Comentario de Romanos 14:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.
RESUMEN: Muchas son las aplicaciones erróneas que han sido hechas de este capítulo. Basándose en este capítulo algunos afirman que debe ser abandonada toda práctica o idea que es tenida por errónea por algún otro hermano. Este capítulo no enseña tal cosa. No enseña que todo el mundo tiene que conformarse a la idea de otro que tiene por errónea cierta práctica. Otros, basándose en este capítulo (mayormente en el versículo 19), afirman que no siguen lo que contribuye a la paz los que llaman la atención de todos a los errores o innovaciones de otros. Según ellos, callarse la boca mientras los “digresionistas” (que llevan a la digresión) llevan la iglesia en apostasía, es seguir lo que contribuye a la paz. Claro es que este capítulo tampoco enseña tal cosa. Ha de notarse también que, aunque los capítulos 8 y 10 de 1 Corintios tratan algo de la cuestión de comer carne, no es el mismo asunto tratado en este capítulo de Romanos. El caso en 1 Corintios es acerca de comer carne bajo circunstancias que conducirían a otros a comer en culto de idolatría, pero aquí tiene que ver principalmente con comer o no comer carne y guardar días o no guardarlos, cosas indiferentes en sí. En otras palabras, este capítulo enseña que, en cosas de opinión, aunque hay libertad, también tiene que haber tolerancia y consideración.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
recibid. Rom 15:7; Mat 10:40-42; Mat 18:5; Jua 13:20; Flp 2:29; 2Jn 1:10; 3Jn 1:8-10.
al débil en la fe. Rom 14:21; Rom 4:19; Rom 15:1, Rom 15:7; Job 4:3; Isa 35:3, Isa 35:4; Isa 40:11; Isa 42:3; Eze 34:4, Eze 34:16; Zac 11:16; Mat 12:20; Mat 14:31; Mat 18:6, Mat 18:10; Luc 17:2; 1Co 3:1, 1Co 3:2; 1Co 8:7-13; 1Co 9:22.
no para contender sobre opiniones. Rom 14:2-5.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Las personas no deben actuar con desdén o condenarse unas a otras por cosas indiferentes, Rom 14:1-12;
deben tener cuidado de no ofender ni juzgar a los demás, Rom 14:13, Rom 14:14;
pues, como demuestra el apóstol, esto quebranta la ley del amor por muchas razones, Rom 14:15-23.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La transformación hecha por Dios en el espíritu del creyente debe expresarse en la vida diaria. Las instrucciones prácticas en los capítulos Rom 12:1-21; Rom 13:1-14; Rom 14:1-23; Rom 15:1-13 se basan en la doctrina de la enseñanza de Pablo en Rom 1:18-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-31; Rom 4:1-25; Rom 5:1-21; Rom 6:1-23; Rom 7:1-25; Rom 8:1-39; Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36. La doctrina cristiana debe guiarse hacia la ética cristiana. En Rom 12:1, Rom 12:2 está el mandamiento básico que se requiere del cristiano a la luz de todo lo que Dios ha hecho. El resto de esta sección describe cómo este mandamiento se lleva a cabo en las diferentes situaciones de la vida diaria.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Rom 15:1-13
Da instrucciones a los fuertes en la fe (Rom 15:1) en su relación con aquellos débiles en la fe (Rom 14:1).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Pablo se refiere a contender entre aquellos que son fuertes en la fe y aquellos que son débiles (Rom 15:1). Los fuertes eran cristianos que pasaban por alto, como no esenciales, ciertas prohibiciones que no fueron específicamente declaradas en las Escrituras. Su fe era lo suficientemente fuerte para participar en tal conducta sin tener una conciencia culpable (v. Rom 14:22). El débil en la fe era el cristiano cuya conciencia era alterada por estas mismas prohibiciones. Algunos cristianos pensaban que ellos podrían comer cualquier cosa que se sirviera como comida; otros no (v. Rom 14:2). Algunos mantenían que los días festivos judíos deberían guardarse como días santos; otros no (v. Rom 14:5). Pablo se preocupaba de que en estos temas no esenciales, el fuerte despreciara al débil como ignorante y de que el débil no debiera juzgar al fuerte como profano o impío (v. Rom 14:3). Les recuerda que tanto los fuertes como los débiles son responsables delante Dios (v. Rom 14:12; 1Co 8:4-13).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Aquellos que eran débiles en la fe tenían fe: ellos habían confiado en Cristo. Algunos creyentes romanos no podían aceptar la enseñanza del apóstol acerca de ciertas prácticas, tales como aceptar que toda la comida era limpia si se recibía con acción de gracias (1Ti 4:4, 1Ti 4:5). Al contrario, ellos solamente comían legumbres. Al fuerte en la fe se le mandó recibir al débil pero no para contender sobre opiniones, que literalmente significa «razonamientos». Los creyentes maduros no estaban para hacer juicio o para entrar en disputas con aquellos que eran menos maduros.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Un caso de conciencia: los “fuertes” y los “débiles,” 14:1-23.
1 Acoged al flaco en la fe, sin entrar en disputas sobre opiniones. 2 Hay quien cree poder comer de todo; otro, flaco, tiene que contentarse con verduras. 3 El que come no desprecie al que no come y el que no come no juzgue al que come, porque Dios le acogió. 4 ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Que esté en pie o caiga, es asunto que no concierne sino a su amo; pero se mantendrá en pie, que poderoso es el Señor para sostenerle. 5 Hay quien distingue un día de otro día, y hay quien juzga iguales todos los días; cada uno proceda según su propio sentir. 6 El que distingue los días, por el Señor los distingue; y el que come, por el Señor come, dando gracias a Dios; y el que no come, por el Señor no come, dando gracias a Dios. 7 Porque ninguno de nosotros para sí mismo vive, y ninguno para sí mismo muere; 8 pues, si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, morimos para el Señor. En fin, sea que vivamos, sea que muramos, del Señor somos. 9 Que por esto murió Cristo y resucitó, para dominar sobre muertos y vivos. 10 Y tú, ¿cómo juzgas a tu hermano o por qué desprecias a tu hermano? Pues todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios. 11 Porque escrito está: “Vivo yo, dice el Señor, que a mí se doblará toda rodilla y toda lengua rendirá homenaje a Dios.” 12 Por consiguiente, cada uno dará a Dios cuenta de sí. 13 No nos juzguemos, pues, ya más los unos a los otros; y mirad sobre todo no pongáis tropiezos o escándalo al hermano. 14 Yo sé, y estoy persuadido en el Señor Jesús, que nada hay de suyo impuro; mas para el que juzga que algo es impuro, para ése lo es. 15 Si por tu comida tu hermano se entristeciese, ya no andas en caridad. Mira que por tu comida no seas ocasión de que se pierda aquel por quien Cristo murió. 16 No sea, pues, vuestra libertad materia de maledicencia, 17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo. 18 Pues el que en esto sirve a Cristo es grato a Dios y aplaudido de los hombres. 19 Por tanto, trabajemos por la paz y por nuestra mutua edificación. 20 No destruyas, por amor de la comida, la obra de Dios. Todas las cosas son puras, pero es malo para el hombre comer escandalizando. 21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece o se escandalice o flaquee. 22 La convicción que tú tienes, guárdala para ti y para Dios. Dichoso el que a sí mismo no tenga que reprocharse en las resoluciones que tome. 23 El que no sale de dudas, si come, se condena, porque ya no procede según conciencia, y todo lo que no es según conciencia es pecado.
