Biblia

Comentario de Romanos 4:13 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Romanos 4:13 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Porque la promesa a Abraham y a su descendencia, de que sería heredero del mundo, no fue dada por medio de la ley, sino por medio de la justicia de la fe.

4:13 — “no por la ley,” más bien dicho, según el texto griego y la línea de argumentación de Pablo en esta sección, “no por ley.” Es decir, Abraham no recibió la promesa a causa de haber guardado perfectamente alguna ley. La promesa no le fue hecha a consideración de observar ley, sino de justificación por fe.

— “heredero del mundo.” Este texto es usado por muchos para enseñar que este mismo mundo, aunque renovado, dicen, va a ser poseído como la “tierra nueva” (2Pe 3:13; Apo 21:1). Tal interpretación, no solamente ignora por completo el contexto sino también contradice los muchos textos bíblicos que enseñan que la tierra o patria que el cristiano poseerá es celestial (Heb 11:14-16). Además, 2Pe 3:13 y Apo 21:1 hablan de un nuevo orden de cosas, y no literalmente de este mismo mundo en forma renovada. (Véanse más comentarios sobre Apo 21:1 en mi obra, NOTAS SOBRE APOCALIPSIS).

En las promesas dadas a Abraham (Gén 12:1-20; Gén 13:1-18; Gén 15:1-21; Gén 17:1-27; Gén 22:1-24), no vemos ninguna expresada en esta forma, “heredero del mundo.” Pero sabemos que no se hace referencia a la promesa de la tierra de Canaán, porque la promesa tenía que ver con el mundo, no con una pequeña porción de él. Gén 12:1-3 muestra que Dios prometió a Abraham que en él serían benditas todas las familias de la tierra. Pero en 22:18 vemos que en la simiente de el (en Cristo, Gál 3:16) serían benditas todas las naciones de la tierra. Concluimos que todo el mundo es bendecido (espiritualmente) en Abraham porque en la simiente de él (en Cristo) es bendecido. La iglesia de Cristo, compuesta de todas las naciones, es la totalidad de los hijos de Abraham por la fe (Gál 3:29; Rom 4:16). Abraham heredó al mundo como sus hijos espirituales. En Cristo el hijo de Abraham (cristiano) tiene toda bendición espiritual (Efe 1:3). Todo cristiano es parte de la iglesia de Cristo, la casa de Dios (1Ti 3:15). La iglesia se compone de todas las naciones, y sus miembros son hijos de Abraham por la fe, porque a Abraham se le prometió que él sería “padre de muchedumbre de gentes.”

Haciendo resumen, vemos que Abraham iba a heredar el mundo. Lo “hereda,” no en sentido de poseerlo literalmente, sino en venir a ser el padre de muchas naciones y que en él serían bendecidas todas las naciones de la tierra. Esto se refiere a las bendiciones espirituales que los hijos de Abraham por la fe tienen como miembros de la iglesia de Cristo, la cual iglesia es compuesta de gentes de todas las naciones. Todo el contexto de Rom 4:1-25 trata de la promesa de justificación (perdón de pecados) para todas las naciones, según la promesa hecha a Abraham. La promesa era espiritual, y Abraham hereda el mundo espiritualmente. Véase el versículo 17.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

porque no por la ley. Gál 3:16-18, Gál 3:29.

fue dada la promesa. Gén 12:3; Gén 17:4, Gén 17:5, Gén 17:16; Gén 22:17, Gén 22:18; Gén 28:14; Gén 49:10; Sal 2:8; Sal 72:11.

sino por la fe. Rom 4:11.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La promesa para Abraham no fue a través de la circuncisión (vv. Rom 4:9-12) ni a través de la Ley (vv. Rom 4:13-16), sino por la justicia de la fe.

