Biblia

Comentario de Proverbios 8:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Proverbios 8:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

¿Acaso no llama la sabiduría, y alza su voz el entendimiento?

Pro 1:20, Pro 1:21; Pro 9:1-3; Isa 49:1-6; Isa 55:1-3; Mat 3:3; Mat 4:17; Mat 28:19, Mat 28:20; Mar 13:10; Mar 16:15, Mar 16:16; Luc 24:47; Jua 7:37; Hch 1:8; Hch 22:21; Rom 15:18-21.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La fama, Pro 8:1-5,

y evidencia de la sabiduría, Pro 8:6-9.

La excelencia, Pro 8:10, Pro 8:11,

la naturaleza, Pro 8:12-14,

el poder, Pro 8:15-17,

las riquezas, Pro 8:18-21,

y la eternidad de la sabiduría, Pro 8:22-31.

La sabiduría debiera ser deseada por las bendiciones que trae, Pro 8:32-36.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El capítulo Pro 7:1-27 enfoca su atención en los necios y en las trampas para capturarlos, en el capítulo Pro 8:1-36 el tema se vuelca hacia la sabiduría y es un himno de alabanza a sus maravillas.

¿No clama la sabiduría?: La sabiduría desea alcanzar a todos y por lo tanto su mensaje es público, a diferencia del de la mujer extraña, quien utiliza la privacidad y el engaño para lograr sus metas. Por otra parte, las palabras de la sabiduría son confiables y ofrecen gracia y beneficios. Su verdad contrasta con las mentiras de la maldad (Pro 7:21-23) y lo que ofrece es inestimable, es mucho más valiosa que la plata y el oro, ni gemas ni joyas preciosas podrían compararse con ella (encontramos una expresión similar en Pro 3:14Pro 3:15).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

8. Origen y Excelencia de la Sabiduría.
C on el capítulo 8 llegamos al fragmento más importante, no sólo de la primera parte, sino de todo el libro, por su contenido sapiencial. Unido, con la perícopa 1:20-30, a los capítulos 6-9 de la Sabiduría y el 24 del Eclesiástico, contienen el punto culminante de la revelación anticotestamentaria sobre la Sabiduría divina y la segunda Persona de la Santísima Trinidad.
Consta de tres partes. La primera es una invitación de la sabiduría, dirigida a todos a participar de sus beneficios (1-11). La segunda canta las excelencias de la sabiduría, declarando su naturaleza y atributos (12-21). La tercera proclama su origen y actividad en la obra de la creación (22-36).

Invitación de la sabiduría (8:1-11).
1 ¿No está ahí clamando la sabiduría y dando voces la inteligencia? 2 En la cima de las alturas, junto a los caminos, en los cruces de las veredas se para; 3 en las puertas, en las entradas de la ciudad, en los umbrales de las casas da voces: 4 A vosotros, mortales, clamo, y me dirijo a todos los hombres. 5 Entended, ¡oh simples! la cordura, y vosotros, necios, entrad en la discreción. 6 Escuchad, que voy a deciros nobles palabras, y abriré mi boca a sentencias de rectitud. 7Sí; mi boca dice la verdad, pues aborrezco los labios inicuos. 8 Todos mis dichos son conformes a la justicia; nada hay en ellos de tortuoso y perverso. 9 Todos son rectos para la persona inteligente y razonables para el que tiene la sabiduría. 10 Recibid mi enseñanza mejor que la plata, y la ciencia mejor que el oro fino; 11 pues la sabiduría vale más que las piedras preciosas, y cuanto hay de codiciable no puede comparársele.

La mujer adúltera había aprovechado la oscuridad y la soledad con su encontradizo para seducirlo y llevarlo a la perdición. La sabiduría, por el contrario, toma la palabra y, a la luz del día, invita en alta voz y en las alturas elevadas, de modo que pueda ser oída por todos; en los cruces del camino, para ofrecerse a todo caminante; en las puertas de la ciudad, para que cuantos entren y salgan por ellas puedan escuchar sus enseñanzas; en los umbrales mismos de las casas, porque a toda costa quiere ser escuchada y hacer a los hombres partícipes de sus beneficios. A través de la ley natural impresa en el corazón de todos los hombres, de la conciencia, que a cada paso dice lo que es bueno y lo que es malo e incita a seguir aquél y evitar éste, la sabiduría divina habla en todas partes, en casa y en la calle, en la ciudad y en los caminos, y en todas las circunstancias de la vida, en los ratos de quietud y en los quehaceres de los negocios, cuando las cosas salen bien y cuando las tribulaciones llegan al corazón. Su llamamiento se dirige a todos los mortales, sin distinción de raza y condición. Es el universalismo que predicaron los profetas, y que en la plenitud de los tiempos, predicada por la Sabiduría que tomó carne, realizarían los apóstoles. Su llamamiento se dirige de una manera especial a aquellos que tienen más necesidad de sus enseñanzas: los simples o inexpertos, que fácilmente se dejan seducir por los razonamientos de los impíos * y de los halagos seductores de la mujer adúltera 2; y los necios o insensatos, que por su mala conducta viven apartados de ella.
Sus enseñanzas, proclama la Sabiduría, están plenamente conformes con la verdad, a la vez que dictadas por la más leal sinceridad. La sabiduría que aquí habla es la sabiduría divina, que no puede engañar ni engañarse. Por lo mismo, sus sentencias están totalmente de acuerdo con la justicia, que es la verdad puesta en práctica, y enseñan el camino que lleva a la verdadera vida. Jesucristo se declaró a sus discípulos como el camino, la verdad y la vida3. Pero, para reconocer como verdaderas las directrices que señala la sabiduría y ordenar la vida conforme a ellas, es precisa la inteligencia, o conocimiento de sus enseñanzas, y la ciencia moral práctica, o buena disposición de la voluntad para llevarlas a la práctica. Los faltos de juicio y los malvados no pueden fácilmente comprenderlas. Muchos judíos, cegados por los prejuicios de un mesías temporal, y muchos gentiles, apegados a las cosas de la tierra, no comprendieron el misterio de la cruz, suprema prueba del amor de Dios a los hombres, y lo tildaron de escándalo y necedad. “La sabiduría es un don de Dios – escribe Girotti -, y sólo quien la ha merecido con sus virtudes la puede estimar; los malos, que están privados de ella, no la comprenden; ninguna maravilla, pues, cuando afirman que las enseñanzas divinas son irracionales e injustas.”4
Se concluye esta primera perícopa con un elogio de las enseñanzas de la sabiduría, que utiliza las comparaciones conocidas del oro y las piedras preciosas5, añadiendo que nada hay codiciable que pueda compararse con ella. Con razón el sabio la prefirió a los cetros y a los reinos, y en comparación con ella tuvo en nada la riqueza6. “A su lado no cuentan corales y cristales – escribe el autor del libro de Job -; vale más que las perlas…, no entra en balanza con el oro más puro.”7

Excelencias de la sabiduría (8:12-21).
12 Yo, la sabiduría, tengo conmigo la discreción, poseo la ciencia y la cordura. 13 [Temer a Dios es aborrecer el mal.] La soberbia, la arrogancia, el mal camino, la boca perversa, la detesto. 14 Mío es el consejo y la habilidad; mía la inteligencia, mía la fuerza. 15 Por mí reinan los reyes y los jueces administran la justicia. 16 Por mí mandan los príncipes y gobiernan los soberanos de la tierra. 17 Amo a los que me aman, y el que me busca me hallará. 18 Llevo conmigo el bienestar y la honra, sólidas riquezas y justicia. 19 Mi fruto es mejor que el oro puro; mi ganancia, mejor que la plata acrisolada. 20 Voy por las sendas de la justicia, por los senderos de la equidad, 21 para procurar ricos bienes a los que me aman y henchir sus tesoros.

Después de la exhortación dirigida a todos los mortales con el fin de llevarlos al amor y práctica de sus enseñanzas, va a cantar sus excelencias. Al hacerlo, y para poner más de manifiesto el valor de sus dones, nos hablará de sus atributos, que constituyen, en cierto sentido, su naturaleza, y de los saludables efectos que produce en los reyes y en cuantos la aman y la buscan.
Enumera unas cuantas cualidades que son en otras muchas páginas del libro sinónimos de sabiduría, y que presenta ella misma aquí, personificada, como las cualidades de que ella está adornada o diversas facetas que su naturaleza comprende, y que fueron enumeradas ya en el mismo prólogo. El libro de Job las atribuye directamente a Dios 8, y el profeta Isaías las atribuye al Mesías 9, lo que indica se trata aquí de la sabiduría divina, y al atribuírselas el autor prepara los caminos a la revelación trinitaria. En medio de la enumeración hace mención de tres males que la sabiduría detesta: la soberbia y la arrogancia, el mal camino y la boca perversa, de que el sabio habla con mucha frecuencia en el libro y presentó poco antes como cosas odiosas a Yahvé 10. La mención del temor de Dios como fuente de aborrecimiento del mal, si bien se encuentra en el texto hebreo y versiones antiguas, es probablemente glosa de un escriba a 13bc, ya que rompe el ritmo.
A continuación describe los efectos de la sabiduría en quienes la alcanzan. Los reyes, quienes por su complicada misión la precisan de una manera peculiar, gobernarán y administrarán justicia con todo acierto, porque ella les inspira las leyes sabias y justas que requieren el bien de los subditos y la justicia social n. Pero antes de pasar adelante establece una condición necesaria para poder gozar de sus beneficios: el amor a la sabiduría y el esfuerzo por conseguirla (v.17), que viene a coincidir con la guarda de los mandamientos de Dios, a la que el autor del Deuteronomio promete los bienes materiales 12. Jesucristo declaró que a todo aquel que le amase – ama a Dios quien guarda sus mandamientos – vendría El y el Padre y establecerían en él su morada, y que el que no lo ama no guarda sus mandamientos 13.
Pues bien, a quienes la aman y ponen en práctica sus enseñanzas, la sabiduría otorga el bienestar que proviene de una buena reputación ante los hombres y de las riquezas sólidas, cimentadas en la verdad, en la honradez y en la justicia, no en el engaño y en la injusticia, con el consiguiente peligro de perderlas cuando menos se espera. Y sobre estos bienes materiales, la justicia y la equidad, también afirmadas en el prólogo 14; es decir, la rectitud moral, que es la verdadera fuente de felicidad, según el pensamiento de los sabios. Así, los bienes prometidos aquí por la sabiduría son, en primer lugar, de orden material; pero también de orden moral y espiritual, figura de los bienes sobrenaturales que traería la Sabiduría encarnada. El pensamiento de que muchas veces la sabiduría no confería aquellos bienes materiales a quienes de verdad la amaron y siguieron sus consejos, debió de hacer sospechar al sabio en estos últimos, y ciertamente preparó la revelación de los mismos, respecto de los cuales, con relación a las promesas meramente materiales de los primeros libros sagrados, nos hallamos ya a medio camino por lo menos.

Origen de la sabiduría y su obra en la creación (8:22-36). 15
22 Yahvé me engendró, primicias de sus actos, con anterioridad a sus obras, desde siempre. 23Desde la eternidad fui constituida; desde los orígenes, antes que la tierra fuese. 24 Antes que los abismos fui engendrada yo; antes que fuesen las fuentes de abundantes aguas. 25Antes que los montes fuesen cimentados, antes que los collados fui yo concebida; 26 antes que hiciese la tierra, ni los campos, ni el polvo primero de la tierra. 27 Cuando fundó los cielos, allí estaba yo; cuando puso una bóveda sobre la faz del abismo, 28 cuando daba consistencia al cielo en lo alto, cuando daba fuerza a las fuentes del abismo; 29 cuando fijó sus términos al mar para que las aguas no traspasasen sus linderos; cuando echó los cimientos de la tierra, 30 estaba yo con El como arquitecto, siendo siempre su delicia, solazándome ante El en todo tiempo, 31recreándome en el orbe de la tierra, siendo mis delicias los hijos de los hombres, 32Oídme, pues, hijos míos; bienaventurado el que sigue mis caminos. 33 Atended al consejo y sed sabios y no lo menospreciéis. 34 Bienaventurado quien me escucha, y vela a mi puerta cada día, y es asiduo en el umbral de mis entradas. 35 Porque el que me halla a mí halla la vida y alcanzará el favor de Yahvé. 36 Y al contrario, el que me pierde, a sí mismo se daña, y el que me odia, ama la muerte.

El sabio va a revelar el último secreto de la grandeza de la sabiduría, explicándonos su origen y la parte que tuvo en la creación de las cosas: fue engendrada por Dios en la eternidad, antes de la creación de las cosas, y tomó parte en la creación de las mismas como arquitecto que dirigió al Creador en su obra.
Comienza afirmando que Yahvé la engendró, como primicias de sus actos, antes que todas las obras. El verbo hebreo qánáh, empleado por el autor, aparece muchas veces en nuestro libro 16; significa “adquirir” y, consiguientemente, “poseer,” como traduce la Vulgata y las versiones de Aquila, Símaco y Teodoción 17. La significación de poseer está aquí determinada por el “desde siempre,” desde la eternidad, y en los v.24-25 por la afirmación de su generación por parte de Dios. De modo que el sentido completo es que Yahvé posee la sabiduría, porque le ha dado el ser por generación. La traducción “me engendró” es en nuestro caso preferible, por el contexto siguiente. El término hebreo ré’síth, que la Vulgata Glementina traduce “al principio,” es un sustantivo apuesto la pronombre personal (la sabiduría), que todas las versiones griegas y los mejores códices de la Vulgata traducen “como principio,” en el sentido de arquitecto de sus obras. Pero esta idea no aparece hasta la perícopa siguiente (27-31); el sustantivo hebreo, en griego αρχή, significa también muchas veces primicias 18; a Jesucristo se aplica en este sentido en Col 1:15 y en Rev 3:14. Tomado en esta acepción, el sentido sería que la sabiduría constituye las primicias, la obra primera y singular de la actividad divina. El derek puede significar los escondidos designios de Dios, que el hombre difícilmente puede penetrar 19, o las obras todopoderosas de Dios 20. El vocablo qedhem, que suele traducirse “antes de,” “con anterioridad a” (sus obras), en hebreo es un sustantivo apuesto a sabiduría, como primicias, que puede, por consiguiente, traducirse mejor por “lo que va delante,” “preámbulo” (Robert, Renard). El sabio presentaría la generación de la sabiduría allá en la eternidad algo así como un muy lejano y misteriosísimo preludio de la creación de las cosas. El desde siempre (mead, desde entonces, mucho antes de la creación) puede interpretarse “desde la eternidad,” como indica el paralelismo con el verso siguiente.
No ha habido tiempo alguno en el que la sabiduría haya adquirido su excelencia y dignidad, sus atributos, los dones que ella comunica a quienes la alcanzan. Lo tiene todo desde los orígenes, desde mucho antes de que existiesen las criaturas; es eterna como el mismo Dios, porque ha sido constituida desde la eternidad (v.23). Los LXX emplean el verbo θεμελιόω, que significa fundar, poner los cimientos, establecer 21, que habría que interpretar en el sentido de que la sabiduría está en Dios, es la sabiduría misma de Dios, que existe desde que El es. A otros parece más de acuerdo con el contexto la idea del verbo násak, que significa derramar un metal fundido para hacer una estatua 22, derramar un líquido en honor de Yahvé, hacer una libación 23. Como en la consagración de los reyes se derramaba óleo sobre su cabeza 24, vino a significar dar la investidura, constituir en un cargo25. Significaría que la sabiduría en su generación, que tuvo lugar en la eternidad, recibió su investidura, su dignidad y cuantos dones posee.
Los versos siguientes son un desarrollo en forma negativa de la idea del verso precedente. Afirman la preexistencia de la sabiduría a las primeras obras de la creación: el abismo, las fuentes de las aguas, los montes y los collados, el mismo primer polvo de la tierra. Antes de que todas estas cosas vinieran a la existencia por la acción de Dios creador, fue concebida la sabiduría (v.24). El verbo hebreo hil significa volverse, retorcerse por la vehemencia del dolor como la parturienta 26, concebir, dar a luz 27. “El antropomorfismo – observa Girotti – es atrevido, pero el autor lo ha querido usar para caracterizar la generación de la sabiduría. En seguida dirá que los montes son “plantados,” que la tierra es “hecha”; estos verbos caracterizan la actividad divina, en cuanto que produce seres inanimados. Pero de la Sabiduría se dice que fue concebida (partorita). Ella es, pues, un ser viviente, salido de Dios antes que el mundo y de otra manera” 28. El “cardines” orbis terrae, que hemos traducido por el primer polvo de la tierra, responde al hebreo ro’sh, que significa cabeza y entraña la idea de principio, por lo que puede traducirse “las partes más importantes de la tierra,” “los primeros elementos, los primeros átomos del polvo de la tierra.”
Afirmado el origen divino de la sabiduría y su preexistencia respecto de las criaturas, en un desarrollo idéntico al anterior y de una manera positiva, va a declarar el papel de la sabiduría en la creación. El autor concibe a Dios como un artífice que va sacando de aquella masa caótica las diversas obras que constituyen el universo. Antes de realizar su obra, el artista ha de idearla y concebirla en su mente con su inteligencia y plasmarla luego en la realidad con su sabiduría. También Dios ideó el universo y fue realizando sus obras conforme al plan preconcebido. A cada una de ellas añade el autor del Génesis que “vio que era buena” 29; y al conjunto: “vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho” 30. Pues bien, la Sabiduría estaba entonces en Dios y fue como el arquitecto que le presentaba los planos a realizar y que la omnipotencia divina iba plasmando en la realidad. Fue, pues, ella quien inspiró esa maravillosa armonía de la creación, en cuyas obras fueron quedando impresas sus huellas, a través de las cuales nos es posible a nosotros remontarnos hasta ella 31. Dios encontraba sus delicias en la Sabiduría y se alegraba de sus iniciativas y realizaciones. De la Sabiduría encarnada diría en los tiempos mesiánicos que tenía puesta en ella todas sus complacencias 32. A su vez, la Sabiduría se sentía feliz en el oficio que Dios le había señalado y se alegraba al contemplar realizadas las obras que ella había diseñado. Pero encontró sus delicias (v.31) en el hombre, obra la más perfecta de la creación, hecha a imagen y semejanza del mismo Dios, capaz de entender los misterios de la sabiduría y de amarla y alabarla en nombre de la creación entera.
Con las fórmulas acostumbradas, concluye invitando a todos a seguir sus enseñanzas y a llevarlas en cada momento a la práctica.
La sabiduría que aconsejó, por así decirlo, a Dios en la obra de la creación física, ha de ser también la que dirija al hombre en su actividad moral, el cual debe acoger dócilmente “las sugestiones de aquella que ha aconsejado a Dios, y que ha demostrado en el orden físico lo que es capaz de hacer en el orden moral” (Girotti) 33. A quienes las sigan promete la vida larga y feliz y el favor de Yahvé, que se gozaba con su Sabiduría en la creación de las cosas y se sentirá ahora complacido en aquellos cuya actividad esté dirigida por ella. El que desprecia sus enseñanzas se verá privado de él y dirige sus pasos por el camino de la perdición, que lo lleva a la muerte 34.
Así, pues, la Sabiduría, en la mente del autor de los Proverbios, tiene su origen en Dios, de quien procede no por creación – el sabio ha tenido buen cuidado de evitar los términos “hacer,” “crear,” que pudieran expresarla -, sino por generación mucho antes de que fueran creadas las demás cosas. Aparece como el primer fruto de la actividad, que es colocado en un rango muy superior y totalmente aparte del de los seres de la creación. No es algo abstracto o un mero ideal que debía servir como modelo en la creación de las cosas, sino un ser concreto que actúa como arquitecto en la misma, que se recrea en sus producciones. Se presenta, por una parte, como algo intrínseco a Dios, su sabiduría esencial; pero, por otra, como algo distinto que ha sido engendrado por El como primicias de sus actos, sin que pueda considerársela como un ser separado de El, pues inspira sus obras, con las que no puede confundirse en consecuencia. ¿Se trata de la mera personificación del atributo divino o de la segunda Persona de la Santísima Trinidad? Cierto que de una personificación tan viva a la afirmación de la segunda Persona no hay más que un paso. Los autores sapienciales no lo dieron 35, pero fueron más allá de la mera personificación, empleando un lenguaje que convenía al misterio trinitario, colocándose en un plano intermedio entre la mera personificación y la afirmación del Hijo, que estaba reservada a los autores neotestamentarios, con lo que prepararon los caminos a la revelación de la doctrina sobre la distinción de personas.
La Iglesia, en su liturgia, aplica esta perícopa a la Santísima Virgen. Es claro que no se refiere a ella en su sentido literal, en el que sólo se trata de la sabiduría divina. Ni tampoco en un sentido plenior, fundado sobre el literal, y que, desconocido por el autor humano, hubiese sido intentado por Dios, ya que no consta de tal cosa en la revelación posterior. Se trata sencillamente de una acomodación de la perícopa a la Santísima Virgen con fundamento en la realidad. La Sabiduría constituye las primicias de la actividad divina, preámbulo de sus obras; María es la obra más eximia del mundo creado que salió de las manos de Dios. La Sabiduría dirigió a Dios como arquitecto en la obra de la creación; María fue la obra cumbre concebida por la Sabiduría. Cuando Dios en su eternidad engendró a la Sabiduría-Persona, pensó en aquella en cuyas entrañas un día, en el tiempo, tomaría la naturaleza humana 36.

{Rev_1 1:11-14

Fuente: Biblia Comentada

sabiduría. Vea las notas sobre Pro 1:20-21. La franqueza y exposición pública de la sabiduría contrasta con el sigilo y las intrigas de los malvados adúlteros del cap. Pro 7:1-27.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta larga sección presenta la alabanza paterna de la sabiduría en forma de discursos didácticos. Estos capítulos preparan al lector para los proverbios propiamente dichos que comienzan en Pro 10:1 ss.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Pro 8:1-36 : En manifiesto contraste con la invitación privada, clandestina, sinuosa y mortal de la prostituta adúltera, se presenta ahora el pregón público, universal, claro, directo y vivificante de la sabiduría, que revela así identidad, rasgos y atributos personales.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— pregonando: La introducción del poema (Pro 8:1-3) presenta la inminente actuación de la sabiduría (pregonar, alzar la voz, gritar), así como el escenario múltiple, público y concurrido de su pregón.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Pro 1:20-23; Sir 24:1-22.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La sabiduría ofrece la verdad y la vida

Una vez más la señora Sabiduría misma se presenta en público (103). Llama la atención sobre sí mis ma, como la mujer extraviada, pero hace una oferta muy diferente. Sus palabras se asemejan más a la alentadora invitación de Isa. 55 que a la normal reprimenda directa de un profeta de antes del exilio (cf. 1:20-33); el sermón toma aun otra forma en un esfuerzo para hacer comprender la enseñanza.

La señora Sabiduría misma habla en los vv. 4-36, instando a la atención sobre tres bases. La primera es la verdad y justicia de lo que ella dice (4-11). Aquí se elabora más sistemáticamente la relación entre la sabiduría y la moral declarada en 1:1-7: nótese la acumulación de términos para el bien y el mal junto con las palabras para la sensatez y la locura. Es eso lo que hace tan valiosa la enseñanza (10, 11). A la vez todo lo que ella dice contrasta con las falsas promesas de los hombres mentirosos y las mujeres infieles.

La segunda base para la atención es el valor práctico de lo que dice (12-21). Es ella quien hace posible el ejercicio del poder y la producción de riqueza. Aquí también se hace notar el otro vínculo en 1:1-7 entre la sabiduría y la religión (13), aunque el foco continúa sobre la conexión entre la sabiduría y el bien y el mal. Se asume que el poder se ejercita de una manera correcta (ver vv. 13, 15) y que la riqueza es el don de uno cuya preocupación es la rectitud y la justicia (18-21). La señora Sabiduría es el principal consejero del rey. Aquí más que en cualquier otro lugar vemos lo que se suponía ser la sabiduría, y a veces lo era, para un rey como Salomón.

La tercera base lleva el argumento a un plano distinto: la señora Sabiduría estaba ligada a Dios en la creación misma del mundo (22-31). ¿Qué argumento más impresionante pudiera imaginarse para prestarle atención? La puerta de la señora Sabiduría es una ante la cual aguardar (32-36). Sin embargo, no es un asunto excesivamente solemne (30, 31).

De modo que Dios tuvo sabiduría desde el principio, antes de crear el mundo (22-26). Dios usó sabiduría -mente, inteligencia, sentido común- al emprender la creación (27-31). Cuanto más sabemos de la creación, más impresionante hallaremos la sabiduría.

La figura de la sabiduría como una persona puede haber sido usada lit. en religiones que presentaban muchos dioses, cuyos términos Prov. utiliza luego en un sentido no mitológico. Su lenguaje también animaría a los israelitas a no adorar a otra diosa junto a Jehovah (cf. Jer. 44:17): la verdadera (pero metafórica) diosa a reverenciar es la sabiduría. En épocas cristianas, tomando la personificación lit. y pensando en la sabiduría como una persona real separada de Dios, la gente logró una manera de comprender la relación de Cristo con Dios. Eso subraya Juan 1:1-4 y Col. 1:15-17.

Las palabras me hallo (12) generalmente significa “adquiere” en Prov. (p. ej. 1:5; 4:5, 7), y las palabras de la señora Sabiduría toman ese uso aquí. Tomando la personificación de la sabiduría lit. (ver arriba) llevó a la gente a preferir la traducción me creó en el v. 22 (“me produjo”, según algunas versiones) que es más apropiado para Cristo, por cuanto fue producido como una persona más bien que adquirido como un objeto. Una palabra que significa “nací” viene actualmente en el v. 24 (“fui engendrada”, BA, NC, DHH). Esto contrastaba con la traducción gr. del AT, que la había tomado con el significado de “creado”. En las controversias sobre la persona de Cristo esto favoreció a los arrianos que podían usarla como evidencia para su punto de vista de que Cristo era un ser creado.

En el v. 30 la palabra traducida artífice aparece sólo aquí en el AT. “Niñito” o “querido” (según algunas versiones en inglés) concordaría mejor con el contexto de los vv. 30, 31, donde el énfasis resi de en el juego alegre de la creación antes que en la dura labor involucrada en ella. Si es correcto, los vv. 22-36 pueden tomar a la señora Sabiduría desde el nacimiento a través del juego de la infancia hacia la edad adulta.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

8.1ss El llamado de la sabiduría se contrasta con el de la adúltera del capítulo 7. La sabiduría se ilustra como una mujer que nos guía (8.1-13) y nos hace tener éxito (8.14-21). La sabiduría estaba presente en la creación y trabaja con el Creador (8.22-31). Dios aprueba a quienes escuchan el consejo de la sabiduría (8.32-35). Los que la pasan por alto aman la muerte (8.36). La sabiduría debe afectar cada aspecto de nuestra vida, de principio a fin. Asegúrese de abrir todos los rincones de su vida a la dirección de Dios.8.13 Mientras más se respete y teme a Dios, más se odiará el mal. El amor a Dios y el amor al pecado no pueden coexistir. Albergar pecados secretos significa que tolera el mal en usted. Rompa definitivamente con el pecado y comprométase por entero con Dios.8.22-31 Dios dice que la sabiduría es primaria y fundamental. Es la base sobre la que se edifica la vida. Tal vez Pablo y Juan hicieron alusión a algunas de las declaraciones de Salomón con respecto a la sabiduría para describir la presencia de Cristo en la creación del mundo (Col 1:15-17; Col 2:2-3; Rev 3:14).

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 374 Pro 1:20

b 375 Pro 2:3; Pro 2:11

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

En el Cáp. Pro 8:1-36 la sabiduría es ensalzada. Igual que en Pro 1:20-33, la sabiduría es impersonada y apela a todos los que reciben su instrucción.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

sabiduría… Aquí se presenta no como algo sino como alguien. No como concepto, sino como persona. El trazo bíblico exhibe con claridad, que esa persona (el árbol de la vida) no es otra que el Señor JesucristoPro 3:18; Apo 2:7.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Lit., da

Fuente: La Biblia de las Américas