Comentario de Romanos 7:14 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Porque sabemos que la ley es espiritual; pero yo soy carnal, vendido a la sujeción del pecado.

7:14 — “la ley es espiritual,” significa que (aunque es de origen espiritual, es decir, por el Espíritu Santo) se dirige al espíritu del hombre, o sea al hombre interior, al hombre espiritual (véase versículo 22). La declaración de que la ley es espiritual da la razón por qué dice Pablo “no” a la pregunta en el versículo anterior. La ley se dirigía al hombre interior. (Véase Deu 6:5-6).

— “yo soy carnal, vendido al pecado.” Personificado el pecado como un amo, Pablo se presenta a sí mismo como uno vendido al servicio del pecado. Había dicho que en un tiempo vivía sin la ley, pero luego pecó y murió (versículo 9). Explicó que fue el pecado y no la ley el que causó esta muerte espiritual (versículo 13). Entonces dice que como pecador se encontró como uno vendido al amo, el pecado. Usa el tiempo presente, “soy,” en lugar de “era,” porque se representa como tipo de todos los que se encuentran en la esclavitud del pecado.

Muchos expositores tienen a Pablo hablando como cristiano, y explican el resto del pasaje según esa posición. Pero un cristiano no diría, “soy vendido al pecado.” El pecado no reina en el cuerpo del cristiano (6: 12). Tampoco diría, “Miserable de mí ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” En el versículo siguiente dice Pablo que esa liberación precede de Dios por Jesucristo. Pero el cristiano ya está libertado y se encuentra en Cristo. Así es que en este pasaje, los versículos del 14 al 25, Pablo en su propia persona describe la condición del pecador no regenerado, despertado por la operación de la ley, a un reconocimiento de su estado de pecado y miseria.

Toda la contención de Pablo con los oponentes judaizantes tenía el blanco de persuadirles a abandonar su posición legalista y depender de la gracia y misericordia de Dios por Jesucristo. Este pasaje que ahora tratamos muestra la desesperación del pecador no regenerado ante la ley acusadora. El conflicto en el pecador se describe en los versículos siguientes. (En cuanto a su propia persona y vida, como cristiano, nótese lo que él dice en 1Co 9:26-27 y en 1Ts 2:10. Véase también lo que acabó de escribir aquí en 6:11,14). El hombre, solamente bajo ley y por haber pecado (3:23), se encuentra en pecado sin el sacrificio de Jesucristo. En eso consiste su miseria.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

la ley es espiritual. Lev 19:18; Deu 6:5; Sal 51:6; Mat 5:22, Mat 5:28; Mat 22:37-40; Heb 4:12.

mas yo soy carnal. Rom 7:18, Rom 7:22, Rom 7:23; Job 42:6; Sal 119:25; Pro 30:2, Pro 30:5; Isa 6:5; Isa 64:5, Isa 64:6; Mat 16:23; Luc 5:8; Luc 7:6; Luc 18:11-14; 1Co 3:1-3; Efe 3:8.

vendido al pecado, o vendido a la esclavitud del pecado. Rom 7:24; Gén 37:27, Gén 37:36; Gén 40:15; Éxo 21:2-6; Éxo 22:3; 1Re 21:20, 1Re 21:25; 2Re 17:17; Isa 50:1; Isa 52:3; Amó 2:6; Mat 18:25.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

espiritual: La Ley proviene de Dios. En contraste, Pablo dice que su problema (y el de todos los creyentes; véase 1Co 3:1-3) es que él era carnal, lo que significa que era como un esclavo vendido al pecado. Aun cuando era cristiano, dedicado al servicio de Dios (v. Rom 7:25), Pablo no alcanzó los niveles morales de Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

LA LEY. Recuérdese que Pablo en el cap. Rom 7:1-25 analiza el estado de una persona no regenerada que está bajo la ley del AT y acepta la verdad que contiene, y que sin embargo está consciente de que no tiene poder en sí misma para llevar una vida que agrade a Dios (véase vv. Rom 7:7-25, nota; cf. v. Rom 7:1). Describe el conflicto que hay en una persona que lucha por sí sola contra el poder del pecado, demostrando que no se puede alcanzar la justificación, ni la bondad ni la santificación al tratar con esfuerzos humanos de resistir al pecado y obedecer la ley de Dios. En cambio, el conflicto del creyente es bastante diferente: es el conflicto de una persona unida a Cristo y al Espíritu Santo contra el poder del pecado (cf. Gál 5:16-18). En el cap. Rom 8:1-39 Pablo describe el camino a la victoria sobre el pecado mediante la vida en el Espíritu.

