para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna, por medio de Jesucristo nuestro Señor.
5:21 — El pecado reina en el dominio de la muerte, porque causa muerte. Así el pecado tenía al hombre, y lo tiene (al no cristiano), dominado. Reina el pecado “en la muerte,” dice el griego literalmente, porque el pecado tiene al hombre pecador bajo la sentencia de muerte. El pecado es el monarca reinante en el pecador. Pero reina la gracia de Dios por la justicia (que es el plan de salvación en el evangelio de Cristo) para vida eterna. Aquí habla Pablo de la muerte y de la vida espirituales. La gracia o favor de Dios reina por el evangelio en el creyente obediente, y tiene por fin o resultado la vida eterna del creyente. El pecado era abundante. Toda ley de Dios lo hizo evidente. Pero es más abundante la gracia. Dios por su gracia extiende al pecador el plan de salvación que le perdona todos sus pecados, y le da vida espiritual en lugar de la muerte espiritual. Si el mundo está lleno de pecado, Dios está lleno de gracia para rescatar al pecador. ¡Qué buenas nuevas! ¡Qué evangelio!Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
el pecado reinó para muerte. Rom 5:14; Rom 6:12, Rom 6:14, Rom 6:16.
la gracia reine. Jua 1:16, Jua 1:17; Tit 2:11; Heb 4:16; 1Pe 5:10.
por la justicia. Rom 5:17; Rom 4:13; Rom 8:10; 2Pe 1:1.
por Jesucristo Señor nuestro. Rom 6:23; Jua 10:28; 1Jn 2:25; 1Jn 5:11-13.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Este versículo contiene el doble contraste entre el pecado y la justicia y entre la muerte y la vida. Desde el mismo momento en que el pecado entró al universo este reinó, causando muerte física y espiritual. Su principio de soberanía es separar al género humano de su Creador y causar su fin para ser un ser mortal. Pero a través de la sangre de Jesucristo, el pecado se destronó y la justicia ahora gobierna en su lugar. Mientras la muerte era el orden del día en la sociedad de Adán, ahora la vida eterna es el orden del día para aquellos que han creído en Jesucristo. El contraste es grande. Es un contraste entre el hombre de pecado y la obediencia de Cristo, entre la paga del pecado y el don de Dios. Algunos han pensado que la salvación universal se señala en este pasaje, al pensar que porque todos son condenados, ahora todos serán salvos. Este no es el caso. El nuevo nacimiento es obligatorio para la vida eterna y la expresión los que reciben en el v. Rom 5:17, enseña que la fe en Jesucristo es absolutamente esencial para la salvación.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
GRACIA. Véase el ARTÍCULO LA FE Y LA GRACIA, P. 1582. [Rom 5:21], para un estudio del significado de la palabra «gracia» en la Biblia.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
ARTÍCULO
La fe y la gracia
Rom 5:21 Para que, así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor n uestro.
La salvación se produce como un don de la gracia de Dios, pero sólo puede obtenerse por la respuesta humana de la fe. Para entender ese proceso de la salvación, hay que comprender esas dos palabras.
LA FE SALVADORA. La fe en Jesucristo es la única condición que Dios exige para la salvación. La fe no es sólo una confesión acerca de Cristo, sino también una actividad que brota del corazón del creyente que procura seguir a Cristo como Señor y Salvador (cf. Mat 4:19; Mat 16:24; Luc 9:23-25; Jua 10:4; Jua 10:27; Jua 12:26; Apo 14:4).
(1) El concepto del NT de la fe incluye cuatro elementos principales:
(a) Tener fe significa creer y confiar firmemente en el Cristo crucificado y resucitado como Señor y Salvador personal (véase Rom 1:17, nota). Abarca el creer de todo corazón (Rom 6:17; Efe 6:6; Heb 10:22), rendir la voluntad y entregar todo el ser a Jesucristo tal y como se revela en el NT.
(b) La fe implica arrepentimiento, es decir, apartarse del pecado con verdadera tristeza (Hch 17:30; 2Co 7:10) y volverse a Dios por medio de Cristo. La fe salvadora siempre es una fe de arrepentimiento (Hch 2:37-38; véase Mat 3:2, nota sobre el arrepentimiento).
(c) La fe incluye la obediencia a Jesucristo y a su Palabra como modo de vida inspirado por la fe, la gratitud a Dios y la obra regeneradora del Espíritu (Jua 3:3-6; Jua 14:15, Jua 14:21-24; Heb 5:8-9). Es «para la obediencia a la fe» (Rom 1:5). Por lo tanto, la fe y la obediencia son inseparables (cf. Rom 16:26). La fe salvadora que no procura la santificación es ilegítima e imposible.
(d) La fe incluye la devoción y el vínculo personales y sinceros a Jesucristo, los cuales se expresan en confianza, amor, lealtad y gratitud. La fe en su sentido más elevado no puede diferenciarse bien del amor. Es una actividad personal de sacrificio y de entrega dirigida a Cristo (cf. Mat 22:37; Jua 21:15-17; Hch 8:37; Rom 6:17; Gál 2:20; Efe 6:6; 1Pe 1:8).
