será arrancado el homicida para sufrir la pena capital8.
Pero ¿quién es homicida? El que voluntariamente quita la vida al prójimo, sea cualquiera el instrumento de que se sirva para ello. Más no es tan fácil determinar la culpabilidad del reo, y para ello no es el mejor juez la familia de la víctima o el “vengador de la sangre” (go’el), a quien la ley encomienda la ejecución de la sentencia. Por ello, la ley misma fija, distribuidas por todo el territorio nacional, seis ciudades de refugio, adonde el presunto homicida busque asilo contra las iras del vengador de la sangre. La asamblea de esta ciudad será la encargada de definir si el reo lo es de la verdad, y, en caso contrario, ponerle a salvo contra el “vengador de la sangre.” Pero aun esta sentencia no será bastante para librarle de las iras de quien le busca para darle la muerte. Y la ley declara libre de responsabilidad a la ciudad si, hallado el autor de la muerte fuera de ella, le diere muerte el “vengador de la sangre.” Según las costumbres aún vigentes entre los nómadas de Moab, cuando se da un crimen de sangre, el autor huye bajo la tienda de un jeque poderoso, que lo defenderá contra el “vengador de la sangre.” Allí encuentra su asilo. Pasada la primera temporada de exaltación, se comienza a negociar, y después de muchos discursos y conferencias, se avienen a una indemnización, y con ella queda solventado el negocio. Algo semejante debía de ocurrir en Israel, cuando la autoridad suprema del Estado no imponía una forma más prudente de salvar la justicia. La misma insistencia de la ley en aplicar la pena al homicida pudiera significar que no siempre se cumplía.
En el desierto se preveía el caso de que el homicida se agarrara al altar, buscando protección9. Ya en el código de la alianza se dice que se señalarán lugares de refugio para los homicidas involuntarios10; pero este derecho de asilo no existía para el criminal11. Se trataba sólo de defender al homicida inculpable contra el “vengador de la sangre” o goel, es decir, el pariente encargado oficialmente por la familia para vengar la sangre de uno de ella12. Cuando un homicida se refugiaba en una ciudad, la asamblea judicial de la misma decidía sobre la culpabilidad del reo13. Las ciudades de refugio serán seis14, tres en Canaán; y tres en TransJordania. También aquí la expresión “del lado de allá del Jordán” refleja un legislador que vive ya en Canaán; luego de época posterior a Moisés (v.13). Tendrán derecho al asilo israelitas y extranjeros (v.16). Una vez probada la culpabilidad del homicida, el “vengador de la sangre” debe darle muerte (v.19). Esta ley del “vengador de la sangre” sirve en las sociedades poco desarrolladas, como entre los beduinos, para imponer respeto a los criminales, que saben lo que les espera. Es la defensa de la sociedad cuando aún no hay órganos oficiales y solventes de administración de justicia, y gracias a la ley del “vengador de la sangre” hay un mínimo de respeto a la vida en la estepa15. La ley israelita está, pues, tomada de la vida del desierto. El que ha sido declarado inocente (homicida involuntario) debe permanecer en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote (v.28), que parece señalar una fecha de amnistía o de nueva época.
La Sangre Clama Sangre (29-34).
29Estas disposiciones serán normas de derecho, y para todas vuestras generaciones, dondequiera que moréis. 30En todo caso de homicidio, a deposición de testigos, se quitará la vida al homicida; un testigo solo no basta para deponer contra uno y condenarle a muerte. 31No aceptaréis rescate por la vida del homicida que deba ser condenado a muerte; ha de ser muerto. 32Tampoco aceptaréis rescate para dejar salir al refugiado de su ciudad de asilo y habitar en su tierra antes de la muerte del sumo sacerdote. 33No dejéis que se contamine la tierra en que habitéis; porque la sangre contamina la tierra, y no puede la tierra purificarse de la sangre en ella vertida sino con la sangre de quien la derramó. 34 No profanéis la tierra que habitéis, donde habito yo también, porque yo soy Yahvé, que habito en medio de los hijos de Israel.
Son necesarios dos testigos para probar la culpabilidad de un homicida16. Se prohibe aceptar una compensación pecuniaria del homicida para salvar su vida17; esto sería dejar la puerta abierta a los abusos de los adinerados. Se prohíbe también la compensación pecuniaria para el homicida involuntario, que quiere salir de la ciudad de refugio antes de la muerte del sumo sacerdote (v.32), sin duda para evitar que, con demasiada facilidad, los verdaderos culpables quedaran libres antes de que determinara el tribunal, que podía dejarse comprar por el dinero del rico y dar como involuntario un homicidio voluntario18. Y, para terminar, el legislador quiere encarecer el castigo del homicida voluntario: la sangre derramada contamina el país de Yahvé, cuya santidad no puede tolerar esa profanación. Tal contaminación sólo se purifica con el derramamiento de sangre del culpable (v.33).
