Comentario de Romanos 16:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Os recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia que está en Cencrea,
RESUMEN: En este capítulo final Pablo y algunos compañeros saludan a hermanos conocidos en Roma y a la iglesia en general (versículos 1-16, 21-23). Luego Pablo inserta un párrafo sobre la disciplina de hermanos divisores e innovadores (versículos 17-20), y termina la carta con una doxología. 16:1 — “Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea.” Las iglesias que tienen el oficio de “diaconisa” se basan en este pasaje. Le dan a la palabra griega diakonos un sentido oficial. Esto no es correcto. La palabra diakonos no lleva en sí ningún sentido oficial, y la palabra española “diaconisa” (género femenino, como “diácono» es masculino) no traduce la palabra griega, sino es una representación literal de las letras griegas por las españolas. La traducción de esta palabra griega es siervo. El contexto y otras consideraciones determinan el carácter del servicio hecho y del siervo. Por ejemplo, el gobierno civil es descrito con esta palabra “diákonos” (Rom 13:4), pero claro es que el gobierno civil no es “diácono” (en sentido eclesiástico). Aun a Cristo se le aplica esta palabra (Rom 15:8), pero ¿quién diría que Cristo era «diácono»? Todos los seguidores (siervos, servidores) de Cristo son descritos por esta palabra griega (Jua 12:26); ¿por eso todos son “diáconos”?Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Os recomiendo, además. 2Co 3:1.
nuestra hermana Febe. Mat 12:50; Mar 10:30; 1Ti 5:2; Stg 2:15; 1Pe 1:22, 1Pe 1:23.
la cual es diaconisa. Luc 8:3; 1Ti 5:9, 1Ti 5:10.
de la iglesia en Cencreas. Hch 18:18.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Pablo les encarga a los hermanos saludar a muchos de sus colaboradores, Rom 16:1-16;
y aconseja prestar atención y acción hacia aquellos que causan disensiones y escándalos, Rom 16:17-20;
después de diversos saludos termina con alabanza y gratitud a Dios, Rom 16:21-27.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
diaconisa es la palabra que se usa para el oficio de servicio (Flp 1:1; 1Ti 3:8, 1Ti 3:10, 1Ti 3:12). El hecho de que aquí se usa con la frase de la iglesia parece indicar una posición oficial.
ayudéis se refiere a un «patrón» o «benefactor». Implica que Febe era una persona adinerada y de posición.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
FEBE. Es probable que Febe fuera quien llevara esta carta a los romanos. Era una servidora (o diaconisa) en la iglesia de Cencrea que ministraba a los pobres, los enfermos y los necesitados, y ayudaba a misioneros como Pablo. Los saludos de Pablo a no menos de ocho mujeres en este capítulo muestran que la mujer desempeñaba una labor importante en las iglesias.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Recomendaciones y saludos, 16:1-24.
1 Os recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia de Cencreas, 2 para que la recibáis en el Señor de manera digna de los santos y la asistáis en todo lo que le fuere necesario, pues ella ha favorecido a muchos y a mí mismo. 3 Saludad a Frisca y a Aquila, mis cooperadores en Cristo Jesús, 4 los cuales, por salvar mi vida, expusieron su cabeza, a quienes no sólo estoy agradecido yo, sino todas las iglesias de la gentilidad. 5 Saludad también a la iglesia de su casa. Saludad a mi amado Epéneto, las primicias de Cristo en Asia. 6 Saludad a María, que soportó muchas penas por vosotros. 7 Saludad a Andrónico y a Junia, mis parientes y compañeros de cautiverio, que son muy estimados entre los apóstoles y fueron en Cristo antes que yo. 8 Saludad a Ampliato, a quien amo en el Señor. 9 Saludad a Urbano, nuestro cooperador en Cristo, y a Estaquis, mi amado. 10 Saludad a Apeles, probado en Cristo. Saludad a los de la casa de Aristóbulo. n Saludad a Herodiano, mi pariente. Saludad a los de Narciso, los que son del Señor. 12 Saludad a Trifena y a Trifosa, que han pasado muchas penas en el Señor. Saludad a Pérsida, muy amada, que sufrió muchas penas en el Señor. 13 Saludad a Rufo, el elegido del Señor, y a su madre, que lo es también mía.14 Saludad a Asíncrito y Flegón, Hermes, Patroba, Hermas, y a los hermanos que viven con ellos. 15 Saludad a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, y a Olimpia y a todos los hermanos que viven con ellos.16 Saludaos unos a otros con el ósculo santo. Os saludan todas las iglesias de Cristo. 17 Os recomiendo, hermanos, que tengáis los ojos sobre los que producen divisiones y escándalos en contra de la doctrina que habéis aprendido, y que os apartéis de ellos, 18 porque ésos no sirven a nuestro Señor Cristo, sino a su vientre, y con discursos suaves y engañosos seducen los corazones de los incautos. 19 Vuestra conversión ha llegado a noticia de todos; me alegro, pues, en vosotros, y quiero que seáis prudentes para el bien, sencillos para el mal, 20 y el Dios de la paz aplastará pronto a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.21 Os saluda Timoteo, mi colaborador, y Lucio, y Jasón, y Sosípatro, mis parientes. 22 Os saludo yo, Tercio, que escribo esta epístola, en el Señor. 23 Os saluda Gayo, huésped mío y de toda la iglesia. 24 Os saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto.
Después del saludo o bendición con que San Pablo cerró el capítulo anterior, parecía poderse dar por terminada la carta. Faltaban, sin embargo, los saludos personales. A ello sobre todo va a dedicar este capítulo.
Comienza por pedir a los Romanos que presten buena acogida a Febe, diaconisa de la iglesia de Cencreas, que, al parecer, debía trasladarse a Roma por asuntos suyos o de la comunidad de Corinto y a quien Pablo hizo portadora de la carta (v.1-2). Cencreas era el puerto oriental de Corinto (cf. Hec 18:18). El nombre Febe (femenino de Febo) era célebre en la mitología griega, lo que indica que esta cristiana debía de ser de origen gentil, pues difícilmente una madre judía habría puesto un tal nombre a su hija. En cuanto al término “diaconisa” (διάκονος), que San Pablo aplica a Febe, no está claro cuál sea su exacto significado. Es el único caso en el Nuevo Testamento en que a una mujer se da este título, aunque puede también citarse al respecto 1Ti 3:11, conforme a la interpretación que daremos en su lugar. Lo más probable es que tengamos ya aquí el primer indicio de la institución de las diaconisas, institución que claramente parece suponerse en la famosa carta de Plinio a Trajano, hacia el año II hablando de los cristianos: .. ex duabus ancillis, quae ministrae dicebantur, quid esset veri.. (Epist. 10:96). No es fácil concretar cuál era la misión de estas diaconisas. Parece ser que se limitaban a la asistencia a pobres y enfermos, incluyendo también, quizás, ciertos oficios auxiliares en el bautismo de las mujeres.
Después de la recomendación de Febe, San Pablo envía saludos a no menos de veintiséis personas individualmente, aparte otros más en general, como los que envían “a los de Aristóbulo” y “a los de Narciso” (v.3-16; cf. v.10-11). Bastantes de estos nombres son griegos (Andrónico, Apeles, Epéneto..), otros latinos (Ampliato, Aquila, Urbano..), y algunos parece que hebreos (Herodiano, María..). A los que preguntan cómo pudo San Pablo conocer tanta gente de Roma, sin haber estado jamás en ella, podemos responder que a muchos les conocería sin duda personalmente por haberse encontrado con ellos en alguno de sus viajes apostólicos, como es el caso de Prisca y Aquila (cf. Hec 18:2), pero a otros es probable que les conociera sólo de oídas, por haberle hablado de ellos alguien que hubiera encontrado en sus viajes. Se ha trabajado mucho por identificar estos nombres con otros encontrados en inscripciones sepulcrales o conocidos por la historia. Así, el caso de Prisca, Ampliato, Urbano, etc. Lo mismo se diga de Aristóbulo, nombre frecuente entre los descendientes de Heredes, algunos de los cuales se establecieron en Roma, y de Narciso, famoso liberto del emperador Claudio, a quien Agripina hizo morir poco después de subir al trono Nerón, pasando sus cuantiosos bienes al fisco. Es posible que esos cristianos de la “casa de Aristóbulo” y “de la de Narciso” (v.10-n) fuesen esclavos o libertos que pertenecían o habían pertenecido a estos personajes. El problema es delicado, pues la identidad de nombres no supone necesariamente identidad de personas. Tampoco es claro cuándo Prisca y Aquila “expusieron su cabeza” en favor de Pablo (v.4). Es probable que fuese en Efeso, con ocasión del tumulto que estuvo a punto de costar la vida al Apóstol (cf. Hec 19:29),- siendo también quizás en esa ocasión cuando Andrónico y Junia fueron “compañeros suyos de cautiverio” (v.7). De ellos dice que eran sus “parientes” (συγγενείς), y lo mismo vuelve a repetir de otros varios (cf. v. 11.21). No está claro de qué clase de “parentesco” se trata. Desde luego, no parece pueda entenderse simplemente en el sentido de “israelitas,” como en 9:3, pues en ese caso habría que considerar como no judíos a todos los de la lista a quienes no da ese título, lo que resulta absurdo, como vemos en el caso de Prisca y Aquila. Quizás se trate de judíos pertenecientes a la tribu de Benjamín, a la que sabemos pertenecía Pablo (cf. n,i; Flp 3:5). El P. Lagrange, sin llegar tan lejos en busca del tronco común, dice que puede tratarse de “parentesco” en sentido estricto; pero con esa “parentela” oriental extraordinariamente amplia, que incluye centenares de personas, que conservan el recuerdo de su origen común no obstante vivir dispersas por el mundo. Añade aún San Pablo otros detalles respecto de algunos nombres, que no conviene dejar pasar sin un breve comentario. Y así, de Epéneto dice que era “las primicias de Cristo en Asia” (v.5), expresión que parece indicar que había sido el primer convertido de la provincia proconsular de Asia, lo mismo que Estéfanas lo había sido de la de Acaya (cf. 1Co 16:15); de Andrónico y Junia dice que eran “muy estimados entre los apóstoles” (v.7), debiendo notar que el término “apóstoles” está tomado en sentido amplio, más o menos como en la Didaché (1Co 11:3-6), designando simplemente a aquellos predicadores ambulantes, fueran o no de los Doce, que predicaban el Evangelio allí donde no había sido aún predicado (cf. Hec 13:1-3)· En cuanto a Rufo, de quien habla con especial cariño (v.13), es probable que se trate de un hijo de Simón Cireneo; pues San Marcos, que escribe su evangelio en Roma, dice del Cirineo que era “padre de Alejandro y Rufo” (Me 15:21), nombrando a los dos, sin otras indicaciones, como personas conocidas en la comunidad de Roma.
Por fin, terminados los saludos, San Pablo exhorta a los fieles romanos a saludarse mutuamente con el “ósculo santo” (v.16), gesto este que es mencionado otras tres veces en sus cartas (cf. 1Co 16:20; 2Co 13:12; 1Te 5:26), y que pronto se convirtió en ceremonia litúrgica, como símbolo de unión y caridad 122. Es muy de notar la expresión que añade a continuación: “Os saludan todas las iglesias de Cristo.” Y digo que es muy de notar, porque es la única vez en que San Pablo, dirigiéndose a una comunidad particular, dice que todas las iglesias la saludan. Testimonio elocuente de la veneración de que San Pablo rodea a la iglesia de Roma, y del lugar preeminente que ésta ocupaba ya en aquella época.
