Comentario de Romanos 8:14 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
8:14 — El Espíritu Santo guía por medio del evangelio inspiradamente revelado. El que obedece al evangelio (escucha al Espíritu), haciendo morir las obras de la carne, llega a ser hijo de Dios. Continúa siendo guiado por el Espíritu en su vida de cristiano. En cambio, el que vive mundanamente (“según la carne”) no es guiado del Espíritu. No hay nada misterioso en esta dirección. Hacer o creer cosas no reveladas por el Espíritu Santo en el evangelio, ciertamente no es ser guiado por el Espíritu Santo. Nos guía a obedecer al evangelio (1Pe 1:22-25; 1Pe 4:17 etcétera). Esta obediencia nos hace hijos de Dios (Gál 3:26-27).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
los que son guiados por el Espíritu. Rom 8:5, Rom 8:9; Sal 143:10; Pro 8:20; Isa 48:16, Isa 48:17; Gál 4:6; Gál 5:16, Gál 5:18, Gál 5:22-25; Efe 5:9.
éstos son hijos de Dios. Rom 8:17; 2Co 6:18; Gál 3:26; Efe 1:5; 1Jn 3:1; Apo 21:7.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Ser guiado por el Espíritu es prácticamente sinónimo de caminar según el Espíritu. «Caminar» resalta la participación activa y el esfuerzo del creyente. «Ser guiado» resalta el lado pasivo, la sumisa dependencia del creyente ante el Espíritu.
éstos son hijos de Dios: Los guiados por el Espíritu son los hijos de Dios, y el Dios soberano es su Padre (2Co 6:18).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
GUIADOS POR EL ESPÍRITU DE DIOS. El Espíritu Santo vive en el hijo de Dios con el fin de guiarlo a pensar, hablar y actuar de acuerdo con la Palabra de Dios.
(1) Él guía primordialmente mediante impulsos que
(a) son estímulos internos a hacer la voluntad de Dios y a darle muerte a las obras de la carne (v. Rom 8:13; Flp 2:1; Tit 2:11-12);
(b) están siempre en armonía con las Escrituras (1Co 2:12-13; cf. 2Pe 1:20-21);
(c) tienen la intención de dar dirección en la vida (Luc 4:1; Hch 10:19-20; Hch 16:6-7);
(d) son contrarios a los deseos pecaminosos (Gál 5:17-18; 1Pe 2:11);
(e) tratan con la culpa del pecado, las normas de justicia de Cristo y el juicio de Dios contra la maldad (Jua 16:8-11);
(f) exhortan al creyente a que persevere en la fe y le advierten que no se aparte de la fe personal en Cristo (Rom 8:13; Heb 3:7-14);
(g) se hacen más débiles en proporción con el tiempo que el creyente se niega a obedecerlos (Rom 1:28; Efe 4:17-19; Efe 4:30-31; 1Ts 5:19);
(h) producen la muerte espiritual cuando se rechazan (vv. Rom 8:6; Rom 8:13);
(i) producen la vida espiritual y la paz cuando se obedecen (vv. Rom 8:6; Rom 8:10-11, Rom 8:13; Gál 5:22-23).
(2) El impulso del Espíritu viene al
(a) leer la Palabra de Dios (Jua 14:26; Jua 15:7; Jua 15:26; Jua 16:13; 2Ti 3:16-17);
(b) orar con fervor (v. Rom 8:26; Hch 13:2-3);
(c) escuchar la predicación y la enseñanza bíblica (2Ti 4:1-2; Heb 13:7-17);
(d) disponerse a las manifestaciones del Espíritu (véanse 1Co 12:7-10; 1Co 14:6); y
(e) prestarle atención al consejo de padres que son creyentes y de dirigentes espirituales dignos de confianza (Efe 6:1; Col 3:20).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
guiados por el Espíritu. Los creyentes no son guiados por medio de impresiones o impulsos mentales que suministran dirección en las decisiones de la vida. La Biblia no enseña esto en absoluto. Más bien, el Espíritu de Dios guía o dirige a sus hijos de manera objetiva y a veces mediante las circunstancias (Hch 16:7), pero más que todo por medio de: 1) iluminación o aclaración divina de las Escrituras para que nuestra mente pecaminosa y finita pueda entender la Palabra de Dios (Luc 24:44-45; 1Co 2:14-16; Efe 1:17-19; cp. Efe 3:16-19; Col 1:9) y 2) santificación, la capacitación divina indispensable para que obedezcamos las Escrituras (Gál 5:16-17; Gál 5:25). hijos de Dios. Siempre que una persona experimenta la guía del Espíritu de ese modo, tiene la certeza de que Dios la ha adoptado en su familia (vea las notas sobre Rom 8:15-17; 1Jn 3:2; para las demás pruebas de la fe verdadera, vea la Introducción a 1 Juan: Temas históricos y teológicos).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
8:14– El Espíritu Santo guía por medio del evangelio inspiradamente revelado. El que obedece al evangelio (escucha al Espíritu), haciendo morir las obras de la carne, llega a ser hijo de Dios. Continúa siendo guiado por el Espíritu en su vida de cristiano. En cambio, el que vive mundanamente (“según la carne”) no es guiado del Espíritu. No hay nada misterioso en esta dirección. Hacer o creer cosas no reveladas por el Espíritu Santo en el evangelio, ciertamente no es ser guiado por el Espíritu Santo. Nos guía a obedecer al evangelio (1Pe 1:22-25; 1Pe 4:17 etcétera). Esta obediencia nos hace hijos de Dios (Gál 3:26-27).
Fuente: Notas Reeves-Partain
El espíritu de adopción. Así como la “vida” es la idea dominante en los vv. 1-13, la de ser hijos lo es en los vv. 14-17. Este breve párrafo, además de hacer su propia contribución al tema del capítulo, recordando la maravillosa y consoladora verdad de que los cristianos hemos sido adoptados en la familia de Dios, brinda una transición entre los vv. 1-13 y 18-30. Ser un hijo de Dios explica a la vez por qué el Espíritu de Dios nos confiere vida (13, 14), y por qué puede decirse que somos herederos con una gloriosa perspectiva para el futuro (17, 18).
Ser guiados por el Espíritu de Dios (14) no significa ser guiados por el Espíritu en la toma de decisiones, sino estar bajo su influencia dominadora (Gál. 5:18). La cláusula resume las diversas descripciones de la vida en el Espíritu de que se habló en los vv. 5-9. Pablo puede afirmar que aquellos que son guiados de esta forma por el Espíritu son hijos de Dios, y por lo tanto destinados a vivir (13), ya que hijos de Dios es un título bíblico para el pueblo de Dios (ver, p. ej. Deut. 14:1; Isa. 43:6; cf. Rom. 9:26). Pero también debemos reconocer en el título una alusión a la calidad de hijo de Jesús mismo (ver vv. 3 y 29); como lo confirma el v. 15, Abba fue la forma en que Jesús mismo se dirigía a Dios (ver Mar. 14:36) y que mostraba una intimidad especial. Esta misma forma es la que ahora usan los cristianos para clamar espontáneamente en su propio acercamiento a Dios. Es el Espíritu, una vez más, quien implanta en nosotros ese sentido de intimidad (16) y anula, por tanto, toda atadura (a “la ley del pecado y de la muerte”, v. 2) y toda razón para temer (15a). El Espíritu, por consiguiente, es el espíritu de adopción como hijos. Pablo toma la expresión “de adopción como hijos” (huiothesia) del mundo grecorromano, donde ésta denotaba la institución legal por medio de la cual se podía adoptar a un niño y conferirle todos los derechos y privilegios que corresponderían a un hijo natural. Pero la concepción está basada en la imagen bíblica de Dios como aquel que por pura gracia elige un pueblo para que sea suyo (ver 8:23; 9:4; Gál. 4:5; Ef. 1:5).
El hecho de que seamos adoptados en la familia de Dios, con todo lo sorprendente y reconfortante que es, no marca el final de la historia. Porque ser hijos es también ser herederos: estar a la espera de la investidura final de todos los derechos y privilegios que nos han sido conferidos al ser hijos de Dios (17; ver especialmente Gál. 4:1-7, con un argumento bastante similar al de 8:1-17). Así como el Hijo de Dios tuvo que sufrir antes de entrar en su gloria (1 Ped. 1:11), también nosotros, los hijos de Dios por adopción, debemos sufrir “con él” antes de compartir su gloria (ver también Fil. 1:29; 3:20; 2 Cor. 1:5). Dado que estamos unidos a Cristo, el siervo del Señor “despreciado y desechado por los hombres” (Isa. 53:3), podemos esperar que el sendero que nos lleva a nuestra gloriosa herencia también esté sembrado de dificultades y peligros.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
d 488 Jua 1:12; Jua 3:5; Jua 3:8; Heb 2:11
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
los…guiados por el Espíritu. Es decir, controlados por el Espíritu Santo.
Fuente: La Biblia de las Américas
14 (1) El guiar del Espíritu no es exterior sino interior, y se compone de la ley del Espíritu de vida (v.2), del Espíritu (vs.9-13) y de la vida (vs.6-11). Este versículo indica que nosotros somos guiados por el Espíritu y no que el Espíritu nos guía. Esto muestra que, aunque el Espíritu está listo para guiarnos, nosotros debemos tomar la iniciativa de ponernos bajo Su dirección. Esto significa que debemos tomarlo como nuestra vida y nuestro todo, y que debemos hacer morir todo lo que pertenezca a la vieja creación en nosotros. No necesitamos buscar el guiar del Espíritu, puesto que ya está presente en nosotros, morando en nuestro espíritu regenerado. Si vivimos bajo esta dirección, andaremos y nos comportaremos de una manera que compruebe que somos hijos de Dios.
14 (2) El guiar aquí no es sólo una acción del Espíritu; es el Dios Triuno mismo que viene a ser la guía en nuestro espíritu. Si le atendemos como a una persona que mora en nosotros, espontáneamente seremos guiados por El.
14 (3) El pensamiento central del libro de Romanos es que la salvación que Dios da hace que los pecadores sean Sus hijos, los cuales tienen Su vida y naturaleza para poder expresarle, para poder ser miembros de Cristo con el propósito de constituir el Cuerpo de Cristo para Su expresión. Así que, la filiación recibe mucho énfasis en este capítulo (vs.15,23). Aquí la palabra hijos (gr. juíos) indica una etapa de crecimiento en la vida divina más avanzada que la etapa señalada por la palabra hijos (gr. teknós [niños]) en el v.16; no obstante esta etapa no es tan avanzada como la de herederos, en el v.17. La palabra hijos en el v.16 se refiere a la etapa inicial de la filiación, la etapa de ser regenerados en el espíritu humano. En el v17 la palabra hijos se refiere a los hijos de Dios que están en la etapa de la transformación de sus almas. No sólo han sido regenerados en su espíritu y están creciendo en la vida divina, sino que también viven y andan guiados por el Espíritu. Los herederos son los hijos de Dios que serán completamente madurados en todas las partes de su ser mediante la transfiguración de su cuerpo en la etapa de la glorificación. En consecuencia, estarán calificados como herederos legítimos para reclamar la herencia divina (vs.17,23).