YO SOY CARNAL, VENDIDO AL PECADO. Estas palabras del cap. Rom 7:1-25 son las que más hacen pensar que Pablo se esté refiriendo a un período bajo la ley previo a la conversión (véase vv. Rom 7:7-25, nota), por las siguientes razones:

(1) En el cap. Rom 7:1-25 Pablo demuestra la insuficiencia de la ley para redimir al hombre aparte de la gracia y no la insuficiencia del evangelio acompañado de la grada (cf. Gál 3:24).

(2) En el v. Rom 7:5 Pablo declara que los que están dominados por la naturaleza carnal (i.e., no espiritual, sino sensual) están dando «fruto para muerte» (i.e., muerte eterna). Y en Rom 8:13 él afirma que los que viven conforme a la carne, morirán (cf. Gál 5:19-21). Así que la persona a la que se refiere el cap. Rom 7:1-25 está espiritualmente muerta.

(3) La expresión «vendido al pecado» significa esclavitud al poder del pecado (cf. 1Re 21:20; 1Re 21:25; 2Re 17:17). No es posible que eso tenga que ver con un creyente en Cristo, ya que Cristo, con el derramamiento de su sangre (véase Mat 20:28, nota), lo ha redimido del poder del pecado y lo ha librado del dominio que el pecado ejercía sobre él (Rom 6:14). Cristo mismo afirma: Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres» (Jua 8:36, nota; cf. Rom 8:2). Es más, el nombre Jesús significa: «él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mat 1:21).

(4) La presencia interior del Espíritu Santo (cap. Rom 8:1-39) no deja al creyente vendido como esclavo al pecado. Pablo continúa con la afirmación de que, por medio de Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida lo libró de la ley del pecado y de la muerte (Rom 8:2), y se incluye entre los que no viven «conforme a la carne, sino conforme al Espíritu» (Rom 8:4), porque están en deuda, pero «no a la carne» (Rom 8:12).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

la ley es espiritual. Es decir, refleja el carácter santo de Dios. carnal. Lit. «de carne». Esto alude a una naturaleza ligada a la tierra, mortal y encarcelada todavía en una condición humana no redimida. Pablo no dice que todavía esté «en la carne» (vea la nota sobre Rom 7:5), sino que la carne está en él. vendido al pecado. El pecado ya no controla al hombre entero (como sucede con un no creyente; cp. Rom 6:6), pero sí mantiene prisioneros a los miembros de su cuerpo carnal (v. Rom 7:23; cp. el v. Rom 7:18). El pecado contamina al creyente y frustra su deseo interior de obedecer la voluntad de Dios.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Algunos interpretan esta crónica del conflicto interior de Pablo como una descripción de su vida antes de Cristo. Señalan que Pablo describe a esa persona como «vendido al pecado», (v. Rom 7:14), alguien en quien «no mora el bien» (v. Rom 7:18) y como un «miserable» que vive en un «cuerpo de muerte» (v. Rom 7:24). Esas descripciones parecen contradecir la manera en la que Pablo describe al creyente en el capítulo Rom 6:1-23 (cp. los vv. Rom 7:2; Rom 7:6-7; Rom 7:11; Rom 7:17-18; Rom 7:22). Sin embargo, es correcto entender que Pablo habla aquí sobre un creyente. Se trata de una persona que desea obedecer la ley de Dios y aborrece su pecado (vv. Rom 7:15; Rom 7:19; Rom 7:21), es humilde y reconoce que nada bueno mora en su humanidad (v. Rom 7:18), ve el pecado en sí mismo pero sabe que no es todo lo que hay en su interior (vv. Rom 7:17; Rom 7:20-22), y sirve a Jesucristo con su mente (v. Rom 7:25). Pablo ya ha establecido que ninguna de esas actitudes caracterizan a los no salvos (cp. Rom 1:18-21; Rom 1:32; Rom 3:10-20). El uso que Pablo hace del tiempo presente en los verbos de los vv. Rom 7:14-25 es un respaldo sólido de la noción de que el apóstol describe aquí su vida presente como cristiano. Por esas razones, parece indudable que el capítulo Rom 7:1-25 describe a un creyente. Sin embargo, entre los que concuerdan en que se trata de un creyente existe otro desacuerdo. Algunos ven aquí a un cristiano carnal y débil, otros a un cristiano legalista que se siente frustrado con sus intentos fallidos de agradar a Dios en sus propias fuerzas mediante el cumplimiento de la ley mosaica. Es evidente que el pronombre personal se aplica al apóstol Pablo, quien es un ejemplo de salud y madurez espiritual. Por eso, en los vv. Rom 7:14-25 debe describir a todos los cristianos, incluidos los más espirituales y maduros que al examinarse con honestidad frente al parámetro justo de la ley de Dios reconocen cuán lejos están de cumplirlo en sus fuerzas. El apóstol expresa esta frustración honesta en una serie de cuatro lamentos (vv. Rom 7:14-25).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