Los ν. 17-20 constituyen una especia de digresión, en la que el Apóstol pone en guardia contra aquellos predicadores que ocasionan discordias y apartan de la doctrina tradicional. No se concreta más. Probablemente se trata de los predicadores judaizantes, bien conocidos por otras cartas (cf. 2Co 11:13-15; Gal 1:6-7; Flp 3:18-19), que rehusaban reconocer en la fe, separada de la circuncisión y de las obras de la Ley, un principio suficiente de salud, y había peligro de que intentasen difundir también sus doctrinas en Roma, al igual que lo venían haciendo en otras partes. El peligro debía de ser todavía vago e incipiente, pues, en caso contrario, San Pablo hubiera tratado de ello más directamente en su carta. Desde luego, no se trata de los “débiles en la fe” (cf. 14:1), aunque podían también ser causa de discordia, pues a éstos no manda evitarlos, sino tratarlos con compasión. La brusca interrupción de pensamiento que supone esta perícopa, a continuación de los saludos, quizá se explique mejor si suponemos que se trata de unas líneas que el Apóstol añade de su propia mano, al igual que solía hacer en otras cartas, y que eran como la firma o señal de autenticidad (cf. 1Co 16:21; Gal 6, n; 2Te 3:17).
Quedaban aún los saludos por parte de aquéllos que acompañaban a San Pablo, y es lo que tenemos en los v.21-24. La mayoría de estos nombres nos son conocidos también por otros lugares del Nuevo Testamento (cf. Hec 13:1; Hec 16:1; Hec 17:5; Hec 20:4; 1Co 1:14; 2Ti 4:20), aunque la correspondencia no siempre es segura. Resulta simpática la mención de este Tercio, del que sólo sabemos el nombre y que fue el amanuense del que se valió San Pablo para escribir la carta. También él quiso incluirse entre los que enviaban saludos.
La gran doxología final,2Ti 16:25-27.
25 Al que puede confirmaros en orden a mi evangelio y a la predicación de Jesucristo, en orden a la revelación del misterio tenido secreto en los tiempos eternos, 26 pero manifestado ahora, y por medio de las Escrituras proféticas, conforme a la disposición de Dios eterno, dado a conocer a todas las gentes para que se rindan a la fe, 27 al Dios sólo sabio, sea por Jesucristo la gloria por los siglos de los siglos* Amén.
Ya por dos veces San Pablo había como terminado la carta (cf. 15:33; 16:20); pero al acordarse de que faltaban aún los saludos, hubo de continuar. Ahora no queda ya nada por decir. El remate no puede ser más solemne, siendo ésta, entre todas las doxologías que encontramos en el Apóstol, la más elaborada y amplia, verdadero himno a la omnipotencia y sabiduría de Dios en su obra de salvación de los hombres.
Notemos que el tema fundamental de la carta ha sido la exposición de la obra de salud revelada en el Evangelio (cf. 1:16-17), Y Que Pablo deseaba visitar a los fieles de Roma ante todo y sobre todo “para confirmarlos” en la fe (1:11; cf. 1Co 1:8; 1Te 3:2). Pues bien, ésas son precisamente las ideas que se recogen en esta doxología. A la predicación de la obra de salud llama San Pablo “su evangelio” o, lo que es equivalente, “predicación que tiene por objeto a Jesucristo” (v.25); y dice que esta obra de salud ha sido un “misterio” tenido en secreto por Dios desde la eternidad 123, escondido en la penumbra de la antigua revelación y manifestado ahora abiertamente con la venida de Jesucristo al mundo y la consiguiente predicación de los apóstoles (cf. 1:5; 3:21; 10:15), a fin de llevar todas las gentes a la obediencia de la fe. La expresión “por medio de las Escrituras proféticas” (v.26) parece querer dar a entender que la Escritura sirve como de instrumento a los apóstoles en su predicación para mejor dar a conocer el misterio de Cristo (cf. 1:2; 3:21; 4:23; 15:3-4). A Dios, pues, que “puede confirmaros” en la fe (v.25) y que ha concebido un plan tan “sabio” de salvación (v.27; cf. 11:33), sea la “gloria por los siglos de los siglos.” Y sea esa gloria “por Jesucristo,” que ha sido el instrumento de salvación, y que ha de ser nuestro mediador ante Dios.
85 La expresión “de fe en fe” (εκ ττίστεως είς τπστιν) ciertamente es oscura. Probablemente es una expresión enfática para indicar permanencia o continuidad progresiva, parecida a “de vigor en vigor” (Sal 84:8), “de gloria en gloria” (2Co 3:18); cosa que, además, parece pedir la frase siguiente: “el justo por la fe vivirá.” De hecho, San Pablo insistirá en que el hombre, una vez “justificado,” debe continuar viviendo en la fe (cf. 1Co 13:13; 1Co 16:13; 2Co 1:24; 2Co 5:7; Gal 2:20; Gal 5:6; Col 1:23; Col 2:7; 1Ti 2:15). La cita “el justo por la fe vivirá” es de Hab 2:4. De nuevo encontramos esta misma cita en Gal 3:11 y Heb 10:38. No está clare si “por la fe” ha de unirse a “justo” (el justo por la fe) o a “vivirá” (por la fe vivirá). Gramaticalmente ambas cosas son posibles, y también dan sentido dentro de la doctrina paulina, puesto que, según San Pablo, es gracias a la fe como adquirimos la justicia (justo por la fe) y es también gracias a la fe como permanece y se desarrolla en nosotros la vida divina hasta que lleguemos a la gloria celeste (vivirá por la fe). El contexto del pasaje de Habacuc favorece esta segunda opinión. Se refería el profeta a que, si los israelitas tenían fe en la palabra de Dios, por esa su fe se mantendrían en la vida y no sucumbirían ante la invasión caldea. San Pablo, sin salirse del significado de “salvación por la fe,” da al texto una amplitud mucho mayor, refiriendo esa salvación no ya a la vida ante el peligro de enemigos, sino a la vida en su plenitud, a la vida sobrenatural, que viene de Dios, la que lleva dentro el alma justa y que constituye al hombre en un nuevo modo de existir, cuyo remate será la gloria eterna. Da, pues, al texto de Habacuc un sentido más “pleno” del que parece tener, en su sentido literal, en el pasaje profético (cf. Hec 1:20; Hec 2:25; Hec 3:22; Hec 28:25). – 87 Como final de lista pone San Pablo el pecado de “aplaudir el nial,” pecado que bajo ciertos aspectos puede considerarse como el colmo de la depravación moral, máxime teniendo en cuenta que los que así aplauden “conocen la sentencia divina de que son dignos de muerte los que hacen tales cosas” (v-32). No parece que la expresión “dignos de muerte” haya de interpretarse como alusión concreta a la muerte temporal o a la muerte eterna, cosas en que, a buen seguro, no pensaban los gentiles, sino que deberá tomarse más bien en su sentido genérico de castigo máximo (cf. Pro 5:14), que en los tribunales humanos es la pena de muerte, y de una u otra forma, a juicio de los mismos gentiles, ha de tener su correspondencia en el tribunal de Dios, como el mismo San Pablo concretará luego en 2:14-16. La Vulgata y algunos códices griegos tienen otra lección: “Qui cum iustitiam Dei cogno-vissent, non intellexerunt quoniam qui talia aguat, digni sunt morte; et non solum qui ea faciunt, sed etiam qui consentiunt facientibus.” Probablemente esta lección surgió tratando de evitar la dificultad de cómo los gentiles conocían la sentencia divina de que eran “dignos de muerte” los que hacían tales cosas. – 88 Al hablar San Pablo de gentiles que cumplen “naturalmente” las prescripciones de la ley (v.14), no quiere decir que cumplan esas prescripciones con las solas fuerzas naturales, sin la ayuda de la gracia, sino de que las cumplen guiados por la razón natural, sin la ayuda de ninguna ley escrita positiva, cual la tenían los judíos. Es decir, que no contrapone “naturaleza” a “gracia,” sino “ley natural” a “ley mosaica.” De otros pasajes, particularmente del c.7 de esta misma carta a los Romanos, se deduce que, según San Pablo, ni los judíos con ley mosaica ni los gentiles con ley natural podían obrar íntegra y constantemente el bien sin el auxilio de la gracia de Jesucristo. Y esto para actos honestos de orden natural, pues para actos sobrenaturales, que conduzcan a la vida eterna, incluso para el comienzo mismo de la fe, la gracia es absolutamente necesaria (cf. 2Co 3:5; Efe 2:8; Flp 2:13). El hecho mismo de que aquí ponga en manos de Jesucristo el juicio de judíos y gentiles (V.16), parece dar a entender que dependen ya de El en el obrar. – 89 Ant. iud. 4:8:10. – 90 Vestigios de estos florilegios, para uso de catequistas y predicadores, los podemos ver también en otros lugares (cf. 1Co 2:9; 1Co 3:19-20). Cree Dodd que esta Biblia, llamémosla así, de la Iglesia primitiva incluiría textos que podríamos agrupar, a juzgar por las citas neo-testamentarias, en tres capítulos: apocalípticos, tomados sobre todo de Joel (cap. 2-4), Zacarías (cap. 9-14), Daniel (cap. 7 y 12) y Malaquías (cap. 3:1-5); nuevo Israel, tomados de Oseas (2:1-25); Isaías (6:1-9; 7.u; i-io; 29:9-14; 40:11), Jeremías (13:10-34), Y Habacuc (cap. 1-2); persona y obra de Jesús, tomados principalmente de Isaías (cap. 42 y 52-53) Y de los Salmos (cf. C. H. Dodd, According to the Scriptures, London 1953; L. Cerfaux, Vestí-ges d’un Florilége dans 1 Cor 1:18-3:23?: Rec. L. Cerfaux, Gembloux 1954, p.319-332). – 91 Cf. M. J. Lagrange, építre aux Romains (París 1916) p.77-?8: “On peut aussi se de-mander (v.25-20) ce qu’est la justice de Dieu? justice attribut ou justice communiquée?.. 11 reste done que c’est dans les deux cas la justice de Dieu communiquée, celle dont parle í’apótre au v.21. C’est d’ailleurs au v.21 que la question est tranchée d’avance. On ne peut voir aux v.25-26 la justice de Dieu attribut si on ne la trouve aussi dans le v.21.” – 92 Esto no quiere decir que antes del Evangelio no hubiera hombres justos y gratos a Dios, como fueron los patriarcas y profetas; pero no lo eran independientemente de la obra de redención que había de realizar Jesucristo. – 93 Cf. Conc. Trid. ses.6 c.7: D 799. – 94 Cf. Plutarco, Pompeius 24; Flavio Josefo, Anf. iud. 12:2:3. Lo mismo se diga de άπολυτρόω; cf. Platón, Leges 9193; Filipo de Maced. (Demóstenes, 159,15)· – 95 Cf. S. Lyonnet, La soteriología paulina: Introd. a la Biblia (Robert-Feuillet), II, (Barcelona 1965) p.746-787; De peccato et redemptione (Roma 1972); L. Sabourin, Redención sacrifical (Bilbao 1969). – 96 Cf. P. Benoit: Rev. Bibl. 8o (1973) P-434 (reseña de una obra de Lyonnet). – 97 Cf. F. Prat, La théologie de S. Paul I (París 1934) p.504-507. – 98 No entramos en dificultades de detalle respecto a construcciones gramaticales en esta perícopa. San Pablo, como es frecuente en él, va a la idea, y necesitamos adivinar frases que quedan sobrentendidas. Es particularmente difícil, bajo este aspecto, el inciso “aunque no ante Dios” del v.2. Probablemente debería completarse así: Si fue justificado por las obras, tendrá motivos de gloriarse (en general, lo mismo ante Dios que ante los hombres); ahora bien, sabemos que nada tiene de qué gloriarse ante Dios (nada se dice de si tiene ante los hombres, ya que no hace al caso), pues dice la Escritura: “Creyó Abraham a Dios..” – 99 F. Prat, La théologie de S. Paul, II (París 1937) P-256. A este propósito podemos recordar aquí la explicación de Tomás, de corte puramente teológico. Ante la dificultad de cómo la resurrección podía influir en nuestra justificación, dado que Cristo no estaba ya en estado de merecer, Santo Tomás se inclina a otra clase de causalidad, que él llama “a modo de eficiencia,” y que hay que poner en la muerte y resurrección de Cristo, lo mismo que en todas las demás acciones y pasiones, por ser su humanidad instrumento de la divi-nidaxd (cf. Corom. in Rom. 4.251. – l00 L. Cerfaux, Itinerario espiritual de S. Pablo (Barcelona 1968) p.75 – 101 Hay algunos autores, como Freundorfer y Cerfaux, que creen encontrar la apódosis en el mismo v.12: “así como por un hombre.. así también (kcü οΟτως) la muerte pasó. ” Pero hemos de decir que, en ese caso, la partícula griega suele ser ούτοοςκοα, cosa que también vemos hace Pablo (cf. 5:15.18.19; 11:30). Además, supuesta esa construcción gramatical, perdemos el paralelismo antitético Adán-Cristo, que tan claro aparece en todo el pasaje (cf. v.15-19). – 102 Cf. G. Wagner, Das religionsgeschichte Problem von Romer 6:1-11 (Zürich 1962); Pauline Baptism and the Pagan Mvsteries (London 1967). – 103 Donde nosotros traducimos .”