Muchos críticos consideran esta legislación como posterior a la del Deuteronomio y complemento de éste, por las precisiones jurídicas que se dan19.
1 La enumeración en Jos 21; 1Cr 6:54-81; Lev 25:32-34. – 2 Cf. Jos 21:Jos 17:21; Jos 21:16; 1Sa 6:13.15. – 3 En la repartición consignada en Jos 21 no parece que se tenga en cuenta este principio. Así, en Neftalí sólo hay tres ciudades levíticas, cuando era más numerosa que Gad y Efraím – (cf. c.26). – 4 Deu 12:12; Deu 12:18-19; Deu 14:27.29; Deu 26:11; Deu 26:14; Deu 26:11-15. – 5 Eze 45:4-5; Eze 48:10-14. – 6 2Cr 11:13-17. – 7 Deu 12:18. – 8 Ex 21.14; 1Re 2:26s. – 9 Cf. éxo 21:14. – 10 Exo 21:13. – 11 Exo 21:14; Deu 19:12. – 12 Deu 19:6; Jos 20:3; Jos 20:5; Jos 20:9. Otra acepción de go’el es la del pariente encargado de rescatar a su familiar pobre vendido al extranjero (Lev 25:47-48), y el que debe casarse con la viuda de su pariente que no ha dejado hijos (Rut 3:13). – 13 En tiempos de la monarquía había tribunales especiales delegados del rey para administrar justicia (2 Par 19:5.8). – 14 La enumeración en Jos 20:7-8. – 15 El P. Jaussen enjuicia así los beneficios de esta institución: “Detiene la mano de muchos bandidos, mantiene cierta seguridad en el desierto y permite al viajero aventurarse entre gentes cúpidas, azuzadas por la miseria y el hambre, a emprender largos viajes; permite a tribus de diferentes religiones vivir juntas, como las de los cristianos de Kerak y Madaba, establecidos en medio de rapaces adversarios. Mientras el desierto sea desierto, la venganza de sangre, regulada por el uso, subsistirá, y – digámoslo – es necesaria” (Coutumes des árabes au pays de Moab 221). – 16 Según Deu 18:7, los dos testigos debían ser los primeros en ejecutar la sentencia de muerte contra el inculpado. Con esto se les prevenía contra un falso testimonio, ya que al derramar sangre inocente, se atraían la maldición divina. – 17 Entre los griegos existía el rescate, ποινή(***) (Ilíad. XVIII 4985); lo mismo éntrelos germanos (Wergeld) (Tácito, Germania 21); el código de la alianza lo admitía para el caso de que uno muriera acorneado por un buey. El amo de éste debía pagar lo que pidiese la familia de la víctima (éxo 21:29-32). – 18 Cf. Lagrange: RB (1916) 465-466. – 19 Así A. Clamer, Nombres P-476.
Fuente: Biblia Comentada
Se debían asignar cuarenta y ocho ciudades de la tierra a los levitas. La tribu de Leví no recibió una asignación tribal, sino que debía vivir entre las demás tribus. En Jos 21:1-42 aparece la lista de estas cuarenta y ocho ciudades.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
La última sección principal de Números registra la obediencia renovada de Israel. Dios siguió hablando (Núm 26:1-2; Núm 26:52; Núm 27:6; Núm 27:12; Núm 27:18; Núm 28:1; Núm 31:1; Núm 31:25; Núm 33:50; Núm 34:1; Núm 34:16; Núm 35:1; Núm 35:9), y la segunda generación de Israel obedeció. La mayoría de los mandamientos en esta sección tenían que ver con la vida de Israel después de su entrada en la tierra.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
La Tierra Prometida había sido el objetivo de Israel desde el comienzo de Números. Esta última parte del libro anticipaba el establecimiento en Canaán
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Ciudades levitas. La familia de Aarón y los levitas no tendrían ninguna herencia (18:20-24). Dependerían de los diezmos que las otras tribus pagarían. Sin embargo, a fin de preservar su identidad en Israel, les fueron asignadas ciudades en donde vivir. Después de que las tribus tomaran posesión de la tierra, tendrían que asignar ciudades para los levitas (Jos. 21). Cada ciudad tendría que incluir campos para pastura, a un límite de 450 m. de los muros de la ciudad (v. 4), y con medidas de unos 900 m. cuadrados (v. 5). La geometría presenta un pequeño problema. Si los lados eran 900 m. de largo, y cada lado del cuadro estaba a 450 m. de los muros, los cuatro lados no podían unirse. Las medidas podían completar un cuadro sólo si se tomaban de un punto central. La evidencia arqueológica sugiere que Bet-semes, una de las ciudades escogidas (Jos. 21:16), cubría aprox. como tres hectáreas. El problema de interpretación de la geometría ha puesto a prueba el ingenio de los eruditos. Es probable que las delimitaciones hayan sido establecidas trazando primero un cuadro o rectángulo alrededor de los muros de la ciudad y después midiendo 450 m. desde el muro de la ciudad hacia afuera, a fin de establecer los límites.