Presenta aquí San Pablo un problema concreto de la comunidad romana, que, probablemente, con más o menos variantes, fue bastante corriente en las primitivas comunidades cristianas. Junto a los cristianos que el Apóstol llama “fuertes” o bien instruidos, conscientes de lo que exigía y no exigía la nueva religión (cf. 15:1), había otro grupo de “débiles en la fe” (v.1) que se creían obligados a seguir determinadas prácticas en las comidas y en el calendario. Se habla concretamente de que se abstenían de la carne y del vino (v.21), que se contentaban con verduras (v.2), y que para ellos no todos los días eran del mismo valor (v.5). No se trataba, pues, de error en la fe o de debilidad en la adhesión a las doctrinas cristianas, sino de introducir ciertas prácticas en su cristianismo, que no se deducían de los simples principios de la fe.
Cómo surgió este grupo de cristianos no es fácil de precisar. La mayoría de los autores creen que se trata de cristianos procedentes del judaísmo, demasiado apegados todavía a las prácticas de la Ley, como los encontramos también en otras partes (cf. Hec 15:1; Hec 21:20; Gal 2:12). Lo de “distinguir un día de otro día” (v.5) sería una alusión a los días festivos prescritos por la Ley, que consideraban como de especial valor para cumplir determinados fines religiosos. Pero ¿y lo de abstenerse de carne y vino y contentarse con sólo verduras ? Desde luego, esto no era lo común en el judaísmo. Por eso, unos autores hablan de que se trataría de judíos procedentes de la corriente de los esenios, cuyas prácticas ascéticas en este sentido nos eran conocidas por Filón y Josefo, y actualmente lo son mucho más gracias a los descubrimientos de Qumrán; otros, en cambio, creen que lo de abstenerse de carne y vino era un paso adelante que habrían dado esos judío-cristianos ante el peligro de que fuesen alimentos contaminados por actos idolátricos, igual que tenemos en el caso de Corinto (cf. 1Co 8:1-7). Creemos, sin embargo, que nos faltan datos para poder concretar tanto. Téngase en cuenta, en efecto, que por esas mismas fechas también en el mundo pagano existían varias corrientes de ascesis laica, con resabios de pitagorismo, de estoicismo y de otros sistemas filosóficos, no siendo improbable que algunos de los cristianos romanos convertidos hubiesen estado anteriormente bajo el influjo de esas corrientes. De todos modos, no está fuera de razón suponer que el núcleo principal de ese grupo de fieles estaba constituido por cristianos procedentes del judaísmo, quienes en todas partes tendían a formar grupo aparte, con extraordinaria resistencia a dejar sus prácticas atávicas (cf. Hec 10:14; Hec 11:2; Hec 15:19-21; Hec 21:20; Gal 2:12).
No sabemos cómo llegó a conocimiento de San Pablo ese problema concreto de la comunidad romana. Claro que ello no era difícil, dadas las continuas comunicaciones de Roma con las diversas ciudades del imperio (cf. 16:1; Hec 18:2; Hec 27:6). Lo cierto es que el Apóstol estaba enterado, y trata de poner remedio. La cuestión era delicada y constituía un difícil caso de conciencia. De una parte, los “débiles” se escandalizaban ante la libertad con que procedían los “fuertes” y corrían riesgo de verse arrastrados por éstos, obrando contra conciencia y pecando; de otra, los “fuertes” se sentían inclinados a despreciar a los “débiles,” por considerar que todas esas distinciones de alimentos y de días eran algo sin valor, con lo que se corría peligro de escisiones en la comunidad. A unos y otros pide San Pablo mutua tolerancia y comprensión, apoyándose en la ley de la caridad (cf. v.3.15.20).
Dos partes podemos distinguir en el razonamiento del Apóstol. En la primera, que abarca los v.1-12, se dirige a “fuertes” y “débiles,” invitándoles a que se abstengan de criticarse mutuamente (v.3), pues todos servimos a un mismo Señor (v.4-9), y cada uno deberá dar cuenta de sí ante el tribunal de Dios (v. 10-12), sin que nosotros, meros “criados,” tengamos derecho a juzgarnos unos a otros, cosa que únicamente atañe al “amo” o Señor (v.4). Es de notar la correspondencia entre el “Señor” de los v.4-9, a quien pertenecemos, y el “Dios” de los v. 10-12, por quien seremos juzgados, encontrándonos aquí con uno de tantos casos de la equivalencia Cristo-Yahvé a que hemos aludido ya en otras ocasiones (cf. 9:33). El texto citado en el v.11 es de Isa 45:23, y directamente se refiere a Yahvé. Al mismo texto se alude también en Flp 2:10, aplicándolo a Cristo. Por lo que respecta a la segunda parte, que abarca los v.13-23, en ella San Pablo se dirige sobre todo a los “fuertes,” entre los cuales se cuenta a sí mismo (cf. 15:1), pidiéndoles que con sus libertades, de suyo lícitas (v. 14.20.22), no escandalicen a los “débiles” (v.13. 15.16.20.21); pues con ello pueden ser ocasión de que pequen esos otros hermanos nuestros, dado que ellos no juzgan las cosas como nosotros, y obrar contra el dictamen de la propia conciencia o con conciencia prácticamente dudosa es pecado (v.13.23). La frase del v.15: “mira que por tu comida no seas ocasión de que se pierda aquel por quien Cristo murió..,” para quien se sienta de veras cristiano, no puede menos de llegar al corazón.
Fuente: Biblia Comentada
Recibid. La palabra griega se refiere a una aceptación personal y voluntaria entre unos y otros. débil en la fe. Esto caracteriza a los creyentes que son incapaces de desembarazarse de las ceremonias y rituales de su pasado religioso. El creyente judío débil tenía dificultad para abandonar los ritos y las prohibiciones del antiguo pacto. Se sentía obligado a adherirse a leyes sobre la dieta, observar con rigor el día de reposo y ofrecer sacrificios en el templo. El creyente gentil débil había sido criado en medio de la idolatría pagana con todos sus rituales. Sentía que cualquier contacto con algo que se relacionara aun de forma remota con su pasado, incluido el consumo de alimentos que hubieran sido ofrecidos a una deidad pagana y vendidos después en la plaza de mercado, lo manchaban por completo de pecado. Ambos tipos de creyente tenían conciencias muy sensibles en estas áreas, y todavía no tenían la madurez suficiente para ser libres de esas convicciones. Cp. 1Co 8:1-13. contender sobre opiniones. Se traduce mejor «con el fin de someter a juicio sus opiniones (o escrúpulos)». El creyente maduro no debe sentarse a juzgar los pensamientos sinceros aunque rudimentarios que gobiernan la conducta del creyente débil.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
En estos últimos cinco capítulos, Pablo explica en gran detalle cómo los creyentes deben vivir en la práctica las verdades teológicas profundas de los primeros once capítulos. En su gracia, Dios ha dado tanto a los creyentes que Pablo los exhorta a responder con agradecimiento en obediencia.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
RESUMEN: Muchas son las aplicaciones erróneas que han sido hechas de este capítulo. Basándose en este capítulo algunos afirman que debe ser abandonada toda práctica o idea que es tenida por errónea por algún otro hermano. Este capítulo no enseña tal cosa. No enseña que todo el mundo tiene que conformarse a la idea de otro que tiene por errónea cierta práctica. Otros, basándose en este capítulo (mayormente en el versículo 19), afirman que no siguen lo que contribuye a la paz los que llaman la atención de todos a los errores o innovaciones de otros. Según ellos, callarse la boca mientras los “digresionistas” (que llevan a la digresión) llevan la iglesia en apostasía, es seguir lo que contribuye a la paz. Claro es que este capítulo tampoco enseña tal cosa.
Ha de notarse también que, aunque los capítulos 8 y 10 de 1 Corintios tratan algo de la cuestión de comer carne, no es el mismo asunto tratado en este capítulo de Romanos. El caso en 1 Corintios es acerca de comer carne bajo circunstancias que conducirían a otros a comer en culto de idolatría, pero aquí tiene que ver principalmente con comer o no comer carne y guardar días o no guardarlos, cosas indiferentes en sí. En otras palabras, este capítulo enseña que, en cosas de opinión, aunque hay libertad, también tiene que haber tolerancia y consideración.
Algunos cristianos judíos, acostumbrados a guardar días, estaban dispuestos a condenar a los cristianos gentiles porque no lo hacían, y éstos a menospreciar a los cristianos judíos. Los cristianos judíos no comían ciertas carnes, acostumbrados a evitar cosas comunes o inmundas según la ley de Moisés, y “juzgaban” (condenaban) a los gentiles que las comían. Algunos comían legumbres solamente, para no equivocarse en comer alguna carne inmunda sin saberlo. Además, ciertos conversos gentiles evitarían comer carne, no queriendo equivocarse en comer carne sacrificada a ídolos, o dedicada a ellos en ceremonia. Esta situación era ocasión de mucha contención.
Este capítulo le manda al débil en la fe a no juzgar (para condenación) al que no es de su opinión o escrúpulo, y al fuerte en la fe a no menospreciar al débil en la fe, en estos asuntos de opiniones y de cosas indiferentes. (Claro es que en cuestiones de fe no hay tolerancia ninguna, Gál 1:8-9; Gál 2:11-14).
Puede haber diferencias en cosas sobre las cuales Dios no ha prohibido ni requerido. El capítulo trata de libertades autorizadas en asuntos privados, para que la cosa se haga o no, pero no trata de cuestiones de doctrina o de moralidad. Yerran en gran manera los que tratan de meter en este capítulo sus innovaciones humanas.
14:1– “débil en la fe.” El “fuerte” se contrasta con el “débil” (15:1). EL débil en la fe es el hermano que tiene dudas en cuanto a la propiedad de comer carne (cosa que en realidad es indiferente en sí). EL fuerte en la fe es el que sabe que se puede comer de toda carne (1Ti 4:4-5). EL fuerte (el que comprende bien la verdad del caso) tiene que recibir (en su comunión) al que no comprende tan bien, aunque no debe recibirle con el fin de decidir en cuanto a los pensamientos del débil. EL débil puede quedarse con sus opiniones y siempre contar con la comunión del fuerte. A1 mismo tiempo el débil, recibido por el fuerte, no debe abusar de esta comunión, contendiendo sobre sus opiniones.
En este contexto la palabra “fe” se emplea en este versículo, como en el 23, en el sentido de conciencia, persuasión, o convicción. (Este hermano ciertamente no está débil en su fe en Cristo Jesús). “La fe,” pues, es aquella convicción privada que el débil tiene concerniente a la cuestión de hacer ciertas cosas que para él no son lícitas. (No es “la fe” referida en tales pasajes como Jud 1:3; Hch 6:7; etcétera. En ella no hay libertad de práctica).
Fuente: Notas Reeves-Partain
RESPETAR LOS ESCRÚPULOS
Romanos 14:1
Haced que se sienta bienvenido entre vosotros el que es débil en la fe, pero no para luego poneros a criticarle sus escrúpulos.
Pablo se está refiriendo aquí a algo que puede que fuera un problema temporal y local de la iglesia de Roma, pero que se presenta con mucha frecuencia en las iglesias y requiere solución. En la iglesia de Roma parece que había dos tendencias. Algunos creían que la libertad cristiana había desterrado los viejos tabúes; que ya no tenían sentido las antiguas leyes relativas a los alimentos, y que el Cristianismo no tenía que ver con guardar ciertos días como si tuvieran un carácter especial. Pablo deja bien claro que ésta es la actitud de la verdadera fe cristiana. Por otra parte, había algunos que estaban llenos de escrúpulos: creían que no se podía comer carne, y que había que cumplir rigurosamente la ley del sábado. Pablo llama a los superescrupulosos débiles en la fe. ¿Qué quería decir?
Se puede ser débil en la fe por dos razones:
(i) Porque todavía no se ha descubierto el sentido de la libertad cristiana, y en el fondo se sigue siendo legalista y se ve el Cristianismo como una serie de reglas y reglamentos.
(ii) Porque uno no se ha liberado todavía de la fe en la eficacia de las obras, y cree que puede ganar el favor de Dios haciendo ciertas cosas y renunciando a otras. En el fondo está intentando ganarse la debida relación con Dios y no ha aceptado el camino de la Gracia; todavía está pensando más en lo que él puede hacer por Dios que en lo que Dios ha hecho por él.
Pablo exhorta a los hermanos fuertes a que reciban con cortesía a los hermanos débiles y que no los asedien constantemente con sus críticas.
Este problema no se limitó a los días de Pablo. Aún sigue habiendo en las iglesias dos puntos de vista. Uno es el más liberal, que no ve ningún peligro en muchas cosas y considera que ciertos placeres inocentes no, tienen por qué estar en contra del Evangelio. Y hay otro punto de vista más estrecho que se ofende de muchas cosas que los más liberales consideran aceptables.
Pablo nos deja ver que sus simpatías están con el punto de vista más amplio; pero, al mismo tiempo, dice que hay que recibir con simpatía cristiana a esos hermanos más débiles que vienen a la iglesia. Cuando nos encontramos con alguien que tiene un punto de vista más estrecho hay tres actitudes que debemos evitar:
(i) Debemos evitar la irritación. El ponernos negros con estas personas no conduce a ninguna parte. Por muy en desacuerdo que estemos con ellas, debemos tratar de comprender y respetar su punto de vista.
(ii) Debemos evitar poner en ridículo. A todo el mundo le hiere que se rían de algo que considera que tiene valor. No es ningún » pecadillo insignificante» el burlarse de la fe de otro. Tal vez nos parezcan prejuicios más que creencias; pero nadie tiene derecho a reírse de lo que otro considera sagrado. Además, la risa no hará que el otro salga de su estrechez, sino le hará encerrarse más dentro de su concha y volverse más rígido.
(iii) Debemos evitar el desprecio. Está muy mal considerar al más estrecho como un estúpido anticuado y despreciar sus puntos de vista. El punto de vista de una persona es cosa suya, y hay que tratarla con respeto. No podremos nunca atraer a otro a nuestra posición si no le mostramos un respeto genuino a la suya. De todas las actitudes que podamos adoptar con los demás, la más incompatible con la fe de Cristo es el desprecio.
Antes de concluir con este versículo tenemos que advertir que hay otra traducción perfectamente posible: «Haced que se sienta bienvenido entre vosotros el que es débil en la fe, pero no le metáis en seguida en discusiones sobre cosas que sólo pueden suscitar dudas.» Hay cristianos cuya fe es tan fuerte que no hay cuestiones ni debates que la puedan hacer vacilar; pero hay otros que tienen una fe sencilla que se puede inquietar innecesariamente con discusiones intelectuales. En las dos actitudes puede haber nobleza o extremismos perjudiciales; porque a veces, «el fuerte» cae en el orgullo de considerarse superior y despreciar al «débil» por su ignorancia o escrúpulos; o «el débil» igualmente, dándoselas de verdaderamente creyente y piadoso, critica al «fuerte» por su intelectualismo mundano y su libertinaje.
Puede que en nuestro tiempo guste más de la cuenta discutir por discutir. Es pernicioso dar la impresión de que el Cristianismo consiste en una serie de cuestiones en discusión. «Hemos descubierto -dice G. K. Chesterton- todas las preguntas que se pueden plantear. Ya es hora de que dejemos de buscar preguntas, y nos apliquemos a buscar respuestas.» «Dime algo de tus certezas decía Goethe-, que yo ya tengo bastantes dudas.» Hay una buena regla que se debería tener en cuenta en cualquier discusión: aunque sea una discusión desconcertante, y aunque haya sido sobre cuestiones que no tienen una
solución clara, siempre se debe concluir con una afirmación. Puede que muchas preguntas queden sin contestación, pero debe haber alguna certeza que permanezca.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 14
II. «DéBILES» Y «FUERTES» EN UNA MISMA IGLESIA (14,1-15,13)
1. ¡NO JUZGUéIS! (Rm/14/01-12)
1 Acoged benignamente al que es débil en la fe, sin criticar opiniones. 2 Hay quien cree que puede comer de todo; mientras que el débil solamente come verduras. 3 El que come de todo, no trate con desdén al que se abstiene de algo; y el que se abstiene de algo, no condene al que come de todo, ya que Dios lo acogió. 4 ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Si está de pie o caído, eso es cosa de su propio señor. Pero ya se mantendrá en pie; que el Señor tiene poder para mantenerlo así.
En la comunidad cristiana de Roma había tensiones entre diversos grupos. Si en las partes precedentes de la carta ha quedado perfectamente clara la existencia de judeo-cristianos y de cristianos procedentes del gentilismo en la misma comunidad, ahora habla Pablo de los «débiles» y de los «fuertes» que se oponen entre sí. No cabe duda que tal designación parte de la postura de los llamados «fuertes», los cuales en determinadas cuestiones adoptan un punto de vista liberal. Entienden su libertad, la que Jesucristo les ha confirmado, como un derecho pleno que procuran realizar en su conducta a plena luz y hasta en oposición con la mentalidad de otros cristianos. La unidad de la Iglesia corría peligro, por cuanto que unos intentaban imponer su libertad de forma ostentosa, mientras que otros emitían contra ellos un juicio condenatorio aferrándose firmemente a sus tradiciones.
En la práctica se trataba de si, como cristianos se podía «comer de todo», sin indagar por ejemplo si eran viandas o bebidas que hubiesen sido ofrecidas en sacrificio o libación de los cultos paganos. Esta debió de ser, sin duda, la razón de la conducta reservada de ciertos cristianos en los banquetes comunitarios45. A fin de no hacerse culpables por descuido, tales cristianos evitaban el consumo de carnes no comiendo más que «verduras» (v. 2). Sin discutir en modo alguno la libertad cristiana, Pablo empieza por exhortar a los «fuertes» a que no sean orgullosos. Inmediatamente advierte a quienes se someten a tales limitaciones para que no juzguen a los de mentalidad liberal y a que no los condenen como impíos. De cara a los «débiles», Pablo agrega que Dios «acogió» como suyo a aquel a quien ellos están dispuestos a condenar con argumentos morales y teológicos. Juzgar es cosa que compete a Dios. El «débil» irrumpirá en la función judicial divina, lo que para Pablo resulta arriesgado por el mero hecho de que corresponde a Dios el poder de levantar al «criado», incluso aunque éste haya caído.
……………
46. En 1Co 8:1-13 y 10,14 33 se supone una situación parecida. En la comunidad de Corinto había cristianos entusiastas que confiaban más de lo debido en su «conocimiento». Por el hecho de proclamar de forma ruidosa y provocante su «todo está permitido» (10,23), posponían el amor y la consideración debidos a los «débiles» (8,7.9-l2). Al escribir Rom 14, Pablo tenía probablemente ante los ojos las experiencias vividas en la comunidad de Corinto.
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5 Hay quien da más importancia a un día que a otro; en tanto que otro estima que todos los días son iguales. Que, en su juicio personal, cada uno tenga plena convicción. 6 El que siente interés por tal día, lo hace para el Señor; y el que come de todo, lo hace para el Señor, pues da gracias a Dios; y el que se abstiene de algo, lo hace para el Señor, y también da gracias a Dios. 7 En efecto, ninguno de nosotros vive para sí mismo, y ninguno muere para sí mismo. 8 Pues, si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Tanto, pues, si vivimos como si morimos, pertenecemos al Señor. 9 Porque para esto Cristo murió y retornó a la vida, para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos.
Además de los problemas de la comida, había otros puntos en los que se ponían de manifiesto las diferencias entre los dos grupos. El grupo de los «débiles» observaba determinados días, como podrían ser los correspondientes al sábado y a los días de ayuno, de acuerdo con la ley judía. Pero Pablo no dice taxativamente que se trate de un uso judío y ni siquiera que fueran judeo-cristianos quienes establecían tales diferencias. Diversos indicios parecen justificar esta opinión (cf. especialmente 15,8s). Hay que pensar sobre todo que unas tendencias de inspiración pagana difícilmente habrían merecido de Pablo tanta atención como los usos judíos, por cuanto en el fondo no ponían en peligro la libertad cristiana.
Pablo exige de ambos grupos la mutua tolerancia. Sólo que «en su juicio personal, cada uno tenga plena convicción»; así también será posible la mutua armonía. La convicción de cada uno es una convicción de fe, en cuanto que todo acontece «para el Señor». Para Pablo el argumento decisivo está en que cada uno da gracias a Dios con su conducta. Con tal que todos mantengan orientada hacia el Señor su existencia y la desarrollen siempre en ese sentido, la unidad de la Iglesia estará asegurada. La muerte y resurrección de Cristo alcanzarán su objetivo si él es el Señor de su comunidad. Como tal quiere Jesús ser reconocido por todos, por los «débiles» y por los «fuertes».
Los versículos 7-9 presentan una conexión especial dentro de la sección, tanto por la forma de himno que presentan como por el emparejamiento de la vida y la muerte. La forma «nosotros», empleada aquí por primera vez, da a estos versículos un carácter de profesión de fe. Evidentemente Pablo ha adoptado aquí un texto litúrgico, para expresar así el destino hacia Cristo que comprende a todos los miembros de la comunidad.
10 Pero tú, ¿por qué te eriges en juez de tu hermano? O también tú, ¿por qué menosprecias a tu hermano? ¡Todos compareceremos ante el tribunal de Dios! 11 Porque escrito está: «¡Vivo yo! -dice el Señor-: ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua dará gloria a Dios» (Isa 45:23). 12 Por consiguiente, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios.
Pablo alude a la pregunta retórica del v. 4. Puesto que todos se encuentran por igual bajo el mismo Señor, el juicio entre hermanos es imposible de raíz. Los cristianos deben comportarse siempre como hermanos unos de otros. Todo juicio queda reservado a Dios, ante cuyo tribunal hemos de comparecer alguna vez. Esta referencia al juicio futuro la subraya Pablo con una cita de Isa 45:23.
2. ¡NO DEIS ESCÁNDALO A NADIE! (Rm/14/13-23)
13 Por lo tanto, no nos constituyamos ya más en jueces unos de otros; al contrario, esto es más bien lo que habéis de juzgar: no poner a vuestro hermano tropiezo o motivo de caída. 14 Sé y estoy plenamente persuadido en el Señor Jesús de que nada es, de suyo, impuro. Pero si uno considera que una cosa es impura, es impura para él. 15 Y si por tomar tú tal clase de alimento, tu hermano se contrista, ya no procedes en conformidad con el amor. Deja de causar, por tu comida, la ruina de aquel por quien Cristo murió. 16 Que no sirva, por lo tanto, de maledicencia vuestro bien. 17 Que el reino de Dios no consiste en tal clase de comida o de bebida, sino en justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. 18 Quien sirve a Cristo de este modo, es agradable a Dios y recibe aprobación de los hombres.