7:14– “la ley es espiritual,” significa que (aunque es de origen espiritual, es decir, por el Espíritu Santo) se dirige al espíritu del hombre, o sea al hombre interior, al hombre espiritual (véase versículo 22). La declaración de que la ley es espiritual da la razón por qué dice Pablo “no” a la pregunta en el versículo anterior. La ley se dirigía al hombre interior. (Véase Deu 6:5-6).
–“yo soy carnal, vendido al pecado.” Personificado el pecado como un amo, Pablo se presenta a sí mismo como uno vendido al servicio del pecado. Había dicho que en un tiempo vivía sin la ley, pero luego pecó y murió (versículo 9). Explicó que fue el pecado y no la ley el que causó esta muerte espiritual (versículo 13). Entonces dice que como pecador se encontró como uno vendido al amo, el pecado. Usa el tiempo presente, “soy,” en lugar de “era,” porque se representa como tipo de todos los que se encuentran en la esclavitud del pecado.
Muchos expositores tienen a Pablo hablando como cristiano, y explican el resto del pasaje según esa posición. Pero un cristiano no diría, “soy vendido al pecado.” El pecado no reina en el cuerpo del cristiano (6: 12). Tampoco diría, “Miserable de mí ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” En el versículo siguiente dice Pablo que esa liberación precede de Dios por Jesucristo. Pero el cristiano ya está libertado y se encuentra en Cristo. Así es que en este pasaje, los versículos del 14 al 25, Pablo en su propia persona describe la condición del pecador no regenerado, despertado por la operación de la ley, a un reconocimiento de su estado de pecado y miseria.
Toda la contención de Pablo con los oponentes judaizantes tenía el blanco de persuadirles a abandonar su posición legalista y depender de la gracia y misericordia de Dios por Jesucristo. Este pasaje que ahora tratamos muestra la desesperación del pecador no regenerado ante la ley acusadora. El conflicto en el pecador se describe en los versículos siguientes. (En cuanto a su propia persona y vida, como cristiano, nótese lo que él dice en 1Co 9:26-27 y en 1Ts 2:10. Véase también lo que acabó de escribir aquí en 6:11,14). El hombre, solamente bajo ley y por haber pecado (3:23), se encuentra en pecado sin el sacrificio de Jesucristo. En eso consiste su miseria.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA SITUACIÓN HUMANA