(2) La fe en Jesucristo como Señor y Salvador es tanto un acto de un momento como una actitud continua que debe aumentar y fortalecerse (véase Jua 1:12, nota). Debido a que se tiene fe en una persona definida que murió por el hombre (Rom 4:25; Rom 8:32; 1Ts 5:9-10), esa fe debe crecer (Rom 4:20; 2Ts 1:3; 1Pe 1:3-9). La confianza y la obediencia se convierten en fidelidad y devoción (Rom 14:8; 2Co 5:15); la fidelidad y la devoción se convierten en una intensa sensación de acercamiento y amor al Señor Jesucristo (Flp 1:21; Flp 3:8-10; véanse Jua 15:4, nota; Gál 2:20, nota). Esa fe en Cristo lleva a una nueva relación con Dios y exime de su ira (Rom 1:18; Rom 8:1); mediante esa nueva relación el creyente muere al pecado (Rom 6:1-18) y el Espíritu Santo vive en él (Gál 3:5; Gál 4:6).
LA GRACIA. En el AT Dios se reveló a sí mismo como el Dios de gracia y misericordia, quien manifestaba su amor por su pueblo no porque ellos lo merecieran sino por su propio deseo de ser fiel a las promesas dadas a Abraham, Isaac y Jacob (véanse Éxo 6:9, nota, y los ARTÍCULOs LA PASCUA, P. 96. [Éxo 12:11], y EL DÍA DE LA EXPIACIÓN, P. 164. [Lev 16:33]). La gracia es la presencia y el amor de Dios por medio de Jesucristo, que reciben los creyentes de parte del Espíritu Santo, quien imparte misericordia, perdón y el deseo y el poder para hacer la voluntad de Dios (Jua 3:16; 1Co 15:10; Flp 2:13; 1Ti 1:15-16). Toda la actividad de la vida cristiana de principio a fin depende de la gracia.
(1) Dios da una medida de gracia como don (1Co 1:4) a los incrédulos para que puedan creer en el Señor Jesucristo (Efe 2:8-9; Tit 2:11; Tit 3:4).
(2) Dios da gracia a los creyentes para que sean «libres del pecado» (Rom 6:20; Rom 6:22), para producir en ellos «tanto el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Flp 2:13; cf. Tit 2:11-12; véase Mat 7:21, nota sobre la obediencia, don de la gracia de Dios), y para que oren (Zac 12:10), crezcan en Cristo (2Pe 3:18) y testifiquen acerca de Cristo (Hch 4:33; Hch 11:23).
(3) La gracia de Dios se debe desear y buscar con diligencia (Heb 4:16). Se recibe la gracia de Dios al estudiar y obedecer las Escrituras (Jua 15:1-11; Jua 20:31; 2Ti 3:15), al oír la proclamación del evangelio (Luc 24:47; Hch 1:8; Rom 1:16; 1Co 1:17-18), al orar (Heb 4:16; Jud 1:20), al ayunar (Mat 4:2; Mat 6:16), al adorar a Cristo (Col 3:16), al permanecer lleno del Espíritu Santo (Efe 5:18), y al participar en la Cena del Señor (Hch 2:42; véase Efe 2:9; nota sobre la función de la gracia).
(4) El creyente puede dejar de alcanzar (Heb 12:15), recibir en vano (2Co 6:1), apagar (1Ts 5:19), desechar (Gál 2:21) y abandonar la gracia de Dios (Gál 5:4).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Este es el resumen final de la analogía entre Adán y Cristo.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
5:21– El pecado reina en el dominio de la muerte, porque causa muerte. Así el pecado tenía al hombre, y lo tiene (al no cristiano), dominado. Reina el pecado “en la muerte,” dice el griego literalmente, porque el pecado tiene al hombre pecador bajo la sentencia de muerte. El pecado es el monarca reinante en el pecador. Pero reina la gracia de Dios por la justicia (que es el plan de salvación en el evangelio de Cristo) para vida eterna. Aquí habla Pablo de la muerte y de la vida espirituales. La gracia o favor de Dios reina por el evangelio en el creyente obediente, y tiene por fin o resultado la vida eterna del creyente.
El pecado era abundante. Toda ley de Dios lo hizo evidente. Pero es más abundante la gracia. Dios por su gracia extiende al pecador el plan de salvación que le perdona todos sus pecados, y le da vida espiritual en lugar de la muerte espiritual. Si el mundo está lleno de pecado, Dios está lleno de gracia para rescatar al pecador. ¡Qué buenas nuevas! ¡Qué evangelio!
Fuente: Notas Reeves-Partain
— la amistad divina: ver nota a Rom 1:16.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
d 346 1Co 15:56
e 347 Jua 1:17
f 348 Jua 3:16; 1Jn 4:9
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
21 super (1) El pecado reina por la autoridad de la muerte e introduce la muerte por medio de su reino. Por eso, el pecador tiene que morir.
21 super (2) La justicia es el cimiento, la base y el medio por el cual Dios se nos imparte como gracia. Esta justicia nos da la base para reclamar a Cristo como nuestra gracia. Dios al darnos gracia manifiesta Su justicia (véase 1:17). Además, el poder de esta gracia, al operar en nosotros, produce en nosotros la justicia subjetiva, haciendo que estemos bien con Dios, con otros y aun con nosotros mismos, y no sólo sojuzga al pecado sino que también vence a Satanás y a la muerte en nuestro ser. De esta manera la gracia reina mediante la justicia, dando como resultado la vida eterna.