La presente exhortación se dirige de modo especial a los «fuertes». Los cristianos no deben escandalizarse unos a otros. Deben más bien pensar que el otro se siente ligado por su conciencia. Aunque con pleno derecho cristiano puede decirse que «nada es, de suyo, impuro», y que por lo mismo las distinciones cúlticas entre lo puro y lo impuro han sido eliminadas por Cristo, ello no debe convertirse en escándalo para el hermano que, pese a todo, y en razón de sus ideas tradicionales, tiene algunas cosas por impuras. El «fuerte» no debe exhibir su fortaleza contra los «débiles». Pues, con ello sacrificaría el amor. No puede esperar sin más que con el hecho de provocarle el otro vaya a alcanzar un mejor conocimiento. La última razón que aduce el Apóstol es la entrega que Jesús hizo de su vida: Cristo ha muerto por todos, incluso por quienes son de conciencia estrecha. De ahí que, por razón de Cristo, no les esté permitido a los «fuertes» apartar con su conducta a los «débiles» de la obra salvadora de Jesús. El «fuerte» debe evitar todo aquello que «contrista» al hermano.
En el fondo se trata de solucionar el problema que Pablo se plantea, no de un tema central del Evangelio. Así lo da a entender con bastante claridad: el reino de Dios es algo bien distinto como para poder alcanzarlo por el camino de tales discrepancias de opinión acerca de la licitud de los manjares y bebidas. Pese a lo cual, esta cuestión práctica en la vida de una comunidad tiene su importancia de cara a la causa auténtica del cristianismo. El «reino de Dios» no es una realidad alejada del mundo y puramente transcendente por encima de nuestra existencia. El «reino de Dios» ha irrumpido ya ahora y está en marcha como «justicia, paz y gozo». Se manifiesta sobre todo como una realidad ya presente en el testimonio comunitario de fe y de amor.
Con lo dicho se comprende también la severidad con que Jesús se pronunció contra quienes dan escándalo47. La pretendida superioridad farisaica del ilustrado constituye un impedimento para la causa de Jesús, que consiste precisamente en la acogida amorosa de los débiles y de los pequeños.
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41. Cf. Mar 9:42; Mat 18:6; Lc 17,1s. La palabra amenazadora de Jesús contra los provocadores del escándalo requiere tal vez una situación parecida a la que supone la amonestación de Pablo en Rom 14:13b, a saber, ciertas tensiones en el seno de la comunidad de Jesús. Por ello, no parece que debamos excluir el que tanto la palabra de Jesús que nos han conservado los evangelios sinópticos como la amonestación paulina coincidan desde el punto de vista de la historia de la tradición.
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19 Por consiguiente, vayamos tras lo concerniente a la paz y tras lo que respecta al mutuo desarrollo común. 20 No destruyas, por cuestión de una clase de comida, la obra de Dios. Todo es puro, desde luego; pero resulta malo para quien, al comerlo, es con ello causa de tropiezo. 21 Bueno es no comer carne ni beber vino ni hacer nada en que pueda tropezar tu hermano. 22 La convicción de fe que tú tienes, tenla para ti delante de Dios. Dichoso aquel que no se siente culpable en las resoluciones que toma. 23 Pero el que, permaneciendo en sus dudas, come de algo, ya se ha hecho culpable, porque no actúa con convicción de fe. Pues todo cuanto se hace sin convicción de fe, es pecado.
El Apóstol vuelve a hablar de modo particular sobre los «fuertes» de la comunidad. Su conducta tiene que contribuir a la edificación de la comunidad y no a su propia satisfacción. En el v. 20 repite Pablo la idea del versículo 15. Norma de conducta es la salvación del hermano. En el caso extremo el miramiento tiene que llegar incluso a renunciar por completo al consumo de carne y de vino, con tal de evitar el escándalo. El «fuerte» renuncia con ello al ejercicio de su libertad, aunque no a la libertad misma. La libertad es un bien inalienable, que se alcanza y conserva con la fe en Jesús.
El presente pasaje demuestra claramente que, en su predicación, Pablo no pasa por alto la salvación del individuo. El tema central de su predicación es la «nueva creación» en Cristo como salvación escatológica para todos los hombres. En el presente hay que hacer siempre todo aquello que puede sostener y llevar a su objetivo la salvación que ha abierto camino en los creyentes. Y eso es precisamente lo que el «fuerte» debe tener en cuenta, el fuerte que no se preocupa por la salvaguarda de la salvación individual, sino que -tal vez como el Apóstol- entiende la acción salvadora de Jesús como un acontecimiento universal que penetra y transforma el mundo. Son precisamente estos contenidos universales del Evangelio los que hay que defender de acuerdo con su importancia. Pero se daña a la causa del Evangelio cuando negligentemente hacemos de las convicciones subjetivas contenidos objetivos del Evangelio. Lo que el cristiano reconoce y entiende por la fe, tiene que volver a confrontarlo una y otra vez con el centro del Evangelio.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
Rom 15:7; 1Co 8:7-13; 1Co 10:23-33.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— a los… fe poco formada: Lit. a los débiles en la fe (en oposición a los de fe bien formada o a los fuertes en la fe Deu 15:1). Con esta terminología, parecida a la utilizada en 1Co 8:7-13, Pablo se está refiriendo a cristianos que no han sacado todavía todas las consecuencias de su adhesión al mensaje evangélico.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Reprensión de actitudes de juicio. Pablo reprende tanto a los fuertes como a los débiles por su actitud de juzgar (1-3), recordándoles que no tienen derecho de juzgar a aquellos a quienes Dios ha aceptado (4-12).
La persona que se describe en este contexto, débil en la fe (1, 2), no necesariamente es inmadura o carente de fe en Cristo en un sentido absoluto. En cambio, es alguien que no cree que su fe cristiana le permita participar de ciertas prácticas específicas; alguien excesivamente escrupuloso o “delicado”. No obstante, decir que es “débil” es en cierta forma peyorativo, y es obvio que éste ha de haber sido el calificativo que este grupo recibía de parte de los fuertes. Unido al hecho de que Pablo se dirige inicialmente a los “fuertes”, esto sugiere que los “fuertes” son el grupo mayoritario, y el que Pablo tiene más en mente mientras escribe (cf. también 15:1). Estos creyentes están convencidos de que su fe les permite comer de todo, mientras que el que es débil en la fe come sólo verduras (2). Como lo indica el v. 6, los débiles evitaban comer carne, pro bablemente debido a que, como cristianos judíos, temían que hubiera estado en contacto con la idolatría. Ambos grupos deben dejar de criticar al otro, reconociendo que todos son consiervos del mismo maestro, quien es el único que tiene derecho a juzgarlos (4). “Para su propio señor” (to idio kurio es probablemente un dativo de referencia), o sea, el Señor, es que cada creyente está en pie o cae, es decir, persevera en la fe, o falla (cf. 11:20, 22). Y Pablo está convencido de que aquellos a quienes Dios ha aceptado (3) perseverarán, porque el Señor mismo es quien los afirma (4).
Otro tema que dividía a los débiles de los fuertes era la observancia de ciertas festividades religiosas especiales (5). Debido a su trasfondo judío, los débiles aparentemente continuaban observando los días de fiesta judíos, incluyendo, probablemente, el sábado. Los fuertes, por otra parte, no veían fundamento alguno para tratar a un día en forma diferente de otro. Para Pablo éste es, obviamente, otro te ma de “opiniones” (1) y, por lo tanto, aconseja la tolerancia. Cada creyente debe decidir por sí mismo sobre estos temas de opiniones y, ya sea que decida participar o abstenerse, todo debe hacerlo para el Señor (to kurio es un dativo de ventaja; cf. también vv. 7, 8) y con acción de gracias a Dios (6). Porque, como Pablo les recuerda a ambos grupos, los cristianos no son autónomos: su libertad debe ser concretada en términos de servicio al Señor que ha muerto y vuelto a la vida por ellos (7-9). Dios -no los demás cristianos- es aquel ante quien todos los creyentes en Cristo somos responsables, y ante quien tendremos que responder por nuestro comporta miento. Por lo tanto, es erróneo juzgar a los otros creyentes cuyas prácticas en temas de opiniones pueden diferir de las nuestras (10-12).
Nota. 11 Pablo también cita Isa. 45:23 en Fil. 2:10, 11. No obstante, allí es ante el Señor Jesús que se dobla toda rodilla, mientras que aquí el “Señor” ante quien nos arrodillamos es probablemente Dios.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
14.1 ¿Quién es débil y quién es fuerte en la fe? Todos somos débiles en algunos puntos y fuertes en otros. Nuestra fe es sólida en un asunto si podemos sobrevivir al contacto con el pecado sin caer en él. Es débil si es necesario evitar ciertas actividades o lugares a fin de proteger nuestra vida espiritual. Es importante que nos autoanalicemos a fin de descubrir dónde somos débiles y dónde fuertes. Siempre que dudemos debemos preguntarnos: «¿Puedo hacerlo sin caer en pecado? ¿Puedo influir en otros para bien, antes que ellos influyan en mí para mal?»En puntos fuertes, no debemos temer que el mundo nos afecte. Más bien debemos ir y servir a Dios. En los débiles, sin embargo, necesitamos actuar con cuidado. Si tenemos una fe sólida y la escondemos, no cumplimos con la obra de Cristo en el mundo. Si tenemos una fe débil y la mostramos, somos demasiado tontos.14.1 Este versículo da por sentado que habrá diferencias de opinión en la iglesia (asuntos discutibles). Pablo dice que no debemos contender sobre cosas que son cuestiones de opinión. Las diferencias no deben temerse ni evitarse, sino aceptarse y tratarse con amor. No espere que todos, ni aun en la mejor iglesia, estén de acuerdo en cada asunto. Al exponer nuestras ideas podemos llegar a una comprensión más amplia de lo que la Biblia enseña. Acepte, escuche y respete a los demás. Las diferencias de opinión no deben causar división. Pueden llegar a ser una fuente de aprendizaje y enriquecimiento en nuestras relaciones.14.1ss ¿Qué es un débil en la fe? Pablo se refiere a la fe inmadura, la que no ha desarrollado aún músculos que le permitan ponerse en pie en contra de las presiones externas. Por ejemplo, si una persona que adoraba ídolos acepta a Cristo, entenderá a la perfección que el Señor la ha salvado mediante la fe y que los ídolos no tienen poder. Sin embargo, debido a sus relaciones pasadas, quizás le moleste comer carne utilizada en la adoración a los ídolos como parte de un ritual pagano. Si una persona que antes adoraba a Dios en los días solemnes requeridos de los judíos se convierte, sabe muy bien que Cristo la salvó mediante la fe, no por guardar la Ley. A pesar de todo, cuando llegan los días festivos quizás se sienta vacía e infiel si no los dedica a Dios.Pablo responde con amor a los hermanos débiles. Actúan de acuerdo a sus conciencias, pero sus escrúpulos sinceros no deben convertirse en reglas para la iglesia. Sin duda, algunos asuntos son básicos a la fe y por ellos vale la pena luchar, pero muchos se basan en opiniones individuales y no debieran legalizarse. Alguien ha dicho que un principio general en estos asuntos es este: «En lo esencial, unidad; en lo que no es esencial, libertad; en todo, amor».14.2 «Comer de todo» quizás se refiera a no tener restricciones dietéticas o tal vez a comer carne ofrecida a los ídolos, mientras que el débil en la fe solo come vegetales y se niega a comer carne sacrificada a los ídolos. Pero, ¿cómo los cristianos pueden terminar comiendo carne ofrecida a los ídolos? El sistema antiguo de sacrificio era el centro de la vida religiosa, social y nacional del mundo romano. Después que se presentaba el sacrificio a un dios en un templo pagano, solo se quemaba una parte de él. Lo que quedaba, a menudo, se enviaba al mercado para la venta. Para los cristianos pudo haber sido muy fácil, aun a sabiendas, comprar dicha carne en el mercado o comerla en la casa de algún amigo. ¿Debiera el cristiano preguntar acerca del origen de esta carne? Algunos pensaron que no había nada malo en comer carne ofrecida a los ídolos, ya que estos no eran dioses verdaderos. Otros con cuidado averiguaban el origen de la carne o simplemente no la usaban, para evitar una conciencia de culpa. El problema era serio sobre todo para los cristianos que alguna vez adoraron ídolos. Para ellos, el recuerdo firme de sus días paganos pudo haber debilitado su nueva fe. Pablo también menciona este tema en 1 Corintios 8.14.10-12 Cada persona es responsable ante Cristo, no ante otros. Aunque la iglesia no debe transigir en cuanto a las actividades expresamente prohibidas por las Escrituras (adulterio, homosexualidad, homicidio, hurto), tampoco debe crear reglas adicionales ni regulaciones que se consideren al mismo nivel que la Ley de Dios. Muchas veces los cristianos basan sus juicios morales en opiniones, aversiones personales y prejuicios culturales antes que en la Palabra de Dios. Cuando hacen esto, muestran la debilidad de su fe. Piensan que Dios no tiene suficiente poder para guiar a sus hijos. Cuando estemos ante la corte de justicia de Dios (el tribunal de Cristo), no tendremos que preocuparnos de lo que nuestro vecino cristiano haya hecho (véase 2Co 5:10).14.13 Tanto el fuerte como el débil pueden causar tropiezo en los hermanos. El cristiano fuerte pero insensible puede alardear de su libertad y a propósito molestar la conciencia de otro. El cristiano escrupuloso pero débil puede tratar de imponer a los demás normas y regulaciones piadosas, y causar disensión. Pablo quiere que sus lectores no solo sean fuertes en la fe, sino también sensibles a las necesidades de otros. Al ser fuertes en algunos puntos y débiles en otros, necesitamos constantemente evaluar los efectos de nuestra conducta en los demás.14.13ss Algunos cristianos sacan a relucir a un invisible hermano débil para apoyar sus opiniones, prejuicios o normas. «Debes vivir de acuerdo a estas normas», dicen, «o vas ofender al hermano débil». Muchas veces la persona que se puede ofender es precisamente la que así habla. Aunque Pablo nos urge a tener en cuenta a los débiles en todo lo que hacemos, no debemos sacrificar nuestra libertad en Cristo solo para satisfacer los motivos egocéntricos de quienes tratan de imponernos su opinión. No los tema ni los critique, sino siga fielmente a Cristo.14.14 En el concilio de Jerusalén (Hechos 15) la iglesia judía en Jerusalén pidió a la iglesia gentil en Antioquía que no comiera carne sacrificada a los ídolos. Pablo asistió al concilio de Jerusalén y aceptó esta petición no porque pensara que esta práctica fuera en sí mala, sino porque podía afectar seriamente a muchos judíos creyentes. Pablo consideró que el asunto no tenía tanta importancia como para dividir la iglesia. Su deseo era promover la unidad.14.20, 21 El pecado no es solo un asunto privado. Todo lo que hacemos afecta a otros y a menudo debemos pensar en esto. Dios nos ha creado como seres interdependientes, no independientes. Los que somos fuertes en la fe, sin orgullo ni altivez, debemos tratar a otros con amor, paciencia y dominio propio.14.23 Como es lógico, procuramos huir de hacer cosas que las Escrituras prohíben, pero algunas veces la Biblia no dicen nada. Será necesario seguir nuestra conciencia. «Todo lo que no proviene de fe, es pecado» significa que ir en contra de una convicción dejará a una persona con conciencia de culpa o intranquila. Cuando Dios nos muestra que algo es malo para nosotros, debemos evitarlo. Sin embargo, no debemos despreciar a otros cristianos que hacen uso de su libertad en esos aspectos.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 838 Rom 15:1; 1Co 8:11; 1Ts 5:14
b 839 1Co 8:7
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
débil en la fe. Esto se refiere al creyente con falta de madurez para aceptar que la fe en Cristo y su unión con El le dan la libertad de hacer ciertas cosas que son moralmente neutrales, pero que las evita por motivos de conciencia (vers. 22, 23).
no para juzgar. Para mantener la unidad de la iglesia Pablo instruye a los creyentes a no juzgarse unos a otros por diferencias de opiniones (15:5, 6). La palabra juzgar se usa siete veces en los vers. 1– 13. Los hermanos más débiles deben ser aceptados por los que tienen más madurez (o, son fuertes, 15:1), sin criticarles sus puntos de vista. Pero tampoco los más débiles en la fe deben condenar a los que ejercen su libertad en Cristo (vers. 3; cp. 1 Co 8:1– 13).
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) Este capítulo puede considerarse un suplemento de la constitución para la vida de la iglesia. Al presentar cada artículo, el corazón del autor era tolerante, su actitud, amplia, y su manera de ver las cosas, noble. Para practicar la vida de la iglesia que él instituyó en el cap.12, debemos seguir estrictamente el suplemento presentado en este capítulo. Muchos santos que aman al Señor y procuran vivir la vida de la iglesia han fracasado porque han descuidado este asunto o se han equivocado al respecto.
1 (2) Para practicar la vida del Cuerpo revelada en el cap.12, debemos aprender las lecciones prácticas en cuanto a recibir a los creyentes, como se revela particularmente en 14:1 15:13, para que la vida de la iglesia sea todo-inclusiva, es decir, capaz de incluir toda clase de cristianos genuinos. Recibirlos de esta manera requiere la transformación mencionada en el cap.12; si seguimos siendo hombres naturales, no podremos recibir a las personas cuyos criterios sean diferentes a los nuestros en cuanto a la doctrina o a la práctica.
1 (3) Es decir, consideraciones doctrinales. Debemos aprender a no juzgar los conceptos doctrinales de otros. Sin embargo, no podemos tolerar la adoración de ídolos ( 1Jn_5:21 ; 1Co_8:4-7), la fornicación, la avaricia, la maledicencia y otros pecados serios ( 1Co_5:9-11 ; 6:9-10), la división (16:17; Tit_3:10), y el negar la encarnación de Cristo ( 2Jn_1:7-11). No debemos excluir ningún cristiano genuino que tenga la fe fundamental del Nuevo Testamento, aun cuando no piense como nosotros con respecto a la doctrina; más bien, debemos recibirlo en el Señor, quien es Señor, suyo y nuestro.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
débil en la fe. I.e., uno que no tiene aún pleno conocimiento de cómo vivir como cristiano. En este caso, se trata de uno que sólo come legumbres (v. Rom 14:2), y no carne.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
122 (B) Los fuertes están obligados a la caridad con los débiles (14,1-15,13). La segunda parte de la sección parenética se ocupa de manera inmediata de cuestiones menores tales como el consumo de carne y la observancia de los días santos. Pero más fundamentalmente trata el viejísimo problema de la relación entre la conciencia escrupulosa y la bien informada, o entre la conservadora y la progresista. Pablo parece haber oído algo acerca de la Iglesia romana, y en esta parte de Rom aborda un problema local (-6 supra). Sin embargo, lo trata sólo en términos genéricos, probablemente debido a que no conoce a fondo esta Iglesia. Aunque dicho problema en sí mismo carece de importancia, brinda a Pablo la oportunidad de formular principios prudentes basados en la convicción (14,1.22.23), el amor (14,15), el ejemplo de Cristo (14,9.15; 15,3.7-8) y la lealtad del cristiano a él (15,13). El análisis de Pablo termina con un llamamiento a la unidad basado en ideas importantes de la sección doctrinal.
1. acoged al que es débil en la convicción: Pablo probablemente ha oído hablar de judeocristianos escrupulosos cuyos juicios se basan en una fe insuficientemente informada. Tales personas no han captado realmente lo que significa la rectitud por la fe, y han procurado, por el contrario, encontrar seguridad mediante usos añadidos. Sin embargo, incluso esas personas pertenecen a la comunidad cristiana. Sobre pistis, «convicción», véase el comentario a 14,23. sin debatir cuestiones menores: Lit., «no con el fin de discutir acerca de opiniones». Se debe acoger a la persona «débil» como la acogería Dios; no debe ser sometido a disputas ociosas, puesto que dichas disputas socavan la confianza en todas partes. 2. verduras: El primer ejemplo de Pablo atañe a un tabú alimentario. Mientras que los «fuertes» comen alimentos de todas clases, los «débiles» comen sólo verduras, quizás debido a su trasfondo precristiano (cf. Dn 1; Jdt 8,6). Una vez que se ve que tal cuestión no está relacionada con los puntos esenciales de la fe cristiana, queda clara la obligación de la caridad mutua. Cada uno debe aceptar al otro como Dios lo haría. 4. criticar al siervo de otro: Se hace una advertencia al cristiano «débil»: la persona a la que uno tal vez considere laxa es en realidad miembro de la casa de Dios. Sólo Dios, en calidad de amo de esa persona, juzgará su fracaso o su éxito. De Dios proceden, tanto la aceptación del débil, como la situación del fuerte.
123 5. distingue un día de otro: Otro ejemplo de escrupulosidad tiene que ver con la celebración de los días santos o días de ayuno (véanse Zac 7,5; 8,19). Los cristianos primitivos ayunaban los miércoles y los viernes (Did 8,1; Herm[s] 5.3.7). En cualquier caso, los cristianos «débiles» de Roma seguían distinguiendo tales días de los días ordinarios, mientras que los cristianos «fuertes» no se preocupaban por ellos. No hay mal alguno en mantener diferentes convicciones acerca de tales asuntos, y Pablo excluye tajantemente las disputas o los juicios críticos acerca de ellos. 6. por el Señor: Lo que importa en todo esto es la motivación, se observen o no los días, siempre y cuando de ese modo se sirva al Señor. Obligación de un miembro de la casa del Señor es servir a su Señor. 7. ninguno de nosotros vive para sí mismo: El acto liberador de Cristo, que libertó a los seres humanos del cautiverio respecto a la ley, el pecado y la muerte (8,2), permitió a aquéllos vivir para Dios (6,10-11; Gál 2,19). Esto supone servir a Dios en todas las cosas, y ésta es la base de la vida en la sociedad cristiana. 8. somos del Señor: Los cristianos pertenecen a Cristo resucitado como Kyrios y deben reconocer su relación con él (véanse 1 Cor 6,20; 7,23; 8,6). 9. Señor de muertos y vivos: Pablo formula la finalidad de la pasión, muerte y exaltación de Cristo subrayando la soberanía de éste sobre muertos y vivos, que pasaron a ser suyos a raíz de la resurrección. Es un dominio universal propio del Kyrios de todo (cf. 1 Tes 5,10; Flp 2,11). El cristiano, que tiene parte en esa redención mediante la fe y el bautismo, compartirá finalmente la gloria del Señor resucitado (2 Cor 5,14-15). 10. juzgas: El cristiano no debe juzgar a los demás cristianos, sean débiles o fuertes, todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios: Se introduce otro argumento que se hace eco del sentir de 14,4. 11. Se apoya con una combinación de citas del AT, tomadas de Is 49,18 y 45,23 (LXX). Esta última se usó en Flp 2,10-11 de manera muy cercana al significado del original, pues Pablo confiesa a Cristo como Kyrios. Pero en este caso el vb. exomologésetai se toma en el sentido de «admitir», «confesar» ante Dios como juez lo que uno ha hecho: doblar la rodilla y confesar los pecados es lo que los cristianos hacen ante Dios. Así las cosas, ninguno de ellos debe atreverse a juzgar a los demás.
124 14,13-15,6. Llegamos a la parte principal de la exhortación de Pablo, dirigida a los «fuertes». Los principios enunciados, sin embargo, son genéricos y se pueden aplicar a todos. 14. nada es de suyo impuro: Este versículo es algo parentético y expone un principio que sigue vigente en el resto de la discusión. Tal principio se puede relacionar con el de 14,6. Tal vez se haga eco del dicho de Jesús (Mt 15,11) acerca de la distinción farisaica entre cosas «puras» e «impuras» («que contaminan» o «que no contaminan») (cf. Lv 17,15; Str-B 1. 718). De suyo, la realidad creada no es ni una cosa ni otra, pero la valoración que de ella hace la persona se convierte en la guía de sus actos. 15. tu conducta ya no está regida por el amor: Este versículo retoma la idea de 14,13, pero en este momento Pablo introduce la principal consideración, la caridad o el amor. Aunque para los fuertes ningún alimento es impuro, el interés por el «hermano» (= otro cristiano) hará que los fuertes tengan en cuenta los aspectos sociales de su opinión y sus actos. no destruyas con tu comida a uno por quien murió Cristo: El «hermano» débil, que sigue los dictados de su conciencia, tal vez se apene al ver a cristianos que aceptan ciertas clases de alimentos. Los fuertes, al alardear ante los débiles de sus conciencias bien informadas o emancipadas, no están dando muestras de caridad. Pablo invita a los cristianos a renunciar a su legítima pretensión de libertad por el bien del que es débil (véase 14,20). 16. no dejéis que vuestro privilegio sea criticado como malo: Lit., «no dejéis que vuestro bien sea calificado de malo». El «bien» es la libertad cristiana, que Pablo reconoce plenamente, aunque se niega a permitir su afirmación a costa del sufrimiento de otro. Podría perder su preciada cualidad y quedar desacreditada.
125 17. rectitud, paz y gozo en el Espíritu Santo: La esencia del reino no consiste en la libertad respecto a cosas tales como las reglas alimentarias, sino en la libertad del cristiano para reaccionar ante las mociones del Espíritu que habita en él. Tres cualidades -dos de las cuales se hacen eco de ideas clave de la sección doctrinal de Rom, rectitud (caps. 1-4) y paz (5,1; 8,6) proceden de las mociones del Espíritu y son los requisitos de la conducta cristiana en el reino. En Gál 5,13 Pablo aconseja a los cristianos que sean esclavos unos de otros con amor debido a su recién hallada libertad cristiana (véanse 1 Cor 8,1; 10,23). 20. por un alimento: Pablo repite en sustancia el v. 15b. Más importante que el derecho a comer o a celebrar es la obligación del cristiano de no destruir la «obra de Dios» haciendo que un hermano débil tropiece. Dentro del contexto, la «obra de Dios» probablemente hace referencia al hermano débil, pero también puede referirse a la unidad de la comunidad cristiana, que podría quedar deshecha por una insistencia en exageradas reivindicaciones de libertad carentes de respeto por los demás (cf. 1 Cor 3,9). 21. Véase 1 Cor 8,13. 22. mantén la convicción que tienes entre tú y Dios: La clara percepción y la convicción que el cristiano «fuerte» tiene de la bondad moral de una determinada obra debe guiarle cuando quiera que examine su conducta ante Dios. Esta es la norma cuando un acto se considera entre uno mismo y Dios. Pero las consideraciones sociales pueden obligarle a modificar su conducta ante los demás, quien no tiene razones para condenarse por lo que aprueba: Se pronuncia una bienaventuranza sobre quien no tiene cargos de conciencia por una decisión práctica, la de comer o no comer. 23. todo lo que no procede de la convicción es pecado: Lit., «todo lo que no es de convicción». En este caso, pistis tiene el mismo valor que en los vv. 1.22. Pese a E. Kasemann (Romans 379), no denota la fe que justifica. Se debe entender más bien como «convicción» (con O. Bardenhewer, E. Best, Cranfield, Lietzmann, Sanday-Headlam). Además, «todo» se ha de entender en sentido restringido, referido a los ejemplos mencionados por Pablo en este párrafo. La pistis es, pues, la perspectiva que en esos casos permite al cristiano juzgar ante Dios los actos. Cualquier cosa que se haga en contra de la convicción de la propia conciencia será pecaminosa (- 9 supra).
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
opiniones… Lit. juicios de razonamientos.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
M44 Τῇ πίστει probablemente se use en un sentido locativo metafórico: débil en la fe.
T22 Τὸν ἀσθενοῦντα es un singular genérico (que representa una clase total).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit. no para juicios de razonamientos.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
[4] La palabra “comer” es usada seis veces en estos versículos. El asunto es obviamente comida. Algunos comen carne, algunos no y lo mismo pasa con las legumbres. Algunos comen carne en jueves, algunos comen carne sólo los lunes. Algunos ayunan todas las mañanas, algunos ayunan sólo una mañana a la semana. No debemos hacer problemas de cosas que YHWH dice que son áreas grises, tales como qué días ayunamos, o comer ciertos alimentos limpios. En el caso de un área gris, no critiques un nuevo hermano, o uno débil, en las maneras de Israel. Esto se aplica sólo a áreas grises que permanecen sin tratarlas en detalle en la Escritura. Así que el versículo no habla del Shabát de ninguna manera, o de “escoge tu propio Shabát,” o tu día favorito para tu propia adoración, simplemente porque primero el asunto es hábitos de comer, y segundo porque el Shabát no es un área gris. El Espíritu nunca diría al ser humano que escogiera su propio día en directa violación de Su palabra.
[5] De nuevo los asuntos de áreas grises que no son negros, o blancos no pueden ser juzgados en ser limpios, o sucios, mientras que romper el Shabát y comer cerdo pueden ciertamente serlo.
[1] Como puede verse, el capítulo entero no se sale de este tema y de nuevo no tiene nada que ver con el Shabát, o crear tus propias fiestas.
[2] Las selecciones del hombre no importan. Es lo qué el Espíritu dice sobre nuestras selecciones de alimentos y bebidas, lo qué recibimos con gozo.
[3] Tanto la carne y las legumbres que menciona la Torah.
[4] Significa que cuando estando sólo, en sus selecciones de alimentación y tales cosas, no haga nada contra la Torah, para que no termine condenándose a sí mismo con su propio comportamiento sucio.
[5] Es decir que mejor tomamos nuestros valores Israelitas de una total confianza en la Torah y fe de el Moshiach, y no de hombre o emociones de hombre, o dogmas.
[11] Is 45, 24.[22] De que ya no obligan las observancias de la ley antigua.
* Esto no guarda relación alguna con el tema del vegetarianismo o la dieta, sino con la comida ofrecida a ídolos. (Tal como también sucede en 1Co 8:1-13).
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat
Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento