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Comentario de Romanos 11:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Romanos 11:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Por tanto pregunto: ¿Acaso rechazó Dios a su pueblo? ¡De ninguna manera! Porque yo mismo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín.

RESUMEN: Con el versículo 32, Pablo termina el desarrollo del tema de esta epístola que comenzó en 1:16, que es: el evangelio es el poder de Dios para salvar.

Los primeros 10 versículos responden a la inferencia falsa de que según la predicación de Pablo, Dios ha rechazado terminantemente al pueblo judío, hasta el último judío. Aunque afirmaba Pablo que Dios había rechazado a Israel, este rechazamiento no fue total, como tampoco fue el caso como Elías lo suponía. Como en el caso de Elías Dios tenía un remanente de miles, así ahora hay uno.

En los versículos 11-24 Pablo declara los principios que regulan la elección por gracia. Como nación, Dios los había desechado, pero no como individuos. Los judíos incrédulos se encontraban desechados a causa de su incredulidad, como los gentiles estaban en pie a causa de su fe. Dios excluye al que no cree en Cristo Jesús, y reconcilia al que sí cree en él. Así es que el judío y el gentil se encuentran en la misma situación. Rechazados o excluidos los judíos (incrédulos) porque no creían, si vuelven a Dios en fe en Cristo Jesús, serán admitidos de nuevo a la gracia de Dios. Admitidos o aceptados los gentiles (obedientes al evangelio) por su fe en Cristo, si dejan de creer y vuelven atrás, serán desechados. Dios trata a todos de igual manera; no hace acepción de personas.

En los versículos del 25 al 32, Pablo termina su argumentación, por la dirección del Espíritu Santo, sobre el caso de los judíos y gentiles en vista del plan de Dios de salvación. Todos van a ser salvos de igual manera: por la fe en Cristo. Todos son pecadores y la misericordia de Dios se extiende a todos por el evangelio.

En los versículos finales, los 33 al 36, Pablo alaba a Dios por la redención humana que ha diseñado. El hombre no tenía nada que ver con el grandioso plan de salvación. Al hombre le toca aceptar la oferta de Dios por la obediencia al evangelio, en lugar de quejarse o proponer algún otro medio de salvación.

11:1 — Basándose alguno en lo dicho en 10:21, podría equivocadamente concluir lo que va sugerido en la pregunta de este versículo. Pablo contesta en la negativa, usándose a sí mismo como ejemplo. El era judío (Hch 22:3; Flp 3:5), pero no desechado (porque creía en Cristo). El rechazamiento de Dios a la nación judaica (Mat 21:41-43) no tenía nada que ver con el rechazamiento o salvación de judíos como individuos. Dios desechó solamente a los incrédulos de entre los judíos, y éstos en general componían la nación. No había desechado a los creyentes de entre ellos, y éstos eran individuos (cristianos).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

¿Ha desechado Dios a su pueblo? 1Sa 12:22; 2Re 23:27; Sal 77:7; Sal 89:31-37; Sal 94:14; Jer 31:36, Jer 31:37; Jer 33:24-26; Ose 9:17; Amó 9:8, Amó 9:9.

De ninguna manera. Rom 3:4.

porque también yo soy israelita. Rom 9:3; Hch 22:3; Hch 26:4; 2Co 11:22; Flp 3:5.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Dios no ha desechado a todo Israel, Rom 11:1-6.

Algunos fueron elegidos, aunque el resto se endurecieron, Rom 11:7-15.

Hay esperanza en su conversión, Rom 11:16, Rom 11:17.

Los gentiles no deben jactarse contra ellos, Rom 11:18-25;

porque hay una promesa de su salvación, Rom 11:26-32.

Dios, Rom 11:33-36.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Aunque Israel oyó y rechazó el evangelio (Rom 10:16-21), Dios no los rechazó completamente. Aun ahora algunos israelitas aceptan la gracia de Dios (vv. Rom 11:1-10). Es más, el rechazo de la nación como un todo no es final (vv. Rom 11:11-24), porque Dios quiere que se salven tanto gentiles como judíos por la gracia (vv. Rom 11:25-32). Alabado sea su nombre (vv. Rom 11:33-36).

 EN CONTEXTO

Unidad en el Cuerpo de Cristo

En el tiempo que Pablo escribió su carta a los cristianos en Roma, los gentiles probablemente estaban convirtiéndose en la mayoría de los creyentes a lo largo de la iglesia. Cada vez los judíos tenían menos influencias teológicas, culturales y políticas. Gradualmente (y trágicamente) las actitudes de orgullo y prejuicio con que los judíos menospreciaban a los gentiles estaba nuevamente obsesionándolos, así como también los creyentes gentiles comenzaron a apartarse de sus hermanos judíos.

En Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36, Pablo suplica a sus lectores gentiles que recuerden que Dios no ha olvidado a Israel. Dios hizo promesas a la nación que no puede desechar (Rom 11:29). Además, los gentiles no tenían derecho de ser arrogantes porque ellos no fueron originalmente incluidos entre el pueblo de Dios, sino que fueron admitidos como ramas injertadas a un árbol (Rom 11:17, Rom 11:18).

Pablo vio la posibilidad de una iglesia dividida, con creyentes judíos y gentiles que iban en caminos separados. Si eso pasara, los gentiles ignorarían a la comunidad judía por completo en vez de mostrar compasión y comunicar el evangelio, de modo que los judíos pudieran ser salvos. Por esto aquí, como en otras partes, Pablo desafía a los creyentes a perseguir la unidad en el Cuerpo de Cristo y la caridad entre los hombres del mundo.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Una de las pruebas de que Dios no ha desechado al pueblo judío es Pablo. Él era un israelita, descendiente de Abraham, un miembro de la tribu de Benjamín. Era un judío, y fue elegido por Dios para ser un creyente y un apóstol.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

¿HA DESECHADO DIOS A SU PUEBLO? Ahora Pablo explica que Dios rechazo a Israel solo en un sentido parcial y temporal; Israel finalmente aceptara la salvación de Dios en Cristo. Para un análisis de la manera en que este capítulo encaja en el argumento de Pablo en los caps. Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36, véase el ARTÍCULO ISRAEL EN EL PLAN DE SALVACION DE DIOS, P. 1592. [Rom 9:6].

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

La futura conversión del pueblo judío, 11:1-32.
1 Según esto, pregunto yo: ¿Pero es que Dios ha rechazado a su pueblo? ¡Eso, no! Que yo soy israelita, del linaje de Abraham, de la tribu de Benjamín. 2 No ha rechazado Dios a su pueblo, a quien de antemano conoció. ¿O es que no sabéis lo que en Elias dice la Escritura, cómo ante Dios acusa a Israel? 3 “Señor, han dado muerte a tus profetas, han arrasado tus altares, he quedado yo solo, y aún atentan contra mi vida.” 4 ¿Pero qué le contesta el oráculo divino? “Me he reservado siete mil varones que no han doblado la rodilla ante Baal.” 5 Pues así también, en el presente tiempo, ha quedado un resto, en virtud de una elección graciosa. 6 Pero si por gracia, ya no es por las obras, que entonces la gracia ya no sería gracia. 7 ¿Qué, pues? Que Israel no logró lo que buscaba, pero los elegidos lo lograron. Cuanto a los demás, se han encallecido, 8 según está escrito: “Dioles Dios un espíritu de aturdimiento, ojos para no ver y oídos para no oír, hasta el día de hoy.” 9 Y David dice: “Vuélvase su mesa un lazo y una trampa, y un tropiezo, en su justa paga; 10 oscurézcanse sus ojos para que no vean, y doblega siempre su cerviz.” 11 Pero pregunto: ¿Han tropezado de suerte que del todo cayesen? ¡Eso, no! Pues gracias a su transgresión obtuvieron la salud los gentiles para excitarlos a emulación. 12 Y si su caída es la riqueza del mundo, y su menoscabo la riqueza de los gentiles, ¡cuánto más lo será su plenitud! 13 Y a vosotros, los gentiles, os digo que mientras sea apóstol de los gentiles haré honor a mi ministerio, 14 por ver si despierto la emulación de los de mi linaje y salvo a algunos de ellos. 15 Porque si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino resurrección de entre los muertos? 16 Que si las primicias son santas, también la masa; y si la raíz es santa, también las ramas. 17 Y si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo acebuche, fuiste injertado entre ellas y hecho partícipe de la raíz, es decir, de la pinguosidad del olivo, no te engrías contra las ramas. 18 Y si te engríes, ten en cuenta que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. 19 Pero dirás: Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado. 20 Bien, por su incredulidad fueron desgajadas, y tú por la fe estás en pie. No te engrías, antes teMc. 21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará. 22 Considera, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad para con los caídos, para contigo la bondad, si permaneces en la bondad, que de otro modo también tú serás desgajado” 23 Mas ellos, de no perseverar en la incredulidad, serán injertados, que poderoso es Dios para injertarlos de nuevo. 24 Porque si tú fuiste cortado de un olivo silvestre y contra naturaleza injertado en un olivo legítimo, ¡cuánto más éstos, los naturales, podrán ser injertados en el propio olivo! 25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no presumáis de vosotros mismos: Que el endurecimiento vino a una parte de Israel hasta que entrase la plenitud de las naciones; 26 y así todo Israel será salvo, según está escrito: “Vendrá de Sión el Libertador, para alejar de Jacob las impiedades. 27 Y ésta será mi alianza con ellos, cuando borre sus pecados.” 28 Por lo que toca al Evangelio, son enemigos por vuestro bien; mas según la elección, son amados a causa de los padres, 29 que los dones y la vocación de Dios son irrevocables. 30 Pues así como vosotros algún tiempo fuisteis desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por su desobediencia, 31 así también ellos, que ahora se niegan a obedecer, para dar lugar a la misericordia a vosotros concedida, alcanzarán a su vez misericordia. 32 Pues Dios nos encerró a todos en la desobediencia, para tener de todos misericordia.