Plano de la ciudad levítica
El principio, sin embargo, es perfectamente claro en cuanto a que los levitas deberían tener una limitada área de tierra para pastura alrededor de sus ciudades.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
35.2, 3 Los levitas eran ministros. Se sostenían de los diezmos del pueblo que, además, les proveía de casas, rebaños y pastizales. Hoy en día, tenemos la responsabilidad de proveer para las necesidades de nuestros ministros y misioneros para que ellos tengan libertad de abocarse a la tarea que Dios les encomendó.35.6 De las cuarenta y ocho ciudades dadas a los levitas por el pueblo, seis de ellas eran ciudades de refugio. Estas probablemente estaban bajo la supervisión de los levitas, ya que serían los jueces más imparciales. Estas ciudades eran necesarias debido a que la costumbre antigua de justicia clamaba por venganza en la ocasión de la muerte de un pariente o ser amado (2Sa 14:7). Los levitas sostenían una audiencia preliminar afuera de las puertas mientras el acusado era retenido en la ciudad hasta el momento de su juicio. Si el asesinato había sido accidental, la persona permanecía en la ciudad hasta la muerte del sumo sacerdote. Para ese entonces, se le daría la libertad, y podría comenzar una nueva vida sin preocuparse por los vengadores. Si no hubiera sido accidental, la persona era enviada a los vengadores de la persona asesinada. Este sistema de justicia muestra cómo la ley de Dios y su misericordia van tomadas de la mano.35.11-28 Si cualquiera moría por un acto de violencia, por lo general se asumía que la persona había sido asesinada, pero el sospechoso del crimen no era acusado automáticamente como culpable. Las ciudades de refugio aseguraban al acusado que se haría justicia. Pero si él o ella dejaban la ciudad, entonces serían considerados culpables y podrían ser matados por la parte vengadora. El pueblo no debía tolerar el pecado, sin embargo, debía ser imparcial hacia el acusado para que él o ella pudiera tener un juicio justo. Las ciudades de refugio representaban la preocupación y provisión de Dios de justicia en una cultura que no siempre protegía al inocente. Es tan injusto pasar por alto malas acciones como concluir precipitadamente acerca de la culpabilidad de una persona. Cuando alguien es acusado de haber hecho algo incorrecto, tome partido por la justicia, proteja a los que no han sido hallados culpables y escuche con cuidado toda las versiones de la historia.CIUDADES DE REFUGIO : Seis de las ciudades de los levitas fueron designadas como ciudades de refugio. Estaban distribuidas a lo largo de la tierra y protegían a aquellos que habían cometido accidentalmente algún crimen o que estaban esperando un juicio.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 1855 Núm 22:1; Núm 31:12; Núm 36:13
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Como los levitas no tenían heredad en la tierra (18:20, 23, 24), y necesitaban un lugar donde vivir, les dieron cuarenta y ocho ciudades con sus tierras de pasto. Estas tierras (vers. 2), alrededor de cada una de esas ciudades quizás formaran un cuadrado de mil codos (unos 500 m) desde la muralla de la ciudad (vers. 4). Si la ciudad era muy pequeña entonces la distancia sería de unos dos mil codos a cada lado (unos 1000 m, vers. 5). Las ciudades se mencionan por su nombre en Jos 21.
Fuente: La Biblia de las Américas
→ Jos 21:1-42.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
g Jos 21:1-42.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
[6] Deut 4, 41; 19, 2; Jos 20, 2.[13] Deut 4, 41; Jos 20, 7-8.[20] Deut 19, 11.