Romanos 7:14-25

Somos conscientes de que la Ley es espiritual. ¡Pero yo soy una criatura de carne y hueso bajo el poder del pecado! No entiendo lo que me pasa. Lo que quiero hacer, no lo hago; pero lo que me repele, eso sí lo hago. Si de hecho hago lo que no quiero hacer, estoy de acuerdo con la Ley y la considero justa. Como están las cosas, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que reside en mí. Quiero decir en mi naturaleza humana. El querer lo que está bien está dentro de mis posibilidades, pero no el hacerlo; porque no hago el bien que quiero hacer; pero el mal que no quiero hacer, eso sí que lo hago. Así que, si hago precisamente lo que no quiero hacer, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que reside en mí. Mi experiencia de la Ley, entonces, es que quiero hacer lo que está bien, pero que lo único que está dentro de mis posibilidades es hacer lo que está mal. En cuanto a lo íntimo de mi ser, estoy totalmente de acuerdo con la Ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros que no hace más que presentar batalla contra la ley de mi mente, y me lleva cautivo mediante la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Qué miserable soy! ¿Quién me librará de este cuerpo fatal? ¡Dios! ¡Gracias Le doy mediante nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, con la mente sirvo a la Ley de Dios; pero con la naturaleza humana, a la del pecado.

Pablo nos presenta su alma al desnudo; y nos habla de una experiencia que es de la misma esencia de la situación humana. Sabía lo que estaba bien, y quería hacerlo; y sin embargo, por alguna razón, no podía hacerlo. Sabía lo que estaba mal, y lo último que querría sería hacerlo; y, sin embargo, lo hacía. Se daba cuenta de que tenía una personalidad dividida, como si hubiera dos personas diferentes dentro de su piel, tirando cada una en un sentido diferente. Le perseguía este sentimiento de frustración; su capacidad para ver lo que estaba bien, y su incapacidad para hacerlo; su capacidad para reconocer lo que estaba mal, y su incapacidad para resistirse a hacerlo.
Los contemporáneos de Pablo conocían muy bien este sentimiento, lo mismo que lo conocemos nosotros. Séneca lo llamaba «nuestra indefensión en las cosas necesarias», y decía que los hombres odian sus pecados y los aman al mismo tiempo. Ovidio, el gran poeta latino, había escrito la famosa sentencia: «Veo las cosas mejores y las apruebo; pero sigo las peores.»
Nadie conocía este problema mejor que los judíos. Lo planteaban diciendo que, en toda persona, hay dos naturalezas, a las que llamaban yétser hatob y yétser hará -tendencia al bien y tendencia al mal-. Los judíos estaban convencidos de que Dios había hecho al hombre con un buen impulso y con un mal impulso.

Había rabinos que creían que el mal impulso estaba en el embrión antes del nacimiento. Era una «segunda personalidad malévola.» Era «el implacable enemigo del hombre.» Estaba acechando toda la vida para destruir al hombre. Pero los judíos veían con la misma claridad, en teoría, que nadie tiene por qué sucumbir a ese mal impulso. Ben Sira escribió:

«Dios mismo creó al hombre al principio, y le dejó en la mano de su propio consejo. Si así lo quieres, guardarás los mandamientos, y de tu voluntad depende el obrar con fidelidad. Él te ha puesto delante agua y fuego: extiende la mano a lo que prefieras. Delante del hombre están la vida y la muerte, y se le dará la que escoja… Él no le ha mandado a nadie que obre maldad, ni a ningún hombre ha dado licencia para pecar.»

(Eclesiástico 15:14-17, 20).

Había ciertas cosas que guardarían al hombre de caer en el impulso malo, y una de ellas era la Ley. Pensaban que Dios decía:

«Yo he creado para ti el mal impulso; y he creado para ti la Ley como un antiséptico.»
«Si te ocupas en la Ley no caerás en poder del mal impulso.»

Estaban la voluntad y la razón.

«Cuando Dios creó al hombre, implantó en él las pasiones y las disposiciones; y entonces, por encima de todo, entronizó la sagrada razón gobernadora.»

Cuando atacaba el mal impulso, los judíos creían que la sabiduría y la razón lo podían derrotar; el estar ocupado en el estudio de la Palabra de Dios era su seguridad; la Ley era un profiláctico; en tales momentos se podía pedir la ayuda del buen impulso.
Pablo sabía todo eso; y también sabía que, si bien todo era cierto en teoría, no lo era en la práctica. Había cosas en la naturaleza humana -eso era lo que él quería decir con este cuerpo fatal- que respondían a la seducción del pecado. Es parte de la situación humana que conocemos el bien pero hacemos el mal, que nunca somos tan buenos como sabemos que debemos ser. Al mismo tiempo y a la vez nos atraen la bondad y la maldad.

Desde cierto punto de vista este pasaje se podría llamar el de las incapacidades.
(i) Demuestra la incapacidad del conocimiento humano. Si el saber que una cosa es buena fuera el hacerla, la vida sería fácil. Pero el conocimiento solo no hace bueno a nadie. Es lo mismo en la vida ordinaria: podemos saber -por lo menos mucha gente pretende saber- cómo se debe jugar al fútbol; pero eso no quiere decir que se sepa jugar. Puede que conozcamos las reglas de la poética; pero eso no quiere decir que sepamos escribir poesías que merezcan ese nombre. Parece fácil decir lo que se debe hacer en una situación laboral, económica o política, y muchos pretenden saberlo; pero, como en la fábula de los ratones, lo difícil es ponerle el cascabel al gato. Esa es la diferencia entre religión y moral. La moral es el conocimiento de un código; la religión es el conocimiento de una Persona; y es sólo cuando conocemos a Cristo cuando podemos hacer lo que sabemos que debemos hacer.

(ii) Demuestra la incapacidad de las resoluciones humanas. El decidir hacer una cosa está muy lejos del hacerla. Tiene la naturaleza humana una debilidad radical en la voluntad. Se enfrenta con los problemas, con las dificultades y con la oposición… y falla. Una vez, Pedro hizo una gran resolución: «Aunque tenga que morir contigo -le dijo a Jesús-, no te negaré» Mt 26:35 ); y sin embargo fracasó lastimosamente cuando se le presentó la ocasión de demostrar su lealtad. Cuando no recibe la fuerza de Cristo, la voluntad humana está abocada al fracaso.

(iii) Demuestra las limitaciones del diagnóstico. Pablo sabía muy bien lo que estaba mal, pero era incapaz de corregirlo. Era como un médico que sabe diagnosticar con toda seguridad una enfermedad, pero no puede prescribir la cura. Jesús es el único que no sólo diagnostica el mal sino que puede curarlo, y hacer que lo que está malo se ponga bueno. Lo que ofrece no es una crítica, sino una cura.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

REFERENCIAS CRUZADAS

f 436 1Co 10:4

g 437 Sal 51:5; Jua 8:34; Rom 6:16

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

la ley es espiritual. La ley proviene de Dios y manifiesta su carácter para nuestro bien, y no puede ser entendida sino mediante el Espíritu Santo (1 Co 2:14– 15).

yo soy carnal. Pablo reconoce la presencia continua del principio del pecado en él. El viejo hombre (carnal) todavía pudiera ejercer poder sobre él, aun cuando él ya no está bajo la ley, sino bajo la gracia (6:14; 8:1– 10).

Fuente: La Biblia de las Américas

14 (1) Se refiere a estar conscientes interior y subjetivamente. Véase la nota 6 (1) del cap.6.

14 (2) Es decir, lo mismo en esencia, en naturaleza y en substancia que Dios, quien es Espíritu ( Jua_4:24).

14 (3) Pablo vio que él era lo contrario de todo lo descrito por la ley. La ley es espiritual, santa, justa y buena; él era de carne, profano y contaminado, injusto y maligno. Véase la nota 1 (2) de 1co 3.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

R158 Σάρκινος significa: más que hecho de carne, o que consiste en carne, tal vez arraigado en la carne (comp. 1Co 3:1)

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

O, de la carne

Lit., vendido bajo pecado

Fuente: La Biblia de las Américas

‡ Literalmente, “carne”.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento