Comentario de Proverbios 10:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Proverbios de Salomón: El hijo sabio alegra a su padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre.

Los proverbios de Salomón. Pro 1:1; Pro 25:1; 1Re 4:32; Ecl 12:9.

El hijo sabio alegra al padre. Pro 15:20; Pro 17:21, Pro 17:25; Pro 19:13; Pro 23:15, Pro 23:16, Pro 23:24, Pro 23:25; Pro 29:3, Pro 29:15; Ecl 2:19.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Desde este capítulo hasta el veinticinco son diversas observaciones de virtudes morales, y sus vicios contrarios, Pro 10:1-32.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Los proverbios de Salomón están enfocados al hijo sabio, igual que en los capítulos Pro 1:1-33; Pro 2:1-22; Pro 3:1-35; Pro 4:1-27; Pro 5:1-23; Pro 6:1-35; Pro 7:1-27; Pro 8:1-36; Pro 9:1-18, donde se realza el contraste entre él y el hijo necio. El término hijo es genérico; el asunto central no es que sea un varón o que sea una niña, el punto está en que sea sabio o necio. Su comportamiento recae directamente sobre ambos padres, ya que los dos disfrutan o se entristecen con el proceder de sus hijos en la vida. De tiempo en tiempo un hijo sabio alegra a sus padres y de tiempo en tiempo el hijo necio solo trae aflicción a sus padres.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Segunda Parte.
Primera Colección de Proverbios de Salomón (10:1-22:16).
E sta segunda parte comprende, como quedó dicho en la introducción, 373 sentencias que el mismo texto atribuye a Salomón, del que indudablemente son en su mayoría, según dejamos indicado al estudiar el autor del libro.
Las sentencias versan sobre los más variados temas y se refieren a las más diversas facetas de la vida humana. No tienen conexión lógica alguna entre sí generalmente. Cada una tiene sentido por sí misma y forma un todo sin relación con la sentencia que le precede o sigue. De ahí la dificultad de hacer una división en perí-copas atendiendo a su contenido doctrinal. Sin embargo, es preciso hacer alguna división en perícopas con el fin de facilitar la lectura. Observaremos la idea o ideas más salientes en cada grupo de sentencias y la propondremos como título a la perícopa, que naturalmente incluirá más de una vez sentencias que nada o poco tienen que ver con él.
La finalidad de esta parte viene a coincidir con la de la primera y se complementan. La introducción del autor exhortaba al estudio y amor de la sabiduría. Las sentencias de Salomón presentan las enseñanzas concretas de la sabiduría, cuyo conocimiento y práctica aseguran la vida larga y feliz tantas veces prometida en la primera parte a los verdaderos amantes de la sabiduría. En ellas se oponen con frecuencia el sabio y el necio, el justo y el impío, el rico y el pobre y, en general, la virtud y el vicio, con sus respectivas recompensas. Se refieren a los más variados estados, oficios y facetas de la vida humana. Las hay éticas, económicas e incluso de orden político. Las de los capítulos 10-15, en paralelismo antitético; las de los 16-22, en paralelismo sintético, por regla general.

10. El Justo y el Impío.

Diversos efectos de la justicia y la impiedad (10:1-10).
1El hijo sabio es la gloria de su padre; el hijo necio, la tristeza de su madre. 2No aprovechan las riquezas mal adquiridas, mas la justicia salva de la muerte. 3Yahvé no dejará hambrear al justo, pero dejará insaciados los apetitos del malvado. 4La mano perezosa empobrece; la diligente enriquece. 5El que en estío recoge es hombre inteligente; el que duerme al tiempo de la siega se deshonra, 6 Bendiciones sobre la cabeza del justo; pero la lengua del impío encubre violencias. 7 La memoria del justo será bendecida; el nombre del impío será maldito. 8 El hombre sensato acepta el mandamiento, pero el lenguaraz lo resiste. 9 El que anda en rectitud va seguro; el que va por sendas tortuosas va a la ruina. 10 El que guiña los ojos acarrea malaventura; el que reprende con franqueza origina la paz.

No es sólo el sabio quien goza de su sabiduría, ni el necio únicamente quien sufre las consecuencias de su necedad. Son los padres los primeros en cosechar los frutos de una buena o mala educación de los hijos. Se trata en los dos esticos del padre y de la madre; la formulación de la sentencia presente es debida a que la gloria de los hijos repercute más bien en la del padre, mientras que las desgracias afectan más al corazón de la madre, como más sensible y delicado.
La sentencia del v.2 sobre las riquezas y la justicia está de acuerdo con la doctrina tradicional del Antiguo Testamento acerca del premio y del castigo, los cuales tenían lugar, según ella, en esta vida. Las riquezas mal adquiridas, aunque de momento procuren un triunfo o bien temporal, muchas veces no aprovechan en esta vida, unas porque la ley las hace volver a su legítimo dueño, otras porque la venganza humana las arrebata; no falta cuando una muerte prematura impide gozar de ellas. La vida virtuosa, en cambio, libra al justo de la perdición a que lleva la impiedad 1, porque el justo está bajo la protección del Señor 2; por lo cual “se es bastante rico cuando se es pobre con la justicia, y se es demasiado pobre cuando se es riquísimo con la iniquidad” (Grimotti). La lección que se desprende es que hay que poner más interés en vivir una vida virtuosa que en procurarse riquezas. El lenguaje del v.3 sobre la satisfacción e insatisfacción de los deseos del justo y del malvado, respectivamente, tiene parecido con la bienaventuranza cuarta de San Mateo3 y la imprecación correspondiente de San Lucas 4. Pero el sabio se mueve todavía en un ambiente meramente humano, y su máxima se refiere a los deseos de una vida feliz en la que no le falte con que saciar las más elementales necesidades de su naturaleza, deseos que verá saciados el justo e insatisfechos el impío. Describiendo el salmista la providencia de Yahvé sobre el hombre virtuoso, exclama: “Fui joven y ya soy viejo, y jamás vi abandonado al justo, ni a su prole mendigar el pan”5; mientras que de los impíos afirma que “serán exterminados, y la posteridad de los malvados, tronchada” 6. Los cristianos, con la visión más profunda de las cosas que nos ha traído la revelación neotestamentaria, sabemos que Dios ha puesto en nuestro corazón un deseo innato de felicidad de dimensiones ultraterrenas. Dios saciará esos deseos en el justo, porque El mismo se constituye en el objeto supremo de su felicidad y lo hará plenamente feliz en la patria. El impío, por el contrario, verá insatisfechos sus deseos de felicidad, porque quedará privado en el más allá de Dios y también de aquellas cosas terrenas en las que él buscaba su felicidad, y que no hacían otra cosa más que excitar un deseo cada vez mayor de la misma que ellas no podían jamás plenamente llenar.
Los versos siguientes, en que se recomienda la diligencia en el trabajo, contienen un antiguo axioma popular que se encuentra en todas las literaturas. Dice relación a la vida agrícola, que los judíos cultivaron en Palestina desde la ocupación de la tierra prometida. “No a los que duermen, no a los ociosos, sino a los vigilantes se prometen los premios, y para el trabajo está preparada la recompensa,” dice San Ambrosio 7. Los autores de vida espiritual ven aquí una amonestación a trabajar a su debido tiempo, sin dejar pasar las ocasiones propicias para santificarse. Aplicado a las diversas edades del hombre, se recomendaría el trabajo en la juventud para proveer a la vejez; el estudio de la sabiduría y la práctica de la virtud en los años jóvenes, para asegurar una vejez llena de honor y estima.
Diversa suerte espera a la memoria del justo y a la del injusto. Aquél es en vida bendecido por Dios 8 y por los hombres, los cuales después de su muerte lo elogiarán. Conservar después de aquélla un buen nombre era, naturalmente, una de las mayores aspiraciones de un buen israelita, privados como estaban de la revelación sobre una supervivencia feliz en el más allá. Del piadoso rey Josías escribe Ben Sirac que su nombre es como “perfume oloroso,” y su memoria, “dulce como la miel a la boca y como música en banquete.” 9 La memoria del impío, en cambio, será maldita, porque todos le aborrecerán y maldecirán. De Antíoco Epífanes dice el autor del libro primero de los Macabeos “que su gloria se volvería en estiércol y gusanos. Hoy se engríe, pero mañana no será hallado, porque se habrá vuelto al polvo y se habrán disipado sus planes.”10 Por eso el hombre sensato acepta las instrucciones de la sabiduría; pues aunque su cumplimiento le suponga muchas veces abnegación y sacrificio, le confiere beneficios materiales en esta vida y una gloria que perpetúa su buen nombre en la posteridad. El insensato de labios no es capaz de llevar a la práctica los consejos de la sabiduría sobre el buen uso de la lengua y resiste, por lo mismo, a sus instrucciones sobre este particular.
La seguridad que en el v.9 se promete a los justos dice referencia al orden humano: el hombre honrado que cumple con sus deberes para con todos y a nadie hace mal, puede marchar tranquilo por el camino de su vida, sin temor a la ley o a la venganza de los hombres. El que anda por sendas tortuosas, cuando menos lo piensa, se encuentra con el castigo de aquélla o tiene que sufrir las consecuencias de ésta. El autor tiene, sin duda, en su mente la providencia de Dios sobre los justos y pecadores, que actúa a través de los factores humanos. Una de las cosas propias de quienes maquinan el mal es el guiño de ojos 11, que revela doblez de ánimo, en distinción a la sencillez y nobleza de la mirada franca. El sabio opone los efectos saludables de una reprensión bien hecha, que conduce al arrepentimiento y cambio de conducta. Cerrar los ojos ante un comportamiento malo no es obrar conforme a los principios de la sabiduría, que enseña repetidas veces la conveniencia y necesidad de la correcion.

El Hablar del Justo y del Impío. Riquezas y Pobreza (10:11-21).
11 Fuente de vida es la boca del justo, pero la boca del malvado encubre la violencia. 12 El odio enciende las contiendas, mientras que el amor encubre las faltas. 13 En los labios del prudente se halla la sabiduría; para las espaldas del insensato es la vara. 14 El sabio esconde su ciencia; la boca del necio anuncia la ruina, 15 La hacienda del rico es su fortaleza; la indigencia del pobre es su desaliento. 16 La ganancia del justo es para la vida; la del impío, en vicios se le va. 17 Va por senda de vida el que acepta la corrección; el que no la acepta va por camino falso. 18 El de ojos mendaces encubre el odio; el que esparce la difamación es un necio. 19 En el mucho charlar no falta el pecado; el que refrena sus labios es sabio. 20 Plata acrisolada es la boca del justo; el corazón del impío no vale nada. 21 Los labios del justo guían a muchos; el necio muere por falta de conocimiento.

Contrapone el sabio primero los efectos de las palabras del justo y las que salen de la boca del malvado. Las primeras son rúente de vida feliz dichosa, en cuanto que señalan el camino para conseguirla. Las segundas, por el contrario, son fuente de mal y desgracia para los demás, en cuanto que encubren las violencias del corazón que a su tiempo causará dicho mal. “La boca del justo – comenta A Lapide – es una fuente pura de agua, porque profiere con sencillez y sinceridad los sentimientos de su corazón, nada finge, no oculta nada; en cambio, la boca del impío encubre y oculta la iniquidad que maquina su corazón, y que, presentado el momento propicio, llevará a cabo, con el consiguiente daño para su prójimo” 12. Pone en paralelismo después uno de los efectos del odio con una de las cualidades del amor: aquél vierte su veneno sobre su prójimo con palabras y a veces acciones que engendran disensiones y contiendas; el amor, en cambio, ve las faltas ajenas, pero las excusa ante los demás, y si esto no es posible por la evidencia innegable de aquéllas, las encubre con su silencio 13. San Pedro cita este verso y lo aplica, rebasando su sentido, a los pecados propios 14.
Volviendo al pensamiento del primer verso, da la razón por la que los labios del justo hacen el bien: poseen la sabiduría, que es la que señala los principios que han de regular la vida para que ésta sea feliz. El insensato no comprende esos principios o no está dispuesto a llevarlos a la práctica. Solamente el castigo es capaz de hacerlo obrar cuerdamente 15. Pero el sabio, que a su debido tiempo sabe hablar, sabe también esconder su ciencia (v.14), callando cuando las circunstancias así lo aconsejan. Dice un proverbio inglés que “la palabra es plata, pero el silencio oro.” El necio, en cambio, no sabe callar; habla sin reflexión, y en su mucho hablar no puede faltar la crítica, el juicio temerario, con que hace mal a los demás y a sí mismo (v.19).
Se intercalan dos sentencias respecto de las riquezas. Dice el sabio que el rico tiene en ellas su fortaleza. Ellas le proporcionan un cierto bienestar, le permiten hacer frente a las adversidades de la vida y le. proporcionan fácilmente amigos en quien confiar. La indigencia, por el contrario, frecuentemente desalienta al pobre, que no tiene tal vez lo necesario para su sustento; que se encuentra muchas veces solo frente a las adversidades de la vida, a que no puede siempre hacer frente; que se ve con frecuencia expuesto a injurias, desprecios y vejaciones. Todo lo cual lo vuelve tímido y de ánimo apocado. En seguida el autor constata los beneficios y los perjuicios que ellas reportan al sabio y al necio respectivamente. Aquél hace un recto uso de ellas, que incluso le permiten poder darse al estudio de la sabiduría y conseguir sus frutos, mientras que el impío las emplea en mantener vicios a que quizá no hubiera llegado si hubiera carecido de riquezas, y que lo llevan a la ruina moral y, frecuentemente, física 16.
Una norma de sabiduría que evita desviarse del recto sendero que lleva a la vida feliz es la corrección. El sabio se somete con gusto a ella, venga de Dios por medio de tribulaciones, o se trate de advertencias de los sabios; pero el necio la desprecia, porque, como dice Clemente de Alejandría, la reprensión es como una operación quirúrgica de las afecciones del alma que el necio es incapaz de resistir 17. Una de las cosas difíciles de corregir y que arguyen necedad e insensatez son los sentimientos de odio que anidan en el corazón. El sabio se fija en el v.18 en dos actitudes que aquél provoca: palabras mentirosas, bajo las cuales se oculta con el fin de hacer un daño mayor; es más peligroso el enemigo que simula amistad que el que se declara abiertamente tal; y la difamación, que hiere en uno de los bienes más estimados, como es el buen nombre. “Si, pues, quieres ser sabio – escribe San Beda -, no escondas odio en lo recóndito de tu corazón ni profieras con tu boca calumnia alguna, sino que tu corazón esté lleno de amor y tu boca de verdad.”18
Los tres últimos versos de la perícopa insisten en la importancia del buen uso de la lengua. Quien se pasa la vida charlando, difícilmente evita los pecados de lengua (v.14). Por ello, el salmista oraba: “Pon, ¡oh Yahvé! guarda a mi boca, centinelas a las puertas de mis labios.”19 El hombre prudente es comedido en sus palabras y, antes de hablar, piensa lo que va a decir. “Es imposible – advierte A Lapide – al hombre débil y caduco prestar a cada una de sus muchas palabras circunspección y moderación precisas, como le es imposible vivir y obrar durante muchos días sin incurrir en el vicio y el pecado” (24:16) 20. Los autores de vida espiritual siempre recomendaron el silencio como condición indispensable de vida espiritual. Las palabras del sabio son comparadas a los más preciosos metales por el bien que hacen a los demás, instruyéndolos en el camino de una vida feliz, mientras que los pensamientos que abriga el corazón del necio no valen para nada positivo, porque está ausente de ellos la sabiduría, y como la necedad es en los Proverbios un defecto moral que se confunde con la impiedad, el necio se hace a sí mismo un mal moral y físico, que es el castigo de no seguir los dictámenes cíe la sabiduría 21.

La dicha del virtuoso (10:22-32).
22 La bendición de Dios es lo que enriquece; nuestro afán no le añade nada. 23 Hacer el mal es para el necio cosa de juego, y lo es para el sensato ser sabio. 24 Sobre el impío vendrá lo que él se teme, mas el justo verá colmados sus deseos. 25 Como pasa el huracán deja de ser el impío, mas el justo permanece para siempre. 26 Como el vinagre a los dientes y el humo a los ojos, así es el haragán para quien le manda. 27 El temor de Yahvé alarga la vida, mas los años del impío serán abreviados. 28Se cumplirá la esperanza del justo, pero se desvanecerá la del impío. 29El camino de Yahvé es la fortaleza del perfecto, pero es el terror de los malhechores. 30 El justo no vacilará jamás, pero el impío no durará sobre la tierra. 31 En la boca del justo florece la sabiduría, pero la lengua del impío será cortada. 32 Los labios del justo están llenos de gracia; la boca del impío, de perversidad.

La prosperidad, afirma el sabio, es fruto de la bendición de Dios, atribuyendo directamente a Yahvé lo que en la primera parte del libro se atribuía a la sabiduría. La sentencia que sigue no intenta afirmar la inutilidad de nuestros esfuerzos, sino la necesidad de que el Señor los bendiga para que fructifiquen. Un suceso inesperado los inutiliza a veces cuando su éxito parecía seguro. El salmista lo afirmó en el tan conocido: “Si Yahvé no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen.” 22
La costumbre llega a facilitar las cosas de un modo sorprendente. Y así, para el malvado llega un momento en el que el hacer el mal es cosa de juego e incluso de placer 23, mientras que para el justo la práctica de la virtud viene a ser algo’ inherente a su naturaleza y su normal y alegre actividad. Sin embargo, el malvado no goza de perfecta y continua paz, y, por más que se esfuerce en apartar su imaginación del presentimiento del castigo, no lo logra más que a ratos. San Juan Crisóstomo escribe que “de la misma manera que el que camina de noche siente miedo aunque nadie haya que se lo infunda, así los que pecan no pueden vivir confiados y tranquilos aunque nadie los arguya de sus pecados.”24 Y, en efecto, el impío puede pecar contra Dios, pero por poco tiempo; como el huracán, que pasa veloz, así el malvado es arrebatado por la tempestad de la justicia divina 25. El justo, por el contrario, verá satisfechos sus deseos de una vida feliz, que gozará durante largos años, porque, protegido por Dios, está seguro frente a las adversidades. Sobre si aquí, y después en 11:7.23, el sabio piensa en el más allá, es dudoso. Cierto que le debía resultar muy difícil de concebir el que todo pudiera terminar con la muerte, sin un más allá feliz junto a Dios para el justo y un castigo para el malvado, que pasó los días de su vida gozándose en el mal; pero nunca los sabios de los Proverbios lo afirmaron expresamente, ni siquiera plantean el problema contra la tesis tradicional de la retribución en este mundo, como el libro de Job.
En la máxima suelta del v.26 constata el sabio la impresión o efecto que en quien le manda produce la actitud del perezoso: irrita y se hace intolerable como el vinagre a los dientes y el humo a los ojos. Lo que ocurría sobre todo entre los judíos, especialmente activos entre los orientales. El v.27 expresa una idea repetida muchas veces en nuestro libro, tres veces en esta misma perícopa 26, y se funda en la creencia de que el justo y el impío obtienen en esta vida el premio y castigo, respectivamente, de sus obras. Aquí la vida larga se atribuye al temor de Yahvé, principio de la sabiduría, por carecer del cual el impío verá abreviados sus días 27.
Los versos siguientes (28-30) continúan la oposición entre el justo y el impío. Primero frente a la esperanza que todo ser humano abriga de ser feliz, que verá cumplida el justo, porque se funda en una vida virtuosa, que asegura la protección de Dios, mientras que se verá desvanecida en el impío, porque se basa en las cosas terrenas, que, además de no contener la verdadera felicidad, pasan rápidamente. Segundo, frente al camino de Dios o cumplimiento de su voluntad; el que lo sigue se hace agradable a Dios, que se convierte en su fortaleza inexpugnable; el malhechor, naturalmente, teme, porque, al no seguirlo, sabe que se expone al castigo de Dios, que no podrá eludir. De ahí que el justo vivirá por siempre tranquilo, mientras que el impío no durará mucho sobre la tierra. Yahvé había prometido la firme y estable posesión de la tierra siempre que los israelitas fuesen fieles en la observancia de la ley, y les había amenazado con arrojarlos de ella si abandonaban el camino de la justicia. La posesión de la tierra vino a ser sinónimo de la más alta bendición de Yahvé, como el arrojarles de ella signo de su más profunda indignación contra el pueblo escogido.
Los dos últimos versos insisten en los conceptos ya expresados en el capítulo sobre el hablar del justo y del impío. Mientras que los labios del justo profieren cosas sabias, que se escuchan con complacencia, los del impío profieren necedades e incurren en los pecados de lengua, por lo que merecen ser destruidos, como el árbol que produce frutos malos y perjudiciales.

1 1:19; 2:22. – 2 1:33; 3:26; Sal 91. – 3 5:6. – 4 6:24. – 5 37:25. – 6 37:38. – 7 Cf. Sal 123:1-3. – 8 L.i De Cain 0.4. – 9 49:1-2 – 10 2:62-63. El 6b, que traduce el TM, no se adapta a este lugar. Es posible que se perdiera el original y se le supliera con este estico, que puede estar tomado de i ib, donde cuadra muy bien con na. – 11 16:30. – 12 O.c., p.286. – 13 17:9; 1Co 13:7. – 14 1Pe 4:8; Stg 5:20. – 15 10,21; Stg 15:7; Stg 19:23; Stg 26:3. – 16 3:2.22; 11:4. – 17 L.i Paedag. c.8; Cf. Heb 12:8. – 18 Citado por A Lapide, o.c., p.295. – 19{Heb 141:3

Fuente: Biblia Comentada

tristeza de su madre. vea la nota sobre Pro 23:15-16. Este dolor paterno es más profundamente sentido por la madre, que tiene un papel más íntimo en la crianza de un hijo.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta gran sección contiene trescientos setenta y cinco proverbios individuales de Salomón. No están en un orden evidente, con un agrupamiento por tema solo ocasional, y a menudo están sin contexto para indicar su aplicación. Se basan en el conocimiento inspirado por parte de Salomón de la ley y de los profetas. El paralelo, proverbios de dos líneas de los capítulos Pro 10:1-32; Pro 11:1-31; Pro 12:1-28; Pro 13:1-25; Pro 14:1-35; Pro 15:1-33, son mayormente contrastes u opuestos (antitéticos), mientras que los de los caps. Pro 16:1-33; Pro 17:1-28; Pro 18:1-24; Pro 19:1-29; Pro 20:1-30; Pro 21:1-31; Pro 22:1-29 son mayormente similitudes o comparaciones (sintéticos).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Pro 10:1-32; Pro 11:1-31; Pro 12:1-28; Pro 13:1-25; Pro 14:1-35; Pro 15:1-33; Pro 16:1-33; Pro 17:1-28; Pro 18:1-24; Pro 19:1-29; Pro 20:1-30; Pro 21:1-31; Pro 22:1-16 : La llamada “gran colección salomónica”, posiblemente la más antigua del libro, es una amplia agrupación de dichos independientes y yuxtapuestos, con muy escasas y ocasionales conexiones temáticas y sin claros criterios de ordenación. Formalmente predomina el paralelismo, que en la primera parte (Pro 10:1-32; Pro 11:1-31; Pro 12:1-28; Pro 13:1-25; Pro 14:1-35; Pro 15:1-33) es sobre todo antitético, y en la segunda (Pro 16:1-33; Pro 17:1-28; Pro 18:1-24; Pro 19:1-29; Pro 20:1-30; Pro 21:1-31; Pro 22:1-29) es más bien sinonímico o sintético. En cuanto al contenido, las enseñanzas aquí reunidas pertenecen a tres ámbitos principales: instrucción individual, educación social y enseñanza religiosa.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Pro 15:20; Pro 17:25.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— de Salomón: Ver nota a Pro 1:1.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Introducción. La frase Proverbios de Salomón ya apareció en 1:1 (ver comentario). Aquí indica presumiblemente que esto fue alguna vez el comienzo de una colección separada comprendiendo 10:1-22:16, delante de la cual se han colocado ahora los caps. 1-11.

El resto de 10:1 es entonces una introducción como las que vienen al principio de la sección de sermones (p. ej. 1:8). Tales introducciones instan la atención a la sabiduría que hallamos en el material que sigue, aunque ésta lo hace de una manera indirecta. Los vv. 2 y 3 introducen uno de los temas dominantes de los dichos, pero lo hacen colocándolo en el contexto de la justicia y la impiedad, y de la participación de Dios en estos asuntos. El v. 4 ofrece un comentario más directo acerca de ella, sin una referencia evidente a la sabiduría, la moral o la religión.

Los vv. 1-4 contienen los cuatro tipos principales de dichos. Comienzan con una subcolección que corre a través de los vv. 1-22, e ilustran a la vez cómo los dichos están por su propia naturaleza preo cupados con la vida misma y con un acceso sabio a la vida, y también cómo el entender la vida y el buscar la sabiduría nunca han de ser separados de la moralidad y la religión (cf. 1:1-7).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

10.2 Algunas personas acarrean infelicidad al elegir tesoros malhabidos. Por ejemplo, el vehemente deseo de satisfacción puede hacer algo que destruye sus oportunidades de alcanzar alguna vez la felicidad. Los principios que Dios establece para una vida recta llevan consigo una felicidad duradera, debido a que nos guían hacia una buena conducta que perdura a pesar de nuestros sentimientos siempre cambiantes.10.3 Proverbios está lleno de versículos que contrastan los justos con los impíos. Estas frases no tienen el propósito de aplicarse en forma universal a cada persona y a cada situación. Algunas personas, por ejemplo, sufren hambre. Más bien su propósito es el de comunicar la verdad general de que la vida de la persona que busca a Dios, a la larga, es mejor que la del impío (que termina en la ruina). Estas declaraciones no son promesas rigurosas, sino verdades generales. Además, un proverbio como este da por sentado un gobierno justo que se preocupa del pobre y el necesitado, la clase de gobierno que Israel debió tener (véase Deu 24:17-22). Un gobierno corrupto bloquea a menudo los planes de los justos.10.4, 5 Cada día tiene veinticuatro horas llenas de oportunidades para crecer, servir y ser productivos. Es muy fácil desperdiciar el tiempo, permitiendo así que la vida se nos escape de las manos. En vez de eso, niéguese a ser un perezoso, utilizando las horas dedicadas a un trabajo productivo en dormir o perder el tiempo. Vea el tiempo como un regalo de Dios y aproveche las oportunidades para vivir con diligencia para El.10.18 Al odiar a otra persona puede volverse mentiroso o insensato. Si trata de ocultar su odio, terminará mintiendo. Si calumnia a la otra persona y luego se comprueba que estaba equivocado, es un insensato. La única salida es admitir sus sentimientos de odio ante Dios. Pídale que cambie su corazón para que lo ayude a amar en vez de odiar.10.20 Las palabras de una buena persona son valiosas («plata escogida»). Muchos consejos malos valen menos que pocos consejos buenos. Es fácil obtener opiniones de gente que nos dirá solo lo que piensan que nos agradará, pero tal consejo es inservible. En vez de ello, busquemos a los que hablan con la verdad, aun cuando duela. Piense en las personas a las que les pide consejos. ¿Qué espera escuchar de ellas?10.22 Dios dota a algunas personas con la capacidad personal y financiera para responder a las necesidades de los demás. Si estas personas se percataran de por qué Dios las bendice y si todas utilizaran sus medios para hacer la voluntad de Dios, el hambre y la pobreza se erradicarían. La riqueza es una bendición únicamente si la utilizamos conforme al propósito de Dios.10.24 El impío teme a la muerte. Los que no creen en Dios por lo general la temen y con mucha razón. En contraste, los creyentes desean la vida eterna y la salvación de Dios, sus esperanzas serán recompensadas. Este versículo brinda una opción: se vuelven realidad o sus temores o sus deseos. Decide rechazar a Dios y vivir a su manera o acepta a Dios y CONSEJO DE DIOS ACERCA DEL DINERO

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 468 Pro 1:1

b 469 Pro 13:1; Pro 23:24; Pro 27:11; Pro 29:3

c 470 Pro 15:20; Pro 17:21; Pro 17:25

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Los proverbios de Salomón. Este es un subtítulo dentro de la colección más grande de proverbios. El valor numérico en hebreo del nombre de Salomón es 375, que es el número de los proverbios en la primera colección (10:1– 22:16).

El hijo sabio. Es decir, el que presta atención a las amonestaciones de los padres en contraste con el necio y terco (v. coment. en 1:22).

padre…madre. El punto fundamental es que la conducta del hijo afecta a los padres, para bien o para mal.

Fuente: La Biblia de las Américas

El hijo sabio. El que teme y obedece a Dios y aplica con éxito el conocimiento a las cuestiones diarias.

el hijo necio. El que es insensato e insensible a la verdad moral y actúa sin que ésta le importe y para su propia destrucción.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

El discurso tocante a la sabiduría y la necedad (caps. Pro 1:1-33; Pro 2:1-22; Pro 3:1-35; Pro 4:1-27; Pro 5:1-23; Pro 6:1-35; Pro 7:1-27; Pro 8:1-36; Pro 9:1-18) constituye un prólogo para la porción central del libro que contiene 375 proverbios de Salomón. Esos proverbios son principios generales y directrices que pueden tener excepciones. Cualquier excepción no es un problema de inerrancia, sino una cuestión de la naturaleza de los proverbios. Estos son verdaderos por regla general.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

de su madre… Este paralelismo expresa la alegría o tristeza de ambos padres → Pro 15:20; Pro 23:24; Pro 30:17.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Este paralelismo expresa la alegría o tristeza de ambos padres. g15:20; 23:24; 30:17.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[10] Prov 6, 3; Eclo 27, 25.[12] 1 Cor 13, 4; 1 Pe 4, 8.[15] 1 Tim 6, 17.

Fuente: Notas Torres Amat