heredero del mundo significa que Abraham y su descendencia, especialmente Jesús, heredarán la tierra, una promesa que se cumplirá en el Reino que se establecerá cuando Cristo regrese.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

promesa … heredero del mundo. Esto se refiere a Cristo y es la esencia del pacto que Dios hizo con Abraham y sus descendientes (vea las notas sobre Gén 12:3 ; Gén 15:5; cp.Gén 18:18 ; Gén 22:18). La provisión final de ese pacto era que por medio de la simiente de Abraham todo el mundo sería bendecido (Gén 12:3). Pablo argumenta que «la simiente» se refiere de forma específica a Cristo y a que esta promesa correspondía en realidad al evangelio (Gál 3:8; Gál 3:16; cp. Jua 8:56). Todos los creyentes al estar en Cristo se convierten en herederos de la promesa (Gál 3:29; cp. 1Co 3:21-23). no por la ley. Es decir, no como resultado de que Abraham guardara la ley. la justicia de la fe. La justicia recibida de Dios por la fe (vea la nota sobre Rom 1:17).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Así como Abraham no fue justificado por el rito de la circuncisión (vv. Rom 4:9-12), tampoco fue justificado por guardar la ley mosaica (vv. Rom 4:13-15).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

4:13– “no por la ley,” más bien dicho, según el texto griego y la línea de argumentación de Pablo en esta sección, “no por ley.” Es decir, Abraham no recibió la promesa a causa de haber guardado perfectamente alguna ley. La promesa no le fue hecha a consideración de observar ley, sino de justificación por fe.
–“heredero del mundo.” Este texto es usado por muchos para enseñar que este mismo mundo, aunque renovado, dicen, va a ser poseído como la “tierra nueva” (2Pe 3:13; Apo 21:1). Tal interpretación, no solamente ignora por completo el contexto sino también contradice los muchos textos bíblicos que enseñan que la tierra o patria que el cristiano poseerá es celestial (Heb 11:14-16). Además, 2Pe 3:13 y Apo 21:1 hablan de un nuevo orden de cosas, y no literalmente de este mismo mundo en forma renovada. (Véanse más comentarios sobre Apo 21:1 en mi obra, NOTAS SOBRE APOCALIPSIS).
En las promesas dadas a Abraham (Gén 12:1-20; Gén 13:1-18; Gén 15:1-21; Gén 17:1-27; Gén 22:1-24), no vemos ninguna expresada en esta forma, “heredero del mundo.” Pero sabemos que no se hace referencia a la promesa de la tierra de Canaán, porque la promesa tenía que ver con el mundo, no con una pequeña porción de él. Gén 12:1-3 muestra que Dios prometió a Abraham que en él serían benditas todas las familias de la tierra. Pero en 22:18 vemos que en la simiente de el (en Cristo, Gál 3:16) serían benditas todas las naciones de la tierra. Concluimos que todo el mundo es bendecido (espiritualmente) en Abraham porque en la simiente de él (en Cristo) es bendecido. La iglesia de Cristo, compuesta de todas las naciones, es la totalidad de los hijos de Abraham por la fe (Gál 3:29; Rom 4:16). Abraham heredó al mundo como sus hijos espirituales. En Cristo el hijo de Abraham (cristiano) tiene toda bendición espiritual (Efe 1:3). Todo cristiano es parte de la iglesia de Cristo, la casa de Dios (1Ti 3:15). La iglesia se compone de todas las naciones, y sus miembros son hijos de Abraham por la fe, porque a Abraham se le prometió que él sería “padre de muchedumbre de gentes.”
Haciendo resumen, vemos que Abraham iba a heredar el mundo. Lo “hereda,” no en sentido de poseerlo literalmente, sino en venir a ser el padre de muchas naciones y que en él serían bendecidas todas las naciones de la tierra. Esto se refiere a las bendiciones espirituales que los hijos de Abraham por la fe tienen como miembros de la iglesia de Cristo, la cual iglesia es compuesta de gentes de todas las naciones. Todo el contexto de Rom 4:1-25 trata de la promesa de justificación (perdón de pecados) para todas las naciones, según la promesa hecha a Abraham. La promesa era espiritual, y Abraham hereda el mundo espiritualmente. Véase el versículo 17.

Fuente: Notas Reeves-Partain

TODO POR GRACIA

Romanos 4:13-17

No fue por medio de la Ley como se transmitió la promesa de heredar la Tierra a Abraham y a su «simiente», sino que vino de aquella correcta relación con Dios que tuvo su origen en la fe. Si los vasallos de la Ley son los herederos, entonces la fe pierde todo su sentido, y la promesa resulta inoperante. Porque lo que produce la Ley es ira; pero donde no existe una ley tampoco puede haber transgresión. Así es que todo depende de la fe, para que quede claro que es cuestión de Gracia, y se garantice la promesa a todos los descendientes de Abraham, no sólo los que pertenecen a la tradición de la Ley, sino también los que son de la familia de Abraham en virtud de la fe. Abraham es el padre de todos nosotros; porque está escrito: » Te he nombrado padre de muchas naciones.» Y así es para Dios porque creyó en Él como el Que llama a los muertos a la vida, y a la existencia a cosas que todavía no existen.

Dios le hizo a Abraham una promesa maravillosa. Le prometió que sería una gran nación, y que en él serían benditas todas las familias de la Tierra (Ge 12:2 s). La Tierra se le daría como heredad. Y Dios le hizo esa promesa simplemente porque puso su confianza en Él. No la recibió por haber amontonado méritos cumpliendo los mandamientos de la Ley, sino como una gracia generosa en respuesta a su fe absoluta en Dios. La promesa, como lo vio Pablo, dependía exclusivamente de dos cosas: de la Gracia generosa e inmerecida de Dios, y de la perfecta fe de Abraham.

La Gracia es la mano que da, y la fe, la mano que recibe, como en la famosa pintura de Miguel Ángel.
Los judíos seguirían preguntando: «¿Cómo puede uno entrar en la debida relación con Dios para estar incluido en esta gran promesa?» La respuesta que ellos mismos daban era: «Adquiriendo méritos ante Dios haciendo lo que manda la Ley.» Es decir, uno tiene que conseguirlo por su propio esfuerzo. Pero Pablo veía con absoluta claridad que esta actitud judía había destruido totalmente la promesa. Y la razón era que no hay nadie que pueda cumplir perfectamente la Ley; por tanto, si la promesa depende de la observancia de la Ley, no se puede cumplir.

Pablo veía las cosas con claridad meridiana. Veía dos maneras mutuamente excluyentes de tratar de entrar en relación con Dios: una dependía del esfuerzo humano, y la otra, de la Gracia divina. La primera era una batalla irremisiblemente perdida para obedecer una ley imposible; y la segunda, la fe que no hace más que cogerle a Dios la palabra. Cada una tenía tres partes:
(i) Por una parte tenemos la promesa de Dios. Hay dos palabras griegas que quieren decir promesa: Hyposjésis es una promesa con condiciones -«Prometo hacer esto si tú haces lo otro»-. Epanguelía quiere decir una promesa que se hace generosamente y sin ninguna condición por la otra parte; y esta es la palabra que usa Pablo; como si dijéramos: » Dios es como una padre humano; promete amar a sus hijos independientemente de lo que hagan.» Cierto que amará a algunos de nosotros con un amor que le hace estar contento, y a otros con un amor que le hará estar triste; pero en ambos casos es un amor que no nos abandonará jamás. No depende de nuestros méritos, sino sólo del generoso corazón de Dios.

(ii) Tenemos la fe. Fe es la seguridad de que Dios es realmente así. Es jugárnoslo todo a su amor.

(iii) Tenemos la Gracia. Un regalo de gracia es siempre algo que no se gana ni merece. La verdad es que nadie puede ganar el amor de Dios. Tenemos que encontrar nuestra gloria, no en lo que podamos hacer por Dios, sino en lo que Él ha hecho por nosotros.

(i) Por otra parte tenemos la Ley. Lo que pasa con la ley es que siempre puede diagnosticar la enfermedad, pero no puede curarla. La Ley le dice a uno lo que está mal, pero no le ayuda a evitarlo. De hecho, como Pablo señalará más adelante, hay una especie de paradoja terrible en la Ley. La naturaleza humana tiende a querer aquello que se le prohíbe. » La fruta robada es la más dulce.» Así que la Ley puede de hecho inducirnos a desear precisamente lo que nos prohíbe. La consecuencia natural de la Ley es el juicio; y, mientras una persona viva en una religión cuyo principal componente sea la Ley, no puede verse a sí misma más que como un criminal ante el tribunal de Dios.

(ii) Tenemos la transgresión. En cuanto se introduce la ley, la transgresión la sigue. No se puede quebrantar una ley que no existe, ni se puede condenar a nadie por quebrantar una ley que no sabía que existiera -aunque es un principio jurídico que la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento-. Si no hacemos más que introducir una ley, y si hacemos de la religión exclusivamente una cuestión de obedecer una ley, la vida se reduce a una cadena de transgresiones a la espera del castigo.

(iii) Tenemos la ira. Pensad en la ley, y en la transgresión, e inevitablemente el siguiente pensamiento será la ira. Pensad en Dios en términos de ley, y no podréis evitar el pensar en Él en términos de justicia ofendida. Pensad en una persona en términos de ley, y no podréis considerarla más que como culpable y destinada a la condenación de Dios.

Así es que Pablo pone ante los Romanos dos caminos: uno es el del que trata de relacionarse debidamente con Dios mediante su propio esfuerzo; y el otro, el del que entra por la fe en una relación con Dios que ya existe por la gracia de Dios para que él pueda entrar con confianza.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Gén 12:2-3; Gén 22:15-18; Gál 3:15-16; Heb 11:8-12.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

r 261 Gén 12:3; Gén 17:6; Gén 18:18; Gén 22:17

s 262 Heb 11:8

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

su descendencia. Es decir, la simiente espiritual de Abraham, ya sean judíos o gentiles, que son justificados por fe.

heredero del mundo. Las promesas hechas a Abraham implican que Dios llevaría a cabo sus propósitos para el mundo por medio de la descendencia de Abraham (Gn 12:2– 3; 13:14– 17; 15:4– 7; 17:3). El cumplimiento de esta promesa se llevará a cabo en la simiente de Abraham por excelencia, el Mesías, en el reino mesiánico, en su segunda venida.

Fuente: La Biblia de las Américas

13 (1) La justificación se da para que los escogidos de Dios hereden el mundo a fin de ejercer el dominio de Dios en la tierra ( Gén_1:26).

13 (2) La ley era la economía (la dispensación) temporal de Dios para el hombre en el Antiguo Testamento, puesto que fue añadida temporalmente a causa de las transgresiones del hombre ( Gál_3:19); la fe es la economía (la dispensación) eterna de Dios para el hombre en el Nuevo Testamento, porque se basa en el plan eterno de Dios (cfr. nota 4 (4) de 1 Ti 1). En el Antiguo Testamento Dios se relacionó al hombre conforme a la ley. Si conforme a esta dispensación el hombre hubiera hecho lo que Dios había mandado en la ley, habría obtenido justicia, es decir, la justicia de la ley (9:31), la justicia que procede de la ley (10:5; Flp_3:9). En el Nuevo Testamento Dios se relaciona al hombre conforme a la fe. Si conforme a esta dispensación el hombre cree en Cristo, Aquel en quien Dios ha ordenado que el hombre crea ( 1Jn_3:23), obtendrá justicia, es decir, la justicia de la fe (v.11), la justicia que procede de la fe (9:30; 10:6). La fe, la cual es ordenada por Dios en la economía neotestamentaria y que reemplaza a la ley del Antiguo Testamento, sólo llegó en los tiempos del Nuevo Testamento ( Gál_3:23 , Gál_3:25). Esta fe, la cual reemplaza la ley, es objetiva para nosotros. Recibimos la justicia de la fe cuando, conforme a la fe objetiva, creemos subjetivamente en Cristo, en quien Dios quería que creyésemos. Esta justicia es el Cristo a quien poseemos es decir, a quien recibimos al creer subjetivamente conforme a la fe objetiva ordenada por Dios-como la justicia de Dios que recibimos ( 1Co_1:30).

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Se inserta fue dada para suplir elipsis del original; a su simiente… Es decir, a su descendenciaGál 3:29.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

B395 En vista del infinitivo apositivo, la primera parte de este versículo debe traducirse: Porque no por medio de la ley le fue dada la promesa a Abraham o a su descendencia, de que él sería heredero del mundo.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., simiente

Fuente: La Biblia de las Américas

rtf1fbidisansiansicpg1252deff0fonttblf0fromanfprq2fcharset2 Wingdings 3; . fue dada.

4.13 Es decir, a su descendencia.

4.13 g Gál_3:29.

Fuente: La Biblia Textual III Edición