La impresión que dejan los dos capítulos anteriores es la de que, aparte un pequeño resto, Dios ha rechazado al pueblo judío incrédulo y rebelde, buscándose otro, compuesto en su mayoría de gentiles. Había peligro de engreimiento por parte de éstos, con desprecio hacia los primeros (cf. v. 18-20). Por eso el Apóstol va a presentar una exposición completa del problema, poniendo las cosas en su punto y ofreciéndonos en visión de conjunto el maravilloso plan divino. Su razonamiento es el siguiente: Dios no ha rechazado a su pueblo, pues muchos judíos han abrazado la fe (v.1-6), y si otros se han endurecido en su incredulidad (v.7-10), ese endurecimiento no es definitivo, sino que entra en los planes de Dios en orden a facilitar la conversión de los gentiles (v. 11-24), de modo que, una vez que haya entrado en la Iglesia la plenitud de las naciones, también Israel se convertirá (v.25-32).
Es muy de notar que aquí “pueblo de Dios” (v.1-2) e “Israel” (v.7.20) están designando la totalidad del pueblo judío o descendencia carnal de Abraham, y no sólo la parte fiel o Israel de Dios, como en 9:6. Esto aparece claro de todo el contexto (cf. v.17.21.24.28)., Ni ha de extrañar la frase: “a quien de antemano conoció” (óv προέγ-vco), pues eso indica simplemente su elección por parte de Dios con preferencia a todos los otros pueblos, elección que, en cierto sentido, permanece también respecto de las ramas desgajadas, que siguen siendo objeto de su amor (cf. v.28-29). La primera afirmación de Pablo es que no todos los judíos han quedado fuera de la salud revelada en el Evangelio, pues él mismo, que tiene conciencia de su elección como cristiano y aun de su misión como apóstol (cf. 1:1-5; Gal 1:1.15), es judío (v.1). Y es que ahora, como en tiempos de Elias (cf. 1Re 19:10.18), Dios se ha reservado un “resto” para constituir el núcleo de la nueva Iglesia (v.2-5). Esta idea del “resto” judío, que irá quedando siempre a salvo a pesar de todos los castigos y destrucciones, es corriente en los profetas (cf. Isa 4:3; Jer 5:18; Eze 12:16; Miq 2:12; Zac 14:2), y a ella ha aludido ya anteriormente San Pablo (cf. 9:27-29). Es éste el gran privilegio de Israel, con preferencia a todas las otras naciones, para las que en tiempos de castigo nunca se habla de “resto.” Y aún añade otra idea el Apóstol: la de que ese “resto” ha sido seleccionado no por sus obras, sino en virtud de una elección graciosa de Dios (v.5-6). Es la aplicación de la doctrina que con tanta insistencia ha venido recalcando a lo largo de su carta (cf. 1:16; 3:24; 4:2-5; 5:15; 8:29).
Del “resto” escogido, núcleo de la nueva Iglesia (v.1-6), pasa el Apóstol a tratar de los judíos que han quedado fuera, que son la inmensa mayoría (v.7-10). Estos “no lograron lo que buscaban” (cf. 9:31-32; 10:2-3), mismo que se han encallecido” en su incredulidad (v.7). Como prueba de que su ceguera espiritual estaba predicha ya en la Escritura, cita fundidos en uno un texto de Isaías y otro del Deuteronomio (v.8; cf. Isa 29:10; Deu 29:3), a los que añade otro del salmista (v.9-10; cf. Sal 69:23-24). La idea de San Pablo es clara. Trata de señalar que, no obstante la claridad con que se presentó Jesucristo con su predicación y sus milagros, ellos ni vieron ni entendieron. Es lo mismo que dirá más tarde personalmente a los judíos de Roma (cf. Hec 28:26-27), y lo que también dice San Juan de los de Palestina con amargo son de queja (Jua 12:37-40). No parece que los textos bíblicos citados sean directamente mesiánicos; si San Pablo los aplica a los judíos de tiempos de Jesucristo es tomándolos en ese sentido más profundo o pleno que hemos visto también en otras citas (cf. 10:19-21). El que se atribuya a la acción divina el endurecimiento de los judíos (“dioles Dios..,” v.8), no significa que Dios intente directamente ese endurecimiento, conforme ya explicamos, al tratar de otra frase parecida respecto del Faraón (cf. 9:17-18). A lo sumo podrá decirse que Dios les hace caer en ese endurecimiento como consecuencia de la retirada de sus gracias en castigo de una primera falta (cf. 1:24).
A continuación, el Apóstol nos ofrece una de las páginas más maravillosas de sus escritos (v. 11-32). Es una página de altísima filosofía de la historia, mirando los hechos desde el elevado plano que su condición de apóstol iluminado por Dios le permitía hacerlo. Gira todo en torno a un hecho central: la caída de Israel, que, en su inmensa mayoría, ha quedado fuera de la Iglesia. Para San Pablo esa caída de Israel no es algo aislado, sin entronque en los planes salvadores de Dios, sino que, como ya hicimos notar más arriba, está enderezada a facilitar la conversión de los gentiles (v. 11.12.15. 19.28.30.31), de modo que, una vez convertidos éstos, sin razón ya de ser en los planes de Dios, también Israel se convertirá (v.12.15. 26.31). Y aún va más lejos: entra también en los planes de Dios el que esa conversión de los gentiles sirva asimismo de punto de partida para la conversión de los judíos, excitando en ellos la emulación (v.11.14); con ello, y así llegamos a la razón última de todo, aparecerá claro que lo mismo para gentiles que para judíos la “salud” es puro don de la misericordia divina (v.30-32).
son las ideas centrales de esta página de Pablo. Trataremos ahora de aclarar más algunos puntos. Y primeramente, en qué sentido la caída de Israel facilitará la conversión de los gentiles, San Pablo no lo dice. Sin embargo, es probable que esté apuntando al exacerbado nacionalismo judío, con sus privilegios de raza y su apego extremado a las prescripciones mosaicas, cosas todas que, de haberse convertido el pueblo judío en masa, hubiera sido muy difícil suprimir, y que hubieran constituido un grave obstáculo para que la nueva religión adquiriese ese carácter de universalidad a que estaba llamada (cf. Hec 15:1-2). Desaparecido ese obstáculo, la Iglesia tenía más libertad para lanzarse a la conquista del mundo gentil, cosa que hacía en un segundo tiempo, después de comenzar por los judíos, el pueblo de las promesas (cf. Hec 13:5.46). Tampoco explica el Apóstol cómo la emulación provocada en los judíos por la conversión de los gentiles haya de contribuir a su conversión. Desde luego, la primera reacción será la de envidia e indignación (cf. Hec 13:45); pero, como aquí permite deducir San Pablo, más pronto o más tarde esa reacción, de suyo vituperable, terminará por empujarlos hacia la conversión y revisar sus errores pasados, una vez convencidos de que Dios les ha retirado sus bendiciones de pueblo elegido, pasándolas a los gentiles.
En cuanto a que esa conversión haya de llegar, San Pablo es categórico. Claramente lo insinúa en los v.12 y 15, y lo afirma de modo explícito en los v.26 y 31. La afirmación más clara es la del v.26, precedida de la solemne fórmula: “No quiero, hermanos, que ignoréis este misterio. ” Por dónde lo sepa el Apóstol, no nos lo dice. Desde luego, al llamarle “misterio,” da claramente a entender que se trata de arcanas disposiciones divinas que no es posible conocer sin particular revelación (cf. 1Co 15:51; Efe 3:3); mas esa revelación no es necesario que haya sido hecha directamente a él, aunque tampoco se excluye. Parece claro que Jesucristo aludió ya a esta futura conversión de los judíos (cf. Mat 23:39). Por de pronto, el Apóstol se apoya en Isa 59:20 y 27:9, fundiendo ambos textos en uno (v.26-27). Los textos de Isaías, no obstante la relación que en la mente del profeta pueda haber a la cautividad babilónica, son ciertamente mesiánicos , anunciando la purificación de Israel como consecuencia de la venida del Mesías. San Pablo enseña que esa profecía, aunque cumplida ya parcialmente con la conversión de los gentiles y la salvación del “resto” judío elegido, implica la conversión de Israel en masa, de “todo Israel” (v.26). Este sentido “pleno” del texto profético, que aquí nos descubre el Apóstol, es en cierto modo consecuencia, y así nos lo hace saber, de la fidelidad de Dios a sus promesas para con los judíos, “amados a causa de los padres,” no obstante su incredulidad presente (v.28-29; cf. 9:4-5). Hay como una doble actitud de Dios para con ellos: de una parte, “enemigos” a causa de su postura respecto del Evangelio; pero, de otra parte, “amados” a causa de pertenecer al pueblo elegido.
Dos comparaciones sumamente expresivas, “primicias.. masa” (v.16) y “raíz.. ramas” (v. 16-24), han servido al Apóstol para hacer resaltar esta última idea y, al mismo tiempo, inculcar humildad a los gentiles convertidos, en peligro de atribuirse la exclusiva de nuevos elegidos, con desprecio hacia los judíos, ramas desgajadas del viejo tronco y aparentemente montón de leña seca. Para el Apóstol, usando de una imagen ya en los profetas (cf. Jer 11:16; Ose 14:7), Israel es como un olivo, cuyas raíces son los antiguos patriarcas y cuyas ramas son los judíos todos, que reciben su savia de aquella raíz “santa” (sobre la noción de “santo,” cf. 1:7), que son sus progenitores. Cierto que algunas ramas han sido desgajadas a causa de su incredulidad; pero incluso las ramas desgajadas conservan cierta vinculación al tronco, y bastará que remuevan el obstáculo por el que fueron desgajadas para que, sin violencia alguna, vuelvan a ocupar su puesto en el propio olivo. Muy otra es la condición de los gentiles. Son éstos como ramas de olivo silvestre o acebuche injertadas por pura misericordia divina en el tronco judaico; que no se engrían, pues, contra los judíos, pues si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ellos los perdonará, de no permanecer fieles, y si pudo injertar ramas silvestres en olivo legítimo, más fácilmente podrá devolver a su propio olivo ramas desgajadas 118. Evidentemente no quiere decir con esto San Pablo que la conversión de los judíos haya de ser cosa fácil, sino que deberá tenerse por algo más normal y más fácil de comprender que la de los paganos, dado su entronque con los patriarcas, raíz “santa” que comunica también cierta santidad o especie de consagración a las ramas. En el mismo sentido habrá de entenderse la otra comparación de “primicias-masa” (v.16), que San Pablo no desarrolla, pues no es probable que la primera aluda a diverso objeto que la segunda. La imagen está tomada de una costumbre muy conocida en Israel, es a saber, la de ofrecer a Dios las “primicias” de una cosa, con lo que el resto se consideraba ya en cierto modo santificado (cf. Num 15:17-21; Lev 19:23-25). Esas “primicias” serían los antiguos patriarcas (y no los israelitas ya convertidos, como interpretan algunos autores), que reciben las bendiciones de Dios, comunicando cierta santidad a la masa toda de sus descendientes (cf. v.28-29).
Y una última cuestión: ¿Afirma algo San Pablo sobre el tiempo en que tendrá lugar esa conversión de los judíos? La respuesta no es fácil. Hay dos frases que parecen aludir a este punto, pero demasiado vagas para que podamos sacar conclusiones concretas. Una frase está en el v.15: “si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su integración sino resurrección de entre los muertos?,” y la otra en el v.25: “el endurecimiento vino a una parte de Israel hasta que entrase la plenitud de las naciones, y entonces todo Israel será salvo.” En cuanto a la primera frase, hay bastantes autores que interpretan esa “resurrección de entre los muertos” (ζωή εκ νεκρών) como alusiva a la resurrección de nuestros cuerpos con que se coronará la obra redentora de Cristo (cf. 8:11.23) Y que tendrá lugar al final de los tiempos en la parusía (cf. 1Co 15:52; 1Te 4:16). En ese caso, ¿establece San Pablo relación entre la conversión del pueblo judío (“reintegración”) y el final del mundo, del que aquélla sería como preludio? Así lo creen algunos 119. Sin embargo, más bien parece que lo que San Pablo afirma directamente es que, después de la conversión de los judíos, que vendrá detrás de la de los gentiles, ya se han cumplido los planes de Dios en orden a la salvación de los seres humanos, y nada falta hasta la consumación de la obra redentora de Cristo, aunque sin concretar si entre esa conversión de los judíos y la consumación final ha de pasar poco o mucho tiempo. Por lo demás, también sería posible interpretar en sentido metafórico la expresión “resurrección de entre los muertos,” aludiendo a un extraordinario resurgir en la vida de la Iglesia como consecuencia de la conversión del pueblo judío, tan extraordinario que podría ser comparado a una resurrección de entre los muertos (cf. 6:13; Eze 37:1-14; Luc 15:24).
Por lo que respecta a la segunda frase, tampoco podemos llegar a algo del todo concreto, pues la expresión “plenitud de las naciones” (πλήρωμα των έ3νών) es bastante vaga. Desde luego, esa “plenitud” o totalidad se ha de entender de las naciones en general, no de todos y cada uno de los individuos; pero aun eso supuesto, nunca será posible precisar con rigor matemático qué exija el término “plenitud,” pues parece claro que no se trata de “plenitud” o totalidad absoluta, sino sólo moral. Además, lo que directamente se afirma es que la conversión de Israel no tendrá lugar hasta haber entrado en la Iglesia la “plenitud” de las naciones gentiles; mas no se dice que después de eso, en seguida, haya de venir la conversión de Israel. Sobre esto no hay nada cierto 120.

Himno final de rendido homenaje a la grandeza de Dios,Luc 11:33-36.
33 ¡Oh profundidad de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuan insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! 34 Porque “¿quién conoció el pensamiento del Señor? ¿O quién fue su consejero? 35 ¿O quién primero le dio, para tener derecho a retribución?” 36 Porque de El y por El y para El son todas las cosas. A El la gloria por los siglos. Amén.

Termina San Pablo la parte especulativa o dogmática de su carta con este himno de rendido homenaje a la grandeza de Dios. Es el himno de la debilidad humana postrándose reverente ante Dios infinitamente poderoso y sabio, que nos ha dejado vislumbrar sus maravillosos designios, dirigidos por la misericordia, en orden a la salvación de los hombres. Directamente este desahogo lírico del Apóstol parece estar refiriéndose a los capítulos 9-11, a los que serviría como de conclusión; pero muy bien puede también considerarse como sello o epílogo de toda la parte doctrinal de la carta, cuyo tema quedó señalado claramente en 1:16.
Cuando el Apóstol habla de “profundidad de la riqueza de Dios” (ν·33) esa “riqueza,” aunque no se excluyen otros matices, está aludiendo sobre todo a la riqueza de su misericordia (cf. 10:12), con lo que aparece más claramente la ilación con los versículos precedentes, que vienen hablando precisamente de ese atributo divino (cf. v.30-32). En los v.34-35, el Apóstol se vale de textos de la Escritura (Isa 40:13; Job 41:3) para expresar sus propios sentimientos de sumisión y acatamiento a la soberanía divina, haciendo resaltar (v.36) que todo viene de Dios como creador (εξ αυτού), todo subsiste por El como conservador (δι αυτού), y todo tiende a El como a último fin (eis αυτόν). α El, pues, “la gloria por los siglos. Amén.”

Fuente: Biblia Comentada

desechado. Como alguien que es expulsado. La forma de la pregunta en el texto griego hace esperar una respuesta negativa. A pesar de la desobediencia de Israel (Rom 9:1-13; Rom 10:14-21), Dios no ha rechazado a su pueblo (cp. 1Sa 12:22; 1Re 6:13; Sal 89:31-37; Sal 94:14; Isa 49:15; Isa 54:1-10; Jer 33:19-26). En ninguna manera. La forma más enérgica de negación en el idioma griego (vea la nota sobre Rom 6:2).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

En esta sección Pablo responde la pregunta lógica que surge a partir de Rom 10:19-21: «¿acaso es permanente la separación divina de Israel por su rechazo a Cristo?» De esto depende que pueda confiarse en que Dios cumpla sus promesas incondicionales a esa nación (cp. Jer 33:19-26).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

RESUMEN: Con el versículo 32, Pablo termina el desarrollo del tema de esta epístola que comenzó en 1:16, que es: el evangelio es el poder de Dios para salvar.
Los primeros 10 versículos responden a la inferencia falsa de que según la predicación de Pablo, Dios ha rechazado terminantemente al pueblo judío, hasta el último judío. Aunque afirmaba Pablo que Dios había rechazado a Israel, este rechazamiento no fue total, como tampoco fue el caso como Elías lo suponía. Como en el caso de Elías Dios tenía un remanente de miles, así ahora hay uno.
En los versículos 11-24 Pablo declara los principios que regulan la elección por gracia. Como nación, Dios los había desechado, pero no como individuos. Los judíos incrédulos se encontraban desechados a causa de su incredulidad, como los gentiles estaban en pie a causa de su fe. Dios excluye al que no cree en Cristo Jesús, y reconcilia al que sí cree en él. Así es que el judío y el gentil se encuentran en la misma situación. Rechazados o excluidos los judíos (incrédulos) porque no creían, si vuelven a Dios en fe en Cristo Jesús, serán admitidos de nuevo a la gracia de Dios. Admitidos o aceptados los gentiles (obedientes al evangelio) por su fe en Cristo, si dejan de creer y vuelven atrás, serán desechados. Dios trata a todos de igual manera; no hace acepción de personas.
En los versículos del 25 al 32, Pablo termina su argumentación, por la dirección del Espíritu Santo, sobre el caso de los judíos y gentiles en vista del plan de Dios de salvación. Todos van a ser salvos de igual manera: por la fe en Cristo. Todos son pecadores y la misericordia de Dios se extiende a todos por el evangelio.
En los versículos finales, los 33 al 36, Pablo alaba a Dios por la redención humana que ha diseñado. El hombre no tenía nada que ver con el grandioso plan de salvación. Al hombre le toca aceptar la oferta de Dios por la obediencia al evangelio, en lugar de quejarse o proponer algún otro medio de salvación.

11:1– Basándose alguno en lo dicho en 10:21, podría equivocadamente concluir lo que va sugerido en la pregunta de este versículo. Pablo contesta en la negativa, usándose a sí mismo como ejemplo. El era judío (Hch 22:3; Flp 3:5), pero no desechado (porque creía en Cristo). El rechazamiento de Dios a la nación judaica (Mat 21:41-43) no tenía nada que ver con el rechazamiento o salvación de judíos como individuos. Dios desechó solamente a los incrédulos de entre los judíos, y éstos en general componían la nación. No había desechado a los creyentes de entre ellos, y éstos eran individuos (cristianos).

Fuente: Notas Reeves-Partain

CON CALLOS EN EL CORAZÓN

Romanos 11:1-12

Entonces se podría preguntar: » ¿Es que Dios ha repudiado a Su pueblo?» ¡De ninguna manera! Yo también soy israelita, descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín. Dios no ha repudiado al pueblo al que señaló para Su plan desde tiempo antiguo. ¿No sabéis lo que dice la Escritura en el pasaje acerca de Elías? Acordaos de lo que le dijo a Dios quejándose de Israel: «Señor, han matado a Tus profetas; han derribado Tus altares, y ahora van a por mí, que soy el único que quedo.» ¿Ycuál fue la respuesta que se le dio? «Me he reservado a siete mil hombres que no han doblado la rodilla a Baal.» Así que, también en el tiempo presente, hay un remanente escogido por la Gracia de Dios. Y al decir que fueron escogidos por Gracia, está claro que su relación con Dios no dependía de las obras de ellos; porque si así hubiera sido, eso ya no sería Gracia. Entonces, ¿qué pasa? Israel no ha conseguido lo que buscaba; pero el remanente escogido, sí, mientras que el resto han llegado a un estado tan torpe e insensible de corazón que no pueden ver. Como está escrito: «Dios les ha dado un espíritu de letargo -ojos que no ven, oídos que no oyen- hasta el día de hoy. » Y David dice: «Que la mesa se les convierta en una red, o en una trampa, o un tropezadero; algo, en fin, que sirva para ajustarles las cuentas, de tal manera que se les encorve la espalda para siempre.» Así es que yo digo: «¿Es que han tropezado para caer definitivamente?» ¡De ninguna manera! Lejos de eso, gracias a su caída se les ha ofrecido la Salvación a los gentiles como un regalo de Dios, para hacer que los judíos les tengan celos. Si su caída ha traído sanidad al mundo, y su fracaso ha producido la riqueza de los gentiles, ¡cuánta mayor bendición vendrá al mundo cuando ellos entren, y se complete todo el proceso de Salvación!

Lo anterior suscitaba una pregunta que un judío tendría que hacer: «¿Quiere decir esto que Dios ha repudiado a su pueblo?» Y esa era una pregunta que el corazón de Pablo no podía soportar; después de todo, él también pertenecía a ese pueblo. Así es que recuerda una idea que recorre buena parte del Antiguo Testamento. El profeta Elías se encontraba en cierta ocasión totalmente desesperado (1R 19:10-18 ). Había llegado a la conclusión de que era el único israelita que permanecía fiel a Dios. Pero Dios le dijo que todavía quedaban siete mil que no habían doblado la rodilla a Baal. Así se presentó en el pensamiento judío la idea del Remanente.

Los profetas empezaron a darse cuenta de que nunca había habido un tiempo, ni lo habría, en el que toda la nación fuera fiel a Dios; sin embargo, siempre había habido un remanente que no había olvidado su lealtad ni falseado su fe. Un profeta tras otro empezaron a verlo claro. Amós (9:8-10) creía que Dios estaba cribando al pueblo como trigo para que quedara sólo lo bueno. Miqueas (2:12; 5:3) tuvo una visión de Dios reuniendo el remanente de Israel. Zephaniah (3:12s) tuvo la misma idea. Jeremías previó que el remanente sería reunido de todos los países por los que se había desperdigado (Jer 23:3 ). Ezequiel, el individualista, estaba convencido de que el hombre no podía salvarse por una justicia nacional heredada; los justos salvarían sus almas por su propia justicia (Ez 14:14; Ez 14:20; Ez 14:22 ). Esta idea dominó de una manera especial el pensamiento de Isaías, que llamó a su hijo Shear-Yashub, que quiere decir un resto volverá, es decir, La Salvación del Remanente. Una y otra vez vuelve a la idea del resto fiel al que Dios salvará (Isa 7:3 ; Isa 8:2; Isa 8:18 ; Isa 9:12 ; Isa 6:9-13 ).

Aquí está amaneciendo una tremenda verdad. Como lo expresó un gran pensador, «Ninguna iglesia o nación se salvará en masse. » La idea de un Pueblo Escogido hace agua por esta misma razón. La relación con Dios es algo personal e individual. Cada uno tiene que darle a Dios su corazón y rendirle su vida. Dios no llama a la masa; tiene «Su entrada secreta a cada corazón», como dijo alguien. Una persona no se salva por pertenecer a una nación o familia, o por medio de una justicia y salvación que ha heredado de sus antepasados; se salva porque ha decidido personalmente entrar en relación con Dios. No se trata ya de toda una nación que es Pueblo de Dios en bloque, sino de ese remanente que está formado por hombres y mujeres individuales que Le han dado a Dios el corazón.

El argumento de Pablo es que la nación judía no ha sido rechazada, sino que los verdaderamente judíos no son la nación en su totalidad sino el remanente fiel.
Para confirmar su idea reúne el pensamiento de varios pasajes del Antiguo Testamento (Dt 29:4 ; Isa 6:9 s; 29:10). Cita el Sal 69:22 s: «Que su mesa se les vuelva una red.» La idea es que hay gente sentada cómodamente en un banquete; y su misma actitud de seguridad se convierte en su ruina. Están tan confiados en su falsa tranquilidad que el enemigo se les puede echar encima y pillarlos desprevenidos. Así estaban los judíos: tan confiados, tan satisfechos, tan convencidos de que eran el Pueblo Escogido, que esa misma convicción se había convertido en su ruina. Llegaría el día cuando ya no podrían ver en absoluto, y andarían palpando con la espalda encorvada como ciegos o como personas sumidas en la más densa oscuridad. El versículo 7 dice correctamente en la versión Reina-Valera: «… los demás fueron endurecidos.» El verbo griego es pórun. El nombre pórósis nos acercará al sentido: es un término médico que quiere decir callo. Se usaba en cirugía para designar la formación ósea alrededor de una fractura que ayuda a la cicatrización. Cuando se forma un callo en alguna parte del cuerpo, ésta pierde sensibilidad. La mente de la masa del pueblo se ha vuelto insensible: ya no puede oír ni sentir la llamada de Dios.

Esto le puede suceder a cualquier persona: si persiste en no hacer caso a la llamada de Dios, acabará por hacerse insensible. Si sigue pecando, al final llegará a dejar de percibir el horror del pecado y el atractivo de la bondad. Si uno vive mucho tiempo en condiciones miserables, se llega a acostumbrar.
Lo mismo que en los pies o en las manos, nos pueden salir callos en el corazón. Eso es lo que le había pasado a la masa del pueblo de Israel. ¡Que Dios nos libre de tal condición!
Pero Pablo tiene más que decir. Esa situación es trágica, pero Dios ha sacado de ella un bien: la insensibilidad de Israel le ha abierto la puerta de la Salvación a los gentiles. Como Israel no quiso el mensaje del Evangelio, pasó a comunicársele a un pueblo que estaba dispuesto a recibirlo. El rechazamiento de Israel ha enriquecido al mundo.
Y de ahí pasa Pablo a presentar el sueño que está detrás de todo esto. Si el rechazo de Israel ha enriquecido al mundo al abrirle la puerta a los gentiles, ¡cuál no será la riqueza al final del día, cuando se cumpla plenamente el plan de Dios e Israel también entre en la bendición de Dios!
Así que, al final, después de la tragedia viene la esperanza. Israel se ha hecho insensible, «el pueblo escogido» tiene el corazón hecho un puro callo; los gentiles entraron por la puerta de la fe y la confianza en el amor de Dios; pero llegará el día en que el amor de Dios actuará como un disolvente hasta en el corazón encallecido, y se encontrarán incluidos los judíos y los gentiles. Pablo está convencido de que, a fin de cuentas, nada podrá resistir al amor de Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 11

III. FIDELIDAD DE DIOS A SUS PROMESAS EN FAVOR DE ISRAEL (11.1-36)

Al presente, Israel se ha desviado de su salvación. ¿Quiere esto decir que ha perdido definitivamente su elección? La respuesta sólo puede darse con palabras en que Dios muestra su elección. En cuanto que quien elige es el mismo Dios y la elección sólo procede de él, su «palabra no será vana» (9,6). Ahí radica la oportunidad permanente de Israel: Dios no ha retirado su elección ni sus promesas a Israel. Al presente ya ha iniciado el cumplimiento de su palabra, y hasta en el endurecimiento de Israel contra él deja abierta la posibilidad a la gracia. El destinatario primero de las promesas no ha sido olvidado en el acontecimiento presente de la salvación, sino que es aguantado pacientemente por la acción de la gracia divina como interlocutor obstinado de Dios. Por todo el contexto precedente la culpa de Israel aparece en toda su gravedad; pese a lo cual, Dios, como Dios de las promesas, alcanzará su objetivo en Israel y con Israel.

1. EL «RESTO» DE ISRAEL (Rm/11/01-10)

1 Sigo, pues, preguntando: ¿Es que Dios ha rechazado a su pueblo? ¡Ni pensarlo! Que también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. 2a Dios no rechazó a su pueblo, al que de antemano reconoció por suyo.

Habida cuenta del presente cristiano, el problema de Israel se plantea ahora en estos términos: ¿Es que Dios ha desechado a su pueblo? Afirmarlo equivaldría a sacar una consecuencia falsa de las reflexiones expuestas en los capítulos 9 y 10. Pablo no ve en Israel al pueblo desechado como contrapuesto radicalmente al nuevo pueblo de Dios que ha sido aceptado en razón de la fe. Por lo que hace al presente, hay que reconocer de modo manifiesto que Dios se ha reservado un «resto» de Israel, el cual ha entrado en el nuevo pueblo de Dios. A este respecto el Apóstol puede empezar aduciendo su caso personal. Pablo pertenece al pueblo de Israel, es heredero legítimo de Abraham y concretamente de la tribu de Benjamín. Esta primera alusión, a la que seguirán otras, debe contribuir a reforzar lo que Pablo tiene ahora que decir sobre el destino de Israel. Dios no ha desechado a su pueblo que antes eligió. La elección y promesas hechas a Israel, que encuentran su confirmación en la misma fe de los individuos que creen en Cristo, a la que pueden seguir otros y finalmente Israel como pueblo. Pero de momento Dios ha empezado por actuar en Israel provocando una crisis por medio del Evangelio. Al igual que en 9,s13 había que distinguir entre el Israel histórico y material y el Israel de Dios, entre los «hijos de la carne» y los «hijos de la promesa», así ahora hay que reconocer la elección como referida a un «resto».

2b ¿O es que no sabéis qué dice la Escritura en la historia de Elías? Así interpela éste a Dios contra Israel: 3 Señor, «mataron a tus profetas, demolieron tus altares; he quedado yo solo, y aun pretenden quitarme la vida» (1Re 19:10.14). 4 Pero ¿qué le contesta el oráculo divino? «Me he reservado siete mil hombres: los que no doblaron su rodilla ante Baal» (1Re 19:18).

Lo que ocurre al presente en Israel tiene un precedente profético en Elías y en los siete mil hombres que Dios se ha «reservado». Elías fue perseguido un tiempo por Jezabel, la esposa del rey Acab que se había entregado a la idolatría. En tal situación el profeta se queja a Dios contra Israel. Israel es un pueblo apóstata, sólo el profeta se ha mantenido fiel, y aun ahora le persiguen a muerte. Pero Dios va más allá de la desesperación de su profeta. Con los siete mil hombres, que Dios se ha «reservado», Dios continúa su causa en Israel. Ese mismo hecho se repite al presente, o mejor dicho, lo que ahora ha acontecido con los israelitas que se han convertido a la fe cristiana, adquiere una importancia especial por el hecho de que Dios se los ha reservado para poder ser reconocido, incluso ahora, al igual que en la historia de Israel, como el Dios de la elección.

5 Igualmente, pues, también en el tiempo presente ha quedado un resto, en conformidad con la elección por gracia. 6 Pero, si es por gracia, ya no es por las obras; de lo contrario, la gracia ya no sería gracia.

Lo que ha ocurrido ahora, «en el tiempo presente» (cf. 3,26), se define por la acción electiva de la gracia en Jesucristo. El «tiempo presente» es, por lo mismo, un tiempo de salvación en un sentido único e incomparable. Pues, no se trata simplemente de una época cualquiera, sino el tiempo en el que Dios nos sale al encuentro en Jesucristo y su Evangelio creando la salvación. Esta condición escatológica define también al «resto» que Dios se ha «reservado» (v. 3; cf. 9,27).

Pablo no habla de un cierto «resto» indeterminado. El judaísmo coetáneo estaba perfectamente familiarizado con la idea de un «resto» entresacado de Israel 40. Con tal resto aparece al presente el pequeño puñado de los israelitas que creen en Cristo. Pero el acento no recae tanto en la salvación del resto, por contraposición consagrado a la ruina, sino sobre el hecho de su «elección» por parte de Dios, y desde luego «por gracia». Así ha entendido Pablo su ser cristiano: ha sido elegido por gracia, lo cual quiere decir que no lo ha sido por las obras. Por lo mismo, no presenta su ser cristiano con una arrogancia farisaica frente a Israel, sino que acentúa el carácter inmerecido de esa elección gratuita para ser cristiano.

Pero el resto que al presente ha sido elegido por Dios no es todavía la meta de la acción salvífica de Dios. Respecto de Israel como pueblo este resto aparece más bien como una muestra preliminar de la actuación del Dios que elige. Su objetivo sigue siendo siempre la totalidad del pueblo de Israel, como se demostrará de forma más clara en los versículos siguientes.

……………

40. La idea del «resto», bien conocida del Antiguo Testamento, se difundió sobre todo entre los grupos y movimientos apocalípticos del judaísmo, alcanzando en ellos una importancia notable. Véase el Henoc etiópico 83,8; 90,30; 4Esd 9:7; Esd 12:34; Esd 13:48. La comunidad de Qumrán se vio a si misma como el «resto» escogido por Dios de entre el Israel que se había desviado de la alianza: «Pero porque se acordó de la alianza con los patriarcas, se ha reservado un resto en Israel y no han sido entregados a la destrucción» (CD 1,4s). Resulta notable que, por lo contrario, en la teología rabínica la idea del resto pasa a un segundo plano tras la espera de la salvación de todo Israel.

……………

7 Entonces, ¿qué? Que Israel no ha logrado lo que anda buscando, mientras los elegidos lo han logrado. Los demás quedaron endurecidos, 8 conforme a lo que está escrito: «Dios les infundió un sopor en el espíritu, ojos para no ver y oídos para no oír, hasta el día de hoy» (Isa 29:10). 9 David dice también: «Conviértase su mesa en trampa y lazo, en piedra de tropiezo y en justo castigo; 10 que sus ojos se obscurezcan para no ver, y encórvales la espalda para siempre» (Sal 69:23 s).

Del «resto» elegido se desprende, sin embargo, una luz para la totalidad del pueblo de Israel. Como la gracia de Dios ha aparecido «en el tiempo presente» y la mayor parte de Israel no ha tomado conocimiento de ella, sino que sigue empecinado en su principio de las obras, sobre Israel pende necesariamente el juicio. Y es que el juicio viene a ser el reverso de la gracia. Así como la gracia está subordinada a la elección y a la fe, así el juicio lo está al endurecimiento y a las obras. No cabe la menor duda: el resto elegido se convierte en signo del juicio contra Israel. La gracia rechazada es al presente la razón de ser del juicio. Mas no se trata de un juicio aniquilador, desprovisto de misericordia y de gracia; bajo el juicio presente se mantiene más bien la elección, y la gracia vuelve a alumbrar como una posibilidad para el futuro de Israel. Las citas del Antiguo Testamento en los v. 8-10 subrayan, sin embargo, de forma explícita y en primer término el juicio que ha llegado en la hora presente como endurecimiento, sordera y obscuridad sobre Israel.

2. EL NUMERO COMPLETO DE ISRAEL (Sal 11:11-32)

a) Provocación a celos (Rm/11/11-16)

11 Y ahora pregunto: ¿Tropezaron para quedar siempre caídos? ¡Ni pensarlo! Al contrario, por un mal paso ha venido la salvación a los gentiles, a fin de provocar celos en aquéllos. 12 Ahora bien, si ese mal paso de aquéllos es riqueza para el mundo, y su reducción a un resto es riqueza para los gentiles, ¡cuánto más lo será la inclusión total de aquéllos!

Si al presente los miembros del pueblo de Israel «tropezaron», concretamente en la «piedra de tropiezo» ( Sal 9:32S), no quiere decir que por ello hayan caído definitivamente. De su caída en el tiempo presente no se puede dudar, ni tampoco cabe pasarla por alto; pero aun en esta hora tiene ya algo de muy positivo: con esa caída se pone de manifiesto que la salvación ha venido a los gentiles. Con ello enjuicia Pablo al pueblo de Israel en su conjunto, afrontando en concreto el problema de la importancia que tiene el endurecimiento de Israel con respecto al mundo de los gentiles. En el v. 11 no tanto hay que ver expresado el fundamento de la salvación de los gentiles cuanto un indicio esclarecedor de la misma. Pablo evidentemente no quiere decir que los gentiles se salven por la caída de los judíos, sino que existe una conexión entre el endurecimiento de Israel y la acogida de los gentiles. Esta última tiene lugar por la gracia, no por las obras (v. 6), mientras que Israel todavía se obstina en las obras. Pero al mismo tiempo existe una relación de intercambio entre Israel y el mundo gentil. No sólo en cuanto que la salvación destinada a Israel llega hasta los paganos, sino también porque este resultado de su obstinación pone celoso a Israel. Sin duda alguna que el Apóstol ha podido pensar aquí en sus experiencias y resultados misionales así como en la reacción de los judíos al respecto. Ahora bien, considerada históricamente, la misión paulina entre los gentiles más bien ha contribuido al endurecimiento de los judíos que a excitar sus sentimientos de emulación por la salvación de los gentiles. Mas para Pablo ambas cosas están conectadas, y espera confiadamente que al presente la obstinación de Israel vaya transformándose cada vez más en un celo santo y emulador.

En el v. 12 se expresa de forma inequívoca el objetivo al que Pablo apunta: la totalidad de Israel y su acogida definitiva por parte de Dios. Ello quiere decir que la elección del pueblo de Israel en su conjunto es lo que interesa al Apóstol, aun cuando haya hablado antes del endurecimiento de ese mismo pueblo. La relación, que según el v. 11 media entre Israel y la salvación del mundo entero, se mantendrá por lo mismo con la salvación definitiva de Israel, y desde luego en forma mucho más generosa incluso para los propios gentiles.

13 Estoy hablando a vosotros, los gentiles: En el grado en que soy precisamente apóstol de los gentiles, hago honor a este servicio, 14 por ver si con ello logro provocar celos en los de mi raza y así salvar siquiera a algunos de ellos. 15 Porque, si su exclusión es reconciliación del mundo, ¿qué no será su reintegración, sino un retornar de entre los muertos a la vida?

Pablo se dirige aquí abiertamente a los gentiles, y más en concreto a los cristianos procedentes de la gentilidad. Para ellos la conexión intrínseca de su salvación con la elección de Israel representa una obligación constante hacia ese pueblo. De ahí también que Pablo tampoco entienda su ministerio de «apóstol de los gentiles» -que, por otra parte, intenta desarrollar con la plena entrega a la salvación del mundo pagano- como un volver la espalda a Israel, sino más bien como una incitación indirecta a su pueblo para que se sume al ejemplo de los gentiles y busque y obtenga la salvación únicamente por la fe en Cristo. La primera parte del v. 15 repite la idea de los v. 11s. En la segunda parte la idea se desvía hacia una nueva afirmación. Sin duda alguna que al rechazo provisional de Israel responde su acogida definitiva por parte de Dios. Pero ésta no es algo natural, sino tan extraordinario como «un retornar de entre los muertos a la vida». Esa es la vida que se vive al presente como una libertad otorgada por Dios frente a las obras mortíferas de la ley. Si Israel se aparta del anticuado principio de las obras, Dios lo tornará a la vida. El hecho mismo de apartarse de las obras hace que la gracia de Dios se ponga en acción para crear la vida.

Lo que el pueblo de Israel será alguna vez, lo será única y exclusivamente por la gracia de Dios que suscita a una nueva vida.

16 Si las primicias son santas, también lo es la masa, y si santa es la raíz, también lo son las ramas.

Mediante una doble comparación llega Pablo a introducir una vez más, y en conexión con lo precedente, la idea de la elección. La elección histórica de Israel por Dios no ha desaparecido sin dejar hueLla, sino que mantiene su eficacia hasta en la hora presente. La primera imagen está tomada del campo litúrgico. Mediante la ofrenda de «las primicias» de la cosecha del año queda santificada toda la «masa» 41. Idéntica es la relación que media, por lo que hace al Israel de la hora presente, que ya ha sido cualificado en sus «primicias», las cuales aquí no pueden ser otras que los patriarcas.

En la segunda comparación, la imagen se desvía un poco de la precedente, porque Pablo no dice que si la raíz es santa, lo será también todo el árbol, sino que «también lo son las ramas». Evidentemente que, al establecer la comparación, el Apóstol está pensando ya en su argumentación ulterior. Por cuanto la santificación, según las ideas veterotestamentarias, supone siempre una segregación para Dios, la acción divina que segrega y elige se pone también de relieve por lo que a la santidad de las ramas se refiere, como demostrará Pablo en los versículos siguientes.

Esta segunda comparación sirve al propio tiempo en el contexto como transición para el discurso alegórico del olivo (v. 17-24), aunque la imagen del v. 16b no haga pensar todavía en un olivo.

b) El olivo silvestre (Rm/11/17-24)

17 Si algunas ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, fuiste injertado en las restantes, para compartir con ellas la raíz y la savia del olivo, 18 no te engrías contra aquellas ramas, y si te engríes, piensa que no eres tú quien sostiene la raíz, sino la raíz a ti. 19 Claro que tú dirás: Es que algunas ramas fueron desgajadas precisamente para que yo fuera injertado. 20 Muy bien: por su incredulidad fueron desgajadas, mientras que tú estás firme por la fe. Pero no presumas tanto, sino más bien teme. 21 Pues, si Dios no perdonó las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará. 22 Considera, pues, la bondad y la severidad de Dios: para con los que cayeron, severidad; para contigo, en cambio, bondad divina, si es que permaneces acogido a esta bondad. De otro modo, también tú serás cortado.

El lenguaje metafórico del olivo silvestre y del buen olivo hay que entenderlo en conexión real con todo el problema de Israel. Pablo plantea a sus lectores esta cuestión en cuanto que, pese a la obstinación presente de Israel, ya no puede caber la menor duda de que esa obstinación es transitoria y de que aun en el mismo endurecimiento hay esperanza en razón precisamente de la fidelidad de Dios a sus promesas. Si al presente algunas de las «ramas» (cf. v. 16) han sido desgajadas del olivo bueno, cuya existencia se debe a la elección de Dios, esto no solamente ha ocurrido para que dejen lugar a las ramas del olivo silvestre, sino también porque en ellas tiene que manifestarse el juicio de Dios y porque Dios tiene poder para terminar injertándolas de nuevo (v. 23s). Pablo tiene ante los ojos este objetivo, aun cuando de primeras empiece su discurso amonestando a los cristianos procedentes de la gentilidad para que no se engrían contra Israel (v. 18). El tema del que Pablo quiere hablar determina hasta tal punto la imagen, que no es posible volverse contra ésta, aunque en la práctica la que se injerta en el olivo silvestre es la rama buena, y no al revés, como aparece aquí 42. Lo que importa demostrar es que Dios hace su elección en favor de Israel y que también los gentiles tienen parte en esa elección israelita.

Con relación a Israel, y por causa de su propio origen, el cristiano gentil es un «olivo silvestre»; Israel, al contrario, es el olivo bueno que Dios ha plantado43. De su savia y raíz participa el cristiano procedente de la gentilidad. Estas relaciones entre Israel y los cristianos gentiles no son reversibles, aun cuando las ramas hayan sido desgajadas del olivo de Israel y Dios acabe por reinjertarlas (v. 23s).

Tras los versículos 19-22 se transparenta la tentación cristiana de enorgullecerse contra el Israel incrédulo y de olvidar que el cristiano está firme por la fe, o, lo que es lo mismo, por la gracia del Dios que elige. El que Pablo llegue incluso a amenazar al orgullo de los cristianos con la severidad de Dios, hace pensar que ya en su tiempo hizo sus primeras apariciones algo que tenía que ver con el funesto fenómeno que más tarde iba a manifestarse más claramente como un antisemitismo cristiano. Tal vez Pablo había de encontrarse con ciertas tensiones entre los judeo-cristianos y los cristianos gentiles de Roma.

……………

41. Cf. Núm. 15.17-21. Ciertamente que de este pasaje no se deduce sin más la conclusión que saca Pablo en Rom 11:16 (también lo es la masa).

42. H. LlETZMANN observa al respecto con una cierta ironía: «Pablo era justamente un hombre de ciudad, mientras que Jesús era un hombre del campo.» De hecho las parábolas tomadas de la naturaleza las desarrolla mejor Jesús que el apóstol Pablo. 43. Así ya en el AT; por ejemplo, Jer 11:16.

……………

23 Pero también aquéllos, si no persisten en su incredulidad, serán injertados; pues poderoso es Dios para injertarlos de nuevo. 24 Efectivamente, si tú fuiste cortado del que era por naturaleza olivo silvestre, y contra tu natural condición fuiste injertado en un olivo bueno, ¡con cuánta mayor razón ellos, que son ramas legítimas, podrán ser injertados en el propio olivo!

Si al final, incluso aquellos de Israel, que dejan de lado su incredulidad, vuelven a ser reinjertados, ello no será por causa de su elección primitiva, sino únicamente por obra de Dios que puede hacerlo en exclusiva. En esta reinserción, que no sólo tiene carácter de restauración sino de creación nueva, acabará por demostrarse que el Dios de la elección sigue siendo siempre el Dios fiel a sus promesas a través de todos los aprietos y dificultades de la historia de Israel, el Dios cuya palabra nunca queda sin efecto (9,6). El v. 24 («¡con cuánta mayor razón!») permite conocer hasta qué punto esta idea responde a los afanes del Apóstol. No obstante lo cual, también Pablo sabe que a esa meta sólo conduce un camino, el camino de la gracia y misericordia de Dios que suscitan la vida incluso para el Israel endurecido.

c) El misterio de la salvación de Israel (Rm/11/25-32)

25 No quiero, hermanos, para que no presumáis de vosotros mismos, que ignoréis este misterio: que el encallecimiento ha sobrevenido a Israel parcialmente, hasta que la totalidad de los gentiles haya entrado. 26 Y entonces todo Israel será salvo, según lo que está escrito: «Vendrá de Sión el libertador, apartará de Jacob la impiedad» (Is 59. 20). 27 «Y ésta será, por mi parte, la alianza con ellos, cuando yo haya quitado sus pecados» (Isa 27:9 con Jer 31:33 s).

Pablo tiene un «misterio» que comunicar a los «hermanos» de Roma. Este anuncio se destaca claramente en el contexto precedente, incluso por lo que hace al estilo, ya que Pablo se había servido de la forma de diálogo con preguntas. argumento y contraargumento.

Por mucho que Pablo se esfuerce por afrontar el problema de Israel tal como se le plantea al presente, y por poner de acuerdo la elección histórica con el endurecimiento presente, Israel sigue siendo en definitiva un problema que sólo Dios puede resolver. Tal es el contenido del misterio que Pablo tiene que comunicar. Ya en la Biblia de los judíos que hablaban griego -la versión de los Setenta- emplea la palabra griega mysterion para indicar el anuncio velado de los acontecimientos futuros que dependen de Dios. Su desvelamiento se debe a Dios y al depositario a quien él ha confiado ese misterio, que en nuestro caso concreto es el Apóstol. Frente a este misterio y su manifestación toda prudencia y astucia humana tiene que aparecer como una arbitrariedad. Por ello empieza el Apóstol por reducir al silencio todas las especulaciones humanas relativas al destino de Israel. Como tal representación insensata hay que enfocar también ese afán celoso de querer pedir cuentas a los «asesinos de Dios», como a menudo se designa a los judíos, de cuya historia frecuentemente se hacen también culpables los cristianos. El misterio, que Pablo tiene para comunicar, es la interpretación inteligente e inspirada por Dios del endurecimiento actual de Israel. Teniendo ante los ojos las exposiciones precedentes, esa interpretación no puede referirse a todo Israel, toda vez que al presente hay un resto que reconoce la fe salvadora en Cristo. Se trata incluso de una obstinación limitada en el tiempo: «hasta que la totalidad de los gentiles haya entrado». Difícilmente ha podido Pablo pensar aquí en una cristianización total del mundo. La cuestión es saber si se trata de establecer un término y o si más bien no se trata de establecer las relaciones consiguientes entre gentiles y judíos.

La conversión de los gentiles, que entonces estaba en pleno desarrollo, precederá a la conversión de Israel (cf. v. 12 y 23). Ni sobre el momento ni tampoco sobre el «cómo» de la salvación de Israel se dice nada. El misterio que Pablo comunica podría así aparecer como pobre si se enfoca sólo desde el punto de vista de su contenido. Pues con lo que Pablo nos dice en el capítulo 11 no sabemos mucho al respecto. Pero es aquí donde se manifiesta el verdadero carácter del misterio como promesa de Dios. Lo esencial de su revelación no hay que verlo en la presentación y anticipación lo más detalladas que sea posible del curso futuro de la historia humana, sino en que Dios se encuentra detrás de esa historia que aún permanece en la penumbra del futuro. Mas es precisamente a través de esa revelación que la obscuridad del futuro se ilumina hasta convertir para nosotros el futuro de Dios en un futuro cierto por la fe. Que Dios se encuentra tras el futuro presentado como misterio, es lo que Pablo termina poniendo en claro con las palabras de Isaías, el profeta escatológico. En ellas mantiene Dios su promesa a Israel.

28 Mirando al Evangelio, es verdad que son enemigos de Dios en beneficio vuestro; pero mirando a la elección, son amados por Dios, en atención a los patriarcas; 29 pues los dones de Dios y su llamada son irrevocables. 30 Así como vosotros fuisteis desobedientes a Dios en otro tiempo, pero ahora, con ocasión de la desobediencia de ellos, obtuvisteis misericordia, 31 así también ellos ahora fueron desobedientes, para que, con ocasión de la misericordia a vosotros concedida, también ellos obtengan a su vez misericordia. 32 Pues Dios incluyó a todos por igual en desobediencia, a fin de tener misericordia de todos.

Pablo compendia. El problema de Israel se le plantea desde un doble punto de vista: desde el punto de vista del Evangelio y desde la elección histórica. A la luz del Evangelio los miembros del pueblo de Israel aparecen como «enemigos» de Dios, por cuanto se niegan a aceptar la revelación de Cristo. Mas, a la luz de su propia historia, aparecen como amados de Dios, y así continúan siéndolo incluso ahora que se resisten contra Dios. El fundamento último de este estado de cosas es Dios mismo, que no deja sin efecto los dones de su gracia y su vocación.

Los v. 30 y 31 aluden una vez más al intercambio efectivo que, según los v. 11 ss, se da entre Israel y el mundo gentil. Esta relación no es ciertamente computable hasta el punto de que en la conducta de uno pueda leerse o regularse el estado de salvación o de ruina de otro. Existe más bien una conexión por parte de Dios, que ha elegido y llamado en la historia de Israel y que al presente intenta la salvación del mundo. De parte de los hombres, por el contrario, sólo cabe establecer que todos están necesitados, tanto judíos como gentiles, y que Dios los ha encerrado a todos en la desobediencia «a fin de tener misericordia de todos». Y es que la misericordia es la auténtica forma de la revelación de Dios a los hombres, aun cuando haya que establecer, como el reverso de la medalla, su «severidad» en el juicio (v. 22).

3. LOA EN HONOR DE LOS CAMINOS DE DIOS (Rm/11/33-36)

33 ¡Oh profundidad de la riqueza y de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus decisiones, y qué inexplorables sus caminos! 34 Pues «¿quién conoció el pensamiento de Dios? ¿O quién llegó a ser su consejero?» (Isa 40:13). 35 «¿O quién le dio algo de antemano, de suerte que a éste haya que darle recompensa por ello?» (Job 41:2). 36 Porque de él y por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por siempre. Amén.

Pablo concluye con un himno de alabanza a los designios de Dios. Nadie se adelanta a sus planes y operaciones, nadie puede por lo mismo entrever sus designios. Pero esos designios de Dios se han manifestado ahora, de tal modo que el hombre que se somete a su dirección entiende cada vez mejor que «todas las cosas», la historia entera de la humanidad, es «de él, por él y para él». En la medida en que el mundo reconoce la soberanía de Dios, alcanza su salvación definitiva.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

2Co 11:22; Flp 3:5-7.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El presente de Israel: “un remanente por gracia”

Como Pablo ha explicado en 9:30-10:21, el estado actual de Israel parece ser uno de total resistencia a la revelación de la justicia de Dios en el evangelio. Como lo declara el versículo final, Israel es “desobediente y rebelde”. Pero éste no es el caso, como nos recuerda ahora Pablo. Ya en 9:24, 27-29 había hecho hincapié en la existencia de un remanente de judíos que siguen siendo parte del pueblo de Dios. Ahora vuelve a este tema, dejando en claro que, aunque una gran parte de Israel ha sido “endurecida” (7-10; cf. 9:30-10:21), aún existe un remanente según la elección de gracia (5), judíos que han creído en Cristo.

Pablo demuestra nuevamente su preocupación porque esta enseñanza pudiera ser malentendida, planteando la pregunta: ¿Acaso rechazó Dios a su pueblo? (1). Bien podría inferirse que Dios ha rechazado a Israel como “su pueblo”, del argumento de Pablo de que pertenecer al pueblo de Dios depende enteramente del “llamado” soberano de Dios y no de ser descendientes físicos de Abraham (9:6-29), y de su acusación de que Israel no se ha sujetado a la justicia de Dios (9:30-10:21; cf. 10:3). Pero, como aclara ahora Pablo, esta no es la conclusión a que él quiere que arribemos. Dios no rechazó a su pueblo, al cual conoció de antemano (2a; cf. Sal. 94:14). Pablo no sólo afirma la elección para salvación del remanente (cf. 9:6-9; 11:3-6; también Calvino), sino que también afirma una continua “elección” de Israel en su conjunto (ver 11:28, 29). Esta afirmación, por lo tanto, se destaca como título de todo el capítulo, mientras Pablo describe cómo la elección que Dios hizo de Israel funciona en el presente por medio de la salvación del remanente (3-10), y en el futuro por medio de la salvación de “todo Israel” (11-27).

Pablo sugiere que la situación en su época podría ser comparada con la de la época de Elías. Porque el desánimo del profeta ante la deserción generalizada del pueblo de la adoración verdadera al Señor tuvo como respuesta que el Señor le asegurara que aún existía un sólido grupo de 7.000 “verdaderos creyentes” (ver 1 Rey. 19:10-18). De igual manera, a pesar de la incredulidad prevaleciente entre los judíos de la época de Pablo, seguía habiendo un remanente según la elección de la gracia. Un importante número de judíos (incluido el mismo Pablo, cf. v. 1b) había sido obediente al evangelio de Jesucristo y fueron salvos. Pero el remanente existe solamente como producto de la gracia de Dios, y por lo tanto no se puede entrar a formar parte de él por obras (6). Es esta preocupación por las obras la que ha probado ser el motivo de la caída de tantos “hermanos” judíos de Pablo, y que ha causado que no obtuvieran la justicia que tan diligentemente buscaban (7; cf. 9:31, 32; 10:2, 3). Pero dado que es la intervención de Dios la que trae salvación a los elegidos (cf. gracia en el v. 6), es por obra de Dios que los demás no la alcanzaron; ellos fueron endurecidos. Se deja en claro que Dios es la causa de ese endurecimiento, con la cita de una mezcla de Deut. 29:4 e Isa. 29:10 en el v. 8, y por el texto paralelo en 9:18 (aunque aquí se usa otra palabra gr. [skleruno], el concepto es el mismo). Aunque Israel sigue siendo plenamente responsable de su falta de respuesta al evangelio, Pablo deja en claro que, en cierta forma misteriosa, Dios está detrás de este fracaso en responder.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

11.1ss En este capítulo Pablo destaca que no todos los judíos rechazaron el mensaje de salvación de Dios. Hay todavía un remanente fiel (11.5). Pablo mismo era judío, los discípulos y los primeros misioneros también lo eran.11.2 Elías fue un gran profeta reformador que instó al norteño reino de Israel a arrepentirse. Si desea más información acerca de Elías, véase su perfil en 1 Reyes 18.11.2 Dios escogió a los judíos («su pueblo, al cual desde antes conoció») para que a través de ellos el resto del mundo hallara salvación. Sin embargo, esto no significaba que toda la nación judía sería salva, sino que quienes fueran fieles a Dios (el remanente) se considerarían verdaderos judíos (11.5). Somos salvos a través de la fe en Cristo, no por ser parte de una nación, religión o familia. ¿De qué depende su salvación?11.6 ¿Piensa que se le hace más fácil a Dios amar a una persona cuando es buena? ¿Piensa allá en lo íntimo que Dios lo escogió porque usted se lo merecía? ¿Cree que la conducta de algunos es tan mala que Dios no puede salvarlos? Si piensa de esta manera no ha entendido bien que la salvación es gratuita. No puede ganarse, ni toda ni en parte; solo puede aceptarse con agradecimiento y alabanza.11.7 «Los demás fueron endurecidos» porque así los castigó Dios por sus pecados. Fue una confirmación de que eran tercos. Al juzgarlos, Dios les quitó la facultad de ver, oír y arrepentirse; así experimentarían las consecuencias de su rebelión.11.8-10 Estos versículos describen el castigo de los corazones endurecidos que el profeta Isaías predijo (Isa 6:9-13). Si la gente no quiere oír las buenas nuevas de Dios, al final no podrán entenderla. Pablo vio que esto sucedió en las sinagogas que visitó en sus viajes misioneros. (El versículo 8 se basa en Deu 29:4 e Isa 29:10. Los versículos 9 y 10 son del Psa 69:22-23).11.11ss Pablo soñaba con una iglesia en la que judíos y gentiles se unieran en amor a Dios y en obediencia a Cristo. A la vez que respetaban la Ley de Dios, mirarían solo a Cristo para alcanzar salvación. La raza y el nivel social de la persona sería irrelevante (véase Gal 3:28), porque lo importante sería la fe que depositaran en Cristo.El sueño de Pablo aún no se ha materializado. En su tiempo muchos judíos rechazaron las buenas nuevas. Tenían la mira en su herencia étnica para obtener la salvación y no eran obedientes de corazón como los profetas del Antiguo Testamento y Pablo. Una vez que los gentiles predominaron en la mayoría de las iglesias cristianas, comenzaron a rechazar y a perseguir a los judíos. Es lamentable, pero esta práctica ha continuado a través de los siglos.Los verdaderos cristianos no deben perseguir a nadie. Los cristianos y los judíos han hecho tanto daño a la causa de Dios a la que dicen servir que parece imposible que el sueño de Pablo se cumpla. Dios escogió a los judíos de la misma manera que a los cristianos, y sigue ocupado en la tarea de unir gentiles y judíos para formar un nuevo Israel, una nueva Jerusalén, gobernada por su Hijo (véase Eph 2:11-22).11.13-15 Pablo fue nombrado misionero a los gentiles. El recuerda esto a los hermanos judíos con la esperanza de que también quieran ser salvos. Los judíos habían sido rechazados, y se estaba brindando a los gentiles la salvación. Pero cuando un judío acepta a Cristo, hay gran regocijo, como si un muerto volviera a la vida.11.17-24 Al hablar a los cristianos gentiles, Pablo los insta a no sentirse superiores porque Dios hubiera rechazado a algunos judíos. La fe de Abraham se asemeja a la raíz de un árbol productivo y el pueblo judío viene a ser las ramas naturales del árbol. A causa de su infidelidad, los judíos fueron las ramas desgajadas. Los creyentes gentiles se injertaron en el árbol como olivo silvestre y ahora gentiles y judíos comparten la savia basados en la fe en Dios. Ninguno de los dos puede confiar en su herencia cultural en cuanto a la salvación.11.22 «Si permaneces en esa bondad» se refiere a la firme perseverancia en la fe. La firmeza es una prueba de la realidad de la fe y una consecuencia de la salvación, no un medio que conduce a él.11.26 Algunos usan esta frase: «Y luego todo Israel será salvo», para dar a entender que la mayoría de los judíos en la generación final, antes de la venida de Cristo, lo buscarán para obtener salvación. Otros dicen que Pablo usa la palabra Israel para referirse a la nación «espiritual» de Israel conformada por todos, judíos y gentiles, los que han recibido la salvación mediante la fe en Cristo. Ese todo Israel (o todos los creyentes) recibirá el regalo de salvación que Dios prometió. Otros dicen que todo Israel significa que Israel en pleno desempeñará un papel en el reino de Cristo. Su identidad como pueblo no se descartará. Dios eligió la nación de Israel y nunca cambió de opinión. También escogió a la iglesia, mediante Jesucristo, y tampoco la rechazará. Esto no significa que todos los judíos ni todos los miembros de la iglesia se salvarán. Es posible pertenecer a una nación o a una organización sin haber respondido en fe. Sin embargo, porque algunos le rechacen, Dios no va a detener su obra con Israel y la iglesia. El sigue ofreciendo la salvación gratuitamente a todos. Aun otros dicen que la frase «y luego» quiere decir «en esta forma», refiriéndose a la necesidad de la fe en Cristo.11.28-32 En este pasaje Pablo muestra cómo judíos y gentiles se benefician entre sí. Siempre que Dios muestra misericordia a uno de los grupos, el otro comparte la bendición. En el plan original de Dios, los judíos serían fuente de bendición a los gentiles (véase Gen 12:3). Cuando los judíos descuidaron esta misión, de todas formas Dios bendijo a los gentiles mediante el Mesías judío. El sigue amando a los judíos a causa de su promesa a Abraham, Isaac y Jacob («por causa de los padres»). Pero algún día los judíos fieles manifestarán la misericordia de Dios. Los planes de Dios no se frustrarán, El tendrá «misericordia de todos». Para un hermoso cuadro de cómo judíos y gentiles reciben juntos bendición véase Isaías 60.11.29 Los privilegios y la invitación que Dios dio a Israel nadie podrá quitárselos jamás.11.33 Esta doxología es una oración de alabanza a Dios por la sabiduría de su plan. Aunque el método de Dios y su significado van más allá de nuestra comprensión, El no es arbitrario. Gobierna el universo y nuestras vidas en perfecta sabiduría, justicia y amor.11.34, 35 Lo que encierran estas preguntas es que ninguno puede comprender por completo la mente del Señor. Ninguno ha sido su consejero. Y Dios no le debe nada a ninguno de nosotros. Isaías y Jeremías hicieron preguntas similares para demostrar que no hay quien tenga capacidad para aconsejar a Dios ni para criticar sus caminos (Isa 40:13; Jer 23:18). Solo Dios tiene todo poder y toda sabiduría.11.36 En un análisis final, todos dependemos absolutamente de Dios. El es la fuente de todo, incluyendo a nosotros mismos. Es el poder que sustenta las leyes del mundo en que vivimos. Y Dios lleva a cabo todas las cosas para la gloria de El mismo. El Dios todopoderoso merece nuestra alabanza.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 658 1Sa 12:22; Jer 31:37; Amó 9:8

b 659 Hch 22:3; 2Co 11:22

c 660 Flp 3:5

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Benjamin. La tribu que nunca se rebeló contra la casa de David ni se entregó a la idolatría.

Fuente: La Biblia de las Américas

1 super (1) Los caps. 9 y 10 parecen indicar que Dios, habiendo escogido antes a Israel, ahora lo ha abandonado. Sin embargo, aquí el apóstol, tomando como ejemplo su propio caso y el de Elias, demuestra que no es así.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

En este capítulo, Pablo nos asegura que Dios no se ha olvidado de Su pueblo, los judíos, ni de Sus promesas hechas a ellos. Después de que el número completo de los gentiles hayan sido incorporados a la iglesia, todos los judíos se volverán al Señor, no meramente un puñado como ahora. Pablo no afirma que las promesas del AT hechas a Israel hayan sido transferidas a la iglesia, formada en su mayor parte de gentiles.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

105 (d) El fracaso de Israel es parcial y temporal (11,1-36). El cuadro pintado hasta ahora por Pablo en los caps. 9-11 no es agra­dable: la incredulidad de Israel se ajusta al plan de Dios basado en una elección gratuita (cap. 9); pero en realidad el responsable de di­cha incredulidad no es Dios, sino Israel mismo (cap. 10). Pero incluso en 9,27 había insinuado Pablo un rayo de esperanza, al decir que «un resto será salvo». Ahora vuelve sobre este as­pecto del problema y da más explicaciones: la incredulidad de Israel es sólo parcial (11,1-10), únicamente temporal (11,11-24) y según el plan de Dios se va a mostrar misericordia con todos, especialmente con los judíos (11,25-32). Al final de esta sección, Pablo prorrumpe en un himno a la misericordiosa sabiduría de Dios (11,33-36).
106 1-10. La incredulidad de Israel es só­lo parcial. 1. ¿ha rechazado Dios a su pueblo?: Si el plan de Dios es de elección gratuita e Is­rael ha sido infiel, y los gentiles están aceptan­do el evangelio mientras que Israel no, apa­rentemente Dios ha repudiado a quienes en otro tiempo fueron su pueblo elegido (cf. Sal 94,14). ¡de ningún modo!: Negativa rotunda, casi indignada; véase el comentario a 3,4. is­raelita: Véase el comentario a 9,4. del linaje de Abrahán: «Según la carne»; véase el comenta­rio a 1,3. de la tribu de Benjamín: Véase Flp 3,5. Benjamín era considerada a menudo co­mo la más israelita de las tribus, la «amada del Señor» (Dt 33,12); de ella salió Saúl, el primer rey de la monarquía unida, tocayo de Pablo. Pablo y otros judeocristianos han sido llama­dos e invitados a creer en Cristo; esto demues­tra que Dios no ha rechazado a su pueblo. 2. Elías: Véase 1 Re 19,9-18. Tras su viaje de 40 días y 40 noches hasta llegar al Horeb, el mon­te de Dios, el profeta se cobijó en una cueva donde se quejó amargamente a Yahvé de las infidelidades de Israel. Yahvé anunció el casti­go venidero de su pueblo, pero también la li­beración de 7.000 de Israel que no habían do­blado la rodilla ante Baal. Lo mismo que Elías no estaba solo, tampoco Pablo está solo entre los judíos en su fe en Cristo Jesús. 3. Pablo uti­liza 1 Re 19,10 en forma abreviada y a la in­versa. El ejemplo de Elías se saca de la histo­ria de Israel para poner de manifiesto el plan de Dios también en la situación presente. 4. En este texto se cita 1 Re 19,18 libremente, sin seguir ni el TM ni los LXX. A Pablo sólo le in­teresa una idea: 7.000 permanecieron fieles a Yahvé. Israel, entonces como ahora, no ha si­do enteramente repudiado. 5. un resto elegido por gracia: Lit., «un resto según la selección de gracia», es decir, sin consideración alguna de su fidelidad a la ley. Los esenios de Qumrán también se consideraban behiré ráson, «los ele­gidos por benevolencia (divina)» (lQS 8,6; cf. E. Vogt, «»Peace among Men of God’s Good Pleasure” Lk 2.14», The Scrolls and the New Testament [ed. K. Stendahl; Nueva York 1957] 114-17). 6. no basado en obras: Véanse 3,24; 4,4; 9,16. La existencia de este resto es prueba de la benevolencia de Dios, y no de mérito humano alguno. 7. Israel no consiguió lo que deseaba: La mayoría de los judíos, fuera de ese resto, no alcanzaron la rectitud que perse­guían (9,30-31). Ésta es la fuente del pesar que Pablo expresaba en 9,1-2. pero aquellos a los que Dios eligió lo consiguieron: Lit., «la elec­ción», es decir, se utiliza lo abstracto por lo concreto. Aunque los elegidos incluyen a los gentiles y al resto, Pablo está pensando sólo en éste cuando lo contrasta con hoi loipoi, «los demás», se hicieron insensibles: Lit., «se endu­recieron». Este efecto experimentado por los judíos es el resultado de su resistencia al evan­gelio; pero hasta eso tiene su función provi­dencial en el plan de Dios. 8. como está escri­to: Véase el comentario a 1,17. Sobre la combinación de citas del AT utilizada aquí véase el comentario a 3,10. Pablo conecta Dt 29,3; Is 29,10; Sal 69,23-24. Las palabras de Dt 29,3, no citadas literalmente, las dirigió Moisés a Israel, que había sido testigo de to­dos los portentos enviados por Dios contra el faraón en favor suyo, pero no había llegado a apreciar toda su significación: «Pero hasta el día de hoy Yahvé no os ha dado una mente pa­ra entender, ojos para ver ni oídos para oír». Pablo modifica su cita libre con una adición tomada de Is 29,10, «un espíritu de embota­miento», sacado de un pasaje en el cual Isaías hablaba de la perversidad y ceguera espiritual de Israel. Los textos combinados sirven al in­tento de Pablo de describir la reacción de Is­rael ante Cristo, pero no se debe perder de vis­ta el modo en que Pablo utiliza el AT (véanse J. A. Fitzmyer, ESBNT 44-45; J. Schmid, BZ 3 [1959] 161-73). 9. David: El nombre de David se encuentra en la cabecera del Sal 69 del AT, que es un lamento donde se suplica la libera­ción de una tribulación personal. El vínculo verbal que une estos versículos con los prece­dentes es «ojos que no ven». No es necesario intentar determinar a qué se refieren los de­más detalles (festejo, etc.); la idea principal es la confirmación por parte de Dios de la situa­ción existente (véase el comentario a 9,18), si­tuación que no es ni total ni definitiva.
107 11-24. La incredulidad de Israel es sólo temporal. 11. ¿han tropezado para quedar caídos?: Israel ha tropezado en Cristo, pero no ha caído del todo, de manera que no pueda re­cuperar el equilibrio. De hecho, su tropiezo ha sido providencial, por cuanto los apóstoles se apartaron de él para dirigirse a los gentiles (cf. Hch 13,45-48; 18,6). A la larga, el tropiezo de Israel suscitaría en él envidia por los gentiles, que estaban alcanzando ante Dios esa rectitud que Israel mismo había estado buscando. 12. su totalidad: El significado del pleróma gr. es objeto de discusión. Lo más probable es que signifique «lo que es llevado a plenitud, totali­dad, contingente completo», como en 11,25. Pero algunos comentaristas lo entienden co­mo «su cumplimiento (de la exigencia divina)» (véase BAGD 672). Pablo insinúa los incalcu­lables beneficios que se derivarían para el mundo de la aceptación plena de Jesús como mesías por parte de los judíos; si su actuación se ha traducido hasta ahora en beneficios tan increíbles, ¿qué supondrá su plena acepta­ción?
108 13. a vosotros los gentiles: Véase 1,5. Los gentiles no deben mostrarse presuntuosos ni altaneros por haber aceptado a Cristo; no tienen derecho a mirar por encima del hom­bro a Israel, apóstol de los gentiles: El epíteto dado comúnmente a Pablo procede de sus propios escritos (véase Gál 2,7-8; cf. Hch 9,15; 22,21) . Se gasta en este ministerio con un solo propósito: servir de acicate a los de su raza y así salvar a algunos de ellos. Aunque es cris­tiano, Pablo todavía se considera miembro de la raza de los judíos. Los llama literalmente «mi carne», y de ese modo expresa vividamen­te su solidaridad con ellos. 15. su rechazo: Aunque algunos comentaristas (Cranfield, Wilckens) toman esto como un gen. objetivo, el (temporal) «rechazo de ellos» por parte de Dios, es mejor entenderlo como gen. subjetivo, el rechazo del evangelio por parte de los ju­díos, a la vista de lo que Pablo exclama en 11,1. la reconciliación del mundo: Véase 2 Cor 5,19. El aspecto providencial del «rechazo» de Israel ha sido la reconciliación de todos los de­más con Dios -y, posiblemente, incluso una extensión cósmica de ese efecto de reconcilia­ción al universo entero (- Teología paulina, 82:72)-. Dicha reconciliación tendrá el efecto de poner celosos a los judíos y de atraerlos a Cristo, vida de entre los muertos: El significado de esta expresión es muy discutido. Orígenes, Cirilo de Alejandría, muchos comentaristas medievales, Barrett, Cranfield, Kasemann, Lagrange, Lietzmann, Lyonnet, Michel y SandayHeadlam entienden que zoe ek nekrón se refie­re a la resurrección general de los muertos al final de los tiempos. Si la conversión de los gentiles representa la primera etapa de la re­dención, a saber, la «reconciliación», la «acep­tación» del evangelio por parte de los judíos representará su fase definitiva. Se recurre a los vv. 25-26 para apoyar esta referencia a la resurrección general en la parusía; los comen­taristas que la usan añaden a menudo que en este caso Pablo no está afirmando necesaria­mente una conexión temporal. Otros intérpre­tes, como Teofilacto, Focio, Eutimio, Cornely, Huby y Wilckens, entienden zoe ek nekrón en sentido figurado: «La conversión en masa de Israel será para los gentiles un acontecimiento de gran utilidad y felicidad» (Huby). Esto resulta preferible porque Pablo no escribe anastasis nekrón, la expresión que utiliza en otros lugares para hablar de «resurrección de los muertos» (1 Cor 15,12.13.21.42; Rom 6,5) cuando se refiere a eso. Otros más, como Leenhardt y Stanley, consideran que esa imagen se refiere a los judíos mismos; su aceptación del evangelio significará para ellos el paso de la si­tuación de muerte a la de vida. Según estos au­tores, hay una alusión al efecto de su identifi­cación con Cristo, como en el bautismo (6,4), y sobre todo a la nueva vida que pasarán a po­seer a consecuencia de su «aceptación». Pare­ce preferible esta última interpretación. 16. si el primer puñado de masa está consagrado: El tropo de Pablo es mixto (masa y raíz). En pri­mer lugar, dice refiriéndose a Nm 15,18-21, «Si las primicias son santas, toda la masa lo es». Debido a que la primera porción de la ha­rina se aparta para el Señor (es decir, se da a los sacerdotes del Templo [Josefo, Ant. 4.4.4 § 70]), la hornada entera adquiere pureza legal, lo cual la hace apta para su consumo por par­te del pueblo de Dios (cf. Lv 18,23-25). Des­pués utiliza otra imagen, si la raíz está consa­grada: Véase Jr 11,16-17. Esta imagen expresa la misma idea que la anterior, pero ¿a qué se refiere «raíz»? Para Orígenes y Teodoro de Mopsuestia, el primer puñado de masa y la raíz son Cristo, cuya santidad garantiza ben­diciones a todo Israel. Para Barrett y Weiss, se refieren más bien al resto convertido -una in­terpretación que se ajusta al contexto prece­dente-. Para Kasemann, Lagrange, Michel, Pesch, Sanday-Headlam y Wilckens, la «raíz» denota a los patriarcas, porque en el v. 17 se volverá a utilizar para designar al antiguo Is­rael, en el cual han sido injertados los gentiles. Cualquiera de estas interpretaciones es posi­ble, pero quizá sea mejor asignar una inter­pretación a cada una de las imágenes (con Cranfield, Leenhardt): el primer puñado de masa representaría al «resto», que ya ha acep­tado a Cristo, y la raíz representaría a los «pa­triarcas». Así se establece un vínculo tanto con el contexto precedente como con el siguiente.

109 17. algunas de las ramas fueron des­gajadas: Pablo sigue dirigiéndose a los cristia­nos de origen gentil y les advierte que no se muestren pagados de sí mismos por su situa­ción de favor. No deben mirar por encima del hombro a los judíos incrédulos que han que­dado separados de la fuente de la vida, vástago de olivo silvestre: En parte, el tropo depen­de del AT (Jr 11,16; Os 14,6), pero también de la costumbre de los antiguos horticultores de injertar una rama joven de olivo silvestre en un olivo viejo y agotado que había dado bue­nos frutos (Columella, De re rustica 5.9,16). Los gentiles son el vástago de olivo silvestre in­jertado en Israel en lugar de las ramas corta­das (= judíos incrédulos). 18. la raíz, te sostie­ne: El Israel de antaño sigue ocupando el puesto privilegiado de portador de salvación en el mundo. 20. es verdad: Pablo no niega que la defección de Israel ha facilitado la conver­sión de los gentiles, pero Israel no fue desgaja­do para que los gentiles pudieran ser injerta­dos en el tronco. Más bien su incredulidad tuvo como consecuencia su poda, pero no hu­bo conexión intrínseca alguna entre eso y la elección de los gentiles injertados de hecho en su lugar, sólo por la fe te mantienes donde estás: La situación de los gentiles se debe a la gra­tuita elección de Dios y a su respuesta de fe, no a mérito alguno del cual los cristianos de origen gentil puedan jactarse. 21. no perdonó a las ramas naturales: Si las ramas pertene­cientes al árbol kata physin, «por naturaleza», podían ser cortadas (a causa de su infideli­dad), lo mismo cabe hacer con las que simple­mente se han injertado en él (si resultan ser in­fieles). 22. la bondad y la severidad de Dios: Estas dos nociones se acercan mucho a lo que tradicionalmente se ha llamado «misericordia y rectitud» de Dios, pero para expresarlas Pa­blo utiliza los términos gr. chrestotés y apotomia. Resulta significativo que no utilice eleos ni dikaiosyné, términos que, debido a su trasfondo veterotestamentario, poseen una con­notación notablemente diferente (-Teología paulina, 82:39). si es que te mantienes en su bondad: La elección de Dios, aunque gratuita, está condicionada por el cumplimiento res­ponsable de sus obligaciones por parte de los cristianos de origen gentil. 23. serán injerta­dos: Pablo explica finalmente cómo las ramas cortadas podrán encontrar vida en el tronco madre de Abrahán. Dios tiene el poder para in­jertarlos de nuevo: A fortiori, si pudo injertar una rama de olivo silvestre. A lo largo del ra­zonamiento basado en el vástago de olivo sil­vestre, Pablo da a entender que las ramas na­turales cortadas todavía no han sido arrojadas al basurero. Israel todavía no ha sido rechaza­do definitivamente por Dios (11,1). 24. de un olivo silvestre… en un olivo cultivado: El con­traste indica la naturaleza trascendente de la vocación a la que han sido llamados los cris­tianos de origen gentil. La restauración de los judíos, sin embargo, será más fácil que la lla­mada de los gentiles. Así, el rechazo de Israel no es definitivo, sino temporal.
(Bourke, M. M., A Study of the Metaphor of the Olive Tree in Romans XI [Studies in Sacred Theology 2/3, Washington 1947], Rengstorf, K. H., «Das Óíbaum-Gleichnis in Rom ll.lóff», Donum gentilicium [Fest. D. Daube, ed. E. Bammel et al., Oxford 1978] 127-64.)

110 25-32. Según el plan de Dios, se va a mostrar misericordia con todos, especialmen­te con los judíos. 25. sabios a vuestro parecer: Los cristianos de origen gentil no deben con­cluir que su perspectiva de la historia humana es la única válida; Pablo prefiere desvelarles aspectos del mystérion divino oculto en Dios durante mucho tiempo, pero ahora revelado (-Teología paulina, 82:33-34). Este «secreto» tiene tres aspectos: (1) la «insensibilidad par­cial» de Israel (véase el comentario a 11,7; Pa­blo vuelve sobre lo que dijo en 11,1-10); (2) «el contingente completo de los gentiles» (el ter­cer aspecto aguardará al pléróma de los genti­les, es decir, a su «entrada» como un injerto en el tronco del olivo que es Israel; véase el co­mentario a 11,12). (3) 26. y así todo Israel será salvo: Pablo expresa de este modo su firme convicción acerca del destino colectivo defini­tivo de los de su raza -un eco de Is 60,21-22-. Pero, ¿cómo «serán salvos» todos? Son co­rrientes dos explicaciones: (1) una teológica y (2) otra cristológica. Según la primera, pro­pugnada por F. Mussner (Kairos 18 [1976] 241-55) y K. Stendhal (Paul among Jews and Gentiles [Filadelfia 1976] 3-4), el vb. sóthésetai se ha de entender como una pasiva teológica (ZBG § 236), «serán salvados», es decir, por Dios, con un acto misericordioso indepen­diente de cualquier aceptación de Jesús como el mesías o de una conversión en masa ante­rior a la parusía. Serán rescatados de su «en­durecimiento parcial» (v. 25c) por «el Liberta­dor» (v. 26b; cf. Is 59,20), que sería Yahvé mis­mo, puesto que Cristo no ha sido mencionado en toda esta sección desde 10,17. La «alianza» (v. 27) se entendería como diferente de la de Jr 31,33. Se trataría, pues, de una salvación de los judíos al margen de Cristo. Según la expli­cación cristológica, propugnada por W. D. Da­vies (NTS 24 [1977-78] 23-29) y muchos co­mentaristas modernos, el vb. sozein se utiliza en el sentido de 1 Cor 9,22 (con un matiz de conversión); el «Libertador» de Is 59,20 se aplica a Cristo en la parusía (como en 1 Tes 1,10) ; y la «alianza» del v. 27 es la de Jr 31,33 en su fase definitiva. Así, en la parusía «todo Israel» verá perdonado su «endurecimiento» culpable, aceptará a Jesús como el mesías y verá «borrados» sus pecados en el cumpli­miento de la alianza de Jr 31,33 (citado en 1 Cor 11,25; 2 Cor 3,6). Es preferible la explica­ción cristológica, porque Pablo no piensa ni mucho menos en dos clases diferentes de sal­vación: una alcanzada por Dios para los ju­díos, y otra por Cristo para los gentiles; eso sería ir contra toda su tesis acerca de la justi­ficación por gracia mediante la fe. En un pun­to anterior de esta sección Pablo citaba el AT contra Israel; ahora lo hace en su favor. La ci­ta vuelve a ser compuesta; véase el comentario a 3,10. Is 59,20-21 (citado según los LXX con ligeros cambios) se une con Is 27,9 para poner de manifiesto el «secreto» oculto en Dios y ahora revelado. Las palabras muestran que Dios, al anunciar su nueva alianza, contaba con la infidelidad de Israel; ahora se aplican a Cristo. Véanse además C. M. Horne, JETS 21 (1978) 329-43; D. G. Johnson, CBQ 46 (1984) 91-103; F. Refoulé, «…et ainsi tout Israel sera sauvé: Romains 11,25-32 (LD 117, París 1984); P. Stuhlmacher, «Zur Interpretation von Rómer 11,25-32», Probleme biblischer Theologie (ed. H. W. Wolff, Múnich 1971) 555-70. 28. son enemigos de Dios: Debido a su fracaso parcial y temporal en aceptar a Jesús como mesías. para vuestro provecho: Recapitulación de 11,11-14. son amados por él a causa de sus antepasa­dos: La elección de Israel es irrevocable en la historia humana y resulta manifiesta en el fa­vor mostrado a sus patriarcas -un título del que los gentiles carecen-. 30. vosotros desobe­decisteis en otro tiempo a Dios: La opinión de Pablo sobre los antiguos gentiles concuerda con la de los demás judíos. La desobediencia gentil era incredulidad respecto a Dios. La ac­titud de los judíos ante Cristo representa el mismo tipo de desobediencia. Pero, lo mismo que la desobediencia judía ha sido un factor de la manifestación de la misericordia divina para con los gentiles, la misericordia mostra­da a éstos será empleada con los judíos. 32. Dios encerró a todos los seres humanos en la de­sobediencia: Todos, judíos y griegos, han sido, como grupo, infieles a Dios, quien hace uso de tal infidelidad para manifestar a todos ellos su munificencia y misericordia -para revelar pre­cisamente qué clase de Dios es (véanse 3,21-26; Gál 3,22)-. Pablo prorrumpe a continuación en una exclamación relativa a la misericordio­sa sabiduría de Dios.

111 33-36. Himno a la misericordiosa sabiduría de Dios. 33. qué inagotables son los recursos de Dios: Pablo prorrumpe en esta ex­clamación, no movido por el temor reveren­cial o el miedo, sino por el asombro y la gra­titud ante la ilimitada providencia de Dios manifestada al disponer la asistencia mutua de judíos y gentiles para alcanzar la salvación. El papel de Israel en el plan divino de salva­ción tal vez no se imaginara nunca de otro mo­do. 34. Pablo une Is 40,13 y Job 41,3(?) para subrayar que Dios no es deudor de nadie, ni por sus planes ni por sus dones a la humani­dad. Todo procede de su benévola munificen­cia; no necesita ni asesores ni ayudantes de in­vestigación. Pablo cita el texto de Is según los LXX, con un ligero cambio en el orden de las palabras. En Is, éstas hacen referencia a la li­beración de los judíos del exilio por parte de Yahvé y ensalzan por ello la grandeza de Dios. El pasaje de Job no es seguro; 41,3 está co­rrompido en el TM, y es casi imposible deter­minar qué texto pudo seguir Pablo. Algunos comentaristas piensan que alude a Job 35,7 ó 41,4. 36. Doxología a Dios (Padre) como crea­dor, sostenedor y meta del universo. La prep. ex indica «origen»; dia (con gen.), el «autor» de una acción o situación; y eis (con ac.), el «fin», «meta». La oración expresa la absoluta dependencia de toda la creación respecto a Dios. La formulación de Pablo tal vez esté influenciada por el pensamiento filosófico helenístico (cf. Marco Aurelio, Medit. 4.23; H. Lietzmann, An die Rómer 107). Cf. 1 Cor 8,6; 11,12.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

tribu de Benjamín…Flp 3:5.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R810 La voz media en ἀπώσατο expresa una idea indirecta: ¿Alejó Dios a su pueblo de Sí mismo?

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., de la simiente

Fuente: La Biblia de las Américas

Lit. u161?No suceda!

11.1 Lit. simiente.

11.1 g Flp 3:5.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[7] Hablando del Israel-Judío, no siendo abandonados a pesar de de los problemas con la incredulidad.

[8] Ambas casas tienen un fiel remanente. De los miles de millones de Israelitas que El uso para cumplir su pacto, YHWH trata con Su remanente hoy, como hizo en los día de la apostasía de Efrayím.

[9] Trata con el Israel-Judío, que no consiguieron mantenerse, a diferencia de -Israel-Efrayím que lo hizo, aunque no lo buscaba para nada.

[1] Israel-Judío.

[2] Efrayím lo entiende mientras que Judah está cegado. Pero en los tiempos finales ambas casas empezarán a verlo claramente.

[3] De Judah.

[4] Si la ceguera de Judah trajo vida a Efrayím, ¿cuánto más la regeneración de Judah traerá mayor vida en el reino?

[5] La parábola del olivo habla de Israel y Judah y no de Judah sólo. Aquí los primeros frutos son los patriarcas Abraham, Isaac, y Jacob. La masa representa los descendientes inmediatos de esos patriarcas, la Raíz es Yahshua y las ramas son ambas casas. Según Jer 11:13-14, las ramas son Judah y Efrayím, con las cultivadas siendo Judah, y las silvestres siendo Efrayím, pero ambas siendo Israel. Cuando las ramas cultivadas no creen, son cortadas. Entonces, el asunto no es quién es el olivo, ya que es claramente ambas casas de Israel mencionadas por nombre en Jer 11:13-14 y Zacarías capítulo 4: El asunto es cuál de las ramas tienen fe en la Raíz, o el Moshiach. Eso determinará si las ramas permanecen, o son removidas. Entender la composición de la parábola del olivo es una clave para el retorno de Israel, y su entendimiento de las dos casas.

[6] Israel-Efrayím.

[7] Yahshua sostiene a todos los Israelitas, y decide quién está dentro y quien está fuera.

[8] Israel-Judío.

[9] La Teología del Reemplazo se escucha todavía, que cree que para que un no Judío retorne, o venga al Olivo, los Judíos tienen que tener su lugar tomado de ellos como Israel.

[10] Todos son Israel. Si permaneces y como Israel dependes en tu fe en el Moshiach, y tu estilo de vida es caminar como El camino, y no como los paganos caminan.

[11] Si dejamos que las Escrituras interpreten la Escritura, entonces Isa 8:14 habla de ambas casa siendo ciegas. Judah está ciego a quién su Moshiaj es. Efrayím está ciego a la verdad de que es la otra casa de Israel, y a la relevancia de la Torah en sus vidas, viéndola a través de un oscuro vaso como una cosa Judía extraña, y no viendo a la Torah como su propio certificado de matrimonio y herencia. Tradicionalmente estos versículos han sido enseñados que algunos Judíos ven y creen, y otros simplemente no. Este significado es visto como falacia, cuando uno entiende que el olivo no es estrictamente Judío, y que se dice que ambas casas están ciegas, que el porqué de la terminología “ceguera parcial” es usada para indicar que todas las doce tribus están ciegas en diferentes áreas.

[12] La única otra vez que este término es usado en la Escritura es en Gen 48:19. Jacob puso sus manos sobre Efrayím su nieto y dicho que su semilla se convertiría literalmente en la “plenitud de las naciones”, o los melo-hagoyim. El misterio del olivo no es que algún día los gentiles serán parte de Israel. Ese nunca fue un misterio ya que todo el Primer Pacto habló de los gentiles viendo la luz de YHWH y la Torah. El misterio del olivo es la identidad de aquellos que no son Judíos saliendo de las naciones el Moshiach. Por lo que esta ceguera parcial de ambas casas según Pablo terminará sólo cuando la “plenitud de los gentiles” venga. En el idioma Hebreo es una referencia a la semilla de las diez tribus conocidas colectivamente como Israel-Efrayím. Cuando el remanente de las diez tribus venga, entonces las cegueras de Israel serán levantadas y el reino empezará.

[1] Para más detalles, véase también las notas sobre Gen 48:19.

[2] Todas las 12 tribus, no todo Israelita.

[3] Cuando los melo-hagoyim/ plenitud de los gentiles venga.

[4] Hablando del amor especial de YHWH por el Israel-Judío, por los pacto de YHWH con los patriarcas.

[5] A ambas casas.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[8] Is 6, 9; Mat 13, 14.[9] Sal 69 (68), 23.[15] Hech 13, 46-47.[26] Is 59, 20.[34] Sab 9, 13; Is 40, 13; 1 Cor 2, 16.

Fuente: Notas Torres Amat