.sepultados por el bautismo en su muerte” (v.4), ligando “muerte” a “bautismo” y dando a la expresión el mismo significado que en el v.3, otros traducen: .”. sepultados por el bautismo en orden a la muerte,” ligando “muerte” a “sepultados” y dando a toda la expresión el sentido de que por el bautismo hemos sido sepultados con Cristo (simbolismo directo de la “inmersión”) a fin de morir al pecado. A la objeción de que la muerte es antes que la sepultura, y no la sepultura antes de la muerte, suelen responder con Tomás: “Gorporaliter aliquis prius moritur, et postea sepelítur, sed spiritua-liter sepultura baptismi causat mortem peccati” (In Rom. 6:4). – 104 La expresión “muertos a lo que nos tenía sojuzgados” (αποθανόντες εν φ κατειχόμεθα) no expresa con claridad si San Pablo está pensando sólo en la Ley o más bien en todo el conjunto que sojuzgaba al “hombre viejo”: colaboración de la carne, el pecado y la Ley. Para el sentido fundamental, la cosa importa poco. La Vulgata lee de otra manera: “nunc autem soluti sumus a lege morífi, in qua detineba-mur, ita ut..” Tampoco esto afectaría fundamentalmente al sentido. – 105 La opinión, hasta no hace muchos años bastante corriente, de considerar esto como alusivo al mismo Pablo, que así habría resumido su experiencia bajo la Ley, hoy ha sido abandonada. – 106 Es un hecho de experiencia, con aplicación también después del bautismo, este despertar de la concupiscencia ante lo prohibido. Conocido es a este respecto el verso de Ovidio: “Nitimur in vetitum semper cupimusque negata” (Amores 3:4:17). De modo parecido se expresa también el autor de los Proverbios: “Son dulces las aguas hurtadas, y el pan de tapadillo, el más sabroso” (Pro 9:17). – 107 Cf., v.gr., Ovidio: “Video meliora proboque, deteriora sequor” (Metam. 7:20-21). De parecido se expresa Epicteto: .”.quod vult non facit, et facit quod non vult” Si Pablo, al describirnos la actividad del “pecado,” comenzó expresándose en el lenguaje del Génesis, ahora se expresa más bien en fórmulas que tienen afinidad con los autores grecorromanos. Sin embargo, como hace notar Cerfaux, “el tema helénico se da en versón judía ninado por la noción de la carne, ese poder maligno enraizado en el fondo de nuestros y dominado por la noción de la carne, ese poder maligno enraizado en el fondo de nuestros miembros, y del pecado que habita en ella” (L. Cerfaux, El cristiano en S. Pablo, Madrid 1965” P-367). – 108 En efecto, la primera proposición: “Lo que a la Ley era imposible,” queda como en suspenso, faltando otra que la complete. Podríamos ordenar así el conjunto: “Lo que a la Ley era imposibLc.., Dios lo ha hecho posible, enviando a su propio Hijo.. y condenando al pecado..” – 109 Para entender esto mejor, es conveniente que recordemos algunas características más salientes de la terminología antropológica de San Pablo. Son términos en él de uso muy frecuente: carne, cuerpo, espíritu, alma.., pero no siempre tomados en el mismo sentido. Concretamente, por lo que se refiere al término “carne” (σαρξ), es corriente el sentido que pudiéramos decir físico o neutral con referencia al elemento corpóreo o materia carnal de que está formado el ser humano (cf. Rom 2:28; 2Co 12:7; Gal 6:13; Efe 2:11 ; Col 2:13; en 1 Cor I5”39 se habla también de la “carne” de los animales, respecto de los cuales, sin embargo, Pablo suele usar el término κρέας, no σαρξ: Rom 14:21; 1Co 8:13), aveces equivalente prácticamente a “cuerpo” (cf. 1Co 5:5; 1Co 6:16; 2Co 4:11; Efe 2:15; Efe 5:29.31; Col 2:1.5) e incluso al “hombre” todo (cf. Rom 3:20; 1Co 1:29; 2Co 7:5; Gal 1:16). El término “carne” no tiene en estos textos connotación alguna de carácter moral, así como tampoco la tiene cuando se usa para designar simplemente la esfera de lo humano y natural en contraposición a la esfera de lo ultraterreno y sobrenatural (cf. Rom 1:3; Rom 4:1; Rom 9:5.8; Rom 11:14; 1Co 1:26; 2Co 5:1 6; 1Co 11:18; Gal 4:29; Efe 6:5; Flp 3:3; Film 16). Sin embargo, hay otros muchos textos en que el término “carne” connota algo pecaminoso y viene a designar prácticamente al hombre que se opone hostilmente a Dios, siendo considerada la “carne” como asiento o instrumento del pecado (cf. Rom 7:14.18.25; Rom 8:3-13; 1Co 3:3; Gal 5:13-21; Efe 2:3; Col 2:23). Esta acepción del término “carne” es desconocida en el Antiguo Testamento y, en el Nuevo, aparte de Pablo, aparece en muy pocos casos (cf. Jua 3:6; 1Jn 2:16; 2Pe 2:10; Jud 1:7-8. Pues bien, si Pablo considera a la “carne” como pecaminosa, no es porque la considere mala en sí misma, pues, para Pablo, Dios es el único creador de todo; sino porque es en los apetitos sensibles donde el desorden introducido por el pecado de Adán (cf. Rom 5:12-21) se manifiesta de manera más clara, siendo éstos los que trastornan por completo la armonía de nuestra naturaleza y teniendo casi siempre su parte en el desarreglo de las facultades superiores (cf. Rom 7:14-23). Intimamente relacionado con el término “carne” es el de “cuerpo” (σώμα), términos usados a veces como equivalentes (cf. 1Co 6:16; 2Co 4:10-11; 1Co 5:3 = Col 2:5), con la diferencia de que Pablo nunca da al término “cuerpo” sentido peyorativo, sino que más bien habla de él con respeto e incluso dice que será transformado en “cuerpo” glorioso (cf . 1Co 6:13-20; 1Co 15:44; Flp 3:21), cosa que nunca dice de la “carne.” Podríamos resumir diciendo que, para Pablo, el término “cuerpo” tiene sentido neutral y designa esa realidad visible bajo la cual se manifiesta la persona humana; mientras que el término “carne” tiene más bien, al menos en muchos casos, sentido religioso y designa el modo de ser del hombre con relación al plan salvífico de Dios. Por lo que respecta al término “espíritu” (πνεύμα), que Pablo suele contraponer al de “carne” (cf. Rom 8:4-9; Gal 5:16-25) y a veces, lo mismo que el de “carne,” designa también al hombre todo (cf. Gal 6:18; Flp 4:23), su sentido fundamental, mírese desde perspectiva griega o desde perspectiva semita, es el de principio vital y como sede de nuestras manifestaciones afectivas e intelectuales (cf. 1Co 2:11; 1Co 16:18; 2Co 2:13). Afín al concepto de “espíritu” es el de “alma” (ψυχή), que Pablo usa también con frecuencia (cf. Rom 2:9; 2Co 16:4; 2Co 1:23; 2Co 12:15; 1Te 2:8), y a veces yuxtaponiéndolo al de “espíritu” (cf. 1Te 5:23; 1Co 2:14-15; ι5·44; Heb 4:12), con lo que está dando a entender que establece cierta diferencia entre ambos términos. Parece ser que, para Pablo, el concepto de “espíritu” es más elevado que el de “alma,” acercándose bastante (cf. 1Co 2:11) al voug (“inteligencia),” délos griegos, término que estaba entonces muy en uso y que también Pablo emplea con frecuencia (cf. Rom 1:28; Rom 7:23.25; Rom 12:2; Efe 4:17.23; Flp 4:7); sin embargo, como advierte L. Cerfaux, se distinguiría de voüς en cuanto que “el espíritu designa no solamente la parte superior del hombre, como la inteligencia, sino que connota una presencia activa del Espíritu Santo” (Itinerario esp. de S. Pablo, Barcelona 1968, p.112). En otras palabras, bajo el término “espíritu” Pablo estaría aludiendo a esa parte más íntima y elevada del hombre, que sirve como campo de acción del Espíritu Santo, que es quien nos convierte en creaturas nuevas (cf. Efe 3:16-19; Efe 4:23-24; 1Co 2:15), hasta el punto de que a veces es difícil saber si Pablo está hablando del “espíritu” del hombre o del “Espíritu” de Dios actuando en el hombre (cf Rom 8:1-11). – 109* Algunos autores, siguiendo a San Juan Crisóstomo, entienden esa “muerte” del cuerpo con referencia a nuestra muerte mística en el bautismo (cf. 6:4-6), que el Apóstol afirmaría ser también efecto de la presencia de Cristo en nosotros; sin embargo, dado que en el v.11 se habla de la muerte corporal, parece que en ese mismo sentido debe entenderse la expresión del v.10. En cuanto a la expresión “a causa de la justicia,” tampoco es clara. Muchos autores la entienden en sentido causal, en paralelismo con “por el pecado,” atribuyendo a la justicia que Dios nos confiere (cf. 1:17; 3:21) el ser causa o raíz de la vida espiritual; sin embargo, parece más en consonancia con el contexto el sentido final, conforme hemos interpretado nosotros. Ni hay por qué urgir el paralelismo, pues cada cosa debe interpretarse según su naturaleza; y no es lo mismo “pecado” que “vida,” la cual se nos confiere en orden a producir algo (cf. 6:11-13; 7-4). – 110 Es posible que haya aquí una alusión al Padrenuestro, la oración cristiana por excelencia, que nos enseñó el mismo Jesucristo (cf. Luc 11:1-4). San Pablo antepone a la palabra “Padre” el término correspondiente arameo “Abba,” y lo mismo hace en Gal 4:6. Igual hace San Marcos al referirnos la oración de Jesucristo en Getsemaní (Mar 14:36). Es éste un término arameo popular, que significa “padre,” pero en un sentido menos solemne. Probablemente se trata, como sucede con otras fórmulas (cf. 1Co 14:16; 1Co 16:22), de antiguas reminiscencias conservadas en oraciones litúrgicas, que se resistían a desprenderse de esas palabras primitivas que, aunque en lengua extraña, tanto decían al corazón cristiano. Sobre esta invocación a Dios como “Abba,” cf. J. Jeremías, Le message central du Nou-veau Testament (París 1966) p.y-29. – 111 Cf. A. Viard, Exspectatio creaturae: Rev. Bibl. 59 (1952) 337-354; A. M. Dubarle, Le gémissement des créatures dans l’ordre du cosmos: Rev. Se, phil. et théol. 38 (1954) 445-465. – 112 Conviene advertir que en el texto original griego (..τοΐς άγαπώσιν τον Οεόν πάντα συνεργεί sis αγαθόν ..) no está claro cuál sea el sujeto de συνεργεί. Nosotros hemos traducido “hace concurrir,” suponiendo que sea Dios, sujeto implícito fácil de sobrentender. Así interpretan la mayoría de los Padres griegos, y así parecen exigirlo las proposiciones siguientes (v.2Q-30), enlazadas íntimamente a ésta, y en las que el sujeto implícito es ciertamente Dios. La Vulgata traduce: .”. diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum,” suponiendo que el sujeto sea πάντα. El sentido fundamental no cambia; pues si las cosas aun las adversas (tribulaciones, pobreza, muerte..), acaban por ser provechosas al cristiano, es debido no a ellas mismas, que nada podrían hacer en orden a nuestra salud, sino a la acción providencial de Dios, que todo lo dirige a nuestro bien, haciendo que nos resulten útiles. Tampoco cambiaría gran cosa el sentido si traducimos “coopera con nosotros en todas las cosas,” en vez de “hace concurrir o cooperar con nosotros todas las cosas.” Esta última traducción, dando a συνεργεί valor causativo, parece estar más en consonancia con el acusativo πάντα, y no év παστν. – 113 Algunos críticos han pretendido desvirtuar el valor de este testimonio, puntuando la frase de otra manera: .”. según la carne procede Cristo. El que está por encima de todas las cosas, Dios, [sea] bendito..”; o también: .”. por encima de todas las cosas. Dios [sea] bendito..” En uno y otro caso, la doxología o alabanza no estaría dirigida a Cristo, sino a Dios Padre, como es frecuente en San Pablo (cf. 1:25; 11:36; 2Co 11:31; Gal 1:5; Efe 3:21). La cuestión no puede resolverse a base de crítica textual, pues es sabido que los antiguos manuscritos griegos, de los que depende nuestro texto actual, estaban sin puntuación. Hay que resolverla, pues, a base de examinar texto y contexto. Pues bien, el contexto pide que consideremos esa doxología como dirigida a Cristo, ya que, al señalar San Pablo que Cristo es de procedencia judía “según la carne,” está dando a entender claramente que hay en El algo más que la naturaleza humana, que es precisamente lo que especifica, como segundo miembro de la antítesis, en la doxología. Añadamos que una doxología como enunciado, absoluto, sin ligar gramaticalmente con lo que precede, sería caso único en San Pablo (cf. 1:25 ; 11:36), quien, por lo demás, nunca antepone “Dios” a “bendito,” sino viceversa, dando al predicado el lugar de relieve (cf. 2Co 1:3; Efe 1:3). Ni conviene omitir que una doxología al Padre apenas encajaría en este contexto, pues no enumera San Pablo las prerrogativas de Israel con espíritu de júbilo, que provoca las doxologías, sino como amargo contraste entre los privilegios y la actual incredulidad. Al contrario, aplicándola a Cristo, todo resulta normal y obvio en la frase. También Cullmann, en su “Cristología del Nuevo Testamento,” juzga preferible unir “Dios” a “Cristo” por razones objetivas de estilo. Cierto que San Pablo suele reservar para el Padre el nombre de “Dios” (cf. 15:6), pero eso no impide que en ocasiones lo aplique también a Cristo (cf. Flp 2:6; Tit 2:13); y en este caso ese testimonio explícito había venido como madurándose en su espíritu con las exposiciones jubilosas anteriores (cf. 8:35-39). – 114 El sentido exacto de este texto de Malaquías citado por San Pablo ha sido muy discutido. Literalmente habría que traducir: “Amé a Jacob y odié (έμίσησα) a Esaú”; sin embargo, ese “odié” puede también traducirse por “he amado menos,” conforme al modo de hablar entre los semitas (cf. Gen 29:30-31; Deu 21:15-17; Luc 14:26 = Mat 10:37). En caso de retener su significación de “odié,” es evidente que no puede referirse a la conducta de Dios para con Esaú antes ya de que naciera y de que hubiera obrado nada bueno o malo, que es la situación que venía considerando San Pablo (v.1i-ia); más bien habría de referirse a una situación posterior, supuesto ya el pecado de Esaú. De hecho, ése parece ser el sentido en el contexto del pasaje de Malaquías, quien se refiere, más bien que a Esaú y a Jacob, a los dos pueblos procedentes de ellos, el de los edomitas, o descendientes de Esaú, y el de los israelitas, o descendientes de Jacob. Lo que el profeta trata de hacer notar es la diversa actitud de Dios para con los dos pueblos hermanos; pues, aunque ambos fueron pecadores, perdona misericordiosamente a Jacob en atención a la elección que había hecho de él, y castiga justamente a Esaú haciéndole desaparecer como nación. Ese sería también el sentido en la cita de San Pablo, quien se apoyaría en este texto de Malaquías para hacer ver que los sentimientos de Dios hacia Esaú y Jacob, con preferencia de éste sobre aquél, continuaron hacia los dos pueblos descendientes de ellos. En otras palabras, lo que San Pablo vendría a indicar es que, en ausencia de cualquier mérito, Dios es dueño de sus preferencias (texto del Génesis); y en igualdad de deméritos, Dios es dueño de sus misericordias (texto de Malaquías). – 115 La expresión maduros para la perdición (κατηρτισμένα είς άπώΛειαν) indica simplemente el hecho, sin especificar quién los ha puesto en ese estado. Sin embargo, debemos concluir que ciertamente no ha sido Dios, como pediría una aplicación estricta de la imagen del alfarero, pues en ese caso no tendría sentido lo de que “los soportó con mucha longanimidad.” Deben, pues, haber sido ellos mismos, con sus pecados, los que “se han preparado para la perdición,” como el mismo San Pablo concretará en el capítulo 10, al afirmar que, si muchos judíos han quedado fuera del Evangelio, es únicamente por su culpa, pues no quisieron aceptar la salud que se les ofrecía. – 116 La frase que nosotros hemos traducido “¿cómo creerán sin haberle oído?” (πώς τπ-στεύσωσιν ου ουκ ηχούσαν) traducen otros: “¿cómo creerán sin haber oído de El?” Esta interpretación conservaría más pura la gradación o climax, pero no sabemos de ningún otro ejemplo en la prosa helenística donde el giro άκούειν τινός equivalga a άκούειν ττερί τινός. De hecho, todas las antiguas versiones han traducido en el primer sentido, y lo mismo la Vulgata latina: “quomodo credent ei, quem non audierunt?” Por lo demás, también con esa interpretación la frase conserva perfecto sentido. San Pablo sabe, como muy bien hace notar el P. Lagrange, que no son muchas las personas todavía con vida que hayan oído directamente a Cristo, y precisamente por eso se pregunta en seguida: “¿Y cómo oirán, si nadie les predica? ¿Y cómo predicarán, si no son enviados?” – 117 Que San Pablo cite Deu 32:21 e Isa 65:1, refiriéndolos al ingreso de los gentiles en la Iglesia (v.19-20), es claro; también es claro que de Isa 65:1 separa Isa 65:2, refiriendo este último texto a los judíos (v.21). Pero ¿es ése el sentido que tienen dichos textos en el contexto histórico de donde están tomados ? La respuesta no es fácil. Creemos que el texto de Deu 32:21 se refiere a los pueblos paganos (asirios y caldeos) que Dios enviará sobre Israel para castigo de sus rebeldías. Ellos son el “no pueblo” y “pueblo insensato,” a quienes, como a todo lo no judío, Israel consideraba muy inferiores, y de los que Dios se valdrá para castigar a Israel, a fin de excitar en éste la emulación al verse pospuesto a ellos por su Dios. Ese sería su sentido literal histórico. Mas en la intención de Dios, como aquí nos revela San Pablo, esas expresiones tendrían un alcance mucho mayor, indicando no sólo aquel hecho concreto, sino su norma de obrar respecto a judíos y gentiles, norma que tendría su expresión suprema en los tiempos mesiánicos con la entrada de los gentiles en la Iglesia, que sirven de emulación a los judíos, quedados fuera (cf. ιι,ιι). Algo parecido habría que decir del texto de Isa 65:1-2. Creemos que el profeta está refiriéndose a los judíos, sus contemporáneos, rebeldes a Yahvé, a pesar de que El les está tendiendo continuamente las manos.. Ese sería su sentido literal histórico. Y lo que el profeta decía de los judíos sus contemporáneos, San Pablo no tiene inconveniente en aplicarlo a los judíos de tiempos de Cristo (v.21); más aún, no tiene inconveniente en hacer una división en el texto de Isaías separando la primera parte, que aplica a la conversión de los gentiles (v.20), interpretando las expresiones “los que no me buscaban” y “los que no preguntaban por mí” en función del “no pueblo” y “pueblo insensato” de Deu 32:21, que acababa de citar. Y es que, para San Pablo, las palabras de Isaías, además de referirse al caso concreto de los judíos contemporáneos del profeta, tienen una significación más amplia, con referencia especial a la época mesiánica. Por lo que respecta a los judíos (v.21), vemos que así hace también con otros textos del profeta (cf. Hec 28:26); y por lo que respecta a la aplicación a les gentiles (v.2o), haría uso del mismo principio que en la cita de Deu 32:21, viendo en el texto de Isaías no sólo el hecho concreto a que alude el profeta, sino la manera de obrar de Dios en la distribución de sus gracias. Que el profeta tratara de judíos o de gentiles, era cosa para San Pablo indiferente; lo que le importaba hacer notar era que Dios se ofrecía a los que no le buscaban y podía ser hallado de ellos, exactamente como había de suceder en el caso de los gentiles en los tiempos mesiánicos – 118 Ya desde tiempos de Orígenes han venido haciendo notar los intérpretes lo extraño del símil paulino, pues la práctica agrícola es la de injertar plantas fértiles en plantas silvestres, pero no viceversa. Algunos autores aducen en defensa de San Pablo ciertos testimonios de escritores antiguos, como Columela y Paladio, por los que sabemos que también esa práctica que parece suponer el Apóstol era conocida en Oriente, estando destinada a dar nueva vida a plantas fértiles ya viejas. Sin embargo, no parece que San Pablo piense en eso. Además, la comparación fallaría por otro lado, pues la planta silvestre tiene su mérito, dando nuevas fuerzas al tronco, cosa que en este contexto San Pablo no trata de afirmar de los gentiles. Lo más sencillo es suponer que el Apóstol toma la imagen un poco en abstracto, con libertad para modificar detalles de la realidad agrícola si así consigue mejor su finalidad, que es únicamente la de hacer sensible el plan realizado por Dios con judíos y gentiles. – 119 Gf. G. Baum, The Jews and the Cospel (London 1961) p.257-258. – 120 Algunos autores antiguos, relacionando este pasaje paulino con Luc 21:24 : “Jerusalén será hollada por los gentiles hasta que se cumplan los tiempos de las naciones,” creían poder deducir de modo seguro que la conversión de los judíos no tendría lugar hasta finales del mundo. En efecto, daban por supuesto que la expresión hasta que se cumplan los tiempos de las naciones aludía al fin del mundo, y que el castigo material contra Jerusalén y los judíos anunciado por Jesucristo se correspondía cronológicamente con el endurecimiento o incredulidad de que habla San Pablo. Sin embargo, no consta de la verdad de esas premisas. La frase “hasta que se cumplan los tiempos de las naciones” no es clara. Desde luego, parece cierto que se alude en ella a un período más o menos prolongado de predominio o florecimiento de los gentiles sobre los judíos, pero no se dice que ese período haya de durar hasta el fin del mundo. La creencia popular, tan arraigada durante siglos, de considerar perpetuo el castigo al pueblo judío, sin posibilidad de poder volver a formar un hogar propio, parece que tuvo su origen, más que en las frases bíblicas, en el hecho de los continuos fracasos para la reconstrucción del templo a partir ya de Juliano el Apóstata. Tampoco se afirma nunca, al menos de manera explícita, el sincronismo entre castigo material de dispersión’por el mundo, a que parece referirse directamente San Lucas, y endurecimiento o incredulidad, a que alude San Pablo. Como es sabido, el 14 de mayo de 1948 fue proclamado el nuevo Estado de Israel en Palestina, y los judíos consideran terminado su destierro, como terminó el de Egipto y como terminó el de Babilonia. En el preámbulo mismo de la Constitución del nuevo Estado se leen estas solemnes palabras: “Nosotros, el pueblo de Israel, humildemente damos las gracias a Dios todopoderoso por habernos librado de la pesada carga del exilio y habernos reintegrado a nuestro antiguo hogar.” – 121 Sobre el origen y significado de este término “cuerpo” aplicado a la Iglesia, tratamos ampliamente en la introducción a la carta a los Efesios. – 122 Gf. San Justino, I Apol 65; tertul., De orat, 18; san cirilo jerosol., Caí. 23. – 123 Este término “misterio,” designando el plan eterno de Dios de salvar al mundo por medio de la fe en Jesucristo, no había sido empleado anteriormente por San Pablo en la carta; lo usa, sin embargo, en otras ocasiones, particularmente en las cartas de la cautividad (cf. 1Co 2:7-10; Efe 3:3-10; Col 1:25-27; Col 2:2-3). En cuanto a la expresión “mi evangelio” (v.25), había sido usada ya por el Apóstol en 2:16, y de modo parecido se expresa en otros lugares (cf. 1Co 15:1; 2Co 4:3; 1Te 1:5; Gal 1:11; Gal 2:2; 2Ti 2:18). Evidentemente se refiere al “evangelio” o buena nueva mesiánica que él predica. Este “evangelio” es fundamentalmente el mismo que predican los demás apóstoles (cf. 1Co 15:1-11; Gal 2:2-10), aunque no cabe duda que, en la predicación de Pablo, el anuncio de esa buena nueva va marcado de un matiz especial, resaltando de modo singular la unión de gentiles y judíos en Cristo, derribado el muro de separación entre ambos pueblos (cf. Hec 21:20-25). Es la doctrina que ha expuesto también en esta carta (cf. 3:21-31), Y en la que pide a Dios que sean “confirmados” o consolidados los fieles de Roma.
Fuente: Biblia Comentada
Febe. Significa «brillante y radiante», por lo cual se ajusta muy bien a la descripción breve que Pablo hace de su personalidad y carácter cristiano. diaconisa. El término también se traduce «sierva» y de él proceden palabras como «diácono» y «diaconisa» (vea las notas sobre 1Ti 3:10-11 ; 1Ti 3:13). En la iglesia primitiva, las siervas cuidaban a los creyentes enfermos, a los pobres, a los extranjeros y quienes estuvieran en la prisión. En este caso, también se encargaron de instruir a las mujeres y a los hijos (cp. Tit 2:3-5). Bien sea que Febe poseyera o no un título oficial, ella tenía la gran responsabilidad de entregar esta carta a la iglesia en Roma. Estas mujeres, después de servir con fidelidad y terminar viudas y en la pobreza, quedaban bajo el cuidado de la iglesia (vea las notas sobre 1Ti 5:3-16). Cencrea. Una ciudad portuaria en la vecindad de Corinto, donde Pablo escribió Romanos. Es probable que la iglesia en Cencrea hubiera sido plantada por la iglesia en Corinto.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
En estos últimos cinco capítulos, Pablo explica en gran detalle cómo los creyentes deben vivir en la práctica las verdades teológicas profundas de los primeros once capítulos. En su gracia, Dios ha dado tanto a los creyentes que Pablo los exhorta a responder con agradecimiento en obediencia.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Este capítulo, que casi no tiene enseñanzas explícitas y contiene varias listas de personas casi desconocidas, es la expresión más extensa e íntima del amor y el afecto de Pablo hacia otros creyentes y colaboradores en todas sus epístolas. También suministra detalles que nos permiten conocer más sobre la vida de los cristianos del primer siglo, y una mirada a la naturaleza y el carácter de la iglesia primitiva.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
RESUMEN: En este capítulo final Pablo y algunos compañeros saludan a hermanos conocidos en Roma y a la iglesia en general (versículos 1-16, 21-23). Luego Pablo inserta un párrafo sobre la disciplina de hermanos divisores e innovadores (versículos 17-20), y termina la carta con una doxología.
16:1– “Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea.” Las iglesias que tienen el oficio de “diaconisa” se basan en este pasaje. Le dan a la palabra griega diakonos un sentido oficial. Esto no es correcto. La palabra diakonos no lleva en sí ningún sentido oficial, y la palabra española “diaconisa” (género femenino, como “diácono» es masculino) no traduce la palabra griega, sino es una representación literal de las letras griegas por las españolas. La traducción de esta palabra griega es siervo. El contexto y otras consideraciones determinan el carácter del servicio hecho y del siervo. Por ejemplo, el gobierno civil es descrito con esta palabra “diákonos” (Rom 13:4), pero claro es que el gobierno civil no es “diácono” (en sentido eclesiástico). Aun a Cristo se le aplica esta palabra (Rom 15:8), pero ¿quién diría que Cristo era «diácono»? Todos los seguidores (siervos, servidores) de Cristo son descritos por esta palabra griega (Jua 12:26); ¿por eso todos son “diáconos”?
Ahora, esta palabra se aplica a ciertos hombres con ciertas cualidades o requisitos especificados (1Ti 3:8-13) y designados como aparte de los cristianos en general (Flp 1:1). Son, pues, siervos en sentido especial (Hch 6:1-6. versículo 1, “distribución,” en griego diakonia; versículo 2, “servir,” en griego diakonein). Por eso hay “diáconos” en las congregaciones locales. Pero no hay lista de cualidades para designar a mujeres para ser siervas oficiales (“diaconisas”). Cualquier mujer cristiana que sirve es sierva pero no “diaconisa.” Lo mismo se puede decir de “anciano.” Todo hombre de edad es anciano (griego, presbuteros) y toda mujer anciana, pero esta palabra griega se aplica a un grupo especial de hombres (pero no de mujeres) de edad que tienen otros requisitos también (1Ti 3:1-7; Tit 1:5-9), y por eso hay “ancianos” en cada congregación (Hch 14:23) que tenga hermanos calificados. Pero no hay oficio de “ancianas” porque no hay cualidades para tal oficio.
Febe sirvió a la iglesia en Cencreas en algún asunto y por eso dice Pablo que era sierva de esa congregación. Los traductores de muchas versiones, en lugar de traducir la palabra diakonos en este versículo, la dejan sin traducción y cambiando un poco las letras, ponen la palabra “diaconisa” y así dejan un sentido oficial en la palabra. Esto no es traducir, sino interpretar.
Algunos creen que ella llevó esta epístola a los hermanos en Roma, aunque no hay prueba absoluta de esto.
Fuente: Notas Reeves-Partain
UNA CARTA DE PRESENTACIÓN
Romanos 16:1, 2
Os presento a nuestra hermana Febe, que está al servicio de da iglesia de Cencreas. Confío en que la recibiréis en el Señor como nos debemos recibir mutuamente los que formamos parte del pueblo de Dios; y espero que la ayudéis en lo que le haga falta, porque
ella por su parte ha ayudado a muchos, entre ellos a mí.
Cuando uno solicita un empleo, es corriente que presente cartas de sitios donde ha trabajado o de personas que le conocen y que pueden dar informes de su carácter y habilidad profesional. Cuando una persona va a vivir en algún lugar nuevo para ella, se suelen llevar cartas de introducción de alguien que conoce a algunos de ese lugar. En el mundo antiguo estas cartas ya eran corrientes; se las llamaba systatikai epístolas, es decir, cartas de recomendación o de presentación. Se han conservado muchas de estas cartas, escritas en papiro, que se han encontrado en los antiguos basureros enterrados en las arenas del desierto en Egipto.
Un cierto olivicultor llamado Mystarion, por ejemplo, manda a un esclavo suyo con un encargo para un tal Stotoetis, jefe de los sacerdotes; y le da una carta de presentación que dice:
Mystarion a su apreciado Stotoetis: ¡Saludos cordiales! Te mando a mi Blastus para que me traiga aperos para mis olivares. No me le entretengas, que ya sabes que le necesito a todas horas.
A Stotoetis, sacerdote jefe de la isla.
Aquí Pablo escribe una carta de presentación de Febe a la iglesia de Roma.
Febe procedía de Cencreas, que era el puerto de Corinto. Algunas veces se la llama diaconisa; pero no es probable que Febe tuviera una posición oficial en el ministerio de la iglesia. No ha habido nunca un tiempo en el que el trabajo de las mujeres no fuera de un valor infinito. Esto debe de haber sido especialmente cierto en los tiempos de la Iglesia Primitiva. En los casos de bautismo por inmersión -que era la manera corriente entonces-, en las visitas a los enfermos y en la distribución de ayuda a los necesitados, las mujeres deben de haber representado un papel importante en la vida de las iglesias; pero no parece que tuvieran cargos oficiales en aquel tiempo.
Pablo encarga que se le dé la bienvenida a Febe: Pide a los cristianos de Roma que la reciban como los que están consagrados a Dios deben recibirse mutuamente. No debería haber extranjeros en la familia de Cristo; no deberían hacer falta las presentaciones formales entre los cristianos; porque son hijos e hijas del mismo Padre, y por tanto hermanos y hermanas entre sí. Y sin embargo la iglesia no es siempre la institución dispuesta a dar la bienvenida que debería ser. Es posible que las iglesias, y aún más las organizaciones eclesiásticas, se conviertan en grupitos exclusivistas que realmente no tienen interés en recibir a forasteros. Cuando venga uno a la nuestra -el consejo de Pablo sigue siendo relevante-,debemos hacer que se sienta bienvenido, como debe suceder entre los que son de Cristo.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 16
APéNDICE
16,1-27
Después de la bendición final de 15,33, la carta se reanuda en 16,1: «Os recomiendo nuestra hermana Febes que es diaconisa de la Iglesia de Céncreas»; sigue toda una lista de saludos con nada menos que 26 nombres propios. La conclusión de esta larga lista, que ocupa los v. 3-15, es una visión universal: «Os saludan todas las Iglesias de Cristo» (v. 16). Y aquí parece darse una nueva conclusión. Pero con el v. 17 empieza inmediatamente una amonestación contra las divisiones y escándalos que introducen los falsos doctores, aunque tal amonestación no parece contar con suficiente fundamento a lo largo de la carta. Esta pequeña sección se cierra con una bendición en el v. 20: «La gracia de nuestro Señor Jesús esté con vosotros.» Y ahora ya no nos causa sorpresa la renaudación del escrito con estas palabras: «Os saluda también Timoteo, mi colaborador…», al que siguen otros siete nombres 54
El final del capítulo llega inmediatamente con la doxología de los v. 25-27. La composición fragmentaria de este capítulo se explicaría perfectamente caso de tratarse de trozos de otras cartas paulinas, que nosotros no conocemos con más detalle, y que habrían sido intercalados aquí sin ningún principio ordenador que podamos descubrir. Los habría añadido más tarde a la carta a los Romanos, a modo de apéndice, un recopilador de las cartas paulinas. Así las cosas, la carta original terminaría de hecho al final del capítulo 15.
No sólo el carácter de apéndice, claramente reconocible, sino también el número sorprendentemente grande de conocidos de Pablo en Roma, hacen sospechoso el capítulo 16. Lo cual no impide desde luego ver en tal apéndice una serie de fragmentos de otras cartas auténticas de Pablo; sobre todo cuando el estilo y la terminología corroboran dicha hipótesis. Algunos de los nombres mencionados en la lista de saludos de 16,3-15 permiten suponer que originariamente esta parte pertenecía a una carta enviada por Pablo a la Iglesia de éfeso. En cualquier caso a Prisca y Aquila (v. 3), que según 1Co 16:19 se encontraban en éfeso, y a Epéneto, al que se califica de «primicia de Asia para Cristo» (v. 5), habría que buscarlos en la capital del Asia Menor más que en Roma. Con las listas de saludos del capítulo 16, la carta remitida por Pablo a la Iglesia de Roma, a la que no conocía personalmente, adquiere el remate personal habitual en todas sus otras cartas.
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54. La lista de saludos termina en algunos manuscritos, intercalando el v 24, conclusión tomada ciertamente de 2Te 3:18 : «La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros».
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1. SALUDOS A LOS CONOCIDOS DE PABLO (Rm/16/01-16)
1 Os recomiendo nuestra hermana Febe que es diaconisa de la Iglesia de Céncreas, 2 para que la acojáis en el Señor como corresponde entre los hermanos y la asistáis en cualquier cosa que necesite de vosotros, ya que ella ha sido protectora de muchos y aun de mí mismo. 3 Saludad a Prisca y a Aquilas, mis colaboradores en Jesucristo, 4 los cuales arriesgaron su cabeza por mi vida, a quienes no sólo yo les estoy agradecido, sino también todas las Iglesias de los gentiles. 5 Y saludad igualmente a la Iglesia que se reúne en su casa. Saludad a mi querido Epéneto, que fue primicia de Asia para Cristo. 6 Saludad a María, que tanto trabajó por vosotros. 7 Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y compañeros de prisión, los cuales son insignes entre los apóstoles, e incluso se entregaron a Cristo antes que yo. 8 Saludad a Ampliato, mi querido amigo en el Señor. 9 Saludad a Urbano, colaborador nuestro en Cristo, y a mi querido amigo Estaquis. 10 Saludad a Apeles, que ha dado buena prueba de sí en Cristo. Saludad a los de la casa de Aristóbulo. 11 Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los de la casa de Narciso que pertenecen al Señor. 12 Saludad a Trifena y a Trifosa, que tanto afán ponen en el servicio del Señor. Saludad a la carísima Pérside, que tanto trabajó en el Señor. 13 Saludad a Rufo, el elegido en el Señor, y a su madre, que también lo es mía. 14 Saludad a Asíncrito, a Flegonte, a Hermes, a Patrobas, a Hermas, y a los hermanos que están con ellos. 15 Saludad a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, a Olimpas y a todos los fieles que están con ellos. 16 Saludaos unos a otros con el ósculo santo. Os saludan todas las Iglesias de Cristo.
La lista de saludos certifica un amplio círculo de colaboradores, ayudantes y amigos dentro de la comunidad, con los que Pablo se siente vinculado. El mero hecho de que los nombre uno por uno presentándoles en cada caso de acuerdo con su especial relación, es una buena prueba de lo que Pablo estimaba a sus colaboradores. El Apóstol tiene conciencia de su personal e inequívoca misión apostólica; pero se sabe también necesitado del apoyo de muchos amigos. Se sirve de su ayuda con sentimientos de gratitud y valora su contribución desinteresada. Sin duda que Pablo ha tenido también en cuenta que el hecho de mencionar elogiosamente algunos nombres en presencia de toda la comunidad podía darles una mayor responsabilidad frente a ésta. Pues, entre los muchos que menciona, alaba de modo muy particular su colaboración e importancia para la Iglesia: v. 1s.4.5.6.7. Son, cada uno a su modo, valiosos ayudantes en la causa única del Evangelio, a los que Pablo estimula.
2. ADVERTENCIA CONTRA LA DESUNIÓN (Rm/16/17-20)
17 Y os ruego, hermanos, que estéis alerta frente a los que suscitan discordias y tropiezos, contra la doctrina que aprendisteis. Apartaos de ellos. 18 Esos tales no sirven a Cristo, Señor nuestro, sino a su propio vientre, y con sus palabras lisonjeras y aduladoras, seducen el corazón de los sencillos. 19 Vuestra obediencia ha llegado a conocimiento de todos. Estoy, pues, contento de vosotros. Pero quiero que seáis experimentados en lo bueno e inocentes en lo malo. 20 Y el Dios de la paz aplastará muy pronto a Satán bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesús esté con vosotros.
Los versículos 17-20 se dirigen contra quienes provocan en la comunidad «discordias y tropiezos». El que no se den sus nombres ni se nos comuniquen más detalles sobre sus personas y propósitos, responde al estilo de la amonestación polémica a guardarse contra los falsos doctores 57. Sus maquinaciones sólo se describen mediante expresiones generales y ciertos indicios orientadores. Así, se dice que trabajan «contra la doctrina que aprendisteis» (v. 17), que «no sirven a Cristo, sino a su propio vientre» 58, que emplean «palabras lisonjeras y aduladoras» y que «seducen el corazón de los sencillos» (v. 18). El Apóstol quiere poner en guardia a la Iglesia contra los tales. Alaba la «obediencia» de la comunidad y la exhorta al bien. Dios, por su parte, pronto aplastará a Satán bajo los pies de ellos, como lo proclama la promesa de Gen 3:15. Así estarán a salvo los fieles contra las disensiones, en las que Pablo ve la obra personal de Satán59.
Es de suponer que esta polémica se endereza contra las fuerzas que también en otros lugares ponían en tela de juicio la obra misionera de Pablo. Por el estilo y virulencia del enfrentamiento hay que pensar en un frente antipaulino, contra el que el Apóstol ha tenido que tomar posiciones y defenderse también en las cartas a los Gálatas y segunda a los Corintios, así como en Filipenses 3. Tal vez esta parte, junto con la precedente, perteneciese originariamente a una carta remitida a la comunidad de éfeso.
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57. Este estilo destaca con especial relieve en las cartas posteriores del Nuevo Testamento; véase, por ejemplo, 1Tm 4; Gen 6:3-5.20s; 2Ti 2:14-21; 2Ti 3:6-9.13-15; 2Ti 4:35; Tit 1:10-16; Tit 3:9-11; 2P 2; 1Jn 2:18-29; 1Jn 4:14; 2Jn 1:7-11 Jud 1:3-19 Por lo que se refiere a Pablo, véase también 2Co 11,l3-15; Gal 6:12 s; Flp 3:18 s. 58. Véase Flp 3:19. 59. Cf 2Co 11:15.
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3. SALUDOS DE LOS COLABORADORES DE PABLO (Rm/16/21-24)
21 0s saluda Timoteo, mi colaborador, como también Lucio, Jasón y Sosípatro, mis parientes. 22 Yo mismo, Tercio, que he escrito esta carta, os saludo en el Señor. 23 Os saluda Gaio, que nos da hospitalidad a mí y a toda la iglesia. Os saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto. [24 La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros. Amén.]
Los saludos que los colaboradores de Pablo envían a la comunidad tendrían un lugar más adecuado -al igual que la lista de saludos de los v. 3-15- dentro de una misiva remitida a una Iglesia que fuese conocida de los remitentes. De todos modos, no parece imposible que estos saludos formasen originariamente la conclusión de la carta a los Romanos; cosa que no puede decirse con la misma probabilidad por lo que se refiere a las dos secciones precedentes de v. 1-16 y v. 17-20. Es curioso que también el amanuense de la carta, que actuaba como secretario de Pablo, firme con su saludo personal, aunque no en último lugar como sería de esperar.
4. DOXOLOGÍA FINAL (Rm/16/25-27)
25 Al que puede afianzaros en conformidad con mi Evangelio y con la proclamación de Jesucristo, según la revelación del misterio, mantenido en silencio durante siglos eternos, 26 pero manifestado ahora, por medio de los escritos proféticos, según disposición del eterno Dios, y dado a conocer a todos los gentiles, para que obedezcan a la fe; 27 a Dios, que es el único sabio, a él sea la gloria eternamente, por medio de Jesucristo. Amén.
En un himno de alabanza a Dios se resume una vez más, a modo de conclusión, lo que hay que considerar como el deseo del Apóstol: en este tiempo acontece la «revelación del misterio», de los planes salvíficos de Dios, «para que obedezcan a la fe». Para ello ha sido proclamado el misterio de Dios «a todos los gentiles» (v. 26). Que esta proclamación haya tenido lugar por medio de los «escritos de los profetas», hace pensar sobre todo en la corroboración de la revelación cristiana por parte de los escritos del Antiguo Testamento. Pero, como expresamente se habla del «ahora» en que ha sido «revelado» el misterio, la proclama por medio de los escritos proféticos habría que referirla también al presente de la revelación cristiana. No parece, por lo mismo, desatinado que el autor de este apéndice, añadido a la carta de los Romanos, haya considerado ya las cartas paulinas como «escritos proféticos» que «según disposición del eterno Dios» debían actuar y servir como proclama de los planes salvíficos de Dios para todas las naciones. En esas cartas se ha conservado para el cristianismo del futuro el Evangelio paulino («mi Evangelio», v. 25), que no es otra cosa que «la proclamación» (kerygma) de Jesucristo.
De acuerdo con ese Evangelio, y a través de él precisamente, tienen los cristianos que seguir afianzándose en su fe aun después del ministerio del Apóstol, limitado por el tiempo. Y es que en ese Evangelio inimitable opera el único Dios por Jesucristo.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
— Les recomiendo: Sobre la autenticidad paulina de este último capítulo de Romanos tanto en el apartado de saludos (Rom 16:1-23) como por lo que se refiere a la doxología final (Rom 16:25-27), ver Introducción a la carta. Si los destinatarios de Rom 16:1-22 son los cristianos de Éfeso y no los de Roma, se explica mucho mejor la abundancia de saludos en ambas direcciones. Pero también es verdad, y no es un argumento a despreciar, que todos los mss. que se conservan vinculan este capítulo a Romanos.
— que está al servicio: Lit. diaconisa. Febe es la única mujer en todo el NT que recibe este apelativo.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Reconocimientos y saludos
Los elogios a un hermano cristiano y los saludos son componentes típicos de las partes finales de las cartas de Pablo. Lo que no es típico en este texto es la cantidad poco común de personas a las que Pablo saluda: menciona a 27. Esto, en una carta a una iglesia a la que Pablo no ha visitado, ha llevado a muchos eruditos a pensar que este capítulo no era parte de la carta original de Pablo a Roma, sino una carta aparte, escrita para elogiarlos, o un agregado a la carta cuando fue enviada a Efeso. Pero esto es improbable (ver la Introducción). Precisamente da do que Pablo no ha fundado la iglesia de Roma, puede nombrar a todos los cristianos de la iglesia que conoce, como Priscila y Aquilas (3), a quienes había conocido durante sus viajes por el Mediterráneo oriental.
Al llamar a Febe una diakonos de la iglesia en Cencrea (una ciudad ubicada a casi ocho km. al este de Corinto), Pablo puede querer decir simplemente que es una cristiana llamada, como todos los cristianos, a ser sierva (1) de Cristo y de la iglesia (ver 1 Ped. 4:10). Pero con el agregado de la iglesia de Cencrea (que le da un tinte más oficial a la designación), es más probable que Pablo esté diciendo que Febe tiene el cargo de diaconisa (ver Fil. 1:1; 1 Tim. 3:8, 12; muchos consideran que 1 Tim. 3:11 se refiere a las diaconisas). No tenemos evidencias sólidas provenientes del siglo I sobre la naturaleza de este ministerio, pero, como en fechas posteriores, probablemente se concentrara especialmente en el cuidado de los miembros más pobres y débiles de la iglesia. Quizá la condición secular de Febe haya tenido algo que ver con su nombramiento para tal ministerio, ya que en el v. 2b Pablo la llama prostatis (BJ, VHA, “protectora”) palabra con que generalmente se designaba a personas ricas que se convertían en padrinos o mentores de personas o movimientos (la RVA y otras versiones parafrasean esta expresión diciendo: ella ha ayudado a muchos). Pablo menciona a Febe porque ella va a Roma, probablemente llevando esta carta (2a).
Los saludos de Pablo no siguen una secuencia obvia, pero comienza quizá con aquellos a quienes conoce mejor y con quienes ha trabajado personalmente (3-7) para luego seguir con los que conoce menos (8-15). Priscila y Aquilas naturalmente pertenecen a la primera categoría. Pablo los conoció en Corinto, donde habían ido luego de ser forzados por el edicto del emperador Claudio a dejar su hogar en Roma (Hech. 18:2). Se convirtieron en colaboradores de Pablo, y pasaron bastante tiempo en la iglesia en Efeso (Hech. 18:18, 26). Fue quizá allí, posiblemente durante el alboroto en esa ciudad (Hech. 19:23-41), que ellos expusieron sus cuellos por la vida de Pablo (4). Viviendo ahora en Roma nuevamente, continúan ministrando, y una de las “iglesias romanas hogareñas” se reúne en su casa (5a). Epeneto (5b), uno de los primeros frutos en la pro vincia romana de Asia (occidente de Asia Menor) no se menciona en otra parte del NT; tampoco sabemos nada sobre María (6).
Junias, en el v. 7, probablemente deba ser traducido “Junia” (ver BJ). El nombre gr. Iounian podría ser una forma abreviada del masculino Junianis, pero existen muy pocas evidencias. Es más probable, por lo tanto, que sea una forma del nombre femenino Junia, que era bastante común. Presumiblemente se trata de la esposa de AndroŒnico (cf. v. 3). Ambos, que eran judíos (sungeneis probablemen te signifique “hermanos de raza”, como en 9:3, en lugar de “parientes”), conocieron a Cristo antes que Pablo y habían estado en prisión con él, probablemente porque compartían, según traduce la BA, su ministerio de ser apóstoles. Dado que no tenemos noticias de ellos en otros lugares, Andrónico y Junias posiblemente no fueran “apóstoles” en el mismo sentido que, p. ej. lo eran Pablo y Pe dro (representantes del Cristo resucitado, elegidos por Dios, con una autoridad única; ver p. ej. Hech. 1:12-26; Ef. 2:20; 1 Cor. 15:7-9). Apóstol, aquí, tendría el sentido de “misionero” o “mensajero acre ditado” (ver 2 Cor. 8:23; Fil. 2:25).
Amplias (8) no se menciona en otra parte del NT, pero puede ser la persona cuya tumba fue encontrada en la catacumba de Domitila, una mujer de familia imperial y grandes riquezas quien, aparentemente, era cristiana. Urbano, Estaquis (9) y Apeles (10) tampoco se mencionan en otros lugares. Pero Aristóbulo, que tenía cristianos entre los de su casa (10b) quizá sea el hermano de Agripa I, rey de Judea desde el año 41 hasta el 44. El pa riente (sungenes; €cf.€ comentario sobre el v. 7) de Pablo, HerodioŒn, posiblemente fuera un esclavo o liberto de la familia de Herodes, dinastía de gobernadores de Judea. El Narciso a cuya casa saluda Pa blo en el v. 11b puede ser el mismo que ganó fama (y notoriedad) como siervo del emperador Claudio. Trifena, Trifosa y PeŒrsida son tres mujeres que trabajaron por la causa de Cristo, sobre las que no tenemos más información. Pablo saluda a nueve mujeres en este pasaje, y de seis de ellas dice que han trabajado mucho o arduamente en el Señor (12). Nada en las palabras de Pablo nos permite señalar la naturaleza de sus ministerios, pero deberíamos dar el reconocimiento debido al importante papel que desempeñaron las mujeres en los diversos ministerios del siglo I, así como en la actualidad. Dado que el Evangelio de Mar. fue escrito en Roma, y quizá aprox. al mismo tiempo que Rom., es tentador identificar al Rufo del v. 13 con el Rufo cuyo padre llevó la cruz de Jesús hasta el Gólgota (Mar. 15:21). Ninguno de los nombres que se mencionan en los vv. 14, 15 se encuentra en otra parte del NT o en los documentos de la historia cristiana primitiva.
El beso (16a) como forma de saludo, al llegar o al partir, estaba muy difundido en el mundo antiguo y fue adaptado por la iglesia primitiva (1 Cor. 16:20; 2 Cor. 13:12; 1 Tes. 5:26; 1 Ped. 5:14). Sin embargo, debía ser un beso santo, completamente diferenciado de cualquier connotación pagana o erótica.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
16.1, 2 A Febe se le conoció como diaconisa (la palabra griega usada aquí a menudo se traduce «sierva») y colaboradora. Al parecer, era rica y ayudaba en el sostenimiento del ministerio de Pablo. Era muy respetada en la iglesia y quizás llevó esta carta desde Corinto a Roma. Febe nos muestra que las mujeres jugaban papeles importantes en la iglesia primitiva. Cencrea, el pueblo donde vivía Febe, era el puerto oriental de Corinto, a 10 km del centro de la ciudad.16.3 Priscila y Aquila era un matrimonio muy amigo de Pablo. Ellos, junto a los demás judíos, salieron de Roma expulsados por el emperador (Act 18:2-3) y se mudaron a Corinto. Allí se reunieron con Pablo y lo invitaron a vivir con ellos. Antes de conocer a Pablo, ya eran cristianos y tal vez le pusieron al tanto de la iglesia en Roma. Como Pablo, Priscila y Aquila eran misioneros. Ayudaron a los creyentes en Efeso (Act 18:18-28), en Roma cuando se les permitió volver y de nuevo en Efeso (2Ti 4:19).16.5ss Los saludos personales de Pablo fueron a romanos y a griegos, a judíos y a gentiles, a hombres y a mujeres, a prisioneros y a ciudadanos prominentes. La iglesia tenía un gran alcance: trascendía las líneas culturales, sociales y económicas. De esta lista concluimos que la iglesia era dinámica. A pesar de que Pablo aún no había visitado Roma, conoció a estas personas en sus viajes a otros lugares.16.7 El hecho de que Andrónico y Junias fueran «muy estimados entre los apóstoles» quizás se deba a que los distinguían como apóstoles. A lo mejor eran un matrimonio. La referencia que Pablo hace de ellos como parientes (véase también 16.21) tal vez se deba a que eran de la misma tribu que Pablo.16.17-20 Cuando leemos libros o escuchamos sermones, debemos examinar el contenido de lo escrito o dicho y no dejarnos engañar con palabras suaves. Los cristianos que estudian la Palabra de Dios no serán engañados, aunque los oyentes superficiales caigan en sus redes. Para tener un ejemplo de creyentes que examinaron con cuidado la Palabra de Dios, véase Act 17:10-12.16.21 Timoteo fue clave en el crecimiento de la iglesia primitiva, y participó con Pablo en su segundo viaje misionero (Act 16:1-3). Más tarde, Pablo le escribió dos cartas mientras trabajaba en el fortalecimiento de las iglesias en Efeso: 1 y 2 Timoteo. Véase su perfil en el libro de 1 Timoteo.16.25-27 Pablo exclama que le era maravilloso saber que el secreto de Dios, su forma de salvar a los gentiles, se da a conocer en todo el mundo. Todas las profecías del Antiguo Testamento se hicieron realidad y Dios usaba a Pablo como su instrumento para predicar estas buenas nuevas.16.25-27 De la misma manera que Jerusalén era el centro de vida judía, Roma lo era del mundo político, religioso, social y económico. En ese lugar se tomaban las decisiones gubernamentales más importantes y desde allí el evangelio se esparció hasta lo último de la tierra. La iglesia en Roma era una mezcla de judíos, gentiles, esclavos, libres, hombres, mujeres, ciudadanos romanos y viajeros internacionales; por lo tanto, tenía potencial para ejercer gran influencia pero también para ser el origen de grandes conflictos.Pablo aún no había visitado Roma para conocer a todos los creyentes allí y, por supuesto, aún no nos conoce a nosotros. Quizás también vivimos en un centro cosmopolita y el mundo está abierto ante nosotros. De la misma manera que ellos, tenemos el potencial para ejercer amplia influencia o involucrarnos en grandes conflictos. Debiéramos escuchar con sumo cuidado y aplicar las enseñanzas de Pablo acerca de la unidad, el servicio y el amor.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) O: “presento”.
(2) O: “sierva”. Gr.: di·á·ko·non; lat.: in mi·ni·sté·ri·o; J18(heb.): mescha·ráth, “ministra”.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 950 Mat 27:55; Luc 8:3; Hch 2:18
b 951 Hch 18:18
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
nuestra hermana Febe. Es posible que Febe llevara esta carta a Roma. Aparentemente ella no era conocida por los hermanos de allí y la recomendación es del todo apropiada. El término hermana denota su afiliación con la comunidad cristiana.
Cencrea. Cencrea era un puerto que estaba a unos 10 km al este de Corinto.
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) Como conclusión de este libro, este capítulo consta únicamente de recomendaciones y saludos. No sólo trata del cuidado mutuo entre los santos, sino también de la comunión entre las iglesias (vs.1, 4-5,16,23). Como la cuarta etapa revelada en este libro (véase la nota 1 (2) , segundo párr.) y como conclusión de la revelación contenida en el mismo, este capítulo muestra algunas de las condiciones que deben existir en las iglesias locales. Esto respalda él’ contenido y el significado de este capítulo, el cual no sólo contiene recomendaciones y saludos sino que, aún más, presenta una exhibición de las iglesias locales.
1 (2) En este libro el término iglesia sólo aparece a partir de 16:1. En el presente capítulo la iglesia y las iglesias se mencionan cinco veces (vs.1,4-5,16,23). Esto es una indicación clara de que muchos de los asuntos tratados en los caps.1 15 con respecto a la salvación completa de Dios tienen como fin la producción y edificación de la iglesia. Estos asuntos incluyen al Dios Triuno mismo (8:31), como el Padre (1:7; 8:15), como el Hijo (1:4; 8:3) (el Hijo es el Señor, 1:3,7; 10:12; 14:9; es Jesús, 3:26; 4:24; es Cristo, 5:6; 6:4; 8:34; 6:3; 8:10; 13:14; es el hombre, 5:15; y es la raíz de Isaí, 15:12), y como el Espíritu (5:5; 8:16, 26) (el Espíritu es las primicias, 8:23); también incluyen Su misericordia (9:23; 11:32), Su compasión (9:15; 12:1), Su amor (5:5; 8:35,39), Su bondad (2:4; 11:22), Su gracia (5:2,15), Sus dones gratuitos (5:15-16; 11:29), Sus dones (12:6), Su justicia (1:17; 3:21), Su Espíritu de santidad (1:4), Su fidelidad (3:3), Su paz (15:33; 16:20), Su esperanza (15:13), Su gozo (15:13), Su perseverancia (15:5), Su consolación (15:5), Sus riquezas (10:12; 11:33), Su sabiduría (11:33), Su conocimiento (11:33), Su poder (1:16), Su potestad (9:21), Su vida(5:21), Su ley de vida (8:2), la filiación (8:15), Su gloria (5:2; 9:23), y Su reino (14:17); Su presciencia (8:29), la elección (9:11; 11:15), la predestinación (8:29), la preparación (9:23), la acción de reservar para Sí un remanente (11:4-5), Su llamamiento (8:30; 11:29),. Su injertar (11:17), la redención (3:24), la propiciación (3:25), la salvación (1:16), la justificación (3:26, 30), la reconciliación (5:10-11), Su libertad (8:2), la santificación (6:19,22), la transformación (12:2), la renovación (12:2), la conformación (8:29), la redención de nuestro cuerpo (8:23), y la glorificación (8:30); el hecho de recibirnos (14:3; 15:7), morar en nosotros (8:11), vivificarnos (8:11), guiarnos (8:14), dar testimonio (8:16), ayudarnos (8:26), interceder dentro de nosotros (8:26), interceder en los cielos (8:34), darnos todas las cosas (8:32) y hacer que todas las cosas cooperen para bien nuestro (8:28); y además, Su encarnación (1:3; 10:6), Su crucifixión (5:8; 6:6), Su sangre (3:25), Su terminación de la ley (10:4), Su resurrección (4:25; 10:7) y Su ascensión (8:34). Todo eso fue puesto a nuestra disposición, y la mayor parte ha sido aplicada a la producción y edificación de la iglesia para el cumplimiento del propósito dé Dios conforme a Su voluntad (12:2). Cuatro etapas son reveladas en este libro: los asuntos mencionados en los caps.1 4 nos llevan, en el cap.4, a la primera etapa, la de la justificación; los caps.5 8 nos conducen a la segunda etapa, la de la santificación en el cap.8; los caps.9 12 nos llevan a la tercera etapa, la del Cuerpo de Cristo en el cap.12; y los caps. 14 16 nos conducen a la cuarta etapa en el cap.16, la de las iglesias, expresadas en varias localidades, la etapa del vivir práctico del Cuerpo de Cristo en localidades diferentes. Las iglesias son la máxima consumación de la salvación completa del evangelio de Dios que revela este libro, el cual fue escrito no según la doctrina sino conforme a lo práctico. En la primera etapa somos regenerados y salvos, en la segunda somos santificados, en la tercera somos renovados y transformados, y en la cuarta, en la vida práctica de la iglesia, Satanás es aplastado bajo nuestros pies, y podemos disfrutar plenamente la gracia del Señor y la paz de Dios (v.20).
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Febe… diaconisa de la iglesia. El término usado aquí significa «sirviente», pero a menudo se traduce por «diácono», lo que lleva a algunos a creer que Febe era diaconisa. Sin embargo, es más probable que la palabra se use aquí en el sentido no oficial de ayudante.
Cencrea. El puerto oriental de Corinto.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
131 (V) Carta de recomendación de Febe (16,1-23). Para la relación de este capítulo con la totalidad de Rom, -9-11 supra. 1. os recomiendo: Pablo utiliza synistemi, expresión epistolar habitual para presentar un amigo a otros conocidos (véanse 1 Mac 12,43; 2 Mac 4,24; cf. C.-H. Kim, Form and Structure of the Familiar Greek Letter of Recommendation [SBLDS 4, Missoula 1972]). Febe: Cristiana desconocida en las demás fuentes, portadora de esta carta, cristiana como nosotros; Lit., «nuestra hermana», véanse 1 Cor 7,15; 9,5; Flm 2. No es una impostora, diaconisa: Quizá diakonos (género común) designe a los miembros de un grupo especial de la Iglesia de Cencreas, o quizá sea sólo una designación genérica, «servidora», «ayudante». No hay modo de estar seguro de que este término designa ya un «orden» especial de ministros. Para el uso genérico, véanse 1 Tes 3,2; 2 Cor 3,6; 11,23. Sin embargo, Flp 1,1 y 1 Tim 3,8.12 empiezan a apuntar en la dirección de un grupo o función específicos. Iglesia de Cencreas: Cencreas era uno de los dos puertos de la antigua Corinto; estaba situada en el lado este del istmo de Corinto, en el golfo Sarónico, mientras que Lequeo era el puerto del lado oeste (véase J. Murphy-O’Connor, St. Paul’s Corinth [Wilmington 1983] 17-21). La carta de recomendación pudo ser escrita desde Corinto o desde Cencreas. En Rom, Pablo utiliza ekklésia sólo en el cap. 16, y siempre en el sentido de «Iglesia local» (vv. 1.4.5.16.23). 2. en el Señor: Se debe acoger a Febe en la comunidad como si fuera uno de sus miembros, de una manera digna del pueblo santo de Dios: Lit., «de los santos» (véase el comentario a 1,7). Pablo halaga a sus lectores asociándolos con los «santos», llamados y elegidos anteriormente, y con la primitiva Iglesia madre de Jerusalén, que gozaba por excelencia de ese título (véanse 1 Cor 16,1; 2 Cor 8,4; 9,1). ha favorecido a muchos: Lit., «ha sido una patrona». Pablo reconoce el servicio que Febe le ha prestado a él y a otros cristianos de Cencreas. Acerca del tipo de ayuda dispensada a Pablo, sólo cabe especular: ¿hospitalidad?, ¿defensa de su causa ante las autoridades civiles?, ¿provisión de fondos para su viaje a Jerusalén?
132 3-16. Pablo envía saludos personales al menos a 26 conocidos. 3. Prisca y Áquila: En 1 Cor 16,19 y 2 Tim 4,19, a la mujer de Áquila se le llama Priska, como aquí, pero en Hch 18,2.18.26 se utiliza el diminutivo Priskilla. Eran judeocristianos, expulsados de Roma por Claudio (- Pablo, 79:10). Tras establecerse en Corinto, se dedicaron a la fabricación de tiendas. Cuando Pablo llega por primera vez a Corinto, le brindan hospitalidad (Hch 18,1-2). Más tarde viajan con él a Éfeso, donde fijan su residencia e instruyen, entre otros, a Apolo, el retórico alejandrino (Hch 18,26). Cuando se escribió desde Efeso 1 Cor, Pablo envió saludos a la Iglesia corintia de parte de los cristianos que se reunían en la Iglesia doméstica de Prisca y Áquila (16,19). Esta indicación de Rom da a entender que ambos habían regresado ya a Roma, colaboradores míos en Cristo: En Corinto (Hch 18,3) o en Éfeso (Hch 18,26). que arriesgaron su cuello por mí: Pablo recuerda con agradecimiento una valiente intervención de Prisca y Áquila en su favor, bien en Éfeso (en la revuelta de los plateros, Hch 19,23), bien durante un encarcelamiento efesino, al que tal vez se refiera en 1 Cor 15,32; 2 Cor 1,8-9. Cf. Rom 16,7. 5. la Iglesia que se reúne en su casa: Las comunidades locales se juntaban para el culto en una casa amplia de alguno de los primeros cristianos (antes de que se erigieran edificios especiales para ese fin); véanse 1 Cor 16,19; Flm 2. Cf. M. Gielen, ZNW 77 (1986) 109-25. Epéneto: Desconocido en las demás fuentes, primer convertido para Cristo en Asia: Lit., «primicias de Asia para Cristo». Pablo considera la conversión de Epéneto como la que provocó la conversión de muchos otros en la provincia romana de Asia (en el extremo occidental de Asia Menor; su gobernador tenía su sede en Éfeso). Su conversión «consagró» el resto de Asia a Cristo (véase el comentario a 11,16). 6. María: Desconocida en las demás fuentes.
133 7. Andrónico y Junia(s): Del número de los primeros convertidos judeocristianos; desconocidos en las demás fuentes, pero relacionados con Pablo como «parientes». Junias es nombre de varón, pero lounian también podría ser el ac. de «Junia», nombre de mujer, que comentaristas antiguos tomaron a veces como el nombre de la esposa de Andrónico. Además, el ms. P46 y algunas versiones (Vg, bo, eth) leen «Julia», compañeros de prisión: ¿En Éfeso (1 Cor 15,32), en Filipos (Hch 16,23) o en otro lugar (2 Cor 11,23)? ilustres entre los apóstoles: Eso puede indicar que Andrónico y Junia(s) gozaban de la estima de quienes eran apóstoles, o puede significar que de hecho pertenecían al número de los que eran «apóstoles» -pues este título fue dado en la Iglesia primitiva a más personas que los Doce (- Pensamiento del NT, 81:154-57). 8-16. Amplíalo, Urbano, Estaquio, Apeles, Aristóbulo, Herodión, Narciso, Trifena, Trifosa, Pérside, Rufo, Asíncrito, Flegón, Hermes, Patrobas, Filólogo, Julia, Nereo, Olimpas: Muchos de estos nombres son conocidos nombres de esclavos, encontrados en inscripciones por todo el imperio romano. Las especulaciones que identifican a Rufo con el hijo de Simón de Cirene (Mc 15,21) y a Narciso con el famoso liberto de la casa de Claudio, ejecutado durante el reinado de Nerón (Tácito, Ann. 13.1), son puras conjeturas. 16. beso santo: Véanse 1 Tes 5,26; 1 Cor 16,20; 2 Cor 13,12. Pablo termina a menudo sus cartas de este modo, quizá empleando en contexto epistolar un gesto litúrgico (utilizado en la Cena del Señor, según Justino, Apol. 1.65,2).
134 17-20. Advertencia a la comunidad contra la influencia de forasteros que introducían disensiones y escándalos. En su tono, este párrafo difiere del resto de Rom; suena muy parecido a Gál 6,12-17. 18. esclavos de sus propios apetitos: Lit., «de su propio vientre». Véanse Flp 3,19; Gál 5,7-12 para un sarcasmo semejante en la polémica con los judaizantes. «Vientre» puede ser una referencia sarcástica al problema alimentario de los caps. 14-15. W. Schmithals (ST 13 [1959] 51-69) identificaba a estos forasteros con gnósticos judeocristianos; pero, ¿existían en aquella época? 19. vuestra obediencia: Es decir, fe (véase 1,5; 15,18; cf. 16,26). 20. Dios de la paz: Véase 15,33. aplastará a Satanás: Satanás se ha de entender como la personificación de todo desorden, disensión y escándalo dentro de la comunidad. Dios, que forja los caminos humanos en la paz, acabará con esos peligros que la amenazan. En este texto no resulta improbable una alusión a Gn 3,15. Tras la despedida con que termina este versículo, se encuentran más saludos, pero proceden de personas que están con Pablo (vv. 21-23). 21. Timoteo: Véanse los comentarios a Hch 16,1-3; 2 Cor 1,1. Lucio: No necesariamente Lucio de Cirene (Hch 13,1). Jasón: No necesariamente Jasón de Tesalónica (Hch 17,5-9) . Sosípatro: ¿El mismo que Sosípatro de Berea (Hch 20,4)? 22. Tercio: El amanuense de Pablo, que tal vez sea quien añade estos pocos versículos. 23. Gayo: Probablemente el mismo Gayo de 1 Cor 1,14 (cf. Hch 19,20). Erasto: Este tesorero es posiblemente el mismo que el edil Erasto, quien pavimentó a su costa una plaza de la Corinto del s. I, según una inscripción lat. todavía conservada in situ (véase MurphyO’Connor, St. Paul’s Corinth 37). 24. Omitido en los mejores mss. gr., puesto que es simplemente una repetición de 16,20b.
135 (VI) Doxología (16,25-27). Sobre la posición de esta doxología en diversos mss. de Rom, – 9 supra. al que puede consolidaros: «Pablo» bendice a Dios, que garantiza el evangelio de Cristo a los seres humanos y también la constancia en la vida cristiana, mi evangelio: La buena noticia que «Pablo» da a conocer (-> Teología paulina, 82:31-36). predicación de Jesucristo: La proclamación que anuncia a Cristo Jesús, según la revelación del misterio: -Teología paulina, 82:33-34. escritos proféticos: El AT y los escritos apocalípticos judíos que tienen que ver con el misterio mencionado, según el mandato del Dios eterno: «Pablo» tal vez esté aludiendo a su cometido como apóstol enviado a los gentiles para dar a conocer a todas las naciones este misterio ahora revelado, la obediencia de la fe: Gen. de aposición; véase el comentario a 1,5. 27. a Dios, el único sabio: Éste es el punto culminante de la doxología (véase 11,33-36; cf. Jds 24; Ap 15,4). Una vez más se alaba a Dios Padre por medio de su Hijo, Jesucristo. (Véanse J. Dupont, ETL 22 [1946] 362-75; RBén 58 [1948] 3-22; L.-M. Dewailly, NTS 14 [1967-68] 111-18; J. K. Elliott, ZNW 72 [1981] 124-30.)
[Traducido por José Pedro Tosaus Abadía]
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
servidora… Gr. diákonos → §314.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
[3] Junia fue un apóstol femenino en Israel aparentemente relacionada físicamente con Pablo.
[1] Todas las naciones Israelitas, o todas las naciones que albergan a Israelitas. Primera Corintios
[1] Puerto en el arrabal de Corinto.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat